Capítulo 122 Monocitos, macrófagos y células dendríticas & e122-1 DESARROLLO Los monocitos, los precursores circulantes de los macrófagos tisulares, se desarrollan con más rapidez en la médula ósea y permanecen más en la circulación que los neutrófilos (v. tabla 121-1). El primer precursor reconocible de monocitos es el monoblasto, seguido del promonocito, con gránulos citoplasmáticos y un núcleo mellado, y finalmente el monocito desarrollado por completo. Un monocito maduro es más grande que un neutrófilo, y tiene un citoplasma lleno de gránulos que contienen enzimas hidrolíticas. La transición del monoblasto al monocito circulante maduro requiere unos 6 días. Los monocitos conservan una capacidad limitada de dividirse, y sufren una diferenciación considerable adicional tras entrar en los tejidos, donde viven desde semanas hasta muchos meses. Entre los múltiples subtipos de monocitos sanguíneos, los 2 principales pueden identificarse en función de los antígenos de superficie: CD14++ CD16, denominados originalmente «monocitos clásicos» porque constituyen el 90-95% de todos los monocitos, y los monocitos «proinflamatorios» CD14+ CD16+ más maduros, que producen más factor de necrosis tumoral a (TNF-a) y menos interleucina 10 (IL-10) inmunosupresora en respuesta a la inflamación localizada o, aparentemente, de forma aleatoria sin inflamación. Una vez en los tejidos se transforman en macrófagos tisulares con propiedades morfológicas y funcionales que son características del tejido en el cual residen (v. tabla 122-1). Factores específicos de órgano influyen en la diferenciación del monocito y dotan a cada macrófago tisular con sus manifestaciones características. Los monocitos hepáticos se convierten en células de Kupffer, que tienden puentes entre los sinusoides que separan las placas adyacentes de hepatocitos. Los que están en la superficie aérea del pulmón se convierten en grandes macrófagos alveolares elipsoidales, y los que están en el hueso se convierten en osteoclastos. Todos los macrófagos tienen, al menos, 3 funciones principales en común: fagocitosis, presentación de antígenos a los linfocitos, y refuerzo o supresión de la respuesta inmunitaria mediante la liberación de diferentes factores similares a hormonas que se denominan citocinas. En la zona de inflamación los monocitos y macrófagos pueden fusionarse para formar células gigantes multinucleadas; estas células mantienen las funciones antimicrobianas de los macrófagos. © ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito. ACTIVACIÓN El paso más importante en la maduración del macrófago tisular es la conversión desde una célula en reposo a otra con mayor actividad funcional, sobre todo por ciertas citocinas y productos microbianos. Activación del macrófago es un término genérico, ya que las características funcionales de una población de macrófagos activados varían con los estímulos citocínicos o de otro tipo (microbianos, químicos) a los que la población se ha expuesto. La activación clásica se refiere a una respuesta a la infección que está dirigida específicamente por linfocitos T cooperadores del tipo 1 (Th1) activados y linfocitos citolíticos espontáneos mediante la liberación de interferón g (IFN-g). El TNF-a secretado por los macrófagos activados amplifica su activación, como hace la proteína de la Tabla 122-1 PRINCIPALES LOCALIZACIONES DE LOS MACRÓFAGOS EN LOS TEJIDOS Hígado (células de Kupffer) Pulmón (macrófagos intersticiales y alveolares) Tejido conjuntivo e intersticio de órganos importantes y piel Cavidades serosas (macrófagos pleurales y peritoneales) Membrana sinovial (sinoviocitos del tipo A) Hueso (osteoclastos) Encéfalo y retina (células microgliales) Bazo, ganglios linfáticos, médula ósea Pared intestinal Leche materna Placenta Granulomas (células gigantes multinucleadas) pared bacteriana o la endotoxina. La activación alternativa está dirigida por los linfocitos T cooperadores del tipo 2 (Th2) mediante la liberación de IL-4 e IL-13, citocinas que regulan las respuestas de anticuerpos, la alergia y la resistencia a los parásitos. Los macrófagos activados de esta forma alternativa pueden contar con ventajas funcionales particulares, como la curación de heridas y la regulación inmunitaria. En el contexto tradicional de la defensa del anfitrión, el término macrófago activado indica que la célula «activada de la forma clásica» tiene una mayor capacidad de matar microorganismos o células tumorales. Estos macrófagos son más grandes, tienen más seudópodos y un plegado más pronunciado de la membrana plasmática, y muestran una actividad más acelerada de muchas funciones (tabla 122-2). Considerando la variedad de actividades del macrófago esenciales para el mantenimiento de la homeostasis, parece probable que los macrófagos activados de forma clásica o alternativa son ejemplos de un espectro continuo de funciones fisiológicas expresadas por estas células de vida larga en respuesta a la tarea específica que tenga entre manos. La activación clásica del macrófago se consigue durante la infección por microorganismos patógenos intracelulares (p. ej., micobacterias, Listeria) mediante la comunicación entre los linfocitos Th1 y los macrófagos presentadores del antígeno por medio de la unión de una serie de ligandos y receptores de los 2 tipos celulares, incluido el CD40 del macrófago y el ligando del CD40 de los linfocitos T cooperadores, y a través de la secreción de citocinas. Los macrófagos que se encuentran con microorganismos liberan IL12, que estimula a los linfocitos T para que liberen IFN-g. Estas interacciones constituyen la base de la inmunidad celular. El IFN-g es una citocina activadora de macrófagos especialmente importante que en la actualidad se utiliza como sustancia terapéutica. ACTIVIDADES FUNCIONALES Cuando el macrófago se activa en respuesta a la infección se potencian numerosas funciones (v. tabla 122-2). Obviamente, son importantes la ingestión y muerte de microorganismos patógenos intracelulares, como micobacterias, Listeria, Leishmania, Toxoplasma y algunos hongos; pero los macrófagos esplénicos y hepáticos también eliminan microorganismos patógenos extracelulares, como los neumococos, del torrente sanguíneo. La muerte de los microorganismos ingeridos depende mucho de los productos del metabolismo oxidativo (p. ej., peróxido de hidrógeno) y del óxido nítrico, y la liberación de estos metabolismos está aumentada en estos macrófagos activados. La actividad de los fagocitos mononucleares contra el cáncer en los seres humanos se conoce menos. Es posible que en esta actividad no participe el proceso fagocitario. En cambio, los macrófagos pueden matar células tumorales mediante productos secretados, Tabla 122-2 FUNCIONES REFORZADAS EN LOS MACRÓFAGOS ACTIVADOS EN RESPUESTA A LA INFECCIÓN Actividad microbicida y tumoricida Fagocitosis (de la mayoría de las partículas) y pinocitosis Estallido respiratorio asociado a la fagocitosis (O2, H2O2) Generación de óxido nítrico Quimiotaxis Transporte y metabolismo de la glucosa Expresión en la membrana del MHC, el CD40 y el receptor para el TNF Presentación del antígeno Secreción Componentes del complemento Lisozima, hidrolasas ácidas y proteinasas citolíticas Colagenasa Activador del plasminógeno Interleucinas, incluidas IL-1, IL-12 e IL-15 TNF-a Interferones, incluidos IFN-a e IFN-b Péptidos antimicrobianos (catelicidina, defensinas) Factores angiógenos H2O2, peróxido de hidrógeno; IFN, interferón; IL, interleucina; MHC, complejo principal de histocompatibilidad; O2, anión superóxido; TNF, factor de necrosis tumoral. e122-2 & Parte XIV Inmunología como enzimas lisosómicas, óxido nítrico, metabolitos del oxígeno, proteinasas citolíticas y TNF-a. Las enzimas proteolíticas y los factores citolíticos presentes en la membrana de superficie del monocito pueden intervenir en el rechazo de tumores. Por el contrario, los macrófagos asociados a los tumores también parecen estimular el crecimiento de ciertos tumores mediante la secreción de factores de crecimiento y angiógenos. La capacidad de sufrir diapédesis a través de la pared endotelial de los vasos sanguíneos y de migrar a las zonas de invasión microbiana es esencial para la función del monocito. Los factores quimiotácticos para los fagocitos son los productos del complemento y las sustancias quimiocinas derivadas de los neutrófilos, los linfocitos y otros tipos de células. La fagocitosis de microorganismos invasores puede ocurrir, entonces, influida por la presencia de opsoninas en el invasor (anticuerpos, complemento, proteínas ligadoras de manosa y surfactantes), las propiedades especiales inherentes del microorganismo y el estado de activación del macrófago. Los monocitos que emigran a la mucosa intestinal son modificados por los factores estromales de forma que pierden sus receptores innatos para los productos microbianos, como la endotoxina, y no producen de forma eficaz citocinas proinflamatorias. Pero pueden retener su capacidad para ingerir y matar microorganismos. Han sido modificados para permitir la falta de inflamación que existe en la mucosa intestinal normal a pesar de su exposición constante a enormes cantidades de microorganismos y sus productos inflamatorios. Los macrófagos desempeñan una función esencial en la retirada de células lesionadas o muertas, lo que ayuda a resolver la respuesta inmunitaria y la cicatrización de las heridas. La microglía del encéfalo muestra estas funciones de un modo particularmente eficiente. En condiciones como un accidente cerebrovascular, enfermedades neurodegenerativas o una invasión tumoral, estas células se activan, rodean a las que están lesionadas o muertas y eliminan los restos celulares. El recubrimiento macrofágico de los sinusoides del bazo resulta especialmente importante para ingerir hematíes o plaquetas viejos o cubiertos de anticuerpos. Los macrófagos en las zonas de inflamación pueden reconocer cambios en la fosfatidilserina de la membrana de los neutrófilos que están sufriendo apoptosis y los pueden eliminar antes de que se necrosen y derramen su contenido tóxico en el tejido. Los macrófagos son células primitivas desde el punto de vista filogenético y se identifican pronto en el desarrollo fetal, donde actúan eliminando restos a medida que el tejido embrionario maduro sustituye a otro. También son importantes para eliminar inmunocomplejos, fragmentos proteínicos y partículas inorgánicas, como elementos del humo del tabaco, que penetran en los alveolos. Los macrófagos forman una parte integral de la inducción y expresión de respuestas inmunitarias adoptivas, incluidas la formación de anticuerpos y la inmunidad celular. Esta participación depende de su capacidad para romper material extraño en vesículas fagocíticas y pinocíticas y para presentar luego antígenos individuales en la superficie en forma de péptidos polisacáridos unidos a moléculas del complejo principal de histocompatibilidad (MHC) de la clase II. Los linfocitos B, y especialmente las células dendríticas, pueden presentar antígenos a los linfocitos T para la respuesta inmunitaria específica. La expresión de la clase II del MHC está aumentada en los macrófagos activados y la presentación del antígeno es más eficaz. La capacidad reforzada de los macrófagos activados de sintetizar y liberar diferentes enzimas hidrolíticas y materiales potencialmente microbicidas (v. tabla 122-2) forma parte con probabilidad de su mayor capacidad microbicida, aunque no todos los productos del macrófago se secretan en mayor cantidad cuando están activados. El macrófago es una célula secretora extraordinariamente activa. Se ha demostrado que secretan más de 100 sustancias diferentes, incluidos citocinas, factores de crecimiento y hormonas esteroles, lo que los coloca en una clase conjunta a la del hepatocito. Debido al profundo efecto de alguno de estos productos secretores sobre otras células y el gran número y la amplia distribución de los macrófagos, el sistema fagocítico mononuclear puede verse como un importante órgano endocrino. La IL-1 ilustra bien este punto. Los microorganismos y sus productos, las quemaduras, la isquemia-reperfusión, así como otras causas de inflamación o lesión tisular, estimulan la liberación de IL-1, sobre todo por los monocitos y macrófagos. A su vez, la IL-1 desencadena fiebre, sueño y liberación de IL-6, que induce la producción de proteínas de fase aguda. Cuando la lesión traumática o la infección disminuyen, la población de macrófagos se desplaza hacia la interpretación de una función esencial en la reparación tisular y la curación mediante la eliminación de células apoptósicas y la secreción de IL-10, factor de crecimiento transformador b, lipoxinas y resolvinas, protectinas y maresinas derivadas de los ácidos grasos omega 3 (mediadores macrofágicos que resuelven la inflamación). CÉLULAS DENDRÍTICAS (DC) Las DC son células inmunitarias derivadas de la médula ósea que están especializadas en la captura, procesamiento y presentación de antígenos a los linfocitos T con el fin de inducir la inmunidad adaptativa o la tolerancia frente a los antígenos propios. Expresan extensiones dendríticas (ramificadas) retráctiles y una capacidad de endocitosis potente, pero son una población heterogénea desde el punto de vista de la localización, los marcadores de superficie, el nivel de actividad presentadora de antígenos y la función. Los subgrupos designados son las DC esplénicas «clásicas», las células de Langerhans de las superficies epiteliales de la piel y las mucosas, las DC dérmicas o intersticiales de la piel subepitelial y del intersticio de los órganos sólidos, las DC derivadas del monocito, que pueden abandonar la circulación y entrar en una zona de invasión por microorganismos; y las DC plasmocitoides, que se consideran una fuente importante de IFN-a e IFN-b en respuesta a las infecciones víricas. Las DC que emigran desde la sangre entran en la piel, las superficies epiteliales y los órganos linfáticos donde, como células inmaduras, interiorizan antígenos propios y extraños. Los productos microbianos, las citocinas o las moléculas expuestas en el tejido dañado («señales de peligro» o «alarminas») inducen la maduración de la DC, con un aumento de la expresión de receptores de citocinas, MHC de la clase II y moléculas coestimuladoras. Las DC estimuladas en la periferia migran a los órganos linfáticos donde continúan madurando. Allí actúan como las más potentes células presentadoras de antígenos a los linfocitos T e inducen su proliferación, actividades que son centrales para la respuesta inmunitaria específica frente al antígeno. La IL-10 del macrófago actúa suprimiendo la maduración de las DC durante la resolución de la inflamación. Algunos ensayos clínicos han usado DC procedentes de pacientes con cáncer con el fin de intentar controlarlo. Las DC del paciente se amplifican y maduran a partir de los monocitos sanguíneos o células progenitoras medulares con citocinas, se exponen a antígenos procedentes del tumor del paciente y se le inyectan como una «vacuna» contra el cáncer. ANOMALÍAS DE LA FUNCIÓN DEL MONOCITO-MACRÓFAGO O CÉLULA DENDRÍTICA Los fagocitos mononucleares, así como los neutrófilos, de pacientes con enfermedad granulomatosa crónica (EGC) muestran un defecto profundo en su actividad microbicida fagocitaria (cap. 124). La incapacidad de los macrófagos afectados de matar microorganismos ingeridos provoca la formación de abscesos y granulomas característicos en las zonas de acumulación de macrófagos por debajo de la piel y en el hígado, los pulmones, el bazo y los ganglios linfáticos. El IFN-g se utiliza en la actualidad para evitar la infección en los pacientes con EGC y para tratar la resorción ósea reducida de la osteopetrosis congénita, que se debe a una función reducida de los osteoclastos. El déficit genético del complejo CD11/CD18 de glucoproteínas de adherencia de membrana (defecto de adhesión Capítulo 122 Monocitos, macrófagos y células dendríticas & e122-3 © ELSEVIER. Fotocopiar sin autorización es un delito. del leucocito 1), que comprende un receptor para el componente opsónico del complemento 3, provoca un fallo en la fagocitosis por los monocitos (cap. 124). El sistema monocito-macrófago participa decisivamente en enfermedades por depósito de lípidos llamadas esfingolipidosis (cap. 80.3). En estas enfermedades, la expresión en los macrófagos de un defecto enzimático sistémico permite que se acumulen restos celulares que normalmente se eliminan. Se puede afectar la resistencia a la infección, al menos en parte, por una alteración de la función del macrófago. La enfermedad de Gaucher es el prototipo de estas enfermedades. En ella, la enzima glucocerebrosidasa actúa de manera anormal, lo que permite que se acumule glucocerebrósido a partir de las membranas celulares de las células de Gaucher por todo el cuerpo. En todas las localizaciones la célula de Gaucher es un macrófago alterado. Estos pacientes pueden tratarse con infusiones de la enzima normal modificada para exponer residuos manosa, que se une a receptores de manosa en los macrófagos. La citocina IL-12 es un potente inductor de la producción de IFN-g por los linfocitos T y las células citolíticas naturales. Los sujetos con un defecto heredado en los receptores macrofágicos para el IFN-g o los receptores linfocitarios para la IL-12 o en la propia IL-12, sufren una susceptibilidad grave, profunda y selectiva a la infección por micobacterias no tuberculosas, como Mycobacterium avium o el bacilo de Calmette-Guérin (BCG) (cap. 120). Aproximadamente la mitad de estos pacientes han sufrido infecciones diseminadas por Salmonella. Estas alteraciones se agrupan ahora como defectos micobactericidas del leucocito en el eje IFN-g-IL-12. Se ha visto que la función del monocito-macrófago es parcialmente anómala en varios trastornos. Los fagocitos mononucleares cultivados de recién nacidos se infectan con más facilidad que los del adulto por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) 1 y el virus del sarampión. Los macrófagos de los recién nacidos liberan menos factor estimulante de colonias de granulocitos (G-CSF) e IL6 en el cultivo, y esta deficiencia se ve acentuada en las células de los niños prematuros. Esta observación apoya el hecho de que las concentraciones de G-CSF estén significativamente reducidas en la sangre de los recién nacidos, y de que la reserva de granulocitos en la médula se vea disminuida en los lactantes, sobre todo en los prematuros. Las células mononucleares de los recién nacidos producen menos IFN-g e IL-12 que las células adultas, y los macrófagos cultivados de la sangre de cordón no se activan normalmente con el IFN-g. Sería de esperar que esta combinación de defectos dis- minuyera la respuesta del recién nacido a la infección por virus, hongos y ciertas bacterias, como Listeria. Existen dos trastornos en los que la activación del macrófago es excesiva y tiene consecuencias patológicas. La linfohistiocitosis hemofagocítica familiar y adquirida se caracteriza por una activación incontrolada de los linfocitos T y los macrófagos, con fiebre, hepatoesplenomegalia, linfadenopatía, pancitopenia, elevación acentuada de citocinas proinflamatorias en el suero y hemofagocitosis macrofágica resultantes (cap. 501). Hasta el 5% de los niños con una artritis reumatoide juvenil de inicio sistémico presenta una complicación aguda grave denominada síndrome de la activación del macrófago, con fiebre persistente (en lugar de la fiebre típica en picos), hepatoesplenomegalia, pancitopenia, hemofagocitosis macrofágica y coagulopatía, que puede progresar a una coagulación intravascular diseminada y la muerte si no se diagnostica (cap. 149). Dos enfermedades autoinflamatorias génicas se deben a una alteración en la regulación de la citocina proinflamatoria IL-1 producida por el fagocito mononuclear. En el trastorno inflamatorio multisistémico de comienzo neonatal (NOMID) los monocitos producen un exceso de IL-1. En el déficit del antagonista del receptor para la IL-1 (DIRA) el grado de actividad normal de la IL-1 carece de oposición. En ambos trastornos los pacientes debutan en los primeros días o semana de vida con un exantema pustuloso o urticarial, crecimiento óseo acentuado, velocidad de sedimentación elevada y otros signos de inflamación sistémica. El término histiocito se usó originalmente para describir las células que se consideraban macrófagos en preparados tisulares fijados. La histiocitosis X es un crecimiento de tipo maligno de células dendríticas del tipo célula de Langerhans (cap. 501). Por ello, el término histiocitosis de células de Langerhans describe mejor este trastorno dado que histiocito es un término histológico y no es específico de ninguna célula. BIBLIOGRAFÍA Dinarello CA: Interleukin-1-b and the autoinflammatory diseases, N Engl J Med 360:2467-2470, 2009. Mosser DM, Edwards JP: Exploring the full spectrum of macrophage activation, Nat Rev Immunol 8:958-969, 2008. Murphy K, Travers P, Walport M, editors: Janeway’s immunobiology, ed 7, New York, 2008, Garland Science, pp 331-343, 368-372. Steinman RM: Dendritic cells: versatile controllers of the immune system, Nat Med 10:1155-1159, 2007.