Movimiento feminista

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DESARROLLLO B: LA APARICIÓN DEL MOVIMIENTO FEMINISTA
Movimiento feminista, movimiento para conseguir la igualdad política, social y económica entre mujeres y
hombres. Algunos de los derechos de igualdad que se reivindican son el control de la propiedad privada, la
igualdad de oportunidades en la educación y el trabajo, el derecho al sufragio o voto libre y la libertad sexual.
El movimiento feminista, también conocido como movimiento por la liberación de la mujer, surgió en Europa
a finales del siglo XVIII. A pesar de que ya en 1970 la mayoría de las mujeres en el mundo habían conseguido
mejorar sus derechos, todavía está pendiente la total igualdad con el hombre a nivel político, económico y
social.
El movimiento feminista está compuesto por diferentes elementos sin una estructura jerárquica. Aunque no se
basa en un conjunto de principios formales, su idea central es que las mujeres sufren una opresión no
compartida por el hombre y de la que, por lo general, los hombres son los beneficiarios políticos, sociales,
emocionales y económicos.
Cuando el feminismo occidental resurgió en la década de 1960, el movimiento defendía preferentemente que
las experiencias individuales de subordinación de la mujer no eran incidentes aislados debidos a diferencias
particulares de personalidad, sino la expresión de una opresión política común. También se esgrimió la idea de
hermandad, pero este concepto ha sido muy criticado por incoherente, ya que dentro del movimiento se
mantienen prejuicios de raza y clase social. En los últimos años, tanto las diferencias como las similitudes
entre mujeres han pasado a ser objeto de investigación académica.
El movimiento feminista sigue tres líneas de actuación: exploración de una nueva solidaridad y conciencia
(que facilita la valoración de las posiciones política y social), realización de campañas a favor de temas
públicos y el estudio del feminismo.
Estatus tradicional
Ya desde los albores de la historia escrita es patente el dominio del hombre en las distintas sociedades. Puede
suponerse que el dominio masculino se remonta al paleolítico como resultado de la valoración de la caza
como actividad fundamental. Las religiones monoteístas también apoyan la idea de que la mujer es por
naturaleza `más débil' e `inferior' al hombre. En la Biblia, por ejemplo, Dios situó a Eva bajo la autoridad de
Adán y san Pablo pedía a las cristianas que obedecieran a sus maridos. De forma análoga, el hinduismo
sostiene que una mujer virtuosa debe adorar a su marido (pathivratha) y que el poder de su virtud servirá de
protección a ambos.
Todo ello induce a que las mujeres se encuentren en una situación de desventaja en la mayoría de las
sociedades tradicionales. Su educación se limita a aprender habilidades domésticas y no tienen acceso a
posiciones de poder. El matrimonio es una forma de protección aunque con una presión casi constante para
dar a luz hijos, especialmente varones. En estas sociedades una mujer casada adquiere el estatus de su marido,
vive con la familia de él y no dispone de ningún recurso en caso de malos tratos o de abandono.
En la legislación romana (base de la europea y de la estadounidense) el marido y la mujer eran considerados
como uno, ya que la mujer era la `posesión' del marido. Como tal, la mujer no tenía control legal sobre su
persona, sus tierras, su dinero o sus hijos. De acuerdo con una doble moralidad, las mujeres respetables tenían
que ser castas y fieles, pero los hombres respetables no. En la edad media, bajo la legislación feudal, las
tierras se heredaban por línea masculina e implicaban poder político, lo que favorecía aún más la
subordinación de la mujer.
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Hubo, sin embargo, algunas excepciones. En la antigua Babilonia y en Egipto las mujeres tenían derecho a la
propiedad y en la Europa medieval podían formar parte de los gremios artesanos. Algunas mujeres ostentaban
autoridad religiosa como, por ejemplo, las chamanes o curanderas siberianas y las sacerdotisas romanas. En
ocasiones las mujeres ostentaban autoridad política, como las reinas egipcias y bizantinas, las madres
superioras de los conventos medievales y las mujeres de las tribus iroquesas encargadas de designar a los
hombres que formarían parte del consejo del clan. Algunas mujeres instruidas lograron destacar en la antigua
Roma, en China y durante el renacimiento europeo.
El gran cambio
El Siglo de las Luces (con su énfasis político en la igualdad) y la Revolución Industrial (que originó enormes
cambios económicos y sociales) crearon un ambiente favorable a finales del siglo XVIII y principios del XIX
para la aparición del feminismo y de otros movimientos reformadores. En la Francia revolucionaria los clubes
republicanos de mujeres pedían que los objetivos de libertad, igualdad y fraternidad se aplicaran por igual a
hombres y mujeres. Pero la aprobación del Código Napoleónico, basado en la legislación romana, cortó en
Europa cualquier posibilidad reivindicativa en ese sentido. En Inglaterra, Mary Wollstonecraft publicó
Vindicación de los derechos de la mujer (1792), el primer libro feminista que pedía la igualdad en un tono
decididamente revolucionario.
Con la Revolución Industrial la transformación de los trabajos manuales (realizados desde la antigüedad por
las mujeres de forma gratuita) hacia un modelo de producción masiva mecanizada permitió a las mujeres de
las clases bajas trabajar en las nuevas fábricas. Esto supuso el comienzo de su independencia y
proletarización: las condiciones de trabajo no eran buenas y sus salarios, inferiores a los de los hombres,
estaban controlados legalmente por sus maridos. Al mismo tiempo se consideraba que las mujeres de la clase
media y alta debían permanecer en casa como símbolo decorativo del éxito económico de sus maridos. La
única alternativa para las mujeres respetables de cualquier clase era el trabajo como profesoras, vendedoras o
doncellas.
En Europa surgieron algunos grupos feministas que no tuvieron gran repercusión. La Iglesia católica se opuso
al feminismo argumentando que destruía la familia patriarcal. En los países agrícolas se mantenían las ideas
tradicionales y en las sociedades industriales las reivindicaciones feministas tendían a ser sofocadas por el
movimiento socialista.
El feminismo tuvo mayor aceptación en Gran Bretaña, protestante en su mayor parte y muy industrializada, y
en Estados Unidos. Sus dirigentes eran mujeres cultas y reformistas de la clase media. En 1848 más de 100
personas celebraron en Seneca Falls, Nueva York, la primera convención sobre los derechos de la mujer.
Dirigida por la abolicionista Lucretia Mott y la feminista Elizabeth Cady Standton, entre sus principales
exigencias solicitaron la igualdad de derechos, incluido el derecho de voto, y el fin de la doble moralidad. Las
feministas británicas se reunieron por primera vez en 1855. La publicación (1869) de Sobre la esclavitud de
las mujeres de John Stuart Mill (basado en gran medida en las conversaciones mantenidas con su mujer
Harriet Taylor Mill) atrajo la atención del público hacia la causa feminista británica, sobre todo en lo relativo
al derecho de voto. Hasta finales del siglo XIX y bien entrado el XX no se incluyó este derecho en las
Constituciones de los países. En España se concedió en 1932, en la II República. Hoy todavía existen países
como Kuwait, Jordania y Arabia Saudí donde la mujer no tiene derecho a votar.
ACTIVIDADES Y CUESTIONES
• Las mujeres tenían un mundo muy reducido, lo tenían reducido a su hogar. Estaba discriminada
porque no tenía unos derechos civiles y políticos: la mujer casada vivía en una subordinación legal
respecto al marido y, en el terreno político, ninguna mujer tenía derecho al voto.
• Su objetivo principal era conseguir el voto o sufragio para las mujeres, lo que se quería era no sólo la
actividad política sino acabar con los agravios que padecían en el terreno laboral.
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• Él pensaba que la situación de la mujer era una cosa artificial, resultado de una represión forzada en
determindadas direcciones y de un estímulo antinatural en otras. Su postura era rarísima en un hombre
de esa época (parece que él era el de los pocos que tenían cerebro).
INVESTIGACIÓN
Anthony, Susan Brownell (1820−1906), destacada reformadora social estadounidense que dirigió la lucha
por el sufragio femenino. Falleció antes de que se adoptara la decimonovena Enmienda (26 de agosto de
1920).
Primeros años de su vida
Nació el 15 de febrero de 1820 en Adams (Massachusetts). Educada por su padre (maestro de escuela),
Anthony se convirtió en pedagoga y ejerció la docencia hasta la edad de 30 años.
Cuáquera liberal y reformista radical, participó desde 1848 hasta 1853 en el movimiento antialcohólico. Entre
los años 1856 y 1861 asumió la causa abolicionista y trabajó en la Sociedad Antiesclavista Americana. En
1863, durante la Guerra Civil estadounidense, fundó la Liga de Mujeres Leales para luchar en favor de la
emancipación de los esclavos. Finalizado el periodo de la Reconstrucción posterior a la Guerra Civil, protestó
contra la violencia infligida a los negros y exigió la total participación de éstos en el movimiento sufragista
femenino.
La lucha por los derechos de la mujer
La lucha de Anthony por los derechos de la mujer comenzó en 1851, cuando conoció a Elizabeth Cady
Stanton. Desde 1854 hasta 1860 ambas propugnaron la reforma de las leyes discriminatorias del estado de
Nueva York, pronunciando conferencias y organizando una campaña para modificar la legislación existente.
Después de la guerra, Anthony y Stanton consideraron que el objetivo primordial de su lucha debía ser
conseguir el sufragio universal, por lo que en 1869 fundaron la National Woman Suffrage Association para
conseguir una enmienda constitucional que otorgara a las mujeres tal derecho. Aunque la 15ª Enmienda
permitió el derecho al voto de los esclavos recién liberados, las mujeres de todas las razas continuaban siendo
excluidas. Entre los años 1868 y 1870 Anthony y Stanton publicaron un periódico, Revolution, en el que
denunciaron las injusticias que sufrían las mujeres. Viajó a Europa en 1883, y en 1888 participó en la creación
de la Asamblea Internacional de Mujeres, donde estaban representados 48 países. Dimitió a los 80 años del
cargo de presidenta de la National American Woman Suffrage Association, si bien continuó participando
regularmente en sus convenciones hasta su fallecimiento, ocurrido el 13 de marzo de 1906 en Rochester
(Nueva York).
Pankhurst, Emmeline Goulden (1858−1928), sufragista británica que dirigió en su país el movimiento en
favor del derecho de voto de la mujer. Nació en Manchester y estudió en la École Normale de París
(1873−1877). Contrajo matrimonio con Richard Marsden Pankhurst, un abogado que defendía la igualdad de
derechos de la mujer, en 1879. Fue una de las fundadoras de la Liga para el Sufragio Femenino (WFL) creada
en 1889, que cinco años después consiguió que se aprobara una ley que permitía votar a las mujeres en las
elecciones locales. En 1903 organizó junto con sus hijas Christabel y Silvia la Unión Social y Política de
Mujeres (WSPU) en Manchester, grupo que adquirió cierto renombre cuando trasladó su sede a Londres y
comenzó a organizar reuniones públicas y marchas de protesta frente a la Cámara de los Comunes. Sus
actividades fueron adquiriendo un tono cada vez más agresivo, por lo que fue arrestada y encarcelada en
varias ocasiones desde 1908 hasta 1913. Realizó varias huelgas de hambre en señal de protesta durante los
periodos que pasó en prisión.
En 1914, a comienzos de la I Guerra Mundial, alentó a las sufragistas a que abandonaran su campaña y se
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entregaran al trabajo de guerra. Falleció en Londres el 14 de junio de 1928, pocas semanas después de que se
otorgara el derecho al voto femenino.
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