Las cosas que un hombre jamás entenderá de una mujer, y viceversa

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Las cosas que un hombre jamás entenderá de una mujer, y viceversa
Escrito por Oumaigot Pepe
Viernes, 22 de Mayo de 2009 09:32
Más allá del empecinamiento de algunos por lograr "igualdad", lo cierto es que hombres y
mujeres son distintos (¡faaaaa, qué teoría que nos mandamos!).
Y en eso de no ser iguales, están incluidas aquellas cosas que jamás entenderemos unos de
las otras, y viceversa.
Vayamo salobife, vayamo:
Al baño en manada. Es un tema bastante difundido, pero que mantiene el misterio. ¿Por qué
las minas, cuando están en un bar o restorán, tienen que ir juntas al baño?
Las posibilidades serían:
a) Cuando están en un lugar público, tienen una incontenible tendencia lésbica, que las lleva a
correr hacia el ñoba para toquetearse, hacerse sesentaynueves y ensartarse pomos de
dentífrico y lápices labiales por todos los buracos.
b) No se nos ocurren otras opciones distintas de la a).
Entonces, chicas, ¿nos confiesan que se tortean a lo loco o pueden al menos inventarnos algo
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medianamente creíble sobre este hábito?
El mito del asado. Es choto decirlo, y uno se siente hasta un traidor del género, pero seamos
sinceros: hacer un asado es una pelotudez.
Lo único complicado es lograr que el carbón prenda y comiencen a formarse las brasas.
Después de eso, se trata de ir dando vuelta la carne, evitar que se cocine demasiado rápido, y
listo.
Pero sin embargo, hemos impregnado al asunto de un halo místico, y cuando terminamos de
asar exigimos un nivel de reconocimiento que no se le da ni a un Nobel de Física.
Las minas, que se suelen romper el orto cocinando cosas infinitamente más complicadas sin
recibir un mísero agradecimiento, jamás comprenderán el porqué, aunque muchas ya asumen
como algo natural (y hasta justo) lo del "aplauso para el asador".
Contar cómo se coge. Para un tipo, contarle a otro -por muy amigo que sea- cómo se clava
uno a su mujer, es o un acto de extraño degeneramiento, o una penosa provocación de gay
reprimido. Entre ellas, en cambio, es de lo más natural.
Diálogo nada hipotético:
-Ey, Antonella, ¿cómo andás?¡Qué cara de fundida, nena!
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Viernes, 22 de Mayo de 2009 09:32
-Ay, sí, Lucy, es que ayer se me dio por hacer chipás tarde a la noche, y encima al gordo no sé
qué le pasó que me pegó una recontraclavada. Al final dormí a las tres y media.
-Jeje, te mató, eh.
-Sí, primero me apretó al toque contra la puerta de la pieza, y empezó ahí la ensartada, viste.
-¿Vos hacés los chipás con almidón nomás?
-No, mezclo un poco con harina común. Sino salen muy duros, para mi gusto.
-Así que te surtió contra la puerta ya, jeje.
-Sí, después me dio vuelta y entró a bombear a lo loco. Lo que tenés que tener cuidado es de
cortar chiquito el queso.
-¿Anal??? Aaah, chiquito, claro. Yo ponía dados grandes, y se desarmaba todo.
-No, no cortes grande, porque sino se cocina mal. Bah, si querés hacer chipacitos. Si vas a
hacer chipás grandes dejalo. Nooo, anal no, le tengo prohibido.
-¿Y más o menos qué proporción de harina y almidón?
-Mitad y mitad pongo yo. Después sí, me tiró en la cama y empezamos cucharita.
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Escrito por Oumaigot Pepe
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-¿Cuántas cucharitas de almidón?
-No, boluda, dejá de escribir en el celu ahora. Hicimos cucharita el gordo y yo.
-Ah. Al Negro no le gusta así.
-Está bueno, te entra de otra forma.
-Sí, pero chipacito chico es más rico, se mastica mejor. También está el tema del tiempo de la
masa en el horno.
-No, la garompa en el abotonamiento, te digo.
-Aah, sí. ¿Y más o menos cuánto la dejás?
-¿A la qué?
Y ahí van.
Las fechas. Un hombre de ley nunca se acuerda de los aniversarios con su mujer. Y una mujer
de verdad ya los tiene presentes desde tres o cuatro semanas antes. Escena clásica:
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-Hola mi amor, vengo podrido, qué día de mierda hoy. ¿A vos cómo te fue?
-Hmmm biemmmm... por ser hoy...
-¿Por ser hoy?
-La fecha que es hoy, eso me puso bien... jiji...
Tu cabeza abre archivos a la velocidad de la luz, tira carpetas al aire, lee hojas con miles de
anotaciones, rastrea el dato con desesperación.
-Aaaahjaaa... síiii... ciertoooo...
"Hacé tiempo, pelotudo, que ya lo vamos a encontrar", te dicen tus neuronas. Ella te sonríe.
-¿En serio te acordás?
"Tiene que ser el aniversario de arreglarnos -pensás-. Ah, no, pero el año pasado nos cagamos
de frío al salir a cenar, creo que eso era en agosto. Puta, ¿será el día de la primera
empomada?"
-Síiiii, mirá, el miércoles ya venía pensando en que se nos venía la fecha, y hoy con el día de
miérrrr se me perdió jeje.
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Ella, lamentablemente, es menos boluda que lo que vos pensás, y más rompequinotos.
-A ver, a ver si de verdad te acordaste: ¿qué recordamos hoy?
-La emplclnadna.
-¿La qué?
-Jaja, ¡acerté, eh!
-(Cero risa) No dijiste nada, Mario, a ver, decime.
Ella ya no se ríe. No tiene sentido enredar las cosas, ni huir, ni tenés ganas de intentar una
maniobra distractiva como prenderle fuego al mantel por abajo.
-¿La primera vez que te surtí?
Abre la boca como si te hubiera encontrado descuartizando a la madre:
-La... prim... surt... oh... ah.... oh...
-¡Bueno, Lidia, cortala, no estoy al pedo todo el día, qué se yo qué carajo es hoy!
-Ec... Ug... ¿¿Sho sí estoy al pedo??¿¿Sho sí estoy al pedo, Mario??
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Escrito por Oumaigot Pepe
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-No quise decir eso, Lidia... o sea... hoy, viste...
Se pone a llorar, se aleja, se tapa la cara con la mano como si se estuviera sosteniendo los
dientes.
-Perdoná, boluda, no sé, viste que ando con lo del embargo, y encima el choque que no me
cubre el seguro...
Saca la mano, te mira con los ojos chorreando lágrimas como si se hubiera roto un caño detrás
de los párpados, abre la boca sin dejar de gimotear, convirtiéndola en una inmensa U al revés,
y más o menos entendés lo que finalmente te grita: "Dejá nomás, olvidate, no me acordaba que
yo no soy parte de tu mundo de cosas importantes". Y salida con portazo.
Recién a los cuatro días, cuando te vuelva a hablar, te va a contar que se cumplían once años
desde que le habías regalado el primer oso de peluche. Sí, ese mismo que compraste a los
pedos, bajándote en una feria poronga en el camino hacia la casa de ella, porque quince
minutos antes de salir hacia allá te habías dado cuenta de que te estabas olvidando de que se
cumplía un mes desde la primera salida juntos.
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