Amazonas: Yanomamis El Bambú Cuentan los Yanomamis que en

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Amazonas: Yanomamis
El Bambú
Cuentan los Yanomamis que en el principio de
los tiempos, vivían en la montaña Kudi-Huha
dos pájaros enormes de pico curvo y afilado,
ojos saltones y ensangrentados y garras
enormes.
Los llamaban Dinoshi, eran el terror de los habitantes del
Amazonas.
Las arpías con sus afiladas garras apresaron a hombres, mujeres
y niños. En ese tiempo el hombre vivía siempre en peligro y se
escondía detrás de matorrales o de profundas cuevas. A pesar de
que salieron muchas veces a matarlos, no pudieron con ellos, pues
los Dinoshi estaban protegidos por una coraza de hierro que
hacía rebotar las flechas y las lanzas más afiladas.
Los hombres tenían mucho miedo a
los Dinoshi, no cultivaban sus conucos
y pasaban hambre, pero, no todo
estaba perdido, pues, vivía entre los
Yanomami un hombre sabio: Kudene,
que decidió salvar a su pueblo. Llamó
al gallito Trompetero y le dijo:
-Vete sin ser visto a la montaña Kudi-Huha, guarida de los
Dinoshi y vigílalos. Mira bien si la coraza que los protege rodea
todo su cuerpo.
El gallito salió hasta la guarida de las
arpías y se escondió debajo de unos
matorrales.
Estuvo
escondido
mucho
tiempo
observando a las terribles aves. Cuando
ellas dormían, se les acercaba sin hacer ruido y las miraba.
Regresó muy contento de su descubrimiento y le contó a Kudene:
-¡Los Dinoshi no tienen coraza por arriba, solo en el pecho!
- Bien, ahora espérame…, vamos a librar a nuestro pueblo de
estos sanguinarios animales.
Kudene preparó un menjurje hecho de plantas, lo cocinó y con él
untó dos flechas, las puntas quedaron negras, era el primer
curare, luego, se las dio al Gallito Trompetero:
-Lanza estas dos flechas al lomo de las terribles bestias y verás
los resultados…, en adelante, nuestro pueblo podrá vivir en paz y
cultivar la tierra. El Gallito se alejó con su arco y las dos flechas
envenenadas con curare.
Espero pacientemente a que los Dinoshi se pasaran sobre unas
rocas en la cima de la montaña y lanzó una flecha al primer
Dinoshi. De inmediato lanzó la otra y se escondió.
Las bestias heridas lanzaron gritos de dolor y se elevaron en
círculo; dieron vueltas y vueltas alrededor de las montañas.
Mientras tanto, se les iban desprendiendo las plumas, que al caer
en la falda de las montañas, se clavaron en la tierra.
De inmediato las plumas se transformaron en bambú o cañas
de kurata que crecían airosas hacia el cielo. Las aves se
deshicieron en el aire sobre la montaña Mara-Waka. Los huesos
cayeron y se clavaron en toda la montaña, se transformaron en
caña de bambú o kurata, todo se cubrió con ellas.
Desde entonces, el pueblo Yanomami hace sus cerbatanas de
la caña o kurata o bambú
Tanto las plumas de los Dinoshi como los huesos cayeron en la
tierra Yanomami, allí crecen silvestres y derechas. Cuando otros
pueblos quieren caña kurata para hacer cerbatanas, se les pide a
los Yanomami y les dan a cambio otras cosas. La cumbre de MaraWaka, llamada por los aborígenes Tahashino es la montaña donde
crece más bambú.
Solo los indígenas conocen el camino hacia la cumbre. Cuando
van a cortar bambú para hacer cerbatanas piden permiso a su
dueño, muy respetuosos dicen:
-Kuhuakadi, venimos a pedirte bambú. Luego, en señal de respeto,
cantan bajito y clavan estacas en la tierra, así desde el principio
de los tiempos invocan al dueño de la caña kurata, Kahuakadi y
consiguen
hacer
sus
cerbatanas.
Fuente: Leyendas y Mitos
de Venezuela. Lolita Robles
de Mora
Editorial Monfort 1era
Edición 1998
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