TEXTO 5: Semejanza entre las ideas de sensación de Locke y las

Anuncio
TEXTO 5: Semejanza entre las ideas de sensación de Locke y las impresiones de
Hume.
Locke establece el principio básico del empirismo.
“Estas ideas simples, los materiales de todo nuestro conocimiento, se sugieren y
proporcionan a la mente únicamente mediante esas dos vías a que antes nos referíamos,
es decir; sensación y reflexión. Una vez que el entendimiento está provisto de estas
ideas simples tiene la facultad de repetirlas y ensamblarlas con una variedad casi
infinita, de tal forma que puede formar nuevas ideas complejas a su gusto. Sin embargo,
no es factible para el ingenio más elevado o para el más amplio entendimiento,
cualquiera que sea la agilidad o variedad de su pensamiento, el inventar o idear en la
mente una sola idea simple, que no venta por los conductos antes referidos, ni tampoco
le es posible para ninguna fuerza del entendimiento destruir las que ya están allí; puesto
que el dominio que tiene el hombre en este pequeño mundo de su propio entendimiento
es bastante similar con respecto al gran mundo de las cosas visibles, donde su poder ,
como quiera que está dirigido por el arte y la habilidad, no va más allá de componer y
dividir los materiales que se encuentran al alcance de su mano; pero se muestra
totalmente incapaz para hacer la más mínima partícula de materia nueva o para destruir
una solo de lo que ya está en el ser. Idéntica incapacidad encontrará en sí mismo todo el
que se ponga a modelar en su entendimiento cualquier idea simple que no hubiera
recibido por sus sentidos, procedente de objetos externos, o mediante la reflexión que
haga sobre las operaciones de su propia mente acerca de ellas. Y me gustaría que
alguien intentara imaginarse un sabor que el paladar nunca probó o de formarse ida de
un perfume jamás olido antes; y cuando pueda hacer eso, podré afirmar igualmente que
un ciego tiene ideas de los colores y que un sordo posee nociones distintas y verdaderas
de los sonidos”
J.Locke, Ensayo sobre el entendimiento humano. Editora Nacional, Madrid, 1981, pp.
185 y 186.
Descargar