Alejandro Nató “Necesariamente requiere, una Defensoría del Pueblo, ser un ámbito articulador entre la sociedad civil y el sistema político” Abogado. Mediador. Profesor Universitario en la UBA y en la Universidad de Lomas de Zamora. Profesor de la Universidad Complutense de Madrid y de la Universidad de Barcelona. Tiene una Maestría en Mediación, Programación Neurolinguistica y en Cooperación Internacional. Ha ejercido cargos públicos en la Justicia Federal, fue Jefe de Gabinete en la Secretaría de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, así como Coordinador General de los Ministerios de Justicia de la Nación. Fue elegido Defensor del Pueblo Adjunto y más tarde Defensor del Pueblo de la ciudad de Buenos Aires. Es presidente del Centro Internacional para la Democracia y la Paz Social en Méjico, y Director Académico del Instituto Latinoamericano del Ombudsman. Primero que nada agradecer y disculpar a Carlos Constenla, quien debiera estar en mi lugar y por problemas de salud no pudo estarlo. Hemos tenido y tenemos mucho trabajo conjunto en esto, nos tocó estar juntos tomando cargos similares, a él en la Defensoría del Pueblo de Vicente López y a mi en la ciudad de Buenos Aires. Y tenemos más o menos claras las vicisitudes de un cargo como este, pues nos tocó trabajar en este cargo en la época del “que se vayan todos”. Y que a propósito, en el que “se vayan todos” los únicos que se fueron fueron los que cantaron. Me llamó muchísimo la atención lo del 1% de participación. No lo tenía como un tema tan importante en Uruguay, que siempre tuvo una calidad institucional muy buena, así que me asombra. La Defensoría del Pueblo nació como institución en la República Romana que se había pensado solo para que no hiciera nada, sino para que se opusiera al poder político. Y eso de que no hiciera nada terminó siendo mucho. Terminó siendo algo relevante para las instituciones de la República. Fue una figura que como también se dijo aquí, se institucionalizó a partir de la II Guerra Mundial, pero estuvo desde mucho antes. En este sentido, se institucionaliza cuando se logra laudar la nueva forma de convivencia que tienen los pueblos. Es bueno este espacio, donde nos damos lugar a analizar una figura que tiene una incipiente creación en Montevideo pero que tiene larga tradición en el mundo occidental. Creo que lo que se ha dicho aquí ha sido algo tranquilizador, que tiene que ver con que hay un dato de partida en el cual la Defensoría del Vecino llegó para quedarse, llegó para seguir siendo parte de la vida institucional de la vida de Montevideo. Creo que hay que hacer un énfasis en la vinculación que hay en las miradas compartidas entre los sectores de la vida política y los de la sociedad civil. Y esa vinculación tiene algo que es para rescatar y revalorizar: que es este espacio. Un espacio para poder compartir estas miradas. No en todos lados se dan estos espacios. En general, hay una especie de antagonismo corporativo entre los sectores de la sociedad civil y los partidos políticos. Que es un antagonismo extraño. Pero ahí aparece el Defensor del Pueblo, que es una figura que tiene que vincular a dos sectores que tradicionalmente sienten este antagonismo. Necesariamente requiere, una Defensoría del Pueblo, ser un ámbito articulador entre la sociedad civil y el sistema político. Aunque todos somos actores del sistema político, incluso la sociedad civil. El sistema político lo integran todos, incluso el Defensor del Pueblo, que es independiente de su lógica, pero está dentro del sistema, no está ajeno al sistema. Este espacio que se está generando aquí, da la posibilidad de poder congeniar miradas que van a tener que compartir convivencia. Para esto se trata de hablar de convivencia, no de coexistencia. Aquí, en todas las mesas no solo se dijo que la Defensoría del Pueblo llegó para quedarse, sino que se dijo, que se pueden discutir algunas cosas, como por ejemplo los niveles de autonomía. Y esto lo digo desde un lugar de preocupación: hay mínimos básicos que no se debieran discutir: pero quiero decir que con la experiencia que tenemos a nivel latinoamericano, cuanto más autonomía, más ciudadanía. Esto es indefectiblemente así. Cuanta más independencia tiene del poder político estatal, mayor posibilidad de ampliación de ciudadanía. Y no hablo de ciudadanía política y de ciudadanía civil, hablo de ciudadanía urbana. Y esta ciudadanía urbana va más allá de regirse a partir de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, contiene derechos como el Derecho al Espacio Público. Yo soy profesor de Derecho Latinoamericano, y veo todos los días derechos que están consagrados pero a la hora de hacerlos operativos, ahí esta el problema. Y existe una franja importante de la población que tienen derechos, pero no tienen la posibilidad de hacer valer sus derechos. Y en ese sentido, la autonomía como tal, es el umbral de mayor tipo de cuidado, de necesidad de resguardo para lo cual hay que tener mayor institucionalidad. Hay que dotarlo de mayor institucionalidad. En América Latina tenemos una realidad especial, tenemos un campo de necesidades básicas que aún no están del todo satisfechas. En ese campo el Ombudsman no es solo un lugar de protección del derecho, no solo es un ámbito de contralor, sino que es un ámbito de acción. Y en ese sentido, este lugar como ámbito de reflexión, tiene que ser valorado ampliamente. Yo vengo siguiendo los Informes Anuales, y veo que el trabajo interinstitucional, el trabajo intersectorial, no lo tienen otras defensorías que conocemos. Lo tienen algunas, pero no todas. Y aquí si quiero hablar de la importancia del perfil de quien ocupa este lugar. Porque casualmente también está este tema en discusión. Creo que cada vez hay mayor tendencia a buscar perfiles absolutamente funcionales con el gobierno. Permitanme la discreción de alguien que viene de afuera: hay como una vocación de ver que el poder político necesita cada vez más formatear este espacio hacia aquellos que son garantes de la inactividad pasiva o de la inmobilidad activa. Es como correr en la cinta, transpiro mucho pero estoy en el mismo lugar. Reitero entonces, que creo que el perfil de la persona que ocupa este espacio. Porque así como hablamos de institucionalidad, también tenemos que entender que las instituciones las hacen las personas. Y en buena hora que se entienda que el Estado está perdiendo ese aura de instancia sacrosanta, y que del Estado formamos parte todos y que la sociedad civil tiene mucho para robustecer las estructuras del Estado. Hacer un seguimiento activo, implica tener estrategia para hacer ese seguimiento. No se puede encarar el seguimiento activo a la institucionalización definitiva que se pretende consolidar, si no es con una estrategia política. Y esto de las imágenes cognitivas colectivas o representaciones sociales de la sociedad civil que tiene un grado alto de asepsia respecto a lo que es la política. Y lo digo como presidente de una ONG. Y lo digo por haber estado en varios lugares dentro de mi país. A mi me tocó ser antes de Defensor del Pueblo ser el que desde la municipalidad le contesta al Defensor del Pueblo. Y no me voy a olvidar que un día me pasé todo el día armando la respuesta al Defensor del Pueblo, como Jefe de Gabinete de Secretaría de Gobierno. Y derepente en una charla con mi jefe me pregunta “qué estás haciendo?” y le contesto “le estoy contestando al ombudsman”, y él me pregunta “para qué?”. Entonces, este “para qué?” me lo llevé cuando fui Defensor del Pueblo. Esta concepción de “para qué?” es lo que nos guía el actuar. Y en esto creo que la recomendación es un aliado estratégico en esto, que son los medios de comunicación. Yo quiero salir de esto de no llamar a las cosas por su nombre: hay cierto grado de visión encontrada entre el rol del Defensor y la labor que realizan los integrantes de la política. Porqué el Defensor del Pueblo si me puede defender otro. Y es verdad, otro puede defender. Y esto empieza a generar ruido, sensaciones políticas que generan malestares. Malestares desde las representaciones sociales. Cuando tenemos el rol de proteger los intereses de todos, y al mismo tiempo podemos posicionar temas, podemos generar agenda pública. Creo que estamos frente a una figura muy necesaria para fortalecer la calidad democrática. Creo que estamos frente a una figura que tiene que ver con los nuevos mecanismos de participación. Porque así haya un 1% de participación en Montevideo, la realidad política demuestra que la fortaleza de la democracia participativa se demuestra solamente cuando hay instancias que pueden hacer valer la participación de la gente. Con lo cual, el rol que ejerce el Defensor del Pueblo es un rol muy importante, que genera una necesidad de acompañamiento desde la sociedad civil, la persona que lleva adelante la institución se queda sin contenido. Por eso, no es solo importante el involucramiento de la sociedad civil para esta etapa de elección de la figura, sino que tiene que ser un seguimiento y una participación plena, desde el punto de lo que es la casa de la Defensoría del Vecino.