Fríos, secos y limpios, estaban los distintos relojes que sonaban con

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TIC TOC
Fríos, secos y limpios, estaban los distintos relojes que sonaban con eco por
estar encerrados dentro de un vidrio. De pronto, un pez rojo carmín anduvo
fuera del vidrio en el arrecife y distintos peses más de muchos colores como,
azules, rojos, anaranjados y verdes en diferentes grupos de cardúmenes en
una ciudad bajo el agua. Dan las doce en punto y todos los relojes suenan; un
hombre muy bien vestido con una canasta como mochila sale de entre los
gigantescos relojes; se pone unos guantes blancos; ve su reflejo en el vidrio; se
acomoda la corbata; y baja las escaleras de un edificio. Mientras que el agua
desciende fuera del vidrio bajando a quien sabe dónde. En la ciudad bajo el
agua los edificios y pistas llenas de agua y de inmensos corales, que por lo
visto el agua ha tenido mucho tiempo en esa ciudad. El señor, hombre bien
vestido de corbata pasa por unos gigantescos corales agujerados de color
verde y encuentra un elegante reloj dorado incrustado en un coral azul. En el
mar encontró y recogió un reloj de bolsillo que estaba al costado de un erizo
azul de mar. Ambos relojes lo puso en su canasta.
El hombre salió del cuarto lleno de algas: con un reloj de forma rectangular
que con una sacudida de mano lo limpio. Miró al frente, y con una mirada fría
observó: una caja de teléfono público cual estaba llena de agua y sin ningún
apuro siguió adelante. Se dirigió a un reloj gigantesco: más grande que su
cuerpo, lleno de algas verdes, arena de mar, corales blancos y piedras
deformes. Entonces, escuchó unas campanillas tan dulces y delicadas que
provenían de una puerta resguardada por dos gigantes soldados de plomo,
estos, estaban enterrados en la tierra. Al entrar se dio cuenta que era una
juguetería, había juguetes tales como osos de felpa, marrones y morados;
avioncitos colgados; muñecos como, dinosaurios y pulpos. Una alarma de
reloj sonó, le llamó la atención, de inmediato empujó las grandes cajas de
juguetes y encontró a una pequeña niña con un tierno reloj en las manos. La
niña, asustada y sin decir nada, miró al piso, luego al hombre y dio un paso
atrás. Él sorprendido con la pequeña dio cuatro pasos hacia ella y le arranchó
el reloj lo observó y lo lanzó. Salió y se dirigió a sacar un reloj que estaba
pegado en uno más grande. La marea subió y llegó hasta las rodillas del
hombre, una muñeca de trapo llegó a sus pies en efecto pensó en la niña. El
hombre buscó y se llevó a la niña a un lugar seguro. Ella se fue por otro
camino elevado observando el vidrio inmenso, sin embargo, un carro se
acercó y rompió el vidrio. Él botó los relojes de su mochila y metió a la niña
dentro. La niña y el Señor se ahogaron: el agua los alcanzó. Salieron por lo
alto de un edificio, agotados y cansados; la niña estornudó y él se marchó.
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