Principios de la exigencia física en la escuela. La fuerza

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Principios de la exigencia física en la escuela. La Fuerza
Sabemos que en la educación física escolar, no se ofrece la frecuencia de clases
suficiente como para esperar de ellas un resultado en función del entrenamiento, ya
que en estas condiciones es imposible respetar los principios elementales del mismo.
Por lo tanto, para poder trabajar con cierto nivel de exigencia, debemos apoyarnos en
algunas referencias básicas.
Las propuestos bibliográficas específicas, normalmente están pensadas para
condiciones ideales como pueden ser las de clubes o escuelas especiales.
Para ubicarnos en la realidad entonces: ¿a qué objetivos podemos tender?
Podemos aspirar a:
•
Lograr que el niño reconozca la musculatura que actúa y sus acciones correctas
en función del objetivo buscado, distinguiéndolas de las incorrectas.
•
Mantener y aprovechar las capacidades condicionales existentes en los niños y
acompañarlas en su aumento en función de su crecimiento.
•
Estimularlos para comprender la necesidad de su trabajo y habituarlos a elegir el
esfuerzo para su desarrollo.
La Fuerza.
Según Erwin Hahn (1988) la Fu se incrementa a los 13 o 14 años, cuando aumenta el
nivel de testosterona en célula, por lo que habrá diferencias entre los sexos, ya desde
los 11 años más o menos. Se puede entonces considerar que la fase sensible del
desarrollo de la fuerza en el niño corresponde a esas edades.
Esto no excluye el trabajo anterior que, si bien no alcanzará grandes resultados,
logrará la coordinación inter e intramuscular (más unidades motrices en acción y no
más hipertonía muscular).
Acorde a estos criterios, en niños sin posibilidades de sistematización en el
entrenamiento, consideramos provechoso el trabajo en fuerza, en tanto la exigencia
privilegie, en primer lugar, la correcta coordinación de la acción que produce fuerza y
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en segundo lugar, un umbral de esfuerzo lo suficientemente alto como para que el
niño sienta el desafío de alcanzar un resultado aunque aún se le presente ajeno. Esto
puede ejemplificarse en la solicitud de una flexión de brazos con el cuerpo en
suspensión que, aunque el niño no llegue a realizarla completa el recorrido es con las
tomas, la iniciación y el medio recorrido correctos y el esfuerzo máximo sin sobrecargar
al sistema músculo esquelético pasivo (columna vertebral).
Vemos aquí que no se contradicen los criterios conocidos sobre que debe haber
ausencia de cargas externas altas (pesas) pero sí hay una educación del movimiento
correcto que nos garantiza que las acciones de fuerza se realicen sin riesgos y con la
exigencia suficiente para que haya estímulo y una posible base para futuros aumentos
en las cargas en forma correcta y progresiva..
Se habla en fuerza para niños de exigencia en velocidad, o fuerza dinámica con cargas
medias y bajas como indicadores de falta de riesgos. Consideramos alta una carga
cuando el niño debe resignar la técnica correcta para realizarla y en ello poner en
riesgo sus articulaciones y sistema óseo, el que acude sin estar maduro para ello a
compensar los esfuerzos que no puede lograr naturalmente.
Mientras el niño puede elevar, arrastrar o empujar una carga sin dolores y sin
modificar las posiciones biomecánicamente correctas, es posible afirmar que está
maduro para ello.
La carga será media o baja cuando el niño puede mostrar con ella una técnica limpia
y bien coordinada aunque no llegue aún a una resultante ideal. No olvidemos que esta
es la edad de la coordinación, por lo tanto es innecesario buscar respuestas de altos
estímulos.
Para ello, deberíamos respetar ciertos conceptos básicos adecuados a las
circunstancias.
El niño debería asimilar el concepto de no sobreexigencia y el de exigencia insuficiente,
lo que en sus hábitos prácticos debería funcionar con los siguientes principios de:
a) Progresividad y Continuidad
Sus esfuerzos deben progresar sólo sobre el logro anterior y mientras se suceden con
una frecuencia temporal más o menos regular; es decir que el aumento de las cargas
deben superarse sin agotamiento, sin lesiones y sin efectos negativos como dolores
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persistentes o sufrimientos desmedidos. Los aumentos deberán entonces ser
desafiantes, contínuos y placenteros, según corresponde a la edad.
Pero ¿cómo aumentar la carga en los trabajos de fureza entonces? Dijimos que
acompañando a su crecimiento y maduración sin perder lo adquirido y sentando
bases para los logros futuros. Esto será posible solicitando mayores esfuerzos siempre
que:
1.- El niño no pierda nunca su correcta postura inicial y la pueda sostener durante
toda la acción.
2.- Que respete los recorridos segmentarios propios de la musculatura que se trabaja.
3.- El niño debe saber que tiene la libertad de decidir sobre el total de sus repeticiones,
siempre que sepa qué efectos producirá en él una cantidad insuficiente tanto como los
que producirán acciones incorrectas desde el punto de vista técnico .
El niño graduará sus repeticiones sabiendo que no debe modificar su buena postura y
que una repetición será buena cuando es igual o superior a la lograda en la sesión
anterior: exigente y correcta, sin agotamiento pero con el esfuerzo suficiente que le
indique trabajo.
Es importante reconocer aquí que los logros de las técnicas correctas se trabajarán
durante todos los años de la infancia, es decir que no pretenderemos cantidad sino
calidad y al no contar con la frecuencia necesaria para el entrenamiento, los trabajos
tenderán a la búsqueda de la coordinación mientras se ejercite la fuerza.
¿Cómo indicarles las repeticiones correctas?
Mientras la exigencia es alta pero con los cuidados técnicos básicos de línea y postura
, no es probable que el niño se sobrepase en las repeticiones y caiga en lesiones o en
agotamientos. El niño deberá saber por el docente, que puede detenerse sin ser
sancionado cuando sienta indicadores como:
*Disminución de su velocidad aún en condiciones de clara voluntad de mantenerla: el
niño quiere mantener su velocidad o aumentarla pero físicamente no responde.
Generalmente esta situación suele hacer perder la técnica (flexión de brazos en
suspensión: flexionar uno primero y otro después y “pataleo” o retroceso de los
hombros para impulsarse)
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*Por lo tanto, lo más importante sigue siendo: la modificación involuntaria de la
técnica o de los recorridos correctos del movimiento.
*Sensación subjetiva de “no poder más” (calambres o imposibilidad de respuesta).
Por otro lado, el niño deberá continuar mientras su organismo no le presenta ninguno
de estos signos, teniendo mucho cuidado en que él mismo sepa distinguir cuando la
sensación de “no poder más” es psicológica o física. Esto se verá porque esta sensación
no puede aparecer sin que se registren indicios, al menos de alguna de las demás
señales dadas.
Decir entonces que las repeticiones deberán ser 10 o 20 es generalizar por sobre los
resultados individuales.
En cuanto a la continuidad, el niño deberá comprender la necesidad de desarrollar su
voluntad para conseguir sus logros, repitiendo el trabajo en la casa, observándose,
midiéndose, cuidándose y reconociendo así un cierto hábito de entrenamiento sencillo
pero constante y a la vez valorando la independencia que le dará la autonomía de
poder trabajar sin responder a ordenes ajenas a su propio interés.
El docente tendrá claro y así lo enseñará a los niños, otros principios:
b) Equilibrio armónico: No desarrollar sus capacidades ni su musculatura de manera
unilateral.
c) Conocimiento del Modelo ideal: el niño debe saber reconocer en su acción cuándo
sus recorridos están correctos, así sabrá cuándo no lo están y corregirá.
Características de los ejercicios de fuerza en la escuela.
Según Román Suárez (Cuba/1987) los ejercicios de fuerza serán de autocarga
(verticales o suspensiones) o de cargas externas bajas.
Se repetirán entre 10 y 15 veces para la Fu rápida y entre 15 y 20 para la Fu
resistencia. (Considerar lo ya hablado)
La velocidad será alta, especialmente en la fase positiva (contra gravedad).
Los grupos musculares serán globales, concretos y con varios núcleos articulares en
acción (grandes grupos no específicos para un deporte en particular) Sin embargo
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para las orientaciones deportivas conviene, además, seleccionar las acciones que
necesitamos emplear más tarde.
También según Román Suárez, será necesario variar las acciones para mantener el
interés y aumentar la experiencia motriz:
-
Las distancias y las alturas en lanzamientos o saltos.
-
La velocidad.
-
Los brazos de palanca.
-
Atendiendo la musculatura del dorso, las piernas y los brazos (cuidando de no
alargar el romboides, al trabajar bíceps en decúbito ventral)
-
Habría que sumar la musculatura abdominal a los fines de evitar desequilibrios
posturales y considerar la fuerza isométrica (con los mismos cuidados y exigencias
ya nombradas) a los fines de ir desarrollando una capacidad de sostén suficiente
para mantener las líneas posturales y de posición necesarias para los trabajos de
fijación.
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