Ayni «La Ley Natural de la Reciprocidad

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Versión: #111012
Ayni
«La Ley Natural de la Reciprocidad»
2011, Marc Torra (Urus) para www.mastay.info 1
«Dicen que el código de conducta incaico se basaba en: Ama suwa, ama
llulla, ama qella lo cual significa: No seas ladrón (Ama suwa), no seas ocioso
(ama llulla), y no seas mentiroso (ama qella). Pero creer tal cosa es no
comprender las verdaderas implicaciones de ayni. La primera implicación de
regirse por ayni fue el no necesitar dinero, pero hay muchas más...»
Ama suwa, ama llulla, ama qella
Ayni y el robo
Ayni podría traducirse como «reciprocidad». Vista así equivaldría a aquel famoso “hoy por
ti, y mañana por mi”. Pero ayni no constituye simple reciprocidad, sino que es mucho más.
Reciprocidad es un término relativo (puede haberla o no), mientras que al añadirle los
conceptos «ley natural» estamos implicando que siempre se cumple, que de una forma u
otra, aunque sea involuntariamente, siempre tendrá que darse en proporción a lo recibido.
Hay aquéllos que creen que ayni equivale al trueque, pero no es así, pues el trueque
significa:
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“yo te doy esto, y tu me das lo otro”
El trueque constituye la antesala del dinero, ya que el siguiente paso de lo descrito arriba
es:
“yo te doy esto, y tu me das dinero,
y con ese dinero yo obtengo alguna otra cosa
que necesite y que tu no tengas”
En cambio ayni se basa en la plena aceptación de la ley universal que te pide dar en
proporción a lo recibido.
En una sociedad regida por tales preceptos, ¿no es más sencillo pedir lo que uno
necesite, que robarlo?
Sabemos que para comprar, se necesita dinero; y para el trueque, se precisa tener algo a
intercambiar que el otro requiera. Por ello, en ambas situaciones se puede dar la situación
de aquél que roba por necesidad. Robará por no tener ni dinero, ni nada a intercambiar,
en una situación en la que necesita y nadie le da.
Sin embargo, para pedir mediante ayni no se requiere tener, sino únicamente estar
dispuesto a dar. Y se puede dar devolviendo a quién se pidió, o dando a una tercera
persona, para que sea el Universo quién se ocupe de saldar las cuentas.
De ahí que, si todos pueden tener, con el simple acto de pedir, con la única obligación de
algún día dar, para mantener la reciprocidad, ¿qué necesidad hay de robar?
Ayni y la ociosidad
Ayni también anula el segundo precepto: “no seas ocioso”, pues la ociosidad nace del
desequilibrio entre el dar y el recibir; nace de una situación en la que coexisten aquéllos
que dan-sin-recibir, y aquéllos que reciben-sin-dar. El que recibe-sin-dar, se mantiene
ocioso por tener todo lo que precisa, sin necesidad de trabajar. Pero el que da obligado, y
sin recibir, también buscará la ociosidad por una simple cuestión de motivación.
De ahí que, la esclavitud no se aboliera por cuestiones morales, sino porque ya no era
económicamente viable. Dejó de ser rentable tener esclavos a los que alimentar y alojar,
por ser su productividad baja. Y su productividad era baja por haber sido forzados a dar,
sin recibir más que mala comida, malos tratos y mal alojamiento. La nueva esclavitud
pasó a ser el trabajo mal remunerado, el cual era económicamente más rentable, por
acarrear menos responsabilidades para el patrón y añadir la posibilidad del despido como
elemento de persuasión.
En cambio, cuando una sociedad se rige por ayni, tal desequilibrio entre el dar y el recibir
no se produce, pues uno sabe que debe dar en proporción recíproca a lo que reciba.
Habrán los que trabajen más, por necesitar más, y los que trabajen menos, por necesitar
menos, pero no los ociosos, pues de serlo pasarían hambre.
Ayni y la mentira
Finalmente, aquéllos que han tomado plena consciencia de la ley universal que equilibra
todos los actos, llamada ley natural de la reciprocidad o karma, saben que ni la mentira
les permitirá esquivar tal ley. El Universo hace sus cuentas a partir de lo que hemos dado,
hemos hecho o hemos dicho, y no de lo que afirmamos haber dado, haber hecho o haber
dicho. Por lo tanto, una sociedad que se base en los preceptos de ayni, es una sociedad
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en la que cada individuo sabe que la mentirá no va a permitirle cambiar el juego de
equilibrios.
Conclusiones
De ahí que los mencionados tres preceptos sólo tuvieran sentido cuando al mundo
indígena del andino, se le impuso la lógica de aquéllos que vinieron a conquistarlo. Ellos
vinieron robando y dando poco, para así tener más, y mintiendo, para así esconder sus
actos. El indígena lo vio y aprendió, para entonces reaccionar de la misma manera. Fue
entonces, y sólo entonces, que tales preceptos tuvieron que imponerse, y para
legitimarlos se dijo que procedían del periodo incaico.
Ello no significa que durante el incanato, el robo, la ociosidad y la mentira fueran
inexistentes. Si existe una palabra en quechua o aymara para referirse a ellos, es que
estaban presentes. Pero nunca constituyeron un problema social, que pidiera un precepto
para corregirlo. Por poner un ejemplo, una vez leí un cartel en el ascensor de un país
asiático que decía: “Prohibido orinar”. ¿Tengo que deducir que por estar prohibido en
aquel país, nadie orina en los ascensores, mientras que en el resto del mundo constituye
una practica habitual? O, por el contrario, ¿qué en el resto de países no se suele orinar en
los ascensores, y en ese si, y por ello tuvieron que prohibirlo?
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Artículos complementarios:
• «Ciclos y Eras» por Marc Torra, para aquellos que deseen comprender a qué se refiere
el autor cuando habla de Era precedente y Nueva Era.
• «Yanantin, Tinku, Pacha y Cuti» por Marc Torra, artículo que argumenta como la
cosmovisión andina se sustenta sobre cuatro pilares, mientras que ayni simbolizan sus
cimientos.
• «Yanantinkuy y ch’ekkalluwa» por Javier Lajo, explica cómo en el mundo indígena todo
es par o se da por parejas, y lo que se presenta como impar existe sólo en apariencia y
transitoriamente.
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