El sistema mundo moderno y las ciencias sociales: crisis

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El sistema mundo moderno y las
ciencias sociales: crisis, desafíos y perspectivas
Doctorando en Letras (Teoría Literaria y Literatura Comparada) en
la Universidade de São Paulo. Magíster en Literatura y Crítica
Literaria por la Pontificia Universidade Católica de São Paulo.
Profesor Titular de Literatura Brasileña, Teoría Literaria y
Semiótica, en las Faculdades Integradas Teresa D’Ávila (Brasil).
Orientador de investigaciones y Coordinador de Posgrado en Lengua
Portuguesa y Literaturas en la misma instituición.
Héctor Luis Baz Reyes
Alumno de Maestría en Ciencias Sociales en la Universidad de Artes
y Ciencias Sociales (Chile). Profesor de Lengua Española y
Literatura Hispanoamericana, egresado del Centro Regional de
Profesores de Salto (Uruguay). Investigador de las temáticas: Género,
Sexualidad y Etnias, con estudios realizados en la Universidad de la
República (Uruguay). Diplomado en Docencia Universitaria en la
Universidad Iberoamericana de Ciencias y Tecnología (Chile).
Fragmento de obra perteneciente a la muestra “Cielos propios y ajenos”, de Adriana Blanco (Rosario, Sta. Fe, Argentina, 2012). Foto: Martín Toyé
Élcio Luís Roefero
SOCIOLOGIA
El diccionario de la Real Academia Española destaca como acepciones de la palabra “crisis” los términos
cambio y mutación, seguido de otras palabras como
desarrollo y proceso. En este breve análisis que tiene
como objetivo formular una hipótesis de lectura sobre
el tema “Crisis de la modernidad y crisis de las ciencias
sociales”, discutiremos los principales aspectos que los
autores seleccionados exponen sobre dichas temáticas,
para: a) saber por qué hablamos de crisis y b) concluir
con desafíos y preguntas que son necesarias en cualquier
proceso de cambio, en pos de enfrentar los retos futuros.
Partiremos de una premisa que a simple vista parece obvia pero que conlleva una explicación un tanto lógica. Si la ciencia social es un producto del sistema-mundo
moderno y este sistema se encuentra en crisis, tanto la
ciencia social como cualquier otro elemento producto de
la misma, se encuentra o encontraría, constitutivamente
enfrentando una crisis. Si además, el sistema mundo moderno se desprende de un eurocentrismo y la ciencia social se origina fundamentalmente en Europa, relegando
o aplazando culturalmente al resto del mundo, la ciencia social surge ya, desde esta visión, en un transcurso
conflictivo o propensa a cambios, puesto que se establece
como “incompleta” o no representativa de una realidad
mundial. Sin embargo el problema no es dónde surge la
ciencia social sino por qué aún se mantiene representativa de un determinado contexto, en este caso, eurocentrista. Por otro lado, si el sistema mundo moderno está en
crisis, es menester determinar qué significó ser moderno
y por ende, qué significa aún el término.
En “Postcolonialismo y el artificio de la historia:
¿Quién habla por los pasados indios?” Dipesh Chakrabarty expone algunas visones interesantes sobre lo que
significaba ser moderno a fines del siglo XIX en el imaginario del pueblo indio, donde la principal característica
a destacar es la fantasía de que ser una persona moderna
implicaba convertirse en europeo. Claro que este imaginario surgió como consecuencia de la colonización del Reino
Unido quien impuso esta visión eurocéntrica, además de
rituales públicos y privados del individualismo moderno.
Ser moderno” implicaba por entonces estar a la vanguardia, imbuirse de una ideología capitalista al mando
de una ley burguesa y sucumbir a la ficción generada
por los colonizadores: “El individuo burgués no nace
hasta haber descubierto los placeres de la privacidad.
(CHAKRABARTY, apud. MIGNOLO, 2001, p. 199.)
“Ser moderno” o creer en la ficción del sistema mediante la dominación y por ende el contacto directo con
los modelos imperialistas europeos, puede ser justificado
y hasta inevitable cuando este período se prolonga varias
generaciones. En India implicó una progresiva mutación
donde los valores culturales cedieron paso a los valores
impuestos, cultura, economía e idiosincrasia se vieron
afectados, el capitalismo creciente y la ideología liberal
desembarcaron haciendo eco y encontraron un puerto de
aguas limpias que comenzaría a generar espacios turbulentos a medida que la resistencia aumentaba. Sin em-
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bargo, la modernización no se impuso necesariamente a
través de la colonización territorial, notándose el mismo
proceso aunque en forma paulatina, en sociedades que
se independizaron mucho antes y que de igual modo se
vieron influenciadas por el sistema.
Ahora bien, ¿en qué aspectos el régimen inglés no
consiguió sustentarse satisfactoriamente, provocando un
cuestionamiento al sistema y consecuentemente a la visión
modernizadora que quiso imponerse? Dice Chakrabarty:
El régimen inglés instituyó dentro de la vida india la
tricotómica división ideada sobre la cual se apoyan las
modernas estructuras políticas, es decir el estado, la sociedad civil y la familia (burguesa). Por lo tanto, no fue
sorprendente que las ideas relativas a la domesticidad,
privacidad e individualidad burguesas hubieran llegado a la India a través del régimen inglés. Sin embargo,
lo que quiero aclarar aquí, a través del ejemplo de la
bhadralock, son algunas operaciones culturales por las
cuales los “indios” desafiaron y modificaron las ideas
recibidas, de manera que pusieron en cuestión los dos
principios fundamentales que subrayan la idea de “modernidad” —la familia nuclear basada en un matrimonio
de compañeros y la construcción del tiempo, secular e
histórica. Como Meredith Borthwick, Ghulam Murshid y
otros estudiosos lo han mostrado la idea europea de “civilización” del siglo dieciocho culminó tempranamente
en el siglo diecinueve en India con una abierta crítica imperialista a la vida doméstica indio/hindú, sobre la que
se sostenía que era inferior a lo que fueron los ideales
medio-victorianos de domesticidad burguesa. La cuestión de la “condición de la mujer” en el siglo diecinueve en
la India formó parte de esa crítica, así como también lo
fueron las ideas del individuo “moderno”, “la libertad”,
“la igualdad” y “los derechos”. En pasajes notables por
su combinación de igualitarismo y orientalismo, James
Mill en su The History of British India de 1817 colocó
juntas la temática de la familia/nación y la teleología de
la “libertad”. (CHAKRABARTY, 2001, p. 202-3)
El papel de la mujer en la sociedad, determina según James Mill, autor citado por Chakrabarty, una de las
más notables circunstancias en las costumbres nacionales, y a pesar de las evidentes críticas sobre la situación
esclavista y degradante de la condición femenina en la
India, el tema de la “libertad”, la “igualdad” y el “despertar” siempre generó y genera en la actualidad una crisis
de valores que repercute en la educación principalmente,
convirtiéndose en uno de los temas controvertidos que
no encontró consenso a nivel social. Cualquier defensa de
la individualidad que convierta al sujeto en sujeto moderno, era víctima de repudio y censura, donde la propia
literatura reafirmaba los modelos conservadores.
¿Por qué la modernidad es asumida en crisis? Tal
vez porque el sistema eurocéntrico, capitalista y soberano, que ha doblegado a muchos pueblos a través de los
últimos siglos, finalmente no consiga enfrentarse a una
realidad mundial que se expande y abre camino a las
necesidades particulares de cada sociedad, heterogéneas
en lo que respecta a valores culturales, arraigados y esenciales -aunque discutidos o no aceptados- que forman
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Nadie jamás ha sido moderno. La modernidad nunca
ha comenzado. Nunca ha habido un mundo moderno.
El uso del pretérito perfecto es importante aquí, porque es una cuestión de sentimiento retrospectivo, de
releer nuestra historia. No estoy diciendo que estamos
ingresando a una nueva época; por el contrario, ya no
tenemos que continuar la huida hacia adelante de los
pos-pos-posmodernistas; ya no estamos obligados a
aferrarnos a la vanguardia de la vanguardia; ya no buscamos ser cada vez más astutos, cada vez más críticos,
cada vez más hundidos en la ‘edad de la sospecha’. No,
en lugar de ello descubrimos que nunca hemos terminado por entrar en la era moderna. De allí la insinuación
de ridiculez que siempre acompaña a los pensadores
posmodernos; ¡alegan venir después de una época que
ni siquiera ha comenzado! (LATOUR, apud. WALLERSTEIN, 2001, p. 294-5.)
Saturación y ser “amodernos”, son conceptos que
cuestionan la quintaesencia de lo que es ser moderno. El
autor refiere al concepto de “hibridación” o proliferación de
híbridos que saturan el marco constitucional de los modernos, donde, en esa lucha por prohibir los híbridos es que
surgen y viceversa, en una constante lucha que no termina, teniendo como enemigo el propio problema del tiempo.
Toda revolución, cambio o reacción ante los sistemas, implica necesariamente la ruptura temporal, con el pasado, con
las vanguardias, desistiendo finalmente de una evolución.
¿Qué significa el término “híbrido”? Aquí el
Foto: Martín
Toyé
ângulo
129, abr./jun., 2012. p.
concepto refiere a mezclas, elementos indisociables que
pertenecen a dos subconjuntos, por un lado la naturaleza
y por el otro la cultura, casi objetos, casi sujetos. Latour
nos brinda un ejemplo sobre este concepto que vincula
el deseo de hablar con un ser querido, donde a través
del uso del teléfono, se fortalece, al mismo tiempo, la
compañía telefónica. Existe en este sentido una alianza
tan fuerte entre humanos donde yo, más el deseo de hablar con un ser querido, se unen al elemento no humano,
cables, satélites, electricidad, etc., sin la posibilidad de
transformar esto en un dato meramente humano, subjetivo y por otro lado objetivo, tornándose por ende en
un híbrido. No existe la posibilidad de explicaciones reduccionistas en esta fusión, ya sea a nivel psicológico o
sociológico, este híbrido es lo que existe. La modernidad
entra en conflicto en el momento de intentar reducir estos híbridos a una de las dos zonas ontológicas que le
son constitutivas, u objetos o sujetos, siendo imposible,
cuestionando de esta manera el proyecto moderno.
Wallerstein (2001) se pregunta dentro de una serie
de cuestionamientos y desafíos: ¿es la modernidad un
engaño –no una ilusión sino un engaño– que ha defraudado en primer lugar a todos los científicos sociales? Esta
pregunta, que parece retórica dentro de los argumentos
expuestos, define sin embargo que en lo que respecta a la
ficción creada por la modernidad hemos sido engañados
por un sistema que utilizó el engaño alternativamente
al cambio, generando la ilusión de la existencia de dos
zonas que podrían paralelamente actuar disciplinadamente, mientras se creaban interrelaciones cada vez más
dependientes y mutables, accediendo de esta manera al
híbrido que es en esencia el único rastro moderno.
Zygmunt Bauman (2001) acuña el término capitalismo leve, argumentando que no se trata de un capitalismo
racional por referencia a valores (en el sentido que Weber
lo utilizaba), aún alejándose del tipo ideal de orden racional instrumental. Si en algún momento de la historia los
valores, en el sentido weberiano, fueron abrazados abso-
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parte de la voluntad social. La necesidad de provincializar “Europa”, como refiere el autor, implica mirar lo
moderno como cuestionable, desde una mirada crítica y
necesaria que sustente otras narrativas, libres de las verticalidades impuestas por la “modernidad” en cuestiones de tradición y ciudadanía.
Autores como Bruno Latour, citados por Immanuel
Wallerstein, discuten la existencia de un mundo moderno,
argumentando que el concepto de modernidad es un error:
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lutamente, no es lo que ocurre en la actualidad. Surge de
esta manera un Estado de ansiedad perpetua que genera
un nuevo modo de incerteza, el no conocer los fines, en
lugar de la incerteza tradicional de no conocer los medios. Luchamos ante la agonía de optar por fines, todos
ellos muy seductores y frente a una cantidad de medios
disponibles, pero siempre con la ansiedad a cuestas de no
conocer el tiempo de utilidad de los mismos:
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En las nuevas circunstancias, lo más probable es que la
mayor parte de la vida humana y la mayoría de las vidas
humanas se consuman en la agonía de escoger objetivos
y no en la búsqueda de medios para los fines, los cuales
no exigen tanta reflexión. Al contrario de su antecesor,
el capitalismo leve tiende a ser obcecado por valores. El
pequeño anuncio apócrifo en la columna de “se busca
empleo” –“tengo coche, puedo viajar” – puede servir de
epítome a las nuevas problemáticas de la vida, al lado de
la cuestión atribuida a los jefes de institutos y laboratorios técnicos y científicos de hoy: “Encontramos la solución. Ahora vamos a buscar el problema”. La pregunta
“¿qué puedo hacer?” pasó a dominar la acción, minimizando y excluyendo la cuestión “cómo hacer de la mejor
manera posible aquello que tengo que no puedo dejar
de hacer”. (BAUMAN, 2001, p. 73. [Traducción nuestra])
La crisis de la modernidad puede de esta manera reducirse, someramente, en diversos aspectos que determinan su
inestabilidad, como es el caso de los valores o, en forma más
radical, a través de la negación de la misma en argumentos
que justifican un engaño por el cual hemos contribuido a fortalecer un dispositivo altamente eficaz en algunos aspectos y
sensiblemente desmontable en otros.
Continuando con nuestro planteo inicial, seguidamente discutimos la crisis de la ciencia social como problemática
inserida en el cuestionamiento sobre la modernidad y sus
avatares. Exponemos el punto clave de este estudio en los
postulados de Francisco López Segrera “Abrir, impensar y redimensionar las ciencias sociales en América Latina y el Caribe. ¿Es posible una ciencia social no eurocéntrica en nuestra
región?”. Asumimos que en dicha premisa ya se observa la
necesidad de revisión, análisis y reflexión sobre la ciencia social, adjuntando a esta última pregunta el proceso conflictivo
que es menester estudiar como hipótesis de lectura.
Crisis de paradigmas, crisis de la modernidad y crisis
de la ciencia social. Parece que el común denominador reafirma el pensamiento contemporáneo que observa que lo único
estable es la propia inestabilidad de nuestro tiempo, donde
es menester una constante revisión, relectura y análisis de
postulados, aún más cuando por décadas hemos estado al
margen de los procesos constitutivos y evolutivos de dichos
conceptos. El término “impensar” atribuye semánticamente
la noción de revisión y cuestionamiento de una herencia que
el siglo XIX y XX, en cuestiones referidas a la ciencia social,
han enraizado firmemente en nuestro pensamiento.
¿De qué manera se plantea una revisión? Principalmente
en la deconstrucción de algunos escenarios estáticos que
han existido en detrimento de un llamado sistema mundo,
como es el caso del abordaje Estado nación que disociaba
esta posibilidad de enfoque totalizador, sumándose a este
proceso, la disolución de las barreras entre los métodos de
análisis idiográfico y nomotético con la finalidad de un análisis transdisciplinario, donde las ciencias sociales abandonen
el simple recuento de hechos del pasado o la búsqueda simplista de regularidades de forma ahistórica.
Es necesario cuestionar la bibliografía existente, analizar los textos que insisten en una ejemplificación y carecen
de elementos para explicar los sistemas complejos. Investigaciones conjuntas y transdisciplinarias, generadoras de espacios de conocimiento donde el aporte de todas las ciencias
enriquezca, edificando una sólida colaboración, muy distinto
a la herencia pasada donde se trabajaba en divisiones que
sólo reproducían teorías y sistemas de una misma categoría.
Reunificación epistemológica del mundo del conocimiento,
este es el planteo trascendental que el autor nos propone. Sin
embargo, el camino a recorrer no es fácilmente transitable
aunque pueda ser visualizado utópicamente con grandes esperanzas. Basta identificar esa severa fragmentación en nuestros sistemas educativos donde observamos la segregación
entre ciencias humanas y exactas a modo de compartimentos
estancos, dificultando de esta manera el aprendizaje y estructurando el saber, con pocas experiencias interdisciplinarias
exitosas. Veamos lo que dice Wallerstein:
…las ciencias sociales han sido el pariente pobre —ni
lo uno ni lo otro y despreciadas por ambos lados en la
guerra de las “dos culturas”. Y los científicos sociales
han internalizado esta imagen, ya que sienten que no
tienen otro destino que alinearse ya sea con los científicos o con los humanistas. (…) Me parece evidente que
los estudios de complejidad y los estudios culturales
han empujado a las ciencias naturales y a las humanidades, respectivamente, hacia el terreno de la ciencia social. Lo que había sido un campo centrífugo de fuerzas
en el mundo del conocimiento se ha convertido en uno
centrípeta, y la ciencia social es ahora central al conocimiento. (WALLERSTEIN, 2001, p. 302.)
El legado occidental puede sintetizarse en tres axiomas que esclarecen cuál es la situación actual, asociados
directamente a autores como Durkheim – la realidad de
los hechos sociales – Marx – el carácter perenne y permanente del conflicto social – y Weber – la existencia de legitimación que regulan y contienen los conflictos. En torno
a estos axiomas, Immanuel Wallerstein entiende que, en
el futuro, la ciencia social deberá plantearse desafíos y
perspectivas que modifiquen el esquema actual, a través
del aporte de valiosos teóricos que constituyen el pensamiento emergente del nuevo siglo. Entre desafíos y perspectivas encontramos como aspectos a destacar el hecho
de localizarnos en una nueva realidad, desilusionante, y
donde observamos el fin de las certidumbres, tiempos sociales múltiples que nos demandan la necesidad de una
revisión y el deseo de reunificación epistemológica entre
las ciencias y las humanidades, asumiendo las ciencias
sociales un papel de centralidad. Esta reinterpretación
del pensamiento social clásico debe partir del análisis de
la modernidad y establecer un nuevo enfoque metodológico como refiere Anthony Giddens, coincidiendo con
el pensamiento de muchos teóricos actuales que bogan
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…ningún otro campo del conocimiento podría contribuir
tan decisivamente a construir un puente entre la reflexión
y la visión de los asuntos humanos, de una parte, y a la
formulación de políticas y la puesta en marcha de acciones para mejorar la calidad de vida de los seres humanos,
por otra. (MAYOR apud. LÓPEZ SEGRERA, 2000, p. 226.)
Federico Mayor también destacó la importancia de
la transdisciplinariedad, reclamando un espacio que las
ciencias no poseen en comparación con la cultura artística por ejemplo, y si bien el aporte de las ciencias es innegable, la explotación inadecuada de los logros científicos
ha implicado la degradación del medio ambiente y generado un gran desequilibrio social.
En las ciencias sociales latinoamericanas el neoliberalismo y el postmodernismo son las dos influencias
teóricas que predominan, las cuales acuñan ciertos peligros que van en detrimento de la actitud de impensar las
ciencias sociales. Estos peligros reafirman, por un lado,
el dogmatismo de las concepciones lineales de progreso
universal, acrecentando el imaginario sobre el desarrollo
y, por otro lado, la glorificación del eurocentrismo.
Latinoamérica ha brindado aportes relevantes en
ciencias sociales que deberán conducirse y abrir caminos
dentro del pesado legado eurocentrista, aportes como el
del capitalismo colonial (Sergio Bagú) quien afirma que
el régimen económico luso-hispano no es feudalismo
sino capitalismo colonial, haciendo que América ingresara con premura dentro del capitalismo comercial y
posteriormente el industrial. Aportes como el del axioma
“centro-periferia” (Raúl Prebisch) refiriéndose al concepto de centro como los países que han retenido totalmente
los frutos del progreso técnico de su industria, mientras
los países de la periferia les han traspasado una parte del
resultado de su propio progreso técnico. El “sub-imperialismo” (Ruy Mauro Marini) quien menciona una reescalonamiento de los países en el esquema piramidal,
surgiendo de esta manera centros medianos como es el
caso de Brasil. El axioma “dependencia” (Theotonio dos
Santos) donde la economía de un cierto grupo de países esta condicionada por el desarrollo y la expansión de
otros países. Siendo sólo algunos de los más importantes
pensadores actuales, reflejan una parte del amplio movimiento intelectual que ha reivindicado el paso firme del
pensamiento de América Latina y el Caribe.
Entre desafíos y la participación necesaria de un
pensamiento integrado culturalmente, las ciencias sociales encaran mudanzas radicales, como ser la actual crisis
europea que se intensifica y registra antecedentes inusitados, despertando a los grupos radicales en protestas
masivas, consecuentemente con la reflexión que genera
la estabilidad de los sistemas capitalistas y el efecto cascada en países que dependen de estas economías. Es necesario repensar cuáles serán los sistemas que en el futuro se tornarán viables, discutiendo la independencia de
ângulo 129, abr./jun., 2012. p. 45-49
nuestra región, la solidez o la separación extrema entre
ricos y pobres, aspectos que repercutirán en la educación, en la economía y en la cultura pero principalmente en
una nueva forma de pensar el mundo.
Con respecto a las ciencias sociales:
Con relación a las perspectivas de las ciencias sociales
en América Latina y el Caribe, debe reiterarse que mucho hemos avanzado en la reunificación epistemológica
de las dos culturas, la de las ciencias y la de las humanidades. No quiere esto decir que podamos eliminar de
la agenda totalmente la necesidad de impensar y abrir
las ciencias sociales en nuestra región. Pero de lo que
se trata sobre todo en Nuestra América, es de avanzar
en la reunificación organizativa de las ciencias sociales
y en que éstas reasuman su papel de centralidad en el
mundo del conocimiento, debilitado en los ochenta y
primera mitad de los noventa como consecuencia de la
“crisis de paradigmas”. Para esto resulta clave el pensar
la región desde sí misma, sin peligrosos provincianismos… (LÓPEZ SEGRERA, 2000, p. 234.)
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ante la necesidad de cambios. Citamos a Federico Mayor
quien concluye de esta manera una alocución en la Conferencia Europea de Ciencias Sociales (1992):
Es indudable que asistimos a un momento de cuestionamiento y crisis de un sistema que aún durará mucho tiempo, más aún en América Latina, pensamiento
que los autores estudiados ratifican conscientemente. Sin
embargo, la teorización de estos conceptos no irrumpe
de forma significativa sin la transformación general de
los aspectos antes mencionados. Tomar acción es trascendental y necesario –aunque sin colaboración– podría tornarse una utopía más, en un mundo que ha dejado de ser
de otros para tornarse cada vez más nuestro. Seguimos,
por ejemplo, formando científicos y profesionales para
que continúen emigrando a otros países –porque allí son
más valorados– mientras donde más se los necesita, prosiguen anónimos o no consiguen subsistir solamente a
través de la investigación. La crisis sólo puede llevarnos
a modificaciones reales si las condiciones básicas son dadas para el cambio, de lo contrario, continuaremos analizando mutaciones, pensando en desafíos y anhelando
la unificación pero nunca actuando consecuentemente.
REFERENCIAS
BAUMAN, Zygmunt. Modernidade líquida. Rio de Janeiro: Zahar,
2001.
CHAKRABARTY, Dipesh. “Postcolonialismo y el artificio de la historia: ¿Quién habla por los pasados indios?”, In: MIGNOLO, Walter
(Comp.) Capitalismo y geopolítica del conocimiento. Buenos Aires:
Ediciones del Signo, 2001.
DICCIONARIO RAE. 22ed.. Madrid: Espasa-Calpe, 2001.
LÓPEZ SEGRERA, Francisco. “Abrir, impensar y redimensionar las
ciencias sociales en América Latina y el Caribe. ¿Es posible una ciencia social no eurocéntrica en nuestra región?”, In: LANDER, Edgardo
(Ed.) La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales.
Perspectivas latinoamericanas. Caracas: UNESCO, 2000.
WALLERSTEIN, Immanuel. “El eurocentrismo y sus avatares. Los dilemas de la ciencia social”, In: MIGNOLO, Walter (comp.) Capitalismo y Geopolítica del conocimiento. Durham: Duke University, 2001.
______. “El legado de la sociología, la promesa de la ciencia social”.
In: Conocer el mundo, saber el mundo: el fin de lo aprendido. Una
ciencia social para el siglo XXI. México: Siglo XXI, 2001.
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