ALTERACIONES DEL METABOLISMO DEL FOSFORO

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METABOLISMO DEL FOSFORO
El presente artículo es una actualización al mes de julio del 2006 del Capítulo del Dr. Carlos
Lovesio, del Libro Medicina Intensiva, Dr. Carlos Lovesio, Editorial El Ateneo, Buenos Aires (2001)
DISTRIBUCIÓN EN EL ORGANISMO
Un hombre normal de 70 Kg. contiene aproximadamente 712 gramos o 23.000 mmol de
fósforo. El 80% de éste se encuentra en el hueso y el 9% en el músculo esquelético.
La mayor parte del fósforo en el músculo esquelético y en las vísceras es intracelular, y su
concentración promedio en el agua celular es de 100 mmol/l. Mientras el potasio es el principal
catión intracelular, el fósforo es el anión más importante. El fósforo intracelular se encuentra
predominantemente en forma orgánica, como compuesto intermedio de carbohidratos, lípidos y
proteínas. Una pequeña fracción es inorgánica, pero tiene trascendencia biológica por cuanto es la
fuente de resíntesis del ATP.
El fosfato se encuentra en el plasma en dos formas, como compuesto ultrafiltrable y unido
a las proteínas (Fig. 1). Aproximadamente el 20% del total está ligado a las proteínas. El resto, o
fósforo inorgánico (Pi) se encuentra como ortofosfatos, compuestos derivados de la ionización
secuencial del ácido fosfórico: H3PO4 → H+ + H2PO4- → H+ + HPO42- → H+ + PO43-.
En los fluidos biológicos, el Pi se halla en dos formas iónicas: el fosfato bivalente y el
fosfato monovalente, y el pK de este par buffer es de 6,8. Al pH normal del plasma, el 80% se
encuentra en la forma bivalente.
P plasmático total
12,09 mg/dl
(3,9 mmol/l)
Insoluble en ácido
Fosfolípidos
8,06 (2,6)
Soluble en ácido
4,03 (1,3)
éster orgánico
0,31 (0,1)
inorgánico
3,72 (1,2)
ortofosfatos
3,71 (1,2)
complejado con Ca++ y Mg++
0,21 (0,07)
5%
“libre“
3,13 (1,01)
85%
H2PO4
0,62 (0,2)
pirofosfatos
0,009 (0,003)
unido a proteínas
0,37 (0,12)
10%
H2PO
2,51(0,81)
Fig. 1.- Distribución del fósforo en el plasma.
Al pH neutro, 1 mmol/l de Pi equivale a 3,1 mg/dl y a 1,8 mEq/l. En los niños, la
concentración de fósforo inorgánico sérico, que es el que habitualmente se determina con los
métodos de laboratorio estándar, varía entre 4,0 y 7,1 mg/dl (1,3 a 2,3 mmol/l). En adultos, la
concentración sérica varía entre 2,8 y 4,5 mg/dl (0,9 a 1,5 mmol/l). En las personas normales la
concentración sérica de fósforo es regulada dentro de un rango muy estrecho, aunque existen
variaciones diurnas y estacionales.
METABOLISMO
El fósforo es un elemento crítico para el desarrollo esquelético, la mineralización ósea, la
composición de la membrana celular, la estructura de los nucleótidos y los mecanismos de señales
celulares. De forma similar al calcio, el nivel de fósforo sérico es mantenido dentro de un rango
estrecho a través de un complejo interjuego entre la absorción intestinal, el intercambio con los
depósitos intracelulares y óseos, y la reabsorción tubular renal. El órgano principal que regula la
homeostasis del fósforo es el riñón. La hipofosfatemia estimula la síntesis de 1,25(OH)2-D
(calcitriol) a través de la hidroxilasa respectiva en el riñón, permitiendo el aumento de la absorción
del calcio y del fósforo en el intestino y aumentando la movilización de calcio y fósforo desde el
hueso. En adición, la hipofosfatemia es un estímulo potente para aumentar la reabsorción tubular de
fosfato. El aumento resultante en el calcio sérico inhibe la secreción de PTH con el subsiguiente
aumento en la excreción urinaria de calcio y el aumento en la reabsorción tubular de fosfato. De este
modo, se mantiene el nivel normal de calcio sérico y el fosfato sérico retorna a la normalidad. La
PTH regula la reabsorción de fosfato, pero su función principal es mantener la homeostasis del
calcio. La PTH aumenta la excreción urinaria de fosfato a través de la reducción de la expresión del
trasportador Na-Pi.
El adulto normal ingiere aproximadamente 800 a 1.600 mg de fósforo por día con la
dieta, aunque esta cantidad varía ampliamente. De la cantidad ingerida, un tercio es eliminado por la
materia fecal y los dos tercios restantes por el riñon. Entre el 50 y el 65% del fósforo de la dieta es
absorbido, en su mayor parte en el yeyuno. La absorción intestinal de fósforo depende del gradiente
de concentración transmembrana del anión libre, y se produce exclusivamente por difusión pasiva.
También se ha descrito una absorción intestinal activa por mecanismos dependientes de calcitriol,
pero ésta ocurre en muy escasa medida en condiciones normales, siendo importante en situaciones
de deprivación dietética o de deficiencia de fósforo. La absorción de fosfato puede disminuir con la
ingesta elevada de calcio o con la ingesta de antiácidos con hidróxido de aluminio, que se unen al
fósforo en el intestino, o por la administración de corticoides.
El fósforo es filtrado libremente en el glomérulo. Dentro de los niveles fisiológicos de
fósforo sérico y durante una ingesta normal de fósforo, aproximadamente 6 a 7 g/día de fósforo son
filtrados por el riñón. Más del 80% de la carga filtrada es reabsorbida en el túbulo proximal y una
pequeña cantidad en el túbulo distal. El resto es eliminado en la orina. La forma más conveniente de
evaluar el transporte renal de fosfato es calculando la reabsorción tubular máxima de fosfato en
relación a la filtración glomerular (TMP/GFR). En el adulto normal este valor varía entre 2,5 y 4,2
mg/dl.
La reabsorción proximal se produce por transporte pasivo acoplado al sodio (cotransporte
Na-P). En el riñón humano se han descrito dos sistemas distintos de cotransporte Na-Pi. El principal
responsable de la homeostasis del Pi es el cotrasportador tipo 2, cuya familia incluye el NPT2a,
NPT2b y NPT2c. La expresión del trasportador NPT2a está restringida a la zona apical de la célula
tubular renal proximal y a la zona basolateral de los osteoclastos. Un defecto en la proteína NPT2a
es responsable de un aumento en la excreción fraccional de Pi en la orina, resultando en
hipofosfatemia. Esta anormalidad se asocia con defectos en la mineralización ósea y nefrolitiasis.
La abundancia de NPT2a en el borde libre de las células tubulares renales es controlada por
hormonas, de las cuales las mejor caracterizadas son la PTH y el factor de crecimiento de
fibroblastos 23 (FGF-23), aunque también depende de factores no hormonales.
La excreción urinaria de fosfato depende en gran medida de la ingesta oral del producto.
El aumento del fosfato de la dieta se asocia con excreción urinaria total y fraccional aumentada. La
depleción de fosfato provocada por dietas pobres en esta sustancia, o por pérdidas intestinales, se
asocia habitualmente con una excreción disminuida. Se debe tener en cuenta que existe un máximo
de capacidad reabsortiva de fosfato por el riñón (Tmp) que está en relación con la carga aportada y
con el clearance de filtración glomerular.
La reabsorción tubular de fosfato es regulada fundamentalmente por la paratohormona
(PTH). No obstante los múltiples factores que pueden regular la excreción renal de fosfato (Tabla
1), el nivel de actividad de PTH en el plasma es probablemente el factor más importante de tal
control. La PTH induce fosfaturia por disminución del trasportador NPT2a. El efecto se ejerce
principalmente en el túbulo proximal. Los metabolitos de la vitamina D, por su parte, estimulan la
reabsorción tubular de fosfato, y este efecto ocurre en parte en el túbulo proximal.
Tabla 1.- Factores que modifican la reabsorción tubular de fosfatos
Factores
Fósforo en la dieta
Hormonas
Trastornos ácido base
Aumentan
Dieta restringida en fósforo
Insulina, epinefrina, hormona de
crecimiento, hormona tiroidea,
calcitriol?, estrógenos?
Alcalosis respiratoria
Disminuyen
Dieta rica en fósforo
Glucocorticoides, calcitonina
Acidosis
metabólica,
respiratoria
acidosis
El eje clásico PTH/vitamina D no explica en forma completa la complejidad de la
homeostasis del fosfato. Por ejemplo, los pacientes con raquitismo hereditario y adquirido
hipofosfatémico presentan una pérdida profunda de fosfato por el riñón y disrupción del aumento
compensatorio del calcitriol pero mantienen niveles normales de PTH sérica y de calcio. Avances
recientes en la comprensión de estos síndromes han implicado el reconocimiento de nuevos
reguladores de la homeostasis del fosfato que pueden actuar en forma conjunta o independiente del
control del metabolismo del calcio. A través del estudio de síndromes raros de disregulación de la
homeostasis del fosfato, se han reconocido factores tales como el factor de crecimiento de
fibroblastos 23 (FGF-23) y el factor inductor tumoral de osteomalacia (TIO) como elementos
activos en la regulación del metabolismo del fosfato.
HIPOFOSFATEMIA
CLASIFICACIÓN E INCIDENCIA
La hipofosfatemia no necesariamente indica una depleción de fósforo. En contraste,
puede existir una depleción importante de fósforo en presencia de una concentración sérica de
fósforo inorgánico normal o incluso elevada. El fósforo es tan abundante en la naturaleza que su
déficit prácticamente nunca ocurre en individuos que se alimentan normalmente.
La hipofosfatemia se ha clasificado en moderada o severa de acuerdo con los niveles
séricos de fósforo. Así, una hipofosfatemia moderada implica niveles séricos de fósforo de 1,0 a 2,5
mg/dl. En la hipofosfatemia severa, por su parte, los niveles de fósforo se encuentran por debajo de
1,0 mg/dl (0.32 mmol/l).
La hipofosfatemia en los pacientes internados es una anormalidad química común,
hallada en aproximadamente 2 a 3% de las admisiones. El número de pacientes que eventualmente
desarrollan hipofosfatemia durante la hospitalización aumenta significativamente, teniendo como
causa las múltiples medicaciones y complicaciones de la enfermedad de base que pueden disminuir
la concentración sérica de fósforo.
ETIOLOGÍA
Existen tres mecanismos básicos por los cuales se puede producir hipofosfatemia o una
depleción de fosfatos:
1. Disminución de la absorción gastrointestinal de fósforo, debido a la ausencia de
fósforo en la dieta o a una disminución en la absorción.
2. Existencia de un flujo neto de fosfato hacia sitios no extracelulares.
3. Pérdida renal de fósforo inorgánico o pérdida a través de diálisis extracorpórea.
En la Tabla 2 se indican las condiciones clínicas asociadas con hipofosfatemia.
Tabla 2.- Causas de hipofosfatemia
Redistribución interna
Alcalosis respiratoria: dolor, ansiedad, ataque de pánico, intoxicación por salicilatos, sepsis, golpe de calor
Recuperación de malnutrición: infusión de carbohidratos
Recuperación de cetoacidosis diabética
Hormonas: insulina, glucagón, epinefrina, cortisol, calcitonina
Crisis blástica en leucemia
Síndrome de hueso hambriento
Aumento de la excreción urinaria
Hiperparatiroidismo primario o secundario
Desordenes del metabolismo de la vitamina D: deficiencia, raquitismo
Transplante renal
Expansión de volumen
Síndrome de Fanconi, Síndrome de Dent
Defectos tubulares renales congénitos
Abuso de alcohol
Acidosis respiratoria o metabólica
Empleo de diuréticos
Disminución de la absorción intestinal
Severa restricción de fósforo en la dieta
Abuso de antiácidos
Deficiencia de vitamina D
Diarrea crónica
Esteatorrea
PATOGENIA
La redistribución interna es la causa más frecuente de hipofosfatemia. Las condiciones
clínicas asociadas son la alcalosis respiratoria aguda, el aumento de la insulina durante la
administración de glucosa, la recuperación de la cetoacidosis diabética, y la realimentación de
pacientes malnutridos. Estas condiciones estimulan la glicolisis, conduciendo a la formación de
compuestos de glucosa fosforilada y a un pasaje intracelular de fósforo.
En pacientes con cetoacidosis diabética, el comienzo de la hipofosfatemia es
habitualmente temprano, aparece en las primeras 24 horas y alcanza su máximo entre las 24 y 36
horas. Los pacientes diabéticos que desarrollan glucosuria, cetonuria y poliuria pierden excesiva
cantidad de fosfato con la orina. La acidosis metabólica, por su parte, aumenta la pérdida urinaria de
fosfato. Cuando el paciente es tratado con insulina y fluidos y se corrige la cetoacidosis, el fósforo
sérico disminuye abruptamente y cesa la fosfaturia.
Una serie de factores pueden ser responsables de la depleción de fósforo en el alcohólico.
La hipofosfatemia aparece en el 50% de los pacientes alcohólicos hospitalizados. Los factores que
se han involucrado en la génesis de la hipofosfatemia del alcohólico son la disminuida absorción
intestinal de fosfatos (escasa ingesta de fosfatos o vitamina D, empleo de quelantes de fosfatos para
tratar la gastritis recurrente, diarrea crónica), el aumento de la excreción urinaria de fosfato (lesión
tubular proximal inducida por alcohol, hiperparatiroidismo secundario por deficiencia de vitamina
D), y el movimiento del fosfato al interior de las células (alcalosis respiratoria aguda, sepsis,
síndrome de realimentación en pacientes malnutridos).
Se ha denominado Síndrome de realimentación al cuadro clínico que aparece en pacientes
desnutridos que son realimentados después de una significativa pérdida de peso. Marik y
colaboradores han comprobado que una situación similar se presenta en pacientes ingresados en
terapia intensiva, incluso después de cortos períodos de ayuno, en particular si presentan cuadros
hipercatabólicos y son sometidos a asistencia ventilatoria mecánica.
Las alteraciones en el metabolismo del fosfato son fundamentales en el Síndrome de
realimentación. En los individuos en ayuno, el catabolismo de las grasas y músculos conduce a una
pérdida de masa muscular seca, agua y minerales. A pesar de una reducción en el contenido del
fosfato corporal total, la concentración sérica generalmente permanece en el rango de referencia
normal debido al ajuste en la excreción renal. Con el aporte de carbohidratos como fuente
energética durante la realimentación, se estimula la liberación de insulina. La repleción de
carbohidratos y la liberación de insulina aumentan la captación celular de glucosa, fósforo y
potasio. La combinación de una depleción de los depósitos de fósforo y el incrementado flujo del
anión hacia el espacio intracelular conduce a una severa hipofosfatemia extracelular. Los niveles
bajos de potasio sérico se asocian con depleción de los depósitos de alta energía y del ATP,
alterando el metabolismo celular.
En el síndrome de hueso hambriento que sigue a la paratiroidectomía para la corrección del
hiperparatiroidismo, se produce una deposición masiva de fósforo y calcio en el hueso, resultando
en hipocalcemia e hipofosfatemia.
CUADRO CLÍNICO
Existen al menos cinco consecuencias comprobadas de la hipofosfatemia grave (Tabla 3):
1) disfunción hematológica; 2) disfunción cardíaca; 3) disfunción hepática; 4) alteraciones del
sistema nervioso; y 5) insuficiencia respiratoria.
Se admite que la hemólisis ocurre sólo cuando la concentración de fósforo sérico es menor
de 0,5 mg/dl, y probablemente en presencia de influencias adicionales tales como la acidosis grave.
En pacientes sometidos a nutrición parenteral se ha comprobado una depresión de la actividad
quimiotáctica, fagocítica y bactericida de los granulocitos, que coincide con la presencia de
hipofosfatemia. El mecanismo propuesto para explicar la alteración inducida por la hipofosfatemia
ha sido la disminución en la síntesis del ATP. Los efectos de la hipofosfatemia sobre la función
plaquetaria no han sido definitivamente establecidos. Sobre las plaquetas, se ha descrito un defecto
en la retracción del coágulo y la presencia de plaquetopenia.
La disfunción eritrocitaria está bien documentada y se relaciona directamente con los
efectos de la hipofosfatemia sobre la vía glucolítica eritrocitaria. La relación entre hipofosfatemia y
disminución del 2-3 DPG eritrocitario es especialmente importante en tejidos donde el oxígeno es
necesario para la producción de energía. Ese compuesto tiene un papel importante en el cerebro,
donde la oxidación de la glucosa a través del ciclo de Krebs es necesaria para la síntesis de ATP.
En el contexto de la hipofosfatemia se ha descripto una cardiomiopatía, en particular en
pacientes alcohólicos, sometidos a nutrición parenteral, o internados en terapia intensiva. La
depresión funcional es reversible con el aporte de fósforo. También se han reconocido arritmias en
asociación con la hipofosfatemia.
Los efectos de la hipofosfatemia sobre el SNC fueron caracterizados
sintomatológicamente pero no pudieron ser definidos desde el punto de vista fisiopatológico. En
pacientes con hipofosfatemia significativa aparecen signos compatibles con una encefalopatía
metabólica, como irritabilidad, aprensión, calambres musculares, parestesias, disartria, síndrome de
Guillain-Barré, obnubilación, crisis convulsivas y coma. Este síndrome ha sido observado en
pacientes sin otras causas aparentes de encefalopatía tratados con alimentación parenteral y también
en pacientes con supresión alcohólica.
Tabla 3.- Manifestaciones de la hipofosfatemia.
Sistémicas
Letargia, malestar general
Hepáticas
Disfunción hepática, en particular en pacientes
con cirrosis previa
Hematológicas
Glóbulos rojos: anemia hemolítica
Glóbulos blancos: disminución de la quimiotaxis
Plaquetas: trombocitopenia, disminución de la
función
Sistema nervioso central
Parálisis arrefléxica aguda, confusión, coma,
parálisis de nervios craneales, pérdida sensitiva,
letargia, parestesias, convulsiones
Musculoesqueléticas
Debilidad, mialgia, rabdomiólisis, osteomalacia
Cardíacas
Alteración de la función miocárdica, arritmias,
insuficiencia cardíaca congestiva, muerte súbita
Pulmonares
Insuficiencia respiratoria aguda por debilidad
muscular
Renales
Aumento de la síntesis de calcitriol
Aumento excreción de calcio, magnesio, glucosa
Disminución de la síntesis de amonio
Endocrinas
Resistencia insulínica
Observaciones clínicas y un número de estudios experimentales han demostrado que la
deficiencia de fosfato puede causar disfunción del músculo esquelético. En pacientes con
alcoholismo crónico puede aparecer hipofosfatemia extrema, en particular cuando son
hospitalizados y sometidos a un aporte masivo de carbohidratos. En estos pacientes se observa que,
cuando el fósforo sérico desciende por debajo de 1 mg %, se produce un súbito aumento de la CPK,
asociado con mioglobinuria, lo cual se ha atribuído a una rabdomiólisis aguda. También se han
descrito casos de rabdomiólisis durante la nutrición parenteral, la cetoacidosis diabética y el coma
hiperosmolar. Las manifestaciones pueden variar desde pacientes asintomáticos hasta la presencia
de debilidad, edema muscular, dolor y parálisis. Los hallazgos de laboratorio incluyen
mioglobinuria, aumento del potasio, del ácido úrico, del calcio, de la urea, de la creatinina y de la
CPK.
La insuficiencia respiratoria y el fracaso en el retiro del paciente de la asistencia
respiratoria mecánica se producen en la hipofosfatemia como consecuencia de la debilidad
diafragmática, y se ha comprobado en pacientes que reciben nutrición parenteral prolongada y en
alcohólicos.
TRATAMIENTO
El tratamiento de la hipofosfatemia está justificado cuando se sospecha tal deficiencia. El
objetivo es mantener un Pi sérico entre 2 y 3 mg/dl, lo cual requiere una individualización del
dosaje así como la determinación frecuente de los niveles séricos de fósforo y de calcio. Las
sustancias disponibles para el tratamiento son: la leche en pacientes que toleran la ingesta oral; el
fosfato de sodio, que puede ser utilizado por vía oral en dosis de 15 a 30 ml tres veces por día
(contiene 1,63 mmol de fósforo/ml), y el fosfato de sodio o potasio para empleo endovenoso, que
contiene 3 mmol/ml de fósforo inorgánico. Se recomienda administrar una infusión de fosfato a una
velocidad de 0,02 a 0,03 mmol/kg por hora (0,6 a 0,9 mg/kg por hora), con control de los niveles
séricos cada seis horas. En muchos casos, estos pacientes también presentan hipopotasemia e
hipomagnesemia. Las soluciones de fosfato deben ser utilizadas con mucha precaución en pacientes
con insuficiencia renal.
La mejor terapéutica de la hipofosfatemia es su prevención. En pacientes sometidos a
nutrición parenteral, se recomienda administrar 11 a 14 mmol de fósforo por cada 1.000 calorías.
Los pacientes hiperglucémicos que requieren insulina durante la nutrición parenteral, o con historia
de pérdida crónica de peso, alcoholismo, o terapia crónica con diuréticos, pueden requerir mayor
suplementación de fósforo. Como profilaxis de la hipofosfatemia en la cetoacidosis diabética, se
deben administrar 20 mmol/l de fosfato de potasio. Rudman y col. recomiendan administrar 0,018
g/kg/día de fósforo si no existen pérdidas extrarenales o estados hipermetabólicos.
Las contraindicaciones para el empleo de sales de fósforo son la hipocalcemia de
cualquier origen, la hiperfosfatemia, la oliguria y la presencia de grandes áreas de necrosis tisular.
Las complicaciones potenciales del empleo de sales de fosfato son la hipocalcemia, la
hipomagnesemia, el desarrollo de hiperfosfatemia, la deposición metastásica de fosfato de calcio, la
hiperpotasemia y la diuresis osmótica con deshidratación e hipernatremia.
HIPERFOSFATEMIA
La hiperfosfatemia es rara en las áreas de medicina intensiva, debiendo descartarse causas
iatrogénicas. La concentración exacta de fosfato requerida para formular el diagnóstico de
hiperfosfatemia no ha sido establecida. En pacientes con insuficiencia renal crónica, un nivel
aceptable prediálisis de fosfato sería de 3,5 a 5,5 mg/dl (idealmente entre 3,5 y 4,5 mg/dl). La
National Kidney Foundation recomienda mantener un nivel de fosfato sérico por debajo de 4,6
mg/dl.
ETIOLOGÍA
La hiperfosfatemia puede producirse por varios mecanismos (Tabla 4)
a.- Aumento en el aporte de fosfato, ya sea por la dieta o en soluciones parenterales;
b.- Disminución en la excreción debido a un descenso del clearance de filtración
glomerular;
c.- Aumento en el umbral renal de fósforo, o TmP/GFR;
d.- Aumento del turnover interno, por lisis celular masiva.
Se pueden producir combinaciones variadas de estos factores, y también se deben
descartar las pseudohiperfosfatemias, que pueden ocurrir en presencia de hiperglobulinemias o
hiperlipidemias.
En la insuficiencia renal, la hiperfosfatemia es más frecuente que la hipofosfatemia. El
fosfato sérico comienza a aumentar cuando la filtración glomerular disminuye a menos de 60
ml/min. La ingesta en la dieta debe restringirse en este momento. Es habitual que cuando la
filtración glomerular es menor de 30 ml/min. el fosfato sérico se encuentre aumentado. En pacientes
críticos que presentan insuficiencia renal aguda o crónica, este aumento se hace más evidente,
especialmente debido a que el fosfato es influenciado por distintos factores, incluyendo los cambios
en el balance ácido base y el aporte de soluciones parenterales.
Durante la lisis celular masiva (rabdomiólisis, hemólisis severa, lisis tumoral), los
metabolitos liberados entran rápidamente a la circulación; la eliminación renal es insuficiente en
parte debido a deshidratación o deterioro renal asociado, y los niveles de fosfato, ácido úrico y
potasio aumentan. El síndrome de lisis tumoral, que resulta de la muerte celular masiva, se puede
observar en linfomas de alto grado y en leucemias con gran número de leucocitos, cuando se
produce una destrucción rápida por quimioterapia.
Tabla 4.- Causas de hiperfosfatemia.
Aumento de la carga exógena
Infusión intravenosa
Suplementación oral
Intoxicación con vitamina D
Enemas de fosfato
Intoxicación aguda con fósforo
Aumento de la carga endógena
Síndrome de lisis tumoral
Rabdomiólisis
Infarto de intestino
Hipertermia maligna
Hemólisis
Trastornos ácido base: acidosis láctica, cetoacidosis diabética, acidosis respiratoria
Reducción de la excreción urinaria
Insuficiencia renal
Hipoparatiroidismo
Acromegalia
Calcinosis tumoral
Intoxicación con vitamina D
Terapia con bisfosfonatos
Deficiencia de magnesio
Pseudohiperfosfatemia
Mieloma múltiple
Hemólisis in vitro
Hipertrigliceridemia
CUADRO CLÍNICO
Cuando la hiperfosfatemia se desarrolla rápidamente, en horas o días, produce un
síndrome de “exceso de fósforo“ (Tabla 5). Los síntomas y signos son debidos a la hipocalcemia
inducida (con concentraciones de calcio sérico menores de 3,5 mEq/l) y/o la deposición rápida de
sales de fosfato de calcio en órganos y tejidos. La hipocalcemia y la tetania pueden producirse
rápidamente cuando aumenta el fosfato en el plasma. Un aumento en el producto calcio por fósforo
sérico por encima de 70 resulta en la deposición de calcio en los tejidos blandos, con disminución
de los niveles de calcio sérico.
Tabla 5.- Efectos de la hiperfosfatemia.
Organo o tejido
Corazón
Riñón
Aparato digestivo
Pulmón
Cornea y conjuntiva
Piel
En la Figura
hiperfosfatemia.
Síntomas y signos
Trastornos de conducción, arritmias, shock
Oliguria, anuria y azoemia progresiva
Anorexia, nauseas, vómitos, ileo paralítico
Disnea, trastornos de la difusión de oxígeno
Inflamación aguda, dolor, ojo rojo
Erupciones papulares, necrosis isquémica
2
se indica un algoritmo para establecer la causa probable de la
PO4 sérico> 5,5 mg/dl
Descartar terapia citotóxica, rabdomiólisis o insuficiencia renal
Medir el PO4 urinario de 24 horas
>1.000 mg/día
< 1.000 mg/día
Aporte de fosfato
Reabsorción renal elevada
Endógeno
Rabdomiólisis
Lisis tumoral
Exógeno
Enemas de fosfato
Deficiencia de PTH
Exceso de hormona de crecimiento
Calcinosis tumoral
Anemia de células falciformes
Fig. 2.- Diagnóstico de la hiperfosfatemia.
PREVENCIÓN Y TRATAMIENTO
La prevención incluye la eliminación de fuentes endógenas y exógenas de fosfatos en
pacientes con insuficiencia renal. En pacientes con síndrome de lisis tumoral, la prevención de la
nefropatía por uratos puede evitar el desarrollo de hiperfosfatemia en muchos casos a pesar del
aumento de la carga de fósforo producido por la destrucción celular.
En pacientes con hiperfosfatemia severa, está indicada la remoción del fósforo del
organismo. La diálisis en combinación con el empleo de altas dosis de quelantes intestinales del
fósforo reducen los niveles de fósforo sérico en 12 a 36 horas.
El control de los niveles de fosfato continúa siendo un problema en pacientes con
insuficiencia renal terminal. La hiperfosfatemia aumenta en forma significativa el riesgo de
morbimortalidad en esta población. La diálisis y la restricción de los fosfatos en la dieta no
permiten un control adecuado del fosfato sérico en la mayoría de los pacientes con insuficiencia
renal terminal. Una manera adecuada de tratar a estos pacientes es con el empleo de quelantes del
fosfato por vía oral (Tabla 6 –Schucker y Ward-), pero estas drogas tienen el riesgo potencial de
producir efectos adversos, tanto agudos como crónicos. El objetivo del tratamiento de la
hiperfosfatemia es balancear los efectos adversos de estas drogas contra los riesgos asociados al
desequilibrio electrolítico.
Tabla 6.- Quelantes del fosfato utilizados en el tratamiento de la hiperfosfatemia.
Droga
Hidróxido de aluminio
Dosis inicial diaria Capacidad de unión a fósforo Comentario
5,7 g
22,3 mg fosforo/5 ml
Riesgo de osteomalacia y
encefalopatía, utilizar sólo
cuando el fosfato sérico >7
mg/dl
Carbonato de calcio
5g
43 mg fósforo/1 g calcio Riesgo de hipercalcemia
elemental
Acetato de calcio
4002 mg
106 mg fósforo/1 g calcio Contiene
menos
calcio
elemental
elemental que el carbonato
de calcio
Sevelamer (Renagel®)
2400 mg
80 mg fósforo/1 g sevelamer Máxima acción a pH 7
Lanthanum (Fosrenol®) 750 mg
Unión en amplio pH
En pacientes con insuficiencia renal crónica terminal e hiperfosfatemia severa intratable,
la paratiroidectomía puede estar indicada para reducir los efectos liberadores de fósforo de la
paratohormona a nivel óseo.
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