el siglo del fútbol - ABCD On Line / Winisis On Line

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DeporTEA
Fútbol Argentino - Eduardo Rafael
DEPORTEA
FUTBOL ARGENTINO
Textos de
Eduardo Rafael
Archivo TEA y DeporTEA
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Fútbol Argentino - Eduardo Rafael
FUTBOL – DEPORTEA
Por Eduardo Rafael
1° parte.
Tan sólo tres letras: GOL.
El siglo del fútbol.
Orígenes históricos.
Nace el fútbol internacional.
Llega a la Argentina.
Se crea la FIFA.
Orígenes.
El Calcio Fiorentino.
2° parte.
Cómo observar un partido de fútbol.
Técnicas y jugadas claves.
La gambeta.
La pared.
Cruces y cortinas.
El pase.
Desmarque y distracción.
El amague.
Cómo se juega sin la pelota.
Subida de los defensores.
Las jugadas preparadas.
El pressing.
Contrataque.
El cabezazo.
El fuera de juego.
Velocidad y Precisión / Velocidad y Fuerza.
Hombre o zona.
Los secretos del arco.
Los penales.
Conclusión final.
3° parte.
El desarrollo del Fútbol Argentino.
Alumni.
Fútbol Nacional.
Los privilegios.
Racing, sucesor de Alumni.
Los Juegos Olímpicos.
La década del ’30.
El Cuarenta.
El éxodo a Colombia.
Los cincuenta.
En la Argentina, “Fútbol Espectáculo”.
Las Copas.
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La violencia.
4° parte
Equipos: Los que quedaron en la historia.
Alumni 1901-1911.
Racing Club 1911-1925.
Boca Juniors 1919-1931.
Estudiantes de La Plata 1931-1932.
San Lorenzo 1933.
Gimnasia y Esgrima La Plata 1933. El Expreso.
Boca Juniors 1934-1935.
River Plate 1936-1937.
River Plate 1941-1946. La Máquina.
Boca Juniors 1943-1944.
San Lorenzo 1946-1947. La gira por Europa.
Racing Club 1948-1952. El primer Tricampeón.
Independiente 1952-1955.
River Plate 1952-1957.
Boca Juniors 1962-1965.
Estudiantes de La Plata 1967-1970.
Racing Club 1966-1967.
Independiente 1967. El mejor promedio del profesionalismo.
San Lorenzo 1968. Los Matadores.
Boca Juniors 1969-1970. El Boca de Di Stefano.
Independiente 1971-1973. El Rey de Copas.
San Lorenzo 1972. Bicampeón.
Huracán 1973.
River Plate 1975. Campeón 18 años después.
Estudiantes de La Plata 1982-1983.
Argentinos Juniors 1984-1985.
Ferro Carril Oeste 1981-1984. El Ferro de Griguol.
River Plate 1984-1986. El River de Veira.
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1° parte
TAN SOLO TRES LETRAS: GOL
Vendrá el partido, vendrá el gol y pasara el domingo. La historia del HINCHA quedará
en blanco. Dentro de siete días, puntualmente, volverá a empezar. Así siempre.
.....
El fútbol, el espectáculo colectivo más grande y popular de nuestro tiempo embarca
todas las virtudes y defectos del hombre actual. Domingos domingo, millones de seres en
distintas latitudes viven la ilusión de la victoria y también la amargura de la derrota. Juego
dialéctico en que se contraponen (como quien dice) el bien y el mal, el jolgorio y la
angustia, la fe y la frustración. Y al final de las cuentas el gol, que es la medida de todas las
cosas. Internas o externas. Pero tanto ajetreo ha creado un pensamiento propio, un clima, un
ambiente donde el hombre confronta sus debilidades y grandezas, pero públicamente. Así
surge el hincha ese héroe anónimo, sufrido, obstinado, eufórico y desesperado, de acuerdo
alas circunstancias.
El jugador sale a la cancha como cada uno de nosotros deja su casa para ganarse el pan
diario. Y corre los mismos peligros. Triunfar o no. Apoyarse en la suerte, en la inteligencia,
en la bondad, en la generosidad, en el compañerismo. Por eso el buen gol no es producto de
uno. Cuando más unido marcha el equipo, mejor. Es como la solidaridad en la vida rea.
Cuando le metemos un verdadero gol a la existencia, sin faulear a nadie, y por fin llegamos
a la vejez contentos de haber corrido por la cancha como locos para meter el gol limpio y
humano de la vida.
............
No existe lugar en el mundo. No lo creemos, donde no se conozcan estas tres letras:
GOL. Detrás de la palabra esta la emoción. Nadie nombra al gol como si fuese una palabra,
no, porque no se trata de eso. El gol es el deseo, la esperanza, las tantas ganas acumuladas.
El gol es los ojos de cada hincha siguiendo al jugador, acompañando la pelota, frenando la
respiración por un instante hasta que si, ya, ahora, la pelota entró en el arco y... ¡lo hicimos!
Hicimos un gol todos. Para las estadísticas tal vez figure un nombre, para la vida es toda
una tribuna, una multitud enloquecida, una ilusión que estuvo siete días esperando, un hijo
que soportamos todos en la espera semanal y que nos renueva la fe para seguir con las
expectativas, los sueños, el odio y el amor.
Gol, para ganar o perder, para seguir, para estar, para entender el fútbol con solo tres
letras.
............
Millones de personas vigilan, comentan, se enfervorizan, aman y odian los domingos por
la tarde. Un acto amatorio colectivo donde se queda la resaca de la semana, donde se
purifican siete días soberbios y extraños. Nadie puede imaginarnos a todos gritando el
mismo gol. Seria demasiado hermoso. Solo la historia, la poesía y los sueños cuentan de un
hombre entero hablando de todos. Y un país, una tierra, una sociedad espera siempre ese
hombre nuevo y sentido. Mientras tanto llena estadios buscándolos y apuesta a la emoción
para encontrarlo; Será -seguro- materia de sabios, de sociólogos, de analista explicar
porque. El hincha nada tiene que explicar... Pues, finalmente, de donde vinimos los
hombres sino de una miseria guerra cotidiana en la que se empeñan los músculos y el alma.
En cada ser humano hay un pequeño cataclismo y un hermoso azar, pariéndolo. Y en la
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cancha, detrás de cada abrazo que el fervor concita, esta naciendo un niño extraño que
comparte nuestros huesos, presente en el parla, y todo nuestro torpe, desprevenido amor...
... Y que mejor lugar para encontramos que allí, donde nunca estamos solos, ni en la
alegría ni en la tristeza, sino juntos en la espera de gritar un gol...
... Porque nosotros, los que creemos, encaramados en lo alto de una ilusión, mantenemos
los ojos llenos y la garganta fértil y más, aun la infatigable ternura que nos permite reír,
aullar, estirar los brazos para tocarlo todo: el césped, el jugador, la pelota, la tarde, la tarde
del domingo. Nosotros hemos borrado el lunes de nuestra historia.
EL FUTBOL NUESTRO DE CADA DIA... DÁNOSLO HOY.
Extraído de “El fútbol nuestro de cada día”, de Paul Acosta y Pedro Uzquiza.
Ediciones de La Línea. Colección “Los Populares” (1974).
EL SIGLO DEL FÚTBOL
El fútbol se ha convertido en parte integrante de la sociedad en todo el mundo. Joao
Havelange, presidente de la FIFA, al celebrarse, en 1984, los ochenta años de esa
institución que rige el fútbol en 150 países con una población total de 4.209.173.000, en su
alocución imaginó la sorpresa que se hubiera apoderado de los representantes de las siete
asociaciones fundadoras, en 1904, si hubieran podido comprobar que ocho décadas
después, ese fútbol que ellos estaban organizando era visto por mas de 10.000 millones de
personas en todos los continentes. Ocurrió esto durante la disputa de la copa del mundo de
1982, en España. Cuatro años después fueron 13.000 millones - en directo, diferido y
repetido en videos - las personas que vieron la copa de México '86.
El mundial de 1986 fue cubierto por 2.200 periodistas de diarios y revistas y 2.300 de
televisión. A los estadios concurrieron 2,4 millones de espectadores. Dos años antes, en Los
Ángeles, el fútbol fue también la disciplina que más atrajo a los estadios de esa olimpiada:
1.421.627 contra 1.130.000 de las pruebas atléticas. Las tres copas de Europa que se
definieron en Mayo de 1988 llevaron a los estadios 5.010.974 espectadores. Estados Unidos
prevé para la copa del mundo que se disputara en 1994 una asistencia de 3.543.791 de
personas, las que producirán un ingreso de 88.2 millones de dólares.
Brasil sigue contando con el Maracaná, el estadio más grande del mundo, con capacidad
para 200.000 personas. No debería sorprender porque Brasil es una potencia futbolística de
primer nivel, ganador de tres copas mundiales, pero sin el extraordinario apoyo económico
que el fútbol está recibiendo en países no tradicionales, como Corea del Norte, donde hace
un año se inauguro en la capital, Pyong Yang, un estadio para 150.000 personas. Y en Riad,
Arabia Saudita, se construyó especialmente para las finales del Mundial sub 20 el más
moderno de todos los conocidos, con un costo real de 568 millones de dólares.
El fútbol es, sin ninguna duda, el fenómeno deportivo, social y económico más
trascendente de este siglo.
ORÍGENES HISTÓRICOS
El fútbol moderno tal como hoy se practica en todo el mundo, tiene un lugar y fecha
precisas: el 26 de octubre de 1863 en la Freemason's Tavern, en la Great Queen Street, en
Londres. Ese día se reunieron allí delegados de escuelas y colegios, representantes de
clubes y capitanes de equipos, quienes después de nueve horas de discusiones fundaron la
Football Association, la mayor organización del fútbol de Inglaterra. Dos meses después,
en diciembre de 1863, se dio el paso decisivo para el desarrollo definitivo al redactarse un
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reglamento, de catorce puntos, llamado Laws of Game. La regla fundamental establecía que
al fútbol solo se podía jugar con los pies (a excepción del arquero y en un espacio limitado)
y ello originó la separación de quienes pretendían seguir jugándolo con las manos y con los
pies, como lo habían hecho hasta entonces. Entre los catorce puntos del reglamento se
fijaba también por primera vez el numero de jugadores por equipo: debían ser 11.
Enseguida se estableció un ordenamiento circunstancial: un arquero, dos defensas, un
medio y siete delanteros (que se constituiría en las semillas), que dio origen al nacimiento
de las tácticas de juego. En aquella histórica reunión de Freemason's Tavern se designó a
Arthur Pember, del club Kilburn, primer presidente de la Football Association.
La unificación de distintos reglamentos en uno solo, el que imponía la Football
Association, produjo de inmediato el nacimiento de clubes en toda Inglaterra, primero, y en
toda La Gran Bretaña después, cual simultáneamente. En 1871 se organizó la primera
competición de Copa de Inglaterra. La disputaron 14 clubes y la gano Wanderers. La idea,
como muchas otras posteriores, nació en la redacción de un diario, The Sportsman, que
instituyó como premio una copa al vencedor.
NACE EL FÚTBOL INTERNACIONAL
El desarrollo del juego creó muy pronto rivalidad entre las cuatro naciones de la Gran
Bretaña (en realidad se trata de cuatro estados federales) y el 30 de noviembre de 1872 se
jugó, en Glasgow, Escocia, el primer partido internacional entre los locales escoceses e
Inglaterra, que finalizó empatado cero a cero. En 1879 jugaron Inglaterra - Gales y en 1882
Inglaterra - Irlanda, concretándose así el primer universo del fútbol cuando en la temporada
1883-84 nació el Torneo de las Cuatro Naciones (Inglaterra, Escocia, Irlanda y Gales),
germen de toda la actividad internacional futura.
La acelerada difusión que alcanzaba el fútbol, llevado por docentes, profesionales,
comerciantes y marineros mas allá de las fronteras de la Gran Bretaña, determinó la
necesidad de crear un organismo internacional al que creara una unificación de los distintos
matices con que se lo practicaba en los diversos lugares. Así nació la Internacional Board,
entidad que redactó las reglas definitivas del juego y que a partir de ese momento se
convirtió en la única que pudo modificarlas e interpretarlas. La INTERNATIONAL
BOARD ha cumplido un papel fundamental en la historia del fútbol y su éxito se debe a
que fue capaz de reglamentar un juego complicado en muy pocas normas, todas simples y
de fácil aplicación en todos los grados de juego a nivel mundial.
Un año antes (1885), se reconoció también por primera vez en Inglaterra el
profesionalismo, y se autorizó a jugar por remuneración directa, ya que hasta entonces los
jugadores podían percibir las compensaciones por los salarios perdidos. Tema muy
polémico, no solo en Inglaterra, sino después en todos los países donde se lo implantó, el
profesionalismo produjo beneficios muy concretos, porque el jugador, aceptando los
deberes de entrenamiento, régimen de vida y disciplina a cambio de contrarrestar sus
condiciones naturales para jugar, se convirtió en un trabajador.
LLEGA A LA ARGENTINA
Mientras que el fútbol se jugaba en distintas partes del mundo, en la Argentina se tiene
conocimiento de partidos realizados por marineros ingleses en las inmediaciones del puerto
de Buenos Aires en la década de los años 1860. El primer partido oficial de fútbol en
nuestro país se jugó el 20 de junio de 1867. Su inspirador fue Tomas Hogg, quien había
publicado un aviso en el periódico de la colectividad británica proponiendo fundar una
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institución: el Buenos Ayres Football Club. El día del partido varios asistentes no se
animaron a lucir pantalones cortos ante las damas presentes y solo jugaron ocho contra
ocho. Fueron muy aplaudidos, pero el BAFC no prosperó y en los años siguientes el fútbol
continuó siendo una rareza de los gringos.
En 1881 desembarcaba en Buenos Aires Alejandro Watson Hutton, un escocés tenaz y
visionario, quien llegaba para hacerse cargo del Saint Andrew’s College. De inmediato
incorporó el fútbol al programa de estudios. Profesores y vecinos protestaron por la gritería
y los vidrios rotos. Mas tarde Hutton fundó su propia escuela. la Buenos Aires English
High School, donde los alumnos pudieron dedicarse al fútbol sin presiones.
Primero en los colegios ingleses y luego en los nacionales, la practica del fútbol se fue
generalizando. Lo introdujeron sacerdotes y pastores en los colegios religiosos con la
consigna: "misa por la mañana, fútbol por la tarde".
En 1892 también existían en Buenos Aires numerosos centros dedicados a la actividad
atlética, que consideraron al fútbol como una practica interesante para incorporarlo a los
programas de educación física. En ese momento surgió la necesidad de asociar los distintos
esfuerzos y el visionario fue Watson Hutton. En febrero de 1893, fundó la Argentina
Association Football League, que con el tiempo pasaría a convertirse en la actual
Asociación de Fútbol Argentino. Redactó los reglamentos y fue designado presidente. Del
primer campeonato fundado por la nueva institución participaron seis equipos (English
High School, Flores Athletic, Quilmes, Lomas, Buenos As y Rosario Railways) y lo ganó
el Lomas Athletic Club.
Los alumnos y ex alumnos de Alejandro Watson Hutton constituyeron el ALUMNI,
todo un símbolo y punto de partida de los éxitos del fútbol argentino. ALUMNI ganó nueve
de los once campeonatos realizados entre los años 1901 y 1911, y asumió, en muchos
casos, la representación del fútbol nacional ante la visita de equipos de las Islas Británicas.
El ejemplo de Watson Hutton se repitió en otros países sudamericanos y fueron maestros
de colegios británicos los verdaderos padres del fútbol en Uruguay, Brasil y Chile, mientras
que un holandés, Willams Prats, profesor de cultura física en la escuela normal de
Asunción, sembró la semilla en Paraguay.
SE CREA LA FIFA
La colaboración de un docente holandés en la difusión del fútbol no era casual porque
fue un dirigente de esa nacionalidad, Hireschmann, el primero en advertir que había llegado
la hora de agrupar las diversas asociaciones nacionales que auspiciaban el fútbol en una
entidad internacional. Este propósito se concretó el 21 de mayo de 1904, en una pequeña
oficina de la sede parisina de la Unión des Societés Francaise de Sport Atehetiques, en Rue
Saint Honore 229, siete asociaciones (Francia, Bélgica, Dinamarca, Holanda, España, Suiza
y Suecia), pese a no contar con la adhesión de la poderosa Asociación Británica (Football
Association, FA), fundaron la Federación Internationale de Football Association (FlFA).
Un año más tarde (el 4 de abril de 1905) la Asociación Británica adhirió a la FIFA que,
en su segundo congreso (del 10 al 12 de junio de 1905) contó con ocho nuevos afiliados
(además de Inglaterra se inscribieron Alemania, Austria, Italia, Hungría, Escocia, Gales e
Irlanda). Se habló ya en esa ocasión de una competición internacional a disputarse en 1906
con semifinales y final en Suiza. Entusiasmado, el vicepresidente helvético, Víctor
Scheneider, instituyó un trofeo pero todo se esfumó rápidamente. El proyecto fracasó por
las dificultades internas de varias federaciones.
En Suiza, en 1906, el congreso eligió un nuevo presidente de la FIFA, el inglés Daniel
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Burley Woolfall, quien impulsó reglas uniformes reconociendo la Internacional Board y
asumió la realización del torneo olímpico de los juegos de Londres de 1908.
ORÍGENES
En solo 41 años, desde 1873 hasta 1904, se logró la consolidación del deporte más
atractivo y popular de los tiempos modernos. Ese período que a algunos le puede parecer
extenso, en realidad es insignificante si nos detenemos a reseñar los orígenes históricos del
fútbol, una aventura milenaria cuyo punto de partida imprescindible es la pregunta: Si Gran
Bretaña fue el país que organizó el fútbol actual. ¿Cuáles fueron los antecedentes? ¿Quién
le transmitió a los británicos la afición a este deporte? Los historiadores coinciden en que
las legiones romanas durante la ocupación de Grecia habían conocido un duro y
apasionante juego que se practicaba con una pelota. Lo incorporaron y lo llevaron hasta la
Bretaña francesa, donde por su violencia se popularizó muy pronto. Ese deporte, que en
tierra francesas se llamaba "Cholue" o "Shoule", saltó a las islas británicas llevado por las
tropas de Guillermo el conquistador. Lo que los romanos habían visto de Grecia era
"lasphaira makles", que se practicaba con una pelota, pero no por equipos. Fueron los
romanos los que organizaron un juego que llamaron "harspastum", que consistía en
empujar una vejiga llega de aire y arena hasta conseguir que traspasara una línea en el
campo contrario, algo así como los arcos de fútbol de hoy. Un pueblo guerrero como el
romano empleaba el "harspastum" para endurecer a sus soldados y resulta obvio que el
vencedor no era el más hábil sino el más fuerte. Ganaba el más violento, no el más técnico.
Estaban permitidas las zancadillas, las cargas desleales por la espalda, los puntapié y era
lícito derribar a un contrario para quitarle la pelota. Estas características del juego
provocaban continúas riñas personales y los encuentros se transformaban en batallas
colectivas, con heridos graves y hasta algunos muertos. Fue esta brutalidad la que
deslumbró a Guillermo, el conquistador, quien rápidamente entendió que le serviría para
templar más aún a sus soldados.
Este football, así se lo llamó en Inglaterra, poco tenía de común con el actual. Su
característica principal era la violencia y la brutalidad y por esa razón sufrió sucesivas
prohibiciones por edictos reales, pese a que las tropas lo seguían jugando. Un historiador
sintetizó las consecuencias del juego con detalles estremecedores: "a menudo se rompen el
cuello, a veces un brazo, otras los dos, es frecuente verlos sangrar por las narices, los ojos
les salen de la órbita y todos terminan heridos". Hubo que esperar siglos, hasta el XVII,
para que las prohibiciones fueran levantadas, pero se autorizó un fútbol espectacular,
desprovisto de la brutalidad del anterior. Esto aconteció en 1681, cuando el conde
Albermale, de regreso en Londres, después de cumplir una misión oficial en Italia, informó
al rey Carlos II que había visto en la península un juego extraordinario por su belleza y
espectacularidad. El conde le detalló al rey las características del Calcio que hacía furor en
Italia e invitó al monarca a una prueba en la que se enfrentaría las fuerzas del rey con las
suyas. Se eligió un terreno de 120 por 80 metros y como metas se clavaron dos postes a los
cuales se llamó goal. Ganó el bando del conde A1bermale: al rey le gustó el espectáculo y
autorizó su práctica con algunas limitaciones.
Del calcio (se pronuncia calcho) se pueden encontrar amplias referencias en Florencia,
lugar donde se lo jugaba, en las plazas, preferentemente en la de Santo Croce, que fue
escenario de un histórico encuentro el 17 de febrero de 1530, que relataremos más adelante.
Se lo jugaba en invierno y las competencias con mayor repercusión entre los pobladores
eran disputadas en carnaval, entre equipos de los cuatro barrios de la ciudad.
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El calcio florentino despertaba una gran pasión y muchos de los que lo practicaban eran
miembros de la aristocracia y de las clases intelectuales. Lo practicaron, entre otros, el
duque Toscana, el de Urbino, Julio de Médici, Alejandro de Médici, Maffeo Barberini,
estos tres últimos, elevados más tarde a la máxima jerarquía de la iglesia católica como
papas con los nombres de Clemente VII, León XI y Urbano VIII.
La diferencia fundamental con el fútbol moderno es que la pelota se podía jugar con los
pies y las manos y los equipos estaban compuestos por 27 jugadores. En el desarrollo del
juego, los hombres más hábiles pasaban la pelota rápidamente para evitar los golpes porque
se permitían las zancadillas, el agarrarse unos a otros y las jugadas violentas. La dirección
del juego estaba a cargo de seis árbitros sentados en las tribunas, en distintos sectores.
Así era el calcio que deslumbró al conde de Albermale y que, trasplantado y mejorado
en Inglaterra, fue perfeccionándose con los años hasta acercarse a lo que es hoy, el juego
más atractivo. Atrás, 2,000 años a.C., quedaron las referencias chinas sobre un juego con
una pelota de cuero rellena de pelo de crin, que era disputada por dos equipos sin que hayan
llegado hasta nosotros otras precisiones, a no ser el nombre de dos héroes de ese deporte:
Yang Tsé y Wang Chi-son.
EL CALCIO FIORENTINO
Hace cinco siglos los florentinos inventaron el juego que es antepasado del fútbol actual.
El periodista Sergio Valentini narra en la revista IL MONDIALE, que edita el Comité
Organizador del mundial de Italia, el partido jugado durante el carnaval de 1530, cuando la
ciudad estaba sitiada por las fuerzas de Carlos V. Así es el relato de la historia:
Tuvo la idea Pandolfo Puccini, el más famoso de los gastadores de Florencia.
Se reunió en el Consejo de los ochenta, llamado los Requeridos, y aprobó la solicitud a
condición de que Malasteta Baglioni, gobernador general de la milicia florentina,
concediese una tregua de armas a los jugadores. De ese modo, el 17 de febrero de 1530, la
República ofreció a sus ciudadanos y a los asediadores imperiales el fútbol florentino en
librea.
Era carnaval. En el Vicolo de Cavallari, en el puente de la carraia, en la esquina de la
Cuculia, en el Vicolo de la Fogna, aprendices de jugador, veteranos y transeúntes se
desafiaban sin ternera ni librea; el jueves lardero los campeones acudían a la PLAZA
GRANDE por la ternera de premio y por el honor, "agraciados y bellos con librea de gala
porque tenían como espectadores a las mujeres más atractivas y los hombres más linajudos
de la ciudad".
Los viejos recordaban un partido de cuarenta años antes, del 1° de enero de 1490
"cuando el Arno estaba tan helado que los jugados combatieron sobre la loza de hielo entre
el puente Vecchio y Santa Trinitá"; sin embargo, el partido que estaba por disputarse había
de ser, por los siglos de los siglos, el más épico y glorioso, el más legendario de todos los
encuentros de Calcio, el fútbol florentino.
Así, pues, Raffaello Girolami, los gobernadores de los barrios, los doce nuevos hombres,
los diez priores de Libertad y Guerra, los ocho de potestad y custodia, en suma, todos los
magnates de la República, prepararon el ceremonial y el partido para la Florencia asediada
y para la posteridad. De los baluartes de San Miniato al Monte – plaza fuerte de la
resistencia – descendió a la ciudad Miguel Ángel Buonarroti, "gobernador y procurador
general instituido para construir y abastionar las murallas y levantar cualquier otra
fortificación y protección para la ciudad de Florencia". Aluigi Alamanni, poeta de la
academia de los geogofilos, lo presentó al público: "él -dijo- proyecta, funde, fortifica,
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filosofa, versifica, arenga, combate, en resumen hace de todo". Luego lo invitó a disponer
en orden el cortejo de los jugadores: “Dios lo quiere”, sentenció Fray Benedetto Tiezzi da
Foiano, predicador de Santa Croce.
Desde el 24 de septiembre del año anterior, Florencia estaba sitiada por las tropas
imperiales de Carlos V, deseoso de que la ciudad retornase a los de su linaje, los Médici,
derrotados por la revuelta de 1527. Mandados por el virrey de Nápoles, Filiberto de
Chalóns, príncipe de Orange, lansquenetes alemanes del conde de Lodrón, infantes
españoles de Antonio de Leyda y tropas pontificias de Sciarra Colonna se ido adueñando de
Consentino, Valdarno, Vallonvrosa, Rignano, Settignano, Mugelio, Chianti, Giramonte,
Poggio Imperiale, Scandicci, Badia Di Fiesole y San Donato Polvorosa. Ahora apretaban
sobre Florencia.
Sivestro Aldobrandini sometió a voto la propuesta de jugar el partido en la plaza de
Santa Croce, que las tropas imperiales divisaban desde los cerros próximos, a fin de que
constatasen que el largo asedio, el hambre y las enfermedades que los sitiados sufrían no
habían amenguado la resistencia.
La campana de la señoría taño y el cortejo que el Maestro Miguel Ángel había alineado,
partió de Santa María Novelia para Santa Croce; signiferos con mazas de plata de
adornadas con flores de lis, trompetas, músicos, tambores, Bindo di Marco, llamado
Gorzerino, vestido de Heraldo con flor de lis roja en el pecho, bombarderos, arcabuceros,
palafreneros, lanzas rotas, el Procónsul de las artes, las siete Artes Mayores y las catorce
menores, el Tribunal de Comercio, los estandartes de los cuatro barrios, blanco el de Santo
Spirito, Rojo el de Santa María Novella, verde el de San Giovanni y azul el de Santa Croce.
Cocimo Strozzi y Giangirolamo Pitti llevaron el Marzocco, león coronado que era el
símbolo de Florencia. Dos vaqueros condujeron la ternera de premio, toda de hueso, última
res que se había conseguido introducir en Florencia por el corredor de Fiesole. Los
jugadores llegaron a Santa Croce por las torres de guardia, los bastiones y los campanarios
de San Miniato, que Miguel Angel había protegido contra las bombardas con pacas de lana.
Como demostración y advertencia para los vigías imperiales, dispusieron ordenadamente
sus armas al lado del campo de juego: culebrinas, trabucas, arcabuces, alabardas, falcones,
esmeriles, serpentines, basiliscos, ballestas, gerifaltes, picas, anchas, partesanas, estoques,
seceletes, celadas.
Se sacaron las corazas y aparecieron maravillosas libreas de seda, terciopelo y brocado
de oro. Centenares, miles de notables, damas y simples ciudadanos habían acudido al lugar
del mismo modo que las rameras de Via della Nina y de Via della Amorino, a quienes el
"bando contra las mujeres de malvivir" obligaba a abandonar la ciudad. "Bocas inútiles",
señalaba el bando: merecieron que se les condonase la pena por proveído diariamente la
ciudad de berro, achicoría y rapónchigos que recogían fuera de las murallas bajo el fuego
enemigo.
Cantos en canon ascendían de la plaza hasta los imperiales alineados en los cerros:
afición burladora y plebeya contra el emperador Carlos V y el Papa Clemente, de quien se
notificaba un modesto pasado de futbolista florentino de ser hijo bastardo de Giuliano de
Médici.
"Abajo el Marzocco", replicaban los imperiales desde su tribuna en le Giramonte. Y
entonces voló por encima de la muchedumbre un proyectil de culebrina. Lo había lanzado
un lansquenete alemán, despechado por el coro republicano y más aún por la fiesta y por el
espectáculo de Florencia, tan bella y aún intacta, ofrecía: la cúpula de Brunelleschi, la torre
de Bargello, Santa María del Fiore, Palazzo Vecchio, Ponte Vecchio, el Arno...
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En la plaza se formaron los equipos alrededor de los campeones mas celebrados. El
fútbol florentino era considerado "Escuela de guerra y luz de vida / noble fatigas de héroes
bien nacidos". Por eso los poetas lo cantaban delicadamente: "Como soles resplandecen los
jugadores/ pues no caben tullidos y deformes/ donde reina júbilo y armonía". El 17 de
febrero de 1530 no hubo júbilo entre los jugadores. Hermanados en la guerra contra los
imperiales, todos se acordaron el día del partido de viejas rencillas de barrio, discordia de
censo y de casta, envidias de oficio y diferencias de intereses y de fe.
En el partido, Dante de Castiglione se cargó a Morticino degli Antinori y, habiendo
arroyado y pisoteado a los jugadores del barrio de Santo Spiritio que le cerraban el paso,
"lanzó más allá de la empalizada a Morticino y la pelota inflada que éste apretaba en el
pecho".
La jugada decidió el resultado. Los aplausos de la plaza y de los cerros decretaron
triunfo análogo para Morticino degli Antinori, "glorioso por haber sufrido el cañoneo antes
de soltar la pelota.
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2° parte:
CÓMO OBSERVAR UN PARTIDO DE FÚTBOL
El trabajo del periodista comienza mucho antes. Informándose en los días previos,
siguiendo esa información y si es posible -y lo es muchas veces cuando se trabaja en una
revista especializada o se comenta por radio o televisión- asistiendo a alguno de los
entrenamientos de los equipos que se van a enfrentar. Esto permitirá llegar con un
conocimiento pleno de la preparación de cada uno de ellos. El día del partido, la actividad
comienza en los vestuarios, a donde se debe recurrir para obtener la formación oficial de los
equipos. Esto parece una obviedad pero ocurrió muchas veces que los encargados de prensa
del club local cometen errores en la publicación del equipo visitante porque no recurrieron
a la mejor fuente, el director técnico o alguno de los integrantes del cuerpo técnico.
Además, es de profesionales constatar cuando los equipos están en la cancha, que las
alineaciones que obtuvo sean las correctas porque también sobran ejemplos de jugadores
que han sido cambiados a último momento por una razón imprevista. Y eso ha ocurrido,
incluso, en alguna Copa del Mundo.
Nunca está de más recordar que el periodista debe dejar afuera del estadio al hincha que
lleva adentro. Esta condición es imprescindible para que sus sentimientos no presionen
sobre su raciocinio en el momento de hacer el análisis del juego. Otra condición
insoslayable es la de olvidarse de los preconceptos. Los antecedentes sirven para el
conocimiento pero no para la valoración del desempeño del jugador o del equipo en "ese"
partido. Con ese mismo criterio se debe analizar la actuación del juez y sus colaboradores.
EJ factor principal a tener en cuenta por el comentarista es desentrañar las razones por
las cuales se produce el desequilibrio en el juego. Pueden ser varias simultáneas o una
excluyente. Por ejemplo, el desempeño sobresaliente de un jugador que rompe con todas las
previsiones del adversario. En otras ocasiones el desequilibrio se produce por superioridad
numérica o técnica, en sectores claves como el medio campo o por una capacidad de
definición distinta.
Siempre, en estos casos, el analista debe observar con la mayor concentración el
desarrollo del juego porque, y esto seduce a muchos, el dominio del terreno no significa,
muchas veces, que el equipo que lo ejerce también domine el juego. Esto obliga a no
desentenderse de las nociones de táctica y estrategia porque, algunas veces, un equipo
retrocede o forma un bloque muy cerrado de defensa en zona para atraer al rival y
enseguida "rematarlo" en contraataques. En casos como este, si el que domina no creó
situaciones de gol lo suyo será solo un espejismo. Por eso, una de las claves fundamentales
para medir la justicia o no de un resultado, se encuentra en las situaciones de gol que creó
cada equipo. Y aquí hay que evitar un error muy común. Las que se presentan nunca son
OPCIONES de gol porque los jugadores NO OPTAN por hacer el gol o no: siempre lo
quieren convertir, sólo que a veces fallan.
Lo dicho precedentemente obliga a otra aclaración para que los nuevos periodistas no
"entren" en una polémica absurda. De acuerdo a mi experiencia, en treinta años de
periodismo deportivo nunca encontré un director técnico que dijera que la táctica es más
importante que los jugadores. Sería bueno que al comenzar se despejen las posibles dudas:
LOS PARTIDOS LOS GANAN Y PIERDEN LOS JUGADORES. Pero, a igualdad de
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condiciones o con una diferencia escasa de capacidad técnica, CASI siempre ganará el que
tenga un mejor ORDENAMIENTO. El que juegue mejor EN EQUIPO. La síntesis sería:
los partidos los ganan los buenos jugadores pero los ordenamientos tácticos ayudan, como
ayuda una excelente preparación física y un cuidado lógico – que ni siquiera necesita ser
exagerado – en la vida privada.
TÉCNICA Y JUGADAS CLAVES
Ubicado el periodista en función de comentarista o analista del partido, su
responsabilidad profesional lo obliga a procurar capacitarse en el tema y, si ya lo logró, a
perfeccionarse. Todos los días se aprende algo nuevo. Eso es tan viejo y cierto como la
injusticia. Aquí, simplemente, trataremos de brindarle un pantallazo de las jugadas o los
movimientos elementales que se dan en un partido de fútbol. A partir de este puntapié
inicial lo más conveniente es que cada uno trate de profundizar este conocimiento. Y se
logra eso cuando uno aporta un criterio lo suficientemente abierto como para asimilar lo
que se diga en charlas, en reportajes, en notas, en anécdotas y, sobre todo, en el campo de
juego porque la verdad, como decía con la simpleza con que Angel Labruna encaraba todas
las cosas de la vida, "esta en el verde césped". Los movimientos básicos son los siguientes:
 La gambeta
A pesar de que cada vez se utiliza menos, sobre todo en la Argentina donde la fama de
sus jugadores se gestó en la mayoría de los casos por exhibir su habilidad, la gambeta sigue
siendo uno de los principales factores desequilibrantes en el fútbol. También puede
utilizarse como recurso y mal utilizada puede terminar siendo un defecto. En este punto es
necesario señalar que en el fútbol es mucho más importante desequilibrar por superioridad
numérica que por habilidad individual. Es más: con superioridad numérica es sencillo
conseguir la gambeta. Si un equipo queda con tres delanteros contra dos que defienden, al
que lleva la pelota siempre le va a resultar más fácil amagar el pase, engañar al rival y
poder eludirlo. En fútbol hay un concepto fundamental: ES MAS FACIL PASAR LA
PELOTA QUE PASAR A UN RIVAL. Si un jugador tiene espacio para jugar es preferible
siempre el pase a la gambeta, que se convierte en un defecto cuando se arriesga
innecesariamente en la mitad de la cancha; no así cuando se intenta en la zona de
definición. Cuando un jugador se reitera en la gambeta sin aportar nada positivo, se
convierte en un individualista y eso no sirve.
De todos modos, estos conceptos prácticos no invalidan el gusto de los argentinos, que
está consustanciado con la gambeta. Nuestros jugadores -aún los menos habilidososconsideran a la gambeta un placer muy difícil de definir. Es, por otra parte, el arma más
potente para contrarrestar las tácticas y sin dejar espacios, la mejor fórmula es darle la
pelota al jugador técnicamente más dotado para que intente sacarse dos hombres de encima
y que aparezcan los espacios.
Para quebrar los esquemas especulativos, sobre todo aquellos que apelan al hombre a
hombre, la gambeta es casi la única alternativa porque si un jugador deja a su marcador en
el camino se produce la superioridad numérica, debe salir el libero y se desequilibra la
estructura defensiva.
 La pared
La denominación de pared en la Argentina, tiene su origen en los partidos callejeros.
Para superar la oposición de un rival sin recurrir a la gambeta o al 2-1 con un compañero, el
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jugador hace rebotar la pelota contra la pared de una casa o el cordón de una acera, al
mismo tiempo que se corre para el otro costado de ese adversario para recoger la pelota a
sus espaldas.
Trasladada esa idea al campo de juego, un compañero de equipo recibe el pase y hace de
rebotero pared, devolviendo el balón al primer jugador. Se trata de una jugada de gran
sentido estético y efectividad para quebrar las cerradas defensas. A pesar de su aparente
simpleza exige gran calidad técnica de sus ejecutores porque requiere una precisión casi
perfecta en la pegada.
Eximios maestros en el arte de la pared fueron jugadores inolvidables como PeléCoutinho del Santos; Distéfano-Puskas en el Real Madrid; Labruna-Walter Gómez en el
River tricampeón de la década del 50; Pontoni y Martino en el San Lorenzo de 1946;
Acosta y Silva en Lanús, a quienes bautizaron "Los albañiles" por la cantidad de paredes
que tiraban, y Bochini, quien siempre tuvo un compañero para ejecutarla, aunque la que
más se recuerda es la que derivó en el gol con el que Independiente consiguió el título
Intercontinental en 1973, en el partido jugado en Roma frente a la Juventus y que
"construyó" con Daniel Bertoni.
La pared tiene variantes. Puede ser simple, combinada, corta o larga, con descarga, para
la entrada de un volante y otras producto de la improvisación, pero la clave es la precisión
-como ya apuntamos- que es lo más difícil de conseguir en velocidad. Es una jugada en la
que debe prevalecer la sorpresa, debe ser rápida, cambiando los ejecutores el ritmo. Si, por
ejemplo, se inicia a 50 kilómetros, debe terminar a doble de velocidad, es decir, a 100
kilómetros.
Es muy difícil de contrarrestar. Hay quienes sostienen que el principio básico para
marcar una pared es hacer hombre a hombre, o sea, cada defensor debe seguir con el
delantero que está marcando. Aquí se aplica el principio defensivo de "en jugada muy
rápida, no debe haber cambio de marca". Otros, en cambio, sostienen el principio de la
utilización de la zona ocupando los espacios en interceptando siempre a los receptores de la
jugada.
 Cruces y cortinas
Los cruces y cortinas son variantes de la pared. En el primer caso la pared se completa,
en el segundo se amaga y no se lleva a cabo, pero obra como distracción. Ambas son
maniobras ofensivas de gran eficacia que si se realizan dentro de una correcta ortodoxia
llevan la sorpresa necesaria para provocar desequilibrio defensivo.
Tanto para el cruce como para la cortina, el factor tiempo es de una importancia casi
excluyente. El factor tiempo entra a jugar cuando el receptor del primer pase tiene que
devolver la pelota al compañero que picó en busca de ella.
Ese mismo factor tiempo influye en la maniobra de "cortina" a cargo del delantero que
corre simulando un pedido de entrega por parte del compañero que llega con la pelota. De
la exactitud de la jugada depende que algunos de los delanteros queden fuera de juego. La
mejor manera de contrarrestar esta jugada es achicando, que no es lo mismo que provocar
la ley del Off Side. Ya lo veremos en el capitulo dedicado al achique.
En esta jugada, como en la pared, se requieren jugadores de capacidad técnica y talento,
de intuición, imaginación y de grandes reflejos, pero, sin dudas, la eficacia va a depender
de los rivales porque con un simple adelantamiento puede frustrarse una acción de gran
espectacularidad.
¿Hay formas para combatir el fuera de juego? Por cierto. Son varias, pero en este caso
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vamos a referimos a "pasar por detrás de la jugada". La comenzó a utilizar Cesar Luis
Menotti en la selección juvenil campeona del mundo en Tokio. Posteriormente la adoptó
Telé Santana en el equipo brasileño que disputó el Mundial de España. Encontró una
fenomenal respuesta en el golazo de Falcao contra Italia. La fabricó Toninho Cerezo. Esta
jugada le da más opciones al que lleva la pelota, se consiguen espacios, facilita la recepción
porque el que va a recibir se queda delante del balón, está de espaldas al arco y sirve como
referencia al defensor. En cambio, si sale de la jugada y pasa por detrás del que trae la
pelota queda de frente y con espacio para recibir mejor.
 El pase
El pase es el medio de comunicación entre los integrantes de un equipo, el elemento
fundamental a través del cual se establece la insoslayable interrelación de los once
futbolistas que defienden la misma camiseta. No hay, no puede haber, fútbol sin pase entre
los compañeros. De acuerdo a las características de cada país, el fútbol podrá encuadrarse
por su mayor capacidad técnica, por superior potencia física, por ser más veloz o más lento,
por su vocación ofensiva, por preferir determinados sistemas defensivos. Pero en ningún
caso, sin pases, sin la entrega de la pelota a un compañero, sería ir contra la esencia misma
del juego que, más allá de cualquier otra consideración, es un juego colectivo. Aunque el
pase puede hacerse con la cabeza, dadas las limitaciones de un envío de ese tipo, la forma
más variada, habitual y lógica de realizarlo es con el pie.
El pase o entrega se divide según su destino, dirección, distancia, altura y número de
toques previos, de la siguiente manera:
Por su destino, en: a) pase al claro (vacío, espacio libre o franco); b) pase al pie (o al
cuerpo).
Por su dirección, en: a) el pase en profundidad; b) pase hacia atrás; c) pase en diagonal;
d) pase lateral.
Por su distancia, en: a) pase corto; b) pase largo.
Por su altura, en: a) pase rasante o bajo; b) pase a media altura; c) pase alto.
Por el número de toques anteriores, en: a) pase de primera; b) pase después de un toque;
c) pase después de varios toques.
Bien realizado, cualquiera de estos pases sirven al fin que se busca: conectarse con un
compañero. La oportunidad de efectuarlo depende de las circunstancias del juego. El que
debe definir siempre sobre la marcha es el jugador, es, obvio, el que debe saber elegir
correctamente el tipo de pase que va a emplear.
Una demora en la entrega, por lo general, motiva a que el destinatario sea cubierto por el
adversario: una entrega apresurada provoca problemas de recepción para el compañero a
quien se destina el pase. El factor tiempo, entonces, debe tenerse en cuenta como condición
fundamental para no perder la posesión de la pelota, una posibilidad siempre latente cuando
se hace un pase.
El pase a realizar está condicionado por la situación imperante en el juego, en el
momento que él entra en posesión del balón. No hay nada definido al respecto.
Tampoco es axiomático que todos los pases deban efectuarse hacia delante. En muchas
oportunidades, intentarlo puede ser un error. Por el contrario, el pase hacia atrás -muchas
veces criticado- puede ser una fórmula ideal para superar la oposición del adversario y
encarar el ataque con francas posibilidades de ataque. En tal sentido, una frase de Cesar
Menotti lo sintetiza: "salir para poder entrar".
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 Desmarque y distracción
¿Cuántas opciones tiene un jugador cuando lleva la pelota? Son tres. La primera apunta
a un lugar y va a ese lugar. No engaña a nadie porque prepara al rival que estará esperando
ese pase. La segunda, no anuncia nada. Esta es mejor, tampoco engaña, porque mantiene la
expectativa de los adversarios, los deja en tensión y, en definitiva, siguen preparados. Y por
último, la que debe hacerse, la que anuncia que va a la derecha y cambia para la izquierda.
Es la que engaña y desequilibra y crea duda al contrario, que no sabe qué se va a hacer,
para que lado va a salir. Es también muy importante psicológicamente. El pase puede ser en
diagonal o en línea recta y este concepto básico es el que debe dominar todo jugador: el
engaño.
Se ve, de esta manera, la clara diferencia que existe entre desmarque y distracción.
Desmarque es escapar de la marca de un rival para recibir la pelota y distracción, en
cambio, es tratar de que lo persigan a un jugador, para permitir que lo haga libre un
compañero. Los jugadores que por sus características se manejan bien en la zona de
definición deben producir siempre o casi siempre, su participación en la jugada de afuera
hacia adentro. Este tiene que ser el sentido del desmarque. Para recibir donde actúa con
mayor eficacia.
 El amague
El amague o engaño es un concepto básico en el fútbol. Puede resumirse en una frase:
"Cuando voy vengo y cuando vengo es que voy". Es una manera de ganar los dos metros
necesarios para dominar, tocar y seguir con el funcionamiento que debe tener un equipo. Es
una de las formas más concretas de eludir las marcas personales. A Johan Cruyff se lo
consideraba un maestro del amague: cuando caminaba era porque iba a picar de repente y,
cuando picaba, se frenaba bruscamente. Ganaba espacio con una facilidad asombrosa. Ese
concepto es fundamental. Hay algunos jugadores que creen que desmarcarse es moverse y
empiezan a moverse a un mismo ritmo. Se mueven durante los noventa minutos sin poder
sacarse de encima a un marcador. Lo que hacen, de ese modo, es facilitar el trabajo del
marcador. Tienen que hacer justamente todo lo contrario: cuanto más pegajosa es la marca,
más quietos tienen que quedarse y romper con sorpresa el ritmo. Lo manejaba Cruyff a la
perfección. Venía flojo, caminando, como ausente y, de pronto, rompía ritmo, ganaba los
metros necesarios, recibía y dominaba.
Amagar es un argumento muy poco utilizado y debería ser uno de los conceptos
fundamentales para el desequilibrio. Es que para el jugador le resulta difícil, pero mucho
más lo es trabajar para la distracción de otro compañero, sobre todo con los jugadores
sudamericanos, que van siempre a pedir la pelota porque tienen demasiado cariño por el
balón. A los argentinos, los brasileños y los uruguayos les cuesta mucho entender la
importancia de jugar sin la pelota.
 Cómo se juega sin la pelota
Obviamente, juegan sin la pelota todos aquellos jugadores que no están en posesión de
ella. Defendiendo o atacando, el concepto no varía. Esto desde el punto de vista ideal.
Juega sin la pelota y bien, aquel que se desplaza y arrastra una marca (concepto del
desmarque en el punto anterior) para dejarle el camino libre a un compañero, o el defensor
que se prepara para anticiparse a un posible pase destinado a un delantero a su cuidado. No
juega sin pelota aquel jugador que permanece estático siempre (no el concepto de quedarse
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parado para cambiar violentamente de ritmo que vimos en Cruyff), que no se mueve para
crear zonas de recepción o para tapar un acuerdo a las circunstancias y exigencias de su
puesto.
La subida de los defensores es una clara jugada sin pelota. Por supuesto que debe
responder a un ordenamiento estratégico y que debe tener sorpresa. Por lo general se lo
utiliza con la proyección de los laterales y deben ser los delanteros que ocupan ese sector
los que fabriquen la distracción. Veamos en profundidad.
 Subida de los defensores
Lo que hay que tener claro es cuándo deben subir los defensores, para qué deben subir y
por dónde. Esta maniobra tiene dos interpretaciones: para algunos técnicos sirve en la
medida que provoque sorpresa y que el definidor no sea el defensor que escala. Este
concepto es el que sostienen los defensores del fútbol de especialistas. El otro es el que
defiende a los polifuncionales.
Estos últimos sostienen -partiendo de la idea del fútbol total- que todos los jugadores
pueden jugar en cualquier posición y defender o definir. Lo que hay que clarificar es para
qué suben. Una cosa es si lo hacen para distraer y otra, muy distinta, si lo hacen para
definir. Hay muchos defensores, principalmente en el fútbol argentino, que nunca
estuvieron frente a frente con un arquero. Seguramente cuando lo hagan no tendrán la
habitualidad de los delanteros y lo más seguro es que fallen en la definición. Este ejemplo
puede verse cualquier fin de semana en cualquier cancha argentina. El tema es hasta
psicológico: para un arquero no es lo mismo enfrentar en el mano a mano a Maradona que a
un defensor que en diez años en primera división marcó cinco goles y éstos son los que
abundan en el fútbol. Los defensores con poder ofensivo, capaces de ser importantes en la
zona de definición, son las excepciones. Además, para que un lateral vaya al ataque tiene
que hacerlo sincronizadamente y con un acertado criterio en los relevos. No pueden subir
juntos los laterales y los centrales porque es la mejor manera que puede tener el rival para
responder con un contraataque veloz.
Otra de las formas de jugar sin pelota son las jugadas preparadas, sobre todo aquellas
que se intentan con pelota detenida. Analicémoslas.
 Las jugadas preparadas
Son un aditamento; no pueden convertirse en el único argumento para llegar al gol,
como ocurrió con determinados equipos. Muchos creen que es obra de entrenadores
"modernos" que comenzaron a aplicarlas en la segunda mitad de este siglo. Sin embargo, su
nacimiento se pierde en la noche de la historia táctica del fútbol. A partir de la creación del
área grande (en los comienzos del fútbol no existía y se ideó para defender al fútbol de la
violencia), fueron varios los directores técnicos, especialmente europeos, más
concretamente ingleses, los que trataron de aprovechar las situaciones en los tiros de
esquina, en los tiros libres fuera y dentro del área y hasta en los saques de banda. Hubo
también quienes trataron de capitalizar provecho con una jugada en la salida al comienzo
del partido o del segundo tiempo. En este último caso no hay demasiados antecedentes de
que haya prosperado y hasta resulta ridículo que un entrenador pierda tiempo en un
entrenamiento practicando una jugada que difícilmente logre beneficios.
Son infinitas las posibilidades de maniobras con pelota detenida, pero siempre van a
depender de la sensibilidad de pegada del ejecutante y de la capacidad de definición en la
búsqueda de los receptores. En estas jugadas es donde puede utilizarse con criterio la
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subida de los defensores, de manera particular aquellos que son buenos cabeceadores.
Una de las fórmulas más eficaces que tuvo (y todavía tiene) el tiro libre directo desde
afuera del área fue la famosa "folha seca" (la pelota caía lentamente detrás de la barrera
como una "hoja seca en el otoño"), cuyo ejecutante más eximio fue Waldir Pereira, Didí,
uno de los jugadores más talentosos que dio el fútbol mundial y reconocido posteriormente
como técnico de primer nivel por sus convicciones. La fórmula para contrarrestarla fue muy
simple: el arquero, que antes cubría nada más que la mitad del arco y el resto era destinado
a la barrera, se corrió más al medio para tratar de llegar al remate que superaba a los
compañeros dispuestos frente al ejecutante. Pero también fueron los brasileños los que
encontraron una nueva fórmula cuando Roberto Rivelinho utilizó el "fuerte y al palo del
arquero", todo lo contrario al concepto anterior y que le dio muy buenos resultados en el
Corinthians, su equipo en San Pablo, y en la selección brasileña que ganó el Mundial de
1970.
En estos casos, las jugadas preparadas son simples y dependen exclusivamente de la
fenomenal capacidad de pegada de dos grandes jugadores: Didí y Rivelinho. En otros, se
recurre a sofisticados movimientos, que en muchos casos no cumplen con la misión de
distraer para provocar sorpresa. Esto no significa, de ninguna manera, que no deben
practicarse en los entrenamientos, pero lo que tal vez habría que revisar es la utilidad
práctica de esas jugadas. Para ello sería interesante recurrir a las estadísticas. Desde el
Mundial de México de 1986, todos los saques laterales próximos a la línea final se hacen al
área dividiendo la pelota, como si fuera un centro. Si normalmente se cuestiona a los
equipos que utilizan la vía de los pelotazos para llegar ¿qué sentido tiene, entonces, hacerla
con las manos, cuando se puede asegurar el pase a un compañero y al pie?
El cuestionamiento a esa jugada admite también una pregunta clave: ¿cuántos goles se
convirtieron como consecuencia de un saque de banda que llega al área? Ninguno de
nosotros podrá recordar más de dos o tres en una jugada que se repite cientos de veces en
miles de partidos.
 El pressing
A partir del Ajax de Amsterdam y la selección holandesa, que presionaban a los rivales
para quitarles espacios y tiempo para pensar, se incorporó la moda del pressing y todos los
equipos del mundo, en mayor o menor medida lo adoptaron y no a todos les dio el mismo
resultado. El pressing no puede aplicarse como norma: debe ser una respuesta más para
aplicar de acuerdo con el adversario y las características de determinados partidos. No se
puede decir concretamente: este equipo presiona siempre porque los propios holandeses en
su época de esplendor tuvieron serias dificultades para ponerlo en práctica. El propio Rinus
Mitchels, considerado uno de los padres del sistema de presionar, reconoció que para
hacerlo hay que tener los jugadores apropiados. Explica en su libro FÚTBOL EUROPEO
que fue muy difícil poder aplicarlo con otros equipos porque le faltaban aquellos jugadores
que en los distintos lugares de la cancha supieran manejar el concepto.
Hay que insistir en el tema que debe hacerse con determinados equipos. Es suicida, por
ejemplo, hacerlo contra una línea de fondo que se caracterizara por la precisión en la
pegada y el manejo, como solían ser los equipos brasileños de hace unos años. Con un
notable manejo técnico se puede salir de esa situación y complicar seriamente al equipo que
presiona porque lo tomaría a contra pierna.
Todo el mundo marca, todo el mundo presiona, pero no siempre bien. Para presionar hay
que saber utilizar el fuera de juego, como lo hace a la perfección el Milán de Arrigo Sacchi.
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A equipos que juegan con libero y stopper se le hace muy difícil presionar si no manejan el
fuera de juego. Porque presionar significa reducir espacios en toda la cancha y si el rival
utiliza un delantero de punta, el stopper debe seguirlo y entre ese defensor y el resto del
equipo hay un espacio que es fácilmente utilizable para meter pelotazos. Por eso, cuando el
Milán presiona, Franco Baresi llega hasta casi la mitad de la cancha para agrandar el
espacio del fuera de juego y reducir el de los contrarios en el contraataque.
El pressing, entonces, está dado en la precisión individual del equipo. En la visión de los
hombres que rápidamente adivinan la jugada, intuyen como va a jugar la pelota el rival (de
primera o intentar dominarla) para estar arriba en ese momento. Hay que obligar al
adversario a acelerar la acción porque cuanto más acelere, más impreciso será y más
posibilidades de recuperación tendrá el equipo que presiona, que es, en definitiva, lo que se
busca con el pressing.
Lo que muy pocos equipos saben es qué hacer cuando se recupera la pelota. Lo ideal
sería manejar la mayor cantidad de variantes en el contraataque, pero cuando no se puede lo
indicado es agrandar la cancha y asegurar la pelota.
 Contraataque
El contraataque no es -como algunos suponen- recuperar la pelota y salir corriendo para
adelante. Tampoco es una táctica porque nadie, absolutamente nadie, puede decir que lo va
a utilizar como argumento. Hay que pensar qué pasaría si los dos técnicos de los equipos
que se enfrentan disponen el contraataque como base de su juego. Se llegaría al absurdo de
que la pelota quedaría en el medio esperando que alguno se decida a pasar la mitad de la
cancha para que el otro se decidiera a atacar. Por supuesto que el contraataque es un arma
fundamental, sobre todo cuando se lo hace preparando la salida masiva y buscando la
superioridad numérica. Sin superioridad numérica no existe el contraataque.
Lo que hay que pensar es cuál es la formula para oponer al contraataque estando en
inferioridad numérica. La más lógica es el fuera de juego.
¿Cómo se contrarresta el fuera de juego? Ya lo vimos: pasando por detrás del que lleva
la pelota. Uno de los errores más frecuentes del jugador es pasar al compañero que lleva la
pelota, porque si les pasa la pelota están fuera de juego. Como la mayoría de las jugadas en
el fútbol, lo que debe privar en el contraataque es el engaño: empezar por un sector para
terminar por el otro. Hay que advertir que uno de los jugadores va a ser el receptor y los
otros están para distraer.
 El cabezazo
El ideal del fútbol sería jugar la pelota con los pies y al ras del piso, pero no siempre se
puede concretar por la oposición del rival. Se hace necesario, entonces, utilizar el juego
aéreo. El recurso más efectivo es cabecear, que, con algunas limitaciones, permite los
mismos toques que se realizan con los pies.
Se sabe que no todos los jugadores tienen un dominio acabado de la técnica del
cabezazo, pero, para algunas funciones se hace imprescindible conocer los fundamentos
básicos de manera especial en los marcadores centrales. Son dos las partes de la cabeza con
las que se puede pegar a la pelota: la frente y los parietales. La zona frontal pareciera la más
efectiva por ser la más dura, la más ancha y, además, permite seguir con la mirada la
trayectoria de la pelota y elegir el destino del cabezazo.
Se puede cabecear con el jugador detenido o en carrera, saltando o con los pies
apoyados. Las técnicas están claramente supeditadas a la predisposición natural del jugador
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para resolver con ese tipo de jugada y muy poco tiene que ver con la estatura. Hubo casos
de excelentes jugadores en el fútbol nacional e internacional que no superaron la talla
media. Tal vez el mejor ejemplo sea el primer gol de Brasil a Italia en el Mundial de 1970.
Pelé, quien tenía una estatura normal, superó en el salto a Fachetti, diez centímetros más
alto que él, por casi medio metro, y los dos fueron a buscar el envío aéreo desde casi la
misma posición. Se trató de un hecho de coordinación, de tiempo y distancia del fenomenal
futbolista brasileño.
Los ejemplos a nivel nacional pueden ser Norberto Raffo, delantero de Banfield y de
Racing en el equipo de José, ganador de la Copa Intercontinental, u Osvaldo Potente,
brillante delantero en la década del '70 y actual ayudante de campo del técnico uruguayo
Oscar Washington Tabarez. Los dos eran de baja estatura y fueron excelentes cabeceadores.
Cabecear con los parietales es un problema porque solo puede dominarse el golpe de
uno solo de los costados. Generalmente el futbolista diestro muestra mayor habilidad con el
parietal izquierdo. Si el centro desde la derecha cae en el área, podrá rematar al arco con su
perfil más apto. En cambio, si el centro sale del sector izquierdo, tendrá más dificultades
para hacerlo.
Una de las formas de sorprender con el cabezazo es lo que en la Argentina se llama
"peinar la pelota" o "peinada". Es cuando el jugador, detenido o saltando, desliza o rebota
con la frente la pelota hacia atrás inclinando el tronco y la cabeza en la misma dirección. Se
puede emplear en jugadas preparadas de córner y tiros libres desde los laterales. Un jugador
va a buscar el centro y la "peina" en dirección a sus compañeros, engañando a los
defensores adversarios.
 El fuera de juego
El fuera de juego es utilizado por primera vez en Argentina por Argentino Geronazzo y
Osvaldo Zubeldía. Con esa fórmula, Atlanta fue sorpresa, pero en la actualidad no puede
ser táctica. Es un recurso y así hay que entenderlo.
¿Para qué se usa ese recurso? Para achicarles los espacios útiles al adversario, cuando el
equipo queda en inferioridad numérica (como ya lo apuntamos) o cuando el equipo va con
mucha gente al ataque y pierde la pelota.
¿Cuándo y por qué se tira el fuera de juego? Hay que diferenciar lo que significa jugar al
fuera de juego en lanzamientos largos y otra achicar. Se achica para agrandar la zona de
impedimento del rival. Es decir, reducir la zona útil. Al reducir la cancha, el rival encuentra
menos espacios para jugar. Al jugar al fuera de juego hay que tener en cuenta que en todo
balón jugado hacia atrás por el rival debe producirse el achique inmediato de los
defensores. ¿Por qué? Porque si el que lo recibe lo juega para adelante, quedarán algunos
en fuera de juego, entonces se le reduce, de esa manera, la cancha. Además, como la idea es
ahogarlos, se le reduce también el tiempo y se lo obliga al adversario a jugar
apresuradamente. Se aumenta también las posibilidades de recuperar la pelota.
Al tirar el fuera de juego, nunca se debe dejar libre al futbolista que lleva la pelota,
porque si se hace, le da tiempo a que quien lleva el balón retenga y piense. Al primer toque
hacia atrás, hay que realizar el achique inmediato. Pero si este jugador sigue atrasando la
pelota no debe achicarse porque se le da el tiempo justo a cualquier jugador que esté detrás
de la línea de la pelota, para que pique y aparezca solo.
Lo importante en el achique, entonces, no es provocar el fuera de juego, sino agrandarle
la zona inútil al equipo contrario. Reducirle la cancha. Así es mucho más fácil recuperar la
pelota y jugarla.
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Lo inmediato después de tirar el fuera de juego es agrandar nuevamente el campo. La
cancha debe volver a medir 100 por 65.
¿Cómo se contrarresta cuando los rivales juegan el fuera de juego? El concepto básico es
cambiar la orientación de la pelota. Se trata de encontrar espacios que el adversario quiere
reducir. Los contrarios vienen a presionar a quien tiene la pelota. ¿Qué hay que hacer?
Girar y tocar para atrás. Agrandar para atrás el espacio que el adversario reduce para
adelante y dar tiempo suficiente para que un compañero, detrás de la línea de la pelota,
pique y sorprenda. Los de adelante tienen que desentenderse totalmente de la jugada, hasta
que el balón sea lanzado. Entonces, deben acompañar. Hay algunos equipos que cuando
rompen el fuera de juego, el lateral llega a la línea de fondo y no encuentra a ningún
compañero porque siguen saliendo de la jugada. Una vez que partió la pelota, hay que
acompañar al que la lleva. Porque a veces es muy difícil romper el fuera de juego, que suele
hacerse por afuera, por los laterales. Se necesitan dos jugadas para llegar al gol: que el que
rompe el fuera de juego llegue al fondo y haga el pase al que acompaña para que defina.
 Velocidad y Precisión / Velocidad y Fuerza
En su desarrollo, el fútbol es velocidad con precisión. En la preparación de un equipo lo
primero que tiene que hacer un entrenador es lograr precisión para después ir ganando
velocidad. Defender la precisión significa resguardar la posesión de la pelota y el control de
la situación. El jugador más rápido es el que resuelve antes, no el que corre más ligero. Los
equipos más veloces son aquellos que llegan a ponerse en situación de gol atravesando el
terreno en el menor tiempo posible.
Los equipos lentos son aquellos, aunque aparezcan como lo contrario, que pasan el
terreno acelerando pero llegan en malas condiciones a la zona de definición. Los equipos
que creen que son veloces porque meten pelotazos de 40 metros, juegan a la lotería. Es
preferible siempre una pelota clara y asegurada hacía atrás que una a dividir hacia delante.
Aunque a muchos les parezca lo contrario, es más rápido y se gana tiempo.
Individualmente pasa exactamente lo mismo. Un jugador puede ir muy rápido con la
pelota, pero si no la va controlando, lo más probable es que la pierda o que no genere
ninguna jugada productiva para el equipo.
En cuanto a la velocidad física -por llamarlo de alguna manera- es una de las variantes
que tiene el fútbol y que es posible aprovechar. Pero siempre y cuando no lo haga perder
precisión. Veremos que en este concepto se insiste porque es una de las causas principales
por las que el fútbol ha perdido su sentido estético. Cuando se quiere habilitar a un
compañero veloz que busca a destiempo una pelota en profundidad, generalmente se cae en
los pelotazos divididos.
La velocidad está dada también en los cambios de ritmo porque interviene la sorpresa
que "frena" al adversario. Hay muchos jugadores que no parecen rápidos, pero tienen un
cambio de ritmo que deja parados a los adversarios. Lo que se busca es desequilibrar al
adversario y ese cambio de ritmo es un medio más. Hay jugadores, entonces, que sin ser
velocistas, dominan ese cambio de ritmo, utilizan la inteligencia y el engaño. Cuando dan la
impresión de frenarse, aceleran y sacan una gran ventaja sobre los rivales sin ser
demasiados rápidos. Lo hacen varias veces en la carrera y cuando parecen que están al
máximo, les queda un poco más de aceleración. Y al revés, cuando aparentan acelerar con
un cambio de paso, frenan y sorprenden. Sorprenden siempre y ganan: de eso se trata y no
de correr más rápido.
Este cambio de ritmo se puede hacer también de manera colectiva. Un equipo que
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distraiga con tres o cuatro toques consecutivos y, de pronto, pone una pelota larga. Este
cambio de ritmo es velocidad y fue muy bien manejado por equipos que -también- en
apariencia eran lentos, como el Peñarol de los años sesenta.
La otra coordenada que se menciona como importante en el fútbol es la fuerza. Hay
mucha gente que supone que a través de la fuerza se logran resultados. Cuando se habla de
fuerza en fútbol ocurre lo mismo que con la velocidad: no siempre es bien entendida. La
fuerza es la capacidad física para poder estar los 90 minutos en plenitud y desarrollar la
técnica y utilizar la inteligencia con la misma, intensidad. Este es un concepto fundamental
en el fútbol. Muchos lo confunden con chocar, pelear, golpear.
En todo caso, cuando hay que ir a pelear una pelota dividida es más importante la
astucia. De otra manera no se justificaría que en muchas pelotas divididas ganen jugadores
menos corpulentos que otros. El ejemplo puede ser Osvaldo Ardiles, que se consagró como
uno de los mejores recuperadores de pelota en un fútbol como el inglés, en el que
aparentemente predomina la potencia física.
 Hombre o zona
Una de las mayores polémicas instaladas en el fútbol actual está referida a la efectividad
de la marca zonal o la de hombre a hombre con libero y stopper. Si se simplifica la cosa y
se trata de medir por los resultados no se llegaría a ninguna conclusión determinante,
porque la selección Argentina ganó dos campeonatos empleando ambos sistemas (zona en
1978 y hombre en 1986). Si se mide por las actuaciones de los mejores equipos mundiales,
el Milán ganó la mayoría de los torneos internacionales que disputó actuando en zona y
achicando, pero otros equipos, como el Inter de Milán, logró muchos lauros con "el
catenaccio" que instrumenta el técnico Trappatoni.
Con lo que seguramente no surgirán dudas en si se intenta buscar las diferencias entre un
sistema y otro en lo estético. Mirar un partido en el que juegan dos equipos que hacen
hombre a hombre es, sin ninguna duda, menos atractivo que otro en el que por lo menos
uno de los rivales juega en zona.
Hay quienes dicen que la marca personal es más complicada en su estructuración pero
todo es en apariencia. Este sistema le quita belleza al fútbol. Generalmente se dice que "las
marcas le restaron belleza al partido" y es así.
Tal vez lo más importante de las marcas en zona es que los jugadores toman conciencia
de que juegan contra un equipo y no contra un solo jugador, individualmente, como ocurre
en las marcas personales.
 Los secretos del arco
Ese jugador tan peculiar del fútbol que es el arquero tiene ciertas franquicias en su zona
de influencia más directa. El reglamento de juego lo autoriza a usar las manos dentro del
área penal y le reconoce algunos privilegios en el área chica.
El arquero es, por lo general, el último escollo que presenta un equipo para evitar el gol
del adversario. Su función tiene, por consiguiente, gran importancia. Con las
particularísimas prerrogativas y limitaciones propias del juego, su tarea contiene, además,
elementos que lo ligan a la generación de ofensiva de su equipo, a través de las entregas;
debe convertirse también en un orientador por la privilegiada posición de ver todo desde
atrás.
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 Los penales
Los arqueros comenzaron a tener mayor difusión que la que habían tenido hasta
entonces como consecuencia de la definición de los torneos mundiales por la vía de los
remates desde el punto del penal cuando los encuentros terminaban empatados. En la
Argentina, que la selección dirigida por Carlos Salvador Bilardo haya llegado a la instancia
final en Italia por esa definición, sobredimensionó el hecho y se dijo que las detenciones de
Sergio Goycochea eran consecuencia del trabajo, algo que no resiste ningún análisis serio.
Los penales dependen pura y exclusivamente del azar.
Si bien es cierto que puede atribuírsele a la difusión de la televisión que algunos
arqueros "descubren" los secretos de determinado jugador en la ejecución de un tiro penal,
no significa que ello haya disminuido la eficacia: el promedio en el mundo entero sigue
manteniéndose: el 68 por ciento los penales se convierten, y el 32 por ciento, no; de los
cuales el 17 por ciento es detenido por los arqueros y el 15 por ciento restante es desviado
por los ejecutantes.
No hay misterios en la ejecución de un penal. El remate puede ir a la izquierda, a la
derecha o al medio del arco. Esto parece una obviedad, pero no lo es. Y el arquero debe
elegir una de las tres alternativas. Si acierta, puede detenerlo, de lo contrario será gol.
CONCLUSIÓN FINAL
Hemos analizado, a grandes rasgos, las jugadas y algunos planteamientos tácticos y
estratégicos que se desarrollan en un campo de juego con el criterio de sacar el mayor
número de conclusiones de un partido y poder reflejarlo en una crónica. Todos estos
elementos -debidamente ampliados y debatidos- servirán para tener una mayor
información. De todas maneras, para los periodistas deportivos es valioso todo el material
previo que se pueda obtener (la visita semanal a los entrenamientos, por ejemplo, y también
las estadísticas u otros datos), para enriquecer la gama de conocimientos.
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3° parte
EL DESARROLLO DEL FÚTBOL ARGENTINO
ALUMNI
Nunca fue un club. Sólo un equipo de fútbol. Luego de ganar el campeonato de 1900,
sus integrantes, ex alumnos de la English High School, tomaron el nombre con que
inscribirían su gloriosa historia: ALUMNI. Además de Alejandro Watson Hutton, los otros
pilares del grupo fueron los esposos Diego Brown y Elisa Gibson: siete de sus catorce hijos
formaron en el equipo. Jorge Brown, el hermano mayor, fue su capitán y el jugador más
destacado, verdadero símbolo de los futbolistas de aquella época.
Alumni ocupó los primeros planos de la década del ‘10. Pero supremacía del equipo no
se agotó en esa trayectoria. Inspirado en el principio del juego limpio, fue un autentico
modelo de ética deportiva. Y pasaría a la posteridad como una "escuela de campeones".
Nuestro fútbol naciente ya iba conformando su identidad. Y recibió de visita a varios
equipos ingleses de primera división. El primero fue Southampton, en 1904. El presidente
de la República, el general Julio Argentino Roca, se contaba entre los ocho mil aficionados
que asistieron al triunfo de los ingleses sobre Alumni por 3-0. Luego arribaron más equipos
británicos, incluido en combinado de África del Sur, al que Alumni venció por l-0.
Fútbol de ingleses. Fútbol inglés, aunque ya estaba dejando de serlo. En los ámbitos en
que la flema y la caballerosidad no servían para la supervivencia de todos los días, el fútbol
criollo crecía con un impulso incontenible. Sin el dinero necesario para comprar arcos, las
camisetas, ni siquiera la pelota (comenzó a rodar de trapo), los pibes de los barrios se
reunían en una vieja estación de trenes, en torno al banco de una plaza, o en las veredas de
sus casas para construir un equipo.
La incorporación masiva de los criollos y los hijos de inmigrantes en el período
finisecular y el gran auge que tuvo el fútbol en los primeros años del siglo XX, tuvieron un
aspecto destacado en la integración de los inmigrantes en el medio local.
En el libro "Fútbol: Pasión de multitudes y de elites”, de Ariel Scher y Héctor Palomino
(1988), se resume esa etapa con lucidez: "Después de Alumni, se introdujo en los clubes
que nucleaban las familias acaudaladas, como Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires o San
Isidro. Pero, finalmente, el fútbol formó parte de un intenso movimiento asociativo que
animó a nuestro país a fines del siglo y a principios del actual. Junto con sindicatos,
sociedades de ayuda mutua u organizaciones de distintas comunidades de inmigrantes,
fueron surgiendo clubes dedicados preponderantemente o exclusivamente al fútbol".
“Entre los fundadores de los clubes había numerosos inmigrantes o hijos de inmigrantes,
sobre todo italianos. Sin embargo, el origen étnico no parece haber sido definitorio, pues en
todas las instituciones convivían italianos, gallegos, franceses y criollos. Esa presencia
multinacional permitiría esbozar la hipótesis de que el fútbol contribuyó a acelerar la
integración de los inmigrantes en el medio local y a superar las diferencias idiomáticas y de
costumbres prevalecientes a principio de siglo”.
FÚTBOL NACIONAL
El fútbol nacional comienza entonces, a tener identidad a partir del acceso de las capas
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populares, fundamentalmente al disolverse Alumni y al aparecer Racing.
En lo institucional, la entidad original (Argentina Association Football League) se había
convertido en la Argentina Football Association. Esta sufrió su primer cisma de
importancia, del que surgieron dos entes distintos: la Federación Argentina de Football y la
Asociación Argentina de Football. Por primera vez, los nombres se castellanizaban.
En lo deportivo, aparecen los primeros ídolos nacionales. Francisco Olazar y Natalio
Perinetti compiten en popularidad con las figuras del espectáculo y la política argentina.
Los dos son de origen humilde y el pueblo los toma como modelos.
El extraordinario auge que siguió teniendo el fútbol, principalmente en la década del '20,
hace nacer el "amateurismo marrón". Una huelga precipita la instauración del
profesionalismo y nace una conciencia gremial en los jugadores argentinos que les permite,
años más tarde, constituir la primera organización sindical del mundo que nuclea a los
futbolistas. El modelo fue tomado por todas las entidades de su tipo en casi todo el mundo.
Pero aquella primera huelga fue solo el detonante de una situación que se venía planteando
desde hacía muchos años y que tenía un profundo contenido social.
Si bien la huelga fue uno de los factores, el conflicto que origina la practica profesional
del fútbol enfrentaba de hecho a dos ideologías deportivas, sustentadas en actores sociales
claramente diferenciados. Quienes propagaban la continuidad del amateurismo defendían
una concepción que podría llamarse "aristocratizante". Para ello, el perfeccionamiento en el
deporte debía ser alcanzado sin que mediara ningún "estimulo espurio". Por supuesto, esta
modalidad beneficiaría a quienes podrían disponer libremente de su ocio para la práctica
del deporte, o sea individuos ubicados socialmente entre las clases más pudientes. Los
defensores del profesionalismo, en cambio, estaban animados por una ideología, si se
quiere, más "democratizante": rentar a los jugadores permite que quienes "deben trabajar
para vivir" se dediquen por entero al fútbol, igualando sus posibilidades con quienes
disponen de tiempo porque no deben procurarse el sustento. Pero esta segunda concepción
abre también la posibilidad de que constituir el fútbol como negocio, es decir, una actividad
en la que se pueden realizar inversiones y obtener las correspondientes ganancias. En este
sentido, democracia y mercado se combinan como elementos legitimadores del cambio
propuesto.
La disputa entre estas concepciones tiñe los orígenes del fútbol. Surgido como una
actividad recreativa desarrollada por los jóvenes de clase alta en los colegios ingleses y en
las universidades, fue derivando poco a poco en práctica frecuente de los sectores
populares, quienes fueron los que más insistieron para la implantación del profesionalismo,
en razón de las perspectivas de movilidad y ascenso social que les proporcionaba.
LOS PRIVILEGIOS
En 1934 se funda la Asociación de Fútbol Argentino y la primera etapa de la entidad es
importante porque en ella se sientan las bases para el desarrollo posterior institucional y de
la actividad futbolística, dos fenómenos íntimamente ligados. Por un lado se implantaron
los mecanismos que privilegian a ciertos clubes en la toma de decisiones dentro de la AFA:
desde el comienzo es manifiesta la diferenciación entre clubes grandes y chicos, que se
cristaliza en la práctica del voto calificado o proporcional. Esa medida fue calificada en su
momento como antipopular, pero al cabo del tiempo hay quienes sostienen que la vuelta a
esa práctica puede significar una de las soluciones para los problemas que aquejan al fútbol.
En la actualidad, Boca o River, los dos clubes con mayor poder de convocatoria, tienen en
el Comité Ejecutivo un voto, lo mismo que Deportivo Español o Racing de Córdoba, cuyas
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hinchadas son mínimas.
Por el otro lado, se verifica un acercamiento cada vez más estrecho entre la AFA y el
Estado, hecho que preanuncia la etapa posterior. Y junto con esos aspectos se observa el
fruto de su combinación: la construcción de estadios, que aumenta la distancia económica
entre las entidades grandes y chicas y compromete la relación de AFA con el Estado,
proveedor de fondos y favores.
RACING, SUCESOR DE ALUMNI
En 1911 la hegemonía de Alumni llegaba a su fin. Habían ganado el campeonato de ese
año con muchas dificultades y al termino del torneo decidieron disolver el equipo.
Representaban un fútbol que comenzaba a vivir su ocaso. El último gesto fue elocuente:
distribuyeron los fondos que quedaban entre sociedades de beneficencia.
Aparece Racing, el sucesor. Entre 1913 y 1919 conquista siete campeonatos seguidos, en
los que sólo cayó derrotado en cinco partidos. Nace "La Academia". Y con ella un estilo
que comienza a definirse. Pasaron a la historia con un conjunto de grandes jugadores:
Francisco Olazar, centro medio que buscó perfeccionar su juego hasta el ideal; Alberto
Ohaco, a quienes los hinchas de la época consideraban un verdadero artista, y junto a él,
Caravelli, Marcovechio, Hospital y Perinetti integraron la primera gran delantera del fútbol
nacional.
El final de la década del ‘10 y la llegada de la década del ‘20 marcan un hito. Los que
más adelante serían los clubes más populares ganaban su primer campeonato: Boca en 1919
y River en 1920. Ambos provenían de la misma barriada, de las mismas casas de madera y
chapa, de las mismas riberas del Riachuelo. Unos alentaban a "Mérico" Tesorieri, el
arquero leyenda, y a Calomino, "Calumín", inventor de fantasías, entre ellas "la bicicleta".
Los otros a Carlos Isola, un arquero sorprendente, "el hombre de goma". Nacía la mayor
rivalidad futbolística del país.
Los años ‘20 serían para nuestro fútbol los de su ingreso a la edad adulta. Se apoderó
definitivamente del alma popular y lo maravilló con su estilo. El primer triunfo
internacional fue el del campeonato sudamericano de 1921, jugado en Buenos Aires. El
seleccionado nacional se impuso a Brasil, luego a Paraguay y finalmente a Uruguay, con un
gol de Julio Libonatti, el brillante delantero rosarino, quien, además, fue el primer futbolista
argentino contratado por el fútbol italiano.
Si bien el fútbol el fútbol argentino se hallaba dividido en dos federaciones, los clubes
grandes se consolidaban: en la Asociación Amateur ganaban campeonatos River, Racing,
Independiente y San Lorenzo; en la Federación Argentina, Boca y Huracán. Luego de ganar
los torneos de 1919, 1920, 1923 y 1924, Boca consolidó su identificación con las capas
populares luego de su exitosa gira por Europa. Jugó l9 partidos, ganó 15, empató uno y
perdió solamente tres. A su regreso fue consagrado campeón de honor, en mérito a su
formidable campaña europea.
Y siguieron los éxitos internacionales. En 1926 se ganaba otro sudamericano en Buenos
Aires y en 1927, con un equipo armado con lo mejor de las asociaciones, ya unificadas,
obtiene el primer sudamericano fuera del país. En Lima le convierte 7 goles a Bolivia, 3 a
Uruguay y 5 a Perú.
El fútbol argentino cierra la década del ‘20 logrando el sudamericano del '29 sobre Perú,
Uruguay y Paraguay, que obtiene el subcampeonato.
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LOS JUEGOS OLÍMPICOS
El Congreso de la FIFA, realizado en Suiza en 1906, había decidido organizar un
campeonato de fútbol en los Juegos Olímpicos de Londres de 1908. Tomaron parte seis
equipos (Francia participó con dos conjuntos). En el torneo se registraron resultados
récords, como el l7-l con el que Dinamarca aplastó a Francia. El título quedó en manos de
Inglaterra, que en la final venció a los daneses por 2-0 ante 8.000 espectadores. La misma
final y el mismo campeón se repitieron en los Juegos de Estocolmo de 1912. También se
registraron resultados catastróficos como el 16-0 de Alemania a Rusia. Con un 4-2 en la
final sobre los locales, los ingleses se consagraban los mejores internacionalmente en los
primeros años del siglo.
Las cosas cambiaron para Inglaterra en los años siguientes. La Primera Guerra Mundial
paralizó la actividad deportiva y en la reanudación, en Amberes 1920, el signo fue el
escándalo. En la final contra Bélgica, los checoslovacos dejaron el campo en la mitad del
partido considerándose perjudicados por el árbitro inglés Lewis. Fueron descalificados y
Bélgica consiguió el título haciendo valer su condición de local.
El fútbol en los Juegos Olímpicos tuvo su gran despegue en París 1924. Allí apareció
deslumbrando al mundo la habilidad de los rioplatenses. El Uruguay de Nasazzi, Scarone,
Andrade (3-0 en la final ante Suiza frente a 60.000 espectadores) fue netamente superior a
sus rivales y dejó las huellas de un estilo.
En 1928, en los Juegos de Amsterdam, Holanda, se presentó por primera vez un equipo
argentino. Luego de vencer a los Estados Unidos 11-2, a Bélgica 6-3 y a Egipto 6-0, debió
jugar la final con los uruguayos, cuya rivalidad había crecido como consecuencia de varios
enfrentamientos con algunos problemas en los campeonatos sudamericanos. El primer
partido finalizó empatado en un tanto y debieron recurrir a un nuevo encuentro, en que los
uruguayos se impusieron por 2-l, naciendo una leyenda que se prolongó por años,
principalmente cuando en 1930 los orientales volvieron a imponerse en la final del mundial
y que sostenía que los argentinos eran "blandos" para ese tipo de instancias.
El fútbol de los Juegos Olímpicos comenzaron a desvirtuarse en su esencia cuando, a
partir de 1952, ingresaron los países del entonces bloque socialista. Enfrentaba a jugadores
con varios partidos internacionales a nivel de selecciones nacionales con conjuntos
juveniles o de amateurs. Todos los torneos en que participaron los ganaron países del
bloque socialista, con excepción de Los Angeles 1984, cuando a causa de un boicot jugaron
solamente equipos del bloque capitalista y Francia fue el campeón.
LA DÉCADA DEL ‘30
Como consecuencia de la derrota frente a Uruguay en el primer campeonato mundial,
disputado en Montevideo en 1930, el fútbol argentino sufrió su primera gran sangría, que se
prolongaría sin solución de continuidad hasta nuestros días. Los europeos se llevaron a
Guillermo Stabile, goleador del Mundial con ocho tantos, Luis Monti, Alejandro Scopelli, y
más tarde a Enrique Guaita y Atilio Demaría.
Sin embargo, el mayor impacto del año 1930 no fue la derrota con los uruguayos en el
mundial, sino el golpe que derrocó a Hipólito Irigoyen, el 6 de septiembre, inaugurando una
modalidad argentina: la de subvertir al Estado con una asonada militar.
Un año después se inició la era profesional en nuestro fútbol. Cada vez concurría más
gente a los estadios con tablones de madera. El fervor trascendía los barrios y cobraban el
valor de nacionales. Boca y River comenzaban a ganar el afecto de la gente del interior.
Habían dejado de ser vecinos. Instalado en la aristocrática Avenida Alvear, frente al
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actual edificio del Automovil Club Argentino, River perdió el color del suburbio y trató de
cambiar su configuración social. Boca, en tanto, exaltaba su barrio y su ancestro genovés.
El primer partido del profesionalismo terminó en una batalla campal. El segundo con la
vuelta olímpica de los boquenses en la cancha de su máximo adversario, gusto extra que
duplicaba su triunfo.
No era cuestión de quedarse atrás, y River alborotó el mercado con adquisiciones cuyos
montos fueron considerados delirantes. La primera fue la de Carlos Peucelle. La más
costosa, la de Bernabé Ferreyra, un centrodelantero cuyos fenomenales remates con gran
potencia y precisión le valieron el mote de "La Fiera" o "El Mortero de Rufino". Impulsado
por el nuevo fenómeno, los que se llamaron desde entonces “Millonarios” ganaron el
campeonato de 1932 y treparon a la cumbre de la popularidad.
La policromía de estilos y grandes figuras aumentaba el caudal de espectadores. Con su
juego vigoroso y directo, Lema, Scarone, Chividini, Cantelli, García y Arrieta le hicieron
ganar a San Lorenzo el campeonato de 1933.
Los dos equipos de La Plata se destacaron por la excelencia de su juego. Estudiantes de
1931, con una delantera a la que bautizaron "Los Profesores", con Lauri, Scopelli, Zozaya,
Ferreira y Guaita; y Gimnasia en 1933, "El Expreso", con Humberto Recanatini, José
Minella, y otro quinteto privilegiado de la época: González, Palomino, Naón, Zoroza y
Morgada.
El fútbol seguía ganando adeptos. Las figuras eran fundamentales. El estilo también.
Racing tenía dos delanteros excepcionales: Vicente Zito, llamado "La Bordadora", y el
Chueco García. En Huracán se lucía un centrodelantero formidable: Herminio Masantonio.
Boca reunía regularidad y nombres ilustres: en el arco Yustrich, el "Pez Volador". En el
medio campo, Arico Suárez y el “Pibe de Oro”, Ernesto Lazzatti. En la delantera, un trío
temible: Pancho Varallo, Delfín Benítez Cáceres y Roberto Cherro. Superando por un
punto a Independiente, fueron campeones en l 934. En la temporada siguiente fortificaron
su defensa con Victor Valussi y Domingo da Guía, un brasileño dueño de una técnica
exquisita. Cumplieron una gran campaña y volvieron a ganar el campeonato.
River, en tanto, seguía su carrera de adquirir jugadores. Incorporó a Pepe Minella, de
Gimnasia Esgrima La Plata. Repatriaron a Renato Cesarini, que había jugado en la Juventus
de Italia. Pero también apostaron a nuevos valores de las divisiones inferiores: José Manuel
Moreno y Adolfo Pedernera, dos jóvenes que serían glorias insuperables de nuestro fútbol.
Los campeonatos que ganó River en 1936 y 1937 fueron como un preludio de la época
majestuosa que avecinaba. Había nacido "La Máquina", que revolucionó táctica y
técnicamente el fútbol argentino. Al año siguiente inauguraron su gran estadio de cemento
junto al Río de la Plata, encontrándose por fin con aquel que le diera su nombre.
El fútbol nacional llegaba a otro punto culminante: Independiente campeón de 1938 y
1939. A sus jugadores se los llamaba desde la década anterior "Los Diablos Rojos" y éstos
exhibían un estilo exquisito y admirable. Vicente "Capote" de la Mata, dueño de una
gambeta laberíntica; Arsenio Erico, un acróbata de la cancha, el máximo goleador argentino
de todos los tiempos con 293 goles señalados en 322 partidos oficiales: Antonio Sastre.
"Cuila", quizás el jugador más completo de nuestro fútbol de acuerdo con la opinión de la
mayoría de sus colegas, crack en cualquier posición. Entre los dos torneos sumaron 218
goles con un promedio de más de tres tantos por partido.
El año 1939 fue también testigo de dos hechos sobresalientes. La incorporación a San
Lorenzo de un jugador vasco escapado de la Guerra Civil Española: Isidro Lángara. El
mismo día de su llegada le hizo cuatro goles a River en el primer tiempo. El otro hecho
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sobresaliente fue el ingreso al profesionalismo de los dos grandes del fútbol rosarino:
Newell’s Old Boys y Rosario Central.
Otra etapa finalizaba. Paradójicamente los años terribles de la Década Infame fueron de
enriquecimiento y adultez de nuestro fútbol, y darían sus frutos en el período que se
iniciaba en forma resplandeciente: la “Edad Dorada”.
EL CUARENTA
La década del ‘40 consolida la concepción estética de nuestro fútbol. No es casual. Está
íntimamente ligada a las transformaciones políticas y sociales que se viven en el país.
También contribuyen en buena medida la difusión y crecimiento que tiene la cultura
nacional y popular. Largas colas en los teatros, en los cines y en los palcos tangueros para
ver a las figuras que le pueblo consagraba.
Con la llegada del peronismo al poder, el fútbol adoptó nuevas formas de conducción y
organización que dieron lugar a nuevas relaciones con el Estado. Hasta la llegada de Perón
a la presidencia, el deporte era exclusivamente conducido en la Argentina por sociedades
civiles. El Estado no tenía organismos destinados a la organización y el control de las
actividades deportivas. El peronismo revirtió ese panorama. Por primera vez en la
Argentina, el deporte pasaba a ser formalmente uno de los campos de acción directa del
Estado, un área más de la administración nacional.
El tiempo del peronismo es, sin ninguna duda, el de mayor expansión del fútbol
profesional, expresada, entre otros indicadores, en el más alto promedio de ventas de
entradas de la historia del fútbol argentino. El quinteto 1946-1950 arrojó un promedio de
12.755 entradas vendidas por partido, en tanto que el de 1950-1955 registró un promedio
12.865. Si se toman valores anuales, 1954, año en que fue campeón Boca Juniors, con
15.056 espectadores que pagaron entrada por encuentro, estableció la marca tope de un
decenio, en el que el promedio de asistencia jamás se redujo a menos de 10.000 asistentes
por encuentro.
En este hecho tuvo fundamental incidencia la inmigración interna y esos factores
tendrían una influencia inversa años posteriores, cuando decae considerablemente la
cantidad de entradas vendidas.
Los medios de confort (especialmente el automóvil y la televisión) a los que pudieron
acceder las capas medias de la población y algunas bajas, fueron algunos de los factores
que contribuyeron para que la gente se fuera alejando de los estadios. Hubo otros.
En lo deportivo, el '40 constituyó la etapa más brillante de nuestro fútbol. Se puede
afirmar, sin temor a equivocarse, que si en la actualidad Argentina tiene dos títulos
mundiales (en mayores) y si sus clubes marchan al tope en la conquista de Copas
Internacionales, si hay futbolistas demostrando su talento creador en las canchas de todo el
mundo, si Maradona fue el mejor jugador del mundo, es, simplemente, consecuencia de
aquella herencia.
Boca era cada vez más popular, e inició la década estrenando su estadio de cemento: la
Bombonera. El suceso comprometía un título. Y por él lucharon tenazmente Estrada,
Ibáñez, Valussi, Viana, Lazzatti, Tenorio, Alarcón y otro terceto de los grandes,
desprendido de una delantera insigne de Ferro: Sarlanga (para muchos el más grande
centrodelantero de Boca), Gandulla y Emeal. Lograron el objetivo con una excelente
campaña, salvo un 7-l que le infligió Independiente, pero fue vengado en la revancha con
un 5-3 que los coronó campeones.
En el torneo siguiente, San Lorenzo aparecía como candidato. El 21 de septiembre, el
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ataque de River, con Muñoz, Moreno, Pedernera, Labruna y Deambrosi, que con la
incorporación de Loustau en la punta izquierda sería la formación más recordada de "La
Maquina”, pese a que solamente jugaron juntos muy pocos partidos. Esa tarde derrotaron a
Independiente 4-0, alcanzaron la punta y cambió el curso del campeonato. River terminó el
año con triunfos espectaculares. En la última fecha derrotaron a Estudiantes 3 a l y dieron
la vuelta olímpica.
En 1942 la marcha de River fue incontenible y culminó con un nuevo título.
Con nuevas figuras, Boca logró el torneo de 1943. Claudio Vaca, el "Leoncito" Pesci,
Lucho Sosa y dos delanteros que se convirtieron rápidamente en ídolos. Uno era uruguayo:
Severino Varela. Había venido ya veterano desde Peñarol, pero sus "boinazos" lo hicieron
célebre, admirado por la hinchada. El otro era argentino: Mario Boyé, a quien bautizaron
"El atómico" y los hinchas le dedicaron un cántico famosísimo:
Yo te daré
Te daré niña hermosa
Te daré una cosa
Una cosa que empieza con be.
Boyé.
Boca vuelve a salir campeón en l944. Ese año también deja un saldo trágico. Finalizado
el partido en el que River derrotaba a San Lorenzo por 2 a 1, se produjo una avalancha en
las tribunas altas del Monumental. Era la mayor tragedia hasta ese momento en el fútbol
argentino. Pero un hecho aislado. Ya antes se habían suscitado algunas manifestaciones
violentas, pero se trataba de hechos poco frecuentes. El asesinato de un simpatizante
uruguayo por un hincha argentino en el Campeonato Sudamericano de Montevideo, en
1942, y el posterior encubrimiento del homicida por parte de algunos integrantes de la
delegación nacional, es caracterizado por Dante Panzeri como "pequeño exponente de la
realidad de que el fútbol ya estaba sucio en épocas consideradas limpias".
La violencia siempre estuvo latente en el fútbol. Pero en esa época, entre nosotros, no
era necesaria. El placer del juego y la destreza prevalecían. El domingo era una fiesta. Si
los clubes podían mostrar jugadores admirables, la selección se nutría de ellos y ganaron
cuatro de los cinco campeonatos disputados en la década. El de 1941 y los de 1945, 46 y
47. En 28 encuentros, ganaron 25, empataron 2 y perdieron solamente 1.
Cifras y hechos de una época de gloria del fútbol nacional.
EL ÉXODO A COLOMBIA
River parecía haberse adueñado de los años cuarenta. Ya no estaba Moreno que se había
ido a México y la presencia de Muñoz en el torneo de 1945 fue limitada, pero el nivel del
equipo no decayó. El semillero de River seguía aportando nuevos valores y ese año
debutaron dos jóvenes de promisorio futuro: Nestro "Pipo" Rossi y Amadeo Carrizo, el
arquero que inauguraría un nuevo estilo. El equipo siguió con el esquema que lo había
distinguido y acaparó un nuevo título.
En 1946 apareció San Lorenzo con una sólida defensa y un quinteto atacante notable:
Imbellone, Farro, Martino y Silva. Desplegaban un juego de gran capacidad ofensiva. A
trece años de la conquista anterior, ganaron el campeonato de 1946 marcando 90 goles a
favor, a razón de tres por partido. Ese mismo año se asistió al retorno de José Manuel
Moreno. El estadio de Ferro no pudo albergar a todos quienes querían volver a ver al crack
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y muchísima gente quedó afuera de la cancha, mientras que adentro caían los alambrados
por la presión del público.
En 1947 River se quedó sin otra figura estelar, Adolfo Pedernera, quien pasó a Atlanta.
Y al término de su préstamo en Huracán, debutó un jovencito al que lo esperaba un
fenomenal destino, tanto como que fue coronado el mejor jugador de Europa de posguerra:
Alfredo Di Stefano. Fue el goleador del año y su éxito fue tan fulminante como el nuevo
torneo de River.
La gran prosperidad de la época no llegaba nunca para Racing. Pero en 1948 se puso en
marcha una gran renovación. Pudo integrar una delantera memorable: Salvini, Méndez,
Bravo, Simes y Sued. Concretaron una cadera de triunfos y se ubicaron en el primer puesto,
pero llegó el conflicto...
Desde hacía bastante tiempo los jugadores mantenían una controversia con los dirigentes
por las condiciones de contratación. El trasfondo era el reconocimiento de su condición de
trabajadores. Al no llegarse a un acuerdo Futbolistas Argentinos Agremiados, cuyas
cabezas eran Adolfo Pedernera y Fernando Bello, fueron a la huelga, la primera que un
gremio le decretaba al gobierno del general Juan Domingo Perón. La consecuencia fue el
éxodo de la mayoría de los jugadores a Colombia, que por entonces mantenía un conflicto
con la FIFA. Su federación, la DIMAYOR, era considerada "pirata" por la organización
internacional. Cincuenta y siete futbolistas argentinos jugaron en equipos colombianos,
entre ellos los mejores, los que habían conquistado la mayoría de los títulos sudamericanos
de la década. Se fueron Pedernera, Di Stéfano, Néstor Rossi, Sastre, Pontoni, Julio Cozzi,
Báez…
El torneo de 1948 terminó con los jugadores amateurs y Racing quedó postergado por
Independiente. Pero “La Academia” pudo retener a la mayoría de sus jugadores y al año
siguiente ganó el torneo. En 1949 inició el camino al tricampeonato, el primero de la era
profesional argentina.
LOS CINCUENTA
En 1950 la ausencia de los jugadores emigrados hizo más contundente la diferencia entre
Racing y los otros equipos. Respaldaba su excelente delantera con Antonio Rodríguez,
Higinio García, García Pérez, Fonda, Rastelli, Gutiérrez... Ese año se sumó a su plantel, de
regreso de Italia, Mario Boyé. Ganaron un nuevo campeonato e inauguraron el estadio de
Avellaneda.
El torneo de 1951 revistió características singulares: por primera vez e impulsado por
Eliseo Mouriño, uno de los conjuntos más humildes terminó la competencia igualando el
primer puesto pero con mejor promedio de gol: Bánfíeld. El otro finalista fue Racing. La
AFA hizo disputar dos partidos en “El Gasómetro”, el desaparecido estadio de San
Lorenzo. El primer encuentro finalizó empatado sin goles y en el segundo, un espectacular
remate de Mario Boyé desde afuera del área derrotó al arquero Graneros y concretó la
hazaña de lograr tres torneos de AFA consecutivos. Mucho se habló de los favores políticos
que recibió Racing en esa época, fundamentalmente por la vinculación que tenía con la
institución el ministro de Hacienda, Ramón Cereijo. Sin embargo nadie puede negar la
indudable capacidad técnica que tenía el conjunto, expresada con individualidades como
Norberto "Tucho" Méndez y Rubén Bravo, dos de las grandes figuras que tuvo el fútbol
argentino de todos los tiempos.
El fútbol nacional se encontraba sumido en un aislamiento casi total (sólo se competía
con los sudamericanos) y por razones que nunca se explicaron, no se concurrió al Mundial
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de Brasil. Sin embargo, el 9 de mayo de 1951, por primera vez un equipo argentino hacía su
presentación en la cuna del fútbol. En el legendario estadio de Wembley, Mario Boyé, a los
17 minutos, recibió un centro de Angel Labruna y con un espectacular cabezazo puso en
ventaja al equipo nacional. Finalmente, pese a la magnifica actuación del arquero de Vélez
Sarsfield, Miguel Rugilo, Inglaterra concretó dos goles (uno de ellos en clara posición
adelantada) y consiguieron la victoria por 2 a 1.
En el terreno local, los campeonatos habían decaído en su nivel y comenzó a sentirse la
disminución de público. En River se destacaban Walter Gómez (un delantero uruguayo de
excepcional calidad), Eliseo Prado, Santiago Vernazza y la vigencia de Ángel Labruna.
Antes del campeonato de 1952, River realizó una gira por Europa que culminó con un
resultado histórico: le ganó 4-3 al Manchester City. Era la primera vez que un equipo
argentino vencía a un conjunto inglés en su propia tierra. De regreso ganaron el título,
consagrándose en las oficinas de la AFA, ya que en un tumultuoso partido contra Newell's,
un gol de Eliseo Prado fue duramente discutido por los locales y la violenta reacción
provocó la suspensión del encuentro. El Tribunal de Disciplina, dos días más tarde, otorgó
el triunfo a River y con ello el título.
En 1953 Racing y Vélez le disputaron duramente el campeonato a River. Pero en la
penúltima fecha, en un partido decisivo, River ganó por 2-1 y se aseguró un nuevo título.
Ese año se presentaron dos selecciones europeas de primer nivel. Primero fueron los
ingleses. Argentina ganó 3-1, con un recordado gol de Ernesto Grillo, el del empate,
rematando al arco desde un ángulo cerrado, cuando todos esperaban un centro, que el
periodismo inglés calificó como "Gol Imposible". Dos nuevos goles de Micheli y el mismo
Grillo consolidaron uno de los triunfos más importantes del fútbol argentino hasta ese
momento. Micheli, Cecconato, Lacasia, Grillo y Cruz, la delantera de Independiente, era la
más brillante y formó en su totalidad el ataque del equipo nacional. Se lució nuevamente
con los españoles, que cayeron derrotados 1-0 con gol de Carlos Cecconato.
Al finalizar ese año, Independiente se fue de gira a Europa, donde realizó una magnifica
campaña, derrotando por goleada al Real Madrid en el mismísimo Santiago Bernabeu. El
ataque de Independiente de aquellos tiempos es uno de los más recordados por nuestro
fútbol, sin embargo nunca fueron campeones.
En 1954, Boca, respaldándose en una sólida defensa, logró el título con un equipo sin
grandes estrellas pero de gran consistencia. River retomó la vanguardia en 1955. De
Colombia había regresado Néstor Rossi, en el ataque brillaban dos jóvenes talentosos y
atrevidos: Enrique Omar Sivori y Norberto Menéndez. Luego de quitarle el campeonato de
ese año a Boca, en 1956 lo disputó con un modesto conjunto del sur del Gran Buenos Aires,
Lanús, que había logrado una expresión de fútbol fino y armonioso, por lo que merecieron
el apodo de “Los Globers Trotters”. En un encuentro decisivo, River ganó 3 a 1 y ya nada
detendría la marcha del equipo hacia una nueva vuelta olímpica.
En 1957, Angel Amadeo Labruna cumplió 25 años de actuación ininterrumpida en River
y el Monumental fue testigo de una fiesta espectacular que lo reunió nuevamente con
Muñoz, Moreno, Pedernera y Loustau. Habían jugado juntos por última vez trece años
antes. Y River ganó otra vez el torneo, con la mejor campaña de esa época, pero también se
iniciaría una larga cadena de desencuentros que duró varios años.
La selección ganó el Sudamericano de 1955, en Chile, con amplia superioridad. En el de
Lima, en 1957, se presentaba un rival difícil: Brasil. Nuestra selección contaba con la
solidez de Rogelio Domínguez en el arco; Dellacha, Vairo y Pipo Rossi; para el ataque, el
técnico Guillermo Stabile había apostado a un grupo juvenil atrevido, sorprendente, que se
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divertía y a la hora de definir era implacable: Corbata, Maschio, Angelillo, Sivori y
Garabal. Poco antes de partir, éste último fue vendido a España y su puesto fue ocupado por
Cruz, puntero de Independiente. Trazaron un ciclo deslumbrante: le ganaron a Colombia 8
a 2, a Ecuador 3 a 0, a Uruguay 4 a 0, a Chile 6 a 2 y a Brasil (con la base del equipo que al
año siguiente fue campeón mundial en Suecia, sin Pelé) 3 a 0. Faltaba una fecha y ya eran
campeones. Aquel ataque quedó en la historia como "Los Caras Sucias de Lima”.
Ya teníamos el equipo para el Mundial de Suecia, después de 28 años de ausencia. Pero
la ilusión duró poco. Tras el Sudamericano, Rogelio Domínguez fue transferido al Real
Madrid, Maschio, Angelillo y Sívori a distintos clubes de Italia y Ernesto Grillo al Milan.
El fracaso de Suecia tiene distintas interpretaciones. Hay quienes lo calificaron como un
"desastre deportivo"; otros como el punto de partida de la decadencia de nuestro fútbol,
porque se trató de copiar modelos europeos. Lo real es que siempre se tuvo la impresión de
que "nos habían pasado por arriba con la velocidad", cuando, en realidad el campeón fue
Brasil, un equipo cuya característica más destacada era la pausa, la gambeta, la
improvisación. Esos mismos brasileños que habían sido humillados en Lima por los Cara
Sucias.
Lo cierto es que el público comenzó a alejarse de los estadios. Se puso énfasis en lo
táctico y en lo estratégico. Comenzó una nueva etapa. Racing, con una delantera
imaginativa y potente en ataque (Corbatta, Pizzuti, Manfredini, Sosa y Belén) se consagró
campeón ese año y al siguiente. San Lorenzo exhibió inclinación ofensiva con la
extraordinaria capacidad goleadora de José Francisco Sanfilippo, quien se consagraría
goleador del fútbol argentino durante cuatro años consecutivos, con un fantástico promedio
de gol por partido.
El reencuentro con los viejos triunfos y la concurrencia del público, lo constituyó el
Sudamericano de 1959, disputado en Buenos Aires. Argentina le ganó sucesivamente a
Chile, Bolivia, Perú, Paraguay y Uruguay. Llegó por fin el momento esperado: el encuentro
con el equipo que había ganado el título mundial de Suecia, incluido el Rey Pelé. Los
argentinos llevaban un punto de ventaja por el empate de los brasileños con los peruanos.
Primer tiempo, gol de Pizzuti. Segundo tiempo, gol de Pelé. El empate significó el título.
EN LA ARGENTINA, “FÚTBOL ESPECTÁCULO”
Alberto J. Armando, presidente de Boca, y Antonio Vespucio Liberti, titular de River,
impulsaron lo que ellos mismos titularon "Fútbol Espectáculo”. Al enfrentarse Boca y
River en 1960, entre los 22 jugadores había siete extranjeros. River, que había cimentado su
prestigio en las figuras que salieron de su semillero, logró conformar una delantera
completa con futbolistas importados: el uruguayo Domingo Pérez, los brasileños Moacir,
Delem y Roberto y la exótica presencia de un delantero español Pepillo. Sin embargo, el
primer torneo de la década del ‘60 lo ganó Independiente. Fue un campeón que no pasó a la
historia. Sólo consiguió 49 goles. El estilo nacional lo defendió Argentinos Juniors,
reconocido como el mejor equipo del año, con 68 goles, casi 20 más que el ganador del
título. También Racing contribuyó a resguardar la identidad de nuestro fútbol, con 88 tantos
a favor.
.
El fracaso del fútbol espectáculo impuso cierto retorno a la sensatez. Las luminarias
exóticas fueron desapareciendo gradualmente y Boca se robusteció con la depuración.
Contaba con tres ídolos indiscutibles: Roma, Marzolini (quienes habían venido de Ferro) y
Rattín, hecho en las inferiores. Adquirió a Menéndez, Errea, Alberto González, Silvero y
Pizzuti. Repatrió a Ernesto Grillo y retuvo a los brasileños Orlando y Valentín, este último
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sinónimo de gol, y cuyo duelo con Amadeo Carrizo añadía un ingrediente especial al
clásico.
River y Gimnasia le disputaron duramente el título. Este último, dirigido por Adolfo
Pedernera, fue animador del torneo con un juego grato a las tribunas. Decayó en el final y
el segundo encuentro de los dos rivales clásicos definió el campeonato con una alternativa
que se discute hasta hoy: el penal que le detuvo Antonio Roma, adelantándose, al brasileño
Delem. El gol de la victoria boquense lo había conseguido otro brasileño: Paulo Valentín.
El fracaso en el Mundial de Chile agudizó el desaliento en el fútbol argentino. El técnico
del equipo argentino, Juan Carlos Lorenzo, había sido designado a último momento. Luego
de un triunfo mediocre frente a Bulgaria (l-0), hizo cambios ubicando a jugadores en
puestos que no eran habituales. La derrota frente a Inglaterra fue contundente y el empate
con los húngaros sin tantos decretó la eliminación. Los dirigentes volvieron a caer en la
improvisación y el resultado no podía ser otro.
El torneo de 1963 tuvo un vergonzoso final. Independiente, luego de desbancar a River
del primer puesto, se tenía que medir con San Lorenzo en la última fecha y ganar para
obtener el título. Tras un golazo inicial, Héctor Veira fue brutalmente agredido por Rubén
Marino Navarro, un zaguero conocido como "Hacha Brava". El partido siguió ante la
pasividad del árbitro frente a las agresiones y San Lorenzo quedó con seis hombres. Se
negaban a jugar, aplaudían los goles adversarios y hasta hicieron uno en contra.
Independiente paró en el 9-1 y dio la vuelta olímpica.
En realidad, la violencia y la confusión que reinaban en el país trascendían al terreno
futbolístico. La caída de Arturo Frondizi, la guerra entre dos sectores del Ejército
denominados azules y colorados, eran los elementos que predominaban en el escenario
político argentino. La respuesta del fútbol era la falta de creatividad y de vuelo. Por eso no
extrañó que en 1964 se consagrara otro campeón deslucido, Boca Juniors, autor de
solamente 35 goles en 30 partidos, la cifra más baja de los torneos argentinos.
En medio de esa pobreza, un joven jugador, dueño de una cintura casi mágica, traía el
soplo de habilidad y talento que faltaba: Angel Clemente Rojas, “Rojistas”, y en 1965, el
nuevo título descansará en cifras más alentadoras: 55 goles en 34 fechas.
El Mundial de Inglaterra volvió a marcar el signo de la improvisación. Nuevamente casi
sobre la hora fue llamado Juan Carlos Lorenzo para dirigir el equipo nacional que debutó
ganándole a España 2-1, empató sin goles con Alemania, superó a Suiza por 2 a 0 y pasó a
los cuartos de final. Y ante Inglaterra debió soportar un arbitraje claramente parcial. Por un
reclamo, el juez alemán expulsó a Rattín, quien fue a sentarse en el estrado real. Un
cabezazo de Geoffrey Hurst definió la victoria inglesa. Pero ni la parcialidad del árbitro ni
la expulsión de Rattín justificaron la derrota. Los argentinos habían jugado con un esquema
defensivo y especulador. Habían llegado una sola vez al arco rival (remate de Oscar Mas
desviado). El nuevo fracaso fue revertido como gesta moral, los jugadores se convirtieron
en héroes nacionales y el nuevo gobierno, el que había derrocado a Arturo IIlia, se sumó a
la farsa.
En 1965 Racing había descendido al fondo de la tabla. Llegó como técnico Juan José
Pizzuti y sumaron 14 fechas invictos. Al año siguiente sorprendieron con un estilo agresivo
y dinámico. Carrizo o Cejas, en el arco y Martín, Perfumo, Basile y el "Panadero" Día en el
sector defensivo. Un medio campo en el que se destacaba Humberto "Bocha" Maschio,
regresado de Italia, y acompañado por Mari. Adelante, la capacidad goleadora del
"Chango" Cárdenas y Yeya Rodríguez, fueron la base del conjunto que, invictos durante 26
fechas más, consiguió el récord del fútbol nacional con 39 encuentros sin conocer la
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derrota. Una caída frente a River (2-0), y luego invulnerablemente en 12 partidos más,
hasta consagrarse campeones.
Desde 1967, por iniciativa del interventor de AFA, Valentín Suárez, se jugaron dos
torneos, Metropolitano y Nacional, con la intención de hacer participar a los equipos del
interior. El funcionamiento en zonas del Metropolitano le restó una considerable cuota de
interés. A poco de iniciarse resultó llamativo el desempeño de Estudiantes de La Plata. Su
técnico e ideólogo era Osvaldo Zubeldía. Con su portavoz en la cancha, Carlos Salvador
Bilardo, y un jugador genial para desequilibrar con su habilidad: Juan Ramón Verón.
Luego de imponerse a Platense en un partido espectacular, disputado en cancha de Boca
4-3, en semifinales le ganó fácilmente por 3 a 0 a Racing y se clasificó primer campeón
Metropolitano.
El año siguiente apareció un gran equipo: San Lorenzo. Con jugadores creativos y con
un gran equilibrio defensivo, fueron llamados "Los Profesores”: Buticce, Albretch, Calics,
Telch, Pedro González, Fischer, Veglio, Cocco, Tojo, Villar, y Rendo, conformaban el
plantel base y como técnico, Elba de Paula Lima, Tim, un brasileño sabio para ordenar el
equipo y para las relaciones humanas. Fueron invictos y son considerados la mejor
expresión futbolística de la década.
El último título Metropolitano fue para otro equipo chico, Chacarita, encargado de
aportar un soplo renovador y vivificante. En la final le ganó a River por 4-1, postergando
una vez más las aspiraciones riverplatenses.
El primer Nacional lo ganó Independiente con el mayor promedio de puntos del
profesionalismo en nuestro país. Un equipo con nivel y estilo, dirigido por otro brasileño,
Oswaldo Brandao. Tenía en Savoy, Artime, Monges, Pavón, Bernao, Mura, Yazalde,
Pastoriza y Tabarini a sus figuras. Es uno de los equipos que más se recuerda porque logró
conjurar riqueza técnica con potencia ofensiva.
De la mano de un exquisito del fútbol, Daniel Willington, y la capacidad goleadora de
Carlos Bianchi, Vélez Sarsfield consiguió su primer título profesional en 1968.
En 1969, el campeón Nacional fue Boca, dirigido por Alfredo Di Stéfano, quien contó
con un sólido respaldo en jugadores de buena técnica como Julio Meléndez, Norberto
Madurga, Silvio Marzolini, "Mane" Ponce, Ángel Clemente Rojas, Nicolás Novello, más la
experiencia de Rubén Sánchez en el arco, y Rogel y Suñé en defensa.
El Nacional pretendió incorporar al fútbol del interior, pero las primeras experiencias
fueron decepcionantes. Los debutantes se comportaron a la altura de sus antecedentes y el
desnivel entre los equipos profesionales y los amateurs fue muy pronunciado. No elevaron
el interés ni las recaudaciones, que era lo que, en definitiva, se buscaba.
LAS COPAS
Tomando el modelo de las Copas Europeas, Washington Cataldi, presidente de Peñarol
de Montevideo, ideó la realización de una copa similar que nucleara a los diez campeones
de la Confederación Sudamericana de Fútbol. La primera edición se jugó en 1960 y se
consagró campeón precisamente el equipo de los mirasoles uruguayo, luego de haber
eliminado a San Lorenzo. Los conjuntos argentinos le dieron la espalda a las primeras
ediciones de la llamada Copa Libertadores de América, a tal punto que en esa ocasión, San
Lorenzo resignó su condición de local ante Peñarol por razones económicas y quedó afuera.
Recién en 1963 Boca Juniors, dirigido por Adolfo Pedernera, encaró la disputa del
torneo con seriedad. Llegó a la final y perdió dignamente con Santos de Pelé, el mejor
equipo del momento, abriendo el camino para una brillante campaña de los clubes
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nacionales, con una marca como la de Independiente, de siete conquistas (1964, 1965,
1972, 1973, 1974, 1975 y 1984), cuatro de ellas consecutivas, que será difícil de igualar.
La Copa Libertadores tuvo una etapa de esplendor en los primeros años, pero su interés
comenzó a decaer cuando los uruguayos impusieron que fueran dos los equipos por
asociación los que participaran, con la clara intención de que estuvieran siempre
representados Nacional y Peñarol, los dos grandes del fútbol oriental. Pero la equiparación
de los equipos chicos, determinó que más de una vez alguno de ellos quedara afuera y en
1990 no estuvo ninguno de los dos.
Otro de los elementos que conspiró contra el éxito de la Copa Libertadores fue la
violencia. Muchos de los partidos terminaron en batallas campales, lo que contribuyó para
hacer mucho más sombría la imagen del fútbol sudamericano en el mundo.
Paralelamente, con la iniciación de la disputa de la Copa Libertadores, la Confederación
Sudamericana de Fútbol propuso a la UEFA (Unión Europea de Fútbol), un enfrentamiento
ida y vuelta entre los campeones de los continentes. Se llamó Copa Intercontinental y tiene
el valor de una pequeña copa del mundo de clubes. A partir de 1980, una empresa japonesa
fabricante de automotores (Toyota) la hizo disputar en un solo partido, en el mes de
diciembre, en el estadio Nacional de Tokio.
También, aunque con algunas interrupciones, los campeones de la CSF se enfrentan con
los de la CONCACAF (Confederación de Centro América y el Caribe) en la disputa de la
Copa Interamericana, con amplio dominio de los sudamericanos. La CSF hizo además
disputar la Supercopa, en la que intervenían los equipos afiliados que conquistaron alguna
vez la Copa Libertadores.
LA VIOLENCIA
La muerte de un hincha, de apenas 15 años, Héctor Souto, en 1967, marca el punto de
partida de la violencia en nuestro fútbol.
Un año después, al finalizar el clásico River-Boca en el estadio Monumental, se produjo
lo que se llamó “La Tragedia de la Puerta 12”: 71 muertos y 103 heridos producto de una
avalancha incontenible. Según algunos testigos, las puertas semicerradas y los molinetes de
control obstruyeron la salida. Hubo quienes atribuyeron el hecho al prepotente accionar
policial. ¿Hubo responsabilidad criminal encubierta? Es probable. La espantosa catástrofe
aún espera una explicación, como la esperan cientos de hechos que a partir de entonces se
convirtieron en cotidianos. Tal vez lo más preocupante para el fútbol nuestro de cada día
sea la institucionalización y el poder que fueron adquiriendo a partir de la década del ‘60
las llamadas "barras bravas", alimentadas en más de una ocasión por los dirigentes y en
algunos casos por jugadores y técnicos.
La violencia instalada en la sociedad naturalmente se traslada al fútbol.
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4° parte
Equipos:
LOS QUE QUEDARON EN LA HISTORIA
ALUMNI (1901-1911)
Alumni nunca fue un club: fue un equipo. Nació como consecuencia de una resolución
de la Argentina Asociación Football, presidida por Francisco Chevallier Boutell, que
disponía la creación de la tercera división para mayores de 17 años y que los clubes con
nombres de instituciones educacionales debían actuar en la nueva categoría. Se intentaba,
de esa manera, evitar la publicidad de esos colegios, incompatible con el espíritu amateur.
El English High School, representación del instituto que había creado Alejandro Watson
Hutton (1853-1936), debía cambiar de denominación.
De regreso de un partido jugado en Lanús, uno de los jugadores, Carlos Bowers, propuso
el nombre de “Alumni”. Bowers había egresado del English High School en 1888 y realizó
un viaje de estudios por los Estados Unidos. Regresó impresionado con las obras que
llevaban a cabo las "Alumni Associations", centros de ex alumnos de enseñanza. Lo
recordó y todos aceptaron el nuevo nombre y también mantener los mismos colores: el rojo
y blanco a bastones verticales. La reunión tuvo lugar en una confitería del barrio de
Constitución, cercana a la casa de los Brown (Brasil 819), padres de los celebres jugadores
de igual apellido.
Alumni obtuvo la primera victoria frente a un conjunto extranjero, en 1906, al derrotar a
la selección de Sudáfrica por 1 a 0, y sus jugadores fueron la base de los primeros equipos
nacionales albicelestes en las confrontaciones internacionales. Desde 1900 hasta 1911, año
de su disolución, ganó diez de los doce campeonatos argentinos que disputó. Pese a sus
orígenes, Alumni puede considerarse el primer equipo nacional, sobre todo porque en sus
equipos comenzaron a mezclarse, en su última época, algunos apellidos de otras corrientes
inmigratorias, como Tomás González o José Labuca Laforia, considerado "un delantero" en
el arco.
RACING CLUB (1911- 1925)
EL SUCESOR DE ALUMNI
En 1911 Racing consigue jugar en la primera división, apenas a ocho de su fundación
institucional. Su nacimiento futbolístico coincide con el ocaso de Alumni. Los dos equipos
se enfrentaron ese 1911 sin que nadie pudiera animarse a predecir que estaba naciendo el
sucesor del equipo de los ex alumnos del English High School, el que sería el primer club
con sello identificatorio con la identidad nacional.
El Racing club, con ascendencia inglesa, es uno de los primeros equipos que comienza
abrir sus puertas a los italianos y españoles que conformaban las grandes corrientes
inmigratorias de la etapa finisecular y de principio de este siglo.
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En 1913, cuando todos miraban a Racing como un equipo en consolidación, sorprende a
todos ganando el primer campeonato, en dos finales. En la primera a River, que había
compartido el primer puesto en la Zona A, por 3-0; y en la segunda, a San Isidro, ganador
de la Zona B, por 2-0.
Se inicia de este modo una serie triunfal en la que conquista 9 campeonatos (siete de
ellos consecutivos y cinco invictos) entre ese 1913 y 1925. En la serie de 7 torneos
seguidos, el Racing Club cumplió la hazaña de que solamente perdiera cinco encuentros en
los 129 que disputó.
Pero tal vez el mayor mérito de "La Academia", como comenzó a llamársela en aquel
tiempo, haya sido el de rescatar para el pueblo los primeros ídolos nacionales. Sin dudas, el
que logró captar las mayores muestras de afecto fue Alberto Ohaco, a quien puede
considerarse el primer ídolo futbolístico de los argentinos. Su nombre, junto a los de
Francisco Olazar, Ángel Betular, Nicolás Vivaldo, Alberto Marcovechio, Juan Hospital,
Natalio Perinetti y Pedro Ochoa, forman la primera legión de jugadores que merecieron el
reconocimiento popular. Con los apellidos de los inmigrantes italianos y españoles, el
fútbol dejaba de "ser cosa de ingleses locos".


Obtuvo el campeonato de 1913 (le ganó la final a San Isidro por 2-0), el torneo de
1914, 1915 (1-0 en el desempate a San Isidro), 1916, 1917, 1918, 1919, 1921 Y
1925. Fue subcampeón de River en 1920, cuarto en 1922 y 1923 y séptimo en 1924.
Su plantel lo compusieron, entre otros: Allan, Bethular, Cava, Firpo, Frers, Alberto
Ohaco, Seminario, Ayarzábal, Vidaillao, Winne, Canaveri, Perinetti, Crocce,
Castagnola, Pepe, Olazar, Macchiavello, Zabaleta, Marcovecchio, Hospital, Vivaldo,
Loncan, Presta, Prince, Bustince, Franch, Rey, Riccitelli, Brissotti, Sereni, Zumelzú,
Bussolini, Albarellos, Massetti, Tassara, Carreras y Spraggon.
BOCA JUNIORS (1919-1931)
Boca Juniors conquistó su primer título en 1919, pero es en la década del '20 cuando
consolida su identificación con las capas populares, esa identificacion que todavía perdura.
El período que abarca entre 1919 y 1931, cuando obtuvo el primer campeonato de la era
profesional, es realmente significativo para la institución y si bien no puede ser abarcativo
de un solo equipo, ya que tuvo varias modificaciones, hay que tomarlo en conjunto porque
fue cuando Boca logró sus primeras hazañas y gran popularidad.
Los campeonatos conseguidos en 1920, 1923 (luego de cuatro desempates con Huracán)
y 1921, posibilitaron que su fama cruzara el Atlántico y fuera requerido para una gira, que
marca un hilo fundamental en la historia de Boca Juniors y del fútbol argentino.
El 5 de febrero de 1925, en el Vapor de la Carrera a Montevideo, parte el plantel de
Boca reforzando con otros jugadores de gran categoría, entre ellos Octavio Díaz (Rosario
Central), Manuel Seoane (El Porvenir, quien fuera figura destacada en Independiente), y
Cesáreo Onzari (Huracán). En la capital uruguaya transbordan al Formose y el 27 de
Febrero llegan a Vigo, debutando el 5 de marzo frente al Celta de esa ciudad, ganando 3-1
(Cerroti 2 y Onzari). Desde ese partido y hasta el 7 de Junio, que enfrentan a Olimpic
Francais en París (4-2), juegan en total 19 cotejos, ganan 15, empatan uno y pierden tres.
Convierten 40 goles (una sola vez, no pueden quebrar el cero) y su arco sufre 16 caídas.
Con 12 tantos, Manuel Seoane fue el goleador del equipo. Cerroti y Médice tuvieron
asistencia perfecta.
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Ese año fue declarado “Campeón de Honor”. A su regreso, ganó una enorme
popularidad y también un compromiso: devolverle a su público tanto afecto. Volvió a ser
campeón en 1926 y tuvo el privilegio de cerrar el ciclo amateur e inaugurar el profesional
(1930-1931) ostentando el título. Ya no estaba el arquero Américo Tesorieri, una de las
glorias boquenses, pero seguían integrando la línea de zagueros Bidoglio, Muttis y algunos
de los jugadores de la gira del 25, más la incorporación de Francisco Varallo, “El
Cañoncito”, quien compartió el primer puesto en la tabla de goleadores junto a los
estudiantiles Alejandro Scopolli y Alberto Zozaya, en el primer torneo profesional.
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
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Ganó los torneos de la Asociación Argentina de 1919, 1920, 1923, 1924, 1926, 1929,
1930 y 1931, primer campeonato profesional. Fue tercero en 1921 y 1922,
subcampeón de 1927 y 1928 con la Asociación Argentina ya unificada.
En mérito a la gran gira realizada por Europa en 1925, fue declarado “Campeón de
Honor”.
Sus planteles fueron integrados por Ortega, Busso, Américo Tessorieri, Canavery,
Cortella, Bozzo, López, Calomino, Miranda, Elli, Martín, Mainardi, Brichetto,
Carassini, Pertini, Galeano, Bertolini, Muttis, Bidoglio, Médice, Cerrotti, Tarasconi,
Dighero, Oliva, Martínez, Fortunato, Tazza, Moreyras, Roberto Cherro, Mena,
Pedemonte, Fleitas Solich, Arico Suárez, Penella, Kuko, Varallo, Evaristo, Vargas,
Fossatti, Dedovich y Alberino.
ESTUDIANTES DE LA PLATA (1931-1932)
LOS PROFESORES
Dos próceres del periodismó deportivo de la Argentina, Félix Daniel Frascara y Diego
Lucero, consideraron a "Los Profesores" de Estudiantes como "la mayor expresión de arte
colectivo sobre una cancha de fútbol".
Su línea delantera conformada por Miguel Ángel Lauri, Alejandro Scopelli, "Nolo"
Ferreira, Alberto Zozaya y Enrique Guaita, esta considerada como uno de los quintetos más
celebres del fútbol profesional argentino, comparable con la de Independiente de 1939
(Maril, De la Mata, Erico, Sastre y Zorrilla) o la de "La Maquina" de River (Muñoz,
Moreno, Pedernera, Labruna y Loustau).
Esa delantera se juntó en 1930 desde distintos orígenes: Scopelli, al que se lo conocía
como "el Conejo", surgió desde las inferiores; Manuel Ferreira llegó desde Trenque
Lauquen; Lauri, nacido en Zarate y criado en Berisso; Zozaya y Guaita desde Entre Ríos.
Inmediatamente hubo una gran afinidad entre los cinco en la manera de sentir el fútbol. Por
entonces se llamaban "combinaciones" y con el tiempo “paredes”. Era una de las
características de ese ataque. En una ocasión, Alberto Zozaya señalo: "nosotros no las
conocimos como paredes, pero les puedo asegurar que las hacíamos hasta con revoques".
Fueron subcampeones en 1930 y terceros en 1931 con 103 tantos a favor, 18 más que
Boca, que salió campeón. "No fuimos campeones por los arbitrajes", señaló alguna vez
Alejandro Scopelli, quien posteriormente fue uno de los técnicos que mayor aporte le
hicieron al fútbol mundial.
La célebre delantera se desintegró porque Lauri, Scopelli y Guaita fueron requeridos
desde Europa. "El Indio" Guaita fue campeón mundial con Italia en 1934 y Scopelli
también integró a la selección "azurra".
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Fue el primer ejemplo de un equipo que no necesitó de títulos para ser considerado uno
de los mejores del profesionalismo. Les vastó con la habilidad y la capacidad goleadora.
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Obtuvo la tercera posición en el primer torneo profesional de 1931, escoltando a
Boca y San Lorenzo. Había sido subcampeón en el último certamen amateur (1930)
detrás de Boca. En 1931 tuvo la delantera más goleadora con 104 tantos y los dos
primeros en la tabla de goleadores, Alberto Zozaya (33) y Alejandro Scopelli (31).
En 1932 alcanzó la sexta ubicación convirtiendo un gol menos que el campeón
River.
En el ciclo 1931/32 jugó 68 partidos oficiales, de los que ganó 36, empató 12 y
perdió 20. Logró 84 goles y le conquistaron 114.
Sus jugadores principales fueron los arqueros Scandone, Latorre Lelong y Canuano;
los defensores Neri, Rodríguez, Viola, Raúl y Roberto Sbarra; los volantes Uslenghi,
Pérez Scalá y Riolfo; los delanteros Lauri, Scopelli, Zozaya, Manuel Ferreira y
Guaita. También actuaron Comasco, Telleschea, Padrón, Appolito, Sabio, Juariste, el
uruguayo Castro, Alesco y Estevarena.
Los 184 tantos se repartieron entre Zozaya (53), Scopelli (44), Guaita (35), Manuel
Ferreira (16) y Lauri (15), produciendo entre los 5 delanteros titulares, 163 de los
184 goles del equipo, o sea el 88.6% de los tantos.
En 1931 goleó por 7-0 a Chacarjta, 5-2 a Independiente, 5-2 a Ferro, 5-1 a
Argentinos, 8-0 a Lanús, 6-1 a Atlanta, 8-0 a Ferro, 6-3 a Racing, 4-1 al campeón
Boca y en 1932, 6-1 a su clásico rival, Gimnasia.
El 14 de Agosto de 1932 al jugarse la 21° fecha, Estudiantes y River se midieron en
La Plata. Empataron en tres goles. Ganando River por 2-0, se produjo un hecho
insólito: el delamero local, Alberto Zozaya, remató y la pelota, tras pegar en el
travesaño, picó dentro del arco, sin que el juez De Angelis advirtiera el gol. Las
protestas fueron muy duras y el árbitro optó por retirarse a su vestuario, una casilla.
Allí estuvo 15 minutos y al volver al campo, otorgó el gol ante el asombro general.
Una versión muy difundida en la época indicó que el presidente de Estudiantes, arma
en mano, amenazó a De Angelis, quien optó por dar el tanto. Desde ese momento, se
lo conoce como "el gol de la casilla".
SAN LORENZO (1933)
 Ganó su primer campeonato profesional con 50 puntos en 34 partidos, con 22
victorias, 6 empates y 6 derrotas. 81 goles a favor y 48 en contra. Fue campeón en la
última fecha al perder Boca (que reunió 49 unidades) su encuentro con River y al
derrotar San Lorenzo a Chacarita por 1-0, en Villa Crespo.
 Fue goleado por River en la segunda fecha por 7-1 (4 tantos de Bernabé Ferreyra),
quedando segundo al finalizar la primera rueda, a dos puntos de Gimnasia. Venció al
líder por 7-1 en un partido anormal y también le ganó a Boca, el otro candidato al
título, por 2-0.
 Su plantel lo formaron Lema, Pacheco y Fossa; Chivirini, Scavone y Achinelli;
Magán, Ecoma, Canteli, Diego García, Petronilo Do Britos y Arrieta.
 También jugaron, entre otros, Brizuela, Baigorria, Villalba, Wilson, Alarco, Eduardo
Gómez. Bellomo y Freytes.
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Sus 81 goles los convirtieron Diego García (22), Magán (20), Petronilo Do Britos
(13), Canteli (10), Fossa (4), Alarcón (3), Arrieta (3), Villalba (3), Eduardo Gómez
(2) y Chividini (1).
GIMNASIA Y ESGRIMA LA PLATA (1933)
"EL EXPRESO"
Pese a no haber sido campeón, Gimnasia de 1933 se ganó un espacio en la lista de los
equipos que engrandecieron al fútbol nacional. Razones extradeportivas condicionaron la
posibilidad de demostrar que – junto a San Lorenzo, que el campeón – había sido el mejor
del año.
Era un conjunto en el que se resumían la solidez y lo armónico, coducido por el húngaro
Emérico Hirschl. Una de sus mejores figuras fue el entonces veterano Humberto
Recanatini, famoso por su gorrito Gath y Chaves, y por la solvencia para desempeñarse
como último hombre de la línea de zagueros (un anticipo de lo que sería el libero),
complementándose con su compañero de zaga Evaristo Delovo, encargado de "salir a
romper el juego", como se decía entonces. De acuerdo a la disposición pocisional de la
época, la línea media la componían las tres M: Montañez, Minella y Miguens. Los que
ocupaban los laterales eran los "halves" y se encargaban de marcar el ala contraria y pasar
al ataque. Montañez era sumamente hábil y el uruguayo Miguens, la imagen de la garra y el
tesón. José María Minella, luego gran figura en River, era el que recuperaba la pelota y
distribuía el juego a una delantera fenomenal: Tomás Peralta, Alberto Palomino, Arturo
Naon, Armando Zorada e Ismael Morgada.
Gimnasia ganó la primer rueda del campeonato con 27 puntos, seguido por San Lorenzo
a dos. En la segunda rueda decrece su rendimiento, fundamentalmente por los arbitrajes
parciales. A medida que se consolidaba el liderazgo del equipo de La Plata, se hacían más
ostensibles las presiones de los clubes grandes a nivel directivo para impedir que lograra el
campeonato. El primer síntoma es el partido jugado en cancha de Boca el 24 de julio, en el
que Gimnasia vencía 2-0 con goles de Morgada y Echevarrieta, reemplazante de Naón.
Pero una lamentable actuación de árbitro De Dominici determinó que Boca diera vuelta el
partido y ganara 3-2. Como consecuencia de esa actuación el juez fue expulsado de la
Asociación de Fútbol Argentino.
El episodio que determinó la caída de Gimnasia fue el encuentro frente a San Lorenzo,
el 8 de octubre en el Gasómetro, cuando en disconformidad con la actuación de árbitro
Rojo Miró (suspendido un año) los jugadores visitantes decretaron "la huelga de peinas
caídas", que posibilitó el triunfo de San Lorenzo por 7-1.
Finalmente Gimnasia quedo cuarto en el torneo, pero igual entró en la historia.
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Gimnasia ganó la primer rueda del campeonato con 27 puntos sobre 34, seguido por
San Lorenzo a dos. Mantuvo la primera ubicación hasta la 28° fecha, cuando se
midió con San Lorenzo en Boedo y sus jugadores, al sentirse perjudicados por el
arbitraje de Rojo Miró, se sentaron en el campo de juego, perdiendo finalmente por
7-1.
El juez De Dominici, que dirigió Boca 3 Gimnasia 2 y fue decisivo en el resultado
final (26° fecha) fue expulsado de la liga por mal desempeño, pero el resultado se
mantuvo.
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Finalmente Gimnasia ocupó la cuarta ubicación frente a River, a 4 puntos del
campeón San Lorenzo, reuniendo 46 puntos sobre 50 de líder. Gimnasia ganó 21
partidos, empató 4 y perdió 9, manteniendo su cancha invicta, con 90 goles a favor la máxima del torneo- y 55 en contra.
Su plantel lo formaron Herrera; Delovo y Recanatini; Montañez, Minella y Miguenz;
Tomás González, Palomino, Naón, Zoraza y Morgada. Además jugaron Fidel,
Martín, Belli, Echevarrieta, Gainzarain, Panei, Ruiz, De Gitano, Cruel, Farras,
Garza, Del Preste y Fernández.
Sus 90 goles se repartieron entre Arturo Naón (33), González (10), Palomino (9).
Zoroza (9), Morgada (8), Gainzarain (5), Echevarrieta(5), Fidel (3) y Minella (3),
entre los principales artilleros.
Sus mejores resultados fueron: 5-2 a Boca, 4-2 al campeón San Lorenzo, 2-1 a River,
4-2 a Huracán como visitante y 2-1 a Independiente.
BOCA JUNIORS (1934-1935)
Dicen los que llegaron a verlo jugar que fue una de las formaciones más importantes de
la historia de Boca. El equipo de 1935 se acercó casi a la perfección; el de 1934 tuvo como
característica un ataque demoledor y una defensa con fallas, pero que corregida en la
temporada siguiente fue esa síntesis que lo coloco entre los mejores conjuntos del fútbol
nacional.
El equipo tenía dos conductores: Mario Fortunato, desde afuera de la cancha, y Roberto
"Cabecita de Oro" Cherro, en el campo. El entrenador, como se decía entonces, tenía
conocimiento de psicología y era un estudioso del fútbol. El jugador se destacaba como
estratega y tenía un gran ascendiente sobre sus compañeros.
Pero no eran solo Fortunato y Cherro. En la tercera fecha del torneo de 1934 apareció un
joven flaco que había llegado de Ingeniero White, Ernesto Lazatti, quien se convirtió en
una figura indiscutida durante años en la primera de Boca. En el ataque estaban Francisco
"Pacho" Varallo y el paraguayo Delfín Benítez Cáceres, que conformaron con Cherro un
tercero goleador inolvidable. Al Boca campeón de 1934-1935 le faltó un tanto para llegar a
doscientos en las dos temporadas: convirtió 101 el primer año y 98 el segundo.
El título de 1934 no logró disimular el déficit defensivo. Fue así que Mario Fortunato
vio en una gira por Brasil a un back, Domingos Da Guía, quien llegó a ser ídolo en Boca y
posteriormente integro la selección brasileña que consiguió el tercer puesto en el mundial
de 1938. Con Domingos y Valussi, el equipo logró el equilibrio que no había tenido en la
temporada anterior.
En 1935 Boca se convirtió en el equipo récord del fútbol argentino, igualado dos años
más tarde por River con el 85,29% de los puntos disputados, marca que se mantuvo vigente
durante 32 años, cuando lndepenqiente de Oswaldo Brandao consiguió el 86,67% en el
Nacional de 1967, pero sólo en 15 partidos.
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Ganó el torneo de 1934 con 55 puntos sobre 78 (70,5% de rendimiento) y el de 1935
con 58 puntos sobre 68 (85,3%). En ambos casos superó a Independiente, por una y
tres unidades respectivamente.
En ambos torneos hizo 113 puntos con 50 victorias, 13 empates y 10 caídas,
marcando 199 tantos y recibiendo 93.
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Su plantel base estuvo integrado por Yustrich, Domingos Da Guia y Valussi;
Verniros/Martínez, Lazzatti y Arico Suarez; Luis Sánchez/Zatelli, Benítez Cáceres,
Varallo, Cherro y Cusatti, actuando también Moisés y Bibí (paraje brasileña de
zagueros de 1934), Benavidez. Providente, Tenorio, Baztarica, Garibaldi y Troncoso,
entre otros.
Sus goles, 199 en 73 partidos (2.73 de promedio por encuentro) se repartieron entre
el paraguayo Delfín Beninez Cáceres (44), Francisco Varallo (41), Roberto Cherro
(38), Cusatti (24), Luis Sánchez (11), Providente (10), Benavidez (11) y Tenorio (5),
entre los más efectivos.
Sus mejores resultados fueron las tres victorias que obtuvo sobre River en 1934; su
goleada sobre Ferro por 6-2 en Caballito; sus dos éxitos sobre San Lorenzo en 1935;
el 8-0 a Atlanta; el 5-0 a Quilmes en el sur; 6-1 a Platense y un contundente 5-1 a
Estudiantes en La Plata.
RIVER PLATE (1936-1937)
River Plate revoluciona el fútbol profesional en 1931, con grandes adquisiciones que le
hacen ganar el mote de "Los Millonarios". Los pases más resonantes, entre varios, son los
de Carlos Peucelle, por el que paga 10.000 pesos, y el de Bernabé Ferreyra, conocido como
"El Mortero de Rufino" o "La Fiera", por quien abona a Tigre 35.000 pesos. Esa política de
grandes compras tiene su recompensa con el título alcanzado en las últimas fechas de 1932
(desempate con Independiente en cancha de San Lorenzo, 3-0 con goles de Bernabé
Ferreyra, Satelli y Peucelle, el 20 de noviembre), pero fracasa en los tres años siguientes.
En 1936 se produce un hecho que hace cambiar fundamentalmente la actitud
institucional de River Plate: son promovidos a primera división José Manuel Moreno, en
primer lugar, y Adolfo Pedernera, posteriormente. La actuación de estos dos jóvenes,
conformando una línea delantera excepcional con Carlos Peucelle, Renato Cesarini y
Bernabé Ferreyra, determina que la institución cambie su política de grandes adquisiciones
para darle mayor importancia al semillero.
También ese equipo de 1936 y 1937 es considerado como el precursor de "La Maquina",
que deslumbra años más tarde y está considerado como "revolucionario" en la historia del
fútbol mundial. Del encuentro entre Renato Cesarini, quien había regresado de Italia, y
Carlos Peucelle, surgen las ideas que luego se plasmarían en "La Maquina".
En 1936 el torneo se diputó en dos ruedas y el ganador de cada una se clasificaba para la
final. El primer torneo se denominó Copa de Honor y lo ganó San Lorenzo. El segundo
“Copa Campeonato” y lo consiguió River. En la final River ganó 4-2 y se consagró por
segunda vez campeón profesional.
Al año siguiente, con una campaña excepcional, River vuelvió a lograr el torneo, con
Moreno y Pedernera brillantes, por 6 puntos de ventaja y con una marca de 106 goles a
favor y 43 en contra en 34 partidos, de los que ganó 27, empató 4 y perdió solamente tres.
Pasó así a la historia del fútbol nacional como uno de los mejores equipos.
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Ganó los dos torneos. En 1936 el campeonato se dividió en dos copas: Copa de
Honor y Copa Campeonato. River diputó la final con San Lorenzo y lo venció por 42, pese a que en la suma de ambas copas, reunió 49 puntos contra 52 del club de
Boedo. En 1937 reunió 58 puntos sobre 68 posibles, el 85,3% de los puntos, con 106
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goles a favor y 43 en contra.
La segunda rueda de River '37 fue espectacular: jugo 17 partidos, ganó 15, empato 1
(4-4 con Racing) y perdió 1 (5-2 con Huracán, de local) con un dato sobresaliente:
gano los 8 partidos que jugó como visitante.
Sus mejores resultados: 3-2 sobre Boca como visitante en 1936, tras 7 años de no
ganar el clásico en esa condición; goleo por 6-0 a Argentinos; 6-1 a Quilmes; 6-1 a
San Lorenzo; 6-1 a Talleres de Remedios de Escalada; 5-1 a Tigre y le ganó por 4-1
a Estudiantes en La Plata.
RIVER PLATE (1941-1946)
LA MAQUINA
A nadie le puede parecer exagerado sostener con total convencimiento que la
"revolución futbolística" que protagonizó el Ajax de Ámsterdam y la selección de Holanda
en la década del ‘70 y que se conoció como "Fútbol Total", tuvo su primera expresión en
"La Maquina" de River (1941-1946). Hay datos que lo certifican concretamente.
Mucho se habló sobre los factores que contribuyeron a formar aquel equipo
excepcional, que conquistó los torneos de 1941, 1942 y 1945; subcampeonatos en 1943 y
1944 y el tercer puesto de 1946. Se dice que los ideólogos fueron Carlos Peucelle y Renato
Cesarini. Sin Embargo el propio Peucelle, en un libro trascripto por el periodista Dante
Pazzeri, "Fútbol Todo Tiempo" (Axioma, Bs. As., 1975) da la clave al señalar que "quien
inventó La Máquina fue doña Rosa, la mamá de Adolfo Pedernera", en clara alusión a las
condiciones naturales del gran futbolista. Porque si bien aquel equipo fue una clara muestra
de innovación táctica, no es menos cierto que contó con los jugadores para realizarla, en su
gran mayoría excepcionales. Siempre se recuerda su famoso ataque: Moreno, Muñoz,
Pedernera, Labruna y Loustau. Pero el propio Adolfo Pedernera puso las cosas en su lugar
al señalar que el equipo estaba equilibrado con jugadores en defensa de gran categoría. Es
que son, al cabo y siempre, los futbolistas los que marcan la diferencia.
La Maquina reunió todos los atributos. No era solo fútbol, también tenía pasión, como
en el memorable partido en que debía empatarle a Boca en su cancha para consagrarse
campeón de 1942. Al terminar el primer tiempo perdía 2-0 con tantos marcados por
Bernardo Gandulla. En el segundo, sin perder el estilo, se fue a buscar la igualdad con
potencia, la que finalmente consiguió con dos tantos de Adolfo Pedernera. Pudo dar la
vuelta olímpica en la Bombonera porque puso temperamento sin claudicar en sus
convicciones.
Ernesto Lazatti alguna vez confeso: "uno juega contra La Maquina con toda la intención
de ganarle, pero como gustador del fútbol a veces prefería quedarme en la tribuna viéndola
jugar".
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Campeón 1941, 1942 y 1945. Subcampeón 1943 y 1944. Tercer lugar en 1946.
En ese ciclo (1941-46) jugó 180 partidos oficiales, con 112 triunfos, 41 empates y 27
derrotas. Marco 421 tantos (2.4 por partido) y le hicieron 211. Logró el 74% de los
puntos en juego.
Sus mejores campañas fueron las de 1942 y 1945, con 46 puntos sobre 60 (77%),
producto de 20 triunfos, 6 empates y 4 derrotas.
Algunos triunfos sobresalientes: a Boca 5-1 en 1941 y 4-0 en 1942; a Racing 5-1 en
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1944 y 5-0 en 1943; a Banfield 6-1 como visitante en 1943 y a Newell’s en Rosario
5-3 en 1944.
Sus principales formaciones: Barrios, Vaghi y Cadilla; Yácono, Rodolfi y Ramos;
Múñoz, Moreno, Pedernera, Labruna y Loustau. En el ataque también jugaron
Peucelle, D’Alessandro y Deambrosi.
En 1942 debutó Félix Loustau como puntero izquierdo pasando Pedernera al centro
del ataque, en lugar de D’Alessandro. Los zagueros Ferreyra y Eduardo Rodríguez,
junto a Gallo, el arquero peruano José Soriano. Manuel Giúrise, Antonio Báez y
Joaquín Martínez, alternaron en el equipo titular. En 1945 debutó Amadeo Carrizo y
ese año jugó un solo encuentro Alfredo Di Stéfano.
De los 421 goles convertidos por River en el ciclo 41-46, Ángel Amadeo Labruna
hizo 113 goles, Adolfo Pedernera 77, José Manuel Moreno 42, Juan Carlos Muñoz
32 y Félix Loustau 39. Entre los 5 concretaron el 72% de los goles de aquel River.
BOCA JUNIORS (1943-1944)
Entre 1936 y 1939 Boca atravesó un período de transición y cambios. No obtuvo ningún
título. Pero en 1940 conforma un gran equipo con la llegada desde Ferro de Sarlanga,
Gandulla y Emeal. La columna vertebral de ese equipo la conformaban el arquero Estrada,
el zaguero Ibañez, el "pibe de oro" Ernesto Lazatti, Jaime Sarlanga y Bernardo Gandulla.
Era un fútbol compacto, fuerte en defensa, inteligente en el medio campo y talentoso en
ataque, principalmente con Sarlanga y Gandulla.
Eran los tiempos del Independiente de Maril, De la Mata, Erico, Sastre y Zorrilla y La
Maquina de River. Sin embargo, Boca logra consagrarse el mejor de ese año, pese a que
Independiente lo derrota 7-1 en la 15° fecha - de lo se venga en la revancha y lo golea 5-2 en la flamante Bombonera que Boca mantenía invicta.
El Boca del ‘40 arrastra multitudes. Gana el campeonato con 55 puntos, 8 más que
Independiente, 13 más que River y Huracán. Después llegan dos años en los que tiene que
rendirse ante la superioridad de La Maquina, que predomina en el fútbol nacional.
En 1943, estos nombres: Vacca; Marante y Valussi; Sosa, Lazatti y Pescia; Boyé,
Corcuera, Sarlanga, Severino Varela y Sánchez. Arrancan mal y parece que volverá a ser
para La Maquina, pero llega la recuperación con los célebres “boinazos” de Severino
Varela y es precisamente el uruguayo el que le da el triunfo a Boca en el clásico de la
segunda rueda, que le permite sacarle un punto de ventaja a su tradicional rival. Hasta el
final River no lo puede alcanzar y en la cancha de Ferro, en la última fecha, a 10 minutos
del final, Jaime Sarlanga, con dos goles, cierra la campaña y la obtención de una nueva
estrella.
En 1944, Boca, con el mismo equipo, con la misma solvencia, vuelve a encontrarse con
River en una nueva repetición del duelo por el título. El torneo es muy parejo y cuando
faltan 10 fechas para que finalice, se encuentran Boca y River en la Bombonera. Otro
“boinazo” de Severino Varela faltando dos minutos para el final, desata el delirio de la
hinchada boquense. La mayoría, pese a que faltaban disputar 20 puntos, cree que Boca
volverá a ser campeón sin problemas. Sin embargo, comienza a declinar y por incidentes en
un partido por la 29° frente a Rosario Central, le suspenden la cancha.
Tiene que definir en el último partido frente a Racing, actuando como local en el
Monumental. Dos goles de Corcuera y Marante de penal, decretan el 3-0 definitivo. Boca
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da su primera vuelta olímpica en cancha de River.
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Ganó ambos campeonatos. En 1943 superó por un punto a River (45 contra 44), al
año siguiente venció con una luz de dos puntos sobre River (46 contra 44).
En total jugó 60 partidos, con 37 triunfos, 17 empates y 6 derrotas. Marcó 161 goles
y le hicieron 83.
Sus mejores resultados fueron: 10-1 a Chacarita en 1943 (con 4 goles de Corcuera),
6-4 a San Lorenzo en Boedo, 6-2 a Chacarita en 1944 y 1-0 sobre River en el
Monumental, con gol del uruguayo Severino Varela.
Su plantel fundamental lo integraron: Vacca, Marante y Valussi; Carlos Sosa,
Lazzatti y Pescia; Boyé, Corcllera, Sarlanga, Severino Varela y Mariano Sánchez.
También jugaron Diana, Gandulla, Lijé, Zárraga, Rosella, Valsechi, Laidlaw y
Vilanoba.
Sus goles (161) se repartieron fundamentalmente entre Severino Varela (35), Jaime
Sarlanga (33), Mario Boyé (28), Pío Corcuera (29) y el puntero Sánchez (11).
SAN LORENZO (1946-1947)
LA GIRA POR EUROPA
Un solo jugador, René Pontoni, le cambió el estilo a San Lorenzo, que hasta 1946 se
había caracterizado por haber sido un equipo arrollador, que recibió el apelativo de "El
Ciclón". Con Pontoni el equipo perdió potencia pero ganó estética, porque el talentoso
santafesino encontró en la creatividad de Armando Farro y en la inteligencia de Reinaldo
Martino el complemento ideal.
Los componentes de "El trío de oro", como se lo denominó, fueron los autores de 56
goles en 1946, más de la mitad de los 90 que señaló todo el equipo, con un promedio de
tres tantos por partido. Complementaban la línea delantera Antonio Imbelloni en la punta
derecha, Oscar Silva en la izquierda y Francisco de la Mata, hermano de Vicente, quien
alternó en las dos posiciones. Pero el equipo de San Lorenzo no era sólo el ataque. Contaba
con la serenidad de Mierko Blazina en el arco; una pareja de zagueros en la que descollaba
el señorío de Oscar Basso y la decisión de José Vanzini y una por entonces considerada
línea media que integraban "El Vasco" Ángel Zubieta, Salvador Greco y Bartolomé
Colombo.
Luego de ganarle a Tigre en la primera fecha, San Lorenzo tuvo un comienzo irregular
con empates y derrotas, terminando la primera rueda en el tercer lugar detrás de River y
Boca. Pero en la segundad rueda la campaña fue excepcional: ganó 12, empató 2 (River y
Boca) y perdió sólo 1 (Estudiantes). Obtuvo goleadas contundentes: le marcó 7 goles a
Rosario Central, 6 a Atlanta y 5 a Lanús, Racing y Platense.
La excelente campaña influyó para que sea reclamado desde España y Portugal, donde
se presentó el 22 de diciembre de 1946, venciendo a Atlético Aviación (el actual Atlético
de Madrid) por 4 a l. Desde ese día, en que en el Estadio Metropolitano de Madrid 50.000
espectadores lo despidieron arrojando los sombreros al aire, cada presentación del equipo
argentino fue una fiesta de fútbol y goles, concretando una campaña que comprendió 10
partido jugados, 5 ganados, 4 empatados, y una derrota, con 46 goles a favor (4.6 por
partido) y 28 en contra.
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Ganó brillantemente el torneo de 1946, con 46 puntos sobre 60, producto de 20
victorias, 6 empates y 4 derrotas, con 90 goles a favor (3 por partido) y apenas 17 en
contra. Superó por cuatro puntos a Boca y le sacó cinco de ventaja a River.
En la segunda rueda produjo sobre 15 partidos, 12 triunfos, 2 empates y una única
caída ante Estudiantes, por 2-1 en La Plata.
Sus mejores resultados: 5-0 a Vélez en Villa Luro, 7-0 a Rosario Central, 5-1 a
Lanús, 6-1 a Atlanta, 5-0 a Racing, 5-1 a Platense, todo en 1946.
En 1947 ocupó la quinta posición, a once puntos de líder River, produciendo un 6-1
sobre Banfield y un 4-0 sobre Newell' s en Rosario, como resultados más
sobresalientes.
En diciembre de 1946 y enero de 1947 realiza una inolvidable gira por España
causando sensación: vence por 7-5 a un combinado español en Barcelona y el 16 de
enero aplasta por 6-1 al seleccionado español en Madrid.
Su formación titular habitual: Biazina, Vanzini y Basso; Zubieta, Greco y Colombo
o Manuel Rodríguez; Imbellone o De la Mata, Farro, Pontoni, Martino y Silva.
También alternaron Tablada, Rial, Banegas y Agallay.
Sus máximos goleadores fueron, sobre esos 90 tantos de 1946, René Pontoni con 20,
Reinaldo Martino y Armando Farro con 18, seguido por Silva con 10.
RACING (1948-1951)
EL PRIMER TRICAMPEÓN
Racing había sido el club sensación en la época del amateurismo, con los títulos
conseguidos entre 1913 y 1919 y los de 1921 y 1925. Pero en los primeros tiempos en el
profesionalismo no pudo repetir esas hazañas y debieron pasar muchos años para que
lograra un título. Fue en 1949, se prolongó el siguiente y concluyó en 1951. Un ciclo
memorable, con la obtención del tricampeonato que hasta entonces no tenía antecedentes y
que vino a compensar los sinsabores vividos desde 1931, cuando se implantó el
profesionalismo en la Argentina.
Se hace inevitable asociar al Racing de esa época con algunos funcionarios,
fundamentalmente con el ministro de Hacienda, Ramón A. Cereijo, y con el gobernador de
la provincia de Buenos Aires, mayor Carlos Aloé. Pero nada puede opacar la sensacional
campaña del equipo, compuesto por jugadores de excepción en el fútbol nacional. La única
verdad es que era un equipazo. Los favores, si los hubo, en todo caso hay que atribuírselos
a factores extrafutbolísticos, como la inauguración del estadio de Avellaneda con ayuda
oficial y que fue inaugurado en 1950. De esa manera se puso fin a un largo peregrinaje por
campos ajenos, a tal punto que la vuelta olímpica por el título obtenido en 1949 tuviera que
darse en la cancha de Boca.
El gran equipo de comenzó a conformarse en 1948 con una delantera integrada por Juan
Carlos Salvini, Norberto Méndez, Rubén Bravo, Llamil Simes y Ezra Sued y el
complemento ideal en un organizador inteligente como fue Ernesto Gutiérrez. Ese año
Racing se mantenía cómodamente en la punta, pero una huelga producida en parte por el
éxodo a Colombia, determinó que finalizara el torneo con jugadores de divisiones inferiores
y quedara relegado al segundo puesto por Independiente.
En 1949 no hay problemas y comienza un ciclo que se cerró el 5 de diciembre de 1951,
en cancha de San Lorenzo, cuando Mario Boyé, con una espectacular volea desde afuera
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del área, derrotó al arquero Graneros de Banfield, en la segunda final (la primera empataron
0-0) y le dio a Racing el tercer campeonato consecutivo.
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En 1949 ganó con 49 puntos sobre 68 (21-7-6) y seis puntos de ventaja sobre River y
Platense, los escoltas. En 1950 reunió 47 (23-1-10) pero amplió la diferencia, al
sacarle ocho a Boca y a Independiente. Finalmente, en 1951 igualó la primera
ubicación con Banfield con 44 puntos sobre 64, con uno de ventaja sobre River.
Racing superó por 1-0 a Banfield en el desempate y se consagró tricampeón.
Marcó 233 goles en 100 partidos con varios delanteros que se destacaron
nítidamente: Llamil Simes (61), Rubén Bravo (30), Mario Boyé (15), Norberto
Méndez (25), Ezra Sued (15) y su zaguero Higinio García, quien señaló 20 goles, en
su mayoría de tiro penal.
Jugó todo el torneo de 1949 como local en el estadio de Boca y recién pudo actuar en
su nueva cancha a partir del 3 de septiembre de 1950, cuando venció a Vélez 3-0.
Sus máximos resultados: 6-1 a Lanús, 5-2 a Independiente como visitante, 6-2 a
Boca, 3-1 a San Lorenzo en Boedo y 4-0 a Ferro, en una racha espectacular de 1949.
También vale mencionar un 5-1 sobre Estudiantes en La Plata y un 6-1 a San
Lorenzo, ese mismo año. En 1950, 3-0 a River en el Monumental, 4-2 a
Independiente de visitante y 5-3 a River en el desquite. En 1951, volvió a ganarle por
5-3 a River, más un 3-0 a Gimnasia, en La Plata. Platense tuvo un privilegio: fue el
único equipo que le hizo cinco goles en el trienio, al vencerlo por 5-3 en la cancha de
Boca.
Su plantel base: Antonio Rodríguez; Higinio García y García Pérez; Fonda o Juan
Carlos Giménez, Rastelli y Gutiérrez; Salvini o Boyé, Méndez, Rubén Bravo o
Blanco, Simes y Sued. También alternaron Palma, Ámela, Cupo, Gagliardo,
Hernández, Ongaro y Biaseetti.
INDEPENDIENTE (1952-1955)
Suele ponerse como ejemplo de que no siempre el mejor equipo es el campeón. Este es
el caso de Independiente en los primeros años de la década del ‘50, con un ataque que se
convirtió en el único caso en la historia del fútbol argentino en que su delantera completa es
convocada para la selección nacional en partidos de la trascendencia que tuvieron los
enfrentamientos con ingleses y españoles. Son Micheli, Cecconato, Lacasia, Grillo y Cruz,
y posteriormente la inclusión de Bonelli en lugar de Lacasia.
Durante esos años, Independiente siempre estuvo a un paso del título, pero nunca lo
consiguió. Se hicieron muchas interpretaciones sobre esta circunstancia, algunas vinculadas
con la relación poco cordial que mantenían los jugadores con los dirigentes, pero, en
realidad, no hay que perder de vista que coincidentemente se dio en una etapa en la que
hubo grandes equipos. Bastaría recordar el Racing tricampeón (1949-50-51), el Boca del
1954, y la formidable delantera de River integrada por Vernazza, Prado, Walter Gómez,
Labruna y Loustau.
En 1952 ocupa el tercer puesto a cinco puntos de River; en 1953 sufrió la suspensión de
Carlos Ceconatto y Ernesto Grillo durante 10 fechas, lo que resintió el equipo que había
ganado la primera rueda y no pudo repetir en la segunda; en 1954 sale subcampeón a 4
puntos de Boca, pero con la particularidad de haber perdido 10 puntos con los cuatro
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últimos (3 con Tigre, 3 con Gimnasia, 2 con Huracán y 2 con Banfield), mientras que paradójicamente- gana 15 de los 16 puntos que disputa con los considerados “grandes” (el
punto que perdió fue ante River, 0-0).
En sus memorables partidos quedaron algunas goleadas históricas: 7-1 a Ferro en 1952;
6-2 a Estudiantes en 1953; 6-2 a Platense, 5-1 a San Lorenzo y 4-1 a River (los tres como
visitantes) en 1954; el histórico 5-1 a Racing en la última fecha de 1953.
Europa llegó a conocerlos. Fue en la gira de 1954, que arrancó nada menos que con un
memorable 6-0 en el Santiago Bernabeu de Madrid, al Real de Di Stéfano y Molowny y
que culminó con una serie goleadora de 39 tantos en 21 encuentros.
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Fue tercero en 1952, cuarto en 1953, subcampeón en 1954 y cuarto en 1955.
Tuvo la delantera más goleadora en 1952 (72 goles en 30 partidos) y en 1954 (61 en
30). Se destacaron nítidamente sus hombres de ataque: Micheli, Cecconato, Lacasia
o Bonelli, Grillo y Cruz. En esa delantera, también incursionaron Gatti, Chirico y
Cervino.
Sus goleadores. En 1952, Carlos Lacasia (17), Ernesto Grillo (15) y Rodolfo Micheli
(13). En 1954, Micheli (16), Bonelli (14) y Grillo (11).
Sus mejores resultados: 7-1 a Ferro y 5-1 a Newell's en 1952; 6-2 a Estudiantes y 5-1
a Racing en 1953; 3-0 al campeón Boca, de visitante, en 1954; 6-1 a Newell' s en
1955.
Su plantel base: Abraham o Cozzi; Barraza y Arrigó o Mousegne; Arias, José
Varacka, Britos o Emilio Varacka; Micheli, Cecconato o Bonelli, Lacasia o Bonelli o
Cervino, GrilJo y Cruz. También jugaron Simonetti, Amaya, Violín, Juárez,
Zorzenón y Maldonado.
RIVER PLATE (1952-1957)
La hegemonía que mantuvo Racing desde 1949 hasta 1951 no pudo ser quebrada por
River, pese a que contaba con un equipo excepcional y con uno de los mejores
centrodelanteros del fútbol argentino: el uruguayo Walter Gómez. Pero a partir de 1952,
River inicia el período más brillante de su historia: en el que obtiene cinco títulos en seis
años, tres consecutivos.
A principios de 1952 realiza una gira por España, Suiza, Italia, Francia, Inglaterra y
Portugal. Gana 6 partidos, empata 7 y pierde solamente uno (5-1 frente al Atlético de
Bilbao, en el encuentro inicial de la excursión). Saldo muy favorable, sobre todo porque el
22 de febrero, en Manchester, derrota al Manchester City por 4-3 (goles de Labruna, 2,
Vernazza y Walter Gómez) y consigue el primer éxito argentino en la tierra de los
inventores del fútbol. Convirtió 49 goles y le hicieron 35.
Con esta gran satisfacción, River inicia el torneo de 1952, que se trasforma en un
diálogo con Racing por el título. En las últimas fechas, Racing se encuentra a un punto de
River, que faltando tres partidos derrota ampliamente a Huracán en Parque Patricios (7-1)
pero en la fecha siguiente pierde un punto ante Banfield (1-1), en el Monumental, y Racing
no puede alcanzado porque también empata. Llega la última fecha. River tiene 38 puntos y
Racing 37. El puntero debe jugar en Rosario frente a Newell's. Con gol de Prado, River le
corta la racha a Racing e inicia la suya.
En 1953 el torneo es una repetición del anterior: River y Racing luchan nuevamente por
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el título. Se encuentran el 8 de noviembre, en Núñez y con el triunfo por 2-1, River se
asegura el bicampeonato.
En 1954 Boca posterga las aspiraciones de River del tricampeonato, pero el equipo de la
banda roja obtiene ese año dos grandes satisfacciones: derrota a su tradicional rival en la
Bombonera (debut de Norberto Menéndez, en pareja con Sivori, reemplazantes de Labruna
y Walter Gómez) con gol de Prado en los últimos minutos y en la revancha, en el
Monumental, le vuelve a ganar, esta vez 3-0, con goles de Labruna (2) y Walter Gómez.
Finalmente llega el tricampeonato. El de 1957 concluye con 46 puntos, 8 más que en el
segundo, San Lorenzo, prueba de su superioridad sobre el resto. Nadie podía imaginarse
que esa vuelta olímpica, el 8 de diciembre en Villa Crespo, luego de ganarle a Atlanta 3-1,
sería la última de un largo período.
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Ganó cinco de los seis campeonatos de este lapso, salvo el de 1954, que fue obtenido
por Boca, y lo ubicó tercero. Su mejor campeonato fue el de 1957, con 46 puntos
sobre 60 posibles, con 19 triunfos, 8 empates, y 3 derrotas, con ocho puntos de
ventaja sobre San Lorenzo.
En total, disputó 180 partidos, con 105 victorias, 45 empates y 30 derrotas. Convirtió
370 goles y le señalaron 222. Logró el 71 % de los puntos en juego.
Sus mejores resultados: 7-1 a Huracán en Parque de los Patricios (1952), 6-2 a
Platense (1953), 7-0 a Ferro (1957), 6-1 a Estudiantes (1957) y 6-2 a Argentinos
(1957). Su peor resultado: 0-4, de local, con Boca en 1955.
Los jugadores principales del ciclo: Amadeo Carrizo (16), Ángel Labruna (149),
Alfredo Pérez (134), Santiago Vernazza (134), Eliseo Prado (123), Félix Loustau
(109). el defensor Mantegari (107) y otro defensor, Veni (106). Más atrás, con
menos torneos jugados pero igual de valiosos, el uruguayo Walter Gómez (80),
Roberto Zarate (68), Enrique Omar Sívori (63), Néstor Rossi (61), Norberto
Menéndez (57) y el defensor Sola (100).
De los 370 goles, Ángel Labruna convirtió 67, seguido por Eliseo Prado con 56.
Santiago Vernazza 50, Roberto Zárate 38, Walter Gómez 37 y Enrique Omar Sívori.
BOCA JUNIORS (1962-1965)
La actuación argentina en el Mundial de Suecia desembocó en el llamado "Fútbol
Espectáculo" que propusieron River y Boca a través de sus presidentes, Antonio Liberti y
Alberto J. Armando. A Boca llegó en 1961 Vicente Italo Feola, un brasileño que había sido
uno de los entrenadores del Brasil campeón del mundo de 1958.
Con Feola también llegaron una gran cantidad de jugadores extranjeros, pero hay dos
que son fundamentales en la posterior campaña: Orlando Pecanha Carballo y Paulo
Valentín, el primero para estructurar la defensa con solidez y el segundo como goleador. El
nuevo director técnico es José D'Amico, quien arma la última línea con Simeone, Silvero,
Orlando y Marzolini. En el medio campo, la columna vertebral era Antonio Ubaldo Rattín,
pero se insinúa la fundamental gravitación de Alberto González como cuarto volante. Y en
ese 1962, los grandes del fútbol argentino pelearon el campeonato fecha a fecha. Llegan
igualados a la 29. Es el 9 de diciembre. Valentín captura un envío de Echegaray y Carrizo
lo derriba. Penal. Remata el propio Valentín y gol, 1-0. Cuando faltan 5 minutos para el
final, Simeone derriba a Artime en el área. Penal para River y la posibilidad de igualar.
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Delem dispara, Roma adivina la trayectoria, se adelanta y el título es para Boca.
La campaña de 1963 no es buena, pero hay una aparición deslumbrante: Ángel Clemente
Rojas. Se hace cargo Adolfo Pedernera y Boca consigue un nuevo título en 1964 con una
defensa que muestra una gran solidez: 15 goles en contra en 30 partidos; solamente 6 en los
últimos 2.250 minutos de juego. ¡Un tanto cada 375 minutos! Boca es campeón con un
extraño designio: ganar los torneos los años terminados en 4, como en 1924, 1934, 1944 y
1954. Esta vez con una defensa casi invulnerable. A Boca, con un gol le alcanzaba.
En 1965 un accidente posterga a Adolfo Pedernera, quien es remplazado por Néstor
Rossi. Con la presencia de Alfredo Rojas y la dupla Norberto Menéndez-Ángel Clemente
Rojas, el equipo tiene mayor poder ofensivo. Le gana los dos partidos a River (2-1) y
establece un punto de diferencia sobre su tradicional rival, logrando un nuevo título, el
tercero en cuatro años.
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Ganó los tres torneos y fue cuarto en el de 1963.
Sus campafias fueron en 1962 (28-18-7-3) con dos puntos de ventaja sobre River; en
1964 (30-17-10-3) con seis puntos de diferencia sobre Independiente y en 1965 (3419-12-3) con una unidad sobre River. Marcó, en los tres ciclos, 135 goles en 92
partidos y le hicieron 63. Tuvo la defensa menos vencida en 1962 y 1964.
Sus mejores resultados: 5-1 a Quilmes, 3-0 a Racing, 1-0 a River en 1962; 3-0 a San
Lorenzo en 1964; 7-2 a Chacarita, 2-1 y 2-1 a River y 5-0 a Lanús en 1965.
Sus principales formaciones: Roma; Silvero y Marzolini; Simeone, Rattín y Orlando;
Pueblas, Menéndez, Valentín, Pezzi y Alberto González en 1962. Roma; Magdalena
y Marzolini; Simeone, Rattín y Orlando; Ferreyra, Ángel Clemente Rojas, Valentín,
Menéndez o Grillo y Alberto González en 1964. Roma; Silvero y Marzolini;
Simeone, Rattín y Silveyra; Pianetti, Ángel Clemente Rojas, Alfredo Hugo Rojas,
Menéndez y Alberto Gonzalez en 1965. También jugaron varios partidos los
profesionales Julio Benítez, Grillo, Errea y Pezzuti en 1962; Silveyra, Rulli, Ayres
Moraes, Callá y Pianetti en 1964; Menotti, Osvaldo Pérez, Ayres Moraes, Sacchi y
Corbata en 1965.
De los 135 goles conseguidos por Boca en el tricampeonato 62/64/65, el máximo
artillero fue el brasileño Paulo Valentín con 29; Alfredo Hugo Rojas hizo 17, Ángel
Clemente Rojas 16, Norberto Menéndez 16 y Oscar Pianetti 13, entre los principales.
Dos veces definió el título con River: en 1962, venciéndolo por 1-0 con gol de
Valentín de penal y arbitraje de Carlos Nay Foino, quien convalidó un tiro penal
detenido por Roma a Delem antirreglamentariamente, que pudo haber cambiado al
definición del torneo. En 1965 en la penúltima jornada, Boca le ganó por 2-1 a River
en la Bombonera (goles de Pianetti, Menéndez y Artime) y sacó el punto de ventaja
decisivo.
ESTUDIANTES DE LA PLATA (1967-1970)
Se jugaba una de las semifinales del Metropolitano de 1967. En cancha de Boca se
enfrentaban Platense y Estudiantes de La Plata. El partido era francamente favorable para
Platense, que logró ponerse 3-1. Carlos Pachamé, en un esfuerzo desesperado, consiguió
salvar sobre la línea el cuarto gol en el arco de la Casa Amarilla. Estudiantes se sobrepuso y
alcanzó el empate: 3-3. Sobre la hora, el arqucro Hurt detuvo la pelota de un corner, pero
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reaccionó violentamente aplicándole un punta pié a Carlos Salvador Bilardo. Fue penal y
gol. También el comienzo de una historia que culminó con la obtención de la Copa
Intercontinental, frente al Manchester United, en tierra inglesa.
Todo había empezado en el verano de 1969, cuando Osvaldo Juan Zubeldía aceptó
hacerse cargo del equipo que había peligrado con el descenso de categoría en los años
anteriores. Miguel Ignomirielo dirigía la tercera que había ganado el campeonato de su
categoría en 1964. De ese semillero se nutrió Zubeldía para darle forma al equipo. Contó
con el aporte de Carlos Bilardo, convertido en el conductor dentro del campo. En 1965,
Estudiantes logra un meritorio quinto puesto y un año más tarde se ubicó séptimo. Al llegar
1967, se clasifica segundo en su zona en el Metropolitano – con igual puntaje que Racing
pero con menor diferencia de goles – y debe enfrentar a Platense. Logra ese triunfo
increíble (4-3) y el título frente a Racing, en cancha de San Lorenzo: 3-0.
Después, la consagración en la Copa Libertadores con tres títulos consecutivos: 1968
(final con Palmeiras), 1969 con Nacional de Montevideo y 1970 con Peñarol de
Montevideo, pero, sin dudas, el título más significativo fue el de la Copa Intercontinental
de 1968, en Manchester.
Llovía sin cesar aquella noche. El estadio era una caldera. A los 16 minutos, Madero
toma un tiro libre, Ribaudo y Coniglairo se cruzan y desorientan a los ingleses. Aparece
Juan Ramón Verón y sorprende con un cabezazo. Argentina lograba la segunda Copa
Intercontinental en dos años. Primero había sido Racing en 1967, ese año el Estudiantes de
Zubeldía.
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En estos cuatro años ganó el torneo Metropolitano de 1967, fue subcampeón en el
Nacional de 1967 y en el Metropolitano de 1968. Obtuvo la Copa Libertadores en
1968, 1969 y 1970. Y ganó la Copa Intercontinental en 1968.
Fue el primer equipo -fuera de los cinco grandes- que se adjudicó un campeonato de
primera división. En el Metro '67 disputó 24 partidos, con 13 victorias, 7 empates y 4
derrotas. Venció en la semifinal a Platense por 4-3 y dio cuenta en la final de Racing
por 3-0. Si incluimos su campaña en el Nacional '67, donde fue segundo e invicto,
redondeó 39 partidos, con 22 victorias, 13 empates y 4 derrotas, 50 goles a favor y
26 en contra.
Sus mejores resultados: 1-0 a Boca, 2-1 a Racing en Avellaneda, 2-1 a River.
Su formación titular: Aguirre Suárez y Malbernat; Manera, Pachamé y Madero;
Bedogni o Ribaudo, Bilardo, Conigliaro, Eduardo Flores o Etchecopar y Verón.
Llegó a la final del Metro '68 tras 22 partidos, con 9-6-7 como registro y tras vencer
en las semifinales a Vélez por 1-0, cayendo en la final frente a San Lorenzo por 2-1
en la cancha de River. En los torneos siguientes y hasta el Nacional de 1970,
mantuvo la misma base de jugadores, a los que se agregaron elementos juveniles
debido a la participación del club en la distintas Copas Libertadores.
Otros jugadores del ciclo 67/70: Medina, Gabriel Flores, Spadaro, Lavezzi, Togneri,
Taverna, Trullet, Zibecchi, Fucceneco, Aguilar, Verde, Errea, Cremauco, Forteis,
Orife, Zuccarelli, Rudzki, Barale, Jorge Solari, Pagnanini, Romeo y Pezzano.
Sus series en la Copa Libertadores: 11-2-3 en 1968, venciendo en la final a
Palmeiras de Brasil (2-1, 1-3 y 2-0). En 1969 disputó 4 partidos, ganando todos los
encuentros y superando por 1-0 y 2-0 en las finales a Nacional, de Montevideo. En
1970, disputó cuatro partidos, con tres victorias y un empate, ganándole la final a
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Peñarol por 1-0 con gol de Néstor Togneri y empatando el desquite en Montevideo.
Ganó la Copa Intercontinental en 1968 (1-0 y 1-1 con Manchester United, de
Inglaterra), perdiendo luego en 1969 con Milan (0-3 y 2-1) y en 1970 con Feyenoord
de Holanda (2-2 y 0-1).
RACING CLUB (1966-1967)
EL EQUIPO DE JOSÉ
Lo que fue calificado como "el desastre de Suecia" en el Mundial 1958. provocó una
serie de cambios en el fútbol argentino que, en algunos casos, fueron negativos. En la
década del '60 la tendencia de la mayoría de los equipos era el juego defensivo. Quien
intentó romper con esa regla y lo consiguió fue Juan José Pizzuti, quien se hizo cargo de
Racing el 19 de septiembre de 1965, cuando el equipo ocupaba el último lugar en la tabla
de posiciones.
Ese día le ganó al puntero del campeonato, River, por 3-1 y comenzó una racha
histórica. Al final del torneo, luego de 14 fechas invictas, Racing ocupa el quinto lugar. Al
año siguiente, Juan José Pizzuti introduce algunos cambios posicionales (Perfumo como
marcador central, Alfio Basile como segundo zaguero, el "Panadero" Díaz, que jugaba
como 6 en la tercera, de marcador de punta y Maschio como cuarto volante) y varios
refuerzos (Joao Cardoso, Raffo, Spillinga, Manilo y Martinoli, entre otros) y el equipo
consigue el récord del fútbol argentino con 39 fechas sin conocer la derrota (superado sólo
por el Boca de Carlos Bianchi), consagrándose campeón de AFA.
El año siguiente se corona titular de la Copa Libertadores, luego de tres partidos finales
con Nacional de Montevideo (0-0 en la capital uruguaya y en Avellaneda, y 2-1 con goles
de Norberto Raffo y Joao Cardoso, en el estadio Nacional de Santiago de Chile).
Después llegó la Copa Intercontinental, el primer título a nivel mundial que ganó un
equipo argentino, frente a los escoceses del Celtic. Fue derrotado 0-1 en Glasgow, triunfó
en Avellaneda 2-1 con tantos de Raffo y Juan Carlos Cárdenas, y el título en el Centenario
de Montevideo con el "zapatazo" del "Chango" Cárdenas desde 35 metros, en un partido
violento, que culminó con las expulsiones de Basile y Rulli, en Racing, y Lennox, Hughes
y Jhonstone, para el Celtic.
Fue "el equipo de José" el que tuvo como mérito quebrar la actitud especulativa que
reinaba en la década del '60 y ser el primer equipo nacional que consiguió un título a nivel
mundial.
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Cumplió una campaña excepcional que lo mantuvo 39 fechas invicto, récord en el
fútbol argentino. En el torneo de 1966, recogió 61 puntos sobre 76 posibles, con 24
victorias, 13 empates y una sola derrota ante River por 2-0 en el Monumental.
Convirtió 70 goles y le marcaron apenas 24 tantos.
Logró algunos resultados espectaculares: 5-0 a Quilmes como visitante, 2-0 a
Independiente como visitante, 2-1 a San Lorenzo en Boedo, 6-0 a Ferro en Caballito,
venciendo a Central en Rosario e igualando con Newell's.
Su formación principal: Luis Carrizo; Perfumo y Rubén Díaz; Martín, Mori y Basile;
Martinoli, Rulli, Cárdenas, Juan José Rodríguez y Maschio. También participaron
Cejas, Chabay, Vicente, Rambert, Parenti, Canadell y Vilanoba.
Del equipo titular, todos menos el lateral Oscar Martín, marcaron goles. El principal
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fue Jaime Donald Martinolli con 18, Juan José Rodríguez hizo 16, Juan Carlos
Cárdenas 8, Alfio Basile y Humberto Maschio 6, Rubén Díaz 5, el volante Rulli 4,
Miguel Mori 3, Roberto Perfumo 2, Nelson Chabay 1.
En 1967 ganó la sección "A" del torneo Metropolitano con 29 puntos sobre 44
posibles. Venció en la semifinal a Independiente por 2-0 (goles de Raffo) y cayó en
la final ante Estudiantes por 3-0, en el viejo estadio de San Lorenzo de Almagro.
En esa temporada, incorporó al brasileño Joao Cardoso, al delantero Norberto Raffo,
más el arquero Antonio Spilinga.
Participó en la Copa Libertadores de América por primera vez y la ganó. Su
campaña abarcó 20 partidos, de los que ganó 14, empató 4 y perdió 2, con 44 goles a
favor y 14 en contra. En semifinales eliminó a Universitario de Perú, River Plate y
Colo Colo de Chile, venciendo en la final a Nacional de Montevideo, en un
desempate disputado en Santiago de Chile.
El 4 de noviembre de 1967, obtuvo la Copa Intercontinental por primera vez para la
Argentina, al superar en una serie de tres partidos al Celtic de Glasgow, de Escocia
(0-1, 2-1 y 1-0) con el recordado gol de Cárdenas, en el estadio Centenario de
Montevideo.
Ganó todo: campeonato, Copa Libertadores y Copa Intercontinental.
INDEPENDIENTE (1967)
EL MEJOR PROMEDIO DEL PROFESIONALISMO
Luego de ganar las Copas Libertadores de 1964 y 1965, Independiente no pudo repetir
en 1966 y fue el eliminado por River, en el partido desempate de semifinales, 2-1, en
cancha de San Lorenzo ante una multitud. Daniel Onega y Luis Cubilla marcaron para
River y Luis Artime para Independiente. De esta manera se cerraba un ciclo. Llegó un
técnico de gran prestigio internacional: el brasileño Osvaldo Brandao, quien ya había
estado en la institución en 1961.
Con profundos conocimientos sobre fútbol y una cordialidad poco común en el trato con
los jugadores, Brandao confió en el mismo equipo que había actuado el año anterior, más la
incorporación de un juvenil que provenía de Piraña, una institución del ascenso, Héctor
"Chirola" Yazalde, quien inmediatamente se convirtió en una gran figura e ídolo de la
hinchada.
Ese 1967 se reestructura el fútbol de AFA. Comenzó a disputarse Metropolitano y
Nacional. En el primer torneo Independiente ocupó el segundo lugar en la Zona B a un
punto de Platense. Debió jugar la semifinal con Racing y perdió 2-0. En el Nacional, la
campaña fue brillante: jugó 15 partidos, ganó 12, empató 2 y perdió solamente 1, con San
Lorenzo (1-3), logrando 26 puntos sobre 30 posibles, lo que lo convirtieron en el equipo
con el mayor promedio del profesionalismo: 86,67 por ciento.
La producción goleadora también fue espectacular: 43 tantos en 15 encuentros, con un
promedio de 2.86 por partido. Luis Artime fue el goleador con 11, seguido por Héctor
Yazalde (10), Aníbal Tarabini (7), Raúl Bernao (3), Osvaldo Mura (2) y Vicente de la Mata
(h), Ornar Pastoriza, Diéguez y Elbio Ricardo Pavoni, 1 cada uno.
La consagración se produjo nada menos que frente a Racing, que ostentaba el título
Intercontinental, en cancha de Independiente, con una goleada histórica: 4-0 con goles de
Luis Artime (2), Aníbal Tarabini v Mario Savoy. Al día siguiente, Osvaldo Brandao regresó
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a Brasil y nunca más dirigió en la Argentina, pero su paso fue inolvidable y dejó su sello a
uno de los equipo que hicieron historia en nuestro fútbol.
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Ganó el primer campeonato Nacional, en 1967, con 26 puntos sobre 30 (15-15-2-1):
un rendimiento del 87%, 43 goles a favor y 14 en contra. Dirigido por Osvaldo
Brandao, experimentado entrenador brasileño, fue semifinalista en el primer torneo
Metropolitano, cayendo ante Racing Club en esa instancia, por 2-0.
Su campaña de todo el ciclo 1967, redondeó 38 partidos con 25 victorias, 9 empates
y 6 caídas, 76 goles a favor y 31 en contra, 59 puntos, el 77% de los puntos
conseguidos.
Sus mejores resultados en el Nacional '67: 6-0 a Central Córdoba de Santiago del
Estero y a Chaco For Ever, 5-2 a Lanús, 2-0 a River como visitante y 4-0 al Racing
Club. Su única derrota fue en Boedo, 3-1 con San Lorenzo.
Su plantel: Santoro; Monges y Pavón; Roberto Ferreiro, Pastoriza y Acevedo;
Bernao, Savoy, Artime, Yazalde y Tabarini. También jugaron Diéguez, Mura, De la
Mata.
Un caso notable: procedente de Piraña, un club de la categoría llamada entonces
"Fútbol Aficionado" hoy Primera "D", llegó el delantero Héctor Casimiro Yazalde.
Debutó el 24 de septiembre ante Platense, en Manuela Pedraza y Crámer, venciendo
Independiente por 2-1, con un gol suyo, en el segundo tiempo y otro de Savoy.
Yazalde jugó 9 partidos en el Nacional '67 y marcó 10 goles, escoltando en la tabla
de goleadores a su compafíero Luis Artime, quien señaló 11 tantos.
Los otros goleadores: Aníbal Tarabini (7), Raúl Savoy y Raúl Bernao (4), entre
otros.
Ingresó directamente a la Copa Libertadores de 1968 con su escolta, Estudiantes de
La Plata, equipo que lo eliminó en dicho torneo.
SAN LORENZO (1968)
LOS MATADORES
"Los matadores" de San Lorenzo, campeones Metropolitanos de 1968, serán recordados
como una de las mayores expresiones futbolísticas en una época en que imperaba la
especulación en el fútbol argentino. El artífice de este conjunto fue un brasileño inteligente,
sabedor del fútbol y de la vida, Elba de Paula Lima, conocido como Tim, quien logró
conformar un equipo que conjugaba belleza y contundencia.
San Lorenzo se reforzó con Antonio Rols (Gimnasia y Esgrima La Plata), Victoria
Nicolás Cocco (Unión de Santa Fe), Carlos Veglio (Deportivo Español) y un uruguayo
desconocido, Sergio Villar, quien ganó la titularidad a los pocos partidos.
San Lorenzo ganó la primera rueda (dividida en dos zonas) por tres puntos sobre
Estudiantes, que habían mantenido la formación del año anterior y se perfilaba como serio
aspirante a disputarle el título. Pero en la segunda ronda, San Lorenzo ganó ocho
encuentros consecutivos (Atlanta, Platense, Boca, Estudiantes, Racing, Ferro, Lanús y
Bánfield) y sacó doce puntos de ventaja sobre Estudiantes.
En la otra zona, Vélez ocupó la primera colocación y River la segunda. En semifinales,
el 3l de julio, en cancha de Racing, San Lorenzo venció a River 3-1, con goles de Pedro
González, Cocco y Veglio, y el empate transitorio lo señaló Ermindo Onega.
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Al día siguiente, Estudiantes venció a Vélez 1-0, en el mismo estadio de Racing, con un
tanto conseguido por Verón.
La final se jugó el domingo 4 de agosto, en el estadio Monumental. Se vendieron 47.347
entradas y los 90 minutos terminaron 1-1. Convirtieron Verón y Veglio. En el
suplementario, el misionero Rodolfo Fischer le dio el triunfo al mejor equipo del torneo.
San Lorenzo de 1968 fue un equipo con un tremendo poder ofensivo y una firme
estructura defensiva. Muchos de los partidos los definió en el segundo tiempo, con un par
de precisas indicaciones del brasileño Tim. Terminó invicto y con un apodo que lo
acompañará por siempre: "Los Matadores".
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Ganó el campeonato invicto, con 24 partidos jugados, 16 victorias y 8 empates.
Logró 40 puntos sobre 48: el 83.3% de los putos. Hizo 49 goles y le marcaron 12.
Sus mejores resultados: 5-1 a Atlanta en Villa Crespo, 2-1 y 2-0 a Boca, 1-0 a
Estudiantes en La Plata, 5-0 a Ferro, 3-0 a Racing, 3-1 a River en semifinales y 2-1 a
Estudiantes en la final, en tiempo suplementario.
Su técnico era el brasileño Elba de Padua Lima, "Tim", quien afirmaba que el fútbol
era como "una manta corta: si te tapás la cabeza, te destapás los pies y viceversa",
parodiando ataque y defensa.
La formación titular: Buttice; Calics y Rols; Villar, Telch y Albretch; Pedro
González, Cocco, Fischer. Renda y Veglio. También alternaron Agustín Irusta,
Veíra, Tojo, Sconfianza, Magliolo y Gramari.
BOCA JUNIORS (1969-1970)
EL BOCA DE DI STEFANO
Una de las formaciones de Boca que más se recuerda es: Sánchez; Suñé, Meléndez,
Rogel, Marzolini, Novello, Madurga, Medina, Ponce, Ángel Rojas y Peña. Este equipo se
debió a dos circunstancias: una casual y la otra determinante. La primera fue la expulsión
de Nicolau, Ratín y Rogel en un partido del Metropolitano de 1969 frente a San Lorenzo,
en el Gasómetro, y que el equipo de la Ribera pierde 2-1. La segunda se debe a la intuición
y la sapiencia de Alfredo Di Stéfano, el formador de ese gran equipo que conquistó los
títulos en los Nacionales de 1969 Y 1970.
La ausencia de Rattín por esa suspensión obligó a Di Stéfano a buscar una solución.
Luego de algunos ensayos, lo ubicó a Norberto Madurga como último volante, contando
con la colaboración del uruguayo Orlando Medina en la tarea defensiva y la de Nicolás
Novello como factor desequilibrante de tres cuarto de cancha para arriba. En el
Metropolitano de ese año es eliminado por River, en semifinales, en cancha de Racing, pese
a que el partido finalizó 0-0.
En el Nacional cumple una campaña excelente, con los famosos "Madurgazos", que eran
los desenganches de Norberto Madurga desde el fondo sorprendiendo con sus apariciones
en ataque, la cintura prodigiosa de Ángel Clemente Rojas y la velocidad de los punteros
Ponce y Peña. Llega a la última fecha del torneo con 2 puntos de ventaja sobre River, a
quien tiene que enfrentar en el Monumental y con la única posibilidad de ganar para
alcanzar a su tradicional rival. Boca presenta el equipo mencionado con la variante de
Savoy en lugar de Novello, que se había lesionado. Ese 14 de diciembre de 1969
funcionaron los "Madurgazos" a la perfección: pelotazo de Orlando Medina para la subida
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del volante. Boca se pone 2-0 en 35 minutos. Con goles de Oscar Mas y Víctor Marchetti,
River consigue el empate, pero no le alcanza. Boca se da el gusto de dar la vuelta en el
Monumental.
Al año siguiente, Alfredo Di Stéfano regresa a Espafia y José Maria Silvero lo
reemplaza. Boca repite el título en el Nacional. Ocupa el segundo lugar en la Zona B con la
misma cantidad de puntos que Rosario Central, pero con menos goles a favor. Le gana 2-0
a Chacarita en semifinales y obtiene el derecho de enfrentar a Rosario Central, vencedor de
Gimnasia y Esgrima. La noche del 23 de diciembre de 1970 vuelve a dar otra vuelta en el
Monumental, al ganar 2-1, en tiempo suplementario.
El Boca de Alfredo Di Stéfano sorprendió con la modalidad táctica de subir con un
volante de contención. Ese fue su mérito, que pasó a la historia como el de los
"Madurgazos" aunque era un conjunto de gran categoría.
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Fué semifinalista del Metropolitano '69, perdiendo con River por diferencia de goles,
al haber igualado 0-0. Había ganado su grupo con 30 puntos (22-12-6-4).
Obtuvo el Nacional de '69, con 29 puntos sobre 34 posibles (17-13-3-1), siendo
dirigido todo el año por Alfredo Di Stéfano.
Fue cuarto en el Metropolitano '70, a dos puntos del campeón Independiente, con
una serie 20-10-5-5. Y ganó el Nacional '70, tras compartir el liderazgo del Grupo B
con Rosario Central, superar a Chacarita Juniors en semifinales por 2-0 y batir a los
rosarinos por 2-1 en la final jugada en River Plate, con un ciclo total de 22-15-3-4.
El bienio oficial 1969-70 fue muy positivo para Boca: 81 partidos jugados, 50
triunfos, 17 empates y 14 derrotas. Logró 139 goles y le marcaron 62 tantos.
Sus mejores resultados: 5-0 a Banfield como visitante y 4-1 a Independiente (Metro
‘69), 6-0 a Talleres de Córdoba (Nacional '69), 4-0 a Newell's (Metro '70), 3-2 a
Independiente en Avellaneda (Nacional '70).
Sus jugadores: Roma, Meléndez y Marzolini; Suñé, Rattín y Rogel; Cabrera,
Madurga, Ángel Clemente Rojas, Savoy y Orlando Medina. Para el Nacional '69 se
destacaron el arquero Rubén Sánchez, los delanteros Ignacio Peña, Nicolás Novello
y Ramón Ponce, pasando Norberto Madurga a la posición de volante central.
También lucieron Jorge Coch, Miguel Nicolau, Oscar Pianetti, Hugo Curioni,
Armando Ovide, Aldo Villagra, Ramón Palacios y Omar Larrosa, entre otros.
Sus goleadores (139): Ángel Clemente Rojas 21, Norberto Madurga 20, Rubén Suñé
16, Jorge Coch 10, Aldo Villagra e Ignacio Peña 9, Roberto Rogel 7, Nicolás
Novello y Raúl Savoy 6, Hugo Curioni 5, entre otros.
El Nacional de 1970 lo ganó bajo la conducción táctica de José Maria Silvero.
SAN LORENZO (1972)
BICAMPEON
Juan Carlos Lorenzo tomó el equipo de San Lorenzo en 1972, como antes lo había hecho
-sin demasiado éxito- en 1961 y 1965. Había sido el técnico de los equipos nacionales en
los Mundiales de Chile e Inglaterra. Tras una poco feliz actuación en River, en 1967,
regresó a Europa, donde dirigió al Lazio de Roma. Posteriormente pasó a ser colaborador
de Helenio Herrera en la Juventus de Turín. Fue allí donde lo fue a buscar el presidente
Osvaldo Valiño.
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La primera tarea de Juan Carlos Lorenzo fue tratar de buscar el equilibrio del plantel,
dentro y fuera de la cancha, porque eran públicas las divisiones. En mayo, Botafogo
formalizó su interés por Rodolfo Fischer, que era uno de los elementos conflictivos, y
Lorenzo aprobó su venta, que le reportó al club 150.000 dólares y la posibilidad de
promocionar a Rubén Ayala, un delantero con excelentes condiciones que terminó
consagrándose goleador de la temporada con 22 tantos (14 en el Metropolitano y 8 en el
Nacional).
En el Metropolitano San Lorenzo tuvo tardes inolvidables, en las que la hinchada se
reencontró con uno de sus grandes ídolos: José Francisco Sanfilippo, autor de 8 tantos en
las primeras fechas. Tal vez la victuria más festejada fue el 4-0 a River en el Monumental,
con tres goles de Fischer y uno de Sanfilippo, que determinó el fin de la era Didí. Redondeó
un récord: 15 partidos invicto como visitante (compartido con dos equipos de Racing, los
de 1932 y 1966) y tuvo su tarde culminante cuando postergó a River en la final del
Nacional en cancha de Vélez, en tiempo suplementario con gol de Luciano Figueroa,
después que Enrique Chazarreta malograra un penal en los segundos finales de los 90
reglamentarios. San Lorenzo se llevó un título invicto.
Lo llamaron "el equipo computadora". Para su técnico, Juan Carlos Lorenzo, “fue un
conjunto práctico que no dio ventajas, con mucha moral y conformado en bloque, un
anticipo de lo que serían los equipos futuros”. Fue el primero en obtener un bicampeonato
de AFA cuando se disputaban Metropolitano y Nacional.
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Bicampeón. Ganó el Metro '72 con seis puntos de ventaja sobre Racing y una
campaña con 49 puntos (34-18-13-3) con el 72% de los puntos ganados. Se adjudicó
invictó el Nacional '72, tras vencer en la final a River por 1-0 con una serie de 14
partidos, con 11 ganados y 3 empates (89 por ciento de los puntos). En total, jugó 48
encuentros, ganó 29, empató 16 y perdió apenas 3 (77% de los puntos), con 89 goles
a favor y 39 en contra.
Sus mejores resultados: 4-0 a River como visitante, 4-0 a Rosario Central, 3-0 a
Boca en la Bombonera, 5-0 a Lanús, 3-0 a Huracán en Racing Club.
El equipo titular: Irusta; Rezza y Rosi; Villar, Telch y Heredia; Figueroa, Espósito,
Ayala. Cocco y Chazarreta. También jugaron muchos partidos Sanfilippo, Glaría,
Pitarch, Héctor Scotta, García Ameijenda, Fischer, Veglio, Piris e Irigoyen.
Sus principales goleadores: Rubén Ayala 22, Rodolfo Fischer 11, Ramón Heredia 8,
Victorio Cocco 8, Enrique Chazarrreta 7 y Roberto Telch 5.
INDEPENDIENTE (1971-1975)
El REY DE COPAS
Independiente fue el segundo equipo argentino en participar en la Copa Libertadores. El
primero, San Lorenzo, había desdéñado la competencia sin valorizar la trascendencia que
tendría posteriormente. Tampoco Independiente puso demasiado entusiasmo en la edición
de 1961 y fue eliminado por Palmeiras. Recién en 1964, cuando accedió con su quinto
título profesional de AFA, logrado el año anterior, tuvo su consagración internacional al
ganar ese torneo y el siguiente. Desde 1965 a 1972 pareció demasiado tiempo sin que
Independiente consiguiera un título, pero ese año fue la plataforma para lograr lo que nadie
hasta ese momento: cuatro torneos consecutivos.
En 1971, Independiente ganó el campeonato Metropolitano y volvió a la Libertadores.
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Consumada la etapa eliminatoria, disputó la final con Deportivo Universitario de Lima,
Perú. En la capital peruana empató sin goles y en Avellaneda venció 2-1, con dos tantos de
Eduardo Maglioni. Llegó el tercer intento por la Copa Intercontinental (en 1964 lo había
postergado el Inter de Helenio Herrera) frente al Ajax de Holanda, que por entonces
contaba con la brillante figura de Johan Cruyff. Fue empate en la Argentinal 1-1 y 3-0 en
Holanda. Independiente regresó con una nueva frustración.
En 1973 finalmente, Independiente pudo conquistar la Intercontinental. Ganó la
Libertadores en triple final con Colo Colo de Chile (1-1, en Avellaneda, 0-0 en Santiago y
2-1 en Montevideo), y tuvo como rival a Juventus, en el estadio olímpico de Roma, el 28 de
noviembre. El equipo turinés impuso una marcación casi perfecta, hasta que a los 35
minutos del segundo tiempo, los jóvenes Bochini y Bertoni se asociaron en una pared
monumental y en el último intento Bochini levantó la pelota por encima del arquero Dino
Zoff. Independiente enriquecía sus vitrinas con la copa que se le había negado tres veces: la
Intercontinental. Posteriormente venció a Olimpia de Honduras, campeón de la
CONCACAF, y se adjudicó la Copa Interamericana, redondeando un ciclo único: tres
copas internacionales en un solo año.
Después, con la incorporación definitiva de Ricardo Bochini, completó el tercero
(también triple final con San Pablo: 1-2 en Brasil, 1-0 en la Argentina y 1-0 en el Nacional
de Santiago de Chile) y el cuarto título consecutivo (otra vez triplete, esta vez con Unión
Española de Chile: 0-1, en Santiago, 3-1, en Avellaneda y 2-0 en Asunción).
De la mano del talento creador Ricardo Bochini, de la capacidad de Daniel Bertoni, de la
regularidad de Francisco “Pancho” Sá y Ricardo Pavóni, Independiente se convirtió en el
Rey de Copas.
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Al ganar el campeonato Metropolitano de 1971, accedió a la Copa Libertadores junto
con Rosario Central, vencedor del torneo Nacional de ese mismo año. Ganó la
sección 1 (marginó a Rosario Central, Nacional de Medellín e Independiente Santa
Fe de Bogotá), superó en las semifinales a Barcelona de Ecuador y San Pablo de
Brasil y se impuso en la final a Universitario de Lima, Perú, igualando sin tantos en
Perú y triunfando por 2-1 en Buenos Aires, el 24 de mayo de 1972.
Entró en las semifinales de 1973, batiendo a San Lorenzo de Almagro y Millonarios
de Bogotá, para dar cuenta de Colo Colo de Chile en la final (1-1, 0-0 y 2-1).
Ingresó en las semifinales de 1974, superando a Peñarol de Uruguay y a Huracán de
Buenos Aires. En la final, le ganó a San Pablo (1-2, 2-0 y 1-0) con desempate jugado
en Santiago de Chile.
Jugó directamente las semifinales de 1975, superando a Rosario Central y a Cruceiro
de Belo Horizonte. En la final, batió a Unión Española de Chile (0-1, 3-1 y 2-0).
En total, jugó entre 1972 y 1975 -ganó las cuatro copas- 33 partidos, ganó 18,
empató 9 y perdió 6, con 49 goles a favor y 25 en contra. Al mismo tiempo, ganó la
Copa Intercontinental de 1973 (1-0 al Juventus de Turín, en Roma, con gol de
Ricardo Bochini) y las Copas Interamericanas de 1973 (2-1 y 2-0 a Olimpia de
Honduras) y 1974 (1-0, 0-1 y 4-2 por penales al Deportivo Municipal de Guatemala).
Sus jugadores fundamentales: Miguel Santoro, Francisco Sá, Miguel Ángel López,
Eduardo Commisso, Ricardo Pavoni, Luis Garisto, Omar Pastoriza, Miguel
Raimondo, Alejandro Semenewicz, Rubén Galván, Ricardo Bochini, Daniel Bertoni,
Eduardo Maglioni, Agustín Balbuena, Ricardo Ruiz Moreno, Dante Mírcoli, Manuel
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Magna, Miguel Giachello, Hugo Saggioratto, Carlos Gay, José Alberto Pérez y
Carlos Bulla.
Sus principales goleadores en el período 72/75 copero: Agustín Balbuena y Daniel
Bertoni 7, Ricardo Pavoni 5, Dante Mírcoli 4, Ricardo Bochini 3, Omar Pastoriza,
Hugo Saggioratto, Miguel Giachello, Mario Mendoza, Eduardo Maglioni y Ricardo
Ruiz Moreno, 2 cada uno.
HURACÁN (1973)
Fue uno de los grandes equipos de los últimos tiempos. Conquistó para Huracán el único
título de era profesional, algo que no lograba desde 1928, en el amateurismo.
Este gran equipo comenzó a gestarse el 2 de mayo de 1971, cuando el entonces
presidente Luis Seijo viajó a Rosario para contratar a César Luis Menotti, quien no tenía
mayores antecedentes como entrenador, con excepción de su trabajo como ayudante de
campo de Miguel Antonio Suárez en Newell's Old Boys. A partir de su incorporación,
Menotti fue depurando el plantel y realizó algunas incorporaciones (Larrosa, Russo,
Carrascosa, Fanesi, Chabay) que fueron modelando al equipo que deslumbró en 1973. La
última incorporación fue el toque que le faltaba: René Orlando Houseman, uno de los
jugadores más dotádos que dio el fútbol argentino.
Ya en 1972 se vislumbraba el perfil de ese equipo, que finalizó tercero en el
Metropolitano y que brindó espectáculos memorables, como el histórico 5-1 a Boca, en
Parque Patricios, el mismo día que Miguel Ángel Brindisi y Carlos Babington bajaron al
mediodía del avión en Ezeiza (habían viajado para probarse en el Valenciennes de Francia)
y jugaron por la tarde.
El Metropolitano de 1973 fue, entonces, la culminación de ese trabajo. En la primera
rueda concretó goleadas inolvidables como 6-1 a Argentinos Juniors, 5-2 a Atlanta, 5-0 a
Racing, 5-2 a Ferro y 5-0 a Rosario Central, en Arroyito, que provocó la insólita ofrenda
del aplauso del público rosarino en homenaje al fútbol de alto nivel que concretó ese día el
equipo de Parque de los Patricios.
En la segunda rueda, la producción goleadora disminuyó porque la mayoría de sus
jugadores fueron convocados por Enrique Omar Sivori para la selección nacional que debía
jugar la eliminatoria del mundial de Alemania '74. Sin embargo, el equipo no perdió la
línea y logró la coronación tres fechas antes del final, pese a perder en su cancha con
Gimnasia 1-2.
Huracán del '73 pasó a la historia como uno de los equipos más vistosos y ofensivos, con
jugadores de alto nivel técnico como Miguel Ángel Brindisi, Carlos Babington, Ornar
Larrosa, Roque Avallay, René Houseman y Jorge Carrascosa.
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Ganó su primer campeonato profesional, tras 45 años: el último había sido durante la
época amateur, en 1928.
Disputó 32 partidos, obteniendo 46 puntos (72%) con 19 triunfos, 8 empates y 5
derrotas. Convirtió 62 goles y le marcaron 30 tantos.
A partir de la fecha número 20, varios de sus titulares quedaron afectados al
seleccionado argentino por eliminatorias para el mundial de 1974 y debió apelar a
los suplentes. Hasta ese momento, iba primero con cuatro puntos de ventaja.
Su equipo titular: Roganti, Buglione y Carrascosa; Chabay, Russo y Basile;
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Houseman, Brindisi, Avallay, Babington y Larrosa. También alternaron Leone,
Eduardo Quiroga, Del Valle, Scalise, Tello, Cantú, Ríos, Keurikián y Tolisano.
Sus mejores resultados: 6-1 a Argentinos Juniors, 5-2 a Atlanta, 2-0 a Newell's y 5-0
a Rosario Central, ambos como visitante, 5-0 a Racing Club, 5-2 a Ferro.
Sus principales goleadores: Omar Larrosa 15, Miguel Brindisi 12, Roque Avallay
11, René Houseman 10, Carlos Babington 8 y Eduardo Quiroga 3.
Quedó tercero en su grupo en el Nacional '73 y no pudo pasar a la rueda final.
Jugó la Copa Libertadores de 1974 y tras eliminar a Rosario Central, quedó
marginado por Independiente, finalmente campeón de ese certamen.
RIVER PLATE (1975)
CAMPEON 18 AÑOS DESPUÉS
"Vengo a River para ser campeón", dijo Ángel Labruna apenas fue contratado a
conlienzos de 1975, luego de que bajo su conducción TalLeres de Córdoba deslumbrara en
el Nacional 1974. Confeccionó una lista de jugadores y no todos creyeron en esos nombres,
algunos veteranos y otros casi desconocidos. Así lLegaron Roberto Perfumo, luego de
actuar en el Cruceiro de Belo Horizonte; los cordobeses Artico, Comelles y Reinaldi (los
dos primeros de Talleres); Miguel Ángel Raimondo, un volante de gran equilibrio que
había sido campeón de la Libertadores con Independiente; Pedro González con toda su
experiencia; el paraguayo Alcides Bareiro y Oscar "Pinino" Mas, que regresaba del Real
Madrid.
A las incorporaciones se sumaron los "pibes" nacidos en el club, algunos promocionados
por Didí (Juan José López, Alonso, Morete) y uno al que el propio Ángel Labruna había
hecho debutar en primera varios años antes y que luego fue símbolo de River, Reinaldo
"Mostaza" Merlo, sumado al momento excepcional de Ubaldo Matildo Fillol, y la aparición
de Daniel Passarella.
En la primera rueda la actuación del equipo fue deslumbrante y se había cortado solo.
Renovó el fervor entre sus hinchas y produjo recaudaciones sensacionales. Marchaba sin
dificultades rumbo al título, pero faltando siete fechas para el final del campeonato y
cuando nadie dudaba que alcanzarían el objetivo postergado tantos años, sufrieron tres
derrotas consecutivas (Atlanta, Newell’s y Boca) y un empate (Temperley). "Los fantasmas
volvieron a poblar el Monumental", decían las publicaciones de la época. Pero llegó el
triunfo 2-0 frente a San Lorenzo y a dos partidos de la culminación llevaban cuatro puntos.
Faltaba el broche de oro. Pero la gran noche, en cancha de Vélez, el público celebró el
campeonato sin sus figuras, quienes estaban en huelga. El gol de un anónimo Bruno pasó a
la historia y los juveniles dieron la vuelta olímpica que los profesionales no pudieron dar,
porque en el último partido, frente a Racing, en el Monumental, el público invadió la
cancha y postergó el festejó.
Atrás habían quedado 18 años de frustraciones. A partir de entonces, River inició otra
historia. Ganó el Nacional de ese año, el Metro del ‘77 y los dos torneos de 1979, el
Metropolitano del ‘80, el Nacional del ’81, el Metro del ‘85, la Libertadores, la
Intercontinental y Interamericana de ese año y el torneo de 1989/90.
Ángel Labruna tenía razón: llegó para ser campeón y cambiar la historia.
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Ganó los dos torneos, Metropolitano y Nacional, dirigido por Ángel Labruna tras 18
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años de segundos puestos y frustraciones.
El Metro lo obtuvo con 55 puntos sobre 76 (73% de rendimiento), aventajando por
cuatro unidades al escolta Huracán. El Nacional le demandó ganar la zona A y
triunfar en la serie final, con un total de 37 sobre 46 disputados (80%). El resumen
del River ‘75, indica 61 partidos, 40 triunfos, 12 empates y 9 derrotas. Marcó 126
goles y le señalaron 63 tantos. Sus mejores resultados: 6-1 a Temperley, 5-1 a San
Lorenzo, 5-0 a Chacarita, 6-1 a Cipolletti de Río Negro, 5-0 a All Boys y 1-0 a
Estudiantes, en cancha de Vélez.
Sus jugadores: Fillol; Comelles, Perfumo, Artico y Héctor López; Juan José López,
Raimondo y Alonso; Pedro González, Morete y Oscar Mas. Para el Nacional ‘75,
ingresaron como titulares Daniel Passarella, Hugo Pena y Leopoldo Luque. También
jugaron muchos partidos Alejandro Sabella, José Omar Reinaldi, Ramón Bareiro,
Alberto Vivalda y Jorge Ghiso, entre otros.
Sus goleadores: Norberto Alonso 27, Carlos Morete 24, Pedro González 13, Oscar
Mas 15, Daniel Passarella 9, Juan José López 8, Leopoldo Luque y José Omar
Reinaldi 5, cada uno.
Con la base de este plantel, River ganó los torneos metropolitanos de 1977, 1979 y
1980, los nacionales de 1979 y 1981. En todos los casos, dirigido por Angel
Labruna.
ESTUDIANTES DE LA PLATA (1982-1983)
Con la conducción de Carlos Salvador Bilardo, Estudiantes ganó su segundo título en el
profesionalismo (el primero había sido en 1967) en el Metropolitano de 1982, utilizando el
mismo esquema que cuatro años más tarde le dieron el título del mundo a la selección
argentina en México. José Luis Brown era el líbero y Gette el stopper; Herrera y Julián
Camino los laterales; Miguel Ángel Russo el volante de marca y un medio campo con una
interesante cuota de creatividad: Marcelo Trobbiani, el "Bocha" Ponce y Alejandro Sabella;
adelante Guillermo Trama y Hugo Gottardi, quienes convirtieron 24 de los 50 goles que
marcó el equipo (13 Trama y 11 Gottardi). También jugaron gran parte de los partidos los
volantes Ángel Landucci y Miguel Ángel Lemme y el delantero Rubén Galetti.
Cumplió una excelente campaña con 21 triunfos, 12 empates y solamente 3 derrotas. De
las 21 victorias logradas, 12 fueron como local y 9 de visitante. Los contrastes fueron:
frente a Boca en la Bombonera 0-1 y en La Plata 1-2, y con Newell’s Old Boys en el
Parque Independencia de Rosario 1-3. Luego de la derrota frente a Boca, como local, en la
fecha 24°, produjo una serie invicta de 13 partidos con 8 victorias y cinco empates que lo
llevaron al título.
Carlos Bilardo se hizo cargo de la selección nacional y su puesto en Estudiantes lo
ocupó Eduardo Luján Manera. Con muy pocas modificaciones (Agüero por Gette, Bertero e
Islas por Delménico) Estudiantes ganó el Nacional de 1983 con una campaña en la que
conquistó 11 triunfos, 4 empates y 5 derrotas, con 35 goles a favor y 20 en contra. Los
goleadores fueron Brown (7), Gottardi (6) y Trama (5).
El torneo se dividió en etapas. En la primera, debió enfrentarse con Unión (Santa Fe),
Racing (Córdoba) y Unión San Vicente (Córdoba); en la segunda a Vélez, Nueva Chicago e
Instituto de Córdoba; en la tercera (octavos de final) debió eliminarse con Ferro: le ganó 10 en La Plata y empató 2-2 en Caballito; en cuartos de final dejó en el camino a Racing por
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mejor diferencia de gol; en semifinales enfrentó a Témperley, igualando 1-1 en La Plata y
definiendo en tiempo suplementario en la revancha. En la final se midió con Independiente
y el triunfo en su estadio por 2-0 resultó decisivo, porque pese a que perdió en Avellaneda
2-1, el gol de Guillermo Trama le dio el tercer título de su historia.
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Ganó el Metropolitano de 1982 con 54 puntos sobre 72 (36-21-12-3, el 75% de los
puntos en juego) con una diferencia de dos sobre Independiente. Hizo 50 goles y le
marcaron 18. Se adjudicó el Nacional '83, con 20 partidos y una serie 11-4-5, 35
goles a favor y 20 en contra.
En total, el ciclo 82-83, con dos títulos, jugó 56 partidos, ganó 32, empató 16 y
perdió 8: 80 puntos sobre 112 (71.4% de rendimiento), con 85 goles a favor y 38 en
contra.
Sus mejores resultados: 4-0 a Unión, 3-0 a Nueva Chicago, 2-1 y 1-0 a Vélez, 5-0 a
Unión San Vicente de Córdoba, 2-0 y 1-2 en la final con Independiente.
Sus titulares y jugadores principales: Delménico, Bertero o Islas; Camino, Brown,
Gette o Landucci o Agüero y Herrera; Miguel Russo, Trobbiani, Sabella, Ponce;
Gottardi y Trama. Además Gurrieri, Galletti, Lemme, Vieta, Gugnali, Llane y Tévez,
entre otros.
Sus goleadores: Guillermo Trama 18, Hugo Gottardi 17, José Luis Brown 14,
Marcelo Trobbiani 10, Rubén Galletti 5 y Alejandro Sabella 4.
Participó en la Copa Libertadores de 1983 y 1984. En la primera, llegó a semifinales
quedando eliminado ante Gremio de Porto Alegre, con una serie de los partidos y 43-3. En 1984, no pasó la primera fase, con tres empates y tres caídas.
ARGENTINOS JUNIORS (1984-1985)
El jugador más ilustre de la historia de Argentinos Juniors fue Diego Armando
Maradona. Se reconoce en la entidad de La Paternal un antes y un después del fenomenal
jugador. Precisamente con Maradona obtuvo un subcampeonato en 1980, escoltando a
River, con 42 puntos en 36 partidos (13 triunfos, 16 empates y 7 derrotas, 57 goles a favor,
de cuales 25 los convirtió Maradona, y 48 en contra). Fue hasta ese momento la mejor
actuación de su historia. Al año siguiente, “el pibe de Fiorito” pasó Boca y en 1982, Ángel
Labruna comenzó a gestar un nuevo equipo, cuando se afianzaron Videla, Villalba,
Doménech y Pasculli. Llegaron Castro, Pavoni y Lemme.
Luego de un interinato de Rodolfo Talamonti, quien asumió cuando falleció Ángel
Labruna, se hizo cargo del equipo Roberto Marcos Saporiti. Se habían sumado Vidallé reemplazó a Fillol quien se fue al Flamengo de Brasil-, Olguín, Pellegrini, Commisso, Juan
José López y Morete. En el Nacional de ese año, Argentinos llegó a semifinales, donde fue
eliminado por Talleres de Córdoba. Pero en el torneo de Primera División de 1984
conquistó el primer título de su historia, iniciando un ciclo de un año en el que logró el
Nacional y la Copa Libertadores de 1985, con José Yudica como técnico. El torneo
organizado por la AFA lo ganó en dos finales durísimas frente a Vélez. En la copa
continental dejó a Ferro en el camino en un partido desempate, tras la eliminación de los
brasileños Fulmínense y Vasco da Gama.
Después, en dos partidos para el recuerdo postergó a Independiente y en la final, el
jueves 25 de octubre, se coronaba campeón de América al vencer en la definición por
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penales a América de Cali en Asunción de Paraguay. Argentinos había ganado en cancha
de River 1-0, perdió por el mismo resultado en Colombia, e igualó 1-1 en el estadio
Defensores del Chaco. En los remates desde el punto del penal, Vidallé le atajó el remate a
De Avila y ganó Argentinos 5-4.
Pero tal vez la actuación más significativa de este histórico Argentinos Juniors haya sido
en la derrota. Fue el domingo 8 de diciembre de 1985, en el Estadio Nacional de Tokio,
ante 62.000 espectadores. Enfrentó a la Juventus de Italia, con su máxima figura: Michel
Platini. Todo el país futbolístico gozó con la brillante demostración que llegó a través de la
televisión la madrugada de ese domingo. Inolvidable. Fue empate: 2-2. En la definición por
remates desde el punto del penal ganó Juventus, pero aquel Argentinos Juniors entró a la
historia grande de nuestro fútbol respetando un estilo.
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Ganó el Metropolitano de 1984 con 51 puntos en 36 partidos (71%) y una serie 2011-5, 69 goles a favor y 36 en contra. Se adjudicó el Nacional de 1985 tras vencer en
la final a Vélez por 2-1. Su serie fue 14-8-5-1, con 29 goles a favor y 11 en contra.
En total, disputó 50 encuentros, ganó 28, empató 16 y perdió 6, obteniendo el 72%
de los puntos en juego. Hizo 98 goles y le marcaron 47.
Sus mejores resultados: 4-1 a Huracán, 2-0 y 4-1 a Independiente, 3-0 y 5-1 a Boca,
3-1 y 4-1 a Talleres de Córdoba. En el Nacional '85, le ganó por 8-0 a Central Norte
de Salta, 4-2 a Belgrano de Córdoba, 3-0 a Ferro en Vélez y venció en la final al
propio Vélez.
Su formación habitual: Vidallé; Villalba, Pavoni, Olguín y Doménech; Videla,
Batista y Commisso; Castro, Pasculli y Ereros. También jugaron Pellegrini, Lemme,
Juan José López, Borghi, Morete, Corsi, Olarán y Mayor.
Sus principales goleadores: Pedro Pasculli 29, Jorge Olguín 12, José Antonio Castro
11, Adolfo Ereros 13, Mario Videla 9 y Carlos Morete 5.
Disputó las Copas Libertadores de 1985 y 1986. La primera la ganó, venciendo en la
final por penales al América de Cali, Colombia, en Asunción. Su ciclo en la Copa de
1985, abarca 14 partidos, con 9 triunfos, 3 empates y 2 derrotas, 20 tantos a favor y
12 en contra. Jugó la Copa Intercontinental en Tokio ante Juventus de Italia,
igualando 2-2 y cayendo por penales. En 1986 perdió en las semifinales ante River
tras empatar por diferencia de goles la primera posición del grupo A.
FERRO CARRIL OESTE (1981-1984)
EL FERRO DE CARLOS GRIGUOL
"EI proceso de Ferro se explica en forma muy sencilla. Llegamos al club en 1980 con la
idea de evitar el descenso. Fue un aÑo de transición. Allí se echaron las bases para
organizar todo el fútbol del club. Nada se puede hacer en esta época sin organización. Ahí
radica todo. El cuerpo técnico mostró sus planes. Los dirigentes los aceptaron. Y todos
trabajamos. Después se compraron jugadores (Cañete, Giménez, Juárez, Gómez) y con los
que estaban se apreció la posibilidad de apuntar hacia arriba, a los títulos. Mientras tanto se
iba haciendo un trabajo silencioso, con una gran ambición: que Ferro no se viera obligado a
comprar otros jugadores cuando llegara la instancia del recambio. De esto hablaba incluso
en momentos triunfales, en 1981 y en 1982. A eso hemos llegado en este Campeonato
Nacional de 1984".
DeporTEA
Fútbol Argentino - Eduardo Rafael
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Los conceptos pertenecen a Carlos Timoteo Griguol, fueron publicados por la revista "El
Gráfico" al termino del Campeonato Nacional de 1984 y son la síntesis de como se
conformó el equipo de Ferro que logró ese título y del Nacional de 1982, este último
invicto y con el segundo promedio del profesionalismo, con el 86,30 por ciento de los
puntos en disputa.
El ciclo había comenzado en 1981 cuando hasta la última fecha del Metropolitano le
disputó el título "cabeza a cabeza" al Boca de Diego Armando Maradona. Luego vino la
excepcional campaña del Nacional del '82, en el que disputó 22 encuentros, ganó 16 y
empató 6, señalando 50 goles y recibiendo solamente 13.
El Nacional de 1984 tuvo una particular forma de desarrollo. En la primera etapa
participaron cuatro equipos por zona. Ferro la compartió con Platense, Altos Hornos Zapla
de Jujuy e Instituto de Córdoba. Ganó la serie con tres triunfos y tres empates, 12 goles a
favor y 6 en contra. En la segunda etapa debió eliminarse con Huracán. En Caballito ganó
con gol de Marchesini. En Parque Patricios se registró el mismo resultado a favor de
Huracán y en la definición por penales se impuso Ferro por 7-6. Independiente y Talleres
de Córdoba quedaron en el camino en las etapas siguientes y llegó la final con River. El
primer partido, jugado en el Monumental, terminó con la victoria contundente de Ferro 3-0.
El segundo, jugado en Caballito, el 30 de mayo, fue suspendido por los incidentes que
protagonizó la hinchada de River, cuando Ferro ganaba 1-0, con gol de Alfredo Cañete. Esa
noche no hubo vuelta olímpica, pero no hizo falta para certificar que Ferro había sido un
digno campeón.
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Ganó el Nacional de 1982 invicto (16-6-0), fue subcampeón en el Metropolitano de
1981 (a un punto del Boca de Maradona), subcampeón en el Nacional de 1981
(perdió las finales con River), tercero en el Metro ‘83, subcampeón en el Metro '84 y
campeón del Nacional '84.
En total, en el ciclo 81-84, disputó 212 partidos, ganó 105, empató 75 y perdió 32,
obteniendo 285 puntos sobre 424, el 67,2% de los puntos. Marcó 312 goles y le
convirtieron 152.
Sus mejores resultados: 7-3 a Instituto de Córdoba, sus siete triunfos sobre River (30 en la final del Nacional '84 en el Monumental, el más recordado), 4-0 a
Independiente en Avellaneda en 1982, 3-0 y 4-0 a Boca en Caballito, 4-0 a San
Lorenzo y 5-0 a Unión en Santa Fe.
Utilizó pocos jugadores para las cuatro temporadas. Su formación 81/82: Barisio;
Roberto Gómez, Cuper, Rocchia, Garré; Carlos Arregui, Saccardi, Cañete: Crocco,
Julio Giménez y Miguel Ángel Juárez. Para el período 83/84, Basigalup; Agonil,
Cuper, Marchesini, Garré; Arregui, Brandoni, Cañete; Noremberg, Márcico y
Gargini u Oscar Acosta. También actuaron Silvio Sotelo, Fantaguzzi, Esteban
González, Bauzá, Andreuchi, Daniel Fernández, Jorge Martín, Ferrero y José Luis
Carrizo.
Los principales goleadores: Miguel Ángel Juárez 39, Alberto Márcico 39, Carlos
Arregui 20, Juan Domingo Rocchia 20, Adolfino Cañete 29, Hugo Noremberg 15.
Participó en las Copas Libertadores de 1983 y 1985. En la primera, quedó eliminado
en la fase inicial con un ciclo 6-2-1-3; en 1985 igualó la punta del Grupo 1, pero
Argentinos Juniors lo dejó fuera en un desempate por 3-1, terminando con una serie
7-4-1-2.
DeporTEA
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RIVER PLATE (1984-1986)
EL RIVER DE VEIRA
Héctor Rodolfo Veira debutó como director técnico en River Plate el 30 de setiembre de
1984. Esa tarde su equipo perdió ante Vélez por 1-0. A partir de ese momento se iniciaría
un ciclo de renovación tendiente a lograr un equilibrio en la formación que recién se
concretaría dos años más tarde. El River de Veira alcanzó su esplendor en 1986 cuando se
adjudicó el torneo de la AFA (1985/86), la Copa Libertadores de América y la EuropeaSudamericana.
El campeonato de la AFA se definió a favor de River con tanta amplitud que, al final, la
tabla de posiciones mostró diez puntos de ventaja sobre los dos segundos: Newell's y
Deportivo Español. River ganó 23 de los 36 partidos que jugó, empató 10 y perdió 3
solamente: contra Independiente y Español por 1 a 0 y ante Ferro (2-1). Obtuvo 74 goles a
favor y tuvo 26 en contra. El equipo se estructuró sobre la base de un arquero seguro
(Pumpido), dos centrales fuertes (el uruguayo Nelson Gutiérrez y Oscar Ruggeri), un medio
campo compensado con la destreza y el movimiento de Héctor Enrique, el quite de Gallego,
el talento del Beto Alonso, la efectividad de Morresi (a veces cuarto volante y en ocasiones
tercer delantero) y el complemento ofensivo que se dio entre Amuchástegui y Enzo
Francescoli. El uruguayo tuvo una temporada espectacular, convirtiéndose en el goleador
del equipo con 25 tantos, la mayoría de ellos de gran belleza. Morresi sumó 16,
Amuchástegui 10 y el Beto Alonso 5. La salida rápida en contraataque, facilitada por el
gran manejo y la precisión de volantes y delanteros, fue la clave del equipo.
Esa "explosión" ofensiva, como la calificaba Viera, llevó luego al equipo a la conquista
de la Copa Libertadores, un viejo sueño hasta entonces incumplido. En la Copa se sumaron
el uruguayo Alzamendi y el puntano Funes. Ellos, y el reencuentro con el gol de Centurión,
resultaron fundamentales a la hora de las definiciones. River llegó a la final de la Copa con
el América de Cali (Colombia) al que derrotó 2 a 1 en el estadio Pascual Guerrero, de Calí,
con goles de Funes y Alonso y 1 a 0 en Núñez el 29 de octubre de 1986.
Como campeón de la Copa Libertadores, el River de Veira viajó a Tokio para jugar la
tradicional Copa Europea-Sudamericana (Toyota) y allí, el 13 de diciembre, se la adjudicó
al derrotar al campeón de Europa, el Steau de Bucarest (Rumania) por 1 a 0 con un gol
convertido por el uruguayo Alzamendi. Esa noche, el equipo de River se integró con
Pumpido; Gordillo, Nelson Gutiérrez, Ruggeri y Montenegro; Héctor Enrique, Gallego,
Alonso y Alfaro (Sperandío) ; Alzamendi y Funes.
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