COLEGIO LA GAITANA IED EXPEDICIONES AL MAR ISLA

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COLEGIO LA GAITANA IED
EXPEDICIONES AL MAR
ISLA GORGONA
11 – 15
de Noviembre 2011
De por sí la experiencia comienza con el haber ganado el premio para ir a la expedición, pues
aunque queríamos ir los 2 colegios en los que se desarrolla el proyecto pedagógico, nos tocó
escoger entre los 2, el Simón Bolívar IED o La Gaitana IED, los argumentos fueron varios y
finalmente el elegido fue este último, sin embargo se tuvo que realizar otra escogencia pues el
proyecto los integran 23 estudiantes de ciclo IV, ahí también se argumento la escogencia y
finalmente viajamos los 13 seleccionados y yo.
El día viernes 11, estuvimos muy temprano los niños, padres de familia y yo, nos dieron una
charla informativa para que todos observáramos lo que íbamos a ver en esta expedición.
Vino luego la despedida de los papás con sus hijos cuando nos subimos a la buseta que nos
llevaría a un hangar privado para tomar nuestro vuelo, fue emotiva y con muchas lágrimas de
parte y parte. Ya subidos en la buseta, observamos las primeras dos “ballenas” de nuestro
viaje, eran 2 aeronaves grandes de Avianca carreteando por una de la pista del aeropuerto,
eran grandes y majestuosas.
Llegados al hangar, observamos “ballenatos” de diferentes formas y tamaños aguardando a
sus pasajeros para emprender viajes a diferentes sitios de la geografía nacional.
Nos recibieron regalándonos unos relojes digitales para niños y otros para niñas, luego nos
dieron una charla informativa a cerca del vuelo y un video donde observamos, como debíamos
ubicarnos en las sillas del avión y el uso de las salidas de emergencia.
Desafortunadamente las malas condiciones climáticas de Bogotá y de la región central del país
nos obligó a permanecer 7 horas en ese hangar, fue un poco desesperante la situación por la
expectativa que generaba todo el viaje. Finalmente cuando ya creía perdidas las esperanzas
para viajar ese día, nos dijeron hacia las 2 de la tarde que podíamos despegar rumbo a nuestro
ansiado destino. Los niños comenzaron a sacar sus cámaras y empezó una interminable
jornada de fotografías hasta que se les acabaron las baterías o las memorias de estos
aparatos.
Al despegar el avión, podía observar sus caritas llenas de asombro, de nervios y de alegría y a
la vez miraban por las ventanillas la ciudad que desde arriba cada vez se veía mas pequeña,
luego vinieron las nubes y algunos paisajes que se dejaban ver de vez en cuando debido a la
gran cantidad de nubes que había en el trayecto hacia el municipio Caucano de Guapi.
Llegando a nuestro destino, pudimos ver la majestuosidad del rio Guapi y luego la pista del
aeropuerto de Guapi, por fin aterrizamos a las 3:20 p.m. el día estaba lluvioso, esperábamos un
calor abrazador, pero no, era un clima templado y acogedor.
Enseguida nos subieron a unos mototaxis (las chivas del viaje terrestre) que nos llevaron al
minipuerto de Guapi donde nos subimos a una lancha que nos llevaría a la isla Gorgona, el
viaje fue abrupto por el tamaño de las olas de esa tarde, la lancha parecía estar en un juego
extremo de un parque de diversiones, los niños no hacían mas que gritar durante el trayecto de
hora y media, esta situación opacó en parte el primer encuentro con el mar, pues el oleaje de
un metro y quizás de metro y medio que nos mecía en la pequeña lancha, provocando los
gritos de los niños opacaba la expectativa que generaba el encontrarse con esa gran gigante y
salada porción de agua.
Llegamos a las 5:30 p.m. a la isla, nos dieron la bienvenida y luego realizaron una aduana
ecológica para verificar que no lleváramos elementos que fueran nocivos para el ecosistema
que están guardando meticulosamente. Nos dieron un refrigerio, nos ubicaron en las alcobas
destinadas, luego una charla informativa acompañada de un video del ecosistema de la isla,
finalmente nos llevaron a las 7:00 p.m. para degustar una deliciosa cena que ya nos hacía
mucha falta, pues no habíamos recibido más que refrigerios durante todo el día. Finalmente
nos fuimos cada uno para los dormitorios y las 9:00 p.m. ya todos estábamos acostados
esperando las sorpresas del siguiente día.
Muy temprano nos levantamos, 5:30 a.m. y al abrir la puerta de la cabaña donde estábamos el
paisaje
fue mágico, arbustos, palmeras, la casa
Payan y
el mar, ahí de frente a unos 50 metros, estaba
en calma
y con un color grisáceo que emulaba el color
de
las
nubes de ese día. Me pregunté: ¿el mar es
gris en el
pacífico? No hubo respuesta, lo único sí, es
que
había llovido como desde las 2 de la
madrugada y continuaba haciéndolo con una
llovizna
leve pero copiosa, que nos acompañaría
durante
todo el segundo día de expedición.
Fuimos a degustar un delicioso desayuno y luego nos preparamos para nuestra primera
caminata, a todos nos dieron botas de caucho según nuestra talla y nos fuimos las 8:30 a.m.
rumbo a playa palmeras, un recorrido de dos horas treinta minutos. Camino a dicha playa
siempre nos acompañaron 2 guías y un patrullero de la policía nacional escoltando la fila que
se hacía en el sendero algunas veces rocoso, plano, montañoso y con lodo arcilloso. Hacíamos
paradas para que el guía nos explicara el descubrimiento de la isla por Francisco Pizarro y
dador del nombre Gorgona por la cantidad de serpientes que habitaban la isla, el regalo de
Simón Bolívar a 2 familias por su colaboración en las batallas de independencia, la creación del
penal por Alberto Lleras, los diferentes pabellones que se encontraban dispersos por toda la
isla, las especies endémicas del lugar, el tipo de vegetación, la desforestación hecha por el
hombre, el cuidado que actualmente se hace para recuperar la vegetación, las playas en
conservación para el crecimiento y recuperación de los corales y finalmente llegar a la playa
para zambullirnos entre las olas que allí se producen.
Cuando íbamos llegando, nuestro guía principal Fredy Obregón siempre nos animó con su
energía y alegría y cada vez que sentíamos desfallecer nos decía que la playa estaba a “media
cuadra” y que debíamos estar “enérgicos como él”. Al llegar a la playa el espectáculo visual se
tornó indescriptible, una playa de cerca de 1 kilómetro hermosa y sola para nosotros, que
bendición! una playa inigualable para que la disfrutáramos los 22 que íbamos en esta
expedición, la cara de los niños y niñas también era indescriptible, la alegría y la curiosidad por
meterse al agua eran inmensas, el contacto con el agua y las olas se convirtió en una marejada
de gritos y risas que solo culminaron 2 horas después de estar sumergidos en esas aguas
juguetonas, que golpeaban nuestros cuerpos, nos arrastraban hacia la orilla y otras veces
hacia el fondo, pero Fredy, siempre estuvo atento a que no pasáramos una línea imaginaria
para evitar accidentes. Fue una experiencia única y privilegiada, saber que quizás cada uno de
los papás de estos niños hubiera querido tener ese recuerdo, ver a sus hijos conociendo el mar
y solo yo lo pude disfrutar y valorar. Impresionante!
Luego nos devolvimos por el mismo sendero pero nos detuvimos en el arrecife de playa blanca,
donde están los corales en formación y mantenimiento, tomamos agua 100% potable del
arroyo que desembocaba en aquel lugar, lavamos nuestras botas y abordamos una lancha que
nos recogió para volver al poblado y degustar el almuerzo tipo bufet a la orilla del mar: qué
espectáculo! Todo para nosotros.Nos dijeron que descansáramos una hora y nos metiéramos a
la piscina de agua natural (sin químicos artificiales), para hacer una práctica de “careteo” para ir
al siguiente día al acuario natural a observar peces, esta experiencia fue inquietante porque
muchos no sabíamos nadar, nos explicaron la técnica, nos dieron un salvavidas y de a parejas
íbamos pasando para hacer nuestra prueba que no tuvo contratiempos y fue muy
enriquecedora.
En la noche nos mostraron un video que describía la hermosura de la vida marina, pero en
contraste cómo los seres humanos la estamos destruyendo poco a poco, quedándonos de
enseñanza que debemos valorar y cuidar la fauna y flora marina para que las especies que hoy
aún recorren el océano, no se conviertan en simples figuras de cera o seres disecados en un
museo del futuro.
Al siguiente día en la mañana, nos llevaron por otro camino para ir al acuario natural para
observar peces a través de la técnica del “careteo”. Ahí también había mucha expectativa,
porque aunque la experiencia del día anterior fue tranquila, ya saberse en mar abierto, sin
saber nadar y teniendo la cabeza bajo el agua, generaba mucha inquietud, pero uno de mis
estudiantes, que todo el tiempo me dijo que estaba nervioso, fue el primero en “mandarse” al
agua, obvio, acompañado de los guías, cuando regresó, llegó contento y me expresó que no
tenía palabras para describir todo los que vio, situación que se repetía niño tras niño, niña tras
niña, y me preguntaba, así de aburrido está la cosa?, pero no, lo que ocurría era que la
experiencia fue tan emocionante y única que llegaban sin palabras. Estando ahí nos recogió
nuevamente una lancha, llegamos al poblado, almorzamos y luego de reposar fuimos a
conocer el penal.
Entrar a las ruinas de la antigua cárcel, causó expectativa, pero a medida que nos describían la
crueldad de aquel lugar, preferí solo escuchar y no tomar más fotografías. Solo coloco estas
que dan cuenta que los niños, niñas y yo estuvimos ahí. Pero esta experiencia fue deprimente
al observar la crueldad del ser humano para consigo mismo y por ende para la naturaleza.
Hacia las 5:00 p.m. tuvimos tiempo libre para realizar actividades libres dentro del poblado.
Pero hacia las 9:00 p.m. cuando me cercioré que todos los expedicionarios que íbamos de
Suba ya estaban en sus dormitorios, me puse a contemplar el paisaje y agradeciendo al
Altísimo por semejante experiencia de vida, miré al cielo y llegó uno de los regalos más
hermosos que solo se pueden admirar allá: la luna llena con su reflejo en el mar, tomé muchas
fotografías y disfruté a solas esta maravilla, pues parecía que nadie más en el poblado estaba
disfrutando de este espectáculo. Los niños no lo podían hacer pues estaba prohibido salir
después de las 9:00 p.m. por seguridad de ellos y por tranquilidad de los turistas a esa hora de
la noche.
El Lunes en la mañana nos llevaron a conocer el funcionamiento del poblado, cómo se calienta
el agua de baños, la recolección y el manejo de residuos sólidos, el tratamiento de aguas
negras, la generación de energía eléctrica, el uso de telefonía satelital alimentada
eléctricamente por paneles solares y por último un reconocimiento visual del cementerio de los
presos del antiguo penal.
En la tarde estuvimos en la playa de aguas cristalinas que está frente al poblado, luego en la
piscina y en la noche realizamos un concierto de flautas para todos los que habitábamos la isla
esa noche. En el comedor del personal administrativo de la isla, armamos nuestro escenario y
presentamos un corto repertorio que produjo varios aplausos entre los asistentes. Nuestra
intención en mostrar el trabajo musical que desarrollamos, es la de trascender las fronteras de
nuestra ciudad, ya que hemos tenido la fortuna de tocar en los auditorios más reconocidos de
ella, pero como meta, ahora queríamos trascender sus fronteras y aunque ya tuvimos una
primera experiencia en el municipio Cundinamarqués de Fómeque, llegar a un punto tan
distante de nuestra geografía, se convirtió en todo un hito que quedará en la memoria de todos
los que estuvimos esa noche en ese lugar y en los descriptores de desempeño de nuestra
historia de la Banda Escuela Sinfónica de Suba BESS.
Hubo muchos comentarios positivos de nuestra presentación, entre esos, destacaron la
presentación de los niños como un suceso único en todas las expediciones hasta ahora
realizadas hasta la fecha en la isla, agradecimientos por la muestra artística que sensibilizó a
los asistentes frente a la importancia de la música como un componente esencial para la vida y
por último, el gerente de la isla quedó gratamente impresionado del talento de los chicos y
enfatizó en pasar un reporte altamente positivo de la presentación artística de los niños en la
isla.
Al siguiente día nos levantamos muy temprano y emprendimos nuestro retorno a Bogotá, fue
un momento difícil pues el encariñamiento con la isla y con el personal que nos atendió fue de
mucho apego. Fredy nuestro guía nos acompañó todo el tiempo, y nos despedimos de él
sabiendo que encontramos a un amigo incondicional en territorios ajenos a nuestra
cotidianidad.
Por último, agradezco primero a Dios por esta oportunidad que nos dio de vivir esta experiencia
inolvidable, al CADEL, a la SED y a Aviatur que nos dieron un regalo invaluable para nuestras
vidas. A mi amigo, compañero y colega Alejandro Jiménez con el construimos este sueño
musical y que espero pueda conocer este paraíso con sus estudiantes en días venideros. Al
apoyo de la rectora del colegio La Gaitana Myriam Lucy Tarquino, a los consejos de la
profesora Nohora Consuelo Aldana y a los estudiantes de la banda por haber compartido una
de las experiencias más significativas de toda mi vida.
HENRY ALFONSO RUIZ PARDO
Profesor de música
Colegio La Gaitana IED
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