Temeridad y malicia Procesal Quien inicia una demanda, un incidente o interpone una excepción sabiendo que no tiene un mínimo de razón, incurre en temeridad. Pero quien contesta defendiéndose, aunque sea conocedor de su culpabilidad, no puede ser calificado de temerario, ya que es lícita la búsqueda de un resultado atenuado o -por lo menos- el cuidado de no ser víctima de un abuso de derecho. Sin embargo, el demandado que interpone excepciones, defensas y recursos sin fundamentos serios, con la única finalidad de dilatar o entorpecer, procede maliciosamente. "La temeridad, consiste en la conducta de quien sabe o debe saber su sin razón para litigar y, no obstante, lo hace, abusando de la jurisdicción. "La malicia, se configura en cambio, por el empleo arbitrario del proceso o actos procesales, en contraposición a los fines de la jurisdicción, con un objeto netamente obstruccionista. Abusa y agrede a la jurisdicción" CONCEPTOS DE TEMERIDAD Y MALICIA PROCESAL. “La temeridad, consiste en la conducta de quien deduce pretensiones o defensas cuya inadmisibilidad o falta de fundamento no puede ignorar con arreglo a una mínima pauta de razonabilidad, configurándose, por lo tanto, frente a la conciencia de la propia sinrazón” Por su parte, Gozaíni considera que “... por malicia debe entenderse la utilización arbitraria de los actos procesales en su conjunto (inconducta procesal genérica) o aisladamente cuando el cuerpo legal los conmina con una sanción específica (inconducta procesal específica), y el empleo de las facultades, que la ley otorga a las partes, en contraposición con los fines del proceso, obstruyendo su curso y en violación de los deberes de lealtad, probidad y buena fe...” Valiéndonos de estas definiciones se puede ensayar una notoria diferenciación entre las mismas, lo que no es óbice para que ambas se entrelacen en una misma conducta, en una serie concatenada de ellas. OPORTUNIDAD PARA EL JUZGAMIENTO. Ahora bien, la oportunidad signada para que los jueces evalúen, y en su caso, sancionen al litigante temerario o malicioso es, afirma la mayoría, al momento de la sentencia. Así lo dispone el art. 34 inc. 6 del CPCCN; y así lo confirman distintos autores como Palacio y Alvarado Velloso, Gozaíni y Casella en el ámbito local. Discutida, en cambio, se encuentra la posibilidad de aplicar las sanciones en el auto interlocutorio que decide un incidente, siendo el principal argumento a favor en tal caso, que no existirá otra ocasión con ese fin. Recientemente la postura contraria obtuvo un pronunciamiento favorable en la Pcia. de Buenos Aires: “Resulta errado pretender, se aplique a los letrados de la actora la punición que trae el art. 45 del rito. Es que tal sanción requiere, para su operatividad, que quien vaya a ser sancionado haya sido derrotado en la causa, circunstancia que no se comprueba en autos.” Palacio, citando a Colombo, afirma que es razonable que así sea, por cuanto el vencido tiene en el allanamiento un medio procesal apto para evitar que el vencedor incurra en malicia, lo cual no obsta que cualquiera de las partes sea pasible de sanciones por inconducta procesal específica, esto es, aquellos casos expresamente previstos por la norma procesal. Creemos ello debe ser reconsiderado: el vencido puede, en definitiva, tener o creer tener una razón plausible para litigar, por lo que puede considerar conveniente debatir. Por lo demás es injusto que además de vencido, deba tener que soportar que el vencedor quede impune de su inconducta procesal, si la hubiere consumado. La situación no resulta equitativa. Si el vencido yerra en su pretensión, deberá cargar con las costas del pleito. Pero si el vencedor incurre en inconducta, no puede por el solo hecho de resultar ganancioso quedar sin mella. Quienes apuntan a considerar exclusivamente el momento de sentenciar como el procedente para juzgar la temeridad y la malicia, dado lo normado por el art. 34 CPCCN, no diferencian ambos conceptos de la forma supra apuntada, cosa que posibilitaría –sin perjuicio del texto legal- la imposición de sanciones al litigante ímprobo antes del acto sentencial y, aún, a quién resulte ganancioso en el pleito, en caso de merecerlo. Please download full document at www.DOCFOC.com Thanks