Historia de la música de cine

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Historia de la música de cine
Las primeras proyecciones públicas de películas se realizaron ya con acompañamiento musical, y en 1908 un
compositor francés escribió la que probablemente sea la primera partitura musical para el cine (para la
película de Charles le Bargy The Assassination of the Duke de Guise). Durante el periodo mudo todas las salas
tenían algún tipo de acompañamiento musical, desde un simple piano a una orquesta completa y la música que
se interpretaba eran melodías clásicas conocidas por el público. Con la llegada del sonoro desapareció este
acompañamiento en vivo.
A partir de los años treinta, los grandes estudios tenían departamentos musicales completos, con una plantilla
de compositores, adaptadores−arreglistas y directores de orquesta. Al principio, la música se ajustaba a la
acción de modo bastante burdo, y se tomaban de los archivos musicales. Esto cambiaría en 1933, cuando el
compositor Max Steiner demostró lo que se podía llegar a hacer con una partitura original totalmente
sincronizada, en la película King Kong (1933).
Entre las décadas de 1930 y 1940, los compositores que empezaron a hacer música para películas procedían
de distintas áreas de la composición musical. De la comedia musical de Broadway, por ejemplo, procedían
Alfred Newman, Herbert Stothart y Roy Webb. De las salas de conciertos y de la ópera, Erich Wolfgang
Korngold, Dimitri Tiomkin, Nino Rota, Miklos Rozsa o Franz Waxman; y Bernard Herrmann o Victor Young
procedían de la radio. Diversos compositores de música clásica,
como William Alwyn, Malcolm Arnold, Arthur Bliss, Arnold Bax, Aaron Copland, Benjamin Frankel,
Jacques Ibert, Serguéi Prokófiev, Alan Rawsthorne, Dmitri Shostakóvich, Virgil Thomson, Ralph Vaughan
Williams y William Walton, harían también importantes contribuciones en este campo.
Aunque hasta la II Guerra Mundial las películas eran de temas muy variados, la música compuesta para la
mayoría de ellas estaba profundamente enraizada en el mundo de los clásicos románticos de finales del siglo
XIX, y requería grandes orquestas. Alguna vez se compuso un concierto de cámara, una ópera o un ballet para
el cine, como es el caso de Richard Addinsell con el Concierto de Varsovia para Aquella noche en Varsovia,
de Brian Desmond Hurst, Korngold con su Concierto para violonchelo en do para Deception, de Irving
Rapper, Brian Easdale con su ballet Las zapatillas rojas, y Nino Rota con la ópera Glass Mountain.
Durante la posguerra, la música de cine se distanció de las pesadas partituras sinfónicas, dando paso a una
nueva generación de compositores, algunos de ellos procedentes de la llamada música ligera y del jazz. Entre
éstos cabe mencionar a Elmer Bernstein, Georges Delerue, Ernest Gold, Maurice Jarre, Henry Mancini, Mario
Nascimbene, Alex North, Leonard Rosenmann, Lawrence Rosenthal y Lalo Schifrin; entretanto otros
compositores, como John Barry, Richard Rodney Bennett, Jerry Goldsmith y John Williams esperaban una
oportunidad, algunos de ellos haciendo música para la television, considerada por entonces una amenaza a la
industria del cine.
A mediados de la década de 1950, el gran público comenzó a tomar más en cuenta la música de las películas,
cambio de actitud que los estudios rentabilizaron animando a sus compositores a escribir temas vendibles,
melodías y canciones que pudieran editarse en disco. Por ejemplo, la canción Moon River, de Johnny Mercer
y Henry Mancini para Desayuno con diamantes, de Blake Edwards, vendió más de un millón de copias. Los
estudios también se apresuraron a utilizar el poder creciente de la música pop y cantantes como Elvis Presley,
Cliff Richard o The Beatles hicieron una serie de películas. También por aquellos años se mejoraron
técnicamente los sistemas de grabación sonora, lo que se haría evidente en los grandes filmes épicos de los
cincuenta y sesenta, como La túnica sagrada, Ben Hur o Barrabás . En los años sesenta la aparición de las
películas de James Bond, con tema de Monty Norman, la efectiva composición musical de John Barry
subrayando las escenas de acción, así como los spaghetti westerns de Sergio Leone, con su características
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bandas sonoras de Ennio Morricone, y que silbaba el español Kurt Savoy, al que se conocía como el rey del
silbido darían nuevo impulso a la música de cine y a su apreciación por parte del público. También en
aquellos años, causó un gran impacto la película 2001: Una Odisea del Espacio (1968), en cuya banda sonora
figuraba el tema Así habló Zaratustra de Richard Strauss, el Réquiem y Lux Aeterna de György Ligeti, y el
vals Danubio azul de Johann Strauss.
A lo largo de los años, las películas han demostrado ser vehículos de difusión muy eficaces para la música, y
han convertido en clásicos algunos temas, como los incluidos en las películas:
Cantando bajo la lluvia , Carmen Jones , El rey y yo , West Side Story , My Fair Lady , Mary Poppins (1964,
Robert Stevenson), Sonrisas y lágrimas, Oliver (1968, Carol Reed), El violinista en el tejado, Jesucristo
Superstar, ambas de Norman Jewison, El padrino (Francis Ford Coppola), Romeo y Julieta o Amarcord, las
tres últimas del genial Nino Rota. Todas ellas ayudaron a atraer a los espectadores nuevamente a las salas de
cine.
Las décadas de 1970 y 1980 estuvieron dominadas por las películas fantásticas de Steven Spielberg y George
Lucas. El éxito arrollador que tuvieron sus películas dieron a conocer en todo el mundo al compositor de sus
temas musicales John Williams. En este periodo también apareció el sintetizador y un número creciente de
cineastas se inclinó por las partituras electrónicas (debido quizá más a razones presupuestarias que artísticas);
compositores como Vangelis, Wendy Carlos o Hans Zimmer consiguieron grandes éxitos. Sin embargo, la
composición orquestal no está definitivamente muerta y otros compositores han logrado combinar de manera
efectiva la música electrónica con la música instrumental. El comienzo de los noventa ha visto surgir toda una
generación de películas de efectos especiales que han dado como resultado composiciones muy imaginativas
de jóvenes autores como Danny Elfman, Brad Fiedel o Elliott Goldenthal. En esta década también se está
produciendo la tímida incorporación de la mujer a la composición musical para películas, un área hasta
ahoraexclusivamente masculina; entre las compositoras más conocidas se encuentran Anne Didley, Nicola
Piovanni o Rachel Portman.
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