michel foucault - Docentes - Universidad Nacional de Colombia

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Por:
Camilo Ernesto Bernal Sarmiento
Bogotá, Colombia 1978. Abogado (Universidad Nacional de Colombia), Master
Europeo: Sistema Penal y Problemas Sociales (Universitat de Barcelona).
Actualmente, se desempeña como Consultor Nacional en temas penitenciarios y
carcelarios para la Oficina en Colombia del Alto Comisionado de las Naciones
Unidas para los Derechos Humanos
y
para la Defensoría del Pueblo de
Colombia.
ÍNDICE
I. Introducción ........................................................................................2
II. ¿Por qué Foucault? ............................................................................3
III. Las Tecnologías del Poder y el Castigo ............................................5
III.1. La Marca, El Signo y El Rastro ........................................................6
III.2. La Disciplina y El Examen ..............................................................9
III.3. Prisión, Panoptismo y Vigilancia....................................................11
III.4. El Fracaso de Prisión y sus Funciones Latentes ............................13
IV. ¿Hacia una Nueva Economía -Postfordista- del Poder Punitivo? ..15
V. Referencias Bibliográficas: ...............................................................18
28 de Febrero de 2003
Bogotá, Colombia.
__________________________MICHEL FOUCAULT. Desenmascarando las Tecnologías del Castigo
MICHEL FOUCAULT:
Desenmascarando las Tecnologías del Castigo
Camilo Ernesto Bernal Sarmiento1
“(...) Cuanto peor ha estado <<de memoria>> la humanidad, tanto más horroroso es el aspecto que
presentan sus usos; en particular la dureza de las leyes penales nos revela cuánto esfuerzo le
costaba a la humanidad lograr la victoria contra la capacidad de olvido y mantener presentes, a estos
instantáneos esclavos de los afectos y de la concupiscencia, unas cuantas exigencias primitivas de la
convivencia social...”
Friedrich Nietzsche
La genealogía de la moral (1887)
I. Introducción
La incalculable deuda que las Ciencias Humanas han contraído con la
figura de Michel FOUCAULT no es fácilmente retribuible. El complejo entramado
de sus estudios, la generación de nuevas perspectivas y metodologías para el
análisis de lo social, así como el rescate de la “historia del presente”, hacen del
legado del filósofo francés una veta aún no suficientemente explorada para el
conocimiento de los individuos y de sus interacciones en el cuerpo social.
Sus trabajos de reconstrucción histórica de las formas jurídicas, de la
verdad judicial, de la disciplina, y sobre todo, del castigo y de la penalidad
modernas, han abierto nuevas puertas y generado nuevas líneas de exploración
de estos complejos fenómenos sociales - permitiendo agrietar su “naturalización”
y su valor de “verdad revelada” bajo el cual estos se habían ocultado durante
tanto tiempo-, reconduciéndolos al centro de la discusión política tal y como se
observa actualmente. Este planteamiento de concebir el castigo como parte de
una “historia del presente”, posiciona a FOUCAULT -junto a muchos otros, como
DURKHEIM ó RUSCHE y KIRCHHEIMER- en las líneas maestras de la crítica a la
razón penal de la modernidad.
1 El autor agradece a Ignacio Tedesco, Iñaki Rivera, Julián Sauquillo y a Jesús Antonio Muñoz, por
los pertinentes comentarios que hicieron a versiones anteriores de este texto.
2
__________________________MICHEL FOUCAULT. Desenmascarando las Tecnologías del Castigo
El
presente
trabajo
constituye
una
exploración
de
los
estudios
foucaultianos acerca de las tecnologías de poder que se encuentran vinculadas
con el castigo y con el gobierno de los individuos, teniendo como pretensión
tácita, la de proyectar algunas líneas de explicación de los actuales fenómenos
sociales vinculados con el castigo y con la penalidad, que el pensador francés
imaginó como desarrollo futuro de las llamadas “sociedades de control”. Este
estudio constituye, por tanto, sólo uno de los posibles usos de una de sus “cajas
de herramientas” –Vigilar y Castigar- (Foucault, 1991b: 88), con el único anhelo
de ahondar en la compresión de la mirada foucaultiana acerca del castigo.
II. ¿Por qué Foucault?
Antes de abordar en profundidad el tema de las tecnologías del castigo en
la obra de Michel FOUCAULT2, debe hacerse una mínima referencia a algunos
interrogantes que, ante un proyecto como este, suelen emerger a la superficie:
¿Cuáles son las razones que permiten explican la necesidad de indagar en su
pensamiento a casi 20 años de su muerte?, ¿Por qué debe seguirse considerando
su perspectiva para el estudio del castigo? en síntesis, ¿Por qué FOUCAULT?.
Si bien estos cuestionamientos exceden en mucho los intereses del
presente texto, puede afirmarse como respuesta tentativa que una de tales
razones es la presencia del pensamiento del polémico filósofo francés a lo largo y
ancho de las Ciencias Sociales –desde la teoría literaria, pasando por la
Psicología, la Filosofía, la Historia, hasta llegar a la Criminología; presencia que
mantiene su vigencia en la actualidad y que se materializa en una multiplicidad
de centros de investigación, cátedras y publicaciones radicadas en diferentes
partes del mundo.3
2 Paul Michel Foucault (Poitiers 1926 – Paris 1984). Filósofo y Psicólogo de formación, discípulo de
Jean Hyppolite, Georges Canguilhem, Georges Dumézil, Louis Althusser, heredero del pensamiento
de Friedrich Nietszche, se dedicó al trabajo académico en varios países de Europa, África y América.
Como militante radical, contribuyó de la mano de Gilles Deleuze y Jean Paul Sarte al agitamiento
intelectual de la Universidad Francesa y del movimiento estudiantil que se consolidó después de
mayo del 68. Antes de fallecer ocupó la cátedra de “historia de los sistemas de pensamiento” en el
prestigioso Collège de France en Paris. Con respecto a otros aspectos de su trabajo y de su biografía,
Cfr. Álvarez 1996; Balbier et al 1990; Deleuze 1987; Eribon 1992; Fernández 1992; García 1988;
Jarauta 1979; Macey 1985; Morey 1983; Perrot, 1982; Rorty 1991; Sauquillo 1989, 2001a, 2001b;
Suáres 2002; Serrano 1987; Vázquez 1995.
3 Un símbolo emblemático de tales instituciones es el Centre “Michel Foucault” de Paris dedicado a la
constitución de un archivo de sus obras (impreso y audiovisual) y de los trabajos que,
3
__________________________MICHEL FOUCAULT. Desenmascarando las Tecnologías del Castigo
La utilización de sus herramientas conceptuales, de sus metodologías -la
arqueología y la genealogía- (Foucault 1972; Baert 2001), así como de sus
perspectivas de análisis con respecto al estudio de las relaciones de poder, los
ámbitos de saber, la estética de la existencia y las políticas de verdad en
Occidente –que definieron sus tres líneas principales de investigación: el saber, el
poder y la subjetividad4- (Deleuze, 1990: 155; Suárez, 2002: 313), dan buena
cuenta de la continuidad y la vigencia de un proyecto autodefinido como
“genealógico”, en manifiesta conexión con los planteamientos
de la empresa
niesztcheana (Foucault, 1990b: 101).
Finalmente, y con respecto a la necesidad o no de considerar las obras y
los puntos de vista acerca del castigo de este “filósofo con perspectiva histórica”
(Sauquillo 2001b), puede afirmarse que la referencia a sus trabajos vinculados
con la reconstrucción histórica de la verdad judicial, de la disciplina, del castigo y
de la penalidad, son considerados actualmente como de obligatoria referencia
para todo aquel que pretenda aproximarse a estos complejos fenómenos sociales
(Leonard, 1980: 5; Cohen, 1988: 29; Garland, 1999: 160; Marí, 1985: 122).
No obstante, y más allá del poder de normalización y de estratificación que
se ha construido en los altares del saber-poder criminológico con referencia al
trabajo de FOUCAULT, -y que redistribuye las posiciones y las relaciones de
poder en este campo político- es preciso afirmar que sus consideraciones acerca
del castigo proceden de una actitud política militante (de la que da cuenta su
participación en el Grupo de Información sobre las Prisiones GIP, fundado junto a
Jean Marie Domenach y Pierre Vidal-Naquet, durante los primeros años de la
década del 70 del siglo pasado) más que del trabajo silencioso y poco arriesgado
investigadores de todo el mundo, realizan sobre o a partir de su pensamiento (Consulta en internet
a través de la página web: http://www.fnet.fr/CMF/). En E.E.U.U., el departamento de
Antropología de la Universidad de California en Berkeley, edita, desde 1986, la revista History of the
present, dedicada a difundir las investigaciones genealógicas. Al respecto, Cf. Balbier et al 1990;
Vázquez 1995, Sauquillo 2001b.
4 Esquemáticamente, dentro del primer campo se pueden ubicar sus trabajos Vigilar y Castigar
[1975], la Microfísica del poder [1974] y el tomo primero de la Historia de la sexualidad. La voluntad
de saber [1976]. En el segundo, se encuentran La historia de la locura [1961], el nacimiento de la
clínica [1963], las palabras y las cosas [1966], la arqueología del saber [1969], el orden del discurso
[1971]. Finalmente, en el tercero pueden ubicarse los dos últimos volúmenes de su Historia de la
sexualidad. Al respecto, Cf. Vázquez 1995; Suárez 2002. Estas obras aparecen citadas según su
fecha de publicación, por primera vez, en lengua francesa. Otros trabajos insertos dentro de su
prolífica actividad científica pueden verse citados en la bibliografía del presente escrito (Foucault
1978, 1979, 1981, 1990b, 1990c, 1990d, 1990e, 1990f, 1991a, 1991b, 1991c, 1992a, 1992b, 1994,
1995, 1999, 2001a, 2001b), y en el comentario bibliográfico actualizado que se encuentra en el
trabajo de Sauquillo (2001b: 191 - 199).
4
__________________________MICHEL FOUCAULT. Desenmascarando las Tecnologías del Castigo
de un profesor universitario cualquiera. Esta actitud política de intelectual
militante (intelectual específico, según su concepción), de confrontación y de
lucha desde la academia y desde la acción social, confiere a las ideas del filósofo
francés con respecto al castigo un tipo de comunicación ideal con los fenómenos
sociales en los cuales se concentra su trabajo, una suerte de recomposición
política del binomio sujeto-objeto al que su trabajo contribuye de forma decisiva, y
que coadyuva al fortalecimiento del pensamiento crítico acerca de la llamada
“cuestión criminal”.
Dejando de lado estas consideraciones acerca de la relevancia del
pensamiento foucaultiano, se emprenderá en lo que sigue el estudio del objeto
central de este trabajo: las tecnologías del castigo.
III. Las Tecnologías del Poder y el Castigo
La construcción del horizonte teórico de FOUCAULT con respecto al castigo
parte de su concepción de éste como “una función social compleja” que engloba, a
un mismo tiempo, tanto los efectos “negativos” de los mecanismos punitivos –
represión, segregación, exclusión – como aquellos “positivos” – objetivación del
individuo en sujeto, normalización (1990a: 30).
La correspondencia de esta noción con el diagrama de análisis de Vigilar y
Castigar -al que sirve de herramienta- se sitúa en las transformaciones que se
han llevado a cabo en los métodos punitivos, producto de diferentes procesos
históricos. El filósofo francés relacionaba estas transformaciones con aquella que
los individuos sufrían en sus cuerpos, con su ubicación en las relaciones de
poder que se daban entre tales individuos y que se materializaban en su
constitución como sujetos. Es de este modo que el examen del castigo se orienta
en su obra a:
“(...) tratar de estudiar la metamorfosis de los métodos punitivos a partir de una
tecnología del cuerpo donde pudiera leerse una historia común de las relaciones de poder y
de las relaciones de objetos” (1990a: 30).
Esta orientación de su trabajo hace emerger una problemática muy
importante dentro del conjunto del universo foucaultiano: las relaciones de poder
entre los individuos. La forma en que tal poder es ejercido entre sujetos libres y
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__________________________MICHEL FOUCAULT. Desenmascarando las Tecnologías del Castigo
que consiste en guiar las posibilidades de conducta de los individuos
relacionados y en poner en orden sus efectos posibles conduce, dentro de los
planteamientos del autor, a la indagación del proceso dialéctico de acción y
resistencia, de sujeción y emancipación que se desencadena al interior de estas
relaciones, plasmándose en la noción de “Gobierno” de los individuos (Foucault,
1991a: 83 – 88, 1992a).
El “Gobierno” de los individuos, concebido como la capacidad de
“estructurar el posible campo de acción de otros”, se encuentra determinado por el
accionar estratégico de tales individuos, dentro del cual se ubican los
mecanismos que permiten lograr su sujeción política o económica (Foucault,
1991a: 86 – 88).
A escala macro-social, estas modalidades de acción, más o
menos consideradas y calculadas, están representadas en los usos de
determinadas tecnologías y técnicas de “gobierno” que permiten el ejercicio del
poder y la gestión de las poblaciones por parte del Estado, a través del aparato de
saber de la economía política y del control de los dispositivos de seguridad, que
son denominados como prácticas de “gubernamentabilidad” (1992a: 21- 26).
Cuando estas tecnologías del poder -que son los mecanismos que permiten
acotar los espacios móviles de acción y sujetar a los individuos a ciertos tipos de
fines o de dominación generando en estos una objetivación (mutación de
individuos a sujetos)-, son orientadas al control o a la penalización del cuerpo o
del “alma” de tales individuos, pueden ser consideradas como tecnologías del
castigo (Marí, 1983: 173 - 176).
Estas son las razones que permiten comprender la intención de
FOUCAULT de “situar los sistemas punitivos en una cierta economía política del
cuerpo” para estudiar en profundidad aquellos mecanismos y técnicas que han
permitido la mutación y la dominación de los cuerpos por medio del castigo
(1990a: 32). De ese modo, puede afirmarse que Vigilar y Castigar es un estudio de
las transformaciones de la
"tecnopolítica del castigo" (Foucault, 1990a: 96 ;
Melossi, 1992: 234).
III.1. La Marca, El Signo y El Rastro
Tal como se advirtió anteriormente, la constitución de los cuerpos y de los
individuos en sujetos, llevada a cabo por intermedio de las complejas
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__________________________MICHEL FOUCAULT. Desenmascarando las Tecnologías del Castigo
maquinarias de poder que se fueron construyendo a través de la edad moderna,
es lo que motiva a FOUCAULT a auscultar las formas jurídicas y sus efectos
dentro del pensamiento occidental moderno. Esta exploración - que en su obra
refleja el tránsito de la psiquiatría, la normalidad y la locura, al castigo penal, la
disciplina y la prisión – conducen al filósofo francés al examen de los
conocimientos-instrumentos (saber-poder) que el poder adoptó durante los siglos
XVII a XIX con respecto al castigo, esto es, a la exploración de las tecnologías del
mismo.
No obstante, dicha exploración se encuentra mediada por algunas
inquietudes que cubren, y en cierto modo orientan, el experimento de Vigilar y
Castigar: ¿Cuáles son las razones que permiten explicar el abandono de los
suplicios y del espectáculo negativo de la penalidad, por el encierro carcelario
como instrumento del castigo?, ¿Qué tipo de cambios han debido ocurrir
históricamente en las sociedades para que la sanción penal haya dejado de
posarse sobre el cuerpo y se desplace al “alma” del condenado? en definitiva,
¿Cómo puede explicarse la transición de una sociedad estrictamente penal a una
sociedad disciplinaria?.
Para FOUCAULT, las respuestas a estos interrogantes acerca de las
cambios estructurales de la penalidad deben tomar como base una evidencia
histórica: Todas las transformaciones que se han sucedido a lo largo de la
historia del castigo están precedidas por una reconsideración de los gastos
económicos y políticos que implican determinadas tecnologías de castigo; en
definitiva, una reconsideración de la economía política del castigo (1990a: 108 136).
Entrando en materia, y contrario a los planteamientos “humanistas y
pietistas” expuestos por los teóricos del iluminismo penal, no fueron -dirá el
filósofo francés- la indulgencia y la piedad humanas los motores principales de la
transformación de la penalidad que se inicia en el siglo XVIII, sino por el
contrario, la necesidad de hacer más incisivo y menos costoso el ejercicio del
poder de sanción y de normalización presentes en la sociedad. FOUCAULT
observa que en esto radican los límites de las formas jurídicas: en su
dependencia de la razón económica que es, en definitiva, la que gobierna la
transformación de las tecnologías del castigo:
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__________________________MICHEL FOUCAULT. Desenmascarando las Tecnologías del Castigo
“(...) en suma, constituir una nueva economía y una nueva tecnología del poder de
castigar: tales son sin duda, las razones de ser esenciales de la reforma penal del siglo
XVIII”. (1990a: 94).
Este cambio de óptica, hace que las razones que permiten explicar el
tránsito desde 1) un ejercicio desestructurado y violento del poder del soberano,
materializado en los suplicios (simbolizado por la marca),
pasando por 2) la
constitución de una semiotécnica de poder y por la creación de “mil teatros de
castigo” en donde el poder de la sociedad atraviesa el cuerpo, dirigiéndose en su
rigor al “alma” del condenado (simbolizado por el signo), hasta llegar 3) al
secuestro y confinamiento de los individuos plasmado en la prisión (simbolizado
por el rastro), deban buscarse fuera del discurso de la reforma penal y del
derecho y ubicarse allí donde las razones de economía punitiva ejercen su
dominio. Este es el origen de las tres tecnologías del castigo que se encontrarán a
finales el siglo XVIII: La Marca, El Signo y El Rastro.
La Marca
Es el símbolo de un ejercicio desestructurado y violento del poder del
soberano que, cimentado sobre el derecho monárquico, hace del castigo un
ceremonial de soberanía. Sus técnicas: el suplicio, la tortura y las marcas que se
aplican sobre el cuerpo del condenado -que es, a un mismo tiempo, punto de
aplicación del castigo y lugar de obtención de la verdad. Representando la
presencia física de un poder ilimitado, esta tecnología busca la identificación
(intimidación) de cada individuo y del pueblo mismo con los tormentos del
supliciado; tormentos que forman parte del espectáculo de la sombría fiesta
punitiva. Este símbolo es producto de una justicia secreta, oculta, que juzga y
vence a un enemigo del soberano (Foucault, 1990a: 38-64).
El Signo
Simboliza una nueva economía, un nuevo ejercicio del poder: “No castigar
menos, sino castigar mejor”. Sus técnicas: la creación de una semiotécnica de
poder (técnica de los signos punitivos) y de una ciudad punitiva con “mil teatros
de castigo” en donde el poder de la sociedad (ya no del soberano) atraviesa el
cuerpo dirigiéndose, en su rigor, al “alma” del condenado. Este “arte de los
8
__________________________MICHEL FOUCAULT. Desenmascarando las Tecnologías del Castigo
efectos” y de la representación en que se convierte el castigo, abandona la
venganza y adopta a la prevención como principio de su economía y al hombre
como medida de su poder. En suma, una nueva tecnología producto de una
justicia todavía secreta que juzga y sanciona a un traidor, a un enemigo común,
que se ha apartado de forma voluntaria del pacto social (Foucault, 1990a: 77107).
El Rastro
Representa una nueva forma de ejecutar el castigo: la separación más
radical entre el discurso de los reformadores y la práctica punitiva plasmada en la
colonización de las técnicas de la penalidad por la prisión. Sus técnicas: la
coerción y el sometimiento del cuerpo y la modificación del comportamiento del
condenado, por medio del secuestro institucional y el confinamiento. Materializa
el ocultamiento del espectáculo del castigo, la individualización progresiva de la
pena y la institucionalización del poder de castigar. Simboliza la constitución de
un poderoso aparato de saber-poder sobre los individuos que son objetos de
control (Foucault, 1990a: 108-136).
Estas tres tecnologías del castigo, que corresponden a la que FOUCAULT
denominó como “sociedad estrictamente penal” (1995: 98) y que representan una
recopilación variopinta de técnicas y procedimientos para el gobierno y el castigo
de los individuos, perderán progresivamente su importancia a lo largo del siglo
XIX. Tan solo una de ellas –el rastro- prolongará sus efectos hasta el presente,
producto de la transformación sustancial de su estructura y de la entrada en el
escenario de la penalidad de otra tecnología de poder: las disciplinas.
III.2. La Disciplina y El Examen
Con el advenimiento del Siglo XIX, que el filósofo francés caracterizaba
como de nacimiento de las “sociedades disciplinarias” (1995:91-114), continuarán
las transformaciones y las reconstrucciones del aparato de la penalidad. Del
mismo modo que las anteriores, éstas estarán presididas por una reconsideración
de la economía del poder punitivo. Este nuevo siglo estará signado por la
introducción de una nueva tecnología de poder orientada a la sujeción del cuerpo
y a la transformación del “alma” de los individuos. Tal como advierte el autor:
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__________________________MICHEL FOUCAULT. Desenmascarando las Tecnologías del Castigo
“El momento histórico de las disciplinas es el momento en que nace un arte del
cuerpo humano, que no tiende únicamente al aumento de sus habilidades, ni tampoco a
hacer más pesada su sujeción, sino a la transformación de un vínculo que, en el mismo
mecanismo, lo hace tanto más obediente cuanto más útil, y al revés” (1990a: 141).
Los
mecanismos principales
de
esta
tecnología
consisten en una
modificación progresiva y constante del cuerpo, el cual es ejercitado, entrenado,
localizado y temporalizado conforme a una determinada norma a fin de lograr la
transformación del espíritu y el encauzamiento de la conducta de los individuos.
En esta “microfísica del detalle” la búsqueda de un control minucioso de las
operaciones del cuerpo, que mantiene la sujeción de sus fuerzas y lo convierte en
un aparato dócil y útil,
hace de esta tecnología de poder un poderoso
instrumento para “fabricar individuos” (1990a: 175). De allí su utilización en
aquellas instituciones a las que se encarga la socialización de los sujetos: la
familia, la escuela, el ejército, la fábrica, la prisión...
Este poder disciplinario ostenta su punto cumbre en un procedimiento que
combina la inspección jerárquica con la sanción normalizadora de los individuos,
denominado “Examen” (1990a: 171 – 198; 1995: 99 -100). Su dispositivo consiste
en mantener una inspección permanente sobre los individuos a quienes se
controla y en obtener de esta vigilancia, un saber sobre aquellos a quienes se
vigila.
La conformación de ese saber se obtiene de la observación, el registro, la
documentación y la readaptación de los cambios que se suceden con la aplicación
de las disciplinas sobre los sujetos y con el establecimiento de patrones de opción
de comportamiento considerados como válidos. De este modo, la creación de un
estándar de “normalidad” y “anormalidad” en la conducta de los individuos y la
racionalización de las experiencias fundamentales de la locura, el sufrimiento, la
muerte, el crimen, el deseo y la individualidad, darán origen a algunas de las
formas de saber-poder que posteriormente conformarán las llamadas “Ciencias
Humanas” (1990f: 285; 1995: 100).
Este mecanismo que “constituye al individuo como objeto y efecto del poder,
como objeto y efecto de saber” (1990a: 197), llegará con el panóptico a su
materialización institucional. La constitución de una nueva tecnología de castigo
que tiene como fundamento al examen, es la que permite contemplar a la prisión
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__________________________MICHEL FOUCAULT. Desenmascarando las Tecnologías del Castigo
como un producto de la nueva economía política del castigo: inspeccionar y
normalizar, Vigilar y Castigar.
III.3. Prisión, Panoptismo y Vigilancia
El nacimiento de la prisión como institución y como instrumento principal
del arsenal punitivo de las sociedades modernas está vinculado, en el trabajo de
FOUCAULT, al proceso de institucionalización y
expansión del proyecto
disciplinario como efecto de la generalización de unas determinadas estructuras
de vigilancia, en las que el sistema penal y la prisión, son tan sólo piezas del
entramado de una sociedad panóptica (1981: 63; 1990a: 202 – 212).
El mencionado proceso, que se ha nutrido de las diferentes mutaciones
que han tenido lugar en los instrumentos y en las tecnologías del castigo, puede
ser analizado a través del reemplazo de la reclusión de la época del “gran
encierro” del siglo XVIII -orientado a la exclusión de los marginales del círculo
social- por la llamada “red institucional de secuestro” que tiene por finalidad
principal, la inclusión y la normalización de los individuos (Foucault, 1990a).
Las instituciones de secuestro, como mecanismos disciplinarios que son,
poseen tres finalidades: a) controlar la dimensión temporal de la vida de los
individuos, es decir, ajustar el tiempo de los hombres al aparato de producción;
b) controlar sus cuerpos, esto es, hacer que estos se conviertan en fuerza de
trabajo; y c) operar la integración de la fuerza de trabajo en la producción (1995:
128). Tal y como manifiesta FOUCAULT, el fin principal es lograr a través de estas
organizaciones “Que el tiempo de la vida se convierta en tiempo de trabajo, que
este a su vez se transforme en fuerza de trabajo y que la fuerza de trabajo pase a
ser productiva" (1995: 137).
Este disciplinamiento del espacio, del tiempo y del trabajo, como
mecanismo de normalización de los individuos, es el que permite vincular el
origen de la prisión moderna, como institución social de castigo, con el desarrollo
de los modos de producción y acumulación capitalistas que tuvieron lugar
durante los siglos XVIII y XIX, principalmente (Cohen 1988; Garland 1999; Marí
1983; Matthews 2003a; Melossi / Pavarini 1987; Pavarini 1995; Sandoval 1998;
Serna 1988). La utilización de la libertad como moneda de cambio de la
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__________________________MICHEL FOUCAULT. Desenmascarando las Tecnologías del Castigo
penalidad, que tuvo su génesis en este espacio-tiempo histórico, es la que
permitió que el secuestro institucional como forma de castigo se convirtiera en el
paradigma de la pena justa e igualitaria, ya que resta a los individuos tan solo
aquel bien que todos poseen de forma innata por naturaleza (Foucault 1990a;
Bauman, 1988; Melossi / Pavarini, 1987).
La institucionalización del citado proyecto disciplinario se llevó a cabo a
través de la creación de una “Arquitectura de la Vigilancia”: El Panóptico, que
permite resolver los problemas de vigilancia y control de los individuos a los
cuales se sanciona actuando, además, como mecanismo de individualización,
normalización, transformación y sometimiento de estos (Marí, 1985: 123). En
síntesis, el producto acabado de una tecnología de poder.
Conocido es el mecanismo de este edificio: “El panóptico es una máquina de
disociar la pareja ver ser visto: en el anillo periférico, se es totalmente visto, sin ver
jamás; en la torre central, se ve todo sin jamás ser visto” (Foucault 1990a: 205). El
interior de sus muros ha sido concebido como un laboratorio de poder que puede
ser trasladado a diferentes instituciones: la escuela, el cuartel, el hospital, la
prisión. Su formación como edificio de control y de castigo, como aparato para
lograr una “obediencia maquinal” de los individuos (Bentham, 1989: 40), dará
comienzo a una nueva forma de saber-poder que permite (legitima) el gobierno del
cuerpo y del “alma” de los condenados. Tal es el origen de las llamadas
disciplinas de la conducta, y también de la Criminología (Garland, 1999: 179 181).
La prisión, que se formará a comienzos del siglo XIX y que se prolongará
durante del XX, trasladará a su interior el mecanismo del examen a través de la
orientación terapéutica y correctora del castigo, buscando por medio de la
privación de la libertad y de la omnidisciplina, la dominación corporal y física del
cuerpo y la modificación del espíritu del delincuente. Si bien se ha creído que
este edificio del castigo permitió el abandono del suplicio y del dolor como
técnicas de poder y de control sobre el cuerpo y el “alma” de los individuos, puede
afirmarse que este espacio-campo de la prisión continua siendo el lugar
privilegiado de la tortura y del sufrimiento, de aplicación de penas corporales
(Rivera, 2003). Lejos de adecuarse a la minimización del dolor que propugnan las
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__________________________MICHEL FOUCAULT. Desenmascarando las Tecnologías del Castigo
leyes penales, la prisión se ha convertido en un instrumento de reparto ordenado
del mismo.
III.4. El Fracaso de Prisión y sus Funciones Latentes
No obstante lo anterior, las funciones de control y gobierno de los
individuos de la prisión, no terminan allí. FOUCAULT encontró que la cárcel
constituye “el gran fracaso de la justicia penal”, ya que desde su génesis se ha
comprobado que ésta no ha podido cumplir con sus funciones manifiestas de
control de la delincuencia y transformación de los delincuentes, a pesar de los
incesantes procesos de reforma que la han acompañado; por el contrario, el
encierro carcelario parece reproducir el mal que pretende eliminar:
“La prisión no puede dejar de fabricar delincuentes. Los fabrica por el tipo de
existencia que hace llevar a los detenidos: ya se los aisle en celdas, o se les imponga un
trabajo inútil, para el cual no encontrarán empleo, es de todos modos no “pensar en el
hombre en sociedad; es crear una existencia contra natura inútil y peligrosa”; se quiere que
la prisión eduque a los detenidos, pero un sistema de educación que se dirige al hombre,
¿puede razonablemente tener por objeto obrar contra lo que pide la naturaleza?. La prisión
fabrica también delincuentes al imponer a los detenidos coacciones violentas; está
destinada a aplicar las leyes y a enseñar a respetarlas; ahora bien, todo su funcionamiento
se desarrolla sobre el modo de abuso de poder.” (1990a: 270 - 271).
No obstante, la prisión se ha mantenido como institución de castigo desde
su génesis y prolonga su vigencia hasta nuestros días. Esta aparente
contradicción (fracaso en el logro de sus funciones y permanencia en el tiempo),
es la que lleva al filosofo francés a preguntarse para qué sirve el fracaso de la
prisión, cuáles son las funciones latentes que realmente cumple como institución
social.
Con este cambio de óptica, FOUCAULT afirma que más allá de fracasar, la
prisión triunfa al fabricar la delincuencia, ya que con esto organiza y distribuye
las infracciones y los delincuentes, localizando los espacios sociales libres de
castigo y aquellos que deben ser reprimidos por el aparato penal. Así, la prisión a
través de su fracaso, facilita la administración de las infracciones, “La gestión
diferenciada de los ilegalismos”:
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__________________________MICHEL FOUCAULT. Desenmascarando las Tecnologías del Castigo
“Sería preciso entonces suponer que la prisión, y de una manera general los
castigos, no están destinados a suprimir las infracciones; sino más bien a distinguirlas, a
distribuirlas, a utilizarlas; que tienden no tanto a volver dóciles a quienes están dispuestos
a transgredir las leyes, sino que tienden a organizar la trasgresión de las leyes en una
táctica general de sometimientos. La penalidad sería entonces una manera de administrar
los ilegalismos, de trazar límites de tolerancia, de dar cierto campo de libertad a algunos, y
a hacer presión sobre otros, de excluir a una parte y a hacer útil a otra; de neutralizar a
estos, de sacar provecho de aquellos.” (1990a: 277).
De esta afirmación de FOUCAULT, se puede inferir que aquellos
ilegalismos que no son tolerados, sobre los cuales hay que ejercer presión, irán a
la ley penal definidos como delitos y serán castigados, la mayoría de las veces,
con privación de libertad. Aquellos otros ilegalismos “tolerables”, de los que se
puede extraer algún provecho o utilidad, irán a otros ordenamientos jurídicos
definidos como infracciones comerciales, financieras, laborales, aduaneras o
fiscales, para las cuales se prevén otros circuitos judiciales distintos a los penales
y penas diferentes a la de prisión. En todo este desarrollo, la clasificación de los
ilegalismos se ha hecho con criterios eminentemente clasistas. Este aporte de
FOUCAULT se
revela
como
fundamental,
porque
convalida
uno de
los
presupuestos de la criminología crítica, en el sentido de que no hay una
naturaleza criminal de determinados actos, si no que lo “desviado” o “criminal” en
ellos, depende de procesos de definición, los cuales se desarrollan con criterios
altamente selectivos (Baratta, 1993).
La cárcel sirve igualmente, de espejo inverso a la sociedad libre, de
proyección distópica que se convierte en amenaza para los individuos que
pretendan infringir la ley. En esta metáfora intimidatoria, la prisión –dice
FOUCAULT- proyecta dos tipos de discursos:
“He aquí lo que la sociedad es; vosotros no podéis criticarme puesto que yo hago
únicamente aquello que os hacen diariamente en la fábrica, en la escuela, etc. Yo soy pues,
inocente, soy apenas una expresión de un consenso social (...) La mejor prueba de que
vosotros no estáis en prisión es que yo existo como institución particular separada de las
demás, destinada sólo a quienes cometieron una falta contra la ley” (1995: 137).
Estos discursos permiten que la cárcel exalte su isomorfismo con otras
instituciones sociales con las que forma un “continuo”; instituciones que al igual
que la prisión, se fundamentan en la disciplina, y que al menos en principio,
reemplazan a la prisión en sus funciones de control y disciplinamiento social
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__________________________MICHEL FOUCAULT. Desenmascarando las Tecnologías del Castigo
(fábrica, escuela, hospital psiquiátrico, reformatorio, etc). De este modo, la cárcel
proyecta la imagen de que constituye solo uno de los ciclos dentro del
“archipiélago de instituciones carcelarias” que existen en la sociedad: el ciclo del
castigo a los infractores de la ley.
Por otro lado, estas proclamas de la cárcel facilitan la naturalización del
poder de castigar y la naturalización del poder disciplinario: en el primer caso,
por cuanto al quedar diluido el castigo entre las demás formas sociales de
ejercicio de las disciplinas, la naturaleza estrictamente punitiva y sancionatoria
de la prisión, se desvanece. En el segundo caso, la naturalización del poder
disciplinario se hace posible gracias a la difusión de la forma-prisión como
institución que se convierte en ejemplo de normalización y gobierno de los
individuos. De este modo, dice FOUCAULT: “Lo carcelario “naturaliza” el poder
legal de castigar, como “legaliza” el poder técnico de disciplinar” (1990a: 309).
IV. ¿Hacia una Nueva Economía -Postfordista- del Poder Punitivo?
Después de esta rápida esquematización de las tecnologías del castigo a lo
largo de la historia de los sistemas punitivos en Occidente, parece inevitable el
retorno de una idea recurrente: los sistemas punitivos se transforman de acuerdo
a las necesidades concretas de una economía del poder de castigar.
Una breve referencia al momento actual permite observar que, si bien no
puede afirmarse con certeza que el presente siglo ha venido acompañado de la
emergencia de una nueva tecnología del castigo que modifique o sustituya a las
que
fueron
examinadas
con
anterioridad,
parece
ser
cierto
que
las
transformaciones de la penalidad contemporánea obedecen a una nueva
reconsideración de la citada economía política del castigo.
En este sentido, la transición operada desde las sociedades disciplinarias
hacia las que algunos califican como “sociedades de control” (Deleuze, 1995: 277
-286), ha estado mediada por varios fenómenos: la transformación del sistema de
producción y acumulación capitalista, la generación de un tipo de sociedad en la
que el consumo es el principal mecanismo de integración social, la expansión de
la tecnología en todos los espacios sociales y la reconfiguración del aparato del
Estado moderno, sucedidas en último tercio del siglo XX. Dentro este contexto,
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__________________________MICHEL FOUCAULT. Desenmascarando las Tecnologías del Castigo
los espacios-tiempos, los objetivos y las estrategias del control punitivo de las
sociedades en la modernidad tardía han sido redireccionados hacia los nuevos
objetivos del Estado neoliberal y del sistema de producción posfordista, entre los
que se cuentan el control de la pobreza y el mantenimiento de la dinámica de
inclusión-exclusión social. (Bergalli, 2001; Young, 2001; Baratta, 2001).
En esta reorganización actual de la economía del poder de castigar, el
consumo, la tecnología y el postrabajo –temas que no fueron estudiados a fondo
por FOUCAULT – simbolizan el anuncio de grandes transformaciones en unos
sistemas
punitivos
siempre
resistentes
al
cambio.
No
obstante,
esta
reorganización posee ya algunas manifestaciones actuales. A algunas de ellas se
hará breve referencia a continuación.
Tal y como imaginó FOUCAULT, el esquema panóptico ha logrado
difuminarse a lo largo del cuerpo social (1990: 211). El desafío de una mirada
omnipresente, representada actualmente por el panóptismo electrónico y la
datavigilancia, hace de ésta una tecnología de control muy eficaz para la
normalización y el castigo - silenciosa, limpia, y por sobre todo, alejada del
control de los afectados (Lyon, 1995; Whitaker, 1999).
La famosa “jaula transparente y circular”, que simbolizaba a la vigilancia
de la prisión panóptica (Foucault, 1990a: 212), se ha dispersado por toda la
geografía de las ciudades generando zonas “vulnerables” -suburbios, lugares
públicos calificados de “alto riesgo”- (Foucault, 1991c:165), espacios prohibidos
en donde el Estado, a través de las prácticas de cero tolerancia (Wilson, J.
Q./Kelling, G. L.: 2001), focaliza la vigilancia y el control de grupos etiquetados
como “potencialmente peligrosos”, haciendo frente a los requerimientos privadospúblicos de una ciudadanía que se siente cada vez más “insegura” (Baratta,
2001). La vigilancia ultrarregulada de estos espacios hace que se conviertan en
verdaderas “cárceles sociales” (Davis, 2001), transformando la desigualdad social
en delito y en atentado contra el pensamiento único que rige la actual economía
planetaria (Bourdieu / Wacquant, 2001; Wacquant, 2001b).
Por otra parte, el “nuevo sentido común penal neoliberal” (Wacquant, 2000)
ha hecho necesaria la creación de una verdadera “industria” para el control del
delito (Christie, 1993; Matthews 2003b). El uso exponencial de la cárcel como
punta de lanza de la política penal ha tenido como efecto principal el
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__________________________MICHEL FOUCAULT. Desenmascarando las Tecnologías del Castigo
encarcelamiento masivo y sin precedentes de jóvenes sin trabajo, inmigrantes,
negros, latinos y farmacodependientes en Norteamérica y en Europa, lo mismo
que un aumento desmesurado de la sobrepoblación penitenciaria existente en
América Latina, haciendo necesaria la construcción de “complejos industrialescarcelarios” (Davis, 2001; Matthews 2003b; Wacquant, 2000, 2001a, 2001b;
Carranza, 2001). En esta nueva empresa, el encierro carcelario ha abandonado el
lastre del programa corrector–disciplinario al que se encaminaban las ideologías
“re -” (reeducación, rehabilitación, resocialización) (Cohen 1988), enfocándose
ahora - según la lógica actuarial - a la custodia de las “underclass” y al
“management de los desperdicios” sociales (Feeley / Simon, 1995).
Paralelas a las opciones custodiales, la emergencia de nuevas formas de
castigo dependientes de la prisión (campos de entrenamiento o capacitación (boot
camps), libertad condicional, libertad bajo palabra, control y trabajo comunitario,
supervisión
y
vigilancia
electrónica),
ha
bifurcado
el
control
punitivo,
expandiendo la red de la penalidad y limitando las alternativas a la prisión
(Matthews 2003b). En estos sistemas punitivos de la modernidad tardía, la
libertad no es una opción posible.
Puede afirmarse, finalmente, que todas las manifestaciones de esta quizás
nueva economía política del castigo, no poseen aún un contrapeso ideológico
fuerte. Las pocas voces de la criminología crítica, que oscilan entre el estupor y el
escepticismo,
sufren
momentáneamente
de
una
afonía
frente
al
nuevo
“pensamiento penal único” (Van Swaaningen, 2000).
La necesaria oposición de una resistencia ideológica a esta reconfiguración
del poder de castigar - que pasa por una denuncia y una reinterpretación de la
situación existente-, debe partir de una recuperación de los fundamentos del
pensamiento crítico de la cuestión criminal. Este “sentido” crítico debe orientarse
hacia la complejización de las estructuras y de los esquemas a través de los
cuales el delito, el control social y el castigo han sido interpretados, lo mismo que
hacia una expansión de los horizontes comprehensivos de la disciplina
criminológica. En definitiva, un proyecto contra-hegemónico como éste, debe
buscar una reconfiguración de las estructuras de saber-poder que gobiernan el
entendimiento de las reacciones sociales frente al delito. Tan sólo de esta manera,
el trabajo de una criminología que se precie de ser crítica, puede convertirse en
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__________________________MICHEL FOUCAULT. Desenmascarando las Tecnologías del Castigo
un arma de defensa y de ataque contra la nueva doxa planetaria (Bourdieu /
Wacquant, 2001), para todos aquellos que, al decir de FOUCAULT: “no poseen
otro título que una cierta dificultad común para soportar lo que está pasando”
(1990: 313).
Barcelona – Bogotá, febrero de 2003.
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