Primero, y antes que entrar al tema que motivó mi

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Primero, y antes que entrar al tema que motivó mi presencia
en este curso, en relación directa a la axiología jurídica notarial,
estimo necesario hacer un análisis crítico de la situación real del
Notariado Mexicano que lamentablemente no es coyuntural, es un
problema estructural y lo vamos a tener que enfrentar con valentía
y decisión, durante muchos años. Vamos a tener que rescatar los
principios y los valores del notariado mexipano y enfrentarnos a
estructuras mentales deformadas.
Debe preocuparnos que la función del notario, tiene en su
esencia una dimensión muy distinta a la concebida por el común
de la gente; no hemos sabido persuadir en nuestras comunidades
sobre la esencia y naturaleza de las instituciones que estructuran al
notariado: el Notario, la fe pública y la función notarial. Mucho
se debe a quienes imparten la cátedra de derecho notarial en las
distintas instituciones del país y a que en ellas, el derecho notarial,
no se concibe como una rama autónoma de la ciencia del derecho;
por lo que, no se imparte esa materia o es optativa cursarla.
Muy grave es que muchos de nosotros, no percibimos la esencia
y la naturaleza de estas instituciones; somos grandes civilistas, mercantilistas, corporativistas, maestros en ciencias jurídicas, doctores
en derecho ... pero no somos notarios.
La diferencia de la opinión común de la gente sobre nosotros
y la realidad, se origina en el seno del notariado mismo: somos la
causa del descrédito institucional en el que estamos inmersos; en
muchas dependencias públicas o privadas no admiten documentos
*
Notario de Puebla, Pue
Revista de Derecho Notarial Mexicano, núm. 121, México, 2007.
DR © Asociación Nacional del Notariado Mexicano, A. C.
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certificados por notarios, principalnlente por la ignorancia. La ignorancia del origen y de la historia del derecho notarial y desde luego
el acceso al notariado de personas sin mística, sin vocación profesional; han ingresado mercenarios, traficantes de influencias, políticos
sin escrúpulos; lo vemos claro, en nuestras tarjetas de presentación
y en los anuncios de nuestras oficinas. No apreciamos lo valioso de
nuestra profesión, la sentimos de menos valor; utilizamos los aditamentos: "licenciado", "abogado", "Maestro en ciencias jurídicas",
"doctor en derecho" o "público", sin darnos cuenta que dañamos la
instituciím, pues la menos preciamos. despertamos ambición por el
cargo, recelo hacia nosotros y hasta desprecio. N o sentimos orgullo
por ser notarios.
Debemos considerar con orgullo que somos sólo notarios, que esta
es una profesión prestigiada y prestigiosa, que debemos prestigiar
y preservar. Somos depositarios de uno de los bienes más valiosos
del Estado: el Poder Legitimador.
No necesitamos el adjetivo: "público", menos los aditamentos.
Pública es nuestra oficina, ella tiene número, se señalan con
número las cosas, los animales y los reos, nosotros somos simple
y orgullosamente Notarios. Los aditamentos distraen, conhnden,
desmerita al Notario.
Sabemos o presentimos que, la situación del Notario, dentro de
la organización estatal, es indeterminada, -lo que la hace propensa
para abusos y deformaciones- pues, no formamos parte de la limitada trilogía que popularizó Moiltesquieu: del Poder Ejecutivo, del
Poder Judicial ni del Poder Legislativo.
Sin embargo, tenemos la autoridad del Estado para dar fe. Somos
depositarios del poder legitiniador del Estado, que debería estar
determinado en la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos,
en las Constituciones de las Entidades Federativas y debidamente
reglamentado en leyes secundarias.
Por lo general, intereses políticos y particulares han establecido la
legislación que tenemos. Ade~náslos cambios políticos y económicos
de nuestra época han perturbado el correcto cumplimiento de la función notarial. Sonlos dóciles instrumentos de otras instituciones.
No pretendo, introducir elementos irritativos, pero tenemos que
señalar nuestra realidad, con claridad y firmeza, para remediar los
males que padece nuestra institución y enmendar los errores en que
hemos incurrido, no debeiilos mantener el error ni permanecer en
él; lo que pretendo es contribuir al esf~~erzo
de muchos notarios que
luchan como yo por aclarar conceptos y precisar significados.
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Trataré de sugerir medidas para evitar o corregir las deformaciones y desviaciones que han afectado gravemente el prestigio de
nuestra institución, que se encuentra amenazada, sobre todo por
el desconociiniento de la ciencia, la filosofía, la técnica, y el arte
not.aria1; o porque únicamente estudiamos a nuestra institución, sin
constatar cabaln~enteel reconocimiento supra acional del Notario
y sólo la contemplamos localmente, o con u?r a noción jurídica kelseniana, es decir como una ciencia normativa, como un derecho
procesal reglamentado. Por lo que con frecuencia se elaboran leyes
irracionales que están vigentes; no solo notariales, que originan un
combate injusto al notariado desde muy diversos flancos, como lo
hacen iniiy sutilmente las leyes y las personas, que nos llaman fedat a r i o ~o los textos doctriilarios que nos soslayan, cuando clasifican
al jurista o mhs directamente, como el Banco Mundial que vapulea al
notariado y recomienda suprimir la institución; porque es obsoleta,
pesada por la exigencia de tanto formulismo y gravosa en exceso:
sin valorar las ventajas que brinda el notariado a la coniunidad.
Mi propósito es asegurar la legitimidad del notariado. Deseo que
se legitime correcta y exliaustivamente nuestra función, congruente
con este curso de actualización, evitar que el Notario sea un
comerciante, un mercenario, que se anuncie con rótulos escandalosos,
como se observa también, con pena y preocupación, en las páginas
del directorio telefónico en el que se anuncian las notarías como si
fueran abarrotes; sin percatarse que nuestra función se sustenta en
principios y valores que no sólo debemos preservar, sino impulsar,
como el principio de rogación, en virtud del cual el Notario, salvo
casos excepcionales, nunca actúa de mutuo propio. No debe ser
solícito, sino debe ser solicitado por la confianza que inspira a sus
clientes, por su capacidad científica y honestidad.
Es deshonesto y violalorio del principio de discreción hacer
propaganda, aiiunciarse con rótulos extravagantes, escandalosos
y más si son luminosos o eii planas enteras en los directorios
telefónicos, como lo hacen los comerciantes. Todo esto debe estar
reglaiilentado en las leyes del Notariado, para resguardar la profesión,
de mercenarios. El Notario no es un comerciante. El Notario
ejerce una función del Estado, sui generis, de orden público; ejerce
una función estatal, que no puede ofrecer al público como una
mercancía, implica el ejercicio del poder público; es depositario
de uno de los bienes mas valiosos del Estado, que debemos cuidar,
por ello, "debe abstenerse de todo comportamiento de carácter
comercial", e n part.icular de toda publicidad contraria a su función.
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Así se reconoce y se expresa en avanzadas leyes notariales como en la
Ley Federal Alemana: artículo 29.
Si en la oficina del Notario debe anunciarse el nombre del
Notario, es porque la Ley lo exige, y tiene una razón, que también
ignoran muchos, que son Notarios, es, para que el público sepa quién
es el responsable; porque aunque el Notario ejerce una función estatal,
el Estado, no responde de sus actos lesivos, sin embargo, ha sido una
constante progresiva, que se anuncie escandalosamente el riúmei o de la
notaría, y se oculte el nombre del responsable o se exprese de tal forma
que no se percibe. Tal vez, porque no es el Notario el que atiende
al público que asiste a la notaría, sino el empleado, con vioiación
flagrante de la ley y del principio de actuacióii personal.
El Articulo 17 de la Ley del Notariado del Estado de Puebla, y
sus correlativos en otras Leyes, expresa: "Los Notarios, sólo podrán
actuar a solicitud de parte interesada".
Lo que significa que el Notario, no puede ofrecer sus servicios,
tiene que esperar a que el usuario le solicite el servicio, en base a su
prestigio, pero hay a quienes no les importa, tal vez, porque ellos,
consideran la oficina del Notario como una tienda en la que, como
expresa el vulgo, venden la fe, la fe pública. Muchos creen que es
una actividad que la delega el Gobernador; porque así dice la ley,
como si fuera una concesión, pero en esta plática trataré de explicar
el error conceptual y legislativo, con el único propósito de corregirlo,
para preservar la institución.
Pero, debo darles una explicación del motivo de mi exposición.
Al inicio de este ano, la directiva de la Asociación Nacional del
Notariado Mexicano, subió a la página de Internet un artículo tirulado: Modernización de la Función Notarial. Propuesta para impu1s.nreformas en los Estados.
En él se expresan criterios que pretenden, deben considerar~e
en todas las leyes del notariado del país.
Esto provocó en mí, que respondiera a la propuesta, envié un
correo al Consejo de la Asociación, pidiendo se subiera a la página
de la Asociación, que aunque sintética, tendría que provocar reflexiones al estudio del caso.
Transcurrieron 2 meses sin respuesta, no me pareció correcto
el proceder del Consejo Directivo, pedí una explicación, después
me percaté que, no solamente preocupó al secretario académico
el tema, sino me propuso tratarlo en este curso, como él lo había captado: Dogmática Jurídica, para dar unidad filosófica a los
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principios, valores y conceptos de nuestra institución, en el sistema
jurídico mexicano.
El 9 de junio se modificó el programa académico, en él se
consideró mi intervención con un error garrafal. Se señaló como
título de mi exposición, "Odontología Notarial", pienso que debería
ser Deontología Notarial, sin embargo, me hizo reflexionar sobre el
título del tema. Consideré que debería titularse "Axiología Turídica
Notarial".
La Axiología Turídica Notarial trata sobre los valores v principios
a cuya realización debemos aspirar tenga el ordenamiento legal en
materia notarial; y trata también, sobre la conducta del Notario,
partiendo de una serie de principios de organización v valores necesarios y evidentes que rigen la función notarial. Principios, que
deben considerarse con claridad y precisión en la Constitución General, adicionándose, las instituciones que estructuran al notariado,
a los artículos 2 1, 41 y 12 1 y en la particular de cada Estado, en
un capítulo especial del título, que, trata de la seguridad pública,
para preservarlo de su manipulación indebida. Pero esto es materia
de otra charla: de la Reforma del Estado.
La publicación de la propuesta, para impulsar reformas en las
entidades federativas, para modernizar la función Notarial, hecha
por Guanajuato, es un esherzo digno de atención, por ello respetuosamente, me permito, hacer las siguiente precisiones, dejando a
un lado las críticas que suscita el lenguaje técnico empleado:
Primero.- El enfoque, que en "antecedentes" se expresa, respecto
de los propósitos del Banco Mundial de sustituirnos, en mi opinión,
debe reforzarse y encausarse al tema de la defensa del notariado
juzgando enfáticamente y con mucho vigor, al sistema económico
que el Banco Mundial ha impuesto, sobre todo en los países menos
desarrollados, con argumentos falaces, como los que utiliza para
desacreditarnos, derivados de informes equivocados, que pueden
ser de mala intención, de las consultorías que contrata; lo que ha
originado las acentuadas desigualdades económicas, la miseria y
la pobreza extrema que imperan en el mundo, y que en América
Latina, -no por coincidencia- se originó en la década de los 80, y
así, nos mantiene. De lo cual debemos estar muy pendientes en el
próximo Congreso Internacional del Notariado Latino, que tendrá
lugar la primera semana de octubre, en Madrid.
Pero el tema de hoy, es el de la fe pública, su indelegabilidad.
Segundo.- "La fe pública, dice la propuesta de Guanajuato,
corresponde al titular del Ejecutivo y éste, es quien la delega al
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funcionario notarial". Este argumento, me obliga a demostrar el
desacierto de la propuesta.
La fe pública, no corresponde al titular del Poder Ejecutivo,
corresponde al Estado, al Estado de Derecho que nos rige, o debe
regirnos. Aunque hay quien piensa, que éste Estado de Derecho,
apenas empieza, posiblemente tiene razón: Porque la impunidad
está en su lugar. En un sistema, que tolera muy altos niveles de
corrupción, en el cual participa quien así piensa, construido a base
de privilegios.
La fe pública no se delega: la fe píiblica es una f~mciónestatal,
se cumple mediante la actividad del Notario, y de otros órganos del
Estado. Implica el ejercicio del poder público. Pensar que la fe pública
la delega el Ijecutivo, es un equivoco, que deriva de una confusión
ideológica e idiomática; de la autocracia; y de una interpretación
que se apega estrictamente a la letra de la ley ... La confusión que
en ella existe es de la fe pública notarial y el discernimiento del
cargo, que origina la ignorancia de la esencia y naturaleza de la fe
pública, de la esencia y naturaleza de la Patente de Notario; de la
función notarial.. .
No debemos interpretar sin criterio jurídico, las frases de la
ley, pues, no solo dañan al notariado, sino, enturbian los conceptos
las ideas exóticas y confusas, y lo más gra1.e inexactas.
Debemos percatarnos, que el rompimiento del orden legal por
la corrupción en el lenguaje notarial, ha originado que el Notario
pierda su identidad, su autonomía. Muchas personas creen, que somos funcionarios de la administración pública, que el Gobernador
nos delegó sus facultades: No hay sustento idioniático:
El Diccionario de la Lengua Española, expresa: Delegar, es dar
una persona a otra, la jurisdicción que tiene, para que haga sus
veces o conferirle su representación.
Larousse, dice: Delegar, signiiica transferir a una persona, entidad, autoridad o alguno, para que actúe en representación suya,
en algún asunto.
El Notario no es representante del Ejecutivo. No actúa en su
nombre, ni en su representación. El gobierno no responde de
nuestros actos lesivos, aunque podría responder por haber otorgado
patentes irresponsablemente a personas descalificadas, pero sólo en
este caso.
lanipoco hay sustento ideológico: El titular del Ejecutivo, sólo
tiene las facultades que la Constitución local establece y en ninguna
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parte de ninguna de las Constituciones estatales, al titular del Ejecutivo se le otorga la fe pública. iSería un absurdo! pues la fe pública,
su naturaleza no es propia, no es propiedad de nadie, no se puede
apropiar, la confiere la ley. La fe pública, es fuente de obligaciones
y derechos; así, el Notario actúa, en ejercicio de las facultades que
la ley le confiere.
Afirmar en la ley, que la función notarial corresponde al titular del
ejeciitivo, es una coilstrucción disparatada de la le): es un solecismo
gramatical, es iin barbarismo, la ley utiliza términos disparatados
que no corresponden a la figura del Notario, ni a las facultades y
funciones del titular del ejecutivo. Debe enmendarse su redacción,
con técnica jurídica y dogmática notarial.
La fe pública, se impone, porque emana de la potestad del Estado
y el Estado no es el Gobernador, coino lo entienden los neófitos.
Considero, que la redacción de la ley, desde el punto de vista
literario, es una metáfora, tiene iin sentido figurado, el legislador
se iniagirió al Gobernador: Notario.
Partiendo de la base, que quien delega una función es porque
tiene esa función y la facultad de delegarla; y haciendo una ii-iterpretación estrictamente jurídica y lógica, el Titular del Poder Ejecutivo
no puede delegar lo que no tiene.
Pero antes de continuar, repasemos algo de la fe pública en general para comprender mejor la indelegabilidad de la fe pública.
Resulta oportuno, seiialar lo expuesto en las Jornadas Notariales
que tuvieron lugar en 1994 en España. En ellas, se tomaron palabras
de un filósofo español, José Antonio Marina, para conceptuar la fe
pública en general.
"La fP jxiblica es u n j~roducto de la iliteligencia del h.ombre. La inteligencia drl h o v ~ b w ,I L O solament~recibe it~formttción,la Irocesa, y toma en
vista dr rsn i.nfor»mción y de ese proceso, determin.adus decisiones, sino que,
ademhs, la intelig~nciadel honzbre su inteligencia cwadora, se autodetermina
y mett posibilidades dad alltes no existían".
El expositor dijo: la fe pública es una posibilidad creada por la
inteligencia del hombre, por el espíritu humano, y la podríamos enmarcar, también de acuerdo con la clasificación trimembre que hace
Poter sobre todo el universo, no dentro de lo que él llama inundo
1 (estados físicos) o mundo 2 (estados de la conciencia), sino el que
llama niundo 3, inundo de la creación objetiva del espíritu humano,
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es decir, aquello que se ha ido creando y que forma la cultura, las
obras del ingenio, las obras de la técnica, el derecho mismo.
En efecto, afirmó Julio Burdiel Hernández, quien fuera Director
General de los Registros y del Notariado Español:
" L a fi p7íblica es u n a de esas cwtlciones objetivas del espíritu h u ~ n a n o
que al estar objctizicrdu goza de uzrtuc~lidtldpropia. Esa virtualida,d propía
de la fi p&blica ha sido untl creación de la Irurnanidad e n S I L conjunto. N o
es t o r tanto u n a atribución original del Estado,
atributo propio de la
soberania del Estado, sino u n a creació,n que la Sociedad h a ido puliendo,
ha ido euolucionando y de la que, en u n momento determinado de esa evolmión, el Estado se ha apropiado, la ha incorporado a la estmctura, la ha
regi~lndoy la ha enfocado a los fites propios del Estado, e n concreto a la
organizació,n social y a la realización del dewcho y de la justicia".
La organización de la sociedad se apoya en la ley, y esa ley,
debe crear en la población certeza, no sólo de su existencia y de su
contenido, sino de su eficacia. Esa certidumbre, se exterioriza, con
firmeza, con fe.
Considerando que, la sociedad comunitaria demanda no sólo la
certeza sino la eficacia de los actos jurídicos, los países del notariado europeo y el parlamento, en 1994, se preocuparon por destacar
que: La fe pública notarial, sólo dará seguridad a la sociedad, si
los contratantes han ejercido realmente su libertad, porque recibieron previamente un asesoramiento imparcial sobre las diversas
opciones posibles dentro de un estricto control de legalidad. Sólo
así los usuarios tendrán la seguridad de que el documento será el
más adecuado a sus intereses y el jurídicamente más eficaz. Sólo así
el Estado tendrá la seguridad de que sus leyes son observadas y de
que la justicia regirá las relaciones sociales.
Mengual y Mengual, señala el fundamento de la fe pública
así:
"Es el asentimiento qlLe, con carácter de v e d a d y de certeza, prestamos
a lo rnanqestc~dot o r aquellos a quienes el t o d e r p~iblicoreviste de a7ctoridad
asignándoles u n a función".'
La doctrina enseña que la fe pública constituye el soporte de un
principio necesario de la convivencia social protegido por ello en
'
Ele~nentosde Derecho Notonal. Librería Boih, Barcelona, 1933
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todas las Constituciones: la seguridad jurídica. En México, aunque
deficientemente se expresa en el artículo 121. La Fe Publica Notarial que se incrusta con todo su aspecto y realidad metajurídica en
el texto de la Constitución General de la República, es entera fe,
como medida de eficacia probatoria; de seguridad; de protección;
reconocida en el Estado Mexicano, en el Estado de Derecho que nos
rige y es impuesta por la Ley, reglamentada en las distintas Leyes
Orgánicas del Notariado, por imperativo de los artículos 12 1 y 124
de nuestra Constitución, que establecen la competencia de facultades,
entre la federación y las entidades que la integran.
En ocasiones, se piensa que la fe pública, es una certeza de hechos. Definir si la fe pública puede limitar su actuación al mundo
de los hechos, quedándose en la superficie, es una autenticidad
meramente formal, para cumplir la función que la Constitución le
asigna debe extenderse al contenido, a las declaraciones de voluntad
alcanzando una autenticidad de fondo, una presunción de legalidad;
tal fue el objeto del debate en el desarrollo de las Jornadas, del
Consejo General del Notariado Español, los días 18, 19 y 20 de
abril de 1994.
La fe pública es una necesidad, para vivir ordenadamente.
Es una función estatal, implica el ejercicio del poder público.
La fe pública es una certidumbre producida por el derecho.
Por su propia naturaleza la fe pública es una institución jurídica.
En otro enfoque la fe pública, dice Pondé, es una, y sus enunciaciones variadas obedecen al propósito de señalar sus especiales maneras
de exteriorización, pero sin que ello implique aislar una de otras.
Distinguir en distintas clases la fe pública, es sólo para efectos
didácticos.
La fe pública es una. Para efectos didácticos podemos considerar,
y sólo para esos efectos: la fe pública administrativa, la fe pública
legislativa y la fe pública judicial, que encierran un concepto de
fe de cuerpo, del órgano al que pertenece. Estos tres órganos del
Estado, poseen el ejercicio y la facultad de la fe pública, pero, no
es su función, como sí es función del Notario, la fe pública, cuyo
ejercicio es personal e intransferible, no es del cuerpo al que pertenece. (Colegio de Notarios)
El notariado, como cuerpo, como corporación notarial, carece
de fe pública. El notario, en su individualidad, es quien posee la
fe pública.
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Si alguno de los miembros del Poder Ejecutivo, del Poder Legislativo o del Poder Judicial, ejercita la fe pública, lo hace en nombre del
cuerpo al que pertenece, sin que haya delegabilidad de función.
Por ejemplo: el Corredor Publico, en los términos de su Ley,
no tiene 'fe publica personal, ejerce la Se publica del cuerpo al que
pertenece, pertenece al Poder Ejecutivo Federal. Lo crearon con el
propósito de que sea la Secretaria de Economía la que controle los
actos jurídicos mercantiles que se deriva del Tratado de Libre Comercio de América del Norte y, para que los corredores de los otros
dos países, tanibién participen en actos que se efectúan en México.
Yo considero que son un instrumento de inseguridad jurídica; de
alto riesgo en la negociaciones; deben supriinirse del ordenamiento
jurídico mexicano.
El Registrador Publico de la Propiedad, tampoco tiene fe publica
personal, tiene fe publica del cuerpo al que pertenece: el Poder
Ejecutivo de la entidad al que corresponde; pero él, en lo personal,
no tiene fe publica; tampoco el Secretario del Juzgado tiene fe
publica personal, ni el diputado; sus actos hacen fe del cuerpo al
que pertenecen: la fe publica administrativa, la fe publica judicial,
la fe publica legislativa.
Advertimos, que los integrantes de los poderes adniinistrativo,
legislativo y judicial carecen individualmente de fe pública; la tiene
el cuerpo al que corresponden. De modo opuesto, el Notario en
forma personal, posee la fe pública. Sanaliuja y Soler, Afirma:
"El pode^ de dar fp es, eta términos genemles iul~erentea la perso,ntl
del Nota9,io; es pe~rsonul e intra?~sferible.El Estado ( n o el Gobernador), lo
conjiew cr. determinnda p e n o n n $01. Y C I Z Ó ~ Ide haber acreditado sujicie~lcia,
capncidnd y m o ~ a l i d n d ,y el p~íblico n u d e (1 la p e r s o ~ ~dn ~ Nl o t w i o , para
que le estudie y le curegle sus nsztntos, n o a la oficzna del Notclrio"."
FE PÚBLICA NOTARIAL
Dentro del concepto genérico de la fe pública, la fe pública notarial
consolidó características propias en su evolución legislativa, así pues,
en la medida que el derecho de un pueblo es más evolucionado, la
concepción de la fe pública es más precisa y menos confusa.
La fe pública notarial, es la aplicación estricta de la ley al caso
concreto, es decir, es un juicio de valor en una convicción racional.
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Recordemos, que la Ley de Ventoso, rompe la confusión de fe
judicial y fe notarial y así las sucesivas leyes configuraron y consolidaron lo que más tipifica a la fe notarial y que consiste en su
carácter personal, tan personal que se ha hecho popular darle un
matiz enfático llamándola personalísima a diferencia de la que
Pondé Ilania la fe corporal, aquella que pertenece a los órganos del
Estado que según Montesquieu son el administrativo, el judicial y
el legislativo. La fe pública se exterioriza corporativamerite, 110 hay
fe pública personal, en ellos, en ninguno de sus representantes.
Este enfoque nos lleva, ineludiblemente, a la teoría de la delegación de la fe pública, que en opinión doctrinal y en el mío, carece
de sustento jurídico, ideológico e ideomático.
La fe pública no se delega, no se puede delegar, la fe pública,
está en la ley y nadie puede delegar lo que es don y facultad exclusiva de la ley.
La fe pública notarial es la función orgánica del Estado. El
Estado, actúa a través de sus órganos, uno de esos órganos es el
Notario, quien tiene el poder de dar fe pública: el poder legitimador del Estado.
Considerar, que la fe pública, corresponde al titular del Ejecutivo, y que éste, es quien la delega al "funcionario notarial", es un
tremendo error, que debemos superar.
El poder del Estado, es el orden jurídico en función, el Estado
no es el Gobernador, "no es ~r?zncosa, es yln covlpiiesto de crctos de individuos de la suma de C I C ~ O Si r ~ ~ l i ~ i r l ~de
~ alas
l e sfiinciones qiie los individuos
~enlizajle n el orden j~~ridico".'
Es el orden jurídico el que define y asigna las funciones estatales,
del orden jurídico deviene el esquema del Estado, su plan, de acuerdo
al cual, la comunidad está arreglada en términos de quehaceres o
funcioiies sociales, que ejercen los órganos del Estado, que pueden
ser: gobernadores, jueces, diputados, sacerdotes, militares, notarios.. .
Sus funciones son actos de Estado."
Jiménez k n a u , afirma al respecto que:
''ES 01 Estado, ( L quzerz coqbete la reglamentr~ció,ndt, las dioersas fimciones que pleden distingihse e n el un~plzoconcepto dp la fp pziblica."'
'
'
'
Rolando Tanlayo y Salii~orári,Eleincnto\ para uiia Teoría General del Derecho
Ob cit
Jiniénez Arnau. D r r d ~ oN o f a j ~ n l
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Los tratadistas del derecho notarial enseñan que la fe notarial,
no se limita a hacer una certeza de hechos, se extiende al contenido
de las declaraciones de voluntad, alcanzando una autenticidad de
fondo.
La sociedad demanda no sólo la certeza, sino la eficacia de los
actos jurídicos; por ello:
"la fe pública notarial, es la función orgánica del Estado, que permite
al Notario, cuando actúa, quedar constituido con una determinada personalidad jurídica, que le hace dar validez a todos los actos que dentro de sus
capacidades se someten a su actuación juridificándolos, lo cual co,nstituye
la legitimación"".
La idea de que la fe pública se delega, se origina de un hecho
material confuso y equivocado, pero real, sistemáticamente repetido aún en las leyes orgánicas notariales, en el sentido de que, el
Ejecutivo del Estado la delega al Notario, mediante la Patente que
otorga. Esta práctica confusa y corrosiva, distorsiona el concepto y el
origen de la fe notarial que emana de la ley. Origina que el notario
pierda su identidad.
Es oportuno determinar que, la función administrativa, es esencialmente ejecutiva, es una tarea continua, no hay receso como en
la función legislativa, que puede suspenderse. En la tarea administrativa del Estado, se requiere separación de actividades, mediante
distintas dependencias, con posibilidad que se deleguen tareas, en
un órgano inferior, para el mejor ejercicio de la función, pero con
permanencia de responsabilidad en el superior, quien en cualquier
momento, puede retrotraer para sí las facultades que delegó, y conservarlas para sí, o consignarlas a otro órgano o empleado inferior.
Este supuesto de delegación, es absurdo de presumir en la función
notarial, puesto que una cosa es cumplir tareas por delegación y
otra es ejercer la fe pública que es indelegable deviene de la ley. El
Notario no forma parte del personal de alguno de los tres poderes
del Estado, ni realiza, actividades de alguno de ellos, no hay orden
jerárquico ni atributo alguno.
Se afirma con verdad axiomática, que no puede delegar facultades
quien no las tiene, además, de que el Notario no integra el poder
Ejecutivo. El Poder Ejecutivo, carece de los signos específicamente
Horacio Hidalgo Mendoza, Academia Mexicana de Derecho Notarial. A.C., Memo~ra,
Tomo 11, Entono a la función notarial, pag. 63.
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propios de la fe notarial. Es irracional, concebir, que el ejercicio del
notariado corresponde al Ejecutivo de la Entidad. Como lo dice el
artículo primero de la Ley del Notariado de Puebla y otras leyes.
Por otra parte, que las leyes faculten al Gobernador para delegar
la fe pública; simplemente es una distorsión de la ley, no tiene ningún
sustento jurídico. Es tan absurdo, como pensar que un médico, puede
delegar su función quirúrgica en un enfermero o que el sacerdote
delegue su función en el sacristán para oficiar la misa.
El Notario es Autónomo e Independiente en el Ejercicio de su
Función. La fe notarial, personalísima del Notario, explica el carácter
autónomo de su función, lo que incomoda a nuestros gobernantes, y
a quienes con ellos comulgan, cuando se le hace ver, esta cualidad de
la fe pública notarial y del carácter autónomo de nuestra función.
ORIGEN DE LA FE NOTARIAL
Para reforzar la tesis, de la indelegabilidad de la fe pública notarial, y avalar mis argumentos respecto a la confusión que existe en
la ley -causa del abuso del poder y del derecho de los gobernadores
que entregan pútentes arbitrariamente- acudo a los antecedentes
legislativos que tomo de la obra Origen e Historia del Notariado, de
Eduardo Bautista Pondé.
La fe pública notarial, históricamente, surgió en el siglo XI de
nuestra era, cuando la concepción tripartita de poderes, que señaló
Montesquieu, era todavía inexistente, cuando la ley, emanaba de la
voluntad del gobernante, quien centralizaba todas las funciones del
Estado.
El fuero real, en su libro 11, Título XC, (nonagésimo) Ley VI;
expresa a modo de epígrafe "traslado simple no autorizado no hace
fe alguna", refiriéndose a la "carta". Para los neófitos, es útil recordar
que la "carta" equivalía en la legislación alfonsina, a lo que en las
leyes posteriores, y ya cumplido el proceso evolutivo, se denomina
escritura pública.
Las leyes de Partidas, en la ley VI11 del Título XVIII, de la Partida 111; afirma: "mandamos que las Cartas escritas en forma pública
sean valederas y creídas por todo nuestro señorío, así como aquellas
Cartas hechas por mano de escribano público".
La misma legislación en la Ley CXIV (centésima cuarta) del mismo título XVIII enuncia: que toda Carta que sea hecha por mano
de escribano público asistido por dos testigos y en el que conste el
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día, el mes, la era y el lugar en que fue hecha, vale para probar
lo que en ella dice.. Y en la misma Ley señala nuevamente, así, el
concepto de fe pública las cartas de los pleitos deben ser hechas por
manos de escribanos públicos, o de otros, debiendo ser firmadas por
buenos testigos no habrá falsedad ni engaños en ellas.
Estas leyes, no hablan expresamente de fe pública, sino, del valor
que debe reconocerse en los documentos y que deben ser creídos por
toda la población. La fe pública, es avance legislativo y doctrinario.
Ahora veamos que dicen estas leyes sobre la designación de Notario. Señala la Ley 111 del Título XIX, Partida 111, "Poner escribano
es cosa que pertenece al emperador o rey, porque es uno de los
ramos del señorío del reino".
Es así que él dicta la ley y nombra al Notario. Ejerce ambas
funciones con plena autocracia: por su Poder Legislativo, dicta la
ley de la cual eniana la fe notarial, y por su poder administrador
designa al Notario. Sin embargo, no hay confusión de actos.
En el siglo XVI, año 1512, cuando se dictó la Constitución de
Maximiliano 1 de Austria, con relación a la fe notarial, asienta: el
Notario siempre debe ser rogado o requerido al efecto, y dar fe de
esa rogación.
También enuncia lo siguiente: pueden los notarios librar la carta
referente a los actos ya contratados que hayan pasado ante él, sin
otra autoridad que la suya propia.
Obsérvese que la fe notarial, es dada por ley: "librar la carta ...
sin otra autoridad que la suya propia".
En esa constitución, consta que la designación, la hace el monarca; y la fe pública desde su origen deriva de la ley. Ahora se
confunde el órgano y la función en algunas leyes, por la corrupción
en el lenguaje, por la ignorancia histórica de las instituciones que
estructuran el Notariado.
La ley, en muchas entidades federativas, como la de Puebla, es
un criadero de ideas exóticas, confusas y lo más grave, inexactas.
Contempla la lucha judicial por rescatar el derecho agraviado.
La elaboración del lenguaje jurídico es básico en la técnica del
derecho; evita confusiones, precisa ideas, distingue situaciones.
Cuando avanza la técnica legislativa, la ley del 25 de Ventoso,
del año XI de la Revolución Francesa, en su artículo 19 dice: "Todos
los actos notariales, harán fe en juicio y serán ejecutorios, en toda
la extensión del reino".
La fe notarial, está claramente identificada en la misma ley, el
artículo 45, refiriéndose la designación, expresa: "los notarios serán
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nombrados por el gobierno". Dos aspectos totalmente distintos y
precisos.
La Ley Española de 28 de mayo de 1862, reitera la diferencia,
entre lo que es la fe notarial y lo que es el nombramiento del Notario. Artículo 1. "El Notario es el funcionario público autorizado
para dar fe, conforme a las leyes, de los contratos y de los demás
actos extra judiciales". Y el artículo 11 señala: "Los Notarios serán
de nombramiento real".
De estas leyes, derivan todas las leyes del notariado que se denomina; del Tipo Latino-germano. Y es claro, entender, que una cosa
es el poder fedante del Notario emanado directamente de la ley, y
otro aspecto es la entrega del título del Notario, para el ejercicio de
su profesión, que surge de alguno de los poderes públicos.
Eduardo Couture. Rechaza que se pueda delegar la fe pública,
asignándole una caduca resonancia histórica: "La delegación del
poder público es, apenas, un lejano recuerdo del régimen de enajenación de los oficios por parte de los reyes'j7.
Recordemos, la venta de oficios y entre ellos, las notarías, fue
una institución normal en los Estados absolutistas de las monarquías. Así se trasladó a las tierras americanas; indudablemente, que
al asignar funciones notariales, mediante un pago la conformación
ética y la idoneidad del designado no tenía importancia. Consigno
este dato, como punto de reflexión, para el caso de que en estos
tiempos suceda lo mismo, si así es, no hemos avanzado.
Las normas que consideran que se puede delegar la fe notarial,
son supuraciones propias de los regímenes donde la ley, la mejor
ley, afronta los avatares caprichosos del que posee la suma del poder público.
No puede una ley, facultar a una persona a delegar la fe pública
porque ella es patrimonio exclusivo del estado de derecho imposible
de conferirse. La fe pública deviene de la ley.
Para reforzar aún más mis argumentos, vamos a determinar la:
INCONSTITUCIONALIDAD DE LA
D E L E G A C I ~ NDE FE PÚBLICA
German Bidart, apunta que "en las constituciones rígidas la
delegación es inconstitucioiial.. ."X
Eduardo Couture, El Concepto de la Fe Púbbca
G e r ~ n a nBidart. Manual de Deiecho Constitucronal, Argentino. Ediar, Bs As. 1977
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Siendo nuestra Constitución rígida, la delegación de competencia
de un poder a otro, cualquiera sea la vía como se formalice, es inconstitucional. La jurisprudencia Argentina estima que la delegación,
en una autoridad investida de un poder determinado hace pasar
el ejercicio de ese poder a otra autoridad o persona, descargándolo
sobre ella, ésta forma de delegación, a falta de norma habilitante
en la Constitución, es violatoria de la Constitución.
En términos generales, la doctrina señala, que ningún órgano del
Estado, puede delegar su competencia si la ley no lo ha autorizado
expresamente para ello.
El artículo 79 de la Constitución Política del Estado de Puebla y sus correlativos de todas las entidades señala las facultades y
obligaciones del Gobernador del Estado. Este precepto en ninguna
fracción autoriza al Gobernador para delegar la fe pública y mucho
menos podría delegar la fe pública notarial, que como ya vimos es
personalísima con características propias.
Por ejemplo: el artículo 1 de la Ley del Notariado de Puebla
expresa:
"El ejercicio del notariado e n el Estado de Puebla, es u n a función de
orden ptíblico que corresponde al Ejecutivo de la Entidad, quien por delegación, l a encomienda a Notarios profesionales del derecho, para que en
virtud de la patente que para tal efecto les otorga la desempeñen e n los
términos de la presente ley".
Gramaticalmente este artículo primero es un barbarismo, porque utiliza términos disparatados que no corresponden a la figura
del Ejecutivo, ni a las facultades que la Constitución del Estado le
otorga. No tiene eficacia jurídica: es nulo.
Además, esta disposición, no sólo es equivocada sino irracional,
y su consideración deriva de la ignorancia de las instituciones que
estructuran al notariado y de un espíritu antidemocrático. Daña a
la institución, enturbia las ideas y el ambiente, principalmente en
el campo político. Origina el abuso del poder, que ha sido una
constante, en los gobiernos de los estados.
El Gobernador entrega la patente de Notario, como un nombramiento burocrático a personas, muchas veces descalificadas
para ejercer la profesión de Notario; en ocasiones soslayando los
exámenes, las prácticas previas y lo más importante el examen de
oposición, que le da acceso, en forma deniocrática, a todo aquel
que se prepare para ello.
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Esta es una realidad, ante la cual no debemos cerrar los ojos,
pues no sólo es un abuso del poder y del derecho, sino son actos
delictivos, que no deberían permanecer impunes; atentan contra la
seguridad jurídica, base de la seguridad pública, lesionan una institución del Estado, rompen el orden legal, originan que el notariado
pierda su identidad.
?Acaso no es un delincuente quien atenta contra una institución del Estado, o quién abusa del poder y del derecho y pone
en riesgo la seguridad jurídica, al designar a personas que desconocen la función que van a desempeñar? Esa famosa Comisión del
Congreso de la Unión, que desafora, debería desaforar a tantos
gobernadores que violentando la Constitución otorgan patentes de
Notarios a personas que debiendo ser instrumentos de seguridad
son una amenaza social y un desprestigio para la institución.
El vulgo considera al Notario parte de la administración del
Estado, siendo una institución eminentemente jurídica, autónoma e
independiente, aunque sujeta a la vigilancia de su función, por el
órgano estatal correspondiente que podría ser el Colegio de Notarios,
si funcionara como tal, pero, desafortunadamente, es una constante
que este órgano jurisdiccional eminentemente académico, funciona,
con honrosas excepciones, como un apéndice del gobierno del Estado, como trampolín político, como un elemento para tráfico de
influencias; en lugar de ser un órgano de intermediación entre la
comunidad y el gobierno; un contra peso al gobierno, una instancia de superación académica y científica, como lo es la Asociación
Nacional del Notariado Mexicano.
Jurídicamente, el artículo Primero de la Ley del Notariado de
Puebla y sus correlativos, no tienen eficacia jurídica.
Según enseña Rolando Tamayo. Una norma vale, si la facultad
otorgada se conforma con las condiciones establecidas en la Constitución. Como el artículo 79 de la Constitución del Estado de Puebla,
no faculta al Gobernador para dar fe, ni mucho menos para dar fe
notarial, la pretendida norma, que contiene el artículo 1 de la ley
del notariado de Puebla, es nula, no tiene ningún efecto jurídico,
porque el proceso de creación normativa, no opera por inferencia,
sino mediante la estructura básica del orden jurídico..
Se requiere una norma, que autorice la creación, de este artículo
facultativo, que continúe la cadena normativa de validez, que Joseph Raz,
describe para valorar la teoría de Han Kelsen del orden jurídico.
Para que el orden jurídico opere, es necesario que los actos que
crean los materiales jurídicos: leyes, contratos, testamentos, senten-
.
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cias ... se produzcan en un cierto orden que va de los actos jurídicos
condicionales: actos que facultan, a los actos jurídicos condicionados:
actos que ejercitan esas facultades.
La ausencia de condicionantes, origina la nulidad de la norma
pretendida, porque está fuera del orden jurídico establecido.
Por lo que respecta a la delegación referida en la norma comentada
debo agregar que; no hay que confundir delegación de facultades
con delegación de tareas, el quehacer es delegable. Nosotros, los
Notarios, delegamos permanentemente tareas a nuestros empleados;
lo que no podemos hacer es delegar nuestra función, que integra
inescindiblemente, la función estatal de la fe pública en el marco
de una profesión liberal.
La fe pública, es indelegable, pues aun, en los regimenes absolutista~,representa una renuncia inadmisible, siempre que se trate
de una comunidad civilizadamente organizada.
No puede admitirse, que después que la ley asigna, a determinadas figuras orgánicas, la facultad fedante, conceda con indiscriminada libertad, derechos a quien con funciones estatales también,
la desparrame a voluntad, mediante formas delegativas. Esto no
puede estar dentro de la estructura filosófica de una ley, sino que
son actos corruptos
En el momento que el Notario recibe la patente, mediante la
cual se discierne el cargo, recibe de la ley el poder de la fe pública.
El discernimiento del cargo, es a decir de Julio Bardillo:
". . .un deber, u n a obligación de la a.uloridad cuando se han dado las
cil-cunstnncias que precisa la ley"!'.
PATENTE DEL NOTARIO
La patente del Notario, no es un nombraniiento burocrático. El
documento llamado patente o fiat, es el título o cédula profesional, que reconoce del titular haber llenado las exigencias legales,
para ejercer la función notarial. Es el instrumento administrativo,
que hace notorio y solemne el ejercicio de la función, para que el
Notario, de curso a sus responsabilidades, dentro de las condiciones
que fije la legislación.
La patente no es un nombramiento ni una concesión graciosa,
sino el título profesional a que se refiere la ley de profesiones, para
" Julio Bardal10 Relaciones Jurídicas Notariales. Revis~adel Notariado N o . 7 17 Bs As.
Argentina, 197 1
1O6
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ejercer la profesión de Notario. Que como tal, exige conocimientos
científicos, prácticas, concursos y examen de oposición.
Para evitar la manipulación del término: patente, en las leyes
del notariado, debe sustituirse por Titulo o Cedula Profesional,
porque aunque el documento que da curso a nuestras responsabilidades es con efectos de patente, los burócratas desde el gobernador, para abajo, le llaman nombramiento, y esto, sutilmente
daña al notariado.
El Notario es autónomo, por lo sui géneris de su función; por la
posibilidad de determinación, que nos permite ejercer una función
del Estado, dentro del marco de una profesión liberal, y es independiente, porque la función estatal, la ejerce inescindiblemente,
dentro del marco de una profesión liberal.
No es un funcionario público sometido jerárquicamente a ningún
poder del Estado, si así fuera, se enturbiaría la ética en las relaciones jurídicas en las que interviene el Estado y pierde sentido de
certeza la equidad, la ecuanimidad y la imparcialidad que tipifican
la labor de quien ejerce la fe notarial. Se estatizaría al notariado y
de un plumazo podríamos dejar de ser Notarios, sustituidos; por
un cuerpo de funcionarios públicos, administrativos o funcionarios
bancarios, como pretende el Banco Mundial.
Por eso es importante, acreditar capacidad científica jurídica,
vocación profesional y moralidad para ejercer como Notarios y
acreditar a la comunidad que se trata de una función estatal que
se ejerce en el marco de una profesión; que es una función estatal
sui géneris.
Otro tema que me inquieta en la propuesta del "Notariado
Guanajuatense". es el argumento, en el sentido de que son a las
entidades federativas, a las que corresponde la función notarial,
porque al titular del Eiecutivo le corresponde la fe pública, y éste
es auien la delega al Notario. Esta aseveración, no tiene ningún
sustento, es errática, e inválida:
La función notarial compete a las entidades federativas, no
porque la fe pública corresponda al Titular del Ejecutivo, y éste es
quien la delega al Notario, que como ya vimos, son apreciaciones
equivocadas, sino, porque así lo dispone la Constitución General de
la República, conforme a los artículos 121 y 124 que establecen la
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competencia de facultades entre la federación y las entidades que
la integran.
Para concluir, es necesario fijar el significado concreto de Notario:
sus características o propiedades que lo determinan.
Una correcta explicación del Notario, presupone un claro entendimiento de las funciones que realiza y las entidades que lo
constituyen.
Idaconferencia de los notariados de la Unión Europea, realizó un
estudio que se conoce como Declaración de Madrid; permite conocer
las características comunes de la función notarial; los puntos en que
existe analogía e identidad substancial en los sistemas notariales de
cada país, y fijó, el significado concreto de Notario, así:
El notario es un funcionario que ha recibido la autoridad del
Estado para dar fe de los documentos de los que es autor, asegurando
la conservación, fuerza probatoria, la fuerza ejecutoria y la eficacia
de los mismos. Con el fin de garantizar la independencia necesaria
de su actividad, el Notario la ejerce en el marco d e una profesión
liberal que cubre todas las actividades jurídicas no contenciosas.
,Su intervención, tanto por los consqjos que da de forma imparcial pero activa a las partes, como por la redacción del instrumento público que resulta de ella, confiere al usuario del derecho
la seguridad jurídica que busc'a. Esto está incluso más garantizado,
por cuanto que, el Notario es un jurista de una alta calificación
universitaria que ha accedido a su profesión tras diversas pruebas,
cursos y concursos y la ejerce siguiendo reglas disciplinarias estrictas
bajo el control pcx-manente de la autoridad pública y gracias a una
implantación geográfica que le permite recurrir a sus servicios en
todo el territorio del Estado. Finalmente, la intervención del Notario
en prevención de posibles litigios y simplificando los procedimientos
de ejecución, constituye de hecho un mecanismo indispensable en
la adniinistración de la justicia.
Vamos a aclarar algunos conceptos; dice la definición:
El Notario es un funcionario, sí lo es; porque realiza una fuiicióii
estatal, única en su género; pero no es un funcionario adherido a
la administración del Estado; es autóiioino e independiente, porque
su f~liiciónla realiza en el niarco de una profesión liberal en forma
inescindible.
La adininistracióii pública, no dicta normas de 'nuestro comportaniiento, no estamos sujetos a ella, estamos sujetos a la ley, al
ordenamiento jurídico del sistema que nos rige, del sistenla I a i n o
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germano; la relación del poder ejecutivo con el notariado es de
vigilancia, para que cumplamos con la ley.
También precisa la definición que:
El Notario recibe la Autoridad del Estado, es decir, el poder
jurídico, para legitimar hechos, personas y cosas.
La definición, se refiere, también al Estado.
Considero necesario, determinar, que el Estado, es una organización, o una comunidad organizada por el derecho; le da estructura
y forma.
Son las normas jurídicas las que convierten el comportamiento de
los miembros de la comunidad y señalan el quehacer de las partes
u órganos del Estado. Son las normas jurídicas el poder público,
el poder del Kstado que actúa a través de instituciones como la
nuestra.
Así pues, el Notario es un órgano del Estado autónomo, independiente.
Debemos observar y determinar con claridad, para no confundirnos, que la definición se refiere: a la autoridad del Estado, y
a la autoridad pública. Son dos entes diferentes; la autoridad del
Estado, es el orden jurídico en función, y la autoridad pública, es
el órgano estatal.
Jainbién, debo aclarar, en esta definición, cuando se expresa: que
el Notario es un mecanismo indispensable en la administración de
la justicia, no es un auxiliar de la administración de justicia -eso
quedó superado con la Revolución Francesa, en la ley del 25 de
Ventoso.
K1 Notariado constituye de hecho una función indispensable en
la adiiiiiiistración de justicia, en la etapa preventiva, lo cual debe
establecerse con deterininación en la Constitución General de la República. Habría que modificarse, para ello los artículos 21, 41 y 121
que se refieren respectivainente: a la seguridad pública, a los Poderes de la Unión, y a la fe pública, así también en las constituciones
particulares de cada Estado deberán considerarse las instituciones
que estructuran al notariado. Tarea que corresponde a la Asociación
Nacional del Notariado Mexicano y a los Colegios de Notarios, a
fin de legitimar cabalmente la función notarial protegiéndola de los
avatares autoritarios y caciquiles. Mi recomendación es generar el
debate en las instancias de la Kefornia del Estado.
Conio hemos visto, argumentos legislativos, doctrinarios y prácticas
notariales pueden demostrar lo desacertado de la solución técnica
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expresada en las distintas leyes del notariado de la República Mexicana, y en el caso particular en la "Propuesta de Guanajuato".
El estudio de la fe pública, está hecho y escrito por décadas
y por muchos autores, podrá coincidirse o no con ellos, pero su
dicho, se asienta en análisis de documentos y en síntesis de los
procesos históricos de la institución, que han servido de aval a mi
exposición.
Espero que los argumentos vertidos en esta charla, contribuyan
en la lucha que muchos de ustedes sostienen, para dignificar y legitimar cabalmente nuestra función.
Ciudad de México, julio 21 de 2007
Horacio Hidalgo Mendoza
Notario
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