Criterios de evaluación TIEMPO: Una hora y media

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MADRID / SEPTIEMBRE 2003 - LOGSE / FILOSOFÍA / EXAMEN COMPLETO
Criterios de evaluación
TIEMPO: Una hora y media
INSTRUCCIONES: La prueba consta de dos opciones "A" o "B", cada cuna de las cuales
incluye un texto y cuatro cuestiones relacionadas con dicho texto.
El alumno elegirá "A" o "B" y responderá a las cuestione s que aparecen al final de la opción
elegido.
PUNTUACIÓN: Para la opción "A", las respuestas a las cuestiones lª, 3ª y 4ª podrán obtener
una calificación máxima de 2 puntos cada una. La contestación a la pregunta 2ª podrá obtener
hasta cuatro puntos.
Para la opción "B", las respuestas a las cuestiones 1ª y 4ª podrán obtener una calificación
máxima de 2 puntos cada una. Las contestaciones a las preguntas 2ª y 3ª podrán conseguir
hasta 3 puntos cada una.
OPCIÓN A
«El triunfo supremo de la razón, facultad analítica, esto es, destructiva y disolvente, es poner
en duda su propia validez. Cuando hay una úlcera en el estómago, acaba éste por digerirse a sí
mismo. Y la razón acaba por destruir la validez inmediata y absoluta del concepto de verdad y
del concepto de necesidad. Ambos conceptos son relativos; ni hay verdad ni hay necesidad
absolutas. Llamamos verdadero a un concepto que concuerda con el sistema general de
nuestros conceptos todos, verdadera a una percepción que no contradice al sistema de
nuestras percepciones; verdad es coherencia. Y en cuanto al sistema todo, al conjunto, como
no hay fuera de él nada para nosotros conocido, no cabe decir que sea o no verdadero.»
(Miguel de Unamuno, Del sentimiento trágico de
la vida)
En este texto, Miguel de Unamuno (1864-1936) expone una concepción de la verdad.
Cuestiones.
1. Analizar la estructura argumentativa del texto propuesto.
2. Desarrollar el tratamiento del problema de la verdad en un autor de la Edad
Contemporánea y enmarcarlo dentro del pensamiento filosófico de dicho autor.
3. Exponer la relevancia del problema de la verdad en el contexto histórico, sociocultural
y filosófico de la Época Contemporánea.
4. Explicar el tratamiento del problema de la verdad en un autor de la Edad Antigua.
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OPCIÓN B
«Así , pues, el valor moral de la acción no reside en el efecto que de ella se espera, ni
tampoco, por consiguiente, en ningún principio de la acción que necesite tomar su motivo
determinante en ese efecto esperado. Pues todos esos efectos -el agrado del estado propio, o
incluso el fomento de la felicidad ajena- pudieron realizarse por medio de otras causas, y no
hacía falta para ello la voluntad de un ser racional, que es lo único en donde puede, sin
embargo, encontrarse el bien supremo y absoluto. Por lo tanto, no otra cosa, sino sólo la
representación de la ley en sí misma -la cual desde luego no se encuentra más que en el ser
racional-, en cuanto que ella y no el efecto esperado es el fundamento determinante de la
voluntad, puede constituir ese bien tan excelente que llamamos bien moral, el cual está
presente ya en la persona misma que obra según esa ley, y que no es lícito esperar de ningún
efecto de la acción.»
(Kant, Fundamentación de la metafísica de las costumbres).
Cuestiones:
1. Identificar la o las propuestas filosóficas del texto y citar la frase o frases que las
recogen, glosándolas brevemente.
2. Relacionar el contenido del texto con el pensamiento del autor y exponer
sistemáticamente las líneas principales de este pensamiento.
3. Relacionar el contenido del texto y el pensamiento del autor con el marco histórico,
sociocultural y filosófico de su época.
4. Razonar las principales influencias recibidas y la repercusión posterior o la vigencia
actual del pensamiento del autor.
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RESPUESTAS OPCIÓN B
«Así, pues, el valor moral de la acción no reside en el efecto que de ella se espera, ni tampoco,
por consiguiente, en ningún principio de la acción que necesite tomar su motivo determinante
en ese efecto esperado. Pues todos esos efectos -el agrado del estado propio, o incluso el
fomento de la felicidad ajena- pudieron realizarse por medio de otras causas, y no hacía falta
para ello la voluntad de un ser racional, que es lo único en donde puede, sin embargo,
encontrarse el bien supremo y absoluto. Por lo tanto, no otra cosa, sino sólo la representación
de la ley en sí misma -la cual desde luego no se encuentra más que en el ser racional-, en
cuanto que ella y no el efecto esperado es el fundamento determinante de la voluntad, puede
constituir ese bien tan excelente que llamamos bien moral, el cual está presente ya en la
persona misma que obra según esa ley, y que no es lícito esperar de ningún efecto de la
acción.»
(Kant, Fundamentación de la metafísica de las costumbres).
Cuestiones:
1. Identificar la o las propuestas filosóficas del texto y citar la frase o frases que las recogen,
glosándolas brevemente.
Kant explica en este texto el concepto de buena voluntad, el valor moral de una acción. Para Kant
una acción tiene valor moral si se hace por deber y no dejándose llevar por una inclinación ni por lo
que queremos conseguir con la acción: “el valor moral de la acción no reside en el efecto que de ella
se espera”. Por esto, lo único que puede ser fundamento determinante de la voluntad para que ésta
sea buena es la ley: “...sólo la representación de la ley en sí misma... puede constituir ese bien tan
excelente que llamamos bien moral”. Obrar por respeto a la ley significa que la actuación ha de
regirse por el estricto respeto por la ley, por la reverencia a la ley. Esto es lo que hace que la
voluntad sea realmente voluntad buena, es decir, algo bueno en sí mismo.
El respeto a la ley, el amor a la ley, el sentido del deber por el deber, es el tema central de la moral
kantiana.
2. Relacionar el contenido del texto con el pensamiento del autor y exponer sistemáticamente
las líneas principales de este pensamiento.
La actividad racional humana no se limita al conocimiento de los objetos (lo que tratará Kant en la
“Crítica de la razón pura”), el hombre necesita también conocer cómo ha de obrar, es decir, la
razón posee también una función moral (¿qué debo hacer?). Esta doble vertiente de la razón
(conocimiento de objetos, y moral) se expresa por medio de la distinción entre razón pura y
práctica. La razón pura, teórica, científica, formula juicios; la razón práctica formula imperativos y
mandamientos.
Una ética estrictamente universal y racional ha de ser a priori y autónoma en sus imperativos, es
decir, el sujeto ha de determinarse a sí mismo a obrar, ha de darse a sí mismo la ley tal como se
refleja en el texto. Por esto una ética universal y racional no puede ser material, sino formal, es decir,
vacía de contenido: no establece ningún bien o fin que haya de ser perseguido y, por tanto, no dice
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lo que se ha de hacer, sino cómo se ha de actuar, la forma en que se debe obrar. La ética formal se
limita a señalar cómo debemos obrar siempre. Un hombre actúa moralmente, según Kant, cuando
actúa por deber; el deber es “la necesidad de una acción por respeto a la ley”. A partir de estos
supuestos, Kant distingue tres tipos de acciones: contrarias al deber, conformes al deber, y acciones
por deber; sólo estas últimas poseen valor moral. La acción no es un medio para conseguir un fin,
sino que es un fin en sí misma, algo que debe hacerse por sí.
La exigencia de obrar moralmente se expresa en un imperativo categórico: “obra sólo según una
máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne en ley universal”. El imperativo
categórico tiene un carácter formal porque no establece ninguna norma concreta de nuestras
acciones. El carácter formal de la moral kantiana no elimina el concepto de bien, únicamente afirma
que no es el concepto de bien el que fundamenta la ley moral, sino a la inversa: es la ley
(fundamentada en la autonomía de la voluntad) la que determina lo que es bueno. En actuar por
deber consiste la virtud, la cual es merecedora de felicidad, lo único que rechaza Kant es que la
felicidad pueda ser el motivo determinante de la buena voluntad. Por esto, tal como se afirma en el
texto, el único móvil admisible para la voluntad es la ley misma. La ley, surgida de la razón pura
práctica, es la que determinará la voluntad. Esta forma de determinación tiene la virtud de convertir
la acción en buena en sí misma y a la voluntad en absolutamente buena. Éste es el núcleo de la moral
kantiana -reflejado en el texto-, que supone una inversión del esquema de la moral tradicional, pues
no es el concepto del bien el que determina y hace posible la ley moral, sino al revés, la ley moral es
la que determina y hace posible el concepto del bien.
La ética kantiana tiene unos postulados, entendiendo postulado como algo que no es demostrable,
pero que es un supuesto necesario como condición de la moral misma. Uno de estos postulados es
la libertad sin la cual sería imposible la moral autónoma, tesis que se defiende en el texto. Pero
además, ni la virtud ni la felicidad están al alcance inmediato del hombre porque el hombre es un ser
limitado y dividido (ley – deseos); por esto, la relación entre virtud y felicidad es problemática
porque la búsqueda de la felicidad no hace virtuoso al hombre, y la virtud no es suficiente garantía
de la felicidad. Estos planteamientos conducen a afirmar que la moral postula necesariamente la
inmortalidad del alma, la existencia de Dios y la libertad: éstos son los postulados de la razón
práctica.
Como se ha comentado anteriormente, la razón tiene una doble vertiente, la parte teórica la aborda
Kant en la “Crítica de la razón pura” donde explica cómo es posible el conocimiento de los
hechos y hasta dónde es posible el conocimiento de objetos. En la introducción de esta obra Kant
se interesa por el problema de la posibilidad de la metafísica como ciencia. La solución a este
problema exigía responder a la pregunta sobre las condiciones (empíricas y a priori) que hacen
posible la ciencia y ver si la metafísica se puede ajustar a esas condiciones. Una vez descubiertas
esas condiciones Kant investiga el tipo de juicios que utiliza la ciencia para conocer las condiciones
trascendentales que los hacen posibles. Las clasificaciones kantianas de los juicios son: analíticos o
sintéticos, y juicios a priori y a posteriori; Kant admite la existencia de juicios sintéticos a priori
(JSAP), por ser sintéticos son extensivos, y por ser a priori, son universales y necesarios. Los
principios fundamentales de la ciencia son de este tipo.
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A continuación Kant se pregunta cómo son posibles estos juicios en Matemáticas y en Física y si
son posibles en Metafísica. En la “Estética trascendental” estudia la sensibilidad y los JSAP en
Matemáticas. Kant afirma que existen dos tipos de sensibilidad: sentido externo (representación
espacial de objetos exteriores a nosotros) y sentido interno (intuición temporal). Por esto, para que
pueda darse el conocimiento sensible se necesitan el espacio y el tiempo, condiciones generales y
necesarias (trascendentales) de la sensibilidad. Los JSAP son posibles en matemáticas gracias al
espacio y al tiempo. Al ser el espacio y el tiempo propiedades del sujeto, no del objeto, el
conocimiento es de algún modo subjetivo, porque es el sujeto el que estructura a través de las
formas a priori. Este primer conocimiento se forma gracias a dos componentes: elemento material
(impresiones sensibles, procedentes del exterior) y elemento formal (formas a priori que estructuran
esa realidad procedente de los sentidos). El resultante es el fenómeno, lo que aparece, la impresión
sensible que se da a través de las categorías espacio y tiempo (noúmeno es el en-sí de las cosas, lo
que no se puede conocer). En la “Analítica trascendental” se estudia el entendimiento y los JSAP en
Física. La función propia del entendimiento es comprender lo percibido. Comprender los fenómenos
es poder referirlos a un concepto, y esta actividad se realiza siempre a través de un juicio. De este
modo, el entendimiento puede ser considerado como la facultad de juzgar. Las formas a priori del
entendimiento, las que hacen posible la comprensión son los conceptos, que pueden ser empíricos o
a priori, llamados también “puros” o “categorías”. Las categorías del entendimiento son, según Kant,
doce (tantas como las formas posibles de juicios) según se tenga en cuenta la cantidad, la cualidad,
la relación y la modalidad. El entendimiento no puede pensar los fenómenos si no es aplicándoles
estas categorías, pero las categorías no pueden aplicarse válidamente a realidades que estén más allá
de la experiencia. Los JSAP son los principios básicos en los que se basa la Física. El caso del
principio de causalidad es calificado por Kant como JSAP porque el predicado no está contenido
en el sujeto y porque el concepto de causa no procede de la experiencia sino que es previo a ella, y
como es aplicable a todos los fenómenos que el entendimiento conoce es universal y necesario. En
la “Dialéctica trascendental” se estudia la razón y la posibilidad de la Metafísica como ciencia. La
función de la razón es la unificación del conocimiento mediante ideas; su función es la de reducir la
enorme variedad de objetos del entendimiento al número menor posible de principios. Los principios
de la razón son condiciones puras (incondicionadas), “ideas”, que no son juicios sino conceptos a
priori (conceptos puros de la razón o ideas trascendentales) que permiten unificar todos los
fenómenos. Las ideas trascendentales de la razón pura son la idea de Alma (unifica todos los
fenómenos de la experiencia interna), Mundo (unifica los fenómenos de la experiencia externa) y
Dios (reduce las esferas anteriores en una).
La Metafísica se ocupa del estudio del Universo como totalidad, del Alma y de Dios utilizando la
razón. Alma, Mundo y Dios son formas a priori de la razón pura, no tenemos impresión sensible de
ellas por lo que no podemos formar juicios sintéticos (las impresiones sensibles sin formas a priori
son caóticas, las formas a priori sin impresión sensible son vacías). La Metafísica es imposible como
ciencia, sin embargo, es inevitable como “tendencia natural”, pues la razón tiende a la búsqueda de
lo incondicionado, a hacerse preguntas y a formular respuestas acerca de Dios, el Alma o el Mundo
como totalidad. Las ideas de la razón pura poseen un uso regulativo de la investigación de la
naturaleza: señalan los límites que no se pueden traspasar, e impulsan a ampliar el campo de la
investigación hacia nuevas experiencias y hacia una mayor conexión entre ellas.
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3. Relacionar el contenido del texto y el pensamiento del autor con el marco histórico,
sociocultural y filosófico de su época.
La vida de Kant transcurre en Prusia en la época de la Ilustración, movimiento del que es el máximo
representante. En Alemania la Ilustración comienza con un cierto retraso y con una directa influencia
de la francesa. Fundamentalmente es un movimiento impulsado desde el poder por Federico II que
en el proceso de modernización de Prusia pretende introducir en la legislación las ideas de los
ilustrados y reformar la enseñanza. La confianza en la razón existente en la Ilustración no supone una
identificación con el racionalismo, sino que supera las diferencias entre este movimiento y el
empirismo. Es en este sentido en el que Kant no se pregunta por el origen del conocimiento, sino
por la capacidad de la razón para enfrentarse con el saber. Es una capacidad crítica, analítica,
autocrítica, secularizadora y libre, de aquí que la verdadera religión sea racional, el deísmo.
Kant nació y vivió en Königsberg (1724-1804), capital de Prusia oriental; fue educado en el
pietismo (variedad del protestantismo, más tolerante, fomenta la experiencia religiosa individual) por
lo que mantuvo siempre unos sólidos valores morales. Durante toda su vida (muy metódica) se
dedicó a la docencia y a la redacción de sus obras. Sus ideales liberales le impulsaron a defender la
independencia americana y la Revolución Francesa.
4. Razonar las principales influencias recibidas y la repercusión posterior o la vigencia actual
del pensamiento del autor.
Kant fue en sus principios un filósofo racionalista, recibió influencias de Wolf (al que cita en la
“Fundamentación de la metafísica de las costumbres”), Leibniz y Descartes. En este sentido acepta
que el entendimiento produce ciertos conceptos sin derivarlos de la experiencia, es el caso de
espacio y tiempo, las categorías o las ideas trascendentales. Sin embargo, tras leer a Hume acepta el
valor de la experiencia en el conocimiento, por ello afirmará que esos conceptos trascendentales
sólo aumentan el conocimiento si se aplican dentro del campo de la experiencia. De este modo Kant
realiza una síntesis superadora de ambas corrientes filosóficas: racionalismo y empirismo.
Las repercusiones de la obra de Kant son muy amplias. De Kant deriva el idealismo de Fichte,
Schelling y Hegel. En su obra aparecen las raíces premarxistas del socialismo del siglo XIX, cuando
denuncia la explotación del hombre por el hombre y cuando expone como norma ética que nuca se
debe tratar al otro como un medio sino como un fin en sí mismo. A partir de Kant, Dios y el alma
serán analizados y estudiados por la teología y la psicología y no por la filosofía. En su obra se
encuentra también una conquista definitiva para la ciencia: espacio y tiempo son la condición de
posibilidad de nuestro conocimiento, y esto influirá en el positivismo de Comte, en el neopositivismo
del Círculo de Viena y en Popper. La teoría de que el sujeto construye la realidad influirá en la tesis
de Heisenberg (principio de incertidumbre), y el desarrollo de estas ideas nos lleva a la teoría de la
realidad virtual. Por otra parte, su doctrina sobre el derecho, la teoría del Estado y la paz perpetua
se ha concretado en la Sociedad de Naciones, la ONU y en la construcción de la Unión Europea.
Por último, la ética de Kant, basada en la libertad, la autonomía y la universalidad, está en la base de
la reflexión moral actual. Del mismo modo, el problema de los límites del conocimiento tiene hoy
gran vigencia al preguntarnos si la ciencia puede dar respuesta a todos los problemas del hombre.
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