Afto I.—50111. 27.—Madrid 88 de Junio de 1896. No cabe lugar á

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Afto I.—50111. 27.—Madrid 88 de Junio de 1896.
No cabe lugar á duda
que nunca serán vencidas
la Rusia, Francia y Espafia
en estrecho lazo unidas.
MILITARES Y PAISANOS
tí^ó:Kiíí^
—Ya iabe usted que me desvivo por el país.
—No será por el de Catena.
—No, por ese me des-velo.
*
—Central.,. Central... jDemonio de telefonistas!... |Centraaaaall
Una voz muy débil:
—<Qué desea?
—Comunicación con el gobierno civil.
— En seguida,
—¡Tilüiin, tiliiünl
—¿Gobierno civil?
—Sí, señor.
—¿Está el conde?
—Como si estuviera.
—Dispénseme usted; yo con quien quiero hablar es con el
conde.
Una voz:
—Puede usted empezar.
—Corriente. Dígame V. E. qué hay de Jos apóstoles.
—Que ya me fastidiaban y pienso hacerles abjurar de su
apostolado en los calabozos del gobierno civil.
—Y ellos ¿qué dicen?
—A imitación del Divino Maestro, callan y obran.
—¿Que obran?
—[Ehl No vaya usted á tomarme el pelo. Obran, pero no
como los famosos siete generales insurrectos que acompañados de Máximo Gómez se hallaban obrando á las puertas de
la Habana.
—¿Es verdad que para que V. E. tome esa determinación
plausible ha tenido que recibir inspiraciones de D. Fernando
Cos-Gayón?
—Inexacto. Los he detenido por inspiración mía y en uso
de mi legitimo derecho.
—Hay quien dice que V. E. los ha detenido para que le
echen las bendiciones.
—Eso será El País, como si lo viera.
—También se murmura que el Gobierno piensa utilizar sus
servicios como apóstoles para que arreglen dos ó tres lances
que hay pendientes.
—Esos no los arregla, no digo yo un apóstol, sino un
obispo.
—¿Es verdad que Sagasta los ha visitado para pedirles un
talismán que conserve el principio de autoridad?
—Sagasta en persona, no, señor.
—Pues si dicen que hasta se ha puesto en Crus suplicando
el citado talismán.
—Habladurías.
—Se dice que los apóstoles han matado una niña. Si es
cierto, ¿de la niña qué?
—Pues de la niña na.
—V. E. me dispense si le molesto, pero tengo que hacerle
otra pregunta.
—Venga.
—¿Ha prohibido V. E. que se represente La baraja francesa?
—Que se represente, no, señor; lo que yo he ordenado es
que no canten en ella el Tantum ergo.
—¿Y cómo no se ha acordado la autoridad del Tantum
hasta pasados una infinidad de años del estreno?
—Porque como tenemos Tantum que hacer...
—Pues mire V. E. lo que es el vulgo. Se asegura que la
señora de un alto personaje estuvo la otra noche en Apolo y
no le gustó el Tantum, y de ahí la supresión.
—¡Quién sabe!
—A este paso los autores deben decir: «Dios nos libre de
los pateadores y de las señoras de altos personajes>.
—¿Quería usted algo más?
—No. [Ah! muchísimas gracias y le daré un bombo por la
medida tomada con los apóstoles.
•
Una nota simpática tiene la semana que acaba hoy.
Las manifestaciones de afecto que Galicia ha tributado á
los marinos de la escuadra francesa son algo así como una
esperanza, un presentimiento de que acaso llegue el día de
las alianzas.
El Gobierno nada asegura, pero en cambio la intervención
directa que las autoridades han tomado en dichas manifestaciones demuestra bien á las claras que no le desagradan y
que acaso muera el aislamiento internacional en que vivimos.
Hora era ya, y ciertamente mucho le agradecería el pueblo que no le preocupasen tanto las cosas menudas y fijara un
poquito su atención en puntos más altos y por lo mismo más
trascendentales para los intereses del país.
*
* *
El joven escritor Alejandro Larrubiera acaba de publicar
una novelita titulada Camino del pecado.
Los elogios que otros periódicos han hecho del último trabajo de Larrubiera me evitan hacerlo.
Ese es buen camino, Alejandro: adelante y constancia.
PEPE COBOS.
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9ii!i;}<i> | ® I @($i(D¡p <siQ¡rii.
—¿Estamos todos ya? |Pues adelante! ..
Vamos á visitar al señor cura,
que hoy es su santo y nos dará...
—Pero, oye:
¿no.s vamos á meter todos á una?
—¡Otra!...
— ¡Qué cosas tienes, Saturnino!
—Como es tan prolongada la patrulla...
—¡Vamos, cállate ya!...
— ¡Pum, puml...
—¿Quién llama?
—[Gente de paz!
—¡Nosotros, seña Bruna!
— ¡Ah, voy, voy!
—Con permiso...
—Buenos días.
—¡Buenos días, muchachos!
—¡Señor cura,
téngalos muy felices!
—¡Tantas gracias!
—Tal vez incomodemos...
—¡Qué tontuna!
— ...Pero como es usted en esta aldea,
por sus muchas virtudes y sus muchas
obras de caridad, el Dios de todos,
nos hemos atrevido á tal diablura.
—Estáis en vuestra casa; conqne, vamos,
¿de qué gustáis beber? Señora Bruna,
tráigales el Jerez, Málaga, seco,
esa bandeja de las confituras...
— No se moleste por nosotros, gracias.
—¡A beber y á callar! Si eso no os gusta,
pronto bajo al corral de las gallinas,
le retuerzo el pescuezo á la moñuda,
y con un gazapillo que se preste
nos chupamos los dedos; mirar: uvas
tampoco han de faltar, que esas dos parras
apenas pueden sostener las suyas.
MILITARES Y PAISANOS
—¡Beba ustedl
-Dispensarme, yo no bebo.
—¿Cómo que no?
—¡Rediez!
-No bebo nunca.
—¿No bebe usté en la misa?
—¡Pues es claro!
—¿A que vas á salirte con la tuya?
Vaya, lo probaré
—iSaludl
—¿Y has hecho
las amistades con tu esposa, Lucas?
—Ca, no señor, soy yo mu testarudo,
y ella también que es algo testaruda...
—Tal vez el tiempo os reconcilie, hombre.
Tal vez...
—¡Es imposible, señor cural
—No se puede decir «Yo de este agua
no beberé jamás», aunque esté turbia.
—Pero si aquí han pasado ciertas cosas...
—¿Y tu padre, Antolín?
—Pues con las muías,
digo yo que estará.
—¡Bien!
— i Echa un tragol
—¡Beber, beber, hasta que se concluyal
—¿Y usted, señor, quiere admitir ahora
un humilde regalo?
—¡Otra tontuna,
regalitosl
—Señor, más no se puede,
que aunque la buena voluntad es mucha...
—Yo le traigo una caja de mostillo.
—Y yo un barril colmado de aceitunas.
—¡Vaya por Dios, muchachosl
—Ahí va un queso.
—Yo le traigo á usté un pliego de aleluyas
con la vida de Santa Filomena.
—Pues yo le traigo á usted...
—¡Caramba, Lucasl
{Para qué os molestáis?
—...Unos pañales
que á blancos no le envidian á la luna
y un gorro chiquitín y un sonajero...
—¡Pero si yo no tengo criaturas,
ni las pienso tener!...
—¿Y eso qué importa?
Al hombre prevenido Dios le ayuda.
¿Quién sabe si algún día?... Vaya, vaya,
quédese usted con ello, señor cura,
que no se puí dicir «Yo de este agua
no beberé jamás», aunque esté turbia.
ARTURO DÍAZ Y ADAME.
>(BliI¡Q<9
entre semana se honran con su vellorí de lo más fino, vulgo
Becerra.
Pero en cuanto el jefe se distrae rascándose la barba con
alguna libertad, el más próximo se apodera de la badila y no
deja nudillo sano en los de casa.
Hay quien lleva su mala intención hasta caldearla, la badila, no la casa, para con ella hacer cosquillas en las carnes
de los que tranquilamente dormitan al calorcillo del brasero;
pues tanta armonía y buena inteligencia reina entre los de la
familia, que no cesan todos de aguzar su ingenio para ver la
mejor manera de desollarse con relativa comodidad.
Ni aun en visita pueden contener sus temperamentos borrascosos y roqueños. Sobre si Comas dijo menos ó si Jimeno dijo más en la discusión del Mensaje, se armó en el Senado la de Dios es... ministro, por si se había de ó no botar
con b ó con lanza.
Caldeados los ánimos de tan cordial familia, llegaron las
chispas hasta las casas vecinas, y por poco hay una segunda
edición de anarquía mansa entre los mansos y pacíficos senadores del reino.
Nunca bueno fué el juntarse á malas compañías; pero aún
creo más peligroso frecuentar el trato de familias malavenidas por falta de alimento.
Es el hambre muy mala consejera, y si á esto se añade pésima educación y falta de carácter en los padres de familia,
es inevitable la dinamita social y la parlamentaria.
Porque se me olvidaba enterar á ustedes de que también
hay tres clases de dinamita: las dos dichas y la verdadera
tía Javiera, la que estalla, la que produce más ruido, pero no
la de peores consecuencias.
Y si no, ya se verá si llegan á reñir los chicos fusionistas del
Congreso, porque cuando los mayorcitos del Senado andan
con las molleras tan revueltas por jugar á los directorios y
sanhedrines, no sé lo que sucederá si á los pequeños les da
por tirarse los bancos ú otros piropos semejantes á la cabeza.
Compadezco al Presidente y me permito recordarle con el
mayor respeto el refrán que mutaih mutandi dice: «Cuando
las barbas de Elduayen veáis pelar, echad las vuestras á remojar».
Pero yo dudo mucho que nadie pueda salir con bien de entre los coscorrones de la familia de Roque, como ésU dé en
la flor de proporcionarnos espectáculos gratuitos y diarios
con el fin de demostrarnos si pueden más los exministros ó
los simples subalternos, los chicos ó los grandes, los perfumistas ó los trigueros, ó cualquier otra fracción de las innumerables en que se divide y subdivide la pacífica tribu de
D. Mateo.
BERNABDO DEL CARPID.
Es una familia muy conocida en la política.
Durante el agosto suele vivir con relativa tranquilidad porque hay harina para todos; pero en. llegando el invierno, sus
individuos se ponen insoportables.
Una olla de más pimentón que carne, vinagre por vino los
más días, duelos y chismes los sábados, guindillas de la Rioja los viernes y algún acta por añadidura los domingos, consumen las tres cuartas partes de su paciencia.
El resto de ella concluyen sayo de Moret, calzas de Gamazo
para las fiestas con sus pantuflas de lo mismo, y los días de
JSÍotiéik ^klkdá.
Ha mandado anteayer desde Salilla
mi amigo Juan Salado y Benavente
mil quintales de sal para Sevilla.
(No habrá nadie que diga ciertamente
que tiene poca sal esta quintilla.)
MANUEL CORRAL Y MAIRÁ.
4"
MILITARES Y ^PAISANOS
,1 1- V
—{Cómo, usted por aquí?
—Pues ya ve usted, que he venido á la Exposición.
f^oquitá éo^á.
Castellano está indignado por Ins cortapisas que le ponen
á los presupuestos de Cuba.
El otro día le decía á Cánovas llorando:
—Pero ¿ha visto usted? Siempre se meten con los más
chicos.
*
Un periódico asegura que en los últimos desafíos hay cuestión de fondo.
MILITARES V PAISANOS sólo ve en ellos cuestión de fonda.
*
* *
Habla Cañáis y dice:
€ Vencido en el trabajo—negro como África.»
No, Sr. Cañáis, se ha comido usted un No.
Negro como África No.
Porque yo supongo que África no es negra: lo único que
* •
tiene
de negra es la suerte, á menos que Cañáis añrme lo
El Tiempo cree que todo esto de las manifestaciones de
contrario.
simpatías á los marinos franceses es agua de cerrajas.
•
Alüím/o.
««
—Niño, ¿qué quieres que te compre?
* *
—Un barquito.
Lances de la iemporada:
—Entonces mañana lo encargaré á Italia, que los dan á
Conde de Romanones.
mitad de precio.
Conde de San Luis.
Gálvez Holguín.
*
• *
Martínez Campos.
Martos.
Maceo ha fusilado al cabecilla Bermúdez por haber éste
Sánchez Guerra.
cometido un desfalco.
Infante.
Todavía va á servir Maceo para algo.
Para alcalde popular de algún excelentísimo ayunta*
Luque.
miento.
Total: Ocho muertos... y ninguno difunto.
*
* *
MILITARES Y PAISANOS
Pero, ¡por Dios, así es muy exageradol Tan grande no lo hay.
—No importa; hágalo usted así.
MILITARES Y PAISANOS
dáiitki^e^.
No siento que éste ni aquél
den al publico su pluma;
pero, francamente, abruma
tanto escritor... de papel.
La trinidad suficiente
para medrar en la vida:
audacia (hipócritamente),
elocuencia y ropa limpia.
Primero... yo te rogué,
y luego... tú me rogaste.
Ya ves tú cómo cambiaste,
y cómo, á mi vez, cambié.
Me confieso arrepentido,
salgo á la calle, te veo,
y... adiós mi santo deseo:
tomo á ser hombre perdido.
No te pongas encarnada,
que no eres tú la primera
que se ha puesto... y luego... nada.
Por más que el cura lo mande...
díle que yo sólo acudo
allí donde... no me llamen.
—Pero, di, querido Lucas, ¿cómo y dónde has ido á buscar una mujer tan diminuta? ¿No te mereces tú para esposa
una buena moza?
—Te diré, amigo mío: ya que sea preciso tomar veneno,
es necesario buscar la cantidad que sea menos nociva.
Heredó uno grandes fincas rústicas de su padre, y tal prisa
se dio á gastar, que á poco tiempo tuvo que recurrir á la caridad de sus amigos para comer.
Entonces dijo uno que le conoció en su buena época:
—La tierra dicen que se traga á los hombres, pero este
hombre se ha tragado más de cien fanegas de tierra.
%i¿i^áii|k^
Aun cuando rico burgués,
para todo gasto, Erice
da á su cónyuge infelice
sólo dos onzas ó tres.
Y es claro, lo que ella dice:
—Ni para enjugar el mes.
Comerciante neto y llano,
decía una vez Urbano:
—Para sombra, mi difunta:
negocio en que puso mano
resultó siempre de punta.
E L SAN MIGUEL DE LA ABADIA.
f>iéádiUo.
Á uno que se llamaba Antonio decía ayer una mujer:
—¿No quieres convidarme á cenar?
—Sí, mujer, quiero convidarte; lo que no quiero es pagar.
En un juicio oral:
P.—¿A qué hora se afeitó el testigo el día I." de Enero
de i88o>
T.—A las tres y media y una mijita.
P.—¿Recuerda el tiempo que tardó en la operación?
T.—Desiséis minutos y una mijita...
P.—¿Tiene usted padres?
T.—Una mijita.
P. (aparte).—Este testigo va á hacernos la... barba.
Se confesaba un hablador de haber murmurado en público
de una persona respetable.
—Es necesario—le dijo el confesor—que en público también se desdiga usted de esa falsedad.
—Padre—replicó el penitente,—el caso es que, como saben que miento tanto, no me creerán.
—Si eso es así, dijo el prudente confesor, puedo absolverle, porque tampoco habrán creído su murmuración.
*
¡Qué infinito sufrirl ¡Qué desconsuelo!
Ser un santo, morir y... |no haber cielol
•
¿Casado que, de conquista,
con otra mujer derrocha?...
Ese es un separatista
que quiere pasar la trocha.
MIGUEL DE LABADÍA.
*
• *
Luis Gómez y Roque Roca
del mismo pueblo son ambos,
y aun cuando son militares
afirman que son paisanos.
JOSÉ RAMOS.
^I^O'ÍSjO
Estoy deseando rectificar alguna impropiedad de lenguaje
en que todos incurrimos, y que es conveniente evitar para
mayor lucimiento del idioma.
Aunque yo no soy académico, ni aspiro á eclipsar las glorias de Commelerán, soy amante del lema Limpia, Jija y da
esplendor, que es la divisa de nuestra primera Academia literaria.
Juzgo, pues, improcedente la costumbre de llamar melón á
algún crítico chabacano ó á varios ministros fusionistas.
Porque esa palabra se les aplica en son de mofa y como
calificativo denigrante, de lo cual parte el error.
El melón es el rey de las frutas.
Lo más rico, lo más delicado, lo más dulce, lo más agra«
dable, lo más aromático que se conoce en frutas.
Sin aliño de ninguna especie, sin necesidad de azúcar
como la fresa, sin tener que echarlo en vino como el meló-
MILITARES Y PAISANOS
:=:i
cotón, ó en aguardiente como las guindas y otras frutas, el
melón reúne todas las condiciones que apetecer pueda el paladar más exigente.
¿Por qué, pues, comparar al hombre grosero y torpe con
aquella deliciosa cucurbitácea?
Enhorabuena que se les llame calabazas, porque la calabaza es ordinaria, insípida, basta, sin agradable olor, sin
finura de ninguna especie.
La calabaza es un fruto que aun después de ser aderezado
por notable cocinero puede tirarse por el balcón, sin escrúpulo alguno de conciencia, porque lo mejor de las calabazas
es no comerlas.
En los exámenes es el terror de los estudiantes.
ED amor es el coco de los enamorados.
En el cocido sólo le gusta á Becerra cuando va acompañada de patatas.
En dulce es la golosina más insípida.
Llamemos, pues, calabazas á los hombres torpes y guardemos al melón las consideraciones que se merece.
Aún hay clases.
De otra palabra podíamos echar mano para calificar á los
hombres brutos f'er se.
Podíamos llamarles pepinos.
Porque el pepino es en parte amargo, es rudo, es basto y
es, en fin, sumamente indigesto.
Así es que cuando yo vea algún palique malo, diré sin
vacilar:
—KsX.Gpalique es del pepino Clarín.
También suele llamársele/Í/TÍ» al hombre desleal, traidor
y desagradecido.
Y se le llama perrada á una mala acción.
Y perrerías á varias malas acciones.
Y para insultar gravemente á alguno le llamamos perro
judío.
¿Hase visto injusticia más infame?
Pues qué, ¿el perro no es un animal que tiene fama de fiel,
sumiso y leal?
Pues qué, ¿no tiene probada su nobleza como cualquier
aristócrata que pretende ingresar en ciertas órdenes?
Hasta la musa popular, con esa intuición que la distingue,
ha concedido preferencia al perro sobre la mujer en la siguiente copla:
Más vale querer á un perro
que querer á una mujer,
que el perro es agradecido
y la mujer no lo es.
¿Qué mejor y más brillante ejecutoria?
En cambio, nadie ha traído á colación al gato para ponerle la ceniza en la frente.
El gato bufa, saca las uñas, araña, es traidor, astuto, ingrato, ladrón, huraño y vengativo.
El gato, como las suegras, de las que es perfecta imagen,
hasta cuando acaricia hace daño.
Y nadie dice de otro que tiene entrañas de gato, ni á nadie
insultamos con la frase de ¡gato judío! cuando comete una
acción villana dando muestras ds desagradecimiento.
Las cigarreras han salido en manifestación.
Ha sido una manifestación pacífica y decente hasta cierto
punto.
Porque no han manifestado nada peligroso.
Parece que la Compañía Arrendataiia quería disminuir á
las cigarreras en un 25 por 100 por razón de economías.
Y ya creyó alguna que le iban á quitar un brazo ó una
pierna.
El 25 por 100 de sus remos.
Entonces dijeron, como César: ó iodo ó nada.
Y en vez de ir á Roma, fueron á Alcalá por todo.
Es decir, á la calle de Alcalá.
Al pasar un carro de cerveza por dicha calle, Rosario la
Chata cogió una botella del líquido fermente y le atizó un
botellazo á un guardia.
El guardia quedó chato.
Y Rosario la Chata cantó, con la mar de gracia, la siguiente copla:
Yo me he quedado chata
y tú chatito:
¡mira qué matrimonio
tan igualito!
El ministro de Hacienda ha presentado á las Cortes los
nuevos presupuestos.
Resulta un superávit de DIEZ Y SKIS MILLONES de pesetas.
Es decir, un supercolmo.
El Sr. Navarro Reverter es ingeniero.
Y con el superávit ha demostrado que tiene mucho ingenio.
O, por lo menos, que es muy ingenioso.
En las ingeniosidades del Sr. Ministro entramos todos los
contribuyentes.
Y va á pasar lo que pasa en los ingenios de Cuba.
Que dándonos la guayaba del superávit nos van á tratar
como á negros.
SAN RAFAEL.
Co^á^ que no^ inki\dkr|.
Perni.—El viento silva con furia.
No, señor, el viento como silva es sin ortografía.
M. P.—Málaga.—Si viera usted qué cursis y qué pasadas
de moda están ya esas poesías.
E. G.—Madrid. —Con franqueza, no me ha gustado el
epigrama, y ya sabe usted que no se puede ser complaciente
con lo que nos manda.
Fray Besugo.—Écija.—Decir y allí no son consonantes
nunca, aunque se empeñen los Estados Unidos.
F. de la T.—Voy á publicarle á usted el
Epigrama.
Tan gordo Bartolo estaba
que cuando hiba al teatro,
en vez de una silla, cuatro
es lo que necesitaba.
FRANCISCO DE LA TORRE Y GARCÍA,
Fíjese usted en ese hiba, porque va á decir el público que
usted necesita otra silla,
laiprMiu <U IcM Hüoi da M. O. Haraándo, LibwHd, i6 dap.*
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