JORGE REINALDO VANOSSI ¿La Reforma, fue un movimiento espontáneo? La Reforma Universitaria fue un proceso que venía gestándose desde hacía años pero hizo eclosión en 1918 porque se dieron un cúmulo de circunstancias que hicieron posible lanzar una propuesta de modificación, de modernización y de participación democrática que hasta ese entonces era muy restringida en los claustros universitarios, no sólo a nivel estudiantil sino también a nivel profesional. Este es un aspecto a considerar y otros son los que proyectaron la Reforma Universitaria al abordaje de problemas sociales o problemas políticos que eran importantes, de incidencia y de gravitación en la vida de un país, de una sociedad como la nuestra. En 1918 se dio también la circunstancia de que dos años antes se había producido un cambio político importante en el país, porque a raíz de la aplicación de la Ley Sáenz Peña, que en 1910 se había debatido en el Congreso y se había empezado a aplicar para la elección de legisladores en 1912 , se adoptó por primera vez para la elección presidencial en el ’16 con el sufragio universal, libre, secreto y obligatorio, con la representación de las minorías. Esto llevó al poder a Hipólito Irigoyen, es decir, el Radicalismo levantó la abstención y la conspiración contra “El régimen” como se lo llamaba con una connotación despectiva, que tenía bastante arraigo en esa época y volvía de lo que se llamó la quimera de un romántico, que fue la obra de Sáenz Peña, que dialogaba con Irigoyen y por eso fue una ley concertada. La quimera de un romántico logró la revolución por las urnas y obviamente el gobierno nacional cuando suceden los episodios de Córdoba -foco a partir del cual se diseminan sus ideas-, vio que algo estaba pasando, tomó nota que era un acontecimiento que no podía resolverse ignorándolo ni reprimiéndolo, sino que había que atender sus razones y en la medida que las mismas fueran plausibles y fueran atendibles, procurar los cambios. Entonces la intervención, para la cual Yrigoyen eligió al Procurador General de la Nación, un hombre muy moderado, muy equilibrado, que era el Dr. José Nicolás Matienzo, que fue también ministro del Interior, y senador nacional, quien trató de conseguir esos cambios en una primera etapa en la cual las viejas trenzas que predominaban en la Universidad de Córdoba, la más antigua del país, consiguieron salvarse, demoraron, entre comillas, del cambio que se venía, no pudieron impedirlo. pero lo Incluso finalizada la intervención, hay escritos de Matienzo de 1918 y de años posteriores donde da cuenta de la magnitud del problema cordobés y de la necesidad de producir cambios, a través de nuevos estatutos, de un nuevo régimen universitario, es decir, por el camino de la Ley, a efectos de evitar que la violencia reemplazara al cambio reformista, al cambio evolutivo. ¿La Reforma la que dio lugar a la creación de nuevas universidades nacionales? Ese fenómeno del ’18 tiene también ese dato que hay que señalar y es que poco tiempo después, el Congreso comienza a tratar la creación de una nueva universidad nacional, la primera bajo el clima, el élam vital que había desatado la Reforma del ’18, y que fue la Universidad del Litoral. Esa nueva universidad con sede en Santa Fe y con facultades que luego se crearon en Rosario y después en Corrientes, y en otros lados hasta su desmembramiento en años posteriores al ’66, fue la Universidad que junto con la de Córdoba, la de Buenos Aires y la de La Plata, venía a completar el equipo universitario, pero fue la primera creada bajo el espíritu de la Reforma. Y en los debates parlamentarios hay cosas interesantes como cuando la bancada socialista propone que el asiento natural de la Facultad de Medicina fuese el Hospital, y en otras facultades se hiciera lo mismo respecto de las disciplinas que se impartían en ellas. Es decir, había una renovación, había un fermentarium como diría el uruguayo Vaz Ferreira, un fermento que despertaba inquietudes respecto de las nuevas ideas. Por eso el movimiento reformista asustó a algunos pero logró muchas simpatías en otros provenientes de lo más variado del espectro político; no era la bandera de un solo partido ni estaba impulsada o propulsada por dirigentes de un partido. Surgió de los claustros, del propio ámbito universitario, por supuesto con permeabilidad a la sociedad, con la porosidad que la vinculaba con la sociedad. Ese fue un mérito que luego se desvirtuó en algunas circunstancias, pero gente proveniente de distintos sectores políticos, no sólo de quienes gobernaban en el orden nacional o de quienes estaban ubicados más a la izquierda, sino también del centro derecha. Hubo dirigentes de origen conservador que simpatizaron con la Reforma Universitaria y adhirieron a muchos de sus postulados. Por eso yo diría, fenómeno muy complejo, sintetizando, que la Reforma Universitaria es un apasionante de estudiarlo pero no en una sola dimensión sino tomando todos los enfoques que tuvo en su movimiento y en su momento histórico que se vivía en el mundo en el año 1918, el fin de la Guerra Mundial, la Revolución Rusa, los cambios que desataron después el surgimiento en el mundo y por lo tanto reflejados también en nuestro país, de movimientos de extrema izquierda y de extrema derecha y cómo muchas veces estas cosas se mimetizaban entre sí o se polarizaban en una forma increíblemente exagerada. ¿Dio lugar a la creación de un sentimiento antiimperialista? La trascendencia de la Reforma Universitaria hacia el exterior, sobre todo en el continente americano, en Latinoamérica se explica fácilmente y se justifica porque muchos de los problemas que dieron origen a la Reforma en nuestro país, también existían como causa de fenómenos semejantes o parecidos que se fueron suscitando en otras partes de América, el fenómeno de, por ejemplo, el surgimiento de un partido político como el APRA en Perú, momento en el cual también, y porque era un frente a la idea de un Panamericanismo que pretendía englobar a todas las Américas, existía una fuerte corriente de pensamiento político que hablaba de un Latinoamericanismo, es decir, aclarando que eran dos cosas que si bien estaban en el mismo continente tenían diferencias que había que reconocer porque estaban dadas por datos de la realidad y que obligaban a hacer enfoques que tomaran en cuenta esas diferencias que tenían orígenes históricos, culturales, idiomáticos, religiosos, etc.. De allí la trascendencia de la Reforma que incluso le daba mucho prestigio a las universidades argentinas. La Universidad Nacional de La Plata, por ejemplo, era el ámbito más solicitado por estudiantes de países vecinos y no vecinos, pero latinoamericanos en general que acudían a realizar a La Plata sus estudios universitarios por el alto nivel que tenía su Universidad, con sus grandes rectores, con sus grandes figuras que había iniciado cuando se nacionalizó, Joaquín V. González, y luego siguieron figuras de gran prestigio como Alfredo Palacios y muchos otros. Todo eso le daba a la Universidad Nacional de La Plata una proyección continental, y hubo quienes preconizaron en sus respectivos países ideas muy afines no sólo de la autonomía universitaria, sino y también de la libertad de cátedra, el aggiornamiento de los planes de estudio, la vocación ó el tratamiento de la problemática social, económica y cultural de nuestros pueblos, la lucha contra las dictaduras que en esa época eran muy frecuentes en nuestros países y que nosotros no padeceríamos hasta el 6 de septiembre de 1930. Esto fue dando ingredientes de los cuales algunos eran peculiares para atender un determinado espacio y tiempo de un país y otros eran ingredientes comunes, compartidos, de modo que hay una literatura bastante abundante sobre la Reforma , no sólo en la Argentina que la acunó sino también en los países que la fueron gradualmente adoptando. ¿Cómo debe celebrarse este nuevo aniversario de la Reforma? A noventa años de la Reforma es bueno que celebremos pero no en un espectáculo farandulero o frívolo, ni siquiera cumpliendo un ritual, sino con una toma de conciencia y un examen crítico en el sentido de qué propuestas se pueden añadir a las que ya hizo la Reforma, porque ésta fue actualizándose de acuerdo a los cambios que se sucedían en la sociedad. Yo diría que hay que evitar errores que en su momento han debilitado el movimiento reformista. Cuando yo era militante reformista en mi época de estudiante, el movimiento estaba desgraciadamente dividido en la Facultad de Derecho. Creo que es mi deber señalar que así como para el país han resultado nefastas las divisiones de los partidos políticos, sobre todo de los mayoritarios, y que han tenido en su momento gran representatividad porque el pueblo los votaba, las divisiones han causado una demora, una distorsión y toda una patología de las crisis que interrumpían la continuidad constitucional, de lo que Carlos Sánchez Viamonte llamaba las vicisitudes institucionales de nuestro país. Creo que también la división del movimiento reformista en algunos casos, o el acaparamiento por parte de los partidos políticos de crear su brazo universitario, con nombre y apellido, que los asociara a un determinado partido contradice el surgimiento suprapartidario divisiones partidarias, de la Reforma, por encima de las aglutinando una comunión de ideas que reflejaban un estado de sentir y de pensar, muy compartido por los estudiantes, incluso por profesores o aspirantes a profesores, que no tenían acceso a las cátedras porque existía realmente una suerte de tranquera con cerrojo que les dificultaba llegar a ellas o a su titularidad. Muchos grandes profesores, antes de la Reforma, no llegaban más que al nivel de adjuntos, porque había verdaderas camarillas que así lo había dispuesto. ¿Usted piensa que de ser un movimiento político la Reforma pasó a ser un movimiento partidista? Yo creo que la partidización del movimiento reformista y el creer que los partidos a través de un brazo universitario podrían salir fortalecidos, en realidad debilitó al movimiento reformista y a los partidos políticos. Y eso degeneró más cuando en algún momento el estudiantado empezó a captar, a percibir que en la vida política estudiantil se registraban algunos brotes de clientelismo, de prebendas que se condenaban en el orden partidario pero que se practicaban en el ámbito universitario. Creo que eso degradó la jerarquía moral que se aspiraba a tener como bandera inexorable y que no era discutir un punto nimio, secundario, porque la Reforma nació también con una inspiración ética, moral que se tenía que transparentar en la cátedra, estudiantil. entre los graduados y en el movimiento En todo lo que como producto humano entraba y salía de la Universidad y eso de quebrantó. Creo que hay que reparar esos errores con urgencia, hay que rectificar lo que esté mal, hay que hacer una profunda autocrítica y yo creo que el reformismo tiene todavía grandes roles que cumplir. La mayor parte de sus banderas mantienen actualidad. Algunas cosas habrá que retocarlas, habrá que tomar en cuenta la experiencia que es un dato que no se puede soslayar, habrá que discutir cómo superar el bache de la gran crisis de la enseñanza secundaria, es decir, de la preuniversitaria, que no puede suplir la Universidad con un curso breve o un sistema en el cual se pase por alto el derrumbe que ha habido durante los cinco años que dura la enseñanza media, Y eso explica por qué de alguna manera los títulos universitarios han perdido jerarquía y ya es casi corriente exigir posgrados para poder acceder a salidas laborales o a concursos o a becas, para ampliar los horizontes. Entonces los 90 años de la Reforma deben servir para entendamos que toda protesta debe ir al mismo tiempo acompañado de una propuesta. Hay libertad de crítica y tiene que haberla y tiene que ejercerse, y libertad para manifestarse y para elegir opciones y buscar alternativas. Esto es fundamenta en todos los planos y también en la Universidad, Pero todo eso tiene que ir acompañado de una conciencia propositiva, es decir, hay tal problema, no queremos más de esto, estamos en contra de esto, queremos reemplazar esto, pero para eso tenemos este modelo, ofrecemos esta alternativa, proponemos esta opción. De lo contrario se entra en el nihilismo, en una suerte de anarquía conceptual, una anarquía de las ideas. Por eso hay que emprender la senda constructiva, como se hizo en el ’18 de donde surge la experiencia por todo lo que ocurre después, que no puede haber Universidad si no hay libertad, si no hay democracia, no puede haber Universidad desconociendo la necesidad de la justicia social, desconociendo la necesidad de la movilidad social ascendente, de la posibilidad de mejorar la igualdad de oportunidades para tener acceso al mejor goce de las libertades. Y el orden es el precio que pagamos para gozar mejor y más de la libertad.