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infome
injusticias en el atletismo
Por Óscar Fernández.
ronológicamente la última
injusticia, fue la incorporación de
C
Desde siempre se ha dicho, que el atletismo es un deporte justo y equitativo en donde la cinta y el cronómetro pone a cada uno en su sitio. Esta afirmación es indiscutible si se compara con
muchos deportes en los que el papel de los jueces y árbitros es mucho más preponderante. Pero no siempre ha sido así, en la historia
de nuestro deporte se han producido situaciones muy injustas. La
mayoría motivadas por la injerencia política en el deporte, otras veces fueron decisiones erradas de los directivos de nuestro deporte. La primera y más evidente fue la discriminación femenina encabezada por Pierre de Coubertin que luchó con todas sus fuerzas para la no incorporación de la mujer al programa olímpico. 88
años fueron lo que tardaron las mujeres en poder correr un maratón olímpico. Está discriminación fue mayor en España sobre todo
durante el franquismo.
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discapacitados (aunque se le “califica” de discapacitado parece cada vez más ridículo esta denominación por sus logros) compitiendo en igualdad de condiciones a los atletas que tienen sus dos
piernas. El grado extremo llegó cuando Oscar Pistorius afirmó que la longitud de las prótesis utilizadas por su oponente, el brasileño Alan Oliveira,
eran demasiado largas y eso le dio ventaja. Argumentar eso cuando él mismo decía que no tenía
ventaja por usar prótesis es cuanto menos chocante. La propia IAAF publicó estudios científicos
que demostraban la ventaja que supone correr con
prótesis.
http://www.iaaf.org/news/news/oscar-pistorius-independent-scientific-stud-1
La polémica, por el uso de las prótesis, tuvo un nuevo episodio en el Campeonato de Alemania de
pista al aire libre cuando Markus Rehm, el pasado
mes de julio, saltaba 8.24. Ese registro le supuso un
nuevo récord paralímpico y la victoria sobre Christian Reif (8.20). La Federación alemana de atletismo (DLV) decidió no incluirlo en el equipo que acudió al Campeonato de Europa de Zúrich por las
dudas que hay sobre si un
atleta que impulsa sobre
una prótesis tiene ventaja
sobre uno que impulsa sobre su tobillo. La polémica llegó a sus propios rivales. Algunos, como el campeón de Europa en Barcelona Christian Reif, defendieron que Rehm está en
igualdad de condiciones.
Otros, en cambio, se mostraron contrarios a la decisión de Rehm de competir en igualdad de condiciones con los atletas
que tienen las dos piernas.
Dentro de este grupo está Sebastian Bayer, recordman europeo de longitud.
Según la DLV, hay dudas
considerables sobre de
igualdad entre el que salta con una pierna “protésica”y con un tobillo natural pero decidió no retirarle el título de campeón de Alemania. Se
anunció la decisión de
un nuevo marco legal en
el que aunque pueden
competir juntos, atletas
con prótesis y atletas
con las dos piernas, pero con clasificaciones separadas.
La discusión por el uso de
las prótesis es algo muy reciente ya que la incorporación de las nuevas tecnologías a los discapacitados es algo relativamente
contemporáneo pero la
evolución de las mismas
llevará a nuevas polémicas
y a situaciones injustas en
el futuro.
En Atenas 2004 vivimos la epopeya de Vanderlei de Lima cuando fue atacado por Cornelius Horan. El maratoniano brasileño se había escapado hasta 42 segundos de un segundo grupo en el que estaba Stefeno Baldini, Paul Tergat y Meb Keflezighi. Esa distancia se fue reduciendo, a medida que se acercaba el momento decisivo de la carrera. En el kilómetro 37 era de 25 segundos sobre Baldini cuando un
perturbado irlandés se abalanzó sobre él. La consecuencia inmediata fue que perdió unos
valiosos segundos y el ritmo en un momento decisivo de carrera. A pesar del incidente, Vanderlei de Lima logró entrar 3º en meta. El Comité Olímpico brasileño solicitó que
se concedieran dos medallas de oro pero el
COI no aceptó. Logró la solidaridad de to-
do el mundo y la medalla Pierre de Coubertin (es
una medalla concedida por el COI a aquellos deportistas que hayan mostrado espíritu olímpico y
deportividad durante la celebración de unos JJ.OO.)
Pero la historia de nuestro atletismo está llena
de momentos y situaciones injustas. Muchos
más de los que aparentemente pueda parecer
y además se remontan mucho en el tiempo. Dejando a un lado la esperpéntica maratón de St.
Louis 1904,
http://www.foroatletismo.com/actualidad/momentos-olimpicos-memorables-maraton-st-louis-1904/, la primera gran polémica fue la final de 400 metros de
los JJ.OO. de Londres 1908. En maratón también
hubo una reclamación que llevó a la descalificación de Dorando Pietri pero la verdadera controversia fue en el 400. Es la única prueba del programa olímpico en la que solo hay una medalla:
En los albores del atletismo
el problema fue el profesionalismo. Desde los JJ.OO. de Atenas 1896
hasta Moscú 1980 el “profesionalismo” apartó a muchos atletas de la competición. Jim
Thorpe, “Babe” Didrikson, Paavo Nurmi fueron, entre los más reconocidos, denunciados por profesionales. La estricta aplicación
de la normativa que exigía a los atletas ser
amateurs llevó a que se cortara la carrera
deportiva de estas leyendas del atletismo.
Jim Thorpe, que había ganado 2 medallas en
Estocolmo 1912 (Pentatlón y decatlón), fue
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Wyndham Halswelle. El atleta escocés llegó a la final después de batir el récord olímpico con 48.4 en series. En la final tenía a tres
rivales norteamericanos (William Robbins,
John Carpenter y John Taylor). La prueba no
se disputaba por calles separadas como la
actualidad y al llegar a la recta final Carpenter se abrió para que no lo pasara Halswelle.
El norteamericano logró con su maniobra
de obstrucción que no lo pasara el escocés
y llegó primero a meta con un tiempo extraoficial de 48.4,
Halswelle bajó el ritmo y llegó trotando. Los
jueces decidieron descalificar a Carpenter
y acordaron repetir la carrera dos días después pero sin Carpenter que era descalifi-
cado por esa acción obstructiva. La resolución
establecía que la final se correría por calles que
estarían separadas por cuerdas y los tres participantes tenían garantizada su medalla. En esa
época la maniobra estaba permitida por la federación norteamericana pero los JJ.OO. se regían por las normas de la federación británica
que prohibía ese tipo de acciones. La delegación norteamericana, una vez conocido el veredicto, acordó que correrían la final pero si era
readmitido Carpenter. Al ser negada su petición,
los directivos norteamericanos decidieron que
sus otros dos atletas, en esa final, no participaran. William Robbins y John Taylor perdieron sus
medallas olímpicas por una decisión de sus dirigentes. A consecuencia de esa polémica se comenzó a correr por calles.
declarado profesional en 1913 e le retiraron
las medallas incumpliendo su propia normativa que establecía que se podía elevar
una protesta en un plazo máximo de 30 días, desde la ceremonia de clausura. En solidaridad, la medalla de plata Hugo Weislander, renunció a la medalla cuando se la ofrecieron por la descalificación de Thorpe. Las
medallas fueron devueltas a la familia de
Thorpe en 1983, 30 años después de su muerte. Nurmi, que había conseguido 9 oros olímpicos en tres JJ.OO. (Amberes 1920, París 1924,
Ámsterdam 1928) fue declarado profesional por cobrar en una carrera en Alemania
antes de Los Ángeles 1932.
Por una situación similar pasaron otros atletas de gran nivel: Gunder Hägg, Ander Andersson y Dan Waern, entre otros.
Estas políticas tan restrictivas dejaron al atletismo sin unas figuras que de estar en otra
época de la historia serían profesionales sin
tener que sufrir ninguna “caza de brujas”. Antes eran perseguidos por cobrar, ahora Bolt
no corre sin cobrar mucho dinero.
http://www.sports-reference.com/olympics/summer/1908/ATH/mens-400-metres.html,
La política es un elemento que
condicionó historia del atletismo mundial en todas las épocas.
El paradigma de esta afirmación fue la Alemania nazi en 1936. El nazismo hizo de los JJ.OO. de
Berlín una máquina propagandística de su régimen y de la superioridad aria frente al resto de
razas. El primer atropello se produjo con los atletas judíos alemanes que optaron por marcharse y otros como Gretel Bergmann fueron excluidos del equipo en el último momento. En un
principio los nazis los incorporaron ya que pesaba la amenaza del boicot por sus políticas discriminatorias pero Bergmann, que era la recordman alemana de altura con 1.60 (la misma altura con la que se ganó los JJ.OO.), se quedó sin la
posibilidad de acudir a unos JJ.OO. por su condición de judía. http://www.jewsinsports.org/Olympics.asp?ID=2.
Fue sustituida por Dora Ratjen, que con poste-
rioridad se descubrió que era un hombre.
Pero también los judíos de otros países se
vieron perseguidos. Algunos, como Milton
Green, decidieron no acudir a los JJ.OO. y
otros fueron apartados del equipo por su
condición de judíos. Ese fue el caso de
Marty Glickman y Sam Stoller Según manifestó Glickman, el entrenador Dean Cronwell y Avery Brundage (presidente en ese
momento del Comité Olímpico de EE.UU.)
decidieron apartarlos para ahorrarle al Fúhrer la embarazosa imagen de 2 judíos norteamericanos en el podio de vencedores
en el 4x100. Owens fue la estrella mediática pero el triunfo nazi en el medallero fue
incontestable (89 medallas por 56 de
EE.UU., los segundos en el medallero).
El saludo de Tommie Smith y John Carlos
en México 1968 llevó a una tropelía encabezada por curiosamente Avery Brundage. El
dirigente norteamericano luchó para que
EE.UU. acudiera a los JJ.OO. de Berlín 1936,
se opuso al boicot que se cernía en EE.UU. y
defendió el derecho al saludo nazi en los
podios de 1936 pero arremetió duramente
contra la actitud de Tommie Smith y John
Carlos. Ambos fueron suspendidos del equipo estadounidense, expulsados de la Villa
Olímpica y recibieron amenazas de muerte
a su regreso a los EE.UU. Sus compañeros
afroamericanos hicieron actos de apoyo en
el podio y en el caso de Vincent Matthews
fueron en dos ocasiones cuando protestó
en el podio: en México, apoyando a sus com-
pañeros cuando estaba en el podio del 4x400
y en Múnich con su compatriota Wayne Collett. En esta segunda ocasión lo expulsaron
de los JJ.OO. y no pudo participar en el relevo
4x400, perdiendo la posibilidad de una segunda medalla que tenía casi asegurada.
Los boicots olímpicos hicieron que generaciones completas de atletas no pudieran disputar unos JJ.OO. En Montreal 1976 fueron los países africanos los que se quedaron sin participar en protesta por una gira del equipo de rugby
de Nueva Zelanda por Sudáfrica cuando aún
existía el “apartheid”. La sanción a Sudáfrica
también perjudicó a sus atletas. Los de raza negra eran discriminados doblemente: eran segregados en su país y no podían competir fuera por el “apartheid”. Varios atletas sudafricanos optaron por la emigración a otro país para poder competir internacionalmente. Zola
Budd fue la más conocida pero muchos se quedaron en el país y no pudieron competir fuera por cuestiones políticas.
Los boicots de Moscú 1980 y Los Angeles 1984
fueron los más numerosos y llevó a muchos
atletas a ver los JJ.OO. desde sus casas. 62 países no acudieron a Moscú y la URSS y 14 de
sus aliados boicotearon Los Ángeles 1984.
Los boicots dejaron a atletas del nivel de Henry
Rono en simples atletas de mítines ya que no
llegó a ser ni olímpico. Kenia no acudió ni a
Montreal 1976 ni a Moscú 1980. Etiopía pasó
un proceso similar en los siguientes JJ.OO.: boicoteó Los Ángeles 1984 y Seúl. 1988
Los años 80 fueron un momento clave en la política mundial y eso condicionó toda la actividad
deportiva. La “Guerra Fría” llevó a que los dos bloques emplearan todas sus armas políticas, militares y también deportivas. En atletismo sus efectos fueron catastróficos. Una simple ojeada al
ránking mundial de todos los tiempos de peso
femenino o disco femenino sirve para darse de
cuenta que el atletismo se convirtió en una cuestión de estado. Valerie Adams, la mejor atleta por
la IAAF en 2014, está a casi metro y medio del récord del mundo. Delante de la lanzadora neocelandesa hay 22 lanzadoras que han lanzado más
que ella. Casi todas con origen en los países del
bloque del este y todas las marcas conseguidas
en un mismo período de tiempo. El dopaje de estado está reconocido por el propio estado alemán que paga indemnizaciones a los mismos atletas que antes le quitaban las medallas a los que
iban limpios. Sus marcas siguen intactas y algunos de ellos como Udo Beyer sigue siendo campeón olímpico a pesar de reconocer públicamente que ganó el oro en Montreal dopado. Algo parecido se podría decir de las atletas chinas en los
años 90.
Son muchos los atletas dopados que, a lo largo
de la historia, han logrado engañar al sistema. Los
recientes escándalos de los marchadores rusos
es un claro ejemplo de como lograban sortear los
controles. En este caso, el tiempo ha corrido en
su contra y los avances con el pasaporte biológico ha hecho que sean sancionados y que pierdan
parte de sus títulos.
Pero los desafueros e injusticias históricas son innumerables a lo largo de la historia. En Múnich se vivió la
“guerra de las de pértigas” que llevó a que Bob Seagren no pudiera
utilizar la pértiga de carbono que habitualmente empleaba. La actitud y el desempeño de los jueces durante los JJ.OO. de Moscú, sobre todo en el triple, hizo
que fueran unos JJ.OO. muy polémicos. El coreano Sohn Kee Chung (Sonf Gi Jeong) y su compatriota Shoryu Nam consiguieron el oro y el bronce en la maratón de los JJ.OO. de Berlín 1936 pero defendiendo obligatoriamente a Japón. Estos solo son algunas de las cientos de historias que se podían incorporar.
En España también hemos sufrido algunas circunstancias injustas. La más significativa fue el ostracismo al que llevó a las mujeres el franquismo. Pasaron de practicar atletismo con plena normalidad durante la República, a ser exclusivamente amas de casa dedicadas al cuidado de la
familia. La situación se empezó a revertir en los años 60 pero tardamos años para que la igualdad llegara.
Margot Moles, la mejor atleta durante la República, fue una de las que sufrió mayores injusticias dentro del atletismo español. A Los Ángeles 1932 no fue España porque no tenía dinero, a Berlín tampoco acudió España por motivos evidentes. Ella tenía opciones de ser la primera finalista del atletismo español pero se
quedó sin a unos JJ.OO. de verano. Logró acudir a los JJ.OO. de invierno en esquí
alpino. Además sufrió una tremenda injusticia en la Universiada de Turín en 1933
cuando se quedó sin participar y sin récord de España en una de las chapuzas nacionales más grandes de la historia.
http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1933/09/16/041.html
acordó sancionar a los atletas antes citados, inhabilitándoles desde el 16 de agosto de 1973 al 1 de noviembre de 1976,
para participar en competiciones atléticas de cualquier índole en todo el territorio nacional y países extranjeros pertenecientes a la I.A.A.F., dicha sanción ha sido comunicada
a las Federaciones Provinciales correspondientes para que,
siguiendo el trámite reglamentario, se lo comuniquen a los
clubs, y éstos a los atletas.
La R.F.E.A. quiere hacer saber que por encima de cualquier individualidad, récord o marca está la disciplina, la ética y, sobre todo, el ejemplo a las nuevas generaciones atléticas, donde está el futuro del deporte español.
Madrid, 16 de agosto de 1973”.
La decisión tuvo dos efectos inmediatos: la división del atletismo nacional y el debilitamiento de nuestro atletismo (6
recordman nacionales y 5 eran los campeones de España de
ese año). Se perdió de golpe y porrazo a 9 de sus mejores
atletas que reclamaban una dieta de 300 pesetas. La sanción
se levantó antes del año pero tuvo muchos efectos secundarios: tres de ellos dejaron el atletismo (Carda, Gude y Morera) y la mayoría, con excepción de José Alcántara, no volvieron a su nivel. La RFEA se metió en un asunto que competía al deporte universitario y con unas consecuencias que resultaron nefastas para el atletismo español.
Otro de las situaciones más injustas del atletismo nacional
aconteció en 1973. Nueve atletas que
iban a participar, con el equipo nacional, en la
“Universiada fueron sancionados a tres años por
el delito de reclamar mejores condiciones y dietas. Se puede discutir si era justa o no su reivindicación pero los efectos fueron devastadores.
Esta fue la nota de prensa que emitió en su día
la RFEA presidida en ese momento por Rafael
Cavero.
“En la concentración que había sido montada
por la Federación Española del Deporte Universitario, con vistas a la preparación para la
participación de los atletas en la Universiada
de Moscú, los atletas: Francisco García López,
Manuel Carballo, Pedro Carda, Isidro Solórzano, Francisco Morera, Manuel Soriano, Julio Gude, Gonzalo Juliani y José Alcántara, se dirigieron al presidente de la F.D.E.U., señor Sánchez
Mayoral, exigiendo que de no serles atendidas
unas peticiones económicas no participarían
en la Universiada. Independientemente, la
R.F.E.A., tras detenido estudio de los hechos,
Margot Moles
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