Oearso en los albores de la ^Historia ¿C uál de estas influencias recibió, en general, nuestro País, y en concreto el V a lle de O earso? H e aquí una cuestión interesante. Desde luego, ni nuestro P aís ni nuestro V a lle fu eron ibéricos. A l menos, no hay pruebas que lo atestigüen (i). E s cierto que en nuestro suelo han sido h alladas algunas puntas de flecha de tipo “ A lm erien se” . P ero ello nada significa eii fa v o r de un cambio de cultura indígena en ibérica. E sos hallazgos, tan raros, en medio de una cultura exclusiva que se desarrolló en la zona Pirenaica, son. a lo más. indicio de relaciones com erciales habidas con los iberos. Y esto nada debe extrañarnos, si tenemos en cuenta que nuestros antepasados se encontraban rodeados al O este por los cántabros y al N. E . por los aquitanos. Los cántabros ocupaban la actual P rovin cia de Santander y parte de A sturias, según Bosch y Schulten. Recibieron fuertes sacudidas ibéricas. L os aquitanos, entonces también iberos o iberizados, son los actuales Gascones. Tam poco los celtas dejaron en nuestro suelo, y m enos sobre nuestro V alle, rastros importantes. Su paso por nuestros lugares fu e rápido. U nicam ente en algu nos puntos de A lava, como en Puentelarrá (¿antigua D eóbriga?) y en las cercanías de V ito ria , se conocen algunos restos de tipo céltico. L as estaciones célticas, que de modo esporádico, aparecen en nuestras tierras, se explican por la pr<~ xlm idad de la tribu céltica de los “ Berones” que ha bitaron, según Ptolom eo, por la Sierra de Cam eros y en las inmediaciones de la actual Logroño. Parece claro, según se deduce de las investigaciones científicas, que durante este tiempo, en nuestra zona del N orte persistió en sus líneas generales v sin grandes modificaciones la cultura franco-cántabra del Paleolítico, hasta que aparece en la H istoria en la form a que luego se describe. En cambio no podemos decir que nuestros antepasados de O earso fuesen ajenos a las influencias romanas. L os testim onios comprobados y los hallazgos reali- zados últim am ente demuestran bien a las claras, que para cuando se retiraron del País los romanos, ya la Religión prim itiva, la industria, el arte fu n erario y otros elementos de cultura habían sufrido la acción constante de aquellas gentes. L as vías rom anas que cruzaban nuestras tierras y montes ofrecían para ello una magnífica coyuntura. Pero también hoy és claro que aquella influencia más que antropológica fué cultural y que aun ésta, en gran parte, fu é sustituida, sobre todo en lo que respecta a la m entalidad, por la llegada del C ristia nismo al País. L as tribus que ocuparon nuestro suelo, aunque pertenecientes a una misma fam ilia, estaban d iv id idas, según Ptolom eo, en cuatro grupos. El prim er grupo lo constituían los “ Bárdulos” que ocupaban casi toda Guipúzcoa y parte de A lav a hasta A raya. L os “ Caristios” , otra de las tribus, ocupaban por un lado los pueblos de la cuenca actual del D e v a ; pasando luego por A rlaban, entraban en la llanada de V ito ria hasta tocar los montes de T reviño. P o r el otro lado llegaban hasta las orillas del N ervión y Peñas de Orduña. L a tribu de los “ Autrigones” ocupaba lo que hoy se llama las Encartaciones y el V alle de M en a-L osa. Y por fin, la tribu más importante, que era la de los “ V ascon es” , ocupó esta parte de G uipúzcoa en la que habitam os nosotros y la actual N avarra. Según Ptolom eo, los “ V ascon es” llegaban hasta “ C a la g u rris” (la actual Calahorra). E sta relación que hacen los historiadores rom anos, aparece ya citada nuestra Oearso como “ C ivitas V a s conum” , o sea, Ciudad de los Vascones. E n su tiempo debió tener su importancia esta C iu dad. ¡ Lástim a que no poseamos más datos de e lla ! E sta principalidad que parece atribuírsele a O e a r so en esta época, fu é luego trasladada a Pam plona. D e esta tribu vascona, a la que pertenecía O earso, sabemos que llegó a ejercer cierta hegemonía sobre las otras tribus herm anas por la especial amistad que cultivó con el poder de Roma. A sí queda deslindada la situación de O earso en los albores de la H istoria. ( i) Vid. “ El hombre prehistórico y los orígenes de la humanidad” , pág. 239, por el prof. Dr. Hugo Obermaier. ciW itiiit:iii!iio m iititii!irm tm ttn im iiiiiH iim )iiu n im n iiiin H M m iii!iu tiiit!!!iin r :!!ii!i!iiiin iim iiiiii!i!iim iir!!iiiiii!M in iu « iíiiiiiin iiii!iii'''iii!i!iiriM iiiin !ii!!!!!!i[iiii!i:'ii 3* i F r a n c is c o pe U R IZ A R . tiiiiiiiiit!iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!iiiiiiiiiiiiiiii!iiii!iiiitiiiiiiiii!iii!iii!iiiii!uiiitiiiiiiiiiiitiitiiiiiiiii!im iiiiiiiiiiiiii:uiiiiiiiin;ii!iiiiiiiiiiiiiiiiii(iiiiiiuiiiM "iiim !m um iiiiiim iuii<!,,«< Bar R estaurante Salón de Señoras "ZUGARRAMURDI" ¡ f "Casa Arruebarrena" ; )1 Licores de las marcas acreditadas. 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