1 Altar Zeus Pérgamo Cuestiones: a) Clasificación: Denominación, estilo, cronología y ubicación. La lámina reproduce el Altar de Zeus Soter, construido en la ciudad alta de Pérgamo, en función de estar definido este enclave urbano por una topografía accidentada y elevada, obligando a los urbanistas a concebir una ciudad en tres niveles comunicados por escalinatas y terrazas; la ciudad alta, con la acrópolis, en la que conviven templos, santuarios (Atenea, Polias), palacio, guarnición, biblioteca, arsenal; la ciudad media con gimnasio y templos y la baja con ágora, verdadero centro comercial. Cronológicamente, según las fuentes consultadas, se enmarca bajo Eumenes I, en el año 279 a. C.; pero parece más probable centrarlo bajo el reinado de Eumenes II, en el año 180 a. C., aunque el final de la obra se retrasa al 159 a. C. con Átalo II; resumiendo, nos movemos en la primera mitad del siglo II a. C. Estilísticamente pertenece al helenismo; movimiento que en principio se denomina alejandrino, pero curiosamente en los reinos de los diádicos, Egipto, Asia, e incluso en la propia Grecia y península italiana existió un arte helenístico con sus peculiaridades, pero resumidas en el gusto pro concepciones grandiosas colonialismo en las proporciones, abundancia decorativa… Finalmente, conviene hacer referencia a los numerosos autores, de los cuales se tiene conocimiento debido a los talleres en los que trabajaban; por ejemplo Dionisíades, Orestes… 2 b) Características generales: Planta, alzado, orden, decoración. El altar de Zeus responde a una sala rectangular rodeada de pórticos interiores y exteriores, con dos alas laterales que se adelantan para enmarcar la escalinata de acceso, remarcando así la escenografía propia de una fase del arte conocida como barroquizante. Sobre esa escalinata se levanta un potente zócalo para sostener las crujías laterales dando un aspecto de “u”. Todo el conjunto va recorrido con una sucesión de columnas jónicas con plinto, basa con dos toros y escocia, fuste estriado y capitel con volutas. En este sentido conviene recordar la herencia del mundo helénico en lo que refiere a la importancia de la perístasis y el empleo del orden pero, curiosamente, éste no obedece a las proporciones clásicas ya que adopta nota monumental y grandilocuente. Descansado en la columnata observamos un entablamento sin friso y solamente con arquitrabe, con bandas, rematado por dentículos y una cornisa que acentúa el carácter horizontal; recordemos que estamos en una estética definida por los opuestos: al carácter macizo de la escalinata y zócalo se une las dependencias abiertas de la parte superior; a la ascensionalidad de la columnata se opone el horizontalismo que marca el zócalo y cornisa, atenuándose a la vez por las figuras que rematan las alas del edificio. Por otra parte, este edificio responde al concepto de espacio externo tal como ocurría en la Grecia Clásica ya que el arquitecto griego crea volúmenes y no espacios. Ahora bien ¿podemos decir que este edificio es novedad o, por el contrario, es herencia de otras épocas?. La respuesta es amplia y ambigua ya que ciertamente en los primeros tiempos de la cultura griega existían altares y estatuas bajo baldaquino, pero esta construcción responde a los actos conmemorativos de las victorias de Átalo I, padre de Eumenes II, aunque tampoco fue exclusivo de Pérgamo porque aras inmensas existían en Magnesia, Agrigento, Siracusa, Paestum. Por otro lado, el ara destaca por sus relieves, el friso externo, de 120 m. de largo y 2,30 m. de alto, contiene una temática cósmica en la que conviven el Océano y divinidades terrestres y marinas, astros, dioses del Olimpo, Zeus y Atenea. Sobre un fondo neutro se organiza una iconografía en alto relieve con abundancia helenístico, tratamiento de los paños y desnudo, sensación de movimiento y palpitación de los cuerpos, cabelleras a modo de líneas serpenteantes, trabajadas gracias al trépano, potenciando de este modo el claroscuro y los contrastes lumínicos…consiguiendo el triunfo del patetismo. El friso interior, de 79 m. de largo y 1,75 m. de alto, está consagrado al héroe Télefo y convive con naturalezas muertas y otros tipos de temática diferenciándose del anterior porque el fondo no es neutro, sino que es un paisaje con árboles, rocas, animales, arquitecturas, mostrando el sentido de la especialidad y el ilusionismo compositivo a la vez que se muestran relaciones muy estrechas con la pintura contemporánea. 3 Respecto a las esculturas exentas en la cornisa, responden a la tradición de las acroteras, aunque aquí con un esquema compositivo que cae en la diagonal y línea serpentinata dejando entrever un cierto aire de inestabilidad, desequilibrio…frente al carácter sólido y macizo que impone el conjunto arquitectónico. Resumiendo, el helenismo compagina de una manera excepcional, los valores de la tradición griega con aquellos que provienen de Oriente ya que la denominación política conlleva también la admisión de la cultura de los subyugados. De acuerdo con esta afirmación en el altar convive el empleo del orden jónico, la arquitectura dintelada, el ritmo, con el colosalísimo, lo pintoresco, la teatralidad… c) Función, significado, símbolo en relación con el contexto en el que desarrolla. El conjunto artístico analizado se enmarca dentro de la Corte de Pérgamo, regida por principales filántropos y apasionados por el arte y prueba de ello es su compromiso son el arte, a través del cual quieren dejar su huella teñida de un cierto romanticismo, heroísmo y carácter sublimes, fomentando a partir del empleo de la manera grande, del gigantismo…es, en fin, un arte áulico en una corte con una economía agrícola y comercio consolidado, permitiendo formar un sólido centro cultural y prueba de ello es la posesión de la segunda biblioteca y la innegable influencia posterior en Roma. Así pues, si el cliente es el estado monárquico, hay que decir que aún no se ha dejado de minusvalorar la labor del artista como ocurrirá en otros momentos. Concluyendo, el altar del dios Zeus no estaba destinado para hacer sacrificios, ni para mantener un fuego sagrado; tampoco necesitaba ofrendas, ni víctimas, ni incienso…porque era un símbolo de su unidad y omnipresencia en función de ser considerado padre de los cielos. Monumento a Vittorio Emanuele II - Altare della Patria- 1911