MILLAS Lectura

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Lectura
JUAN JOSÉ MILLÁS
Una chica iba leyendo en el autobús Si esto es un hombre, el
primer tomo de las memorias de Primo Levi, donde narra su
estancia en un campo de concentración nazi. Eran las ocho de
la mañana, de manera que la mayoría de la gente se dirigía al
trabajo. La chica, también. Iba un poco maquillada y con el
pelo recién lavado. Exhalaba el mismo perfume que le olí
hace dos o tres meses a una pasajera de Iberia que viajaba en
primera. Me fijé en sus uñas, que iban pintadas de un color
levemente morado, como sus ojos. La del dedo gordo llevaba
dibujada, además, una pequeña flor. Parecía un esmalte en
cobre, un trabajo de orfebrería. Sus zapatos hacían juego con
su bolso. Todo en ella estaba meticulosamente estudiado para
que conjuntase. Todo, menos el libro de Primo Levi, una
edición de bolsillo algo gastada.
Recordé algunas de las atrocidades que se relataban en
aquel volumen. Evoqué la imagen de su autor, desnudo,
famélico, enfermo, sobre la nieve del campo de
concentración. Intenté imaginar cómo penetraba toda aquella
información en la cabeza de la chica. El libro describe con
una objetividad implacable, y muy eficaz, la vida cotidiana en
los barracones, los estragos del hambre, de las enfermedades,
la lucha por la supervivencia. La chica se encontraba en dos
lugares a la vez: por un lado, en el autobús, junto a todos
nosotros, personas de un país en paz que habíamos dormido
en una cama confortable y habíamos desayunado bien, quizá
demasiado bien; pero por otro, estaba en Auschwitz, hacia
1943, compartiendo con Primo Levi, que se suicidaría en
1987, una experiencia aterradora. Qué versátiles somos.
Recordé entonces la situación en la que yo mismo
había leído el libro. Fue en verano. Por las mañanas, escribía
y bajaba a la playa; por las tardes, leía y caminaba; por la
noche, salía a cenar. Me pregunté cómo era posible alternar
aquellos placeres con la lectura de Si esto es un hombre y no
encontré respuesta. ¿No es sorprendente la facilidad del ser
humano para vivir en dos lugares incompatibles a la vez? En
la siguiente parada, la chica cerró el libro, se levantó del
asiento (era muy alta) y abandonó tranquilamente el autobús.
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