¿Qué significa pertenecer

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¿Qué significa pertenecer?
Lic. Vivian Saade
¡El futbol! Un ejemplo vivo que experimentamos en los últimos tiempos es la participación de la
Selección Mexicana en el Mundial del 2010, ésta ha estado acompañada de tanta información
futbolística que a algunos de nosotros nos parecía irrelevante pero para otros fue motivo de excitación
por los juegos o por seguir paso a paso los resultados y sucesos; sin embargo, yo quiero detenerme en
un punto que de alguna manera nos tocó a todos por igual: el “sentido de pertenencia”, en este caso
como mexicanos; el deseo de que nuestro equipo hiciera un gran papel y por consiguiente de inyectarle
unas gotas a nuestra identidad mexicana.
El sentido de pertenencia es la necesidad que experimentamos de ser aceptados en los grupos de los
que formamos parte; esto nos lleva a buscar conductas que nos permitan ocupar un sitio en ellos.
En el núcleo familiar es donde se da la primera oportunidad de pertenecer. Idealmente, este contexto
tendría que ser un espacio abierto al diálogo, en donde la unicidad fuera valorada y promovida; sin
embargo, esto no siempre es así.
Cuando pertenecer a la propia familia tiene un alto costo, la integración a cualquier otro grupo social
resultará mucho más difícil. Por lo tanto, ser aceptados y queridos en casa, hace que los niños
adquieran lo necesario para desear y lograr integrarse a los diversos contextos en los que se vayan
incorporando.
Sentir que, tanto los padres como los hermanos, primos, abuelos, etcétera, dicen: “eres parte de
nosotros” da la sensación de aceptación necesaria para intentarlo fuera.
Al darles la oportunidad a los hijos de hablar sin ser juzgados o reprimidos, valorar sus esfuerzos, e
incluso trabajar sobre sus errores como sucesos que generan aprendizaje dándoles la oportunidad de
reparar lo reparable y valorando lo que merece ser valorado; los hijos estarán aprendiendo y sintiendo
que es posible lograrlo fuera de casa.
El primer contacto fuera del núcleo familiar es generalmente el colegio. Ahí los niños tenderán a
reproducir lo que viven en sus hogares y esperarán encontrar respuestas similares a las que conocen.
Venir de un ambiente de tolerancia promueve que los niños aprendan de forma activa, que quieran
compartir, apoyar y contemplar los deseos e intereses de sus grupos, así como de seguir las reglas y
normas de los mismos.
A diferencia de la “exclusión”, con la que se mira al otro con superioridad y se le niega el derecho de
pertenencia; la “inclusión” es reconocernos como iguales a pesar de las diferencias.
Muchos de los conflictos mundiales se basan en la exclusión por diferencias, es por eso que insisto
en fomentar el sentido de pertenencia a cada círculo al que tenemos oportunidad de entrar: “Honrar y
amar a mi familia no significa deshonrar o restarle valor a la otra”.
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A lo largo de la vida nuestra identidad se va desarrollando: ya sea por el colegio al que asistí, la
organización juvenil en la que activé, el equipo de futbol al que pertenecí, el club en el que nadaba y así
podemos seguir. Somos la conjunción de la pertenencia a todos nuestros grupos.
Dentro de la casa se puede promover el sentido de identidad y respeto con detalles pequeños o con
algunas actividades, como:
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Motivar a los niños a compartir sus puntos de vista sin enjuiciarlos.
Promover que aun los chicos tomen algunas decisiones como el lugar a donde irá toda la familia
a comer un domingo, qué postre van a pedir para compartir, etc.
Hacer actividades en grupo en las que cada uno tenga una responsabilidad adecuada a sus
capacidades y edad, pero se comprometa a cumplirla.
Crear contextos para que aprendan a ser líderes.
Evitar generarles culpas.
Buscar oportunidades en las que el niño pueda ayudar a los demás de forma natural.
Promover encuentros sociales diversos, como los amigos de la escuela, los amigos de la clase
de la tarde, los niños del parque, los primos, etcétera.
En otros artículos me he referido a la importancia de validar los sentimientos en los niños, pero con
esto no sólo me refiero a los sentimientos que consideramos positivos ya que, invalidar que puedan
sentir miedo, angustia o tristeza, por ejemplo, provocará que sientan rechazo hacia ellos mismos y hacia
los demás.
Motivar a los niños para que compartan detalles de su vida personal si lo desean, que hablen de objetos
personales que les importan y porqué, que hablen de sus compañeros, que platiquen lo que les pasa en
la escuela; convencerlos de que tienen todo lo que necesitan y que no tienen nada que temer, tiende a
reducir su miedo a relacionarse.
Los padres tienen en sus manos la clave para facilitar la futura vida de relaciones de sus hijos. Un
ambiente familiar en donde se comparte, se participa, se juega y se trabaja juntos; en el que se den
responsabilidades, se cumplen compromisos y se genera confianza, reforzará su sentimiento de
pertenencia. Los niños se dan cuenta de que participar significa compartir lo bueno y lo menos bueno y
que ésta es la base para la aceptación en cualquier contexto.
Lo más importante es que los niños sepan que tienen un lugar especial que les aguarda todos los días.
Eso los hará sentir reconocidos, queridos y seguros de sí mismos.
El sentido de pertenencia es el grado más alto de vínculo propio o de grupo, entendiendo por grupo a
nuestra familia, el lugar donde laboramos, el país en el que vivimos y por ende, el mundo que
habitamos.
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