El colegio de San Juan Nepomuceno, 1878

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Epílogo
El intento por comunicar una formación completa,
integral, es otro de los aciertos. Los jesuitas
decimonónicos siguieron en esto la más pura
tradición del humanismo cristiano.
Manuel Revuelta González, Los colegios de jesuitas
y su tradición educativa, 1868-1906
Al golpe de la Revolución, en 1914, los alumnos externos o saltillenses fueron avisados
de la suspensión de clases; y los internos o foráneos fueron enviados por las autoridades
del Colegio a sus lugares de origen. Debe haber sido una movilización impresionante,
bien coordinada, casi militar. Los padres, hermanos coadjutores y hermanos escolares
jesuitas fueron dispersos y se encaminaron al exilio. Todo el espacio del Colegio de San
Juan fue incautado y semidestruido. En poco tiempo, sólo quedó en pie el edificio de
más reciente construcción, de sólidas vigas de acero, cemento armado y ladrillo -actual
Museo de las Aves de México-. Sus patios y huerta fueron recortados.
La Revolución, el país, Saltillo, siguieron su curso. Victoriano Huerta, ya destituido,
murió el 13 de enero de 1916 en El Paso, Texas. Emiliano Zapata y Francisco Villa
fueron hechos a un lado por Venustiano Carranza, quien se convirtió en presidente de la
República. Alvaro Obregón era por ese tiempo un enigma.
Zapata nunca se rindió, por lo que fue sacrificado en la Hacienda de Chinameca,
Morelos, el 10 de abril de 1919. Felipe Angeles fue traicionado por uno de los suyos y
asesinado el 26 de noviembre de ese mismo año, como resultado de un parcial juicio.
Con el Plan de Agua Prieta, de abril de 1920, se impusieron los caudillos sonorenses y
355
orillaron a Carranza a que huyera de México a Veracruz. En Tlaxcalantongo, Puebla, la
madrudaga del 20 de mayo de ese año, fue asesinado a tiros don Venustiano.
Obregón fue electo presidente el 5 de septiembre de 1920 y tomó posesión el lo. de
diciembre de ese mismo año. La Revolución se iba institucionalizando. Pero Villa aún
inquietaba, pese a que desde hacía tiempo estaba pacíficamente ocupado en su Hacienda
de Canutillo, Chihuahua. En julio de 1923, cuando volvía éste de un bautizo, en Río
Florido, cerca de Parral, fue acribillado a tiros junto con sus acompañantes.
Se hizo gobierno la Revolución. Luego surgió el Partido Nacional Revolucionario, con
Plutarco Elías Calles. Y la guerra cristera y el cardenato, de alguna manera, fueron la
continuación de esa lucha popular. Como respuesta a la dictadura de partido, surgieron
las opciones de izquierda y de derecha, a saber: el Partido Comunista Mexicano, por un
lado, y la Unión Nacional Sinarquista y el Partido Acción Nacional, por el otro.
Los jesuitas de la Provincia Mexicana hubieron de irse a California y Texas, Estados
Unidos. Ya no abrieron más los colegios de Saltillo y del Distrito Federal. En 1920 se
pudo reabrir el de Guadalajara y al año siguiente el de Puebla. Poco a poco se fueron
consolidando apostolados y obras, pero a fuerza de muchos años de trabajo y sacrificios,
siendo la Compañía de Jesús uno de los más firmes pilares de la Iglesia Católica en
México, siempre obediente a su jerarquía.
Quizás la mejor forma de seguir paso a paso este exilio, retorno y consolidación de los
jesuitas mexicanos en y después de la Revolución, sea mediante las cartas que el Padre
Provincial y otros miembros de la Compañía enviaban a los jesuitas del extranjero y,
356
particularmente, a la Curia Generalizia, en Roma, para igualmente incluir y comentar
otras fuentes directas e indirectas que tienen que ver con el mismo asunto. En julio 17
de 1915, el P. Marcelo Renaud, provincial de México, escribe desde El Paso, Texas, a la
Casa de Tercera Probación de La Habana:
La condición de la República Mexicana (y de los Nuestros que en ella residen) empeora día con
día; las varias facciones con las que hace un año contaba la Revolución, luchan acremente entre
sí; de ahí que estén a la vista el hambre, la devastación y la desolación.
1
Después de la lectura de este párrafo en la presente misiva, ahora sí se comprende qué
sucedió con los jesuitas difuntos de Saltillo, de los que se había perdido el rastro, y qué
aconteció con la hermosa capilla funeraria que contenía los restos mortales de esta
comunidad, monumento del que, felizmente, se conserva registro fotográfico. En agosto
19 de 1915, escribe en castellano el P. Rafael Vargas Galeana desde la Ciudad de
México al P. José Barchina, de Roma:
El Colegio de Saltillo está enteramente destruido. Abrieron una calle por en medio. Por eso
hubo que tirar la capilla, la enfermería, un hermoso dormitorio. Teníamos sepultados en la
huerta a nuestros Padres que murieron en ese Colegio. Los sacaron de las sepulturas, para
buscar dinero. 2
1
2
“Conditio Reipublicae Mexicanae (et NN quia in ea versantur) peior in dies evadit; factiones
variae quibus uno abhinc anno Revolutione constabat, inter se acriter pugnant; inde, fames,
devastatio, desolatio patent indique”. Mex 3.IV.6, ARSJ.
Mex 3-IV, ARSJ.
357
Escribiendo desde el exilio del Colegio de Belén, en Cuba, el P. Camilo Crivelli, quien
había sido rector del Colegio de Puebla, dice al P. Barchina, de Roma:
Mi opinión particular y por tanto sin valor, es que aun en el caso de abrírsenos México,
tendremos que dejar el Colegio del Saltillo, y en cuanto a los otros, creo que tardaremos varios
años, quizás muchos, antes de poder tener en ellos todo el personal que teníamos antes de la
Revolución. 3
La correspondencia interjesuítica sigue dándose: el P. Marcelo Renaud informa en
extensa carta al Padre General en Roma que las diversas facciones no admiten
abiertamente el liderazgo de Venustiano Carranza; desde El Paso, el P. Carlos Mayer
dice al P. Quintana que “Villa ha perdido mucho terreno, y algunos lo dan por
aniquilado; pero aún le quedan fuerzas, quizás aun para recobrar parte de lo perdido
[...]”; y el mismo P. Mayer da noticias al Superior General sobre la Provincia Mexicana,
diciendo que Carranza es Presidente ‘de facto’.
4
El 25 de marzo de 1916, en otra
misiva del P. Mayer desde El Paso, informa éste a Roma:
Acerca de los jesuitas mexicanos que permanecen en Méxicos, no hay noticias importantes.
Ahora, como que algo nuevo sucederá en el país, después de la depredación causada por las
fuerzas de Villa en Columbus y, consecuentemente, el ingreso del ejército norteamericano en
México. Con todo, es dífícil poder conjeturar cuál vaya a ser la salida y el final del presente
conflicto. 5
3
Carta del 22 de septiembre de 1915, Mex 3.IV.12, ARSJ.
4
Cartas de octubre 17 de 1915, s/f. y enero 8 de 1916, Mex 3.IV.13 y Mex 3.IV.19, ARSJ.
5
“Circa NN in Mexico nihil novum notatu dignum occurrit. Nunc, quasi novum aspectum
incluere videtur, post depredationem a rebellibus Villistas perpetratum in Columbus, et
consecuenter americani exercitus in Mexicum ingressum. Difficile tamen potest conjectura
perspici qualis presentis conflictus finis esse possit”. Mex 3.IV.20, ARSJ.
358
En torno a la posibilidad de abrir algún colegio en México, el P. Renaud señala a Roma
en su carta del 31 de julio de 1916: “En cuanto a los Colegios, sería demasiado
imprudente abrir todas las escuelas al mismo tiempo [...]”.
6
Y sobre igual tema, el
mismo Padre Provincial escribe el 20 de octubre de ese año al Padre General:
Hay que examinar cuidadosamente la cuestión económica que en nuestros antiguos Colegios y
casas está a la vista. Porque los tres colegios -a saber: Guadalajara, Puebla y Saltillo- estaban
enajenados desde hacía muchos años y les eran exigidas sus deudas anualmente, poco a poco;
pero ahora, sin ingresos, tenemos serios problemas para saldar sus cuentas [...]. La mayoría de
las Residencias y todos los Colegios ocupados por los Revolucionarios permanecen bajo su
control; y se olvidaron los iniciales esfuerzos empleados para recuperar nuestras propiedades. 7
Informa el P. Mayer al P. Quintana: “Ahora no sólo no podemos publicar nada, sino que
no nos queda ni un Colegio ni un discípulo; y aunque confiamos en la Providencia de
Dios que todo lo puede, y esperamos ver la Obra de su misericordia, al presente los
caminos humanos están cerrados”.
8
Y en una amplia relación del P. Provincial de
México al P. General de Roma, a finales de 1917, dice el primero:
6
7
“In Colegiis, satis imprudens videretur scholas omnes simul aperire […] ». Mex 3.IV.26. ARSJ.
“Gravissima etiam apparet quaestio oeconomica quae Collegia et domus antiquas nostras in
Mexico respicit. Etenim Collegia tria, scil.: Guadalaxarense, Angelopolitano et Saltillense are
alieno, multis adhinc annis gravabantur; debita quotannis exigebantur paulatim; nunca autem,
cum ingressus nulli sint, magnis involvimur difficultatibus ad reditus solvendas [...]”. “Plures
Residentiae et Collegia omnia a Revolutionariis occupata, sub eorum potestate permanent; initi
evanescerunt conatus adhibiti ad proprietates nostras recuperandas”. Mex 3.IV.30, ARSJ.
Quiere decir que en este momento, únicamente Mascarones o San Borja era del todo rentable.
8
Carta de febrero 3 de 1917, en vísperas de la promulgación en Querétaro de la nueva
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Mex 3.V.1, ARSJ.
359
El Colegio de Saltillo ha sido ocupado por el Gobierno y parcialmente destruido. Casi todos los
muebles fueron robados o destruidos por los rebeldes. La deuda del Colegio más o menos
asciende a 50 mil pesos mexicanos.
9
El testimonio del tercer obispo de Saltillo, monseñor Jesús Ma. Echavarría y Aguirre
(1858-1954), es clave para entender este periodo en lo que a relaciones Iglesia-Estado se
refiere, a la vez que para contar con otra visión de la realidad ante el conflicto armado y
sus consecuencias. La bitácora que desde su exilio de San Antonio, Texas, llevaba el
tercer Obispo de Saltillo aporta datos muy interesantes. Por ejemplo, que el 22 de marzo
de 1913 chocaron huertistas y carrancistas, estimándose las bajas de ambos bandos federales y revolucionarios- en unos 150 muertos. Escribe el Prelado: “Los P.P. de la
Catedral y Sacerdotes jesuitas anduvieron por las calles confesando heridos”. 10
Señala Mons. Echavarría en febrero 11 de 1914 que “[...] la situación no ha mejorado,
sigue aún la guerra sin esperanza de paz [...]”, los villistas ocupan Saltillo desde el 23 de
mayo; el Obispado y el Seminario están convertidos en cuartel; y el Gobierno del
Estado se apoderó de una casa de su propiedad. 11
En varias ocasiones,
infructuosamente por cierto, pide monseñor Echavarría volver a su diócesis. El 25 de
noviembre de 1915 solicita directamente a don Venustiano Carranza poner fin a su
destierro; y éste, en diciembre 21 del mismo año, le expresa que no podrá hacerlo hasta
que se dicte una ley de amnistía (como si se tratara de un delincuente público o de un
9
Mex 3.V.7, ARSJ.
10
Síntesis del primer destierro del Siervo de Dios Jesús Ma. Echavarría y Aguirre, 1914-1918
(Mimeo, Libro 39, Saltillo, Instituto de Hermanas Catequistas Guadalupanas, 1993), p. 6.
11
Síntesis del primer destierro, pp. 13, 19, 22 y 27.
360
militar contrario).
12
Vuelve a insistir el Obispo acerca de su deseado retorno a Saltillo
en enero 8 de 1916, en carta a Carranza; y lo hace igualmente desde Los Angeles al
gobernador Gustavo Espinosa Mireles, el 27 de febrero de 1917, sin resultado alguno. 13
Por fin, luego de una breve estancia de un mes en Saltillo, en mayo de 1918, regresa el
obispo Echavarría de manera definitiva a su diócesis a partir del 11 de septiembre del
mismo año, explicando a clero, religiosas y fieles:
Mi ausencia y separación de nuestra diócesis fue contra nuestra voluntad; y se prolongó a pesar
de todos los esfuerzos y empeños que estuvimos haciendo constantemente para regresar a ella;
de todo esto estaba informada la Santa Sede y con la aprobación de Ntro. Santo Padre el Papa
Benedicto XV, quien en nuestro destierro nos alentaba con paternales y caritativas palabras de
consuelo [...].
Ocho prelados están aún sin poder regresar a su patria ni a sus diócesis. Otros en México, pero
no gobernando sus diócesis [...].
Lo expuesto explica porqué quedó interrumpido este libro desde octubre de 1913 hasta fines de
1918.
Jesús María, Obispo de Saltillo
14
Regresando al tema de las propiedades de la Iglesia y, concretamente, de la Iglesia en
Coahuila, la autoridad estatal, en combinación con la federal, trataban de impedir esta
transición. Así, en fragmentaria carta del gobernador Gustavo Espinosa Mireles a
12
Síntesis del primer destierro, pp. 41 y 42.
13
Síntesis del primer destierro, pp. 43 y 57.
14
Ver: Libro de gobierno Núm. 2 de la Diócesis de Saltillo, 1913-1937, 1024, AEDS.
Consultar también: Obispos mexicanos del siglo XX, de Francisco Belgodore y Guillermo Ma.
Havers (Guadalajara, Libros Católicos, 1994), pp. 142-144.
361
Venustiano Carranza, dice el primero al segundo acerca de dos casas que tiene el obispo
Jesús Ma. Echavarría y que éste reclama (la de Juárez 4 y la de Bravo y Galeana, Casa
Episcopal y Seminario, respectivamente, en Saltillo, más otra en Monclova): “[...] No
estimo prudente ni justo el devolverle [...]”. Alega fuertes gastos en la reforma de estos
espacios, que son ya escuelas públicas para niños y niñas, respectivamente.
Espinosa Mireles pone en antecedentes a Carranza y le dice que el Obispo no tardará en
dirigirse a él :“[...] demanda a que todavía no recurre debido sin duda, a que entre él y
este Gobierno, se están cargando cartas que de seguro no lo dejarán del todo satisfecho,
no obstante que he procurado tocar este punto con la más estricta discreción [...]”. 15
A la desaparición del Colegio de San Juan, los exalumnos permanecieron agrupados a
través de la Congregación de la Santísima Virgen y San Luis Gonzaga, la que careció de
asesor espiritual hasta el regreso de los jesuitas a Saltillo en 1919, con el P. Gonzalo
Carrasco, S.J. como precursor de la residencia. Ahora bien, es evidente la vinculación
entre la Congregación Mariana y la Acción Católica Mexicana, las que jugaron un papel
fundamental durante los aciagos días de la persecución religiosa (1926-1929), al igual
que en la vertebración espiritual y social de los católicos mexicanos hasta el Concilio
Vaticano II. 16
15
Ver: Carta mecanografiada de Gustavo Espinosa Mireles a Venustiano Carranza, del 7 de
diciembre de 1918, Archivo del Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, 1889-1920, Fondo
XXI, 14324 C126, CEHM.
Asienta Douglas W. Richmond: “Las tierras de la Iglesia y de los partidarios de la Iglesia fueron
particularmente vulnerables a la confiscación, que se llevó a cabo como parte de una campaña
para controlar la educación y las tierras agrícolas productivas”. Cfr.: La lucha nacionalista de
Venustiano Carranza, 1893-1920, p. 81.
16
Volantes y folletos del Templo de San Juan Nepomuceno, de Saltillo, tanto de la Congregación
de Niños de la Santísima Virgen y San Estanislao de Kostka (Vanguardia de la ACJM), como de
la Congregación Mayor de Jóvenes de la Santísima Virgen y San Luis Gonzaga, en los que se
convoca a misa semanal, conferencias de formación y ejercicios espirituales. AHPM.
362
Hay que ir ahora al punto quizás más discutible: al del intento por vincular educación
jesuítica y acción comprometida de estos exalumnos en el mundo que les tocó vivir. Dar
un seguimiento puntual y constante a la acción de ellos sale del propósito de esta
investigación y llevaría otro tanto del tiempo invertido en ésta. Sin embargo, es preciso
señalar algo al respecto. No hay duda de que los jesuitas mexicanos de finales del siglo
XIX y principios del XX -muy en consonancia con lo expuesto por Kobayashi, en lo
que a formación de minorías dirigentes se refiere- quisieron brindar una esmerada
educación integral a estos jóvenes internos, semi-internos y externos que pasaron por
sus aulas. Y lo hicieron dando énfasis, primero en las humanidades, y luego en las
ciencias exactas, los estudios comerciales y los idiomas.
¿Lo lograron? Es cuestión harto compleja y laboriosa el demostrarlo. Pero yendo sólo a
los alumnos seleccionados de las tres épocas, en función del tiempo que permanecieron
en la institución, se puede pasar lista a algunos de ellos y, sin entrar a detalle, se verá
que destacaron por su congruencia y calidad profesional o laboral.
Del primer grupo, fueron entregados sacerdotes Juan José Hinojosa y Francisco Recio
Galván; intelectuales ilustres resultaron ser Carlos Pereyra y José García de Letona;
ejercieron profesionalmente el comercio, los hermanos Dámaso y Herminio Rodríguez
Esto mismo puede confirmarse en el álbum familiar del exalumno de San Juan don Roberto
López Villarreal quien, junto con su esposa doña Rosario García Narro de López, fuera por
muchos años dirigente de la Junta Diocesana de la Acción Católica de Saltillo.
Por último, léase el trabajo “Los jesuitas mexicanos en el siglo XX: historia de la disidencia”, de
Jean Meyer, en donde, entre otros, cita a tres exprofesores del Colegio de San Juan en Saltillo,a
saber: Bernardo Bergoënd (1871-1943), Alfredo Méndez Medina (1877-1968) y Mariano Cuevas
(1879-1949), a los que se sitúa como óptimos exponentes de ese catolicismo social intransigente
que es “clerical, antiburgués, antiliberal y antirrevolucionario” (Cfr.: Los intelectuales y el poder
en México, de Roderic Ai Camp, Charles Hale y Josefina Zoraida Vázquez, Comps. (México,
UCLA-Colmex), pp. 455-477.
363
Fuentes; buen médico e inquieto político fue Alfredo Villarreal Villarreal; y notable
líder empresarial vino a ser Enrique Sada Muguerza.
Si atendemos al segundo grupo, Emilio Arizpe Santos se distinguió como emprendedor
y José García Rodríguez como catedrático y escritor. Y ya en el tercer grupo, por citar a
unos cuantos, digamos que Eugenio Garza Sada e Isidro López Zertuche brillaron como
empresarios sociales, en tanto que Francisco Zambrano, como jesuita investigador,
realizó una vasta obra.
Es muy amplia la lista de exalumnos de San Juan que luego sobresalieron en el mundo
de la religión, la economía, la política, las ciencias y el arte; y la nómina crece
enormemente, si consideramos a todos aquellos -más de dos mil- que pasaron por sus
aulas. Para dar otra referencia más sobre quienes como exalumnos del Colegio de
Saltillo permanecían agrupados en la Ciudad de México en una disciplinada
organización mutualista, que incluía a la esposa y a los hijos de éstos, los nombres de
Vito y Miguel Alessio Robles, Ignacio Alcocer Rodríguez, Ignacio Barousse, Federico
Barrera, Camilo y Gustavo Figueroa, Emilio Madero, Salvador Madero, Antonio
Moreira, Antonio Ríos Zertuche, José y Valentín Rivero, Daniel Salas López, Elías
Talamás y Artemio de Valle Arizpe -entre otros- dicen algo, o mucho, a quien conoce
acerca de sus aportaciones a la vida cívica, económica, cultural y social de esta región o
de la nación misma. 17
17
Directorio de la Sociedad de ExAlumnos del Colegio de San Juan Nepomuceno de Saltillo,
Coah., 1940, CVAR.
Recuérdese también lo que consigna la crónica jesuítica: “Los alumnos conservan siempre
gran afecto a su Colegio; y en general se puede decir de ellos que han hecho y aun hacen
fructificar la buena semilla que en sus almas habíamos depositado. A este propósito citaré el
testimonio del Ilmo. Señor Gabrano (debe ser Zambrano: Mons. Santiago Garza Zambrano),
primer Obispo de la recién fundada diócesis de Coahuila. En sus visitas pastorales, le
llamaba la atención encontrarse en las regiones más apartadas de su diócesis con unos
364
Visto en perspectiva, ¿funcionó el modelo educativo de los jesuitas de Saltillo y de los
otros colegios mexicanos de la red? Habría que establecer un comparativo entre los
alumnos de San Juan, con los del Ateneo Fuente y los de otras instituiciones educativas
equivalentes, católicas y no católicas, públicas y privadas. Para esto, puede el lector
acudir a la tesis de 2003 de la colega Ma. Candelaria Valdés Silva acerca del Ateneo
Fuente, trabajo realizado en el mismo Departamento de Historia de la UIA y que lleva
por nombre El Ateneo Fuente: configuración institucional, cultura escolar y dinámica
educativa en Coahuila durante el siglo XIX.
De acuerdo a criterios estrictamente matemáticos, la educación media superior
impartida en San Juan, a fin de que muchos jóvenes realizaran y concluyeran los planes
clásico o científico, no dieron los frutos esperados. Pero en ello influyeron: la cerrazón
estatal para no reconocer los estudios del colegio jesuita saltillense; la misma tendencia
mundial del cambio de modelo educativo; y los propios padres de familia, que
empujaban hacia una educación más pragmática.
¿Produjo o reprodujo el Colegio de San Juan Nepomuceno de Saltillo? ¿Formó en el
elitismo egoísta, o en la caridad solidaria? Por él hablan sus exalumnos. Y por sus
exalumnos hablan las obras de éstos. Son los buenos frutos a los que se refiere el
dueños de hacienda verdaderamente buenos cristianos; y al preguntarles S.I. en dónde se
habían educado, contestaban casi siempre que en el colegio de la Compañía, en el Saltillo”.
Cartas de México. Colección de noticias edificantes (Tomo I, México, Imp. del Sagrado
Corazón de Jesús, 1896), p. 509.
365
Evangelio. Es la semilla de la parábola que cayó en tierra fértil. Y son también, sin
cancelar lo anterior, los yerros y omisiones de toda obra humana e imperfecta.
Laus Deo.
Directorio de exalumnos del
Colegio San Juan
correspondiente a la década
de los cuarenta del pasado
siglo. CVAR.
366
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