Entrevista a Noam Chomsky

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Entrevista a Noam Chomsky
“Los movimientos populares masivos en Latinoamérica no suelen atraer a
los intelectuales pues estos prefieren un rol de liderazgo”
Roberto Manríquez
Rebelión
Sólo en 2002 se supo en un seminario en La Habana que en lo más álgido de
la denominada crisis de misiles entre Estados Unidos y la Unión Soviética,
cuando un submarino nuclear soviético fue atacado en aguas internacionales
por misiles norteamericanos, un grupo de tres oficiales debió tomar la decisión
de responder con el armamento nuclear disponible el ataque estadounidense,
una discusión que se zanjó sólo cuando el oficial Vasily Arjipov negó su
asentimiento.
Que el incidente sea casi desconocido o no sea materia de análisis en las
universidades o medios de comunicación muestra una señal preocupante sobre
lo que consideramos verdaderamente importante o académicamente
pertinente, es difícil no considerar el hecho que una opinión diferente de Arjipov
entonces simplemente nos hubiera conducido al fin de la historia en un sentido
literal.
Han pasado más de cuarenta años del incidente y la actualidad mundial,
incluyendo el reciente ataque israelí a la población palestina en Gaza aún nos
devuelve a las mismas inquietantes interrogantes que han atravesado nuestra
terrible época contemporánea.
Sobre el papel de los intelectuales, de los medios de comunicación y el actual
curso de la historia, en especial el actual derrotero de América Latina
sostuvimos una breve conversación vía correo electrónico con el respetado
profesor Noam Chomsky, un eminente académico cuyas opiniones suelen
precisamente no coincidir con la academia y los medios.
Roberto Manríquez: En Chile y Argentina la impunidad aún caracteriza las
masivas violaciones a los derechos humanos que ocurrieron en los 70’s, sin
embargo a medida que uno avanza hacia el norte del continente, en
Centroamérica las masivas violaciones a los derechos humanos parecen
tornarse invisibles.
Noam Chomsky: En América Central las atrocidades siguen invisibles debido a
que los EEUU son directamente responsables, así que por lo tanto están fuera
de la agenda de los intelectuales, medios de comunicación y de la clase política
en general; y las sociedades son relativamente débiles y han sido tan
devastadas por la política de terror de los EEUU por lo que les ha sido difícil ir
más allá de las Comisiones de Verdad.
En Sudamérica, el rol de los EEUU fue crucial pero más indirecto y las
sociedades están menos sujetas a la dominación de EEUU y tienen muchos
más recursos internos, en todo ámbito. No obstante, aún en Sudamérica el
progreso hacia esa responsabilidad está limitado. En Chile, por ejemplo,
bastante después de la caída de la dictadura, médicos que estuvieron
involucrados en tremendas atrocidades, en las torturas de Pinochet, siguen
atendiendo en Santiago, abiertamente.
El punto básico ha sido reconocido por académicos serios, incluyendo aquellos
que se autoidentifican como neo-reaganianos, como Thomas Carothers. A
pesar de sus claras convicciones, él reconoce que hubo progreso hacia la
democracia en Sudamérica a pesar de los esfuerzos de Reagan por evitarlo,
pero poco en América Central, donde la influencia de los EEUU era mayor. El
es el más respetado académico de la “promoción de la democracia”, pero
reconoce la realidad.
R.M.: Pese a esto usted ha señalado que el momento actual representa la
mayor era de autonomía para el continente, desde la invasión europea hace
más de 500 años.
N.C.: Los cambios en los últimos años han sido realmente dramáticos, pero hay
grandes obstáculos que sortear. Es imposible predecir, demasiado depende de
la voluntad y la elección.
R.M.: Una de las características más llamativas de este expectante proceso del
movimiento social en muchos países del continente es la ausencia de
intelectuales.
N.C.: Movimientos populares masivos, como el Movimiento de los Sin Tierra en
Brasil o el movimiento Indígena en Bolivia y en cualquier parte, raramente
atraen la participación o aprobación de los intelectuales, que tienden a preferir
un rol de liderazgo.
R.M.: El gobierno de Evo Morales parece representar un exitoso desafío a años
de dominación. Morales cuenta con el apoyo regional expresado en la última
cumbre de la UNASUR (Unión de Naciones Suramericanas) en Chile. Hoy un
Golpe de Estado parece inimaginable, esto representa un avance indudable
¿no?
N.C.: El apoyo a Morales de parte de UNASUR fue un evento extremadamente
importante. Morales no estaba exagerando cuando agradeció a UNASUR por
su apoyo, observando que “por primera vez en la historia de Sudamérica, los
países de nuestra región están decidiendo cómo resolver nuestros problemas,
sin la presencia de los Estados Unidos.”. Una medida de la significancia del
apoyo de la UNASUR es que la prensa libre de los EEUU entendió que podía
bien no ser mencionado. Los EEUU han sido incapaces de parar la “marea
rosada” mediante los métodos tradicionales de violencia y estrangulamiento
económico, como en el pasado. Pero esas amenazas no son impensables.
R.M.: Algunos gobiernos populares de izquierda en el continente podrían verse
tentados a responder al acoso constante e inclusive al ataque directo de los
Estados Unidos o Europa adoptando algunas formas personalistas o
autoritarias haciendo el juego precisamente a los sectores reaccionarios o
regresivos de la sociedad.
N.C.: Este es un peligro que debe ser reconocido y superado.
R.M.: Sobre los medios de comunicación en la mayoría de las universidades
chilenas y sospecho en el continente abordan el caso Watergate como el
ejemplo quintaesencial de periodismo de investigación, sin embargo usted ha
señalado en varias ocasiones que aquello no fue más que un cotorreo entre
burócratas al lado de Cointelpro que fue descubierto al mismo tiempo y que
apenas fue recogido por los medios y que en consecuencia es prácticamente
un hecho desconocido.
N.C.: La comparación de Watergate y Cointelpro y la reacción a ellos por parte
de las clases educadas, es muy reveladora. Fueron puestos al descubierto al
mismo tiempo, Watergate en la prensa, Cointelpro en los tribunales.
Watergate involucró un poco de criminalidad de parte de la administración –
dirigida contra gente privilegiada. La “lista de enemigos” de Nixon, por ejemplo,
causó gran escándalo, no porque yo estaba ahí (de hecho yo figuraba) sino
porque incluyó a figuras prominentes del gobierno y el mundo corporativo.
Nada ocurrió a ninguno de los que aparecimos mencionados en la lista, pero
los cimientos de la república tiemblan cuando a gente importante se le insulta
en privado. Esto es cierto con respecto al resto de Watergate. La exposición de
Watergate se observa como uno de los mayores triunfos de la prensa libre, que
salvó a la democracia de la destrucción.
Cointelpro era un programa de subversión llevado adelante por la policía
nacional política (el FBI) a través de cuatro administraciones: Eisenhower,
Kennedy, Johnson, Nixon. Al principio se orientó al partido comunista, el
movimiento de independencia Portorriqueño y otros grupos marginales, pero
continuó en los sesentas apuntando a los movimientos negros, los movimientos
anti-bélicos, movimientos feministas y toda la Nueva Izquierda.
Iba mucho más allá de la criminalidad insignificante de Watergate. Alcanzaba
ribetes de asesinato político estilo GESTAPO: específicamente, el asesinato
del muy exitoso organizador negro Fred Hampton a manos de la policía de
Chicago, preparada por el FBI después de que habían fallado en incitar una
banda de su propia comunidad para hacer el trabajo por ellos.
A diferencia de Watergate, Cointelpro es desconocido y pocos siquiera se
enterarían jamás del asesinato de Hampton y junto con él de Mark Clark,
ambos durmiendo, Hampton posiblemente drogado. Casi no hubo cobertura de
los medio de comunicación, excepto por algunas noticia en Chicago. Ni
tampoco remeció las bases de la república.
Aprendemos mucho acerca de la cultura intelectual a partir de estos fenómenos
paralelos.
R.M.: La victoria de Barack Obama ha sido presentada con euforia por los
medios en general en el continente, como la representación del cambio, en
algunos casos haciendo una analogía con la llegada al poder de John
Kennedy, sin embargo esa administración dejó una terrible herencia en el
continente que no es mencionada muy a menudo.
N.C.: La analogía con Kennedy tiene algo de validez. En ambos casos fue un
triunfo de relaciones públicas. JFK fue el primer presidente en usar la televisión
eficazmente, Y también entendió que los intelectuales son fáciles de
convencer, si les sobas el lomo y les dices cuánto los admiras, tienes
garantizada una imagen favorable. La campaña de Obama fue bien entendida
por la industria de las relaciones públicas. El ganó el premio por la mejor
campaña de marketing del año por parte de “Era de la Publicidad” (Advertising
Age), una de las publicaciones líderes de la industria. Y es muy admirado por
los líderes de esta industria quienes hablan abierta y orgullosamente acerca de
cómo han estado “manufacturando candidatos tal como marcas de consumo”
por 30 años, desde su triunfo con la “marca Reagan”.
La terrible herencia de la administración JFK puede ser mencionada y pasar
como un error atribuible a exageradas preocupaciones sobre la Guerra Fría.
Pero eso es normal. Es un principio fundamental de la cultura intelectual que
“no podemos” hacer daño, aunque podemos cometer errores, como el esfuerzo
por “liberar” Irak: una “equivocación estratégica” en palabras del mismo
Obama. Es muy interesante que su muy carente de principios crítica hacia la
Guerra de Irak sea destacada como “de principios” por las clases educadas. Y
en ocasiones individuos malos puedan afectar nuestro noble esfuerzo. Estas
prácticas se acercan a un histórico universal, aunque hay por lo general una
cantidad de disidentes que son marginados, o peor, dependiendo de la
sociedad.
Roberto Manríquez es periodista chileno.
[email protected]
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