el logion sobre el rescate

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A. FEUILLET, P.S.S
EL LOGION SOBRE EL RESCATE
Después de estudiar la autenticidad del logion sobre el rescate de Mc 10, 45, el autor
profundiza en su significación teológica. El Hijo del hombre de Daniel es, al mismo
tiempo, el Siervo de Yahvé que nos presenta Isaías, liberador de una multitud que sólo
por él podrá recibir la salvación.
Le logion sur la rançon, Revue des Sciences Philosophiques et Théologiques, 51 (1967)
365-402
El logion sobre el rescate, referido por los dos primeros evangelios (Mc 10, 45; Mt 20,
28; cf., Lc 22, 27), tiene una gran importancia, porque en él Jesús desvela el sentido de
su vida y de su muerte, y se sitúa como el único Liberador de una multitud que sólo por
Él podrá recibir la salvación. La petición de los dos hijos del Zebedeo de sentarse "e l
uno a su derecha y el otro a su izquierda en su gloria" da ocasión a Jesús de dar a los
doce una gran lección acerca del espíritu de-servicio que deberá presidir las relaciones
entre ellos. Esta enseñanza marcará profundamente todo el cristianismo primitivo, por
ejemplo: 1 Cor 9, 19; 2 Cor 4, 5; Gál 5, 13; etc. Las imprescindibles reformas que la
Iglesia se impondrá a lo largo de su historia se inspirarán constantemente en esta lección
fundamental de su fundador: la Iglesia es tanto más grande, tanto más fiel al espíritu de
Cristo, cuanto más se pone al servicio de los hombres, rechazando toda búsqueda de
prestigio puramente humano.
El pasaje de Mc 10, 41-45 no presenta, desde el punto de vista textual, ninguna
dificultad seria, y sólo se diferencia en unos pequeños detalles de su paralelo Mt 20, 2428; está casi exclusivamente compuesto de palabras de Jesús que, en ambos
evangelistas, están referidas al episodio de los hijos del Zebedeo.
A lo largo de este trabajo nos fijaremos especialmente en el logion de Mc,
preguntándonos, en primer lugar, si esta sentencia es verdaderamente auténtica, y cuál
es su relación con la sentencia parecida de Lc 22,27. En segundo lugar nos esforzaremos
en precisar su significación teológica.
LOS ORÍGENES DEL LOGION SOBRE EL RESCATE
El problema de la autenticidad
En el pasado, muchos críticos han sostenido la opinión de que el logion evangélico
sobre el rescate sólo era inteligible si se le situaba en el contexto de la cristología
paulina; debería, pues, condiderársele como un vaticinium ex eventu, creado por la
comunidad a partir de la enseñanza del Apóstol de los Gentiles.
Pero, en el aspecto doctrinal, parece ser que el paulinismo de Marcos no es otra cosa
que el bien común del cristianismo primitivo, o incluso el punto de partida que el
Apóstol ha encontrado en la enseñanza de Jesús. Es cierto que hay algunas palabras
comunes (poder, evangelio, fe, palabra, misterio, sabiduría), pero son utilizadas por el
segundo evangelio sin ninguna nota específicamente paulina. También algunas
alusiones permiten deducir un contacto de Marcos con el Apóstol de los Gentiles (Me 6,
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24 y Gál 3, 5; Mc 9, 1 y Rom 1, 4; etc.), pero no son suficientes para establecer una
verdadera dependencia literaria.
Concretándonos a nuestro logion, debemos hacer notar que, aunque Pablo conozca la
tradición evangélica a este respecto, nunca llama a Jesús Hijo del hombre. La palabra
lytron en Mc sólo es usada en este pasaje; excepto en el pasaje paralelo de Mt 20, 28, no
la encontramos citada en ninguna otra parte en el NT; está ausente de las epístolas
paulinas, y esto a pesar de que el Apóstol expresa varias veces la idea del precio que
Cristo ha tenido que pagar para rescatarnos (1 Cor 6, 20; 7, 23; Rom 3, 24....). La
fórmula "en lugar de muchos", que designa a los beneficiarios de la redención, está
ausente de las epístolas paulinas: el Apóstol no usa jamás la preposición antí en este
sentido, y tampoco dice "muchos", sino "todos", o bien, "nosotros", "vosotros". Todo lo
cual nos conduce a rechazar el origen paulino de Me 10, 45.
Aunque no pueda ser sostenido seriamente el origen paulino del logion, no por ello
queda totalmente resuelto el problema de su autenticidad; y no son pocos los que niegan
que contenga palabras de Jesús. E. Tödt, por ejemplo, indica que el pensamiento
fundamental de la perícopa es la necesidad que tienen los discípulos de copiar la
conducta de su Maestro: Él ha servido, también ellos deben servir; el don de la vida en
rescate por la multitud es un concepto nuevo, incompatible con el pensamiento
fundamental, porque es evidente que la muerte de Cristo, comprendida así, es un
acontecimiento único que no se repetirá jamás, y no puede ser objeto de la imitación de
los discípulos. Para Tödt, Mc 10, 45 y 14, 24 serían dos desarrollos dogmáticos
emparentados que aparecieron el día en que la comunidad cristiana buscó en Is 53 el
fundamento escriturístico de la Cena y de toda la existencia de Jesús.
¿Qué decir de esta argumentación? Ciertamente las dos ideas de "servicio y de "vida
dada en rescate" son distintas. Pero en este caso Jesús pasa de la idea general de servicio
a un servicio muy especial de orden mesiánico, que consiste en dar su vida en rescate
por los hombres. Y tampoco puede admirarnos el que Cristo proponga este último
servicio como ejemplo a sus discípulos, siendo así que constituye su misión propia e
incomunicable: es la manera corriente y habitual de proceder de Cristo, tanto en los
sinópticos, como en el cuarto evangelio. En los evangelios, e incluso en la totalidad del
NT, la vida de los discípulos es una continuación de la de su Maestro, aunque en un
plano muy inferior: "Cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, os
sentaréis también vosotros en doce tronos" (Mt 19, 28). (Cfr. también Lc 22, 29; Jn 13,
34, 1 Jn 3, 16).
El verbo en pasado "ha venido" no implica necesariamente, como sostienen algunos
críticos, que toda la existencia de Cristo pertenezca ya al pasado; puede referirse muy
bien a la venida de Cristo de cabe Dios. En los sinópticos hay algunos "yo he venido"
"yo he salido" misteriosos que expresan el origen divino de la misión de Jesús, e incluso
parecen sugerir el origen divino de su ser (Me 1, 38; Le 12, 49; Mt 5, 17).
Es curioso que la palabra lytron no se encuentre en ninguna otra parte en labios de
Jesús, pero de ello no podemos deducir conclusión alguna. Por lo demás, la idea
expresada por lytron se encuentra en otras partes, especialmente en las dos imágenes de
la "copa" y del "bautismo" aplicadas a la Pasión, imágenes que tienen un significado
soteriológico y se refieren a la misión expiatoria del Servidor. Y todavía hemos de
añadir que del solo hecho de que las tres profecías de la Pasión y de la Resurrección del
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Hijo del hombre se inspiren en Is 53, se puede sospechar que Jesús quiere hacer suya la
idea de sustitución redentora desarrollada a lo largo de este oráculo. Tödt no tiene, por
tanto, ningún derecho a oponer estas profecías a la sentencia sobre el rescate. Pretender
con el mismo crítico que Mc 10, 45 y las palabras pronunciadas por Cristo sobre la copa
de vino de la Cena (14, 24) son creaciones de la comunidad, es olvidar los numerosos
indicios de una verdadera predilección del Cristo de la historia por Is 53.
Relación entre Me 10, 45 y Le 22, 27
Es mucho más difícil resolver el problema que surge inevitablemente de la comparación
entre Mc 10, 45 y Le 22, 27. A primera vista podría parecernos que el logion de Me,
cargado de sentido teológico, es posterior al más moral de Le. Pero no debemos partir
de un a priori, sino del estudio objetivo de los textos. Y es un hecho que la perícopa de
Mc 10, 41-45, tomada en su conjunto, aparece como mucho más arcaica que la perícopa
correspondiente de Lc 22, 24-27.
En Mc 10, 42 la expresión "los grandes" y en el v 43 la palabra "grande" son el
equivalente de un comparativo o de un superlativo; quizá podríamos ver en esto un
semitismo. En el v 43: "no es así entre vosotros" tiene sin duda el sentido de "no ha de
ser así" (Biblia de Jerusalén, Joüon, etc.), porque en hebreo y arameo se descuida a
menudo la indicación de "deber". Los vv 43 y 44 ofrecen un caso muy claro de
paralelismo sinonímico.
Es digno de señalarse el carácter semitizante del versículo final. Los rasgos siguientes,
cuya enumeración tomamos de E. Lohse, transparentan el origen palestiniano de la
sentencia: 1) Jesús recibe en él el título de Hijo del hombre; 2) en la fórmula "servir y
dar su vida como rescate", la conjunción "y" tiene la misma significación epexegética
(es decir) que tiene a menudo la conjunción hebraica y aramea correspondiente; 3) la
expresión "dar su alma" es evidentemente semítica en el sentido de sacrificar su vida;
corresponde al hebreo natan naphsho; 4) como lo muestran las traducciones siríacas, la
preposición antí corresponde al arameo halaph (hebreo tahat); 5) la palabra "muchos"
(pollòn) no debe entenderse aquí en el sentido partitivo habitual en castellano;
corresponde a rabbim (la multitud) y equivale prácticamente a "todos".
El texto de Lc 22, 24-26, comparado con el texto tan manifiestamente semitizante de
Mc 10, 42-43, produce el efecto de una adaptación de la lengua semítica al medio
griego al que pertenecía el tercer evangelista. Lucas sustituye (v 26) el adjetivo positivo
"grande" (mégas) por la forma comparativa que reclama el sentido (meízòn), y que el
original semítico se contentaba con sobreentender. Sobre todo aparecen en estos pocos
versículos cuatro palabras1 que no se encuentran en ninguna otra parte en Lucas, y que,
sin embargo, pertenecen al griego clásico y a Pablo o a los Hechos.
La causa debería serla siguiente: Mc 10, 41-44 es original respecto a Lc 22, 24-26. Y en
cuanto al logion sobre el rescate de Mc 10,45, todavía más semitizante que los
versículos que le preceden, debe tener el mismo origen que ellos. No podemos en modo
alguno considerarlo como una transformación de Lc 22, 47 como han sostenido tantos
exégetas.
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LA SIGNIFICACIÓN TEOLÓGICA DEL LOGION
Para comprender el sentido exacto del logion sobre el rescate, conviene partir de las
Escrituras en las que Cristo se ha inspirado. Son tres los textos que se han propuesto
como fuente de la palabra de Cristo: el Salmo 49, Isaías 53 y Daniel 7.
La idea de rescate y el salmo 49
En los LXX la palabra lytron designa siempre una compensación ofrecida a alguien que
tendría el derecho de exigir otra cosa; por otra parte la misma idea es expresada en la
Biblia griega en otras palabras, verdaderos sinónimos de lytron; állagma, antállagma,
exílasma, perikátharma. Sucede lo mismo con el término arameo y siríaco purgan,
utilizado en el Targum y en la Peshitto casi en las mismas condiciones que lytron en los
LXX. A menudo lytron es el equivalente del vocablo hebreo kopher. Según R. Otto,
kopher, que quiere decir en sí rescate, compensación, y no se usa en el AT en conexión
con los sacrificios, revestiría, sin embargo, una relación sacrificial, lo que es conforme
con su etimología, ya que kipper significa corrientemente "expiar". Al menos debemos
decir que la relación sacrificial no debe estar completamente ausente en los casos donde
(Éx 30, 12) la compensación es ofrecida a Yahvé.
Algunos exegetas antiguos y modernos piensan que en Mc 10, 45 Cristo, al hablar de
rescate, ha querido hacer alusión al Sal 49, 7-9.15. Es significativo que Jesús, que en
Mc 10, 45 anuncia que el Hijo del hombre dará su vida en rescate por la multitud,
afirma en otra parte, a la manera del autor del Sal 49, y, sin duda, inspirándose en él,
que el hombre cuyas riquezas materiales constituyen el bien supremo, no podría
comprar con estos tesoros la verdadera vida (Me 8, 36-37 y Mt, 16, 26).
Como han hecho notar muy bien F. Büchsel y N. Johansson, hay una correspondencia
entre la imposibilidad que tiene el hombre de ofrecer alguna cosa a cambio de "su alma"
(Me 8, 36-37) y el rescate ofrecido por el Hijo del hombre por la multitud (Me 10, 45):
lo que es imposible a un hombre ordinario es posible al Hijo del hombre. Tanto en uno
como en otro caso, Jesús debe referirse al Sal 49 que le ha proporcionado el concepto
propia mente dicho de "rescate", que está presente sólo implícitamente en Is 53.
Las relaciones que acabamos de hacer son sugestivas: los tres textos Sal 49, Me 8,36-37
y 10, 45 parecen iluminarse mutuamente. El salmista decía: el dinero no puede servir
para prolongar la vida presente y para rescatar al hombre de la muerte, pero Dios me
rescatará del poder del sheol. En Mc 8, 34-37, Jesús vuelve a tomar esta doctrina, pero
espiritualizando la noción de vida: los bienes de este mundo no pueden servir para ganar
la vida superior, que sólo se obtiene con la imitación de Jesús: el que lleve su cruz y
siga a Jesús la conseguirá. Jesús en Me 10, 45 completa su pensamiento: la entrega de
este beneficio está ligada todavía mucho más profundamente a su persona, ya que tiene
como condición indispensable el rescate que el Hijo del hombre ofrecerá sacrificando su
vida por sus hermanos.
Conviene que demos ahora una explicación sobre la imagen de rescate que podría ser
mal interpretada, y de hecho lo ha sido en el pasado. Se entendía el rescate como un
precio pagado al demonio, que tenía a la humanidad bajo su dominio. Otros, más
lógicos, han hecho a Dios beneficiario de este rescate. Nosotros, con alguna aclaración
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que aparecerá más adelante, estaríamos en el fondo de acuerdo con E. Lohse, para quien
el logion evangélico precisa solamente en favor "de quién" se ha entregado el rescate, y
no "quién" lo recibe.
La expiación procurada por la muerte de Cristo e Isaías 53
Prescindiendo de la diferencia de terminología, el lytron de Mc 10, 45 corresponde
perfectamente a la idea expresada en Is 53, desde el principio hasta el fin.
En este texto se trata de la sustitución voluntaria con vistas a la salud de otros hombres.
El servidor toma el lugar de los culpables a fin de liberarlos. Ahora bien, la palabra
"rescate" resume admirablemente toda esta obra del Servidor. Reviste aquí un sentido
muy especial que no se encuentra en ninguna otra parte del AT y que, por el contrario,
corresponde muy exactamente a lo que expresa asham en Is 53, 10: en los dos casos se
trata del libre don de una persona que entrega su propia vida para procurar la libertad
de otros. El logion evangélico no hace más que presuponer lo que Is 53, 10 dice
claramente, a saber, que el don de la vida era exigido de una manera misteriosa por el
pecado del hombre: "Si ofrece su vida como sacrificio de reparación (asham)". Esta
equivalencia práctica entre lytron de Me 10, 45 y asham de Is 53, 10 invita a entender la
primera palabra en un sentido sacrificial y a pensar que hace alusión al oráculo de
Isaías; no, ciertamente, a la versión griega de los LXX, que no ha traducido asham, sino
al mismo texto hebreo, lo que convierte en inverosímil la formación de la sentencia en
un medio helenístico.
Como el Siervo de Yahvé, Jesús dará su vida en lugar de los hombres culpables que ha
venido a salvar. Las ideas de rescate y de sustitución van a la par. La idea de sustitución
está subrayada en el logion por el empleo de la preposición antí, que no debe ser
considerada como un simple sinónimo de hupér que se más incolora. En un tiempo en el
que había casi desaparecido, su uso debe responder a algún motivo; es cierto que la obra
de Jesús es en beneficio de la multitud, pero la proposición antí sugiere algo más; que
Cristo pagará lo que normalmente habría tenido que pagar cada hombre.
Se ha señalado .en el AT y en el judaísmo contemporáneo de Cristo una doble corriente
doctrinal en lo que se refiere al valor del sufrimiento. Los textos apocalípticos y
sapienciales se interesan sobre todo en el sufrimiento de los inocentes. Otra corriente
doctrinal insiste en el valor expiatorio del sufrimiento, tanto por las faltas personales
como por el pecado en general. Pero E. Lohse observa una doble diferencia entre las
afirmaciones del bajo judaísmo y Mc 10, 45. En primer lugar, en el judaísmo no se usa
jamás Is 53 para interpretar los sufrimientos y la muerte de los justos; y menos aún se ha
utilizado el oráculo de Isaías para establecer la necesidad de la Pasión y de la muerte
satisfactorias del Mesías.
Otra originalidad de Me 10, 45 es la perspectiva universalista. Como observa Lohse,
jamás se dice en los escritos rabínicos que los justos carguen con los pecados de una
multitud ilimitada; según la concepción judía, nuevos justos debían sin cesar morir para
reparar las prevaricaciones de Israel y, así, mantener la alianza. Al contrario, según Mc
10, 45, la expiación procurada por el Hijo del hombre tendrá una eficacia soberana, no
se restringirá a un número limitado de hombres, su fecundidad y virtud jamás se
agotará, de tal manera que no tendrá necesidad de ser completada por otros.
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El Hijo del hombre Siervo y Daniel 7, 14
En el logion de Me 10, 45, es el Hijo del hombre quien debe dar su vida como rescate.
De ahí se desprende inmediatamente que la afirmación tiene, al menos, una relación
general con la concepción de Daniel acerca del Hijo del hombre. Se trata de un rasgo
que le es común con los otros textos evangélicos en los que se anuncian los sufrimientos
del Hijo del hombre. Aparece inmediatamente la paradoja que resulta de la asociación
de Dan 7 y de Is 53: el personaje mesiánico, trascendente y glorioso, que había
contemplado Daniel debe experimentar los sufrimientos y la muerte ignominiosa del
Siervo de Yahvé.
El mismo contraste se enriquece en el logion que estudiamos con un nuevo rasgo: el
Hijo del hombre, destinado a ser al fin de los tiempos el juez de los perversos, toma
sobre sí la condenación de los culpables. Th. Preiss relaciona Me 10, 45 con Mt 25, 3146: en los dos casos Jesús se solidariza: en Mc 10, 45 con todos los pecadores; en Mt
25, 31-46 con todos los desgraciados que el considera sus hermanos. En un caso, la
solidaridad tiene como consecuencia una misión expiatoria universal; en el otro, el
oficio de juez escatológico del universo.
La declaración de Cristo: el Hijo del hombre no ha venido para ser servido por los
hombres, sino para servirles, parece, a primera vista, contradecir al oráculo de Daniel,
en el que se afirma que el Hijo del hombre será servido por toda la humanidad. Pero
Jesús no quiere en modo alguno contradecir a Daniel, sino más bien completarlo de una
manera absolutamente paradójica e inesperada: el Hijo del hombre ha venido primero
para servir a los hombres de la manera más hiriente que pueda pensarse, dando su vida
por ellos. Sólo después será servido por todas las naciones de la tierra. Antes de llegar a
la gloria que le pertenece, según los términos de la profecía de Daniel, deberá ofrecer su
vida en rescate como el Siervo de Yahvé, y la salvación que traerá a los hombres será el
fruto de su muerte redentora.
Todo esto nos es dicho por Cristo con una extrema simplicidad. El logion sobre el
rescate, punto culminante de una instrucción en la que Jesús explica su concepción
personal de la autoridad, nos permite dirigir una discreta mirada al alma del Salvador.
Un contraste impresionante la caracteriza. Ni un solo instante Jesús pierde conciencia de
su trascendencia y de su vocación única que le pone en el mismo centro de la historia
religiosa de la humanidad. Pero esta conciencia se acompaña de la más profunda
humildad. El que Jesús sea el ser celeste contemplado por Daniel, debería haberle valido
el homenaje de todos los hombres. La realidad es bien distinta: ha fracasado casi
totalmente con los de su propia patria. A menudo se ha hecho notar que el orgullo que
se acomoda muy bien con apariencias de humildad, no tarda en desenmascararse cuando
sobreviene la contradicción. Ahora bien, en el duelo que sostiene Jesús con aquellos que
se rebelan y se cierran a la luz, no aparece ni un solo instante la vibración profunda del
orgullo herido. Los fracasos no hacen tomar a Jesús un tono trágico, ni soñar, por un
solo instante, en una solución de fuerza. Él refiere estos fracasos a su misión redentora.
Lo que no ha podido realizar por su predicación, se diría que cuenta con realizarlo por
su sufrimiento expiador: el Hijo del hombre dará su vida en rescate por la multitud.
A. FEUILLET, P.S.S
Conclusión
El logion sobre el rescate no produce en modo alguno la impresión de una profecía ex
eventu. Su carácter semítico tan acusado prohíbe hacer de él una creación de la
comunidad cristiana helenística. Su sobriedad, la ausencia de todo rasgo de
especulación teológica sobre el pecado, sobre la muerte que le sigue, sobre los hombres
sujetos al pecado, y que es necesario liberar, manifiesta toda la distancia que separa este
texto de los desarrollos paulinos sobre la redención. Como creación de la comunidad,
esta sentencia es demasiado discreta; considerada como palabra de Jesús, tiene este tono
misterioso, que provoca la curiosidad, tan característico del lenguaje del Maestro.
Este pasaje difiere de las formulaciones dogmáticas en cuanto que el acento no se pone
en la situación miserable de los pecadores y las condiciones de su salvación, sino en los
sentimientos íntimos de Cristo Redentor. Una vez más, somos remitidos al Siervo, por
otra parte de una manera muy discreta; si la comunidad actuase ¿la referencia no
aparecería mucho más claramente? Como el Siervo, Cristo tiene conciencia de haber
recibido de Dios una misión única, que consiste en dar su vida en sacrificio de
reparación por la humanidad culpable. La idea fundamental de Is 53 es que la exaltación
del Siervo no se parece en nada a la de los grandes de la tierra, ligada como está a
humillaciones y sufrimientos expiatorios jamás oídos. Del mismo modo, Jesús declara
que su concepción de la grandeza no es la que tienen los reyes de las naciones. Mientras
que ellos no piensan en otra cosa que en hacer actos de autoridad e imponer su
dominación egoísta, Jesús ha venido para servir y ofrecer su vida por los hombres, sus
hermanos. Conforme a una concepción que no está ausente del AT (recuérdese el
consejo dado por los ancianos al rey Roboam de hacerse el servidor del pueblo: 1 Re 12,
7), Cristo considera toda autoridad, como un servicio. No es que Él preconice el
anonadamiento de la persona. Pero hace del espíritu de servicio la fuente de la
verdadera grandeza, la que tiene el hombre delante de Dios. Cristo no elabora ninguna
teoría dogmática de la Redención, pero el Dios que es, al mismo tiempo, amor y cólera,
que odia el pecado y que, sin embargo, tiene piedad del hombre pecador, nos muestra
aquí su faz, y descubrimos con terror una cosa que no podíamos conocer por nosotros
mismos, quanti ponderis sit peccatum, como dice Anselmo, "cuál sea el peso del
pecado"
Notas:
1
Estas cuatro palabras son, en el v 24: filoneikía, y en el v 25: kyrieyoysin,
exusiázontes, euergétes.
Tradujo y condensó: RAMON ALAIX
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