Entrevistas inolvidables: KUBALA y PUSKAS

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_____________Entrevistas
Inolvidables
Paseando por Budapest con Ladislao Kubala y Ferenc Puskas,
dos inmortales del fútbol. (Foto JESÚS AGUILERA)
LADISLAO KUBALA
"Nunca tuve celos de Di Stéfano"
*"En mi época el Barcelona representaba a
Catalunya; la gente era feliz con todos los
jugadores de origen catalán, a excepción de César,
que era de León, y yo"
Ladislao Kubala. Su nombre sabe a fútbol.
Rezuma fútbol. Su presencia en los terrenos de
juego marcó toda una época. Fue profesional del
fútbol desde 1942, que con 15 años empezó en el
Ganz de la Primera división húngara, hasta 1967,
que con 40 años colgó las botas siendo jugadorentrenador del Toronto City canadiense.
A Ladislao Kubala el sueño de perseguir un balón
para huir de la miseria le convirtió en uno de los
más famosos objetores de conciencia de una
Europa castigada por las bombas. Se jugó la vida
para no tener que hacer el servicio militar ni en el
país de sus padres, Checoslovaquia, ni en el país
donde había nacido, Hungría.
--Yo sólo quería ser deportista. Escapé de Hungría
en un camión con matrícula falsa del ejército
soviético y disfrazado de soldado ruso. Si me
hubieran descubierto me habrían fusilado en el
acto. Sin juicio ni nada. Por desertor y por
vestirme de militar.
Kubala lo recuerda todavía con un escalofrio
mientras pasea por Budapest. La ciudad de los
contrastes, según sea la orilla del majestuoso Rio
Danubio. Monumental y rica la parte de Buda.
laboriosa y más pobre la de Pest, barriada donde
vino al mundo Kubala el 10 de junio de 1927.
--De todos modos yo soy un hombre con suerte.
Me salvé de morir fusilado en la frontera, pero
también me salvé de morir en el accidente aéreo de
Superga, ya que el Torino había querido que
jugara con ellos el amistoso de Lisboa y el
presidente del Pro Patria, equipo con el que
jugaba algunos amistosos previo pago de una
multa a la FIFA, no quiso que fuera. Murieron
todos, incluido mi paisano Giulio Schubert, nacido
en Budapest y compañero mío luego en el
Bratislava.
Estamos en la puerta misma de la humilde casa
donde nació Ladislao Kubala, en una de las
barriadas más pobres de la ciudad. Se sorprende
incluso que le salude una vecina con la que jugaba
siendo niños.
--Mi infancia fue muy solitaria y pobre. Fui hijo
único y me pasaba muchas horas solo porque mi
padre, Pablo, que murió de un infarto en 1945,
jugaba profesionalmente al fútbol como extremo y
al mismo tiempo trabajaba como albañil. Mi
madre, Ana, trabajaba en una fábrica de cartones.
El fútbol sería su salvación. Aunque su trayectoria
en el mismo sea tan enrevesada como la vida
misma.
--A los 15 años me hicieron ficha de profesional en
Primera división con el Ganz, que era el equipo de
una fábrica de trenes. En 1945, el año que murió
mi padre, me fichó el Ferencvaros, pero mi madre
se sentia tan sola que regresamos a su ciudad,
Bratislava, cuyo equipo representativo me fichó.
Yo había sido internacional húngaro y también lo
fui por Checoslovaquia.
La disyuntiva que en definitiva marcaría su vida
se le presentó a Kubala cuando fue llamado a filas:
--En efecto. En 1948 me convocaron para hacer el
servicio militar en Checoslovaquia y para evitarlo
volví a Hungría, que llamaban a filas más tarde.
Me enrolé en el Vasas Budapest pensando que
podría salir para el fútbol italiano. Cuando me
llamaron a filas, me escapé.
Comenzaba su gran odisea. Una vez en territorio
austriaco Ladislao Kubala se entregó a la policia
como refugiado político y remitido desde Viena a
Roma a un campo de concentración vigilado por
soldados norteamericanos. La necesidad agudiza
el ingenio.
--Los que éramos deportistas -recuerda Kubalaformamos un equipo llamado Hungaria, para
sacar algo de dinero con el que ayudar a la familia.
Jugamos algunos amistosos en España. El Real
Madrid se encargó de organizar la gira,
reservándose los derechos sobre aquél jugador que
les gustara. Santiago Bernabéu se fijó en mí, pero
también José Samitier, que era secretario técnico
del Barcelona. Cuando jugamos en Las Corts no
sé que hizo Samitier, que firmé un contrato por el
Barcelona en principio para jugar amistosos, ya
que estaba sancionado por la FIFA. Me daban
8.000 pts. al mes y trajeron a mi mujer, Violeta
Daucikova, hermana de Fernando Daucik, con la
que me casé en 1946, y a mis primeros dos hijos,
Branko, nacido en Sahi (Eslovaquia) en 1948, y
Ladislav, nacido en Milán (Italia) en 1949, a mi
lado. Mi tercer hijo, Carlos, ya nació en Barcelona
en 1959.
--Empezó usted en el Barcelona jugando
amistosos. ¿Recuerda sus primeros partidos
oficiales de azulgrana?
--Mi debut oficial con el Barcelona fue en el campo
de Nervión ante el Sevilla, el 29 de abril de 1951,
en partido de Copa. En Las Corts debuté en el
segundo partido del campeonato de Liga 1951-52,
el 16 de setiembre del mismo año. Ganamos 1-0 al
Athletic de Bilbao, con gol mío.
--Su llegada al Barcelona produjo una especie de
conmoción social, ¿no?
-Yo no creo que mi llegada al Barcelona fuera
para tanto. El fútbol es un juego de conjunto, no
obra individual de nadie.
Kubala considera que las cosas han cambiado
mucho en el gran club catalán. En todos los
aspectos.
--En mi época el Barcelona representaba a
Catalunya. Cuando yo llegué fuimos campeones de
Liga y Copa con todos los jugadores catalanes, a
excepción de César, que era de León, y yo,
húngaro. La afición estaba muy orgullosa porque
todos los éxitos se conseguían con gente nacida en
la tierra. Ahora es todo diferente. Ahora hay dos
catalanes en el equipo titular, Sergi y Guardiola, y
el resto de fuera. No importa la nacionalidad. Los
tiempos han cambiado: ahora el orgullo está en
saber que se tiene los mejores jugadores del
mundo. No importa nada más.
También considera que ahora se desorbitan las
cosas.
--Yo en dos partidos meti 13 goles (6 al Celta y 7 al
Sporting de Gijón) y no se le dio ninguna
importancia porque en mi época salíamos dos
veces a la semana en el periódico. El sábado en la
alineación y el lunes en la reseña del partido. Pero
hoy hay que llenar todos los días muchos
programas de radio y televisión y muchas páginas
de periódicos. La presión es enorme.
Los años 50 depararon al fútbol español muchos
lujos, pero ninguno como el de contar con
Ladislao Kubala y Alfredo Di Stéfano.
--¿Es cierto que usted quiso jugar con Di Stéfano
en el Barcelona?
--Es absolutamente cierto. Alfredo vino dos años
más tarde que yo a España. Vivió un mes en
Barcelona y venía mucho a mi casa, porque yo
quería que jugara con nosotros, pero Santiago
Bernabéu y Raimundo Saporta fueron más
habilidosos llevando el asunto y desgraciadamente
para el Barcelona lo ficharon.
--¿Tuvo usted celos profesionales de él?
--Yo nunca tuve celos de Di Stéfano, al contrario,
senti cariño, afecto y admiración por él. Luego con
el paso de los años coincidimos en el Espanyol,
cuando yo ya no tenía sitio en el Barcelona y
Alfredo no lo tenía en el Madrid.
En 1957 el Barcelona se mudó de campo:
desapareció Las Corts y se inauguró el Camp Nou.
Sobre lo que fue el terreno de juego de Las Corts,
escenario de importantes gestas de Kubala, se
construyó un edificio cuya puerta principal da a la
calle Numancia. Ahí vive desde entonces Ladislao
Kubala.
--Duermo sobre lo que fue el círculo central. Me
precipité a comprar el piso, por el que pagué
alrededor de un millón de pesetas, porque yo
había jugado allí y tenía mucho que agradecerle al
lugar.
De los tres hijos habidos en su matrimonio con
Violeta Daucikova, sólo uno, Branislav, conocido
familiarmente como Branko, jugó al fútbol en
Primera División. Dos partidos con el Espanyol
como Kubala II, en San Mamés frente al Athletic,
y en Sarriá contra el Sevilla. Ladislao Kubala era
a la sazón el entrenador del Espanyol.
--Mi hijo Branko tenía muy buenas cualidades
futbolísticas, pero no sabía sacrificarse. No sabía
sufrir. Llegó a ser internacional juvenil, pero
cuando entró en la mili ya se terminó su carrera.
La mili lo estropeó para el fútbol.
Charla tranquila con los dos grandes mitos del fútbol magyar. La
escena es en un hotel de Budapest. (Foto J. AGUILERA)
FERENC PUSKAS, EL CAZADOR DEL GOL
*"Vivía como Dios al huir de mi país. Gané 18
kilos que Santiago Bernabéu me hizo perder"
Fue la coyuntura de la época, con Adolf Hitler
intentando dominar Europa, lo que le hizo
cambiar de apellido. Nació en Budapest, el 2 de
abril de 1927, con un apellido que a los húngaros
les sonaba a alemán, Purceld, y le obligaron a
cambiárselo en 1938, con once años de edad.
Eligieron un nuevo apellido para él, que con el
paso del tiempo resultó premonitorio: Puskas. O
sea, "cazador de escopeta", traducido al
castellano. La que utilizaba en la pierna izquierda
para marcar goles y que le ha valido por parte del
Instituto de Historia y Estadística del Fútbol el
titulo de goleador del siglo: 515 goles en partidos
oficiales avalan su excepcional trayectoria
futbolística.
--Mi padre me puso Ferenc de nombre, como él.
Era futbolista y luego entrenador del Honved,
además de funcionario del Ayuntamiento de
Budapest. Yo fui algo al colegio, no mucho porque
no quise nunca ser demasiado listo. Lo mío era el
fútbol. Mi madre, Margit Biro, solía decirme que
al año de vida ya pateaba una pelota en los pasillos
de casa.
Ferenc Puskas destacó pronto en el fútbol. A los
quince años debutó en Primera División con el
Kispest, que entrenaba su padre, teniendo como
compañero a otra de las grandes figuras del fútbol
húngaro de todos los tiempos, Jozsef Bozsik, al que
considera el medio volante más completo de todos
los que ha conocido. Cuando cambió el régimen
político en Hungría, con la instauración del
comunismo, el Kispest, nombre de un barrio de
Budapest, pasó a llamarse Honved o equipo del
Ejército. Puskas lo recuerda:
--Entré en la mili con 22 años y ya no dejé el
Ejército hasta 1956 en que me escapé de Hungría
huyendo de la invasión soviética. De no haberse
producido esta invasión, lo más seguro es que
nunca hubiera dejado mi país.
La aportación de Puskas al fútbol húngaro fue
excepcional:
--En el fútbol húngaro dejé trece temporadas en el
Honved, donde jugué todos los partidos habidos y
por haber, ya que no me lesioné nunca, y ochenta y
cuatro partidos con el equipo nacional, con el que
fui campeón olímpico en Helsinki, en 1952, y
finalista del campeonato del mundo de Suiza, en
1954.
Ferenc Puskas debutó con la seleccional nacional
de Hungría el 20 de agosto de 1945, con dieciocho
años de edad. Fue el primer partido de la selección
magiar después de la II Guerra Mundial y el rival,
Austria, al que se derrotó 5-2. Nacionalizado
español, llegó a jugar cuatro partidos con la
selección absoluta de España, con la que participó
en el Mundial de Chile en 1962.
--Al huir de mi país me instalé en Ventimiglia, en
la frontera entre Italia y Francia. Vivía como Dios
y como estaba sancionado por la FIFA hasta para
los entrenamientos, engordé dieciocho kilos. Tenía
treinta años, veía el volver al fútbol activo como
algo lejano y por eso cuando me llamó Emil
Osterreicher para decirme que el Madrid se
interesaba por mí, creí que estaba de cachondeo.
A Puskas casi se le saltan las lágrimas recordando
aquellos momentos:
--Pero era cierto. El Madrid me mandó un billete
de avión y Santiago Bernabéu me recibió en su
despacho. El nuestro fue un diálogo extraño,
porque don Santiago hablaba en español y yo en
húngaro, pero nos entendimos. Especialmente
cuando por señas me exigió bajar de peso a toda
velocidad. Cosa que hice a base de darme unos
buenos tutes en la Ciudad Deportiva, hasta el
punto de que Pedro Moleiro, que me entrenaba,
arrojaba muchos días la toalla.
Pronto el gran Puskas, rebautizado por la afición
española como Pancho, hizo las delicias del
madridismo:
--Debuté con el Real Madrid en un amistoso en
Buenos Aires frente al River Plate. Mi primer
partido oficial en el estadio Bernabéu fue el 29 de
setiembre de 1958, en la Liga, frente al Sporting de
Gijón, al que goleamos por 5-1, con dos tantos
míos. Fue la primera de mis grandes satisfacciones
como madridista. De las muchas que tuve en este
gran club.
Pancho perteneció al Madrid desde 1958 hasta
1966, en que colgó las botas con treinta y nueve
años de edad. Jugó un total de 372 partidos como
madridista (de los que 88 fueron amistosos) y
marcó 324 goles, de los que 156 fueron en Liga.
Ganó cinco titulos de Liga consecutivos, entre las
temporadas 1960-61 hasta la 1964-65, quedando
personalmente en cuatro oportunidades como
máximo goleador del campeonato de Primera
División; una Copa de España, en 1962, y tres
titulos de Copa de Europa: 1958-59, 1959-60 y
1965-66. Un portento.
--A mis años no esperaba que todo me fuera tan
bien. Pero cuando ya llevaba varios partidos
jugados y algunos goles marcados olfateé el aire y
pensé: puedo triunfar. El Real Madrid me dio
fama mundial. Jugué con frecuencia en países
donde antes no llegaba con el Honved o la
selección húngara, y salía más en los periódicos.
Cuando me dieron el homenaje, el 26 de mayo de
1969, salí llorando del Santiago Bernabéu. Estaba
a punto de cumplir cuarenta años, era hora de
decir adiós, pero me costó mucho quitarme por
última vez la camiseta madridista.
Sin embargo Puskas, que desde 1981 vuelve a vivir
en su tierra, Hungría, donde goza de una
jubilación como coronel, colgó las botas con una
pequeña frustración:
--En efecto. Me faltó poner la guinda de jugar la
final de la Copa de Europa de 1966, la que se ganó
en Bruselas al Partizán de Belgrado, donde fui
suplente, porque en aquella época todos los
contrarios parecían flechas a mi lado.
Llegaba el momento de vivir de las rentas:
--En el Honved ganaba alrededor de 4.500 florines
al mes, pero como militar, no como futbolista. En
el Real Madrid nunca me preocupé de lo que
ganaban los demás. Yo sí puedo decir lo que
ganaba: 32.000 dólares al año. Como soy un buen
chico todo lo llevaba a casa y gastaba lo
imprescindible en buena comida. Luego puse una
fábrica de salchichas en Madrid como negocio, no
para dar de comer a los pobres, como se ha dicho,
aunque también comían los amigos, y llegamos a
vender 1.200 kilos de salchichas al día. Luego el
negocio se vino abajo por problemas laborales y lo
vendí.
Al dinero ganado como futbolista en el Honved y
Real Madrid, sus dos únicos clubes, hay que
añadir el que ganó Puskas en su etapa de
entrenador en el Vancouver (Canadá), Alavés y
Murcia (España), Panathinaikos y AEK Atenas
(Grecia), Colo Colo (Chile) y la selección nacional
de Arabia Saudí, donde tuvo como ayudante a otro
"10" maravilloso de la historia del Real Madrid:
Héctor Ríal.
Esta foto me la hice con Puskas y Rial en
Riyad, la capital de Arabia Saudí, cuando ambos
trabajaban como responsables de la selección
nacional de fútbol de aquél país. Estamos en 1976.
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