anexo 2 La Edad de los Metales

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La Edad de los Metales: cronología y
períodos
Es la última etapa de la Prehistoria y se divide en tres períodos, marcados por la
utilización de tres metales distintos:
La Edad del Cobre (o Calcolítico): Desde el 5000 a.C. hasta el 1800 a.C.
La Edad del Bronce: Desde el 1800 a. C. hasta el 800 a.C.
La Edad del Hierro: Desde el 800 a. C. hasta el siglo I a. C.
Dos aclaraciones previas a la hora de situar temporalmente la Edad de los Metales:
a) La primera es que al final del Neolítico los seres humanos conocieron ya la
utilización de un metal, el cobre.
b) La segunda es que, como ya indicamos, la Historia se inicia hacia el año 3000 a. C.
en Sumer, sur de Mesopotamia, al aparecer los primeros testimonios
escritos. Por tanto, la Edad de los Metales en Mesopotamia no es una etapa
prehistórica, sino ya propiamente histórica. Lo mismo les ocurrirá a otros
pueblos y civilizaciones que conocerán la escritura en esta etapa de
introducción de los metales: egipcios, fenicios, griegos y romanos. Sin
embargo, habrá otros pueblos europeos que irán abandonando la Prehistoria
mucho más tarde, cuando Roma
La aparición de la metalurgia y la minería
Los seres humanos empezaron a utilizar primero los metales que aparecían en estado
natural o puro: el oro, la plata y el cobre.
El oro sería de los primeros metales conocidos por el hombre, bien a través de las
pepitas que encontraba entre las arenas de los ríos, o bien en los filones auríferos, donde
aparece también en estado natural. La plata también se encuentra en nódulos,
completamente pura, en la superficie de la tierra. Pero tanto el oro y la plata tenían un
grave inconveniente: su escasez y su irregular reparto sobre la tierra. Por ello, estos dos
metales no iban a modificar las formas de vida de las sociedades humanas.
El cobre
Al igual que el oro y la plata, el cobre se encuentra en la naturaleza en estado puro, por
lo que va a ser la metalurgia del cobre la que primero se inicie
1
El descubrimiento de la metalurgia del cobre se produce, al parecer, en varios lugares
del Próximo Oriente (Turquía, Siria y Mesopotamia) y de los Balcanes (Yugoslavia,
Bulgaria y Rumania). La primera técnica metalúrgica era muy sencilla, bastaba con
golpear con un martillo de piedra el cobre en estado puro. Posteriormente, el martilleado
se empezó a hacer en caliente, con el fin de evitar las fracturas y la pérdida del metal.
En una tercera fase, había que extraer el metal de diferentes minerales mediante un
proceso de fundición en un horno a una temperatura mínima de 700 ºC. Los minerales
que se empleaban eran carbonatos de cobre (malaquita y azurita) o sulfuros de cobre
(calcopirita). En esta tercera fase, el cobre ya no se presenta en estado puro, por lo que
había que obtenerlo de las minas. Una de las minas prehistóricas más célebres es la
mina de calcopirita de Rudna Glava (Yugoslavia), que contaba con varios pozos
verticales de más de 20 metros de profundidad; y en el yacimiento excavado se han
encontrado diversas herramientas de asta y más de un centenar de martillos de piedra.
Estaba naciendo la minería.
¿Para qué se utilizaba el
cobre?
El cobre es un metal maleable, débil,
blando y de escasa utilidad para la
fabricación de herramientas y
utensilios prácticos. Con él se
fabricaban sobre todo objetos de
adorno
(cuentas
de
collar,
brazaletes, anillos, diademas y
alfileres),
que
servían
como
elementos de lujo o de prestigio
social para quienes los llevasen. No
obstante, se han encontrado también
flechas, puñales y hachas. Quizá sólo las hachas pudieran tener fines vinculados al
trabajo o al combate, aunque existen serias dudas sobre su utilidad práctica, dada la
escasa resistencia de las mismas. Las hachas de piedra seguían siendo más resistentes
que ellas. Por tanto, el uso del metal todavía era minoritario y la mayoría de las
herramientas seguían siendo de piedra, de ahí que a la Edad del Cobre también se le
llame Calcolítico (Del griego: calco, "cobre" y lithos, "piedra".)
El bronce
El bronce es una mezcla o aleación de nueve partes de cobre y una de estaño; esta
combinación produce un nuevo metal, mucho más duro que los dos componentes, y más
fácil de fundir y de trabajar que el cobre. Es muy posible que se añadiera algún otro
metal, como el antimonio, pues consiguieron un bronce elástico y flexible, que se podía
trabajar en caliente.
El empleo del bronce, iniciado en
Mesopotamia, se extenderá pronto por
Europa. Su utilización desarrollará la
búsqueda del estaño, dando lugar a una
importante ruta comercial por el
Mediterráneo y el Atlántico en busca de este
nuevo metal necesario para la aleación.
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Los primeros utensilios de bronce imitan
las formas de piedra, y así las primeras
hachas de metal, tenían la misma forma triangular y carecían de mango, como las de
piedra. Fundamentalmente de bronce se fabricaron armas y utensilios suntuarios. Entre
las armas, aparece la espada, que va a ser un elemento que caracterizará el carácter
guerrero de esta etapa. Además quien lleva una espada se distingue socialmente,
pertenece a un grupo social diferente al de los simples campesinos. Es un guerrero o un
jefe. Otras armas serán las dagas, los puñales, las corazas, los cascos, las puntas de lanza
y los escudos.
Con respecto a los objetos suntuarios, destacan los alfileres, los anillos, las diademas,
los broches de cinturón, las fíbulas, los collares, las torques y los espejos, así como
estatuillas de carácter mágico-religioso.Durante la mayor parte de la Edad del Bronce,
los utensilios agrícolas siguieron siendo de piedra y de madera. Sólo al final del período
se empezaron a utilizar hoces o guadañas de bronce para segar los cereales.
El hierro
Si el bronce se había utilizado principalmente para objetos de adorno y para la
fabricación de armas, símbolos de poder, con los que distinguir socialmente a los
poderosos, el hierro se empleará para fabricar todo tipo de herramientas para el campo
y para mejorar el trabajo y las condiciones de vida de los pueblos. Podemos decir que en
cierto sentido la tecnología del hierro supuso una democratización, todas las gentes
podían disponer ahora de estos nuevos utensilios. No obstante, durante la Edad del
Hierro se seguirán fabricando determinados objetos de bronce, tales como los cuencos y
calderos o todos aquellos de carácter religioso o suntuario.
Desde muy antiguo se conocía en determinados lugares (3000 a. C. en Egipto y
Mesopotamia) el empleo del hierro meteórico sin elaborar para fabricar pequeños
objetos. Sin embargo, la fabricación de objetos de hierro exige unos conocimientos y
una tecnología completamente distinta a la del bronce. Mientras que los seres humanos
de esta época podían fundir el cobre y el estaño, no conseguían fundir el hierro a las
temperaturas del cobre, y cuando lo intentaban obtenían una masa dura e informe de
escasa aplicación. Al no conseguir la correcta fundición del hierro, debieron trabajar el
hierro mediante hornos, cuyos fuegos eran reavivados con fuelles, y la forja de los
objetos se realizaba mediante martilleado, tras sucesivas aplicaciones al fuego y al agua
para conseguir el endurecimiento y el temple correctos. Al amparo de la metalurgia del
hierro surgieron una nueva artesanía y unos nuevos útiles: las tenazas y el martillo de
herrero.
La nueva tecnología del
hierro exigía, pues, el
trabajo al rojo vivo, y
constituía
todo
un
secreto. Los primeros
en conocer este secreto
fueron
los
hititas,
habitantes de la zona
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central de la Península de Anatolia (actual Turquía), que lo guardaron celosamente
durante muchos años. El imperio hitita caería hacia el 1200 a. C. y a partir de esta fecha
la nueva tecnología del hierro empezó a difundirse por otros lugares.
El hierro contaba con dos ventajas respecto al bronce. La primera es la abundancia de
este metal: casi todas las áreas geográficas disponen de minerales de hierro: las piritas.
En cambio, el bronce exigía la búsqueda, muchas veces en lugares muy lejanos, de sus
dos componentes: cobre y estaño. En segundo lugar, las armas de hierro son más duras,
y aunque debido a su flexibilidad se pueden deformar, es posible arreglarlas. En cambio,
las armas de bronce eran frágiles y se rompían con frecuencia en el choque.
Los instrumentos fabricados con hierro fueron muy diversos: hachas, cuchillos,
podadoras, pinzas, azadas, guadañas, hoces, rejas para los arados, cinceles, martillos,
compases, tijeras, limas, navajas de afeitar, arneses de carro. Como podemos ver, se
trata de instrumentos destinados a la actividad agraria o a la vida cotidiana. En el
armamento, destacan las espadas, las puntas de lanza, los puñales, los escudos, los
cascos y los bocados para el caballo.
¿Dónde vivían?
Durante la Edad de los Metales las gentes vivían en poblados muy semejantes a los de
la época neolítica, de los que se diferencian sobre todo porque ahora las fortificaciones
defensivas son más importantes, prueba de que eran frecuentes los combates entre unos
pueblos y otros. De esta manera la sociedad de esta etapa va adquiriendo un carácter
cada vez más guerrero. Sin embargo, hay una novedad trascendental en cuanto a los
lugares donde habitaban los seres humanos de la Edad de los Metales: muchos poblados
se fueron transformando en ciudades.
Los poblados
La mayoría de los poblados están formados por viviendas rectangulares, cuadradas o
circulares, de adobe, piedra y
madera, rodeados con sólidas
fortificaciones.
A medida que avanza en el tiempo
la Edad de los Metales, se observa
una preocupación creciente por la
defensa de los poblados. Así, en la
Edad del Bronce los poblados de la
Cultura del Argar, en el sureste
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de la Península Ibérica aparecen en lugares elevados, cerros o "cabezos", de difícil
acceso, protegidos con defensas artificiales como son las murallas, que eran reforzadas
con torres circulares o cuadradas.
Como ejemplo de poblado marcadamente defensivo y fortificado de forma natural (al
estar en una isla) y artificial (al contar con varias empalizadas de madera) es el de la
denominada "Wasserburg" ("ciudad del agua") de Buchau en el sur de Alemania, cerca
del alto Danubio. El poblado corresponde a la etapa final de la Edad del Bronce y se
encuentra en la pequeña isla de un lago. Sus defensas consistían en varias empalizadas
construidas en el mismo lago, a 20-30 metros de distancia del borde de la isla, con
decenas de miles de largos postes de madera clavados profundamente en el fondo del
lago. La fortificación se completaba con varias torres cuadradas de madera, a lo largo de
las empalizadas. Las comunicaciones entre el poblado y las diferentes empalizadas se
hacían mediante puentes de madera y canoas. Las viviendas eran de madera y barro; al
principio, tenían la planta cuadrada; luego, se construyeron en forma de U con un
pequeño patio de acceso.
Muy cerca del anterior poblado, se
encontraba el de Heuneburg, pero
correspondiente a la primera Edad
del Hierro conocida como Cultura
de Hallstatt. En este poblado,
situado en lo alto de una colina, se
construyó una muralla con una
técnica muy curiosa: se trataba de
un complejo entramado de vigas de madera, unidas por clavos de hierro, y rellenado
todo ello con tierra y piedras. La fortificación se completaba por el lado norte con una
serie de torreones rectangulares de adobe. En el interior de la fortaleza se han
encontrado también los restos de la vivienda de un príncipe.
Las ciudades
El crecimiento de la población y el desarrollo de nuevas actividades económicas
vinculadas a la metalurgia, como son la artesanía y el comercio, provocan la aparición
de las primeras ciudades de la época prehistórica. Algunas de estas ciudades alcanzarán
varios miles de habitantes.
De los primeros momentos del Bronce son las ciudades de la isla mediterránea de
Creta, las cuales surgen al lado de los famosos palacios de Festos, Mallia, Hagia Triada
y Cnossos. Las viviendas de las ciudades contaban ya con varios pisos y sus cubiertas
eran terrazas.
En la mitad de la Edad del Bronce, al amparo de la actividad comercial aparecen, las
ciudades griegas de Micenas y Tirinto, donde también han aparecido palacios y
enormes murallas con grandes bloques de piedra. En estos momentos estas ciudades
griegas
tenían
una
gran
actividad
comercial
y
administrativa.
Correspondiente a la segunda Edad del Hierro o Cultura de la Tène es la ciudadfortaleza de La Pegue, en el Sur de Francia, donde aparece un perfecto esquema de
"ciudad en damero": la ordenación de las viviendas de piedra imitan un tablero de
ajedrez, con calles paralelas y perpendiculares. La ciudad aparece rodeada por una
imponente fortificación, cuyos muros estaban realizados como en el mencionado
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poblado de Heuneburg: un complejo entramado de vigas de madera, unidas por clavos
de hierro, y rellenado todo ello con tierra y piedras. El pueblo protagonista de esta
cultura del hierro es el pueblo celta (los galos, recuerda las aventuras de "Asterix").
Otras ciudades-fortaleza galas serán Alesia, Gergovia y Bibracte que opondrán gran
resistencia a la conquista romana de Julio César, quien escribió "La guerra de las
Galias". Los celtas abandonan de este modo el anonimato de la Prehistoria y aparecen
citados en la mencionada obra de César.
Completamos el panorama urbano con las ciudades-estado de las costas fenicias y de
las polis (ciudades) griegas, donde aparecerán los primeros alfabetos y las primeras
monedas. Estas ciudades se extenderán y dominarán las costas de todo el Mediterráneo,
creando numerosas colonias y factorías comerciales. Con las colonizaciones fenicias,
griegas y, posteriormente, cartaginesas, se darán a conocer también las formas de vida
urbanas.
Los medios de vida
En este apartado trataremos la economía o los medios de vida de la Edad de los Metales:
La agricultura
La base de la economía de esta etapa sigue siendo la agricultura y la ganadería, con el
importante complemento de la caza. En la actividad agraria se observan nuevas mejoras
tecnológicas: el riego de los campos mediante pozos y acequias, la aparición de nuevas
especies como el olivo y la vid, el abonado de los campos con estiércol y la
introducción del arado, de tracción humana y tirado por bueyes. Además, a partir de los
momentos finales de la Edad del Bronce y, sobre todo, durante la Edad del Hierro, se
incorporan los metales (bronce y hierro) a la fabricación
de los aperos agrícolas: hoces, guadañas, arados, palas,
arneses para los carros, etc.
La artesanía
Con la aparición de los
metales, surgen nuevas
actividades
económicas: la minería
y la metalurgia. Surge
toda una artesanía de
los metales en la que
destacarán
los
fundidores y los orfebres, consiguiéndose a lo largo
de esta etapa un alto grado de perfeccionamiento en
los sistemas de fundición y una gran calidad de las
piezas.
La cerámica seguirá desarrollándose en esta etapa de
la Prehistoria, alcanzándose un gran dominio en su ejecución y una gran variedad de
vasijas, al tiempo que mejoraba notablemente su técnica, al aparecer la cerámica a
torno, una vez que se incorpora el invento de la rueda. La cerámica a torno proporciona
una mayor rapidez y precisión, así como una mejora en la calidad decorativa. La
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cerámica tendrá una gran importancia económica (artesanía y comercio) en esta etapa,
tanto es así que incluso un determinado tipo de vasija llegará a dar nombre a una cultura
que se extenderá por amplias regiones de Europa: la cultura del vaso campaniforme.
Su nombre proviene de la forma de campana invertida que tienen las vasijas. Se trata de
una cerámica hecha a mano, con mucha decoración, realizada mediante incisiones en las
que se aplicaba como relleno una pasta blanca, con el objeto de resaltar los adornos,
generalmente de tipo geométrico.
El comercio
El comercio es otra actividad económica que en la Edad de los Metales adquiere
especial importancia. Recordemos que la metalurgia requiere la utilización de
determinadas menas que en muchas ocasiones había que conseguir en lugares muy
lejanos. Surgirán los buscadores de metales que crearán determinadas rutas comerciales
por donde circularán otros productos muy diversos: cerámica, cereales, joyas, vino,
aceite, adornos, etc.
Aparecen las rutas del estaño, una marítima y otra continental. La ruta marítima del
estaño atravesaba desde las costas fenicias y griegas todo el Mediterráneo y llegaba
hasta el Atlántico, concretamente en la Bretaña francesa, en Cornualles (Inglaterra) y en
ciertas islas llamadas en la época "Cassiterides" (Casiterita, mineral de estaño), que
quizá sean las islas Scilly, al oeste de Cornualles. La ruta continental del estaño
atravesaba el continente europeo, siguiendo los cursos de los ríos Ródano y Saona, hasta
llegar al Alto Sena y, desde allí, a las costas del Canal de la Mancha.
Mapa de las rutas del estaño
Otra ruta comercial importante será la del ámbar, que atravesaba el continente europeo
por las llanuras de los grandes ríos hasta los depósitos de ámbar en las costas danesas
del Mar del Norte y en las costas del Báltico.
Mapa de las rutas comerciales del ámbar
La sal es un elemento fundamental para la nutrición y para la conservación de los
alimentos. La explotación de las minas de sal de Salzburgo (Austria) puso en marcha
una ruta comercial desde el Mediterráneo hasta el Norte, convirtiéndose la localidad
austríaca en un importante centro comercial y nudo de comunicaciones.
En los tiempos en que no existía la moneda, el comercio se desarrollaba mediante el
trueque. En estos intercambios comerciales, había productos especialmente codiciados
por su valor simbólico, al estar relacionados con determinados intercambios de tipo
ceremonial; en otras ocasiones, se trataba de productos necesarios para la vida, como la
sal, utilizada como si fuera una moneda (de sal viene la palabra "salario"); finalmente,
otros productos por su carácter suntuario, como el ámbar, proporcionaban muchos
bienes en el intercambio.
La rueda y la vela
Para el desarrollo del comercio se necesitaban
comunicaciones y medios de transporte
adecuados. Dos inventos muy importantes van
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a aparecer en estos momentos de la Edad de los Metales: la rueda y la vela.
La rueda fue un invento realizado en Mesopotamia entre el 3500 y el 3250 a.C. Como
ya hemos señalado, su invención fue aplicada a los tornos para trabajar la cerámica.
Pero, en relación con las comunicaciones, fue la base del carro tirado con bueyes para el
transporte de personas y mercancías. Los primeros carros respondían al modelo de
vagón con ruedas de madera macizas y con uno o dos ejes. El carro no sólo sirve de
habitación durante los largos desplazamientos, sino que también es utilizado como
elemento defensivo: los carros forman como una muralla del campamento, donde se
refugian los guerreros. El carro se convertirá para estos pueblos en todo un símbolo que
aparecerá en manifestaciones artístico-religiosas (carros votivos: carros ofrecidos a la
divinidad) y en rituales funerarios (enterramientos de carros).
Hacia el año 3500 a.C., los egipicos incorporan la vela a sus embarcaciones. La vela
aprovechaba la fuerza del viento para la navegación y el transporte marítimo y fluvial.
En Europa, los grandes ríos fueron las principales rutas de navegación.
Al final de la Edad de los
Metales, los celtas de la
cultura de La Tène acuñarán
monedas inspiradas en las
piezas de las colonias griegas
de occidente y en las piezas
macedónicas. Era un ejemplo
del grado de desarrollo
comercial y de conciencia
política del pueblo celta.
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Los primeros arquitectos
En estos momentos históricos, los seres humanos nos dejaron muestras de una
arquitectura monumental, aunque las primeras obras empezaron a fabricarlas ya a
finales del Neolítico. Construyeron monumentos con grandes bloques de piedra,
llamados megalitos. Los megalitos van a aparecer en diferentes lugares de Europa: en
torno al mar Báltico (Suecia, Dinamarca, norte de Alemania), por Gran Bretaña e
Irlanda, por Francia, por las islas de Córcega, Cerdeña, Malta e islas del Egeo, en el sur
de Italia y en la Península Ibérica. En nuestra península aparecen en Portugal, Galicia,
Asturias, Extremadura, Andalucía, Cataluña, País Vasco y Navarra.
Los principales monumentos megalíticos son: los dólmenes, los menhires y los
cromlechs.
Los dólmenes
Son enterramientos colectivos realizados con grandes bloques de piedra. En el
apartado de las creencias hemos hablado de los enterramientos y hemos afirmado que
eran todos individuales. Con los dólmenes se produce un cambio en los rituales de
inhumación, ahora los muertos se entierran de forma colectiva y durante varias
generaciones. Estas tumbas colectivas pueden ser un reflejo de un nuevo modelo de
sociedad en el que va cobrando importancia el sentimiento de pertenencia a grupos
sociales más amplios que la
familia simple.
Podemos distinguir tres tipos
de dólmenes:
a) Los dólmenes simples,
que son grandes bloques de
piedra hincados en la tierra y
que habitualmente se cubren
con otra piedra plana
horizontal.
b)
Los
sepulcros
de
corredor, que consta de un
pasillo de acceso y de una
cámara de forma circular o
poligonal.
Las
paredes
pueden estar hechas por grandes piedras puestas en pie o por acumulación de pequeñas
piedras. Tanto el pasillo, como la cámara son cubiertos con losas de piedra. Ejemplos de
sepulcros de corredor se
encuentran en el poblado
de Los Millares en
Almería.
c)
Las
galerías
cubiertas,
que
no
diferencian entre pasillo
y cámara. Ejemplo de
galería cubierta es la
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cueva
de
Menga
en
Antequera
(Málaga).
Los
menhires
Los menhires son piedras hincadas
verticalmente
en la tierra. A veces aparecen alineados en
el
campo.
Parece ser que tenían como función la de marcar un territorio o delimitar los campos de
cultivo. Destacan los alineamientos de la región bretona de Carnac (Francia).
Los cromlechs
Un crómlech es una especie de gran recinto circular formado por la agrupación de
menhires. Se piensa que estos monumentos eran santuarios donde se realizaban cultos
al sol. Un ejemplo es el crómlech de Stonehenge, en el sur de Inglaterra, que está
orientado hacia el punto en que el sol se levanta en el día que comienza el verano.
Organización social
Las sociedades de la Edad de los Metales aumentarán las diferencias sociales entre
unos grupos y otros. Ya hemos apuntado cómo los objetos de cobre y de bronce fueron
utilizados como elementos de prestigio y distinción social de unos grupos con respecto a
otros.
En las sociedades de la Edad de los Metales podemos distinguir básicamente dos
grupos sociales: uno, el de los reyes, príncipes, caudillos y guerreros que tienen el
poder político, militar, económico y social; el otro, integrado por la mayoría de la
población y compuesto por agricultores, pastores, artesanos y comerciantes. En algunas
situaciones, habrá que añadir otro grupo social, caracterizado por el poder mágicoreligioso: los chamanes o sacerdotes. Por debajo de todos estos grupos sociales se
encontraban los esclavos.
La Arqueología ha encontrado las huellas de estas diferencias sociales estudiando las
viviendas y los enterramientos.
Analizando el lugar donde
vivían nos permite conocer el
rango social de sus moradores.
En efecto, la presencia de
palacios, ciudades y fortalezas,
nos habla de la existencia en su
interior de reyes, príncipes y
jefes guerreros que formaban
parte de una verdadera
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aristocracia, que ejerce su poder de forma despótica sobre el resto de la población. Las
sociedades de la Edad de los Metales evolucionan hacia rasgos cada vez más guerreros.
Las guerras de conquista, los combates tribales y las luchas entre grupos sociales que se
disputan el poder serán muy frecuentes. El elevado porcentaje de armamento que se
encuentra en los yacimientos nos habla de este tipo de sociedades guerreras.
El estudio de los ajuares funerarios encontrados en las tumbas es otro de los
procedimientos arqueológicos para conocer la condición social del difunto. La
existencia de grupos sociales aristocráticos queda testimoniada en ajuares funerarios
extraordinariamente lujosos, donde aparecen joyas de oro, plata o, vasijas de cerámica
de lejana procedencia, armas con incrustaciones de oro o plata, etc.; que contrastan con
la pobreza material de los enterramientos correspondientes a los grupos sociales de
campesinos o artesanos.
A continuación recogemos dos ejemplos de
ajuares funerarios de extraordinaria riqueza.
El primero corresponde al bautizado
capitán de los arqueros, correspndiente a
un distinguido personaje, un guerrero de la
Cultura de Hallstatt, cuyo túmulo se
encuentra cerca del poblado de Heuneburg.
En su ajuar funerario aparece un hermoso
carcaj con adornos de marfil, junto con los
restos de madera y la cuerda de un largo
arco. En la tumba también se encontraron
un carro de dos ejes, copas de vidrio y una
túnica de seda, probablemente originaria de
China, lo que evidencia la práctica de un
comercio entre Europa y el Lejano Oriente.
El otro ejemplo corresponde al ajuar
funerario de la tumba de la llamada
princesa de Vix, encontrada en la ciudad
fortaleza de Mont-Lassois, en el curso alto
del río Sena (Borgoña francesa), y también
de la época de Hallstatt. Es otro claro
ejemplo de las diferencias sociales que
distinguen a los poderosos del resto de la
población. Junto con el esqueleto de una
joven de unos 30 años aproximadamente,
enterrada hacia el 500 a. C., se encontraron
la caja y las cuatro ruedas desmontadas de
un carro, gran número de joyas que adornaban las manos, muñecas, cabeza -una
diadema de oro-, pecho, vientre y pies, y muchos objetos (platos, copas de vino y jarras)
de cerámica, plata y bronce importados de Grecia e Italia. Entre todos los objetos llama
especialmente la atención una crátera de bronce por sus grandes dimensiones: 164 cm
de altura y más de 200 kg de peso. Este enorme recipiente, importado de Grecia, debió
ser transportado en trozos, que fueron montados por un artesano en su lugar de destino.
A la vista de lo expuesto,
podemos señalar un rasgo de
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diferenciación sexual en los ajuares funerarios. Los hombres son
enterrados junto con el armamento, mientras que en las tumbas de
las mujeres predominan los objetos de adorno.
Podemos realizar una aproximación al conocimiento de las creencias
durante la Edad de los Metales a través del estudio de:
Los tipos de enterramientos y los rituales
funerari
os
Rara es la
tumba en la
que no aparece algún tipo de
ajuar
funerario,
pues
pretendían que en el más allá el
difunto pudiera satisfacer las necesidades que había tenido en vida. Por tanto, es la
muestra de una creencia en otra vida después de la muerte.
Durante el Calcolítico (Edad del Cobre) es frecuente encontrar el cuerpo de los
cadáveres totalmente recubiertos con una capa de ocre, siguiendo con un ritual
funerario que ya se había iniciado en el Paleolítico. En ambos casos, se debía tratar de
un ritual por el que se intentaba devolver la vida de la sangre y de la carne al cuerpo del
difunto para asegurar su inmortalidad.
También durante el Calcolítico aparecen dos tipos de estructuras funerarias individuales
que se mantendrán durante toda la Edad de los Metales: las tumbas en cista y en tinaja
(o phitos). La tumba en cista consiste en depositar los restos del difunto en el interior
de una caja realizada con lajas de piedra. La
tumba en tinaja consiste en depositar el cuerpo
del difunto en el interior de una pithos. Para el
caso de los niños, el cuerpo era introducido en
cuclillas; en el caso de los adultos, se mutilaban
las extremidades.
En esta etapa de los metales es muy frecuente la
existencia de necrópolis o cementerios, situados
en las proximidades de los poblados.
Durante la Edad de los Metales se van a practicar dos rituales funerarios: la
inhumación y la incineración.
En el primer caso, se trata de enterrar el cuerpo del cadáver. Con frecuencia en las
inhumaciones se colocaba encima de la tumba un montículo de tierra y piedras llamado
túmulo. Este tipo de ritual funerario dará nombre a una cultura de mediados de la Edad
del Bronce: la Cultura de los Túmulos.
El otro rito distinto a la inhumación es la incineración o cremación. Consiste en quemar
el cuerpo del difunto en una pira funeraria. El rito de la cremación va unido a la
creencia según la cual con la incineración del cadáver se facilita que el alma abandone
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el cuerpo mortal y así se libere del mismo, garantizando su inmortalidad. Las cenizas
eran recogidas y, generalmente, introducidas en una vasija o urna, que era depositada en
el interior de un hoyo realizado en el suelo. Este ritual funerario da nombre a otra
cultura del final de la Edad del Bronce y que se mantendrá durante la Edad del Hierro:
la Cultura de los Campos de Urnas.
Los pueblos protagonistas de la cultura de los Campos de Urna son los indoeuropeos.
Sus actividades económicas principales eran la agricultura y la artesanía. La expansión
de esta cultura iba acompañada con acciones guerreras, que provocarán el hundimiento
de determinados imperios: hitita o Micenas, o la invasión de Egipto por los "Pueblos del
Mar" o de Palestina por los filisteos.] En la Península Ibérica, algunas esculturas en
piedra representativas de determinadas divinidades, como las célebres "Dama de Elche"
(Alicante) y "Dama de Baza" (Granada), de la cultura de los íberos, pudieron ser
utilizadas como urnas funerarias, ya que ambas esculturas presentan sendos orificios por
donde introducir las cenizas del difunto.
Durante la Edad de los Metales es frecuente encontrar, junto con el ritual propiamente
funerario, casos de sacrificios humanos de carácter ritual. Generalmente se trata de
algún personaje importante que es honrado con el sacrificio de otras personas que son
enterradas junto con él. Tal es el caso de la tumba de Leubingen (Alemania),
correspondiente a la cultura centroeuropea de Unetice (Checoslovaquia) de los
momentos iniciales de la Edad del Bronce. En esta tumba, bajo un túmulo de piedras,
nos encontramos una estructura funeraria de madera a modo de casa con cubierta a dos
aguas, semejante al tipo de casa que solían construir en el poblado. En el interior de la
tumba, se encontraron dos esqueletos. Uno correspondía a un varón de edad avanzada,
acompañado de un ajuar funerario extraordinariamente rico; el otro, era de una joven
mujer, con escaso ajuar. En esta tumba se ha considerado que la joven mujer había sido
sacrificada ritualmente para honrar al hombre, dado que se trataba de algún importante
personaje.
Durante la Edad del Hierro se practica otro tipo de enterramiento: la tumba de carro.
En ella el cuerpo del difunto se solía depositar encima de la caja del carro, de uno o dos
ejes. De esta manera eran inhumados los cadáveres. Ya hemos comentado que el carro
se convierte en un símbolo para las gentes de la Edad de los Metales. El carro es medio
de transporte, vivienda, refugio, defensa y arma de combate. Al enterrar al difunto con
el carro, se quería facilitar el "último viaje" del mismo hacia el más allá. Anteriormente
hemos comentado dos tumbas de carro: la del capitán de los arqueros y la princesa de
Vix.
El culto a las divinidades
Durante la Edad de los Metales se continúa con el culto a la diosa madre, la Naturaleza,
iniciado en el Neolítico. Así, se observan enterramientos de animales (bueyes, caballos,
etc.), rodeados de vasijas de cerámica y estatuillas con formas de animales, todo ello a
modo de ofrendas a la divinidad.
13
En las costas de Suecia,
Noruega y Dinamarca aparece
el culto a una divinidad
masculina, simbolizada en el
sol. El sol venía a ser el
principio fertilizador que daba
vida a todos los seres de la
naturaleza. Asociados a estos
cultos solares se encuentran los
llamados "carros votivos" o
carros ofrecidos a la divinidad.
Es muy famoso el "carro solar"
de Trundholm (Dinamarca). Se
trata de un carro de bronce, de
60 cm de longitud, tirado por un caballo, que arrastra un disco, cuyas dos caras están
recubiertas por finas láminas de oro. Estos cultos se realizaban en ríos y lagos, por ello
el carro solar mencionado fue encontrado en el fondo de un lago, ya que se arroja allí
como ofrenda a las divinidades que moraban en las aguas. En otros casos se arrojaban a
las aguas vasos de oro, animales e, incluso, seres humanos sacrificados, como ofrendas
a las ninfas de las aguas.
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