La nueva regulación de la prescripción de la acción de

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Derecho Procesal, concursal y arbitraje
Newsletter trimestral (enero – marzo 2015)
Autor: Fernando Tallón y Santiago González-Enciso
La nueva regulación de la prescripción de la acción de
responsabilidad de administradores
La Ley 31/2014, de 3 de diciembre, por la que se modifica la Ley de Sociedades de Capital para la mejora
del gobierno corporativo (y que entró en vigor el pasado 24 de diciembre) ha introducido no pocas
reformas que afectan en gran medida al desempeño de los administradores de estas sociedades.
Un buen ejemplo de ello es la introducción del nuevo artículo 241 bis de la Ley de Sociedades de Capital, que traslada la
regulación relativa a la prescripción de la acción de responsabilidad de administradores del Código de Comercio a este cuerpo
normativo, introduciendo un cambio aparentemente no muy significativo pero de gran trascendencia jurídica.
De conformidad con el nuevo artículo 241 bis de la Ley de Sociedades de Capital, “La acción de responsabilidad contra los
administradores, sea social o individual, prescribirá a los cuatro años a contar desde el día en que hubiera podido ejercitarse.”
Pues bien, aunque se mantiene el plazo de cuatro años previsto inicialmente, se modifica el momento a partir de cual
comienza el cómputo del plazo para el ejercicio de la acción. Así, mientras que en el artículo 949 del Código de Comercio el
dies a quo para el ejercicio de la acción comenzaba a contarse “desde que por cualquier motivo cesaren en el ejercicio de la
administración” aquellos administradores que hubieran cometido una irregularidad, con la nueva norma este plazo pasará a
contarse “desde el día en que hubiera podido ejercitarse [la acción]”.
Es decir, que con la nueva redacción, el plazo de cuatro años se contabiliza desde que se tiene conocimiento del hecho o
hechos que en su caso podrían fundamentar la acción de responsabilidad.
El criterio anterior, del Código de Comercio, implicaba de facto que el plazo de prescripción no empezaba a contar hasta el
momento en que el nuevo administrador sustituía al anterior, estableciéndose con ello una suerte de presunción conforme a
la cual desde el cese en el ejercicio del cargo del anterior administrador podían o debían conocerse los daños o ilícitos que éste
podía haber causado a la sociedad.
Como puede comprobarse, el nuevo criterio, conforme al cual la prescripción empieza a correr desde el momento en que se
tiene la posibilidad real de ejercer la acción -y que será cuando se tenga un conocimiento cierto de la lesión de un derecho-, es
mucho más susceptible de interpretación que el anterior. De una primera lectura podría deducirse que se está optando por
alargar los plazos sine die y que, en definitiva, el legislador ha introducido una flexibilización de la institución de la prescripción
para el ejercicio de la acción.
De esta forma, podría darse el caso de que el gestor haya cesado en el cargo hace más de cuatro años pero que no haya
comenzado el cómputo del plazo para ejercitar la acción de responsabilidad porque todavía no se haya tenido conocimiento
del hecho que pueda fundarla.
No obstante, por otro lado, nos podemos encontrar también con hechos objetivos que, conforme a una diligencia debida,
impliquen el inicio del cómputo del plazo de prescripción, tales como la aparición de noticias en medios de comunicación o el
cambio de control de una empresa. En principio, parece claro que si una noticia ha sido divulgada y ha podido ser conocida por
personas interesadas en el ejercicio de la acción, el plazo de prescripción empezará a contar desde la publicación de la misma.
Asimismo, es lógico pensar que en una sociedad en la que se produce un cambio de control que implica la aparición de un
nuevo órgano de administración, lo primero que hagan los administradores sea revisar la situación de la sociedad y comprobar
los eventuales daños o perjuicios que se hayan podido causar a la misma por los anteriores gestores.
Es por ello que, frente al estricto e incluso matemático criterio que recogía el Código de Comercio, pasamos a una regulación
mucho más casuística, en la que evidentemente cobrará mucha importancia el desarrollo doctrinal y, sobre todo,
jurisprudencial. En cualquier caso, al ser la regulación muy reciente, todavía no encontramos precedentes en los que
comprobar la interpretación del nuevo texto por parte de nuestros Tribunales.
En conclusión, en contra de lo que sucedía con anterioridad, nos encontraremos a partir de ahora con un “problema” de
prueba que no era tan menesteroso al amparo de lo establecido en el Código de Comercio, y ello porque habrá de acreditarse
cuándo se ha tenido acceso a los datos que demuestren la irregularidad en la que pretenda basarse la acción. En este sentido,
deberán tenerse muy en consideración las posibilidades arriba apuntadas de que los hechos que pudieran fundar el ejercicio
de la acción hayan sido publicados en prensa, se hayan divulgado, hayan podido ser conocidos por las personas interesadas o
se hayan producido cambios de control o del órgano de administración de la sociedad afectada.
Más Información:
Ramón Fernández-Aceytuno
Socio de Procesal
[email protected]
www.ramonycajalabogados.com
Fernando Tallón
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