Evaluación Clínica Mediante un Modelo Constructivista¹

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Revista Electrónica de Psicología Iztacala _______________________________
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Universidad Nacional Autónoma de México
Facultad de Estudios Superiores Iztacala
Revista Electrónica de Psicología Iztacala
Vol. 12 No. 1
Marzo de 2009
EVALUACIÓN CLÍNICA MEDIANTE UN
MODELO CONSTRUCTIVISTA
Gloria Margarita Gurrola Peña1, Patricia Balcázar Nava2 y
Martha Patricia Bonilla Muñoz3
Universidad Autónoma del Estado de México
RESUMEN
El presente trabajo tiene el objetivo de explicar la forma de
aplicar y evaluar la Técnica de la Rejilla. Se aplicó la técnica a
una mujer que acudió a consulta clínica por motivo de
depresión. Los resultados muestran el mapa de constructos de
la cliente, en este mapa, por una parte, se puede observar que
en este momento de su vida ella no puede definir lo que ella es
ni los dilemas que afronta para definirse como persona. Por
otra parte, en su mapa interpersonal se puede observar que el
mayor conflicto en la actualidad es con la madre y en cierta
medida con su hermano. Lo anterior permite generar hipótesis
clínicas factibles de incorporarse al tratamiento.
Palabras clave: Técnica de la Rejilla, modelo constructivista,
depresión, constructos, mapa interpersonal
ABSTRACT
The objective of the present research is to explain the way of
applying and evaluating the grid technique. The technique was
applied to a woman who attended a clinical consultation due to
her depression. The results show the client´s constructs map,
in which it can be observed that, at this moment of her life, she
cannot define herself or the troubles she faces as to define her
as a person. On the other hand, in her interpersonal map, one
can find out that the major conflict at present is with the mother
and, to a certain extent, her brother. The above allows to draw
out feasible clinical hypotheses that can be incorporated in the
treatment.
Key words: grid technique, constructivist model, depression,
constructs, interpersonal map
1
Doctora en Psicología. Profesora de Tiempo Completo. Facultad de Ciencias de la Conducta. Universidad
Autónoma del Estado de México.
2
Maestra en Psicología Clínica. Profesora de Tiempo Completo. Facultad de Ciencias de la Conducta.
Universidad Autónoma del Estado de México.
3
Doctora en Psicología Social. Profesora de Medio Tiempo. Facultad de Ciencias de la Conducta. Universidad
Autónoma del Estado de México.
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INTRODUCCIÓN
Botella y Feixas (1998) afirman que la finalidad última de la evaluación
constructivista no es la clasificación en una categoría diagnóstica fija y estable,
sino un “diagnóstico transitivo” es decir, es la de poder convertir la evaluación
psicológica en una fase del proceso de la intervención terapéutica (Kelly,1991).
En este sentido, un modelo de evaluación que se aplica en un contexto
clínico debe tener como fin generar hipótesis que puedan orientar la intervención
terapéutica. El mismo Kelly (1991) considera con mayor rigor aquella prueba que
genera hipótesis clínicas, a diferencia de otra que aporta únicamente resultados
numéricos, ya que éstos más bien dosifican el objeto de estudio y pocas veces
contribuyen a la generación de nuevas conjeturas.
Desde esta perspectiva, la evaluación es básicamente un proceso de coconstrucción de la demanda terapéutica. La concepción objetivista de la
evaluación psicológica como observación “neutral” del problema “real” del cliente
es incompatible con la premisa epistemológica constructivista según la cual lo
observado es siempre fruto de la interacción con el observador.
Es así como la Teoría de los Constructos Personales se ha elaborado un
conjunto flexible y variado de formas de evaluación, que combinan lo intrapsíquico
con lo interpersonal; lo poco estructurado con las metodologías formales; lo
cuantitativo con lo cualitativo; y lo hermenéutico con lo psicométrico. Neimeyer y
Neimeyer (1992) dividen a su vez las técnicas de evaluación constructivista de la
siguiente manera:
a)
Las orientadas a la estructura del sistema de constructos: aquí se
incluyen la Técnica de la Rejilla (TR), las técnicas de escalamiento (ascendente
y descendente) y la técnica ABC de Tschundi (1995).
b)
Las orientadas al proceso de construcción: en este apartado se
incluyen el análisis de autocaracterizaciones y la técnica del nudo, la cual
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ofrece un análisis de situaciones familiares conflictivas.
Por lo anterior, es importante observar que la selección de una técnica de
evaluación en particular depende de tres factores: a) el enfoque clínico; b) el
asunto o problema particular del cliente; y c) el papel o grado de participación que
juega el psicólogo para dirigir el proceso de evaluación (Neimeyer, 1996).
El enfoque clínico se refiere a lo que se quiere evaluar o conseguir usando
una técnica en particular. Algunos métodos proporcionan información sobre el
estilo epistemológico del cliente; otros permiten la exploración de cuestiones
autorreflexivas de las personas; también existen algunas estrategias de evaluación,
las cuales apuntan a explorar los procesos de construcción, mientras otras revelan
estructuras o sistemas de creencias más duraderos.
El problema del cliente se refiere a lo que lleva a la persona al
asesoramiento psicológico. Los asesores constructivistas tienden a describir los
problemas a un nivel que se encuentra a mitad del camino entre las descripciones
más dirigidas por la teoría y el lenguaje ordinario.
El grado de implicación que juega el psicólogo se refiere al grado de
involucramiento que puede oscilar desde una intrusión mínima en el relato
espontáneo del cliente, hasta formas de evaluación relativamente directivas.
En cuanto a las diversas técnicas derivadas de la teoría, la de los
constructos personales y la Técnica de la Rejilla (TR) son las más utilizadas. El
contenido y forma de la rejilla puede variar según los intereses del asesor. Con
esta técnica, se pueden evaluar una amplia variedad de construcciones en los
campos intrapersonal e interpersonal y su formato es muy adaptable a su contexto
de administración. Por su forma de administración y su fundamento teórico, es
más equiparable a una entrevista estructurada que a un test psicométrico
tradicional. Esta característica, junto con su flexibilidad, potencia matemática y su
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fundamento fenomenológico, la convierte en una forma de evaluación sumamente
útil en la práctica psicológica, pues permite construir mapas considerablemente
sofisticados del mundo del cliente en sus propios términos (Botella y Feixas, 1998).
Por lo que se menciona con anterioridad, el presente estudio pretende
mostrar la forma de aplicar, evaluar y derivar hipótesis clínicas de la Técnica de la
Rejilla, estas últimas factibles de incluir en el trabajo terapéutico.
REFERENTES TEÓRICOS
Según la Teoría de los Constructos Personales (TCP) (Kelly, 1991), las
personas conocen o interpretan su entorno, a los que los rodean y a sí mismos,
guiados por una teoría implícita fruto de sus experiencias. En efecto, para Kelly el
ser humano es como un científico que elabora hipótesis para interpretar y dar
sentido al flujo de acontecimientos en los que se encuentra. Estas hipótesis están
formadas por constructos personales que son de naturaleza bipolar (al igual que la
hipótesis científicas y su contraste con las hipótesis nulas). Así, un constructo
personal es una dimensión de significado que permite asimilar dos eventos
(personas, cosas, acontecimientos) y a la vez contrastarlo con un tercero que
representa el otro polo del constructo.
Las personas no operan sólo con un constructo, sino con una amplísima red
de significado que según la Teoría de los Constructos Personales está formada
por constructos jerárquicamente organizados. Los constructos nucleares son
aquellos que definen de forma más significativa al propio sujeto, su identidad. De
la misma manera permiten construir a las personas significativas para el sujeto
que son las que conforman su mundo interpersonal. También existen constructos
periféricos que, aunque subordinados a los nucleares, permiten operar los
procesos de construcción y las acciones consiguientes (Feixas y Cornejo, 1998).
Kelly creó la Técnica de la Rejilla como un instrumento para la obtención y
análisis de los constructos con que operan las personas en su mundo. Según
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Feixas y Cornejo (1998) la Técnica de la Rejilla es un instrumento de evaluación
de las dimensiones y estructura del significado personal que pretende captar la
forma en que las personas dan sentido a su experiencia en sus propios términos.
De esta forma, que la técnica permite explorar la estructura y el contenido de las
teorías implícitas o redes de significado a través de las cuales las personas
perciben y actúan en el acontecer cotidiano.
Para Botella y Feixas (1998) la Técnica de la Rejilla por su flexibilidad y
fundamento fenomenológico se convierte en una forma de evaluación sumamente
útil en la práctica psicológica, pues permite construir mapas sumamente precisos
del mundo del cliente en sus propios términos.
Por lo anterior y en el marco de la Teoría de los Constructos Personales,
muchos investigadores han centrado su interés en la construcción del síntoma
utilizando la Técnica de la Rejilla para ello (Feixas y Saúl, 2002). Al respecto
Fransella (1970) sugirió que los síntomas pueden llegar a ser un modo de vida y
una parte de la identidad del cliente, ya que no cuentan con predicciones
(constructos) sobre sí mismos si abandonaran el síntoma. Por su parte, Hinkle
(1965) fue uno de los primeros investigadores que dirigió su atención al significado
clínico de los conflictos, en sus estudios observó como ciertos pacientes
construyen su sintomatología con una gran carga positiva. Así, el síntoma se
asocia a aspectos positivos que en muchos casos tienen que ver con
características que definen la identidad del propio paciente, el abandono de estos
aspectos representaría una amenaza para sí mismo. Al respecto Winter (1992)
muestra como muchos sujetos diagnosticados con depresión la asocian con
sensibilidad y otras virtudes. A lo anterior se le ha denominado dilemas
implicativos. Con ello se observa en estos casos que el paciente se enfrenta a un
conflicto en el que, por una parte, se encuentra el deseo de abandonar la
sintomatología
pero,
por
otra
esa
sintomatología
posee
connotaciones
relacionadas con las definiciones positivas del self y que su abandono implicaría
pasar a un polo opuesto e indeseable para el propio paciente (Feixas y Saúl,
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2002).
Desde esta visión resulta de particular importancia la detección de los
dilemas implicativos en el proceso terapéutico, ya que se ha observado que
cuantas más implicaciones positivas presente la conducta sintomática del paciente,
más difícil es para él alcanzar los objetivos terapéuticos, mientras que la reducción
de las implicaciones positivas conducen a un mejor resultado (Catina, 1991). Al
respecto Winter (1992) ha encontrado que el éxito terapéutico se encuentra
positivamente relacionado con el decremento de los dilemas implicativos.
En resumen, la detección y el trabajo con los dilemas implicativos le permiten
al terapeuta entender el síntoma como una opción coherente para el paciente, el
trabajo terapéutico de coconstrucción toma en cuenta esa coherencia de forma tal
que el paciente pueda percibir en su sistema de construcción la existencia de un
espacio flexible para elaborar una construcción alternativa que le permita
abandonar el síntoma preservado.
APLICACIÓN DE LA TÉCNICA
Viñeta clínica
Mary es una mujer de 22 años, madre soltera con una hija de tres años, que
vive con sus padres y un hermano menor. Actualmente, no trabaja y depende
económica de su familia.
Mary refiere que su familia, en especial su madre no acepta al padre de su
hija, por este motivo no se casó con él, aunque lo sigue viendo a escondidas de
ellos, con grandes dificultades, ya que casi no puede salir de casa sin dar
explicaciones.
La cliente indica que antes de quedar embarazada estudiaba Administración
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de Empresas y sus padres, en especial su padre, le otorgaban bastantes
libertades, ya que la consideraban una persona madura. Lo anterior cambió a raíz
de su embarazo, por el cual no se le permitió seguir estudiando y sus contactos
con personas ajenas a la familia son vigilados constantemente por sus padres.
Ella muestra deseos de seguir estudiando y quiere casarse con el padre de su hija,
aunque está consciente de que él no muestra el mismo interés.
Mary acude a consulta clínica mostrando un cuadro moderado de depresión
con ocasionales episodios de ansiedad.
En el momento de la evaluación, la cliente había acudido a tres sesiones de
terapia y se le veía muy cooperativa en su tratamiento.
Recolección de datos
La Técnica de la Rejilla se divide en tres fases para su aplicación, las cuales
se describen a continuación:
Fase de diseño
Consiste en planificar el formato; se deben tomar decisiones sobre el
dominio de la experiencia personal que se desea evaluar (elementos o personas
significativas para el cliente), los constructos que se incluyen y el sistema de
puntuaciones que se empleará para evaluar cada elemento en cada constructo.
En el caso de Mary se utilizó un formato donde un polo del constructo se escribe a
la izquierda y el otro a la derecha de la matriz de puntuaciones.
Respecto a los elementos que se incluirán, lo más habitual es tomar en
cuenta los papeles de las personas significativas en la vida del cliente (madre,
padre, hermano, pareja, entre otros) incluyendo al propio cliente. En ocasiones,
resulta adecuado incluir alguna persona no grata para el cliente, como elemento
de contraste. Respecto al elemento “Yo”, también resulta aconsejable dividirlo en
varios aspectos (yo-ideal, yo antes del síntoma, entre otros).
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En cuanto a los constructos que se incluirán en la rejilla, lo más habitual y
teóricamente congruente es que éstos sean señalados por el propio cliente a partir
de la comparación de los elementos. Sin embargo, en algunas ocasiones con fines
de exploración se puede incluir alguno proporcionado por el psicólogo.
La forma de puntuar la rejilla puede constituir una escala dicotómica, ordinal
o intervalar. La elección de la escala depende de la posibilidad de los análisis
matemáticos al alcance del psicólogo. Si no se dispone de un programa
informático de rejillas, es más aconsejable usar la escala dicotómica. En el caso
de Mary, se utilizó la escala dicotómica.
Fase de administración
Esta fase se divide a su vez en tres subfases:
Subfase de elicitación de elementos: Tras explicar brevemente el objetivo de
la aplicación, el psicólogo invita al cliente a decir el nombre de pila de una serie de
figuras de papeles que se le van presentando. A medida que el cliente dice los
nombres, el psicólogo los anota en una ficha y en los encabezamientos de las
columnas de la matriz.
Subfase de elicitación de constructos: Una manera muy sencilla de obtener
los constructos es presentar al cliente las tarjetas donde están escritos el nombre
de dos elementos y preguntarle: “¿Qué característica más evidente tienen en
común estos dos elementos?”, seguida de la elicitación del polo opuesto: “¿Qué
es para ti lo contrario de esta característica?” En caso de que la persona no pueda
encontrar ninguna similitud entre ambos elementos, se le pregunta: “¿En qué se
diferencian los elementos?”, con lo que se elicitan ambos polos del constructo
simultáneamente.
Subfase de puntuación: Se invita al cliente a que en cada celda de
intersección entre elementos y constructos evalúe a cada elemento según su
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posición relativa en cada constructo mediante la escala elegida.
ANÁLISIS DE RESULTADOS
Una primera aproximación que permiten los datos de la rejilla es el análisis
estructural de ésta, tomando en cuenta el grado total de diferenciación en el
sistema de constructos del cliente o entre las figuras consideradas en la rejilla. Lo
anterior permite construir el mapa interpersonal y el mapa de constructos del
cliente.
En este caso, en primer lugar, se examinó visualmente la matriz de
puntuaciones de la rejilla para determinar el número de veces que se ha usado el
valor 0, tomando éste como indicador de una falta de habilidad para construir
significativamente las figuras del mundo interpersonal. En este caso se observan
30 puntuaciones de 0, que corresponden a 25% del total posible de puntuaciones
(ver Tabla 1). De esta manera, se puede hacer la siguiente hipótesis: Mary tiene
grandes problemas para construir a las figuras de su entorno, es decir, encuentra
su mundo interpersonal poco predecible. Lo anterior nos remite a la situación
actual que la paciente se encuentra experimentando, especialmente respecto con
su familia, ya que sus padres han pasado de ser unas personas que confiaban en
ella a unos padres suspicaces y restrictivos, es por esto que en estos momentos
para ella es difícil construirlos, es decir, determinar cómo son.
También se observa que cuatro de las puntuaciones cero corresponden a
36% de los constructos que definen a Mary, lo cual permite apuntar la dificultad
que tiene Mary para elegir las alternativas con las cuales se puede mover y actuar
con mayor certidumbre (ver Tabla 1). Al igual que en su mundo interpersonal la
paciente ha pasado de ser una estudiante brillante y autónoma a una madre de
familia que comparte las funciones de la maternidad con su propia madre y a la
vez es una hija de familia hipervigilada, es por lo anterior que no es de extrañarse
que también muestre dificultades para definirse a ella misma.
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TABLA 1
CONSTRUCTOS SIGNIFICATIVOS PARA MARY
Hoja de respuesta
Columna 1
Rígido
Apacible
Exacto
Romántico
Sociable
Amable
Afecto
Despreocupado
Confianza
Mediocridad
Sensible
Mary
0
2
0
2
0
0
2
2
2
2
1
Papá
Mamá
1
2
0
2
1
1
2
1
2
2
2
2
1
1
1
1
1
1
2
1
2
1
Hermana
1
1
1
0
0
1
1
1
0
2
1
Hermano
1
1
0
1
0
1
1
0
1
2
1
Pareja
P.
feliz
1
0
0
1
1
1
1
0
0
0
1
1
1
0
1
1
1
1
1
1
2
1
Yo
antes
1
1
0
1
0
0
0
1
1
2
0
Yo
ideal
Hija
1
1
0
1
0
0
1
1
1
2
0
1
2
0
1
0
0
1
1
2
0
1
Columna 2
Comprensiva
Negar
Error
Fría
Antisociable
Agresiva
Insensible
Preocupada
Desconfianza
Superarse
Dura
En segundo lugar, se procede al examen de las interrelaciones que se
observan en la matriz de puntuaciones. Este análisis supone calcular el grado de
acuerdo entre patrones de puntuación de los constructos y de los elementos,
emparejando cada constructo o elemento con cada uno de los otros constructos o
elementos.
Se consideran funcionalmente similares si sus puntuaciones coinciden (con
un 0, 1, 2) en al menos 80% de los constructos o elementos. Debido a la
naturaleza bipolar de la técnica también se busca 80% de desacuerdo. Con lo
anterior se puede construir el mapa de constructos y el mapa interpersonal de las
personas.
A continuación se presentan los grupos de constructos que coinciden y que
discrepan en el caso de Mary; cabe hacer notar que los polos marcados con
paréntesis son donde Mary se ubica y aquellos subrayados son donde Mary no
puede ubicarse, por lo cual estos últimos no son tomados en cuenta para el mapa
de constructos.
Los que coinciden son:
Apacible-(negar)-80%-Confianza-(desconfianza)
Afecto-(insensible)-80%-(Sensible)-dura
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Constructos que discrepan:
Rígido-comprensiva-80%-exacto-error
Rígido-comprensiva-91%-mediocridad-(superarse)
Apacible-(negar)-80%-exacto-error
Apacible-(negar)-80%-sociable-antisociable
Exacto-error-91%-romántica-(fría)
Exacto-error-80%-despreocupado-(preocupada)
Exacto-error-80%-confianza-(desconfianza)
Exacto-error-80%-mediocridad-(superarse)
Romántica-(fría)-80%-mediocridad-(superarse)
Sociable-antisociable-91%-mediocridad-(superarse)
Amable-agresiva-91%-confianza-(desconfianza)
Amable-agresiva-91%-mediocridad-(superarse)
Despreocupada-(preocupada)-80%-mediocridad-(superarse)
Mediocridad-(superarse)-91%-(sensible)-dura
Asimismo, se puede observar que la cliente presenta más constructos que
discrepan y sólo dos que concuerdan. En una primera aproximación, lo anterior, al
parecer, indica que para Mary es más fácil definir lo que ella no es.
En el mapa de constructor, las coincidencias se marcan con una línea
continua y las discrepancias con una discontinua. Por lo anterior se puede decir
que para Mary se puede ser sensible e insensible a la vez, pero ser sensible es no
superarse mientras que superase es no ser fría ni preocupada. Por último, ella
considera que negar es ser desconfiado. Por tal motivo se puede explicar el
porqué Mary tiene dificultad para definirse como una persona sensible, ya que si lo
hace no se supera, pero a la vez si se supera deja de ser fría y preocupada (ver
Figura 1). Aquí se observa cómo la paciente construye los síntomas de frialdad y
preocupación que son de los pocos que la definen a sí misma y a su vez son
propios de su cuadro depresivo-ansioso en el sentido de permanecer en la
negación y en la inmovilidad hacia el cambio a pesar de que ello conllevaría a una
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superación personal que implicaría volver a estudiar y conformar su propia familia.
FIGURA 1
MAPA DE CONSTRUCTOS DE MARY
Insensible
Sensible
Fría
Superarse
Negar
Preocupada
Desconfianza
El mismo procedimiento se repite para construir el mapa interpersonal
tomando en cuenta los elementos. Las coincidencias y discrepancias de Mary se
muestran a continuación:
Elementos que coinciden:
Mamá-80%-persona feliz
Hermano-90%-persona feliz
Hermano-80%-yo ideal
Persona feliz-80%-yo ideal
Yo antes-90%-yo ideal
Elementos que discrepan:
Yo-80%-mamá
Mamá-80%-pareja
Mamá-80%-yo antes
Como se observa, por una parte, Mary considera que su yo anterior a la
problemática presente era muy semejante al ideal; esto nos permite realizar la
siguiente hipótesis: su autoestima es baja. Por otra parte, en estos momentos su
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hermano corresponde a ese ideal y a una persona feliz, también en el lugar de la
persona feliz coloca a su madre, la cual, a su vez, es vista como diferente a Mary
antes de su depresión, a la Mary actual y a su pareja, en este sentido se puede
ubicar en la madre la fuente de conflicto. En otras palabras: la madre siempre ha
sido percibida como diferente a ella (ver Figura 2). Es importante recalcar que el
sentimiento de ser diferente y la baja autoestima que muestra la paciente son
síntomas propios de los cuadros depresivos.
FIGURA 2
MAPA INTERPERSONAL DE MARY
Yo antes
Yo ideal
Hermano
Persona feliz
Mamá
Pareja
Mary (antes y actual)
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CONCLUSIONES
En general las hipótesis clínicas derivadas de la evaluación de Mary permiten
decir que sus principales problemas consisten en su incapacidad para definirse a
ella misma y a las personas que le rodean. Lo anterior según, la Teoría de los
Constructos Personales, puede estar actuando en la permanencia en el síntoma
que muestra la paciente, ya que no cuenta con los constructos necesarios para
interpretar y dar sentido a los acontecimientos con los que tiene que vivir en la
actualidad (Kelly, 1991).
Además, cuando Mary no se logra definir a sí misma como una persona
sensible, ya que si así fuera dejaría de ser fría y preocupada y por tanto podría
superarse, la paciente muestra un claro dilema implicativo en el sentido en que
Fransella (1970) lo describe, es decir, ser fría y preocupada ha llegado a ser un
modo de vida y por tanto una parte de su identidad por lo cual no puede
abandonar el síntoma ya que no cuenta con los constructos o predicciones sobre
sí misma y, por tanto, el cambio representa una amenaza (Hinkle, 1965).
En cuanto a la baja autoestima y el sentimiento de ser diferente a los demás
que muestra la paciente, Neymeyer y Mahoney (1998) lo describen como un perfil
de aislamiento en el cual la persona sesga la información acerca de sí mismo
hacia lo negativo y la relativa a los demás hacia lo positivo, en este sentido Feixas
y Cornejo (1998) indican que cuando las personas se encuentran inmersos en
cuadros depresivos se ven a sí mismo negativamente y creen que son los únicos
que están mal.
Una vez realizadas las hipótesis clínicas se puede proceder al trabajo
terapéutico, en el caso especifico de Mary, los enfoques psicológicos más
adecuados serían la combinación de estrategias utilizadas en los trastornos de
ansiedad y en la distimia (Robinson, 1995). En concreto, las técnicas
psicofisiológicas para el control de la ansiedad, la elicitación de constructos
alternativos y el entrenamiento en habilidades de afrontamiento y de resolución de
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problemas parecen los componentes terapéuticos más prometedores (Cáceres,
Arrarás, Jusúe y Zubizarreta, 1996)
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