Notas al pie capítulo XX

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Notas al pie capítulo XX
1 El sabio Roscher [Die Grundlagen der Nationalökonomie, 2° ed., Stuttgart y Augsburgo,
1857, p. 102] ha descubierto que sí ciertos autores caracterizan el comercio como la
"mediación" entre productor y consumidor, con la misma “se” podría caracterizar la misma
producción como una “mediación” del consumo (¿entre quiénes?), de donde, naturalmente,
se sigue que el capital comercial forma parte del capital productivo, lo mismo que el capital
agrícola y el industrial. Como puede decirse que el hombre sólo puede realizar su consumo
por medio de la producción (cosa que tiene necesariamente que hacer, aunque no haya
adquirido ninguna cultura en Leipzig), o que el trabajo es necesario para la apropiación de
la naturaleza (a lo que puede darse el nombre de “mediación”), se llega naturalmente a la
conclusión de que una “mediación" social –en cuanto mediación– emanada de una forma
social específica de la producción presenta el mismo carácter absoluto de necesidad, el
mismo rango. Es la palabra mediación lo que lo resuelve todo. Por lo demás, no es cierto
que los comerciantes sean mediadores entre el productor y el consumidor (dejando a un
lado, por el momento, al segundo en cuanto separado del primero, al consumidor que no
produce), sino vehículos de intercambio de los productos de estos productores entre sí, las
personas intermedias de un cambio que en miles y miles de casos se realizan sin necesidad
de que ellos intervengan.
2 El señor Kiesselbach (Der Gang des Welthandels, etc., im Mittelalter [Stuttgart], 1860),
sigue viviendo, en realidad, prisionero de las ideas de un mundo en que el capital comercial
aparece como la forma del capital en general. No tiene ni la más remota noción del sentido
moderno del capital, como le ocurre también al señor Mommsen, que en su Historia de
Roma habla de “capital” y de dominación capitalista. En la historia inglesa moderna, los
comerciantes en sentido estricto y las ciudades comerciales se presentan también como
factores políticamente reaccionarios y aliados a la aristocracia terrateniente y financiera en
contra del capital industrial. No hay que fijarse, por ejemplo, en el papel político
desempeñado por Liverpool frente a Manchester y Birmingham. El capital comercial y la
aristocracia financiera (moneyed interest) de Inglaterra no reconocieron íntegramente la
hegemonía del capital industrial hasta que no se abolieron los aranceles sobre el trigo, etc.
3 “Los habitantes de las ciudades comerciales, al importar las mercancías de lujo más
costosas y las manufacturas más perfectas de los países ricos, excitaban la vanidad de los
magnates y de los grandes señores territoriales, que las compraban a cambio de enormes
cantidades de las producciones originarías de sus tierras. El comercio de una gran parte de
Europa consistió principalmente, durante aquel tiempo, en el intercambio de estas
producciones primarias por los productos acabados de las más civilizadas naciones... Pero
fue creciendo en tal forma su demanda que los mismos comerciantes, para ahorrarse los
gastos de transporte. Comenzaron a establecer en sus propios países algunas de aquellas
manufacturas” (A. Smith, La riqueza de las naciones, op. cit., libro III, cap. III. p. 362.)
4 "Los comerciantes se quejan grandemente de los nobles o bandoleros, pues tienen que
afrontar grandes peligros para comerciar, los cogen presos, los apalean, los escarnecen y los
roban. Si sufriesen todo esto por amor a la justicia. habría que tener a los comerciantes por
hombres santos... Pero como los comerciantes, en el mundo entero, cometen tan grandes
desafueros los unos contra los otros y se roban y despojan unos a otros, ¿qué de extraño
tiene que Dios haya dispuesto que esos grandes bienes mal adquiridos se pierdan o sean
robados de nuevo y que sus poseedores pierdan además la cabeza o sean tomados
prisioneros? ... Y los príncipes deben castigar como se debe ese comercio injusto y velar
porque sus súbditos no sean ignominiosamente estafados por los comerciantes. Pero no lo
hacen, por eso Dios tiene que valerse de los caballeros y los bandidos castigando por medio
de ellos los desafueros de los comerciantes, como por medio de sus demonios, del mismo
modo que azota la tierra de Egipto y el mundo entero con demonios o con enemigos. Hace,
pues, que un canalla se estrelle contra otro, sin dar con ello a entender que los bandoleros
sean menos bandoleros que los comerciantes. Tanto más cuanto que los comerciantes roban
todos los días al mundo entero, mientras que los bandoleros roban a uno o a dos solamente
una vez o dos al año. “Proceded con arreglo a la sentencia de Isaías 1: Tus príncipes se han
asociados a los ladrones. A veces cuelgan a ladrones que han robado un gulden (20) o
medio gulden y andan del brazo con los que roban a todo el mundo, para que salga verdad
el refrán que dice: los ladrones grandes cuelgan a los pequeños, o como decía el consejero
romano Catón: los malos ladrones se pudren en las cárceles y ergástulas, mientras los
ladrones públicos se pasean cubiertos de oro y seda. ¿Pero qué dirá a todo esto Dios,
cuando llegue la hora? Fundirá, como lo dice por boca de Ezequiel, a príncipes y
comerciantes, a unos ladrones con otros, como plomo y bronce, como cuando arde una
ciudad, para que se acaben los comerciantes y los príncipes." (Martín Lutero, Escritos
sobre el comercio y la usura, Wittenberg, 1524. [Lutero, Obras Wittenberg 1589, 6° parte,
pp. 296 s].)
5 Ya los autores del siglo XVIII se encargaron de poner de manifiesto el papel
predominante que tuvo en el desarrollo de Inglaterra, prescindiendo de otros factores, la
base de la pesca, la manufactura y la agricultura. Véase, por ejemplo, Massie. Como
reacción contra la concepción anterior que tendía a desdeñar el volumen y la importancia
del comercio asiático, antiguo y medieval, se ha puesto de moda ahora la tendencia a
realzarlos extraordinariamente. La mejor manera de curarse de este modo de pensar es
comparar las exportaciones e importaciones inglesas de comienzos del siglo XVIII y las
actuales, a pesar de que eran incomparablemente mayores que las de cualquier pueblo
comercial anterior. (Véase Anderson, History of Commerce [Londres, 1764. tomo II, pp.
261 ss.].)
6 Los métodos de explotación de la India por los ingleses revelan mejor que la historia de
ningún otro pueblo toda una serie de experimentos fallidos y realmente necios (en la
práctica, infames). En Bengala crearon una caricatura de la gran propiedad inglesa de la
tierra; en la India sudoriental una caricatura de la propiedad parcelaria. en el Noroeste
convirtieron, en lo que de ellos dependía, la comunidad económica india basada en la
propiedad colectiva de la tierra en una caricatura de sí misma.
7 También esto empieza a cambiar desde que Rusia realiza esfuerzos verdaderamente
convulsivos para desarrollar una producción capitalista propia, que no cuenta con otro radio
de acción que el mercado interior y el mercado asiático colindante. F. E.
8 Lo mismo ocurría con la industria renana de cintas y galones y con la de tejidos de seda.
Cerca de Krefeld existe incluso un ferrocarril destinado especialmente al tráfico de estos
tejedores manuales del campo con los “fabricantes” de la ciudad, hoy paralizado con la
misma industria de los tejedores manuales a consecuencia de la introducción del telar
mecánico. F. E.
9 Este sistema se ha desarrollado, desde 1865, sobre bases todavía más extensas. Más
detalles acerca de esto en First Report from the Select Committee of the house of Lorde on
the Sweating System, Londres, 1888. F. E.
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