La importancia de la familia en la economía

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La importancia de la familia
en la economía
LUDOVICO VIDELA
1.-Introducción
Para los economistas el interés por la familia es bastante reciente. Podría decirse que
hasta la década del 70 la familia era ignorada
en el análisis económico y también era desconocido su aporte a la economía real.
Hay que reconocer que en la concepción
aristotélica se contraponía la economía familiar a la economía política, propia del ámbito
público. Por ello no sorprende que el interés
de los estudiosos se haya desplazado durante
largo tiempo hacia la economía pública no
familiar.
En términos de Adam Smith, fundador de
la ciencia económica, la familia era clasificada dentro del reino del altruismo y por lo
tanto era objeto de estudio para la filosofía y
la ética (Teoría de los sentimientos morales) y
no para la economía, que consideraba al
egoísmo individual como la principal motivación de los negocios (La riquezas de las naciones).1
Sin embargo, un aspecto de la situación familiar recibió una atención particular por un
economista perteneciente a la escuela clásica:
Thomas Malthus, que investigó el tema de la
población. Sus pronósticos apocalípticos fueron tan errados que esta rama de estudio
quedó desacreditada, y en parte abandonada.
En las últimas décadas el renacimiento del
interés por la familia tiene varias fuentes. Por
una parte, los autores neoclásicos pertenecientes a la corriente bautizada como del "imperialismo económico" comenzaron a investigar la posibilidad de aplicar los criterios del
egoísmo individual a ciertas decisiones familiares. El núcleo del interés analítico giraba
en torno al fenómeno social de gran envergadura de la transición demográfica, la caída de
la fertilidad, las nuevas tareas laborales de la
mujer y todas sus implicancias para la economía. La familia estaba sufriendo grandes
transformaciones que parecían no reflejar un
apacible equilibrio dentro del reino del altruismo y se intentaba verificar la validez de
incorporar hipótesis tomadas del mundo de
los negocios para explicar el cambio.
En esta línea se destacaron T.W. Schultz y
G.Becker, que formuló, recientemente, un
ambicioso tratado sobre la familia sobre la base de hipótesis neoclásicas.2
Estos primeros ensayos recibieron una importante crítica que contribuyó a precisar los
conceptos y delimitar los campos. Hoy configura un capítulo muy importante del análisis
económico.
Sin embargo, la notable producción científica de las corrientes mencionadas no ha conseguido todavía dar una respuesta valedera y
completa, a las viejas preguntas referidas al
comportamiento de la fertilidad o la transformación de la familia.
En otra perspectiva, la familia también ha
sido objeto de investigaciones vinculadas con
la temática de la sociología económica. Muy
original y emparentada con grandes ensayos
de sociología económica —como el de Max
Weber— es la obra del antropólogo francés
Emmanuel Todd. El adopta un enfoque histórico en que se estudia el aporte de la familia al desarrollo económico.3 Su análisis, parte
3
de una clasificación de las familias tomadas
del economista francés F. Le Play. Este distingue los valores fundamentales que organizan
las relaciones entre padres e hijos, que pueden
ser de tipo liberal o de tipo autoritario, y las
que vinculan las relaciones entre hermanos
que pueden ser de tipo igualitario o no
igualitario. Las parejas liberalismo/autoritarismo e igualitarismo /no igualitarismo engendran cuatro posibilidades tipológicas que
son las siguientes: a) familia nuclear absoluta
en que las relaciones entre padres e hijos son
de tipo liberal y las relaciones entre hermanos
de tipo no igualitario, b) familia nuclear
igualitaria en que las relaciones entre padres e
hijos son de tipo liberal y las relaciones entre
hermanos igualitarios, c) familia matriz, con
relaciones entre padres e hijos autoritarias y
las relaciones entre hermanos de tipo no
igualitario, d) familia comunitaria en que las
relaciones entre padres e hijos son de tipo
autoritario y las relaciones entre hermanos de
tipo igualitario.
La aplicación de esta metodología a Europa
permite verificar una sugestiva asociación de
la conducta religiosa, política, cultural y
económica de las familias y su conformación, y
el alto valor explicativo de la familia en la
evolución del desarrollo económico.
El ensayo de E.Todd nos indica que los estudios sociales y económicos adolecen de una
grave falencia en cuanto no contemplan la
realidad familiar.
El objeto de este artículo es efectuar una
síntesis de los grandes temas vinculados a la
realidad familiar dentro de la economía real. La
familia como señalábamos, ha sido reconocida
corno objeto de análisis de los estudiosos en
economía, pero a nuestro juicio no alcanza a
ser calibrada en toda su significación y, en
particular, no ha suscitado la relevancia
suficiente en materia de políticas públicas.
2. - Funciones económicas de la familia
Para comenzar quisiera desarrollar brevemente el tema que se refiere a las funciones
económicas que cumple hoy la familia.
Partamos de una realidad: la especialización
del trabajo y el avance tecnológico ha hecho
desaparecer en el seno de la familia las
4
funciones de producción para el autoconsumo.
Servicios otrora considerados típicamente
familiares, hoy han sido transferidos al
mercado. Por ejemplo, el coser la ropa, lavarla,
preparar la comida, atender a los enfermos y
ancianos, etc.
Una forma de ver este fenómeno con más
claridad es analizar cómo se distribuye el
tiempo de trabajo dedicado al mercado y al
hogar. La evidencia disponible demuestra que
ha habido una significativa modificación que
involucra principalmente a la mujer, que
dedica mucha menos horas a las tareas en el
hogar y más al trabajo remunerado.4
Es muy interesante observar que la mayor
dedicación femenina al trabajo remunerado
termina con una mayor dedicación global laboral, tanto de la mujer como del hombre.
Cuando la mujer dedica su tiempo sólo a su
hogar trabaja 32,2 horas por semana, en cambio, cuando también lo hace en el mercado dedica 15,9 horas al hogar y 41,4 horas al trabajo
remunerado con un total de 57,3 horas semanales, que es un 78% mayor. El hombre trabaja
44,8 horas en el mercado y 7,3 horas en el hogar, es decir un total de 52,2 horas semanales,
pero sólo 1,3 horas más en el hogar cuando su
mujer lo hace dentro y fuera del hogar.
El informe citado, destaca que el aumento
de productividad que este nuevo esquema de
distribución del tiempo laboral implica "no
ofrece ninguna conclusión sobre las implicancias de estas tendencias del uso del tiempo
sobre la calidad de vida".5 Lo cierto es que el
hogar ha dejado de ser un lugar con una
actividad de importancia desde el punto de
vista de la autoproducción, y tanto el hombre
como en especial la mujer ejerce su principal
actividad en el mercado. El siguiente cuadro
detalla lo señalado sobre el uso del tiempo
dentro y fuera del hogar. (Ver cuadro 1)
Pero si no es la producción, ¿Qué función
económica importante queda entonces para la
familia?; A mi juicio no es la disposición del
ingreso con destino al consumo de bienes y
servicios su función primordial porque, porque
si bien se da en la familia, la proporción de el
consumo que se explica por razones
propiamente familiares es de menor significación y viene perdiendo participación. Un
indicio de esto lo tenemos en la distribu-
ción de personas por hogares y la creciente
participación de hogares unipersonales. En
efecto, en la Argentina, de acuerdo a la evolución de la población se estima que en la actualidad los hogares unipersonales representaban más de un 20%, cuando en 1980 eran
de sólo 10,1%. A este valor se le podrían agregar los hogares comunitarios no familiares con
lo que el acumulado subiría más.
Algo similar sucede en Francia, la Unión
Europea en general y en Estados Unidos. En el
país galo los hogares unipersonales fueron el
24,6% para 1980 y crecieron al 27,1% en
1991.
Otro indicio se encuentra en la oferta de
bienes y servicios específicamente familiares.
En mi impresión este es un segmento declinante en su desarrollo, comparativamente con
el resto de la economía. Esto no debería
sorprender en cuanto es un supuesto convencional del análisis económico ver el consumo,
el ahorro y las decisiones económicas en general como opciones de individuos racionales
que maximizan una función individual. En
términos de Gary Becker y otros economistas
neoclásicos, se estaría verificando que las decisiones sobre el trabajo, la producción, el consumo y el ahorro resultan en la economía actual, mayormente de opciones que no tienen
corno prioridad el bienestar de la familia.
En realidad la explicación última, responde
a nuestro juicio a la condición peculiar de las
decisiones económicas ligadas a la familia.
Tanto el consumo, como la producción, el
ahorro y el trabajo son la resultante de una
decisión anterior que hace a la esencia de la
familia y se vincula con la vida.
Uno de los obstáculos para comprender con
detenimiento esta cuestión está en la incorrecta equiparación entre hogar y familia. La
familia habitualmente convive en un hogar
pero no siempre es así, corno también hay
hogares que no configuran una familia.
El primero, es decir el hogar, es un lugar
donde conviven una o más personas. La familia, en cambio, es el padre y la madre y los
hijos unidos por una relación estable de amor,
en vistas a un proyecto común. Si el proyecto
no existe o la relación se fractura, no
sorprende que las decisiones económicas se
reorienten, basándose en criterios meramente
individuales. La decisión propiamente familiar
es esencialmente relacional, está referenciada
y dirigida a atender y favorecer un vínculo.
Como es obvio, la realidad no es lineal y hay
por lo tanto familias en crisis que participan
más de las características de un hogar que de
una familia como tal. Estas distinciones no
son perceptibles para los instrumentos
estadísticos usualmente utilizados.
3- El reemplazo generacional
¿Cuál es entonces la función que principalmente cumple la familia en la economía
actual? . A nuestro juicio es el reemplazo generacional que es lo que permite que la sociedad tenga su propia sucesión en todos los
planos: cultural, religioso, social y también
5
económico. Esta tarea de procrear y educar a
los hijos está en la esencia de la familia y conforma también una función económica de
primera importancia en sí misma, a la que se
agregan las decisiones económicas que son la
resultante indirecta de esta labor familiar
central.
El reemplazo generacional permite que
perduren y funcionen instituciones tan importantes como la deuda pública y la seguridad social. Estos institutos están basados en la
capacidad del Estado de imponer a las generaciones no nacidas la transferencia de la carga. Esta compulsión está limitada por la razonabilidad del impuesto que está afectado y
por la holgura del reemplazo generacional.
Este tema ha despertado un interés creciente en los investigadores económicos, que
entre otras cosas, han desarrollado una nueva
forma de presentar la política fiscal incorporando los efectos de largo plazo de la misma,
que se conoce corno contabilidad intergeneracional, "generational accounts".
Los presupuestos públicos del Gobierno
central normalmente reflejan los ingresos y
los gastos de un año, con un horizonte un poco más extendido para algunos gastos de inversión. La contabilidad intergerenacional,
por el contrario, cubre un período de varias
décadas, clasificando los impuestos pagados y
las transferencias recibidas (jubilaciones,
pensiones, seguros médicos etc.) de acuerdo
a la generación que paga los impuestos y recibe las transferencias. Para cada generación,
los impuestos y transferencias se estiman sobre la vida remanente promedio, calculada
sobre la esperanza de vida vigente en el momento del cálculo. Todos estos montos de dinero que cada generación recibirá o pagará
en el futuro se actualizan y constituyen el
"impuesto neto" que ese grupo soportará.
Se supone que los compromisos públicos
vigentes deberán ser pagados por las generaciones actuales o por las por nacer. Se define
como generación a todos los hombres y mujeres nacidos en el mismo año.
El cálculo recoge estimaciones del crecimiento de la productividad y la evolución demográfica. Si ésta permite prever un desequilibrio entre los pasivos y los activos (ancianos
y jóvenes), en general el impuesto neto para
6
las futuras generaciones debe subir significativamente, o reducirse drásticamente los beneficios a los pasivos.
En líneas generales estos cálculos presentan resultados preocupantes para los países
avanzados. En el caso de Estados Unidos, un
estudio reciente afirma: "los resultados obtenidos indican que la actual política fiscal es
insostenible, o el gasto debe bajar o la tasa
impositiva neta debería subir del 28,6% actual
al 49,2% para las generaciones no nacidas".6
En las estimaciones del Fondo Monetario
Internacional, el resultado es similar para
muchos países como Noruega, Suecia, e Italia.
La Argentina y Brasil no están exentos del
problema, si bien en estos casos el ajuste debería combinar una mayor recaudación, reducción de los beneficios sociales excesivos
como las jubilaciones de privilegio, y una mayor atención a los problemas familiares.
En el gráfico 1 se presenta una estimación
de la carga impositiva extra que enfrentan las
futuras generaciones en diversos países. Nótese el incremento superior al 50% que se requiere en la Argentina, para mantener solamente los beneficios al nivel actual.
Si bien estas estimaciones manejan variables básicamente económicas, uno de los factores claves es el del deficiente reemplazo generacional que efectúan actualmente las familias y que impactará significativamente en
la capacidad de recaudar del Estado en el futuro. La referencia más obvia es el desajuste
entre activos y pasivos en el futuro esquema
previsional, pero el impacto económico ya se
siente en alguna medida hoy. Veamos un testimonio de la coyuntura: "En la medida que a
Europa no le falta capital (lo exporta), le sobra
tierra arable (una parte se abandona), y
espacio (algunas regiones se abandonan), y
escuelas (algunas se cierran por falta de
alumnos ), el análisis hecho sugeriría que una
política tendiente a incrementar la fertilidad
podría crear un estímulo permanente a la
demanda doméstica ".7
El problema de la escasa fertilidad se describe en el gráfico 2 y su efecto sobre el equilibrio demográfico en el cuadro 2. El índice
sintético de fecundidad para 1995, nos indica
para cada país el número de hijos por mujer
en edad de procrear. Un valor inferior a 2,2
señala la situación de un insuficiente reemplazo generacional, lo que como indica el
cuadro es la realidad de la mayor parte de los
países avanzados.
En las naciones emergentes la situación es
inversa, el reemplazo cuantitativo es amplio,
pero con frecuencia no resulta de una paternidad responsable, con lo que termina convirtiéndose en una carga para la sociedad.
Precisamente, en el cuadro 2 se presentan
los índices de dependencia económica actuales y proyectados para el 2050 para distintos
países. La dependencia distingue entre los
ancianos y los jóvenes y la sumatoria de ambos. Se expresa como proporción de la población activa. En el cuadro se comprueba que,
con la salvedad de la Argentina, la dependencia económica aumentará significativamente,
con una proporción de ancianos muy superior
incluso en nuestro país.
En la Argentina la población crece en valores absolutos en un 56,8% con relación a
1995, siendo el principal desafío educar a esos
jóvenes tanto en sus aptitudes técnicas como
morales. ¿Cómo lograr entonces un reemplazo
generacional adecuado?
La respuesta técnica a esta situación dista
de ser clara y unánime. Para Gary Becker, por
ejemplo, la difusión de técnicas contraceptivas
ha permitido separar la unión sexual de la
procreación. Si se supone que cada familia
tiene un control perfecto sobre el número y la
frecuencia de los nacimientos, los criterios
para gestar una nueva vida están basados en
distintas causas.
Becker sostiene que, para los padres, los hijos son una fuente de ingresos materiales o
satisfacciones. Por ello, pueden ser asimilados a un bien de consumo durable. Esto no
deja de reconocer que las satisfacciones o los
costos en que incurren los padres no son moralmente iguales a la de los bienes de consumo durables, pero se pueden comparar y por
lo tanto aplicarse el análisis de la teoría de la
demanda.
Siguiendo esta línea Becker distingue entre
la cantidad y la calidad de los hijos, que se
mide por el monto que los padres están dispuestos a gastar en los hijos. Si los padres
quieren gastar más en menos hijos es porque
obtienen una utilidad adicional en ello, dice
Becker.
Malthus sostenía que un aumento del ingreso llevaría a un significativo incremento del
tamaño de las familias. Su argumento tenía
dos partes, la primera es que el mayor ingreso
reduciría la mortalidad infantil, lo que en
ausencia de una disminución de los nacimientos aumentaría el tamaño de las familias.
El segundo aspecto es que el mayor ingreso,
dice Malthus, induciría a casarse antes y a
abstenerse menos en el matrimonio con el
consiguiente efecto positivo sobre la natalidad.
Pero Becker critica a Malthus en cuanto
que su teoría falla por ser mecánica y no considerar el margen de decisión que tiene la familia en su criterio sobre el número de hijos.
En definitiva, el economista de Chicago sostiene que el número de hijos surge de la oferta
y la demanda correspondiente, que está
afectada por el valor actual de los ingresos y
satisfacciones esperados para cada hijo en
comparación con otras alternativas de gasto.
Por ello, no es seguro si el incremento del ingreso aumenta, disminuye o no altera la natalidad.8
El análisis de Becker supone que cada familia logra el equilibrio entre su demanda y
oferta. La demanda depende del ingreso, el
gasto de crianza y educación, los gustos, el conocimiento de las técnicas contraceptivas y la
incertidumbre. Esta resulta de que "cada familia debe producir sus propios hijos dado
que los hijos no pueden comprarse o venderse libremente en el mercado"9. Por consiguiente, dice Becker, la fertilidad real puede
ser considerablemente distinta a la fertilidad
deseada.
Con tal grado de laxitud, es imposible obtener una verificación empírica directa de la
teoría de Becker, que es el criterio de validez
que el mismo sostiene. Pese a ello, su influencia ideológica es considerable y está en la
trastienda de muchas recomendaciones políticas de organismos internacionales y otras
instituciones.
Lo cierto es que el supuesto equilibrio de
cada familia entre hijos deseados y procreados, tautológicamente debería llevarnos a un
equilibrio global, que sería la suma de cada
uno de los equilibrios individuales. Pero co7
mo este equilibrio en la realidad dista de ser
tal, se argumenta que se alcanzaría sin restricciones al libre juego de la oferta y la demanda. Estas "restricciones" serían la falta de difusión de técnicas anticonceptivas, la penalización del aborto, la prohibición de la compraventa de personas, las limitaciones a la fecundación artificial y cosas semejantes.
Creo más bien que lo que con estas teorías
no alcanza a comprenderse es la naturaleza
peculiar de la familia, que no puede ser entendida mecánicamente ni desde una perspectiva solamente económica.
4. El costo de crianza
y las externalidades de los hijos
Reconociendo todos los aspectos demográficos, sociales, culturales, religiosos y también
económicos, que hay que considerar para entender la evolución familiar, hay condiciones
materiales objetivas que están adquiriendo
cada vez más importancia.
En particular destaco dos dimensiones del
tema. Primero, el costo de criar y educar hijos
ha subido significativamente. La mejora en la
alimentación y el vestido, los mayores cuidados de la salud, la educación obligatoria y la
que impone el mercado es cada vez más extensa. En esto la tesis de Becker es verdadera.
Otro autor, Lesttr Thurow, afirma que para
estar en el nivel necesario y poder competir
hoy en el mundo un trabajador debe tener al
menos tres años de educación post-secundaria; si no los tiene es un discapacitado. Simultáneamente, se muestra escéptico sobre
la posibilidad de supervivencia de la familia
en un contexto económico tan desfavorable
como el actual.10
Otro aspecto importante se refiere al altruismo familiar. El altruismo paternal y maternal se erosiona cuando el costo de crianza
y educación aumenta y la remuneración por
esta tarea es nula. Los economistas liberales
ridiculizan a veces la utopía socialista basada
en el improbable supuesto de que todos los
ciudadanos decidirán sobre la base de un puro altruismo. Sin embargo, este supuesto de
altruismo familiar absoluto, exógeno al modelo analítico económico, está subyacente en
la investigación económica convencional. El
8
mismo Becker postula el altruismo del padre
de familia como condición necesaria de su
modelo, aunque los hijos sean los más recalcitrantes egoístas les conviene comportarse con
generosidad dentro de la familia.11
En realidad, el altruismo se ha vuelto en
cierto sentido endógeno, depende de las condiciones que encuentra para poder crecer y
desarrollarse. La nueva cultura posmoderna,
que favorece y fomenta el hedonismo y el relativismo moral, es un fuerte condicionante de
la vigencia de conductas altruistas.
El otro aspecto de gran trascendencia social
y económica se refiere a la educación de los
hijos. Aun si la fertilidad es la adecuada, si la
familia no educa en las virtudes, es decir
trasmite valores, los jóvenes pueden convertirse en una carga pesada para la sociedad.
Los hijos desde el punto de vista fiscal representan un bien público. Todos los ciudadanos tienen significativos créditos sobre los
ingresos de los futuros adultos en edad de
trabajar a través de la previsión social y la
deuda pública, pero no todos los ciudadanos
contribuyen en la misma proporción en el
cuidado y educación de esos futuros adultos.12
Ahora bien, la externalidad de los hijos para
la sociedad puede ser negativa, cuando los
jóvenes por efecto de la droga, el delito, el bajo
o nulo rendimiento escolar se convierten en
una carga social. Estas situaciones adversas
están altamente correlacionadas con familias
incompletas o destruidas. Por ello, el
reemplazo generacional debe hacerse en un
marco de fortalecimiento familiar que asegure
un verdadero beneficio social.
Lamentablemente,
el
cuadro
familiar
muestra algunas señales preocupantes, si
bien no dejan de representar una porción relativamente pequeña de la situación global.
Por ello, en términos de reemplazo generacional, si no estamos dispuestos a sostener
comunitariamente en cierta medida el costo
de crianza y educación de los hijos, la situación puede agravarse.
5- Conclusión
La temática de la familia tiene hoy un renovado interés. El lugar donde el hombre nace, se educa, trabaja, se enferma y muere es
demasiado importante para pasar desapercibido.
Desgraciadamente, una de las razones que
justifican un nuevo interés por la familia resulta de la sensación, compartida por varios
analistas, de que asistimos a profundas transformaciones en esta institución que van más
en un sentido destructivo que constructivo.
Hoy, las familias que responden íntegramente
al nombre de tales son minoría dentro del total
de hogares, incluyendo a los hogares
unipersonales.
Un escapismo es sostener que ha cambiado
la organización familiar, con nuevas versiones
mejor adaptadas a nuestra cultura, donde los
lazos personales se hacen más tenues, cambiantes y quebradizos. En realidad, una visión
más objetiva reconocería un elevado costo en
este modelo sin compromisos.
En este informe destacamos que en el plano
de la economía tiene gran trascendencia la
tarea de reemplazo generacional que realiza la
familia, sobre todo cuando supera la dimensión
cuantitativa y procrea y educa integralmente a
los futuros ciudadanos.
A nuestro juicio, la visión de la familia del
análisis económico sólo explica parcialmente la
dimensión laboral de los integrantes de la
familia. El misterio de la vida y la muerte, el
nacer y morir, no son explicados por estas
teorías. Pese a ello estas realidades son las decisivas para cada persona. Pero, por sobre todo, el amor no encuentra lugar en los enfoques
reduccionistas.
Para entender realmente a la familia, que es
un ámbito de encuentro de las personas y de
las generaciones, hay que calar más hondo y
comprender mejor el amor y el compromiso.
Para formar una familia se requiere un
compromiso básico: es necesario creer en alguien, amarlo e inspirarle confianza. Por su
parte, tener hijos responsablemente significa
esperar algo bueno del futuro, es apostar por
el futuro y por las personas.
Todos estos valores requieren un ambiente
favorable para que florezcan y se desarrollen.
Por ello, así como hay una ecología del ambiente que nos informa y protege de la contaminación, hay una ecología humana que nos
invita a hacer del espacio público algo decente
y humano.
La familia es el sustento del pluralismo y la
diversidad, y por tanto de la sociedad democrática. Protegerla es proteger estos valores.
1 Cf. Smith, Adam, "La riqueza de las naciones", Ed. de
Carlos Rodríguez Braun , Alianza, Madrid 1996, y "La teoría
de los sentimientos morales", Ed. de Carlos Rodríguez Braun ,
Alianza , Madrid 1997.
2 Cf. Becker, Gary "Tratado sobre la familia " , Alianza,
Madrid 1987.
3 Cf. Todd, Emmanuel, "La invención de Europa ", Tusquets, Barcelona 1995.
4 Cf. Kristin Roberts and Peter Rupert, "The myth of the
overworked American", Economic Commentary, Federal Reserve Bank of Cleveland, 15/1/1995.
5 Op.cit.pag.4.
6 Cf. Gokhale, Page, Sturdock, "Generational accounts, an
update" , Economic Review, Federal Reserve Bank of Cleveland , IV trimestre de 1997.
7 Cf. Conjoncture, Paribas , Marzo de 1998.
8 Becker, Gary op.cit. cap. 5-6.
9 Cf. Becker, Gary, "The economic approach to human
behavior", The University of Chicago press, Chicago 1976,
pag.193.
10 Thurow, Lester, "The future of capitalism", W.Morrow,
New York, 1996, Pag.31.
11 Cf.Beker, Gary, 1987, pag. 226.
12 Cfr. Folbre, Nancy, Papers and Proceedings, Mayo de
1994.
Nota:
Este artículo formó parte del trabajo de seminario en el
curso del prof. R. Crespo, Universidad Austral, marzo de
1998.
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