avina.ne t http://www.avina.net/esp/10891/inco ntext-38/ Las potencialidades económicas de los movimientos migratorios requieren legislaciones potentes (haga click en la imagen para agrandarla) Los movimientos migratorios que caracterizan a la región centroamericana comenzaron a registrarse antes de la conquista europea. Estos distinguían el estilo de vida de las poblaciones que ocupaban grandes extensiones y que se desplazaban en busca de alimentos y otros insumos para su subsistencia. Durante la colonización española, los sistemas sociales preexistentes suf rieron grandes alteraciones debido a la subordinación de territorios, cuando los representantes de la corona se asentaron en los centros de las ciudades y las poblaciones originarias f ueron desplazadas a las perif erias. Con la independencia y el establecimiento de los estados soberanos, se produjo una f uerte inmigración asiática, af rocaribeña y europea. También se produjeron desplazamientos por conf lictos de tierra, alimentos y recursos básicos. Esta movilidad entre territorios sirvió de base para la f ormación de una cultura transf ronteriza y una f uerza de trabajo móvil, ya sea voluntaria o a causa de coerción (trabajo esclavo) o violencia. Sin embargo, la migración no f ue nunca una preocupación central de política pública ni ocupó lugares prioritarios en las agendas de Estado más allá de la adopción de medidas para atraer a ciertos grupos o controlar el ingreso de otros. Los desplazamientos vinculados a la demanda y of erta de trabajo asalariada se iniciaron en el Siglo XIX con la integración de las economías nacionales a los mercados internacionales. No obstante, recién en el Siglo XX los f lujos migratorios a causa de la búsqueda de trabajo toman gran relevancia. La movilidad de la f uerza de trabajo se convirtió en un emblema del proceso de transnacionalización de las economías. El proceso de integración regional inició en la década de los cincuenta y se af ianzó en los ochenta pero, a pesar de los esf uerzos de integración económica, las migraciones y la movilidad laboral no f iguraron como una preocupación de las políticas de gobierno. Las migraciones en cifras Según el Census Bureau (2012), aproximadamente cinco millones de centroamericanos se encuentran en situación de inmigrantes en dif erentes países. Esto equivale al 12% del total de habitantes de esta región. Los migrantes de El Salvador, Guatemala y Honduras representan el 83% del total de los inmigrantes centroamericanos en Estados Unidos y se calcula que más de la mitad están en situación irregular. Además, se estima que cerca de un millón de personas se movilizan en los corredores migratorios intrarregionales en América Central, es decir, en un desplazamiento sur-sur. La ruta más transitada ocurre desde Nicaragua y Panamá a Costa Rica, de Nicaragua a El Salvador y de Guatemala a Belice y México. El 85% de estos inmigrantes regionales se concentran en Belice, Panamá y, sobretodo, Costa Rica, donde se encuentran más del 50% y provienen de Nicaragua y Panamá, principalmente. Los inmigrantes nicaragüenses se emplean en su mayoría en trabajos que demandan mano de obra barata en los demás países, aportando cerca del 80% de los inmigrantes de la región y de ellos, un 90% se emplea en Costa Rica. Adicionalmente contribuye con una cuarta parte de los inmigrantes en El Salvador y una quinta parte de éstos en Guatemala. Durante los últimos años El Salvador se ha convertido en un destino de migraciones de relevo, es decir, lugares receptores de importantes remesas que atraen a trabajadores de Nicaragua y Honduras. No obstante, entre el 18 y el 22% de la población salvadoreña vive en EEUU. Las migraciones se han constituido en un f actor importante en la generación de ingresos para f amilias centroamericanas. Un mercado de trabajo desregulado contribuye a que ciertas actividades sean competitivas y que de otra f orma no lo serían. Esto explica por qué la migración intrarregional ha tomado mayor relevancia y concentra al 20% de todos los migrantes. Se da con mayor intensidad entre países limítrof es y las principales ocupaciones se encuentran en el rubro de la agricultura, construcción y servicios (doméstico, turismo y otros servicios personales). En general, los migrantes son mayormente jóvenes y mujeres. La edad promedio es de 30 años y el 68% tiene menos de 40 años. En Guatemala, la mitad de los inmigrantes registrados son menores de 20 años a causa de emigración f amiliar y provienen principalmente de El Salvador. Casi el 53% de los inmigrantes a Guatemala, Costa Rica y El Salvador son mujeres. Este f enómeno nace en los años noventa a raíz de un mercado laboral para servicios domésticos, comercio y agroindustria. La migración intrarregional también tiene como característica el bajo nivel educativo de las personas donde solo una quinta parte tiene estudios secundarios. Esto reduce las posibilidades de una inserción laboral en mejores puestos de trabajo y a menudo terminan ejerciendo actividades poco calif icadas y con gran desprotección laboral. Muchas veces ni siquiera tienen acceso a derechos laborales básicos (pago de salarios de ley, jornadas laborales, vacaciones y aguinaldo) ni seguridad social. Si a esto le sumamos la condición migratoria irregular, los trabajadores y trabajadoras quedan totalmente al margen de las leyes laborales del país donde residen. Marcos Normativos Existen diversas causas de la migración, entre ellas, situaciones de exclusión social, violencia, acoso político, criminalidad, inseguridad y, sobretodo, desempleo. Las migraciones laborales intrarregionales operan como un mecanismo de compensación a los desequilibrios del desarrollo entre los países y entre regiones de países vecinos, así como de la existencia de demandas de f uerza de trabajo no satisf echas internamente en los países receptores. Sin embargo, en la mayoría de los casos se reproducen las condiciones laborales precarias existentes en los países donde se originan las migraciones. Uno de los problemas de f ondo radica en que los países de la región no tienen capacidad para producir suf icientes empleos asalariados ni of recer condiciones adecuadas de trabajo a su propia f uerza laboral. Los puestos disponibles no requieren de alta calif icación y of recen sueldos por debajo del salario mínimo. Un tercio de la f uerza laboral centroamericana clasif icaba como trabajadores/as independientes al f inal del año 2000. En su mayoría ocupaban trabajos caracterizados por la inf ormalidad, precariedad y sin cobertura social o protección laboral. En Guatemala, por ejemplo, el 69.2% de los ocupados se ubica en el sector inf ormal (Encuesta de Nacional de Empleos e Ingresos, 2013). La ausencia o debilidad de instituciones de protección laboral y de políticas de empleo en los países centroamericanos f omenta la contratación irregular del inmigrante y condiciones laborales marginales. En comparación con los nacionales, los trabajadores migrantes enf rentan mayores riesgos de vulneración de derechos. También es f undamental considerar que el incorporar a los migrantes en las políticas económicas y en las estrategias empresariales de los países de nuestra región genera benef icio para las naciones, las empresas y los migrantes. Los actores de todos los sectores, incluyendo al empresariado, deben comprender mejor cómo las empresas a nivel individual y colectivo son impactadas por los ef ectos de las migraciones . Para aportar al desarrollo de políticas públicas en el ámbito de los mercados laborales intrarregionales, Fundación Avina sugiere considerar los siguientes argumentos: La migración intrarregional representa para muchas actividades productivas en la región la principal f uente de mano de obra para su crecimiento. Por lo tanto, es de importancia estratégica, dimensionar los aportes que los migrantes hacen a la economía de los países de la región centroamericana como f uerza laboral, consumidores y emprendedores que a su vez generan empleo y desarrollo. La integración laboral f ortalecería los mecanismos de integración centroamericana y el desarrollo de políticas públicas nacionales y regionales en articulación con las organizaciones de la sociedad civil y el sector empresarial, para que las migraciones aporten a la competitividad de las naciones y la región. Se podrá contribuir al crecimiento económico de los países y la región a través de la gestión de programas de trabajadores temporales amparados por la Ley, el reconocimiento a los trabajadores migrantes y sus derechos humanos, f omento de programas de capacitación y/o empleo que permiten que los migrantes se desarrollen como mano de obra productiva calif icada, con acceso a tecnología. Las políticas de estímulo a la emigración (como f orma de captar remesas, reducir la pobreza, etc.), f ormales o inf ormales, podrían no ser sostenibles en el tiempo ya que requieren de constantes f lujos migratorios que reducen la capacidad productiva local y podría comprometer el desarrollo de los países de origen. Los ef ectos de la migración sobre la productividad se pueden generar de dos f ormas: primero, por el arribo de migrantes altamente calif icados lo que estimula la innovación y segundo, por la llegada de migrantes poco calif icados lo que incrementa la productividad en la medida que la mano de obra local (aún la menos calif icada) se puede especializar en actividades más productivas. El sector empresarial sensible y comprometido se puede benef iciar de la migración laboral voluntaria y sus aportes a la economía por medio de la implementación de buenas prácticas laborales para que la migración sea una opción f undamentada en principios éticos. Por ejemplo, la producción de caf é con certif icado de comercio justo en algunas f incas de Chiapas que benef icia migrantes temporales guatemaltecos y la contratación de trabajadores temporales mexicanos en la producción de azúcar en Estados Unidos. Una política migratoria regional debería considerar elementos adicionales a los aspectos meramente económicos. La inversión en educación y tecnología son prioritarios para incidir en una mayor capacidad técnica y prof esional de la f uerza laboral centroamericana y con ello, potenciar el desarrollo de las economías en toda la región y enf rentar mejor los desaf íos de un mercado global altamente competitivo y caracterizado por los acuerdos de libre comercio. Políticas migratorias f lexibles con objetivos claros para balancear adecuadamente los benef icios y los costos que el f enómeno de la migración puede implicar f avorecerían la atención de las consecuencias de la salida masiva de ciudadanos de un país hacia otro y sus impactos en la capacidad productiva del país de origen y en la producción, productividad, la recaudación de impuestos, el acceso a los servicios básicos y a la seguridad social del país destino. Los mecanismos integrados de inf ormación, regulación y movilidad, tanto en temas laborales como migratorios en la región, f acilitarían la gestión del f enómeno de las migraciones con una mirada de sustentabilidad, con balance global positivo y generando transacciones ganar-ganar desde la perspectiva social, económica y ambiental. Envío N° 38 Fuentes: Escrich, Ana Hazel. “El papel de las migraciones intrarregionales en la integración de los mercados laborales en la región”. SISCA Gamboa, Abelardo, et al. “Los derechos laborales no tienen f rontera.” FLACSO Costa Rica. Abril 2012. Gamboa, Abelardo, et al. Migraciones y derechos laborales en Centroamérica: características de las personas migrantes y de los mercados de trabajo. Tomo 1. FLACSO Costa Rica Loría, Cynthia, Fundación Avina, Foro Regional de “Migraciones y Mercados Laborales en Centroamérica”, SISCA, 2013. Este obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-CompartirIgual 3.0 Unported Aviso legal: El contenido de este informe no representa la posición institucional de la Fundación Avina sobre los temas abordados. Cuando sea necesario explicitar posiciones institucionales de la Fundación Avina, se las identificará expresamente junto a la fuente correspondiente.