¿Dos teorias o una? - Biblioteca Digital de APA

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¿Dos teorias o una?
Perspectivas para el cambio en la teoría, psicoanalítica *
George S. Klein * *
1.' Conflicto de eníoques teóricos' en p~icóanálisis
'El psicoanállsis ocupa un lugar único, segun creo, entre las teorías
psicológicas, debido 'a que está constituido por dos clases de teorías:
Una clínica y' otra metapsicolóqtca 'o, como lo ha expresado Rapaport
(1959), los "principios clínicos" y la "teoría, psicológica general". Este
distingo está ejemplificado por Freud en el Capítulo 7 de La interpretaclén de los sueños, donde sus explicaciones están en un nivel por completo distinto del que encontrarnos en los' primeros seis capítulos de esa
misma obra. Me refiero a su intento de considerar el aparato mental en
-térrnlnos de un sistema energético cuasi-termodinámico (1900). Al pasar
a este nivel, Freud creía, como aún cree la mayoría de los teóricos psicoanalíticos contemporáneos, que se encontraba así en el nivel 'más fundamental de explicación. Al abandonar los datos particulares de la situación
clínica, ríos instalamos en el dominio de una cantidad impulsiva hipotética
y nos planteamos de qué manera los fenómenos que estamos explicando
muestran esta o aquella vicisitud de la "energía impulsiva" en un estado
de "fusión", "defusión" o "neutral ización" (Hartmann, 1950,' 1955), Y qué
huellas han sido cargadas o catectízadas con esa -cantidad energética
hipotética. En esta línea de teorizaclón en un, nivel metapsicológico, que
incluye el "punto de vista económico", 'llegamos también a la concepción
de la actividad del deseo y la psicosexualidad como, esencialmente, la
reducción de la "tensión impulsiva", y a una concepción de la homeostasis, como la que Rapaport (1951) elaboró en una serie de modelos conceptuales basados todos en el punto de vista económico. ,
, Los psicoanalistas han. tendido ~ dar por sentados sus conceptos
"clínicos" y a considerara la rnetapslcoloqlacomo la teoría. Desde luego,
también sabemos que los teóricos' metapsicológicos se quejan de que
muchos analistas ignoran esta ,parte de la empresa psicoanalítica, se
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Versión revisada del trabajo presentado en la reunión de Psicoanalistas del Sudoeste, Galveston, Tejas,
Esta,dos Unidos de Norteamérica, marzo de 1966, La preparación de este trabaja fue facilitada por la
N I H ResearchCareer
Award, Gran N9 K6-MH-19, '728.
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Dirección: New York University, Research Center of Mental Health, 4, Washington Place, Nueva York,
N.Y., 10003, Estados Unidos de América.
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George
S. Klein
resisten a la teorización o experimentan desagrado por ella, y atribuyen
esta aprehensión a la inclinación a-teórica de los clínicos. Creo que lo
que en realidad ocurre es que muchos analistas se resisten a la teoriza.clón metapsicológicay
dejan al mismo tiempo de lado los conceptos clínicos como teoría. Aceptan sin objeción alguna los conceptos clínicos
como si éstos fueran fenómenos reales de observación, en lugar de considerarlos en sí mismos teoría. Los analistas que se resisten a la teoría
metapsicológica a 'Veces parecen dar a entender que los conceptos clínicos, por estar más cerca de la situación psicoanalítica, son menos
teóricos, más descriptivos. En mi opinión se trata de una' concepción
errónea lamentable, y tan nociva para el futuro desarrollo del psicoanálisis como la idea de que el psicoanálisis como tal constituye una teoría
de menor jerarquía. Los conceptos clínicos no son menos abstractos ni
menos teóricos que la metapsicología ni están sujetos en menor medida
a modificaciones. Tienen sí un elemento que los distingue: los términos
están más cerca de las actividades de la observación clínica y del foco
de las intenciones del.anallsta: son, es de esperar, más sensibles a las
. demandas ejercidas por los datos y, por ende, potencialmente más susceptibles a una modificación sistemática. Además, por ser una teoría
de la conducta y experiencia del hombre, los conceptos clínicos constituyen una teoría general de la conducta tanto como la metapsicología.
Volveré sobre 'esto más adelante.
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Ahora bien, el que se nos diga que Ia metapsicología tal como
aparece en el Capítulo 7 constituye la teoría más básica del psicoanálisis debería hacernos pensar,' por cuanto, sin duda, no es ésta la
parte del psicoanálisis que conmovió, estimuló y revolucionó la cultura
del siglo XX. Fue la así "amada parte "clínica" de esa empresa la que
ejerció intluencla vital en este sentido. El psicoanálisis como sistema
científico atrajo a muchas personas, incluso fuera del campo de la psicología, debido a .la elegancia y a la belleza con que explicaba la conducta
. eh un 'nuevonlvel dé significación. Unos pocos y sencillos principios. nos
permitieron encontrar significados en las conductas más variadas y hasta
¿Dos teorías o una?
ese momento carentes de sentido, como los sueños, los lapsus, los' chistes y los síntomas. Empero, a medida que los psicoanalistas fueron formulando sus ideas de manera sistemática, abandonaron este nivel y
adoptaron las metas y los manerismos de quienes se dedican a las ciencias naturales, y hablan de energías, fuerzas, catexías, sistemas, estratos,
mecanismos y analogías físicas, más que de significados. Así, el psicoanálisis se presenta hoy bajo dos aspectos: por un lado, la psicología
en cuyos términos Freud interpretó los sueños, los síntomas y los lapsus
linguae, etc., los significados distintivos que las conductas y las experiencias adquieren- cuando se las interpreta en términos de deseos sexuales y agresivos, de hechos conscientes e inconscientes, del desplazamlento de fines, transferencia, fantasía inconsciente y principios afines,
y; por otro lado, una teoría que explica la' teoría, la única teoría que
conozco con semejante pretensión. ¿Cómo se llegó a esto? ¿Cuáles son
.las consecuencias de semejante compromiso? ¿Cuáles son las alternativas que ambas nos ofrecen para provocar cambios en la empresa psicoanalítica? Creo que se trata de problemas de importancia esencial, que
incluso afectan la manera en que concebimos la formación que se ofrece
en nuestros Institutos.
La existencia de dos teorías -,-Ias dos culturas' del psicoanálisises, en mi opinión, una aberración histórica atribuible a la filosofía de
la ciencia que profesaba Freud: '1) que ros conceptos de intencionalidad
y significado son' inaceptables corno términos de una explicación científica; 2) que una expllcaclén aceptable cebe 'estar libre de' 'implicaciones
teleolóqlcas; 3)" que, en última' instancia'; las 'regularidades 'descriptas
con' conceptos de lntenclcnalídad serán explicables mediante el uso de
modelos puramente fisiológicos que revelen 'Ias; causas de las que el
principio intencional' no es más que una expreslón descriptiva.
Cuando Freud hizo sus primeros descubrlrnlentos -y el más fructífero fue el de que los deseos inconscientes- 'ejercen' un efecto cíetermi.nante sobre la conducta y la formación de.eíntcmas-c- su inclinación y
formación positivistas lo llevaron a tratar de formular esos fenómenos
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George
S. Klein
en términos' causales impersonales, esto es, a efectuar modificaciones en
los modelos neurológicos de su época con el propósito de que éstos
abarcaran sus observaciones provenientes del terreno clínico. De modo
muy similar a como lo haría un neuropsicólogo contemporáneo como
Hebb, lo que Freud hacía era preguntar si existen fenómenos tales
como la represión y la defensa, ¿cómo se producen? ¿cuál es su mecanismo? En esta etapa del pensamiento freudiano no se habla de una
energía, psíquica como factor causal independiente; Freud estaba total
y "profundamente convencido de que tales fenómenos podían especificarse en los términos no intencionalistas de una estructura neurofisiológica.
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Nada debe sorprendernos en esto. Freud se formó en la ahora ya
bien conocida tradición del sistema de valores científicos de BrueckeMeynert, según el cual era axiomático que ningún fenómeno podía considerarse "explicado" excepto en términos físico-químicos, pudiendo utilizarse también términosneurofisiológicos
para esa concepción de lo
físico (Jones, 1953; Erikson, 1955; Holt, 1965)., Existen' pocos motivos
para creer que Freud no compartía este criterio. Para él, como para muchos de nuestros contemporáneos, explicar algo significaba saber cómo
funcionaba, lo cual implicaba -y Freud jamás se apartó de esta concepción- que la teoría dél "cómo" debe o debería llegar a estar neurofisiológicamente fundada. Como sabemos,. hizo ese intento en su "Proyecto
de una psicología para neurólogos" (1895). Pero también sabemos que
lo descartó y que, de hecho, ni siquiera lo publicó. Estaba claramente
insatisfecho con él, 'aunque debo señalar, no con el objetivo. Es decir,
no existen motivos para creer que Freud haya llegado a pensar que el uso
de modelos neurofisiológicos fuera en sí mismo erróneo; sólo creía que
no había encontrado el modelo adecuado, Luego de un cuidadoso' examen
del "Proyecto", Ernest Jones afirmó que si Freud viviera actualmente
consideraría de buen grado los modelos cibernéticos y de procesamiento
de información; probablemente habría revisado de manera drástica y en
favor de tales modelos tasactueles concepciones llamadas "estructura-
¿Dos teorías-o una?
les" del Yo, el Ello y el Superyó, que están como a horcajadas entre
los modelos de operación de sistemas y las simples clasificaciones
de funciones. Pero, a pesar de sus inclinaciones, no vaciló en sobreponerse asu insatisfacción con el modelo del "Proyecto", ya que resolver
ese problema hubiera significado dedicarle todos sus esfuerzos al precio
de pasar por alto el torrente de descubrimientos clínicos que se producían
ante sus ojos. La frescura y la novedad de los niveles de significación
que percibía le parecían a' Freud mucho más interesantes que los intentos
por adaptarlos casi por la fuerza a una neurología evidentemente reacia.
Freud escribió: "No siento inclinación alguna por mantener el dominio
de la psicología flotando en el aire, por así decirlo, sin ningún fundamento orgánico. Pero no poseo otro conocimiento, ni teórico ni terapéutico, aparte de esa convicción, de modo que debo conducirme como si
sólo tuviera ante mí lo psicológico" (citado por Jones, 1953, pág. 395).
Con todo, el problema en cuestión -explicar
en términos de un
proceso o mecanismo. impersonal- siguió siendo importante para él"
como lo fue para los metapslcóloqósque
lo siguieron. Freud necesitaba
una teoría del tipo "cómo funciona".:Jones escribe: "El lenguaje de la
física y la fisiología cerebral. en el Proyecto era .el lenguaje natural de
Freud,que en gran parte conservó incluso más tarde, cuando trató problemas puramente psicológicos .·.. ·Apa'rtarse de él y lanzarse a los pellqroscsmares delmundo de las 'emociones, donde todo era desconocido
y donde lo invisible encerraba una importancia mucho mayor que lo
poco que se veía, debe haberle costado mucho: .. Podemos considerar
la afiebrada redacción del Proyecto como un último y desesperado esfuerzo ¡por aferrarse ala segUridad de la anatomía cerebral. ·iSi la mente
pudlera describirse en términos de neuronas, de sus procesos ysinapsis!
[Cuánatractlva. debe haberle parecido esta idea!" (págs. 383-384).
Como. positivista: y determinista que' era, Freud consideraba que el
mecanismo' de la materia era esencial para la: comprensión .' Pero ¿qué
podía hacer frente. a una neurología' evidentemente inadecuada? Desarrolló una solución de gran envergadura, que ha llegado hasta nosotros
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George S. Klein '
como el famoso Capítulo 7 de La interpretación de los sueños. Esta obra
fue el intento positivista que hizo Freud por desarrollar una concepción
del "cómo" liberada de las trabas de una neurología inadecuada. El
lenguaje explicativo era nuevo. Estaba destinado a describir cómo funciona la mente, usando términos impersonales y sin utilizar un lenguaje
de propósitos, siendo estos últimos precisamente los fenómenos que debían explicarse. Este fue el nacimiento del llamado punto de vista económico. De este modo, el punto de vista económico fue el sustituto, que
Freud encontró para el modelo neurofisiológico del Proyecto. Los términos eran distintos, pero el objetivo seguía siendo idéntico: proporcionar una explicación causal y no teleológica de los fenómenos de intencionalidad y propósito tal como éstos se revelaban en la situación pslcoanalítica. Los supuestos pertenecen ala concepción general del materialismo, según la cual los fenómenos deben entenderse y, en última instancia, explicarse, en términos. de su naturaleza físico-química.
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Los psicoanalistas contemporáneos se inclinan a pasar por alto
el modelo neurológico de Freud en el "Proyecto de una psicología para
neurólogos" como si se tratara de, una aberración temporaria, una licencia pasajera correspondiente a la misma categoría que sus puntos
de vista sobre el análisis profano: una curiosidad interesante, aislada en
cuanto a su significación. En mi opinión, no terminan de comprender
hasta qué punto la, filosofía de la ciencia que' motivó el esfuerzo del
Proyecto persistió durante toda la vida de Freud y determinó lo que llamamos metapsicología, y que el punto de visto económico no es más
que una extensiónenclibierta de esa tendencia fisiologizante. Esto implica una posición, en lo que respecta al problema mente-cuerpo en el cual
los conceptos mentalistasson recursos temporarios que, en última instancia, pueden reducirse a los términos del mecanismo fisiológico. Para
Freud, la teleología 'era anatema y 'no podía concebir, al formular conceptos' descr~pti.vos-en términos de intencionalidad, que éstos tuvieran
algún valor para explicar la conducta; de ahí. los conceptos cuantitativos
de la metapstccloqía con su .Ienguajeimpersonal y no intencional. Freud
¿Dos teorías o una?
reemplazó las neuronas por el.lnstlnto,
la excitación por la catexla: mantuve les términos impersonales de energía, tensión y descarga. En síntesis, 1.0 que quería era una teorla del mecanismo, 'este es, saber cómo
funciena el "aparato". Y el modelo en La interpretación de los sueños
es, desde el punte de vista proqramático, similar al modelo flslolóqlco
que descartó. El modelo del Oapltulo 7 resultaba notablemente creativo:
abarcaba por un lado le "puramente psloolóqlco"
y, por el otro, -Ia anhelada, pero aún no establecida subestructura neurefisiológica. Se podría
decir que 'se trata de una forma primitiva de lo que Rubinstein (1967)
llama, un modele protoneuroñsiolóqlco,
en el sentido de que apunta a proceses neurolóqlcos .aún desconocidos. por un lado, y aheches pslcológices por el otro .
.Las objecienes a la teoría analítica habitualmente se centran en
esta "metapsicolegía". Algunas de las críticas que se han hecho a la
metapsicología freudiana no señalan que sea erróneo, en principio,
convertir les términos de la observación clínica en términos impersonales
de procese, sino sólo que la velada, neurotlsloloqla de Freud no
es plausible ni eficaz (v.g. Holt,1967). En pecas palabras, las objeciones
se refieren a la' naturaleza de las sotuclones. Gran parte de esta insatisfacción está basada en los criterios populares acerca de lo' que debe ser
una teoría explicativa, y en la tendencia. contemporánea, que resulta
natural 'a, los-Investlqadores
pslcoanalltlcos médicos, a utilizar anclajes
. neuroñslolóqlcos (modelos eléctrlcoso
modelos químicos) para' "expli. car" los tenómenos de la observación pslcoanalítica formulados en ,térmlnoamentalistas,
Otros prefieren la traducción impersonal a modelos
cibernétlcos e de procesamiento de información (v.g. Peter Freund, .en
prensa). Sin negar e cuestionar el enroque clentlñco de Freud, todos estos
crltlcos están de acuerde en no eliminar .el' esfuerzo metapslcolóqlco,
sino en 'reemplazar, 'el modelo metapsicológice. Lo básícamente inadecuado .en elmodelo freudiano sería su supuesto de la' energía psíquica;
y se sostiene que, si se abandonara esta concepción. nos encontraríamos
en una posición teórica más conveniente aunque nonecesarlamente para
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George S.' Klein
llegar a una teoría clínica mejor, sino a una teoría mejor para explicar
la teoría clínica.
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Desde mi punto de vlsta.Jo que considero objetable en el modelo
termodinámico del psicoanálisis así como en las contrapartes contemporáneas que intentan reemplazarlo no es su inherente falta de 'plausibilidad sino el hecho de que es irrelevante para la empresa psicoanalítica
clínica. Considero posible mostrar serias incompatibilidades entre la metapsicología freudianay
los principios interpretativos que constituyeron
los principios clínicos básicos de Freud. A él mismo le resultó difícil
establecer los vínculos lógicos entre ambos. Tomemos un ejemplo: en
los Tres ensayos sobre una teoría sexual (1905), hay una larga y bastante
dificultosa consideración acerca de si el enfoque cuantitativo de la sexualidad basta para dar cuenta de 10$' hechos. Freud nunca pudo resolver el problema que planteaba el hecho de considerar la sexualidad
como una cuestión de aumentos y disminuciones de libido. De hecho, el
modelo de reducción del impulso 'mediante el cual Rapaport (1951) trató
de abarcar todas las concepciones psicoanalíticas es más adecuado para
una rata que para un ser humano, y .tan acorde con las teorías violentainente antipsicoanalíticas .corno con las .teorlas metapsicológicas de
Freud. Este ejemplo es particularmente ilustrativo porque el blanco predilecto de muchas objeciones contra el psicoanálisis es precisamente
el supuesto metapsicológico de reducción de la tensión. Sería una trivialidad decir de un impulso que busca' su propia gratificación, ya que
esto es parte de. su propia definición. Pero' decir que la conducta instigada por impulsos reduce la tensión, no es, como señala acertadamente
Holt (.1965), uña' representación ñecesaria de los fenómenos clínicos de
la psicosexualidad o' de la motivación en 'general; .no es una reducción
que.Inevltabtemente, se derive. de los significados de las relaciones interpersonales que 'se observan :en: la clínica, Así, las objeciones al psicoanálisis' que', señatan la:'Inadecuaclór; 'de .los modelos, de tipo reducción del
tmpulso tsólo sirven .para .ápartar:nuestra atención de: consideraciones
más. pertlneritesy constructtvaacon
respecto :a si, es eno 'válido, con-
¿Dos téóríaso
'una?
cebir alas observaciones psicoanalíticas de relaciones 'objetales en términos de relaciones entre impulsos.
Las proposiciones clínicas esenciales sobre la motivación nada
tienen que ver con la reducción de una tensión hipotética; son inferenCias
de gradientes direccionales en la conducta y de las relaciones objetales
incluidas en esas direcciones; describen relaciones necesitadas y buscadas consciente e inconscientemente, la manera en que se viven y cómo
se satisfacen a través de encuentros perceptuales, concepciones, simbolos y de la acción. Los factores clave en el enfoque clínico psicoanalítico de la motivación son requisitos relacionales, encuentros, crisis, dilemas, resoluciones y logros y no una hipotética reducción de "tensión"
(Apfelbaum, .1965).
Otro ejemplo de incompatibilidad entre la teoría clínica y la metapsicológicay de la irrelevancia de esta última para las concepciones
clínicas es el principio de constancia, según el cual la acción y la experiencia responden al requisito de mantener constante la excitación cerebral. En términos estrictos, el principio del placer es un concepto fisiológico, puesa lo que dicho concepto realmente alude no es a la fenomenología ni a la experiencia de placer. Aunque Freud propuso este
principio para explicar los hechos mentales, la "mente" con la que está
relacionado se considera de hecho como un modelo mecánico, un modelo automáticamente autorregulador, pero no regulado para .el logro de
metas personales, lo cual constituiría una explicación en términos de
significado psicológico. Se debe tener presente que Freud necesitaba
evitar la explicación teleológica; por lo tanto, las "metas" personales
que comprenden el nivel' clínico dé la teoría se traducen a los términos
del punto de vista económico para indicar la reducción de una cantidad
de excitación hasta un nivel constante. Esta es simplemente otra versión
de la psicología para neurólogos que .Freud .abandonó supuestamente
en el periodo de 1895.
En síntesis, la metapsicología no es distintivamente humana ni
,distintiyamente psicoanalítica.Más
aún, significa una reducción' a un
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George S. Klein
dominio conceptual que requiere un tipo de datos de observación distintos de los que son obtenibles en la situación analítica. ¿Qué neurofisiológo estudia sus "datos" hablando con ellos como sucede en la
situación psicoanalítica? La metapsicología deja de lado el propósito
fundamental de la empresa psicoanalítica: revelar significados. Términos
como catexia, hipercatexia, catexia ligada, carecen de significado psicológico y pertenecen a un universo distinto del de la psicología psicoanalítica. Los términos completamente impersonales y los términos cuasifisiológicos de la metapsicología nada tienen que ver con los datos de
la situación psicoanalítica. Esto es válido no sólo para la metapsicología
de Freud sino también para los modelos posteriores basados en la neurofisiología y en la teoría de la información. Cabría preguntar: ¿de no
haber estado entretejida con la pSicología básica de Freud, habría sobrevivido la metapsicología? Ya se trate de un modelo tomado de la termodinámica, de la teoría de la información o de la neuroquímica, el argumento
principal es válido. Tal como lo expresó Allport: "Tales modelos no nos
dicen qué significa la conducta; simplemente dicen que el hombre se comporta como si fuera alguna.otra cosa. Esto no es teorizar, sino establecer
analogías" (Allport, 1964, pág. 32).
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De este modo, la metapsicología no fue el descubrimiento básico de
Freud, sino la expresión de su filosofía de la ciencia. No es esencial y
tampoco expresa el esfuerzo fundamental de la empresa psicoanalítica.
Se trata simplemente de una posición filosófica a propósito de lo que es
una explicación verdadera y de lo que es realmente "real". En segundo
lugar, no resulta adecuada para los datos que pueden obtenerse en la
situación psicoanalítica, y tercero ~y éste es el punto más críticolos
términos fisiológicos no pueden reemplazar a la explicación psicoanalítica
en términos de los significados y la significación de las relaciones objetales que hacen que la conducta resulte coherente para el analista. Aunque
se pudieran medir los niveles fisiológicos más sutiles durante una sesión
analítica, la teoría fisiológica como tal no 'alcanzaría para dar cuenta de
los significados personales correspondientes-su
significación pslcoló-
¿Dos teorías o una?
gica- ya que éstos requieren de los así llamados términos mentalistas y
teleológicos. Volveré más adelante sobre este último punto, porque su
validez se extiende a cualquiera de los modelos que en la actualidad se
sugieren para reemplazar a la metapsicología freudiana.
11. La teoría "clínica" del psicoanálisis
Si adoptamos la posición de que sólo hay una teoría psicoanalítica
y no dos, de que no necesitamos una teoría para explicar una teoría,
enfrentamos una tarea más sencilla en lo que se refiere a sistematizar y
formular la teoría misma. Tratar de establecer un distingo entre una teoría
pslcoanalítlca general y otra clínica resulta equívoco, pues implica que la
teoría clínica tiene una jerarquía menor que una teoría psicológica general
en tanto está ligada a la situación del tratamiento psicoanalítico. Pero si
la transferencia explica fenómenos en la "situación clínica", ¿es por ello
menos aplicable como principio general para explicar la conducta humana?
¿Acaso el concepto de conflicto edípico no tendría parte importante en
una teoría general de la psicología?
Una vez que eliminamos este distingo nos damos cuenta de que
los términos de la teoría clínica no son menos abstractos que la metapsicología y que cubren un vasto espectro en cuanto a su grado de alejamiento con respecto al proceso de observación que gobierna la relación
paciente-analista.
Los objetivos de la situación analítica, determinados por el contrato terapéutico y sus condiciones standard, limitan las posibilidades de
observación. Si bien establecen límites, promueven, sin embargo, el surgimiento de fenómenos con los que pocas situaciones experimentales pueden rivalizar o atreverse a reproducir debido a consideraciones de orden
ético. El compromiso terapéutico, la relación a largo plazo, la postura
supina, la atmósfera relajada y, no obstante, terapéutica, la actitud interesada pero reservada del analista; son éstos los elementos de la situa-
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George S. Klein
ción a los que debemos el surgimiento de los fenómenos de resistencia,
de diversos tipos de defensas, de poderosas fantasías inconscientes, y de
la transferencia.
En lugar de distinguir la teoría clínica de la metapsicológica, quizás sea más útil que los conceptos con los que trabaja el analista sean
diferenciados en conceptos experlenelales o intrafenomenológicos y conceptos funcionales o no fenomenológicos. Los datos básicos de una sesión pslcoanalltica son las inferencias que el analista hace con respecto
a las experiencias del paciente. (aún de aquellas de lasque éste no necesariamente tiene conciencia), así como -tarnblén las autopercepciones del
analista. Las primeras incluyen: a) cómo el analizando se ve a sí mismo,
b) cómo el analizando Ve al analista, e) cómo el analizando ve la situación que comparte con el analista. En general, los conceptos intrafenomenológicos se refieren a experiencias atribuidas al paciente, aunque
éste no tenga consciencia de ellas. Por ejemplo, el analista supone que
una fantasía inconsciente es una forma básica de experimentarse a uno
mismo y
los demás; en ·términos de las atribuciones que hace a partir
del supuesto de una fantasía inconsciente, el analista puede comprender
las acciones y el testimonio del paciente, esto' es, percibir su significado.
a
564
Además de· estos conceptos intrafenomenológicos, existen conceptos funcionales tales como proyección, introyección y represión, que
apuntan a algo en la mente del paciente que éste no experimenta, pero
que forma parte de su .realidad. Estos conceptos y otros de similar categoría están destinados a esclarecer, o a iluminar o elucidar de alguna
manera experiencias del analista y del paciente que no son directamente
accesibles. Así, un analista se sumerge. en lo fenomenológico, pero va
más allá que esto y hace generalizaciones que establecen una conexión -entre niveles accesibles e inaccesibles de la experiencia. Tales generalizaciones están referidas casi siempre al propósito, función o logro. Los
conceptos funclonales del analístaéstán destinados a iluminar en estos
términos la significación de la experiencia que él infiere y las acciones
que observa, no simplemente las existenciales que están basadas en la
o
¿Dos teorías o una?
experiencia
inferidas.
consciente, sino también la de las fantasías inconscientes
Los conceptos fenomenológicos, la lógica de las inferencias que
hace el analista y los conceptos extrafenonienológicos de función, propósito y significado de la experiencia y de la conducta, constituyen la
teoría psicoánalítica. El resultado de esto, y también mi tema central, es
que las, evaluaciones acerca de la importancia de los conceptos psicoanalíticos deben estar fundamentalmente basadas en los 'esfuerzos sistemáticos por establecer los vínculos de dichos conceptos con los datos .
observacionales de la situación analítica, 'así como en la capacidad de
los mismos de responder a modificaciones, a partir de la observación.
La lógica y la confiabilidad de las inferencias que se hacen a partir de
lo fenomenológico ejercen una influencia decisiva sobre la validez de los
conceptos no fenomenológicos, y a menos que las primeras sean válidas
los' segundos sólo se referirán a brujas y unicornios. Én segundo lugar,
'opino que para lograr cambios sistemáticos y responsables en la teoría,
es necesario una consideración más rigurosa de la naturaleza de las pruebas que la que han puesto de manifiesto los teórlcospslcoanalltlcos
desde
la época de Freud,
Señalo' estas distinciones, algunas de las cuales pueden parecer
nimias, fundamentalmente porque cree) que el problema de la estrategia
inferencial a partir 'de datos para llegar a la legalidad es de crucial importancia para el desarrollo futuro del psicoanálisis. Creo que nos encontraremos' con 'que los conceptos rnetapslcolóqicos tal como los conocemos en 'general hoy; los 'conceptos de 'energía', por ejemplo, serán muy
poco útiles' en este' sentido; porque son 'insensibles al tipo de datos que
, pueden' obtenerse en' la sesión 'pelcoanaüttca. Sin embargo, los conceptos clínicos 'pueden 'cambiar y cambiarán 'de manera sistemática.
Pasemos ahora a algunas de las' características que distinguen la
teoría clínica del psicoanálisis de otras' teorías.' Considero que debemos
volver: a los fundamentos, lamentablemente elementales -y digo lamentablemente porque después de más o menos sesenta años de desarro-
565
George S. Klein
110,todavía permanecemos faltos de claridad acerca del paradigma teórico, para utilizar el término de Kuhn (1962), según el cual operamos en
la situación psicoanalítica. El intento de volver a los fundamentos debe
ser hecho porque en las publicaciones pslcoanallttcas se está desperdiciando una enorme cantidad de energía en problemas teóricos que carecen de utilidad para la' situación clínica psicoanalítica, en interrogantes
a los que no se puede responder porque implican cuestiones de mecanismos o de "cómo funciona" para las cuales los datos psicoanalíticos
no proporcionan ayuda alguna, y porque, en realidad, se ha avanzado
muy poco en lo que se refiere a ampliar y verificar el paradigma en un
sentido que sea decisivo para la empresa clínica psicoanalítica.
En primer lugar, el psicoanálisis trata "de especificar coherencias
en la conducta en términos de intención, no sólo los propósitos a nivel
de' la intención consciente, sino el propósito que surge de la dinámica
del deseo abortado, el conflicto, la defensa, la ansiedad, la culpa y la
fantasía inconsciente. Cuando un psicoanalista considera que una pauta
de conducta adquiere el significado de una "defensa", por ejemplo, él
está señalando la significación de una pauta de conducta, haciendo una
afirmación con respecto a su propósito ointencionalidad. Las regularidades a las que un analista llega. a sensibilizarse son únicas, en tanto
tienen que ver de manera distintiva con la intencionalidad, con metas
frustradas, conflictivas,
abortadas, regresivas, o evitadas. Este es el
.
objetivo, primario del psicoanalista en'Ia situación psicoanalítica y la función básica de sus conceptos no fenomenológicos de significación.
.
566
Tradicionalmente, éste ha sido el dominio del novelista, o de los
grandes epistemólogos, que utilizaron los métodos de la autointrospección. Y seguimos dependiendo de estas fuentes, más que de la biología
y la fisiología, para nuestras hipótesis sobre el significado, el propósito o
la función de la conducta humana. El hecho de que el poder del psicoanálisis para esclarecer la intencionalidad inconsciente haya constituido
una fuerza enormemente vltalizadora dentro de la vida cultural conternporánea en la literatura, las artes gráficas y eHeatro no es tan sólo una
¿Dos teorías o una?
circunstancia curiosa. La razón es que' el arte constituye en sí mismo
un proceso de creación de significados, una contemplación sobre el
estado del ser de un hombre. La preocupación del artista complementa
el interés sistemático del analista por los mismos objetivos.
Esta orientación y las herramientas conceptuales que utiliza para
descubrir intencionalidades, permiten al analista percibir regularidades
que son. distintas de las que otros psicólogos pueden, percibir al observar la misma conducta. Muchas veces me desconcertó el hecho .corrlente de que un analista pudiera ser muy experto .en lo que sucede en su
consultorio y, al mismo tiempo, muy ingenuo e incluso ignorante en su conocimiento sobre los detalles de la percepción, el aprendizaje, y las otras
áreas formales que constituyen la base de la razón de un psicólogo para
dedicarse a la psicología académica. Lo opuesto, desde luego, es igualmente corriente o más aún. ¿Cómo puede ser esto posible? ¿Cómo puede
el psicoanalista ser un mediocre psicólogo en un sentido y un experto
en otro? Creo que para encontrar una respuesta debemos pensar en el
nivel particular de coherencia en el que se concentra cuando observa
la conducta de la gente. Me ha impresionado comprobar que cuando
este mismo clínico eficaz estudia el diseño o los datos de un experimento ,
sobre aprendizaje, a menudo tiende, en su inocencia, a plantear un conjunto sorprendente de preguntas sensatamente' elaboradas alrededor de
por qué el' sujeto estaba aprendiendo eso, por qué es posible ponerlo a
aprender una cosa en lugar de otra, o en otras palabras, sus indicios
apuntan al por qué, a las razones de la conducta, problemas que a menudo el psicólogo deja completamente de lado en su preocupación por
el qué y el cómo, las causas próximas de la conducta. De manera similar,
las preguntas del analista sobre la percepción y la memoria tienden á
estar centradas en la slqniflcaclón o 'las funciones de la conducta exhibida, esto ~s, su aspecto motivacional y simbólicamente significativo. Si
un psicofísico experimental nos dice que la. tridimensionalidad es un
hecho perceptual primario, el .anallsta no manifestará demasiado interés,
pero comenzará a interesarse si alguien le dice que el funcionamiento de
567
George S. Klein
esta capacidad perceptuar revela la modalidad de los procesos simbólicos de una persona.
568
Ahora bien, la corriente principal de la psicología experimental
ha relegado al campo de la filosofía los problemas relativos al significado y la significación; el porqué de la conducta quedó reducido a un
objetivo secundario cuando la psicología abandonó la filosofía y se volvió "experimental". El genio de Freud volvió a colocar en el primer plano
del interés de los psicólogos el problema del significado y la siqnlficación.· Lo que hizo fue desarrollar una taxonomía y un código para descifrar los significados de las relaciones personales en sus aspectos conscientes e inconscientes. El psicoanálisis atribuye significado a la conducta al mostrar la significación del mito en nuestras vidas, los fantasmas
internos de la fantasía mediante los cuales ,los objetos se vuelven significativos, se establecen relaciones y se reacciona frente a ellas.
, Así, ios focos distales del analista, para usar el término de Egon
Brunswik, son coherencias en la conducta que ejemplifican el propósito
yla significación. El objetivo principal de la labor analítica consiste en
poner de manifiesto tales significados. Sólo en estos términos resulta
posible apreciar la importancia de un concepto como el de transferencia.
En 1912, Freud escribió: "Estalucha entre el médico y el paciente, entre
.el intelecto y las fuerzas del lnstlnto, entre la comprensión y la acción,
se libra casi por completo en el terreno de los fenómenos detransferencia" (1912, pág. 108). En la empresa analítica no hay, en términos
estrictos, "estímulos" impersonales; hay desafíos, crisis, relaciones, valores, bueno y malo, .deseos, frustraciones, variedades de placer y de
dolor.
Este hecho con respecto al enfoque primario del psicoanalista
debería determinar los objetivos dela teorización en psicoanálisis. Quiero
dejar .estoblen claro: los psicoanalistas no son teóricos del "cómo", sino
del "porqué" de Ia conducta. Esto no quieré decir que no haya analistas
que se-'dediquen con eficacia a la investigación, de los procesos; pero
¿Dos teorías o una?
_se habrá observado que, en general, están fuera de la situación analítica, en la universidad o en el laboratorio de' una facultad de' medicina.
En su 'tarea clínica, el psicoanálisis utiliza concepciones no fenomenológicas sobre la dinámica de la función o el propósito. Dichas concepciones tienen que ver con tendencias en el desarrollo y cambios de
propósito e intención a lo largo dela vida de una persona -concepciones
de crisis, conflicto, defensa y modos de, resolución-,
que determinan
la evolución de los propósitos en la conducta. Tales, conceptos incluyen, entre otros, los de desarrollo yoico, desarrollopsicosexual, represión,
consciencia-inconsciencia, transferencia, identificación; conflicto, defensa,
impulso, fantasía. Todos son, de distintas maneras, cruciales para señalar' unidades o coherencias de conducta que pasarían inadvertidas sin
tales conceptos: son auxiliares de la percepción del psicólogo. Ninguno
de ellos tiene mucho que' ver con una explicación del "cómo" o de los
mecanismos. Esto se aplica incluso al concepto de ansiedad, que clínicamente se entiende como una reacción frente a condiciones especificables
que implican un tipo de peligro o amenaza. También encontramos útil e
indispensable recurrir al concepto de represión, pero un modelo de su
mecanismo, del' "cómo"de
la represión, no es esencial para los objetlvos del analista' ni tampoco un problema que éste esté en condiciones
de contribuir a esclarecer, a menos que abandone ,la 'situación analítica.
Un segundo foco en la empresa psicoanalítica, que quizá no sea
más que otra manera' de' formular el primero, pero con un énfasis distinto, 'es' que 'el psicoanálisis constituye un psicología de los significados
y las síntesis que se' originan en crisis en 'la vida de un individuo. La contribución básica de' Freud no fue tan sólo el descubrimiento de la' sexualidad o de los determinantes agresivos de la conducta, aunque también
éstos fueron fundamentales, sino el hecho de comprender la conducta
como síntesis que surgen del' conflicto; esto es,' como modos de resolución de' conflictos. Esta es 'la sabiduría básica del principio de sobredeterminación. Este no constituye una manera escurridiza de evitar una
explícaclón, sino que significó, dar a viejos interrogantes una nueva orlen-
569
George
S. Klein
tación; por ejemplo, si se concibe al hombre como caracterizado 'por
impulsos sexuales y agresivos, ¿cómo es posible que ambos estén sintetizados de manera creativa en un fenómeno como, por ejemplo, la
amistad? Si el hombre es egoísta y necesita de los otros, ¿cómo es que
existe un fenómeno como el altruismo? ¿Cuáles son las fuerzas que actúan en tabúes como el incesto?
, A partir de sus concepciones sobre las ralees del conflicto en las
relaciones reales y fantaseadas con otras personas, Freud desarrolló concepciones acerca de los significados motivados de la conducta. Al destacar no sólo los términos del conflicto, sino también sus formas de evo'lución y de síntesis, Freud especificó períodos críticos en el desarrollo
libidinal y las cualidades del pensamiento en que aquéllos se expresaban
(los Ilamó proceso primario y secundario); pudo observar en la conducta
un' lenguaje descriptivo de símbolos, gratificación de deseos y defensas.
Así, el núcleo de la empresa psicoanalítica clínica tiene que ver
con significados que surgen de la dialéctica de las fuerzas direccionales
a las que, una persona está sometida: los términos del dilema y el conflicto, y las condiCiones antagónicas a partir de las cuales se desarrollan
significados en la conducta entendidos como síntesis yoicas. Pocas son
las teorías que se expresan en tales términos. Para el psicoanálisis, el
desarrollo está 'dado en términos de mojones y de soluciones que tienen
lugar dentro de un contexto dado. También en este sentido el psicoanálisis está particularmente relacionado no con la biología, sino con las
metas del dramaturgo y el novelista, pues constituye un paralelo de las intenciones de la estructura dramática y refleja el sentido básico del drama.
570
Existen otras psicologías del significado y el desarrollo (v. g. Rogers, 1947); por ejemplo, concepciones yoicas monistas que parten de
la proposición de que el desarrollo yoico tiene lugar porque el hombre
trata de alcanzar dominio' o eficacia, o bien autorrealización, pero en
última instancia tales teorías parecen sólo decir que el desarrollo yolco
en efecto tiene lugar. Es muy poco lo que afirman como para que se
las considere teorías sustanciales, porque tienden a dejar de .lado preci-
¿Dos teorías o una?
samente esos elementos de conflictos, dialéctica y resolución de CriSIS.
Por el contrario, el programa de la teoría psicoanalítica, en sus conceptos clínicos, consiste en tomar en cuenta los hechos del desarrollo de
esquemas interpersonales a través de las tendencias dinámicas del encuentro, el conflicto, el choque, la impasse y la resolución. También en
este sentido el psicoanálisis se distingue de diversos enfoques existenciales que consisten en descripciones, a menudo detalladas y valiosas,
de los modos concretos de experiencia de un individuo tal como son
determinados por la ansiedad. Pero tales conceptos también carecen de
dinámica, de una concepción de la evolución de la vida de una persona,
el entrelazamiento de metas conflictuales, conscientes e inconscientes,
de directivas y objetos conflictuales y del intento de examinar tales
experiencias
en la perspectiva de
las soluciones. Nada incluyen destinado
.
.
a mostrar las polaridades y los gradientes inherentes a las resoluciones
del desarrollo que dan lugar a distintas concepciones del 5elf; constituyen simplemente una compilación de interesantes fenomenologías.
La clave, entonces, para la profundidad de las concepciones freudianas es el esfuerzo por considerar la vida como una constante tarea
de resolución de problemas, que incluye una adjudicación constante de
polaridades incompatibles, reales o fantaseadas, en las que las estructuras son los productos de una síntesis de tendencias opuestas, y los
síntomas aparecen como soluciones llevadas a extremos patológicos.
111. La explicación psicoanalítica
Se sostiene a veces que el psicoanálisis es una ciencia biológica.
Sin embargo, el programa que el psicoanálisis sigue realmente en la situación psiéoanalíticay
gracias al cual ha logrado sus triunfos de comprensión, consiste en explicar la conducta por medio de la lectura de
los significados de las experiencias inferidas a partir del paciente en tér-
571
George S. Klein
minos de las capacidades funcionales delslstema humano a través del
cual estas experiencias son expresadas.
Por lo tanto, el psicoanálisis pertenece a la clase de teorías que
se ocupan del porqué de la conducta, esto es, que tratan de determinar
razones antes que causas, de" decir que la conducta encierra un cierto
significado, de hablar de la historia de dicho significado en la vida de
una persona y de referirse a las funciones psíquicas a través de las cuales se expresa ese significado (v. g.Peters, 1960). Así, afirmar que un
deseo está reprimido explica una conducta sin especificar cómo se logra
esa represión. ¿Pueden formulaciones funcionales de este tipo alcanzar
la categoría de términos explicativos?"
572
En este sentido quiero señalar tres cosas: 1) que una intención y
una función son tan directamente observables y no menos especificables
que una descarga neurológica y, en tal sentido, igualmente "reales";
2) que una formulación de función o intención es tan adecuada como
base de una explicación como una formulación neurofisiológica; 3) que
slqnlflcaco, propósito, intencionalidad -conscientes
e inconscientes-edefinen principios de regularidad que pueden traducirse, pero no reducirse, a especificaciones fisiológicas y neurofisiológicas. Este último punto merece particular atención. No se trata simplemente de que en la
situación analítica no contemos con los datos necesarios para una concepción fisiológica de los hechos psicoanalíticos; yo sugeriría, más .aún,
que ningún dato de"este tipo podría reemplazar jamás a las construcciones
de significado personal que constituyen la psicología psicoanalítica, pues
esta última corresponde a un nivel totalmente distinto dentro del orden
percibido, e implica distintas unidades de análisis. Estas no pueden conocerse o deducirse a partir de principios de la física y la química o de
modelos tomados de la mecánica, "la atención y la fisiología, y, por lo
tanto, es de importancia secundaria y no primaria para los psicoanallstas ocuparse de la traducción a modelos de explicación fisiológicos.
Todavía "se oye decir que una explicación fisiológica es más real,
tangible, más básica que las llamadas formulaciones psicológicas. Esta
¿Dos teorías o una?
falacia epistemológica ha ejercido un efecto paralizante sobre el pensamiento psicológico norteamericano desde que el conductismo apareció
en escena, y ha impregnado también los esfuerzos de la investigación
psicoanalítica en este país por desarrollar conceptos explicativos. Adams
la describe como "la difundida creencia de que nuestras percepciones
de las situaciones y de los objetos 'físicos' tienen un status epistemológico superior al de nuestras percepciones de las situaciones psicológicas de otras personas, de que la consideración de la situación de un
gato como frustrante es menos segura en tanto principio epistemológico
que la comprobación de que su medio físico está hecho de .madera o
de vidrio" (1954, pág. 71).
Creo que sería útil que habláramos menos sobre niveles "psicológicos" y "fisiológicos" y más acerca de. unidades de hechos o coherencias' especificables. Así llegamos a comprender que una intención, o
un propósito, o un significado, es algo tan real como una. propiedad
física, y que una intención o un propósito pueden percibirse tan directamente en la conducta como una descarga neurológica, que se trata,de
hecho, de un nivel de coherencia, que no puede inferirse a partir de los
datos neurológicos. Con este criterio, una unidad de realidad es cualquier
coherencia o regularidad percibida y confirmable, lo cual incluiría coherencias tanto temporales como espaciales. Un conjunto de hechos se
vuelve coherente 1} cuando se .puede especificar un elemento rector, un
principio organizador del conjunto, y 2) cuando los elementos del conjunto que son los indicios o los portadores de este elemento rector -esto
es, su mediación-e- también pueden especificarse. De tal manera, es posible percibir intenciones que son tan estables con respecto a los indicios
que las sugieren como lo es el hablar de una silla que percibimos. De
hecho, ha surgido un campo completamente nuevo en la psicología perceptual alrededor de esta capacidad, que incluye el estudio de percepciones 'causales (Michotte, 1963) , afectos e intenciones' (Baldwin, 1967,
Heider, t958). Hochberg (1964) 'habla incluso de una "gramática de la
intención". Cuando un-analista percibe' un deseo o un motivo en un con-
573
GeorgeS.
Klein
junto de conductas dispares, está definiendo una coherencia que corresponde a esta misma clase. Una reacción transferencial es una coherencia
producida en una relación diádica por una fantasía o un deseo activos.
Puede ser especificada a partir de las comunicaciones que el paciente
hace al analista y en la sensación que éste tiene de su relación con el
paciente. Cuando llegamos a la conclusión de que un paciente "aísla"
el afecto de la idea a causa de la ansiedad, lo hacemos a partir de una
integración de indicios; percibimos pautas especificables mediante esos
índícíos y llamamos a esas coherencias "aislamiento". Así, el carácter
de real es una propiedad proporcionada en parte por el referente perceptual del concepto; el concepto puede utilizarse entonces al formular
la "razón" del hecho.
Dar razón de un hecho significa, en esencia, explicarlo. En tal
sentido, la coherencia que llamamos "silla" es de hecho menos real para
el microfísico que su estructura atómica, pues "silla" en tanto objeto
.para sentarse es de poca pertinencia dentro del dominio de variables
del físico. Así, la misma "cosa" o entidad inclusiva, como la llama M.
Polanyi, puede tener distintos órdenes de realidad, dependiendo de nuestro enfoque o de la fuente de indicios desde la cual observamos; éstos
definen el fondo y la figura en el acto de mirar.
574
Más aún, las formulaciones relativas al significado, el propósito y
la función -que constituyen la mayor parte de los términos utilizados
en psicología clínica psicoanalítica- a menudo no son fácilmente com.parables con lo que se sabe actualmente sobre la fisiología del organismo.
El hecho de que carezcan de plausibilidad o traducción neurofisiológica,
no las hace menos "reales" o menos valiosas para explicar la conducta.
En tal sentido debemos precavernos de tener una actitud defensiva. Quizás otros psicólogos recuerden también la época en que se consideraba
que para refutar de manera completa y definitiva la ley del efecto de
Thorndike bastaba señalar que ésta requería un efecto retroactivo ejercido por un evento posterior sobre otro anterior, lo cual resultaba fisiológicamente imposible. Ahora que contamos con el principio de retro-
¿Dos teorías o una?
alimentación y servomecanismos, la idea parece bastante aceptable, sin
hacerse pasible de la espantosa acusación de vitalismo: basta con que
la llamemos "horneostasts",
La conclusión importante que puede derivarse de estas consideraciones es que distintos niveles o variedades de significación o coherencia coexisten en "las mismas entidades inclusivas o conjuntos de hechos. Esto se debe a una importante propiedad del proceso mediante
el cual se conoce y se reconoce la coherencia, una propiedad que esclarece la controversia sobre si las explicaciones fisiológicas son o no mas
básicas que las psicológicas. Considero que la descripción que hace
Polanyi del proceso por el cual se llega a la percepción de una coherencia es la guía más esclarecedora e indispensable para llegar a una
solución con que contamos hasta ahora (1965, a, b; 1966). Toda entidad
perceptual o elemento rector es un foco que deriva de indicios que le
dan sentido. Todo acto de conocimiento se dirige desde una conciencia
incidental de los indicios hacia una conciencia focal del elemento rector
de la entidad (cf., asimismo, la distinción de Brunswik (1956) y Heider
(1959) entre distal y proximal). Cuando consideramos un hecho en su
función de indicio, éste encierra un significado distinto que cuando lo
consideramos como un elemento rector o foco. Deja entonces de funcionar como indicio para asumir un nivel distinto de significado. Lo que se
nos presenta como focal o como algo incidental o subsidiario con respecto al foco son cosas lógicamente disyuntivas. Aunque se trate del
mismo dominio de hechos, el orden en que están estructurados los hechos y, por ende, su significado, se vuelve totalmente distinto.
Una consecuencia importante de esta disyuntiva lógica de niveles
de conocimiento -el carácter de indicio versus el carácter focal de un
hecho- es que las distintas coherencias o significados no pueden reducirse entre sí. El ejemplo que da Polanyi de una partida de ajedrez resulta
muy ilustrativo. Las estrategias del ajedrez no pueden explicarse en términos de las reglas del ajedrez; se refieren a principios reguladores que
controlan los "límites" de aplicabilidad de las reglas. Las reglas del ajeI
575
GeorgeS.
Klein
drez permiten un gran número de tales estrategias y dejan' abierto un
número indeterminado de opciones de juego, todas las cuales son acordes con las reglas pero no explicables por medio de ellas. Tales opciones
constituyen las condiciones límite del juego. Las reglas no controlan esos
límites (1966). Las estrategias que controlan la aplicabilidad de las regIas se refieren a diferentes principios de orden. Como lo expresa Polanyi: "Cualquier aplicación particular de las reglas requiere que esas
circunstancias sean establecidas por algún agente que no esté sometido
al control de este principio. La conducción de una partida de ajedrez es
,una entidad controlada por un estratego y la estratagema se basa en la
aplicación de las reglas del ajedrez. Esta relación no es válida cuando
se la invierte; pues las reglas del ajedrez dejan abierto un margen infinito de estratagemas. Por lo tanto, las reglas del ajedrez no son significativas en sí, mismas y su significado radica en que sirven conjuntamente, a la ejecución de una estratagema" (1966).
Podemos hablar de reglas de función, de reglas de una máquina,
de reglas físico-químicas en una jerarquía de principios. Como señala
Polanyi, definir la función de un reloj significa hablar a un nivel distinto
del que prevalece cuando se lo define en función de su mecanismo, esto
es, como un conjunto de piezas que' incluye un resorte y un volante. Sin
embargo, ahora hay relojes que no tienen resortes ni volantes y sólo el
propósito del reloj sigue siendo acorde con su definición (1966). Ello
no significa que el' reloj no funcione de acuerdo con las leyes de la mecánica o de la física, sino sólo que el significado atribuido de "reloj" en
términos de su función es especificable independientemente.
576
De la misma manera, cabe decir que el reloj, en tanto máquina,
puede actuar de' acuerdo con' principios de la física-y de la química, pero
no ser explicado por ellos. "Los principios operacionales de un reloj
definen su construcción y su funcionamiento, pero no puede definírselos
por medio de las leyes de la naturaleza inanimada, pues ninguna de las
partes del .relo] estáformada por la equilibratión natural de la 'materia.
-El relo] es un artefacto y cada .una de sus.partes está artificialmente mol-
¿Dos teorías o una?
deada y conectada para cumplir su función.- La física y la quimrca no
pueden revelar -estos principios prácticos". La estructura de la máquina
misma constituye un nivel distinto. El material de la máquina está bajo
el control de dos principios. No funcionaría si no fuera por las leyes de
la física y la química, pero este principio no es válido en sentido inverso.
Asimismo, para citar nuevamente a Polanyi: "Si pulverizamos el reloj, sus
fragmentos seguirán obedeciendo a las leyes de la física y la química.
La destrucción de la estructura operacional no afecta dichas leyes, pues
éstas se aplican al material de la .máquina misma, aun cuando ésta quede
convertida eh trozos aislados de materia". Así, existe. un nivel inclusivo
superior, que abarca los principios operacionales del sistema, y un nivel
inferior, controlado por las leyes de la física y la química (1966).
Explicación mental versus explicación fisiológica
Ahora bien, lo que es válido par~ los principios ordenadores de
una máquina en relación con las leyes de la física, loes también para
los principiospsicoanalíticos de propósito, función y significación en. relación con la fisiología del organismo.
Llegamos así al dilema clave en los esfuerzos' actuales por desarrollar la teoría psicoanalítica, a dos concepciones de su. tarea explicativa: si se debe desarrollar una teoría del aparato mental mediante principios cuasi-termodinámicos' (incluyendo las analogías físicas. contemporáneas más plausibles en este sentido) o limitar el esfuerzo. teórico a
la 'empresa de descifrar significados, es decir., permanecer en el nivel
en el cual se formularon los descubrimientos mismos, los conceptos de
intencionalidad y slqnlñcactón que son el núcleo del psicoanálisis. La
concepción de un número cada vez mayor de teóricos psicoanalíticos
coincide con una mentalidad conductista que domina la .pslquíatrta y la
psicología norteamericanas, seqún la cual con una verdadera comprensión científica, las formulaciones cualitativas de significado y propósito
577
GeorgeS •. Klein
podrían y deberían ser reemplazadas por formulaciones cuantitativas que
expresen legalidad fisiológica. Los analistas orientados hacia la investigación parecen estar cada vez más convencidos de que su verdadera
función como científicos .debería ser la búsqueda de los principios fisiológicos que subyacen a las reglas de orden psicológicamente formuladas de la situación psicoanalítica. Expresan así un criterio' según el cual
las formulaciones "mentalistas" no son más que un reflejo de contrapartes fisiológicas -un isomorfismo- y que éstas constituyen el campo
más básico de datos. Esta concepción parece, incluso implicar que sólo
conociendo las leyes fisiológicas lIegaremps. a una teoría psicológica
más avanzada de la intencionalidad y el propósito. Esta cuestión es crítica porque las preconcepciones acerca de cuál es la clase "correcta"
de teoría influyen sobre la manera en que se formulan los problemas por
investigar.
La resolución del dilema requiere una posición bien clara acerca
de la relación entre "mente" y "cuerpo". Lo que quisiera mostrar, siguiendo las ideas desarrolladas por Polanyi, es que el nivel de los principios organizadores del significado que pueden percibirse en la situación psicoanalíticano pueden deducirse a partir de un esquema fisiológico, cualquiera sea el modelo fisiológico.
578
En primer lugar, quisiera señalar que la relación mente-cuerpo no
configura un problema de una "sustancia" versus dos "sustancias", de
lo psíquico que "interactúa" con lo somático. Quiero dejar esto bien
aclarado: el problema no consiste en establecer si la "mente" tiene una
base fisiológica. No hay duda de que la tiene. No es mi intención afirmar que el propósito, la intención y el significado no están fisiológicamente implementados, porque por supuesto lo están. Tampoco. sostengo
que la búsqueda .de mecanismos constituya una ambición inadecuada
para él psicólogo; yo mismo incursiono en ese área. Más aún, estoy lejos
de subestimar el hecho de que un principio válido de dirección motivacionalpueda constituir un incentivo tremendo para la especificación de
mecanismos fisiológicos. Coherencias percibidas en la observación cll-
¿DosteGrías ,o una?
nica psicoanalítica han sido de una innegable ayuda para la investiga(cf. Adrian, 1946, Fisher, 1966; Hernández Peón,'
1964; Pibram, 1965).
clónneurotlstolóqtca
Sin embargo, formular el significado o el propósito de la conducta
es establecer un nivel de coherencia distinto del que corresponde a la
formulación de leyes fisiológicas. Nadie pone en duda que un significado o un propósito requieren para su logro de un marco fisiológico, y
el modelo más adecuado es el de un sistema abierto. Pero será vana
nuestra búsqueda de una estructura "intencional" en una máquina o un
sistema, si conocemos sólo las reglas biológicas o fisiológicas de su funcionamiento y si no contamos con un observador que reconozca ese funcionamiento como intencional. Si bien no cabe duda de que siempre actuamos dentro de los límites de las "reglas" fisiológicas, considero que existe
un número indeterminado de condiciones en el funcionamiento de esa
fisiología que esas reglas dejan abiertas, sobre todo en el caso del ser
humano. Tales condiciones indeterminadas que las .leyes fisiológicas dejan abiertas no son especificables en términos del funcionamiento impersonal del sistema per se. Lo que el analista .perclbe son estrategias (funciones) de la "máquina" determinadas por los hechos de su propia conciencia, por sus adjudicaciones de significado e intención. Puesto que
la conciencia es 'personal y que los propósitos son relacionales, es imposible formular los modelos adecuados para la búsqueda de propósitos
e intenciones en tér:minos de modelos .lmpersonales de estímulos, factores desencadenantes, etc. Tales modelos siempre deben ser tradueclenes
de principios de un orden superior.
.
Un concepto "mental", entonces, es el resultado de la conciencia
de un observador aplicada a los datos de los hechos fisiológicos. Parafraseando otra vez a Polanyi, las formulaciones de propósito o significado
y los principios de la .regulación fisiológica constituyen -dos maneras
mutuamente excluyentes de tener conciencia de' nuestras actividades corporales. Lo somático es a la mente lo que el indicio es al significado o
lo que el indicio es al foco. En otros términos, lo que llamamos "mente"
579
George S. Klein
o "mentalista" consiste en los significados que nosotros, como observa·dores, atribuimos al funcionamiento del cuerpo., Los propósitos o coherencias que uno percibe en las' acciones y las experiencias de otra persona en realidad no están en los hechos fisiológicos, tal como el propósito de transportar no está en el funcionamiento real de un automóvil.
Estos propósitos o coherencias son los. productos de una conciencia
aplicada al terreno de los indicios. Las leyes de la fisiología no incluyen
la consciencia que da origen a la percepción del propósito y, por ende, la
especificación detallada de la máquina a partir de su funcionamiento
nunca puede conducir a la inferencia de' su .propósito, así como no
podemos traducir la observación de que un zorro está persiguiendo a
un conejo diciendo que Ias patas del zorro y del conejo avanzan en dirección norte a distintas velocidades.
Quizás llegue. el día en que un paciente acuda a su sesión, se le
coloquen agujas en el lóbulo frontal, y electrodos en diez distintas partes del cuerpo, y se hagan llegar muestras de su sangre a un centro
procesador, y todo ello mientras asocia libremente. Ese día está aún le,.
[ano, incluso aceptando que pudiéramos resolver los interesantes problemas .transferenciales que estos procedimientos crearían. Empero, cabe
preguntarse si algo de esto llegaría alguna vez a suplantar a la formulaciónde
los principios organizadores intencionales y motivacionales
que son las herramientas de la empresa psicoanalítica.
580
Para decirlo una vez más, lo esencial es que los principios referidos al propósito y los principios fisiológicos son dos maneras mutuamente
excluyentes de tener consciencia de nuestro cuerpo y del funcionamiento
. del cuerpo ajeno. Requieren focos distintos de observación y sus términos
reflejan este foco. Se puede definir la fisiología de la agresividad, pero
el fenómeno de la agresión es un significado que atribuimos a un patrón
fisiológico; que reconozcamos el fenómeno como agresión es condición
necesaria para especificarlo como una unidad fisiológica. La pauta misma
.no nos dice dónde comienza y dónde termina la agresión; el conocimiento de que uno está observando la agresión es previo a la especifi-
¿Dos teorías o una?
cación de 'la unidad fisiológica. Perdemos de vista la "mente" del paciente
si centramos nuestra atención en esas funciones corporales y las convertimos: así en objetos' en lugar de indicios; de ese modo perderían su
valor.corno indicios .de funciones, como indicios de significados. Así, en.tonces, la relación entre cuerpo y menté 'constituye un ejemplo de la
relación entre lo que es secundario y lo que e~ central en el proceso del
conocimiento. '''Unneurofisiólogo
queobservara
los. hechos que tienen
lugar en los ojos' y el cerebro de un hombre que ve, invariablemente
dejaría de ver en esos hechos neurológicos 'lo que 'ese hombre mismo
vecon ellos" '(Polanyi, 1965, b, pág: 807);
Orientación investigadora versus orientación
situación psicoanalítica, "
terapéutica' en la
El esfuerzo por lograr simplicidad teórica en' psicoanálisis se ha
visto seriamente obstaculizado por' una falta de preocupación por las
reglas de la inferencia rigurosa: Cuando los analistas' se quitan su traje
de terapeutas y se ponen el de investigadores, se-comportan de dos rnaneras.. Si se' trasladan al'· laboratorio, adoptan naturalmente standards
rigurosos; si se quedan con sus observaciones de la sesión analítica,
adoptan un enfoque informal', impresionista, sobrecargado de aparatosa
teoría metapsicológica. Los-analistas parecen comportarse como si su principal función 'consis.tiera' en' establecer vínculos con la .teorla metapsicológica. Pero lametapslcoloqla
noconstltuye un fin en 'sí misma. Laernpresa ~.
básica de 'la, ciencia es el .empleo de la' percepción, el descubrimiento de coherencias eneltumulto'
de 'ocurrencias cambiantes. Einstein
se refería a su elegante y sencilla teoría de la relatividad como a una
metafísica mederada.tenterrdlendo por' el/o una teoría imbuida de conocimiento, 'y de-conoclmtento fundado. Así; 'en cualquiera de los dos casos, sea que coloquemos el énfasis en el aspectoperceptual
de la cien. cia o en el, encapsulamiento económico de lo ccnocldobalo la forma de
581
George
s,:Klein
teorías simples, este énfasis está arralqado en criterios fundados de conoclmlento.icon respecto a la primera meta, se debe evitar la pseudopercepción, por ejemplo, el concepto del unicornio o el falso reloj biológico,
y no tomar los conceptos corno sustitutos de la realidad; en el caso de
la construcción de teorías, debernos contar con criterios fundados para
prescribir cambios' en la teoría. Si utilizamos la teoría como una herramienta en esa búsqueda perceptual, es necesario complementarla con
una práctica rigurosa 'de la 'observación y la Inferencia ..
En' tal sentido, considero francamente que hay motivos para sentirse desalentado. No creo que' nadie pueda negar que 'durante la vida
de Freud y a partir de esa época se han producido muchas variaciones
y cambios en las teorías, tanto clínicas como psicológicas. Pero, ¿no es
acaso sorprendente que excepto movlrnlentos recientes (véase v.g. i,oborsky más adelante; Dahl [1970]; Gottschalk y Gleser [1969]), no se
haya hecho desde la época de Freud un solo progreso en la metodología
de investigación Utilizada' por lós anallstas, ni un solo progreso en lo
que' se refiere al uso que ss' hace de los protocolos psicoanalíticos con
flnes de investigación'? 'En la mayoría 'de los casos encontramos el mismo
tipo 'impresionista (de 'formulaciones, basadas en criterios de autoridad,
con 'referencias sólo 'ahecdoticas almateflal 'clínico.
señalado ya que
no es probable qúe 'los descübrlmlentos pslcoanalltlcos provengan de
lastraducciónes intentadas a' través de la metapsicología,pues ésta requiere otro tipo de datos: Y maapresuró a -agregar: tampoco creo que
puedan 'surgir del uso continuado de los métodos 'informales de observación que han caracterizado' la así' llamada' investigación en fa sltuaclón pslcoanalltlea. 'Considero que el proceso lnferenclal de investlqaclón
que se maneja en la comunidad pslcoanalítlca es demasiado ineficaz y
lento, y noproporclona
normas o medios para controlar el trabajo. de
otros: Necesltamós formas más 'rápidas de 'determinar la verdad, 'bases
más rigurosas sobre las cuales' 'restringirgenerallzaciones.
Si la 'tarea
hade otorgar mayor eñcacla a: la teoría, no puede estar basada únicamente en la Iqgica; ásí como tampoco en los datos presumiblemente más
He
582
¿Dos teorías o una?
precisos del laboratorio. Debemos acudir allí donde están los datos de
relevancia inmediata, ,esto es, a la situación clínica psicoanalítica misma.
Esto me remite al, problema de los métodos adecuados para hacerlo dentro de la situación psicoanalítica.
'Debo decir que el más lamentable cliché que he escuchado en
los círculos psicoanalíticos es el criterio de que la terapia es investigación, y: r~l~cion~do con éste el de que el tratamiento es experimentación.
Hace pocos años tuve la temeridad de manifestar 'por escrito que el proceso 'de investigación y el propósito terapéutico del psicoanálisis son,
en cierto sentido" fundamentalmente incompatibles. Tales opiniones indignaron a una persona que envió una carta en' la que afirmaba con vehemencia que hacer terapia significa' hacer investigación ..Seymour Lustman
ha llegado incluso a considerar a la terapia como uno de los principales métodos dé investlqaclón, Considero 'que este puntó de vista debería
rechazarse' por completo. La terapia es el contexto de los datos únicos
que. se obtienen en' pslcoariálisls y, desde luego; 'debe, sequirlo siendo,
pero no 'es un método de investigación.' El error radica en que no se
percibe la diferencia de focó entre' hacer terapia y hacer lnvestlqaclón.
Una' d'e Ías fuentes cié ccnfuslón surge' del hecho de no distinguir entre
una interpretación que se le hace al paciente, el proceso de inferencia
mediante el cual se llega
ella, yla estrategia de investigación, para determinar leyes formales a partir de los datos. Lo primero, o sea el efecto
de una tnterpretaclón,' es lo 'que podríamos llamar un problema sustantivo, quadebe ser, investigado en 'sí mismo; lo segundó se refiere a las
estrategias' mismas ~de la investigación. El analista' debe cambiarse de
traje según que 'asuma 'uno u otro rol. Es difícil, pero también necesario.
Un médico 'que' utiliza' un estetoscopio no se detiene a determinar la confiabilidad y válidez del estetoscopio: acepta su utilidad. -Cuando se emplea- el test' de Rorschach.tccn fines de dlaqnóstlcó, se lo' utiliza como
herramienta de observación, 'como fuente d'e indicios para un diagnóstico.
Es alqo muy distinto hacer del estetoscopio mismo ode la validez del
testd~ Rorschach los objetivos de la' indagación. Ya; no es entonces un
a
583
George S.' Klein
indicio o una herramienta, sino un objeto.' Ambas operaciones exigen
. distintos enfoques, distintas orientaciones y distinta formación. La situación analítica permite percibir regularidades coherentes, que no necesitan tener ninguna relevancia inmediata o ·nisiquiera distante para el propósito terapéutico pero que sin, embargO son legítimas para el estudio
e incluso pueden ser de importancia esencial para la teoría psicoanalítica. '
La formación en investigación que se ofrece en los institutos psiccanalítlcos orientados hacia la práctica profesional es lamentablemente
inadecuada. La formación en investigación no es una tarea que compita
sólo al psicólogo, sino una responsabilidad 'que cualquier psicoanalista
debe, estar en condiciones de enfrentar si pretende dedicarse a la investigación en psicoanálisis. El futurodel .pslcoanállsls como una guía sistemática para la .lnvestlqaclón está en juego. El que debamos preservar
el contextosituacional
de los. patos, ·Ialibre actividad del analista y las
constantes de la situación pslcoanalltlca-no
son consideraciones relevantes. La tarea que controntan todos los psicoanalistas orientados hacia
la investigación tiene que, ver con la utilización de técnicas de análisis
de contingencia, con, procedimientos. .de construcción de escalas,de
tlpltlcación.etc., esto es, los procedimientos rutinarios de la metodología
para datos multivariadOs complejos; y en general con el intento de especificar el, contenido de los indicios sin -una pérdida seria de 'significado.
!?84
Es erróneo suponer: que' se tratadéuna
tarea onerosa o de bajo
nivel. Más bien sugeriría queíos analistas han subestimado el valor potenclal de descubrimiento de 'tal actividad. 'A menudo oímos decir que,
en ciencia, la formulación de un problema o una' teoría precede a la búsqueda de un método. Esta puede ser una maniobra pedagógica sencilla
para los libros de texto, ,pero no es necesariamente cierta. A veces las
nuevas herramientas metodológicas y los avances metodológicos ""';'qOe, .
en realidad lo que hacen es 'proporcionar nuevas oportunidades deobservar, como ocurre conel microscopio-,
llevan a nuevos problemas al
Cft3ar..posibilidades. perceptuales de, descubrir nuevas coherencias que
no h~.bíamoscontemplado(por
ejemplo, la técnica REM). Una preocupa-
¿Dos teorias
O
una?
ción minuciosa por el análisis de protocolos puede muy bien revelar regularidades inaccesibles para el sistema no tan refinado de inspección
clínica convencional. Aunque carecieran de gran valor para el proceso
terapéutico estas regularidades pueden, no obstante, ser relevantes para
un .problema teórico básico. Más adelante ilustraré este punto. Así, la
formación en investigación debería entenderse como una parte crítica
del plan de estudios psicoanalítico, pero en ninguno de los programas
de' estudio psicoanalíticos que conocemos : se: toman medidas para
desarrollar 'estrategias destinadas a manejar esa clase especial de datos
que pueden obtenerse a partir de la situación psicoanalítica.
Si bien la terapia no es investigación, quisiera destacar al mismo
tiempo' que la inducción sistemática de leyes a. partir de los datos obtenibles en la situación psicoanalítica es potencialmente capaz de un rigor
comparable al de la experimentación. Se afirma a veces que los datos de
la situación analítica sólo pueden generar hipótesis, pero no "demostrarlas". Pero, en principio no existe base alguna para afirmar que las normas, de la demostración rigurosa no _puedan aplicarse a los hechos no
experimentales de la situación analítica. Esto no significa 'confundir la
investigación clínica con la experimentación, .pues considero que esta
última es no sólo incompatible 'sino objetable en un contexto terapéutico,
La experimentación es el control planeado de condiciones y la rnanlpulación de variables supuestamente causales -una tarea nada fácil por
cierto- pero impracticable en una situación terapéutica. Pero la experimentación no es la única fuente de información controlada. Es innegable,
sin embargo,' que el desarrollo de .criterios bien fundados de conocimiento, obtenidos a partir de la situación clínica, está muy atrasado con
respecto al de la. psicología experimental.
El' investigador clínico puede utilizar ya sea el, modelo del historiador o el del. blóloqo-naturallsta. En' cualquiera de los dos casos, el
analista no trabaja por mediode experimentos sino' de demostraciones a
la manera de un naturallsta'{una excepción sería el estudio de intervenciones planeadas de Glll [Gil( Y Paul, manuscrltoj), en las 'que la descrlp-
585
George S.' Klein
ción está respaldada por un método de descubrimiento, a través del cual el
foco se vuelve visible y confirmable. En síntesis, la responsabilidad del
investigador en su estrategia de investigación consiste, en desarrollar
maneras de especificar los indicios de posibles regularidades. En el caso
del biólogo que investiga un espécimen, la meta 'es esencialmente una
taxonomía de las estructuras de la entidad inclusiva que está estudiando.
En el modelo-del historiador, ,se trata de 'una muestra alargo plazo. En
cualquiera de los dos casos, se requiere una 'estrateqla de confirmación:
en el método .hlstórlcc,
se necesita alguna estrategia para encontrar
consistencias íriternas y para 'la vátldaclón 'de inferencias; en el método
del: naturalista,se requieren -observaclones de control.
Un . problema que merece un examen especial es' el de la preservación y recuperación de los datos reales de la situación analítica.
Ya ha sido bastante 'difícil . lograr que se aceptara incluso el registro
de los datos. Se trata, sin' duda, de un obstáculo risible. En ningún otro
campo 'se supone que los datos obtenidos puedan llevarse de un .lado
a otro como parte de la propia memoria; esta afirmación resulta particularmente divertida cuando la hacen' analistas capaces de olvidar dónde
estacionaron su auto. Creo que si adoptamos 'una actitud indagatoria en
psicoanálisis; no, podernos eludir 'el requisito de algún tipo de procedimiento de' registro, sea cinta fonomagnética, película u otros medios, o
por lo menos notas, que lleguen a formar parte normal' de la situación
psicoanalítica: .como condición standard de. la 'situaCión, no es necesariamente más
menos incongruente; hlejetce 'mayor o' menor influencia
sobre las 'condiciones transterenclates que 'el. requisito de que el paciente
se recueste en un diván, ,,' :',
; .
.
'ó
586
Es innegable que los problefnas relatívos "<ir 'registro y la conservación de datos' se vuelven complejos más allá de' esta' primera etapa. Podrían surgir 'muchos problemas: .que sería' necesario' examinar bastante
después de' haber' completado "'el análisis. Esto significaría tener que
conservar todos los datos analíticos, lo cual no constituye una medida
muy práctica;
¿Dos teorías o una?
En general, podemos distinguir cinco clases de enfoques, en lo
que a la investigación se refiere, de los fenómenos en el contexto
analítico: 1) estudios de contingencias, que intenten descubrir regularidades mediante una especificación sistemática de pautas; 2) estudios
que traten de especificar las condiciones de incidentes críticos, donde
intentemos vincular el incidente crítico con el "contexto de asociaciones;
3) estudios sobre construcciones generalizadoras, por ejemplo, reunir
incidencias que indiquen tipologías de conducta, 'demostraciones del
estilo cognitivo, múltiples expresiones del tema de una fantasía, actitud
defensiva en el lenguaje, etc.; 4) verificación de la inferencia, donde las
implicaciones .deducldas a partir de una hipótesis clínica se establezcan
resumiendo ejemplos de su verificación y 'plausibilidad; 5) predicción
de los efectos de una manipulación o intervención. Todos estos enfoques
se superponen en algunos aspectos, a pesar de lo cua! las clasificaciones
parecen constituir una guía útil. Cada una, de estas metas determina estrategias y los problemas metodológicos especíñcos+asoclados
con cada
una de ellas.
: He señalado' ya 'que en los últimos .tlernpos .ha habido una cierta
tendencia a reducir la brecha entre teoría y evidencia' por medio de la
innovación metodológica.
, Quisiera mencionar brevemente-un excelente -paradiqma aplicable
a' muchos problemas pslcoanallticoa, ilustrado en un estudio efectuado
hace 'poco' por Luborsky sobre olvidos momentáneos (1964) (1967). E'I
propósito específico del .estudlo 'no, es detmportancla 'crítica para nosotros.jiero sí.lo es Iaestrateqla de','investigación, utilizada:, La investigación combina las cualldades .detratarun
fenómeno propio del contexto
pslcoanalltlco,' con, los 'rasqoszíe un:rig'Uroso proyecto de' investigaci6n
caracterlstlco dela experlmentacíón, pero no idéntico .a ella. El fenómeno
es el. olvidó momentáneo, esto es.>lo 'que sucede cuando un -Indlvtduo
tiene conciencia de algo, lo' pierde por breve tiempo ylliego, puede recuperarlo. Típicamente, mientras- asocia -Iib-remehte; el paciente 'señala:
, "Acabo de tener una idea 'pero no puedo recordarla: se ha ido". Luborsky
587
George S.Klein
desarrolló un diseño de investigación limitado a los datos de sus protocomediante el cual pudo responder a preguntas tales
como si. todos los individuos o sólo ciertas clases de pacientes tienen este
tipo de olvido momentáneo en el curso del tratamiento; si el contenido
perdido es el mismo en todos los casos; si hay congruencia en el contexto circundante de .·Ios pensamientos durante toda una sesión; si los
contenidos momentáneamente perdidos son similares a los temas de los
sueños y, en el aspecto teórico, el vínculo entre el olvido y el concepto
de represión. '
los psicoanalíticos,
Resulta interesante, y también una lección 'que podemos aprender
. de este estudio, que una vez que Luborsky se interesó por el fenómeno
y encontró la manera de aislarlo; comenzó a detectarlo continuamente.
iCuántos fenómenos como éste se pasan por alto en. el estado actual
de nuestra investigación informal! Luborsky reunió 155 de tales casos en
19 pacientes a lo largo de más de dos mil sesiones. Registró textualmente o casi textualmente" el contexto ideativo inmediato y el contenido
olvidado. Un sistema de clasificación le permitió esclarecer los' significados de los índices cuantitativos de frecUencia del olvido momentáneo,
descubrir congruencias en los contenidos dé' la idea recuperada y rela-·
cionarlas con características del contexto .
588,
. Consideremos la congruencia del contenido. Luborsky estableció
categorías de clasificación que le permitieron, evaluar el contenido de la
idea 'momentáneamente perdida y luego recuperada. Reunió treinta y
siete pares de· sesiones torrnados por la sesión en' que se producía
el-clvldo y una contraparte que servía cómo control. La sesión control
fue elegida por lo' general de entre las sesiones que seguían a la del
olvido y comparada con esta última. .Medlante un procedimiento fundamentado 'fragmentos del protocolo de las 'sesiones de control fueron elegidos como· sentencia pseudo-olvidada, con aproximadamente el mismo
número de palabras que la olvidada en la otra sesión, y que aparecía
aproximadamente en la misma .parte, del protocolo. De esta comparación
de .protocotos apareados' surgieron características' del contenido tales
¿Dos teorías o una?
como "culpa","conflicto
edípico", y la sugerencia de que en el proceso
del olvido interviene un "estado de conciencia momentáneamente alterado" que produce un debilitamiento transitorio de la función sintetizadora aun cuando la persona esté relativamente bien despierta.
La estrategia de investigación en el estudio de Luborsky ilustra
un tipo! sistemático y naturalista de estrategia para estudiar los detalles
de un fenómeno que resultaría imposible de observar en sus detalles con
los métodos informales de investigación que emplean por lo general los
analistas; muestra también de qué manera es posible investigaren la
situación psicoanalítica un problema particular y la forma en que se
pueden',manejar las complejidades inherentes a los datos de la' asociación libre; y puede ser repetido por otros. Estoy de acuerdo con Luborsky
cuando afirma: "En este sentido, el método contrasta claramente con
cualquier estudio de laboratorio sobre el olvido en relación con la represión, ya que las variables. relevantes al concepto de represión, que pueden discernirse en la situación psicoanalítica, no se ponen fácilmente
de manifiesto en el laboratorio".
Parece posible enfocar de esta manera toda una variedad de problemas; por ejemplo, estamos estudiando con este método la función de
la expresión metafórica en la terapia psicoanalítica, relacionando la aparición de metáforas con el contexto de las asociaciones en una sesión
determinada. Se parte del supuesto de. que, dado que la metáfora implica la elección de palabras que tienen una función no sólo expresiva,
sino también de control, una metáfora constituye una manera de manejar series simultáneas de pensamiento que aparecen en un momento
dado en el curso de la asociación libre.
Naturalmente,. éste u otros métodos no son sustitutos de laimaginación ni de una clara; definición de los problemas investigables. Pero
el uso de métodos de esta clase, a la larga, servirá para promover la
consideración sistemática de los datos que el psicoanálisis tanto necesita.
El núcleo de mi argumentación es el siguiente: la. empresa pslcoanalítica y el propósito terapéutico proporcionan inevitablemente un con-
589
George
S. Klein
junto de indicios relevantes para la búsqueda de significado, propósito,
dirección y.finalidad (intencionales o no) de la conducta. Así, el pslcoanalista se mueve en un contexto bastante excepcional, pues ningún otro
investigador científico tiene el privilegio de contar con una situación de
este tipo, situación que se hace posible gracias al contrato terapéutico
entre el paciente y el analista, según el cual el paciente acepta confiar al analista todo lo que le es posible confiar. ,Se trata de un contexto
investigable y de investigación realmente único. Dentro de esta situación,
realmente no tiene demasiado sentido que un analista haga especulaciones sobre problemas de mecanismo y utilice modelos más adecuados
para los datos fisiológicos, por ejemplo, modelos de cómo actúa la represión sobre las vicisitudes de una hipotética corriente y transformación
de la energía. No me opongo a tales empresas especulativas si proporcionan indicios útiles para otros que están dispuestos a trabajar con.
datos adecuados a los términos del modelo y a los problemas de su
funcionamiento. Pero la excesiva preocupación por el mecanismo cuando
sólo contamos con los datos de los protocolos analíticos puede apartarnos del camino principal y menoscabar nuestra capacidad para percibir nuevas dimensiones legales de intencionalidad en la conducta.
590
Charles Fisher manifestó que los analistas tienden a mostrarse algo
complacientes, demasiado dispuestos - a pasar por alto los principales
descubrimientos en-otros campos, y que no han creado su propio núcleo
de investigadores en el campo biológico para efectuar la- traducción de
los hechos psicológicos a términos neurofisiológicos y fisiológicos "que
constituyó la meta final de _Freud" (comunicación personal). Abrigo ciertas dudas frente a esta admonición y esta prescripción. Concuerdo con
la acusación de complacencia, pero no porque los psicoanalistas pasen
por alto la neurofisiología, sino porque no tienen en cuenta que los conceptos clínicos constituyen en sí mismos una teoría que requiere una
investigación sistemática. También comparto su esperanza de que los
investigadores en biología logren traducir las proposiciones pslcoanalíticas a términos neurofisiológicos, pero no porque ésta haya sido la meta
¿Dos teorías
o
una?
final de Freud, ni porque constituya en sentido alguno un objetivo superior, sino simplemente porque es parte de la ciencia hacerlo, esto es,
construir puentes y descubrir coherencias a cualquier nivel. Pero no veo
motivo alguno para que' los analistas tengan que justificar el hecho de
que no traten de interesar a los biólogos moleculares eh la teoría psicoanalítica, tal como no considero que los biólogos moleculares deban
sentirse obligados el despertar el interés de los psicoanalistas por sus
propias metas. Está muy bien cuando esto ocurre pero' eso no significa
que debamos estrujarnos las manos angustiados si no ocurre. Nuestra
propia "cancha" sique ocupando el primer lugar en nuestros 'esfuerzos
en lo que a investigación se refiere.
Debe quedar bien claro el status de esa traducción a la neurofisiología: la búsqueda de significado y significación, y la especificación
de su legalidad, que constituyen el foco especial' y único del psicoanalista en su situación, nunca pueden ser reemplazados por los datos neuroñsloloqícos. Podemos influir sobre las intenciones del hombre, sobre
sus metas y sus defensas, al provocar cambios somáticos, y ello sin
duda configura gran parte del atractivo que ejerce la tarea fisiológica;
la comprensión fisiológica puede incluso mejorar nuestras técnicas destinadas a lograr cambios terapéuticos. Sin embargo, la captación de la
intencionalidad, significado y significación siempre constituirá un nivel
especial de observación. De lo que los analistas no tienen por qué sentirse culpables, por lo tanto, es de los objetivos de su empresa. Para los
analistas no existen cosas como estímulos y respuestas, sino sólo "encuentros" que tienen un significado. Su tarea consiste en descifrar ese
significado.
591
GeorgeS. Klein
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