Mujeres maltratadas

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Gobierno 0, mujeres 1.880.000
El gobierno, con una serie de medidas contundentes y algunas reformas legales ha logrado que en el 2001 los
monopolios del petróleo aumentaran sus beneficios en un 140%. Pero en dos años de intensa campaña ha
logrado que el maltrato de las mujeres en España se mantenga inalterable.
Sus resultados han sido del 0%. ¿Puede acaso el gobierno explicar por qué según los resultados del estudio
siguen habiendo 1.880.000 mujeres que han sido y son víctimas del maltrato? ¿Es que acaso las mujeres no
aceptan que son maltratadas o hay un gran misterio en por qué no denuncian?
Para el PP el maltrato a las mujeres es un problema secundario que vive nuestra sociedad y debe aceptarse
como tal. Las medidas que ha puesto en marcha durante estos últimos años son inapropiadas e ineficaces. No
hace falta investigar mucho para notar que el ámbito de impunidad en el que se cuece el maltrato sigue
siendo el mismo.
¿Por qué muchas mujeres tienen que denunciar repetidamente para ser tomadas en serio o por qué sus
agresores no son encarcelados? No hay que ser un docto en el asunto para saber que las Casas de Acogida
terminan convirtiéndose en el refugio de aquellas mujeres, que víctimas del maltrato, vuelven a ser víctimas
una segunda vez de un perverso sistema jurídico y social que las marginaliza. O que la manilla de aviso a la
policía es absolutamente inútil para socorrer a quienes tienen que estar a merced del agresor.
El promedio que aparece en los resultados de la encuesta, de 5 años antes de denunciar al agresor no puede
reducirse sin que se abran mecanismos para elevar la independencia económica de las mujeres, mientras no
se apoye a las maltratadas para que muchas no tengan que tolerar la violencia ante la amenaza de perder el
sustento para sus hijos. ¿Por qué no se denuncia o denunciar el patriarcado?
Los resultados muestran cómo un 11% de las víctimas entran en la categoría de las «técnicamente
maltratadas». Son aquellas mujeres que aunque no se considera a sí misma maltratada, responden que son
víctimas de determinados comportamientos considerados como «indicativos de cierto grado de violencia».
Apuntar o matizar que las mujeres no reconocen que son maltratadas, es hacer una lectura perversa del
problema. Es más correcto preguntar, por qué hay un entorno en el que sufrir algún tipo de maltrato es
normal. O es mejor hacer la pregunta al revés, por qué con tanta frecuencia los hombres emplean la
violencia sobre las mujeres, hasta convertirlo en algo normal y propio de nuestra sociedad. O mejor aún
¿Por qué sigue siendo tolerable en el siglo XXI por los Estados que se maltrate a las mujeres?
Han sido largas y duras las luchas para poder arrancar los derechos de las mujeres, pero a pesar de ello hay
cuestiones que siguen inalterables. Responder a esta cuestión necesariamente nos remonta al origen mismo
de la sociedad patrialcal. El origen de la opresión está en la misma raíz de la explotación, la violencia contra
las mujeres por parte de sus parejas está en la misma raíz del capitalismo. La propiedad y el dominio sobre
la mujer están íntimamente ligados en la sociedad capitalista, el patriarcado nace de este orden social
establecido, el de la explotación. La lucha de las mujeres se enfrenta permanentemente a esta honda cuestión.
Tolerar el maltrato proviene en primer lugar del Estado que reproduce la explotación y la opresión a través
de la familia, y desde allí el gobierno crea ámbitos jurídicos, campañas, medidas, de acuerdo a esa ideología.
Es decir, las políticas del PP para frenar el maltrato de las mujeres están hechas para reproducirlo. No son
una alternativa progresista que defienda al menos en algún ámbito los intereses de la gente, tendría la
capacidad de establecer y apoyar en algunas aspectos que se frene el maltrato. Pero en un problema como
este, incluso más que en otros, se pone de manifiesto quienes son por el regusto de su ideología.
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Enfermar al sano y matar al enfermo...
En España durante el año 2000 por cada millón de mujeres hubo 2,4 asesinadas por su pareja. Este índice ha
aumentado en un 27% entre 1997 y el 2001. Cuatro de cada cien mujeres españolas declara haber sido
maltratada en el último año, es decir de las 15´028.000 mujeres españolas mayores de 18 años, 1´865.000.
Estos son sólo los datos de encuestas dado que se calcula que el 95% de las agresiones no se denuncian.
Pero, además, de aquellas mujeres que denuncian el maltrato un 70% de ellas convive con el agresor más de
5 años. Son datos escalofriantes que revelan un problema estructural que tiene varios y complejos aspectos.
Aunque la mayoría de las mujeres maltratadas sigue sin denunciar a sus agresores, en el 2001 hubo un
incremento del 6.5% de denuncias respecto al 2000, pero se ha dado un aumento también de las mujeres
asesinadas por sus maridos luego de haberles denunciado.
Sin entrar a la cuestión de si estos datos reflejan que hace unos años se maltratara más pero se denunciara
menos o que actualmente se maltrate igual pero las mujeres denuncian más, el problema es el mismo ¿Cuál
es el origen de estos escalofriantes datos del maltrato?
Durante las últimas décadas el desarrollo de la economía en España , como en cualquier país donde se
acelera el dearrollo del capitalismo, ha necesitado incorporar mano de obra que genere riqueza, las mujeres
se han incorporado paulatina pero masivamente al trabajo, con lo cual el ha cambiado el papel de la mujer.
Al margen de los factores históricos y culturales de cada nación, el capitalismo ofrece una base sobre la que
aumenta la independencia de las mujeres, tener un trabajo, capacitación para trabajos cualificados, la
posibilidad de acceder a puestos de poder, etc. Estas condiciones de independencia inevitablemente chocan
con relaciones tradicionales del papel de la mujer en la familia, en el trabajo o en la sociedad. Cuando las
mujeres asumen otro papel, se rebelan a relaciones de dominación y dependencia en su forma tradicional.
Como consecuencia se dan las dos situaciones descritas anteriormente: primero, al ponen en cuestión en
diferentes ámbitos su papel es más susceptible de ser agredida y dos, está dispuesta a soportar menos
imposiciones, maltratos, agresiones y condiciones injustas de subyugación.
Son medidas judiciales contra hombres y mujeres Pero el problema de fondo es por qué se permite, se
ampara y se tolera desde el Estado el maltrato a las mujeres. Por qué no es punible que se golpee, acose o
amenace a una mujer. Se dice, se habla de la gravedad de esta situación, pero en los hechos son normales y
están justificados estos actos en un ámbito de legalidad, en los que además de tratar de disuadir a las
víctimas para que denuncien, se da cobijo a los agresores. Para ver a nivel práctico este problema es
fundamental entrar a ver las medidas que promueve el gobierno contra el maltrato a las mujeres.
Son medidas que se caracterizan por remediar un mal que ya está hecho, no por atajar el mal en su origen y
desde ahí no permitir que se desarrolle. Se sufraga a las víctimas del maltrato o se les lleva a casas de
acogida, es decir, se concentran en el hecho realizado, pero no en su prevención ¿Qué es lo que queremos,
que se deje de maltratar y asesinar mujeres o que las mujeres tengan un subsidio?
Obviamente cualquier mujer maltratada o amenazada por su pareja lo que quiere es poner freno a esa
agresión. Pero desde el gobierno el problema y la solución es otra: «compensar» económicamente y «aislar»
a esas mujeres. ¿Qué ocurre, es que acaso hay que ponerle una manilla de conexión a la policía a las
1.865.000 mujeres españolas que el año pasado fueron maltratadas, para que cuando vaya a suceder la
agresión se salve una parte? ¿Qué entre tanto se viva en un ámbito de miedo permanente en que se les puede
herir o asesinar? No es que no se tengan que apoyar a mujeres en casos extremos, pero ¿por qué se tiene que
llegar a esos casos extremos? Es más, qué hace, por ejemplo, que una parte significativa de las mujeres que
han denunciado a sus maridos sean asesinadas luego víctimas de éstos.
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No existe más prevención que la de evitar que un agresor llegue a ser un asesino. Mientras que todas las
actuales medidas del gobierno están basadas en la impunidad del agresor. No existe sanción penal para la
violencia doméstica, por ejemplo, se remiten más del 90% de los procedimientos penales por violencia menos
grave a tribunales civiles, con lo cual la violencia familiar queda fuera del derecho.
En un estudio de 950 sentencias de separación, salvo en contados casos, las resoluciones de los juzgados y
tribunales ignoran la existencia de violencia doméstica. Es algo de lo que es consciente, además, el conjunto
de la sociedad. En una reveladora encuesta realizada por el CIS el año pasado, el 95% de los españoles cree
que el gobierno debería implicarse más en la lucha contra la violencia. Pero además el 64,7% afirmó que la
mujer que denuncia no puede tener confianza en las autoridades: comisaría, juzgados, etc.
Si se tomaran medidas como penas de cárcel a quienes golpean a sus mujeres ¿disminuiría o no las
agresiones? ¿Si en las comisarías y juzgados las denuncias de estas mujeres fueran tratadas seriamente como
un delito respecto a un orden jurídico que las protegiera realmente, no aumentarían las denuncias? ¿O es
que acaso bajo un sistema legal en el que verdaderamente se protegiera los derechos de las mujeres frente a
las agresiones de su pareja se daría el índice actual de asesinatos? ¿ Por qué no se exigen estas medidas?
Las medidas de control actual y la situación jurídica descrita antes, ofrece un ámbito en el que se proteje al
criminal y se recrudece la situación hasta el asesinato. Cuando una mujer maltratada decide denunciar a su
marido es separada de sus hijos, desenraizada de su familia y vecinos, impedida para un trabajo, pagando un
alto coste para protejerse del agresor.
Las casas de acogida son la alternativa última de un perverso sistema juridico−político que se basa en la
impunidad. En mantener inalterables las relaciones patriarcales, en no poner en cuestión el Estado como el
pilar del maltrato a las mujeres. Es evidente que las mujeres son tanto víctimas del maltrato como del sistema
judicial, uno y otro están estrechamente vinculados.
Maltrato a la Mujer
Autora: Mª Luisa Torres Peralta.
Psicóloga y Terapeuta Sexual
SITUACIÓN DE UNA MUJER MALTRATADA
La mujer maltratada, vive situaciones emocionales perturbadoras:
• Perdida de la autoestima.
• Ambivalencia hacia el maltratador por el que siente miedo, agresividad y amor (durante las remisiones)
• Ansiedad de la marcha que conlleva la responsabilidad del fracaso familiar y, en la mayoría de los casos,
hacerse cargo de los hijos.
• Presiones del medio, que la culpabiliza por su posición de víctima y por el fracaso conyugal, por ejemplo,
las amistades presionan para que le abandone, mientras que la madre para que le aguante.
• Consecuencias económicas de una marcha.
• Ineficiencia de apoyos jurídicos para protegerla y el temor permanente a ser agredida de nuevo por la
pareja que sigue persiguiéndola.
Estos son algunos de los aspectos que se viven en una situación de agresión, otros son:
• Malestar, incomodidad.
• Tristeza.
• Vergüenza.
• Retraimiento, repliegue sobre sí misma.
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• Reticencia al intercambio de opiniones, de experiencias, por ejm. en la entrevista.
• Tendencia a desvalorizarse y culpabilizarse.
• Somatizaciones diversas: depresión, insomnio, consumo exagerado de medicamentos, alcoholismo,
problemas digestivos, problemas sexuales, etc
• Actitud temerosa.
• Indecisión.
• Agresividad desproporcionada hacia los profesionales que le preguntan.
• Reacciones de huida.
• Prisa.
• Aislamiento, deberán afrontar la soledad, pocas mujeres han sido preparadas para vivir ellas mismas, solo
se van funcionando ligadas a un hombre.
La mujer maltratada que sale del círculo de la violencia tendrá que recuperar todas las pérdidas
emocionales, psicológicas y físicas inherentes a la vivencia de la violencia.
Sólo el 5% de los malos tratos familiares son denunciados, es decir sólo se denuncia el maltrato cuando es
brutal o muy reiterado. Existen condicionamientos importantes por los que no se denuncia el maltrato:
• La dependencia económica y afectiva de la víctima con el agresor.
• El miedo.
• La no aceptación del fracaso matrimonial o de pareja, queriendo sostener la relación hasta límites
insoportables.
• La falta de conciencia de estar siendo maltratada (solo se debe denunciar cuando hay lesión). El
sentimiento de culpa a la hora de denunciar el padre de sus hijos.
• El desánimo al ser conscientes de que no va a servir para nada.
• Falta de recursos económicos.
• No tener donde ir, etc.
• La falta de respuesta de la propia familia de la víctima y de las Instituciones en general.
• La ocultación del problema por vergüenza.
• La baja autoestima de la víctima que impide dar respuesta a la agresión.
• La tolerancia del maltrato por parte de la víctima.
La violencia familiar se produce en todas las clases sociales y por tanto en todos los estamentos económicos,
incluso en aquellos de alto nivel cultural. No obstante cuando se extraen datos de denuncias, encontramos
principalmente mujeres de clases sociales desfavorecidas. Pero si hacemos el análisis de datos obtenidos en
despachos de abogados privados, encontramos que muchas de las mujeres que acuden a separarse
pertenecientes a clases sociales acomodadas, han sido objeto de malos tratos físicos y psíquicos.
Muchas mujeres retiran la denuncia antes del Juicio, casi siempre por miedo y bajo amenazas. Un factor que
hay que tener también presente es la dificultad que tiene la víctima de probar los hechos, estos siempre se
producen en la intimidad, sin testigos o con testigos que dependen del agresor por razones de parentesco.
Tampoco le resulta fácil a la víctima llevar testigos de la agresión tales como vecinos, ya que normalmente
no quieren ir. Por otra parte, los certificados de lesiones aportados no siempre tienen el poder probatorio de
la existencia de la violencia familiar, ya que si bien certifican las lesiones, no acreditan quien las produce. En
definitiva en la mayoría de los casos las mujeres que se animan a denunciar, tienen otra dificultad añadida:
"la carga de la prueba siempre recae sobre la víctima siendo en la mayoría de los casos difícil de romper la
tan argumentada presunción de inocencia del art. 24 de la Constitución Española".
El delito de la habitualidad en el maltrato fue introducido en nuestro código en la reforma del 95 y dice: "el
que habitualmente ejerza violencia física sobre su cónyuge o persona a la que se halla ligado de forma
estable por análoga relación de afectividad será castigado con la pena de prisión de 6 meses a tres años". La
Jurisprudencia exige 3 agresiones para que se considere la habitualidad y se requiere también la convivencia
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del agresor con la víctima. Dado que los mecanismos legales no actúan con rapidez, la mujer maltratada
debe irse del domicilio familiar con sus hijos a una casa de un familiar, de una amiga, o a una casa de
acogida, mientras el agresor queda en el domicilio.
La nula protección a la víctima hace que sobre ella recaiga el peso de coordinar los distintos procedimientos
civiles y penales a los que debe acudir, meta difícil de obtener con los resortes legales existentes.
Dificultades que la mujer evalúa en su ruptura:
• Riesgo de buscar ayuda o decidirse, la violencia física y el daño psicológico: riesgo de un aumento de
amenazas y de la violencia física (hijos, familia, víctima), de que el agresor amenace con suicidarse, de
hostigamiento continuo, de secuestro de los hijos, etc
• Riesgo económico: riesgo de poder adquisitivo, de perder ingresos o trabajo o relaciones, miedo a sentirse
sola (el agresor la ha separado de sus amistades y familiares poco a poco, en algunos casos), etc
• Miedo de las actitudes de los amigos, familiares, profesionales, ...: Riesgo de no ser creída, de que tengan
una actitud crítica con ella, etc
Tipos de ruptura:
• Ruptura rápida: La mujer se va en cuanto aparecen las primeras manifestaciones de violencia.
• Tiene el grado de estudios necesario para encontrar un trabajo.
• Tiene amigos con los que contar.
• No tiene pasado familiar de violencia.
• Tiene alternativas, conoce recursos y tiene acceso a ellos.
• Tiene una buena autoestima.
• Ruptura a disgustos: Se separa tras varios años de soportar violencia, después de haber intentado salvar la
relación. Reduce su culpabilidad puesto que ha hecho todo lo que ella pensaba que podía salvar su pareja.
• Ha puesto medios para poner fin a la violencia.
• Ha buscado ayuda: psiquiátrica, alcohólicos anónimos, etc
• Ha intentado salvar su matrimonio.
• Su decisión ha sido pensada y meditada.
• Evalúa que el precio del abuso es demasiado alto para ella y los niños, y decide irse.
• Ruptura evolutiva: Abandona la relación y vuelve sucesivas veces, hasta adquirir el convencimiento de que
es preferible afrontarlos problemas derivados de la separación que soportar la tortura de semejante
relación. La violencia se añade a la dificultad de irse.
• Tiene baja autoestima
• No conoce los recursos.
• Tiene dificultades económicas.
• Tiene pocas posibilidades de trabajar fuera de casa.
• Comulga con los estereotipos femeninos (muy arreglada, conforme le gusta al hombre).
• Tiene la responsabilidad de los hijos teme la soledad.
• Se siente aislada.
Así pues la experiencia de la ruptura debe haber permitido algunas adquisiciones o aportado respuestas
importantes a la mujer maltratada. Por su parte, el agresor, se siente reforzado por el regreso de su víctima
(hace lo que quiere, de todos modos ella vuelve siempre). Se siente con autoridad para reiniciar, en algún
momento, comportamientos violentos puesto que sabe que la víctima le pertenece.
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Actualmente, alrededor nuestro, encontramos apoyos, ayudas, textos, canciones... que apoyan a la mujer
maltratada. Últimamente, en Internet, circulaba el siguiente email:
Recibí Flores Hoy! No es mi cumpleaños o ningún otro día especial; tuvimos nuestro primer disgusto
anoche y él dijo muchas cosas crueles que en verdad me ofendieron. Pero sé que está arrepentido y no las
dijo en serio, porque él me mandó flores hoy. No es nuestro aniversario o ningún otro día especial; anoche
me lanzó contra la pared y comenzó a ahorcarme. Parecía una pesadilla, pero de las pesadillas despiertas y
sabes que no es real; me levanté esta mañana adolorida y con golpes en todos lados, pero yo sé que está
arrepentido; porque él me mandó flores hoy.
Y no es día de San Valentín o ningún otro día especial; anoche me golpeó y amenazó con matarme; ni el
maquillaje o las mangas largas podían esconder las cortadas y golpes que me ocasionó esta vez. No pude ir
al trabajo hoy, porque no quería que se dieran cuenta. Pero yo sé que está arrepentido; por que él me
mandó flores hoy. Y no era el día de las madres o ningún otro día anoche el me volvió a golpear, pero esta
vez fue mucho peor. Si logro dejarlo, qué voy a hacer? Cómo podría yo sola sacar adelante a los niños?
Qué pasará si nos falta el dinero? Le tengo tanto miedo! Pero dependo tanto de él que temo dejarlo. Pero
yo sé que está arrepentido, por que él me mandó flores hoy.
Hoy es un día muy especial: Es el día de mi funeral. Anoche por fin logró matarme. Me golpeó hasta
morir. Si por lo menos hubiera tenido el valor y la fortaleza de dejarlo. Si hubiera aceptado la ayuda
profesional.... hoy no hubiera recibido flores!
Anónimo
¡¡¡ POR UNA VIDA SIN VIOLENCIA !!!
Todos sabemos que el maltrato a la mujer está mal, como el maltrato a cualquier ser vivo.
Quizá su origen venga desde muy lejos, los hijos ven pegar a sus madres por sus padres, estos pegan a sus
mujeres y así a llegado a nuestros días.
Que en el siglo XXI se siga practicando este acto de violencia es intolerable.
El apoyo que presta el gobierno, al parecer, no es suficiente, por lo que debemos apoyarnos entre el pueblo,
debemos ayudar a las personas que les cuestan contarnos en la situación que se encuentran. Para esas
personas, es muy difícil denunciar a su agresor, (por las características que he nombrado anteriormente) por lo
que se ve en una situación incomoda.
Debía de fomentarse más, el no a la violencia, como manifestaciones, anuncios en la televisión, en la radio,
carteles... Quizá esto no detenga a los agresores, pero puede que ayude a las agredidas a denunciarles.
También debían de preparar a jueces especiales para el maltrato, ya que los actuales no hacen bien su trabajo y
no acusan al agresor por faltas de pruebas, y si lo acusan, la pena de cárcel, es muy pequeña, y a los pocos
días, el agresor está en la calle.
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Portada___________ _______________________________________________1
Índice_____________________________________________________________2
Introducción_______________________________________________________3,4
6
Informe___________________________________________________________4,5,6
Análisis de una psicóloga________________________________________________________7,8,9,10,11
Apoyos y ayudas____________________________________________________12
Opinión personal______________________________________________________13
Bibliografía___________________________________________________________14
7
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