Texto completo Juzgado de lo Penal núm. 11. Sentencia de 20 julio

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Juzgado de lo Penal núm. 11. Sentencia de 20 julio 2008
ARP\2008\413
DESCUBRIMIENTO Y REVELACION DE SECRETOS: Hechos que afecten a datos
de carácter personal que revelen la ideología, religión, creencias, salud,
origen social o vida sexual o la víctima fuere un menor o un incapaz:
existencia: se apodera de varios correos electrónicos de la víctima, alguno de
ellos relativo a su vida sexual, y los envía a un tercero.
Jurisdicción: Penal
Recurso núm. 140/2008
Ponente: Ilmo. Sr. D. María Gabriela Boldo Prats
El Juzgado de lo Penal núm. 11condenaal acusado como autor responsable del
de revelación de secretos relativos a la vida íntima.
Barcelona, 20 de julio de 2008.
Mª Gabriela Boldó, juez sustituta de Barcelona, adscrita al Juzgado de lo
Penal n. 11, en el ejercicio de las potestades que le confiere la Constitución y
las Leyes de España, y en el nombre de su majestad el Rey, ha pronunciado la
siguiente
SENTENCIA
En el procedimiento abreviado de referencia seguido por un presunto delito
de descubrimiento y de revelación de secretos, teniendo la condición de
acusado Constantino en situación de libertad por esta causa, representado por
el Procurador de los Tribunales Ana Boldú mayor y defendido por el letrado J.
Nerón Pueyo, ejercía la acusación particular Plácido, representado por el
Procurador de los Tribunales Carmen Fuentes Millán y defendido por el letrado
Fermín Morales Prats y el Ministerio Fiscal en la representación que la Ley le
otorga. La presente resolución se basa en los siguientes hechos.
ANTECEDENTES DE HECHO
PRIMERO
El presente procedimiento rápido se incoó en virtud de diligencias previas
1174/04 del Juzgado de Instrucción número 16 de Barcelona.
SEGUNDO
Ministerio Fiscal en sus conclusiones provisionales calificó los hechos como
constitutivos de un delito de descubrimiento y revelación de secretos,
previsto y penado en el artículo 197-1 y 3 del Código Penal (RCL 1995, 3170 y
RCL 1996, 777), del que era autor el acusado, sin la concurrencia de
circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal y solicitó que se le
impusiera la pena de tres años de prisión, y costas. Solicitó que el acusado
indemnizase a Plácido y a Guillermo en la cantidad de 5.000 euros, a cada
uno, en concepto de perjuicios ocasionados. La acusación particular en sus
conclusiones provisionales calificó los hechos como constitutivos de un delito
tipificado en el artículo 197.1 CP, por el que se incrimina el apoderamiento de
documentos personales (y de modo expreso los mensajes de correo
electrónico), así como la interceptación de comunicaciones privadas.
Concurre también el tipo agravado, contemplado en el artículo 197.3,
apartado primero del CP, consistente en la revelación o cesión a terceros de
los datos o hechos descubiertos mediante el acceso ilícito previo.
Igualmente, como fuere que los hechos descritos en la conclusión primera
afectan a datos de carácter personal especialmente protegidos, como los
atinentes a la salud y vida sexual de las personas, concurre también el tipo
agravado previsto en el artículo 197.5 CP.
B.– Por último, los hechos descritos en la letra b) del apartado primero
(relato fáctico) del presente escrito de conclusiones provisionales son
constitutivos de amenazas no condicionales, tipificadas en el artículo 169.2
CP.
Considero que de ambos delitos era autor Constantino, sin la concurrencia
circunstancias modificativas de la responsabilidad penal del imputado y
solicitó que por el delito a expresada (sic) en la conclusión segunda, apartado
a) se impusiera al acusado la pena de cuatro años de prisión y multa de
veinticuatro a razón (sic) de una cuota diaria de 10 euros, asimismo procede
la imposición de las accesorias previstas en los artículos 56 y siguientes del
Código Penal; con carácter singular se interesa la imposición de la pena
accesoria
de
prohibición
de
aproximación
a
víctima,
así
como
de
acercamiento a su domicilio y lugares de trabajo u otros frecuentados, en un
radio mínimo de 500 metros; de igual modo se interesa la imposición
prohibición de comunicación con la víctima o con los familiares de la misma,
traídos a este procedimiento como testigos de la acusación, todo ello de
conformidad con lo dispuesto en el artículo 48.2 y 3 en relación con el
artículo 57.1 CP por un tiempo de 5 años.
Conforme a la calificación típica expresada en la conclusión segunda
apartado b) solicitó que se le impusiera al acusado la pena de 6 meses de
prisión, con las correspondientes penas accesorias legales con carácter
singular se interesa la imposición de la pena accesoria de prohibición de
aproximación a la víctima, así como de acercamiento a su domicilio y lugares
de trabajo u otros frecuentados en un radio mínimo de 500 metros de igual
modo se interesa la imposición de prohibición de comunicación con la víctima
o con los familiares de la misma traídos a este procedimiento como testigos
de la acusación todo ello de conformidad con lo dispuesto en el artículo 48.2 y
3 en relación con el artículo 57 1 CP por un tiempo de 5 años.
En concepto de responsabilidad civil solicitó que indemnizara a su
representado y a Guillermo en la cantidad de 60.000 euros.
TERCERO
El 28 de enero de 2008 se dictó auto de apertura de juicio oral por un delito
de descubrimiento y revelación de secretos del art. 197.1, 3 y 5 del CP (RCL
1995, 3170 y RCL 1996, 777).
El 25 de febrero de 2008 Ana Boldu mayor, Procuradora de los Tribunales y
de Constantino presentó escrito de defensa en que negó las correlativas del
Ministerio Fiscal y de la acusación particular y solicitó la libre absolución de su
defendido. Por providencia de 28 de febrero de 2008 se remitieron las
actuaciones al Juzgado decano de lo penal para su reparto. El Penal 11 de
Barcelona el día 6 de mayo de 2008 dictó auto admitiendo las pruebas y
señalando la celebración del juicio para el día 12 de junio de 2008. Por
providencia de 19 de mayo de 2008 se suspendió el juicio y se señaló
nuevamente para el día 7 de julio de 2008.
CUARTO
El 9 de julio de 2008 se celebró el juicio oral como consta en el acta, tras la
práctica de la prueba el Ministerio Fiscal elevó sus conclusiones a definitivas,
la acusación particular suprimió en la primera los hechos relatados en el
apartado b, en la segunda retiró la acusación por el delito de amenazas y
formuló una calificación alternativa considerando que los hechos eran
constitutivos de un delito del art. 193.3.2 y solicitó que se le impusiera la
pena de 3 años de prisión elevando el resto a definitivas, la defensa elevó sus
conclusiones a definitivas, quedando los autos vistos para sentencia.
QUINTO
En el presente proceso se han observado las prescripciones legales, salvo
los plazos por acumulación de tareas.
HECHOS PROBADOS
Constantino, mayor de edad y sin antecedentes penales, en fecha no
determinada, pero con posterioridad al 2/10/2006, sin que se haya acreditado
cómo, obtuvo, sin el consentimiento de Plácido, varios correos electrónicos
que el Sr. Plácido había tenido en su ordenador, cuando trabajada en Pisco
68, SL alguno de ellos relativo a su vida sexual.
Tras ello, con la intención de propagar su contenido en perjuicio del Sr.
Plácido, los hizo llegar entre los meses de octubre y diciembre de 2006 a Marí
Trini, su cuñada. Dicha situación causó desasosiego e intranquilidad al Sr.
Plácido.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO
En este procedimiento se ha valorado la prueba de acuerdo con lo
establecido en el art. 741 de la LECrim ( LEG 1882, 16) , con sujeción a los
principios de publicidad, oralidad y contradicción tal y como disponen los
arts. 24.2 de la CE (RCL 1978, 2836) y 229.2 LOPJ (RCL 1985, 1578, 2635).
De la prueba practicada en juicio ha quedado acreditado que alguien
accedió a información privada de Plácido, sin la debida autorización de éste,
una vez que el sr. Plácido ya había borrado los correos personales que había
en su ordenador, y, imprimió dicha información que llegó a manos del Sr.
Constantino, quien la entregó personalmente a Marí Trini, cuñada del Sr.
Plácido.
SEGUNDO
En cuanto a quién accedió al correo del sr. Plácido entre las posibles
personas que podían tener acceso a dicha información estaban el acusado y
Regina. El acusado negó haber visto los correos que obran en el documento
número 4 de la querella y también haber enviado dichos emails a nadie.
Explicó que, en esa época, Regina trabajaba con ellos en Pisco 68, SL
contratada por el señor Plácido. Para determinar quién pudo imprimir dichos
correos debe ponerse especial atención a la fecha de impresión que obra en
los mismos, en el documento cuatro, se observa que los correos se
imprimieron el día 2/10/06, fecha en la que el S. Plácido ya no trabajaba en
Pisco 68 y según manifestó el Sr. Plácido y el Sr. Braulio desde el mes de junio
dichos correos habían sido borrados del ordenador del Sr. Plácido. En cuanto a
quién podía tener acceso a su ordenador explicó que en su ordenador no había
una contraseña especial, que en la empresa conocían dicha contraseña porque
él viajaba mucho y a veces les pedía que le consultaran el correo y que había
una única contraseña para acceder al ordenador. En cuanto a quiénes podían
acceder a su ordenador señaló a Regina, una chica que acababa de trabajar,
Carla, el señor Constantino y el señor Braulio.
Por ello se debatió en el acto de juicio si el acusado había instalado algún
programa informático que permitía recuperar correos que habían sido
borrados, o bien un programa que permitiera grabar conversaciones escritas
del Messenger, tipo Messenger Log Gold; extremo que negó el acusado. La
versión relativa a las aplicaciones informáticas del ordenador y al hecho que
dichos mensajes se borraron, fueron confirmados por Braulio, quien prestaba
servicios al conjunto de la empresa Pisto 68 y en el domicilio del Sr. Plácido.
En el ordenador del Sr. Plácido estaba instalado el outlook expréss y explicó
que posiblemente el messenger se lo bajó de internet.
Coincidió en que una tarde fueron al despacho del querellante y borraron
todo lo personal de él, en su ordenador había tanto comunicaciones
personales como profesionales y exhibido el documento n° 3 aportado con la
querella, explicó que todo el correo electrónico que se recibía en el
ordenador incluso las comunicaciones personales estaban en el ordenador y no
en el servidor. Había un ordenador que hacía funciones de servidor, y lo
manejaba Regina. Explicó que técnicamente se podía entrar desde el servidor
de Regina al ordenador del Sr. Plácido y que desde cualquier ordenador de la
empresa se tenía acceso a carpetas compartidas pero a outlook o messenger
no. Aclaró que si bien el acusado tenía conocimiento muy limitado de
informática, un crío de 11 años podía instalar el messenger log gold. En
cuanto a la existencia de programas de ordenador para recuperara los correos
electrónicos una vez han sido borrados, manifestó que en la empresa no
estaban instalados, pero que para instalar y desinstalar se podían bajar de
internet, si bien era preciso tener algún algunos conocimientos informáticos.
El Sr. Plácido explicó que si en la reseña de la documental número 4,
figuraba el nombre de Regina, era porque ésta era la administradora de Pisto
68, y que era ella quien manejaba el servidor de la empresa. Explicó que los
mensajes que se imprimieron eran de dos tipos: una a través del outlook, y
otra a través de messenger; los del otulook, el 90% se usaba una cuenta
personal de Terra del Sr. Plácido. El Sr. Plácido negó que el acusado no
tuviera ningún conocimiento informático dado que con él se comunicaba a
través de correo de la empresa y le enviaba chistes. Regina explicó que
trabajaba en la empresa y que el Sr. Braulio trabajaba como informático de
una empresa y venía como informático externo. Regina explicó que trabajaba
en su ordenador, que servía de servidor y tenía nombre de Regina. El acusado
sí ordenó que se borraran los messengers de los ordenadores y al exhibirle los
primeros folios de la documental n° 3 de la querella afirmó que dichos
documentos se habían impreso en los ordenadores de Pisto, 68, SL. Afirmó que
hubo un cambio de sistema informático para cambiar el servidor. Regina
accedía al ordenador de señor Plácido desde su ordenador y no hacía falta
contraseña. Regina desde su ordenador podía imprimir documentos del
ordenador de querellante si bien dijo que desde su ordenador nunca entró al
ordenador del Sr. Plácido si bien lo podía utilizar cualquier persona.
El informe pericial obrante en autos, folios 125 a 131, concluye que los
peritos no pudieron determinar en qué ordenador se instalaron los programas
Messenger Log Gold o similares a los que antes se ha hecho referencia.
TERCERO
El art. 197.1 del Código Penal (RCL 1995, 3170 y RCL 1996, 777) tipifica la
conducta de quien, «para descubrir los secretos o vulnerar la intimidad de
otro, sin su consentimiento, se apodere de sus papeles, cartas, mensajes de
correo electrónico o cualesquiera otros documentos o efectos personales».
En cuanto a la naturaleza de este ilícito, se define por la doctrina como
delito imperfecto mutilado de dos actos, que no requiere para la consumación
el efectivo descubrimiento de los secretos o datos íntimos contenidos en los
documentos, papeles, cartas o mensajes electrónicos. El sujeto debe
apoderarse de estos objetos para descubrir los secretos o vulnerar la
intimidad de otro; se acude así a la presencia de un elemento subjetivo del
injusto para adelantar el momento de la consumación al acto de
apoderamiento intencional, sin que sea precisa la efectiva toma de
conocimiento de lo que contiene el documento para la perfección típica. El
efectivo descubrimiento de la intimidad documental de otro, tan sólo juega
un papel de engarce de este tipo básico con el tipo agravado de difusión o
revelación tipificado en el núm. 3 del art. 197.3; pero, debe subrayarse que
ese efectivo conocimiento es un elemento que se sitúa extramuros de la
perfección del tipo básico expresado en el art. 197.1. El número 2 del art. 197
establece que: «Las mismas penas se impondrán al que, sin estar autorizado,
se apodere, utilice o modifique, en perjuicio de tercero, datos reservados de
carácter personal o familiar de otro que se hallen registrados en ficheros o
soportes informáticos, electrónicos o telemáticos, o en cualquier otro tipo de
archivo o registro público o privado. Iguales penas se impondrán a quien, sin
estar autorizado, acceda por cualquier medio a los mismos y a quien los altere
o utilice en perjuicio del titular de los datos o de un tercero». De las
conductas típicas contenidas en el art. 197.2 del Código Penal nos interesa
incidir únicamente en el acceso a datos reservados de carácter personal,
como se explicará más abajo, que se hallen automatizados de forma
electrónica o que obren en cualquier otro tipo de archivo o registro público o
privado, es decir, el inciso final del epígrafe, puesto que la posible captura de
datos, consistente en el apoderamiento del mensaje de correo electrónico
quedaría comprendida en el número primero del mismo artículo.
El moderno sistema de comunicación y transmisión de datos e información
que conocemos como correo electrónico, hace referencia a una realidad
compleja compuesta de al menos, y a los efectos que ahora nos importan,
tres elementos diferentes. Primero, cada uno de los concretos mensajes que a
través de este procedimiento informático circulan; segundo, los ficheros que
incorporan las aplicaciones, donde se guarda el correo entrante, el enviado,
incluso aquellos mensajes que están preparados como borrador o ya han sido
eliminados, y por último, la libreta de direcciones y el historial de tráfico
registrado. Parecidamente a lo que ocurre con otros sistemas actuales como
los teléfonos celulares portátiles, el correo electrónico, como sistema
informático, contiene una ingente cantidad de datos de carácter personal, en
diversa presentación y de diferentes características, que normalmente atañen
a la esfera privada de las personas, y que encuentran variadas vías de
protección en el art. 197 del Código Penal (RCL 1995, 3170 y RCL 1996, 777)
que hemos venido comentando.
Protección que demanda un medio de comunicación y almacenaje de datos
muy variados, muy vulnerables a la intromisión ajena, por diferentes medios
muy eficaces, insidiosos y difícilmente detectables. Esta tutela penal se
puede extender, así se desprende de forma evidente e indubitada de los
textos que he analizado, en principio a todo tipo de fichero, registro, soporte
y mensaje, con independencia de que se contengan o circulen a través de
equipos informáticos o aplicaciones de titularidad pública o privada, puesto
que es de todo punto posible, y aun previsible, que al igual que desde un
teléfono oficial se pueda mantener una conversación privada, desde un equipo
informático público se pueda recibir o enviar un e-mail de contenido
particular. Resulta subsumible en el art. 197.2 del Código Penal la conducta
de quien sin estar autorizado, acceda por cualquier medio a datos reservados
de carácter personal o familiar de otro que se hallen registrados en ficheros o
soportes informáticos, electrónicos o telemáticos, o en cualquier otro tipo de
archivo o registro público o privado. El sistema de correo electrónico participa
de la naturaleza de fichero o soporte de datos en tanto que conserva además
de los mensajes concretos, listados de mensajes enviados o recibidos, libreta
de direcciones, etc. El tipo presenta imperfecciones de redacción que
provocan cierta oscuridad interpretativa, pudiéndonos plantear si lo que se
penaliza es el mero acceso a los archivos, soportes o registros que contengan
datos personales o sólo el acceso a estos últimos. En la práctica, más aún en
este supuesto, será muy difícil deslindar ambas acciones típicas puesto que al
acceder al archivo ya se está tomando conocimiento de un contenido privado
y reservado (la relación de mensajes, las listas de correo, etc.). La entrada
inconsentida en la aplicación de correo electrónico de otra persona y el
recorrido por las diferentes bases de datos que el sistema contiene, incluso
sin abrir ningún mensaje, puede ser penalmente típica ya que con ella se está
produciendo una intromisión en la intimidad y susceptible de facilitar una
toma de conocimiento de datos muy sensibles y reservados. Además, pudiera
sostenerse que el tipo del art. 197.2 in fine del Código Penal se presenta
desprovisto de la necesaria concurrencia de otros elementos subjetivos del
injusto adicionales como son el ánimo de descubrir los secretos o vulnerar la
intimidad de otro, del número 1 del mismo artículo, o perjuicio de tercero
que requiere el inciso primero del número 2, tal vez porque van implícitos en
la propia acción. Por lo tanto, al acceder a estos archivos, se asume como
mínimo con dolo eventual o por mejor decir de indiferencia, recogido por el
Tribunal Supremo en numerosas resoluciones (cfr. SS. de 02.1204 [ RJ 2004,
8117] , 28.09.05 [ RJ 2005, 7407] o 18.11.05 [ RJ 2005, 10059] , entre otras),
que con su proceder podría vulnerar la legalidad penal, en tanto que el
sistema de correo electrónico es un archivo, soporte o fichero que contiene
datos, bases de datos e información que pueden ser reservados de carácter
personal o familiar de otro. Se trata de un delito en cualquiera de sus
versiones que no precisa para su consumación el efectivo descubrimiento del
secreto o en el presente caso de la intimidad del sujeto pasivo, pues basta la
utilización del sistema de grabación o reproducción del sonido o de la imagen
(elemento objetivo) junto con la finalidad señalada en el precepto de
descubrir los secretos o vulnerar la intimidad (elemento subjetivo). Por ello se
le ha calificado como delito intencional de resultado cortado cuyo
agotamiento tendría lugar, lo que da lugar a un tipo compuesto, si dichas
imágenes se difunden, revelan o ceden a terceros, supuesto agravado previsto
en el apartado 3º.1 del mismo precepto, lo que conlleva la realización previa
del tipo básico. La intervención del derecho penal está justificada por la
especial insidiosidad del medio empleado que penetra en los espacios
reservados de la persona, de ahí la intensa ofensividad para el bien jurídico
tutelado, que se atenúa cuando se produce en lugares públicos, aun sin
consentimiento del titular del derecho, que en línea de principio debe
generar una respuesta extrapenal.
En relación con el subtipo agravado del 1 er inciso del apartado 3º
(revelación, difusión o cesión a terceros), que es aplicable a todos los tipos
básicos anteriores, debemos señalar que tiene su fundamento en que dichas
acciones suponen incrementar la vulneración de la intimidad del sujeto
pasivo. También debemos subrayar que el legislador equipara difusión,
revelación y cesión a terceros, aun cuando la primera suponga una mayor
publicidad. El apartado 5º del precepto incluye otro supuesto agravado cuyo
fundamento tiene por objeto la especial protección de lo que se denomina el
núcleo duro del derecho a la intimidad, además de los casos en que la víctima
fuere un menor de edad o un incapaz, que exaspera la pena que resulte de la
aplicación de los preceptos anteriores, imponiéndola en su mitad superior. Las
SSTS 872/01 (RJ 2001, 2719) y 694/03 (RJ 2003, 4359) se han ocupado
también de definir el alcance de este precepto. Como señala la STC 70/02 (
RTC 2002, 70) es doctrina constitucional reiterada que el derecho a la
intimidad personal garantizado por el artículo 18.1 CE ( RCL 1978, 2836) , en
cuanto derivación de la dignidad de la persona reconocida en el artículo 10.1
CE ( RCL 1978, 2836) , implica «la existencia de un ámbito propio y reservado
frente a la acción y el conocimiento de los demás, necesario, según las pautas
de nuestra cultura para mantener una calidad mínima de la vida humana»,
con cita de las SSTC precedentes, y ello así sucede cuando se trata de actos,
por mucho que se compartan, comprendidos en la protección constitucional
de la intimidad, como es el caso.
Por todo lo expuesto poco importa el contenido de los mensajes, debiendo
descartar la teoría de la defensa conforme que sólo un 2% afectaba a la
intimidad, dado que la intimidad se vulnera por el hecho de acceder al correo
electrónico de una persona con independencia de cuál sea el contenido que
tenga en el mismo, puesto que si no esto llevaría al absurdo de que si una
persona en sus correos electrónicos sólo los dedica a temas laborales, por
ejemplo, el acceso inconsentido al mismo nunca podría ser subsumirse en este
delito, el delito no lo constituye el resultado de la información que obtengo
sino el modo en que accedo a dicha información; no obstante ello, en el caso
de autos no existe prueba de cargo suficiente para imputar dicha acción ni
como autor mediato ni como autor inmediato al acusado, motivo por el cual
debe absolverse al acusado del tipo penal básico del art. 197.1 del CP ( RCL
1995, 3170 y RCL 1996, 777) .
CUARTO
En cuanto a las modificaciones formuladas por la acusación particular en
relación a que los hechos eran constitutivos de un delito de descubrimiento y
revelación de secretos en su modalidad prevista en el art. 197.3.2 del CP (RCL
1995, 3170 y RCL 1996, 777) debe analizarse quién reveló a terceros correos a
familiares y si tenía conocimiento de su origen ilícito.
En cuanto a la entrega de los correos a familiares del Sr. Plácido, el acusado
negó los hechos. Confirmó que su número de móvil era el NUM000, si bien su
versión quedó desacreditada por las declaraciones del Sr. Plácido y de su
cuñada. El Sr. Plácido previa exhibición del folio 20, explicó que dicho
documento era el que encabezaba el conjunto de mensajes que le dieron a su
hermano Carlos José y afirmó que la letra manuscrita que obraba en el mismo
era del señor Constantino. Concretó que podía hacer dicha afirmación dado
que habían trabajado juntos mucho tiempo y le reconocía la letra. La entrega
de documentos que obran en el documento 4 se hizo en dos ocasiones. La
primera, en octubre de 2006 a su cuñada, quien, junto con su hermano,
regentan un kiosco, le dijeron que el acusado les había dado toda esta
documentación; unos días más tarde le llamó su hermano y le dijo que
Constantino le había llamado a ver si ha leído toda la documentación y si
había visto el tipo de persona que era el Sr. Plácido. En noviembre de 2006
hubo una nueva entrega de este tipo de documentos en el kiosco de su
hermano. En el acto de juicio Marí Trini, cuñada de Plácido, narró cómo el
acusado le entregó una serie de documentación sobre contenidos personales
del señor Plácido, en concreto los documentos n° 3 y ss. acompañados con
escrito de querella, en dos ocasiones; la primera en octubre de 2006 el
acusado al tiempo que le dio dichos documentos le dijo: «toma y os enteráis
de lo que hace vuestro cuñado en horas de trabajo»; y en la segunda entrega,
en noviembre de 2006, le dio los documentos con una goma y en una hoja
grande ponía Gregorio. La testigo explicó que el acusado tenía pleno
conocimiento del contenido de los documentos.
Carlos José, hermano del querellante, tras exhibirle los documentos anexos
a la querella, explicó cómo su mujer le dijo que el acusado fue al kiosco y dio
una serie de documentos que eran de su hermano. Uno de los bloques iba con
una goma y venían con un papel que ponía Carlos José. Días después de las
dos entregas el acusado le llamó para ver si había visto el material que le
había entregado. Y le volvió a llamar después que su hermano hubiera
interpuesto la querella y le recriminó que le hubiera dado la documentación a
su hermano, sin bien él no estuvo presente en ninguna de las dos entregas. La
llamada supo que era la del acusado porque le conozco la voz y correspondía
al número que yo tenía guardado el acusado. Beatriz, ex mujer del
querellante, narró que Julia le enseñó un dossier y que lo único que vio fue
foto de alguien y no quise verlos, si bien no le dijo quién se los había
remitido, motivo por el cual sólo queda acreditado que el acusado entregara
los documentos al hermano y la cuñada del Sr. Plácido: por ello las otras
entregas no ha quedado acreditado que la realizara el acusado, la primera
porque la Julia no compareció al acto de juicio para manifestar quién le
entregó el dossier y en cuanto a los sobres que se remitieron a Castropol no
ha quedado acreditado quién los envió, y la prueba indiciaria obrante en autos
es insuficiente para enervar la presunción de inocencia, dado que una vez que
se fotocopiaron dichos documentos y se pusieron en circulación existen dudas
respecto a quién las pudo enviar.
Por todo ello, considero que los hechos son constitutivos de un delito de
descubrimiento y revelación de secretos del art. 197.3.2 del CP ( RCL 1995,
3170 y RCL 1996, 777) , dado que una vez tuvo en su poder los email que
pertenecían al Sr. Plácido se los entregó a su cuñada con el ánimo de desvelar
dicha información. El acusado sabía que se había obtenido dicha información
sin consentimiento de su titular, dado que las fechas de impresión y por lo
tanto la obtención de los mismos fue cuando el Sr. Plácido ya no trabajaba en
la empresa. El ánimo de perjudicar al Sr. Plácido revelando dicha información
se extrae por el sentido literal de las expresiones que vertió al entregar los
sobres y de las llamadas que realizó al hermano del Sr. Plácido para
asegurarse que se habían enterado del contenido de los mismos. El acusado es
responsable en concepto de autor de un delito del artículo 197.3.2 ya que su
conducta consistió en vulnerar la intimidad de un tercero difundiendo los
correos electrónicos, con conocimiento de su origen ilícito dado que el Sr.
Plácido ya no trabajaba en la empresa y por lo tanto era imposible que
hubiera prestado su consentimiento a que alguien hubiera accedido a su
ordenador y menos aún que hubiera consentido en que se difundiera el
contenido de dichos emails, ya fueran chistes ya fueran conversaciones
privadas, sabiendo el acusado que el Sr. Plácido había borrado del ordenador
los datos personales.
QUINTO
En la modificación alternativa que hizo la acusación particular no hizo
referencia al art. 197.5 del CP (RCL 1995, 3170 y RCL 1996, 777), si bien por
la petición de condena y por la propia redacción del tipo penal debe
entenderse que la acusación partícula en su calificación alternativa incluye el
art. 197.5 del CP.
El art. 197.5 impone en su mitad superior las penas previstas en los arts.
197.1 y 197.3.1 cuando los hechos descritos en los mismos afecten a datos de
carácter personal que revelen la vida sexual. Se trata de un tipo agravado
aplicable tanto al tipo básico del art. 197.1 como al ya agravado del art.
197.3.1; y refuerza la protección de un secreto de naturaleza especialmente
sensible por venir referido a uno de los aspectos que constituyen el núcleo
duro de la privacidad, lo cual hace más grave el ataque al bien jurídico
intimidad, sin que sea necesaria que dicha vida sexual sea secreta. De hecho
en varios de dichos mensajes se hace referencia expresa a las dudas de
pareja, a sentimientos y a temores, aspectos todos ellos que configuran la
relación sentimental en sentido estricto; conversaciones íntimas que por más
conocida que sea la relación el entorno desconoce por completo,
produciéndose la vulneración a la intimidad de la vida sexual, cuando se
desvela como se enfocaba dicha visa sexual y las intimidades de cada uno, la
intimidad no queda desvelada por el hecho de que se supiera dicha relación,
hecho que era conocidos por todos, sino por el hecho que se diera
conocimiento del contenido de las conversaciones íntimas que mantenían.
SEXTO
De dichos hechos es autor el acusado, a tenor de los arts. 27 y 28 del CP (
RCL 1995, 3170 y RCL 1996, 777) , y de acuerdo con el art. 147.3, 147.5, 66 y
56 del CP procede imponer al acusado la pena en el límite mínimo de la mitad
superior, lo que supone la pena de 2 años y dos meses de prisión y multa de
18 meses. Asimismo y en relación a la fijación de la cuantía de la cuota diaria,
tomando en consideración los criterios establecidos en los arts. 50.5 y 52.1
del CP, dado que el importe puede oscilar de 2 a 400 euros, debiendo fijarse
teniendo en cuenta para ello exclusivamente la situación económica del reo,
se señala la cuantía en seis euros y la inhabilitación para el ejercicio del
derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena.
En aplicación del art. 53.1 del CP si el condenado no satisficiere,
voluntariamente o por vía de apremio, la multa impuesta quedará sujeto a
una responsabilidad personal subsidiaria de un día de privación de libertad por
cada dos cuotas diarias no satisfechas.
SÉPTIMO
De conformidad con lo dispuesto en los artículos 123 del CP ( RCL 1995,
3170 y RCL 1996, 777) y 240 de la LECrim ( LEG 1882, 16) corresponde
imponer las costas al acusado, incluidas las de la acusación particular.
OCTAVO
El artículo 109 del texto punitivo ( RCL 1995, 3170 y RCL 1996, 777)
determinan que toda persona responsable de un delito o falta debe reparar
conforme a las Leyes los daños y perjuicios causados por lo que de
conformidad con lo dispuesto en los artículos 116 y siguientes del mismo texto
legal, en el caso de autos no ha quedado acreditado que la vida del Sr.
Plácido se haya visto alterada o modificada por el hecho que los familiares
tuvieran conocimiento de dichos correos, dado que conocían la relación y el
Sr. Plácido sólo hizo referencia a cómo afectaron dichos correos cuando los
vio su ex esposa y la persona que en ese momento era su pareja, sin que se
haya acreditado en el caso de autos que la persona que dio dichos correos a
dichas personas fuera el acusado, motivo por el cual no procede estimar la
petición de responsabilidad civil solicitada por el Ministerio Fiscal, si bien sí
que considero que toda vulneración de la intimidad de una persona produce
un desasosiego e intranquilidad de la que debe resarcirse. Por ello, por el
desasosiego e intranquilidad que le causó al Sr. Plácido que se tuviera
conocimiento de dichos correos fijo la responsabilidad civil en 4.000 euros por
los daños morales ocasionados.
FALLO
Condeno a Constantino, como autor responsable del de revelación de
secretos relativos a la vida íntima, a la pena de 2 años y dos meses de prisión,
inhabilitación especial para el ejercicio del derecho de sufragio pasivo
durante el tiempo de la condena y multa de 18 meses con una cuota diaria de
6 euros, así como al pago de las costas procesales, incluidas las de la
acusación particular. Constantino deberá indemnizar al Sr. Plácido en la
cantidad de 4.000 euros por los perjuicios ocasionados, con los intereses del
art. 576 de la LECiv (RCL 2000, 34, 962 y RCL 2001, 1892).
La presente resolución, que se notificará a las partes, es susceptible de un
recurso de apelación ante la Audiencia Provincial, que habrá de presentarse
por escrito en este juzgado en el plazo de diez días, desde la notificación de
la misma. Durante este tiempo las actuaciones se encontrarán en el juzgado a
disposición de las partes.
Así por esta mi sentencia la pronuncio, mando y firmo.
PUBLICACIÓN.–La anterior sentencia ha sido dada, leída y publicada por la
juez sustituía que la suscribe, en el mismo día de su fecha. Doy fe.
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