después se form aba un nuevo gobier­ no, al que pertenecían tres m inistros de la CEDA. Aquella misma noche, cuando se hizo pública la noticia, co­ menzó la huelga general. He aquí lo que sobre ella escribió Largo Caba­ llero: „Lo que predominaba en el ánimo de las gentes era que si Gil Robles entra­ ba en el gobierno, la clase trabaja­ dora formularia una enérgica protesta. Esto último lo conocía el Presidente de la República por conducto del jefe de Prensa de la Presidencia. Esperábamos con ansiedad la salida de los periódicos para conocer la in­ formación política. El dos o tres de octubre apareció el fatídico decreto nombrando a don José María Gil Ro­ bles, Ministro. La suerte estaba echa­ da. Había que jugar la partida. Se reunierón las dos ejecutivas (la del PSOE y UGT) y, a continuación del cambio de impresiones, se llegó a la conclusión de que había llegado el momento de actuar. La Comisión especial dio orden de que se remitieran los telegramas, or­ denando que s e iniciase el movimiento. Después se comprobó que absoluta­ mente todos habían llegado a sus des­ tinos.“ El mismo día los jefes de los partidos republicanos decidieron rom per con el gobierno. Manuel Azaña, Diego Mar­ tínez Barrio, Felipe Sánchez Román y Miguel Maura escribieron por separa­ do al Presidente de la República acusándole de haber com etido una traición y entregado la R epública a sus enemigos, declarando que recu rri­ rían a todos los medios para defender­ la. También, y como protesta, el Presi­ dente del Tribunal de Garantías Cons­ titucionales, Alvaro de Albornoz, pre­ sentó su dim isión con carácter de irrevocable. Dos aspectos El m ovim iento revolucionarlo de oc­ tubre tiene dos aspectos, que conviene exponer por separado, no obstante la unidad del propósito. Uno, em inente­ mente obrero, lo constituye la huelga general; otro, la sublevación de Cata­ luña y la proclam ación del Estado Catalán de la República Federal Espa­ ñola. La huelga general fue secundada in­ mediatamente, y en varias ciudades tuvo caracteres insurreccionales. Du­ rante varios días los obreros lucharon en la calle contra la fuerza pública y el ejército, m ovilizado para dom inar a los huelguistas. EXPRÉS ESPAÑOL / O ctubre 1974 El escenario más im portante de la huelga general fue Asturias, que des­ de el prim er día se convirtió en insu­ rrección obrera. Fue allí donde el m ovim iento estuvo m ejor organizado y dispuso de los medios técnicos ne­ cesarios para triunfar. Asimismo, la Alianza Obrera agrupaba ya a la to ta li­ dad del proletariado. El día 4, cuando se conoció la noticia de la form ación del nuevo gobierno, la Alianza Obrera ordenó la huelga general. Rápidamente los obreros, bien armados y organizados, se apoderaron de todos los pueblos de la zona minera, de los cuarteles de la guardia civil y de las fábricas de fusiles y cañones, marchando inm edia­ tamente sobre la capital, Oviedo, que ocuparon. Dueños de la situación, vencidas las fuerzas de que disponía el gobierno, el proletariado asturiano procedió a crear su propio poder, el gobierno de la revolución. La revolución de A stu­ rias debe considerarse como la pri­ mera revolución auténticam ente obrera en España. Sangre del pueblo en las calles de Oviedo. Tropas m ercenarias El gobierno se apresuró a enviar tro ­ pas para dom inar la insurrección as­ turiana. Como desconfiara de la leal­ tad de los soldados, prefirió emplear tropas mercenarias. El m inistro del Ejército llamó al ge­ neral Francisco Franco Bahamonde (el organizador del Tercio) a la Jefa­ tura del Estado Mayor Central. El es quién tiene la idea de mandar a los aventureros del Tercio y a los m oros contra los obreros cuya consigna se cifra en tres letras: UHP (Unión de Hermanos Proletarios). Con m otivo del envío de tropas moras a Asturias, el señor Hidalgo, m inistro de la Guerra, declara a la prensa: El único argu­ mento contra el empleo de tropas africanas es que en el guerra no dan cuartel ni se someten a las leyes humanitarias. Despues de furiosas batallas, que se libraron pueblo por pueblo, logró el gobierno dom inar a los insurrectos y reconquistar la región, no sin antes parlam entar con el Com ité Revolu­ cionario, el cual designó al socialista Belarm ino Tomas para pactar las con­ diciones de la rendición con el ge­ neral López Ochoa, que m andaba las tropas. Este accedió a que no hubiera represalias y a que las tropas moras, que se habían distinguido p orsu crue l­ dad contra la población civil, no entra­ ran en los pueblos. El día 19 de octubre, quince días des­ pués de comenzada, term inó la insu­ rrección de Asturias. Al tom ar posesión de su cargo de Jefe Especial de Orden Público de Asturias, el coronel de la guardia civil Doval d eclaró: Estoy decidido a no ahorrar la vida de ningún revolucionario y a exterminar la semilla revolucionaria incluso en el vientre de las madres. La prensa de derechas publica fotos trucadas de sacerdotes con los ojos arrancados, cuando ni un solo cura sufrió persecución por los mineros. Pero las jerarquías de la Iglesia se guardaron muy bien de advertir la fa l­ sedad de esta campaña. El general López Ochoa declaró al te rm ina r la ocupación: Las historias de atrocida­ des cometidas por los revolucionarios de Asturias son producto de una cam­ paña baja y exagerada. Condeno los acontecimientos de Asturias de todo corazón, pero he de condenar también la campaña de que son objeto. Los revolucionarios mataron a cuantos se les resistieron, pero como regla ge­ neral respetaron la vida de sus prisio­ neros. El periodista valenciano Luis de Sirval, que está sacando datos para Inform ar acerca de la represión, es asesinado* en Oviedo por un teniente del Tercio (que jam ás será castigado por este crim en). 9