220-19780 Ref. OBLIGATORIEDAD DE LA FIGURA DEL REVISOR

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220-19780
Ref. OBLIGATORIEDAD DE LA FIGURA DEL REVISOR FISCAL
Acusa recibo la Superintendencia de Sociedades de su escrito radicado con el número 416.331, mediante el cual,
previas algunas consideraciones, se permite formular dos interrogantes que se resumen a continuación y a los
cuales por cuestiones metodológicas nos referiremos separadamente.
1)
Una sociedad comercial que en el año de 1998 superó los topes establecidos, designó revisor
fiscal para el año de 1999, pero dentro de este último período no superó los límites máximos para dicha
obligación; ¿estaría obligado a tener revisor fiscal para el año 2000? o al menos hasta la presentación y
firma de la declaración de renta para el año gravable de 1999, período por el cual se ejerció la revisoría
fiscal?
Al respeto me permito manifestarle inicialmente que de acuerdo a lo señalado por el artículo 203 del estatuto
mercantil, es obligatoria la revisoría fiscal en:
a)
Las sociedades por acciones (anónimas y comanditas por acciones)
b)
las sucursales de sociedades extranjeras
c)
Las sociedades en las que, por ley o por los estatutos, la administración no corresponda a todos los socios,
cuando así lo disponga cualquier número de socios excluidos de la administración que representen no menos del
20% del capital.
En los términos del parágrafo segundo del artículo 13 de la Ley 43 de 1.990, se convierte en obligatoria para
d) Las sociedades comerciales de cualquier naturaleza cuyos activos brutos, incluidas las valorizaciones, al 31 de
diciembre del año inmediatamente anterior sean o excedan el equivalente de cinco mil (5000) salarios mínimos y/o
cuyos ingresos brutos en el año inmediatamente anterior sean o excedan al equivalente a tres mil (3000) salarios
mínimos.
Estas hipótesis se convierten en imprescindibles, al tratarse de casos en los cuales se ha considerado necesaria la
presencia del revisor fiscal en consideración no solo a la filosofía que encierra la figura al tener que reunir las
calidades exigidas por la ley, sino igualmente la de ejercer una vigilancia interna en la sociedad en forma
permanente a efectos de cumplir las funciones expresamente previstas en el Código de Comercio y en las demás
normas concordantes que versan sobre el tema.
Respecto del literal "c" enunciado, el profesor Gabino Pinzón en su libro Sociedades Comerciales, volumen 1 teoría
general, señala: "esta es una innovación muy útil del Código de Comercio, con lo cual puede conseguirse que el
derecho de inspección y vigilancia que corresponde a los socios sea ejercido con más facilidad y mayor eficacia. Por
eso mismo no puede entenderse que solamente sea viable este tipo de revisoría cuando lo solicite cualquier número
de socios no administradores que representan no menos del 20% del capital suscrito, en el cual se consagra una
importante garantía en el ejercicio del derecho de inspección y vigilancia, en favor de las minorías de socios".
Otra forma de creación de la revisoría fiscal la constituye la espontaneidad, es decir que sin ser legalmente
obligatoria se pacta expresamente en el contrato social. Dicho de otra manera, aunque queda al arbitrio de los
socios no administradores concebir dicha institución, una vez tomada la decisión afirmativamente se torna
obligatoria en el entendido de que se convierte en garantía que opera por ministerio de la ley en su favor aunque
representen solamente una minoría en relación con el capital, no pudiendo por tanto ser aceptada o rechazada por
la mayoría al ser disposición concebida voluntariamente, es decir, de una decisión obligatoria que no representa,
desde luego, una reforma de estatutos, sino el cumplimiento de una norma legal que forma parte del contrato social
sujeta a los principios consignados tanto por los artículos 38 de la Ley 153 de 1.887 y el 120 del Código de
Comercio, según los cuales el artículo 203 de este último estatuto ha de entenderse incorporado en el contrato
social, cualquiera sea la época de su celebración.
Sobre el interrogante formulado, y teniendo en cuenta los alcances del precepto establecido por la Ley 43 (13
parágrafo 2º.), se tiene que la obligación de tener revisor fiscal en tal evento solo procede cuando se dan los topes
de activos o ingresos brutos señalados, de donde la exigencia no se prolonga indefinidamente en el tiempo, sino
que persiste mientras esté presente la causal que le dio origen. En ese sentido se pronunció este despacho
mediante oficio 220-57326 de octubre 22 de 1.997, concluyendo que la obligación cesa en la medida en que para el
ejercicio social correspondiente no se verifiquen los supuestos determinados por el monto de activos y/o ingresos.
No obstante dicha afirmación, se debe poner de relieve dos circunstancias que han de considerarse en atención al
artículo 206 del Código de Comercio en concordancia con la norma de la Ley 43 de 1.990 citada, abstrayéndonos de
sí se trata de declaraciones de renta para hablar de estados financieros, y reiterando que ante el desaparecimiento
de los topes establecidos por la ley, la institución de la revisoría fiscal se torna optativa para el ente económico.
a.
Tratándose de estados financieros de fin de ejercicio y no de período intermedio, los cuales se encuentran
circunscritos a los postulados de veracidad, oportunidad, importancia e independencia en su preparación,
resulta obvio que la persona que en 1999 era el revisor fiscal, debe colocarlos con sus respectivas notas a
disposición del máximo órgano social para su aprobación en el año 2000, por ser él quien debió en
ejercicio de sus funciones centrar esfuerzos para avezar control y análisis sobre el patrimonio de la
sociedad, buscando no solo su protección, conservación y adecuada utilización; si no que las operaciones
se ejecutaron con máxima eficiencia, al no poder olvidar que los profesionales de la contaduría que actúan
como revisores fiscales tienen el deber legal de velar por el estricto cumplimiento del estatuto ético de la
profesión contenido en la Ley 43 de 1.990, al dar fe pública.
b.
Si el órgano respectivo considera el retiro del revisor fiscal antes de finalizar el correspondiente período o
este renuncia sin que se hayan aprobado los estados financieros, la persona que entre a terminar la labor
inconclusa debe poner de presente que éstos fueron examinados inicialmente por otra persona y
consecuente con ello indicar las salvedades que a bien tenga, con la debida sustentación.
2)
Si en una sociedad los estatutos establecen que para decidir validamente se requiere la
presencia de todos los socios, y ante la imposibilidad de concurrencia de uno de ellos, ¿cual es el
procedimiento para citar a junta de socios y poder deliberar y decidir?.
Inicialmente se hace referencia al artículo 181 del Código de Comercio al clasificar en dos las reuniones del máximo
órgano social, ordinarias y extraordinarias. Así, los socios de toda compañía se reunirán en junta de socios o
asamblea general ordinaria una vez al año, por lo menos, en la época fijada en los estatutos, teniendo en cuenta la
regla general del artículo 186 ibídem, de acuerdo con la cual las reuniones cualquiera que sea su carácter, deben
realizarse en el lugar del domicilio social, con sujeción a lo prescrito en la ley o en los estatutos en cuanto a
convocación y quórum, so pena de resultar ineficaces las decisiones adoptadas en contravención a tales exigencias.
Y se reúnen extraordinariamente cuando las condiciones así lo aconsejen.
Continua esta norma señalando que con excepción de los casos en que la ley o los estatutos exijan una mayoría
especial, las reuniones de socios se celebrarán de conformidad con las reglas dadas en los artículos 427 y 429.
Mientras tanto, el artículo 359 ibidem es del siguiente tenor: "En la junta de socios cada uno tendrá tantos votos
cuantas cuotas posea en la compañía. Las decisiones de la junta de socios se tomarán por un número plural de
socios que represente la mayoría absoluta de las cuotas en que se halle dividido el capital de la compañía". En los
estatutos podrá estipularse que en lugar de la absoluta se requerirá una mayoría decisoria superior.
Por su parte, el artículo 360 idem expresa: "salvo se haya estipulado una mayoría superior, las reformas han de ser
aprobadas con el voto favorable de un número plural de asociados que represente, cuando menos, el 70 por ciento
de las cuotas en que se halle dividido el capital", (la subraya para llamar la atención).
Con base en lo precedente, se puede anotar que mientras el artículo 427, modificado por el artículo 68 de la Ley
222 de 1.995, manifiesta que la asamblea deliberará con un número plural de socios que represente, por lo menos,
la mitad más una de las acciones suscritas, salvo que en los estatutos se pacte un quórum menor; el artículo 429
modificado por el artículo 69 de esta ley establece que para las reuniones de segunda convocatoria la
nueva reunión sesionará y decidirá con un número plural de socios, cualquiera sea la cantidad de
acciones que esté representada.
Dando respuesta al interrogante propuesto, debe previamente expresarse que el legislador ha zanjado las
dificultades que se pueden presentar en cierto momento para llevar a cabo la primera reunión, independiente de la
circunstancia que la rodee, dada la posibilidad de que no exista el quórum necesario para deliberar. Por ello, se han
previsto en la ley las reuniones de segunda convocatoria, en las cuales las sociedades sesionarán y decidirán
válidamente cuando se cumpla el requisito de la existencia de un número plural de socios cualquiera sea la cantidad
de acciones que representen para efectos de quórum..
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