Asistencia Humanitaria y Política Exterior

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ASISTENCIA HUMANITARIA y
POLÍTICA EXTERIOR ARGENTINA
A U N A D É C A D A D E L N U E V O PA R A D I G M A
EN LA REGION LATINOAMERICANA Y CARIBEÑA
2003-2013
Presidenta de la Nación
Cristina FERNÁNDEZ DE KIRCHNER
Ministro de Relaciones Exteriores y Culto
Héctor Marcos TIMERMAN
Comisión Cascos Blancos
Presidente
Gabriel IVE
Vicepresidente
Esteban MAHIQUES
Coordinador Unidad Político-Diplomática
Responsable Unidad de Coordinación
Convenio Comisión Cascos Blancos - UNICEN
Patricio HENDERSON
ASISTENCIA HUMANITARIA y
POLÍTICA EXTERIOR ARGENTINA
A U N A D É C A D A D E L N U E V O PA R A D I G M A
EN LA REGION LATINOAMERICANA Y CARIBEÑA
2003-2013
Asistencia Humanitaria y Política Exterior Argentina: A una década del nuevo paradigma en la
región Latinoamericana y Caribeña 2003-2013 - 2a ed. - 17x24 cm.
ISBN 978-987-33-5302-4
1. Asistencia Humanitaria. 2. Política Exterior. 3. Cascos Blancos. I. Título. CDD 327.1
Edición general, diseño de tapa y diagramación: Ana Cecilia Gardey
PRÓLOGO
Existen razones que hacen de ésta, una publicación inédita, novedosa y desafiante.
Inédita y novedosa porque en nuestro país no existen publicaciones de esta naturaleza que
aborden con rigor académico el rotundo cambio de paradigma de la asistencia humanitaria
internacional que se dio en la última década en nuestro país y la región Latinoamericana y
Caribeña, considerando la multiplicidad de variables intervinientes en este proceso, relacionadas
al cambio de época que significó el abandono del neoliberalismo.
Si bien es motivo de orgullo el histórico y reconocido compromiso de nuestro país con la asistencia
humanitaria internacional, instrumentada a través de la Comisión Cascos Blancos del Ministerio
de Relaciones Exteriores y Culto, resulta fundamental comprender que ese compromiso ha sido
coherente y racional con los lineamientos de política exterior que representaron a determinados
modelos de desarrollo.
El presente libro identifica los elementos que caracterizaron al cambio de época que significó
el decenio 2003-2013, el salto cualitativo que convirtió a la asistencia humanitaria en una
herramienta al servicio de la consolidación de nuestra región como zona de paz y estabilidad, con
sociedades integradas entre sí, encaminadas a alcanzar un desarrollo sustentable con inclusión
social; revirtiendo modelos de asistencia humanitaria subsidiarios de una política exterior
primermundista alineada a los grandes centros de poder, en sintonía con las recomendaciones del
Consenso de Washington de apertura económica, desmonte gradual del Estado y la privatización
de instituciones y servicios que debieron mantener su condición de patrimonio colectivo.
El crecimiento económico sostenido del último decenio, asociado a la estratégica visión
integracionista de los Gobiernos de centroizquierda que motorizaron el cambio de época,
generaron las condiciones coyunturales óptimas para que muchos países pasaran de ser meros
receptores para convertirse en donantes de asistencia humanitaria internacional, contribuyendo
a fomentar la solidaridad entre los pueblos de la región.
Otro de los fenómenos clave que aborda este libro, es la interdependiente relación entre
asistencia humanitaria y la gestión de riesgos relacionada a la protección de las personas ante
los desastres, cuya responsabilidad irrenunciable e indelegable le corresponde a los Estados.
En esta dirección, el factor medular que acompañó los cambios políticos y económicos en la
región y su impacto en la asistencia humanitaria internacional, fue la adopción del Marco de
Acción de Hyogo 2005- 2015, bajo el paraguas de la Estrategia Internacional para la Reducción
de Desastres de las Naciones Unidas (EIRD).
A partir de entonces, se generó un nuevo y revolucionario debate, y el abordaje tradicional
de la gestión de riesgos, basada en el diseño exclusivo de estrategias de respuesta ante las
consecuencias de los desastres, experimentó un giro copernicano con el abordaje integral de la
problemática. A la propia gestión del desastre se sumaron los enfoques correctivo y prospectivo
del riesgo, concentrándose los esfuerzos en la reducción de los propios riesgos, y en la prevención
de eventos desastrosos respectivamente.
El nuevo enfoque de los desastres, reveló múltiples dimensiones del proceso de construcción
social del riesgo, desde la importancia que juega la degradación ambiental hasta el impacto de
la pobreza y la exclusión. La gestión integral de riesgos se convirtió en un asunto no resuelto del
desarrollo.
Todos estos factores confluyeron hacia un modelo de asistencia humanitaria participativa y
horizontal, en contraste con la visión respuestista, verticalista y basada en lógicas anacrónicas
de décadas anteriores.
Por último, la publicación resulta desafiante por los tiempos que corren.
Si bien la asistencia humanitaria internacional y la gestión integral de riesgos ha logrado
avances importantes por un número cada vez más significativo de gobiernos y de sociedades, la
realidad nos muestra que los riesgos y los desastres no solamente no han disminuido, sino que
han aumentado y tenderán a seguir aumentando en los próximos años.
Por esta razón se torna imprescindible la necesidad de mancomunar esfuerzos en dos
direcciones. Por un lado, profundizando la exitosa experiencia latinoamericana y caribeña en la
contribución de la asistencia humanitaria como herramienta de cooperación Sur-Sur al servicio
de la consolidación de fronteras de paz y estabilidad en la región.
Paralelamente, habrá que prestar cada vez más atención al análisis de los procesos globales
ambientales y sociales en curso, como el cambio climático, los efectos de la globalización
económica sobre las relaciones entre las comunidades y sus territorios, la tendencia creciente a
la urbanización del mundo, el desplazamiento masivo de comunidades por distintas causas y la
aparición de nuevos, y en algunos casos desconocidos, factores de riesgo.
La realidad nos muestra que el desarrollo está cada vez más lejos de satisfacer las necesidades
básicas de la mayor parte de los habitantes del mundo, lo que se traduce en viejas y nuevas
vulnerabilidades. Los beneficios del desarrollo se están limitando a quienes pueden pagarlos.
Alguna vez leí que el objetivo de la gestión del riesgo no puede centrarse en salvar al mayor
número posible de náufragos, sino en evitar el naufragio.
Las alianzas entre quienes se dedican a la asistencia humanitaria, quienes se dedican a la gestión
del riesgo y quienes se dedican a la gestión sustentable del ambiente y del desarrollo sostenible,
se hacen cada vez más urgentes y necesarias.
A 20 años de que la Iniciativa Cascos Blancos fuera reconocida por las Naciones Unidas, será
virtud de nuestro país, junto a los hermanos pueblos latinoamericanos y caribeños, convertir los
desafíos que se imponen en el horizonte inmediato, en oportunidades que permitan continuar
transitando el camino iniciado hace una década.
Lic. Patricio Henderson
Coordinador Unidad Político-Diplomática
Comisión Cascos Blancos
Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto
República Argentina
Responsable Unidad de Coordinación
Convenio de Cooperación UNICEN - Comisión Cascos Blancos
PRESENTACIÓN
Este libro es producto del Convenio de Cooperación entre la Comisión Cascos Blancos del
Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la República Argentina y la Universidad
Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNICEN), firmado en el año 2012,
para la realización de una investigación sobre el nuevo paradigma que rige la asistencia
humanitaria internacional y la política exterior argentina durante las presidencias de
Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner.
El estudio que aquí se presenta, analiza la política llevada a cabo por la República
Argentina en materia de asistencia humanitaria internacional y gestión de riesgos de
desastres, temáticas que están siendo debatidas desde la finalización de la Guerra Fría
en distintos organismos multilaterales como las Naciones Unidas y la Organización de
Estados Americanos, así como en los espacios regionales latinoamericanos. Se explican
las razones por las que desde 2003, los Gobiernos argentinos han participado activamente
en los foros internacionales, contribuyendo a la adopción del nuevo paradigma de la
asistencia humanitaria internacional y la gestión integral de riesgos, fundamentalmente
en la región de América Latina y el Caribe. Sin dudas, la Comisión Cascos Blancos ha sido
una herramienta fundamental para instalar al país como protagonista destacado en este
debate internacional.
En el estudio académico participaron investigadores del Centro de Estudios
Iinterdisciplinarios en Problemáticas Internacionales y Locales (CEIPIL), núcleo de
investigación reconocido por el Consejo Superior de la Universidad Nacional del Centro
de la Provincia de Buenos Aires (Res. No 3996/2009), y declarado Centro Vinculado a la
Comisión de Investigaciones Científicas (CIC) de la Provincia de Buenos Aires en marzo
de 2014, desarrollando sus actividades científico-tecnológicas en el campo general de las
Ciencias Sociales, orientándose particularmente a las Ciencias Políticas y la Sociología.
ÍNDICE
Capítulo I: LA GESTIÓN DE RIESGOS Y LA ASISTENCIA HUMANITARIA
INTERNACIONAL EN EL SIGLO XXI
Introducción
1. El complejo humanitario internacional
1.1. Organización de las Naciones Unidas (ONU)
1.2. Organización de los Estados Americanos (OEA)
1.3. Mecanismos Subregionales de Gestión del Riesgo de las Américas
1.4. El Sistema Económico Latinoamericano y Caribeño (SELA)
1.5. Organismos financieros: el Banco Mundial y el Banco Interamericano para
el Desarrollo
1.6. Movimiento Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja
1.7. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM)
1.8. Organizaciones No Gubernamentales de la Asistencia Humanitaria
2. La Gestión de Riesgos y la Asistencia Humanitaria:
Hacia un nuevo Paradigma
2.1. El Decenio Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales y la
Conferencia de Yokohama (1994)
2.2. La Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres (EIRD)
2.3. El Marco de Acción de Hyogo para 2005-2015: Aumento de la resiliencia de
las naciones y las comunidades ante los desastres
2.4. Los lineamientos de Hyogo y la nueva concepción humanitaria en el Siglo XXI
3. La coordinación de la Asistencia Humanitaria Internacional
3.1. Mecanismos multilaterales de coordinación y cooperación
4. Asistencia Humanitaria Vs. Intervención Humanitaria:
Dos modelos en pugna
4.1. Las emergencias complejas
4.2. La intervención humanitaria
4.2.1. Los derechos humanos como fundamento de las intervenciones humanitarias:
las Resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU
4.2.2. La intervención humanitaria y la Doctrina Clinton
4.2.3. El principio de la «Responsabilidad de Proteger»
4.2.4. Asistencia Dirigida: geopolítica y control de recursos naturales como
intereses solapados
5. La asistencia humanitaria internacional y la utilización de
recursos militares en situaciones de socorro
5.1. Directrices para la utilización de Recursos Militares y de la Defensa Civil
(RMDC) extranjeros en Operaciones de Socorro en casos de Desastre, 1994.
(Revisión 1.1, 2007)
5.2. Directrices sobre la utilización de Recursos Militares y de la Defensa Civil en
apoyo de las actividades humanitarias de las Naciones Unidas en situaciones de
emergencia complejas. 2003 (Revisión 1, 2006)
Conclusión
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32
45
50
63
73
Capítulo II: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL
NUEVO ESCENARIO DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
Introducción
1. El escenario regional pos neoliberal: un cambio de época
2. La región en el nuevo debate sobre la Asistencia Humanitaria: la
gestión integral del riesgo y la dimensión social de los desastres
3. El nuevo paradigma en los procesos de integración regional
3.1. Organización de los Estados Americanos (OEA)
3.2. Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC)
3.3. Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR)
3.4. Mercado Común del Sur (MERCOSUR)
4. Los Mecanismos Subregionales existentes en Latinoamérica y el
Caribe
4.1. Reunión Especializada de Reducción de Riesgos de Desastres Socionaturales,
la Defensa Civil, la Protección civil y la Asistencia Humanitaria del MERCOSUR
(REHU)
4.2. Comité Andino para la Preparación y Atención de Desastres (CAPRADE)
4.3. Centro de Coordinación para la Prevención de los Desastres Naturales en
América Central (CEPREDENAC)
4.4. Caribbean Disaster Emergency Management Agency (CDEMA)
5. Espacios de coordinación y cooperación
5.1. Proceso de Reuniones Regionales sobre Mecanismos Internacionales de
Asistencia Humanitaria (MIAH)
5.2. Plataformas de Reducción de Riesgos de Desastres
5.3. Foro de Coordinación y Cooperación de Mecanismos Subregionales de
Gestión del Riesgo de Desastres de América Latina y el Caribe
6. El nuevo paradigma en la construcción de marcos institucionales en
países de América Latina
6.1. República Federativa del Brasil
6.2. República de Ecuador
6.3. República de El Salvador
6.4. República del Perú
6.5. República Oriental del Uruguay
6.6. República Bolivariana de Venezuela
Conclusión
78
78
89
93
108
116
122
131
Capítulo III: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL Y EL
CAMBIO DE ÉPOCA EN LA REPÚBLICA ARGENTINA
Introducción
1. La política exterior Argentina durante el decenio 2003 - 2013
2. Institucionalidad de la gestión de riesgos en la República
Argentina
3. La Asistencia Humanitaria Internacional
La Comisión Cascos Blancos
3.1. Historia institucional
3.2. Propósitos y actividades
3.3. El voluntariado humanitario como matriz del modelo Cascos Blancos
3.3.1. La gestión local del riesgo
4. Inserción Internacional de Cascos Blancos
4.1. Inserción Internacional Multilateral
4.1.1. Articulación de Cascos Blancos en la Organización de las Naciones Unidas
4.1.1.1. Misiones de Cascos Blancos en el marco de la Organización de las
Naciones Unidas
4.1.1.2. Misiones en el marco del Convenio UNV/CB
4.1.1.3. Misiones en el marco del Convenio CB/PNUD
4.1.2. Articulación de Cascos Blancos en la Organización de los Estados
Americanos (OEA)
4.1.2.1. La Red Regional de Voluntariado Humanitario
4.1.2.2. Misiones en el marco del Convenio OEA/BID/CB
4.1.3. Participación de Cascos Blancos en las Cumbres Iberoamericanas de Jefes
de Estado y de Gobierno
4.1.4. Articulación de Cascos Blancos en otras organizaciones internacionales
4.2. Inserción Internacional Bilateral
4.2.1. Acuerdos con países de la región
4.2.2. El histórico compromiso con Haití
4.2.2.1. Colaboración de Cascos Blancos con la Oficina Técnica de UNASUR en
Puerto Príncipe
4.2.3. Misiones bilaterales durante 2003-2013
5. Acciones de Cascos Blancos en el territorio nacional
Conclusión
Consideraciones Finales
ANEXO: MISIONES INTERNACIONALES DE CASCOS BLANCOS 2003-2013
Bibliografía
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Capítulo I
LA GESTIÓN DE RIESGOS Y LA ASISTENCIA
HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL SIGLO XXI
INTRODUCCIÓN
El objetivo del presente capítulo es brindar un panorama general de carácter descriptivo
sobre el complejo humanitario internacional, identificando los actores y organismos
internacionales implicados, y la evolución del debate y construcción de doctrina en este
ámbito.
Esta presentación pretende introducir los conceptos y discusiones más relevantes que
definen este escenario en la actualidad, para contextualizar y alcanzar una comprensión
más acabada sobre la performance humanitaria de la República Argentina durante la
etapa 2003-2013.
En primer lugar, se introducen los órganos e instancias especializadas del sistema de
Naciones Unidas que intervienen en esta esfera, siguiendo con el Sistema Interamericano,
los mecanismos subregionales y regionales creados en América Latina y el Caribe, así
como los actores más importantes del ámbito no gubernamental. En cada uno de estos
casos, se hace referencia al origen y trayectoria, los principios de actuación y agenda de
trabajo que han desarrollado, junto a los roles y responsabilidades que tienen asignados
en el campo humanitario.
En segundo lugar, se introduce un análisis sobre la evolución del concepto de Asistencia
Humanitaria desde sus orígenes en el siglo XIX vinculado al ámbito filantrópico y
caritativo, hasta fines de la Guerra Fría, cuando se produce su definitiva incorporación
a la agenda política internacional, y con ella, a la agenda de trabajo de los organismos
internacionales mencionados precedentemente. En este marco, asume especial
relevancia la reformulación de la concepción y de las prácticas de la gestión de riesgos
y la asistencia humanitaria ante desastres, particularmente a partir de la adopción del
Marco de Acción de Hyogo (MAH) 2005-2015, cuyos lineamientos marcaron un punto
de inflexión en la generación de principios de actuación y en la reformulación de la jerga
humanitaria en general. En consecuencia, se realzan los elementos más significativos
que consagra el Marco de Acción de Hyogo en materia de asistencia humanitaria ante
desastres, caracterizando lo que se ha dado en llamar el nuevo paradigma de la asistencia
humanitaria en el siglo XXI.
Siguiendo con este análisis, en tercer término, se abordan las diferencias entre los
dos modelos antagónicos que rigen el debate sobre la forma de concebir y ejercer la
ayuda humanitaria en la actualidad: el modelo de asistencia humanitaria vs. el modelo
de intervención humanitaria; este último más vinculado a lo que se ha definido como
situaciones de “emergencias humanitarias complejas”.
En línea con la introducción del concepto de intervención, se avanza en un análisis de
perspectiva geopolítica, remarcando la forma en que distintos actores del sistema
internacional han entendido y actuado desde esta lógica en la etapa posterior al fin del
conflicto bipolar, así como los intereses y concepciones político-ideológicas que han
desarrollado a tal efecto. En este marco, se abordan los esfuerzos que se han realizado
por generar doctrina en materia de intervencionismo humanitario, incluyendo las
discusiones e instrumentos adoptados durante la última década sobre el papel que deben
desempeñar las Fuerzas Armadas y la cooperación civil-militar en el terreno humanitario.
18
1. EL COMPLEJO HUMANITARIO INTERNACIONAL
La asistencia humanitaria comprende el conjunto diverso de acciones de ayuda a las
víctimas de desastres, desencadenados por catástrofes de origen natural o generados
por el hombre, orientadas a aliviar su sufrimiento, garantizar su subsistencia, proteger
sus derechos fundamentales y defender su dignidad, así como, en ocasiones, a frenar
el proceso de desestructuración socioeconómica de la comunidad, sentar las bases
para la rehabilitación y el desarrollo, y prepararlos ante posibles desastres futuros
(Abrisketa y Pérez de Armiño, 2000).
A su vez, la asistencia humanitaria puede ser brindada por una multiplicidad de
actores nacionales e internacionales, como los Estados, las ONG y organizaciones
multilaterales como las Naciones Unidas. En caso de ser proporcionada por actores
internacionales, el derecho a ofrecer o recibir ayuda tiene sustento jurídico en las
normas del Derecho Internacional Público, el Derecho Internacional Humanitario
y el Derecho Internacional de los Derechos Humanos. El Derecho Internacional
Humanitario (DIH) -que se encuentra principalmente contenido en los cuatro
Convenios de Ginebra de 1949 y en sus dos Protocolos Adicionales de 1977,
tiene como finalidad limitar los efectos de los conflictos armados protegiendo la
integridad física y moral de las víctimas y resguardando los bienes esenciales para
su supervivencia, restringiendo para ello la libertad de los contendientes a la hora de
elegir los métodos y medios de guerra1.
Por su parte, el Derecho Internacional de los Derechos Humanos (DIDH) tiene sus
antecedentes en la Declaración Universal de Derechos Humanos aprobada en 1948
por los Estados Miembros de las Naciones Unidas. Supone que los Estados tienen
la obligación de garantizar el derecho a la vida y respetar los derechos económicos,
sociales y culturales, así como las libertades civiles y políticas de las personas que se
encuentran bajo su jurisdicción. Debido a que no sólo deben abstenerse de atentar
directamente contra estos derechos, sino hacer todo lo posible para que éstos no
se vean frustrados, es que ante una situación de desastre humanitario, los Estados
tienen el derecho de solicitar ayuda a la comunidad internacional y el deber de
otorgar acceso a las agencias y organizaciones humanitarias para que la asistencia
pueda cumplirse.
1 Si bien aquí se rescata el Derecho de Ginebra, es necesario aclarar que el DIH posee otras dos
vertientes: el Derecho de La Haya, basado primordialmente en la costumbre, donde se destacan las
Convenciones adoptadas en 1899 y 1907 sobre restricción de ciertas armas y modos de llevar adelante
las operaciones bélicas, y la de 1954 sobre protección de bienes culturales; y el Derecho de New York con
varias resoluciones de las Naciones Unidas (Res 95/1946 y Res 1653/q1961), además de la Convención
de 1980 y cinco protocolos adicionales, el último aprobado en 2003, sobre restricción a ciertas armas
convencionales (Buis y Giosa, 2013).
Capítulo I: LA GESTIÓN DE RIESGOS Y LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL SIGLO XXI
19
Si bien la concepción moderna de la asistencia humanitaria internacional tiene sus
orígenes en el siglo XIX, es a mediados del siglo XX cuando adquiere fundamento
jurídico, sustento teórico, y un desarrollo vigoroso de las actividades, lo cual
incrementa la multiplicidad y diversidad de contextos, actividades, objetivos y
actores. Esta mayor complejidad del espacio humanitario internacional promueve
a su vez, un avance de su institucionalización con centro en la Organización de las
Naciones Unidas, que intenta ordenar y coordinar una serie de organizaciones de
naturaleza legal diferente y bastante interdependientes entre sí.
1.1. Organización de las Naciones Unidas (ONU)
La Organización de Naciones Unidas (ONU) es el mayor organismo internacional
existente, que desde su fundación en 1945 luego de la Segunda Guerra Mundial, se ha
convertido en un espacio de deliberación, decisión y cooperación entre los Estados
Miembros sobre temas significativos como la paz y seguridad internacionales, el
derecho internacional, el desarrollo económico y social, los asuntos humanitarios y
los derechos humanos.
La Carta de las Naciones Unidas2, tratado internacional fundador de la ONU, en su
artículo Nº 1 menciona como propósitos de la Organización:
1. Mantener la paz y la seguridad internacionales a través de la adopción de
medidas colectivas para prevenir y eliminar amenazas a la paz, actos de
agresión u otros quebrantamientos de la paz; y lograr por medios pacíficos el
ajuste o arreglo de controversias o situaciones internacionales susceptibles
de conducir a quebrantamientos de la paz;
2. Fomentar entre las naciones relaciones de amistad basadas en el respeto
al principio de la igualdad de derechos y al de la libre determinación de los
pueblos;
3. Realizar la cooperación internacional en la solución de problemas
internacionales de carácter económico, social, cultural o humanitario, y en el
desarrollo y estímulo del respeto a los derechos humanos y a las libertades
fundamentales de todos, sin hacer distinción por motivos de raza, sexo,
idioma o religión; y
4. Servir de centro que armonice los esfuerzos de las naciones por alcanzar
estos propósitos comunes.
Como se observa en el punto 3, desde sus inicios la ONU tuvo a la asistencia
humanitaria como uno de sus propósitos fundamentales, lo que también se refleja en
el entramado institucional (organismos, fondos y programas) que se fue desarrollando
en el transcurso de su devenir histórico: la Organización de las Naciones Unidas para
2 Para acceder al texto completo de la Carta de las Naciones Unidas, adoptada en San Francisco el 26 de
junio de 1945, ingresar a: http://www.un.org/es/documents/charter
20
la Alimentación y la Agricultura (FAO) en 1945, el Fondo de las Naciones Unidas para
la Infancia (UNICEF) en 1946; la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1948,
que no tiene funciones operativas, pero establece normas y estándares de salud y
nutrición; el Organismo de Obras Públicas y Socorro para los refugiados de Palestina
en Oriente Próximo (OOPS) en 1949, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones
Unidas para los Refugiados (ACNUR) en 1950, el Programa Mundial de Alimentos
(PMA) en 1962, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en
1965; el Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (ONUHábitat) en 1978; y el Fondo Central para la Acción en Casos de Emergencia (CERF)
en 2005, entre otros.
En 1971 se crea, por medio de la Resolución de la Asamblea General 2816 “Asistencia
en casos de desastres naturales y otras situaciones de desastre”, la Oficina del
Coordinador de las Naciones Unidas para el Socorro en Casos de Desastres (UNDRO
por sus siglas en inglés3), con el mandato de asistir a víctimas de desastres naturales
o situaciones de emergencia similares. Para ello, recibe la responsabilidad de
coordinar los órganos operacionales de asistencia humanitaria de las Naciones
Unidas, centralizar las contribuciones voluntarias, y estudiar, prevenir y controlar
los desastres naturales, incluyendo la información sobre los desarrollos tecnológicos
apropiados a estos fines, así como la supervisión de la fase de rehabilitación y
reconstrucción (Torroja Mateu, 2008).
Más allá de esta importante iniciativa, es a comienzos de la década de 1990 cuando
las Naciones Unidas incorporan y focalizan en la problemática de la asistencia
humanitaria. El fin de la rivalidad bipolar y los consecuentes cambios en la política
internacional, redundaron en modificaciones de la agenda de los países centrales, en
las que tomaron preeminencia temáticas de “baja política” vinculadas a la explosión
de conflictos civiles, las presiones demográficas, las migraciones, el narcotráfico, la
pobreza, la degradación ambiental y el impacto de los desastres, en detrimento de
las cuestiones militar-estratégicas que dominaron el período anterior (Henderson,
2009).
En este contexto, la Organización de las Naciones Unidas propuso la necesidad de
una participación más activa de la comunidad internacional en el ámbito de la ayuda
humanitaria y comenzó un proceso de cambios en la estructura orgánica vinculada a
esta área. Como consecuencia de este desarrollo, en 1991, la Asamblea General dictó la
Resolución 46/182 “Fortalecimiento de la coordinación de la asistencia humanitaria
de emergencia del sistema de las Naciones Unidas”, donde se fijan los principios
básicos de la asistencia humanitaria que debía proporcionar la Organización y se
recomiendan medidas concretas para una respuesta pronta y coordinada a las
emergencias y los desastres.
3 United Nations Disaster Relief Coordinator.
Capítulo I: LA GESTIÓN DE RIESGOS Y LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL SIGLO XXI
21
Entre los principios rectores, cabe destacar los siguientes:
1. La asistencia humanitaria reviste importancia fundamental para las víctimas
de desastres naturales y otras emergencias.
2. La asistencia humanitaria deberá proporcionarse de conformidad con
los principios de humanidad, neutralidad, imparcialidad e independencia
operativa4.
3. Deberá respetarse plenamente la soberanía, la integridad territorial y la
unidad de los estados, de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas.
En este contexto la asistencia humanitaria deberá proporcionarse con el
consentimiento del país afectado, y, en principio, sobre la base de una petición
del país afectado.
Por lo tanto, esta Resolución vincula la asistencia humanitaria internacional al
principio irreductible del derecho internacional público de no intervención, relativo
a la inviolabilidad del territorio e inherente a la soberanía e independencia del
Estado-Nación (Henderson, 2009).
Principios de la Asistencia Humanitaria (ONU Resoluciones 46/182 y 58/114)
Humanidad
El sufrimiento
humano debe
ser atendido
dondequiera que
se encuentre. El
objetivo de la
acción humanitaria
es proteger la
vida y la salud
y garantizar el
respeto de los seres
humanos.
Neutralidad
Imparcialidad
Independencia
Operativa
Los actores
humanitarios no
deben tomar
partido en las
hostilidades y en
las controversias
de orden político,
racial, religioso o
ideológico.
La acción
humanitaria debe
llevarse a cabo
en función de
la necesidad,
dando prioridad
a los casos más
urgentes y sin
hacer distinciones
sobre la base de la
nacionalidad, raza,
sexo, creencias
religiosas, clase u
opiniónpolítica.
La acción
humanitaria debe
ser autónoma de los
objetivos políticos,
económicos,
militares o de otro
tipo que cualquier
agente humanitario
pueda tener
respecto a las zonas
donde se estén
ejecutandomedidas
humanitarias.
Fuente: Documentos OCHA, https://docs.unocha.org
En respuesta a estos principios, se crea en abril de 1992 el Departamento de Asuntos
Humanitarios (DAH) que integró y más tarde sustituyó a la UNDRO. El DAH tiene
la responsabilidad de asegurar las acciones necesarias para prevenir y mitigar
desastres; responder cuando ocurren los desastres con necesidades humanitarias;
y asistir a los programas de rehabilitación y reconstrucción que refuercen las
capacidades de desarrollo sostenible.
4 Este último principio se agrega en el año 2004 en virtud de la Resolución A/Res/58/114.
22
Por otra parte, en 1992 también se crea el Comité Permanente entre Organismos
(IASC5), órgano consultivo y principal mecanismo para la coordinación
interinstitucional entre organismos no gubernamentales, intergubernamentales
y gubernamentales que brindan ayuda humanitaria, pertenecientes o no a las
Naciones Unidas. Es presidido por el Coordinador del Socorro de Emergencia
(ERC), que también desempeña el cargo de Secretario General Adjunto de Asuntos
Humanitarios. Entre los principios rectores del IASC se encuentran:
1. Desarrollar y acordar las políticas humanitarias junto a todo el sistema;
2. Asignar responsabilidades entre los organismos en relación a los programas
humanitarios;
3. Desarrollar y acordar un marco ético común para todas las actividades
humanitarias;
4. Patrocinar los principios humanitarios en los organismos por fuera del IASC;
5. Identificar las áreas en que existen lagunas en los mandatos o falta de
capacidad operativa;
6. Resolver las disputas o desacuerdos sobre y entre los organismos
humanitarios sobre asuntos humanitarios de todo el sistema.
En 1997, tras un informe del Secretario General de las Naciones Unidas, algunas
de las responsabilidades operativas del DAH fueron transferidas a otras entidades
de la ONU, y en 1998 el DAH se transformó en la Oficina para la Coordinación de
Asuntos Humanitarios6 (OCHA por sus siglas en inglés). La OCHA se encarga de
elaborar políticas efectivas para la acción humanitaria en la prevención, preparación
o respuesta de desastres; advertir sobre emergencias inminentes; proporcionar
orientación normativa y claridad sobre temas de urgencias humanitarias; identificar
las mejores prácticas y las lecciones aprendidas; evaluar los progresos y facilitar
soluciones sostenibles; obtener fondos y movilizar recursos que permitan asistir a
las poblaciones afectadas; definir una comunicación pública consistente; y coordinar
operativamente en situaciones de crisis a los actores de la comunidad internacional,
abarcando los organismos de las Naciones Unidas, los fondos y programas, el
Movimiento de la Cruz Roja, empresas, organizaciones no gubernamentales, y
comunidades receptoras de la ayuda.
1.2. Organización de los Estados Americanos (OEA)
La Organización de los Estados Americanos (OEA) es un organismo continental
creado en 1948, con el objetivo de ser un foro político para el diálogo multilateral,
5 Inter-Agency Standing Committee - IASC
6 Para mayor información ver el sitio oficial: http://www.unocha.org
Capítulo I: LA GESTIÓN DE RIESGOS Y LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL SIGLO XXI
23
la integración y la toma de decisiones de ámbito americano. Está conformado por 35
Estados Miembros7.
La temática de la asistencia ante desastres ha estado presente en la OEA desde 1965,
cuando los Estados Miembros establecieron el Fondo Interamericano de Asistencia
para Situaciones de Emergencia (FONDEM). Posteriormente, en 1991 adoptaron la
Convención Interamericana para Facilitar la Asistencia en Casos de Desastre, vigente
desde19968, donde se establecen normas para la atención humanitaria multilateral
en casos de catástrofes. En la práctica, este instrumento resulta inaplicable debido a
que muy pocos Estados lo han refrendado.
El Comité Interamericano para la Reducción de Desastres Naturales (CIRDN9) es el
principal foro de la OEA y del Sistema Interamericano para el análisis de políticas y
estrategias relacionadas con la reducción de desastres y es el mecanismo pertinente
para fortalecer la coordinación intra-regional. El CIRDN fue creado por la Asamblea
General en 1999 (AG/RES. 1682 XXIX-O/99) ante la necesidad de fortalecer el
papel de la OEA en la reducción de desastres y en la preparación para responder a
emergencias. El CIRDN está presidido por el Secretario General de la OEA e integrado
por representantes de varios organismos regionales10.
En 2003 el CIRDN presentó el “Plan Interamericano Estratégico para Políticas sobre
Reducción de Vulnerabilidad, Manejo de Riesgo y Respuesta a Desastres” (IASP), con
la finalidad de considerar y coordinar la solución de la vulnerabilidad a los desastres
naturales, a través de políticas y programas que abordan los problemas de desarrollo
social y económico más acuciantes del hemisferio.
En 2008, la OEA planteó mediante resolución AG/RES. 2372 (XXXVIII-O/08), la
necesidad de actualizar los mecanismos normativos y de coordinación existentes,
y de adaptarlos a las nuevas realidades y complejidades de los desastres, así como
a los lineamientos del Marco de Acción de Hyogo 2005-201511 y a los principios de
la Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres de las Naciones Unidas.
En consecuencia, en 2009 la Asamblea General, en su resolución AG/RES. 2492
(XXXIX-O/09), convocó a la conformación de un Grupo de Trabajo Conjunto presidido
por la Argentina, para que inicie un proceso de diagnóstico sobre los mecanismos
7 El 3 de junio de 2009, los Ministros de Relaciones Exteriores de las Américas adoptaron la resolución
AG/RES. 2438 (XXXIX-O/09), la cual resuelve que la Resolución de 1962, mediante la cual se excluyó al
Gobierno de Cuba de su participación en el sistema interamericano, queda sin efecto en la Organización de
los Estados Americanos (OEA). La resolución de 2009 declara que la participación de la República de Cuba
en la OEA será el resultado de un proceso de diálogo iniciado a solicitud del Gobierno de la República de
Cuba y de conformidad con las prácticas, los propósitos y principios de la OEA. www.oas.org
8 El documento puede consultarse en http://www.oas.org/juridico/spanish/Tratados/a-54.html
9 Interamerican Inter-American Committee on Natural Disaster Reduction, por sus siglas en inglés
(IACNDR).
10 Los organismos que participan en el CIRDN son el Banco Interamericano de Desarrollo (BID),la
Organización Panamericana de la Salud (OPS),el Instituto Panamericano de Geografía e Historia, el
Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), el Consejo Interamericano para el
Desarrollo Integral (CIDI) y la Junta Interamericana de Desarrollo (JID). Sitio web oficial: http://www.oas.
org/es/sedi/DSD/RISK-MACC/Comite_Interamericano.asp
11 El Marco de Acción de Hyogo será desarrollado en el punto 2.3.
24
normativos y de coordinación existentes en materia de desastres y asistencia
humanitaria en la región, y que presente una estrategia de acción.
El diagnóstico remarcó la necesidad de fortalecer las capacidades nacionales sobre
la gestión de los desastres y asistencia humanitaria internacional, y resaltó la
insuficiencia de la legislación específica y la existencia de conflictos de jurisdicción
y/o de competencia en la gestión de la asistencia humanitaria internacional y la
escasez de acuerdos entre los Estados que faciliten la recepción, donación o tránsito
de los insumos humanitarios, entre otros migratorios, aduaneros e impositivos.
También expresó la importancia de fortalecer los organismos regionales y
subregionales de gestión de riesgo y emergencias, destacando la importancia de un
mayor acercamiento del Sistema Interamericano a las instancias nacionales y los
organismos subregionales de gestión del riesgo.
Como resultado de esta iniciativa, en 2012 la 42° Asamblea General de la OEA (AG/
RES. 2750 XLII-O/12), aprobó el “Plan Interamericano para la Prevención, la Atención
de los desastres y la Coordinación de la asistencia humanitaria”, una hoja de ruta con
propuestas concretas de cumplimiento voluntario, para guiar a los Estados Miembros
en sus acciones de preparación, coordinación y respuesta a desastres dentro de los
lineamientos del Marco de Acción de Hyogo12.
El Plan Interamericano destaca al ya mencionado Comité Interamericano para la
Reducción de Desastres Naturales (CIRDN) y a la Red Interamericana de Mitigación
de Desastres (RIMD), constituida en 2007, como los mecanismos pertinentes para
promover la coordinación de acciones y facilitar el intercambio de conocimientos,
lecciones aprendidas y buenas prácticas en materia de reducción de riesgo de
desastres en las Américas.
1.3. Mecanismos Subregionales de Gestión del Riesgo de las Américas
Son entidades intergubernamentales, están conformadas por los organismos que
administran las emergencias en los diferentes países, con el objetivo de mejorar
los mecanismos de coordinación y cooperación en materia de gestión de riesgos y
asistencia humanitaria. Ellos son:
•
•
•
Caribbean Disaster Emergency Management Agency (CDEMA) perteneciente
a la Comunidad del Caribe (CARICOM);
Centro de Coordinación para la Prevención de Desastres Naturales en
América Central (CEPREDENAC) en el marco del Sistema de Integración
Centroamericana (SICA);
Comité Andino para la Prevención y Atención de Desastres (CAPRADE)
perteneciente a la Comunidad Andina de Naciones (CAN) y;
12 Se puede acceder al Plan en: http://www.ifrc.org/docs/idrl/N1064ES.pdf
Capítulo I: LA GESTIÓN DE RIESGOS Y LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL SIGLO XXI
25
•
Reunión Especializada de Reducción de Riesgo de Desastres Socionaturales,
la Defensa Civil, la Protección Civil y la Asistencia Humanitaria (REHU)
perteneciente al Mercado Común del Sur (MERCOSUR).
Estos organismos subregionales se reúnen periódicamente en el Foro de
Coordinación y Cooperación de Mecanismos Subregionales de Gestión del Riesgo de
Desastres de las Américas. Sesiona de manera regular desde su creación en 2009
y se ha consolidado como un espacio de coordinación y cooperación técnica entre
los organismos subregionales de Gestión del Riesgo de Desastres, con el objetivo de
facilitar el intercambio de conocimientos y experiencias, y la posibilidad de alcanzar
acuerdos básicos generales a ser tratados con los organismos internacionales.
1.4. El Sistema Económico Latinoamericano y Caribeño (SELA)
El SELA es un organismo regional intergubernamental, integrado por 28 países
de América Latina y el Caribe y creado el 17 de octubre de 1975, mediante el
denominado Convenio de Panamá. Sus objetivos son impulsar la cooperación y la
integración entre países de América Latina y el Caribe, y promover un sistema de
consulta y coordinación para concertar posiciones y estrategias comunes en materia
económica, ante países, grupos de naciones, foros y organismos internacionales.
Este organismo desde su creación, ha llevado a cabo diferentes acciones tendientes
a mitigar el impacto de los desastres a través de la creación de diferentes instancias
de articulación entre los Estados Miembros, hasta que en 1998 creó un Mecanismo
Regional de Cooperación Técnica para Emergencias Derivadas de Desastres Naturales,
destinado a sistematizar las acciones de colaboración técnica de los Estados Miembros
en favor de los países de la región afectados por desastres naturales.
A partir de esa fecha, la Secretaría Permanente inició un proceso de alianzas con
diversos actores vinculados a la prevención de desastres y la gestión de riesgo.
La contribución del SELA “se ha orientado a apoyar la formación y capacitación
comunitaria, de los gobiernos locales y las organizaciones no gubernamentales, y a
identificar fuentes de cooperación técnica y financiera de carácter público y privado,
para apoyar programas y proyectos relativos a la gestión del riesgo y la prevención
de desastres” (SELA, 2007: 27).
1.5. Organismos financieros: el Banco Mundial y el Banco Interamericano
para el Desarrollo
Para hacer frente a la problemática de los desastres, los Estados cuentan con diversos
instrumentos financieros dentro de la estructura de dos organismos centrales: el
Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
El Banco Mundial fue creado en 1945 como una fuente de asistencia financiera y
técnica para los llamados países en desarrollo y está integrado por 186 países
miembros. Dentro de este organismo, el principal instrumento directamente
relacionado con la asistencia humanitaria en casos de desastres es el Fondo Mundial
26
para la Reducción y Recuperación de los Desastres (GFDRR por sus siglas inglés13).
Surgido en 2006 para apoyar la aplicación del Marco de Acción de Hyogo, tiene como
objetivos proporcionar asistencia proactiva con un enfoque que apunte a incorporar
la reducción del riesgo de desastres14.
El Fondo Mundial constituye la base para un amplio fondo fiduciario de donantes
múltiples que busca una coordinación eficaz de los mismos y una financiación
sostenida. Actualmente está constituido por 41 países y 8 organizaciones
internacionales. El GFDRR tiene tres líneas de financiamiento principales para
alcanzar sus objetivos de desarrollo en los planos mundial, regional y nacional: Línea
I: Asociaciones mundiales y regionales; Línea II: Integración de la Reducción del
Riesgo de Desastres en Desarrollo; Línea III: Recuperación Sostenible.
Por su parte, el BID es una organización financiera internacional creada en el año de
1959 con el propósito de financiar proyectos viables de desarrollo económico, social
e institucional y promover la integración comercial regional en el área de América
Latina y el Caribe. Este Banco busca prestar asistencia técnica y financiera a los
países de dicha región, contribuyendo en la definición de las clases y magnitudes de
los posibles impactos provocados por desastres que puedan afectar las inversiones
en el desarrollo. Mediante indicadores de riesgos y gestión de riesgos, el BID realiza
una evaluación de vulnerabilidades materiales, financieras, socioeconómicas
y ambientales, así como la medición y control de su desempeño en materia de
gestión de los riesgos15. Por otra parte, el Banco elaboró un Enfoque de Gestión del
Riesgo Financiero, a partir del cual mantiene tres líneas de acción principales: 1)
Fortalecimiento de la capacidad institucional; 2) Mejoramiento de la planificación
fiscal y presupuestaria; y 3) Mecanismos e instrumentos financieros. Cada línea de
acción posee determinadas facilidades financieras a las cuales los Estados pueden
acceder para solventar acciones para enfrentar casos de desastres.
1.6. Movimiento Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja
El Movimiento está integrado por el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), la
Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (FICR)
y las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja. El Movimiento
ha mantenido una constante proclamación de los principios fundamentales del
derecho internacional humanitario y ha contribuido al establecimiento de un marco
institucional-normativo para el accionar de las ONG en general.
En este sentido, en la XX Conferencia Internacional de la Cruz Roja celebrada en 1965,
se proclamaron los principios fundamentales en los que estaría basada la asistencia
13 Global Facility for Disaster Reduction and Recovery.
14 Para más detalles ver el sitio web official del Fondo: www.gfdrr.org, y el Documento: Partnership
Charter Global Facility for Disaster Reduction and Recovery, 2010, Committed to Reducing Vulnerabilities
to Hazards By Mainstreaming. Disponible en:
https://www.gfdrr.org/sites/gfdrr.org/files/publication/GFDRR_Partnership_Charter _2010.pdf
15 Información accesible en el sitio web oficial del BID: http://www.iadb.org/es/temas/desastresnaturales/definicion-de-riesgos,2693.html
Capítulo I: LA GESTIÓN DE RIESGOS Y LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL SIGLO XXI
27
humanitaria del Movimiento: 1) Humanidad, 2) Imparcialidad, 3) Neutralidad,
4) Independencia, 5) Carácter Voluntario, 6) Unidad, 7) Universalidad. Tres de los
principios expresados (humanidad, imparcialidad y neutralidad) fueron retomados
por las Naciones Unidas como los principios fundamentales de la asistencia
humanitaria internacional en la Resolución 46/182 de 199l.
Por otra parte, según queda expresado en diferentes documentos institucionales de la
Cruz Roja, los países del mundo que han adoptado los Convenios de Ginebra reconocen
el derecho del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR)16 de intervenir en las zonas
de conflicto. “Si bien los gobiernos son los responsables de exigir el cumplimiento de las
leyes, el CICR procura la observancia de los Convenios de Ginebra al trabajar con todas las
partes de un conflicto para lograr acceso a los prisioneros de guerra y detenidos y ofrecer
asistencia humanitaria a la población civil”17. Debido a este mandato, es importante
resaltar que no constituye una ONG en sentido estricto, “sino que goza de un status legal
internacional18 equivalente al de otras organizaciones intergubernamentales, lo cual
implica que tenga ciertos privilegios e inmunidades y que su personal habitualmente
tenga status diplomático” (Perrin, 1996: 435).
El otro componente del Movimiento, la Federación Internacional de Sociedades de
la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (FICR)19, desde 1994 goza de la condición de
observador permanente en la Asamblea General de las Naciones Unidas, lo que le brinda
la oportunidad de ser parte de los debates internacionales de más alto nivel, y acceder a
las negociaciones y deliberaciones dentro de las estructuras de casi todos los organismos
internacionales.
La FICR es la mayor organización humanitaria del mundo y presta asistencia sin
discriminación por razón de nacionalidad, raza, creencias religiosas, clase social u opinión
política.
Fundada en 1919, la Federación Internacional está integrada por 187 Sociedades
Nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, una Secretaría en Ginebra y más de 60
delegaciones estratégicamente situadas para apoyar las actividades que se llevan a cabo
en todo el mundo. En muchos países islámicos se utiliza la Media Luna Roja en lugar de
la Cruz Roja.
16 El CICR, fundado en Ginebra en 1863, tiene como misión proteger a las víctimas de la guerra, mediar
en conflictos internacionales y fomentar la difusión del Derecho Internacional Humanitario. Tiene su sede
en Ginebra y posee delegaciones en ochenta estados. La fuente de financiación del CICR procede de las
contribuciones voluntarias de los gobiernos y los órganos supranacionales.
17 Programa de Divulgación sobre el Derecho Humanitario Internacional de la Cruz Roja, 2006.
18 Dicha condición específica del CICR fue confirmada en 1990 por la Asamblea General de las Naciones
Unidas al concederle el estatus consultivo ante el ECOSOC (Consejo Económico y Social de las Naciones
Unidas).
19 La Federación se fundó en 1919 con el propósito de apoyar a las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja
y de la Media Luna Roja en sus actividades de socorro. La Federación actúa como centro de coordinación
de la ayuda de emergencia del Movimiento a la población afectada por una catástrofe, al tiempo que
representa oficialmente a las Sociedades Nacionales en el ámbito internacional. Son 187 las Sociedades
Nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja y engloban 97 millones de voluntarios. http://www.
ifrc.org/es
28
La visión de la Federación es inspirar, estimular, facilitar y promover en todo
momento todas las formas de actividades humanitarias realizadas por las sociedades
Nacionales, con el propósito de prevenir y aliviar el sufrimiento humano, con lo que
se contribuye al mantenimiento y la promoción de la dignidad humana y la paz en el
mundo.
La Federación lleva a cabo operaciones de socorro para ayudar a las víctimas de
catástrofes y combina esa actividad con el fortalecimiento de la capacidad de sus
Sociedades Nacionales miembros. La labor de la Federación se centra en cuatro
áreas esenciales: promoción de los valores humanitarios, intervención en casos de
desastre, preparación para desastres y salud y asistencia en la comunidad.
La excepcional red de Sociedades Nacionales, que cubre prácticamente todos los
países del mundo, constituye la principal fuerza de la Federación y la cooperación
entre esas Sociedades incrementa el potencial de la Federación para fortalecer
capacidades y ayudar a quienes más lo necesitan. A escala local, la red permite a la
Federación llegar a las comunidades.
El papel de la Secretaría de Ginebra es coordinar y movilizar la asistencia de socorro
para emergencias internacionales, promover la cooperación entre Sociedades
Nacionales y representar a estas Sociedades Nacionales en el campo internacional.
La función de las delegaciones sobre el terreno es ayudar a las Sociedades Nacionales
y brindarles asesoramiento respecto a las operaciones de socorro y los programas de
desarrollo, y fomentar la cooperación regional.
En el 2001, la Federación Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja
(Federación internacional) lanzó su “Programa Internacional de Leyes, Normas
y Principios para la Intervención en Desastres” (IDRL) con el fin de analizar los
aspectos legales de la respuesta internacional a los desastres y de las operaciones
internacionales de recuperación. Durante varios años, el Programa IDRL llevó a cabo
más de dos docenas de estudios nacionales y regionales y contactó a gobiernos,
sociedades nacionales, organizaciones no gubernamentales y agencias de la ONU para
identificar los aspectos legales comunes. Descubrió una serie de problemas legales
comunes generados en las operaciones internacionales, debido principalmente a una
falta de preparativos jurídicos a nivel nacional. Se trata, entre otros, de impedimentos
para tener acceso (problemas con visas, despachos y derechos de aduana, impuestos
y cargos y problemas relacionados con la personalidad jurídica), además de fallas en
el control de la calidad, en la coordinación y en la complementariedad de la ayuda
internacional.
En el periodo 2006-2007, el Programa IDRL encabezó un proceso de consulta global
para desarrollar las “Directrices sobre la facilitación y reglamentación nacionales de
las operaciones internacionales de socorro en casos de desastre y asistencia para
la recuperación inicial”. Estas directrices se elaboraron a partir de leyes y normas
internacionales, y su objetivo fue recomendar soluciones prácticas a los problemas
comunes que ya se mencionaron arriba. Fueron adoptadas de manera unánime en
Capítulo I: LA GESTIÓN DE RIESGOS Y LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL SIGLO XXI
29
las Convenciones de Ginebra por los estados participantes en la XXX Conferencia
Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, que se llevó a cabo en noviembre
de 2007. En la Conferencia se exhortó a los gobiernos a hacer uso de las directrices
para fortalecer sus esquemas regulatorios en casos de intervención internacional en
casos de desastre, e invitó a la Federación y a las Sociedades Nacionales a promover
y ofrecer respaldo a dichos esfuerzos.
Como consecuencia de su amplia experiencia en el mundo, tanto la Federación
Internacional como el Comité Internacional de la Cruz Roja, han tenido un rol
fundamental en los avances producidos en la coordinación con otros actores y
agencias de carácter nacional o multilateral implicados en la asistencia humanitaria,
y han promovido un proceso de reflexión crítica sobre la calidad, la eficiencia y
eficacia de las acciones prácticas sobre el terreno. Producto de estas inquietudes, en
1994 se aprobó el Código de Conducta relativo al Socorro en Casos de Desastre para
el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja y las ONG, cuyo
propósito “es mantener los elevados niveles de independencia, eficacia y resultados
que procuran alcanzar las organizaciones no gubernamentales y el Movimiento
Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja en sus intervenciones a raíz de
catástrofes”20.
Este Código tiene un carácter voluntario, y busca revertir un modelo demasiado
asistencialista de ayuda humanitaria que se encontraba presente en muchos
organismos internacionales y ONG, y modificar una actitud de desconfianza hacia las
poblaciones locales, lo que provocaba la ausencia del trabajo con contrapartes del
sur y la no incorporación a los proyectos u operaciones humanitarias de la capacidad
organizada de las poblaciones receptoras de ayuda. Las ONG firmantes del Código
de Conducta para la ayuda humanitaria se comprometieron a combatir ese “olvido”
y a luchar por incorporar a los beneficiarios en las diversas fases de las operaciones
humanitarias, desde el análisis de necesidades hasta la ejecución y evaluación (Rey
Marcos, 1998).
Otro hito importante para orientar las acciones de la Federación Internacional se
produce en 2009, cuando atendiendo los lineamientos del Marco de Hyogo, se adopta
la “Estrategia 2020”. En ella se propone una serie de cuestiones a tener en cuenta en
pos de reducir el riesgo de desastres, como el desarrollo de sistemas de alerta de
catástrofes, el conocimiento de las vulnerabilidades y capacidades de las sociedades
en riesgo, y el fortalecimiento de la capacidad local y nacional de respuesta mediante
una legislación apropiada que facilite las operaciones en casos de desastres y
que promueva la adopción de medidas de reducción del riesgo (FICR, 2009). La
Estrategia subraya explícitamente que la vulnerabilidad es resultado de factores
complejos vinculados con la desigualdad, la alienación, la ignorancia o la pobreza,
y que por lo tanto para responder eficiente y eficazmente, el trabajo humanitario
debe comprender acciones de rehabilitación, reconstrucción y desarrollo de las
comunidades afectadas (Castellanos, 2009).
20 Para ver el texto completo del Código de Conducta ingresar a: http://www.icrc.org/spa/resources/
documents/misc/64zpm8.htm
30
1.7. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM)
La OIM, creada en 1951, es la principal organización intergubernamental21 en el ámbito
de la migración y trabaja en estrecha colaboración con asociados gubernamentales,
intergubernamentales y no gubernamentales. Actualmente, posee plena personalidad
jurídica, y está conformada por 155 Estados Miembros, 11 Estados en carácter de
observadores y oficinas en más de 100 países.
La OIM está consagrada al principio de que la migración en forma ordenada y en
condiciones humanas beneficia a los migrantes y a la sociedad.
En su calidad de principal organización internacional para las migraciones, la OIM trabaja
con sus asociados de la comunidad internacional para:
•
•
•
•
Ayudar a encarar los crecientes desafíos que plantea la gestión de la migración
a nivel operativo,
Fomentar la comprensión de las cuestiones migratorias,
Alentar el desarrollo social y económico a través de la migración y,
Velar por el respeto de la dignidad humana y el bienestar de los migrantes.
También, y en especial en la región de América Latina y El Caribe, desde su Oficina Regional
de Panamá, proporciona orientación y asistencia a las oficinas de campo y a los Estados,
dada la frecuencia de los desastres en la región. Funciona, asimismo de enlace con las
Agencias del Sistema de Naciones Unidas y apoya las capacidades locales de respuesta en
los países afectados.
En el hemisferio desarrolla planes de fortalecimiento mediante la formación específica
del personal para responder mejor en las fases iniciales de las emergencias, como así
también asiste a los gobiernos en la reducción del riesgo de desastres.
La Constitución de la OIM reconoce explícitamente el vínculo entre la migración y el
desarrollo económico, social y cultural, así como el respeto del derecho a la libertad de
movimiento de las personas. En tal sentido, la Organización está consagrada a promover la
migración humana y ordenada; ofrecer servicios y asesoramiento a gobiernos y migrantes
para encontrar soluciones prácticas a los problemas migratorios; fomentar cooperación
internacional; y ofrecer asistencia humanitaria a los migrantes que lo necesitan, ya se
trate de refugiados, de personas desplazadas o desarraigadas. En 2006 y 2013, la OIM
como principal organización mundial sobre la migración, fue invitada por las Naciones
Unidas a participar y contribuir al Diálogo de Alto Nivel sobre la Migración Internacional
y el Desarrollo, destinados a fomentar la gobernanza sobre la migración, especialmente
en lo que respecta a la protección de los derechos de todos los migrantes22.
21 El Consejo de la OIM, principal órgano rector que determina las políticas de la Organización, cuenta con
un representante (un voto) de cada Estado Miembro.
22 Para más información consultar http://www.iom.int/cms/es/hld2013
Capítulo I: LA GESTIÓN DE RIESGOS Y LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL SIGLO XXI
31
1.8. Organizaciones No Gubernamentales de la Asistencia Humanitaria
Desde mediados del siglo XX, la asistencia humanitaria internacional ha sido
prestada en gran medida por Organizaciones No Gubernamentales (ONG),
realizando proyectos de desarrollo o atendiendo a grupos específicos de receptores
en situaciones de emergencia. Son organizaciones sin fines de lucro, con personería
jurídica y capacidad legal, que basan sus actividades en el trabajo voluntario de
sus colaboradores sobre principios de cooperación y solidaridad, y se nutren de
recursos económicos aportados por donaciones privadas y/o subvenciones públicas,
provenientes en su gran mayoría de países desarrollados de Europa y de Estados
Unidos. Se caracterizan por tener autonomía institucional y decisoria respecto a
cualquier instancia gubernamental o intergubernamental.
En las últimas tres décadas, las ONG humanitarias adquirieron una creciente
diversidad y complejidad, debido a que no sólo han aumentado en número, sino que
han ampliado las diferencias en cuanto a mandatos, intereses, financiación o relación
con los Estados, entre otros aspectos. Estas circunstancias han llevado a muchas ONG,
a establecer Códigos de Conducta que pretenden aumentar la calidad y eficiencia
de su trabajo, incrementando la profesionalidad frente al amateurismo, así como la
rendición de cuentas (accountability) hacia los receptores. También pretenden crear
métodos y criterios comunes que posibiliten la cooperación mutua, que eviten las
situaciones de confusión y descoordinación sobre el terreno (Pérez de Armiño y
Eizagirre, 2000).
Entre las organizaciones con mayor experiencia se destacan CARE international,
OXFAM, Ejército de Salvación, Federación Luterana Mundial, International Medical
Corps, Oficina Africana para el Desarrollo y la Cooperación (OFADEC), InterAction,
Consejo Internacional de Organizaciones Voluntarias, Alianza ACT, Alianza Save the
Children, Visión Mundial Internacional, RedR Internacional y Médicos Sin Fronteras.
2. LA GESTIÓN DE RIESGOS Y LA ASISTENCIA HUMANITARIA: HACIA UN NUEVO
PARADIGMA
Los antecedentes de la asistencia humanitaria pueden rastrearse hasta la antigüedad,
donde diferentes culturas y religiones la practicaban designándola como beneficencia,
caridad o filantropía. No obstante, uno de los hitos de la concepción moderna se
produjo como consecuencia de la batalla de Solferino (Italia) en 1859, donde se
enfrentaron el ejército franco-piamontés y el austriaco. Allí, un joven empresario
suizo llamado Henry Dunant, horrorizado por la situación de las víctimas que carecían
de socorro, propuso tiempo después, en su obra “Recuerdo de Solferino”, que cada
país constituyera una sociedad voluntaria de socorro y que los Estados ratificaran
“un principio internacional convencional”, donde garantizaran la protección jurídica
a los hospitales militares y al personal sanitario.
32
Como consecuencia de esta iniciativa, en 1864 se creó el Comité Internacional de la
Cruz Roja (CICR), que tuvo el monopolio de la asistencia y la garantía de protección
a las víctimas durante muchos años. También se adoptaron una serie de Tratados
Internacionales sobre el trato que debía darse a los militares heridos, con lo cual se
comenzó a conformar el Derecho Internacional Humanitario, que es la base jurídica
de las acciones humanitarias durante los conflictos armados.
En el siglo XX se produjo otro paso decisivo en la evolución de la asistencia
humanitaria, tanto desde el punto de vista teórico como organizativo, cuando a raíz
de los conflictos y las hambrunas que azolaron regiones de África durante las décadas
de 1960 y 1980 en el contexto de la descolonización, aparecieron organizaciones no
gubernamentales dedicadas a ejecutar la ayuda humanitaria, muchas de las cuales
permanecen hasta el día de hoy.
Sin embargo, fue a partir de la finalización de la Guerra Fría, cuando las acciones
humanitarias adquirieron un desarrollo más vigoroso y se estimuló un avance de
su institucionalización en los organismos internacionales. Esta vitalidad de la ayuda
humanitaria fue resultado de factores como el incremento o la mayor visibilidad
de luchas civiles en varios países que derivaron en emergencias humanitarias; el
aumento de las operaciones de paz ordenadas por el Consejo de Seguridad; la acción
de los medios de comunicación que al cubrir en tiempo real los desastres estimularon
la movilización de la opinión pública, los gobiernos y las ONG; y la utilización de la
ayuda humanitaria como herramienta de política exterior por parte de los grandes
donantes (Abrisketa y Pérez de Armiño, 2000).
Por lo tanto, en los últimas dos décadas la acción humanitaria aumentó su complejidad
con la aparición de nuevos escenarios y una multitud de actores de características
diversas: los gobiernos donantes entre los que se destacan Estados Unidos y la Unión
Europea, las agencias de las Naciones Unidas, las ONG internacionales, las ONG
locales u otras organizaciones comunitarias, y los gobiernos de los países receptores
de la ayuda. A esto hay que sumarle la influencia de los medios de comunicación que
condicionan fuertemente la respuesta dada a las crisis humanitarias y las Fuerzas
Armadas cedidas por los estados o por otras organizaciones, que si bien no son
actores humanitarios, pueden incidir en los contextos en los que se desarrolla gran
parte de la acción humanitaria.
En el plano institucional multilateral, el auge y complejidad de la acción humanitaria
se evidenció con la Resolución 46/182 de 1991 y en la creación del Departamento
para Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (DAH) en 1992, que se transformó
en Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) en 1998. En el plano
regional, se crearon el Comité Interamericano para la Reducción de Desastres
Naturales/OEA en 1999 y el Mecanismo Regional de Cooperación Técnica para
Emergencias Derivadas de Desastres Naturales/SELA en 1998.
A su vez, estos cambios fueron acompañados por un proceso de reformulación de
la concepción y de las prácticas referidas a la asistencia humanitaria ante desastres,
donde el interés se trasladó desde la atención de la emergencia una vez ocurrida
Capítulo I: LA GESTIÓN DE RIESGOS Y LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL SIGLO XXI
33
a la gestión de los riesgos de desastres. En este marco, los sucesivos documentos
elaborados en el marco de las Naciones Unidas desde los años noventa, han procurado
avances en la planificación y el desarrollo social, económico y medioambiental,
insistiendo en el fortalecimiento de capacidades, y exhortando a los Estados a adoptar
sistemas institucionales y normativas para abordar las deficiencias en la preparación
y respuesta ante desastres. A continuación se presentan los hitos más significativos.
2.1. El Decenio Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales y la
Conferencia de Yokohama (1994)
En 1989, con su resolución 44/23623, la Asamblea General proclamó a la década de 1990
como “Decenio Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales” (DIRDN),
con el objetivo de que la comunidad internacional, bajo el auspicio de la ONU, pusiera
especial atención a la cooperación para prevenir y mitigar los desastres naturales. La
finalidad era reducir, especialmente en los países en desarrollo, la pérdida de vidas, los
daños materiales y las perturbaciones sociales y económicas causadas por el impacto de
fenómenos naturales.
Entre sus objetivos estaban el mejoramiento de la capacidad de cada país para mitigar
los efectos de los desastres, estableciendo por ejemplo, sistemas de alerta temprana; el
fomento de los conocimientos científicos y técnicos a fin de reducir las pérdidas de vidas
y de bienes; y la formulación de medidas para evaluar, pronosticar, prevenir y mitigar los
desastres mediante la asistencia técnica, los proyectos de demostración, la educación y
capacitación.
En 1994, en Yokohama, Japón, se produce en el marco de la ONU otro acontecimiento
significativo para la ayuda humanitaria internacional, como fue la realización de la
Conferencia Mundial sobre Reducción de Desastres Naturales24, donde se adopta la
“Estrategia y Plan de Acción de Yokohama para un Mundo Seguro”. La Conferencia
congregó a 149 países, que tras la evaluación de los progresos realizados hasta ese
momento en el marco del Decenio, acordaron una Estrategia para la Reducción de los
Desastres donde se exhortó a los estados a que:
a) Expresen el compromiso político de reducir su vulnerabilidad mediante
declaraciones, medidas legislativas, decisiones de política y medidas al más
alto nivel;
b) Elaboren un programa de evaluación de riesgos y planes de emergencia
centrando sus esfuerzos en la preparación para casos de desastre, la reacción
y la mitigación;
c) Diseñen proyectos para la cooperación subregional, regional e internacional,
según corresponda;
23 Se puede encontrar el texto de la resolución en: http://www.cinu.org.mx/temas/2005/desas_nat/
NR055718.pdf
24 El texto de la Conferencia se encuentra disponible en: http://eird.org/fulltext/Yokohama-strategy/
YokohamaEspa%F1ol.pdf
34
d) Adopten medidas para aumentar la resistencia de las obras de
infraestructura importantes y los sistemas de comunicación;
e) Incorporen en la planificación del desarrollo socioeconómico elementos
de prevención o mitigación para la reducción de los desastres, sobre la
base de la evaluación de los riesgos;
f) Consideren la posibilidad de incorporar en sus planes de desarrollo el
principio de realizar evaluaciones de los efectos sobre el medio ambiente
con miras a reducir los desastres.
Entre los principales logros alcanzados en el decenio se encuentran: la inclusión
del tema de la prevención de desastres y la reducción de la vulnerabilidad dentro
de la agenda de muchas organizaciones locales, nacionales e internacionales; el
trabajo multisectorial en este ámbito y una concienciación pública para una mejora
en la implementación de las políticas públicas orientadas a fomentar una cultura de
prevención ante los desastres y la reducción del riesgo. La experiencia acumulada
por la DIRDN y los acuerdos alcanzados en Yokohama fortalecieron la unidad, la
coordinación y la cooperación internacional para aunar los esfuerzos en la lucha por
reducir el riesgo de los desastres.
2.2. La Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres (EIRD)
Al finalizar la década de los noventa, con el objeto de dar continuidad a los trabajos
e iniciativas emprendidos en el DIRDN, la Asamblea General de Naciones Unidas
estableció en 1999 el Programa “Estrategia Internacional para la Reducción de
Desastres” (EIRD) y creó un Equipo de Trabajo y una Secretaria interinstitucionales
sobre reducción de desastres, como los principales instrumentos de aplicación
de la Estrategia. La Secretaria de la Estrategia Internacional para la Reducción de
Desastres (UNISDR25, por sus siglas en inglés), depende de la Secretaría General
de las Nacionales Unidas y por su carácter universal, interdisciplinario y alcance
multisectorial es el punto focal designado en la ONU para la coordinación de la
reducción del riesgo de desastres, para asegurar sinergias entre las actividades de
las Naciones Unidas y las organizaciones regionales, y para coordinar las actividades
de los numerosos actores en los campos socioeconómicos y humanitarios.
La Estrategia Internacional está cimentada sobre los principios expuestos en la
Conferencia de Yokohama (1994) y en el Mandato de Ginebra sobre Reducción de
Desastres26, adoptado durante el Foro del Programa del DIRDN (1999). En este
marco, la UNISDR ha elaborado documentos relevantes que marcaron avances en
la concepción de los desastres y en las acciones para su prevención, como el “Marco
de acción para la aplicación de la Estrategia Internacional para Reducción de
25 Para una comprensión integral del proceso histórico hasta aquí señalado ver: http://www.unisdr.
org/who-we-are/history
26 El documento se denomina «Un Mundo más Seguro en el Siglo XXI: Reducción de riesgos y desastres»
y se puede consultar en http://www.eird.org/bibliovirtual/hospitales-seguros/pdf/spa/doc12207/
doc12207-contenido.pdf
Capítulo I: LA GESTIÓN DE RIESGOS Y LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL SIGLO XXI
35
Desastres”27 del año 2001 y el Informe “Vivir con el Riesgo - Informe mundial sobre
iniciativas para la reducción de desastres” del año 2004, que se constituyó en una
de las principales contribuciones a la discusión del programa internacional para la
reducción del riesgo de Hyogo en enero del 2005. En estos documentos se insiste
en la necesidad de promover las políticas gubernamentales para la reducción del
riesgo de los desastres, concepto que incluye a todas las medidas diseñadas a evitar,
prevenir o limitar el impacto adverso de los mismos.
En la actualidad, la finalidad de la EIRD es “la integración de la reducción de riesgos
de desastre en las políticas de desarrollo sostenible y la planificación, el desarrollo
y el fortalecimiento de instituciones, mecanismos y capacidades para aumentar la
resiliencia ante las amenazas, y la incorporación de criterios de reducción de riesgos
en la preparación para emergencias, la respuesta, y los programas de recuperación”28.
Para ello la UNISDR propone las siguientes acciones:
a) Crear conciencia mundial sobre los beneficios de reducir los riesgos de desastre
y sobre las soluciones existentes para disminuir la vulnerabilidad de las
personas29.
b) Alcanzar compromisos con los gobiernos para que adopten y apliquen políticas
para prevenir y reducir, a nivel internacional, regional, nacional y local, la
vulnerabilidad de las sociedades a los riesgos de desastres.
c) Estimular la investigación científica y técnica, y fomentar su influencia en el
proceso de toma de decisiones de políticas públicas en materia de peligros,
riesgos y prevención de desastres.
d) Proporcionar conocimientos, difundir experiencias e información, construir
capacidades y asignar los recursos necesarios para reducir o prevenir impactos
severos y recurrentes de los riesgos para las personas más vulnerables.
e) Estimular la creación de redes interdisciplinarias e intersectoriales, integradas
por sectores públicos y privados dedicada a la evaluación de riesgos y a la
prevención de desastres.
f) Establecer a nivel internacional normas / metodologías para el análisis y la
cuantificación de los efectos socioeconómicos de los desastres.
g) Crear sistemas de alerta temprana como procesos integrados, prestando especial
atención a los riesgos emergentes con implicaciones globales, tales como los
relacionados con la variación del cambio climático.
27 El documento de la EIRD “Marco de acción para la aplicación de la Estrategia Internacional de
Reducción de Desastres (EIRD)”, Equipo de tareas interinstitucional sobre reducción de desastres, Junio
2001, se encuentra disponible en: http://eird.org/fulltext/marco-accion/framework-espanol.pdf
28 Estrategia Internacional para Reducción de Desastres:http://www.unisdr.org
29 En la actualidad la UNISDR está realizando campañas centradas en las escuelas y hospitales seguros,
así como en ciudades resilientes (http://www.unisdr.org/we/campaign)
36
h) Explorar innovaciones respecto a la obtención de recursos financieros para
las políticas y los programas de prevención y mitigación en todos los países en
desarrollo.
Desde el año 2009, la UNISDR también es responsable de elaborar el Informe de
Evaluación Global sobre la Reducción del Riesgo de Desastres (GAR), una revisión
y análisis bienal de los riesgos que afectan a la humanidad, así como la difusión de
las tendencias y los avances en el control y la reducción del riesgo de desastres,
proporcionando además, orientaciones políticas estratégicas a los países y la
comunidad internacional.
Una de las tareas más importantes de la UNISDR es convocar a la Plataforma Mundial
para la Reducción del Riesgo de Desastres, creada por la Asamblea General de
Naciones Unidas en 2006 (A/RES/61/198). La Plataforma Mundial, que funciona a
través de reuniones bienales desde 2007, es el principal foro para que los gobiernos,
las agencias de las Naciones Unidas, las instituciones financieras internacionales, los
órganos regionales, la sociedad civil, el sector privado, y las comunidades científica
y académica, discutan y consensuen medidas para incrementar el impacto y la
efectividad de los lineamientos establecidos en el Marco de Acción de Hyogo.
En 2013 se realizó en Ginebra la cuarta sesión de la Plataforma30, donde se insistió
en la necesidad de profundizar las acciones tendientes a reducir los factores del
riesgo a través de medidas concretas en los campos del desarrollo sostenible, la
protección ambiental y el cambio climático. Se puso énfasis en que los gobiernos
nacionales deben asumir un papel central en la reducción del riesgo de desastres,
evaluando el riesgo, otorgando un marco legal a la protección ante los desastres, e
incorporando enfoques multisectoriales e integrales en sus agendas de desarrollo
sostenible. Se insistió en el empoderamiento de las comunidades y de los gobiernos
locales para identificar y gestionar los riesgos, sentando de esta manera una base
sólida para el aumento de la resiliencia; y se mencionó la necesidad de fortalecer
la participación del sector privado y el apoyo científico y técnico a la hora de reducir
los factores de riesgo. Por último, este encuentro fue una oportunidad para que los
actores involucrados, incluido el sector privado, compartan las lecciones aprendidas
y contribuyan a perfilar el contenido del marco de reducción del riesgo de desastres
con posterioridad a 2015.
Desde sus inicios, la Plataforma Mundial ha exhortado a los países a establecer
Plataformas Regionales y Nacionales, ya que considera que son la principal modalidad
institucional para reducir de forma sistemática el creciente impacto de los desastres.
Esto alentó la creación de plataformas ​​para la reducción del riesgo de desastres en
África, Asia y el Pacífico, los Estados Árabes, Europa y las Américas.
30 Para más detalles, consultar http://www.eird.org/esp/plataformaglobal/inicio.html.
Capítulo I: LA GESTIÓN DE RIESGOS Y LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL SIGLO XXI
37
2.3. El Marco de Acción de Hyogo 2005-2015: Aumento de la resiliencia de
las naciones y las comunidades ante los desastres
A fines del año 2002, la Asamblea General (A/RES/57/256) solicita un examen de la
Estrategia de Yokohama que fuera aprobada en 1994, y que marcó orientaciones de
capital importancia para reducir los riesgos de desastres y su impacto. El Secretario
General propuso que este examen de la Estrategia de Yokohama lo llevara a cabo
la Secretaría de la Estrategia Internacional para Reducción de Desastres (EIRD)
en consulta con los distintos interesados. La Asamblea reiteró esa solicitud en la
Resolución 58/214, y señaló que el Examen de Yokohama debía concluirse en la
Conferencia Mundial sobre la Reducción de los Desastres que se preveía celebrar en
Kobe, Hyogo (Japón) del 18 al 22 de enero de 2005.
En la Conferencia Mundial para la Reducción de Desastres (CMRD) celebrada en
Japón, 168 países adoptaron el Marco de Acción de Hyogo (MAH) para el decenio
2005-2015, donde señalaron retos y deficiencias que era necesario revertir para
alcanzar una acción más sistemática que permitiera aumentar las capacidades
nacionales y locales de gestión y reducción del riesgo. Como veremos más adelante, si
bien el documento evidencia una continuidad en la definición de los ejes-problemas
a resolver, marca diferencias respecto a las herramientas y el enfoque propuestos
para abordarlos.
El objetivo general es aumentar la resiliencia31 de los países y las comunidades ante
los desastres, logrando de esta manera para el año 2015 una reducción considerable
de las pérdidas que ocasionan los desastres, tanto en términos de vidas humanas
como en bienes sociales, económicos y ambientales de las comunidades y los países.
Para ello, se estipulan cinco acciones prioritarias que contienen a su vez, actividades
específicas:
1. Lograr que la reducción de los riesgos de desastres sea una prioridad nacional
y local dotada de una sólida base institucional de aplicación
En este sentido, el Marco estipula que los países desarrollen o modifiquen sus
políticas, leyes y marcos organizativos, al igual que planes, programas y proyectos
con el propósito de integrar a sus legislaciones nacionales la reducción del riesgo
de desastres. Asimismo, se insta a los países a asignar los recursos necesarios para
brindar apoyo a estos esfuerzos y mantenerlos.
31 El concepto de “resiliencia”, que no está presente en los Documentos previos de Yokohama (1994)
o EIRD (2001), hace referencia a la “capacidad de un sistema, comunidad o sociedad potencialmente
expuesto a amenazas, para adaptarse, resistiendo o cambiando, con el fin de alcanzar o mantener un nivel
aceptable en su funcionamiento y estructura. Viene determinada por el grado en que el sistema social es
capaz de organizarse para incrementar su capacidad de aprender de desastres pasados a fin de protegerse
mejor en el futuro y mejorar las medidas de reducción de los riesgos”. EIRD, Ginebra, 2004.
38
2. Identificar, evaluar y vigilar los riesgos de desastres y potenciar la alerta
temprana
Como establece textualmente el MAH, el punto de partida para reducir los riesgos de
desastres y promover una cultura de resiliencia consiste en conocer las amenazas y
los factores físicos, sociales, económicos y ambientales de vulnerabilidad a que se
enfrentan la mayoría de las sociedades, para luego adoptar las medidas oportunas en
función de ese conocimiento.
En este punto, se definen actividades como: elaborar mapas de riesgos; preparar
sistemas de indicadores del riesgo de desastre y de la vulnerabilidad; crear sistemas
de alerta temprana; apoyar la creación y el mantenimiento de las infraestructuras y
las capacidades científicas, tecnológicas, e institucionales necesarias para pronosticar
las amenazas naturales; elaborar, compilar y normalizar estadísticas y datos sobre los
riesgos y cooperar a nivel regional e internacional para evaluar y vigilar los peligros
regionales o transfronterizos.
3. Crear una cultura de seguridad y de resiliencia mediante la utilización de los
conocimientos y la educación
Para desarrollar una mayor comprensión y concientización de los riesgos, las
principales actividades están dirigidas a promover el diálogo y la cooperación entre
los expertos en desastres, los encargados de la planificación y otros actores; brindar
información relevante sobre el riesgo de desastres y medios de protección; incluir el
tema de la reducción del riesgo de desastres en la educación formal y no formal, al
igual que en los medios de comunicación y en actividades de capacitación.
4. Reducir los factores de riesgo
El MAH recomienda una gestión integrada del medio ambiente y los recursos naturales
a través del mejoramiento de la planificación del uso de la tierra y las actividades de
desarrollo; la incorporación de la evaluación del riesgo en los planes de urbanismo
y la gestión de los asentamientos humanos; la aplicación de normas relevantes de
construcción para proteger infraestructuras vitales, tales como escuelas, hospitales
y hogares; la creación de instrumentos financieros alternativos e innovadores para
hacer frente al riesgo de desastre, y el fomento de la cooperación público y privada.
5. Asegurar una respuesta eficaz en casos de desastres
Esta acción implica diferentes tipos de actividades, entre las que se encuentran:
el desarrollo y puesta a prueba de los planes de contingencia; el establecimiento
de fondos de emergencia para brindarle apoyo a las actividades de preparación,
respuesta y recuperación; un diálogo continuo entre las agencias encargadas de
las actividades de respuesta, los responsables de la planificación y los gestores de
políticas, y las organizaciones de desarrollo.
Capítulo I: LA GESTIÓN DE RIESGOS Y LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL SIGLO XXI
39
Debido a la importancia del MAH como hoja de ruta para las políticas gubernamentales,
la Asamblea General de las Naciones Unidas (A/Res/66/199) solicita, en diciembre
de 2011, a la Secretaría de la Estrategia Internacional para la Reducción de los
Desastres que facilite la elaboración de un Marco de reducción del riesgo de desastres
para el período posterior a 2015; y acepta la realización de la Tercera Conferencia
Mundial sobre la Reducción del Riesgo de Desastres en Japón a principios de 2015.
Para organizar los debates previos a la definición del Marco, la UNISDR publica
a comienzos de 2012 el documento “Hacia un Marco después del 2015 para la
reducción del riesgo de desastres”32, donde presenta considerandos respecto a qué
forma debería tener un Marco después de 2015 (sección C).
Para que todas las partes relevantes participen en el proceso de consultas y debates
previos a la definición del Marco, se realizaron foros y reuniones internacionales, y
se propuso una plataforma interactiva (www.unisdr.org), donde se ha garantizado
un diálogo abierto con todos los sectores interesados, incluyendo los gobiernos y
autoridades locales, organizaciones internacionales y regionales y plataformas
temáticas; el sector privado; instituciones de ciencia y técnica; ONG, sociedad civil y
organizaciones comunitarias.
Durante la primera fase de consultas -de marzo de 2012 a mayo de 2013- se fueron
definiendo ejes y temáticas para incorporar al nuevo marco de acción pos 2015, sobre
todo teniendo en cuenta los aprendizajes y resultados de la implementación del
Marco de Acción 2005-2015, los cuales fueron volcados en un documento publicado
por la UNISDR, titulado “Informe de síntesis. Consultas sobre un marco después del
2015 para la reducción del riesgo de desastres (HFA2)”.
2.4. Los lineamientos de Hyogo y la nueva concepción humanitaria en el
Siglo XXI
Como se señaló precedentemente, el Marco de Acción de Hyogo es un hito
fundamental para el abordaje de la gestión de riesgos y la asistencia humanitaria
internacional, constituyéndose en un enfoque estratégico para reducir el riesgo de
desastres y los factores de vulnerabilidad de las naciones y comunidades. Esta estrategia
deviene de experiencias y aprendizajes previos que marcaron una evolución en las
prácticas y perspectivas para abordar esta problemática. Por ejemplo, el Programa del
Decenio Internacional para la Reducción de Desastres Naturales (DIRDN) no sólo brindó
a los países un marco institucional sino que comenzó a trasladar el énfasis desde las
políticas de ayuda en la emergencia y de rehabilitación posterior al desastre, hacia las de
una mayor actividad en preparación, prevención y mitigación de desastres.
No hay duda alguna de que las acciones de socorro para responder a la fase aguda de un
desastre continúan siendo importantes, y habrá que reforzarlas en todos los planos, sin
embargo en los últimos veinte años se ha insistido en la necesidad de brindar especial
atención a la aplicación de estrategias de protección que puedan contribuir a salvar vidas
y proteger bienes y recursos antes de que los desastres sucedan (ONU, 2004).
32 El Documento se puede consultar en http://www.preventionweb.net/files/25129_posthfasp.pdf
40
Las Naciones Unidas han insistido que la identificación y la gestión del riesgo
deben constituirse en parte integral de la planificación del desarrollo, abordando así
una amplia gama de problemas sociales, económicos, políticos y ambientales. En
consecuencia, proponen y exhortan a los países para que apliquen políticas, planes
y programas que tengan el doble objetivo de lograr que las sociedades adquieran la
resiliencia requerida ante las amenazas y asegurar que los esfuerzos que realizan por
alcanzar el desarrollo no aumenten su vulnerabilidad.
Asimismo, y vinculado con la aspiración de alcanzar un desarrollo sostenible, los
organismos internacionales coinciden en que para la gestión de riesgos de desastres
se requiere la participación de diversos sectores de la sociedad comenzando por
aquellos que están más expuestos a las amenazas previstas. La participación activa
de la población local, no sólo como víctimas o receptores pasivos de la ayuda, es
positiva porque refuerza sus capacidades y facilita la sostenibilidad de las estrategias
para evitar o aliviar las crisis. A lo largo de los años se ha demostrado que es posible
lograr que las comunidades sean más seguras y reducir el riesgo de desastres
mancomunando esfuerzos en los campos político, profesional, institucional y
público (ONU, 2004). Es una concepción dinámica, porque implica una permanente
evaluación de la vulnerabilidad y del riesgo, y se encuentra bastante alejada de aquella
que concebía la actuación ante los desastres como una respuesta de especialistas o
de expertos en seguridad y situaciones de emergencia.
En este sentido, el Marco de Acción de Hyogo recoge estas tendencias y perspectivas,
y propone nuevas definiciones que son la base para el cambio de paradigma de la
asistencia humanitaria. A partir de Hyogo no se considera a los desastres como
fenómenos externos a la sociedad ni al desarrollo, y se le quita en consecuencia,
el adjetivo “naturales” que usualmente acompañaba al término33. Este cambio no
es una mera cuestión semántica, ya que la manera como se entiende el fenómeno
repercute en las investigaciones y acciones que se emprenden para enfrentarlo y en
la definición de los actores involucrados en las actividades de prevención, socorro,
rehabilitación y recuperación posteriores a los desastres y a los conflictos.
En el nuevo milenio se aceptó que los desastres conllevan un componente socionatural, y que incluso los fenómenos típicos de la naturaleza, tienen una expresión o
incidencia que es socialmente inducida, porque se producen o se acentúan por algún
tipo de intervención humana sobre la naturaleza. Esta visión, aunque no niega la
importancia de los eventos naturales como activadores de los desastres, pone más el
acento en el estudio de las estructuras y procesos socioeconómicos de desigualdad y
pobreza como causantes de la vulnerabilidad y el riesgo.
33 La Conferencia de Yokohama había mostrado un avance en esta concepción al considerar que “algunas
modalidades de consumo, producción y desarrollo tienen el potencial de aumentar la vulnerabilidad a los
desastres naturales, especialmente de los grupos pobres y en situación social desventajosa” (Yokohama,
1994). No obstante sigue haciendo referencia a los desastres como naturales, y en sólo dos ocasiones del
Documento se mencionan “desastres naturales o de otro tipo”. Por el contrario en Hyogo se considera que
el riesgo y la vulnerabilidad son consecuencia de los modelos de desarrollo, y que los desastres presentan
diversos componentes de decisiones políticas previas, relacionadas con incorrectas o insuficientes políticas
sociales, económicas y ambientales. El punto C de las “Consideraciones Generales” y las “Prioridades de
acción” del MAH son claros ejemplos de esta concepción.
Capítulo I: LA GESTIÓN DE RIESGOS Y LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL SIGLO XXI
41
Siguiendo esta lógica, el MAH incorpora el concepto amenaza/peligro34 y lo define
como un “evento físico potencialmente perjudicial, fenómeno o actividad humana
que puede causar pérdida de vidas o lesiones, daños materiales, grave perturbación
de la vida social y económica o degradación ambiental. Las amenazas incluyen
condiciones latentes que pueden materializarse en el futuro”. El riesgo de desastre
surge cuando las amenazas/peligros interactúan con factores de vulnerabilidad
físicos, sociales, económicos y ambientales.
Este enfoque centrado en las amenazas, enfatiza la necesidad de privilegiar la
prevención, preparación o mitigación de los posibles desastres, actuando sobre las
vulnerabilidades. El concepto de vulnerabilidad –entendido como las “condiciones
determinadas por factores o procesos físicos, sociales, económicos y ambientales
que aumentan la susceptibilidad y exposición de una comunidad al impacto
de amenazas”-, adquiere así una importancia central35. En efecto, el grado de
vulnerabilidad de un grupo humano es el principal determinante ante un evento
natural (sequía, inundación, huracán) o antrópico (guerra o colapso económico), que
pueda desencadenar en un desastre.
Como se expresó más arriba, la vulnerabilidad abarca múltiples aspectos como
las situaciones estructurales vinculadas a las modalidades del desarrollo, la zona
de residencia y las condiciones medioambientales, la pobreza, la distribución
de la riqueza, la tenencia de la tierra, la infraestructura, los servicios, o la falta de
protección por parte del Estado. También está asociada a situaciones de debilidad
que soportan diferentes sectores por cuestiones de género, edad, origen, o salud
entre otros motivos. Las condiciones de vulnerabilidad se van gestando y pueden
ir acumulándose progresivamente configurando una situación de riesgo (Romero y
Maskrey, 1993).
34 Retoma la conceptualización propuesta por la Secretaría Interinstitucional de la Estrategia
Internacional para la Reducción de Desastres, Naciones Unidas (EIRD/ONU) en un informe del año 2004.
35 Si bien la vulnerabilidad es muy difícil de cuantificar porque es un concepto relacional y social, que
depende de las contradicciones y conflictos sociales, en los últimos años se han realizado esfuerzos por
caracterizar y medir las condiciones de vulnerabilidad y de riesgo que afectan a los diversos países y
regiones del mundo. De este modo, surgió el Sistema de Indicadores de Riesgo de Desastre y de Gestión del
Riesgo del BID. Entre los instrumentos que propone el sistema, se encuentra en Índice de Vulnerabilidad
Prevalente (IVP). Por su parte, el BM ha venido publicado desde 2006 reportes que contienen una visión
global de los desastres asociados a las principales amenazas naturales e identifica regiones geográficas
de Alto Riesgo o “hotspots”, con el objeto de que los esfuerzos de desarrollo estén mejor informados en
la perspectiva de reducir riesgos. A su vez, ha desarrollado una herramienta de evaluación y gestión de
riesgo conocida como COMPOSITE VULNERAVILITY INDEX.
42
En el caso de América Latina y el Caribe, las transformaciones que atravesaron
las sociedades bajo la hegemonía del neoliberalismo, tuvieron un notable impacto
en las condiciones de vida de la población, provocando un incremento de las
vulnerabilidades, y por ende, un aumento del riesgo y de los desastres. Por ejemplo,
en los años noventa se observa un incremento de la población -que creció de 484
millones de habitantes en 1995 a 582,5 millones en 2010 (Banco Mundial, 2013)-,
y un aumento de la urbanización -en 1995 el 73% de los habitantes vivían en zonas
urbanas, en 2005 ese porcentaje llegó al 78%, y se espera que en 2020 alcance el
82% (EIRD, 2008)-. Por otra parte, el notable deterioro del sistema productivo y
de su capacidad de generar empleo, ocasionaron que los pobres en América Latina
significaran 135 millones en 1980, 200,2 millones en 1990, 211,4 millones en 1999,
y 221,7 millones en 2002 (Carrión, 2001). Respecto al mundo del trabajo, Iriarte
(1998) señala que a fines de la década de 1990, el 80% de los nuevos trabajadores
no tenían una relación laboral formalizada.Además del aumento de la pobreza y
de la informalidad, la profundización de los programas de estabilización y ajuste,
provocaron que América Latina se transformara en la más inequitativa de las regiones
del mundo, lo que llevó a la consolidación de sociedades con fuerte desigualdad,
inseguridad y desintegración (Behrman, Birdsall y Székely, 2001).
Estos procesos económico-sociales produjeron una urbanización de la pobreza,
ya que a fines del siglo XX el 62% de los pobres latinoamericanos vivían en
zonas urbanas, generando que las ciudades latinoamericanas fueran pobres por
concentración de pobres (Carrión, 2001). Así, se fue conformando en los principales
centros urbanos una zona de vulnerabilidad social y económica creciente, que
incluyó a los pobres estructurales, pero también a los nuevos pobres provenientes
de sectores medios, viviendo en situaciones de extrema precariedad, así como de la
más absoluta exclusión al acceso de bienes y servicios básicos. En este contexto, los
desastres ocurridos, pusieron al descubierto situaciones de pobreza y segregación
social y/o urbana ya existentes, y generalmente no consideradas hasta el momento
de las catástrofes.
El MAH vino a enfatizar que la gestión del riesgo debe ser integral en el sentido de ser
un proceso social complejo cuyo fin último es la reducción y la previsión o control
permanente del riesgo de desastre en la sociedad, en consonancia con el logro de
pautas de desarrollo humano, económico, ambiental y territorial sostenibles. Al
enfatizar en las condiciones de vulnerabilidad existentes, la gestión del riesgo
promueve el fortalecimiento de las capacidades de los distintos actores del desarrollo,
articulando los niveles locales, regionales y nacionales; de esta manera, se constituye
en un enfoque proactivo en contraste con la práctica tradicional reactiva de las
instituciones especializadas en las emergencias (Ferradas, 2006). Hasta cierto punto
la gestión de riesgo contribuyó a la emergencia de los actores locales como sujetos
claves y activos, en contraposición al papel subordinado y pasivo que les atribuía los
gobiernos centrales.
La gestión del riesgo admite distintos niveles de intervención desde lo global integral,
lo sectorial y lo macro-territorial hasta lo local, lo comunitario y lo familiar (EIRD,
2008). En ese sentido se ha observado un doble movimiento en los últimos años:
Capítulo I: LA GESTIÓN DE RIESGOS Y LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL SIGLO XXI
43
de un lado, la multiplicación de instancias al interior de los gobiernos nacionales
dedicados a la gestión del desastre y de otro, al acercamiento entre los países de
la región de América Latina y el Caribe con el objetivo de aunar la acción regional
en casos de desastres. Las Naciones Unidas instaron a los gobiernos a formular
programas de mitigación de los desastres, a participar en una acción internacional
concertada para reducir el efecto de los desastres, a establecer comités nacionales
en cooperación con la comunidad científica, a estimular que los sectores público
y privado proporcionen el apoyo adecuado, y a tomar medidas para incrementar
la conciencia pública sobre el potencial de riesgo de daños y sobre el valor de las
medidas de prevención y mitigación.
En este marco, en gran parte de los países de la región se han dictado leyes tendientes a
la institucionalización de la gestión del riesgo, a consagrar los principios orientados de
esa actividad y a organizar las estructuras gubernamentales y sociales responsables
de llevarlas a cabo. Dentro del nuevo paradigma, los antiguos organismos de
asistencia en casos de desastres no pierden importancia o responsabilidad en cuanto
a las actividades que por su naturaleza y misión les corresponde ejecutar, pero se
incorporan nuevos actores con funciones relacionadas con la reducción de los
factores de riesgos, es decir, con la prevención y la mitigación (EIRD, 2008).
Figura No 1: La reducción de desastres. Una agenda en progreso
Fuente: Elaboración propia en base a Ciprian, 2009.
44
3. LA COORDINACIÓN DE LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL
La multiplicidad y diversidad de actores intervinientes en las acciones de asistencia
humanitaria con culturas institucionales, criterios y métodos de actuación diferentes,
ha provocado la necesidad de mejorar los procedimientos de coordinación entre
estas organizaciones, para difundir información, compatibilizar los procedimientos,
asignar responsabilidades y delimitar funciones específicas.
En principio, es necesario destacar que según los principios de derecho internacional
público que regulan la conducta de los países, ningún Estado puede tener injerencia
en los asuntos internos de otro ni violar su integridad territorial. Por lo tanto, previo
a cualquier misión humanitaria, debe existir un pedido de ayuda del país afectado
o un ofrecimiento de asistencia por parte de países donantes o de organismos
internacionales, procedimiento definido como gestión de enlace diplomático.
El país que sufrió la catástrofe determina cuáles son los requerimientos que hará a la
comunidad internacional a través de sus representantes diplomáticos y, en algunos
casos, se explicita el mecanismo a través del cual debería canalizarse esa ayuda (por
ejemplo, organismo nacional encargado de la recepción y distribución).
La respuesta puede brindarse de manera bilateral cuando un país donante ofrece
formalmente asistencia, o multilateral cuando la ayuda se ejecuta a través de algún
organismo regional o internacional.
La asistencia humanitaria también se puede ofrecer sin previo pedido. Teniendo
presente los principios de derecho internacional, cuando no media pedido de ningún
tipo (país afectado, comunidad internacional, etc.) o éste se encuentra en proceso de
formalización, el potencial país donante puede ofrecer asistencia humanitaria. Para
que este ofrecimiento se ejecute, deberá mediar una autorización del país afectado.
3.1. Mecanismos multilaterales de coordinación y cooperación
Ante el problema de falta de coordinación entre los actores del complejo humanitario,
la comunidad internacional ha realizado varios intentos para estandarizar las normas
y procedimientos por las que se rige la asistencia humanitaria.
Proyecto Esfera
A finales de los noventa, un grupo de ONG humanitarias y el Movimiento Internacional
de la Cruz Roja y la Media Luna Roja diseñaron el Proyecto Esfera, a fin de elaborar
una Carta Humanitaria y un conjunto de normas mínimas universales en ámbitos
esenciales de las respuestas humanitarias36. El resultado fue la publicación en 2000
36 El Proyecto Esfera está gobernado por una Mesa Directiva, ubicada en Ginebra, que formula sus
políticas y su estrategia. La Mesa Directiva está compuesta por 18 miembros que representan redes de
organizaciones humanitarias de alcance nacional e internacional y que colaboran de manera voluntaria
e informal.http://www.sphereproject.org/sphere/es/acerca/http://www.sphereproject.org/sphere/es/
acerca/
Capítulo I: LA GESTIÓN DE RIESGOS Y LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL SIGLO XXI
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del Manual Esfera, destinado a mejorar la calidad de las respuestas humanitarias en
situaciones de desastre o de conflicto y mejorar la rendición de cuentas del sistema
humanitario ante la población afectada por el desastre37. Las normas mínimas para
la respuesta humanitaria, concentradas en el Manual son producto de la experiencia
colectiva de muchas personas y organizaciones, y por lo tanto, no representan las
opiniones de ninguna entidad en particular y disfrutan de una amplia aceptación
en el conjunto del sector humanitario. Las normas deben aplicarse específicamente
a la fase aguda de una emergencia, y en ellas se enuncia lo que las personas tienen
derecho a esperar en ese período. En ese sentido, se establecen específicamente los
niveles mínimos aceptables en materia de abastecimiento de agua, saneamiento
y promoción de la higiene; seguridad alimentaria y nutrición; alojamiento,
asentamientos y refugios; y salud.
Reforma Humanitaria de las Naciones Unidas
En el año 2005, atenta a los problemas que aún persistían tanto en la coordinación
entre organismos como en la gestión de la ayuda internacional, las Naciones Unidas
y particularmente la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA)
tomaron la iniciativa de proponer lo que se denominó la “reforma humanitaria”.
La aspiración central que alentó el cambio fue incrementar el centralismo de las
misiones humanitarias, bajo el supuesto de que una coordinación fortalecida y
racionalizada permitiría mejorar la respuesta humanitaria, evitando la duplicación
de actividades y el error consecuente de descuidar algunas zonas y beneficiar en
exceso a otras (Ryfman, 2007).
La reforma presenta cuatro ejes principales:
1. Fortalecer el rol de la OCHA como el organismo a cargo de la organización
general del sistema humanitario mundial a fin de maximizar las sinergias y
las interacciones entre los diversos actores.
2. Reforzar la capacidad de respuesta, estableciendo un sistema de clusters
(o grupos de trabajo temáticos), en los que participan agencias de las
Naciones Unidas, Movimiento Internacional de Cruz Roja y Media Luna Roja,
organizaciones internacionales y ONG.
El mecanismo cluster de la ONU organiza la asistencia humanitaria en grupos
temáticos: 1) Seguridad alimentaria, 2) Coordinación/gestión de campamentos,
3) Recuperación temprana, 4) Educación, 5) Refugios de emergencia, 6)
Telecomunicaciones de emergencia, 7) Salud, 8) Logística, 9) Nutrición, 10)
Protección, 11) Agua, saneamiento, higiene.
37 La última edición, la tercera, fue realizada en 2011. Para más detalles ver sitio web: http://www.
sphereproject.org/sphere/es/acerca/
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3. Desarrollar alianzas sólidas entre las agencias de Naciones Unidas y demás
actores internacionales.
Cada cluster está dirigido o codirigido por una agencia de la ONU, de acuerdo con sus
respectivas áreas de experiencia, la cual es responsable de asegurar, en la medida de
lo posible, el establecimiento de mecanismos de coordinación adecuados entre los
organismos, así como de planeación estratégica y respuesta operacional.
4. Crear un sistema de financiación que garantice una respuesta pronta a las
crisis.
En este sentido, la OCHA insistió en la creación de una estructura única, el Fondo
Central para la Acción en Casos de Emergencia, como un organismo central de
redistribución de los fondos provistos por los donantes públicos, incluso por los
grandes donantes privados (fundaciones o empresas).
Si bien las ventajas prácticas de una administración más centralizada de los
fondos parecen evidentes, al menos para los proveedores de fondos públicos
y algunos organismos de la ONU, las ONG señalan el riesgo de que ese canal
de financiación se vuelva exclusivo y por ende, afecte la independencia de las
organizaciones (Ryfman, 2007).
Con esta reforma se intentó que la comunidad humanitaria internacional fuera más
coordinada, estableciendo la división de trabajo entre las organizaciones, y definiendo
mejor los papeles y responsabilidades dentro de los diferentes sectores, de tal manera
que existiera una mejor relación de asociación entre gobiernos receptores, autoridades
locales y sociedad civil local.
Sin embargo, aunque es demasiado pronto para extraer conclusiones definitivas respecto
a las repercusiones de las reformas, algunas organizaciones no gubernamentales han
planteado interrogantes y han formulado críticas. Señalan que la lógica de coherencia e
integración propuestas, ponen en peligro la independencia de los actores humanitarios y
la diversidad de planteamientos que, en opinión de algunas organizaciones como Médicos
Sin Fronteras, son esenciales para una asistencia humanitaria eficaz y significativa
(Stobbaerts, Martin y Derderian, 2007).
Una de las principales críticas a la reforma humanitaria reside en que las nuevas y
paralelas estructuras de clusters y sub-grupos han multiplicado las plataformas existentes
de reuniones e intercambio, en lugar de simplificarlas. A la vez que estos niveles
adicionales no han aportado mejoras cuantificables en la respuesta ni en el liderazgo, ni
más información compartida.
Por otra parte, la centralización operativa y financiera puede llevar a que la ONU y los
donantes, escojan destinos de ayuda o financien misiones humanitarias, con el objetivo
de servir a intereses políticos, económicos, militares o de seguridad, más que a cumplir
con un programa humanitario. Con el riesgo suplementario de constituirse en una fuente
de cuestionamientos acerca de la independencia de las ONG, y del conjunto de los actores
no gubernamentales.
Capítulo I: LA GESTIÓN DE RIESGOS Y LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL SIGLO XXI
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Directrices IDRL
Una de las falencias reconocidas por la comunidad internacional, es la ausencia o
deficiencia de marcos legales y procedimientos administrativos adecuados por
parte de los países que sufren emergencias. Ante esta evidencia, en el año 2007, los
Estados Partes de los Convenios de Ginebra y el Movimiento Internacional de la Cruz
Roja y Media Luna Roja, reunidos en la XXX Conferencia Internacional, aprobaron de
manera unánime las “Directrices para la facilitación y reglamentación nacionales de
socorro en casos de desastre y asistencia para la recuperación inicial” (las Directrices
IDRL), que compila las normas internacionales y las mejores prácticas vigentes. En
2008, la Asamblea General de la ONU adoptó tres resoluciones (Res. 63/139, 63/141
y 63/137) en las que alienta a los Estados a hacer uso de las mismas.
Las Directrices IDRL tienen como propósito ayudar a los gobiernos a preparar mejor
sus marcos nacionales legales, institucionales y de políticas en las operaciones
de respuesta internacional ante desastres, evitando restricciones y demoras
innecesarias de entrada de suministros y personal humanitarios, y permitiendo una
mejor coordinación y calidad de la asistencia prestada.
Saber Donar
Otra iniciativa que impulsa estándares mínimos de coordinación y calidad en
la ayuda humanitaria es Saber Donar, destinada a promover la eficiencia de las
donaciones en América Latina a través del desarrollo de acciones de comunicación
social, que brindan recomendaciones generales dirigidas a los actores donantes, a las
autoridades de países receptores y a los medios de comunicación38. Asimismo, ofrece
recomendaciones específicas a donantes y autoridades receptoras, sobre salud,
medicamentos, agua y saneamiento, asistencia alimentaria y niñez.
Algunas de las recomendaciones generales difundidas por Saber Donar ante cualquier
situación de emergencia son: 1) la ayuda humanitaria debe respetar los derechos
de las comunidades afectadas y los principios humanitarios fundamentales; 2) las
donaciones deben estar basadas en la evaluación de daños y análisis de necesidades,
efectuados por el propio país donde se produjo la emergencia, o por equipos
autónomos especializados del Sistema de las Naciones Unidas, La Federación
Internacional de la Cruz Roja, OXFAM (entre otros) a los cuales el país afectado puede
recurrir lo más pronto posible; 3) siempre que sea posible, promover las donaciones
en efectivo; 4) los donantes deben tener conocimiento de las acciones del país
afectado antes de donar. De esta manera, se organiza la ayuda y se evitan esfuerzos
para cubrir las mismas necesidades una y otra vez.
38 El desarrollo de esta campaña fue posible gracias al apoyo financiero de la Agencia Española de
Cooperación Internacional al Desarrollo y su coordinación estuvo a cargo de la Organización Panamericana
de la Salud (OPS). Ha recibido el apoyo técnico de las siguientes organizaciones: Fondo de las Naciones
Unidas para la Infancia (UNICEF), Oficina de Coordinación para Asuntos Humanitarios de las Naciones
Unidas (OCHA), Programa Mundial de Alimentos (PMA), Oxfam, Federación Internacional de la Cruz Roja
y la Media Luna Roja (FICR) y el Centro Regional de Información sobre Desastres para América Latina y
el Caribe (CRID).
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REDHUM
En 2007 surge una iniciativa tendiente a facilitar el acceso a la información entre
actores humanitarios de América Latina y el Caribe, llamada Redhum. Esta red
humanitaria en español, que ofrece información actualizada diariamente en su
sitio oficial www.redhum.org, es administrado por la Oficina de Coordinación para
Asuntos Humanitarios para América Latina y el Caribe (OCHA ROLAC).
El sitio pone a disposición de sus usuarios, una extensa cantidad de información: listas
de contactos, un calendarios con eventos relevantes, material para capacitaciones,
guías de apoyo en varios temas técnicos, mapas y vacantes; en su gran mayoría son
publicados por agencias del Sistema de Naciones Unidas, el Movimiento Internacional
de la Cruz Roja, ONG, institutos, medios de comunicación y agencias de cooperación y
por otros actores presentes en América Latina y el Caribe.
Iniciativas Regionales
Es necesario mencionar que desde inicios del siglo XXI, América Latina y el Caribe
ha potenciado las instancias de coordinación y cooperación referidas a la asistencia
humanitaria internacional, las cuales serán desarrolladas en el capítulo 2.
Esto se evidencia en la inclusión de la problemática en las agendas regionales y en la
creación de instituciones especializadas y organismos responsables de la asistencia
humanitaria en el marco de OEA, CELAC, UNASUR y MERCOSUR; así como en la
estructuración de una institucionalidad conjunta para enfrentar situaciones críticas que
suelen sobrepasar la capacidad de actuación individual de los Estados. Se crearon tanto
instancias especializadas en el marco de los procesos subregionales (REHU- MERCOSUR,
CAPRADE-CAN, CEPREDENAC-SICA, CDEMA-CARICOM), así como foros regionales tales
como las Reuniones sobre Mecanismos Internacionales de Asistencia Humanitaria (MIAH),
las Plataformas Regionales de Reducción de Riesgos, y el Foro de Mecanismos Subregionales
de Gestión del Riesgo de Desastres de las Américas.
En síntesis, a pesar de la ausencia en el plano internacional, de un marco normativo sólido
que reglamente los alcances del derecho a la asistencia humanitaria, como así también
su debido ejercicio, varios de los actores que prestan asistencia humanitaria como los
propios Estados, ONG y Organismos Internacionales como la ONU, han realizado esfuerzos
por establecer estándares básicos tendientes a homogeneizar el ejercicio de la asistencia
humanitaria, tales como el proyecto Esfera y su Carta Humanitaria, las Directrices IDRL,
o las iniciativas latinoamericanas Saber Donar y REDHUM. En América Latina y el Caribe,
esta tendencia se ha visto revitalizada en los últimos 15 años con la creación de instancias
especializadas, y mecanismos y foros de coordinación regionales.
Más allá de las especificidades de cada iniciativa, en todas ellas hay consensos mínimos
respecto a que los proveedores de asistencia siempre deben cumplir con la legislación
nacional del país afectado y con el derecho internacional, respetar los principios
humanitarios, coordinar con las autoridades del país afectado y con otros actores, involucrar
a los beneficiarios y fomentar las capacidades locales.
Capítulo I: LA GESTIÓN DE RIESGOS Y LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL SIGLO XXI
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4. ASISTENCIA HUMANITARIA Vs. INTERVENCIÓN HUMANITARIA: DOS MODELOS EN
PUGNA
4.1. Las emergencias complejas
Desde los años noventa, en la jerga humanitaria se instala el concepto de
“emergencia humanitaria compleja”, para referirse a desastres humanitarios
relacionados con conflictos armados y derivados de una multiplicidad de factores
políticos, económicos y socioculturales. Estas emergencias, a diferencia de los
desastres desencadenados por eventos naturales, provocan un alto grado de quiebre
y dislocación del orden social, y debido a esto, requieren de una amplia respuesta
de la comunidad internacional (IASC, 1994). La complejidad de la emergencia
provoca que la respuesta internacional deba actuar en varios frentes, como son la
ayuda humanitaria (incluyendo la provisión de bienes y servicios esenciales para la
subsistencia, así como la protección de las víctimas), la diplomacia de alto nivel, o
incluso el uso de las misiones de paz.
En general, las emergencias complejas se producen en sociedades no desarrolladas,
con profundas desigualdades socioeconómicas, donde existen zonas o grupos
sociales o étnicos marginados y empobrecidos, con gobiernos que carecen de
legitimidad debido a que no logran proveer de derechos básicos a la población, o con
instituciones estatales que no consiguen ejercer un poder efectivo en el territorio
nacional ni gestionar las disputas, y que incluso han perdido el monopolio de la
violencia39. En estos conflictos, el porcentaje de civiles entre el total de víctimas es
superior al 90%.
Pérez de Armiño (2000) señala que las emergencias complejas le plantean a la acción
humanitaria internacional numerosos retos políticos, éticos y operativos. En primer
término, la asistencia humanitaria ya no se concibe como un fenómeno políticamente
imparcial, sino que cualquier acción conlleva consecuencias políticas.
En segundo término, el desmoronamiento del Estado en el que se opera y la
fragmentación de poder, algunas veces obliga a negociar con grupos diversos
opuestos al gobierno soberano, lo que socaba aún más la gobernabilidad, mientras
que en otras ocasiones, las propias agencias y ONG internacionales asumen funciones
que les corresponderían a las instituciones públicas.
Otro dilema consiste en qué tipo de asistencia proporcionar: la provisión de bienes
y servicios para la subsistencia, que podría ser suficiente ante los desastres, resulta
claramente insuficiente ante estas crisis derivadas de problemas estructurales y en
varios casos con violaciones masivas de los derechos humanos. De este modo, la
acción humanitaria no debería perseguir objetivos sólo inmediatos, sino que debería
ejecutarse a más largo plazo, procurando sentar las bases para el desarrollo.
39 Rey Marcos (2006) señala que estas situaciones deberían denominarse “desastres complejos”, ya
que en realidad se trata de situaciones permanentes y crónicas derivadas de la forma en que el país está
inserto en el sistema internacional.
50
En cuarto lugar, la complejidad de los conflictos internos actuales, con prácticas de
persecución de la población civil y violaciones de los derechos humanos, plantea
un serio desafío a la vigencia de algunos de los principios humanitarios, como la
neutralidad e independencia operacional, e incrementa el riesgo de que la ayuda
sea instrumentalizada y contribuya a alimentar la confrontación (Wortel, 2009; Rey
Marcos, 2006). En los conflictos civiles, es innegable que existen tanto víctimas como
victimarios, y ayudar sin distinciones a unos y otros puede reforzar a los segundos y
prolongar el conflicto (Pérez Armiño, 2000).
La comprobación de que la ayuda humanitaria, si bien necesaria, resultaba
insuficiente y podía tener efectos contraproducentes como prolongar los conflictos,
llevó a mediados de los años noventa a revisar las estrategias y normas para la
respuesta a desastres, lográndose importantes consensos interinstitucionales
expresados en el Código de Conducta relativo al socorro en casos de desastre de la
Cruz Roja y la Media Luna Roja (1994) y en el Proyecto Esfera (1998), que constituyen
avances significativos entre otras razones, porque incorporan la valoración de los
damnificados como sujetos de derecho (Ferradas, 2006).
Por último, la creciente implicación de fuerzas militares en las operaciones de
acción humanitaria suscita un serio peligro de desvirtuar el sentido de las mismas.
Esta militarización a veces realizada bajo el paraguas conceptual de intervenciones
humanitarias, plantea diversos problemas y distorsiona el trabajo humanitario,
sobre todo si las fuerzas de Naciones Unidas se acaban convirtiendo en una parte
más implicada en el conflicto: la acción humanitaria puede perder su neutralidad
e imparcialidad, la población puede asociar a los trabajadores humanitarios con
las tropas extranjeras, la seguridad de aquéllos puede verse en peligro, y la opinión
pública occidental puede volverse contra la acción humanitaria en su conjunto (Pérez
de Armiño, 2000; Rey Marcos, 2006).
4.2. La Intervención Humanitaria
Desde la finalización de la Guerra Fría, cuando la problemática de la ayuda
humanitaria se incorpora definitivamente a la agenda internacional, aparecen dos
modelos antagónicos que rigen el debate sobre la forma de concebir y ejercer la ayuda
humanitaria: el modelo de Asistencia Humanitaria vs. el modelo de Intervención
Humanitaria.
Como se señaló anteriormente, la Asistencia Humanitaria es interpretada como el
“conjunto diverso de acciones de ayuda a las víctimas de desastres (desencadenados
por eventos naturales o generados por el hombre), orientadas a aliviar su sufrimiento,
garantizar su subsistencia, proteger sus derechos fundamentales y defender su
dignidad, así como, a veces, a frenar el proceso de desestructuración socioeconómica
de la comunidad y prepararlos ante desastres. Puede ser proporcionado por actores
nacionales o internacionales. En este segundo caso, tiene un carácter subsidiario
respecto a la responsabilidad del Estado soberano de asistencia a su propia población,
y se realiza con su visto bueno y a petición suya” (Abrisketa, 2000).
Capítulo I: LA GESTIÓN DE RIESGOS Y LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL SIGLO XXI
51
La asistencia humanitaria internacional, está regida conceptualmente por el
principio irreductible de derecho internacional público de no intervención, relativo a
la inviolabilidad del territorio e inherente a la soberanía e independencia del EstadoNación. Esto implica, básicamente, que ningún Estado puede prestar asistencia
humanitaria a otro Estado sin su consentimiento expreso (Henderson, 2009).
Los principios en los que se sustenta la asistencia humanitaria son los de humanidad,
neutralidad, imparcialidad e independencia operativa, los cuáles se encuentran en los
estatutos de diversas organizaciones humanitarias, pero devienen, principalmente,
del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), y fueron definidos en la Conferencia
Internacional de la Cruz Roja de Viena en 1965 e incorporados por las Naciones
Unidas. A su vez, la acción humanitaria cuenta con una justificación legal en varios
instrumentos del derecho internacional, principalmente, del Derecho Internacional
Humanitario (Convenciones de Ginebra y sus Protocolos), aplicable en situación de
conflicto armado.
En cuanto a la asistencia humanitaria ante desastres, en la doctrina internacional sus
principios devienen de la Resolución 46/182 de las Naciones Unidas y su consecuente
Reforma Humanitaria. Como se detalló en apartados previos, el Marco de Acción de
Hyogo, adoptado en 2005, es el instrumento más importante para la implementación
de la reducción del riesgo de desastres que suscribieron los Estados Miembros de la
ONU, y se propone como objetivo fundamental aumentar la resiliencia de las naciones
y las comunidades, con metas establecidas al año 2015 de reducción considerable de
las pérdidas que ocasionan los desastres, tanto en términos de vidas humanas como
en cuanto a los bienes sociales, económicos y ambientales de las comunidades y los
países.
La región de América Latina defiende el modelo de asistencia humanitaria que busca
transformar a las comunidades de “víctimas potenciales” de desastres en actores
fundamentales en la reducción de riesgos, la prevención, la preparación, la mitigación,
la respuesta y la reconstrucción. La defensa de la asistencia humanitaria se produce
en el marco de cambios que ha experimentado América Latina en los últimos años, en
lo que respecta a su papel en el ecosistema humanitario internacional (Rey Marcos,
1998): ya no se presenta como una región receptora de asistencia, sino que se convierte
también en proveedora de recursos hacia quienes los necesitan, en prevención o
en respuesta tras un suceso desastroso. Esto suele desarrollarse en el marco de la
cooperación Sur-Sur (también denominada cooperación horizontal), mediante la cual
se buscan generar nuevos espacios en los que los socios humanitarios más relevantes
intercambian iniciativas, buenas prácticas, propuestas y, muy especialmente, las
experiencias adquiridas a través de acciones concretas. Esta cooperación también
se nutre, como podrá observarse en próximos capítulos, de un creciente proceso de
diálogo temático en el ámbito humanitario, con instancias que funcionan en la órbita
de los procesos de integración subregional existentes.
Por su parte, la intervención humanitaria suele asociarse a las situaciones de
emergencias humanitarias complejas, ya que define aquellas “(…) acciones
emprendidas por la comunidad internacional en el territorio de un determinado
52
Estado con el fin de proteger y defender a la población de violaciones graves y masivas
de los derechos humanos fundamentales, y de garantizar la asistencia humanitaria
a las víctimas de conflictos armados cuando el gobierno soberano impide su paso”
(Abrisketa, 2000a). Para algunos autores, la intervención humanitaria abarca
en general acciones de tipo (político, diplomático y militar) con los objetivos
mencionados; en tanto que el concepto de “intervención militar humanitaria” se
referiría específicamente a la modalidad de intervención que incluye las acciones
armadas (Gundel, 1999). No obstante, el concepto de intervención humanitaria,
en términos jurídicos, se utiliza de modo más restrictivo para definir a “(…) una
acción específicamente militar de uno o varios Estados dentro de otro, para frenar
violaciones graves y masivas de los derechos humanos. Además, se entiende también
como el recurso a la fuerza armada para imponer la ayuda humanitaria que se
pretende proporcionar a las víctimas de los conflictos armados cuando el Estado
soberano territorial impide el paso de la asistencia humanitaria” (Abrisketa, 2000a).
La intervención humanitaria es entonces una acción violatoria de los principios de no
intervención y autodeterminación nacional, se realiza de modo unilateral, coercitivo
y en principio, sin el consentimiento de las Naciones Unidas. La inexistencia del
consentimiento del Estado que la recibe y el recurso a la fuerza, son los elementos
definitorios que lo distinguen del concepto de asistencia humanitaria (Abrisketa,
2000a).
Por las características expuestas, la intervención humanitaria pone en cuestión la
soberanía estatal, una temática que históricamente ha permeado la disciplina de
las Relaciones Internacionales, encontrando fundamentaciones opuestas en sus dos
teorías más tradicionales, el realismo y el idealismo40.
Ahora bien, en el marco del sistema de Naciones Unidas, la Carta de San Francisco
(1945) establece en su artículo 2º la restricción a la acción militar por parte de los
miembros de la organización contra otro Estado; el párrafo 4º prohíbe la amenaza y el
empleo de la fuerza contra otra nación; y el 7º se refiere a que ninguna disposición de
la Carta tiene la facultad de actuar en los asuntos que son jurisdicción interna de los
países integrantes. Todos estos fundamentos hacen de la intervención humanitaria,
como fue definida anteriormente, una actuación ilícita que quebranta la soberanía de
los Estados, y en consecuencia, el sistema interestatal existente.
No obstante, como introducción a los planteamientos que se esbozarán en adelante,
debe señalarse que las Naciones Unidas le han otorgado al Consejo de Seguridad en el
artículo 24º, la responsabilidad de mantener la paz y la seguridad internacionales, y
por añadidura, en el capítulo VII de esta Carta, se lo otorga a este órgano la capacidad
para definir las acciones necesarias y determinar la existencia de una amenaza,
quebrantamiento o acto de agresión. El modo de operar en estas situaciones es a
través de embargos o sanciones económicas (artículo 41), así como tomar acciones
40 Para una referencia sobre el accionar humanitario desde las teorías de relaciones internacionales,
ver: VALLEJO-FRANCO, Beatriz Eugenia. La responsabilidad de proteger. Una nueva dimensión de la
soberanía. Oasis [en línea] Núm. 15, 2010. pp. 7-32.
Capítulo I: LA GESTIÓN DE RIESGOS Y LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL SIGLO XXI
53
militares cuando las posibilidades pacíficas se hayan agotado (artículo 42), lo cual
define el “sistema de seguridad colectiva” de la Carta de la ONU. Es con este último
sustento legal que la organización ha actuado de diferentes maneras en la historia,
en lo que ha intervención humanitaria refiere (Cózatl López, 2009), y especialmente
en el decenio de 1990, cuando se interpretó a la violación sistemática de los derechos
humanos, como una amenaza a la paz y la seguridad internacionales, y por ende, como
fundamento para la adopción de medidas que incluyen la variable militar (momento
en que las Operaciones de Mantenimiento de la Paz derivaron en Operaciones de
Imposición de la Paz, como se detallará en el próximo apartado).
En cuanto a la intervención humanitaria realizada de modo unilateral (por parte
de una Estado o coalición de Estados sobre un tercero), por fuera del sistema
jurídico de Naciones Unidas, ésta es considerada de carácter ilícito por la mayoría
de los especialistas de derecho internacional. Las mismas encierran el riesgo de
que las condiciones señaladas puedan ser objeto de amplias interpretaciones y ser
instrumentalizadas al servicio de los intereses geopolíticos de los Estados que las
realicen. De todos modos, debe admitirse que en todo caso, en las intervenciones
avaladas por el Consejo de Seguridad de la ONU (denominadas imposición de paz),
tampoco se garantiza que las mismas no respondan a los intereses de las grandes
potencias que son miembros permanentes de ese órgano (Abrisketa, 2000a).
Por último, en lo que concierne específicamente a la intervención humanitaria ante
desastres, a este concepto, como al de asistencia dirigida (que deviene del primero),
le subyace una idea de riesgo definido como algo “natural”, “inevitable”, “no
previsible”, “no manejable por los países”, lo que conduce a conclusiones erróneas
sobre supuestas “necesidades” nacionales de asistencia externa (principalmente, de
carácter militar), muchas veces estableciendo como objetivo “preservar” sus recursos
estratégicos. A su vez, este modelo implica un accionar vertical, militarizado, externo,
sin participación de las comunidades involucradas. La posición mayoritaria de los
gobiernos ha sido la de rechazar este tipo de comportamiento, precisamente por la
preocupación de que los países, sobre todo los más poderosos, hagan un abuso en su
interpretación sobre “necesidad de intervención” para fines militares y geopolíticos.
4.2.1. Los derechos humanos como fundamento de las intervenciones
humanitarias: las Resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU
Lo primero que se observa en los años de pos Guerra Fría es que la Organización
de las Naciones Unidas adquirió un fuerte activismo mediante un incremento
cuantitativo y cualitativo de Operaciones de Mantenimiento de la Paz (OMP) en
diversos países y regiones (Cózatl López, 2009). Este fenómeno pudo estar influido,
como se expresó anteriormente, por el desarrollo de las nuevas tecnologías de la
información y las comunicaciones que proporcionaron un conocimiento en tiempo
real de lo que sucedía en cualquier rincón del mundo, actuaron como mecanismo
para despertar el interés y la presión de la opinión pública para que los Estados o la
comunidad internacional se involucren de lleno y actúen en el ámbito humanitario.
Incluso también, el mayor reconocimiento de los derechos humanos en el ámbito
moral y legal en la comunidad internacional -que había ocupado un lugar tan
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marginal durante la confrontación este-oeste, significaron un impulso adicional para
la promoción del accionar internacional humanitario (Montoya Durana, 1999).
Brevemente, vale advertir que las OMP se desarrollan en el marco del Derecho
Internacional y particularmente, en el marco de la Carta de las Naciones Unidas,
aunque no estén expresamente contempladas por ella. Bajo la denominación de
Operaciones de Mantenimiento de la Paz (OMP) se engloban diversos tipos de
acciones, consistentes en el envío por parte de Naciones Unidas de contingentes
militares, policiales y/o civiles, con objeto de alcanzar la paz, la seguridad y la
estabilidad en una determinada región. Las fuerzas desplegadas pueden ejercer
funciones de negociación, persuasión, observación y verificación de la situación, así
como de patrulla e incluso de interposición física entre los contendientes. A pesar de
la heterogeneidad de tales operaciones, destacan cinco elementos comunes a todas
ellas: a) son acciones de Naciones Unidas, ordenadas por su Consejo de Seguridad
y desarrolladas bajo el control de su Secretario General; b) se establecen con el
consentimiento de las partes en conflicto, lo cual las distingue de las Operaciones
de Imposición de la Paz (no cuentan con tal consentimiento e incluye la utilización
de la fuerza más allá de la legítima defensa); c) son imparciales, es decir, su función
es ejercer presión para hacer cumplir el mandato que le haya sido asignado por el
Consejo de Seguridad; pero, más allá de eso, no deben tomar parte en el conflicto;
d) su personal y equipamiento es proporcionado voluntariamente por los Estados
Miembros de Naciones Unidas, dado que ésta carece de un ejército o cuerpo de policía
permanente. De este modo, los efectivos de una OMP se conforman específicamente
para ese caso concreto (y en su componente militar, por los llamados Cascos Azules).
No obstante, si bien las primeras OMP estuvieron compuestas casi exclusivamente por
militares, en las actuales se suelen incorporar también policías civiles, funcionarios
civiles y otros componentes; e) la fuerza armada sólo puede utilizarse en legítima
defensa (Abrisketa, 2000b).
Lo que sucedió al final de la Guerra Fría, fue que el Consejo de Seguridad de las
Naciones Unidas, ampliando sus competencias sobre el mantenimiento de la paz
y la seguridad internacional, surgió como el principal foro de autorización de las
intervenciones humanitarias, otorgándoles un grado de “legitimidad internacional”,
con todo lo que ello implica en términos del riesgo de sometimiento de la agenda
humanitaria a los intereses de las principales potencias del mundo que ocupan un
asiento en este órgano. Se ha interpretado esto como una consecuencia directa del
fin de la confrontación bipolar:
“El cambio del escenario internacional acontecido a partir de 1990 con la nueva política
interior y exterior de la URSS, con la transformación de ésta y la desaparición del bloque
socialista, supuso también un replanteamiento de los equilibrios existentes en el seno
del Consejo de Seguridad hasta el punto de que el entendimiento que se concebía como
imposible en situaciones anteriores entre los bloques hegemónicos para actuar con
contundencia en un conflicto que afectase a aliados significativos de uno de ellos o en
sus zonas de real o presunta influencia, en aquellas fechas se transformó en auténtico o
interesado consenso entre las potencias para asegurar la intervención de las Naciones
Unidas” (Perea Unceta, 2005: 133).
Capítulo I: LA GESTIÓN DE RIESGOS Y LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL SIGLO XXI
55
Para dimensionar esta transformación, vale advertir que en cuatro décadas (1948
a 1991) se produjeron 18 Operaciones de Mantenimiento de Paz, mientras que
los veinte años siguientes (1991 a 2013), se concretaron 50 Operaciones. Desde
sus comienzos, las Operaciones estuvieron desplegadas en su mayoría en países
del continente africano (30), seguidos por los países de Oriente Medio (12). Si se
considera el período de pos Guerra Fría, los países de África han sido destinatarios
del 50% de las operaciones, seguidos muy atrás por la región de Asia Pacífico y
América Latina41.
El punto de inflexión se da en el año 1991, desde el momento en que se autorizó
por primera vez -a través de la resolución 688 del Consejo de Seguridad-, la acción
colectiva para intervenir en un conflicto interno de un Estado, sin el consentimiento
de éste. A saber, con el fin de la Guerra del Golfo (1990-1991), Irak había quedado
sumergido en una grave crisis humanitaria, con refugiados en masa hacia las
fronteras con Irán y Turquía y graves abusos, represiones y violaciones a los
derechos humanos que el régimen de Saddam Husein aplicó a las poblaciones
kurdas y los shiítas rebeldes. A partir de este momento, el Capítulo VII de la Carta de
Naciones Unidas fue objeto de una nueva lectura, ya que se reinterpretó y amplió la
categoría de situaciones que son consideradas como “comprometedoras de la paz y
la seguridad internacional”, abarcando a las violaciones sistemáticas de los derechos
humanos como legitimadoras de las intervenciones humanitarias, mediante las
OMP. Se inauguró así una nueva etapa de intervencionismo en conflictos internos
e internacionales que se desarrollaría en los años siguientes (Perea Unceta, 2005).
Uno de los elementos de mayor relevancia a tomar en consideración respecto del
caso de Irak, fue que si bien las Naciones Unidas, a través del Consejo de Seguridad,
autorizaron la intervención, la operación fue liderada y llevada adelante por Estados
Unidos, con la participación del gobierno de Francia, el Reino Unido y Turquía. Esto
sentó un precedente para próximas intervenciones, en las cuáles, más allá de la retórica
humanitaria, se escondieron intereses particulares de las potencias involucradas. A
esto se le debe añadir la cuestión del personal involucrado en las operaciones: al
no existir una fuerza de Naciones Unidas permanente, los equipos de pacificación
(tropas, policías, observadores en las elecciones, etc.) están suministrados por
los gobiernos de los Estados Miembros de la ONU y por funcionarios de la propia
organización. Esto ha provocado gran confusión y descoordinación, puesto que es
común que el personal de las operaciones se guíe más por las órdenes de sus propios
gobiernos que por las de los mandatos de Naciones Unidas (Abrisketa, 2000b).
Cuando se habla de un cambio cualitativo y no sólo cuantitativo de las OMP,
se hace referencia precisamente, a que las mismas, han venido evolucionando
hacia una modalidad que las define como Operaciones de Imposición de la Paz42,
41 Sobre OMP consultar: https://www.un.org/en/peacekeeping/documents/operationslist.pdf
42 El concepto de “imposición de la paz” se reforzó con el Informe del Secretario General titulado
“Aumento de la capacidad de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas”, aprobado el 14 de marzo
de 1994. En él se establece que cuando fracasan los medios pacíficos, puede ser necesaria la imposición
de la paz a través de medidas basadas en el Capítulo VII de la Carta, incluido el uso de la fuerza armada.
56
en las cuales no se cuenta con el consentimiento del Estado en el que se actúa, y
se contemplan medidas coercitivas o el uso activo de la fuerza para imponer
determinado mandato del Consejo de Seguridad. Las Operaciones de Imposición
de la Paz llevadas a cabo por coaliciones militares se produjeron en Iraq, Somalia,
Rwanda, Haití, Albania y Timor Oriental (Abrisketa, 2000b; CINU, 2013).
4.2.2. La intervención humanitaria y la Doctrina Clinton
En paralelo a estas reflexiones, es fundamental tomar en cuenta el rol que
desempeñaron las intervenciones humanitarias durante las dos presidencias de Bill
Clinton en Estados Unidos (1993-2001), convertidas en un componente central de la
política exterior de su gobierno y por ende, en otro elemento clave de la modificación
del escenario político internacional. Es necesario recordar que luego de la implosión
del socialismo real, los Estados Unidos se posicionaron como la única potencia
hegemónica, capaz de establecer las reglas del sistema internacional.
En el marco de un programa político que pretendía conducir a la comunidad
internacional hacia un porvenir que copiase los preceptos estadounidenses de
democracia y libre mercado, el gobierno norteamericano se involucró en distintas
intervenciones militares en Estados extranjeros, en el marco de la decisión de
promover un papel protagónico de los Estados Unidos en el “Nuevo Orden Mundial”.
Desde la perspectiva del gobierno de Clinton, la exportación de la democracia
contribuiría al objetivo de la extensión del libre mercado y específicamente, a la
posibilidad de que distintos países del ex bloque socialista abrieran sus mercados
a los productos e inversiones norteamericanas. Pero en muchos de estos países la
situación era de profunda inestabilidad, prevalecía una aguda conflictividad étnica,
tenían gobiernos autoritarios y se producían distintas violaciones a los derechos
humanos. En consecuencia, esta administración decidió involucrarse en distintas
experiencias intervencionistas -militares- en territorios de naciones lejanas
aludiendo “razones humanitarias”.
El accionar del gobierno norteamericano en el ámbito humanitario se sustentó en
lo que fue divulgado como la Doctrina Clinton, diseñada por el propio presidente, y
aplicada durante sus dos períodos de administración presidencial, aunque formalizada
explícitamente recién en 1999. Ésta, partía de la premisa de que “cuando una nación
comete graves violaciones de los derechos humanos a sus propios ciudadanos,
los Estados Unidos unilateralmente, o con el apoyo de otros países o coaliciones
multilaterales, tienen el derecho de intervenir sin el consentimiento del Consejo
de Seguridad de las Naciones Unidas”. En tal sentido, doctrinariamente, se definió
al genocidio y a los derechos de lesa humanidad en términos de interés nacional,
legitimando la injerencia directa para evitar tales crímenes en cualquier parte del
mundo y para impedir la propagación de aquellos conflictos y sus consecuencias.
En esta línea de actuación, en 1993, el Asesor de Seguridad Nacional de Clinton,
Anthony Lake, anunció formalmente que la ayuda humanitaria iba a ser una de las
cuatro puntas de la estrategia del “enlargement” o “ampliación” de los conceptos de
política exterior hacia la exportación de la “democracia” y del “sistema de mercado”
Capítulo I: LA GESTIÓN DE RIESGOS Y LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL SIGLO XXI
57
a las naciones menos desarrolladas, muy especialmente, para cumplir con lo que
su gobierno denominaba “ayudar a los necesitados”. Dentro de esta doctrina, el
ángulo de acción se amplió: junto al anuncio de que “se intervendría militarmente
en los Estados en donde se registrasen graves violaciones a los derechos humanos
o se produjesen conflictos internos que amenacen con extenderse en la región”,
Lake también consignó que los Estados Unidos brindarían asistencia a los países
que hubieran sufrido catástrofes, desde terremotos y huracanes hasta sequías y
epidemias. Llegado el caso, fuerzas militares serían enviadas a la zona de conflicto
o desastre para permitir la distribución y la ordenada difusión de la ayuda. De
esta manera, los Estados Unidos asumían el rol de “policía mundial” obteniendo el
“legítimo” uso de la fuerza, y permitiendo que el país y sus aliados interviniesen
en los lugares del mundo decididos por los estrategas del Pentágono, sentando los
precedentes para el accionar unilateral de estas características de ahí en adelante.
Las “Guerras Humanitarias” de Clinton, como se denominaron a este tipo de
actuaciones realizadas con tal fundamento, se desarrollaron en Somalía, Haití, Bosnia,
Kosovo, entre otros Estados (Guerisoli, 2006). Como se observará a continuación,
esta última intervención fue una de las más polémicas en cuanto al bajo nivel de
legitimidad internacional adquirido, lo cual puso nuevamente sobre el tapete la
discusión política y la necesidad de generar doctrina en materia de intervencionismo
humanitario.
4.2.3. El principio de la «Responsabilidad de Proteger»
La decisión de la OTAN de intervenir en Kosovo sin autorización del Consejo de
Seguridad representó el momento más álgido del debate internacional en torno al
intervencionismo humanitario. En 1999, la OTAN bombardeó a tropas serbias durante
setenta y nueve días invocando el derecho de intervención humanitaria, planteando
enormes interrogantes sobre la legitimidad de las maniobras estadounidenses
“en nombre de los derechos humanos”, hacia las cuáles no sólo Rusia y China se
opusieron (impidiendo el respaldo de la ONU), sino también, muchos otros países
que en conjunto suponían la mayoría de la población mundial, incluidos Brasil, India
o México.
En el contexto de lo que fue la polémica por esta intervención y lo que ha sido el
llamado “efecto CNN”, la crisis de Kosovo supuso un revés significativo en cuanto
al apoyo público en materia humanitaria a la Organización de las Naciones Unidas
(Garrigues, 2007). Lo cierto es que la mayoría de las operaciones/intervenciones que
se llevaron adelante bajo el paraguas de la ONU, en el decenio de 1990, en defensa
de los derechos humanos de las poblaciones civiles de distintos países sumergidos
en conflictos internos de envergadura, no pudieron culminarse o resultaron en un
verdadero fracaso. En muchas de ellas influyó la carencia de un diagnóstico preciso
por parte del Consejo de Seguridad y las potencias involucradas respecto de las
características de los Estados intervenidos, su historia y conflictos tradicionales, la
naturaleza de la violencia de cada país, las facciones y sistemas étnicos involucrados,
y claramente, intereses que trascendían la ayuda humanitaria.
58
A su vez, la tendencia de las acciones que se llevaron a cabo en este decenio, daba
cuenta de una situación en la cual la grandes potencias pretendían imponer su
percepción unilateral de los problemas y soluciones elaboradas desde el paradigma
occidental. Los limitados resultados de estas actuaciones generaron un fuerte
escepticismo por parte de la comunidad internacional en la participación frente a las
mismas, que más allá de ineficaz, se caratuló de selectiva (Montoya Durana, 1999).
La demostración de la incapacidad de la respuesta internacional puso sobre el tapete
“que no existían ni las reglas de juego ni los recursos adecuados para responder
a estas amenazas a la paz y la seguridad internacionales” (Garrigues, 2007). En
este contexto, en 1999, durante la 54º Asamblea General de las Naciones Unidas,
el Secretario General de la ONU, Kofi Annan, hizo un elocuente llamamiento a la
comunidad internacional para que tratara de alcanzar un nuevo consenso sobre
estos problemas y “forjara una unidad” respecto de ciertas cuestiones fundamentales
de principio y procedimiento. Concretamente, “instó a los miembros de la ONU a
alcanzar un consenso para reconciliar el principio de soberanía de los Estados con
el imperativo de respetar los derechos humanos y las normas humanitarias” (Lortie,
2005).
En respuesta al mismo, el Gobierno de Canadá junto con un grupo de importantes
fundaciones, anunció a la Asamblea General en septiembre de 2000 el establecimiento
de la Comisión Internacional sobre Intervención y Soberanía de los Estados (en
adelante CIISE). Esta Comisión presentó en 2001 su informe “La Responsabilidad
de Proteger”, uno de los principales instrumentos que versan sobre el denominado
“derecho de intervención humanitaria”.
El principio de la “Responsabilidad de Proteger”, modificó los términos de la discusión
que hasta ese momento se habían centrado en lo que se concebía como el “derecho de
intervención humanitaria”, y generó un nuevo desarrollo del concepto de soberanía
como responsabilidad, alejándose de la primacía de los intereses del Estado.
De acuerdo a este informe, la “Responsabilidad de Proteger” se definió como “la
responsabilidad de reaccionar ante situaciones en que exista una imperiosa necesidad
de protección humana”. La misma se debe ejercer bajo dos principios básicos: en
primer lugar, “que la soberanía de un Estado conlleva para el propio Estado la
responsabilidad principal de proteger a su población” y, segundo, “que si el Estado
no puede o no quiere proteger a sus ciudadanos de graves daños, la responsabilidad
de proteger tiene prioridad sobre el principio de no intervención” (Garrigues, 2007:
165).
Dentro de la responsabilidad de proteger se definen las responsabilidades de prevenir,
reaccionar y reconstruir. La primera es concebida como la dimensión más importante
y la prioridad absoluta, ya que evita poner en riesgo las vidas de los afectados y
de los que responden a la crisis (atendiendo también al gasto económico que los
conflictos implican tanto para los afectados como para la comunidad internacional).
Si las medidas preventivas fallan, se deben aplicar medidas coercitivas (políticas,
económicas o judiciales) y, en casos extremos, la acción militar. El informe de la CIISE
Capítulo I: LA GESTIÓN DE RIESGOS Y LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL SIGLO XXI
59
reconoce que “el umbral [para tomar medidas] puede ser más bajo cuando se trata
de medidas políticas, económicas y jurídicas”.
El informe de la CIISE ofrece la siguiente definición y especifica casos como los de
discriminación racial sistemática en los que sugiere medidas coercitivas no militares:
“Grandes pérdidas de vidas humanas, reales o previsibles, con o sin intención
de genocidio, que sean consecuencia de la acción deliberada de un Estado, de su
negligencia o incapacidad de actuar o de su colapso; o “depuración étnica” a gran
escala, real o previsible, llevada a cabo mediante el asesinato, la expulsión forzosa, el
terror o la violación” (CIISE, 2001).
En este documento, la responsabilidad de reconstruir analiza tanto las obligaciones
de la comunidad internacional después de la intervención como los límites que se
deben tener en cuenta. En este apartado, los autores abogan por que la comunidad
internacional siempre comience la intervención con un plan que cuente con una
estrategia de retirada y que tenga como objetivo una paz duradera que se construya
en colaboración con las autoridades locales (Garrigues, 2007).
Resulta especialmente relevante la aceptación a escala internacional del principio de
la “Responsabilidad de Proteger”, y su incorporación en la Resolución de la Asamblea
General de la ONU (A/RES/60/1) donde se afirma que “cada Estado es responsable de
proteger a su población del genocidio, los crímenes de guerra, la depuración étnica y
los crímenes de lesa humanidad”. Cuando un Estado no cumpla esa responsabilidad,
todos los Estados (la «comunidad internacional») tendrán la responsabilidad de
ayudar a proteger a la población amenazada de esos crímenes. La comunidad
internacional deberá estar dispuesta a adoptar medidas colectivas “de manera
oportuna y decisiva”, por medio del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y
de conformidad con la Carta de la ONU, en cada caso concreto y en cooperación con
las organizaciones regionales pertinentes, si los medios pacíficos que incluyen los
diplomáticos, humanitarios y de otra índole, resultan inadecuados y “es evidente”
que las autoridades nacionales no protegen a su población.
No obstante el avance desarrollado sobre esta doctrina, y los consensos mínimos
alcanzados en torno a la misma, los atentados terroristas del 11-S a los Estados
Unidos en 2001, la securitización de la agenda internacional en correspondencia
con la militarización y unilateralismo de la agenda de gobierno de Washington,
significaron un serio revés a los adelantos alcanzados en esta discusión. A partir
de este momento, al escepticismo sobre la selectividad que había guiado el
intervencionismo humanitario en los años 90’, se le sumó la manipulación de los
hechos que el gobierno estadounidense de Bush (hijo) realizó para fundamentar
su agresiva respuesta a los atentados. En efecto, los motivos de la guerra que inició
esta administración –la supuesta amenaza de un ataque terrorista con armas de
destrucción masivas– ya estaban de por sí cuestionados cuando la alianza liderada
por Estados Unidos y el Reino Unido decidió invadir Irak en 2003. El inicio de esta
guerra que se llevó adelante sin el respaldo de la comunidad internacional, se agravó
cuando se citó “la Responsabilidad de Proteger a los ciudadanos iraquíes” como
una de las motivaciones para la invasión. Esta forma de legitimar la guerra terminó
60
de algún modo otorgando la razón a los menos entusiasmados con el derecho a la
intervención humanitaria y con el nuevo desarrollo doctrinario, que exponían el
temor sobre su utilización como excusa para servir a los intereses occidentales neoimperialistas. En relación a esta crisis de legitimidad, Henderson sintetiza:
“Las intervenciones militares recientes tienen un componente de ayuda
humanitaria que es funcional a los fines militares y políticos de la intervención.
Así, después de los ataques a las Torres Gemelas en Nueva York, la fuerza
aérea norteamericana tiraba al mismo tiempo bombas racimo y paquetes de
alimentos sobre Afganistán; la OTAN montaba campos de refugiados para los
kosovares mientras pilotos de la OTAN bombardeaban Yugoslavia, y mientras
todavía se finalizaban los planes para la invasión a Irak en 2003; el gobierno
de los Estados Unidos recurría a varias ONGs, financiándolas a través de la
agencia gubernamental de cooperación internacional USAID (United Sates
Agency for International Development) para la asistencia a las futuras víctimas
civiles que produciría la Guerra que no había comenzado” (Henderson, 2009:
62).
4.2.4. Asistencia Dirigida: geopolítica y control de recursos naturales
como intereses solapados
De lo expuesto en el apartado precedente se interpreta que la irrupción de los
militares en el escenario humanitario tras las resoluciones del Consejo de Seguridad
de la ONU declarando intervenciones humanitarias, ha alterado y confundido de
modo importante el propio concepto de acción humanitaria. El abuso del calificativo
humanitario buscando una mayor legitimidad a operaciones básicamente militares y
de coerción, han hecho más borrosa la división que existe, y debe mantenerse, entre
tres campos de acción diferentes: el político, el militar y el humanitario (Rey Marcos,
1998).
Un análisis del actual escenario global en materia de acción humanitaria, en función
de la distribución de fondos destinados a esta empresa, pone de manifiesto que
“la ayuda humanitaria que los países donantes destinan a las crisis abiertas en el
mundo no se rige actualmente por criterios de necesidad, sino cada vez más por
criterios únicamente políticos y de carácter mediático” (Rey Marcos, 2004). De
acuerdo a este autor, este comportamiento que pone en cuestión los principios
humanitarios clásicos de imparcialidad, independencia y neutralidad, se vincula a
que los países donantes han experimentado un cambio de comportamiento que se
puede resumir en las siguientes tendencias: aumento de la ayuda humanitaria en
términos absolutos y como porcentaje de la ayuda oficial al desarrollo; una mayor
bilateralización de la ayuda y una disminución de la canalizada a través de Naciones
Unidas; una financiación cada vez más “finalista” y dirigida con criterios previos, e
incluso con elementos de condicionalidad sobre países afectados; un papel cada vez
más supeditado de la ayuda humanitaria a las respuestas militares o políticas a las
crisis; y una creciente pérdida de su especificidad y autonomía; entre otras.
Capítulo I: LA GESTIÓN DE RIESGOS Y LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL SIGLO XXI
61
El caso más claro es el de los Estados Unidos donde los responsables de la Agencia de
Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) han defendido explícitamente
la necesidad de vincular “asistencia humanitaria” con “política exterior“, poniendo la
primera al servicio de los intereses norteamericanos en el mundo. En otros casos,
esta vinculación no es tan explícita pero la asistencia humanitaria bilateral se orienta
hacia países de las zonas clásicas de influencia geopolítica. Este enfoque de zonas de
influencia que practican muchos de los países centrales cuyas políticas bilaterales no
coinciden con lo que defienden en los foros comunitarios, se ha manifestado también
en una participación muy selectiva de los países donantes en las intervenciones
humanitarias. De este modo, la tendencia de los últimos años por parte de los Estados,
ha sido la de reducir su compromiso internacional con los organismos multilaterales
y con las acciones humanitarias de éstos en particular (Rey Marcos, 1998, 2004).
En América Latina, en la actualidad, algunas voces advierten sobre un escenario
conflictivo en el futuro por el control de recursos naturales escasos -petróleo, gas
y agua dulce- donde los Estados Unidos se presentan como una potencial amenaza
interventora movida por el afán de asegurar y controlar la disponibilidad de
estos recursos43. El Comando Sur perteneciente al Departamento de Defensa de
Estados Unidos parece ser un actor principal en esta avanzada, sea mediante su
Programa de Asistencia Humanitaria que le permite concretar actividades en países
latinoamericanos, sea a través de la IV Flota. Al respecto, en el año 2008 aparecieron
indicios de que las prácticas desarrolladas bajo el paraguas de la Doctrina Clinton se
instalaban en la región, debido a la decisión norteamericana de que la IV Flota del
Comando Sur comenzara a patrullar aguas caribeñas y latinoamericanas. Después
de casi seis décadas, los buques de guerra estadounidenses volvieron a los mares
del hemisferio, con la posibilidad, según los primeros dichos de sus responsables
político-militares, de adentrarse en las “aguas marrones” que caracterizan a los ríos
de los países de la región.
El Pentágono argumentó esta decisión en base a objetivos como la “lucha contra
tráficos ilícitos”, la “ayuda humanitaria en casos de desastres naturales” y el
mantenimiento de las vías económicas de comunicación por mares “libres y abiertos”.
Además, sumaron su interés en la “lucha contra el terrorismo” y la posibilidad de
responder a la “migración masiva de refugiados de países como Haití o Cuba”. No hay
que desestimar, aunque sea negado desde los círculos oficiales, el objetivo de asegurar
el control o el acceso por parte de los Estados Unidos a los recursos estratégicos
como el Amazonas, el Acuífero Guaraní y las reservas de agua dulce que representan
los glaciares, además de alimentos y recursos energéticos, en un contexto político
particular, debido a la emergencia de gobiernos latinoamericanos que reivindican
la soberanía y las políticas autonómicas en relación a esos recursos (Ceceña, 2007).
43 No sólo los Estados Unidos representan una amenaza para los países de la región, en tanto el Reino
Unido mantiene una injusta y desproporcionada presencia militar en las Islas Malvinas en el Atlántico
Sur, así como una ilegítima apropiación de los recursos naturales. Por lo tanto, es necesario estar atentos
a los ofrecimientos de ayuda humanitaria que el personal militar británico pueda realizar a los países
americanos, fundamentalmente en el área del Caribe.
62
5. LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL Y LA UTILIZACIÓN DE
RECURSOS MILITARES EN SITUACIONES DE SOCORRO
Como se expuso en el apartado anterior, el involucramiento del componente militar
en el ámbito humanitario, asociado a la ampliación de las tareas que se le adjudicaron
en algunas operaciones de la ONU, junto al creciente uso de medios militares y de
defensa civil para las tareas de socorro en casos de desastres, hicieron que el debate
referido a la cooperación civil-militar en el ámbito humanitario fuera también
ganando lugar en el decenio de 1990. Poco después de la Resolución 46/182 de
1991 de la ONU, que establece su liderazgo en materia humanitaria, y de la creación
de la OCHA dentro del organismo, comenzó a abordarse el tema del uso de medios
militares en la acción humanitaria en el llamado proceso de Oslo, que dio lugar a
diversas Directrices sobre este tema. Si en un primer momento, en 1994, se abordó
sólo el tema de la coordinación civil-militar en casos de socorro ante desastres, en
años posteriores las Directrices se ampliaron para adaptarse a la nueva tipología de
conflictividad internacional en las llamadas “emergencias complejas” (Rey, 1998;
2010). Ambos documentos han experimentado actualizaciones terminológicas y de
otra índole en los últimos años, de manera que se trata de instrumentos de carácter
dinámico, sujetos a permanente revisión.
A grandes rasgos, puede advertirse que, en definitiva, la discusión en torno a la
cooperación civil-militar en las operaciones humanitarias remite al papel que
desempeñan o deberían desempeñar las Fuerzas Armadas en este terreno: en
qué circunstancias y a solicitud de quién se recomienda la participación militar
en la asistencia humanitaria, bajo qué modalidad y cuál sistema de control, con
qué temporalidad y nivel de involucramiento, entre muchos otros aspectos. En las
directrices que se comentan en el próximo apartado, se definen precisamente toda
una serie de principios de actuación que ha consensuado la comunidad internacional
en este ámbito, exponiéndose los elementos más destacados de estos instrumentos
para cada caso.
En la región latinoamericana y caribeña, en diferentes organismos, instancias
y espacios se debate acerca de los modelos posibles de respuesta a desastre y de
articulación de la asistencia humanitaria internacional.
En ese marco, surgen diferentes propuestas relativas a las posibles funciones que
podrían desempeñar las Fuerzas Armadas y los Ministerios de Defensa en las tareas
relacionadas con esas problemáticas.
Para encauzar la discusión y fundamentar una posición sólida, resulta fundamental
identificar los antecedentes existentes, las normas nacionales de aplicación, el marco
conceptual acordado en la última década en el seno de Naciones Unidas sobre la
temática, el marco jurídico de las Naciones Unidas que reglamenta la cooperación
civil-militar, la constitución de los actores que conforman el complejo humanitario
internacional y los mecanismos de coordinación existentes que lo regulan.
Capítulo I: LA GESTIÓN DE RIESGOS Y LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL SIGLO XXI
63
La Argentina, a través de su organismo responsable de la asistencia humanitaria
internacional, la Comisión Cascos Blancos, forma parte junto a Brasil, del grupo
de países que destacan por una posición que valora la reducción y la prevención
de riesgos de desastres por encima de los esquemas de respuesta, abogan por la
participación de las comunidades vulnerables en la planificación y puesta en marcha
de las acciones pertinentes y son respetuosos de la soberanía de las naciones.
Por otra parte, contribuye a la consolidación de la región como zona de paz, base
para la estabilidad democrática y el desarrollo integral de nuestros pueblos, y como
contribución a la paz mundial.
En ese marco, se apoya el enfoque predominante en la región, acerca de la coordinación
de la Asistencia Humanitaria Internacional, basada en la conducción de los procesos
por parte de las autoridades civiles, con impulso de la coordinación entre Estados
o entre Estados y organismos multilaterales y no entre sectores o subsectores de
dichos estados, cualesquiera fuese las características de los mismos, y ubica a las
FFAA como soporte logístico toda vez que sea necesario.
La Cancillería Argentina ha sostenido en diversas ocasiones que la capacidad militar
no debe cuantificarse y coordinarse de manera autónoma, sino representar un
componente más de la oferta nacional, dependiendo su uso y aprovechamiento de la
decisión de las autoridades civiles.
Un Gobierno, puede ofrecer asistencia humanitaria, por decisión de sus autoridades
políticas nacionales, con o sin componentes militares. Y es decisión soberana
del Gobierno receptor la aceptación o no de la misma. Por ejemplo, un Grupo de
Búsqueda y Rescate Urbano puede tener una composición civil-militar, con la
participación de bomberos, fuerzas de seguridad, efectivos militares y cuadros
surgidos de organizaciones no gubernamentales. Las mencionadas Directrices
de Oslo reguladoras de la cooperación civil-militar, sostienen que “los recursos
militares y de la defensa civil deben verse como un instrumento que complementa
los mecanismos existentes de socorro a fin de proporcionar apoyo específico a
necesidades específicas en respuesta a una “brecha de asistencia humanitaria”
reconocida entre las necesidades de socorro que se pide”.
Enfatizan que dichos recursos “deben solicitarse únicamente cuando no haya una
alternativa civil equivalente y solamente se pueda responder a una necesidad
humanitaria crítica mediante la utilización de recursos militares o de la defensa civil”.
En sintonía con lo anterior, la Res. AGNU 66/119/2012, que se expide sobre el
“Fortalecimiento de la coordinación de la asistencia humanitaria de emergencia que
prestan las Naciones Unidas” pone de relieve “el carácter fundamentalmente civil
de la asistencia humanitaria y reafirma la necesidad de que, en las situaciones en
que se utilice capacidad y activos militares para apoyar la prestación de asistencia
humanitaria, esa utilización se realice con el consentimiento del Estado afectado
64
y de conformidad con el derecho internacional, incluido el derecho internacional
humanitario, y los principios humanitarios”.
Esta es la postura compartida por los países que integran los foros políticos y
diplomáticos regionales. Se busca centralizar en las instancias político-institucionales
pertinentes las actividades de reducción de riesgos, prevención, preparación y
respuesta. El rol de las FFAA tiene, en esta visión, un carácter complementario y
de apoyo logístico. La proporcionalidad en el empleo de recursos militares en las
actividades de emergencia como componente de la oferta nacional, es competencia
de los Gobiernos y sus autoridades políticas.
Por otra parte, los pedidos de asistencia, no se realizan entre las Fuerzas Armadas
y/o Ministerios de Defensa, sino por parte del Gobierno del país afectado, de manera
bilateral o a través de llamamientos de los organismos multilaterales. La coordinación
recae en la autoridad competente, y es jurisdicción del decisor político que cada
Estado tiene en la materia.
Ante situaciones de emergencia o desastre que superen las capacidades nacionales,
las autoridades políticas responsables de la coordinación y respuesta son las que
declaran el estado de emergencia y, a partir de esta decisión, solicitan a través de sus
instancias institucionales la asistencia humanitaria internacional, de tipo bilateral o
multilateral. En este último caso, son los organismos internacionales como la OEA o
las Naciones Unidas a través de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios
(OCHA), los que activan sus procedimientos y responden a las demandas específicas.
Cabe recordar que, a partir del Marco de Acción de Hyogo 2005-2015, y dentro de la
Estrategia Internacional de Reducción de Desastres de las Naciones Unidas (EIRD),
el modelo que apoya la comunidad internacional es el de asistencia humanitaria,
respetuoso de la soberanía de las naciones, con respaldo en la organización y
participación de las comunidades, con eje en la reducción de riesgos de desastres y
en la prevención y preparación, antes que en la respuesta a los sucesos después de
acaecidos.
En nuestro país, el Decreto 636/2013 faculta al Ministerio de Defensa a través de
la Secretaria de Coordinación Militar de Asistencia en Emergencias, para participar,
con otras dependencias del Estado, en la planificación de la defensa civil a través
de la coordinación y despliegue de las Fuerzas Armadas en tareas de prevención y
respuesta inmediata en situaciones de emergencias o desastres que se produzcan en el
territorio de la Nación. Se especifica que sus intervenciones de asistencia, deben estar
coordinadas con el Ministerio de Seguridad, en su carácter de coordinador del Sistema
Federal de Emergencias (SIFEM), y con los organismos con competencia en la materia.
Capítulo I: LA GESTIÓN DE RIESGOS Y LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL SIGLO XXI
65
5.1. Directrices para la utilización de Recursos Militares y de la Defensa
Civil (RMDC) extranjeros en Operaciones de Socorro en casos de Desastre.
1994 (Revisión 1.1, 2007)
Las Directrices para la utilización de Recursos Militares y de la Defensa Civil
extranjeros en Operaciones de Socorro en casos de Desastre se denominan “Directrices
de Oslo”. Se elaboraron originalmente entre 1992 y 1994 y fueron el resultado de un
proceso que desembocó en la Conferencia Internacional celebrada en Oslo (Noruega)
en 1994. En su elaboración participaron un conjunto de países44 entre los que se
encontraba Argentina como único representante latinoamericano, y organizaciones
internacionales gubernamentales y no gubernamentales del ámbito humanitario y
de otras esferas de actuación45. Años más tarde, la constatación de que el despliegue
sin precedentes de fuerzas y recursos militares en apoyo de la respuesta humanitaria
en casos de desastres, mantenía una tendencia creciente, confirmó la necesidad de
actualizar la primera versión de estas Directrices46.
El objetivo central de las Directrices de Oslo es establecer un marco básico para
formalizar y aumentar la eficacia y eficiencia de la utilización de Recursos Militares
y de la Defensa Civil (en adelante RMDC47) extranjeros en operaciones de socorro en
casos de desastre. El documento se ocupa precisamente de la utilización de RMDC
en “emergencias naturales, tecnológicas o ambientales en tiempos de paz”, mientras
que los principios, mecanismos y procedimientos respecto de la participación de
fuerzas militares en operaciones de mantenimiento de la paz o de suministro de
asistencia humanitaria en situaciones de conflicto armado, no son parte del ámbito
de aplicación del mismo, sino de las “Directrices para la utilización de RMDC en apoyo
de las actividades humanitarias de las Naciones Unidas en emergencias complejas”,
que se comentan en el punto siguiente.
44 Alemania, Austria, Bélgica, Estados Unidos, Federación de Rusia, Indonesia, Italia, Japón, Kenya,
Noruega, Países Bajos, Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y Suiza.
45 Comité Directivo de la Acción Humanitaria, Comité Internacional de la Cruz Roja, Departamento de
Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas, Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja
y de la Media Luna Roja, Grupo Consultivo Internacional de Búsqueda y Rescate, Instituto Watson de la
Universidad de Brown, Oficina de Enlace Jurídico de las Naciones Unidas, Oficina del Alto Comisionado
de las Naciones Unidas para los Refugiados, Organización del Tratado del Atlántico Norte, Organización
Internacional de Protección Civil, Organización Mundial de la Salud Unidad de Socorro para Casos de
Desastre del Ejército Austríaco, Unión Europea Occidental. Unión Europea/ECHO, Universidad de Nápoles
y Universidad del Ruhr.
46 Dicha actualización, que se presentó finalmente en 2006, estuvo a cargo de la Sección de Coordinación
Civil-Militar de la OCHA que buscó realizar adaptaciones terminológicas y modificaciones, siguiendo un
formato análogo al de las “Directrices sobre la utilización de recursos militares y de la defensa civil en
apoyo de las actividades humanitarias de las Naciones Unidas en situaciones de emergencia complejas”
que había sido elaborada en 2003. Luego, los cambios en la denominada Revisión 1.1, versión analizada
en este apartado, incluyen la adición de la palabra “extranjeros” en el título de las Directrices y algunos
agregados para aclarar el párrafo 5, con arreglo al consenso al que se llegó al período extraordinario de
sesiones del Grupo Consultivo sobre la utilización de RMDC, que tuvo en noviembre de 2007.
47 Los recursos militares y de la defensa civil (RMDC) abarcan el personal, equipo, suministros y servicios
de socorro que prestan las organizaciones militares y de la defensa civil extranjeras. Además, a los fines
del presente trabajo, una organización de defensa civil es toda organización que, bajo el control de un
gobierno, desempeñe las funciones enumeradas en el párrafo 61 del Protocolo adicional I a los Convenios
de Ginebra de 1949. Cuando estos recursos están bajo el control de las Naciones Unidas, se denominan
RMDC de las Naciones Unidas.
66
Asimismo, vale aclarar que las presentes directrices atañen a la utilización de RMDC
de las Naciones Unidas, así como otros recursos militares y de la defensa civil
extranjeros que pudieran estar disponibles (denominadas en el instrumento, “otras
fuerzas desplegadas”48).
En este documento se alienta a los Estados Miembros y a las organizaciones regionales
encargadas de operaciones de socorro u operaciones militares en respuesta a
desastres a que utilicen los principios y procedimientos que figuran en el mismo.
Pero, si bien un número importante de Estados ha participado en la elaboración de
las mismas y aprobado su utilización, éstas no revisten carácter vinculante.
En el contexto de estas Directrices la asistencia humanitaria comprende la asistencia
material, personal y servicios que presta la comunidad internacional a un Estado
afectado para atender a las necesidades de los damnificados, y abarca todas las
medidas necesarias para obtener o facilitar el paso por el territorio, las aguas
territoriales o el espacio aéreo de un país de tránsito.
En cuanto a la estructura de estas Directrices, el documento contiene dos partes
fundamentales: una primera sección donde se plasman los principios que orientan
la utilización de RMDC extranjeros en las operaciones de socorro en casos de
desastre, y una segunda en la cual se especifican con mayor detalle las tareas
y responsabilidades de los principales agentes implicados. En la primera parte
entonces, pueden vislumbrarse los puntos de acuerdo más importantes a los que
se ha arribado en materia de cooperación civil-militar en la asistencia humanitaria
antes desastres, y en la segunda, cuestiones de índole más operativa.
En lo que respecta a la primera sección, entre los principios básicos, se asume que la
asistencia humanitaria deberá proporcionarse de conformidad con los principios de
humanidad, neutralidad e imparcialidad; suministrarse en el marco del respeto pleno
de la soberanía de los Estados (implica proporcionarse con el consentimiento del
país afectado y, en principio, a petición suya); el principio de la complementariedad
(los RMDC deben considerarse un instrumento que complementa los mecanismos
existentes de socorro a fin de proporcionar apoyo específico a necesidades
específicas); todas las actividades de socorro quedan bajo la responsabilidad general
del Estado afectado; la asistencia de los RMDC internacionales no supondrá costo
alguno para el Estado afectado, a no ser que los Estados interesados hayan convenido
otra cosa o que rijan otras disposiciones en virtud de acuerdos internacionales; y los
gastos inherentes al empleo de RMDC en misiones de socorro en el extranjero habrán
de costearse con fondos que no sean los destinados a actividades internacionales de
desarrollo.
Además de estos principios básicos -que no se han mencionado exhaustivamente-,
la utilización de RMDC por los organismos de las Naciones Unidas en respuesta a un
48 Son las fuerzas militares y de la defensa civil desplegadas en la región, distintas de los RMDC de
las Naciones Unidas. Incluyen las fuerzas desplegadas por el Estado afectado y cualesquiera fuerzas
extranjeras desplegadas en el marco de acuerdos bilaterales o con los auspicios de organizaciones que no
sean las Naciones Unidas.
Capítulo I: LA GESTIÓN DE RIESGOS Y LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL SIGLO XXI
67
desastre, se regirá por las seis normas siguientes, que son la de mayor relevancia en
materia de coordinación civil-militar:
i) El Coordinador de Asuntos Humanitarios o el Coordinador Residente49 sobre
el terreno deberá tramitar las solicitudes de RMDC, que deberán hacerse con
el consentimiento del Estado afectado y basarse exclusivamente en criterios
humanitarios.
ii) Los organismos humanitarios de las Naciones Unidas deberán emplear los RMDC
como último recurso, es decir, únicamente en caso de no disponer de ninguna otra
alternativa civil en apoyo de las necesidades humanitarias urgentes en el plazo
necesario.
iii) Una operación humanitaria de las Naciones Unidas que utilice recursos
militares deberá mantener su naturaleza y carácter civiles. Si bien los RMDC pueden
permanecer bajo control militar, la operación en su conjunto deberá mantenerse bajo
la autoridad y el control generales de la organización humanitaria responsable. Esto
no supone ningún mando ni régimen de control civil sobre los recursos militares.
iv) La labor humanitaria deberá ser realizada por las organizaciones humanitarias.
En la medida en que las organizaciones militares desempeñen una función de apoyo
de la labor humanitaria, en lo posible ésta no debería abarcar la asistencia directa, a
fin de mantener una separación clara entre los papeles y las funciones corrientes de
los participantes del sector humanitario y los del sector militar.
v) Toda utilización de RMDC deberá limitarse desde el principio en tiempo y escala,
y tener una estrategia de salida que defina claramente la forma en que la función
asumida puede ser ejecutada en el futuro por personal civil.
vi) Los países que suministren RMDC en apoyo de operaciones humanitarias de las
Naciones Unidas deberán velar por que éste respete los códigos de conducta de las
Naciones Unidas y los principios humanitarios.
En añadidura a estos elementos, el documento establece explícitamente la idea de
evitar una dependencia excesiva de los recursos militares en estas operaciones: “Los
organismos humanitarios de las Naciones Unidas deben hacer lo posible por evitar
depender de recursos militares; [a tal efecto] se alienta a los Estados Miembros a
que inviertan en una mayor capacidad civil y no en la utilización ad hoc de fuerzas
militares en apoyo de los agentes humanitarios”.
El documento contiene también una serie de disposiciones específicas sobre “Normas
operacionales para la utilización de los RMDC de las Naciones Unidas” y “Normas
49 El Coordinador Residente es el jefe del equipo de las Naciones Unidas en el país. En una emergencia
provocada por un desastre, el Coordinador Residente u otro funcionario competente de las Naciones
Unidas puede ser designado Coordinador de Asuntos Humanitarios. En las emergencias en gran escala
suele nombrarse a un Coordinador de Asuntos Humanitarios. Si la emergencia afecta a más de un país,
puede nombrarse a un Coordinador Regional de Asuntos Humanitarios.
68
operacionales para la utilización de otras fuerzas desplegadas”, y luego se introducen
aspectos específicos de la Coordinación civil-militar humanitaria de las Naciones
Unidas en situaciones de desastres naturales, con aspectos también de índole
operativos.
En cuanto a la segunda sección sobre tareas y responsabilidades, se definen y
especifican los protocolos de comportamiento que deben seguir tanto el Estado
afectado, como los Estados de tránsito, así como el resto de los agentes involucrados
en la asistencia humanitaria ante desastres: las funciones y responsabilidades del
Coordinador de Asuntos Humanitarios y Coordinador Residente, de los Organismos
humanitarios de las Naciones Unidas, de la OCHA, y de los Estados que prestan
asistencia y los comandantes militares o de la defensa civil extranjeros.
Con todo, lo más significativo del documento en términos del aporte al debate sobre
la cooperación civil militar en el ámbito humanitario en situaciones de desastres,
está constituido por la generación de doctrina internacional materializada en
los principios antes mencionados: principios de humanidad, imparcialidad y
neutralidad; utilización de los medios militares como último recurso; control civil
del componente humanitario; la recomendación de la no participación directa de
los militares en las tareas de asistencia; la limitación temporal; el no suponer coste
adicional para el país afectado; en definitiva, un conjunto de medidas que limitan y
orientan la participación de las Fuerzas Armadas en este tipo de misiones.
5.2. Directrices sobre la utilización de Recursos Militares y de la Defensa
Civil en apoyo de las actividades humanitarias de las Naciones Unidas en
situaciones de emergencia complejas. 2003. (Revisión 1, 2006)
Las Directrices sobre la utilización de recursos militares y de la defensa civil en
apoyo de las actividades humanitarias de las Naciones Unidas en situaciones de
emergencias complejas (conocidas como Directrices RMDC), fueron aprobadas por
los miembros del Comité Permanente entre Organismos en marzo de 2003. Este
documento fue preparado durante tres años (2000-2003) con la colaboración de un
amplio espectro de representantes de la comunidad humanitaria internacional, a
cargo de un Comité de Redacción integrado por representantes de distintos países50,
organizaciones internacionales gubernamentales y no gubernamentales del ámbito
humanitario y de otras esferas de actuación vinculadas51. El mismo fue modificado
en 2006 (Revisión I), momento en que se introdujo, entre otras cosas, una nueva
definición oficial de “emergencias complejas”.
Las Directrices RMDC, complementan a las Directrices de Oslo comentadas
anteriormente y contienen pautas sobre la utilización de personal internacional
militar y de la defensa civil, equipo, suministros y servicios en apoyo de las Naciones
50 Alemania, Austria, Estados Unidos, Francia, Italia, el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte,
la República Checa, el Sudán, Suiza.
51 Comité Directivo para la acción humanitaria, el Departamento de Operaciones de Mantenimiento de la
Paz (DOMP), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), la Oficina del Alto Comisionado de
las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA), entre otros.
Capítulo I: LA GESTIÓN DE RIESGOS Y LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL SIGLO XXI
69
Unidas en pos de objetivos humanitarios en emergencias complejas. Específicamente,
el documento brinda orientación sobre el momento en que pueden utilizarse estos
recursos, cómo deben emplearse, y cómo deben interrelacionarse, organizarse
y coordinarse los organismos de las Naciones Unidas con las fuerzas militares
internacionales en relación con la utilización de los RMDC. A los efectos de la
comprensión de las mismas, según lo establecido por el Comité Permanente entre
Organismos, una emergencia compleja constituye “una crisis humanitaria en un país,
región o sociedad en que se ha producido un quebrantamiento total o considerable
de la autoridad como resultado de un conflicto interno o externo y que requiere
una respuesta internacional que trasciende el mandato o la capacidad de un solo
organismo o el programa de las Naciones Unidas en curso en el país”.
En cuanto al alcance del instrumento, estas directrices abarcan la utilización de
RMDC de las Naciones Unidas y otros recursos militares y de la defensa civil que
pudieran estar disponibles (también denominadas, “otras fuerzas desplegadas”).
Estas últimas son las fuerzas militares y de la defensa civil, distintas de los RMDC
de las Naciones Unidas que se dividen en cuatro categorías según sus misiones52:
a) Las misiones de tiempo de paz, que incluyen la capacitación y los ejercicios en la
región sin propósitos hostiles; b) Las operaciones de mantenimiento de la paz bajo el
mando de las Naciones Unidas que incluyen las misiones que se realizan en virtud de
los Capítulos VI o VII de la Carta de las Naciones Unidas (comentados en apartados
previos); c) Otras operaciones de paz o misiones de apoyo a la paz, que incluyen
una amplia gama de tareas emprendidas por fuerzas militares que no están bajo el
mando de las Naciones Unidas, incluidas las actividades de mantenimiento de la paz,
la imposición de la paz, la consolidación de la paz, y otras llamadas operaciones de
apoyo a la paz en que se despliegan fuerzas en el marco de parámetros operacionales
que establecen el uso mínimo necesario de la fuerza; y d) Las misiones de combate,
que son aquéllas en que el propósito principal de la operación es la derrota de un
enemigo determinado.
En este documento se alienta a los Estados Miembros y las organizaciones regionales
encargadas de operaciones militares o de socorro en situaciones de emergencia
compleja a utilizar los principios y procedimientos consignados en el mismo, aunque
igual que las Directrices de Oslo, tampoco revisten carácter vinculante.
Con una estructura similar a la versión mencionada, estas Directrices también
contienen una primera sección con los principios que orientan la utilización de
RMDC internacionales por los organismos humanitarios de las Naciones Unidas
en situaciones de emergencias complejas y su coordinación con fuerzas militares
internacionales, y una segunda sección en la que se describen las tareas y
responsabilidades de los principales agentes que intervienen en dichas situaciones.
52 La misión de una fuerza es el factor principal que determina la disponibilidad de una unidad militar
y su pertinencia para las tareas humanitarias, por cuanto repercute sobre la percepción que tendrán los
demás de su neutralidad e imparcialidad, o de la falta de ellas.
70
Como principios básicos, el documento señala que la asistencia humanitaria deberá
proporcionarse de conformidad con los principios de humanidad, neutralidad e
imparcialidad; se suministrará en el marco del respeto pleno a la soberanía de los
Estados; y que, por principio, los RMDC de las partes beligerantes o las unidades que
están combatiendo activamente no se utilizarán en apoyo de actividades humanitarias.
A su vez, la utilización de RMDC se regirá por las seis normas siguientes que coinciden,
en gran medida, con las del documento anterior:
i) El Coordinador de Asuntos Humanitarios o el Coordinador Residente sobre el
terreno, y no las autoridades políticas, deberán tramitar las solicitudes de recursos
militares, que deberán basarse exclusivamente en criterios humanitarios.
ii) Los organismos humanitarios deberán emplear los RMDC como último recurso, es
decir, únicamente en caso de no disponer de ninguna otra alternativa civil en apoyo de
las necesidades humanitarias urgentes en el plazo requerido.
iii) Una operación humanitaria que utilice recursos militares deberá mantener su
naturaleza y carácter civiles. Mientras los recursos militares permanecen bajo control
militar, la operación en su conjunto deberá mantenerse bajo la autoridad y el control
generales de la organización humanitaria responsable. Esto no implica ningún comando
civil ni régimen de control sobre los recursos militares.
iv) La labor humanitaria deberá ser realizada por las organizaciones humanitarias. En
la medida en que las organizaciones militares desempeñan una función de apoyo a
la labor humanitaria, en lo posible ésta no debería abarcar la asistencia directa, a fin
de mantener una separación clara entre los papeles y las funciones corrientes de los
interesados humanitarios y militares.
v) Toda utilización de RMDC deberá limitarse desde el principio en tiempo y escala, y
tener una estrategia de salida que defina claramente la forma en que la función asumida
puede ser ejecutada en el futuro por personal civil.
vi) Los países que suministran personal militar en apoyo de operaciones humanitarias
deberán velar por que éste respete los Códigos de Conducta de las Naciones Unidas y
los principios humanitarios.
También se apuesta en el documento a evitar la dependencia de los recursos militares
por parte de los organismos humanitarios y se alienta a los Estados Miembros a invertir
en una mayor capacidad civil y no en la utilización especial de fuerzas militares en apoyo
de agentes humanitarios. Del mismo modo, se definen y especifican toda una serie
de precisiones respecto de cuándo utilizar recursos militares y de la defensa civil en
apoyo de las actividades humanitarias, advirtiendo entre otras cosas, sobre los riesgos
que deben sopesar los encargados de la adopción de estas decisiones respecto de las
implicancias en términos de pérdida de neutralidad, y con ella, la posibilidad de que los
trabajadores de socorro se conviertan en blancos directos de las partes beligerantes,
o que se les niegue acceso a la población afectada, no sólo en la emergencia de ese
momento sino también en crisis humanitarias futuras.
Capítulo I: LA GESTIÓN DE RIESGOS Y LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL SIGLO XXI
71
El documento contiene también una serie de disposiciones específicas sobre “Normas
operacionales para la utilización de los RMDC de las Naciones Unidas” y “Normas
operacionales para la utilización de otras fuerzas desplegadas”, y luego se introducen
aspectos específicos de la coordinación civil-militar humanitaria de las Naciones
Unidas en situaciones de emergencias complejas.
En cuanto a la segunda sección sobre tareas y responsabilidades, se definen y especifican
los protocolos de comportamiento que deben seguir tanto el Estado afectado, como
los Estados de tránsito, así como el resto de los agentes involucrados en la asistencia
humanitaria en situaciones de emergencias complejas: el Coordinador de Asuntos
Humanitarios y Coordinador Residente, los Organismos humanitarios de las Naciones
Unidas, la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), los Estados que
prestan asistencia y los comandantes militares o de la defensa civil extranjeros.
Hasta aquí entonces, se avanzó en un análisis sobre las principales discusiones en
torno al accionar internacional humanitario desde una óptica geopolítica, identificando
actores, intereses y concepciones político-ideológicas en juego a escala global. Se
abordó en principio, el modelo de intervención humanitaria que es antagónico a la
concepción de asistencia humanitaria desarrollada. Para ello, se examinó el origen
de las intervenciones humanitarias en la posguerra fría, en el marco de las cuáles se
utilizó a los derechos humanos como fundamento legitimador de acciones que han
sido más funcionales a los intereses de las potencias que a las necesidades de las
poblaciones en emergencia. Se analizaron la Doctrina Clinton, las resoluciones del
Consejo de Seguridad de la ONU que avalaron intervenciones, y el surgimiento del
principio de la «Responsabilidad de Proteger», dirigidos a generar doctrina en materia
de intervencionismo humanitario.
Asimismo, se introdujo el debate sobre el actual escenario latinoamericano, signado
por los intereses geopolíticos y el afán por el control de recursos estratégicos que
proyecta la potencia del norte, lo que se refleja en la mayor presencia del Comando Sur,
apelando entre otras motivaciones a la necesidad de brindar ayuda humanitaria en
casos de desastres. La reactivación de la IV Flota que navega los mares de la región, abrió
una nueva discusión sobre las implicancias y los peligros en materia intervencionista,
que amenaza, bajo supuestos fines humanitarios, la observancia de recursos naturales
estratégicos y soberanos.
En segundo término, como temática que atraviesa el análisis precedente, se abordó el
debate sobre la cooperación civil-militar en el ámbito de la asistencia humanitaria. Para
ello, se examinaron las posiciones existentes en torno al rol que deben desempeñar
las Fuerzas Armadas en las tareas de asistencia humanitaria a la luz de los acuerdos
de Naciones Unidas sobre asistencia humanitaria ante desastres y en situaciones de
emergencias complejas. En contraposición a la posición liderada por Estados Unidos
que promueve un rol central de las Fuerzas Armadas en las acciones humanitarias en
casos de desastres, las Naciones Unidas estipulan en las Directrices de Oslo, que las
acciones humanitarias deben ser responsabilidad y estar coordinadas por autoridades
civiles, y que los recursos militares extranjeros deben tener un carácter complementario,
limitado en el tiempo y de apoyo logístico. En los próximos capítulos se presentarán las
posiciones de la región y del gobierno argentino frente a estas cuestiones doctrinarias.
72
CONCLUSIÓN
En este capítulo se han presentado y caracterizado distintos actores del sistema
internacional que intervienen actualmente en el ámbito humanitario. Esta revisión,
ha revelado que si bien se registra la creación de organismos especializados desde la
segunda mitad del siglo XX, es a partir del fin de la Guerra Fría cuando se produce la
consolidación del ingreso de la cuestión humanitaria en la agenda internacional. Esto
puede vislumbrarse en un fuerte activismo en la creación de instancias y organismos
específicamente dedicados a la materia, en la generación de instrumentos y protocolos
de actuación, y en la imposición de renovadas metas y objetivos humanitarios
intergubernamentales.
Se evidencia entonces, que el fin de la rivalidad bipolar favoreció la instalación de
nuevas problemáticas en la agenda de los países centrales, como la degradación
medioambiental, los movimientos migratorios, la pobreza, el narcotráfico, los
derechos humanos, y la cuestión humanitaria, cuyo tratamiento comenzó a impulsarse
y trasladarse a distintas organizaciones internacionales. Este proceso fue resultado
de una conjugación de factores contextuales, entre los que figuran el incremento de
la conflictividad interna y las luchas intestinas surgidas en varios países luego de
la desintegración de la URSS; el aumento de las operaciones de paz decididas por
el Consejo de Seguridad de la ONU; la acción de los medios de comunicación que
al cubrir en tiempo real los desastres estimularon el involucramiento de la opinión
pública, los gobiernos y las ONG; y el ingreso de la ayuda humanitaria en la agenda de
política exterior de las grandes potencias.
En tal contexto, en las últimas dos décadas, el accionar humanitario se fue
complejizando a partir de la emergencia de nuevos escenarios y una serie de actores
de características diversas: los gobiernos donantes y receptores, los organismos
intergubernamentales, las agencias y organizaciones humanitarias, las ONG
internacionales y locales y otras organizaciones comunitarias; así como también los
medios de comunicación y las Fuerzas Armadas que aunque no representan actores
humanitarios, también inciden en estos contextos.
La mayor complejidad del espacio humanitario internacional, promovió el avance
de su institucionalización con centro en la Organización de las Naciones Unidas, que
ha intentado ordenar y coordinar una serie de organizaciones de naturaleza legal
diferente y bastante interdependientes entre sí. En virtud de esta necesidad, la ONU
adoptó la Resolución 46/182 donde se fijan los principios básicos de la Asistencia
Humanitaria, y creó el Departamento de Asuntos Humanitarios (DAH) en 1992, que
se transformó en la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA)
en 1998 con la finalidad de elaborar y coordinar políticas efectivas para la acción
humanitaria.
En el año 2005, la OCHA propuso la “reforma humanitaria”, para que la comunidad
humanitaria internacional actuara de manera más coordinada, estableciendo la
división de trabajo entre las organizaciones (gubernamentales y no gubernamentales),
Capítulo I: LA GESTIÓN DE RIESGOS Y LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL SIGLO XXI
73
y definiendo mejor los papeles y responsabilidades, de tal manera de alcanzar una
mejor sinergia entre gobiernos receptores, autoridades locales y sociedad civil local.
En el continente americano, la OEA ha creado instituciones como el Comité
Interamericano para la Reducción de Desastres Naturales (CIRDN) en 1999, y la
Red Interamericana de Mitigación de Desastres (RIMD) en 2007, para promover la
coordinación de acciones y facilitar el intercambio de buenas prácticas en materia de
reducción de riesgo de desastres. También adopta la “Convención Interamericana
para Facilitar la Asistencia en Casos de Desastre” en 1991, y el “Plan Interamericano
para la Prevención, la Atención de los Desastres y la Coordinación de la Asistencia
Humanitaria”, en 2012.
Se conformaron a su vez, organismos intergubernamentales subregionales
dedicados a la gestión de riesgos y la asistencia humanitaria como CDEMA en el
Caribe, CEPREDENAC en Centroamérica, CAPRADE en la subregión Andina y la REHU
en el Cono Sur, los cuales se reúnen periódicamente en el Foro de Coordinación y
Cooperación de Mecanismos Subregionales de Gestión del Riesgo de Desastres de las
Américas.
Por su parte, en la región se consolidaron foros específicos como el proceso de
Reuniones Regionales sobre Mecanismos Internacionales de Asistencia Humanitaria
(MIAH), y las Plataformas de Reducción de Riesgos de Desastres, bajo coordinación
de la OCHA y la EIRD respectivamente.
A esta red de organismos y espacios de concertación en las Américas, deben sumársele
los organismos de financiamiento como el Banco Mundial y Banco Interamericano de
Desarrollo, y el Sistema Económico Latinoamericano y Caribeño (SELA), las ONGs y
demás organizaciones humanitarias.
La aparición de marcos institucionales-normativos destinados a coordinar y
orientar la las acciones humanitarias en el sistema internacional, se produjo de
forma simultánea a una progresiva reformulación de la concepción y de las prácticas
referidas a la gestión de riesgos ante desastres, donde el foco de atención se trasladó
desde la respuesta ante la emergencia una vez ocurrida, a la prevención y reducción
de los factores de riesgo. Los sucesivos documentos elaborados en el marco de la
EIRD de las Naciones Unidas, cuyo referente más importante es el Marco de Acción
de Hyogo 2005-2015, señalan la necesidad de incorporar el enfoque del riesgo en
la agenda de las políticas estatales en todos los niveles de gobierno, tanto nacional
como local. Estas políticas deben orientarse fundamentalmente hacia la prevención
a través de medidas destinadas a conocer las amenazas y reducir los factores de
vulnerabilidad que incrementan el riesgo de las poblaciones, sean físicos, sociales,
económicos o ambientales. Asimismo, exhortan a la participación activa de las
comunidades vulnerables en el fortalecimiento de sus capacidades, a fin de asegurar
en caso de producirse, respuestas rápidas, eficaces y eficientes.
Con respecto a los modelos de accionar humanitario, desde los años noventa,
fueron adquiriendo relevancia una forma particular de desastre, las denominadas
74
“emergencias complejas”, resultantes de conflictos civiles donde las instituciones
estatales están colapsadas. Para responder a estas situaciones, se ha promovido un
tipo particular de ayuda humanitaria internacional, la Intervención Humanitaria, que
en contraposición a la concepción de Asistencia Humanitaria, está caracterizada por
acciones verticalistas, militarizadas, externas y sin participación de las comunidades
involucradas.
En este marco, se ha introducido la discusión de los riesgos que se presentan en
materia de intervencionismo humanitario en el escenario latinoamericano, en el
cuál el interés geopolítico de la potencia del norte, sea en función del control de los
recursos naturales o de desactivar situaciones sociales o políticas adversas a sus
intereses, emergería como un interés solapado detrás de determinadas estrategias
de actuación humanitaria.
El modelo de asistencia humanitaria, fundada en los principios de humanidad,
imparcialidad e independencia operacional, y respetuosa de la soberanía de los Estados
y del derecho internacional humanitario, enfatiza el carácter fundamentalmente civil
de las misiones, requiriendo de las fuerzas militares sólo apoyo logístico temporal.
En el próximo apartado se profundizará sobre los impactos que ha tenido el desarrollo
de este nuevo paradigma de asistencia humanitaria en la región latinoamericana y
caribeña, ámbito geográfico de actuación estratégico de la política exterior llevada a
cabo por la República Argentina en la década 2003-2013.
Capítulo I: LA GESTIÓN DE RIESGOS Y LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL SIGLO XXI
75
76
Capítulo II
LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL
NUEVO ESCENARIO DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
77
INTRODUCCIÓN
El objetivo central del presente capítulo es analizar el tratamiento político que recibe la
temática de la asistencia humanitaria en la región de América Latina y el Caribe, en el
marco de la nueva etapa que han experimentado los procesos de integración regional
y subregional en este espacio geográfico a inicios del nuevo milenio, y la realidad y
complejidad que han asumido los desastres durante las últimas décadas.
Con este fin, se introducen en primer lugar, las principales transformaciones políticas,
económicas y sociales que dieron lugar en estos años frente al agotamiento de la
hegemonía del modelo neoliberal, proceso que se vivió con distintos grados de intensidad
en los países que componen la región, y que tuvo su correlato en una modificación de la
concepción y el perfil que asumieron los proyectos integracionistas en este espacio ya
existentes (MERCOSUR, CAN, SICA, CARICOM), y el surgimiento de nuevas experiencias
de integración (UNASUR, CELAC).
En segundo término, se avanza en un análisis que busca exponer cómo la evolución de estos
esquemas institucionales, que han privilegiado la cooperación política para la resolución
de distintas problemáticas que afectan a la región, han incidido específicamente en el
abordaje político de la temática de la asistencia humanitaria y la gestión del riesgo de
desastres. Al respecto, se mencionan y caracterizan las instituciones especializadas y
organismos responsables que se han creado y consolidado en el marco de los proyectos
regionales y subregionales, relacionados directamente con la atención de emergencias, el
manejo de desastres, la reducción y gestión de riesgos. Y en complementación con ello,
el funcionamiento de aquellos foros y espacios de consulta y coordinación que se han
generado para fortalecer la cooperación y coordinación en la materia.
Seguidamente, el capítulo dedica un último apartado a algunas experiencias nacionales
de renovación de marcos jurídicos e institucionales que se han concretado para adaptar
y adecuar la concepción y pautas de actuación nacionales en materia de asistencia
humanitaria ante desastres y gestión de riesgos, a la nueva dinámica y realidad con la
que se presentan y manifiestan los desastres en la actualidad, y a las pautas del nuevo
paradigma internacional que rige la asistencia humanitaria en la región latinoamericana
y caribeña.
1. EL ESCENARIO REGIONAL POS NEOLIBERAL: UN CAMBIO DE ÉPOCA
Desde inicios del siglo XXI se presenta un escenario propicio en los países de América
Latina para el surgimiento de un paradigma de integración distinto al regionalismo
abierto que predominó durante los años noventa, enmarcado en la etapa hegemónica
del neoliberalismo. Este regionalismo alentó la inserción de las economías nacionales
en la economía globalizada siguiendo los lineamientos de las denominadas “fuerzas del
mercado”, una metáfora para designar a actores privados y poderosos intereses económicos
en los que el capital financiero había adquirido una predominancia excepcional e imponía
su lógica al resto de los sectores. Los ejemplos paradigmáticos de este período fueron el
Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) firmado en 1994 por Estados
78
Unidos, Canadá y México; y el Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA), la
propuesta estadounidense lanzada en 1994, para conformar un espacio de liberalización
comercial con los países latinoamericanos y caribeños (exceptuando Cuba) en un período
de 10 años. En Suramérica, también enmarcado en el regionalismo abierto, se constituye
el Mercado Común del Sur (MERCOSUR) con la firma del Tratado de Asunción en 1991.
Durante la última década del siglo XX, como consecuencia de la implementación de las
políticas neoliberales, América Latina creció apenas por encima del 1%, mientras que la
cantidad de pobres pasó de 200,2 millones en 1990 a 221,7 millones en 2002 (el 42%
del total de la población), transformándose en la más inequitativa de las regiones no
desarrolladas. La polarización social y la consecuente exclusión de importantes sectores
de la población, impulsaron la conformación de movimientos sociales y el fortalecimiento
de fuerzas políticas que cuestionaron la globalización neoliberal, afectando la estabilidad
institucional de algunos países al promover el desarrollo de crisis de representación de
las formas tradicionales de mediación política.
Las expresiones más notables de estas fuerzas de cambio fueron el Partido dos
Trabalhadores (PT) en Brasil; el Movimiento al Socialismo (MAS) y las movilizaciones
que desataron la “Guerra del Agua” (2000), provocando las renuncias de los presidentes
Gonzalo Sánchez de Lozada (2003) y Carlos Mesa (2005) en Bolivia; las organizaciones de
piqueteros en Argentina, y el movimiento indígena en Ecuador que generó la destitución
del presidente Jamil Mahuad en el año 2000 y de Lucio Gutiérrez en 2005 (Colombo,
2012).
Como consecuencia de esta efervescencia social y política, durante la primera década del
siglo XXI en América del Sur emergieron gobiernos representativos de una época pos
neoliberal, que más allá de las diferencias ideológicas, coincidieron en reivindicar el rol
del Estado para construir sociedades más justas y aspiraron a desarrollar posiciones
autónomas en el escenario internacional a través de procesos de cooperación política y
económica (Sader, 2013; Bresser-Pereira y Theuer, 2012). Tal es el caso de Hugo Chávez
en Venezuela, Lula da Silva y Dilma Rousseff en Brasil, Evo Morales en Bolivia, Néstor
Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner en Argentina, Tabaré Vázquez y José Mujica
en Uruguay, Michelle Bachelet en Chile, Rafael Correa en Ecuador, Fernando Lugo en
Paraguay y Ollanta Humala en Perú.
Estos procesos se vieron favorecidos por un particular contexto político internacional,
ya que los ataques del 11 de septiembre de 2001 y la guerra global contra el terrorismo
desatada a partir de este suceso, llevaron a la focalización del interés geopolítico
estadounidense en Medio Oriente. Como consecuencia, si bien América Latina continuó
ocupando un lugar fundamental en la política exterior de Washington53, no fue una
53 Para corroborar el interés de Washington por la región, se pueden mencionar entre otros ejemplos, el
seguimiento de la crisis económica de Argentina en 2001, el permanente condicionamiento de la ayuda financiera
a los países de acuerdo a los programas de reestructuración económica establecidos por el Fondo Monetario
Internacional, el apoyo oficial al fallido golpe de Estado contra el presidente Hugo Chávez de Venezuela en 2002 y
la lógica de confrontación que le sucedió, el interés en militarizar la zona de la Triple Frontera, la continuación del
Plan Colombia y la creación de la Iniciativa Andina Antidrogas, la insistencia en la conformación de un área de libre
comercio hemisférica, la instrumentación del muro fronterizo con México, el inicio de la Alianza del Etanol con
Brasil, la intromisión en la crisis boliviana por el status de los departamentos autonomistas, y la falta de revisión
de la política del bloqueo a Cuba. Por último, el resurgimiento de la IV Flota en 2008, la tibieza frente al golpe
de estado en Honduras en 2009, y el anuncio del establecimiento de las bases militares en Colombia en 2009
constituyen algunos de los elementos más relevantes en este sentido.
Capítulo II: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL NUEVO ESCENARIO DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
79
zona de preocupación inmediata para Estados Unidos salvo las puntuales excepciones
de Colombia, México y Cuba, que por razones de distinto orden permanecieron siempre
dentro la agenda. Esto permitió que la región adquiriera mayores márgenes de autonomía
y facilitó la emergencia de un amplio espectro de gobiernos de corte progresista o de
izquierda en Suramérica.
Estos gobiernos también se vieron beneficiados por un contexto económico
internacional promisorio durante la mayor parte de la década. Las condiciones de
financiamiento para los mercados emergentes fueron muy favorables y las tasas de
interés que se encontraban en sus mínimos históricos generaron una abundante
liquidez de capitales y buenas condiciones de financiamiento. También hubo un
aumento sostenido del precio de las commodities, productos fundamentales en las
estructuras de exportación de muchos países latinoamericanos, alentado entre otros
motivos por la expansión de la demanda de países como China e India.
Esta conjunción de gobiernos pos neoliberales en la región y una coyuntura
internacional favorable, posibilitó que América Latina atravesara un período de
crecimiento sostenido y de mejoría de los indicadores económicos y sociales. En
este sentido, la región mostró superávit fiscal, una fuerte acumulación de reservas
internacionales, desendeudamiento, y tasas de variación del PBI positivas sólo
alteradas por el impacto de la crisis desencadenada en 2008 (Cuadro 1). En relación
a la crisis mundial, si bien América Latina no se mantuvo al margen de sus efectos,
los países de la región contaron con un mayor margen de maniobra que en el pasado
para llevar a cabo políticas anticíclicas y enfrentar los choques de origen externo.
Cuadro 1. Indicadores económicos de América Latina y el Caribe
Año
Tasa de Variación del PBI
(%)
Reservas Internacionales
(en millones de dólares)
Deuda Externa como
porcentaje del PBI
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
4,7
0,5
1,8
5,8
4,6
5,6
5,6
4
-1,9
5,9
4,3
3,0
164 563,2
157 644,5
190 340,5
217 477,4
272 313,2
314 075,2
445 279,2
525 010,1
567 258,3
656 886,9
776 846,2
864 657,1
36,10
39,6
39,69
34,21
24,93
20,97
19,64
17,43
20,18
19,67
17,23
15,94
Fuente: CEPAL, Información estadística, 2013
Los índices sociales también revelaron una evolución positiva. Tanto el desempleo
como la pobreza y la indigencia disminuyeron a nivel regional, alcanzando en
la actualidad, porcentuales que son los más bajos de los tres últimos decenios
(Cuadro 2). En cuanto a la desigualdad distributiva, la CEPAL (2012) señala que “la
persistencia de altos grados de desigualdad en el ingreso no debería obscurecer el
80
hecho de que en los últimos años se hayan logrado avances en este campo. El balance con
respecto a inicios de la década de 2000 muestra una clara tendencia a la reducción de la
concentración del ingreso, una dinámica que ha distinguido al proceso de desarrollo de
América Latina en el último decenio y que implica un cambio en la tendencia imperante
durante al menos los dos decenios anteriores”54.
Cuadro 2. Indicadores sociales de América Latina y el Caribe
Año
1999
2002
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
Pobreza e indigencia
(porcentaje / total de
personas)
Desempleo
Tasa Anual Media
(%)
43,8
43,9
39,7
36,2
34
33,5
32,8
31
29,4
28,8
11,2
11,2
9,0
8,6
7,9
7,3
8,1
7,3
6,7
6,4
Fuente: CEPAL (2012)
Junto al desmantelamiento del orden neoliberal en el ámbito nacional, los gobiernos
latinoamericanos, en particular los de América del Sur, promovieron un nuevo paradigma
de integración regional que no sólo atendiera los intereses económico-comerciales, sino
que se constituyera en un espacio de colaboración y cooperación para crear capacidades
nacionales y enfrentar las problemáticas que afectaban a la región.
Se avanzó por lo tanto, en la construcción de procesos de integración que mediante la
coordinación de políticas públicas, ayudaran a consolidar y potenciar las transformaciones
internas que se estaban produciendo en los países, y que permitieran superar una inserción
en la economía internacional basada en economías primarizadas y siempre sujetas a los
shocks externos. La finalidad en este nuevo ciclo, fue avanzar en un desarrollo equitativo,
armónico e integral que disminuyera los desequilibrios regionales y las desigualdades
sociales55.
54 De 17 países considerados, el índice de Gini se redujo a un ritmo de al menos un 1% anual en nueve
países. Entre los países que registraron los descensos más significativos se encuentran la Argentina, Bolivia,
Nicaragua y Venezuela, todos ellos con tasas anuales de reducción del Gini superiores al 2%.
55 Como ejemplos de este cambio, sirva la firma del “Consenso de Buenos Aires” en octubre de 2003 por parte
de los presidentes de la República Argentina, Néstor Kirchner, y de la República Federativa del Brasil, Luiz
Inácio Lula da Silva. En este documento, se plantea la necesidad de fortalecer las democracias de la región,
“asumiendo la responsabilidad histórica que nos concierne en relación con el combate a la pobreza y la
desigualdad, el desempleo, el hambre, el analfabetismo y la enfermedad, que configuran una pérdida efectiva
de autonomía y dignidad de las personas, obstaculizando gravemente el ejercicio pleno de la ciudadanía”. En
la misma línea de acción política, en marzo de 2004 ambos presidentes firmaron el “Acta de Copacabana” en
la que acordaron neutralizar los efectos negativos de la globalización y coordinar las negociaciones con los
organismos multilaterales de crédito, con el objetivo de que las exigencias y condicionalidades asociadas a
la re negociación de la deuda externa, no afecten las posibilidades de crecimiento de los países deudores.
Capítulo II: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL NUEVO ESCENARIO DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
81
Una muestra contundente del cambio de época que atravesaba la región, fue la
Cumbre de las Américas realizada en 2005 en Mar del Plata donde los gobiernos de los
países miembros del MERCOSUR y Venezuela, hicieron fracasar la propuesta del Área
de Libre Comercio de las Américas (ALCA), el proyecto de integración hemisférica
motorizado por los Estados Unidos orientado a la liberalización comercial y al
amparo del capital transnacional.
La nueva concepción sobre integración también alentó modificaciones en aquellas
instituciones nacidas bajo la hegemonía neoliberal, como el Mercado Común
del Sur (MERCOSUR), cuyo origen tuvo lugar en el año 1991. En este sentido, los
países miembros del bloque, dispusieron medidas para fortalecer y coordinar los
organismos regionales abocados a temáticas sociales, con el objetivo de impulsar el
desarrollo con justicia social y con respeto a la diversidad cultural de sus poblaciones.
Sirvan como ejemplos, la reformulación del Foro de Consulta y Concertación Política
(FCCP) que se realizó en 2002 con el propósito de coordinar las Reuniones de
Ministros de Educación, Justicia, Cultura, Interior, y Desarrollo Social, así como las
Reuniones Especializadas de la Mujer (REM), sobre Droga (RED) y de Municipios
e Intendencias. En ese mismo año, se firmó el Acuerdo sobre Residencia para
Nacionales de los Estados Parte del Mercosur, Bolivia y Chile, y en 2003 se estableció
el Foro Especializado Migratorio (FEM), dedicado exclusivamente al tratamiento de la
problemática migratoria en la región diferenciándola de las cuestiones de seguridad.
En 2004 se decidió crear el Grupo de Alto Nivel para la elaboración de una estrategia
MERCOSUR dirigida al crecimiento del empleo, y en 2006, se aprobaron importantes
iniciativas referidas a la dimensión sociolaboral, en particular, la Estrategia Mercosur
de Crecimiento del Empleo y la creación del Instituto Social del Mercosur (ISM). En
el año 2005 se consolidó el trabajo realizado en el área de protección social a través
de la creación de la Secretaría Permanente del MERCOSUR Social, la cual tiene como
cometido la elaboración de una Agenda Social para el bloque y la ejecución de un
Plan Bienal de acción de la Reunión de Ministros y Autoridades de Desarrollo Social
del MERCOSUR (RMADS).
Asimismo, en esta etapa pos neoliberal se intensifica el compromiso con la
promoción, defensa y protección del orden democrático y sus instituciones, con los
derechos humanos y las libertades fundamentales. En consecuencia, se constituyeron
organismos para el fortalecimiento institucional y democrático de la región, como
el Parlamento del MERCOSUR cuyo Protocolo Constitutivo se aprobó en 2005; el
Protocolo de Asunción para Derechos Humanos firmado en 2005; el Observatorio
de la Democracia del MERCOSUR (ODM) creado en 2007; la Reunión de Alto Nivel
para el Análisis Institucional del MERCOSUR (RANAIM) en 2010; y el Protocolo de
Montevideo sobre Compromiso con la Democracia (Ushuaia II) en 2011.
En el marco de estos procesos de cambio y ante el incremento de los desastres en la
región, durante la Cumbre del MERCOSUR en Asunción celebrada en 2009, se creó la
Reunión Especializada de Reducción de Riesgos de Desastres Socionaturales, la Defensa
Civil, la Protección Civil y la Asistencia Humanitaria del MERCOSUR (REHU), con el
objetivo de propiciar un mayor grado de coordinación, cooperación y deliberación
82
que permitan sistematizar la experiencia subregional y generar mecanismos para
prevenir y atender los efectos de los desastres socionaturales, a la vez que genere
relaciones institucionales permanentes, entre los organismos e instituciones
competentes en la materia. La creación de la REHU marca un precedente dentro
del MERCOSUR en materia de asistencia mutua, ya que hasta ese momento, dicho
organismo no contaba con una estructura orgánica y jurídica en lo concerniente a la
asistencia humanitaria y la gestión de riesgos56 (Henderson, 2009).
Lo expuesto hasta aquí, si bien no pretende ser un examen minucioso de lo realizado
en el MERCOSUR, sirve para mostrar la existencia de pasos importantes e iniciativas
concretas en dirección de una profundización integral del proyecto regional y un
mejoramiento de su funcionamiento general en pos de convertirlo en un instrumento
para promover la consolidación de la democracia, la defensa de los derechos
humanos, el combate a la pobreza y el desarrollo económico y social con equidad,
superando ampliamente la propuesta del Tratado de Asunción que expresaba como
finalidad de la integración, la ampliación de mercados, la coordinación de las políticas
macroeconómicas y la complementación de distintos sectores de la economía.
Además del impulso mostrado en el MECOSUR, en la etapa pos neoliberal emerge una
instancia singular de integración, la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR),
cuyo tratado constitutivo se firmó en Brasilia en 2008 y entró en vigencia en 2011,
cuando se logró la ratificación legislativa de nueve de los doce países miembros. La
particularidad de UNASUR radica en que es la primera organización regional de la
historia que logró reunir a la totalidad de países independientes de América del Sur.
La diversidad político-ideológica de sus miembros, la permeabilidad hacia sectores
de la sociedad civil, la aspiración de construir una ciudadanía suramericana, o
la vocación de convertirse en una instancia de diálogo político para enfrentar los
retos comunes al desarrollo, convirtieron a esta experiencia en un espacio político
interestatal de rasgos originales cuyo objetivo es consolidar a Suramérica como un
actor relevante en el escenario global (Colombo, 2012).
El contenido del documento fundacional expresa una ruptura con el paradigma
de integración característico de décadas anteriores. Algunos ejemplos se pueden
constatar en el preámbulo de dicho texto donde se apuesta por una integración
regional que fortalezca el multilateralismo y “la vigencia del derecho en las relaciones
internacionales para lograr un mundo multipolar, equilibrado y justo en el que prime
la igualdad soberana de los Estados y una cultura de paz” (UNASUR, 2008). Asimismo,
en el artículo 2 se expresa como objetivo general de la UNASUR cimentar “de
manera participativa y consensuada, un espacio de integración y unión” en asuntos
concernientes a todos los países miembros como la eliminación de la desigualdad
socioeconómica, la inclusión social, la participación ciudadana y el fortalecimiento
de la democracia y de la soberanía e independencia de los Estados (UNASUR, 2008).
56 Actualmente la REHU está conformada por la Comisión Cascos Blancos y la Dirección Nacional de
Protección Civil, en Argentina; la Coordinación de Acciones Internacionales en Combate contra el Hambre
(CGFOME) y el Sistema Nacional de Defensa Civil (SINDEC) en Brasil; la Secretaría de Emergencia Nacional
(SEN) en Paraguay y el Sistema Nacional de Emergencias (SNE) en Uruguay.
Capítulo II: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL NUEVO ESCENARIO DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
83
Desde un comienzo la UNASUR ha demostrado gran impulso en la creación de
instituciones regionales que den un marco legal y legítimo a sus acciones. La finalidad
ha sido enfrentar las problemáticas comunes desde la región, bajo un paradigma
distinto al neoliberalismo y desde una concepción que rechaza la securitización de
las problemáticas sociales y la solución militar de los conflictos. Así, como respuesta
a la crisis económica internacional se firmó en 2009 el Convenio constitutivo del
Banco del Sur, entidad financiera llamada a apalancar el desarrollo de la región de
manera independiente, y se creó el Consejo Suramericano de Economía y Finanzas en
2010 con la finalidad de implementar medidas monetarias, financieras y comerciales
conjuntas frente a la crisis.
Asimismo, la UNASUR actuó rápidamente para preservar el orden democrático
en países de la región allí donde los conflictos políticos afectaban la estabilidad
institucional de los Estados. Ese fue el caso de sus posicionamientos ante el
movimiento secesionista en Bolivia que intentaba desestabilizar al gobierno de Evo
Morales en 2008; el golpe de estado en Honduras que destituyó al presidente Manuel
Zelaya en 2009; el intento de golpe de estado contra Rafael Correa en Ecuador en
2010; y la irrupción al orden democrático en Paraguay que destituyó al presidente
Fernando Lugo en 2012.
Ante el intento de golpe de Estado en Ecuador en 2010, los Estados Miembros se
reunieron inmediatamente en Buenos Aires y elaboraron una declaración que luego
derivó en el “Protocolo Adicional al Tratado Constitutivo de UNASUR sobre Compromiso
con la Democracia”, en el cual se retoman las cláusulas de defensa de las instituciones
democráticas y el respeto por los derechos humanos, establecidas es el tratado
constitutivo, y se establece la aplicación de dicho Protocolo en “los casos de ruptura o
amenaza de ruptura del orden democrático” (UNASUR, 2010). Las medidas a implementar
ante estos casos pueden ser “la suspensión del derecho a participar en distintos órganos
e instancias de UNASUR, el cierre parcial o total de las fronteras terrestres, incluyendo
la suspensión y/o limitación del comercio, tráfico aéreo y marítimo, comunicaciones,
provisión de energía, servicios y suministros” (UNASUR, 2010).
Un ejemplo ocurrido que demuestra la aplicación de este Protocolo, es la suspensión
de Paraguay de la UNASUR ante la destitución del presidente Fernando Lugo realizada
por parte del Poder Legislativo de dicho país. Esta decisión se adoptó en consonancia
con la iniciativa tomada por el MERCOSUR de suspender a Paraguay hasta la asunción
de un gobierno democráticamente electo, apelando al Protocolo de Ushuaia (1998).
En consonancia con este suceso, los países miembros del MERCOSUR decidieron
incorporar a Venezuela, quien se había constituido como estado parte del MERCOSUR
en 2006, no obteniendo el carácter de miembro pleno debido a que el parlamento de
Paraguay no aprobaba el Protocolo de Adhesión de Venezuela al Mercosur57.
57 En conformidad con lo establecido en el Protocolo de Adhesión firmado en julio de 2006, la República
Bolivariana de Venezuela desarrollará su integración en el MERCOSUR de acuerdo con los compromisos
derivados del mismo, bajo los principios de gradualidad, flexibilidad y equilibrio, reconocimiento de
las asimetrías, y tratamiento diferencial, así como los principios de seguridad alimentaria, medios de
subsistencia y desarrollo rural integral.
84
Además de actuar ante crisis institucionales, la UNASUR intervino con efectividad
cuando se desataron conflictos entre Estados sudamericanos. Así ocurrió en 2009
cuando se hizo público la existencia de un Acuerdo de Cooperación en Defensa y
Seguridad entre Colombia y Estados Unidos, por el cual este país tenía acceso a siete
bases militares colombianas e inmunidad para el personal norteamericano en ese
territorio. Este acuerdo provocó que Hugo Chávez retirara su embajador de Bogotá
y denunciara una estrategia de Washington para derrocar a su gobierno. Frente a
esta situación, la UNASUR convocó a una Cumbre extraordinaria de Jefas y Jefes de
Estado y de Gobierno en la ciudad de Bariloche (Argentina), en la que se suscribió un
documento que plasma el compromiso de “fortalecer a Suramérica como zona de paz”
estableciendo mecanismos de confianza mutua en materia de defensa y seguridad, y
señala que la presencia de fuerzas militares extranjeras no pueden, con sus medios
y recursos vinculados a objetivos propios, amenazar la soberanía e integridad de
cualquier nación suramericana y en consecuencia, la paz y la seguridad en la región.
Durante 2010 Néstor Kirchner, primer Secretario General de la UNASUR, logró
desactivar otro enfrentamiento desatado entre Colombia y Venezuela generado a raíz
de las acusaciones que el presidente colombiano hiciera a Hugo Chávez de proteger a
la guerrilla de las FARC en su país.
Junto a las acciones para enfrentar la crisis económica internacional y a las
intervenciones realizadas ante conflictos políticos regionales, la UNASUR ha
creado Consejos Sectoriales conformados por Ministras y Ministros de las áreas
correspondientes58, para debatir, conocer y establecer en forma articulada y
complementaria, las acciones y planes necesarios para enfrentar en forma conjunta
las problemáticas afectan a la región. Estos Consejos muestran concepciones distintas
y muchas veces ejecutan políticas no coincidentes con aquellas implementadas en los
países más desarrollados mostrando excepcionales márgenes de autonomía. Esto se
evidencia especialmente en las iniciativas propuestas por los Consejos de Economía
y Finanzas, el Consejo Suramericano sobre el Problema Mundial de las Drogas y el
Consejo de Defensa Suramericano.
En síntesis, la UNASUR propone consolidar y potenciar las transformaciones internas
de los países miembros mediante la coordinación de políticas públicas dirigidas a
lograr un desarrollo sustentable, equitativo y equilibrado; contribuye a la solución
pacífica de los conflictos que surgen en la región; y muestra un gran dinamismo en
formular y ejecutar políticas que respondan de manera endógena y con importantes
grados de autonomía en relación a los poderes económicos y políticos internacionales,
a las problemáticas que afectan a América del Sur.
58 Los Consejos Sectoriales son doce: Consejo Energético Suramericano; Consejo de Defensa Suramericano;
Consejo de Salud Suramericano; Consejo Suramericano de Desarrollo Social; Consejo Suramericano
de Infraestructura y Planeamiento; Consejo Suramericano sobre el Problema mundial de las Drogas;
Consejo Suramericano de Economía y Finanzas; Consejo Electoral de UNASUR; Consejo Suramericano de
Cultura; Consejo Suramericano de Ciencia, Tecnología e Innovación; Consejo Suramericano de Educación;
Consejo Suramericano en materia de Seguridad ciudadana, Justicia y Coordinación de Acciones contra la
Delincuencia Organizada Transnacional.
Capítulo II: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL NUEVO ESCENARIO DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
85
La problemática de la gestión de desastres y la asistencia humanitaria no es
ajena a la UNASUR, estando presente en su Tratado Constitutivo (Art.3 i.g), con la
existencia de un Grupo de Trabajo de Alto Nivel para la Gestión Integral de Riesgos
de Desastres, con iniciativas en la agenda de distintos Consejos Ministeriales
(Defensa, Salud, Cultura, Infraestructura y Planeamiento), y en la propuesta de crear
un Consejo de Emergencias Suramericano. El objetivo es establecer mecanismos de
coordinación y cooperación entre los sistemas nacionales de gestión de riesgos y/o
asistencia humanitaria de los Estados Partes, con vistas a avanzar en la adopción e
implementación de políticas regionales en la materia desde una perspectiva integral,
que permitan la reducción de desastres originados por fenómenos de origen natural
e inducidos por el ser humano.
Otro organismo que se puede destacar en este contexto de reivindicación de las
instancias multilaterales regionales, es la Comunidad de Estados Latinoamericanos y
Caribeños (CELAC), constituida por los Jefes de Estado y de Gobierno de los países de
América Latina y el Caribe, reunidos en la “Cumbre de la Unidad de América Latina
y el Caribe”, conformada por la XXI Cumbre del Grupo de Río y la II CALC (Cumbre
de América Latina y del Caribe sobre Integración y Desarrollo), en Cancún, México,
en 2010. Este proyecto político amplía el proceso de integración de la región con
el objetivo de fortalecer la posición de América Latina y el Caribe como un actor
político global y proyectar la identidad regional en su conjunto. Se propone “avanzar
de manera decidida hacia una organización que agrupe a todos los Estados de
América Latina y El Caribe. Reafirmando la necesidad de realizar esfuerzos, con
nuestros pueblos, que nos permitan avanzar en la unidad y en la integración política,
económica, social y cultural, avanzar en el bienestar social, la calidad de vida, el
crecimiento económico y promover nuestro desarrollo independiente y sostenible,
sobre la base de la democracia, la equidad y la más amplia justicia social”59. Asimismo,
propone afianzar a América Latina y el Caribe como un actor en la esfera internacional
alentando el diálogo político con otros Estados y grupos de Estados; y promoviendo
el fortalecimiento del multilateralismo y de la democratización en la adopción de las
decisiones internacionales (CELAC, 2010).
En la Cumbre de Cancún la CELAC subraya la relación intrínseca entre reducción de
desastres, el desarrollo sustentable y la erradicación de la pobreza, y reconoce por
ello, la necesidad de incorporar la temática de reducción de riesgos de desastres
en las políticas públicas, y de incrementar la cooperación internacional para
fortalecer las capacidades nacionales. En cuanto a la acción conjunta de los Estados,
propone fortalecer las iniciativas regionales de asistencia humanitaria; promover el
establecimiento de protocolos de ayuda mutua u otros dispositivos simplificados de
respuesta ante desastres; y potenciar la cooperación entre mecanismos regionales y
subregionales vinculados a la gestión de desastres (Declaración de Cancún, 2010).
La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América - Tratado de Comercio
de los Pueblos (ALBA-TCP) - es otra de las instituciones que aparecen en la escena
internacional generando un quiebre con los esquemas integracionistas tradicionales.
59 Para mayor información consultar: http://www.parlatino.org/es/proyecto-de-la-celac.html
86
Surgió en el año 2004 como propuesta de Venezuela y Cuba en contrapartida al
proyecto de liberalización comercial hemisférica liderado por Estados Unidos. Con
el transcurrir de los años, la propuesta del ALBA se proyecta a América Latina y el
Caribe, presentándose como una iniciativa de integración “basada en la cooperación,
la solidaridad y la voluntad común de avanzar hacia niveles más altos de desarrollo”
(ALBA, 2004). Un aspecto a destacar en esta iniciativa, que se observa como
característica del nuevo paradigma de integración, es la generación de una visión
retrospectiva que retoma de manera contundente el pensamiento de próceres como
José Martí, Simón Bolívar, Sucre, O´Higgins, San Martín, que planearon construir una
“Patria Grande en la América Latina” (ALBA, 2004), como alternativa y resistencia a
la hegemonía económica, social y cultural de las potencias imperiales.
El recorrido por los distintos procesos de integración realizado hasta aquí,
demuestra que la defensa del orden democrático y de los derechos humanos
son dos de los pilares fundamentales que se encuentran presentes en todos
ellas. Frente a los golpes de estado o intentos de golpe, UNASUR, CELAC, ALBA y
MERCOSUR han actuado activamente en defensa y protección de la estabilidad
institucional de la región. Asimismo, evidencia que estos procesos de integración
cuestionan la hegemonía neoliberal y se sustentan en una concepción diferente al
“regionalismo abierto”. Los avances en los procesos mencionados, sellan el fin de un
período abocado prioritariamente a adaptar los espacios nacionales a la economía
globalizada mediante la implementación de políticas de flexibilización, liberalización
y desregulación. Por el contario, se erigen sobre una nueva concepción de integración
que, respetando la pluralidad de gobiernos elegidos por vía democrática, promueve
el desarrollo con inclusión social y otorga al Estado fortalecido, en detrimento del
mercado, un rol protagónico como agente regulador, promotor y distribuidor de las
economías nacionales. Este nuevo ciclo de integración, se caracteriza también por
la búsqueda de soluciones a las problemáticas de la región a partir del diálogo, la
cooperación y la ejecución de políticas de alcance regional.
En relación a la asistencia humanitaria, es preciso remarcar que tanto la
profundización del diálogo político como la inclusión social que se produjeron desde
inicio del siglo XXI, consolidaron a la región como “zona de paz”. Si bien América del
Sur se caracterizó por una baja propensión a la guerra interestatal, hubo importantes
avances hacia una zona de cooperación en temas de seguridad y defensa desde la
década de los años ochenta. En este sentido, se pueden mencionar iniciativas como
la Declaración de Galápagos (1989) y el Compromiso de Lima (2002) por parte de
la Comunidad Andina; la Declaración Política del MERCOSUR, Bolivia y Chile como
Zona de Paz, firmada en Ushuaia en 1999; el Comunicado de Brasilia (2000) y la
Declaración de Guayaquil (2012) donde los Jefes de Estado y de Gobierno de América
del Sur declaran la zona de paz sudamericana basada en el fomento de la confianza, la
cooperación y la consulta permanentes en temas de defensa y seguridad. La creación
del mencionado Consejo de Defensa Suramericano (CDS/UNASUR) en 2008 refleja
esta identidad política regional.
La “zona de paz” en América del Sur sigue los principios establecidos formalmente
por los países de la UNASUR: el respeto irrestricto a la soberanía, a la integridad
Capítulo II: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL NUEVO ESCENARIO DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
87
territorial y a la autodeterminación de los Estados, el pleno funcionamiento de las
instituciones democráticas, la solución pacífica de controversias y el respeto de los
principios y normas del derecho internacional.
Por otra parte, el crecimiento económico sostenido y la desaparición de las hipótesis
de conflicto en la región provocaron que muchos países dejaran de ser receptores para
convertirse en donantes de asistencia humanitaria internacional, profundizando en
consecuencia, la tendencia al incremento de la cooperación Sur-Sur. De esta manera,
países de renta media que tradicionalmente habían asumido un rol pasivo como
receptores de ayuda, comienzan a desempeñar un papel dual “poniendo a disposición
de otros países en desarrollo sus recursos, experiencias y capacidades acumuladas”
(Sander Campos, 2011:12). Esta orientación se acentúa luego de la crisis de 2008,
cuando la volatilidad de los mercados financieros y el declive económico de los países
desarrollados, se convierten en factores que colaboran en la búsqueda de apoyo de
los países en desarrollo entre sí.
En el caso de Argentina, brinda asistencia humanitaria a través del accionar de la
Comisión Cascos Blancos, y promueve iniciativas de cooperación internacional
mediante el Fondo Argentino de Cooperación Sur-Sur y Triangular (FO-AR),
pertenecientes al Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto. Ambos instrumentos
de la política exterior argentina, en los últimos años han priorizado la cooperación
con los países de América Latina.
La situación auspiciosa que ha posicionado a los países de la región como
proveedores de asistencia humanitaria hacia quienes los necesitan, en prevención
o en respuesta a un suceso desastroso, obligó a generar espacios regionales en los
que los socios humanitarios intercambian iniciativas, buenas prácticas, propuestas y,
muy especialmente, experiencias adquiridas a través de acciones concretas.
En síntesis, los procesos de integración regional en los que participa la Argentina, en
especial MERCOSUR y UNASUR, han posibilitado la coordinación de políticas públicas
y han permitido a los países de la región contar con posiciones más sólidas para
enfrentar la profunda crisis financiera internacional. Además, han probado ser una
instancia indiscutiblemente eficaz para la resolución de conflictos intrarregionales
de la mayor magnitud. En este marco, las iniciativas de la denominada cooperación
Sur-Sur cuentan con un formidable escenario para desplegarse.
En relación a la asistencia humanitaria y la gestión de riesgos de desastres, se observa
que desde mediados de la primera década del siglo XXI, los distintos procesos de
integración incorporaron en sus agendas la búsqueda de consensos, la construcción
de herramientas y dispositivos compartidos y el intercambio de información, con
el fin de evitar la superposición de esfuerzos y lograr optimizar recursos. Como se
demostrará en los puntos siguientes, el paradigma presente en todos estos procesos,
es el impulsado por la comunidad internacional de acuerdo a los lineamientos del
Marco de Acción de Hyogo 2005-2015.
88
2. LA REGIÓN EN EL NUEVO DEBATE SOBRE LA ASISTENCIA HUMANITARIA: LA
GESTIÓN INTEGRAL DEL RIESGO Y LA DIMENSIÓN SOCIAL DE LOS DESASTRES
Todos los países de la región, abrazaron desde hace más de un lustro el Marco de
Acción de Hyogo, y con ello adoptaron políticas públicas y promovieron acciones
privadas que han privilegiado la gestión integral de riesgos de desastres por sobre la
mera respuesta a las catástrofes una vez que estas ocurren, así como la incorporación
de las comunidades en los procesos de prevención y reducción del riesgo, como un
elemento esencial para su éxito.
Esta concepción desecha la noción de inevitabilidad de los desastres y pone el
acento en las vulnerabilidades de las sociedades como principales factores de riesgo,
entendiendo y gestionando al desastre como una compleja situación socionatural
derivada de un determinado proceso de desarrollo. En este sentido, los gobiernos de la
región aceptaron que los fenómenos naturales tienen un mayor impacto y ocasionan
mayores daños materiales y humanitarios en los lugares donde hay situaciones de
pobreza extrema, alta densidad de población, una regresiva distribución de la riqueza
y de la tenencia de la tierra, y condiciones de debilidad por cuestiones de género,
origen, o edad, en determinados sectores de las comunidades afectadas. A esto se le
suma como factor de vulnerabilidad, la ausencia o deficiencia de las políticas públicas
para gestionar y reducir los riesgos.
La República Argentina sostiene que los desastres son socionaturales, partiendo de la
premisa de que son una manifestación de riesgos construidos social e históricamente.
El riesgo de desastres es el resultado de procesos sociales, económicos y ambientales
complejos, que contribuyen a la existencia de condiciones de vulnerabilidad
construidas socialmente en diferentes contextos geográficos. La adopción de este
paradigma, supone que los gobiernos deben gestionar de manera integral los riesgos,
creando y potenciando capacidades, atendiendo fundamentalmente a la prevención,
preparación y mitigación a partir de políticas de desarrollo que disminuyan las
vulnerabilidades existentes. También deben establecer políticas de Estado que
superen los manejos coyunturales ante emergencias.
A partir de Hyogo, se reconoció y se dio forma de propuesta a las prácticas y
compromisos que, desde nuestros ancestros y hasta los actuales esfuerzos de
distintos sectores gubernamentales y de la sociedad civil, se realizan para poner el
centro de gravedad de acciones y políticas, públicas y privadas, vinculadas a la gestión
integral de riesgo de desastres, por encima del diseño exclusivo de dispositivos de
respuesta a las consecuencias desastrosas que los mismos generan y que afectan a
las comunidades, en particular a los sectores más vulnerables.
Ese enfoque de la problemática, permitió incluir variables centrales de la situación
de las comunidades, de las que, en realidad, el “peligro” o la “amenaza” de los eventos
son complementarios. De ese modo, la realidad cruda de nuestros pueblos, de
sectores numerosos de nuestras poblaciones, pudo instalarse de manera rotunda
en el escenario del desastre, eludiendo la visión de la “inevitabilidad” de algunas
Capítulo II: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL NUEVO ESCENARIO DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
89
situaciones, hasta ese momento presentadas poco menos como de ocurrencia
“mágica”, cuando no “trascendente”, en funciones de hechos “naturales”.
Como se ha expresado, el reconocimiento de las vulnerabilidades que padecen
distintas poblaciones permite hoy comprender al desastre de modo integral. Al hablar
de vulnerabilidad se hace referencia a situaciones estructurales, fundamentalmente
la pobreza, que se relacionan con la distribución de la riqueza y la tenencia de la
tierra, y también, a las situaciones de debilidad que soportan diferentes sectores de
la población por cuestiones de género, edad, origen, salud o por otros motivos.
Entender, y aceptar, que existen eventos desastrosos, que impactan de diferente
manera, generando distinto volumen de daño, en diferentes poblaciones, en función
de esos determinantes de vulnerabilidad, como así también del grado de organización
de sus comunidades y de las políticas de reducción de riesgo y al tiempo de exposición
a aquellos, implica incluir el conjunto de variables intervinientes y presentar con
claridad al desastre; entenderlo, abarcarlo y, por consiguiente, gestionarlo, como una
compleja situación socionatural. Frente a algunas circunstancias, se podrá seguir
hablando de eventos “naturales”, pero el desastre, consecuencia del mismo, será,
siempre, “socionatural”. Si hay algo que no es “natural”, precisamente, es el desastre.
Los países adecuan sus normas y sus lenguajes a estas realidades; Brasil, por ejemplo,
apunta a dar un paso más allá del concepto de “socionatural” para desarrollar el de
“socioambiental”; Venezuela avanza normativamente en esta dirección y sanciona
una “Ley de Gestión Integral de Riesgos Socionaturales y Tecnológicos”.
La biblioteca teórica sobre el tema, incluso, empieza a nutrirse de autores que
consideran que el desastre pone al descubierto situaciones de pobreza y segregación
social y/o urbana, ya existentes, pero no consideradas hasta el momento de las
catástrofes. Del mismo modo que desnuda los problemas, hace más visibles las
carencias, diferencias y problemas estructurales no resueltos y pone en evidencia
la debilidad de las instituciones para evitarlos o paliarlos. En paralelo, se generan
espacios de investigación transdisciplinaria para la comprensión de los factores
que aumentan o disminuyen la vulnerabilidad social, en comunidades afectadas
por distintos tipos de desastres socionaturales, a partir de la consideración de las
dimensiones subjetivas, políticas y estructurales presentes en dichas comunidades y
en sus acciones para enfrentar el riesgo.
Si las comunidades tienen edificios seguros, si se hace un uso adecuado del
territorio, se convierten en menos vulnerables y, por ejemplo, huracanes o lluvias
sostenidas causarán menos o mínimos destrozos y las inundaciones podrán evitarse.
Comprender estos fenómenos como “socionaturales”, facilita el camino hacia políticas
gubernamentales y prácticas comunitarias de reducción de riesgos.
En la actualidad, en los distintos foros de la comunidad internacional, con el
asentimiento de expertos y representantes gubernamentales, son cada día más los
países y actores internacionales que afirman que los elementos antrópicos están en
el “origen” de muchos eventos, como causa y, sin excepción, en las consecuencias de
90
su ocurrencia, es decir, en el desastre. El supuesto hecho “natural” puede incluso no
constituir un desastre si no tiene impacto en nuestras sociedades y, a su vez, dicho
impacto se puede reducir al mínimo mediante la reducción previa de los riesgos y la
gestión integral de los mismos.
Es común que organismos, encuentros y espacios de debate se apoyen en “lenguajes
compartidos”; es lógico que se apunte al manejo de conceptos ya madurados,
aceptados y reflejados en los instrumentos formales de las instituciones. Sin embargo,
es fundamental que los lenguajes, las “jergas” y los conceptos den cuenta de los
avances que realizan las naciones y sus pueblos a la hora de definir estrategias y
políticas de comprensión integral de situaciones desfavorables para las comunidades
y, especialmente, que faciliten la construcción de herramientas de protección de las
comunidades.
En síntesis, la incorporación del concepto “social”, calificando al “desastre” es
fundamental porque describe el proceso de manera integral, con la definición de las
distintas variables negativas intervinientes y del impacto en sus víctimas, implica una
nueva manera de enfrentar las situaciones y abre la posibilidad de reducir riesgos,
evitar eventos, disminuir impactos y, lo más importante, salvar vidas humanas.
A modo de repaso:
•
Los desastres no son naturales y no son inevitables, son un resultado de
los patrones de desarrollo.
Tradicionalmente los desastres se analizaron como sucesos excepcionales,
impredecibles, fruto de la mala suerte, ante los que no quedaba más solución
que resignarse y atender sus consecuencias una vez que se desencadenaban. Sin
embargo, los desastres ni son naturales, como frecuentemente se los ha entendido,
ni su origen es necesariamente natural.
Efectivamente se producen por la incidencia de procesos que pueden ser
naturales, como los terremotos, los tsunamis, los huracanes o las sequías, pero es a
consecuencia de su interacción con determinadas intervenciones humanas -como
los procesos de urbanización descontrolados, la deforestación y degradación
de ecosistemas, la falta de políticas y planes preventivos- lo que determina que
finalmente un fenómeno adverso acabe en desastre. De esta manera, los desastres
son el resultado de una multiplicidad de procesos basados en factores económicos,
sociales y políticos o en otras palabras, son el producto de un proceso de desarrollo.
•
Los desastres son producto del desarrollo por las decisiones tomadas
por empresas, grupos económicos, individuos, comunidades y países, que
configuran patrones de riesgo.
Los desastres son producto de un proceso de desarrollo tan inequitativo como
injusto y desacertado, que genera beneficios para unos en detrimento de otros. Es
un proceso que, para producir riqueza o poder para determinados sectores, genera
pobreza y desapoderamiento para otros.
Capítulo II: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL NUEVO ESCENARIO DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
91
•
La reducción de riesgos de desastres es posible si el patrón que
construye la sociedad es un patrón equitativo de redistribución de la riqueza.
Algunos consideran que ese “patrón” está comprendido dentro del concepto
de “desarrollo humano’, que descansa en la creación de un entorno en el que las
personas puedan hacer plenamente realidad sus posibilidades y vivir en forma
productiva y creativa de acuerdo con sus necesidades e intereses.
Los desastres
limitan el
desarrollo
El desarrollo
provoca riesgos
de desastres
El desarrollo
reduce el riesgo
de desastre
Desarrollo económico: Destrucción de activos fijos. Pérdida de capacidad productiva,
acceso al mercado y bienes materiales. Daño a la infraestructura de transporte,
comunicaciones y energía. Deterioro de los medio de vida, ahorros y capital físico.
Desarrollo social: Destrucción de la infraestructura sanitaria o educativa y pérdida
de sus recursos humanos. Muerte, incapacidad o emigración de actores sociales
importantes, con el consiguiente deterioro del capital social.
Desarrollo económico: Prácticas de desarrollo no sostenibles que enriquecen a
algunos a expensas del trabajo o las condiciones de vida insalubres de otros, o del
deterioro del medio ambiente.
Desarrollo social: Decisiones en materia de desarrollo que generan normas culturales
que promueven el aislamiento social o la exclusión política.
Desarrollo económico: Acceso al agua potable, alimentos, eliminación de desechos
y vivienda segura, aumentando la capacidad de adaptación de las personas. Reducción
de la pobreza. Inversiones en mecanismos financieros y seguridad social que pueden
proteger contra la vulnerabilidad.
Desarrollo social: Promoción de la cohesión social, reconocimiento de las personas o
los grupos sociales excluidos y oportunidades de mayor participación en la adopción
de decisiones. Mejor acceso a la educación y los servicios sanitarios que aumentan la
capacidad de adaptación.
FUENTE: Claudia Gazzol. CURSO GESTIÓN DE RIESGOS CON ENFOQUE DE GÉNERO, Hoja de Ruta
Unidad I. PNUD
Por su parte, el nuevo marco conceptual adoptado por los países latinoamericanos
y caribeños, promueve una articulación regional a través de organismos regionales
y subregionales, agencias y foros multilaterales, que permiten debatir y aprender de
las experiencias, en pos de construir herramientas para optimizar procedimientos,
aligerar las trabas burocráticas, dinamizar los mecanismos de detección de
necesidades de asistencia humanitaria y acelerar los procedimientos de acción.
Es necesario recordar que si bien este paradigma enfatiza la prevención y la gestión
integral, una vez ocurrido el desastre existen distintas estrategias de respuesta,
que pueden agruparse en dos verdaderos modelos con implicancias políticas y
geopolíticas diferentes. Por un lado, el paradigma de “Asistencia Humanitaria” basado
en las consideraciones participativas de la comunidad y respetuosa de la soberanía
de las naciones; y por el otro, el de “Asistencia Dirigida”, vertical, inmovilizante y
amenazadora, subsidiaria de las doctrinas de la “Intervención Humanitaria”.
92
El enfoque predominante en la región, y que apoya la comunidad internacional, es el
de Asistencia Humanitaria Internacional, que supone la conducción de los procesos
por parte de las autoridades políticas tal como lo señalan las Directrices de Oslo, con
la coordinación entre Estados o entre Estados y organismos multilaterales, y ubica a
las Fuerzas Armadas como soporte logístico cada vez que sea necesario.
En particular la Argentina, forma parte del grupo de países que destacan por una
posición que valora la reducción y la prevención de riesgos de desastres por encima
de los esquemas de respuesta, abogan por la participación de las comunidades
vulnerables en la planificación y puesta en marcha de las acciones pertinentes y
adoptan el paradigma de la Asistencia Humanitaria, respetuoso de la soberanía de
las naciones.
3. EL NUEVO PARADIGMA EN LOS PROCESOS DE INTEGRACIÓN REGIONAL
Los procesos de integración latinoamericanos que privilegian la cooperación política
para la resolución de las problemáticas regionales, han tenido incidencia también
en la temática de la asistencia humanitaria y la gestión del riesgo de desastres. Esta
es una problemática siempre presente, debido a que América Latina y el Caribe
es la segunda región más afectada por desastres, y son numerosas las ciudades y
poblaciones vulnerables que son impactadas, en distinto grado, por desastres
socionaturales. Sin dudas, uno de los factores principales de vulnerabilidad, es
la permanencia de grandes bolsones de pobreza a pesar del mejoramiento de los
indicadores sociales de los últimos años.
Los principales fenómenos que generan desastres humanitarios en las poblaciones
de América Central y el Caribe, son las tormentas tropicales y los huracanes que se
producen generalmente de junio a noviembre. Haití, República Dominicana, Cuba,
Jamaica y México son los países que concentran el mayor número de desastres,
pérdidas y daños de esta región, seguidos por Guatemala, Honduras y El Salvador.
Por su parte, en América del Sur prevalecen las inundaciones y deslizamientos por
lluvias intensas, las sequías y los terremotos. Brasil concentra el mayor número de
desastres ocurridos y pérdidas económicas; seguido de Argentina. Perú se ubica
como el segundo país con mayor número de personas afectadas, y le siguen Colombia,
Chile, Venezuela y Ecuador (SELA, 2010:10)60.
Según EM-DAT61, se estima que en las últimas cuatro décadas más de 200 millones
de latinoamericanos fueron afectados debido a la ocurrencia de 1.776 desastres,
generando más de 167.000 millones de dólares en pérdidas económicas. Desde la
60 Un análisis de la situación sudamericana en relación a los riesgos de desastres puede encontrarse en
Khamis y Osorio: América del Sur: Una visión regional de la situación de riesgo de desastres, UNISDR,
enero 2013.
61 The International Disaster Database. Centre for Research on the Epidemiology of Disasters (CRED):
http://www.emdat.be
Capítulo II: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL NUEVO ESCENARIO DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
93
década de 1970 a la fecha el número de desastres se ha multiplicado por cuatro y las
pérdidas económicas y sociales que estos desastres conllevan, han ido también en
potencial incremento. Entre el 2005 y 2010, la región sufrió 419 desastres, fueron
afectadas más de 41 millones de personas y hubo pérdidas económicas por más de
73 mil millones de dólares (SELA, 2010: 3-5)62.
Por otra parte, en las últimas cuatro décadas, si se compara las subregiones de
América Central y el Caribe y de Suramérica, se observa que esta última concentra
el 47% de los desastres, el 65% de las personas afectadas y el 35% de las víctimas
fatales. Entre el año 2005 al 2010, en América del Sur se contabilizaron 170 desastres,
por encima de 20 mil personas afectadas y pérdidas económicas que ascienden a más
de 73 mil millones de dólares.
Esta realidad y la necesidad de mitigar el impacto de los desastres, llevaron a los
paìses a aunar esfuerzos conjuntos para enfrentar estas situaciones críticas que
suelen desbordar la capacidad de acción de los Estados. En el hemisferio americano
existen diversos esfuerzos referidos a la gestión de riesgos, como la VI Cumbre de
las Américas realizada en Cartagena de Indias en 2012, donde se reafirma que la
gestión de riesgos debe ser una prioridad en las políticas públicas de los países;
o la Resolución de la Asamblea General de la OEA (AG/RES 2750 -XLII-O/12) que
aprueba el Plan Interamericano para la Prevención, la Atención de los Desastres y la
Coordinación de la Asistencia Humanitaria, una hoja de ruta con propuestas concretas
de cumplimiento voluntario, para guiar a los Estados Miembros en sus acciones de
preparación, coordinación y respuesta a desastres dentro de los lineamientos del
MAH.
En el presente capítulo, se hace referencia a los esquemas regionales y subregionales
de integración que han consolidado diferentes instituciones especializadas y
organismos responsables, conformando un mosaico de mecanismos relacionados
directamente, con funciones específicas en torno a la atención de emergencias, el
manejo de desastres, la reducción y gestión de riesgos. En principio, se describen
las instituciones en los procesos de integración regional en los que participa la
Argentina, OEA, CELAC, UNASUR, y MERCOSUR, para posteriormente desarrollar los
mecanismos subregionales de gestión de riesgos, CAPRADE, CDEMA, CEPREDENAC
y REHU. Por último, se mencionan los espacios de encuentro y coordinación para
fortalecer los respectivos organismos y herramientas subregionales, como las
Plataformas Regionales de Reducción de Riesgos, el proceso de Reuniones Regionales
sobre Mecanismos de Asistencia Humanitaria Internacional (MIAH) y el Foro de
Mecanismos Subregionales de Gestión del Riesgo de Desastres.
62 El Informe del SELA realiza dos observaciones. La primera, es que las estadísticas señaladas no reflejan
los desastres cotidianos, que tienen pequeña o baja intensidad, pero que son recurrentes y que provocan la
erosión los medios de vida de la población. La segunda cuestión, es que el incremento en el número de los
desastres, puede ser explicado por una mejora en el manejo de la información, en términos de compilación
y acceso, que se ha dado desde los años noventa gracias por ejemplo, al uso de internet. Sin embargo,
aunque esto puede ser cierto, no invalida el hecho de que las pérdidas por desastres son enormes.
94
Esta institucionalidad a nivel regional capaz de articular esfuerzos para reducir el riesgo
de desastres a través de iniciativas compartidas, es una de las grandes capacidades de
América Latina, entendida como los recursos con los que cuentan los países para enfrentar
las amenazas y minimizar sus vulnerabilidades (Khamis y Osorio, 2013).
3.1. La Organización de los Estados Americanos (OEA)
La Organización de los Estados Americanos (OEA) es un organismo interamericano
creado en 1948, con el objetivo de ser un foro político para el diálogo multilateral. Sus
propósitos son afianzar la paz y la seguridad del continente, asegurar la solución pacífica
de las controversias, promover y consolidar la democracia representativa dentro del
respeto al principio de no intervención, y fomentar el desarrollo económico, social y
cultural de los países miembros.
En relación a la gestión de riesgos de desastres, el principal foro de la OEA es el Comité
Interamericano para la Reducción de Desastres Naturales (CIRDN), que en el año
2003 elabora el “Plan Interamericano Estratégico para Políticas sobre Reducción de
Vulnerabilidad, Manejo de Riesgo y Respuesta a Desastres” (IASP). En 2009, la OEA
impulsa la reformulación de los mecanismos normativos y de coordinación existentes
para adaptarlos a los lineamientos del Marco de Acción de Hyogo y la nueva realidad
de los desastres. Este proceso de diagnóstico y evaluación, en el que Argentina tuvo
un rol fundamental presidiendo el Grupo de Trabajo Conjunto, dio como resultado la
presentación y aprobación en el año 2012, del “Plan Interamericano para la Prevención, la
Atención de los desastres y la Coordinación de la asistencia humanitaria”, una hoja de ruta
con propuestas concretas de cumplimiento voluntario, para guiar a los Estados Miembros
en sus acciones de preparación, coordinación y respuesta a desastres.
Además del Comité Interamericano para la Reducción de Desastres Naturales (CIRDN),
la OEA crea en el año 2007, la Red Interamericana de Mitigación de Desastres (RIMD),
para promover la coordinación de acciones y facilitar el intercambio de conocimientos,
lecciones aprendidas y buenas prácticas en materia de reducción de riesgo de desastres
en las Américas63.En función de esto, la RIMD tiene entre sus objetivos estratégicos,
respaldar la creación de Plataformas Nacionales, y realizar un seguimiento y revisión
del Plan Interamericano Estratégico para Políticas sobre Reducción de Vulnerabilidad,
Manejo de Riesgo y Respuesta a Desastres (IASP).
Toda entidad gubernamental u organización no gubernamental, organismo internacional,
agencia de cooperación internacional, empresa privada y toda organización de la sociedad
civil que promueva, apoye y/o participe activamente en actividades de gestión de riesgos
de desastres, conforme a los principios, la visión y la misión de la Red, está invitada a
convertirse en miembro de la Red.
Cada Estado Miembro de la OEA designa un Punto Focal Operativo Nacional que actúa
como enlace con entidades pertinentes -gubernamentales, no gubernamentales y
privadas- dentro de sus territorios nacionales. Los Puntos Focales Operativos Nacionales
son las instituciones nacionales responsables de la preparación, prevención y mitigación
de desastres.
63 Para más información consultar http://www.rimd.org
Capítulo II: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL NUEVO ESCENARIO DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
95
3.2. Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC)
La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), fue constituida por
los Jefes de Estado y de Gobierno de los países de América Latina y el Caribe, reunidos
en la Cumbre de la Unidad de América Latina y el Caribe, conformada por la XXI Cumbre
del Grupo de Río64 y la II Cumbre de América Latina y del Caribe sobre Integración y
Desarrollo65 (CALC), en la Riviera Maya, México, los días 22 y 23 de febrero de 2010.
En la Declaración de Caracas, firmada por las Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno
América Latina y el Caribe en el marco de la I Cumbre de la CELAC, en diciembre de 2011,
se la define como un “mecanismo representativo de concertación política, cooperación e
integración de los Estados latinoamericanos y caribeños y como un espacio común que
garantice la unidad e integración de nuestra región”.
Los treinta y tres Estados Miembros que la componen son: Antigua y Barbuda,
Argentina, Bahamas, Barbados, Belice, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Chile,
Cuba, Dominica, Ecuador, El Salvador, Grenada, Guatemala, Guyana, Haití, Honduras,
Jamaica, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, San
Cristóbal y Nieves, Santa Lucia, San Vicente y las Granadinas Suriname, Trinidad y
Tobago, Uruguay y Venezuela.
Antecedentes de la CELAC
La Cumbre de América Latina y Caribe (CALC), se planteó por primera vez en la I
Cumbre de América Latina y el Caribe sobre Integración y Desarrollo (CALC), reunida
en Salvador de Bahía, Brasil en diciembre de 2008. El propósito fue impulsar la
articulación de los procesos de integración y el desarrollo de los Estados Miembros,
especialmente frente a la crisis internacional.
64 El Grupo de Río (G-Río) es un mecanismo permanente de consulta y concertación política de
América Latina y el Caribe, creado en Río de Janeiro (Brasil) el 18 de diciembre de 1986. Los Cancilleres
de Argentina, Brasil, Colombia, México, Panamá, Perú, Uruguay y Venezuela, mediante la Declaración
de Río de Janeiro y, a partir de su acción conjunta en el Grupo de Contadora y en el Grupo de Apoyo a
Contadora (Argentina, Brasil, Perú y Uruguay), conocido también como Grupo de Lima o Grupo de los
Ocho, expresaron su decisión con el objetivo de fortalecer y sistematizar la concertación política de sus
gobiernos mediante la realización de un proceso de consultas regulares sobre temas de interés común
“en el contexto de una creciente unidad latinoamericana”. Asimismo, decidieron dar a tales encuentros
“el carácter de un mecanismo permanente de consulta y concertación política”. El G-Río fue creado para
dar continuidad a los esfuerzos del Grupo de Contadora (México, Colombia, Venezuela y Panamá) y al
Grupo de Apoyo a Contadora (Argentina, Brasil, Perú y Uruguay), conocido también como Grupo de Lima
o Grupo de los Ocho. El mismo está compuesto por los Estados de: Argentina, Brasil, Colombia, México,
Panamá, Perú, Uruguay, Venezuela, Bolivia, Ecuador, CARICOM, Chile, Paraguay, Costa Rica, El Salvador,
Guatemala, Honduras, Nicaragua, República Dominicana, Belice, Cuba, Haití, Guyana y Suriname. Para más
información, consultar: http://www.sela.org/view/index.asp?ms=258&pageMs=77954
65 La Cumbre de América Latina y el Caribe sobre Integración y Desarrollo (CALC), surgió en Diciembre
de 2008. Los Estados que la conforman son: Antigua y Barbuda, Argentina, Bahamas, Barbados, Belice,
Bolivia, Brasil, Canadá, Colombia, Costa Rica, Chile, Cuba, Dominica, Ecuador, El Salvador, Estados Unidos,
Grenada, Guatemala, Guyana, Haití, Honduras, Jamaica, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú,
República Dominicana, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucia, San Vicente y las Granadinas Suriname,
Trinidad y Tobago Uruguay y Venezuela. http://www.sela.org/view/index.asp?ms=258&pageMs=78063
96
Las deliberaciones de esta primera Cumbre están contenidas en la Declaración de
Salvador de Bahía. En lo que a la asistencia humanitaria se refiere, en el numeral 8 de
la agenda se incluye:
•
•
•
•
•
•
Asegurar la coordinación necesaria entre los mecanismos de prevención,
reducción de riesgos, mitigación y respuesta a los desastres, en los niveles
nacional, regional y global, en los esfuerzos para el cumplimiento de los objetivos
de reducción del riesgo de desastres naturales.
Fortalecer las iniciativas regionales de asistencia humanitaria y promover el
establecimiento de protocolos de ayuda mutua u otros dispositivos simplificados
de respuesta ante desastres.
Fortalecer la cooperación entre los puntos focales nacionales para la prevención
y respuesta a los desastres, en coordinación con organismos y comités
internacionales y subregionales como la Agencia Caribeña de Respuesta a
Emergencias en Casos de Desastre (CDERA), el Centro para la Prevención de los
Desastres Naturales en América Central (CEPREDENAC), el Comité Andino para
la Prevención y Asistencia de Desastres (CAPRADE) y la Reunión de Defensa
Civil y Asistencia Humanitaria Internacional del MERCOSUR.
Promover el fomento e intercambio de buenas prácticas para la reducción del
riesgo ante los desastres a nivel regional y subregional.
Proponer medidas para la promoción de la educación y la capacitación en
materia de protección ambiental con miras a generar una conciencia colectiva y
en consecuencia mitigar los efectos de los desastres provocados por el hombre.
Promover la realización de reuniones regionales para avanzar en la
implementación de esos objetivos.
En la Reunión de Ministros de Relaciones Exteriores de América Latina y el Caribe
sobre Integración y Desarrollo (CALC), celebrada en noviembre de 2009 en Montego
Bay, Jamaica, se aprobaron propuestas concretas sobre los pasos a seguir en la CALC.
En la Declaración, específicamente en el punto VIII sobre Desastres Naturales, se indica
examinar durante la “Tercera Reunión Regional de Mecanismos Internacionales de
Asistencia Humanitaria” (MIAH), a celebrarse en Buenos Aires, Argentina en 2010, lo
siguiente:
a) La gestión del riesgo en lo que tiene que ver con las acciones de monitoreo,
prevención, mitigación, rehabilitación y reconstrucción, de acuerdo con el
Marco de Acción de Hyogo.
b) La coordinación y promoción regional de políticas, estrategias y planes en
gestión del riesgo.
Capítulo II: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL NUEVO ESCENARIO DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
97
c) El incremento de simulaciones y simulacros y el fortalecimiento de los
mecanismos de respuesta rápida.
d) Intercambio de información relevante entre los países y grupos de países de la
región a través de CDERA, CEPREDENAC, CAPRADE, la Reunión de Asistencia
Humanitaria Internacional y de Defensa Civil de MERCOSUR y otras agencias y
organizaciones relevantes para asegurar la prestación inmediata y la adecuada
recepción de la asistencia humanitaria.
e) El conocimiento y reducción de los principales factores de riesgo con el objeto
de reducir la vulnerabilidad económica y social, incluyendo las zonas rurales y
la inseguridad alimentaria y nutricional.
Finalmente, la creación de la CELAC fue acordada en la “Cumbre de la Unidad”, la
cual fue convocada por el Grupo de Río y la CALC como un espacio de concertación
regional. Dicha cumbre se llevó a cabo en la ciudad de Cancún, México, en febrero
de 2010, con el propósito de profundizar la integración política, económica, social
y cultural de América Latina y del Caribe, cuyos pilares fundamentales son la
Democracia y el Desarrollo.
De la “Cumbre de la Unidad” surgió la Declaración de Cancún, en la cual se decidió
en el punto 4, “impulsar una agenda integrada, con base en el patrimonio del Grupo
de Río y los acuerdos de la CALC, así como de los mecanismos y agrupaciones de
integración, cooperación y concertación ya existentes”.
En la misma Declaración, se abordó el tema de desastres en los incisos 64 a 70:
64. Destacar la urgencia de concretar y desarrollar los diversos compromisos y mandatos
asumidos por los gobiernos de América Latina y el Caribe en materia de desastres, en
especial el establecimiento de un mecanismo que permita dar una respuesta regional
rápida, adecuada y coordinada a los mismos, a solicitud del Estado concernido y articulada
con éste. A este efecto, subrayar el papel articulador de los organismos e instancias
regionales competentes en ese ámbito.
65. Subrayar la relación intrínseca entre la reducción de desastres, el desarrollo
sustentable y la erradicación de la pobreza entre otros, y reconocemos por ello la
necesidad de fortalecer la capacidad de prevención, mitigación, respuesta y atención
de las víctimas de los desastres a través de la adopción de políticas apropiadas y el
incremento de la cooperación internacional para fortalecer y potenciar las capacidades
nacionales. Reconocemos del mismo modo la importancia de la Declaración y el Marco
de Acción de Hyogo, el Plan de Acción de Barbados, el Programa Interamericano para
el Desarrollo Sostenible y la Declaración de Florianópolis de la II Reunión Regional
de Mecanismos Internacionales de Asistencia Humanitaria (MIAH), para los países
que son parte del mismo, al tratar la problemática de los desastres.
98
66. Asegurar la coordinación necesaria entre los mecanismos de prevención,
reducción de riesgos, mitigación y respuesta a los desastres, en los niveles nacional,
regional y global, en los esfuerzos para el cumplimiento de los objetivos de reducción
del riesgo de desastres naturales. Nos proponemos incorporar la temática de
reducción de riesgos a causa de desastres en las políticas y procesos de planificación
aumentar la capacidad de resistencia a nivel comunitario, local, nacional y regional
mediante la investigación, la ampliación de mecanismos para compartir el costo de la
prevención de riesgos y el intercambio de datos e información, entre otros.
67. Fortalecer las iniciativas regionales de asistencia humanitaria y promoveremos
el establecimiento de protocolos de ayuda mutua u otros dispositivos simplificados
de respuesta ante desastres.
68. Instruir a los organismos e instancias con experiencia en esos rubros con que
cuenta América Latina y el Caribe: la CDEMA, el CEPREDENAC, el CAPRADE y la
Reunión Especializada de Reducción de Riesgos de Desastres Socionaturales, la
REHU, a definir las sinergias entre ellos y a poner en práctica de manera urgente un
esquema de coordinación y cooperación de alcance regional que permita optimizar
los recursos e incrementar nuestra capacidad y eficiencia para preparar a nuestras
poblaciones y responder en casos de desastres.
69. Promover medidas para la educación y la capacitación en materia de protección
ambiental con miras a generar una conciencia colectiva y en consecuencia mitigar los
efectos de los desastres naturales provocados por el hombre.
70. Constituir un Grupo de Trabajo de conformación abierta para avanzar en la
implementación de esos objetivos.
En la V Reunión Regional sobre Mecanismos Internacionales de Asistencia
Humanitaria (MIAH), suscitada en Ciudad de Panamá, en marzo de 2012, se acordó,
entre otras cosas: “iniciar una coordinación entre la Presidencia Pro Tempore de
la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y el grupo de
seguimiento del proceso de Mecanismos Internacionales de Asistencia Humanitaria
(MIAH) para estudiar una futura asociación entre la CELAC y este foro” (Declaración
de Panamá; Inc.12).
Capítulo II: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL NUEVO ESCENARIO DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
99
Finalmente, el 28 de enero de 2013 se realizó en Santiago de Chile la I Cumbre
CELAC, y en función de lo establecido por el párrafo 69 de la Declaración de Santiago,
y con miras a concretar los compromisos asumidos en el Plan de Acción de Caracas
2012, en las reuniones sectoriales realizadas durante el primer año de existencia de
la CELAC, en las Reuniones de Coordinadores Nacionales, así como otras decisiones
tomadas en la propia Cumbre de Santiago, se adoptó el siguiente Plan de Acción de
Santiago 2013, con base en sus principios fundacionales, cuyo primer capítulo se
titula “Asistencia Humanitaria internacional ante situaciones de desastres y otras
emergencias complejas”, y contiene los siguientes puntos:
•
•
•
Efectuar durante 2013 una Reunión de Altos Funcionarios en La Habana, Cuba,
que tendrá a su cargo el diseño de los lineamientos generales de un Plan de Acción
sobre gestión integral de riesgos, que incluya propuestas de reducción de riesgos,
con el objetivo de contribuir a la prevención y a la respuesta a los desastres y otras
emergencias en los países de la región. Dicho Plan incorporará herramientas de
coordinación y articulación de propuestas y herramientas con otros mecanismos
de asistencia humanitaria en la América Latina y el Caribe, incluido el Grupo de
Seguimiento del proceso de Mecanismos Internacionales de Asistencia Humanitaria
(MIAH), apoyados por la Oficina de Coordinación de Asistencia Humanitaria de las
Naciones Unidas (OCHA – ROLAC); y promover la creación de una base de datos que
registre los flujos de asistencia humanitaria intrarregional que sirva de herramienta
en la elaboración del mencionado plan.
Elaborar un documento que incorpore las experiencias de las iniciativas nacionales
de alcance regional y registre las mejores prácticas en el enfrentamiento a los
desastres naturales y otras emergencias, aprovechando las experiencias en ese
campo de los países de la región.
Apoyar la realización de la VI Reunión sobre MIAH en Jamaica el primer semestre
de 2013, y trabajar para promover la aplicación del Plan de Acción aprobado por la
quinta reunión regional sobre MIAH, efectuada en Panamá del 28 al 30 de marzo de
2012. Plan que se desarrollará de acuerdo al Marco de Acción de Hyogo así como,
de manera complementaria, con los avances que se están generando en el marco de
otros mecanismos de coordinación como la AEC, Comité Andino para la Prevención y
Atención de Desastres (CAPRADE), Reunión Especializada de Reducción de Riesgos
de Desastres Socio naturales, la Defensa Civil, la Protección Civil y la Asistencia
Humanitaria (REHU), la Caribbean Disaster Emergency Management Agency
(CDEMA) y el Foro de Coordinación y Cooperación Subregiones de Mecanismos
Subregionales de Gestión de Riesgos de Desastres.
Como se puede observar, la principal característica del Plan de Acción es la asociación
entre la CELAC y el proceso de Reuniones sobre Mecanismos Internacionales
de Asistencia Humanitaria (MIAH), apoyados por la Oficina de Coordinación de
Asistencia Humanitaria de las Naciones Unidas (OCHA – ROLAC).
100
3.3. Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR)
La Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) es una organización regional, cuyo
Tratado Constitutivo aprobado en mayo de 2008, se inspiró en las Declaraciones
de Cusco (2004)66, Brasilia (2005)67 y Cochabamba (2006)68. Actualmente,
está compuesta por doce Estados Miembros: la República Argentina, el Estado
Plurinacional de Bolivia, la República Federativa de Brasil, la República de Chile,
la República de Colombia, la República del Ecuador, la República Cooperativa de
Guyana, la República del Paraguay, la República del Perú, la República de Surinam, la
República Oriental del Uruguay y la República Bolivariana de Venezuela.
La UNASUR tiene como objetivo construir una identidad regional, apoyada en una
historia compartida y bajo los principios del multilateralismo, vigencia del derecho
en las relaciones internacionales y el absoluto respeto de los derechos humanos
y los procesos democráticos. Asimismo, se propone eliminar la desigualdad
socioeconómica y reducir las asimetrías, fortalecer y promover la inclusión social y
la participación ciudadana y fortalecer la democracia en el marco de la soberanía e
independencias de los Estados-miembros.
En lo atinente a la asistencia humanitaria y la gestión de riesgos, en la UNASUR
existen diversas instancias que abordan la temática a través de Consejos Sectoriales
y Grupos de Trabajo:
1. Tratado Constitutivo de la UNASUR
La UNASUR en el Artículo 3, inciso g, de su Tratado Constitutivo presenta como
objetivo específico “la protección de la biodiversidad, los recursos hídricos y los
ecosistemas, así como la cooperación en la prevención de las catástrofes y en la lucha
contra las causas y los efectos del cambio climático”.
2. Grupo de Trabajo de Alto Nivel para la Gestión Integral de Riesgos de Desastres
En noviembre de 2012 en Lima, Perú, las Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno de los
Estados Miembros de la UNASUR manifestaron su preocupación por el gran impacto
humanitario y las consecuencias económicas y sociales que producen los desastres
de origen natural y antrópico que afectan a los países de la región. En tal sentido,
se comprometieron a continuar desarrollando políticas públicas y estrategias para
prevenir, responder y mitigar sus efectos, así como mecanismos de coordinación y
cooperación entre los países para ayudar a la reconstrucción y asistir adecuadamente
66 “Declaración de Cusco”, III Reunión Sudamericana de Presidentes: se creó la Comunidad Sudamericana
de Naciones el 8 de Diciembre de 2004. Disponible en:
http://www.unasursg.org/index.php?option=com_content&view=article&id=293&Itemid=341
67 “Declaración de Brasilia”, I Cumbre de Jefes de Estado de la Comunidad Sudamericana de Naciones: se
definió la Agenda Prioritaria y el Plan de Acción. Disponible en:
http://www.unasursg.org/index.php?option=com_content&view=article&id=293&Itemid=341
68 “Declaración de Cochabamba”, II Cumbre de Jefes de Estado de la Comunidad Sudamericana de
Naciones: se estable el modelo de integración. Disponible en:
http://www.unasursg.org/index.php?option=com_content&view=article&id=293&Itemid=341
Capítulo II: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL NUEVO ESCENARIO DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
101
a las poblaciones afectadas. Para avanzar hacia estos objetivos, convocaron a una
“Conferencia de Alto Nivel de Autoridades Vinculadas a la Gestión del Riesgo de
Desastres de la UNASUR”, a realizarse en Lima en abril de 2013.
En esta Conferencia, las Delegaciones de los Estados Miembros de UNASUR
recomendaron elevar a consideración del Consejo de Jefas y Jefes de Estado y de
Gobierno, la creación de un “Grupo de Trabajo de Alto Nivel para la Gestión Integral
del Riesgo de Desastres” con el propósito de que elabore un “diagnóstico integral,
multisectorial, multidimensional y transversal, sobre los retos y desafíos que tienen
los Estados Miembros en esta materia” (UNASUR, 2013). También se recomendó
la elaboración de un Plan de Acción conjunto, con objetivos realizables y medibles,
teniendo en cuenta los avances efectuados en los Consejos Sectoriales de la UNASUR,
en los acuerdos subregionales y en los mecanismos de coordinación existentes; y se
instó a la presentación de posiciones en conjunto en las reuniones internacionales
vinculadas a la temática.
Teniendo en cuenta estas recomendaciones, el Consejo de Ministras y Ministros de
Relaciones Exteriores de la UNASUR, reunido en Paramaribo en agosto de 2013,
resolvió crear el Grupo de Trabajo de Alto Nivel, integrado por Altos Representantes
de los Estados Miembros de UNASUR vinculados a los sistemas nacionales de gestión
de riesgos y/o defensa civil, protección civil y asistencia humanitaria de los Estados
Partes, de las Cancillerías y de los Consejos Ministeriales (CMRE/RESOLUCIÓN/Nº 4
/2013).
Entre los objetivos específicos del Grupo de Trabajo de Alto Nivel se encuentran:
•
•
•
•
•
•
•
102
Definir, a partir de las evaluaciones nacionales y los aportes de los Consejos
Ministeriales de UNASUR, las capacidades, riesgos y desafíos comunes de los
Estados Miembros en materia de gestión de riesgo de desastres;
Desarrollar un glosario de términos que exprese una visión compartida sobre
la materia;
Promover la adopción de mecanismos y protocolos comunes, así como una
plataforma común de información, que permitan una eficaz gestión de la
asistencia humanitaria de los Estados Miembros en caso de desastres;
Contribuir a la adopción de políticas, estrategias y herramientas compartidas en
materia de reducción del riesgo de desastres;
Promover la cooperación y la reducción del riesgo de desastres, impulsando
especialmente programas y proyectos de cooperación sur – sur y triangular;
Incentivar la investigación científica y tecnológica y el intercambio de
conocimientos e integrar a los organismos científicos y tecnológicos en proyectos
conjuntos;
Impulsar el desarrollo de una estrategia regional para promover una cultura de
prevención en las comunidades.
De esta manera, se observa que los Estados de UNASUR han reconocido la importancia
de coordinar sus políticas de asistencia humanitaria y gestión de riesgo de desastres,
de modo de avanzar hacia la adopción de mecanismos y protocolos comunes que
permitan una eficaz gestión de la asistencia humanitaria a las poblaciones afectadas,
así como su posterior rehabilitación y reconstrucción.
3. Secretaría Técnica de UNASUR en Haití
Como inmediata reacción a los efectos derivados de la mayor catástrofe que registra
la región de las Américas, el terremoto de Haití en 201069, los Presidentes y altos
dignatarios de UNASUR decidieron concretar un Plan de Acción de solidaridad con
el pueblo haitiano, comprometiéndose a desembolsar 100 millones de dólares para
financiar proyectos establecidos según las prioridades establecidas por el gobierno
haitiano, y crearon la Secretaria Técnica UNASUR-Haití que comenzó sus actividades
el 31 de agosto de 201070.
Se definieron, junto a las autoridades haitianas, tres áreas prioritarias de cooperación:
infraestructura, seguridad alimentaria y fortalecimiento institucional. En base a estas
áreas de actuación, la Secretaría Técnica deUNASUR en Haití, ha sostenido proyectos
como Pro-Huerta, combate al cólera, ampliación y reparación de centros de salud,
construcción de viviendas provisorias, cantinas escolares, ayuda a la recuperación
de fuentes de trabajo o al restablecimiento del servicio de agua en un nosocomio,
ratificación de los tratados internacionales de derechos humanos, apoyo a la reforma
de los Códigos penal y procesal penal, y fortalecimiento del hermanamiento entre
ciudades haitianas y de los países miembros de la UNASUR71.
Específicamente, en materia de control de la calidad de alimentos, la Secretaría
Técnica UNASUR en Haití convocó en octubre de 2012 a la Comisión Cascos Blancos,
para trabajar en el “Programa Nacional de Cantinas Escolares” (PNCS) y la Unidad
de Facilitación de Compras de Productos Locales (UFAPL). El proyecto incluyó
dos etapas: una primera etapa de diagnóstico, que consistió en visitas a las zonas
e instalaciones involucradas y entrevistas con todos los actores intervinientes; y
una segunda, durante la cual diez voluntarios Cascos Blancos especializados en
alimentos, bromatología y logística, capacitaron a personal haitiano en técnicas de
laboratorio, manejo de bodegas, manipulación de alimentos y nutrición en cantinas.
Por otra parte, como respuesta a las persistentes necesidades de salud, en junio
de 2013 se inauguró la primera obra física financiada por la UNASUR, un Hospital
69 El terremoto se produjo el 12 de enero de 2010, con epicentro a 15 km de Puerto Príncipe, la capital de
Haití. Según el Servicio Geológico de Estados Unidos, el sismo tuvo una magnitud de 7,2 grados y se habría
generado a una profundidad de 10 kilómetros. Tuvo consecuencias humanas, sociales y económicas
desastrosas, originando una regresión de 7% del producto interno bruto (PIB) real. Para más información:
http://www.eclac.cl/cgibin/getProd.asp?xml=/publicaciones/xml/6/42096/P42096.xml&xsl=/mexico/
tpl/p9f.xsl
70 A cargo de la Secretaría se encuentra el Embajador argentino Rodolfo Mattarollo.
71 Para más información consultar el Informe de Actividad presentado por la Secretaría Técnica de UNASUR
en Haití, el 10 de Marzo de 2012: http://www.mercosurabc.com.ar/docs/INFORME_UNASUR.pdf
Capítulo II: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL NUEVO ESCENARIO DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
103
Comunitario llamado “Presidente Néstor Kirchner”, que brinda atención a una
población de más de 150.000 habitantes.
La iniciativa solidaria de la UNASUR en Haití a través de la Secretaría Técnica,
instala una nueva forma de cooperación y apoyo a un país afectado, ofertando y
proporcionando un acompañamiento técnico y financiero al gobierno que sufrió
el desastre, para que éste pueda contar con un marco estratégico de intervención
o plan de acción (SELA, 2010). Esta cooperación Sur-Sur, se sustenta en principios
solidarios y democráticos, de respeto a la soberanía de los Estados, y se erige como
alternativa a la militarización de este territorio.
4. Consejo de Defensa Suramericano (CDS)
El Consejo de Defensa Suramericano (CDS) fue creado por decisión de los Jefes y
Jefas de Estado durante una reunión en Santiago de Chile en diciembre de 2008 con
el objetivo de construir una zona de paz y cooperación en el área de defensa. En el
artículo 2 “Cooperación Militar, Acciones Humanitarias y Operaciones de Paz” de la
Declaración, acuerdan:
a) Planificar un ejercicio combinado de asistencia en caso de catástrofe o desastres
naturales.
b) Organizar una conferencia sobre lecciones aprendidas en operaciones de paz,
tanto en el ámbito interno como multilateral.
c) Elaborar un inventario de las capacidades de defensa que los países ofrecen
para apoyar las acciones humanitarias.
d) Intercambiar experiencias en el campo de las acciones humanitarias a fin de
establecer mecanismos de respuesta inmediata para la activación de acciones
humanitarias frente a situaciones de desastres naturales.
Desde su creación se han llevado a cabo varias acciones con la finalidad de aprovechar
todos los conocimientos y capacidades de la región para prevenir o responder de manera
efectiva al momento de ocurrido un desastre natural o de origen humano de gran
magnitud.
En este sentido se pueden mencionar: 1) Seminario Internacional “La Participación de los
Ministerios de Defensa y de Fuerzas Armadas en caso de Desastres Naturales”, realizado
en Ica, Perú en junio de 2010; 2) Ejercicio Sobre Desastres Naturales en La Punta, Callao,
Perú, diciembre de 2010; 3) Realización del Inventario de las Capacidades de Defensa
de los Estados para Respuesta a los Desastres, desde 2010 y continúa; 4) Taller sobre la
Elaboración de Mapas de Riesgos de Desastres Naturales para mitigaciones anticipadas,
en Santiago de Chile, en abril de 2012; 5) Taller para proponer Mecanismos de
Cooperación entre los Ministerios de Defensa de los países miembros para responder de
manera inmediata ante desastres naturales y antrópicos de magnitud, dentro del marco
de las responsabilidades asignadas en la normatividad interna de cada Estado, incluidos
aspectos operacionales, en Lima Perú, en mayo de 2012.
104
5. Consejo de Salud Suramericano
El Consejo de Salud Suramericano fue creado en diciembre de 2008, con el objetivo de
construir un espacio de integración en un área clave para la generación de políticas
públicas, como es la salud. El artículo 6, punto f de la Declaración, establece como
objetivo específico de este Consejo “promover la respuesta coordinada y solidaria
ante situaciones de emergencias y catástrofes”. Asimismo, el punto k señala “priorizar
las acciones de UNASUR Salud en poblaciones vulnerables y excluidas, asimismo en
áreas geográficas en alto riesgo (Chaco Sudamericano, Altiplano, Amazonía, Escudo
Guyanés, entre otras).
En la VI Reunión del Consejo realizada en abril de 2012, se resuelve (Res 04/2012)
“Establecer una Red de Gestión del Riesgo de Desastres desde la perspectiva de
Salud en el ámbito de la UNASUR, que permita la reducción del riesgo y la respuesta
oportuna y adecuada en situaciones de desastre”, y en la VII Reunión celebrada en
septiembre del mismo año, se aprueba el Plan de Trabajo de la “Red de Gestión de
Riesgos de Desastres”, encargándose de la articulación de las actividades del Consejo
de Defensa Suramericano y del Consejo de Infraestructura y Planeamiento.
6. Consejo Suramericano de Infraestructura y Planeamiento (COSIPLAN)
El Consejo Suramericano de Infraestructura y Planeamiento (COSIPLAN) fue creado
en agosto de 2009, en la III Reunión Ordinaria de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno
de la UNASUR, en Quito. Es una iniciativa de discusión política y estratégica de
programas y proyectos para implementar la integración de la infraestructura regional
(transportes, comunicación y energía) de los países miembros de la UNASUR. Entre
sus objetivos específicos, se propone promover la conectividad de la región a partir
de la construcción de redes de infraestructura para su integración física, atendiendo
criterios de desarrollo social y económico sustentables, preservando el ambiente y el
equilibrio de los ecosistemas.
Asimismo, el COSIPLAN elaboró un Plan de Acción Estratégico 2012-2022 que entre
otros propósitos, impulsa “la construcción de una visión suramericana estratégica
e integral de la infraestructura regional que propende al equilibrio y cohesión
territorial, como así también el desarrollo humano en armonía con la naturaleza”.
Para concretar la ejecución y la operación de los emprendimientos de integración
física, el Plan de Acción presenta entre sus objetivos perfeccionar, difundir y aplicar
metodologías y herramientas que permitan una mejor gestión de riesgos y catástrofes
en la infraestructura72.
72 Conferencia de Alto Nivel de Autoridades Vinculadas a la Gestión del Riesgo de Desastres de UNASUR.
Lima, 22 y 23 de abril de 2013, http://www.cenepred.gob.pe/es/unasur/09-cosiplan.pdf
Capítulo II: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL NUEVO ESCENARIO DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
105
Para ello se propone, en articulación con otros Consejos de UNASUR:
•
•
•
•
•
Generar un sistema de intercambio de experiencias y monitoreo de
catástrofes.
Avanzar en la prevención, reducción, mantención, recuperación y
reconstrucción de la infraestructura.
Promover un enfoque estratégico y sistemático de reducción de la
vulnerabilidad a las amenazas y los riesgos, en el marco de los procesos de
desarrollo sostenible y de adaptación al cambio climático.
Aprovechar la recuperación y reducción de vulnerabilidad en infraestructura
como oportunidad para construir resiliencia a futuros riesgos.
Fortalecer las capacidades subregionales en gestión de riesgos y generar
alianzas estratégicas.
7. Consejo Suramericano de Cultura
Fue creado el 26 de noviembre de 2012 como instancia de diálogo, intercambio y
coordinación de políticas y cooperación en materia cultural del bloque regional.
El plan de acción 2013-2014 se centra en cinco ejes: interculturalidad, industrias
culturales y economía creativa, comunicación y cultura, artes y defensa del patrimonio
cultural.
El Consejo Suramericano de Cultura reconoce que América del Sur posee un
patrimonio cultural único, insustituible, y vulnerable a los desastres por causas
naturales. Tanto las inundaciones como los terremotos son los acontecimientos que
más han afectado los bienes y espacios de valor histórico, provocando consecuencias
directas como la alteración física o destrucción de las obras, y consecuencias
indirectas como robos, pillaje, o restauración onerosa. A esto hay que sumarle
los efectos sobre la población, ya que la pérdida de bienes culturales provoca una
alteración de actividades culturales, turísticas y económicas, y una pérdida de
elementos simbólicos de afirmación de identidad y orgullo colectivo.
Debido a esto, el Consejo ha tomado como uno de sus objetivos estratégicos la
defensa y conservación del patrimonio cultural, para lo cual incluye como uno de sus
actividades a desarrollar durante el 2013 el Intercambio de metodologías y sistemas
para la gestión de riesgos del patrimonio cultural.
8. Propuesta de creación del Consejo de Emergencias Suramericano (CES)
En febrero de 2010, la República de Paraguay, impulsó la propuesta de creación de un
Consejo de Emergencias Suramericano (CES) y la creación de la Brigada Suramericana
de Respuesta y Rehabilitación a Emergencias y Desastres. En agosto de ese año, se
realizó la I Reunión del Grupo de Trabajo a los efectos de discutir dicha propuesta, en
106
la cual participaron las delegaciones de Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Paraguay,
Perú y Venezuela. No obstante, los Estados participantes consideraron que no era el
momento ni el espacio institucional pertinente, y se acordó elevarla a consideración
del Consejo de Delegadas y Delegados de UNASUR.
El CES se propuso como una instancia de cooperación y coordinación en materia
de gestión de riesgos de desastres y emergencias, con el objetivo principal de
intercambiar información y experiencias que contribuyan a la reducción de los
riesgos de desastres generados por agentes naturales o de cualquier otro origen, y
coordinar esfuerzos hacia la mitigación, respuesta, rehabilitación y reconstrucción.
3.4. Mercado Común del Sur (MERCOSUR)
La firma del Tratado de Asunción en Marzo de 1991, entre Paraguay, Brasil,
Argentina y Uruguay, dio origen al Mercado Común del Sur (MERCOSUR), aunque los
antecedentes de la integración regional se remontan a noviembre de 1985, fecha de
la Declaración de Foz de Iguazú que selló un acuerdo de integración bilateral entre
Argentina y Brasil. Mientras que su existencia como persona jurídica de Derecho
Internacional fue decidida en el Protocolo de Ouro Preto (1994) y entró en vigor
en Diciembre de 1995. Actualmente, el MERCOSUR está integrado por la República
Argentina, la República Federativa de Brasil, la República del Paraguay73, la República
Oriental del Uruguay, la República Bolivariana de Venezuela, mientras que el Estado
Plurinacional de Bolivia firmó su adhesión el 7 de diciembre de 2012.
Entre los objetivos del organismo se incluyen la libre circulación de bienes, servicios
y factores productivos entre países, el establecimiento de un arancel externo común
y la adopción de una política comercial conjunta, la coordinación de políticas
macroeconómicas y sectoriales entre los Estados partes y la armonización de las
legislaciones para lograr el fortalecimiento del proceso de integración.
Por casi dos décadas, no hubo dentro de la institucionalidad del MERCOSUR una
organización subregional especializada en el tema de los desastres, aunque existieron
mecanismos para coordinar la cooperación y la asistencia en casos de desastres. El
tema medioambiental siempre constituyó una prioridad fundamental dentro de la
agenda del MERCOSUR y ello se observa en las distintas decisiones adoptadas por el
Consejo del Mercado Común (CMC) a lo largo de los años y sobre todo en la última
década.
Fundamentalmente, en el año 2001 el Consejo adoptó un Acuerdo Marco sobre Medio
Ambiente en el cual se incluyeron los “desastres y emergencias ambientales” y en el
2004 se aprobó el Protocolo Adicional al Acuerdo Marco en Materia de Cooperación
y Asistencia ante Emergencias Ambientales. En este instrumento normativo se define
la emergencia ambiental como la “situación resultante de un fenómeno de origen
natural o antrópico que sea susceptible de provocar graves daños al ambiente o a los
73 Suspendida del MERCOSUR el 29 de Junio de 2012, en aplicación del Protocolo de Ushuaia sobre
Compromiso Democrático (MERCOSUR/CMC/DEC.N°28/12). Disponible en:
http://www.mercosur.int/innovaportal/file/3862/1/dec_028-2012_es_reglam_suspension_paraguay.pdf
Capítulo II: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL NUEVO ESCENARIO DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
107
ecosistemas y que, por sus características, requieran asistencia inmediata” (Artículo
1, Protocolo).
El objeto de este Protocolo está definido en el Artículo 2 donde se establece que “Los
Estados Partes a través de sus Puntos Focales se prestarán cooperación recíproca y
asistencia cuando se produzca una emergencia que tenga consecuencias efectivas
o potenciales en el medio ambiente o en la población de su propio territorio o de
otro Estado Parte, conforme a las disposiciones generales y particulares del presente
Protocolo”. En este marco, es importante destacar que este mecanismo no es una
institución específica dentro de MERCOSUR pero sí constituye una herramienta
inicial de coordinación y cooperación entre los Estados Parte.
Tradicionalmente, los países miembros experimentaron acciones de asistencia
humanitaria internacional ante situaciones de emergencia o desastre, mediante la
creación de estructuras permanentes en las Cancillerías como la Comisión Cascos
Blancos en Argentina y la Coordinación General de Acciones Internacionales de
Combate contra el Hambre (CGFOME) en Brasil. Asimismo, en cada uno de los
estados se fueron desarrollando organismos relacionados con la protección civil y/o
la gestión de riesgos: Protección Civil en Argentina, Defensa Civil en Brasil, Secretaría
de Emergencia Nacional en Paraguay y Sistema Nacional de Emergencias en Uruguay.
Ante el aumento en la escalada de desastres en el Cono Sur, en el año 2009 los
Presidentes y Cancilleres del MERCOSUR crearon la Reunión Especializada de
Reducción de Riesgos de Desastres Socionaturales, la Defensa Civil, la Protección civil
y la Asistencia Humanitaria del MERCOSUR (REHU), con el objetivo de generar un
espacio permanente de consulta, cooperación y deliberación en materia de gestión de
riesgos y asistencia humanitaria entre los países del Bloque. La REHU será abordada
a continuación, como mecanismo subregional del Cono Sur.
4. LOS MECANISMOS SUBREGIONALES EXISTENTES EN LATINOAMÉRICA Y EL
CARIBE
4.1. Reunión Especializada de Reducción de Riesgos de Desastres
Socionaturales, la Defensa Civil, la Protección Civil y la Asistencia
Humanitaria del MERCOSUR (REHU)
Como resultado de la frecuencia y el impacto de los desastres en el Cono Sur, en el
año 2009 los Presidentes de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay decidieron crear
(Decisión del CMC No 03/09) la “Reunión Especializada de Reducción de Riesgos de
Desastres Socionaturales, la Defensa Civil, la Protección Civil, y la Asistencia Humanitaria
del MERCOSUR” (REHU), con el objetivo de sumar esfuerzos para la construcción de un
mecanismo permanente de coordinación y cooperación entre los sistemas nacionales de
gestión de riesgos y asistencia humanitaria de los países miembros, así como la adopción
e implementación de políticas regionales desde una perspectiva multidimensional y
transversal de la gestión del riesgo y la asistencia humanitaria.
108
Durante la Cumbre del MERCOSUR de Asunción, Paraguay, celebrada en julio de 2009,
los Presidentes de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay aprobaron una Declaración
específica que reconoce, ante el incremento de los desastres socionaturales en la región,
la necesidad de socializar, agilizar y fortalecer la prevención y la respuesta ante esos
fenómenos.
Los mandatarios coincidieron en la importancia de los lineamientos del “Marco de Acción
de Hyogo” y expresaron su interés en incorporar la gestión local del riesgo en la agenda
pública de los países de la subregión, fomentando la participación comunitaria organizada,
de modo que los propios beneficiarios cooperen en las diferentes actividades de prevención,
mitigación y atención de desastres. Por otra parte, dispusieron el establecimiento de
un mecanismo institucional de coordinación, cooperación y deliberación que permita
sistematizar la experiencia subregional y generar mecanismos para prevenir y atender
los efectos de los desastres socionaturales, a la vez que genere relaciones institucionales
permanentes, entre los organismos e instituciones competentes en la materia.
Coordinaciones Nacionales
De acuerdo con las reglamentaciones del MERCOSUR, los países miembros designaron
a las Coordinaciones Nacionales de la REHU, que se constituyen como ámbito decisorio:
REPÚBLICA ARGENTINA
REPÚBLICA FEDERATIVA
DEL BRASIL
REPÚBLICA DEL PARAGUAY
REPUBLICA ORIENTAL DEL
URUGUAY
REPÚBLICA BOLIVARIANA DE
VENEZUELA
Coordinador Nacional Titular:
Comisión Cascos Blancos, Ministerio de Relaciones
Exteriores y Culto
Coordinador Nacional Alterno:
Subsecretaría de Protección Civil y Abordaje Integral
de Emergencias y Catástrofes, Ministerio de Seguridad
Coordinador Nacional Titular:
Secretaría Nacional de Defensa Civil, Ministerio de
Integración Nacional
Coordinador Nacional Alterno:
Coordinación General de Acciones Internacionales de
Combate contra el Hambre, Ministerio de Relaciones
Exteriores
Coordinador Nacional Titular:
Sistema de Emergencias Nacional (SEN), Presidencia
de la República
Coordinador Nacional Alterno:
Dirección de Cooperación Internacional, Ministerio de
Relaciones Exteriores
Coordinador Nacional Titular:
Sistema Nacional de Emergencias (SINAE),
Presidencia de la República
Coordinador Nacional Alterno:
Dirección de Cooperación Internacional, Ministerio de
Relaciones Exteriores
Coordinador Nacional Titular:
Viceministerio para La Gestión de Riesgo y Protección
Civil, Ministerio del Poder Popular de Interior,
Justicia, y Paz
Coordinador Nacional Alterno:
En proceso de designación.
Capítulo II: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL NUEVO ESCENARIO DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
109
Se celebra al menos una Reunión Ordinaria por semestre, en el país que detenta el
ejercicio de la Presidencia Pro Tempore del MERCOSUR, la cual es semestral y rota en
orden alfabético (Argentina- Brasil- Paraguay- Uruguay- Venezuela).
En la X Reunión Ordinaria de la REHU, celebrada en Caracas 21 y 22 de noviembre de
2013, Venezuela se integró formalmente a la REHU como Estado Parte del MERCOSUR.
Secretaría Técnica
En la IX Reunión Ordinaria de la REHU celebrada en Montevideo, Uruguay el 8 de
julio de 2013, las Coordinaciones Nacionales decidieron crear una Secretaría Técnica
de apoyo a la Presidencia Pro Tempore de la REHU.
Por consenso, la República Argentina ejerció presidencia la Secretaría Técnica de la
REHU durante 2013, en su primer año de funcionamiento.
Marco Jurídico de la REHU
N°
FECHA
DENOMINACION
REFERENCIA
Se crea el Mercado Común del Sur.
1
Tratado de
Asunción
26/03/1991
Tratado para la Constitución
de un Mercado Común entre
la República Argentina, la
República Federativa del Brasil,
la República del Paraguay y la
República Oriental del Uruguay.
2
Protocolo de
OuroPreto
117/12/1994
Protocolo Adicional al Tratado
de Asunción sobre la Estructura
Institucional del MERCOSUR.
Establece los órganos que integran el MERCOSUR, así
como sus funciones y atribuciones.
3
Decisión
MERCOSUR/
CMC/DEC. N°
03/09
24/07/2009
Reunión Especializada de
Reducción de Riesgos de
Desastres Socionaturales, la
Defensa Civil, la Protección Civil
y la Asistencia Humanitaria.
Se crea la Reunión Especializada de Reducción de
Riesgos de Desastres Socionaturales, la Defensa Civil, la
Protección Civil y la Asistencia Humanitaria – REHU.
08/12/2009
Comunicado Conjunto de los
Estados Partes del MERCOSUR
y Estados Asociados.
XXXVIII Reunión del
Consejo del Mercado Común,
Montevideo, Uruguay.
Saludaron el Primer Encuentro de la REHU, e instaron a
las áreas competentes de sus países a desarrollar acciones
concretas para el establecimiento de mecanismos de
coordinación y cooperación, así como la actuación
conjunta y consensuada en foros relacionados con la
temática, priorizando la construcción de espacios de
diálogo y concertación.
29/06/2011
Comunicado Conjunto de los
Estados Partes del MERCOSUR
y Estados Asociados.
XLI Reunión del Consejo del
Mercado Común, Asunción,
Paraguay.
Tomaron nota de los trabajos de la REHU y acordaron
promover, en su ámbito, iniciativas en materia de
manejo integral de suministros y manejo de cuencas
hidrográficas, gestión de riesgos y asistencia humanitaria,
entre otras.
29/06/12
Comunicado Conjunto de los
Presidentes de los Estados Partes
del MERCOSUR.
XLIII Reunión del
Consejo del Mercado Común.
Se admite ingreso de Venezuela como Estado Parte,
y convoca a una reunión a realizarse el 31 de julio de
2012, en la ciudad de Río de Janeiro, para oficializar la
admisión.
29/06/12
Comunicado Conjunto de los
Estados Partes de MERCOSUR y
Estados Asociados
XLIII Reunión del
Consejo del Mercado Común.
Apoyan las actividades aprobadas en la VII Reunión de
la REHU en manejo de suministros humanitarios, de
cuentas hidrográficas, enfoque de género, creación de un
registro de proveedores de insumos humanitarios.
Destacan la inserción de la REHU en los foros regionales
y subregionales que abordan la gestión de riesgos de
desastres.
4
Comunicado
5
Comunicado
6
Comunicado
Conjunto
7
110
DOCUMENTO
Comunicado
Conjunto
En las sucesivas reuniones ordinarias74 de la REHU se han logrado aumentar los
niveles de coordinación entre los sistemas nacionales de gestión del riesgo, a través
de intercambio de información y la promoción de actividades comunes. En ellas se
discute entre otras cuestiones:
• La cooperación entre sistemas nacionales de gestión de riesgos y organismos y
áreas transversales (Salud, Desarrollo Social, Ciencia y Tecnología, etc.);
• La construcción de un dispositivo de coordinación subregional de manejo de
suministros humanitarios;
• El abordaje de la gestión sustentable de cuencas hidrográficas con enfoque en la
gestión de riesgos y la adaptación al cambio climático;
• La identificación de problemáticas transfronterizas;
• La incorporación del enfoque de género en sus actividades;
• Impulsar el voluntariado humanitario y crear una base de datos de recursos de
capacitación;
• Impulsar una red de investigadores en gestión de riesgos del MERCOSUR;
• Profundizar la articulación con organismos internacionales y la participación en
el Foro de las Subregiones.
Asimismo, los países han decidido encarar un proceso de reuniones técnicas, donde
se convocan a especialistas en diferentes temáticas, con el objetivo de avanzar en
el intercambio de experiencias y la construcción de propuestas compartidas, es
una clara manifestación del MERCOSUR y su interés de transitar hacia un abordaje
integral de la problemática de la gestión de riesgos y la asistencia humanitaria, en
tiempos en que los desastres son cada vez más desastrosos y menos naturales.
Después de tres reuniones técnicas75 realizadas en Buenos Aires, los países
consensuaron una propuesta de “Dispositivo de Coordinación Subregional para
el Manejo de Suministros Humanitarios en Casos de Desastre del MERCOSUR”,
que contempla la conformación de un equipo técnico subregional con capacidad
operativa y diversidad de perfiles: manejo logístico en emergencias, tecnologías de
74 I Reunión Ordinaria (Montevideo, Noviembre de 2009); II Reunión Ordinaria (Buenos Aires, Marzo
de 2010); III Reunión Ordinaria (Buenos Aires, Junio de 2010); IV Reunión Ordinaria (Recife, Noviembre
de 2010); V Reunión Ordinaria ( Asunción, Junio de 2011); VI Reunión Ordinaria (Montevideo, Diciembre
de 2011); VII Reunión Ordinaria (Buenos Aires, Junio de 2012); VIII Reunión Ordinaria (Porto Alegre,
Noviembre de 2012); IX Reunión Ordinaria (Montevideo, Julio de 2013); X Reunión Ordinaria (Caracas, 20
y 21 de noviembre de 2013).
75 I Taller Técnico “Manejo de Suministro en el MERCOSUR. Intercambio de experiencias y lecciones
aprendidas”. Buenos Aires, Junio de 2010. II Taller Técnico “Hacia una gestión eficaz de la Asistencia
Humanitaria en el MERCOCUR”. Buenos Aires, Abril de 2011. III Taller Técnico “Hacia una propuesta
Subregional para el Manejo de suministros en el MERCOSUR”. Buenos Aires, Noviembre de 2011.
Capítulo II: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL NUEVO ESCENARIO DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
111
información y coordinación de cuerpos de voluntarios y organización comunitaria
y/o sus equivalentes.
Por otra parte, la REHU participa de los diversos foros multilaterales que discuten
la temática, tales como las Reuniones Regionales sobre Mecanismos Internacionales
de Asistencia Humanitaria (MIAH); las Reuniones de la Plataforma Global y Regional
para la Reducción de Desastres coordinadas por la Estrategia Internacional para
la Reducción de Desastres de las Naciones Unidas (EIRD); como así también de
reuniones regionales impulsadas por diversos organismos internacionales, como
el Sistema Económico Latinoamericano y Caribeño (SELA), la CELAC y la Oficina de
Acción Humanitaria de la Comisión Europea DG-ECHO, entre otros.
4.2. Comité Andino para la Preparación y Atención de Desastres (CAPRADE)
La subregión andina es un área propensa a terremotos, deslizamientos, tsumanis,
erupciones volcánicas y a extremos climáticos que dan lugar a períodos prolongados
de sequías o inundaciones. Los registros de desastres de impacto extremo se
relacionan con eventos de tipo geológico –principalmente sismos y actividad
volcánica– e hidrometeorológico, con sus manifestaciones de los fenómenos de El
Niño y La Niña.
Para enfrentar estas amenazas y prevenir desastres, la Comunidad Andina de
Naciones76 creó el Comité Andino para la Prevención y Atención de Desastres
(CAPRADE). Esta institución nace el 7 de julio de 2002, mediante la Decisión N°
529 del Consejo Andino de Ministros de Relaciones Exteriores, y tiene por objeto y
competencia contribuir a la reducción del riesgo y del impacto de los desastres por
amenazas en la zona, a través de la coordinación y promoción de políticas, estrategias,
planes, y promoción de actividades de prevención, mitigación, preparación, atención
de desastres, rehabilitación y reconstrucción, así como mediante la cooperación,
asistencia mutua e intercambio de experiencias en la materia (SELA, 2007).
Los países miembros que conforman CAPRADE son el Estado Plurinacional de
Bolivia, la República de Colombia, la República del Ecuador y la República del Perú.
Está integrado por las autoridades nacionales competentes en materia de atención y
prevención de desastres (organismos de defensa y protección civil), los Ministerios
de Planificación (o equivalentes), los Ministerios de Relaciones Exteriores, además de
las instituciones nacionales y asesores que determine cada país. Su financiamiento
proviene de los aportes de la cooperación internacional y las funciones de Secretaría
del Comité la desempeña la Secretaría General de la Comunidad Andina de Naciones
(CAN).
76 La Comunidad Andina de Naciones (CAN) nació en 1969. Actualmente está conformada por Bolivia,
Perú, Ecuador y Colombia, unidos con el objetivo de alcanzar un desarrollo integral, más equilibrado y
autónomo, mediante la integración andina, suramericana y latinoamericana. Más información en, www.
comunidadandina.org
112
En julio de 2004, se aprobó la Estrategia Andina para la Prevención y Atención de
Desastres (EAPAD), para fortalecer capacidades institucionales con políticas y
programas comunes, tanto nacionales como sectoriales, en la subregión. Y en 2009,
se actualiza la EAPAD, en un esfuerzo por armonizarla con el Marco de Acción de
Hyogo (MAH).
Los objetivos estratégicos para la prevención y atención de desastres son: 1)
Fortalecimiento de las capacidades institucionales para lograr que la reducción del
riesgo de desastres sea una prioridad nacional y subregional andina; 2) Fomento
de la investigación y el conocimiento para la identificación, monitoreo y evaluación
de riesgos de desastres y para mejorar la alerta temprana; 3) Promoción de la
educación, la comunicación y la participación para construir una cultura de seguridad
y resiliencia a todo nivel; 4) Reducción de los factores de riesgo subyacentes; 5)
Fortalecimiento de sistemas y mecanismos de preparación, atención y de asistencia
mutua en caso de desastre, en todos los niveles.
Entre 2005 y 2009, CAPRADE con apoyo internacional, ejecutó el Proyecto Apoyo
a la Prevención de Desastres en la Comunidad Andina (PREDECAN), por el cual se
promovió la construcción del Sistema de Información Andino para la Prevención y
Atención de Desastres (SIAPAD) que cuenta con tres herramientas para el acceso y
uso de la información: GEORiesgo (web de consulta de información), Red BIVA-PAD
(red de bibliotecas virtuales) y Desinventar (Base de Datos).
Por último, es oportuno señalar que en 2008, CAPRADE con apoyo de la Organización
Panamericana de la Salud y de la Federación Internacional de la Cruz Roja, presentan
la “Guía de operación para asistencia mutua frente a desastres en los países andinos”,
cuya finalidad es aportar lineamientos y establecer acciones para el manejo de
la asistencia mutua frente a situaciones de desastre77. En 2013 se presenta una
actualización de la Guía, acorde a los cambios que ha tenido cada país miembro en
sus leyes sobre gestión de riesgos.
4.3. Centro de Coordinación para la Prevención de los Desastres Naturales
en América Central (CEPREDENAC)
Centroamérica constituye una de las subregiones con mayor probabilidad de
ocurrencia de desastres, debido a su posición geográfica y a los procesos de
acumulación de riesgos que presenta. Su geografía la predispone a la incidencia
de, prácticamente, todo tipo de eventos desastrosos, como huracanes, terremotos,
inundaciones, sequías, deslaves o erupciones volcánicas.
El Centro de Coordinación para la Prevención de los Desastres Naturales en América
Central (CEPREDENAC), es el organismo regional de carácter intergubernamental
especializado en materia de prevención, mitigación, preparación y respuesta a la
ocurrencia de desastres en Centroamérica, perteneciente al Sistema de Integración
77 El Documento se puede consultar en http://www.redhum.org/archivos/pdf/ID_5379_VV_RedhumSA-Guia_de_asistencia_mutua_ante_desastres_en_paises_andinos-CAPRADE-20090520.pdf
Capítulo II: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL NUEVO ESCENARIO DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
113
Centro Americano (SICA)78 como Secretaría Especializada.
El CEPREDENAC nació en 1987 como una instancia para la promoción de la
cooperación regional en la prevención de los desastres. Belice, Costa Rica, El
Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá son los Estados Miembros. En la
evolución de la institución se pueden diferenciar dos etapas. En la primera etapa de
1987 a 1990, sólo organismos de la vertiente técnico-científica cooperaron a escala
regional, cada uno en su especialidad, con un neto predominio de las ciencias de la
tierra. Se formó una red de especialistas, conocida como La RED, pero no se fomentó
la articulación de sistemas nacionales entre las dos vertientes ni la inclusión de otras,
por ejemplo, salud y educación que quedaron al margen en esta etapa.
Entre 1990 y 1993, la institución regional se abrió al interés por la perspectiva social
de las vulnerabilidades, fuertemente impulsada en ese entonces por los estudios y
por los miembros de La RED. Como consecuencia de esta influencia, se preparó la
modernización de los aparatos de respuesta en función de su articulación en sistemas
integrales de prevención, con un grado progresivo de descentralización. Se inició con
la práctica de apoyar la creación de capacidades locales de respuesta.
Como resultado de la Reunión de Presidentes Centroamericanos (Guatemala 1993), se
asumió la resolución No. 26, la cual da como mandato la ejecución de un Plan Regional
de Reducción para Desastres y en el que se establece el Centro de Coordinación para
la Prevención de los Desastres Naturales en América Central (CEPREDENAC) como
un organismo regional (http://www.sica.int/cepredenac).
En los años siguientes el Centro avanzó hacia una creciente coordinación y
cooperación de los Estados Miembros. En 1999 se aprobó el Marco Estratégico
para la Reducción de la Vulnerabilidad y los Desastres en Centroamérica; en 2006
se elaboró el Plan Regional de Reducción de Desastres 2006-2015; y en 2010 en la
XXXV Reunión Ordinaria de Jefes de Estado y de Gobierno de los países del Sistema
de la Integración Centroamericana, bajo el Acuerdo No.15, se aprueba la Política
Centroamericana de Gestión Integral de Riesgo de Desastres (PCGIR), identificando
y priorizando acciones para enfrentar los desafíos. Esta Política pretende orientar
a la región en la reducción y prevención de riesgo de desastres para contribuir con
una visión de desarrollo integral en Centroamérica. Las acciones realizadas bajo la
PCGIR se basan en los principios de equidad de género, gradualidad, transparencia y
participación, complementariedad y atribución de competencias79.
78 El Sistema de Integración Centroamericana (SICA) fue constituido el 13 de diciembre de 1991; y entró
en funcionamiento formalmente el 1 de febrero de 1993. Fue creado por los Estados de Costa Rica, El
Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá. Posteriormente se adhirió Belice como miembro
pleno. Asimismo, participan la República Dominicana como Estado Asociado; México, Chile, Brasil,
Argentina, Perú y los Estados Unidos de América, participan como Observadores Regionales. China
(Taiwán), España, Alemania, Italia, Japón, Australia, Corea del Sur, Francia y la Santa Sede, forman parte
del Sistema como Observadores Extrarregionales. La sede de la Secretaría General del SICA está en la
República de El Salvador. http://www.sica.int
79 El Documento de la Política Centroamericana de Gestión Integral de Riesgos de Desastres, se puede
encontrar en http://www.sica.int/cepredenac/pcgir.aspx
114
En octubre de 2011 los Presidentes de los países centroamericanos firmaron la
Declaración de Comalapa, poniendo de relieve su creciente preocupación sobre el
impacto del Cambio Climático en la región, así como la importancia de incorporar
la Gestión del Riesgo de Desastres Adaptación al Cambio Climático en los planes de
desarrollo.
Luego de aprobada la PCGIR, se crea el Fondo Centroamericano de Fomento de
la Gestión de Riesgo de Desastres (FOCEGIR) en diciembre de 2011. El Fondo
se constituye en un instrumento facilitador de financiamiento para proyectos
nacionales y regionales de prevención y preparación de respuesta, que fortalezcan
las capacidades de los países para enfrentar y gestionar las amenazas del cambio
climático y minimicen o eviten todas aquellas acciones endógenas que propician
vulnerabilidad.
Con FOCEGIR, los sistemas nacionales de Protección Civil de Centroamérica,
podrán acceder a financiamiento para proyectos que estén enmarcados en los ejes
articuladores de la PCGIR: 1) Reducción de riesgo de desastres en la inversión para el
desarrollo económico sostenible 2) Desarrollo y compensación social para reducir la
vulnerabilidad 3) Ambiente y Cambio Climático 4) Gestión territorial, gobernabilidad
y gobernanza 5) Gestión de los Desastres y Recuperación80.
4.4. Caribbean Disaster Emergency Management Agency (CDEMA)
El conjunto de países situados en la zona del Mar Caribe, están expuestos, cada año,
entre junio y noviembre, a importantes fenómenos climáticos y meteorológicos
que desencadenan depresiones y tormentas tropicales, graves inundaciones y
devastadores huracanes. No obstante la recurrencia de estos eventos, el terremoto
ocurrido en Haití a principio de 2010, fue el desastre más grave ocurrido en la región.
En 1991 se crea la Agencia del Caribe para Respuesta en Emergencias por Desastres
(CDERA), a cargo de los países de la Comunidad del Caribe (CARICOM)81. Cuenta
con una estructura organizativa integrada por: 1) un Consejo, que es la instancia
suprema para la formulación de las políticas de la Agencia, conformada por los Jefes
de Gobierno de los Estados participantes que se reúnen anualmente para revisar y
evaluar el trabajo de la Agencia, aprobar el Programa de Trabajo y el Presupuesto
Administrativo; 2) una Junta Directiva compuesta por los Coordinadores
Nacionales de Desastre de cada Estado participante, los cuales asesoran y formulan
recomendaciones al Consejo; 3) Las Organizaciones Nacionales de Desastre en cada
Estado participante; y 4) una Unidad Coordinadora, que es la Secretaría de CDERA.
80 Sistema de Integración Centroamericana, http://www.sica.int/cepredenac/focegir.aspx
81 La Comunidad del Caribe (CARICOM) surgió en 1958, para estimular la cooperación económica en
el seno de un mercado común, estrechar las relaciones políticas entre los estados miembros y promover
la cooperación educacional y cultural. En la actualidad, está conformada por Antigua y Barbuda, Las
Bahamas, Barbados, Belice, Dominica, Granada, Guayana, Haití, Jamaica, Montserrat, Santa Lucía, St. Kitts
y la Nevis, San Vicente y las Granadinas, Suriname, Trinidad y Tobago. Para más información consultar:
http://www.caricom.org
Capítulo II: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL NUEVO ESCENARIO DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
115
Esta agencia intergubernamental del Caribe tiene por finalidad generar respuesta
inmediata y coordinada ante cualquier suceso de desastre o emergencia en cualquier
Estado signatario, a petición de éste. Originalmente conocida como Caribbean
Disaster Emergency Response Agency (CDERA), la institución adoptó su nueva
denominación en el 2010 y amplió su ámbito de acción para incluir la Gestión
Integral de Desastres (CDM, Comprehensive Disaster Management). Este cambio de
denominación también marca una ruptura respecto del paradigma anterior de ayuda
humanitaria.
La CDEMA comprende actualmente dieciocho Estados Miembros participantes que
incluyen: Anguila, Antigua, Bahamas, Barbados, Belice, las Islas Vírgenes Británicas,
República Dominicana, Granada, Haití, Jamaica, Montserrat, San Cristóbal e Isla
Nieves, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Surinam, Trinidad y Tobago y las
Islas Turcas y Caicos. Cabe destacar que con el fin de lograr una mayor efectividad
y eficiencia en la respuesta ante los desastres, los estados participantes en CDEMA
están agrupados en cuatro subregiones y cada una de ellas está coordinada por una
Unidad de Operaciones como Punto Focal.
Ante situaciones de amenaza, CDEMA activa su Sistema Regional de Seguridad (RSSRegional Security System) y los Mecanismos de Respuesta Regional ante desastres
(RRM-Regional Response Mechanism) y coordina posibles acciones de cooperación
a través del Eastern Caribbean Donor Group (ECDG). Esta es probablemente la
institucionalidad más activa, organizada y eficiente en la región, logran acumular una
experiencia significativa en la gerencia de desastres.
5. ESPACIOS DE COORDINACIÓN Y COOPERACIÓN
5.1. Proceso de Reuniones Regionales sobre Mecanismos Internacionales
de Asistencia Humanitaria (MIAH)
Las Reuniones Regionales sobre Mecanismos de Asistencia Humanitaria Internacional
(MIAH) son impulsadas a través de la oficinas regional de la Oficina de Coordinación
de Asuntos Humanitarios (OCHA-ROLAC), con el objeto de fortalecer las asociaciones
entre los principales actores humanitarios, a la vez que difundir la misión, objetivos
y herramientas que dicha Oficina pone a disposición de los Estados para una mejor
gestión de la asistencia humanitaria. Este mecanismo surge como iniciativa del Grupo
de Apoyo de Donantes de OCHA (OCHA Donor Support Group-ODSG) en el año 2005,
con el objetivo de difundir el papel de OCHA y fortalecer asociaciones con países.
Este proceso de integración, tiene como valor agregado que países, organismos
intergubernamentales, agencias y organizaciones, Gubernamentales y No
Gubernamentales, trabajan mancomunadamente en el desarrollo de herramientas
específicas, vinculadas a mejorar los mecanismos de coordinación de la asistencia
humanitaria internacional.
116
La República Argentina a través de la Comisión Cascos Blancos, fue impulsora de
la instalación de los organismos subregionales de Gestión Integral del Riesgo de
Desastres, como actores principales del tema en la región, y en consecuencia, ha sido
protagonista del proceso de conformación de las reuniones MIAH desde sus inicios.
Desde el año 2008 hasta la fecha, se han llevado a cabo seis Reuniones Regionales
MIAH. La primera se realizó en México, mientras que las restantes se efectuaron en
Brasil (2009), Argentina (2010), Ecuador (2011), Panamá (2012) y Jamaica (2013).
En la IV Reunión del MIAH en 2010, se adoptó el Compendio Normativo Regional
para la Gestión de la Asistencia Humanitaria Internacional en Casos de Emergencia,
un documento que compila e identifica claramente las normas, protocolos y
procedimientos nacionales que deben seguirse al momento de solicitar o brindar
asistencia internacional.
En marzo de 2012 se presentó el “Modelo de Procedimientos Formales de Cancillería
o de las Estructuras Alternativas que se Encarguen de la Articulación de la Asistencia
Humanitaria Internacional”, el cual constituye un instrumento dirigido a promover
un marco de normas y acciones concretas para la coordinación de la asistencia
humanitaria internacional82. Este Modelo es producto de la Comisión Cascos Blancos,
como miembro del Grupo de Seguimiento de las Reuniones MIAH junto a OCHA, los
mecanismos subregionales de gestión del riesgo, México, Brasil, Ecuador y Panamá,
con la estrecha colaboración de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), y fue
realizado en base a experiencias nacionales, internacionales, y de algunas instancias
subregionales como CEPREDENAC y CAPRADE (Modelo de Procedimientos Formales
de Cancillería, 2012: 2).
Asimismo, en el marco de la V MIAH de Panamá (2012), la REHU- MERCOSUR
presentó su Modelo Subregional de Suministros Humanitarios en casos de Desastres,
como modelo posible de réplica a las restantes subregiones.
En la última reunión de Jamaica (2013), se hizo especial énfasis en la necesidad de
fortalecer la coordinación a través del incremento del diálogo y la complementariedad
entre CELAC y el Grupo de Seguimiento de MIAH. Se acordó también impulsar el
Grupo Técnico de Donantes regional; avanzar en la implementación del Plan de
Acción de Panamá 2012-2013, que en líneas generales establece una guía para
mejorar la coordinación humanitaria internacional; incentivar un mayor nivel de
asociación entre los sectores público y privado; y apoyar el establecimiento temprano
de un Centro Logístico Regional de Asistencia Humanitaria para las Américas en la
República de Panamá y un centro subregional en Jamaica.
82 Proporciona procedimientos para la gestión, la canalización, el tránsito y la recepción ordenada de la
asistencia humanitaria internacional, facilitando herramientas para orientar la solidaridad de los donantes
y mejorar sustancialmente la calidad de dicha asistencia, así como reducir la llegada de donaciones
inadecuadas y de asistencia no solicitada.
Capítulo II: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL NUEVO ESCENARIO DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
117
5.2. Plataformas de Reducción de Riesgos de Desastres
Las Naciones Unidas, a través de la Estrategia Internacional para la Reducción de
Desastres (EIRD), ha exhortado a los países a establecer Plataformas Regionales y
Nacionales, como mecanismos institucionales para reducir de forma sistemática el
creciente impacto de los desastres. Esto alentó la creación de plataformas ​​para la
reducción del riesgo de desastres en África, Asia y el Pacífico, los Estados Árabes,
Europa y las Américas. Estas plataformas ofrecen la oportunidad de intercambiar
información y conocimiento, así como determinar el camino a seguir para la acción
en una región determinada.
La Plataforma Regional para la Reducción del Riesgo de Desastres83 (RRD) en las
Américas es el espacio principal que reúne a actores claves en la materia. Es un foro
multisectorial y de amplia participación que refleja los compromisos y preocupaciones
de gobiernos, organizaciones intergubernamentales, organizaciones internacionales,
organizaciones no gubernamentales, organizaciones comunitarias, instituciones
científicas y académicas, el sector privado, donantes y los medios de comunicación.
La Primera reunión se llevó a cabo a los dos años de creada la Plataforma Mundial, en
2009 en la Ciudad de Panamá, la Segunda reunión tuvo lugar en 2011 en la ciudad de
Nueva Vallarta, México y la Tercera reunión en Santiago de Chile en 2012.
En cada una de las reuniones se han priorizado o incorporado, enfoques especiales: en
la primera sesión (2009) la gran mayoría de las recomendaciones hicieron hincapié
en la participación comunitaria y el involucramiento a nivel local (comunitario,
municipal) para la RRD. En la segunda sesión (2011), se enfatizó en el vínculo
de la RRD con la adaptación al cambio climático, se invitó a expandir el trabajo
descentralizado en reducción de desastres a nivel sub-nacional, y se profundizó en
los temas de género, niñez, conocimientos ancestrales y riesgo en contextos urbanos.
En la tercera sesión (2012), por primera vez el enfoque de la RRD se basó en la
resiliencia y destacó la necesidad de involucrar al sector privado, así como de utilizar
instrumentos de financiamiento para la reducción de riesgos.
En cuanto a las Plataformas Nacionales (PN), se pueden definir como mecanismos
nacionales -puede ser un sistema, foro, comité, red, etc.-, que abordan los objetivos de
la reducción del riesgo de desastres mediante procesos coordinados, participativos
e interactivos de pensamientos y acciones. Los procesos que llevan a cabo las PN,
abarcan el análisis de la situación, la formulación de políticas y planes de acción, y la
implementación, monitoreo y revisión habitual de las actividades para la reducción
de desastres. Cada país determina por sí mismo la mejor forma de abordar la
elaboración e implementación de su PN para la reducción del riesgo de desastres,
dependiendo de las circunstancias prevalecientes en términos económicos, sociales
y ecológicos84.
83 UNISDR: Organizaciones regionales y plataformas, http://www.unisdr.org/partners/regional
84 UNISDR: Plataformas Nacionales para la Reducción del Riesgo de los Desastres, http://www.eird.org/
esp/inf-paises/principios-guia.htm#II
118
En el continente americano son quince los países que han desarrollado oficialmente
este mecanismo: Argentina, Bolivia, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El
Salvador, Guatemala, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú y Venezuela.
En Argentina, en octubre de 2007 se realizó la primera reunión organizada por la
Comisión Cascos Blancos para discutir el desarrollo de la Plataforma Nacional. En
abril de 2008 se realizó el segundo encuentro y quedó formalmente constituida la
Plataforma Nacional para la Reducción del Riesgo de Desastres con la presidencia
conjunta de la Comisión Cascos Blancos perteneciente al Ministerio de Relaciones
Exteriores y Culto, y por la Dirección Nacional de Protección Civil perteneciente en
ese momento, al Ministerio del Interior y Transporte85.
A partir de ese momento, los grupos fijaron su agenda de trabajo y se reúnen dos veces
por año en forma plenaria. La Plataforma está constituida actualmente por alrededor
de 100 miembros, representantes de organismos públicos nacionales, provinciales
y municipales; instituciones especializadas; sector académico proveniente de
universidades públicas y privadas; ONG vinculadas a la temática; y sector privado
como compañías de seguros y bancos86.
En estos años, la Argentina ha cumplido un rol proactivo y destacado en el ámbito
de reducción de desastres, reconocido por la comunidad internacional. Ha estado
presente en todas las reuniones de las Plataformas Mundial y Regional Las Américas,
y cuenta con una de las Plataformas Nacionales más antiguas, demostrando avances
en la reducción de riesgos de desastres que quedan plasmados en sus Informes
Nacionales presentados bianualmente desde su instauración, que han merecido el
reconocimiento de la EIRD87. Además, en el período 2007-2009 Argentina presidió
el Grupo de Apoyo a la EIRD, y es también uno de los países activos en el debate que
conducirá al Marco de Acción post 2015, que regirá el nuevo paraguas mundial que
abrazarán los países en materia de reducción de riesgos.
5.3. Foro de Coordinación y Cooperación de Mecanismos Subregionales de
Gestión del Riesgo de Desastres de América Latina y el Caribe
En julio de 2009 la Caribbean Disaster Emergency Management Agency (CDEMACARICOM); el Centro de Coordinación para la Prevención de Desastres Naturales en
América Central (CEPREDENAC); el Comité Andino para la Prevención y Atención
de Desastres (CAPRADE) y la Reunión Especializada de Reducción de Riesgo de
85 En mayo de 2013, el Decreto 636/2013 señala que el Ministerio de Seguridad resulta el ámbito
más conveniente para coordinar la programación y ejecución de las acciones tendientes a solucionar
situaciones extraordinarias o emergencias que se produzcan en el territorio de la Nación, y por lo tanto,
ordena que la Dirección Nacional de Protección Civil, se transfiera del ámbito del Ministerio del Interior y
Transporte a la órbita del Ministerio de Seguridad.
86 Sobre la composición de la Plataforma Nacional, consultar: http://www.eird.org/perfiles-paises/
perfiles/index.php/Argentina
87 El Informe Nacional del Progreso en la Implementación del Marco de Acción de Hyogo(2011-2013)
presentado por el Presidente de la Comisión Cascos Blancos, Gabriel Fuks, en Ginebra en mayo de 2013,
puede encontrarse en http://www.preventionweb.net/files/28905_arg_NationalHFAprogress_2011-13.pdf
Capítulo II: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL NUEVO ESCENARIO DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
119
Desastres Socionaturales, la Defensa, la Protección Civil y la Asistencia Humanitaria
(REUH/MERCOSUR), constituyeron el Foro de los Mecanismos Subregionales de
Gestión del Riesgo de Desastres, como un espacio de coordinación y cooperación
técnica de los organismos subregionales.
Su propósito es constituirse en una instancia técnica tomando como base las
políticas, estrategias, metodologías e instrumentos desarrollados por cada uno de sus
integrantes, para contribuir al fortalecimiento y la articulación de las iniciativas de las
Plataformas Nacionales, Subregionales y Nacionales, evitando de este modo duplicar
esfuerzos. Su creación no implicó la constitución de un nuevo aparato burocrático,
sino de un espacio de coordinación y cooperación, que facilite la discusión y el
intercambio de experiencias entre los distintos mecanismos subregionales.
Desde su creación, hasta el año 2013 se han llevado a cabo seis reuniones donde se
acordó diseñar una Agenda Estratégica Común. Entre las acciones adelantadas está la
elaboración del documento “Análisis comparativo de los mecanismos subregionales
integrantes del Foro”, la iniciativa de cooperación del CEPREDENAC con el CAPRADE
sobre Centros de Operaciones de Emergencia, y acciones de cooperación del
CAPRADE con la REHU para la formulación de la Guía de Operaciones para Asistencia
Mutua frente a Desastres en los Países Andinos (SELA, 2010).
En la VI Reunión realizada en Cartagena de Indias en abril de 2013, los delegados se
comprometieron a:
a) Contribuir, en armonía con el Marco de Acción de Hyogo, al objetivo de lograr
para 2015 que un 25% de sus municipios estén trabajando en 10 aspectos
esenciales de “ciudades resilientes”;
b) Diseñar y elaborar Guías y Manuales de Cancillerías que faciliten y
estandaricen la asistencia mutua en caso de desastres;
c) Promover la elaboración de mecanismos de intercambio y consolidación
de información en materia de Gestión del Riesgo de Desastres para las
Américas;
d) Tomar las acciones de promoción y comunicación ante los niños y jóvenes
para generar conciencia en relación con la Gestión Integral del Riesgo y
organizar en el 2014, el Primer Encuentro Regional Juvenil e Infantil de
Gestión Integral del Riesgo de Desastres;
e) Promover y fortalecer las estrategias de protección financiera frente a
Desastres, con el apoyo de organismos internacionales;
f) Promover la incorporación de la variable Riesgo frente a amenazas de
origen natural y cambio climático en los procesos de formulación, diseño y
evaluación de los proyectos de inversión pública;
120
g) Diseñar una estrategia para consolidar un grupo de trabajo para cada
subregión en materia de Gestión de Riesgo y Cambio Climático, que permita
hacer un diagnóstico de las agendas nacionales y que facilite la articulación
de una red regional.
Lo analizado hasta aquí muestra que en los últimos años, las instancias decisorias de
los procesos de integración latinoamericanos, están formulando e implementando
medidas que permitan reducir los riesgos existentes e impidan el desarrollo de
nuevos factores de riesgo, y que posibiliten atender las emergencias y desastres que
afectan a la región, para proteger la vida y la integridad de las personas así como el
patrimonio público y privado.
Para ello, coincidente con el impulso y vigencia del Marco de Acción de Hyogo 20052015, están abordando la reducción de riesgos de desastres como un proceso continuo
que comprende la estimación, prevención, preparación y respuesta a desastres
y la rehabilitación y la reconstrucción, incluyendo mecanismos de cooperación y
asistencia humanitaria internacional, bilateral y multilateral, así como el intercambio
de experiencias y buenas prácticas en la materia.
En este sentido se coincide con el Documento del SELA (2010: 20), cuando afirma
que desde 2005, las instituciones tanto subregionales como regionales han tenido un
proceso de maduración. América Latina y el Caribe presenta una tendencia creciente
a fortalecer los sistemas institucionales y normativos, y a propiciar y favorecer la
integración y la cooperación entre sus naciones, pero también ha habido una mayor
preocupación por atender y demandar compromisos con respecto a la preservación
del medio ambiente, la reducción de las condiciones de pobreza e inequidad,
la promoción del desarrollo sostenible y a fortalecer la identidad y los lazos de
colaboración entre los países e instancias de la región.
Así, en coincidencia con estos desafíos, las instituciones nacionales y subregionales
de los países latinoamericanos han promovido donde no existían, la conformación de
organismos de concertación como CAPRADE y REHU; o impulsando un proceso de
revisión y actualización de sus Convenios Constitutivos (CEPREDENAC) y sus marcos
normativos y jurídicos (CDEMA). También han propiciado que otras instancias
nacionales o sectoriales afines hagan lo propio -de incluir la reducción de riesgos- en
sus agendas y programas.
Si bien es necesario reconocer los avances dados, también hay que señalar que algunas
de estas iniciativas se encuentran aún en etapas madurativas, y que el progreso hacia
la reducción de riesgos continua siendo heterogéneo. Los principales obstáculos son
la debilidad de la recopilación de datos para prevenir, identificar vulnerabilidades,
impulsar la alerta temprana; la carencia de comunicación efectiva y coordinación
entre entidades vinculadas a la gestión de riesgos aún dentro de un mismo espacio
nacional; la diversidad de enfoques y conceptos; la todavía marcada orientación
hacia la respuesta a emergencias y desastres, y la dificultad en el entendimiento
y comprensión de la “gestión de riesgos” como una construcción social, como un
enfoque vinculado al desarrollo, siendo aún limitados los avances logrados respecto
Capítulo II: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL NUEVO ESCENARIO DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
121
a la integración de la reducción de riesgos en la planificación y el desarrollo social,
económico, urbano, medioambiental y de infraestructura, o su vinculación con el
cambio climático.
6. EL NUEVO PARADIGMA EN LA CONSTRUCCIÓN DE MARCOS INSTITUCIONALES
EN PAÍSES DE AMÉRICA LATINA
A la luz del nuevo paradigma, varios países han impulsado la creación de organismos
así como distintos modelos de legislaciones nacionales de adaptación a las nuevas
realidades y complejidades de los desastres. Con el acuerdo de la Estrategia
Internacional sobre la Reducción de los Desastres y la adopción del “Marco de
Acción de Hyogo para 2005-2015”, los países de la región asumieron una serie
de compromisos, dentro de los cuales se estableció como objetivo velar para que
la reducción del riesgo de desastre constituya una prioridad de los gobiernos
nacionales y locales, dotada de una sólida base institucional y de una legislación
favorable a su implementación. Así, algunos países han modificado sus estructuras y
marcos normativos para abordar el riesgo de desastres de manera integral y no sólo
enfocarse en la respuesta a emergencias.
6.1. República Federativa del Brasil
De acuerdo al Decreto 5736 en el año 2005 se establece en Brasil la creación de un
Sistema Nacional de Defensa Civil (SINDEC) que estipula un conjunto de medidas
preventivas, de asistencia y de recuperación destinadas a evitar desastres y minimizar
sus impactos para la población y restablecer la normalidad social.
La coordinación del SINDEC es responsabilidad de la Secretaría Nacional de Defensa
Civil (SEDEC) que está vinculada con una oficina del Ministerio de Integración
Nacional. La SEDEC tiene a su cargo la coordinación de la gestión de desastres en
todos los niveles en Brasil. Existen muchas entidades debajo de la SEDEC en el
ámbito regional, estadual, municipal y en niveles aún menores que son responsables
de dar respuesta a los desastres y de coordinarla en sus respectivas áreas.
El Plan de Defensa Civil, en Brasil, se entiende como una actividad permanente
de carácter comunitario, que pretende actuar en las cuatro dimensiones de la
emergencia, a saber: la acción preventiva, para reducir la ocurrencia de desastres, el
socorro, orientado el rescate de vidas humanas y los bienes, la asistencia, la creación
de las condiciones para la asistencia, alimentos y atención médica a las víctimas,
y, finalmente, la recuperación, buscando el restablecimiento de las condiciones
anteriores al desastre.
Fundamentalmente, la respuesta en caso de desastre en Brasil es marcadamente
descentralizada y funciona de abajo hacia arriba con una mínima coordinación por
parte del gobierno nacional. En caso de desastres, el municipio afectado pone en
práctica su propia respuesta. Cuando el alcance del desastre excede la capacidad de
122
respuesta de la municipalidad, interviene la oficina regional, luego, la estadual y luego
la nacional. Esta división de facultades es producto de la estructura de la legislación
del Brasil que asigna una gran autonomía a los gobiernos locales y estaduales.
Sin embargo, esta característica de la gestión del riesgo en Brasil, al tiempo que
intenta promover la participación local en el tema de los desastres, incurre en una
de sus principales debilidades en la implementación de esta política pública, ya que
muchos municipios no tienen la estructura suficiente para crear las condiciones
mínimas de aplicación de la gestión del riesgo88 (personal capacitado, equipo, etc.).
Teniendo en cuenta esta debilidad y la falta de respuesta de este esquema normativo
e institucional ante las inundaciones y deslizamientos acontecidos en el año 2011 en
el estado de Río de Janeiro donde murieron más de 900 personas, es que el gobierno
de Dilma Rousseff, lanza en agosto de 2012 el Plan Nacional de Gestión de Riesgo y
Respuesta a Desastres Naturales con la finalidad de realizar un mapeamiento de las
áreas de riesgo y estructurar un sistema de monitoreo, alerta y respuesta a desastres.
Para ello, propone destinar 9.000 millones de dólares (18,8 billones de reales) hasta
2014 para la compra de equipos, la construcción de obras de infraestructura, el
fortalecimiento del departamento de Defensa Civil y la constitución de un fondo para
atender emergencias.
En cuanto a la ayuda humanitaria internacional brindada por Brasil, ésta es coordinada
por el Grupo Interministerial sobre Asistencia Humanitaria Internacional (GIAHI)
creado en 2006. Este Grupo funciona bajo la órbita del Ministerio de Relaciones
Exteriores y está integrado también por otros 11 ministerios89 y la Casa Civil de
la Presidencia (CCPR), la Secretaria General (SGPR) y el Gabinete de Seguridad
Institucional (GSI) que actúan en forma conjunta en el área de ayuda humanitaria. El
Ministerio de Relaciones Exteriores es el responsable de su organización y el objetivo
principal del GIAHI es coordinar los esfuerzos brasileños de ayuda humanitaria en
el exterior e incrementar la capacidad de respuesta del país frente a situaciones de
crisis humanitarias, especialmente en América Latina y el Caribe.
La prestación de asistencia humanitaria de Brasil -previo a la creación del Grupo
Interministerial- se realizaba de forma esporádica y focalizada en aquellos desastres
que tenían mayor repercusión en los medios de comunicación. A partir de este nuevo
mecanismo, el gobierno brasileño intensificó sustancialmente su ayuda y desarrolló
distintos instrumentos para mejorar la coordinación y la eficiencia en la prestación
de asistencia humanitaria. Para tal fin, se implementó una dinámica multidisciplinar
y participativa de coordinación entre organismos gubernamentales y la sociedad
88 A finales de 2008, al menos 1.360 municipios brasileños no poseían Defensa Civil municipal, (Secretaría
Nacional de Defensa Civil – SEDEC-BRASIL, 2009)
89 Ministério da Defesa (MD); Ministério da Justiça (MJ); Ministério da Fazenda (MF); Ministério da
Agricultura, Pecuária e Abastecimento (MAPA); Ministério da Saúde (MS); Ministério da Integração
Nacional (MI); Ministério do Desenvolvimento Social e Combate à Fome (MDS); Ministério da Educação
(MEC); Ministério do Desenvolvimento Agrário (MDA); Ministério das Comunicações (MC); e Secretaria
Especial dos Direitos Humanos (SEDH).
Capítulo II: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL NUEVO ESCENARIO DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
123
civil tanto para definir estrategias sostenibles como para participar en las campañas
de recaudación de fondos para apoyar a las agencias humanitarias de la ONU.
Según documentos oficiales elaborados por el Ministerio de Relaciones Exteriores90
la estrategia brasileña de asistencia humanitaria posee dos dimensiones: de
emergencia y estructural. A través de la primera el gobierno brasileño busca
contribuir a la seguridad alimentaria, mejorar la vivienda, la educación y la
salud de las poblaciones afectadas sobre todo mediante el envío de donaciones.
Principalmente, la ayuda humanitaria consiste en la donación de alimentos, recursos
financieros y medicamentos para asistir a los países afectados por conflictos o
desastres naturales (Corrêa Kruschewsky, 2011). Estos recursos son autorizados por
la Ley de Presupuesto Anual bajo el Ministerio de Relaciones Exteriores y se canalizan
mediante la transferencia a las embajadas y consulados brasileños localizados
en los países afectados por desastres, conflictos armados y convulsiones sociales.
Asimismo, con el fin de simplificar aún más el envío de donaciones por vía área se
organizó en la ciudad de Río de Janeiro un Depósito Internacional Humanitario,
donde se almacenan 14 toneladas de alimentos, con el objetivo de atender con la
mayor urgencia las necesidades humanitarias de la comunidad internacional.
Es importante destacar que el gobierno del Brasil presta asistencia humanitaria a
petición del país receptor y con su consentimiento, y en general, se invita al país
demandante a presentar una lista de prioridades a la embajada de Brasil. El canal más
común para la prestación de asistencia humanitaria es el bilateral, ya que constituye
la forma preferida y priorizada por los países receptores (Documento GIAHI, 2010).
Sin embargo, “es de suma importancia para Brasil lograr una mayor coordinación con
otros proveedores de ayudas como las organizaciones internacionales, aun cuando la
asistencia suceda entre Gobierno y Gobierno (bilateral)” (Documento GIAHI, 2010:
8). Es así que, el GIAHI trabaja también en conjunto con los principales organismos
de Naciones Unidas involucrados en la ayuda humanitaria internacional, tales como
la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios
(OCHA), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y con organismos regionales
como la Organización de los Estados Americanos (OEA).
Por su parte, el aspecto estructural consiste en acciones que buscan promover
soluciones a largo plazo al problema de la seguridad alimentaria, el bajo nivel de
desarrollo social y la resiliencia de los países ante los desastres. En este sentido,
busca estimular las condiciones locales en los países afectados o vecinos, así como el
fortalecimiento de la capacidad de recuperación de las instituciones fundamentales,
como escuelas y hospitales. En relación con la seguridad alimentaria y nutricional de
los grupos vulnerables o afectados por desastres socionaturales, el GIAHI promueve
la implementación de sus programas socioeconómicos como el Programa de
90 Para mayor información consultar: http://www.itamaraty.gov.br/temas/balanco-de-politica-externa2003-2010/7.1.10-assistencia-humanitaria/?searchterm=Assist%C3%AAncia%20Humanit%C3%A1ria
124
Adquisición de Alimentos (PAA)91 y el Programa Nacional de Alimentación Escolar
(PNAE)92 en otros países.
También, es importante destacar que en la práctica, el GIAHI formula propuestas de
proyectos de ley destinados a fortalecer las acciones humanitarias internacionales
asumidas por Brasil. En este marco, importantes avances fueron: 1) la preparación del
proyecto de ley 737/2007 con el fin de proporcionar un marco jurídico amplio para
la acción de todos los miembros del gobierno brasileño en la asistencia internacional
humanitaria93 y 2) la preparación del borrador de la asistencia humanitaria nacional.
Varios gobiernos estatales han estado involucrados en la prestación de asistencia
humanitaria internacional, como es el caso de Bahía, Paraná, Santa Catarina y Río
Grande do Sul.
A partir de estas iniciativas, el GIAHI intensificó su ayuda y propició la coordinación
de operaciones de asistencia humanitaria en países como Bolivia, Surinam, Ecuador
y Líbano, con participación de la sociedad civil. Otros ejemplos de estas actuaciones
fueron la distribución de alimentos en Haití, la ayuda a las víctimas del terremoto de
China o la asistencia a Belice y Myanmar en 2008. En 2009 se realizó una operación
inédita de ayuda humanitaria triangular entre Brasil y España con destino a las
poblaciones azotadas por huracanes en Cuba, Haití y Honduras94.
6.2. República del Ecuador
Ecuador dio un paso pionero al incorporar en la nueva Constitución de 2008 la gestión
de riesgos como un derecho fundamental de los ecuatorianos. Bajo esta premisa, se
creó la Secretaría Técnica de Gestión de Riesgos, como entidad adscrita al Ministerio
Coordinador de Seguridad Interna y Externa, aunque en 2009, esta Secretaría se
reestructura bajo la figura de la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos, la cual
ejerce sus competencias y funciones de manera independiente, descentralizada y
desconcentrada. Actualmente, la Secretaría Nacional de Gestión, como entidad rectora,
trabaja estrechamente con las provincias, en la construcción de un Sistema Nacional
descentralizado y desconcentrado, sobre la base de tres pilares fundamentales: 1)
técnico, 2) educación, capacitación y difusión, y 3) respuesta inmediata.
91 El Programa de Adquisición de Alimentos promueve el acceso a los alimentos a las poblaciones en
situación de inseguridad alimentaria y fomenta la inclusión social y económica en el campo, por medio
del fortalecimiento de la agricultura familiar. Contribuye a la formación de stocks estratégicos y al
abastecimiento de instituciones de asistencia social. En el año 2012 se realizó un ciclo de intercambio
de experiencias entre Brasil y África y se implementó- en base a la experiencia brasileña- un proyecto de
adquisición de alimentos en cinco países africanos.
92 El Programa Nacional de Alimentación Escolar en Brasil atiende las necesidades nutricionales de
los alumnos durante su estancia en la escuela, con esto se busca contribuir al crecimiento, desarrollo,
aprendizaje y rendimiento escolar de los estudiantes; y promover la formación de hábitos alimenticios
saludables.
93 En cumplimiento del segundo objetivo fijado para el GTIAHI, se presentó el 17 de abril de 2007, en la
Cámara de Representantes, el proyecto de ley 737/2007, que prevé acciones humanitarias internacionales
emprendidas por el Ejecutivo, con el propósito de prevenir, proteger, preparar, prevenir y reducir el
sufrimiento y ayudar a otros países o regiones que están en situaciones de emergencia.
94 En el período 2008-2009, los recursos de ayuda humanitaria enviados por Brasil ascendieron a un
total de 2 millones de dólares.
Capítulo II: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL NUEVO ESCENARIO DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
125
Respecto a la normativa relativa a la asistencia en casos de desastres95, Ecuador
posee, además de los artículos que contiene la Constitución Nacional, un conjunto
de leyes que hacen referencia a la acción gubernamental en la materia. Entre ellas
se destaca, la Ley de Seguridad Pública y del Estado que establece la creación y
funciones de la mencionada Secretaría y afirma que “…la prevención y las medidas
para contrarrestar, reducir y mitigar los riesgos de origen natural y antrópico o
para reducir la vulnerabilidad, corresponden a las entidades públicas y privadas,
nacionales, regionales y locales”.
También cabe subrayar el Código Orgánico de Ordenamiento Territorial, Autonomías
y Descentralización (COOTAD), el cual define las competencias para el ejercicio de la
gestión de riesgos estableciendo que “La gestión de riesgos que incluye las acciones
de prevención, reacción, mitigación, reconstrucción y transferencia, para enfrentar
todas las amenazas de origen natural o antrópico que afecten al cantón, se gestionarán
de manera concurrente y de forma articulada con las políticas y los planes emitidos
por el organismo nacional responsable, de acuerdo con la Constitución y la Ley”.
Respecto a las acciones internacionales, dicho documento hace mención a la necesidad
de la cooperación internacional y del fomento de la aplicación de los instrumentos
normativos internacionales. No obstante, se destaca el modelo de descentralización
de la acción en Ecuador, el cual establece que la “los gobiernos autónomos
descentralizados podrán gestionar la obtención de recursos de la cooperación
internacional y asistencia técnica para el cumplimiento de sus competencias propias
en el marco de los objetivos nacionales, de sus planes de desarrollo y los principios de
equidad, solidaridad, interculturalidad, subsidiariedad, oportunidad y pertinencia”.
6.3. República de El Salvador
La Ley de Protección Civil, Prevención y Mitigación de Desastres (Decreto Legislativo
Nº 777 de agosto de 200596) establece la creación del Sistema Nacional de Protección
Civil, Prevención y Mitigación de Desastres, integrado por una Comisión Nacional de
Protección Civil, Prevención y Mitigación de Desastres, Comisiones Departamentales
y Comisiones Municipales y Comunales. Constituye un conjunto interrelacionado,
descentralizado en su operatividad, integrado por instituciones públicas y privadas,
que tendrán la responsabilidad de formular y ejecutar los respectivos planes de
trabajo de protección civil, así como aquellos relativos a la prevención del manejo del
riesgo de desastres y de mitigación de sus impactos.
La Dirección General de Protección Civil, Prevención y Mitigación de Desastres97, es
el ente encargado de coordinar y ejecutar diversas acciones relativas a la Protección
Civil, Prevención y Mitigación de Desastres. Depende jerárquica y funcionalmente del
Ministerio de Gobernación.
95 Para mayores detalles ver: Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos (2012) Manual del Comité de
Gestión de Riesgo, Quito, Ecuador.
96 Disponible en: http://issuu.com/procivil.sv/docs/ley_de_proteccion_civil
97 Para más detalles de este organismo visitar su sitio web oficial: http://www.proteccioncivil.gob.sv/
126
La gestión de la asistencia humanitaria internacional -una vez emitido un decreto
de emergencia nacional por desastre- es competencia del Ministerio de Relaciones
Exteriores98, siendo sus funciones las de coordinar tanto las solicitudes, como
los ofrecimientos de Recursos de Asistencia Humanitaria (RAH), en estrecha
coordinación con la Dirección General de Protección Civil, que es la instancia técnica
responsable de determinar el tipo y cantidad de dichos recursos que se solicitarán y
aceptarán de la comunidad internacional.
En la Ley antes mencionada, se entiende el desastre como “el conjunto de daños
a la vida e integridad física de las personas, patrimonio y ecosistemas del país,
originados por los fenómenos naturales, sociales o tecnológicos y que requieren el
auxilio del Estado. Los desastres pueden ser originados por causas naturales o por
el ser humano”.
Hace hincapié en el manejo de desastres entendido como “políticas, planes,
programas, proyectos y acciones dirigidas a crear o incrementar las capacidades de
una sociedad para enfrentarse a una situación de desastre. Comprenden las fases de
preparación, atención a la emergencia, rehabilitación y reconstrucción”.
6.4. República del Perú
La Ley Nº 29.664 de inicios de 2011, establece el Sistema Nacional de Gestión del
Riesgo de Desastres (SINAGERD) como un sistema interinstitucional, sinérgico,
descentralizado, transversal y participativo, con la finalidad de identificar y reducir
los riesgos asociados a peligros o minimizar efectos, así como evitar la generación
de nuevos riesgos, preparación y atención ante situaciones de desastre mediante el
establecimiento de lineamientos de política, componentes, procesos e instrumentos
de la Gestión del Riesgo de Desastres.
Según la ley mencionada, el Instituto Nacional de Defensa Civil99 (INDECI) es uno de
los organismos que conforma el SINAGERD y es el responsable técnico de coordinar,
facilitar y supervisar la formulación e implementación de la Política Nacional y el
Plan Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres en los tres niveles del gobierno. El
INDECI posee autonomía técnica, funcional, administrativa, económica y financiera
para su gestión y se encuentra bajo la órbita de la Presidencia del Consejo de
Ministros.
En junio de 2012 se presentó el Plan Nacional de Gestión de Riesgos de Desastres
2012-2021. El mismo entiende a los desastres no sólo como eventos de la naturaleza
sino, como “situaciones que resultan de desequilibrios en la relación entre la
dinámica de lo natural y la dinámica humana, las políticas públicas de desarrollo
98 En el mes de enero de 2009 el Ministerio de Relaciones Exteriores de El Salvador presentó una versión
actualizada del Manual para la Gestión de Asistencia Humanitaria Internacional en Casos de Desastres. El
mismo intenta incorporar avances relacionados con la coordinación interinstitucional, así como la visión
moderna de la gestión de Asistencia Humanitaria Internacional para asistir a las víctimas de desastres.
99 Para más detalles de este organismo visitar su sitio web oficial: http://www.indeci.gob.pe/
Capítulo II: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL NUEVO ESCENARIO DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
127
nacional, además de las políticas económicas y sectoriales deben tener en cuenta
la problemática de los desastres, no hay que olvidar que toda la infraestructura y
perdidas que se generan cuando hay un desastre fueron alguna vez un proyecto de
desarrollo”.
Respecto a la gestión del riesgo de desastre (GRD), se entiende a la misma como “un
proceso social cuyo fin último es la prevención, la reducción y el control permanente
de los factores de riesgo de la sociedad, así como la adecuada preparación y respuesta
ante situaciones de desastre”. En base a estas definiciones, desde el Plan se promueve
la integración del análisis y la reducción del riesgo a la planificación del desarrollo y
del territorio.
El nuevo Plan especifica como estrategia en materia internacional “Mejorar
continuamente la respuesta de las instituciones y asegurar la asistencia humanitaria
nacional e internacional a la población en caso de emergencia y/o desastres para
fortalecer la resiliencia”. Para ello, entre las acciones a realizar se señalan; a)
fortalecer el planeamiento operativo y logístico de los centros de operaciones de
emergencias nacionales, sectoriales, regionales y locales y, b) desarrollar y aplicar
normas y protocolos simplificados para el desaduanaje, ingreso y movilización de
ayuda humanitaria internacional.
6.5. República Oriental del Uruguay
En el año 2009 de acuerdo a la Ley Nº 18.621100 se estableció la creación del Sistema
Nacional de Emergencias (SINAE), un sistema público de carácter permanente,
cuya finalidad es la protección de las personas, los bienes de significación y el
medio ambiente, ante situaciones de desastre, mediante la coordinación conjunta
del Estado con el adecuado uso de los recursos públicos y privados disponibles, de
modo de propiciar las condiciones para el desarrollo nacional sostenible. En la ley
se presentan tres términos que definen los objetivos del SINAE101: a) Articular “las
tareas y responsabilidades de entidades y órganos públicos, instituciones sociales e
individuos, en la prevención, mitigación, atención, rehabilitación y recuperación ante
situaciones de desastre”; b) Integrar “... los esfuerzos públicos y privados en forma
eficaz y eficiente”; C) Garantizar “... un manejo oportuno, eficaz y eficiente de todos
los recursos humanos, técnicos, administrativos y económicos”.
El SINAE además presenta todos los decretos, leyes y resoluciones relativas a la
Gestión Integral del Riesgo de Desastres en el país. La ley permite articular no sólo a
todos los organismos del Estado, sino también a las empresas privadas, por ejemplo
en la utilización de espacios privados en forma temporal como así también realizar
compras rápidas de equipamiento y recibir asistencia internacional.
100 El texto completo de la Ley se encuentra disponible en: http://www.sne.gub.uy/index.
php?option=com_content&view=article&id=28&Itemid=47
101 Para mayores detalles ver: www.sne.gub.uy
128
La ley estipula principalmente que ante una situación de desastre el accionar se
instrumenta en dos niveles, un primer nivel que es local o departamental donde se
actúa con los recursos disponibles, y un segundo nivel es en el que se actúa a nivel
nacional, por ejemplo con apoyo económico o militar. En el inciso D del artículo 3°
de la ley se define, precisamente, esta forma de actuación: “Descentralización de la
gestión y subsidiariedad en las acciones: la reducción del riesgo y la atención de
desastres se cumplirá primariamente en forma descentralizada”.
Asimismo, de la ley se desprende la creación de una Dirección Nacional facultada para
activar todos los mecanismos del Estado para hacer frente a un desastre. Además,
es importante destacar que la ley estipuló la creación de un Fondo Nacional para
la Prevención y la Atención de Desastres destinado a atender subsidiariamente las
actividades de prevención, mitigación, atención y rehabilitación a cargo del Sistema
Nacional de Emergencias (Art. 24 Ley). El SINAE tiene la titularidad y disponibilidad
de la totalidad de este Fondo y está integrado por donaciones y legados con destino
al Sistema o al cumplimiento de sus actividades específicas o coordinadas por el o
por transferencias provenientes de otras entidades públicas. Si bien se creó este
mecanismo, aún está pendiente su reglamentación.
6.6. República Bolivariana de Venezuela
El tema de la acción estatal frente a desastres adquirió importancia decisiva en
Venezuela a partir del año 1999, a raíz del deslave en el estado Vargas que causó
la destrucción de más de 15.000 viviendas y unos 75.000 damnificados. Dicho
fenómeno llevó al Estado venezolano a darle rango constitucional al tema, con lo
cual varios artículos referidos a los Derechos Civiles, a los Deberes y a la Seguridad
Ciudadana están presentes en la Constitución de 1999.
Este marco, dio origen a la Ley de la Organización Nacional de Protección Civil y
Administración de Desastres, aprobada en el año 2001, instrumento mediante el
cual se creó la Dirección Nacional de Protección Civil y Administración de Desastres,
dependiente del Ministerio del Interior y Justicia. Este organismo que se mantuvo vigente
hasta septiembre de 2013, operó tanto a nivel nacional, como estadual y municipal, y se
dedicó a ejecutar la Política Nacional de Protección Civil y Administración de Desastres
que incluía: garantizar la coordinación de los esfuerzos interinstitucionales y la dotación
de recursos materiales y equipos; velar por el entrenamiento de personal de defensa civil;
promover la realización de los programas educativos, formales o informales; incentivar la
preparación de la ciudadanía frente a desastres.
Como respuesta al Marco de Hyogo, dicha Dirección Nacional ejecutó desde el año 2006
el Proyecto Centro Nacional de Prevención y Atención de Desastres (CENAPRAD102) que
tuvo como objetivo la recolección de toda la información relacionada con amenazas
y vulnerabilidades, a través de una plataforma tecnológica que articula a todos los
componentes del Sistemas Nacional de Protección Civil. El CENAPRAD cuenta con una
base de datos para visualizar las zonas de riesgo a nivel nacional y está disponible para
102 Para más detalles ver: www.pcivil.gob.ve/
Capítulo II: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL NUEVO ESCENARIO DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
129
que todos los actores claves conozcan las orientaciones necesarias para la Reducción de
Riesgo de Desastres.
Otro aspecto a resaltar en ese entonces fue la creación en 2005 de la Fuerza de Tarea
Humanitaria “Simón Bolívar”, adscrita a la Dirección Nacional de Protección Civil y
Administración de Desastres, perteneciente a su vez, al Ministerio de Poder Popular
para Relaciones Interiores, Justicia y Paz. Dicha Fuerza es una unidad profesional,
multidisciplinaria y multisectorial con capacidad de actuación nacional e internacional
en los países integradores del ALBA y de la Comunidad Andina, que cuenta con equipos
especializados para realizar operaciones de búsqueda, rescate y salvamento, de educación
y capacitación, de atención de afectados o damnificados en las áreas psicosocial y
médica, así como de planificación y evaluación de situaciones que impliquen amenaza,
vulnerabilidad o riesgo para la población.
En el marco normativo, el abordaje de la temática experimentó un giro copernicano
con la sanción en 2009 de la Ley de Gestión Integral de Riesgos Socionaturales y
Tecnológicos103 que establece los principios rectores y lineamientos que orientan la
política nacional en la materia. En ella se define a los desastres como “alteraciones
graves en las personas, los bienes, los servicios y el ambiente, causadas por un suceso
natural o generado por la actividad humana, que exceden la capacidad de respuesta
de la comunidad afectada”.
También en esta ley es central la noción de gestión integral de riesgos, definida como
“un proceso orientado a formular planes y ejecutar acciones de manera consciente,
concertada y planificada, entre los órganos y los entes del Estado y los particulares,
para prevenir o evitar, mitigar o reducir el riesgo en una localidad o en una región,
atendiendo a sus realidades ecológicas, geográficas, poblacionales, sociales,
culturales y económicas”.
Con vistas de instrumentar la ley de 2009, y propiciar el tratamiento correctivo y
prospectivo de la gestión de riesgos, de manera separada de la propia gestión del
desastre; en septiembre de 2013 el Gobierno de Venezuela creó el Viceministerio
para la Gestión del Riesgo y la Protección Civil, en la órbita del Ministerio del Poder
Popular para Interior, Justicia y Paz.
103 El texto completo de la Ley se encuentra disponible en: http://redesastre.inia.gob.ve/index2.
php?option=com_docman&task=doc_view&gid=158&Itemid=28
130
CONCLUSIÓN
En este capítulo se ha explicado el proceso a partir del cual, en la primera década del
siglo XXI, se produjo una renovación de liderazgos políticos en distintos países de
Latinoamérica, y especialmente de América del Sur, los cuales aún con diferencias
ideológicas, coincidieron en la reivindicación del rol del Estado como promotor del
desarrollo con equidad social, equilibrado e integral, y la asunción de posiciones
autónomas en el escenario internacional a través de estrategias de cooperación
política y económica.
La emergencia de estos gobiernos con agendas renovadas estuvo vinculada en
muchos casos al surgimiento de movimientos sociales y fuerzas políticas que en
respuesta a su situación de exclusión social, cuestionaron la globalización neoliberal,
generando quiebres institucionales que en algunos países se tradujeron en crisis de
representación política.
De forma paralela y en línea con el desmantelamiento del orden neoliberal en el plano
nacional, estos gobiernos fueron impulsando un nuevo paradigma de integración
regional que no sólo atienda los intereses económico-comerciales, sino que se
constituya en un espacio de colaboración y cooperación para crear capacidades
nacionales para el desarrollo, y enfrentar de manera coordinada las problemáticas
que afectan a la región. En el marco de este proceso, que incluyó un fortalecimiento
institucional y ampliación de los esquemas regionales/subregionales y creación de
nuevos espacios, se produjo un proceso de diversificación de la agenda de integración,
a través de la incorporación de toda una serie de temáticas que habían resultado
marginales en el esquema del regionalismo abierto, predominante en los noventa.
De esta manera, la coordinación de políticas públicas y la cooperación a través
de la integración, se convirtieron en medios para potenciar y consolidar las
transformaciones internas que se estaban produciendo en los países de la región, y la
integración se fue transformando en un instrumento dirigido a atender problemáticas
tales como la promoción y consolidación de la democracia, la defensa de los derechos
humanos, el combate a la pobreza y el desarrollo económico y social con equidad.
En este contexto y fundamentalmente, como consecuencia de la necesidad de mitigar
el impacto de las emergencias de desastres en la región, se fue estructurando una
institucionalidad conjunta para enfrentar estas situaciones críticas que suelen
sobrepasar la capacidad de actuación individual de los Estados. Se crearon tanto
instancias especializadas en el marco de los procesos subregionales (REHU, CAPRADE,
CEPREDENAC, CDEMA), así como foros regionales tales como el proceso de Reuniones
Regionales sobre Mecanismos de Asistencia Humanitaria Internacional (MIAH), las
Plataformas Regionales de Reducción de Desastres, y el Foro de Coordinación y
Cooperación de Mecanismos Subregionales de Gestión del Riesgo de Desastres de
las Américas.
Capítulo II: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL NUEVO ESCENARIO DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
131
También ha influido en este proceso el hecho de que muchos de los países de
renta media de la región han dejado de ser receptores de ayuda humanitaria
para constituirse en donantes que aportan recursos, experiencias y capacidades
desarrolladas en materia humanitaria y los ponen al servicio de otros países, a través
de la cooperación Sur-Sur y el regionalismo.
Asimismo, este análisis ha revelado que a la luz del nuevo paradigma de asistencia
humanitaria, y del acuerdo de la Estrategia Internacional de Reducción de Desastres
(EIRD) y la adopción del Marco de Acción de Hyogo, varios países de la región han
impulsado la creación de organismos especiales, así como distintas transformaciones
en sus legislaciones nacionales sobre gestión de riesgo de desastres, que en la mayoría
de los casos, apuntan a desarrollar estrategias integrales (prevención, mitigación,
reconstrucción y rehabilitación), evitando recaer en la unívoca visión respuestista
de la emergencia. Debido a la adopción del paradigma sostenido por la EIRD y el
Marco de Hyogo, todos los organismos creados en los países analizados, dependen
de autoridades civiles y ninguno de ellos está bajo la órbita de los ministerios de
Defensa. Privilegian en general, la vinculación con organismos internacionales
adscriptos al paradigma de la asistencia humanitaria, y promueven en lo interno, la
gestión integral de riesgos y una estrecha relación con sus respetivas comunidades a
través de la gestión local del riesgo en todos sus niveles.
132
Capítulo II: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL EN EL NUEVO ESCENARIO DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
133
134
Capítulo III
LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL
Y EL CAMBIO DE ÉPOCA
EN LA REPÚBLICA ARGENTINA
135
INTRODUCCIÓN
El objetivo central de este capítulo es analizar la performance humanitaria de
la República Argentina en la etapa 2003-2013, a través de un análisis de la labor
desarrollada por la Comisión Cascos Blancos del Ministerio de Relaciones Exteriores
y Culto, organismo del Estado Nacional encargado de coordinar la asistencia
humanitaria internacional. Este análisis se enmarca en la contribución de nuestro
país al cambio de paradigma de la asistencia humanitaria internacional en la región
latinoamericana y caribeña, abordado en los capítulos precedentes.
En primer lugar, se detallan los lineamientos centrales de la estrategia de inserción
internacional desarrollada por la República Argentina en el período bajo estudio, en
línea con las posibilidades y constreñimientos ejercidos por el contexto político y
económico internacional, y la estrategia de desarrollo inaugurada durante el gobierno
de Néstor C. Kirchner (2003-2007) y los dos períodos de gestión presidencial de
Cristina Fernández (2007-2011 / 2011 al presente).
Seguidamente, se caracteriza la institucionalidad de la gestión de riesgos en la
República Argentina.
En tercer término, se introduce una descripción de las dimensiones y características
más importantes de la Iniciativa Cascos Blancos, entre las que figuran, sus antecedentes
institucionales; el organigrama de la Comisión; los propósitos, misiones y funciones
que persigue; sus áreas de incumbencia; y los ejes fundamentales del modelo de
gestión que desarrolla, con eje de su matriz en el voluntariado humanitario.
Posteriormente, se analiza su proyección internacional, incluyendo consideraciones
sobre un conjunto de acciones, proyectos y misiones de asistencia humanitaria, en
acuerdo con organismos regionales y multilaterales, y su rol en el nuevo debate sobre
la asistencia humanitaria internacional.
En tal sentido, se describe su participación como Iniciativa reconocida en el sistema
de Naciones Unidas; como en la Organización de Estados Americanos, las alianzas
estratégicas emprendidas con las distintas agencias humanitarias y las misiones
desarrolladas en el marco de estos ámbitos de articulación.
En cuanto al plano bilateral, se enumeran y describen la multiplicidad de acuerdos
suscritos con distintos países de la región, y se realiza un apartado específico sobre
el compromiso de la política exterior Argentina con la República de Haití. Asimismo,
se enumeran y analizan las distintas misiones humanitarias bilaterales desarrolladas
por Cascos Blancos durante el período bajo estudio.
Por último se realzan los elementos más significativos y característicos que definen a
la Comisión Cascos Blancos, como una valiosa herramienta de política exterior.
136
1. LA POLÍTICA EXTERIOR ARGENTINA DURANTE EL DECENIO 2003-2013
Argentina no escapó al cambio de época que se produjo en muchos países de la
región, producto de la ruptura del orden neoliberal. Como consecuencia de la crisis
económica, social y político-institucional que estalló en 2001, los gobiernos de
Néstor Kirchner (2003-2007) y Cristina Fernández de Kirchner (2007 al presente),
produjeron un cambio de rumbo, estableciendo una estrategia de desarrollo centrada
en el crecimiento económico con inclusión social.
En oposición a los legados de la década del noventa, estos gobiernos propusieron
como directrices de gestión, el rechazo a los condicionamientos de los organismos
financieros internacionales y a sus políticas de ajuste; y una estrategia de crecimiento
asociada a la promoción de las actividades productivas, al impulso del conocimiento
científico-tecnológico, al incentivo del consumo interno y a la ejecución de obra
pública. Otorgaron un rol clave al Estado, revalorizando su papel como el gran
reparador de las desigualdades sociales, a partir de políticas activas a favor de la
generación de puestos de trabajo y la distribución del ingreso (García Delgado y
Chojo Ortiz, 2006; Basualdo, 2011).
Esta estrategia provocó, como lo expresa el Cuadro No 3, un mejoramiento sustancial
de los indicadores macroeconómicos y sociales, sólo interrumpido por los efectos
de la crisis mundial desencadenada en 2008. El PBI tuvo un gran crecimiento,
extraordinario en términos históricos, motorizado por las manufacturas (58% de la
expansión), la construcción (28%) y el agro (10%) (Scaletta, 2011). Por otra parte,
el fin de los déficits fiscal y externo crónicos, y una contundente disminución del
endeudamiento público en relación al PBI, posibilitaron la conformación de un
escenario propicio para la recuperación de las capacidades estatales.
Cuadro 3. Indicadores económicos y sociales
PBI
(variación
anual en %)
Desempleo
8,8
9
9,2
8,5
8,7
6,8
0.9
9,2
8,9
1,9
14,3
13,6
11,6
10,2
8,5
7,9
8,7
7,8
7,2
7,2
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
Reservas
Internacionales
(millones de
dólares)
14.119
19.646
28.076
32.037
46.176
46.386
47.967
52.145
46.376
43.290
PBI industrial
(variación
anual en %)
16
12
7,5
8,9
7,6
4,5
-0,5
9,8
6,5
6,7
Deuda
Externa
Pública /
PBI
84,4
76,5
36,5
28,9
27,2
19,8
20,1
18,8
16,4
14,9
Fuente: INDEC.
Capítulo III: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL y EL CAMBIO DE ÉPOCA EN LA REPÚBLICA ARGENTINA
137
La fortaleza alcanzada por la economía nacional durante estos años permitió que la
crisis internacional que comenzó a manifestarse en 2008-2009, pudiera enfrentarse
con éxito. Si bien esta crisis alteró el comercio exterior, en términos de exportaciones
e importaciones, debilitando el crecimiento sostenido, el saldo comercial continuó
siendo superavitario lo que permitió compensar el déficit en la cuenta de capitales,
generado por la fuga de los mismos. Esta fortaleza frente a la crisis internacional es
consecuencia de la capacidad del Estado para sostener políticas activas, de manera
de poder compensar parcialmente los efectos depresores de la crisis a partir de su
capacidad de gasto y el respaldo de las reservas internacionales.
Esta nueva estrategia de desarrollo, estuvo asociada a cambios no sólo de estilo sino
de concepción sobre la inserción internacional del país. Lejos de las acusaciones de
incoherencia e imprevisibilidad difundidas entre algunos periodistas y académicos,
desde 2003 la política exterior fue estructurada para acompañar al proyecto nacional,
y se convirtió en una estrategia acorde y funcional al modelo económico que estaba
en construcción (Colombo, 2011).
Así, la política exterior estuvo orientada a conseguir mayores grados de autonomía
en el sistema internacional104, a través de las negociaciones con el Fondo Monetario
Internacional y con el gobierno y los inversores de España; la diversificación
y ampliación de las vinculaciones comerciales y políticas hacia otros países en
desarrollo; la construcción de un nuevo regionalismo con los países de suramérica, a
partir de una sociedad estratégica con Brasil y un fuerte acercamiento a Venezuela;
la permanente defensa del multilateralismo y el respeto del Derecho Internacional
como garantía de un orden global más democrático.
Las negociaciones de desendeudamiento tanto con el FMI como con los acreedores
privados, tuvieron como objetivos la disminución de los montos de la deuda, la
reducción de las tasas de interés y la ampliación de los plazos de vencimiento de los
bonos. Esta política tuvo acontecimientos emblemáticos, como el canje de deuda con
los acreedores privados efectuado en 2005 y 2010105, y la cancelación de la deuda
con el FMI, mediante el pago de 9.810 millones de dólares, lo que contribuyó a que el
gobierno nacional ganara márgenes de libertad frente al organismo multilateral. La
política de desendeudamiento llevada a cabo desde 2003, ha posicionado a Argentina
como uno de los diez países del mundo que más redujeron su deuda en relación al
PBI.
104 Entre los analistas de las relaciones internacionales, hubo una reconsideración del concepto de
autonomía. Las posiciones autonómicas consideradas por autores como Juan Carlos Puig y Helio Jaguaribe,
durante las décadas de 1970 y 1980, revalorizaban los recursos de poder de los países medianos y
pequeños de la región e implicaban en muchos casos posiciones aislacionistas, y en la mayoría de los
casos confrontativas en relación a las potencias hegemónicas, fundamentalmente los Estados Unidos
(Colacrai, 2006). En el siglo XXI, la autonomía se entiende de manera algo distinta, ya que para disminuir
las asimetrías de poder o hacer frente a situaciones o procesos que se producen dentro o fuera de las
fronteras, se enfatiza la coordinación de políticas y la adopción de posiciones comunes con países de la
región aminorando su matiz confrontativo (Russell y Tokatlián, 2001).
105 El canje de 2005 tuvo la aceptación del 76% de los bonistas, mientras que con la reapertura de 2010,
ese porcentaje superó el 92% de los acreedores.
138
Este fortalecimiento de la autonomía de las políticas económicas, ha provocado
reacciones por parte de algunos poderosos fondos de inversión que no aceptaron
las propuestas de canje del gobierno nacional. De ahí que Argentina haya enfrentado
situaciones extremas como las causas judiciales iniciadas en tribunales de Estados
Unidos por los denominados fondos buitre, que pretenden cobrar el 100% del valor
de sus bonos y los intereses adeudados desde 2001, o la retención de la Fragata
Libertad en la República de Ghana en 2012.
Junto a la política de desendeudamiento, desde el año 2003 los gobiernos han
considerado a la promoción de las exportaciones y la diversificación de vínculos
externos, como una estrategia clave de la política exterior para avanzar en el proyecto
autonomizante. Para ello, se establecieron diferentes cursos de acción como la
búsqueda de nuevos mercados, la diversificación de las exportaciones hacia bienes con
mayor valor agregado, la desconcentración de ventas por destino y la multiplicación
del número de exportadores. El aumento del comercio internacional, alentado por el
tipo de cambio y el incremento en el precio de las commodities, le permitió al gobierno
obtener las divisas necesarias para financiar las crecientes importaciones requeridas
por la reactivación así como solventar las políticas públicas sectoriales, cumplir con
las obligaciones de la deuda externa, recomponer y acrecentar las reservas del Banco
Central y estabilizar el tipo de cambio.
El Cuadro No4 muestra el significativo incremento de las exportaciones y el creciente
peso que adquieren las manufacturas de origen industrial en relación al total
exportado. Las MOI pasaron de ser el 27% de las exportaciones en 2003 al 34% en
2011, mientras que los productos primarios y las manufacturas permanecieron más
o menos constantes, y los combustibles sufrieron una notoria disminución.
Total
PP**
MOA
MOI
CyE
Cuadro 4. Exportaciones por grandes rubros (en miles de dólares)
Años seleccionados
2003
29.938.752
6.470.669
10.004.445
8.046.864
5.416.774
2005
40.386.762
8.110.253
13.141.654
11.984.798
7.150.056
2007
55.980.309
12.485.028
19.213.617
17.332.786
6.948.878
2009
55.672.097
9.256.871
21.224.929
18.733.692
6.456.605
2010
68.187.207
15.148.250
22.667.600
23.846.369
6.524.988
2011*
83.950.205
20.212.633
28.191.835
28.916.381
6.629.356
Fuente: INDEC.
* Datos provisorios. **PP: Productos Primarios; MOA: Manufacturas de Origen Agropecuario; MOI:
Manufacturas de Origen Industrial; CyE: Combustibles y Energía.
En cuanto a los mercados socios de Argentina, se produjo una retracción de la participación
de aquellos que han sido históricamente muy importantes, como los Estados Unidos y
Europa, y un significativo aumento de la participación de los países latinoamericanos
-que son destino de más del 40% de las exportaciones-, seguidos por países de Asia,
Medio Oriente y África. Es necesario remarcar que América Latina y especialmente el
MERCOSUR, se destacan como destino de las manufacturas de origen industrial de
tecnología media y alta.
Capítulo III: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL y EL CAMBIO DE ÉPOCA EN LA REPÚBLICA ARGENTINA
139
De los lineamientos de la política exterior, la integración regional fue sin dudas la
gran prioridad de los gobiernos kirchneristas. La integración regional pos neoliberal,
superadora del regionalismo abierto, ha estado orientada a potenciar las capacidades
en el ámbito internacional y reforzar el poder de negociación frente a los países
desarrollados en temas importantes como las restricciones comerciales, la deuda
externa y el combate contra la pobreza y la exclusión social. El mismo presidente
Néstor Kirchner, señaló en el acto de asunción en 2003 que se debía construir “una
América Latina políticamente estable, próspera, unida, con bases en los ideales de
democracia y de justicia social. El MERCOSUR y la integración latinoamericana, deben
ser parte de un verdadero proyecto político regional y nuestra alianza estratégica con
el MERCOSUR, que debe profundizase hacia otros aspectos institucionales que deben
acompañar la integración económica, y ampliarse abarcando a nuevos miembros
latinoamericanos, se ubicará entre los primeros puntos de nuestra agenda regional”
(Kirchner, 2003a).
Esta convicción integracionista, impulsó el fortalecimiento de la alianza estratégica
con Brasil y el estrechamiento de la vinculación con Venezuela, transformándose
el gobierno argentino en el gran promotor de la incorporación de ese país al
MERCOSUR como socio pleno. También impulsó la profundización y la ampliación
de este bloque regional, y alentó la conformación de un espacio sudamericano de
concertación política, la Comunidad Sudamericana de Naciones que entre 2007-2008
se transformó en UNASUR, cuyo primer Secretario General fue el –para entonces- ex
presidente Néstor Kirchner.
La Presidenta Cristina Fernández ha sostenido los objetivos de dar mayor densidad
y profundidad a la integración del MERCOSUR y de América del Sur, no sólo para
mejorar la inserción competitiva, sino para impulsar una nueva estructura del
sistema internacional reformulando los organismos multilaterales y de crédito para
que garanticen la transparencia, representatividad y democratización de sus órganos
principales.
Frente a los principales retos de la agenda política y de seguridad internacional, la
Argentina ha promovido permanentemente la defensa de los gobiernos democráticos,
la multilateralidad con plena vigencia del derecho internacional, y el respeto irrestricto
de los derechos humanos como garantía de paz en el mundo.
La opción por el multilateralismo, con una fuerte impronta regional, fue una directriz
fundamental de la política exterior argentina en los gobiernos de Néstor Kirchner
y de Cristina Fernández, en una época donde los sucesos del 11 de septiembre
y la enunciación de la Guerra Preventiva por parte de Estados Unidos, habían
transformado el escenario internacional instalando la supremacía del unilateralismo
por sobre la institucionalidad multilateral. Frente a estos sucesos que derivaron en la
securitización de la agenda internacional, los gobiernos de Argentina se ajustaron al
Derecho Internacional y en diversos foros condenaron las políticas unilaterales y el
empleo de fuerzas armadas para la resolución de los conflictos.
140
En correspondencia con esta definición política, la Argentina no envió tropas a
Irak una vez que Washington inició la guerra; se negó a la militarización de la
Triple Frontera destacando la inexistencia de núcleos terroristas en ese territorio;
expresó su preocupación ante la reactivación de la IV Flota del Comando Sur de los
Estados Unidos y su patrullaje sobre aguas caribeñas y latinoamericanas; cuestionó
la intervención militar en Libia, liderada por los Estados Unidos, Gran Bretaña y
Francia, porque no se habían agotado los medios diplomáticos disponibles; se opuso
a la intervención militar en Siria siendo miembro no permanente del Consejo de
Seguridad; y en reiteradas ocasiones se pronunció en relación al conflicto entre Israel
y Palestina, señalando que la superación de la presente crisis pasa por la diplomacia
y el diálogo, la observancia del Derecho Internacional Humanitario y el cumplimiento
de las resoluciones de las Naciones Unidas.
En línea con este posicionamiento adoptado frente a distintos temas de la agenda
global, tanto el gobierno de Néstor Kirchner como el de Cristina Fernández,
reclamaron en el plano bilateral como multilateral la soberanía sobre las Islas
Malvinas. El objetivo declarado por la Argentina es recuperar las islas de manera
pacífica, de conformidad con los principios del Derecho Internacional y teniendo en
cuenta los intereses de sus habitantes. Para ello, se ha impulsado la multilateralización
de la cuestión -incrementando el ingreso y permanencia en foros internacionales
para conseguir apoyos y forjar alianzas-, una permanente denuncia en el ámbito de
Naciones Unidas de la situación de “enclave colonial” y la exigencia incansable de
que se cumpla en este terreno el mandato de la Asamblea General de este Organismo.
Simultáneamente, la Argentina ha condenado la persistencia del Reino Unido en
la realización de ejercicios militares en una región caracterizada por su vocación
pacifista.
El establecimiento de la paz con el lenguaje de la diplomacia, no es solamente un
objetivo en sí mismo, sino que es lo que garantiza que tengan vigencia los derechos
humanos, uno de los temas centrales del gobierno argentino desde el 25 de mayo de
2003.
Los avances en la defensa y promoción de los derechos humanos se establecieron en
distintos planos, por ejemplo desde los derechos laborales y sociales, profundizando
la contención social de las familias en riesgo, garantizando subsidios al desempleo y
asistencia alimentaria, consolidando una verdadera red federal de políticas sociales
integrales. Sin embargo, el cambio más profundo de posicionamiento sobre los
derechos humanos, se estableció en torno al accionar de la Dictadura Militar durante
el periodo 1976-1983, al declarar la nulidad de las leyes de Punto Final (1986) y
de Obediencia Debida (1987), impulsar la inconstitucionalidad de los decretos de
indulto firmados por el ex Presidente Carlos Menem, y al promover la reanudación
de los juicios contra los responsables de crímenes de lesa humanidad cometidos
durante el gobierno de facto.
Esta decisión política abrió un nuevo ciclo en la historia argentina de políticas
reparatorias basadas en los principios de memoria, verdad y justicia, pilares
históricos del movimiento de derechos humanos en la Argentina. A su vez, la política
Capítulo III: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL y EL CAMBIO DE ÉPOCA EN LA REPÚBLICA ARGENTINA
141
de derechos humanos se convirtió en un estandarte del gobierno en el sistema
internacional. En este terreno, se promovió la participación del país en instancias
internacionales y regionales con el objetivo de adoptar instrumentos específicos
en la materia. La Argentina tuvo un rol central en la conformación del Consejo de
Derechos Humanos en el marco de las Naciones Unidas, y en que se reconozca el
derecho a la verdad en el mismo ámbito; impulsó legislación o jurisprudencia en el
sistema interamericano en materia de derechos humanos; y motorizó la creación del
Instituto de Políticas Públicas de Derechos Humanos del MERCOSUR. No se puede
dejar de mencionar, que la defensa de los derechos humanos sirvió de fundamento
para sancionar una nueva Ley migratoria, que dejaba atrás a la “Ley Videla”, y que
posicionó al país en la vanguardia de la legislación migratoria.
Los preceptos del multilateralismo y de la defensa de los derechos humanos en la
política de inserción internacional de Argentina, se materializan también en la activa
participación en la agenda humanitaria internacional a través de la colaboración
en las Operaciones de Mantenimiento de la Paz (OMP) de las Naciones Unidas,
aportando el personal militar que integra la fuerza de los Cascos Azules, y con las
misiones humanitarias de Cascos Blancos que combinan la participación de una red
de voluntarios civiles, la articulación estatal y el multilateralismo (Fuks, 2012).
La participación en las OMP se enmarca en la política internacional de Defensa de
la Argentina, que es complementaria y concordante con los objetivos de la política
exterior, ya que busca construir mediante la cooperación bilateral y multilateral
un escenario regional, y en lo posible global, que fomente una mejor protección
de los intereses nacionales y un fortalecimiento de las instituciones y el Derecho
Internacional (www.mindef.gov.ar). Actualmente, la República Argentina tiene
presencia en 4 misiones bajo bandera de Naciones Unidas: contingentes en Haití
(MINUSTAH, desde 2004) y Chipre (UNFICYP, desde 1993), así como Observadores
Militares en Sahara Occidental (MINURSO, desde 1991) y Medio Oriente (UNTSO,
desde 1969), contribuyendo con más de 1.000 miembros distribuidos en estas 4
misiones.
De ellas, la participación en la misión en Haití iniciada con acuerdo del Congreso
Nacional en el 2004, es particularmente sensible porque es la primera vez que
una fuerza regional suramericana aborda un problema de esta índole siguiendo la
consigna de “la región para los de la región”. La colaboración en la cuestión haitiana
por parte de Argentina -planteada como una asistencia integral no sólo militar-, refleja
el compromiso con el multilateralismo, el respeto al derecho internacional y una
marcada impronta regionalista de acuerdo a los principios mantenidos por la política
exterior argentina. La Argentina respalda la continuidad de la MINUSTAH “mientras
siga siendo sugerida por las autoridades locales, se justifique en las necesidades de la
población y se realicen juicios por violación de los derechos humanos” (Rossi, 2013).
Por su parte, la asistencia humanitaria llevada a cabo por los Cascos Blancos se
estableció como “acción y herramienta de integración, así como una prueba de que
nuestros países pueden resolver sus problemas, aun los más graves, interactuando
entre sí, sin esperar nada de lógicas anacrónicas” (Fuks, 2012).
142
La actuación humanitaria a nivel internacional, expresión del principio de solidaridad
y cooperación sostenido por la política exterior, fue reconocida por la Organización de
Naciones Unidas en su 67ª Asamblea del año 2012, donde se aprobó una resolución
avalando la acción internacional de Cascos Blancos, fundamentada en los destacados
resultados de 89 misiones de asistencia humanitaria internacional y 50 campañas
nacionales junto a otros organismos federales, provinciales y municipales (Fuks,
2012).
En suma, la política exterior argentina desplegada durante los gobiernos de Néstor
Kirchner y Cristina Fernández acompañó el proceso de recuperación socioeconómica
y político-institucional del país, buscando aumentar la capacidad de negociación y
de autonomía en el accionar internacional a través de tres líneas de inserción en el
exterior: la política de desendeudamiento, el incremento del comercio exterior a
partir de la diversificación de exportaciones y mercados, especialmente con países
en desarrollo, y el fortalecimiento de la integración y cooperación política con los
países de la región.
La política exterior mostró una fuerte identidad suramericana al promover la
construcción de acuerdos y consensos regionales en el marco de esquemas de
integración como el MERCOSUR y la UNASUR, que se convirtieron en el ámbito
prioritario de acción internacional.
Además de impulsar los cambios internos necesarios y enfrentar de manera conjunta
los problemas regionales, a partir de la cohesión regional se intentó fomentar la
reforma de la gobernabilidad global –política, económica y comercial–. Se produjeron
constantes iniciativas para fortalecer la democracia y asegurar que la región se
consolidara como una zona de paz y estabilidad, con economías integradas entre sí,
encaminadas a alcanzar un desarrollo sustentable con inclusión social.
Así, en el ámbito de los organismos internacionales se ratificó la defensa de la
multilateralidad, la vigencia del derecho internacional como garantía de la paz,
la construcción de una nueva arquitectura financiera global capaz de evitar la
especulación desenfrenada, y la necesidad de conformar un mundo multipolar
a partir de la reestructuración de esos organismos con reglas más democráticas y
equilibradas que permitan avanzar en el desarrollo sustentable.
La promoción del multilateralismo y del derecho internacional, así como la
protección de los derechos humanos, se reflejaron explícitamente en la política
de asistencia humanitaria desarrollada en el periodo, donde la Comisión Cascos
Blancos se estructuró como una clara herramienta de la política exterior argentina
contribuyendo a la inserción del país en el mundo, tanto a nivel regional como
multilateral.
Capítulo III: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL y EL CAMBIO DE ÉPOCA EN LA REPÚBLICA ARGENTINA
143
2. INSTITUCIONALIDAD DE LA GESTIÓN DE RIESGOS EN LA REPÚBLICA
ARGENTINA
Por Decreto del Poder Ejecutivo Nacional No. 636/ 2013, “los cometidos vinculados a
la implementación de las acciones tendientes a solucionar situaciones extraordinarias
o emergencias que se produzcan en el territorio de la Nación, así como la coordinación
del Sistema Federal de Emergencias (SIFEM) creado por el Decreto Nº 1250 del 28 de
octubre de 1999” le corresponden al Ministerio de Seguridad de la Nación.
El Sistema Federal de Emergencias (SIFEM), que data de 1999, se propuso como
instancia de articulación y coordinación de las acciones de los organismos públicos
nacionales competentes, así como también de los correspondientes a las jurisdicciones
provinciales y locales. Sin embargo, no ha conseguido afianzarse institucionalmente
sufriendo sucesivos cambios de pertenencia dentro del Estado Nacional.
En la órbita del Ministerio de Seguridad de la Nación, el organismo encargado de
la gestión de riesgos y la administración de las emergencias es la Subsecretaría de
Protección Civil y Abordaje Integral de Emergencias y Catástrofes.
Esta Subsecretaría se rige por el Decreto 48/2014, donde se establecen para el
organismo las siguientes responsabilidades primarias:
1. Asistir al Secretario de Seguridad en la coordinación, comunicación y despliegue
de los Cuerpos Policiales y de Seguridad en las acciones de prevención y
respuesta inmediata ante emergencias y catástrofes naturales o antrópicas, en
colaboración con las áreas federales, provinciales y municipales con competencia
en la materia.
2. Formular las políticas y el planeamiento para la coordinación de las acciones de
protección civil tendientes a prevenir, evitar, disminuir o mitigar los efectos de
los desastres naturales o causados por el hombre.
3. Proponer al Secretario de Seguridad la implementación de las actividades
regionales e interprovinciales de coordinación, tendientes a la elaboración de
políticas comunes para el mejoramiento de la protección civil.
4. Asistir al Secretario de Seguridad en la coordinación de la ayuda federal para
casos de desastre de origen natural o causados por el hombre, en colaboración
con la Secretaría de Coordinación Militar de Asistencia en Emergencias,
dependiente del Ministerio de Defensa.
5. Promover la coordinación de esfuerzos con otros organismos del Estado
Nacional, Provincial, Municipal y organizaciones civiles, respecto del tratamiento
que exijan una actuación integral en materia de su competencia.
6. Elaborar programas y protocolos de gestión de riesgos, respuesta y mitigación
de daños en colaboración con los organismos con competencia en la materia
como así también en cumplimiento de convenios suscriptos a nivel regional e
internacional.
7. Fiscalizar la actividad de los Bomberos Voluntarios en los términos fijados por
la Ley Nº 25.054 y sus modificatorias, proponiendo las normas reglamentarias.
144
8. Llevar el Registro de Entidades y Organizaciones No Gubernamentales creado
por la Resolución Nº 968/11 del Ministerio del Interior.
9. Ejecutar los protocolos de actuación coordinada en situaciones de emergencia y
catástrofe.
10. Asistir al Secretario de Seguridad, en todo lo atinente al resarcimiento de las
consecuencias que producen las situaciones de emergencia y catástrofe y en la
implementación de acciones preventivas y de estímulo que hagan al desarrollo
de las infraestructuras provinciales y regionales en coordinación con los
organismos pertinentes.
11. Diseñar, planificar e implementar mecanismos de actuación frente a situaciones
de emergencia, coordinando la ejecución de las acciones previstas.
12. Desarrollar, en colaboración con las áreas afines de los Ministerios de Desarrollo
Social, de Defensa, Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios y del
Interior y Transporte las acciones necesarias a fin de garantizar una óptima
intervención estatal en la respuesta ante emergencias y catástrofes, gestión de
riesgos y reparación de daños.
La Subsecretaría de Protección Civil y Abordaje Integral de Emergencias y Catástrofes
no cuenta con un cuerpo de auxiliares propios sino que se alimenta del personal
de las instituciones del Estado Nacional. De esta manera, cuenta con cuatro fuerzas
federales: Gendarmería Nacional, Policía Federal Argentina, Prefectura Naval
Argentina y Policía de Seguridad Aeroportuaria. Además, fiscaliza la actividad de los
Bomberos Voluntarios y articula la utilización de las Fuerzas Armadas conjuntamente
con la Secretaría de Coordinación Militar de Asistencia en Emergencias del Ministerio
de Defensa.
Asimismo, el alcance de estas responsabilidades se ve circunscrito por el carácter
federal del país. Cada jurisdicción dicta su propia normativa en materia de defensa o
protección civil, situación que conforma un escenario de elevada complejidad.
Por su parte, el Decreto 636/2013 es el que faculta al Ministerio de Defensa a través
de la Secretaria de Coordinación Militar de Asistencia en Emergencias, para participar,
con otras dependencias del Estado, en la planificación de la defensa civil a través
de la coordinación y despliegue de las Fuerzas Armadas en tareas de prevención y
respuesta inmediata en situaciones de emergencias o desastres que se produzcan
en el territorio de la Nación. Se especifica que sus intervenciones de asistencia,
deben estar coordinadas con el Ministerio de Seguridad y con los organismos con
competencia en la materia.
Dentro del Ministerio de Salud de la Nación se encuentra la Dirección Nacional de
Emergencias Sanitarias (DINESA). Creada en el año 1972, se ubica bajo la órbita de
la Subsecretaría de Prevención y Control de Riesgos, de la Secretaría de Promoción
y Programas Sanitarios, del Ministerio de Salud de la Nación. Su misión es brindar
asistencia sanitaria ante situaciones de emergencia y mitigar los efectos negativos
de los desastres de origen natural y antrópico, dirigiendo y ejecutado acciones que
permitan dar una respuesta integral y oportuna a las poblaciones afectadas.
Capítulo III: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL y EL CAMBIO DE ÉPOCA EN LA REPÚBLICA ARGENTINA
145
DINESA lleva a cabo acciones de capacitación en temas sanitarios, tanto del recurso
humano propio como de otras jurisdicciones que participan en la atención de
desastres; establece el diseño e implementación del Registro Nacional de Emergencias
y la producción y comunicación de información sanitaria sobre prevención de
emergencias y desastres. Asimismo, se encarga de reglamentar la capacitación,
certificación y acreditación del recurso humano en desastres. También participa de
misiones de asistencia humanitaria internacional, bajo coordinación de la Comisión
Cascos Blancos y demás dependencias nacionales en la materia (Celis, 2008).
Asimismo, dentro del Ministerio de Desarrollo Social, se encuentra la Dirección de
Emergencias (DE), organismo integrado a la Dirección Nacional de Asistencia Crítica
(DINACRI), dependiente de la Subsecretaría de Abordaje Territorial, Secretaría de
Gestión y Articulación Institucional.
El objetivo de la Dirección de Emergencias consiste en garantizar la intervención
territorial directa en situaciones de emergencia, catástrofes naturales y/o sociales
mediante la aplicación de estrategias operativas, logísticas y técnicas a los fines de
mitigar problemáticas sociales complejas. Para alcanzarlo se establecieron acuerdos
con actores locales gubernamentales y no gubernamentales que permitieron
planificar las acciones a desarrollar, cuantificar los recursos humanos y materiales
necesarios y comenzar la evaluación de daños y necesidades con el objetivo de iniciar
la fase de respuesta y asistencia a la emergencia (MECON, 2011).
La DE ha prestado asistencia ante diferentes fenómenos climáticos como ser lluvias,
granizo, tornados y sequía acaecidos en distintas provincias, así como en la erupción
del volcán Puyehue y ante la creciente actividad del volcán Hudson.
Otro organismo, es la Subsecretaría de Planificación Territorial de la Inversión
Pública (SSPTIP), constituida por el Decreto Presidencial 1824/2004 como área
que depende directamente del Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública
y Servicios. Su finalidad es “poner en marcha una política de desarrollo territorial
estratégico, cuyo objetivo central es construir un país integrado y equilibrado desde
el punto de vista territorial, con una fuerte identidad ecológica y ambiental y con una
organización que favorezca la competitividad de la economía y el desarrollo social”
(Celis, 2008).
La SSPTIP, a través de un convenio con el Programa de Naciones Unidas para el
Desarrollo (PNUD), ejecuta desde 2006 hasta 2008, el Proyecto ARG05020 con el
objetivo de insertar en todas las políticas de desarrollo y ordenamiento territorial
del nivel nacional y provincial la problemática del riesgo ambiental y antrópico, de
manera de reducir drásticamente las ocurrencias de catástrofes y/o disminuir los
efectos perjudiciales de las mismas106.
106 Para más información consultar: http://www.undp.org.ar/programa/Proyectos/ARG05020.html
146
Este Proyecto se enmarca en el Programa Nacional de Prevención y Reducción de
Riesgos de Desastres que funciona desde 2006. En el año 2010 se publicó el primer
avance de “El Riesgo de Desastres en la Planificación del Territorio”, producto de
la implementación del Programa. En ese mismo año y a partir de la firma de una
Carta de Intención con la Dirección de Cambio Climático107 y la Dirección Nacional
de Protección Civil, se delinearon estrategias comunes de reducción del riesgo, en
particular referidas al riesgo climático, a diversas escalas, trabajo que permitió la
edición del Manual de Vulnerabilidad y Adaptación al Cambio Climático para la
Gestión y Planificación Local108.
En 2012 se participó en la elaboración del “Documento País sobre Riesgo de Desastres
en la Argentina”, impulsado por el PNUD y la Cruz Roja Argentina, en el contexto
de los Proyectos DIPECHO VII del Programa de Preparación ante los Desastres del
Departamento de Ayuda Humanitaria de la Comisión Europea.
Es importante destacar que el Programa mencionado se enmarca en una de las
principales herramientas de planificación de la SSPTIP: el Plan Estratégico Territorial
(PET), ideado como un proceso que apunta a planificar un modelo deseado del
territorio nacional, mediante la formación de consensos, a partir del trabajo conjunto
de equipos técnicos de los gobiernos provinciales con la coordinación de la SSPTIP.
En este modelo deseado, se promueve incorporación de la prevención y reducción
de los riesgos de desastre como una dimensión o eje de referencia (Celis, 2008: 24).
Otros organismos nacionales vinculados a riesgos de desastres son la Dirección de
Cambio Climático, el Servicio Meteorológico Nacional, el Instituto Nacional de Agua:
Sistema Alerta Hidrológico Cuenca del Plata, y el Instituto Nacional de Prevención
Sísmica.
Por último, como ya vimos y profundizaremos en los próximos apartados, la Comisión
Cascos Blancos, dependiente del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, es el
organismo responsable de la coordinación de la asistencia humanitaria internacional,
y participa del dispositivo de atención a emergencias en territorio nacional cuando
es convocado por el Poder Ejecutivo Nacional.
El marco normativo nacional que respalda a las instituciones está constituido casi
exclusivamente por decretos que establecen, por un lado, dentro de qué estructura
ministerial se incorporan los organismos; y por el otro, las misiones y funciones que
se les asigna. Asimismo, existe una gran cantidad de leyes que se refieren a situaciones
particulares de desastres y emergencias, dictadas por el Congreso Nacional tras la
ocurrencia de eventos concretos (Celis, 2008: 153).
107 Esta Dirección pertenece a la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, Jefatura
de Gabinete de Ministros, Presidencia de la Nación, http://www.ambiente.gov.ar
108 Para más información consultar: http://www.planificacion.gob.ar.
Capítulo III: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL y EL CAMBIO DE ÉPOCA EN LA REPÚBLICA ARGENTINA
147
3. LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL. LA COMISIÓN CASCOS
BLANCOS
El análisis del escenario internacional, regional y nacional permite comprender el
contexto en el cual se establece la Comisión Cascos Blancos. Según su sitio oficial
(http://www.cascosblancos.gov.ar), esta iniciativa “constituye un mecanismo que pone
a disposición de la comunidad internacional un cuerpo de voluntarios capacitado e
identificado previamente en apoyo de las actividades de socorro inmediato, rehabilitación,
reconstrucción y desarrollo”. En términos de la política exterior argentina, y de su rol
dentro del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, esta Comisión tiene por objetivo
“coordinar la Asistencia Humanitaria argentina y contribuir al combate de las expresiones
extremas del hambre y la pobreza, a través del fortalecimiento de voluntarios locales,
promoviendo la Iniciativa de Cascos Blancos en el marco de las Naciones Unidas y de la
Organización de Estados Americanos, además de hacerlo en el campo de la cooperación
bilateral argentina y otros escenarios multilaterales” (MRECIC, 2012:26).
Pese a que la Comisión comenzó a funcionar en la década de 1990, bajo lógicas específicas
de acción, es a partir de los procesos de cambio regionales y nacionales mencionados que
adquiere los rasgos distintivos que la caracterizan en la actualidad. En ese sentido, En ese
sentido, la reformulación de la estrategia de Cascos Blancos decidida a partir del 2003,
posibilitó a la Argentina posicionarse como referente regional en el nuevo paradigma de
la asistencia humanitaria internacional.
Para reconocer el proceso de transformación que ha atravesado la Comisión Cascos
Blancos, se analizará la historia de dicha institución describiendo el proceso de casi dos
décadas que llevó a su presente conformación.
3.1. Historia institucional
A principios de la década de 1990, la Organización de las Naciones Unidas se enfrentó
a un debate profundo acerca de su estructura orgánica que, entre otras temáticas,
involucraba la necesidad de repensar el marco brindado a la asistencia humanitaria
(Henderson, 2009). Durante este periodo, se creó la Oficina de Coordinación para
Asuntos Humanitarios (OCHA), que reemplazó al anterior Departamento para Asuntos
Humanitarios (DAH).
En este contexto de reflexión y debate sobre el rol de los organismos internacionales,
surge la iniciativa argentina de Cascos Blancos. Allí se establece, por Decreto del gobierno
de Carlos Saúl Menem, la “Comisión de Lucha contra el Hambre y la Pobreza”, un cuerpo
civil internacional destinado a luchar contra esa emergencia social. En este marco, el
Decreto N° 1131 del 13 de julio de 1994 explicitaba la conformación de la Comisión Cascos
Blancos como organismo gubernamental dentro del Poder Ejecutivo Nacional y establecía
en el Artículo N° 2 que su objetivo primordial era el de “promover la Iniciativa Cascos
Blancos” en el ámbito de la Organización de las Naciones Unidas, dedicada a combatir las
expresiones más extremas de pobreza, el hambre, la desnutrición y los déficit en materia
de sanidad, educación e infraestructura social y económica”.
148
Las atribuciones de esta Comisión se definían en el Artículo N° 3, entre las cuales se
encontraban:
a) Realizar la acción diplomática orientada a la obtención del respaldo de
gobiernos nacionales, organismos multilaterales, entidades y personalidades
de prestigio internacional al objetivo de la Comisión.
b) Asistir al Presidente de la Nación en el establecimiento, coordinación y
ejecución de un Cuerpo Nacional de Voluntarios en el marco de la “Iniciativa
Cascos Blancos”.
c) Celebrar acuerdos con organismos públicos o privados, nacionales e
internacionales tendientes a la obtención de recursos necesarios para el
cumplimiento del objetivo de la Comisión.
Por su parte, en el Artículo N° 4 se establecía que la Comisión estaría integrada por un
Presidente, un Vicepresidente 1°, un Vicepresidente 2° y tres vocales, designados por el
Poder Ejecutivo Nacional.
Este proyecto exhibía algunos puntos destacados, como el involucramiento de los países
en desarrollo en las filas de la asistencia humanitaria internacional, dado que hasta
entonces era privativa de los grandes donantes; el fomento de la participación del sector
privado en materia de financiamiento; y la utilización del sistema de voluntarios, con una
formación profesional especializada.
La Comisión fue presentada ese mismo año ante la Asamblea General de las Naciones
Unidas, que avaló e incorporó orgánicamente la iniciativa bajo la denominación de Cascos
Blancos109. La propuesta coincidía con los cambios que se estaban impulsando en la
ONU luego de finalizada la Guerra Fría orientados a brindar mayor peso específico a las
misiones civiles en la asistencia humanitaria internacional y que se manifestaron también
en la incorporación del componente humanitario civil en las operaciones militares de
mantenimiento de la paz en el mundo (Henderson, 2009).
La presentación inicial realizada ante las Naciones Unidas recibió algunas modificaciones.
En primer término, el reconocimiento que la Asamblea brindó a la creación del cuerpo
nacional de voluntarios denominados “cascos blancos”, motivó a que el gobierno argentino
decidiera la sustitución de la denominación Comisión de Lucha Contra el Hambre y la
Pobreza por “Comisión Cascos Blancos” (Decreto 379, del 28 de agosto de 1995).
En consonancia con el cambio de nombre, la Iniciativa amplió su alcance extendiéndolo a
otros aspectos comprendidos en el concepto de “emergencia humanitaria compleja”. En
este marco, adoptó como propósito, apoyar las actividades de las Naciones Unidas en la
esfera de la asistencia humanitaria de emergencia, así como la promoción de la transición
sin tropiezos del socorro a la rehabilitación, la reconstrucción y el desarrollo.
109 Resoluciones A/RES/49/139 B, con fecha 3 de febrero de 1995 y A/RES/50/19, del 22 de diciembre
de 1995.
Capítulo III: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL y EL CAMBIO DE ÉPOCA EN LA REPÚBLICA ARGENTINA
149
Por último, se decidió que la iniciativa tendría relación directa con dos dependencias
del sistema de Naciones Unidas: la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarias
(OCHA) y el programa de Voluntarios de Naciones Unidas (VNU), perteneciente al
Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
En 1998, el gobierno argentino creó por medio del Decreto No. 144/98, la Secretaría
de Estado de Asistencia Internacional Humanitaria que potenció a la Comisión Cascos
Blancos, ya que le otorgó competencias tradicionalmente propias del Ministerio de
Relaciones Exteriores (Henderson, 2009). Los objetivos atribuidos a esta Secretaría,
a la que se transfería la Comisión Cascos Blancos, eran:
a) Coordinar e implementar las acciones relativas a la Iniciativa Cascos Blancos;
b) Atender las emergencias que afecten a otros países y cuya asistencia sea
requerida bilateralmente;
c) Asumir la representación para los temas humanitarios en el Grupo de
Trabajo ad hoc para las operaciones de paz, a cuyo efecto pasará a ser
integrante pleno.
No obstante, luego de las elecciones de 1999, se disolvió la Secretaría de Asistencia
Internacional Humanitaria, y mediante el Decreto 270/00 del 24 de marzo de 2000,
la Comisión Cascos Blancos pasó a ser un organismo dependiente del Ministerio de
Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto.
Según Henderson (2009), en su análisis del proceso de conformación y consolidación
de la Comisión Cascos Blancos, este cambio trajo consigo modificaciones estructurales
que persisten hasta la actualidad: su rango de Subsecretaría, y la incorporación en
sus filas de un cuerpo diplomático de carrera. Asimismo, el estatus de Comisión
le otorgó de hecho y derecho, una marcada autonomía funcional al contar con un
directorio propio y poseer la facultad de firmar convenios con otros organismos,
tanto nacionales como internacionales.
El trabajo con Naciones Unidas tuvo continuidad y logró consolidarse exitosamente
a través de los años. La Asamblea General haciendo referencia a la participación de
los voluntarios Cascos Blancos, expresa en la 83ª sesión plenaria, el reconocimiento
de su accionar especialmente en “tres esferas principales de actividad, a saber, la
difusión de la labor de voluntariado, el apoyo a los países de América Latina y el
Caribe y la respuesta a las peticiones de asistencia en casos de emergencia”. Reconoce
que la iniciativa de los Cascos Blancos “puede desempeñar un papel importante en
la promoción, difusión y ejecución de las decisiones adoptadas en la Declaración del
Milenio110” y destaca especialmente, el énfasis puesto en el desarrollo de mecanismos
que faciliten la gestión local de las emergencias asociando a las poblaciones afectadas
110 En la Declaración del Milenio (2000) las Naciones Unidas definieron una serie de metas a alcanzarse en
el año 2015, las cuales contemplan la erradicación de la pobreza extrema y el hambre, la universalización
de la educación primaria, el combate al HIV/SIDA, la reducción de la mortalidad infantil, el respeto por la
igualdad de género, etc.
150
o vulnerables a las tareas de planificación, capacitación, movilización y respuesta
inmediata. Por ello, “invita al Secretario General a proponer medidas que permitan
integrar mejor la iniciativa de los Cascos Blancos en la labor del sistema de las
Naciones Unidas” y recomienda “a los Estados Miembros a que estudien los medios
de integrar la iniciativa de los Cascos Blancos en sus actividades programáticas y a que
suministren recursos financieros al Fondo Especial de Contribuciones Voluntarias
para los Voluntarios de las Naciones Unidas” (Resolución A/RES/61/220, 13 de
marzo de 2007).
En el plano regional, en el año 1995 la Asamblea General de la OEA adoptó a la Iniciativa
Cascos Blancos por medio de la Resolución N° 1351/95, expresando su convicción de
que el esfuerzo internacional concertado facilita el objetivo de la erradicación de la
pobreza en el hemisferio y facilita la capacidad de respuesta conjunta a emergencias
de carácter humanitario, social y de desarrollo (Mercosur, 2008). En este marco, la
OEA aprobó resoluciones que dispusieron un sistema de apoyo para las actividades de
Cascos Blancos en las Américas, que incluyó un Fondo Especial Cascos Blancos donde
otros Estados, donantes internacionales, organismos multilaterales y el sector privado
puedan contribuir con la creación de la red regional de voluntarios. Asimismo, la OEA
ratifica anualmente la Iniciativa a través de Resoluciones y Declaraciones aprobadas por
consenso de los 34 Estados Miembros.
El involucramiento del país en el contexto de la asistencia humanitaria internacional,
con mayor impulso desde 2003, lo llevó a ocupar la Presidencia del Grupo de Apoyo a la
Estrategia Internacional para la Reducción de los Desastres; participar como miembro
del Grupo de Seguimiento de las Reuniones MIAH junto a OCHA y otros cuatro países
latinoamericanos; contribuir activamente en la elaboración del Plan Interamericano
de Atención de los Desastres en el marco de la OEA; a participar activamente en otros
organismos o foros internacionales que discuten las facilidades jurídicas para el envío,
el tránsito o la recepción de asistencia humanitaria internacional que conduce la
Federación Internacional de las Sociedades de la Cruz Roja y la Media Luna Roja (FICR);
formar parte del Consejo Consultivo del Equipo de las Naciones Unidas de Evaluación
y Coordinación en Casos de Desastres (UNDAC); a impulsar iniciativas en procesos de
integración regional como MERCOSUR, UNASUR y CELAC; a rubricar acuerdos y trabajos
conjuntos con agencias humanitarias como la Oficina de Coordinación de Asuntos
Humanitarios (OCHA), la Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres (EIRD),
la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el Programa Mundial de Alimentos
(PMA), el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), la
Organización Internacional para las Migraciones (OIM), y la Organización de Naciones
Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
En el ámbito nacional, Cascos Blancos tuvo un rol decisivo en la conformación de la
Plataforma Nacional Argentina para la Reducción de Desastres (PNRD), según los
lineamientos de la Estrategia Internacional para la Reducción de los Riesgos (EIRD).
La Plataforma está coordinada por la Comisión Cascos Blancos y la Subsecretaría de
Protección Civil y Abordaje Integral de Emergencias y Catástrofes del Ministerio de
Seguridad de la Nación, y está integrada por un centenar de miembros, representantes de
sectores gubernamentales y no gubernamentales.
Capítulo III: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL y EL CAMBIO DE ÉPOCA EN LA REPÚBLICA ARGENTINA
151
Para comprender los alcances y la vinculación internacional de la Comisión Cascos
Blancos resulta importante analizar el presupuesto que sustenta la actividad de la
organización. En principio, el presupuesto de la Comisión deviene de fondos nacionales
e internacionales tanto para la realización de misiones multilaterales, bilaterales y
nacionales. Sobre los primeros, se remarca la generación de una partida específica
dentro del presupuesto nacional. En cuanto a los fondos internacionales, dispone de dos
“ventanillas” de financiamiento: una en el marco de las Naciones Unidas administrada
por Voluntarios de Naciones Unidas (VNU); y otra en la OEA a través del Fondo Especial
OEA/Cascos Blancos, administrada por la Secretaría Ejecutiva de Desarrollo Integral
(SEDI). Ambas ventanillas canalizan contribuciones públicas o privadas y se utilizan para
financiar misiones de asistencia humanitaria internacional, y actividades vinculadas a la
promoción y difusión del voluntariado humanitario (http://www.cascosblancos.gov.ar).
Asimismo, el Estado Argentino aporta a las ventanillas de ONU y OEA, contribuyendo
a mejorar la inserción del país en la región y el mundo. La República Argentina, como
todos los países miembros tanto de las Naciones Unidas como de la Organización de
Estados Americanos, realiza aportes en concepto de cuotas a ambas organizaciones en
función de su PBI, independientemente de sus cuotas obligatorias. Estas ventanillas de
financiamiento están abiertas a todo potencial donante, por lo cual están sujetas a recibir
aportes de la comunidad internacional y por lo tanto a aumentar sus recursos para el
desarrollo de acciones y misiones (Henderson, 2009).
En cuanto a su estructura, la Comisión Cascos Blancos cuenta con un staff permanente y
con una base de datos de voluntarios. El staff permanente (Figura Nº 3) está compuesto
por funcionarios que trabajan en tareas diplomáticas y de vinculación con gobiernos y
organizaciones internacionales, se ocupan de la formulación y evaluación de proyectos,
de la selección de voluntarios, y ponen en funcionamiento y coordinan las misiones en
terreno. De esta manera, el personal desempeña tareas en las distintas áreas que integran
la Comisión, como inserción político-diplomática, voluntariado, operaciones y logística,
comunicación, administración y finanzas (Henderson, 2009).
Figura Nº 3: Organigrama del Staff permanente de la Comisión Cascos Blancos
STAFF PERMANENTE
Dirección Técnico
Administrativa
Unidad Operativa - Áreas
Inserción político-diplomática
Voluntariado
Operaciones y logística
Comunicación
Administración y finanzas
152
Fuente: Elaboración propia en base a Cascos Blancos, 2013.
3.2. Propósitos y actividades
La Comisión Cascos Blancos establece como sus propósitos, misión y funciones:
•
Asistencia humanitaria
Ante emergencias y desastres socionaturales, Cascos Blancos organiza equipos de
voluntarios de rápida respuesta, que actúan en el terreno asistiendo en áreas o temas
previamente establecidos. En estos casos, se pre-identifica y pre-selecciona a los
candidatos, se conforma el equipo de trabajo y se supervisa que esté en condiciones
de actuar en terreno con una demora no mayor de 72 horas ocurrido el desastre.
Además de sus aportes concretos para asistir a los damnificados, estas misiones de
asistencia humanitaria capacitan y entrenan a los recursos locales en el diagnóstico
de estructuras dañadas, manejo de suministros humanitarios y fortalecimiento del
voluntariado local, entre otros.
Asimismo, Cascos Blancos pone a disposición de la comunidad internacional diversos
insumos de ayuda humanitaria. Entre otros suministros, entrega ropa, frazadas,
carpas, sales de rehidratación oral, potabilizadores de agua, medicamentos, alimentos
y herramientas, que son enviados en coordinación con las autoridades locales y de
acuerdo a las necesidades planteadas. Para garantizar la eficiencia y eficacia en
tiempo que demanda esta modalidad de ayuda, en las misiones intervienen recursos
humanos de Cascos Blancos especializados en logística y manejo de suministros.
•
Rehabilitación y reconstrucción
Una vez superados los impactos inmediatos de la emergencia, Cascos Blancos
emprende acciones de mediano y largo plazo para el desarrollo, con el objetivo de
fortalecer los mecanismos de respuesta local y recomponer estructuras productivas
dañadas. En este sentido, las misiones llevan adelante acciones con foco en la atención
sanitaria, educativa y agroalimentaria.
Esta modalidad está estrechamente vinculada al factor distintivo que tiene la
Comisión Cascos Blancos, relacionado a la continuidad de las acciones una vez
superada la situación de crisis, mediante el fortalecimiento de los mecanismos de
gestión local (Henderson, 2009).
•
Gestión integral del riesgo y resiliencia
En este sentido, Cascos Blancos promueve la gestión integral del riesgo, construyendo
herramientas de prevención para disminuir las vulnerabilidades y reforzar la
resiliencia de las comunidades. Por ejemplo, a través de programas, capacitaciones y
talleres, impulsa la formación de capacidades locales, difunde experiencias y buenas
prácticas y crea conciencia sobre los beneficios de la reducción de los riesgos de
desastres y de la adopción de políticas para prevenir y disminuir la vulnerabilidad.
Capítulo III: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL y EL CAMBIO DE ÉPOCA EN LA REPÚBLICA ARGENTINA
153
•
Acciones en territorio nacional
Dentro del país, Cascos Blancos trabaja en proyectos de prevención y respuesta
a desastres, creando herramientas de resiliencia a través del programa de
fortalecimiento del voluntariado local. Además, colabora en la atención a
emergencias, en coordinación con los organismos nacionales, gobiernos provinciales
y municipales.
3.3. El voluntariado humanitario como matriz del modelo Cascos Blancos
La característica esencial de la Iniciativa Cascos Blancos es, sin lugar a dudas, el modelo
de participación solidaria basado en un voluntariado humanitario111 integrado por
individuos y grupos proactivos en la búsqueda de soluciones para los problemas a
enfrentar, los cuales actúan articuladamente con los organismos gubernamentales
de los distintos niveles político-administrativos (nacional, provincial, municipal), y
de la propia sociedad civil.
De esta manera, el accionar de los cuerpos de voluntarios se vinculan al fortalecimiento
de las capacidades locales, ya que alienta la trasformación de los individuos de
potenciales víctimas a actores de su propia realidad (Henderson, 2009). Esta
participación voluntaria de la sociedad civil, surge como consecuencia de un “Estado
que no respondió con eficacia a las necesidades de su población”112, presentándose
la movilización del voluntariado como un “auténtico factor de cohesión y solución de
problemáticas puntuales”, indispensable “para el éxito de las misiones humanitarias
vinculadas a cualquier desastre o conflicto” (MRECIC, 2009:6).
Respecto a la definición de voluntariado, no existe un acuerdo generalizado en torno
a la utilización de este concepto, ya que la visión de los organismos que lo practican es
muy diversa113. En este sentido, Cascos Blancos interpreta el concepto de voluntariado
de acuerdo a las características que le son comunes: la libre elección de quien realiza
dicha actividad; no se espera ni se recibe una remuneración por la tarea realizada; las
acciones que se ejecutan son solidarias, y las actividades que se impulsan conllevan
un compromiso adquirido entre el voluntario y la persona que convoca. Entonces,
se habla de voluntariado cuando por un lado se reúnen estas características y, por el
otro, se produce una toma de conciencia de la práctica voluntaria, de su impacto y de
111 La figura del voluntariado humanitario fue creada por el Decreto 466/1998 del Ministerio del Interior.
112 Como se mencionó en el abordaje del escenario político y económico regional, hacia fines de la década
del ochenta y principios de los noventa, a nivel mundial deviene un modelo de Estado con escasas o
nulas preocupaciones en cuanto a los aspectos sociales de la vida de los ciudadanos. A nivel regional, la
implementación de políticas basadas en este modelo, trajeron aparejadas consecuencias negativas como el
aumento del desempleo y la pobreza. Frente a esta realidad, surge como iniciativa el modelo de voluntariado
de Cascos Blancos, con el objetivo de atenuar los efectos negativos de un Estado ausente en las políticas
sociales de los países más vulnerados.
113 Según la Ley 25.855 de Voluntariado Social sancionada en Argentina en diciembre de 2003, se define
a los voluntarios sociales como “las personas físicas que desarrollan, por su libre determinación, de un
modo gratuito, altruista y solidario, tareas de interés general en dichas organizaciones, sin recibir por ello
remuneración, salario, ni contraprestación económica alguna” (MRECIC, 2009).
154
su entorno. De esta manera, según el Manual de Voluntariado (2009:18):
“Ser voluntario no es sólo donar tiempo sino, principalmente, buscar
herramientas para aprovecharlo y enfrentar los vacíos que deja una
sociedad atomizada e individualista. Las acciones, por pequeñas que
sean, conectan con el sentido solidario de la vida. El voluntariado
representa un modo efectivo de lucha contra el individualismo,
la competencia despiadada, y proyecta el interés del sujeto a la
participación colectiva como miembro de un todo”.
Para impulsar este modelo de participación solidaria, se promueven encuentros de
reflexión, formación y organización de voluntarios. Muchos de los protagonistas de
estos espacios llegan con experiencias propias, locales, formales o informales, y se
plantean generar transformaciones que favorezcan a sus comunidades. En conjunto,
analizan ejes comunes, comparten recursos y se organizan con otros para alcanzar
los objetivos consensuados. Se apunta a la comprensión de la problemática que afecta
a los protagonistas locales, la articulación de los recursos existentes con las distintas
experiencias y la posibilidad de sistematizar y transmitir las acciones generadas,
elementos determinantes a ser incorporados en la construcción del voluntariado
solidario (http://www.cascosblancos.gov.ar).
El trabajo con voluntarios hace imprescindible una base de datos informática,
actualizada y depurada de manera permanente, que permite sistematizar y formalizar
la experiencia desarrollada y perfilar de manera eficaz a los aspirantes. El Registro
de Voluntarios constituye una herramienta de gestión que posibilita a Cascos Blancos
manejar los insumos y recursos necesarios para el desarrollo de sus políticas y el
cumplimiento de sus objetivos. Esta herramienta relaciona datos de voluntarios,
sus perfiles, capacidades profesionales y experiencias personales, con las acciones
y misiones realizadas, lo que permite perfilar eficazmente a estos voluntarios en
función de las futuras misiones y proyectos (MRECIC, 2012).
Según su sitio oficial y de acuerdo con el Manual de voluntariado (MRECIC, 2009),
a la hora de definir una misión de respuesta a situaciones de emergencia, o para
desarrollar proyectos en el marco de la lucha contra el hambre y la pobreza, la
Iniciativa Cascos Blancos debe cumplir cuatro pasos organizativos. En primer
lugar, se realiza la convocatoria de aspirantes orientada a constituir un grupo de
voluntarios integrados por especialistas, personas con capacidades para la solución
de problemas y grupos dispuestos a colaborar solidariamente.
En segundo lugar, se lleva a cabo la capacitación de los voluntarios seleccionados
para formarlos en aspectos generales y específicos. La capacitación general adentra
a los voluntarios en las características principales de la organización, mientras que
la capacitación específica, se centra en las particularidades del proyecto, programa o
actividad a desarrollar, explicitando objetivos, plan de acción, plazos y organización
de la actividad, equipos de trabajo, lugares de implementación, grupos poblacionales
con los que se relacionará, y responsables de la coordinación, con momentos teóricos,
técnicos, talleres y simulaciones o ejercicios prácticos. De esta manera, se genera
Capítulo III: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL y EL CAMBIO DE ÉPOCA EN LA REPÚBLICA ARGENTINA
155
un modelo de capacitación que permite formalizar las respuestas y transmitirlas a
poblaciones similares, en situaciones de crisis futuras.
Como tercera instancia, se plantea la conformación de equipos de trabajo
“para trasladarse al teatro de operaciones que los requiera” y lleven a cabo las
acciones planificadas por la organización. Esos equipos “deben ser armónicos,
de buena interrelación y comunicación entre sus miembros y con capacidades
complementarias”. En el proceso de implementación de las actividades para
abordar el conflicto, se plantea como necesaria la realización de un seguimiento de
dichas actividades para verificar su progreso e introducir cambios ante cualquier
inconveniente (http://www.cascosblancos.gov.ar).
Finalmente, el último paso se aboca a la “siembra del modelo”, en el cual todas las
actividades desarrolladas durante las misiones son revisadas y evaluadas de acuerdo
a la identificación de los objetivos, su cumplimiento y las principales dificultades
detectadas; para luego sistematizar esa experiencia y que la misma pueda replicarse
en escenarios similares futuros.
Como se ha mencionado anteriormente, el accionar del voluntariado se encuentra
estrechamente relacionado con las experiencias locales. Por lo tanto, el trabajo en
conjunto con las organizaciones de la sociedad civil se torna necesario para cumplir
con los objetivos de las misiones de Cascos Blancos, acompañando la formación de
estos grupos a través de la realización de prácticas sistematizadas que permitan el
crecimiento cuantitativo y cualitativo de los voluntarios locales. Para llevar a cabo
este modelo de intervención de voluntariado, se presentan diferentes momentos
(MRECIC, 2009):
a) Detección de voluntariados locales. Dentro de la formación de un voluntariado
local, se ha dado una mayor prioridad a la capacitación de “Líderes Juveniles
Solidarios”. Esta prioridad se ha manifestado a partir del año 2003, a través
de la realización de diversas jornadas en las cuáles los jóvenes han sido los
protagonistas, con el objetivo de fomentar las acciones voluntarias, lograr una
formación con experiencias comunitarias e intercambiar las experiencias entre
las organizaciones y grupos de base a través de esas jornadas.
b) Apoyo a las organizaciones. Se manifiesta a partir de una solicitud de las mismas,
vinculadas por lo general a capacitaciones de voluntarios y asesoramiento para
realizar acciones en el terreno local. Para ello, se requiere el apoyo de otras
organizaciones de la comunidad que pueden colaborar con la que realizó la
solicitud. En esta instancia se hace uso de la base de datos que posee Cascos
Blancos, como así también de los contactos que pueda tener la organización
demandante. Cuando se logra la unión de las experiencias de las organizaciones
locales con las herramientas brindadas por un organismo estatal, se pueden
visualizar los problemas desde una visión macro permitiendo gestionar mayores
soluciones.
c) Jerarquización de problemas y acciones de respuesta. Aquí se focaliza la atención
156
en la acción, las limitaciones materiales y territoriales con las que se enfrentarán
las acciones, y se formulan las posibles soluciones que se puedan desarrollar
a través del voluntariado. En este momento es importante la generación de
espacios de análisis con el objetivo de jerarquizar los problemas y las acciones
de respuesta a llevarse a cabo teniendo en cuenta las capacidades de las propias
organizaciones comunitarias.
d) Diseño y planificación de las prácticas, y generación de un plan de acción. Se
procede a la planificación de las actividades detectadas en el punto anterior,
con el objetivo de responder a los objetivos planteados y a las problemáticas
a solucionar. De esta manera, se crea un plan de acción, consensuado por los
diversos actores participantes, que contenga las actividades que se van a realizar
para alcanzar las metas y los propósitos del proyecto.
e) Sistematización de la experiencia. Una vez finalizadas las actividades, en esta
etapa, se generan ámbitos de reflexión y evaluación de las actividades realizadas,
con el objetivo de identificar, por un lado, los logros que se obtuvieron con la
implementación de las actividades y, por el otro, las principales dificultades que
se encontraron en el proceso de desarrollo del proyecto. La evaluación también
se utilizará para sistematizar la experiencia y así disminuir la improvisación a la
hora de encarar nuevos proyectos. Asimismo, este proceso contribuye a replicar
la experiencia en otros grupos y organizaciones.
Dentro de este modelo de intervención de voluntariado, se desarrollan acciones
concretas que pueden organizarse de acuerdo a las siguientes actividades: respuesta
ante situaciones de desastre, acciones / campañas socio-sanitarias locales, apoyo
a programas de protección ambiental, movilización en barrios carenciados,
alfabetización popular, manejo comunitario del agua, prevención de catástrofes,
desarrollo de proyectos productivos, programas desarrollados por comunidades
originarias.
Asimismo, en el documento de trabajo sobre voluntariado denominado “Las
Herramientas de Trabajo”, que se encuentra disponible en el sitio oficial de Cascos
Blancos (http://www.cascosblancos.gov.ar) se mencionan otras herramientas de
trabajo para la capacitación y el desarrollo del voluntariado, como por ejemplo la
realización de encuentros nacionales, regionales o locales en el Centro Argentino
de Entrenamiento para Operaciones de Paz (CAECOPAZ) que opera bajo el sistema
de Naciones Unidas en Campo de Mayo; y los encuentros temáticos y talleres
de capacitación específica, entre los que se encuentra con mayor demanda la
capacitación en Manejo de Suministros en Situaciones de Emergencia114, a partir
del uso del sistema provisto por la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
114 El Sistema de Manejo de Suministros en Situaciones de Emergencias se crea en 1992 con el auspicio
de la Organización Panamericana de Salud (OPS). Actualmente se denomina LSS-SUMA y consiste en “una
herramienta de manejo de información que ayuda a las autoridades nacionales a poner orden en el caos
que frecuentemente provoca la Asistencia Humanitaria mal coordinada. Emplea un sistema computarizado
fácil de usar para dar seguimiento a los artículos desde el momento en que distribuyen efectivamente a la
población afectada” (http://www.cascosblancos.gov.ar/sites/default/files/documento-suma.pdf).
Capítulo III: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL y EL CAMBIO DE ÉPOCA EN LA REPÚBLICA ARGENTINA
157
A partir de 2003, se trabaja con especial énfasis en el impulso del sector juvenil del
voluntariado, realizando por ejemplo, unas jornadas con estudiantes universitarios y
líderes juveniles universitarios con el objetivo de “analizar las formas de integración
del trabajo voluntario universitario con las necesidades de las comunidades locales”.
3.3.1. La gestión local del riesgo
Desde la Estrategia de Yokohama en 1994, y debido a los aprendizajes que proporcionaron
una serie de sucesos a comienzos del milenio (huracanes, tsunamis, terremotos), la
concepción de riesgo se modificó y complejizó, dejando de estar asociado exclusivamente
a la amenaza natural. Se asumió que los desastres son cada vez menos “naturales” ya que
sus orígenes suelen estar asociados a la acción del hombre en la naturaleza, y se aceptó
que el riesgo debe contemplar la vulnerabilidad de las sociedades afectadas. Debido a
ello, se adoptó el concepto de gestión integral de riesgo y se incorporó a la sociedad civil,
especialmente mediante la organización del voluntariado, en las acciones de reducción y
mitigación de riesgos.
Del mismo modo, para el desarrollo de las misiones humanitarias ante situaciones de
desastre o conflicto, los Cascos Blancos incorporan la participación activa de la sociedad
civil, a través del armado de una matriz solidaria entre distintos actores sociales,
impulsando la colaboración de la comunidad a través de un modelo participativo solidario.
En este sentido, se genera un vínculo con la sociedad civil en el cual las comunidades se
convierten en protagonistas de su realidad y participan activamente de las actividades
que llevan a cabo los organismos internacionales. Según el Ministerio de Relaciones
Exteriores y Culto, “cualquier esquema que se desee aplicar para participar con éxito en la
lucha contra el hambre y la pobreza, y en la respuesta a los desastres, tendrá que tener en
cuenta esta nueva realidad e incorporar a aquellos protagonistas con prácticas exitosas
en esa dinámica. (…) La participación activa de la sociedad civil frente a los problemas de
los pueblos y en las actividades que encaren los organismos internacionales, constituye
un requisito indispensable para el desarrollo de las misiones humanitarias vinculadas a
cualquier desastre o conflicto” (Cascos Blancos, 2008).
Dentro de este modelo, la Comisión Cascos Blancos incorpora la perspectiva de género
y la inclusión de los saberes y prácticas ancestrales. La primera, surge ante la evidencia
de que los desastres afectan a los grupos de acuerdo a la condición de riesgo en que se
encuentran antes del evento, en función de inequidades y vulnerabilidades preexistentes
en una sociedad. Por lo tanto, considera la afectación de vulnerabilidad por cuestiones
de género, relevando las principales problemáticas a las que se enfrentan las mujeres y
fortaleciendo sus capacidades en contextos de emergencias y desastres.
La inclusión de los saberes y prácticas ancestrales deviene de trabajos compartidos con el
Estado Plurinacional de Bolivia y el objetivo se orientó al desarrollo de una herramienta
metodológica para la recuperación y formalización de saberes y prácticas ancestrales
y contemporáneas, resignificando el papel de la memoria como herramienta para la
preservación y desarrollo de la comunidad (Cascos Blancos, 2012).
158
4. INSERCIÓN INTERNACIONAL DE CASCOS BLANCOS
Como se desarrolló en los capítulos precedentes, la República Argentina, a través de la
Comisión Cascos Blancos, ha mantenido un rol protagónico en las diversas instancias
político-diplomáticas vinculadas a la y la asistencia humanitaria internacional y la
gestión integral de riesgos.
•
•
•
•
•
•
•
Estableció alianzas estratégicas con las agencias humanitarias más relevantes
tales como OCHA, EIRD, OPS, PMA, FAO, ACNUR, OIM, PNUD, VNU, UNICEF, entre
otras.
Promovió la creación de la Plataforma Nacional Argentina de la EIRD en 2007 y
participa en las reuniones de las Plataformas Mundial y Regional “Las Américas”,
constituyéndose en el Punto Focal Internacional de la EIRD. Por su parte, Cascos
Blancos integró la Delegación Argentina que presidió el Grupo de Apoyo a la EIRD,
y ha impulsado a nivel internacional y nacional la Campaña Ciudades Resilientes.
Contribuye a la consolidación del proceso de reuniones sobre Mecanismos
Internacionales de Asistencia Humanitaria (MIAH) y en este marco organizó la
tercera reunión en Buenos Aires en 2010. Asimismo, es integrante del Grupo de
Seguimiento junto a OCHA y otros cuatro países latinoamericanos. Asimismo, en
el marco de OCHA Cascos Blancos ejerce carácter de Punto Focal UNDAC y Punto
Focal Político INSARAG.
En el Sistema Interamericano, a través de la Comisión Cascos Blancos, Argentina
impulsó la Red Regional de Voluntariado Humanitario, y presidió el Grupo de
Trabajo Conjunto conformado en el marco de la OEA en 2009 con el objetivo
de realizar un diagnóstico sobre los mecanismos normativos y de coordinación
existentes en materia de desastres y asistencia humanitaria en la región, y
presentar una estrategia de acción. Como corolario del trabajo realizado, se aprobó
en 2012 el “Plan Interamericano para la Prevención, la Atención de los desastres y
la Coordinación de la asistencia humanitaria”.
En el marco de la Unión Suramericana de Naciones (UNASUR), Cascos Blancos
presidió la Delegación Argentina que participó de la reunión que impulsó la
creación del Grupo de Trabajo de Alto Nivel para coordinar las políticas de gestión
de riesgos de desastres y lograr una gestión conjunta e integral.
Asimismo, ha trabajado junto a la Secretaría Técnica de UNASUR en Haití,
desarrollando programas de capacitación y acompañamiento técnico en el área de
seguridad alimentaria.
En el marco del Mercado Común del Sur (MERCOSUR), a través de Cascos Blancos
la República Argentina impulsó la creación de la Reunión Especializada de
Reducción de Riesgos de Desastres Socionaturales, la Defensa Civil, la Protección
Civil, y la Asistencia Humanitaria del MERCOSUR” (REHU) en 2009, en la que
mantiene una activa participación oficiando como Coordinador Nacional Titular,
y ejerciendo la Secretaría Técnica durante 2013.
Capítulo III: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL y EL CAMBIO DE ÉPOCA EN LA REPÚBLICA ARGENTINA
159
De manera simultánea a estas acciones, Cascos Blancos desarrolla misiones de
asistencia humanitaria internacional ante desastres, las cuales se clasifican en
bilaterales, cuando se realizan de país a país, o multilaterales, cuando se efectúan a
través del llamamiento de Naciones Unidas o la Organización de Estados Americanos
a la comunidad internacional.
En caso de que no haya un pedido oficial de ayuda, la República Argentina puede
ofrecer asistencia humanitaria, incluso en coordinación con otros organismos
regionales y/o internacionales. Para que este ofrecimiento se ejecute, debe mediar
una autorización del país afectado.
En el plano bilateral, son numerosas las misiones y acciones llevadas adelante por
la Comisión, donde la región de América Latina y el Caribe “absorbió la mayoría
de misiones de asistencia humanitaria, y en ella se ejecutaron casi la totalidad de
acciones programáticas” (Henderson, 2009:140) demostrando una plena correlación
con los principales lineamientos de la política exterior del periodo 2003-2013.
En el trabajo específico, esta participación internacional permitió establecer alianzas
estratégicas con organismos y países, desplegando múltiples actividades como el
“intercambio de experiencias, fraternidades, descubrimiento de las capacidades
del otro”, estimulando “el reconocimiento mutuo y, en los últimos años, dio buenos
frutos en la acción y la formalización de esas experiencias en acuerdos, convenios,
memorandos de entendimientos y, lo más importante, acciones coordinadas” (http://
www.cascosblancos.gov.ar).
4.1. Inserción Internacional Multilateral
4.1.1. Articulación de Cascos Blancos en la Organización de las Naciones
Unidas
En 1994, la Asamblea General de las Naciones Unidas reconoció a la Iniciativa Cascos
Blancos, y en el marco de su accionar estableció dos requisitos hacia la Comisión:
•
•
Actuar bajo los lineamientos de Departamento de Asuntos Humanitarios
-DAH- (Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios -OCHA-,
desde 1998).
Trabajar operativamente con los Voluntarios de las Naciones Unidas (UNV,
por su sigla en inglés), organismo que moviliza a expertos y voluntarios para
las misiones humanitarias.
En 1999 se suma a estas dos instituciones la Estrategia Internacional para la
Reducción de Desastres (EIRD), punto focal del sistema de Naciones Unidas
encargada de promover vínculos y sinergias entre la coordinación de actividades de
reducción de desastres.
160
En 2003 la ONU reconoció a la experiencia argentina como una herramienta válida
para la promoción, la difusión y el cumplimiento de las decisiones pautadas en
la “Declaración del Milenio de las Naciones Unidas”, ampliando y consolidando
la articulación de Cascos Blancos con las distintas agencias de ese organismo
multilateral. Asimismo, la Asamblea General de Naciones Unidas ha renovado
periódicamente su aval a Cascos Blancos en la esfera del socorro humanitario, la
rehabilitación y la cooperación técnica para el desarrollo, resaltando como distintiva
la experiencia argentina por su accionar a través del voluntariado (http://www.
cascosblancos.gov.ar).
Otros organismos de ONU con los que articula la Comisión Cascos Blancos son la
Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el
Programa Mundial de Alimentos (PMA), el Programa de Naciones Unidas para el
Desarrollo (PNUD), la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la Organización
de las Naciones Unidas para la Educación y la Cultura (UNESCO), el Fondo de Naciones
Unidas para la Infancia (UNICEF), y el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los
Refugiados (ACNUR).
Entre los acuerdos y actividades conjuntas que se han desarrollado con estos
organismos y otras instituciones internacionales, principalmente en la década 20032013, se pueden desatacar:
OCHA. Cascos Blancos mantiene una estrecha relación de trabajo con la Oficina, y
ha apoyado y promovido instancias coordinadas por este organismo con vistas de
mejorar los mecanismos de coordinación de la asistencia humanitaria internacional.
En la actualidad, esta alianza estratégica se ha visto cristalizada a través de la
participación en el Grupo de Seguimiento del proceso de Reuniones Regionales sobre
Mecanismos Internacionales de Asistencia Humanitaria (MIAH), la cooperación en
terreno a través de mecanismos especializados como el Equipo de las Naciones
Unidas de Evaluación y Coordinación en Casos de Desastres (UNDAC) y el Grupo
Asesor Internacional de Operaciones de Búsqueda y Rescate (INSARAG) y la
colaboración en manejo de información, a partir de la puesta en funcionamiento de
la Red de Información Humanitaria para América Latina y el Caribe (REDHUM) en
Argentina, entre otros.
PMA. La relación con Cascos Blancos se establece a partir de la firma de la Carta de
Entendimiento conjunta con el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y Voluntarios
de Naciones Unidas (UNV) en agosto de 1998. En 2006, Cascos Blancos reimpulsó
su relación con el PMA, luego de sucesivas presentaciones y reuniones con el staff
ejecutivo del Programa en Roma. En 2007, con la firma de un acuerdo de cooperación
entre la OEA, el PMA y Cascos Blancos la relación se potenció, estableciendo un
marco regulatorio para contribuir al desarrollo de los procesos de fortalecimiento
de la seguridad alimentaria y nutricional, a brindar respuestas en situaciones de
emergencia social y desastres socionaturales, incluyendo la distribución de alimentos
en el hemisferio americano (OEA-PMA, 2007).
Capítulo III: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL y EL CAMBIO DE ÉPOCA EN LA REPÚBLICA ARGENTINA
161
FAO. En octubre de 2008 se suscribió una Carta de Intención entre Cascos Blancos y
la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
La misma apunta a la colaboración en “programas de ayuda a la gestión local para la
actividades de emergencia y de seguridad alimentaria en relación a la producción,
recepción, el acopio y la distribución de alimentos y la rehabilitación de zonas rurales
dañadas por desastres por causas naturales, en países de América Latina y el Caribe,
promoviendo la incorporación de la sociedad civil a través de sus voluntarios”
(Cascos Blancos-FAO, 2008).
Otra articulación se dio con el Núcleo de Capacitación en Políticas Públicas de la
Oficina Regional para América Latina y el Caribe de la FAO, a través del cual Cascos
Blancos coordinó, en formato e-learning, cursos de capacitación regional sobre
“gestión de riesgos en seguridad alimentaria”.
Por otro lado, Cascos Blancos ha sostenido una activa participación en las reuniones
del Grupo Técnico de la Iniciativa América Latina y Caribe Sin Hambre 2025 (IALCSH),
foro impulsado por la FAO con el apoyo de Brasil, que contiene una serie de metas
para alcanzar el hambre cero en la región.
PNUD. El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, genera proyectos de
cooperación o asistencia técnica-financiera para encontrar soluciones a los problemas
del desarrollo. En este marco, a través del “Proyecto ARG/97/033 de Apoyo a la
Iniciativa Cascos Blancos”, se realizaron misiones de asistencia humanitaria en
Palestina, Bolivia, Irán, Tailandia, Indonesia y Cuba. El PNUD también tiene a su cargo
la administración del Programa Voluntarios de Naciones Unidas.
UNV. Desde su creación en 1994, Cascos Blancos tienen un estrecho vínculo de trabajo
con el Programa Voluntarios de Naciones Unidas (UNV). Este programa fue creado en
1970 por la Asamblea General para servir como socio operativo en la cooperación
para el desarrollo. El vínculo se profundizó en los últimos años motivando que la
Argentina fuera elegida como sede del encuentro latinoamericano que analizó al
estado del voluntariado en la región en 2011. Como continuación de esa relación,
el presidente de Cascos Blancos fue invitado como expositor a la Conferencia
Mundial sobre el Voluntariado que UNV organizó conjuntamente con la Federación
Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja (Budapest, 2011). Adicionalmente,
UNV solicitó apoyo a Cascos Blancos para desarrollar proyectos conjuntamente en
Perú y en Colombia durante 2012.
Vale recordar que la ventanilla de financiamiento Cascos Blancos en las Naciones
Unidas, es administrada por UNV.
OMS/OPS. Con la Organización Panamericana de la Salud, Cascos Blancos mantiene
una de las alianzas estratégicas más consolidadas, y a través del Memorando de
Entendimiento firmado en 2008, ambos se comprometieron a cooperar en materia
de preparativos y respuesta frente a desastres (Cascos Blancos-OPS, 2008).
162
Cascos Blancos es usuaria, capacitadora y multiplicadora regional del sistema LSSSUMA, diseñado por la OPS para lograr una gestión integral y eficaz en manejo de
suministros en casos de desastre. En el terreno, la OPS convoca regularmente a Cascos
Blancos para apoyar a sus equipos de trabajo en diversas misiones de asistencia
humanitaria internacional, fortaleciendo las capacidades conjuntas y generando
confianzas mutuas.
Por otro lado, la OPS acompaña la elaboración de un modelo de procedimientos
formales de cancillería o de las estructuras alternativas que se encarguen de la
articulación de la asistencia humanitaria internacional, una propuesta impulsada en
el marco de la III Reunión Regional sobre Mecanismos de Asistencia Humanitaria
Internacional (MIAH) realizada en Buenos Aires en junio de 2010, con el apoyo de la
Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas (OCHA).
EIRD. La Comisión Cascos Blancos ha participado muy proactivamente en el marco
de la EIRD, impulsando y constituyendo en 2007 la Plataforma Nacional, y realizando
tareas de promoción, difusión, e instrumentación de Campañas para aumentar la
resiliencia de los gobiernos locales ante los desastres, como la “Campaña Ciudades
Resilientes: Mi Ciudad se está preparando”115.
En 2011, la República Argentina a través de la Comisión Cascos Blancos, la Federación
Argentina de Municipios (FAM), y el Ministerio del Interior de la Nación; firmaron
una Carta de Adhesión junto a la Oficina de las Américas de la EIRD, con el objetivo
de colaborar para promover y avanzar con la iniciativa. Desde 2011, la Comisión Cascos Blancos participa del Grupo Técnico de Trabajo de
la EIRD encargado de analizar el Sistema de Gestión por Resultados del organismo,
del que también forman parte representantes y funcionarios de Australia, China,
Comisión Europea, Corea del Sur, Dinamarca, Finlandia, Japón, Noruega, Países Bajos,
Suiza y del Banco Mundial. ACNUR. En el marco de compromiso compartido con la protección de los refugiados,
Cascos Blancos firmó en 2011 un acuerdo con el Alto Comisionado de las Naciones
Unidas para los Refugiados que permitirá aumentar la cooperación en materia de
protección a refugiados y desplazados internos. De este modo, Cascos Blancos asume
la decisión de complementar con equipos y voluntarios la tarea del ACNUR cuya
primera acción se realizó en 2011 en la frontera de Túnez con Libia.
115 La iniciativa busca fortalecer y respaldar a los gobiernos locales, los grupos y dirigentes comunitarios,
al igual que a los alcaldes y personal técnico que participa en la planificación del desarrollo urbano y la
gestión del riesgo de desastres. Propone una lista de 10 aspectos básicos para lograr ciudades resilientes,
derivadas de las cinco prioridades del Marco de Acción de Hyogo (MAH).
Capítulo III: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL y EL CAMBIO DE ÉPOCA EN LA REPÚBLICA ARGENTINA
163
Figura Nº 4: Alianzas Estratégicas de Cascos Blancos en el marco de la ONU
Fuente: Elaboración propia en base a la información del sitio web oficial de Cascos Blancos (http://www.
cascosblancos.gov.ar)
Un análisis de las alianzas estratégicas permite visualizar la importante proyección
internacional de la Comisión Cascos Blancos, y destacar que la ampliación y
profundización de los vínculos con organismos internacionales se produjo
fundamentalmente a partir del año 2003, en consonancia con los lineamientos de la
política exterior argentina que tiene al fortalecimiento del multilateralismo, la paz y
el respeto al derecho internacional entre sus principios rectores.
164
4.1.1.1. Misiones de Cascos Blancos en el marco de la Organización de
Naciones Unidas
HAITI (marzo 2004): Con motivo de la crisis interna que afectaba a la República de Haití
desde el año 2002, el Consejo de Seguridad – mediante resolución 1529/04 – autorizó el
despliegue de una fuerza multinacional, provisional, y realizó un pedido de apoyo a todos
los Estados Miembros. En respuesta, el Poder Ejecutivo Nacional dispuso la participación
de la Comisión Cascos Blancos para la asistencia humanitaria a la República de Haití
mediante el Decreto Nº 280/04. Del 4 al 11 de marzo, se llevó a cabo una Acción de
Entrega de Ayuda, acompañada de 2 expertos en manejo de suministros humanitarios,
1 especialista en enfermedades tropicales, 1 coordinador de operaciones, 2 miembros
del Cuerpo Diplomático y representantes de prensa. La misión constó en el traslado y
entrega de 8 toneladas de alimentos y medicamentos, un camión, un grupo electrógeno,
seis computadoras, y material para uso médico.
HAITÍ (octubre 2005): El buque A.R.A “Bahía San Blas” partió del puerto de Buenos Aires
para llevar suministros y equipos a las “tropas argentinas integrantes de las Fuerzas de
Paz en la República de Haití bajo las órdenes de la MINUSTAH”. Frente a esta situación,
la Comisión de Cascos Blancos planteó la posibilidad de aprovechar las bodegas de la
embarcación para enviar suministros a la población haitiana. De esta manera, “se procedió
a trasladar la propuesta a los países integrantes del denominado “Grupo 2 x 4 Ampliado”
en sendas reuniones desarrolladas, tanto en Buenos Aires como en Santiago de Chile. A
su vez, en el marco de la Reunión de Cancilleres del Grupo de Río – desarrollada los días
25 y 26 de agosto de 2005 – se planteó la posibilidad de realizar un envío conjunto entre
las repúblicas de Argentina, Uruguay y Brasil”.
MYANMAR (mayo 2008): Debido a un llamamiento que realizara Naciones Unidas tras
el paso del ciclón Narguis, Cascos Blancos colaboró a través de una Acción de Entrega
de Ayuda Humanitaria, concretada el 12 de mayo con el envío de 14 cajas de pastillas
potabilizadoras de agua.
HAITI (2010): Frente al brote de cólera que enfrentó el país, se envió un voluntario que
colaboró en la implementación y manejo del sistema LSS/SUMA y prestó apoyo logístico a
la OPS en la central nacional de medicamentos e insumos médicos (PROMESS), en Puerto
Príncipe. Adicionalmente, se enviaron suministros humanitarios y kits de prevención
(Cascos Blancos, 2012).
TÚNEZ/LIBIA (marzo 2011): Luego del estallido del conflicto en Libia y a pedido del Alto
Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), un equipo logístico
de Cascos se desplazó a la frontera de Túnez con Libia con el objetivo de llevar adelante
tareas humanitarias en campamentos que albergaban a miles de refugiados de diversas
nacionalidades.
IRAK (septiembre de 2012): Desde septiembre de 2012 hasta octubre del mismo año, la
Comisión Cascos Blancos llevó a cabo una misión humanitaria en la provincia de Duhok,
en el norte de Irak. Allí se trasladaron tres voluntarias argentinas para realizar “tareas de
planificación, agua y saneamiento, contención psicosocial y articulación comunitaria en
el terreno” junto al equipo de trabajo que tiene desplegado el ACNUR en un campamento
de refugiados de dicha zona.
Capítulo III: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL y EL CAMBIO DE ÉPOCA EN LA REPÚBLICA ARGENTINA
165
4.1.1.2. Misiones en el marco del Convenio CB/UNV
REPUBLICA CHECA (enero y mayo 2003): A raíz de las inundaciones sufridas en el
país, el Ministerio de Agricultura de la República Checa, elevó un llamamiento de
asistencia a la comunidad internacional. Cascos Blancos, en colaboración tanto con
el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria), como con la Universidad
de Buenos Aires y el Instituto Nacional de Aguas, puso en práctica una acción en las
etapas de rehabilitación y reconstrucción. En la misma participaron 3 voluntarios
especialistas en agronomía e hidrología, quienes colaboraron con la recuperación de
tierras cultivables. A su vez, la República Checa requirió la asistencia de la comunidad
internacional para la conservación de su patrimonio cultural nacional. La respuesta
de Cascos Blancos se materializo en el envío de 1 voluntario para dicha tarea con la
colaboración de la Secretaría de Cultura de esa Nación.
HAITÍ (2004): Voluntarios de Naciones Unidas (VNU) solicitó a Cascos Blancos la
preselección de candidatos para los Departamentos de Salud e Ingeniería de la Misión
de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití. Se escogió a un grupo de candidatos,
incluyendo profesionales uruguayos, en función de la política de regionalización de
la Iniciativa Cascos Blancos y el fortalecimiento de sus Puntos Focales en la Región.
Invitación similar se hizo al Gobierno de Paraguay.
PARAGUAY (agosto 2004): A causa del brote de fiebre aftosa que afectara a la zona
de la frontera argentino-paraguaya, y del requerimiento del Consejo Agropecuario
del Sur (CAS)116 al respecto, Cascos Blancos actuó en el terreno mediante una Acción
de Lucha contra el Hambre y la Pobreza en coordinación tanto con el Servicio de
Sanidad Nacional (SENASA) como con el Servicio Nacional de Calidad y Salud Animal
(SENACSA) del Paraguay. Tres voluntarios argentinos y tres paraguayos trabajaron
supervisando las actividades de erradicación. A su vez, fueron entregados en
comodato, equipos transceptores para facilitar la tarea de los erradicadores.
ESTADOS UNIDOS (septiembre 2005): El paso de los huracanes Katrina (categoría
4,5) el 29 de agosto, y Rita (categoría 5) el 21 de septiembre resultó devastador para
los estados de Florida, Alabama, Louisiana y Mississippi, y motivó al llamamiento
de asistencia a toda la comunidad internacional. En respuesta a dicha convocatoria,
Cascos Blancos llevó a cabo una acción en las etapas de rehabilitación y reconstrucción
en el marco del Convenio CB/UNV, para lo cual contó con la colaboración tanto del
Ministerio de Salud y Medio Ambiente (Dirección Nacional de Emergencias Sanitarias
y Dirección Nacional de Salud Mental), como de la Secretaría de Derechos Humanos.
El equipo de voluntarios conformado por un Coordinador General, 1 logista-operativo,
1 especialista en emergencias de Derechos Humanos, 2 trabajadores sociales, 1
psicóloga social, 7 psicólogos, 2 médicos emergentólogos y 3 médicos psiquiatras
partió hacia Nueva Orleáns el 27 de septiembre de 2005. Se colaboró durante 20
116 En 2003, los ministros de agricultura de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay
conforman el Consejo Agropecuario del Sur (CAS), foro cuyo objetivo es la articulación del sistema
agropecuario de la región y la coordinación de acciones en políticas públicas para el sector.
166
días mediante la realización de las siguientes tareas: atención psiquiátrica las 24hrs.
desde un móvil de crisis, ayuda humanitaria a la comunidad hispano parlante,
atención al personal del hospital regional West Jefferson y capacitación del mismo
en situaciones de post desastre, atención en salas de emergencias y capacitación a
docentes.
ESTADOS UNIDOS (mayo 2006): Transcurridos 6 meses de la finalización de la Acción
en las etapas de rehabilitación y reconstrucción, Cascos Blancos puso en práctica una
Misión de Seguimiento (follow up) de la Asistencia post Katrina. La misma contó con
la participación de funcionarios, como el Embajador de la República Argentina en
Estados Unidos, el Presidente de Cascos Blancos, y 6 voluntarios.
GUATEMALA (noviembre 2008): Convenio PNUD/CB y OEA/CB. Frente a la temporada
de lluvias y ciclones que generaron numerosos derrumbes e inundaciones, la
República de Guatemala realizó un llamamiento de asistencia humanitaria y motivó
la implementación de una misión de asistencia humanitaria en emergencias por parte
de Cascos Blancos. La misma consistió en el envío de 1 especialista en LSS SUMA y 1
especialista en albergues temporales, quienes dictaron un curso de capacitación en
LSS SUMA y manejo de suministros destinado a 30 funcionarios de la Coordinadora
Nacional para la Reducción de Desastres (CONRED).
UCRANIA (agosto 2008): A raíz de las inundaciones que afectaron a las provincias
de Ivano-Frakovsk, Chernovtsi, Transcarpatia, Ternópol y Leópolis en el mes de
julio, Cascos Blancos hizo llegar su colaboración mediante una acción de entrega de
ayuda humanitaria. La misma se concretó con la entrega de pastillas para potabilizar
818.400 lts. de agua en la Embajada Argentina en Ucrania.
HAÍTI (Septiembre 2008): Debido a la temporada de huracanes se puso en práctica
una misión de asistencia humanitaria en emergencias en la que participaron 3 médicos
emergentólogos, 2 ingenieros, 1 socorrista, 1 técnico en manejo de suministros y 1
periodista. Trabajaron en el emplazamiento de un puesto de salud junto a Médicos
y Farmacias sin Fronteras y brindaron atención al público desde un dispensario
móvil instalado en una de las zonas de mayor densidad poblacional de Gonaives. A
su vez, colaboraron en un operativo de distribución de alimentos coordinado por
el PMA junto con el batallón argentino de la MINUSTAH, el cual brindó asistencia
logística, de transporte y de seguridad a los expertos argentinos. Los voluntarios
trabajaron en coordinación con la OPS y la Dirección Sanitaria Departamental
Haitiana. Completaron la misión el Presidente de Cascos Blancos, uno de sus vocales,
un miembro del servicio diplomático, un funcionario de la Comisión y una donación
de 50 cajas de pastillas potabilizadoras de agua y suministros médicos varios.
Capítulo III: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL y EL CAMBIO DE ÉPOCA EN LA REPÚBLICA ARGENTINA
167
4.1.1.3. Misiones en el marco del Convenio CB/PNUD
BOLIVIA (enero y marzo 2004): En el marco del Convenio CB/PNUD, y previa
solicitud del Cuerpo de Bomberos Voluntarios de La Paz, se concretó una acción de
entrega de ayuda humanitaria. Dos voluntarios viajaron a territorio boliviano con una
donación de equipos de comunicación por radio que facilitaran las tareas operativas
de prevención de inundaciones por lluvias. Asimismo, a pedido de la Prefectura
de Cochabamba, Cascos Blancos implementó una acción de entrega de ayuda
humanitaria consistente en el envío de numerosas dosis de vacunas antirrábicas
para uso humano al Ministerio de Salud Nacional y de la ciudad de Cochabamba.
IRAN (enero 2004): Producto de los destrozos provocados en la ciudad de Bam por
un terremoto que alcanzó una magnitud de 6,5 de intensidad, el gobierno de Irán
realizó un llamamiento de asistencia humanitaria a la comunidad internacional.
En consecuencia, Cascos Blancos llevó a cabo una acción de entrega de ayuda
humanitaria. La donación de frazadas, desinfectante para agua, medicamentos y
vacunas, llegó a territorio iraní el 13 de enero, contándose con la colaboración de la
Media Luna Roja para su distribución.
PERÚ (agosto 2004): Frente a las fuertes nevadas en los departamentos de Apurímac,
Arequipa, Ayacucho, Cusco, Moquegua, Puno y Tacna, la Oficina de Coordinación
para Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA) realizó un llamamiento
internacional. En respuesta, Cascos Blancos efectuó un envío de alrededor de 4
toneladas de suministros entre ropa de abrigo, alimentos y medicamentos. La
donación se llevó a cabo en el marco de una acción de entrega de ayuda humanitaria
y se realizó en coordinación con el Instituto de la Defensa Civil del Perú.
TAILANDIA-INDONESIA (enero y febrero 2005): Esta región se vio sacudida por un
tsunami, el cual alcanzó una intensidad de 9.0. Cascos Blancos colaboró para paliar
la crisis humanitaria resultante, con acciones de entrega de ayuda humanitaria en
beneficio tanto de Tailandia como de Indonesia. Se enviaron pastillas potabilizadoras
de agua, sales de rehidratación oral, medicamentos y elementos varios. Dicha acción
contó con la colaboración tanto del PNUD como de Agricultores Federados de
Argentina, Laboratorios Bagó y el Ministerio de Salud de la Nación. A su vez, también
se colaboró con la ONG Médicos del Mundo financiando los pasajes aéreos de tres
miembros argentinos pertenecientes a dicha organización desde Singapur hasta
Colombo.
HONDURAS (octubre/noviembre 2008): Afectado por derrumbes e inundaciones
ocasionados por lluvias torrenciales, el gobierno de la República de Honduras realizó
un llamamiento, al cual Cascos Blancos envió dos técnicos logísticos, quienes, en
el marco de una misión de asistencia humanitaria en emergencia, procedieron a la
instalación del programa de manejo de suministros LSS SUMA en todas las bodegas
de alrededor de 5 municipios y dictaron un curso de capacitación sobre dicho sistema.
168
CUBA (septiembre 2008): Tras el paso de los huracanes Gustav, Hanna e Ike, los cuales
afectaron a la totalidad de la isla, Cascos Blancos se hizo presente en territorio cubano
mediante una misión de entrega de ayuda humanitaria. La donación, financiada
con aportes del PNUD y presupuesto nacional, estuvo compuesta por pastillas para
potabilizar 3.168.000lts de agua, materiales para construcción y alimentos varios,
siendo la misma acompañada por un técnico logístico y un funcionario de la Comisión.
HAITI (octubre 2008): En un esfuerzo por dar continuidad a la ayuda brindada a la
República de Haití para hacer frente a los destrozos generados por los huracanes
Gustav, Hanna e Ike, se procedió a la implementación de una misión de entrega de
ayuda humanitaria. La misma consistió en el envío de 6t de alimentos, cuyo traslado
estuvo a cargo de un técnico logístico y un funcionario de la Comisión.
GUATEMALA (Noviembre 2008): Misión – Convenio PNUD/CB y OEA/CB. La
temporada de lluvias y ciclones resultó en numerosos derrumbes e inundaciones
en la República de Guatemala, obligando a declarar el estado de alerta amarilla en
todo el país y realizar un llamamiento de asistencia humanitaria internacional. La
catástrofe, que implicó 58.984 damnificados, 3 muertos y 3 desaparecidos, motivó la
implementación de una misión de asistencia humanitaria en emergencias por parte
de Cascos Blancos. La misma consistió en el envío de 1 especialista en LSS SUMA y 1
especialista en albergues temporales, quienes dictaron un curso de capacitación en
LSS SUMA y manejo de suministros destinado a 30 funcionarios de la Coordinadora
Nacional para la Reducción de Desastres (CONRED).
PALESTINA (enero 2009): Frente a las consecuencias de la operación “Plomo
Fundido”, que abrió un nuevo capítulo en el conflicto árabe-israelí dejando un saldo
de alrededor de 1.400 muertos, en su mayoría civiles, el representante de la Autoridad
Palestina en Argentina realizó un pedido expreso de asistencia dirigido a la Comisión
Cascos Blancos. La asistencia bridada por Cascos Blancos, consistió en primera
instancia, en el traslado de un coordinador Cascos Blancos, a la zona Jerusalem/
Ramallah a fin de delinear los detalles de la acción, basándose en el pedido palestino
de contar con profesionales médicos especialistas en niños. Con tal fin, se convocó a
un equipo de voluntarios que quedó conformado por tres cirujanos – uno especialista
en emergentología – y una logista operativa. Por otro lado, Cascos Blancos se hizo
cargo de gestionar la recolección y envío de las donaciones realizadas por la Sociedad
Civil, el Centro Islámico y la Federación de Entidades Argentino Árabes. Al respecto,
entre enero y abril de 2009, se concretaron 3 envíos de suministros humanitarios
compuestos de pastillas potabilizadoras de agua, alimentos, frazadas, medicamentos,
insumos médicos y elementos de higiene personal, cuya distribución estuvo a cargo
de la Cruz Roja (Cascos Blancos, 2013).
FIDJI (abril 2009): En vista de las inundaciones que afectaran a la totalidad del
territorio fidjiano en diciembre de 2008, y motivado por el llamamiento a la comunidad
internacional que realizara el Representante de dicha nación ante Naciones Unidas,
se implementó el envío de pastillas para potabilizar 2.000.000lts de agua en el marco
de una misión de entrega de ayuda humanitaria.
Capítulo III: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL y EL CAMBIO DE ÉPOCA EN LA REPÚBLICA ARGENTINA
169
PAKISTÁN (julio 2009): A raíz del resurgimiento del conflicto armado con el
movimiento Talibán, Cascos Blancos concretó un envío de ayuda humanitaria
consistente en pastillas para potabilizar 2.000.000lts de agua, con destino a
Islamabad (Cascos Blancos, 2013).
BURKINA FASO (septiembre 2009): Ante las inundaciones sufridas en Uagadugu en
la región central de Burkina Faso, que dejaron como consecuencia 60.000 afectados
y 160 muertos. Tras declaración formal por parte de la Ministra de Acción Social
y Solidaridad Nacional Pascaline Tamini, Cascos Blancos procedió al envío de una
donación de insumos humanitarios compuesta por pastillas para potabilizar más de
un millón de litros de agua (Cascos Blancos, 2013).
GUATEMALA (octubre 2009): Debido a la profunda crisis alimentaria sufrida en
Guatemala, y en respuesta a la solicitud de asistencia humanitaria por parte del
gobierno de ese país; en el mes de octubre, Cascos Blancos gestionó el envío de una
donación de 16 toneladas de arroz (del tipo grano entero, blanco y sin cáscara), por
vía marítima hacia el territorio afectado (Cascos Blancos, 2013).
LAOS (noviembre 2009): Durante los días 29 y 30 de septiembre la República
Democrática Popular Laos se vio afectada por el paso del tifón Ketsana, el cual dejó
tras de sí un saldo de 178.000 damnificados y pérdidas valuadas en U$D 120.000.000.
En consecuencia, y en respuesta al llamamiento realizado por el Representante
Permanente de Laos ante los organismos internacionales en Ginebra, Cascos Blancos
demostró su solidaridad con la nación asiática a través de una acción de entrega de
ayuda humanitaria consistente en la donación de pastillas para potabilizar 750.000
litros de agua (Cascos Blancos, 2013).
GUATEMALA (junio 2010): Atento a la declaración del estado de Emergencia realizada
por el presidente de Guatemala, Álvaro Colón, el 29 de Mayo, ante la erupción del
volcán Pacaya, de los deslizamientos volcánicos (lahares) y de la tormenta Agatha
que afectaron a la totalidad del territorio guatemalteco en el mencionado mes.
Hechos que dejaron un saldo trágico de 165 muertos y 162.857 afectados y daños
materiales valuados en 1000 millones de dólares americanos. Cascos Blancos en
misión de asistencia humanitaria coordinada con el PNUD, gestionó el traslado al
terreno de un voluntario experto en organización del voluntariado en emergencia. En
dicha misión, también se llevó a cabo el envío de una donación compuesta por 1500
frazadas y 20 cajas de pastillas potabilizadoras de agua. Por su parte, Cascos Blancos
participó de la Conferencia de Donantes para la Reconstrucción con Transformación
de Guatemala (Cascos Blancos, 2013).
SANTA LUCÍA (2010): Como consecuencia del Huracán Thomas que afecto la totalidad
del territorio de la isla, en el mes de noviembre, dejando un saldo de 3 muertos y
daños materiales valuados en 500 millones de dólares americanos. Atento a la
declaración de Desastre Nacional realizada por las autoridades del gobierno local,
Cascos Blancos en misión humanitaria coordinada con el PNUD, gestionó el envío de
una donación compuesta por 200.000 unidades de pastillas potabilizadoras de agua
(20lts en agua clara y 10 en sucia), hacia la zona afectada (Cascos Blancos, 2013).
170
NIGER (agosto- septiembre 2010): Ante las inundaciones que sufrió la totalidad
del territorio de Níger, entre agosto y septiembre, que dejaron un saldo de 227.000
afectados y 10.000 viviendas dañadas, Cascos Blancos, atento al llamamiento
realizado por OCHA, gestionó la entrega de una donación constituida por 1000
frazadas con destino a los afectados por los hechos sucedidos en ese país (Cascos
Blancos, 2013).
PAKISTÁN (agosto 2010): Entre los meses de julio y agosto, la provincia de Khyber
Pakhtunkhwa (frontera con Afganistán) sufrió inundaciones por lluvias que afectaron
a 14 millones de personas. Ante la solicitud de asistencia realizada por la Embajada
de Pakistán en Buenos Aires, vía nota dirigida al Ministerio de Relaciones Exteriores y
Culto de la República Argentina, Cascos Blancos gestionó la entrega de una donación
compuesta por 25 cajas de pastillas para potabilizar 3.000.000 litros de agua (Cascos
Blancos, 2013).
SANTA LUCIA (septiembre 2010): El 8 de Septiembre un incendio en el Hospital St.
Jude (Distrito de Vieux Fort), destruyó totalmente el área de cirugía. A raíz de los
intentos por apagar el incendio, el agua utilizada, terminó dañando el laboratorio, la
guardia de pediatría, la lavandería y la sala de suministros del hospital. Ante esto, el
día 10 de Enero Cascos Blancos coordinó el envío de una donación de la DINESA para
la reinstalación del hospital en Vieux Fort. De esta manera, se trasladó la donación
compuesta por los siguientes insumos médicos: 500 frascos de gelafundin, (4% x
500 ml), 10000 barbijos, 25 mamelucos de protección, 1000 jeringas y tela adhesiva.
NIGERIA (octubre 2010): En el mes de Octubre, inundaciones provocadas por las
intensas lluvias y por el desborde de represas en el Estado de Kano, afectaron al
norte de Nigeria, más precisamente al Estado de Jigawa y Sokoto, dejando un saldo
de 1 millón de afectados. Atento al llamamiento realizado por OCHA, Cascos Blancos
gestionó el envío de una donación compuesta por 400.000 unidades de pastillas
potabilizadoras de agua, hacia las zonas afectadas en dicho país (Cascos Blancos,
2013).
COLOMBIA (diciembre 2010): Tras las inundaciones que afectaron a Colombia, en el
mes de diciembre Cascos Blancos en Misión Humanitaria coordinada con el PNUD,
gestionó el envío de una donación compuesta por 20 cajas de pastillas potabilizadoras
de agua. Triangulando también, el envío de 9,5 toneladas de alimentos donadas por
la República Oriental del Uruguay a Colombia (Cascos Blancos, 2013).
JAMAICA (Septiembre/ Octubre 2011): Durante los meses de septiembre y de
octubre, la Tormenta Tropical Nicole afectó a 128 comunidades, dejando un saldo
de 5 muertos. A raíz de estos hechos, Cascos Blancos en coordinación con el PNUD,
y a partir de un requerimiento de la Cancillería jamaiquina, llevó a cabo, en el mes
de enero, una misión humanitaria que consistió en el envío de 1000 frazadas a dicho
país.
NAMIBIA (Septiembre/ Octubre 2011): Tras las inundaciones que afectaron a
Namibia, Cascos Blancos realizó el envío, vía Sudáfrica, y en coordinación con el
PNUD, de 45 cajas de pastillas potabilizadoras de agua, al país afectado.
Capítulo III: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL y EL CAMBIO DE ÉPOCA EN LA REPÚBLICA ARGENTINA
171
4.1.2. Articulación de Cascos Blancos en la Organización de los Estados
Americanos
La estrategia regional de Cascos Blancos fue respaldada por la Organización de
Estados Americanos (OEA), que “en el marco de las Resoluciones de la Asamblea
General aprobadas entre los años 1995 y 2007, dispuso elaborar un sistema de apoyo
para la realización de actividades de asistencia humanitaria de Cascos Blancos en las
Américas” (Henderson, 2009:72).
El aval brindado por la OEA fue político pero también económico, permitiendo la
generación de una de las ventanillas de financiamiento de la Comisión, “El Fondo
Especial OEA- Cascos Blancos”. El antecedente de este Acuerdo fue la Resolución
1463 de la Asamblea General de la OEA, la cual “autorizó la constitución de un fondo
especial de financiamiento, denominado Fondo Especial Cascos Blancos, con aportes
de carácter voluntario que provendrán, entre otras fuentes, de los Gobiernos de la
región (AGOEA, 1997).
Con este Fondo Especial OEA/Cascos Blancos, se implementaron misiones de
asistencia humanitaria y fortalecimiento local en el hemisferio, referidas a temáticas
como voluntariado humanitario, ayuda sanitaria y hospitalaria, el manejo de
emergencias, el apoyo al sector educativo o a las áreas agrícolas y ganaderas (http://
www.cascosblancos.gov.ar).
Por otra parte, la Asamblea General solicitó a la Comisión Cascos Blancos que
brindara a los países miembros que la precisen, asistencia técnica para el desarrollo y
fortalecimiento de sus voluntariados locales. Desde entonces, la Iniciativa intensificó
su tarea de promoción de la Red Regional de Voluntariado Humanitario, localizada
en los países hemisféricos y a disposición de cualquier Estado de la región que la
requiera.
Por último, es necesario recordar que la República Argentina, a través de la Comisión
Cascos Blancos impulsó y presidió el “Grupo de Trabajo Conjunto sobre Mecanismos
de Prevención, Atención de los Desastres y Asistencia Humanitaria entre los Estados
Miembros”, destinado a formular recomendaciones para mejorar los mecanismos
normativos y de coordinación en materia de desastres y asistencia humanitaria, y ha
contribuido activamente a la elaboración del “Plan Interamericano para la Prevención,
la Atención de los desastres y la Coordinación de la asistencia humanitaria”.
172
4.1.2.1. La Red Regional de Voluntariado Humanitario
Desde el año 2004 la Comisión Cascos Blancos orienta sus principales esfuerzos
regionales, hacia la búsqueda de acuerdos y consensos que han permitido avanzar
en el desarrollo de una Red Regional de Voluntariado Humanitario en los diversos
países de América Latina. Ello implica que ante necesidades emergentes, se procede
a la articulación de esfuerzos locales e internacionales para dar soluciones a
solicitudes de gobiernos u organismos internacionales. Bajo esta iniciativa no se
pretende sustituir las instancias permanentes que posea cada país para atender
las contingencias locales, sino que por el contrario, este modelo “intenta constituir
un canal que permita la atención humanitaria multilateral, dando cauce para que
los organismos o entidades locales desplieguen sus capacidades asistenciales en el
exterior, multiplicando la potencialidad universal de la ayuda humanitaria” (MRECIC,
2009: 4).
La conformación de una Red Regional de Voluntariado Humanitario en el marco
hemisférico fue impulsada en 1999 por la firma del Convenio OEA/BID/Cascos
Blancos, de Cooperación Técnica Regional No Reembolsable, N° ATN/SF-6470-RF
“Voluntariado para la Asistencia Humanitaria en América Latina - Iniciativa Cascos
Blancos”. Este Convenio tuvo por objetivo expandir y consolidar los mecanismos
de ejecución y financiamiento de participación de voluntarios especializados en
América Latina y el Caribe para la asistencia humanitaria, la lucha contra el hambre
y la pobreza y la prevención de situaciones de emergencia, posibilitando de esta
manera, que la iniciativa se desplegara en el hemisferio y potenciara su visualización
entre los países de la región.
El Acuerdo que finalizó en junio de 2008, financió 38 proyectos de asistencia
humanitaria en América Latina y el Caribe y la realización de 10 Talleres Nacionales
de Conformación de cuerpos de Voluntarios y 3 Encuentros Hemisféricos. Los
proyectos derivados del convenio contribuyeron a la organización de la Red Regional
de Voluntariado Humanitario, que a la fecha cuenta con 16 Puntos Focales, y a la
concreción de alianzas estratégicas con organismos regionales e internacionales.
En el año 2006 la Red recibe un nuevo reconocimiento cuando en el período XXXVI
de sesiones de la OEA (Resolución AG/RES 2165/06), la Asamblea General toma
nota del establecimiento de una “Red Regional de Voluntariado Humanitario y de
su incorporación como una herramienta valiosa para la gestión de riesgos y la lucha
contra el hambre y la pobreza en el Hemisferio”. Asimismo, en la Resolución 2372
de la Asamblea General de OEA de junio de 2008, se recomienda la utilización de un
equipo técnico que pertenezca a la Red Regional de Voluntariado Humanitario de la
Iniciativa Cascos Blancos, “como un mecanismo de respuesta rápida que permita a
la OEA instalarse en el escenario del desastre, a solicitud del Estado afectado, para
interactuar con la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones
Unidas, según corresponda, junto a los organismos especializados y equipos locales”
(AG/RES 2372 XXXVIII-O/08).
Capítulo III: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL y EL CAMBIO DE ÉPOCA EN LA REPÚBLICA ARGENTINA
173
Según el informe del “Seminario Regional para la Promoción y Difusión del Voluntariado
para la asistencia humanitaria en América Latina y el Caribe”, realizado en Montevideo
en septiembre de 2004 se obtiene un consenso sobre “la importancia de articular
una red de voluntariado solidario en el ámbito regional, a partir de la instalación de
puntos focales nacionales” (http://www.cascosblancos.gov.ar). Asimismo, en el sitio
web oficial de Cascos Blancos, se destaca el avance en la “interconectividad de los
proyectos locales, con una institucionalización de la misma a través de la Red Regional
de Voluntariado Humanitario, que cuenta con 16 Puntos Focales formalizados” en los
siguientes países:
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
174
ARGENTINA: Comisión Cascos Blancos (Coordinación General)
BOLIVIA: Dirección General de Relaciones Multilaterales, Ministerio de
Relaciones Exteriores y Cultos.
BRASIL: Coordinación General de Acciones Internacionales en Combate contra
el Hambre, Ministerio de Relaciones Exteriores.
ECUADOR: Dirección de Derechos Humanos, Asuntos Sociales y Ambientales,
Ministerio de Relaciones Exteriores.
EL SALVADOR: Dirección General Adjunta de Desarrollo Social Integral,
Ministerio de Relaciones Exteriores.
GUATEMALA: Subsecretaria de Política Multilateral, Ministerio de Relaciones
Exteriores.
GUYANA: Oficina del Secretario Permanente, Ministerio de Comercio Exterior
y Cooperación Internacional.
HAITI: Dirección de Protección Civil, Ministerio del Interior y Colectividades
Territoriales.
HONDURAS: Secretaria Técnica de Cooperación, Presidencia.
JAMAICA: Oficina para la Preparación de Desastres y el Manejo de la
Emergencia, Ministerio de Tierra y Ambiente.
PANAMÁ: Sistema Nacional de Protección Civil, Presidencia.
PARAGUAY: Coordinación de Cascos Blancos, Ministerio de Relaciones
Exteriores.
PERÚ: Dirección de Diplomacia Social, Ministerio de Relaciones Exteriores.
TRINIDAD Y TOBAGO: Unidad de Cooperación Técnica, Ministerio de
Planeamiento y Desarrollo.
URUGUAY: Dirección de Cooperación Internacional, Ministerio de Relaciones
Exteriores.
VENEZUELA: Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria, en
coordinación con la Dirección Nacional de Protección Civil y Administración
de Desastres. .
En el informe del “Segundo Seminario Regional para la Promoción y Difusión
del Voluntariado para la asistencia humanitaria en América Latina y el Caribe”,
realizado en Panamá en diciembre de 2004, se hace referencia nuevamente a “la
importancia de la instalación de puntos focales en las estructuras formales de cada
gobierno, con establecimiento de funciones”117. Transcurrido un año del “Segundo
Seminario Regional para la Promoción y Difusión del Voluntariado para la asistencia
humanitaria en América Latina y el Caribe”, en diciembre de 2005 se lleva a cabo
en Buenos Aires el “Primer Encuentro Regional de Puntos Focales / Iniciativa Cascos
Blancos”. En dicho encuentro se realiza un llamado a la consolidación de los grupos
focales en los distintos países, “buscando, con ayuda de la Iniciativa Cascos Blancos,
facilitar la articulación, en lo que a organización del voluntariado se refiere, entre las
áreas relacionadas con la lucha contra el hambre y la pobreza y en la respuesta ante
situaciones de desastre”118.
En el informe de este encuentro se establecieron coincidencias respecto a temáticas
importantes para el accionar de los puntos focales, entre las que se destacan:
Generar un progreso en la coordinación de la Iniciativa Cascos Blancos, Puntos
Focales y los países que están desarrollando actividades en el marco de la
Iniciativa;
Avanzar en las definiciones de las funciones de cada uno de los representantes
de los puntos focales;
Realizar consultas regionales ante la convocatoria de terceros países u
organismos internacionales de voluntariados ante requerimientos concretos;
Realizar cursos o talleres de capacitación internacional, sobre temas vinculados
con las misiones de la Iniciativa Cascos Blancos, con respaldo del Fondo OEA/CB;
Buscar aportes financieros que permitan realizar acciones de ayuda humanitaria,
en cada región, a partir del fortalecimiento de los voluntariados locales;
Crear una red de información simultánea, y generar enlaces desde la Página Web
de la Iniciativa Cascos Blancos, como punto de partida de un Portal Regional
Cascos Blancos;
Establecer criterios generales para elaborar un registro de experiencias y buenas
prácticas a nivel nacional, en temas de lucha contra el hambre y la pobreza y la
gestión del riesgo, que puedan ser puestas a disposición de los países miembros
de la red.
Es necesario destacar que tanto los seminarios regionales de difusión de la Iniciativa
Cascos Blancos en Montevideo y Panamá, y el encuentro regional de Puntos Focales
de la Iniciativa Cascos Blancos que tuvo lugar en diciembre de 2005 en Buenos Aires,
fueron organizados por Cascos Blancos, en conjunto con la OEA y el BID, con el objetivo
de generar intercambios y debate entre los países del sistema interamericano sobre
la propuesta de trabajo y avanzar sobre desarrollo en la región (Henderson, 2009).
117 disponible en: http://www.cascosblancos.gov.ar/sites/default/files/acta-panama.pdf
118 Documento disponible en: http://www.cascosblancos.gov.ar/sites/default/files/acta-buenos-aires.pdf
Capítulo III: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL y EL CAMBIO DE ÉPOCA EN LA REPÚBLICA ARGENTINA
175
4.1.2.2. Actividades y misiones en el marco del Convenio OEA/BID/CB
URUGUAY (2003): Capacitación y sistematización del recurso humano en departamentos
del interior (con proyección nacional).
PANAMÁ (2003): Apoyo de la Iniciativa Cascos Blancos a la capacitación en servicios
de salud y educación alimentaria nutricional en la Comarca aborigen Ngobe Bugle
(Henderson, 2009).
NICARAGUA (2003): Apoyo a la iniciativa “Hijos del Río” para la formación de docentes en
la Reserva del Bosawás, reserva natural más importante de América Latina habitada por
indígenas (Departamento de Jinotega).
NICARAGUA (2003): Apoyo a la ganadería y agricultura de autoconsumo en el
departamento de Chinandega.
EL SALVADOR/ GUATEMALA (2003): Evaluación de riesgos en el marco del Programa de
gestión de riesgo participativo y asistido en la Cuenca binacional del rio Paz (Henderson,
2009).
PARAGUAY (2006): Proyecto de Atención a Respuesta Inmediata a los desastres por
causas naturales y generados por el hombre en la República del Paraguay en Asunción y
Gral. Oviedo.
JAMAICA (2006): Apoyo para la formación de una resiliencia comunitaria en diferentes
regiones: Kingston, St. Andrews & St. Thomas; St. Mary & Portland; St. James
&Westmoreland; Clarendon, Manchester & St. Elizabeth.
HONDURAS (2006): Apoyo en la Reforma penitenciaria en los departamentos de Morazán
y Cortés (Henderson, 2009).
ECUADOR (2006): Fortalecimiento del voluntariado para la asistencia humanitaria en
áreas vulnerables del territorio nacional.
HAITÍ (2007): Implementación del Cuerpo Nacional de Voluntarios Cascos Blancos para
la Asistencia Humanitaria en Haití, en las ciudades de Ouanaminthe, Gonaives y Puerto
Príncipe. Esta tarea debió ser suspendida en 2008 por los graves incidentes sociales en
todo el país.
TRINIDAD Y TOBAGO (2007): Apoyo para la lucha contra la pobreza y el manejo de
desastres.
REPÚBLICA DOMINICANA (octubre/diciembre 2007): Frente a los destrozos provocados
por la Tormenta Tropical Noel, 4 voluntarios nacionales y 2 internacionales, trabajaron en
la zona fronteriza con la República de Haití – provincias de Dajabón, Montecristi y Jimaní
– con réplica en Elías Piña y extensiva al resto del país. Estas acciones se realizaron con el
objetivo de fortalecer a los voluntariados locales y de formar equipos PMR – prevención,
mitigación y respuesta – provinciales y voluntarios (Cascos Blancos, 2009).
176
HAITÍ (2008): Implementación del Cuerpo Nacional de Cascos Blancos para la
asistencia humanitaria en Puerto Príncipe, Gonaives y Ouanaminthe.
BOLIVIA (2008): Misión en apoyo a la creación de un voluntariado nacional para la
reducción de riesgos y atención de desastres.
Si bien las acciones multilaterales permiten ampliar y diversificar destinos, esta
diversificación se combina con una clara profundización de los vínculos con los
países latinoamericanos donde se observa que hay una contundente mayoría de
misiones (Cuadro Nº 5).
Misiones Cascos Blancos en apoyo a la Oficina de UNASUR en Haití.
HAITÍ (Abril 2013). En el marco del proyecto de Apoyo Técnico al Programa Nacional
de Cantinas Escolares (PNCS), se concretó la Subetapa I por la cual se desplazaron a
territorio haitiano 3 voluntarios técnicos en alimentos y 1 logista para capacitar a 30
técnicos del laboratorio de Tamarinier y 7 Agentes de seguimiento del PNCS.
HAITÍ (Septiembre- Octubre 2013). Se llevó a cabo la Subetapa II del Programa
Nacional de Cantinas Escolares, a través de la cual tres expertos Cascos Blancos
dictaron talleres de capacitación sobre el adecuado almacenamiento de alimentos
en depósitos.
HAITÍ (Noviembre 2013). La Subetapa III del Programa Nacional de Cantinas
Escolares consistió en la capacitación de cocineros de las cantinas escolares sobre la
correcta manipulación de los alimentos y las necesidades básicas nutricionales de los
niños en edad escolar. Participaron 2 expertos nutricionistas, 1 técnico en alimentos
y un logista.
Cuadro N° 5: Clasificación de misiones multilaterales, periodo 2003/2013
AÑO
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
Total
REGIONAL
5
5
1
4
4
7
1
5
1
0
3
39
EXTRA-REGIONAL
1
1
2
1
0
2
5
3
1
1
0
17
Fuente: Elaboración propia en base a Cascos Blancos (2013) y a la información del sitio oficial de Cascos
Blancos: www.cascosblancos.gov.ar
Capítulo III: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL y EL CAMBIO DE ÉPOCA EN LA REPÚBLICA ARGENTINA
177
Según Henderson (2009), es oportuno señalar que las acciones y misiones desplegadas
durante la década de 1990, mostraron características muy distintas, ya que estuvieron
orientadas a los países con mayor conflictividad en el mundo. No caben dudas de que
la mirada estuvo lejos de América Latina (68% de misiones se realizaron en países
fuera de la región), y bien cerca de las preocupaciones de las potencias centrales y
la “elite de donantes internacional”. Varios destinos de misiones estuvieron dirigidos
a regiones convulsionadas por conflictos que preocupaban al mundo desarrollado,
como Palestina, Balcanes y el Líbano. La asistencia humanitaria de la República
Argentina estuvo al servicio de un modelo de política exterior primermundista, y las
misiones se desarrollaron mayoritariamente ante llamamientos de Naciones Unidas
(Henderson, 2009).
Por otra parte, Gabriel Fuks (2003) señala que aquellas misiones no promovían
el voluntariado, sino que sus operaciones estaban muy ligadas al Ejército y a la
Fuerza Aérea, y priorizaban una demostración de “gran aparato”, interviniendo en
emergencias que permitían mostrar un gran despliegue con el objetivo de visibilizar
al gobierno ante las grandes potencias.
4.1.3. Cascos Blancos en las Cumbres Iberoamericanas de Jefes de Estado y
de Gobierno
Desde el año 2006, Cascos Blancos participa en las Cumbres Iberoamericanas, en
carácter de Organismo Especial Invitado. El nivel de participación otorgado a la
Iniciativa Cascos Blancos constituye el corolario de años de vinculación con la
Secretaría General Iberoamericana (SEGIB), entidad que ha integrado a Cascos
Blancos en su agenda de actividades con organismos internacionales en el marco
de las Cumbres, entre los que figuran la Organización de Estados Americanos (OEA),
la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), el Banco Interamericano de
Desarrollo (BID) y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), entre
otros (www.cascosblancos.gov.ar).
Asimismo, en 2007, el Programa de Acción de la XVII Cumbre de Santiago de Chile,
suscrito por los Jefes de Estado y de Gobierno, expresó en su párrafo 15 “impulsar
la organización de voluntarios que contribuyan al desarrollo de políticas sociales
participativas y a la mitigación de daños producidos por los desastres, teniendo en
cuenta a la Red Regional de Voluntariado Humanitario desarrollada por la Iniciativa
Cascos Blancos como una de las herramientas para su conformación”.
En el marco de la XVIII Cumbre de San Salvador de 2008, la Comisión Cascos Blancos
y la SEGIB firmaron un Memorando de Entendimiento con vistas de contribuir
al fortalecimiento del Voluntariado Humanitario en Iberoamérica y alentar la
participación de la comunidad iberoamericana en la consolidación de los mecanismos
de respuesta local en situaciones de emergencia humanitaria (SEGIB-Cascos Blancos,
2008). Por parte de Cascos Blancos firmó la Presidenta de la República, Cristina
Fernández, mientras que el Secretario General Iberoamericano. Enrique Iglesias,
firmó por la SEGIB.
178
Con vistas a la instrumentación del citado Memorando, en la Cumbre de Mar del
Plata de 2010, se aprobó la iniciativa impulsada por Cascos Blancos de Cooperación
Iberoamericana “Construcción de una metodología para el abordaje y formalización de
saberes y prácticas ancestrales de los pueblos originarios relacionados a problemáticas
asociadas con la gestión integral de riesgos”, en la cual participaron Argentina,
Bolivia, Ecuador, Guatemala y Perú. La misma tuvo por objetivo avanzar hacia una
herramienta metodológica para la recuperación de saberes de los pueblos originarios
que sirvan de insumo para el desarrollo de acciones y políticas públicas, apuntando al
desarrollo y/o consolidación de la organización comunitaria para el fortalecimiento
de la capacidad de respuesta a nivel local a problemáticas asociadas con la gestión
integral de riesgos (SEGIB, 2010).
En la Cumbre Iberoamericana de Asunción del Paraguay de 2011, la Comisión
Cascos Blancos y la Organización Iberoamericana de la Juventud (OIJ) firmaron
un Memorando de Entendimiento con el propósito de promover y fortalecer el
voluntariado juvenil en Iberoamérica. A través del Convenio suscrito se puso de
manifiesto el deseo compartido para contribuir a la incorporación de sectores
organizados de la juventud iberoamericana a las experiencias relacionadas con
los mecanismos de prevención, preparación y respuesta local ante situaciones
de emergencia humanitaria, y desarrollar planes de capacitación destinados al
fortalecimiento de los sectores juveniles (OIJ-Cascos Blancos, 2011).
4.1.4. Articulación de Cascos Blancos en otras organizaciones internacionales
Federación Internacional de las Sociedades de la Cruz Roja y de la Medialuna
Roja (FICR)
El acercamiento entre la Comisión Cascos Blancos y la Federación Internacional
de las Sociedades de la Cruz Roja y de la Medialuna Roja (FICR) permitió instalar y
visualizar, en el escenario regional, la necesidad de avanzar en la facilitación de la
coordinación de la asistencia humanitaria entre los países de la región, a través de
sus normativas nacionales.
La temática fue protagonista destacada de la Organización de los Estados Americanos
(OEA) a través de su Grupo de Trabajo relacionado con la gestión de riesgo y la
coordinación de la asistencia humanitaria, y en cada una de las de las Reuniones
Regionales sobre Mecanismos Internacionales de Asistencia Humanitaria en América
Latina y el Caribe (MIAH), que se realizan anualmente desde 2008 con el apoyo de
la Oficina para la Coordinación de los Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas
(OCHA).
En el marco de la II Reunión (MIAH), que tuviera lugar en Florianópolis, Brasil, en
septiembre de 2009, los países participantes decidieron promover “la compilación
de un Documento Regional, basado en normas, protocolos y procedimientos
nacionales y subregionales”. Un primer modelo de la propuesta se presentó en la III
Reunión MIAH, en Buenos Aires, Argentina, en junio de 2010. Se manifestó entonces
Capítulo III: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL y EL CAMBIO DE ÉPOCA EN LA REPÚBLICA ARGENTINA
179
la intención de impulsar la construcción de un “Compendio Normativo Regional
para la Gestión de la Asistencia Humanitaria Internacional en Casos de Emergencia”
(CNR), a la luz de las Directrices sobre la facilitación y reglamentación nacionales de
las operaciones internacionales de socorro en casos de desastre y asistencia para
la recuperación inicial, elaboradas por la FICR (“Directrices IDRL”, por sus siglas
en inglés, que en 2012 pasó a denominarse “Programa sobre derecho relativo a los
desastres”).
El Compendio Normativo Regional tiene como propósito ser una herramienta que
facilite el trabajo de los gobiernos de la región en el proceso de ensamblar, dentro de
la normativa nacional, la información pertinente a la regulación y facilitación de la
asistencia humanitaria internacional en casos de emergencia y/o desastre; permita
a los gobiernos de la región identificar las fortalezas de la legislación nacional
de su país en materia de prevención y atención de desastres, así como también
aquellas áreas donde el esquema reglamentario podría ser fortalecido en previsión
de futuros desastres; permita un rápido intercambio de información acerca de los
procedimientos legales existentes en los diferentes países de la región durante
una emergencia y/o un desastre; y mejore la cooperación mutua entre los países y
demás actores internacionales que brinden asistencia humanitaria en situaciones de
emergencia y/o desastre.
Por otro lado, en el ámbito nacional, en agosto de 2011 la FICR presentó un proyecto
de asistencia técnica para fortalecer los preparativos legales en materia de asistencia
humanitaria internacional de la República Argentina. La Comisión Cascos Blancos,
la Cruz Roja Argentina, con el apoyo de un consultor jurídico, y la Coordinadora
del Programa IDRL para las Américas, se encuentran trabajando en las instancias
preliminares de la elaboración del perfil nacional de la Argentina.
El proyecto de asistencia técnica tiene por objeto brindar herramientas y
recomendaciones para fortalecer los preparativos legales de la Argentina en casos
de desastre y frente a la necesidad de brindar o recibir asistencia humanitaria
internacional. El mismo se basa en las Directrices sobre la facilitación y reglamentación
nacionales de las operaciones internacionales de socorro en casos de desastre y
asistencia para la recuperación inicial.
Organización Internacional para las Migraciones (OIM)
El trabajo conjunto entre la Organización Internacional para las Migraciones y la
Comisión Cascos Blancos comenzó en 2011, cuando la OIM solicitó a Cascos Blancos
que identificara un Experto/Voluntario para apoyar las actividades del Cluster
Albergues de su oficina en Puerto Príncipe, Haití.
En tal sentido, la voluntaria seleccionada colaboró en la prestación efectiva de la
asistencia a la población afectada por el terremoto que aún permanece en refugios
con soluciones para la temporada de lluvias. También brindó asesoramiento al
Cluster de Albergues en temas de planes de contingencia; estrategias de abordaje,
planificación y aspectos legales derivados de la instalación de albergues.
180
Como corolario de esta primera experiencia exitosa, Cascos Blancos y OIM firmaron
un Acuerdo de Despliegue para la cooperación en las tareas que lleva adelante la OIM,
relacionadas con migrantes y desplazados por conflictos o emergencias.
En el marco del Acuerdo de Despliegue, dicho organismo seleccionó a dos Expertos/
Voluntarios argentinos para apoyar, a partir del 23 de septiembre de 2013, a su
oficina en Haití en temas de construcción de viviendas sustentables y de reducción
de riesgos de desastre.
De acuerdo a los requerimientos de la Oficina Regional de la OIM, una arquitecta
cuya se desplazó a Puerto Príncipe hasta el 1 de diciembre de 2013, coordinando el
Programa de Construcción de Viviendas Sustentables que lleva a cabo la Organización,
colaborando en tareas de supervisión de los aspectos técnicos de las construcciones
que encara la Organización en Haití.
Por su parte, el otro voluntario especializado se abocó al diseño y elaboración de
planes y procedimientos en las áreas de gestión de riesgos y la reducción del riesgo
de desastres, incluyendo el vínculo con la Dirección Nacional de Protección Civil
(DNPC) de la República de Haití, específicamente en:
1. Guía para la armonización de la repuesta de refugios en caso de desplazamiento
interno.
2. Revisión del índice de vulnerabilidad de campamentos.
3. Análisis de proyectos para ser integrados al Plan de Acción Humanitaria de Haití
2014.
4. Programa de Capacitación para el fortalecimiento de los Departamentos
(Provincias) y Comunidades en Gestión de la Información.
La misión, altamente valorada tanto por las autoridades de la OIM, como de otras
Agencias del Sistema de Naciones Unidas, tendría una segunda fase ha mitad de 2014.
A nivel extra continental, ambas organizaciones se encuentran explorando
posibilidades de colaboración en Africa.
Capítulo III: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL y EL CAMBIO DE ÉPOCA EN LA REPÚBLICA ARGENTINA
181
4.2. Inserción Internacional Bilateral La Comisión Cascos Blancos ha impulsado diversos acuerdos bilaterales con distintos
países con el objetivo de impulsar actividades relacionadas al mejoramiento de los
mecanismos de coordinación de la asistencia humanitaria internacional, y promover
acciones de gestión integral de riesgos de desastres.
4.2.1. Acuerdos con países de la región
El siguiente relevamiento de marcos jurídicos bilaterales, se realizó sobre la base de
datos proporcionada por la Comisión Cascos Blancos.
Carta de Intención entre el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la
República Argentina y el Ministerio de Relaciones Exteriores de la República
de Panamá en el ámbito de la Gestión de Riesgos de Desastres y la Coordinación
de la Asistencia Humanitaria Internacional (28 de noviembre de 2013)
El 28 de noviembre de 2013, las partes firmaron una Carta de Intención con el objetivo
de intercambiar experiencias en el ámbito de la gestión y la reducción del riesgo de
desastres y la coordinación de la asistencia humanitaria internacional a través de
actividades que contribuyan a mejorar las capacidades técnicas institucionales de
conformidad con sus respectivas legislaciones nacionales y acuerdos internacionales.
Memorándum de Entendimiento entre la Comisión Cascos Blancos de la
República Argentina y la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de
Desastres de la República de Colombia en el ámbito de la Gestión de Riesgos de
Desastres y la Coordinación de la Asistencia Humanitaria (18 de Julio de 2013)
En el marco de las relaciones de amistad y cooperación existentes entre ambos
países y con el propósito de profundizar la colaboración en el ámbito de la asistencia
humanitaria y la reducción del riesgo de desastres, la Comisión Cascos Blancos de
la República Argentina y la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres
dependiente de la Presidencia de la República de Colombia firmaron un Memorando
de Entendimiento con vistas a la posterior creación de un Grupo de Trabajo encargado
de prestar asesoramiento técnico y acompañamiento en la construcción de marcos
operativos para la gestión del riesgo en ambos países.
Memorándum de Entendimiento entre la República Argentina y el Estado
Plurinacional de Bolivia en el Ámbito de la Asistencia Humanitaria y la
Prevención y Mitigación de Catástrofes (2011)
A través del Memorandum de Entendimiento, las Partes se comprometieron
a desarrollar proyectos y programas orientados al intercambio de expertos,
organización de seminarios de capacitación y dictado de cursos y talleres de
perfeccionamiento para personal gubernamental, entre otras actividades.
182
Reglamento para el funcionamiento de la Comisión Mixta Argentina- Chilena
de Cooperación en Materia de Catástrofes (27 enero de 2011)
En el marco del funcionamiento de la Comisión Mixta Argentino- Chileno, creada
a partir del “Acuerdo entre la República Argentina y la República de Chile sobre
Cooperación en materia de Catástrofes”, suscrito en Agosto de 1994, el 27 enero
de 2011 entró en vigor el Reglamento para el Funcionamiento de la Comixta con el
objetivo de fortalecer los vínculos entre ambos países por medio de la cooperación
en materia de catástrofes, la identificación de proyectos e intereses comunes, y el
intercambio de información, personal, equipamientos y materiales ante un caso de
catástrofe.
Carta de Intención entre la República Argentina y la República Bolivariana
de Venezuela en el ámbito de la Asistencia Humanitaria y la Reducción de
Desastres (15 mayo 2009)
La Presidenta Cristina Fernández de Kirchner y el Presidente Hugo Chávez Frías
firmaron, el 15 de mayo de 2009, una Carta de Intención con el objetivo de profundizar
la colaboración de las autoridades competentes de cada país en el ámbito de la
asistencia humanitaria e impulsar actividades en materia de gestión de riesgos.
Memorándum de Entendimiento entre la República Argentina y la República
de Cuba en el ámbito de la Asistencia Humanitaria y la Reducción de Desastres
(19 de enero de 2009)
El 19 de enero de 2009, la República Argentina y la República de Cuba firmaron un
Memorándum de Entendimiento con el propósito de profundizar la colaboración en
el ámbito de la asistencia humanitaria y la reducción del riesgo de desastres a través
del desarrollo de proyectos y programas orientados al intercambio de expertos,
formación de voluntarios, organización de seminarios de capacitación, cumplimentar
lo establecido en el Plan de Acción de Hyogo 2005-2015 y actividades similares,
coordinados por la Comisión Cascos Blancos del Ministerio de Relaciones Exteriores
y Culto y el Ministerio para la colaboración Extranjera y Colaboración Económica de
la Republica de Cuba.
Convenio Interinstitucional entre la Comisión Cascos Blancos del Ministerio
de Relaciones Exteriores y Culto de la República Argentina y el Ministerio de
Relaciones Exteriores de la República de Ecuador (28 septiembre 2006)
El 28 de septiembre de 2006, el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la
República Argentina y el Ministerio de Relaciones Exteriores de la República de
Ecuador firmaron un Convenio Interinstitucional con el propósito de coordinar
acciones al desarrollo sostenible de las poblaciones pobres y mejorar la gestión del
riesgo de desastres en el marco del Plan de Acción de Hyogo 2005-2015.
Capítulo III: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL y EL CAMBIO DE ÉPOCA EN LA REPÚBLICA ARGENTINA
183
Acuerdo entre el Gobierno de la República de Argentina y el Gobierno de la
República del Perú (11 junio 2004)
El Gobierno de la República de Argentina y el Gobierno de la República del Perú, con
interés de promover la cooperación mutua en materia de desastres, firmaron el 11 de
junio de 2004, un Acuerdo por el cual ambos países se comprometen a intercambiar
información y experiencias en situaciones de desastre, diseño de planes, programas
y proyectos conjuntos de contingencia en caso de desastres y la conformación de una
Comisión Mixta, presidida por funcionarios de ambos Ministerios y que tendrá como
función la coordinación de las actividades que la Comisión acuerde.
4.2.2. El histórico compromiso con Haití
La historia, la geografía y la destrucción ambiental, junto con las injusticias,
convirtieron al país caribeño en uno de los lugares con mayores problemas
ambientales y económicos del mundo, sumados a largos períodos de inestabilidad
política.
En los últimos 10 años, en adhesión a la mayoría de los países de la región, Argentina
brindó su solidaridad al pueblo haitiano a través de la construcción de mecanismos
de acción multilateral, tanto en los planos asistencial y de estabilización, como así
también colaborando en el diseño de políticas de desarrollo.
El Presidente Néstor Carlos Kirchner, en su discurso de asunción realizado en el
acto de jura en el Congreso de la Nación el 6 de mayo de 2003, fijó como objetivo
prioritario “la construcción de una América Latina políticamente estable, próspera, y
unida con base en los ideales de democracia y justicia social”.
En sintonía de aquel discurso, en su primera intervención ante la Asamblea General
de Naciones Unidas en Septiembre de 2004, el entonces Jefe de Estado manifestó el
compromiso del Gobierno Argentino en las operaciones de mantenimiento de la paz
de Naciones Unidas, y fundamentalmente con la causa haitiana, un gesto coherente
con la presentación de la República Argentina al mundo como “líder de valores”.
La participación de nuestro país en la MINUSTAH con acuerdo del Congreso
Nacional en el 2004, es particularmente sensible porque es la primera vez que
una fuerza regional suramericana aborda un problema de esta índole siguiendo la
consigna de “la región para los de la región”. La colaboración en la cuestión haitiana
por parte de Argentina -planteada como una asistencia integral no sólo militar-,
refleja el compromiso con el multilateralismo, el respeto al derecho internacional
y una marcada impronta regionalista de acuerdo a los principios mantenidos por la
política exterior argentina a partir del 2003. Cabe destacar que la Argentina respalda
la continuidad de la MINUSTAH “mientras siga siendo sugerida por las autoridades
locales, se justifique en las necesidades de la población y se realicen juicios por violación
de los derechos humanos” (Rossi, 2013).
184
El “Plan Estratégico de Desarrollo de Haití País emergente en 2030” identifica los
grandes ejes para el desarrollo a largo plazo del país, entre los que se encuentran: la
refundación territorial, económica, social e institucional.
Entre las orientaciones estratégicas básicas establecidas por el gobierno haitiano para
que guíen los ejes mencionados, figura la desconcentración de las actividades para
disminuir la vulnerabilidad del país a las catástrofes y contrarrestar la concentración
de actividades en la capital de Puerto Príncipe, en beneficio de un mejor equilibrio
económico y social. Asimismo, la gestión de riesgos y la seguridad alimentaria, son
planteadas como parte vital de los objetivos transversales de desarrollo trazados por
Haití.
En ese marco se engloban las acciones y proyectos que la República Argentina, a
través de la Comisión Cascos Blancos, ha realizando en ese país, y que responden
a requerimientos concretos y específicos de asistencia humanitaria por parte
del Gobierno haitiano y de los organismos internacionales, para otorgar ayuda
inmediata ante un desastre socionatural y/o prestar apoyo en materia de prevención,
rehabilitación y reconstrucción.
Capítulo III: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL y EL CAMBIO DE ÉPOCA EN LA REPÚBLICA ARGENTINA
185
Cuadro N° 6: Misiones efectuadas por la Comisión de Cascos Blancos en la
República de Haití 2003- 2013.
AÑO
MISION
Bilateral
2013
Bilateral
Bilateral
Bilateral
CB/ OIM
2012
Bilateral
Bilateral
Bilateral
2011
CB/ OIM
CB/ OIM
Bilateral
2010
Bilateral
CB/ PNUD
CB/ UNV
2008
Bilateral
OEA/BID/CB
OEA/BID/CB
2007
Bilateral
Bilateral
2006
Bilateral
2005
Bilateral
2004
Bilateral
Bilateral
CB/ PNUD
Bilateral
DETALLE
Subetapa I del proyecto de Apoyo Técnico al “Programa
Nacional Cantinas Escolares” (PNCS)
Subetapa II del proyecto de Apoyo Técnico al PNCS
Subetapa III del proyecto de Apoyo Técnico al PNCS
Donación de alimentos para el PNCS
Puesta a disposición de la OIM del personal para operaciones de
rápida movilización
Desarrollo de la 1° etapa del PNCS
Entrega de donación compuesta por 16 toneladas de arroz
Entrega de1000 sobres de sales de hidratación para la población
afectada por huracán y brote de cólera en Puerto Príncipe
Entrega de donación compuesta por 50 cajas de pastillas
potabilizadoras de agua; 50 rollos de polietileno; y 30 carpas tipo
Silo
Misión Humanitaria de Reconstrucción para los desplazados tras
el terremoto
Misión de asistencia humanitaria en emergencias por bote de
cólera
Terremoto. Envío de tres aviones Hércules C-130 de la Fuerza
Aérea y cinco vuelos de Aerolíneas Argentinas con suministros
humanitarios y voluntarios
Entrega de ayuda humanitaria por los huracanes Gustav, Hanna
e Ike
Misión de asistencia humanitaria en emergencias por los
huracanes Gustav, Hanna e Ike
Transferencia de fondos a la República de Haití
Implementación del Cuerpo Nacional de Cascos Blancos para la
Asistencia Humanitaria en Haití
Acción de Fortalecimiento de Voluntariados Locales
Entrega de ayuda humanitaria tras el paso de la tormenta tropical
Noel
Implementación del Cuerpo Nacional de Voluntarios Cascos
Blancos para la Asistencia Humanitaria
Donación al gobierno haitiano a la escuela “República
Argentina”, localizada en la ciudad de Puerto Príncipe
Transporte de suministros y equipos para las tropas argentinas
integrantes de la MINUSTAH
Asistencia por el Huracán Jeanne
Misión tras estallido de crisis interna
Donación de vacunas antirrábicas
Asistencia Humanitaria mediante el Decreto Nº 280/04
Fuente: Elaboración propia en base a información del sitio oficial de Cascos Blancos: www.cascosblancos.gov.ar
186
4.2.2.1. Colaboración de Cascos Blancos con la Oficina Técnica de UNASUR
en Puerto Príncipe.
Como vimos en apartados anteriores, la República Argentina asumió un compromiso
activo con el desarrollo y consolidación de la UNASUR, al punto que el primer
Secretario General del organismo, fue el ex Presidente Néstor Kirchner.
En lo atinente a la gestión integral de riesgos y la asistencia humanitaria, el gobierno
argentino impulsó la búsqueda de consensos y la articulación de esfuerzos regionales
en los Consejos Ministeriales del bloque, y como ya vimos apoyó la realización de una
Conferencia de Alto Nivel y alentó la creación del Grupo de Trabajo de Alto Nivel de
UNASUR, destinado a elaborar un diagnóstico y un Plan de Acción conjunto en la
temática.
Una mención especial merece la articulación de Cascos Blancos con la Secretaría
Técnica de UNASUR en Haití, a raíz del terremoto que azotó a este país en enero de
2010. La Comisión Cascos Blancos comprometió su esfuerzo y el de sus profesionales y
especialistas voluntarios en el armado del dispositivo y las propuestas metodológicas
y operativas encaradas por la Secretaría Técnica, y contribuyó con el Programa
Nacional de Cantinas Escolares (PNCS).
Proyecto Control de Calidad de los Alimentos – “Programa Nacional Cantinas
Escolares” (2013)
En el marco de una solicitud del gobierno de la República de Haití para apoyar el
Programa Nacional de Cantinas Escolares (PNCS), la Secretaría Técnica UNASURHaití junto con la Comisión Cascos Blancos desarrollaron, en agosto de 2012, una
misión exploratoria y de evaluación en materia de calidad de alimentos destinados
al citado Programa.
Una delegación de Cascos Blancos compuesta por dos expertos en calidad de agua
y alimentos y un logista realizaron, en coordinación con la Secretaría Técnica de la
UNASUR y la Unidad de Facilitación en Compras de Productos Locales (UFAPL), la
etapa inicial para el relevamiento del estado de situación (infraestructura y ecología
microbiana) de los depósitos y lugares de transformación de alimentos, con el
objetivo de asistir en la capacitación de productores y técnicos agrícolas; colaborar
en la preparación de muestras de laboratorio para su análisis y orientar sobre el tipo
de análisis a realizar; como así también asistir en la estructuración de un sistema de
seguimiento y evaluación.
Capítulo III: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL y EL CAMBIO DE ÉPOCA EN LA REPÚBLICA ARGENTINA
187
Como resultado de las entrevistas con diversas autoridades y visitas a terreno,
se propusieron los siguientes ejes de cooperación para el refuerzo de calidad
alimentaria:
•
•
•
•
Cooperación en la formulación de reglamentaciones y buenas prácticas en
bodegas,
Capacitación para la aplicación de prácticas adecuadas en el manejo de los
alimentos,
Capacitación en control de calidad de alimentos y nuevas técnicas de análisis y,
Compra de equipamiento básico.
Luego de esta misión exploratoria se diseñó el Proyecto UNASUR – Cascos Blancos de
Apoyo al PNCS el cual se desarrolló en tres Subetapas durante el año 2013.
Entre el 2 y el 22 de abril se concretó la Subetapa I del proyecto de Apoyo Técnico
al PNCS en control de calidad de los alimentos. Se desplazaron a territorio haitiano
3 voluntarios expertos, 2 técnicos en alimentos y 1 logista, quienes capacitaron a
través de módulos teórico-prácticos a 30 técnicos del laboratorio de Tamarinier y 7
Agentes de seguimiento del PNCS en los distintos campos. Asimismo, se hizo entrega
de equipamiento para mediciones a los agentes de seguimiento y un minilab al
laboratorio.
La Subetapa II, que se desarrolló entre el 27 de septiembre y el 21 de octubre, tuvo
como objetivo el trabajo y capacitación del personal de los depósitos centrales del
PNCS y de dos molinos pertenecientes a las Asociaciones de Productores.
Tres expertos Cascos Blancos, ingenieros agrónomos y un logista, desarrollaron
talleres de capacitación sobre el manejo de bodegas, el adecuado almacenamiento
de alimentos en depósitos, manejo de granos post cosecha, manejo de plagas y
condiciones de transporte de los granos.
Del 27 noviembre al 21 de diciembre se implementó la tercera y última Subetapa,
consistente en la capacitación de cocineros de las cantinas escolares en la correcta
manipulación de los alimentos y las necesidades básicas nutricionales de los niños
en edad escolar. De esta actividad participaron un experto nutricionista, 2 técnicos
en alimentos y un logista.
Donación de alimentos para el Programa Nacional de Cantinas Escolares
En virtud de una solicitud de las autoridades haitianas, Cascos Blancos envió entre el
2012 y el 2013, 31 toneladas de arroz que fueron entregadas al Programa Nacional
de Cantinas Escolares a través de la Embajada Argentina en Haití.
188
4.2.3. Misiones bilaterales durante 2003-2013
Para avanzar en el análisis, a continuación se realiza un relevamiento de las
misiones bilaterales de Cascos Blancos durante el período 2003 - 2013, ordenadas
cronológicamente y clasificadas por país de destino.
BOLIVIA (abril 2003): La misión se realizó tras el paso de un alud que afectó a la localidad
de Chima. La Prefectura del Departamento de La Paz hizo un llamamiento de ayuda a
Cascos Blancos para asistir a la población afectada, y la misma se hizo presente a través de
una acción de asistencia humanitaria de emergencias. Según datos de la página oficial de
Cascos Blancos, “durante 2 semanas, 4 voluntarios trabajaron en el asesoramiento para la
implementación y manejo de SUMA (Sistema de Manejo de Suministros Humanitarios de
la OPS), como así también brindando asistencia psicológica a la población damnificada”.
REPÚBLICA DOMINICANA (junio 2004): Esta misión consistió en la ayuda humanitaria
por inundaciones que fueron causadas por el desbordamiento del Río Blanco. El accionar
de Cascos Blancos estuvo focalizado en la entrega de pastillas potabilizadoras y en la
constatación del funcionamiento del sistema SUMA que se aplicó durante la emergencia.
Para ello, se desplazaron “tres voluntarios quienes llevaron a cabo tareas de manejo de
donaciones en el Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social y en el Comité Nacional
de Emergencias de Paraguay. Asimismo, los voluntarios realizaron una capacitación en
manejo de suministros en el terreno” (Henderson, 2009:132).
HAITÍ (junio 2004): La ciudad haitiana de Jimaní sufrió graves inundaciones en mayo
del 2004. En respuesta a ello se llevó a cabo una acción de entrega de ayuda humanitaria
que consistió en el desplazamiento de un logista Cascos Blancos a la zona afectada con
el objetivo de entregar una donación de pastillas potabilizadoras de agua llevar a cabo
una evaluación y diagnóstico de la situación para el establecimiento de prioridades de
asistencia.
PARAGUAY (agosto 2004): A raíz de un incendio en un centro comercial, ubicado en
Asunción, Cascos Blancos llevó adelante una acción de asistencia humanitaria en
emergencias en coordinación con la Embajada Argentina en Asunción, Cascos Blancos
Paraguay y la Oficina País de la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Se produjo
el envío de plasmas y sueros, sumado a la participación de tres expertos en SUMA que
además de colaborar en el manejo de donaciones, impartieron cursos de capacitación en
este sistema.
PERÚ (octubre 2004): Dos meses después del temporal, la Comisión Cascos Blancos envió
nuevamente a Perú una donación de antibióticos y medicamentos por 65.000 unidades.
JAMAICA (septiembre 2004): La Comisión Cascos Blancos actuó en respuesta a los
desastres provocados por el huracán Jeanne. El presidente del organismo, junto a
otros funcionarios, viajó a Jamaica, junto a expertos en SUMA para entregar pastillas
potabilizadoras, calzado y comida en lata.
GRENADA (septiembre 2004): Tras el paso del huracán Jeanne por la zona del Caribe,
Grenada se vio afectada. En esta ocasión el accionar de Cascos Blancos se centró en el
envío de suministros humanitarios, alimenticios, sanitarios y también indumentaria.
Capítulo III: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL y EL CAMBIO DE ÉPOCA EN LA REPÚBLICA ARGENTINA
189
REPÚBLICA DOMINICANA (septiembre 2004): De la misma manera que los dos casos
anteriores, República Dominicana se vio afectada por el paso del huracán Jeanne. En este
caso, la asistencia consistió en pastillas potabilizadoras de agua.
HAITÍ (septiembre 2004): Tras el paso del huracán Jeanne, se entregaron frazadas, ropa,
pastillas potabilizadoras y comida en lata.
HAITÍ (octubre 2004): Cascos Blancos actuó a través de ayuda humanitaria y el
abastecimiento a Cascos Azules. En esta acción, que fue solicitada por el Ministro de
Defensa Argentino, se “trasladaron 3 toneladas de alimentos e insumos sanitarios
solicitados por las autoridades del hospital reubicable de la Fuerza Aérea Argentina con
asiento en Puerto Príncipe. Parte de la capacidad de la aeronave fue ocupada por insumos
destinados a Cascos Azules para la reposición de las pérdidas sufridas a consecuencia del
huracán Jeanne” (Henderson, 2009:128).
GUATEMALA (diciembre 2004): Autoridades alimentarias de Guatemala y la Iniciativa de
Cascos Blancos coordinaron esfuerzos para crear un voluntariado local en el marco de la
Lucha Contra el Hambre y la Pobreza, meta del Milenio prioritaria para la Organización
de las Naciones Unidas (ONU). Las acciones consistieron en la convocatoria, selección,
capacitación y organización de voluntarios. Según la página oficial de Cascos Blancos
“las estructuras de seguridad alimentaria de Guatemala dieron un avance organizativo
al pasar de un “comisionado presidencial” dedicado al tema, a una Secretaría de Estado,
dependiente, de modo directo, del jefe del Poder Ejecutivo. En ese marco, Guatemala
organizó la “Conferencia Latinoamericana sobre el Hambre Crónica en el Marco de
las Metas del Milenio”, con delegaciones de los países del hemisferio, organismos
internacionales y la propia Iniciativa Cascos Blancos”.
PERÚ (marzo 2005): La Subsecretaría de Asuntos Multilaterales y la Agencia de
Cooperación de la Cancillería peruana realizaron un llamado de asistencia internacional
a diversos organismos internacionales con motivo de una helada que produjo una
emergencia humanitaria en la zona cordillerana del Perú. En respuesta a ello, Cascos
Blancos implementó una acción de entrega de ayuda humanitaria que consistió en el
envío de vacunas antigripales al Ministerio de Salud del país afectado.
CUBA (julio 2005): Tras los daños ocasionados por el paso del huracán Dennis, el gobierno
cubano solicitó al gobierno argentino la asistencia humanitaria de la Comisión de Cascos
Blancos. La misma consistió en la entrega de pastillas potabilizadoras de agua para el
consumo humano que fueron distribuidas en las provincias cubanas más afectadas de
Cienfuegos, Granma y Sancti Spíritu. Según la página oficial de Cascos Blancos, en agosto
del mismo año se concretó un segundo envío de suministros con alimentos secos.
URUGUAY (septiembre 2005): Debido a un temporal que afectó parte del territorio de
Uruguay en los departamentos de “Canelones, Montevideo, San José, Colonia y Maldonado,
el gobierno uruguayo solicitó asistencia humanitaria. De esta manera, la Comisión de
Cascos Blancos atendió esa solicitud de acuerdo a una lista de necesidades declaradas
por el Sistema Nacional de Emergencias (SINAE)” (Henderson, 2009:125).
190
EL SALVADOR y GUATEMALA (octubre 2005): El 1 de octubre entró en erupción un volcán
en El Salvador, mientras que en todo el territorio salvadoreño acontecían fuertes lluvias,
producto de frentes de tormenta que generaron bastas inundaciones y miles de evacuados.
En simultáneo a estos sucesos, en Guatemala se hacía sentir el paso del huracán Stan.
Frente a estos sucesos, “el gobierno de la República Argentina, a través de la Comisión
Cascos Blancos, dispuso el envío de un avión Hércules con asistencia humanitaria. La
misión estuvo encabezada por sus autoridades, junto a personal diplomático y un equipo
logístico integrado por 5 especialistas” (Henderson, 2009:122). En primer lugar se arribó
al aeropuerto San Salvador, en el cual se descargaron pastillas potabilizadoras de agua,
arroz y frazadas. Luego, el avión partió rumbo a Guatemala con un cargamento de pastillas
potabilizadoras de agua, arroz, carpas de campaña y aceite comestible.
ECUADOR (noviembre 2005): la Dirección Nacional de Epidemiología de la Secretaría de
Salud de la Nación y la Subsecretaría de Epidemiología del Instituto Nacional de Servicios
para Jubilados y Pensionados (PAMI), ofrecieron a Cascos Blancos 110.000 dosis de
vacunas antigripales. Se realizó una consulta al gobierno de Ecuador, quien manifestó
interés en recibir el envío de las vacunas.
HAITÍ (Noviembre 2005): Tras tomar conocimiento del viaje a realizar por el buque
A.R.A. “Bahía San Blas” con el fin de transportar suministros y equipos para las tropas
argentinas integrantes de las Fuerzas de Paz en la República de Haití bajo las órdenes de
la MINUSTAH, Cascos Blancos aprovechó las bodegas de dicha embarcación para enviar
una donación de 12 toneladas de suministros humanitarios a la población haitiana, los
cuales arribaron a la ciudad de Puerto Príncipe el día 19 de noviembre.
BOLIVIA (febrero 2006): la OPS y el PNUD en Bolivia realizaron un pedido de asistencia
humanitaria, como consecuencia de las inundaciones que azotaron al municipio de San
Julián, departamento de Santa Cruz. De esta manera, Cascos Blancos efectuó un envío “de
un avión del Ejército Argentino con 4,5 toneladas de suministros humanitarios consistente
de carpas, pastillas potabilizadoras de agua y frazadas” (Henderson, 2009:120).
HAITÍ (marzo 2006): Cascos Blancos efectuó la acción de entrega de ayuda humanitaria
que consistió en el envío de útiles escolares a la escuela “República Argentina”, localizada
en la ciudad de Puerto Príncipe.
ECUADOR (abril 2006): se realizó el envío de asistencia humanitaria a Ecuador por
un temporal que afectó a varias provincias costeras. Cascos Blancos hizo llegar su
colaboración a través de una acción de asistencia humanitaria en emergencias consistente
en el envío, a la ciudad de Guayaquil de 4,2 toneladas de suministros (alimentos,
pastillas potabilizadoras de agua, sales de rehidratación, carpas, picos, palas, frazadas
y medicamentos varios) junto a 3 voluntarios expertos en emergencias en la zona de
catástrofe.
PAQUISTÁN (abril 2006): Cascos Blancos llevó a cabo una acción de entrega de ayuda
humanitaria, luego del terremoto que afectó a la zona cordillerana del Himalaya. Dicha
acción consistió en el envío de medicamentos.
Capítulo III: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL y EL CAMBIO DE ÉPOCA EN LA REPÚBLICA ARGENTINA
191
EL LÍBANO (noviembre 2006): Tras el conflicto entre las Fuerzas Armadas de Defensa
Israelíes y el grupo Hezbollah que afectó al sur del Líbano y al norte de Israel, la embajada
del Líbano en Argentina realizó un pedido de ayuda humanitaria a Cascos Blancos.
En respuesta, la Comisión Cascos Blancos envió medicamentos, material sanitario
descartable, frazadas, carpas y alimentos no perecederos. La recepción y distribución de
los suministros fue coordinada por distintos organismos del Sistema de Naciones Unidas
y la Cruz Roja.
BOLIVIA (marzo de 2007): Durante el 2007, el territorio boliviano se vio afectado por el
fenómeno climatológico denominado “El Niño” con fuertes lluvias y grandes inundaciones.
En base a ello, la Comisión de Cascos Blancos junto con el Programa Mundial de Alimentos
de las Naciones Unidas (PMA) definieron el envío de expertos argentinos a la zona afectada.
Los voluntarios colaboraron en el monitoreo de la distribución de la ayuda humanitaria
proporcionada por dicho organismo y diseñaron un sistema de mejoramiento del proceso
de asistencia y soporte logístico, incentivando la participación del recurso humano local.
URUGUAY (mayo 2007): Cascos Blancos brindó asistencia humanitaria por un temporal
que afectó a una parte del territorio del Uruguay. La misma consistió en el envío de
suministros de asistencia humanitaria y un equipo de tres especialistas en manejo
logístico. Se llevaron a cabo capacitaciones y evaluaciones de daños, como así también
análisis de las necesidades en los departamentos de Montevideo y Durazno.
PERÚ (agosto 2007): Debido a un terremoto que afectó a las localidades de Pisco, Chincha,
Ica, Cañete y Paracas, Cascos Blancos dispuso recursos de asistencia humanitaria.
Para esta misión, “la Cancillería se encargó de coordinar el grupo de crisis, con Cascos
Blancos y los Ministerios de Desarrollo Social, Salud, Defensa e Interior trabajando
mancomunadamente para dar respuesta al desastre” (Henderson, 2009:116). El equipo
que arribó a Perú estaba integrado por el titular de Cascos Blancos, expertos en desastres,
manejo de suministros, organizaciones de campamentos y emergentólogos. Junto con
este equipo, se enviaron 10 toneladas de insumos destinados a las poblaciones afectadas
que contenían pastillas potabilizadoras, sueros, alimentos, frazadas y carpas.
PARAGUAY (septiembre 2007): Cascos Blancos envió ayuda humanitaria con motivo de
incendios que acontecieron en los departamentos de San Pedro, Villa Hayes, Concepción
y Amambay. La ayuda humanitaria consistió en el envío de un avión hidrante a las zonas
afectadas.
NICARAGUA (octubre 2007): Cascos Blancos brindó asistencia humanitaria a Nicaragua
tras el paso del huracán Félix. La misma consistió en la entrega de 1500 frazadas en el
territorio afectado por el huracán.
HAITÍ (Noviembre 2007): Tras el paso devastador de la tormenta tropical Noel por
territorio haitiano, Cascos Blancos envió pastillas potabilizadoras de agua y carpas a ese
país.
REPÚBLICA DOMINICANA (Noviembre 2007): Los destrozos ocasionados por la
tormenta tropical Noel motivaron la donación de medicamentos varios por parte de
Laboratorios Bernabó. Cascos Blancos se hizo cargo del envío de la donación a territorio
dominicano.
192
BOLIVIA (febrero 2008): Tras el paso del fenómeno meteorológico conocido como
“La Niña” en la región de Santa Cruz de la Sierra, el Estado boliviano solicitó a Cascos
Blancos una acción de asistencia humanitaria. La misma se hizo presente en el terreno
con cinco voluntarios especialistas en emergencias y el envío de frazadas, carpas y
pastillas potabilizadoras de agua. Asimismo, se realizaron tareas de “evaluación de daños,
análisis de necesidades, censo poblacional, vacunación de animales domésticos y de
corral, desmontes para reubicación de la población, asambleas para organizar el trabajo
en comisiones, charlas de capacitación sobre seguridad y salubridad y planificación de
actividades en terreno”.
ECUADOR (febrero 2008): Luego de que se produjeran inundaciones en el litoral de
Ecuador y simultáneamente la erupción del volcán Tungurahua, el Estado ecuatoriano
realizó un pedido de asistencia humanitaria, la cual obtuvo una respuesta inmediata.
La acción de asistencia humanitaria en emergencia fue coordinada por el Ministerio
de Defensa, Salud y Desarrollo Social, como así también formaron parte de la misma,
representantes del cuerpo diplomático, el Ministerio de Desarrollo Social, prensa y siete
voluntarios. En cuanto a los suministros, se enviaron medicamentos, colirios, barbijos,
carpas, frazadas, alimentos de conserva y leche.
CHINA (mayo 2008): La provincia china de Sichuan se vio afectada por un terremoto de
7,8 grados de intensidad en el mes de mayo. Cascos Blancos llevo a cabo una acción de
entrega de ayuda humanitaria que consistió en el envío de carpas estructurales, toldos
multialero, y medicamentos.
HAITÍ (Mayo 2008): la Tesorería General de la Nación realizó una transferencia de U$D
100.000 hacia la República de Haití, los cuales fueron destinados a contribuir con las
acciones que el PMA lleva a cabo en territorio haitiano.
CUBA (diciembre 2008): Para paliar las consecuencias del paso de los huracanes Gustav,
Hanna e Ike, la Comisión de Cascos Blancos colaboró con el traslado a la Habana de la
donación que realizó el Instituto Nacional de Cine y Artes Visuales (INCAA) y el Instituto
de Cine Cubano. La entrega fue de 3000 kg. de suministros para la realización de tareas
audiovisuales.
HONDURAS (2009): Envío de donación de medicamentos realizada por Laboratorios
Bagó.
BOLIVIA (2009): A causa de una epidemia de dengue se envió una donación realizada
por el Ministerio de Salud de la Nación al Ministerio de Salud y Deportes del Estado
Plurinacional de Bolivia.
UCRANIA (2009): Para hacer frente a los efectos de la Pandemia de Gripe N1H1, se envió
donación de suministros humanitarios.
EL SALVADOR (2009): Producto de los destrozos generados por la depresión tropical y el
Huracán Ida, se envió donación de suministros humanitarios.
Capítulo III: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL y EL CAMBIO DE ÉPOCA EN LA REPÚBLICA ARGENTINA
193
HAITÍ (enero 2010): Un fuerte terremoto que ocurrió a 15 kilómetros de la capital de
Haití, Puerto Príncipe, dejó arrasada a dicha ciudad. Luego de conocer la magnitud del
desastre, “el gobierno de la República Argentina puso en marcha un Comité de Crisis,
dependiente de la Presidencia de la Nación e integrado por los ministerios de Relaciones
Exteriores, Comercio Internacional y Culto; Defensa; Desarrollo Social; y Salud”
(Henderson, 2009). Se envió un avión de la Fuerza Aérea Argentina, con una delegación
encabezada por el entonces Presidente de la Comisión de Cascos Blancos, e integrada
por médicos emergentólogos y expertos logísticos, junto a toneladas de elementos
quirúrgicos, medicamentos varios, alimentos, sistemas de comunicación portátiles,
catres, carpas, carpas silo y pastillas potabilizadoras de agua. Asimismo, ante la magnitud
de las necesidades, partieron nuevos vuelos con más equipos, una planta potabilizadora
de agua, baños químicos, medicamentos e insumos médicos, un generador eléctrico y
bolsas para cadáveres.
CHILE (2010): Frente al terremoto ocurrido a principios de 2010, que afectó al sur del
país trasandino y frente al requerimiento de ayuda, se desplazó un voluntario experto
en logística, quien brindó apoyo a la Dirección Nacional de Emergencias Sanitarias
(DINESA); se establecieron dos hospitales de campaña del Ministerio de Defensa; y se
dio apoyo operativo a ONG y empresas que trabajan como aglutinadores de asistencia
humanitaria en Chile.
CUBA (2010): Tras la caída del ATR-72-212, de la línea aérea cubana Aerocaribbean, se
prestó asistencia para el reconocimiento de cadáveres y contención psicológica a familiares
(Cascos Blancos, 2012). Dos odontólogos forenses cordobeses fueron convocados para
asistir en las pericias a los profesionales cubanos.
VENEZUELA (2010): Para hacer frente a las inundaciones sufridas en el país, se envió una
donación de suministros humanitarios y se realizó la gestión aduanera de la donación
de PDVSA Argentina de alimentos, carpas, frazadas, pastillas potabilizadoras de agua
y material didáctico escolar (Cascos Blancos, 2012). En noviembre, en el marco de la
Carta de Intención (2009), se realizó la primera capacitación sobre organización del
voluntariado y base de datos en Caracas, destinada a los responsables de la educación y
protección civil, a estudiantes universitarios y a representantes la Dirección Nacional de
Protección Civil y Administración de Desastres.
COSTA RICA (2010): Para hacer frente a las inundaciones sufridas en el país, se envió
donación de suministros humanitarios.
COSTA RICA (2011): A raíz de las inundaciones que afectaron al país en el mes de enero,
Cascos Blancos coordinó la entrega de 30 cajas de pastillas potabilizadoras de agua con
destino a San José de Costa Rica.
BOLIVIA (enero 2011): En el mes de enero la región de Santa Cruz de la Sierra fue afectada
por inundaciones. Cascos Blancos desplazó hacia la región, dos voluntarios especializados
en Búsqueda y Rescate en Estructuras Colapsadas.
194
COLOMBIA (febrero 2011): Tras las inundaciones que afectaron a Colombia, Cascos
Blancos gestionó en misión humanitaria, el envío de 30 cajas de pastillas potabilizadoras
de agua, con destino a Bogotá. Asimismo, gestionó la logística del envío de una donación
compuesta por alimentos, realizada por la República Oriental del Uruguay, hacia el país
afectado.
BRASIL (febrero 2011): Ante las inundaciones en Río de Janeiro, Cascos Blancos realizó
las gestiones aduaneras pertinentes para el envío de la donación de la Asociación de
Vecinos por el Capital, constituida por 120 kilos de ropa. El traslado se realizó sin costos,
por Aerolíneas Argentinas.
CHILE (2011): Nuevas gestiones aduaneras y envío de donaciones tras el terremoto.
PARAGUAY (abril 2011): En asistencia a la zona afectada por las inundaciones, se envío
una donación compuesta por cajas de pastillas potabilizadoras de agua.
ECUADOR (mayo 2011): En respuesta a una situación de inundaciones, Cascos Blancos
gestionó la logística del envío de una donación consistente en 4.910 tratamientos para el
VIH, realizada a través del Ministerio de Salud de la Nación.
SIRIA (julio 2011): Como consecuencia de la crisis interna desatada en ese país, se
brindó asistencia para la evacuación de los ciudadanos argentinos residentes en Damasco
(Cascos Blancos, 2013).
EL SALVADOR, HONDURAS y NICARAGUA (octubre 2011): Lluvias torrenciales afectaron
diversas regiones de los tres países, incluyendo Guatemala. “La emergencia fue causada
por tres diferentes sistemas de tormentas, entre ellos el huracán Jova, la tormenta tropical
Irwin y una depresión tropical sostenida. Los gobiernos de El Salvador, Guatemala,
Honduras y Nicaragua declararon estados de emergencia” (Cascos Blancos, 2013). Frente
a esta situación, la Comisión Cascos Blancos envió un equipo de expertos junto con carpas,
frazadas y pastillas potabilizadoras de agua a Nicaragua, Honduras y El Salvador.
JAMAICA (2011): Debido a los destrozos provocados en el país por la tormenta tropical
Nicole, se envió donación de suministros humanitarios.
BRASIL (septiembre 2011): En asistencia al Programa SIDA Brasil, Cascos Blancos
gestionó el envío de 29 cajas de Tratamientos para el VIH, hacia dicho país.
VENEZUELA (2011): Como consecuencia de las inundaciones que afectaron a ese país,
Cascos Blancos gestionó la entrega de una donación compuesta por 69 cajas de kits
escolares.
NAMIBIA (2011): En respuesta de las inundaciones sufridas en el país, se envió donación
de suministros humanitarios.
TAILANDIA (2011): Debido a los destrozos provocados las inundaciones ocurridas en el
país, se envió donación de suministros humanitarios.
HAITÍ (2011): Ante un brote de cólera, se realizaron donaciones de suministros
humanitarios.
Capítulo III: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL y EL CAMBIO DE ÉPOCA EN LA REPÚBLICA ARGENTINA
195
HAITÍ (Agosto 2012): Desarrollo de la 1° etapa del “Programa Cantinas Escolares”, en la
que se realizó el envío de un minilaboratorio y el desplazamiento de dos técnicos expertos
en agua y alimentos y de un logista.
HAITI (Septiembre 2012): En el marco del “Programa Cantinas Escolares”, se realizó una
donación compuesta por 16 toneladas de arroz.
FILIPINAS (2012): En asistencia frente a las inundaciones que afectaron al país, que
dejaron un saldo de 60 víctima fatales; 2.5 millones de afectados y 360.000 evacuados, se
realizó del envío de 40 cajas de pastillas potabilizadoras de agua.
GUATEMALA (noviembre 2012): Con el objetivo de asistir a las víctimas del sismo que
afectó a Guatemala, partieron tres expertas en psicología, psicología social y trabajo
social. Durante la misión las expertas realizaron capacitaciones y talleres ligados a la
temática, desarrollados en la Sede Central de la CONRED, en la región de Quetzaltenango,
en el Municipio de San Juan Ostuncalco y en las localidades afectadas del Departamento
de San Marcos.
CHILE (enero-febrero 2013): A raíz del extravío del ciudadano argentino Agustín Marco
Roldán, en el Cerro Cancana ubicado en la Región de Cochighuaz, Chile, se solicitó
asistencia a la Comisión Cascos Blancos. La misma constó del desplazamiento de un
equipo especializado en búsqueda y rescate conformado por 5 rescatistas, 5 perros de
búsqueda y 1 logista. El equipo se trasladó hacia el lugar en donde se realizaron tareas de
búsqueda y rastrillaje, sin que la búsqueda arrojara resultados positivos.
HAITÍ (Abril-Noviembre 2013): En virtud de un nuevo pedido de las autoridades
haitianas, Cascos Blancos donó 15 toneladas de arroz en el marco del Programa Nacional
de Cantinas Escolares.
HAITÍ (Septiembre 2013): En el marco del “Acuerdo de Despliegue entre la Comisión
Cascos Blancos y la Organización Internacional para las Migraciones” para la puesta a
disposición de la OIM del personal seleccionado por Cascos Blancos para operaciones de
rápida movilización y despliegue, en septiembre de ese año se concretó una misión de dos
expertos argentinos para apoyar a la Oficina de OIM en Haití en temas de construcción de
viviendas sustentables y de reducción de riesgos de desastre.
SANTA LUCÍA (Diciembre 2013): A raíz del temporal que afectó la subregión del Caribe
Anglófono a fines de diciembre, Cascos Blancos envió insumos humanitarios a Santa
Lucía y ofreció a Santa Lucia, San Vicente y Las Granadinas, y Dominica el desplazamiento
de equipos de voluntarios, con el fin de colaborar en la evaluación de daños, la contención
psicosocial en emergencias y el manejo de suministros, ofrecimiento que fue aceptado y
las misiones concretadas durante el primer trimestre de 2014.
Si se atiende a las misiones de carácter bilateral emprendidas por Cascos Blancos, en
principio se observa que no hay una importante diferencia en cantidad con relación a las
multilaterales.
196
Cuadro N° 7: Cantidad de misiones bilaterales y multilaterales del periodo
2003/2013
Año
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
Total
Misiones Multilaterales
6
6
3
5
4
9
6
8
2
1
3
53
Misiones Bilaterales
1
10
7
5
7
5
4
5
15
4
4
67
Fuente: Elaboración propia en base a Cascos Blancos (2013) y a la información del sitio oficial de Cascos
Blancos: www.cascosblancos.gov.ar
El siguiente relevamiento de las misiones bilaterales concretadas por la Comisión
Cascos Blancos durante el periodo 2003-2013 (Cuadro N° 8), muestra que a
pesar de la diversidad de países en los cuales se realizaron misiones de asistencia
humanitaria, la mayoría tienen como común denominador su condición de países en
desarrollo. Ello responde a una decisión de los gobiernos argentinos de promocionar
la cooperación Sur-Sur como una nueva dimensión de la cooperación internacional
basada en relaciones solidarias y horizontales.
Capítulo III: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL y EL CAMBIO DE ÉPOCA EN LA REPÚBLICA ARGENTINA
197
Cuadro N° 8: Misiones bilaterales efectuadas por la Comisión Cascos Blancos
durante el período 2003/2013
AÑO
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
198
PAÍS
Bolivia
Rep. Dominicana
Haití
Paraguay
Perú
Jamaica
Grenada
República Dominicana
Haití
Haití
Guatemala
Perú
Cuba
Uruguay
El Salvador
Guatemala
Ecuador
Haití
Bolivia
Haití
Paquistán
Ecuador
El Líbano
Bolivia
Uruguay
Perú
Paraguay
Nicaragua
Haití
Republica Dominicana
Bolivia
Ecuador
China
Haití
Cuba
Honduras
Bolivia
Ucrania
El Salvador
Haití
Chile
Cuba
Venezuela
Costa Rica
Chile
Colombia
Paraguay
Haití
Siria
El Salvador, Honduras y Nicaragua
Brasil
Bolivia
Costa Rica
Jamaica
Brasil
Venezuela
Tailandia
Ecuador
Namibia
Siria
Haití
Filipinas
Guatemala
Santa Lucia
Haití
Chile
Haití
Fuente: Elaboración propia en base a información del sitio oficial de Cascos Blancos, www.cascosblancos.gov.ar
Por otra parte, como se puede observar en el Cuadro N° 9, los países de América
Latina y el Caribe fueron el principal destino de las misiones bilaterales de la Comisión
Cascos Blancos, lo que se condice con la estrategia de política exterior impulsada por
los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, de profundizar la integración
regional.
Cuadro N° 9: Clasificación de misiones bilaterales, periodo 2003/2013
AÑO
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
TOTAL
TOTAL
1
10
7
5
7
5
4
5
15
4
4
67
REGIONAL
1
10
7
3
7
4
3
5
12
2
4
58
EXTRA-REGIONAL
0
0
0
2
0
1
1
0
3
2
0
9
Fuente: Elaboración propia en base a información del sitio oficial de Cascos Blancos: www.cascosblancos.gov.ar
La prioridad otorgada a América Latina y el Caribe se corrobora al considerar la
totalidad de las misiones internacionales, tal como lo indica el Cuadro No 10.
Cuadro N° 10: Clasificación de misiones internacionales, periodo 2003/2013
Misiones
TOTAL
REGIONAL
EXTRA-REGIONAL
Bilaterales
Multilaterales
TOTAL
67
53
120
58 (83%)
36 (68%)
94
9 (17%)
17(32%)
26
Fuente: Elaboración propia en base a información del sitio oficial de Cascos Blancos: www.cascosblancos.gov.ar
El relevamiento realizado hasta aquí sobre las misiones realizadas permite observar
el alcance global que ha desarrollado la Iniciativa de Cascos Blancos, y la importancia
que en el accionar de la Comisión, poseen los países en desarrollo de Asia, África y
América, comprobando la relevancia otorgada a la cooperación Sur-Sur. El análisis
de las estadísticas, permite concluir también que Cascos Blancos acompañó los
lineamientos fundamentales de la política exterior del periodo de respeto al derecho
internacional, la defensa de los derechos humanos y la elección de la región como el
ámbito prioritario de inserción internacional.
Capítulo III: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL y EL CAMBIO DE ÉPOCA EN LA REPÚBLICA ARGENTINA
199
El siguiente mapa (Mapa Nº 1) permite percibir gráficamente el alcance internacional
que ha desarrollado la Iniciativa de Cascos Blancos.
Mapa Nº 1: Participación Bilateral y Multilateral de Cascos Blancos 2003-2013
Fuente: Elaboración propia en base a información del sitio oficial de Cascos Blancos, www.cascosblancos.gov.ar
5. ACCIONES DE CASCOS BLANCOS EN EL TERRITORIO NACIONAL
Si bien la Comisión Cascos Blancos fue creada para prestar asistencia humanitaria
internacional, también ha sido a convocada a participar de los dispositivos de emergencia
ante desastres en territorio nacional a solicitud del Poder Ejecutivo Nacional.
Así, la Comisión Cascos Blancos ha aplicado su experiencia y recursos dentro del territorio
nacional, a través del desplazamiento de equipos de expertos voluntarios, el envío de
suministros humanitarios, y a través de talleres de capacitación y difusión dirigido a
todos los niveles de Gobierno (Nacional, Provinciales y Municipales), y la sociedad civil.
Algunas de las acciones nacionales realizadas fueron la colaboración en las campañas de
lucha antichagásica en las provincias de Salta, Santiago del Estero y La Rioja en 2004 y
2005; el comando de operaciones y la capacitación en el manejo de suministros durante
las inundaciones en Tartagal en 2006; asistencia a los damnificados y capacitación a
los voluntarios durante las inundaciones de Santa Fe en 2007 y Salta en 2008; manejo
de suministros en las inundaciones de Salta en 2009, el desplazamiento de equipo de
expertos a Misiones en 2009 por los efectos de un tornado; y la participación en el
dispositivo de respuesta a las graves inundaciones que afectaron a la Ciudad de La Plata
en 2013.
Asimismo trabaja junto a municipios en la difusión, visualización y gestión de resiliencia
urbana, a través del Programa Ciudades Resilientes y colaboró en la organización del viaje
homenaje de los familiares de los caídos en la Guerra de Malvinas e Islas del Atlántico Sur,
en 2009.
200
CONCLUSIÓN
Lo expuesto hasta aquí permite afirmar que la Comisión Cascos Blancos ha
contribuido activamente a la construcción del nuevo paradigma que rige la asistencia
humanitaria en la región, y en el debate sobre el abordaje de la problemática de la
gestión integral de riesgos de desastre con base en el Marco de Acción de Hyogo
2005-2015.
Durante la década de los noventa, Cascos Blancos prestó asistencia humanitaria
en países alejados de la región y bien cerca de las preocupaciones de los países
centrales donantes de la ayuda internacional, situación coherente con un modelo
de política exterior que se alineaba con los intereses político-estratégicos de las
grandes potencias. Sin embargo, desde la presidencia de Néstor Kirchner en 2003 y
con su profundización durante los mandatos de Cristina Fernández, Cascos Blancos
orientó sus principales esfuerzos hacia los países de América Latina y el Caribe,
estableciendo alianzas estratégicas, desplegando misiones de asistencia humanitaria
y conformando una Red Regional de Voluntariado Humanitario, que en la actualidad
cuenta con 16 puntos focales, y que ha sido reconocida en reiteradas ocasiones por la
Asamblea General de OEA, entre otros foros regionales y multilaterales.
Asimismo, fue un actor clave en el impulso y la creación de la REHU/MERCOSUR, y
el Foro de Mecanismos Subregionales de Gestión de Riesgos de Desastres; integra
el Grupo de Trabajo de Alto Nivel de la UNASUR de Gestión Integral de Riesgos, el
Grupo de Seguimiento del proceso de Reuniones Regionales sobre Mecanismos
Internacionales de Asistencia Humanitaria (MIAH), y apoya activamente la Plataforma
Regional para la Reducción de Desastres. Además, en el marco de la OEA, contribuyó
activamente en la elaboración del “Plan Interamericano para la Prevención, la
Atención de los desastres y la Coordinación de la asistencia humanitaria”, una hoja de
ruta con propuestas concretas de cumplimiento voluntario, para guiar a los países de
las Américas en sus acciones de preparación, coordinación y respuesta a desastres
dentro de los lineamientos del Marco de Acción de Hyogo.
Por último, las actividades humanitarias desplegadas desde 2003 por Cascos Blancos,
contribuyeron a promover la integración regional, ya que el 86 % de las misiones
bilaterales, y el 68 % de las multilaterales, tuvieron como destino a países de América
Latina y el Caribe.
En el marco de las Naciones Unidas, Cascos Blancos desempeñó sus acciones en
concordancia con los lineamientos de la Oficina para la Coordinación de Asuntos
Humanitarios (OCHA) y la Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres
(EIRD), y trabajó operativamente con los Voluntarios de las Naciones Unidas
(UNV). Dentro del sistema, la Comisión en este período rubricó acuerdos y trabajó
conjuntamente con el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la
Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el
Programa Mundial de Alimentos (PMA), la Organización de las Naciones Unidas para
la Educación y la Cultura (UNESCO), la Organización Panamericana de la Salud (OMS/
OPS), el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el Alto Comisionado de
Capítulo III: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL y EL CAMBIO DE ÉPOCA EN LA REPÚBLICA ARGENTINA
201
Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR); con el Equipo de las Naciones Unidas
de Evaluación y Coordinación en Casos de Desastres (UNDAC), y el Grupo Asesor
Internacional de Operaciones de Búsqueda y Rescate (INSARAG).
Otros organismos internacionales que conforman el anillo de alianzas estratégicas
son la Federación Internacional de las Sociedades de la Cruz Roja y de la Medialuna
Roja (FICR), la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), la Secretaría
General Iberoamericana (SEGIB) y la Organización Iberoamericana de la Juventud
(OIJ).
En resumen, el análisis de las alianzas estratégicas, de las acciones y de las misiones
humanitarias realizadas, permite visualizar la importante proyección internacional
de Cascos Blancos, y vale destacar que la ampliación y profundización de los vínculos
con los diferentes organismos internacionales se produjo fundamentalmente a
partir del año 2003, favoreciendo al multilateralismo, el pleno respeto a los Derechos
Humanos y al Derecho Internacional, contribuyendo a la integración regional y a la
consolidación de fronteras de paz entre los hermanos pueblos latinoamericanos y
caribeños.
202
Capítulo III: LA ASISTENCIA HUMANITARIA INTERNACIONAL y EL CAMBIO DE ÉPOCA EN LA REPÚBLICA ARGENTINA
203
CONSIDERACIONES FINALES
Luego de transitar el decenio 2003-2013 y sus importantes avances en materia
de asistencia humanitaria internacional y gestión integral de riesgos, estamos en
condiciones de reflexionar sobre los desafíos que se presentan en el presente, y su
proyección hacia el futuro.
En la actualidad se están desarrollando distintos procesos que determinarán
los nuevos marcos internacionales en materia de Desarrollo Sostenible, Cambio
Climático, Asistencia Humanitaria y Reducción de Riesgos. En 2015 expira la
vigencia del Marco de Acción de Hyogo (MAH) y se realizará en Sendai, Japón, la
III Conferencia Mundial de Reducción de Riesgos de Desastre, la cual determinará
los nuevos lineamientos post 2015; mientras que en 2016 se realizará la I Cumbre
Global Humanitaria en Estambul, Turquía, anunciada por el Secretario General de
las Naciones Unidas, Ban Ki Moon, en el marco del Consejo Económico y Social del
organismo multilateral (ECOSOC).
Compartiendo plenamente la interrelación entre esos 4 grandes ejes temáticos,
resulta indispensable trabajar fuertemente en ello pero sin someter uno al otro, de
modo de no importar complejidades, y mantener la autonomía y lógicas de abordaje
y funcionamiento propias.
En los foros mundiales, una problemática consolidada en su tratamiento como puede
ser la de Cambio Climático, puede atraer a otras más recientes como la de Reducción
de Riesgos de Desastre y con ello transmitirle sus complejidades trabándole su
evolución. Que ello no ocurra, sino que por el contrario resulte el ensamble de las
temáticas en beneficio del tratamiento positivo de todas ellas, será un desafío de
afrontar en beneficio de nuestros hermanos más necesitados.
Por otro lado, si bien Hyogo ha significado auspiciosos avances, eso no significa que
se encuentren las etapas absolutamente cumplidas o los problemas solucionados;
por lo que transitar hacia otra etapa “superior”, podría generar el supuesto erróneo
de que fueron consolidados los Objetivos y Principios del Marco de Acción de Hyogo
aún vigente.
Será crucial el fortalecimiento del vínculo con las Universidades y la capacitación de
los comunicadores pero, fundamentalmente, los documentos hacia Sendai deberán
reflejar con mayor énfasis la problemática de la vulnerabilidad como eje de impacto
del desastre. Y, por lo tanto, como sustantivo la necesidad de reducirla a fin de reducir
el riesgo de desastres.
El compromiso de la Argentina ha sido el de contribuir a que las comunidades se
conviertan en protagonistas y decisoras de su propia historia, cumpliendo una
función activa y dinámica en un entorno de gestión integral de riesgos.
204
El marco post 2015 deberá fortalecer el entendimiento de que los desastres no
son naturales, no son factores exógenos, por tanto la estructura social, con eje en
la pobreza y la desigualdad, son los principales riesgos a los que están expuestos
nuestros pueblos. Por lo tanto, las prioridades de actuación y los objetivos estratégicos
deben abordar las causas profundas de la vulnerabilidad a los desastres, a través de
acciones no sólo correctivas y prospectivas, sino que deben contemplar la promoción
de la inclusión productiva, la generación de ingresos, y el acceso a los servicios y la
vivienda digna en entornos rurales y urbanos.
Los nuevos marcos internacionales tienen la oportunidad de promover un nuevo
modelo de cooperación internacional para la asistencia humanitaria internacional y
la reducción del riesgo de desastres, con base en la horizontalidad y el intercambio
de experiencias, especialmente a través de las redes de difusión, de capacitación y
diálogo.
Por último, descansa en la voluntad de los Gobiernos de los países latinoamericanos
y caribeños, la opción de continuar apostando por la asistencia humanitaria como
una herramienta al servicio de la consolidación de fronteras de paz en la región,
contribuyendo a fomentar los lazos de hermandad entre nuestros pueblos.
205
ANEXO: MISIONES INTERNACIONALES DE CASCOS BLANCOS 2003 - 2013
Año
2003
País
Tipo de evento / acción
Acción realizada
República Checa
Inundaciones
Mantenimiento y restauración de
colecciones y material documental
República Checa
Inundaciones
Colaboración para la recuperación
de tierras cultivables
Bolivia
Deslave
Asesoramiento para la
implementación y manejo del
sistema LSS SUMA
Uruguay
Capacitación
Capacitación y
sistematización del recurso
humano
Panamá
Capacitación
Capacitación en servicios de salud
y educación
alimentaria nutricional en la
Comarca aborigen Ngobe Bugle
Nicaragua
Proyecto
Apoyo a la iniciativa “Hijos del
Rio” para la formación de docentes
en la Reserva del Bosawás
Nicaragua
Proyecto
Apoyo a la ganadería y agricultura
de autoconsumo
El Salvador/
Guatemala
Proyecto
Evaluación de riesgos en el marco
del Programa de gestión de riesgo
participativo y asistido en la
cuenca en la Cuenca binacional del
rio Paz
Haití
Crisis interna
Suministros médicos y
alimenticios. Envío de voluntario
médico a pedido de MINUSTAH
Haití /Grenada
Huracán Jeanne
Envío de suministros para el
hospital reubicable de las Fuerzas
Armadas
Haití
República
Dominicana
Huracán Jeanne
Donación de suministros
Haití
Crisis interna
Donación de suministros
Inundaciones
Donación de suministros
Nevadas y ola de frío
Donación de suministros
Incendio en el centro
comercial “Ycuá
Bolaños”
Envío de suministros y
distribución de la donación.
Capacitación en manejo de
suministros (LSS/SUMA). Apoyo
psicológico a familiares de las
víctimas del desastre y socorristas
República
Dominicana
Perú
2004
206
Paraguay
Supervisión de las actividades
en la Reserva del Bosawás
Proyecto
Apoyo a la ganadería y agricultura
de autoconsumo
El Salvador/
Guatemala
Proyecto
País
Tipo de evento / acción
Evaluación de riesgos en el marco
del Programa de gestión de riesgo
participativo y asistido en la
cuenca en la Cuenca binacional del
riorealizada
Paz
Acción
República
HaitíCheca
Inundaciones
Crisis
interna
República Checa
Haití /Grenada
Inundaciones
Huracán Jeanne
Bolivia
Haití
República
Dominicana
Uruguay
Haití
Deslave
Nicaragua
Año
2003
República
Dominicana
Panamá
Perú
2004
2004
Huracán Jeanne
Capacitación
Crisis interna
Inundaciones
Capacitación
Nevadas
y ola de frío
Paraguay
Nicaragua
Incendio en el centro
comercial “Ycuá
Proyecto
Bolaños”
Nicaragua
Paraguay
Proyecto
Brote de fiebre aftosa
Irán
El Salvador/
Guatemala
Bolivia
Terremoto
Proyecto
Haití
Bolivia
Crisis
interna
Donación
Perú
Haití /Grenada
Ola de frío
Huracán Jeanne
Jamaica
Haití
República
Dominicana
Guatemala
Haití
Sudeste
Asiatico
República
(Indonesia,
Dominicana
Tailandia, India, Sri
Perú
Lanaka, Myanmar e
Islas Maldivas)
Huracán Jeanne
Uruguay
Paraguay
Cuba
Donación
Huracán Jeanne
Proyecto
Crisis interna
Inundaciones
Tsunami
Nevadas y ola de frío
Incendio en el centro
Temporal
comercial
“Ycuá
Bolaños”
Huracán Dennis
Suministrosy médicos
y de
Mantenimiento
restauración
alimenticios.
Envío
de
voluntario
colecciones y material documental
médico a pedido de MINUSTAH
Colaboración
para la recuperación
Envío de suministros
para el
dereubicable
tierras cultivables
hospital
de las Fuerzas
Armadaspara la
Asesoramiento
implementación y manejo del
sistema LSS SUMA
Donación de suministros
Capacitación y
sistematización del recurso
Donación
de suministros
humano
Donaciónendeservicios
suministros
Capacitación
de salud
y educación
Donación nutricional
de suministros
alimentaria
en la
Comarca
Ngobe Bugle
Envíoaborigen
de suministros
y
distribución de la donación.
Capacitación
en manejo
Apoyo
a la iniciativa
“Hijosdedel
suministros
(LSS/SUMA).
Apoyo
Rio”
para la formación
de docentes
psicológico
a familiares
de las
en la Reserva
del Bosawás
víctimas del desastre y socorristas
Apoyo
a la ganadería
y agricultura
Supervisión
de las actividades
de
autoconsumo
de erradicación y donación de
equipos
Evaluación
de transceptores
riesgos en el marco
del Programa
de riesgo
Donaciónde
degestión
suministros
participativo y asistido en la
Donación
de suministros
al del
cuenca
en la Cuenca
binacional
Ministerio derio
Salud
nacional
y de
Paz
la ciudad de Cochabamba
Suministros
médicos ypara
Donación
de suministros
alimenticios.
Envío
voluntario
facilitar las tareas de de
prevención
de
médico a pedido
de
MINUSTAH
inundaciones
Envíodel
de temporal,
suministros
para el de
Después
donación
hospital
reubicable
de las Fuerzas
antibióticos
y medicamentos
Armadas
Junto a expertos
del SUMA para
entregar pastillas potabilizadoras,
calzado
y comida
en lata.
Donación
de suministros
Creación de un voluntariado local
en el marco de la Lucha Contra el
Hambre
Pobreza
Hambre yde
y la
lasuministros
Pobreza
Donación
Donación de suministros
Donación de suministros
Donación
de suministros
humanitarios
Envío de suministros y
distribución de la donación.
Donación deen
suministros
Capacitación
manejo de
humanitarios
suministros (LSS/SUMA). Apoyo
Donaciónade
suministros
psicológico
familiares
de las
humanitarios
víctimas del
desastre y socorristas
Supervisión
de las actividades
Donación
de vacunas
antigripales
207
Año
2005
2003
Guatemala
Proyecto
Sudeste Asiatico
(Indonesia,
Tailandia, India, Sri
Lanaka, Myanmar e
Islas Maldivas)
País
Tsunami
Uruguay
República
Checa
Temporal
Inundaciones
Cuba
República Checa
Huracán Dennis
Inundaciones
Perú
Helada
Bolivia
Deslave
Haití
Crisis interna
Uruguay
Capacitación
Ecuador
Donación
Panamá
El Salvador
Guatemala
Capacitación
Tormenta tropical “Stan”
Se suma la erupción del
volcán Llamaltepec
Nicaragua
Proyecto
Nicaragua
EE.UU.
Proyecto
Huracanes Katrina y Rita
El Salvador/
Guatemala
Proyecto
Haití
Crisis interna
HaitíHaití
/Grenada
Huracán
Jeanne
Donación
Haití
República
Dominicana
Huracán Jeanne
Haití
Crisis interna
República
EE.UU.
Dominicana
Perú
2004
208
Tipo de evento / acción
Bolivia
Paraguay
Inundaciones
Huracanas
Katrina y Rita
Nevadas y ola de frío
Incendio en el centro
Inundaciones
comercial
“Ycuá
Bolaños”
calzado y comida en lata.
Creación de un voluntariado local
en el marco de la Lucha Contra el
Hambre y la Pobreza
Donación de suministros
humanitarios
Acción realizada
Donación de suministros
Mantenimiento y restauración de
humanitarios
colecciones y material documental
Donación de suministros
Colaboración
para la recuperación
humanitarios
de tierras cultivables
Donación de vacunas antigripales
Asesoramiento
para local
la
al Ministerio
de Salud
implementación y manejo del
Envío conjunto de suministros
sistema LSS SUMA
humanitarios junto con Chile,
Uruguay Capacitación
y Brasil en el ymarco del
sistematización
del recurso
“Grupo 2x4 ampliado”
humano
Donación de suministros sanitarios
Capacitación
servicios
de salud
remanentes
delenPlan
de Vacunación
y Nacional
educación
alimentaria nutricional en la
Donación
de suministros
Comarca
aborigen
Ngobe Bugle
humanitarios
Apoyo a la iniciativa “Hijos del
Ayuda
humanitaria
a la de
comunidad
Rio”
para
la formación
docentes
hispano
parlante.
en la Reserva del Bosawás
Atención personal del centro y del
hospital
regional
West
Jefferson.
Apoyo
a la
ganadería
y agricultura
Capacitación
del personal en
de autoconsumo
situaciones post crisis.
Evaluación
riesgos
en el marcoa
Atención
ende
sala
de emergencias
del
gestiónparlante.
de riesgo
la Programa
comunidaddehispano
participativo
asistido en
Móvil
de crisis y(atención
24 la
hs.
cuencaurgencias
en la Cuenca
binacional del
psiquiátricas)
rio Paz
Tras tomar conocimiento del
Suministros
y
viaje
a realizar médicos
por el buque
alimenticios.
Envío
voluntario
A.R.A. “Bahía
San de
Blas”
con el
médico
a pedido desuministros
MINUSTAH
fin de transportar
y
equipos
las tropas argentinas
Envíopara
de suministros
para el
integrantes
de las Fuerzas
de Paz
hospital
reubicable
de las Fuerzas
en la República
de
Haití
bajo
las
Armadas
órdenes de la MINUSTAH, Cascos
Blancos aprovechó las bodegas
Donación
de suministros
de dicha
embarcación
para enviar
una donación de 12 toneladas de
suministros
Donación dehumanitarios.
suministros
Misión
de seguimiento
de la
Donación
de suministros
asistencia post Katrina
Donación de suministros
Donación
suministros
Envío de de
suministros
y
humanitarios
distribución ydedistribución
la donación.de
las Capacitación
donaciones desde
el centro
en manejo
de de
operaciones(LSS/SUMA).
de Santa CruzApoyo
de la
suministros
Sierra
del personal
local ende
manejo
psicológico
a familiares
las
de suministros
(LSS/SUMA)
víctimas
del desastre
y socorristas
Supervisión de las actividades
Año
2003
2006
Haití
Donación
País
Tipo de evento / acción
EE.UU.
República
Checa
Huracanas
Katrina y Rita
Inundaciones
República Checa
Inundaciones
Bolivia
Bolivia
Inundaciones
Deslave
Uruguay
Capacitación
Haití
Crisis interna
Pakistán
Panamá
Terremoto
Capacitación
Ecuador
Inundaciones
Nicaragua
Proyecto
El Líbano
Conflicto armado
Nicaragua
Proyecto
Paraguay
El Salvador/
Guatemala
Jamaica
Proyecto
Haití
Honduras
Crisis interna
Proyecto
Haití /Grenada
Huracán Jeanne
Ecuador
Haití
República
Dominicana
Paraguay
Haití
Nicaragua
Proyecto
República
Dominicana
Perú
2004
Uruguay
Paraguay
Proyecto
Proyecto
Huracán Jeanne
Incendios
Crisis
interna
Huracán
Félix
Inundaciones
Nevadas y ola de frío
Incendio
en el centro
Inundaciones
comercial “Ycuá
Bolaños”
fin de transportar suministros y
equipos para las tropas argentinas
integrantes de las Fuerzas de Paz
en la República de Haití bajo las
órdenes de la MINUSTAH, Cascos
Blancos aprovechó las bodegas
de dicha embarcación para enviar
una donación de 12 toneladas de
suministros
humanitarios.
Acción realizada
Misión de seguimiento
de lade
Mantenimiento
y restauración
asistencia
post Katrina
colecciones
y material
documental
Colaboración
la recuperación
Donaciónpara
de suministros
de
tierras
cultivables
humanitarios y distribución de
las donaciones
desde para
el centro
Asesoramiento
la de
operaciones
de Santa
Cruz de
implementación
y manejo
della
Sierra del
personal
en manejo
sistema
LSSlocal
SUMA
de suministros (LSS/SUMA)
Capacitación y
sistematización del recurso
humano
Donación
de suministros
humanitarios y útiles escolares
Capacitación en servicios de salud
Envío de medicamentos
y educación donados
por laboratorios
Bagó
alimentaria
nutricional
en la
Comarca aborigen Ngobe Bugle
Donación de suministros
humanitarios
Apoyo a la iniciativa “Hijos del
Rio” para
la formación
de docentes
Envío
de suministros
y
en
la Reserva con
del Bosawás
coordinación
distintos
organismos de Naciones Unidas
Apoyo
a la ganadería
y agricultura
consecuente
distribución
de autoconsumo
Capacitación en Atención a
Evaluación
de Inmediata
riesgos en aellos
marco
Respuesta
del Programadesastres
de gestión de riesgo
participativo y asistido en la
Apoyo
para
la formación
de del
cuenca
en la
Cuenca
binacional
una resiliencia
comunitaria en
rio Paz
diferentes regiones
Suministros médicos y
Apoyo en la Reforma
alimenticios. Envío de voluntario
penitenciaria en los
médico a pedido de MINUSTAH
departamentos de Morazán y
Cortés
Envío de suministros
para el
hospital reubicable de las Fuerzas
Fortalecimiento del
Armadas
voluntariado para la Asistencia
Humanitaria en áreas vulnerables
del territorio
nacional
Donación
de suministros
Envío de una avión hidrante
Donación
Donación de
de suministros
suministros
humanitarios
Donación de
suministrosde
Capacitación
y evaluación
daños.
Donación de suministros
Análisis de necesidades en los
Envío de suministros
y y
Departamentos
de Montevideo
distribución
de
la
donación.
Durazno.
Capacitación
Capacitación
de en
losmanejo
técnicosdedel
suministros
(LSS/SUMA).
Apoyo
Sistema
Nacional
de Emergencias
psicológico
a familiares
de LSS
las
en
la aplicación
del sistema
víctimas
delmanejo
desastre
socorristas
SUMA de
deysuministros
de emergencia
Supervisión
de las actividades
209
Proyecto
Apoyo en la Reforma
penitenciaria en los
departamentos de Morazán y
Cortés
Ecuador
Proyecto
Fortalecimiento del
voluntariado para la Asistencia
Humanitaria en áreas vulnerables
del territorio nacional
País
Paraguay
Tipo deIncendios
evento / acción
Nicaragua
República Checa
Huracán Félix
Inundaciones
República Checa
Inundaciones
Uruguay
Bolivia
Inundaciones
Deslave
Uruguay
Capacitación
Honduras
Año
2003
2007
Panamá
Capacitación
Bolivia
Inundaciones
Nicaragua
Proyecto
Nicaragua
Proyecto
República
Dominicana
El Salvador/
Guatemala
2004
210
Proyecto
Proyecto
Perú
Haití
Terremoto
Crisis interna
Haití /Grenada
República
Dominicana
Haití
República
Dominicana
Haití
Huracán Jeanne
Huracán Jeanne
Tormenta tropical Noel
Haití
Crisis interna
República
Dominicana
Haití
Perú
Inundaciones
Proyecto
Nevadas y ola de frío
Trinidad y
Tobago
Paraguay
Tormenta tropical Noel
Proyecto
Incendio
en el centro
comercial “Ycuá
Bolaños”
EnvíoAcción
de unarealizada
avión hidrante
Donación de suministros
Mantenimiento
y restauración de
humanitarios
colecciones y material documental
Capacitación y evaluación de
Colaboración daños.
para la recuperación
Análisis
de necesidades
de tierras
cultivablesen los
Departamentos de Montevideo y
Asesoramiento para la
Durazno.
implementación y manejo del
Capacitación de los técnicos del
sistema LSS SUMA
Sistema Nacional de Emergencias
Capacitación
y
en la aplicación
del sistema
LSS
sistematización
delsuministros
recurso
SUMA
de manejo de
humano
de emergencia
Capacitación en servicios de salud
educación
Diseñoy de
un sistema de
alimentaria nutricional
en de
la
mejoramiento
del proceso
Comarcayaborigen
Ngobelogístico.
Bugle
asistencia
de su soporte
Colaboración en el monitoreo de la
Apoyo a la iniciativa
“Hijos del
distribución
de ayuda alimentaria
Rio”proporcionada
para la formación
dePMA
docentes
por el
en la Reserva
del Bosawáslocal
incentivando
la participación
Apoyo a la ganadería y agricultura
Apoyo de
a laautoconsumo
capacitación de las
comunidades fronterizas para
Evaluación
de riesgos
en el marco
fortalecimiento
de Voluntariados
delLocales
Programa
gestión de riesgo
(IIIde
Convocatoria
del
participativo
y asistido en la
Programa OEA/BID/CB)
cuenca en la Cuenca binacional del
Relevamiento
de daños y
rio Paz
necesidades.
Asistencia
y abastecimiento
Suministros
médicos y de
albergues.
alimenticios.
Envío de voluntario
Colaboración
ende
la MINUSTAH
recepción y
médico
a pedido
distribución de los suministros.
Envío de suministros para el
Gestión reubicable
del envío de
hospital
delalasdonación
Fuerzas
recolectadaArmadas
por la Embajada de
la República Dominicana en la
Argentina
Donación de suministros
Donación de suministros
humanitarios
Donación de suministros
Implementación
del cuerpo
nacional de voluntarios Cascos
Donación
de la
suministros
Blancos
para
Asistencia
Humanitaria en las ciudades de
Donación de suministros
Ouanaminthe, Gonaives y Puerto
Príncipe
Envío de
suministros y
Príncipe
Apoyo
para lade
Lucha
contra la
distribución
la donación.
pobreza
y el manejo
de desastres
Capacitación
en manejo
de
Evaluación
de daños; análisis
suministros
(LSS/SUMA).
Apoyo
de
necesidades;
planificación
de
psicológico
a familiares
de las
actividades
en terreno.
víctimas
del desastre
y socorristas
Realización
censo
Supervisión
de de
lasun
actividades
Dominicana
Año
2003
2008
Haití
Tormenta tropical Noel
Haití
Proyecto
País
Trinidad y
Trinidad y Tobago
Tobago
República
Checa
Tipo de evento / acción
República Checa
Inundaciones
Bolivia
Bolivia
Inundaciones “La Niña”
Deslave
Uruguay
Capacitación
Bolivia
Panamá
Inundaciones “La N
niña”
Capacitación
Ecuador
Erupción volcán
Tungurahua
Myanmar
Nicaragua
Ciclón
Nargis
Proyecto
China
Terremoto
Nicaragua
Haití
Proyecto
Crisis
Interna
Ucrania
Inundaciones
El Salvador/
Guatemala
Proyecto
Haití
Huracanes Gustav, Hanna
e Ike
Haití
Crisis interna
Cuba
Haití /Grenada
Haití
Haití
República
Honduras
Dominicana
2004
la República Dominicana en la
Argentina
Proyecto
Inundaciones
Huracanes Gustav, Hanna
e Ike
Huracán Jeanne
Huracanes Gustav, Hanna
e Ike
Huracán
Jeanne
Derrumbes
e
inundaciones
Haití
Crisis interna
República
Dominicana
Guatemala
Perú
Inundaciones
Derrumbes e
inundaciones
Nevadas y ola de frío
Cuba
Paraguay
Huracanes Gustav, Hanna
Incendio en el centro
e Ike
comercial “Ycuá
Bolaños”
Haití
Proyecto
Donación de suministros
humanitarios
Implementación del cuerpo
nacional de voluntarios Cascos
Blancos para la Asistencia
Humanitaria en las ciudades de
Ouanaminthe, Gonaives y Puerto
Acción
realizada
Príncipe
Apoyo para la Lucha contra la
Mantenimiento
y restauración
de
pobreza y el manejo
de desastres
colecciones
y
material
documental
Evaluación de daños; análisis
de necesidades; planificación de
Colaboración para la recuperación
actividades en terreno.
de tierras cultivables
Realización de un censo
Asesoramiento
para la
poblacional.
implementación
manejo del
Vacunación deyanimales
sistema LSS
SUMA
domésticos
y de
corral.
Desmontes
para reubicación
de la
Capacitación
y
población.
sistematización
del recurso
humano
Asamblea para
organizar el trabajo
en comisiones.
Capacitación
en servicios de salud
Capacitación
en seguridad y
y educación
salubridad.
alimentaria
nutricional en la
Comarca
aborigen
Ngobe Bugle
Donación
de suministros
humanitarios
Apoyo
a la iniciativa
“Hijos del
Donación
de suministros
Rio” para lahumanitarios
formación de docentes
en
la Reserva
Bosawás
Donación
de del
suministros
humanitarios
Apoyo a la ganadería y agricultura
Donación de alimentos
de autoconsumo
Donación de suministros
Evaluaciónhumanitarios
de riesgos en el marco
del Programa de gestión de riesgo
Emplazamiento de puesto de salud
participativo y asistido en la
junto a Médicos y Farmacias sin
cuenca en la Cuenca binacional del
Fronteras.
rio Paz
Colaboración en operativo
de Suministros
distribución médicos
de alimentos
y
organizado
por
alimenticios. Envíoeldebatallón
voluntario
argentino
de lade
MINUSTAH
médico
a pedido
MINUSTAH
Donación de suministros
Envío de suministros para el
humanitarios
hospital reubicable de las Fuerzas
Donación
de suministros
Armadas
humanitarios
Instalación y capacitación en
Donación de suministros
el Programa de Manejo de
Suministros LSS SUMA
Donación
Capacitacióndeensuministros
LSS SUMA
yDonación
manejo de
desuministros
suministrosa
funcionarios de la Coordinadora
Nacional
paradelasuministros
Reducción de
Donación
Desastres (CONRED)
Envío de suministros y
Gestión de la donación realizada
distribución de la donación.
por el INCAA al Instituto de Cine
Capacitación en manejo de
Cubano
suministros
(LSS/SUMA).
Apoyo
Implementación
del Cuerpo
psicológico
familiares
de las
Nacional dea Cascos
Blancos
víctimas
del desastreHumanitaria
y socorristas
para la Asistencia
en
Puerto Príncipe,
Gonaives y
Supervisión
de las actividades
211
Haití
Honduras
humanitarios
Derrumbes e
inundaciones
Instalación y capacitación en
el Programa de Manejo de
Suministros LSS SUMA
Guatemala
Derrumbes e
inundaciones
País
Tipo de evento / acción
CubaCheca
República
Huracanes Gustav, Hanna
Inundaciones
e Ike
República Checa
Haití
Inundaciones
Proyecto
Bolivia
Deslave
Uruguay
Palestina
Capacitación
Conflicto
Armado
2003
Honduras
Panamá
Donación
Capacitación
2009
Bolivia
Epidemia de Dengue
Nicaragua
Proyecto
Fidji
Inundaciones
Nicaragua
Pakistán
ConflictoProyecto
entre el ejército
y el movimiento Talibán
Burkina Faso
El Salvador/
Guatemala
Guatemala
Laos
Inundaciones
Tifón /ciclón Ketsana
Ucrania
Haití
Pandemia Gripe N1H1
Crisis interna
El Salvador
Haití /Grenada
Depresión tropical y
Huracán Ida
Huracán Jeanne
Haití
República
Santa
Lucía
Dominicana
Incendio
en el
Hospital
Huracán
Jeanne
St. Jude
Año
Haití
Santa
Lucía
República
Dominicana
Perú
Haití
2004
212
e Ike
Paraguay
Chile
CrisisProyecto
Alimentaria
Crisis interna
Huracán Thomas
Inundaciones
Nevadas
y ola de frío
Terremoto
Incendio en el centro
comercial “Ycuá
Bolaños”
Terremoto
Capacitación en LSS SUMA
y manejo de suministros a
funcionarios de la Coordinadora
Nacional para la Reducción de
Acción realizada
Desastres
(CONRED)
Gestión de la donación realizada
Mantenimiento
restauración
de
por
el INCAA alyInstituto
de Cine
colecciones yCubano
material documental
Implementación del Cuerpo
Colaboración
la recuperación
Nacional depara
Cascos
Blancos
de
tierras
cultivables
para la Asistencia Humanitaria
Asesoramiento
para la y
en Puerto
Príncipe, Gonaives
implementación
y manejo del
Ouanaminthe
sistema LSS SUMA
Desplazamiento de equipo médico
quirúrgicoCapacitación
y gestión de ydonaciones
sistematización
del recurso
realizadas
por la sociedad
civil, el
humano
Centro Islámico
y la Federación de
Entidades en
Argentino
Capacitación
serviciosárabes
de salud
Envíoy de
donación de
educación
medicamentos
alimentaria
nutricional en la
Envío
de donación
por el
Comarca
aborigenrealizada
Ngobe Bugle
Ministerio de Salud de la Nación
alApoyo
Ministerio
de Salud “Hijos
y Deportes
a la iniciativa
del
Bolivia de docentes
Rio” para la de
formación
en
la Reserva
Bosawás
Donación
de del
suministros
humanitarios
Apoyo a la ganadería y agricultura
Donación de suministros
de autoconsumo
humanitarios
Donación
de suministros
Evaluación
de riesgos
en el marco
humanitarios
del Programa
de gestión de riesgo
Donación de
alimentos
participativo
y asistido
en la
cuenca
en la Cuenca
binacional del
Donación
de suministros
rio Paz
humanitarios
Donación de suministros
Suministros
médicos y
humanitarios
alimenticios.
Envío
de voluntario
Donación de suministros
médico
a
pedido
de
MINUSTAH
humanitarios y gestión
del envío
de
donaciones
recibidas
Envío de suministros parapor
el
la Embajada
salvadoreña
en
hospital
reubicable
de las Fuerzas
Argentina
Armadas
Donación de insumos sanitarios
deDonación
la Dirección
Nacional de
de suministros
Emergencias Sanitarias para la
reinstalación del hospital
Donación de suministros
Envío de una donación de pastillas
potabilizadoras
de agua
Donación
de suministros
Envío de suministros humanitarios
Donación Trabajo
de suministros
y voluntarios.
en conjunto
Envíocon
de suministros
y
la OPS
distribución
de
la
donación.
Apoyo logístico al personal
Capacitación
en manejo
de
de la Dirección
Nacional
suministros
(LSS/SUMA).
Apoyo
de Emergencias Sanitarias
psicológico
a familiares dedelasdos
(DINESA).
Establecimiento
víctimas del
socorristas
hospitales
dedesastre
campañay (Ministerio
Supervisión
de las actividades
de Defensa).
Año
2010
2003
Santa Lucía
Incendio en el Hospital
St. Jude
Donación de insumos sanitarios
de la Dirección Nacional de
Emergencias Sanitarias para la
reinstalación del hospital
Santa Lucía
Huracán Thomas
Envío de una donación de pastillas
potabilizadoras de agua
Haití
País
Terremoto
Tipo de evento / acción
República Checa
Inundaciones
Chile
Terremoto
República Checa
Inundaciones
Pakistán
Bolivia
Inundaciones
Deslave
Niger
Inundaciones
Uruguay
Nigeria
Capacitación
Inundaciones
Panamá
Guatemala
Erupción
volcán de
Capacitación
Pacaya Tormenta Agatha
Nicaragua
Proyecto
Haití
Nicaragua
Brote de Cólera
Proyecto
El Salvador/
Colombia
Guatemala
Proyecto
Inundaciones
Cuba
Haití
Accidente aéreo
Crisis interna
Venezuela
Haití /Grenada
Inundaciones
Huracán Jeanne
Haití
Costa
Rica
República
Dominicana
Inundaciones
Huracán Jeanne
Colombia
Haití
Inundaciones
Crisis
interna
República
Dominicana
Brasil
Perú
2004
Inundaciones
Inundaciones
Nevadas
y ola de frío
Ecuador
Paraguay
Incendio
en el centro
Inundaciones
comercial “Ycuá
Bolaños”
Jamaica
Tormenta Tropical Nicole
Envío de suministros humanitarios
y voluntarios. Trabajo en conjunto
con la
OPS
Acción
realizada
Apoyo logístico al personal
Mantenimiento y restauración de
de la Dirección Nacional
colecciones y material documental
de Emergencias Sanitarias
(DINESA).
Establecimiento
de dos
Colaboración
para la recuperación
hospitales
de campaña
(Ministerio
de tierras
cultivables
de Defensa).
Asesoramiento
para la
Donación
de suministros
implementación
y
manejo
del
humanitarios
sistema de
LSS
SUMA
Donación
suministros
Capacitación
humanitariosy
sistematización
del recurso
Donación de suministros
humano
humanitarios
Desplazamiento
voluntario
para
Capacitación en de
servicios
de salud
organización
del voluntariado en
y educación
emergencia
envío de donación
alimentariay nutricional
en la
frazadas
y
pastillas
Comarca aborigenpotabilizadoras
Ngobe Bugle
de agua
Desplazamiento
de voluntario
Apoyo
a la iniciativa
“Hijos del
parapara
implementación
sistema
Rio”
la formacióndel
de docentes
LSS/SUMA
y
apoyo
logístico
en la Reserva del Bosawás
a la OPS en la central nacional
de medicamentos
Apoyo
a la ganaderíaeyinsumos
agricultura
médicosde
(PROMESS).
autoconsumoEnvío de
suministros humanitarios y kits de
Evaluación prevención
de riesgos en el marco
del Programa de gestión de riesgo
Donación de pastillas
participativo y asistido en la
potabilizadoras de agua y
cuenca en la Cuenca binacional del
alimentos
rio Paz
Reconocimiento de cadáveres y
Suministros
médicos
y
contención
psicológica
a familiares
alimenticios. Envío de voluntario
médico
a pedido
MINUSTAH
Donación
de de
suministros
humanitarios y gestión aduanera de
Envío de suministros para el
la donación de material didáctico
hospital reubicable de las Fuerzas
escolar de PVSA Argentina
Armadas
Donación de suministros
humanitarios
Donación de suministros
Donación suministros
humanitarios y gestión del envío
Donación de suministros
de 9,5 toneladas de alimentos
donados de
porsuministros
Uruguay
Donación
Gestiones aduaneras para el envío
Donación
de suministros
de donaciones
Envío
de suministros
y
Envío
de donación,
consistente
distribución
donación.
tratamientos
paradeellaVIH,
realizada
Capacitación
en manejo
de de
a través
del Ministerio
de Salud
suministros (LSS/SUMA).
Apoyo
la Nación
psicológico a familiares de las
Donación de suministros
víctimas del desastre y socorristas
humanitarios
Supervisión de las actividades
213
Inundaciones
Donación de suministros
humanitarios
Colombia
Inundaciones
Donación suministros
humanitarios y gestión del envío
de 9,5 toneladas de alimentos
donados por Uruguay
Brasil
País
Inundaciones
Tipo de evento / acción
República Checa
Ecuador
Inundaciones
Inundaciones
República Checa
Jamaica
Inundaciones
Tormenta Tropical Nicole
Bolivia
Costa
Rica
Deslave
Tormenta
Venezuela
Uruguay
Inundaciones
Capacitación
Brasil
Panamá
Asistencia al Programa
SIDA Brasil
Capacitación
Chile
Terremoto
Libia
/Túnez
Nicaragua
Crisis
Libia
Proyecto
Namibia
Nicaragua
Inundaciones
Proyecto
Honduras
Depresión Tropical 12 E
El Salvador/
Nicaragua
Guatemala
Proyecto
Depresión
Tropical 12 E
El Salvador
Depresión Tropical 12 E
Haití
Tailandia
Crisis interna
Inundaciones
HaitíHaití
/Grenada
Brote de Jeanne
Cólera
Huracán
Haití
Bolivia
República
Dominicana
Inundaciones
Huracán Jeanne
Haití
Paraguay
República
Dominicana
Perú
Haití
Crisis
interna
Inundaciones
Nevadas y ola de frío
Terremoto
Paraguay
Irak
Incendio en el centro
comercial “Ycuá
Bolaños”
Crisis
humanitaria
Costa Rica
Año
2003
2011
2004
214
Inundaciones
Gestiones aduaneras para el envío
de donaciones
Acción
realizada
Envío de donación, consistente
Mantenimiento y restauración de
tratamientos para el VIH, realizada
colecciones y material documental
a través del Ministerio de Salud de
Nación
Colaboraciónlapara
la recuperación
Donación
suministros
de tierrasdecultivables
humanitarios
Asesoramiento para la
Entrega
de 30 cajas
de pastillas
implementación
y manejo
del
potabilizadoras
de agua
sistema LSS SUMA
Entrega
de una donación
Capacitación
y
compuesta
por cajas
de kits
sistematización
del recurso
escolares
humano
Capacitación
Donaciónendeservicios
29 cajasde
desalud
y educación
tratamientos
para el VIH
alimentaria nutricional en la
Gestiones aduaneras para el envío
Comarca aborigen Ngobe Bugle
de donaciones
Cooperación
con ACNUR
envío
Apoyo a la iniciativa
“Hijos
del
de para
dos equipos
de expertos
en
Rio”
la formación
de docentes
manejo
de campamentos
en
la Reserva
del Bosawás
Donación de suministros
Apoyo a la ganadería y agricultura
humanitarios
de autoconsumo
Donación de suministros
Evaluación de riesgos en el marco
humanitarios
del Programa de gestión de riesgo
Donación dey suministros
participativo
asistido en la
humanitarios
cuenca en la
Cuenca binacional del
rio Paz
Donación de suministros
humanitarios
Suministros
médicos y
alimenticios.
Envío
de voluntario
Donación de suministros
médico a pedido
de MINUSTAH
humanitarios
Envío
de suministros
para el
Donación
de suministros
hospital reubicable
de las Fuerzas
humanitarios
Armadas
Asistencia Humanitaria en
Búsqueda y Rescate en Estructuras
Donación
de suministros
Colapsadas
(BREC)
Envío de una donación
Donación
suministros
compuesta
pordecajas
de pastillas
potabilizadoras de agua
Donación de suministros
Envío de una arquitecta
Donación
suministros
voluntaria
paraderealizar
tareas de
reconstrucción
de
viviendas
Envío de suministros y para
los desplazados
distribución
de la donación.
Capacitación
en manejoagua
de
Tareas
de planificación,
suministros
(LSS/SUMA).
Apoyo
y saneamiento,
contención
psicológico
a familiares
de las
psicosocial
y articulación
víctimas
del desastre
comunitaria
junto a ylasocorristas
ACNUR
Supervisión
de la
las1°actividades
Desarrollo de
etapa del
Año
2012
2003
2013
Bolivia
Inundaciones
Paraguay
Inundaciones
Envío de una donación
compuesta por cajas de pastillas
potabilizadoras de agua
Haití
Terremoto
País
Tipo de evento / acción
Envío de una arquitecta
voluntaria para realizar tareas de
reconstrucción de viviendas para
Acción
realizada
los desplazados
República Checa
Irak
Inundaciones
Crisis humanitaria
República Checa
Inundaciones
Haití
Bolivia
Proyecto
Deslave
Filipinas
Inundaciones
Uruguay
Haití
Capacitación
Donación
Guatemala
Panamá
Sismo
Capacitación
Siria
Crisis Interna
Nicaragua
Proyecto
Nicaragua
Santa Lucia
í
Proyecto
Tormentas
El Salvador/
Guatemala
Proyecto
Haití
Haití
Envío de suministros
Crisis interna
Chile
Haití /Grenada
Búsqueda y rescate de un
ciudadano
Huracán argentino
Jeanne
Haití
República
Haití
Dominicana
Huracán Jeanne
Colaboración
con la OIM
Haití
Crisis interna
República
Dominicana
Haití
Perú
Inundaciones
Proyecto
Nevadas y ola de frío
Paraguay
Incendio en el centro
comercial “Ycuá
Bolaños”
2004
Búsqueda y Rescate en Estructuras
Colapsadas (BREC)
Tareas de planificación,
aguade
Mantenimiento
y restauración
y
saneamiento,
contención
colecciones y material documental
psicosocial y articulación
comunitaria para
juntolaa recuperación
la ACNUR
Colaboración
de tierras
Desarrollo
de cultivables
la 1° etapa del
“Proyecto
Nacional de
Cantinas
Asesoramiento
para
la
Escolares”
implementación
y manejo del
sistema
LSS SUMA
Envío
de 40 cajas
de pastillas
potabilizadoras
deyagua
Capacitación
sistematización
del
Donación compuestarecurso
por 16
humano
toneladas
de arroz.
Capacitación
enen
servicios
de salud
Asistencia
contención
ypsicosocial
educación
alimentaria nutricional en la
Asistencia para la evacuación
Comarca aborigen Ngobe Bugle
de los ciudadanos argentinos
residentes en Damasco.
Apoyo a la iniciativa “Hijos del
Envío
humanitarios
Rio”
paradelainsumos
formación
de docentes
aen
Santa
Lucia ydel
ofrecimiento
la Reserva
Bosawás
a Santa Lucia, San Vicente y
Las Granadinas,
y Dominica
de
Apoyo
a la ganadería
y agricultura
un desplazamiento
de equipos
de autoconsumo
de voluntarios, con el fin de
Evaluación
en el marco
colaborarde
enriesgos
la evaluación
de
del
Programa
de gestión
de riesgo
daños,
la contención
psico-social
en la
enparticipativo
emergenciasyyasistido
el manejo
de
cuenca en lasuministros.
Cuenca binacional del
rio Paz
Donación de 15 toneladas de arroz
Suministros
médicos
y
entregadas
al Programa
Nacional
alimenticios.
Envío
de voluntario
de Cantinas
Escolares
médico a pedido de MINUSTAH
Desplazamiento de un equipo
Envío
de suministros
para en
el
de
ACECC,
especializado
hospitalbúsqueda
reubicable
de las Fuerzas
y rescate
Armadas
Envío de 2 expertos en temas
deDonación
construcción
de viviendas
de suministros
sustentables y reducción de riesgos
de desastres
Donación de suministros
Donación de alimentos
Donación
de suministros
Envío
de 3 voluntarios
expertos
en alimentos y de un logista para
Donación
realizar
tareasdedesuministros
capacitación
Envío
de suministrostécnico
y
Entrega
de equipamiento
distribución de la donación.
Capacitación en manejo de
suministros (LSS/SUMA). Apoyo
psicológico a familiares de las
víctimas del desastre y socorristas
Supervisión de las actividades
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ASISTENCIA HUMANITARIA y
POLÍTICA EXTERIOR ARGENTINA
A U N A D É C A D A D E L N U E V O PA R A D I G M A
EN LA REGION LATINOAMERICANA Y CARIBEÑA
2003-2013
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