La verdad absoluta y la verdad relativa de la palabra de Dios La verdad absoluta está en Dios, en su palabra y en el propósito de su creación. La verdad relativa está en la forma en la que el hombre recibe e interpreta la palabra de Dios porque la espiritualidad del hombre es particular y su interrelación con Dios igual, por ende una verdad incuestionable como lo es Dios y su palabra se vuelve en la conciencia del hombre relativa de acuerdo a su interpretación personal. La verdad absoluta de Dios crea el avance constante de manera evolutiva en la creación que hizo. La verdad absoluta del hombre hace que su conciencia lo haga sentirse dueño de toda la razón porque no entiende que cada conocimiento del hombre, Dios se lo entrega de forma circunstancial y una interpretación absoluta de esto crea la discriminación, el absolutismo, el egocentrismo y la falta de humildad. La interpretación de la verdad absoluta hace que el hombre tergiverse los conceptos, involucione y no pueda expandir la mente a nuevos conocimientos, sin embargo ser consciente de la verdad relativa que domina hace al hombre más humilde, menos discriminatorio, más receptivo y capaz de avanzar a procesos superiores de conciencia e iluminación. La fe absoluta en Dios se establece a partir del conocimiento que adquiere el hombre de la existencia de Dios pero no puede el hombre mezclar su verdad con la de Dios porque son verdades diferentes, la que Dios entrega tiene un propósito que se evidencia de manera paulatina en el tiempo y se hace absoluta desde la creación misma, la verdad del hombre al ser circunstancial y volverse relativa se traduce a fe en la medida en la que el tiempo le demuestra el propósito. El hombre debe sentir a Dios, tener fe en él y no debe dudar del advenimiento de futuros mensajes con propósitos evolutivos superiores a los que ya existen, porque Dios no se rige para dar su información por el tiempo que existe en la dimensión del hombre, se rige por la evolución de la conciencia del hombre, sólo cuando la conciencia está apta es que puede acceder a la nueva información y el acto de negar la existencia de nuevos mensajes hace que se detenga en el tiempo el crecimiento para el hombre. Si el hombre no sintiera su interpretación de la verdad como definitiva estaría más abierto a la unidad, la diversidad y el respeto pero el hombre sigue discutiendo su verdad como absoluta sin entender que esa verdad le pertenece sólo a Dios y al tiempo en el que él la demuestra.