Documento 57717

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Napoleón Bonaparte. Nació en Ajjacio, capital de la isla de Córcega el 15 de agosto de 1.769. Hijo de una
familia de notables corsos, los Bonaparte. Estudió en la escuela militar en Brienne, sobresaliendo en
matemáticas y especializándose en estudios de artillería. Alos 16 años logró el grado de subteniente.
Cuando estalló la Revolución francesa (1.789), era teniente de artillería y participó en las luchas políticas de
Córcega. Cuando Paoli rompió con la Convención, los Bonaparte se refugiaron en el continente (1.793). El
futuro Napoleón, conocedor del pensamiento nacionalista e ilustrado, fue a partir de este momento cuando se
produjo una identificación con los principios revolucionarios. Se adhirió a los jacobinos y se convirtió en un
defensor entusiasta de la Convención. Esto le abrió nuevas posibilidades en el campo militar, pues estuvo al
frente de la artillería en la reconquista de Toulón (1.793), que había caído en manos de los ingleses, le valió su
ascenso a general de brigada. Contó con la protección de Robespierre, lo que le facilitó un rápido ascenso, no
obstante, la caída de éste (julio 1.794) lo devolvió al anonimato; hecho prisionero durante algún tiempo, y
degradado (mazo 1.795), fue llamado por Barras, quien le encargó la represión de un alzamiento monárquico
(octubre 1.795).
De nuevo se puso el servicio del Director y colaboró en la desarticulación del movimiento igualitarista de
Babeuf. Con habilidad y con la adopción de una posición moderada, supo recuperar la confianza del Director,
el cual algunos días antes de casarse con Josefina de Beauharnis, recibió el mando del ejército de Italia (marzo
1.796), en unas difíciles circunstancias, tanto interiores como exteriores. Durante una campaña fulgurante, se
reveló como un gran estratega y estadista genial. Habiendo vencido a piamonteses y austríacos, que se vieron
obligados a retirarse de Italia, ocupada progresivamente por Napoleón. Estos triunfos le dieron un
extraordinario prestigio, y se decidió a aprovechar su situación de fuerza. Les impuso las condiciones de paz
(Comporfomio, 18 octubre 1.797) y modelo de Italia a su gusto: disolvió el estado veneciano y creó la
República Cisalpina, futuro reino de Italia. El Directorio, que no osó intervenir, se limitó a alejarlo, para lo
cual le confió el mando de la expedición de Egipto, que se encontraba bajo el dominio turco. El propósito de
Napoleón era conquistar el país y cortar las comunicaciones de Gran Bretaña con sus colonias en la India. En
Abúkir, su flota fue destruida por los británicos. Bonaparte organizó Egipto, venció a los turcos en Siria y
volvió a Francia (octubre, 1.799), donde los moderados le confiaron la misión de desembarazarlos del
Directorio.
Ante la amenaza que se cierne `sobre Francia, y apoyándose en el deseo de la opinión de tener un gobierno
fuerte, Napoleón Bonaparte da el primer golpe de Estado militar de la Historia moderna y derriba al régimen
del Directorio (18 de Brumario, 9 de noviembre, 1.799). La Revolución francesa propiamente dicha ha
terminado.
A raíz del 18 de Brumario se constituyen el Consulado, formado por tres miembros, de los cuales Bonaparte
es el primer cónsul. Es urgente atender al problema militar. Bonaparte dirige su segunda campaña de Italia.
Derrota a los austriacos en Marengo (15 julio, 1.800) y, con la paz de Lunéville (febrero, 1.801) firmada con
Austria, toda Italia queda en manos del vencedor. Sigue la paz de Amiens (25 marzo, 1.802), único breve
paréntesis en que Inglaterra hace la paz con la Francia revolucionaria. Napoleón gobierna como el último de
los déspotas ilustrados). Significativas palabras del primer cónsul: Hemos terminado la novela de la
Revolución; ya no hay que ver en ella más que lo que tienen de real y de posible en la aplicación de sus
principios. A parte de ser el genio de la guerra, el papel histórico de Napoleón es éste: tratar de salvar lo
esencial de las conquistas sociales y políticas revolucionarias, creando un compromiso entre el Antiguo y el
Nuevo Régimen. Así, promulga el Código Civil, establece la igualdad ante la ley, crea universidades estatales,
etc. Para resguardar su obra de pacificación interna hace la paz con la Iglesia, con la que firma aun
Concordato (16 julio, 1.801), llevado por su afán de integrar a la mayoría del país, que es católica, dentro del
régimen. Surge pronto, sin embargo, el clásico conflicto entre el despotismo y la religión católica.
Una serie de conspiraciones y atentados contra el primer cónsul hace que éste vaya pensando en reestablecer a
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su favor el principio hereditario.
Napoleón es proclamado emperador y coronado en presencia del Papa Pío VII en Nuestra Señora de París (2
diciembre, 1.804), con el nombre de Napoleón I. El poder de Napoleón no fue nunca, sin embargo, un
auténtico poder dinástico, sino un poder personal, siempre sujeto a la necesidad del éxito. Unía a su ambición
desmesurada el hecho de ser heredero de la Revolución y de sus conquistas, a las que no quería ni podía
renunciar, lo cual provocó la inquebrantable oposición de Inglaterra, fiel a su tradición de equilibrio europeo y
hostil a toda gran potencia que domine las costas del canal de la Mancha y del mar del Norte.
El régimen establecido se convirtió en una nobleza imperiales. Ningún campo de acción se le sustrajo: ni la
enseñanza, ni la actividad edilicia y urbanística, ni la economía, ni la literatura, ni las bellas artes, que fueron
plegadas al régimen; el código de Napoleón (1.804) dio una base jurídica a la sociedad surgida de la
Revolución.
Sin embargo, acaparó rápidamente la actividad del emperador. Si bien, aliado con España fue vencido en el
mar de los británicos en la batalla de Trafalgar (1.805), dicha flota fue mandada por Nelson, que muere en el
combate. Napoleón fracasó en su proyecto de invasión de Gran Bretaña, lo que significa la pérdida de toda
esperanza de dominio del mar. Inglaterra monta infatigablemente las siguientes coaliciones de las que es alma
y banquero: tercera coalición (Inglaterra, Rusia, Austria y las dos Sicilias). En la batalla de Austerlitz (2 de
diciembre de 1.805) o de los tres Emperadores, Napoleón derrota a Alejandro de Rusia y Francisco de Austria.
En la Paz de Presburgo (26 diciembre, 1.805), Austria renuncia a Venecia y a su influencia en Alemania.
Cuarta coalición (Inglaterra, Prusia, Rusia). En una campaña de 14 días, Napoleón derrota a los prusianos en
Jena (14 de julio 1.806) y forma un embrión de Estado polaco. En las batallas de Eylan (8 de Febrero de 1807)
y Friedland (13 de junio) derrota a Alejandro de Rusia, con el que firma la paz de Tilsit (7 de julio de 1807),
que es un verdadero reparto de Europa entre Napoleón y Alejandro. El zar promete cerrar sus puertas a los
ingleses.
BLOQUEO CONTINENTAL
Por un decreto dado en Berlín (21 de noviembre de 1806), Napoleón dispone que todos los países europeos
deberan romper sus relaciones con Inglaterra. Responde así a la necesidad de vencer al mar mediante la
conquista o complicidad de toda la tierra. El imperio francés se extiende desde Hamburgo a Roma y cuenta
con 130 departamentos. A su alrededor están los Estados vasallos, que suman un total, en 1810, de siete reinos
y treinta principados; mantiene, además, tratados de alianza con Dinamarca, Prusia, Austria y Suecia. En
1808, Napoleón emprende la catastrófica aventura de España, que puede considerarse el principio del fin de su
grandeza.
Para lograr una mayor eficiencia en el Bloque continental, Napoleón decidió intervenir militarmente en
Portugal, vinculado estrechamente a Gran Bretaña. Para ello recabó la aquiescencia española, ofreciendo al
primer ministro Godoy la perspectiva de un principado en el sur de Portugal.
Rápidamente un cuerpo de ejército, mandado por el mariscal Junot, penetró en la península e invadió
Portugal. La corte lusitana huyó a Brasil (febrero de 1808). Cuatro nuevos ejércitos napoleónicos fueron
introduciéndose en la península con la excusa de proteger la acción de Junot adueñándose subrepticiamente de
las plazas de Pamplona y Barcelona. Los planes de Napoleón se reducían a tratar de intimidar a la corte
española, provocando en ella una resolución análoga a la Lusa, es decir, a abandonar el país. Pero el motín de
Aranjuez (18 de marzo) desbarató aquellos propósitos. Congregada en Bayona la familia real española, Carlos
IV, presionado por Napoleón, traspaso la corona al propio emperador francés renunciando así a coronar al
príncipe Fernando, hecho que se negó admitir el pueblo español que se levantó en armas desencadenándose
así la guerra de la Independencia, ya que Napoleón I pretendía con ello imponer a su hermano José como rey
de España en sustitución de los Borbones. Dos razones hacen que España sea un problema insoluble para
Napoleón: la persistencia de la lucha de guerrillas y el hecho de que, finalmente, los ingleses puedan poner pie
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en el continente, desembarcando un ejército en la península Ibérica. Las cosas empiezan a ir mal para
Napoleón, y se inician las dificultades con el zar Alejandro, aunque son, por el momento, solventadas. Al
mismo tiempo, Napoleón rompe con el Papa, obligando a Pío VII a trasladarse a Fontainebleau, donde quedó
retenido.
Mientras tanto, se organiza la quinta coalición, formada por Inglaterra, Austria y los insurgentes españoles.
Napoleón derrota a los austriacos en Wagran (6 de julio de 1809). En la paz de Schönbrunn (14 de Octubre de
1809) Austria tuvo que hacer importantes concesiones.
CAMPAÑA DE RUSIA Y OCASO DE NAPOLEÓN
El 2 de abril de 1810 −divorciado de su primera esposa, Josefina− contrae segundo matrimonio con la
archiduquesa María Luisa de Austria, hija del emperador Francisco. Este matrimonio cambia la base del
equilibrio Francia−Rusia establecido en Tilsit para pasar a un sistema Francia−Austria. Surgen diferencias
entre Napoleón y Alejandro, sobre todo a propósito del bloqueo continental. Sin previa declaración de guerra,
Napoleón pasa al ataque. El 22 de junio de 1812 atraviesa el Niemen al mandó de un ejército de 700.000
hombres, y una tercera parte de franceses y los demás de los países aliados y vasallos. La táctica rusa consiste
en hacer el vacío ante el invasor. Napoleón ocupa Moscú (14 de septiembre), que los rusos incendian antes de
retirarse. Ante el silencio de Alejandro que, contra los cálculos de Napoleón, no solicita negociaciones,
Bonaparte decide retirarse. En la desastrosa retirada el frío y el hostigamiento de los cosacos causan a la
Grande Armée 400.000 muertos y 100.000 prisioneros. Es el ocaso de Napoleón. Todas las potencias hostiles
a Francia, que en años anteriores habían luchado separadamente, se unen ahora: Inglaterra, Rusia, Austria,
Prusia, Suecia y los españoles. Napoleón consigue escapar al cerco enemigo en Leipzig (Batalla de las
Naciones, 16 de octubre de 1813), pero es perseguido hasta territorio francés. La campaña es el último
destello del genio militar napoleónico. Los Aliados penetran en París (30 de marzo de 1814). Napoleón abdica
en Fontainebleau (6 de abril de 1814). Los aliados le nombran rey de la Isla de Elba (4 de mayo de 1814−26
de febrero de 1815). En Francia se restaura la casa de Borbón en la persona de Luis XVIII, hermano de Luis
XVI.
LOS CIEN DÍAS
Napoleón abandona Elba y desembarca en la costa del Sur de Francia. La población le aclama y las tropas se
ponen a su lado. Luis XVIII se refugia en Gante. Pero las potencias reunidas en Viena, declaran a Napoleón
fuera de la ley. Los franceses se dirigen entonces contra las fuerzas aliadas que acababan de evacuar Francia y
se hallaban en Bélgica. Napoleón es derrotado en Waterloo (18 de junio de 1815). Se entrega a los ingleses,
los cuales, de acuerdo con las demás potencias aliadas, deciden mantenerlo desterrado en la Isla de Santa
Elena. Allí muere Napoleón (5 de mayo de 1821), antes de cumplir los 51 años de edad, y cuando llevaba casi
5 en la isla. Sus restos fueron trasladados a Francia en 1840.
Bonaparte no es grande por sus palabras, ni por sus discursos, ni por sus escritos, ni por su amor a las
libertadas, que jamás tuvo ni intentó establecer. Es grande por haber creado un gobierno regular y poderoso,
un código de leyes adoptado en diversos países, tribunales de justicia, escuelas; una administración fuerte,
activa, inteligente y, sobre la cual aún vivimos. Es grande por haber resucitado, conducido e ilustrado a Italia.
Es grande por haber hecho renacer en Francia el orden del seño del caos; por haber reedificado los altares, por
haber reducido al orden a furiosos demagogos, a orgullosos sabios, a voltarianos ateos, a oradores de plaza, a
asesinos de cárceles y calles. Es grande por haber encadenado una turba anárquica y por haber obligado a
soldados iguales suyos y a capitanes jefes suyos a doblegarse a su voluntad. Es grande por haber nacido de él
mismo: por haber sabido hacerse obedecer sin otra autoridad que la de su genio; por treinta y seis millones de
súbditos, en una época en que ningún prestigio rodeaba los tronos: por haber deshecho todos los ejércitos,
cualesquiera que fuera su disciplina y su valor; por haber sobrepujado a todos los vencedores que le
precedieron y por haber llenado diez años con tales prodigios que apenas pueden comprenderse hoy.
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