Universidad ISALUD Licenciatura en Nutrición Trabajo Final Integrador “Almidón retrogradado en el tratamiento dietoterápico de la Diabetes Mellitus tipo 2” Presentado por: Villagra Anabel Alejandra Abril 2010 Índice Página 1. Introducción 1 2. Metodología de la investigación 5 3. Marco teórico 6 3.1 El choclo 6 3.1.1 Características generales 6 3.1.2 Origen e historia 6 3.1.3 Consumo 8 3.1.4 Información nutricional y composición química del choclo 9 3.1.5 Principales componentes 3.1.5.1 Almidón 13 13 3.1.5.1.1 Amilosa 14 3.1.5.1.2 Amilopectina 16 3.1.5.1.3 Propiedades fisicoquímicas 21 3.1.5.1.3.1 Gelatinización 21 3.1.5.1.3.2 Gelificación y retrogradación 23 3.1.5.1.4 Almidón resistente 25 3.1.5.1.5 ¿Almidón resistente o fibra dietética? 27 3.2 Diabetes Mellitus 30 3.2.1 Definición y características de la enfermedad 30 3.2.2 Relación entre glucemia e insulina 31 3.2.3 Clasificación de la Diabetes Mellitus: evolución 33 3.2.4 Epidemia de la Diabetes Mellitus 34 3.2.5 Diabetes Mellitus tipo 2 37 3.2.5.1 Patogénesis 38 3.2.5.2 Etiología 41 3.2.5.3 Diagnóstico 42 3.2.5.4 Tratamiento dietoterápico en la Diabetes Mellitus tipo 2 44 3.2.5.4.1 Evolución de las recomendaciones nutricionales 47 3.2.5.4.2 Recomendaciones nutricionales actuales 51 3.2.5.4.3 Determinación de las necesidades nutricionales 51 3.2.5.4.3.1 Valor calórico total 51 3.2.5.4.3.2 Carbohidratos 53 3.2.5.4.3.3 Fibra 55 3.2.5.4.4 Índice glucémico 56 3.2.5.4.5 Carga glucémica 60 3.2.5.4.6 Educación alimentaria 62 4. Análisis de datos 63 4.1 Estandarización de la composición centesimal del choclo 63 4.2 Análisis del índice glucémico del choclo como hortaliza fresca 66 4.2.1 Factores que influyen en la respuesta glucémica del choclo 67 4.2.2 Determinación de la carga glucémica del choclo 70 4.3 Análisis de la influencia de los procedimientos culinarios sobre el estado físico del almidón 73 4.3.1 Gelatinización: influencia en la digestibilidad del choclo 73 4.3.2 Retrogradación: efectos sobre el IG del choclo 74 4.4 Beneficios de la inclusión del almidón retrogradado en el plan nutricional del individuo con Diabetes Mellitus tipo 2 77 5. Conclusión 78 6. Bibliografía 81 Índice de tablas Página Tabla 1: Composición centesimal del choclo datos nacionales e internacionales 11 Tabla 2: Contenido en amilosa y en amilopectina de almidones naturales 18 Tabla 3: Composición química proximal de las partes principales de los granos de maíz (%). 20 Tabla 4: Clasificación nutricional del almidón 26 Tabla 5: Clasificación de la fibra dietética según grado de hidrosolubilidad 30 Tabla 6: Cantidad de personas con Diabetes Mellitus, de 20 a 79 años de edad, estimadas para el año 2010 y 2030. 36 Tabla 7: Diagnóstico de la Diabetes Mellitus según diferentes fuentes 43 Tabla 8: Criterios de buen control en la Diabetes Mellitus 46 Tabla 9: Recomendaciones nutricionales para personas con diabetes: perspectiva histórica. 47 Tabla 10: Índice glucémico de los alimentos 58 Tabla 11: Modificación de la composición centesimal del choclo 65 Tabla 12: Composición centesimal promedio del choclo 66 Tabla 13: Contenido en amilosa y en amilopectina del choclo 69 Tabla 14: Índice glucémico y carga glucémica de algunos alimentos 72 Tabla 15: Estado físico del almidón 76 Índice de figuras Página Figura 1: Estructura química de la amilosa 15 Figura 2: Estructura química de la amilopectina 17 Figura 3: Estructura del grano de almidón 19 Figura 4: Clasificación de la fibra dietética 29 Figura 5: Clasificación de la fibra dietética según grado de fermentabilidad 29 Figura 6: Producción y acción de la insulina 33 Figura 7: Número de personas con Diabetes Mellitus, por grupo de edad (2010 y 2030) 36 Figura 8: Insensibilidad a la insulina en la Diabetes Mellitus tipo 2 39 Figura 9: Efectos de la resistencia a la insulina en la Diabetes Mellitus tipo 2 40 Figura 10: Recomendaciones nutricionales de diversas sociedades científicas 62 1-Introducción Por su naturaleza epidemiológica la Diabetes Mellitus (DM) se ha convertido en un problema grave de salud pública a nivel mundial. Se trata de un trastorno metabólico crónico producido por la mayor o menor capacidad del organismo de utilizar la glucosa debido a una reducción en la producción y/o acción de insulina. Esta glucosa se almacena en sangre en cantidades superiores a las normales provocando hiperglucemias, que es el denominador común de esta enfermedad. Si ésta hiperglucemia no es controlada, en el largo plazo, puede provocar lesiones e insuficiencia de diferentes órganos, especialmente los ojos, riñones, nervios, corazón y vasos sanguíneos. Debido a su carácter discapacitante, estas complicaciones crónicas afectan la calidad de vida de los individuos que las padecen, elevando los costos de atención y convirtiéndola de esta forma en una enfermedad de fuerte carga socioeconómica para la comunidad, además de otorgarle un carácter de enfermedad con alto índice de morbilidad. La DM es una enfermedad heterogénea que carece de causa única y tratamientos estándar, afectando a personas de todas las edades y razas, sin distinguir niveles socioeconómicos. En el año 1996 cuando se realizó la Declaración de las Américas sobre Diabetes, había 30 millones de personas portadoras de DM y se estimaba que para el año 2010 el número de casos en las Américas llegaría a 45 millones, y a 65 millones para el año 2025, debido principalmente al envejecimiento demográfico de las poblaciones y las tendencias en los principales factores de riesgo relacionados con el proceso de modernización que está ocurriendo en todos los países en desarrollo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció que la prevalencia de esta enfermedad es cada vez mayor afectando a mas de 220 millones de personas en todo el mundo, siendo la responsable en cada año del 5% de las muertes a nivel mundial y calculándose que las muertes por diabetes se duplicará entre 2005 y 2030 (OMS, 2009). La Federación Internacional de Diabetes (IDF) estimó mayores prevalencias para el 2025, siendo la expectativa de 380 millones de personas con diabetes en el mundo (IDF, 2009). En Argentina, Gagliardino y Olivera (1993) mostraron que alrededor del 6% de la población general, presentaba DM, de las personas identificadas solo aproximadamente la mitad conocen y tratan su enfermedad, y la gran parte de quienes saben respecto a su patología, no hacen ningún tratamiento. La OMS en el 2000, calculó la prevalencia de diabetes en la “Región de la Américas”, identificando un total de 1.426.000 diabéticos, y estimando que este valor llegaría a 2.457.000 en el año 2030. Para la IDF, en el año 2007, en la población argentina de 20 a 79 años, había 24.952 individuos que padecían de diabetes, representando el 6% de la prevalencia nacional y se proyectó que para el 2025 este número sería de 31.093 diabéticos. Esta enfermedad puede presentarse de diversas formas clínicas. La Asociación Americana de Diabetes (ADA) en 1997, revisó y modificó los criterios diagnósticos y la clasificación de la DM, correspondiendo a la clasificación que hoy en día continúa vigente y es compartida por otras organizaciones. Ésta discrimina entre: DM tipo 1, DM tipo 2, DM gestacional y otros tipos de diabetes. En el mismo año y posteriormente en 2003, “The Expert Committee on the Diagnosis and Classification of Diabetes Mellitus”, reconoció un grupo intermedio de individuos cuyos niveles de glucemia no respondían a los criterios de DM y eran muy altos para ser normales, que corresponden al estadio de intolerancia a la glucosa o glucemia alterada en ayuno (GAA). Las personas que se ubiquen en este último estadio, presentan un mayor riesgo de desarrollar DM, en relación a la población euglucémica. Todos los tipos de diabetes se asocian con hiperglucemia, aunque sus causas, gravedad y otras características clínicas resultan diferentes. La DM tipo 2 es la forma más común, representando entre el 90 y el 95% de los casos de dicha afección y desarrollándose con mayor frecuencia después de los 40 años de edad. Es preciso individualizar el tratamiento de cada persona, según la naturaleza y gravedad de su enfermedad. El objetivo global es ayudar a los pacientes con diabetes a que logren los cambios necesarios en su estilo de vida, que los conduzcan a un óptimo control metabólico y no simplemente a la adquisición de conocimientos. La educación alimentaria es parte integral de la asistencia y del control total de la diabetes. Sin embargo, los profesionales asistenciales así como también los individuos con DM, señalan que uno de los aspectos más difíciles del control de la enfermedad es el cumplimiento del plan de alimentación, debido a los estrictos controles y los cambios en el estilo de vida que el procedimiento de la enfermedad implica. El tratamiento dietoterápico tiene como objetivo asegurar una alimentación nutricionalmente balanceada, dirigida a lograr y mantener un peso saludable; prevenir las complicaciones agudas de la enfermedad y retardar la aparición de las complicaciones crónicas. Muchas personas pueden controlar su enfermedad exclusivamente con la alimentación sin necesidad de medicación. Hay dos conceptos necesarios de incluir en el tratamiento nutricional de esta enfermedad: Índice Glucémico (IG) y Carga Glucémica (CG). El IG es un valor numérico único, de cada alimento, que permite evaluar el incremento de la glucemia provocado por los distintos alimentos luego de ser ingeridos en relación a la respuesta glucémica de un alimento estándar (glucosa o pan blanco), en cantidades equivalentes de hidratos de carbono (Thomas MS., Wolever DM, 2003). Más específicamente el IG es la respuesta glucémica de un alimento que contiene 50 g de glúcidos comparándolo con la respuesta glucémica de la glucosa o el pan blanco con igual cantidad de hidratos, medido luego de ser consumidos (Landó y Bustingorry, 2007). Este índice está condicionado por varios factores como la naturaleza del alimento, la composición química, contenido de fibra, el grado de masticación, la cocción y la combinación de los mismos, entre otros. Teniendo en cuenta el IG de los alimentos, se puede controlar la respuesta de la concentración plasmática de glucosa a la ingesta de alimentos, que es lo que se denomina respuesta glucémica (RG). El IG hace referencia a la calidad de los hidratos de carbono, mientras que existe otro concepto que mide el impacto glucémico total de un alimento, la CG la cual contempla la calidad y también la cantidad de carbohidratos, y se calcula multiplicando el valor de IG por la cantidad de glúcidos contenidos en el alimento. Tanto el IG como la CG son una herramienta útil para la educación alimentaria del individuo diabético. Desde tiempos remotos se recomienda que para evitar los picos de hiperglucemia, los individuos con diabetes distribuyan los carbohidratos a lo largo del día, indicándolos en forma fraccionada, y suprimiendo la ingesta de hidratos de carbono de absorción rápida o de IG alto, dejándolos para casos donde tenga que restituirse glucosa rápidamente (ejercicio, hipoglucemias, acidosis). Según las recomendaciones de la ADA, es indispensable el manejo de los hidratos de carbono totales de la alimentación, no siendo la fuente de ellos lo que causa el mayor impacto sobre el control glucémico. Con el tiempo se fueron implementando planes de alimentación de bajo IG en el tratamiento dietoterápico de la diabetes, existiendo varias organizaciones, como la Asociación Europea para el Estudio de la Diabetes, la Asociación Canadiense de Diabetes y la Asociación de Dietistas de Australia, que recomiendan establecer un plan nutricional alto en fibra y de bajo IG para mejorar la glucemia posprandial y el control de peso (American Society for Clinical Nutrition). En el 2007, la ADA, establece que el aporte del IG es un beneficio adicional en planes de obesidad y DM tipo 2. Al hacer hincapié solo en el bajo IG, se limita la ingesta de una amplia variedad de alimentos que son consumidos habitualmente, ya que dentro de los grupos de IG alto o intermedio, se encuentran alimentos como el pan blanco o integral, azúcar, miel, zanahoria, los salvados, remolacha, pochocho, dulces, arroz blanco e integral, galletitas de agua, banana, choclo, harina, entre otros. El choclo es el maíz con grado insuficiente de maduración que pertenece al grupo “C” de las hortalizas debido a su contenido en carbohidratos, de los cuáles podemos encontrar en menor proporción azúcares, y en su mayor proporción, hidratos de carbono complejos, siendo el de mayor predominancia el almidón. Este polisacárido está constituido por dos estructuras primarias, amilosa y amilopectina, cuya concentración determina la accesibilidad de las enzimas digestivas a dicho almidón. A su vez, existen procesos culinarios y/o tecnológicos, que pueden modificar las características físicas o químicas del almidón, y llevarían a la retrogradación del mismo interfiriendo de este modo en su RG. Es importante destacar que esta hortaliza presenta un IG medio (60), siendo los principales determinantes la estructura del grano y la presencia de fibra. Actualmente continúan las recomendaciones de la restricción de alimentos según su contenido de carbohidratos, en el tratamiento nutricional de la DM. Esta situación lleva a instaurar planes de alimentación complejos, que requieren de amplios cambios en los hábitos alimenticios, limitando la ingesta de alimentos de consumo frecuente, y constituyendo esto, una de las principales causas de abandono y/o fracaso del tratamiento dietoterápico. Entonces, al relacionar las consideraciones nutricionales de la dietoterapia de la DM con el aporte nutricional de alimentos amiláceos, surge la siguiente pregunta de investigación: ¿Resulta perjudicial incorporar alimentos amiláceos, como el choclo, en la alimentación del individuo con diabetes, considerando que modificaciones en el estado físico del almidón pueden interferir en la RG de los alimentos? Para dar respuesta a este interrogatorio, el presente trabajo de investigación por un lado persigue como objetivo general: Analizar el efecto sobre la RG del almidón retrogradado contenido en el choclo, y sus implicancias en el tratamiento nutricional de la DM tipo 2. Por otro lado, se plantean como objetivos específicos, los siguientes: - Analizar cuál es la cantidad de almidón retrogradado que modifica la respuesta glucémica. - Identificar que técnicas culinarias contribuyen a la formación de almidón retrogradado y en qué tipo de alimentos se produce. - Describir qué beneficios conlleva la incorporación de almidón retrogradado en el plan nutricional del individuo con DM tipo 2. - Analizar en qué medida la incorporación de almidón retrogradado en la alimentación habitual del paciente con DM tipo 2, produciría una mayor adherencia al tratamiento dietoterápico. Para cumplir estos objetivos, el presente trabajo comenzará con la descripción de las características nutricionales del choclo como hortaliza fresca, centrándose en el contenido de almidón y en sus propiedades fisicoquímicas. A continuación se realizará una breve reseña sobre la DM tipo 2, haciendo un intenso hincapié en el tratamiento nutricional de dicha enfermedad. Luego de procederá al análisis de la influencia de los procedimientos culinarios sobre las propiedades fisicoquímicas del almidón, destacando los efectos sufridos tras el proceso de retrogradación, y se describirá cómo esto, influye en la RG de los alimentos amiláceos, para finalmente analizar la incorporación de almidón retrogradado en el plan nutricional de los individuos con DM tipo 2. 2-Metodología El presente trabajo de investigación está dirigido hacia un profundo análisis de los efectos del almidón retrogradado sobre la Respuesta Glucémica y su posible inclusión en el tratamiento dietoterápico del individuo con Diabetes Mellitus tipo 2. Para poder abordar sus objetivos, se basará en la recolección y análisis de fuentes secundarias, seleccionadas en base a contenidos actualizados. Éstas fuentes serán extraídas de libros y/o artículos científicos, papers, documentos electrónicos, que ayudarán a describir diversas posturas establecidas en el tratamiento nutricional de dicha enfermedad, fortalecer bases teóricas, comparar distintas teorías respecto a las recomendaciones nutricionales, así como también analizar estudios experimentales realizados por otros investigadores y comparar resultados. Se ha recurrido además a tablas de composición química de alimentos tanto nacionales como internacionales, para poder llegar a la elaboración de una composición centesimal propia del choclo y tomar como referencia sólo esa creación. Por último se han consultado bases teóricas sobre tecnología de alimentos para abordar las modificaciones fisicoquímicas del almidón y poder profundizar en las influencias que ellas generan. El enfoque de este trabajo es cualitativo, descriptivo. 3-Marco teórico 3.1 El choclo 3.1.1 Características generales El choclo es el maíz con estado insuficiente de maduración, representando el fruto de la planta. Contiene entre el 72-75% de agua y su composición centesimal es más similar a las hortalizas frescas que a los cereales. El tipo de maíz que se cultiva para estos fines es el maíz dulce, que posee mejores características de textura y dulzor que otras variedades de maíz (ILSI, 2006). Su nombre científico es Zea mays, pero también es milho en portugués, maïs en francés, sweet corn en inglés, makka en hindú, makai en diversas zonas de Asia, entre ellas Nepal. Otros nombres que recibe son maíz, elote, mazorca de maíz blando, chilote, Abatí, Altoverde, Borona, Canguil, Capiá, Caucha, Cuatequil, Danza, Malajo, Mijo Turquesco, Millo, Zara. 3.1.2 Origen e historia del choclo El maíz (Zea mays L. ssp. mays) tuvo su origen en América Central, más específicamente en México, donde arqueólogos descubrieron en el valle de Tehuacán, restos de fósiles de 7000 años de antigüedad. Su ancestro es el teosintle “ Zea mays ssp. Parviglumis y Mexicana”, una hierba nativa del Valle Central de México. Este grano marcó un importante papel en las creencias religiosas, festividades y nutrición de las civilizaciones maya y azteca, y después de millares de años el maíz primitivo se convirtió en maíz domesticado, generando su cosecha, el florecimiento de las grandes culturas precolombinas. A fines del siglo XV el maíz fue incorporado en Europa, difundiéndose desde España hacia lugares de clima más templado del Mediterráneo y posteriormente a Europa septentrional. Gracias a su gran productividad y adaptabilidad, continúo extendiéndose y hoy se cultiva en todos los continentes. En Argentina la historia del maíz en sus diferentes regiones, está fuertemente relacionada con la aparición y crecimiento de nuestra cultura aborigen. La Secretaria de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos, de la República Argentina (SAGPyA) declara que “en la actualidad se siembran maíces sobrevivientes de los existentes al momento de la conquista de América en el siglo XVI”, y establece que entre los principales tipos de maíces se pueden definir los siguientes: Capia: variedad amilácea de granos cuyo tamaño varía entre mediano y grande. Morocho: maíces de coloración variada y de granos medianos a grandes del tipo "duro". Chulpi: variedad de maíz dulce, consumido tierno como “choclo”. Pisingallo: maíces de granos pequeños, puntudos y extremadamente duros que revientan fácilmente por acción del calor. Perla: similar al anterior, de espigas más pequeñas y granos globosos de color blanco, rojo púrpura o anaranjado. Curagua: maíz del tipo perla de granos blancos. Avatí morotí: formas amiláceas de granos turgentes blancos o amarillos. Avatí tupí: maíz tipo duro de granos color anaranjado. Overo: variedad que presenta en un mismo marlo granos con diferentes coloraciones. El maíz es una planta anual, alta, con vainas foliares que se superponen y láminas alternadas anchas, sus hojas alargadas se arrollan al tallo del cual nace la espiga o mazorca o elote o choclo (flor femenina), una por tallo. Ésta es la estructura donde se desarrolla el grano, en un número variable de hileras (12 a 16), con 300 a 1000 granos (ILSI, 2006). Esta planta perteneciente a la familia de las gramíneas, se cultiva en grandes extensiones, necesita sol y altas temperaturas, siendo sensible a las heladas, sobretodo en sus primeras etapas de desarrollo. Cada planta puede dar una o dos mazorcas. Las mazorcas deben recolectarse cuando el grano está a punto de alcanzar su tamaño definitivo, y consumirse recién cosechado, porque la maduración y el almacenamiento prolongado van acompañados de una pérdida de azúcares por oxidación respiratoria y por resíntesis de almidón, generando endurecimiento del grano. Todos los maíces pertenecen a la misma especie, existiendo distintos tipos o razas que corresponden a una clasificación utilitaria no botánica y representan una multiplicidad de formas, tamaños, colores, texturas y adaptación a diferentes ambientes. Existe una clasificación del maíz realizada por Watson en 1991, que hace referencia a las características del grano, más específicamente a su dureza, determinando el uso comercial del maíz (ILSI, 2006). En base a ello se clasifica en: - Maíz dentado o también llamado dent corn (Zea mays L. subsp. mays Indentata Group) - Maíz colorado duro o también llamado Flint (Zea mays L. subsp. mays Indurata Group). - Maíz reventador o también llamado pisingallo o Popcorn (Zea mays L. subsp. mays Everta Group). - Maíz harinosos o fluor corn (Zea mays L. subsp. mays Amylacea Group). - Maíz dulce o sweet corn (Zea mays L. subsp. mays Saccharata Group). El maíz podría ser utilizado como grano entero (cereal u hortaliza) o como subproductos que se obtienen de su industrialización. En base a la clasificación recién mencionada, el tipo de maíz que se utiliza para la comercialización del choclo como hortaliza fresca es el maíz dulce o sweet corn, aunque no siempre se lo encuentra fresco, ya que puede ser sometido a procesos de conservación, como congelación o esterilización. En este trabajo se hará referencia al choclo como hortaliza fresca, sin ser sometido a ningún procesamiento industrial, sino solo al procesamiento doméstico. Según el Código Alimentario Argentino “se entiende por Hortaliza fresca la de cosecha reciente y consumo inmediato en las condiciones habituales de expendio. Se admite la preparación de hortalizas frescas peladas, enteras o trozadas previamente lavadas con solución de ácido eritórbico de una concentración máxima de 100 ppm, envasadas al vacío y con declaración de fecha de vencimiento en el rótulo". 3.1.3 Consumo Esta hortaliza puede incorporarse a la alimentación habitual a partir del décimo mes de vida, con sus adaptaciones correspondientes. El órgano de consumo del choclo es el grano de maíz al estado inmaduro, y en general existen los granos de color blanco o amarillo. Su cocción, generara cambios en la textura y el sabor que se consideran deseables, y a su vez destruye también ciertos microorganismos que se encuentran en la superficie. Esta hortaliza debe consumirse recién cosechada, porque como se mencionó anteriormente, con la maduración y el almacenamiento, los azúcares que le dan su inconfundible dulzor se convierten en almidón y el grano se endurece. Tiene que ser apreciable su textura, sabor, color y valor nutritivo. Una de las formas habituales de consumo del choclo es en su forma fresca. Luego de una breve cocción, puede ser incorporado en variedades de platos tradicionales o inclusive suele consumírselo en la mazorca. Este último tipo de consumo, se presenta generalmente en calles y playas, como un alimento de consumo rápido, “tipo snack”, pero con la notable diferencia de ser mucho más saludable, no contener un alto contenido de grasas ni aportar un alto valor calórico, por lo tanto no es considerado un “alimento chatarra”. A su vez este alimento, sin necesidad de ser sometido a procesos industriales, puede tener un hervor previo y ser introducido en ensaladas, tartas y empanadas, ó en cualquier otra preparación a la que se desee agregarlo. También, de esta forma puede incorporarse en los platos regionales donde este alimento es característico, como ser locro, humita, tamales, etc. El consumo de choclo como hortaliza puede considerarse desde el punto de vista nutricional como un alimento de una dieta saludable en general, ya que si bien su principal aporte es energético, éste es bajo y las calorías están dadas casi exclusivamente por carbohidratos complejos. 3.1.4 Información nutricional y composición química del choclo El choclo posee un bajo contenido de humedad en comparación con el promedio de las hortalizas (70-95% de los vegetales es agua). Esta característica es común para las hortalizas de semillas inmaduras que presentan alrededor de un 70% de humedad. El choclo, presenta como principales componentes químicos a los hidratos de carbono. Dentro de los hidratos de carbono complejos, se encuentran el almidón (polisacárido de reserva) y la fibra (polisacárido estructural), mientras que los azúcares simples encontrados son sacarosa, glucosa, fructosa y maltosa (Tabla de composición de alimentos alemanas: 312). Con respecto al almidón, representa hasta el 72-73% del peso del grano (FAO, 1993), y los azúcares simples se encuentran en cantidades que oscilan entre el 0,6 al 3,0% del grano, pudiendo alcanzar en el maíz dulce hasta el 35% (Marshall y Tracy, 2003), el más importante de ellos es la sacarosa y se halla en el germen (Brites et. al., 2007). La concentración de carbohidratos varía con el grado de maduración, dado que la glucosa vía sacarosa se polimeriza a almidón, y consecuentemente aumenta la materia seca del grano y disminuye simultáneamente el contenido de agua. Por lo tanto, tras la maduración, se reduce el contenido de monosacáridos y disacáridos (también llamados azúcares simples), a la vez que se incrementa el contenido de almidón. Estas transformaciones que ocurren entre la glucosa y el almidón influyen notoriamente en la calidad del grano, siendo la dureza mayor y el poder edulcorante menor, modificando así también las características organolépticas del alimento. (ILSI, 2006). Como se mencionó anteriormente, otro polisacárido encontrado en el choclo es la fibra alimentaria o dietética, la cual constituye un polisacárido no almiláceo. Este componente junto con la estructura característica del grano, son los principales determinantes del índice glucémico medio que contiene dicha hortaliza. En cuanto al contenido del resto de los macronutrientes, el choclo aporta proteínas de bajo valor biológico, siendo su digestibilidad relativa de 89% y deficiente en lisina y triptófano. El aporte lipídico generalmente no suele superar 1g% en las hortalizas. En el choclo este aporte es bajo, pero conserva todos los componentes del insaponificable: vitaminas liposolubles E y K; provitaminas A; carotenoides sin actividad vitamínica, y también fitoesteroles (ILSI, 2006:58). El contenido vitamínico del choclo es variado, aportando tanto vitaminas hidrosolubles como liposolubles. Su concentración, depende de factores intrínsecos (especie y variedad) y extrínsecos (tipo de suelos y procesado de la materia prima). Por ello, las cifras de contenido vitamínico pueden presentar importantes diferencias según el país de origen y la zona, aun en el mismo país. Es de importancia destacar que el grano de maíz maduro no contiene vitamina C, mientras que el choclo fresco contiene una cantidad del orden de 12 mg/100 g, que disminuye en los productos esterilizados. El contenido en sodio dependerá de la forma en que el alimento se comercialice, ya sea fresco o luego de ser sometido a procesos de conservación como congelación o esterilización. Los vegetales frescos son alimentos de bajo contenido en sodio y elevado contenido en potasio, en el caso del choclo, presenta 62.86 mg% de sodio y 242.60 mg% de potasio. La relación Na/K, se modifica con el agregado de sal o aditivos durante el procesado o directamente en la etapa final de preparación doméstica de los alimentos. El choclo presenta nutrientes con propiedades antioxidantes, tal es el caso de la vitamina C o ácido ascórbico, la vitamina E y los carotenoides. Dentro de los carotenoides, el choclo es portador de zeaxantina y luteína, ambos carotenoides no precursores de la vitamina A, y son los responsables de la pigmentación amarilla de la hortaliza en cuestión. La composición química y el valor nutritivo de esta hortaliza fresca, dependerá pura y exclusivamente, de la estructura del grano. A continuación se informará la composición centesimal del choclo descripta en diferentes fuentes de composición de alimentos, extranjeras (Tablas Alemanas, Tablas Inglesas y base de datos USDA) y nacionales (Tablas de Argenfoods y Tablas de Cenexa). Tabla 1: Composición centesimal del choclo datos nacionales e internacionales MAÍZ, CHOCLO Energía (Kcal) Agua (g) Proteína (g) Grasa (g) Hidratos de Carbono Totales Almidón(g) Azúcares(mg) Fibra dietaria (g) Cenizas SALES MINERALES (g) Na (mg) K (mg) Ca (mg) P (mg) Fe (mg) Zinc (mg) VITAMINAS Carotenos o Vit.A (microg) Vit. B1 o tiamina (microg) Vit. B2 Rivoflavina (microg) Vit. B3 Niacina (microg) Vit. B6 Pridoxina (microg) 1 2 108 73.9 3.7 1.2 20.5 3 97 73 3.9 1.1 21.8 1 4 5 87 74.7 3.3 1.2 15.7 12.3 3410 3.7 122 72.3 2.9 1.2 26.6 16.6 9600 1.4 88 74.92 3.02 0.77 20.81 3 210 4 0.7 40 113 6 103 0.47 1 370 8 108 0.8 0.3 300 6 115 0.55 1 270 220 134 81 2000 10 130 80 1200 180 150 120 1700 220 110 40 60 1500 2.4 0.48 0.42 83 70 1726 Vit. B9 Ácido fólico (microg) Vit. C (mg) Vit. E Tocoferol (microg) Vit. K (migrog) 8.2 8 45 12 100 2 14 400 Referencias 1. Tabla de Argenfoods, Universidad Nacional de Luján, 2002. 2. Tabla de composición química de alimentos, 2ºedición, Centro de Endocrinología Experimental y Aplicada (CENEXA INCAP), UNLP-CONICET,1995. 3. Tablas Alemanas: Souci Fachmann Kraut (No contabilizan la fibra en el total de carbohidratos). 4. Tablas Inglesas: McCance and Widdowsons's. The composition of Foods, Fifth Edition. Royal Society of Chemistry, Ministry os Agriculture, Fisheries and Food, 1993. 5. USDA Agricultural Research Service. Nutrient Data Laboratory, Nutrient Database. Http://nal.usda.gov/fnic/etext/000020.html#xtocid2381816. Aclaraciones: El valor energético está calculado multiplicando el contenido de nutrientes aportadores de energía por los factores de Atwater (proteínas y carbohidratos, 4 Kcal/g y lípidos, 9 Kcal/g). En las tablas en las cuales no existe el dato de fibra dietética, puede existir una sobreestimación de los hidratos de carbono digeribles y, por consiguiente, del valor energético. El porcentaje de carbohidratos pueden ser calculado por diferencia de 100 menos la suma del resto de los macronutrientes (agua + proteínas + grasa + minerales + fibra). Sin embargo en la base de datos de USDA los hidratos de carbono incluyen el valor de la fibra dietética y en las tablas inglesas los valores de estos nutrientes son analizados directamente (ILSI, 2006). El contenido de proteínas se relaciona con los factores de conversión de N (determinado por Kjeldahl). Las Tablas Nacionales utilizan el factor de 6,25, mientras que las alemanas utilizan 5,80 (ILSI, 2006). Cuando se hace referencia a cenizas, éstas expresan el contenido total de minerales. 6.4 3.1.5 Principales componentes 3.1.5.1 Almidón El almidón es un polisacárido, que al estar constituido por numerosas unidades de un solo tipo de monosacáridos, unidos entre sí por enlaces glucosídicos, recibe el nombre de “homopolisacárido”. Este polímero de glucosa representa la mayor reserva de hidratos de carbono en los tubérculos de la planta y el endosperma de semillas, y es el polisacárido digerible más abundante e importante (López y Suárez, 2002). Según el C.A.A se denomina almidones a los derivados de semillas y féculas a los derivados de tubérculos. “… Fisiológicamente es una sustancia de reserva, análoga al glicógeno animal y no a los constituyentes de estructura del tipo de celulosa o pectinas. Se encuentra en los tejidos vegetales bajo la forma de gránulos intracelulares compactos, con aspecto y estructura característico de la planta de la que provienen. Estos gránulos son esferocristales insolubles en agua fría y contienen muy poco agua…” (Cheftel, 1976:120). “… Las estimaciones en el número de residuos de glucosa en las moléculas de almidón, varían de 400 a 4000 en unos hasta varios de cientos de miles en otros. Entre menos residuos de glucosa, más soluble es el compuesto…” (Charley, 1998: 165). En los vegetales el almidón se encuentra en forma de grano. La fuente más importante es el maíz y hay otras fuentes como el trigo, papa, y arroz. Los gránulos de almidón del arroz son los más pequeños (de 3 a 8 micrones), los del maíz miden de 12 a 35 micrones; los del trigo entre 10 y 35 micrones, y los de la papa son los más grandes (Garda, 2005). Una libra de almidón de maíz contiene aproximadamente 800 mil millones de gránulos de almidón (Charley, 1998). En el almidón, los monómeros de glucosa están unidos por enlaces α 1-4 y ocasionalmente se ramifican formando un enlace adicional en la posición α 1-6. Por ello es que se establece que el almidón está formado por dos tipos de moléculas, amilosa (normalmente representa el 20-30%) y amilopectina (normalmente representa el 7080%), ambos polímeros de glucosa pero con características y propiedades muy diferentes. “Helen Charley (1998), establece que en la mayoría de las plantas, los gránulos de almidón consisten de aproximadamente una cuarta parte de moléculas de amilosa y tres cuartas partes de amilopectina. Sin embargo ciertas plantas tienen la capacidad de elaborar gránulos de almidón que contienen una alta proporción de moléculas de amilosa o de amilopectina. El acoplamiento de los residuos de glucosa por el enlace 1,4, depende de la presencia en la planta de una enzima específica, la del enlace 1,6, sobre una segunda enzima. Las cantidades relativas de los dos tipos de moléculas de almidón que una planta elabora, se relaciona con la proporción de las dos enzimas en la planta, una característica heredada, determinada por los genes”. La composición del almidón está determinada genéticamente, y este polisacárido debe sus propiedades funcionales a sus dos componentes moleculares principales, amilosa y amilopectina, así como a la organización física de las macromoléculas en la estructura del gránulo (Bello-Pérez et al, 2006). 3.1.5.1.1 Amilosa La amilosa es una polímero lineal constituido por residuos de D-glucosa unidos entre sí por enlaces tipo α 1-4, en forma regular y lineal, originando una verdadera cadena que adopta una estructura helicoidal (López y Suárez, 2002). Está formada por 250 a 300 unidades de glucosa que unidas forman un espiral. Constituye del 20 al 30 por ciento del total del almidón y posee la capacidad de formar geles. Presenta una estructura microcristalina, debido al gran número de enlaces hidrógeno entre los grupos hidróxilo, es poco soluble en agua y es la responsable de la adsorción y de la formación de geles, que luego precipitan, en el curso de la retrogradación (recristalización del almidón gelatinizado) después de la gelatinización (hidratación, hinchamiento y empastamiento de los gránulos de almidón). Su masa molecular puede alcanzar de 20000 (maíz) a 300000 (papa) (Garda, 2005; Cheftel, 1976; Charley, 1998). Debido a su naturaleza cristalina, mencionada anteriormente, la amilosa solo se hincha a temperatura elevada, pero si se mantiene moderada no se genera un importante aumento de la viscosidad. La amilosa de maíz constituye hasta el 25-30% del almidón (Boyer y Shannon, 2003). A continuación se presenta la estructura química de la amilosa en la Figura 1. Figura 1: Estructura química de la amilosa Fuente: www.lsbu.ac.uk/water/hysta.html (03/2010) La amilosa en solución puede encontrarse como ovillo estadístico o como hélice, pero las soluciones acuosas de amilosa no son estables, sobre todo cuando la temperatura desciende. Si este polímero está muy concentrado en la solución, da geles amorfos, más o menos rígidos, elásticos y algunas veces fisotrópicos, pudiendo generar también geles cristalinos y precipitados irreversibles. La amilosa, al encontrarse con otros solutos en solución, puede formar complejos, como sucede con los lípidos. Este complejo, inhibe la degradación del almidón por enzimas como la fosforilasa, α-amilasa y β-amilasa (Bello-Peréz et. al., 2006). Se ha establecido que con la agregación de ácidos grasos o de monoglicéridos se logra disminuye la hinchazón y la viscosidad durante la cocción, pero al mismo tiempo protege, en parte, contra la retrogradación (Cheftel, 1999). Basado en el contenido de amilosa, los almidones pueden ser clasificados en diferentes grupos: almidones cerosos, que contiene cantidades muy pequeñas de amilosa (por ejemplo, almidón de amaranto), alrededor del 1%; almidones normales, con contenidos de amilosa entre 17 y 24%; y almidones altos en amilosa son también conocidos como tipo no ceroso (Bello-Pérez et.al, 2006). Para concluir se puede destacar que la amilosa tiene riesgo de retrogradación, sinéresis o gelificación (Cheftel, 1999). Muchas de sus propiedades pueden explicarse por la habilidad de la amilosa de adoptar diferentes estructuras moleculares. 3.1.5.1.2 Amilopectina La amilopectina constituye hasta el 70-75% del almidón de maíz, también es un glucano pero ramificado formada por miles de unidades de glucosa interconectadas por enlaces de tipo α 1-4, a excepción de las ramificaciones, donde los enlaces son de tipo α 1-6. Esta organización es la que le confiere forma de arbusto a la amilopectina, haciéndola menos dispersa en el agua. La ramificación ocurre a intervalos de entre 15 y 30 residuos de glucosa, estableciéndose el enlace entre el carbono 1 de la rama y el carbono 6 del residuo de glucosa al que se une la ramificación (Charley,1998). Generalmente presenta 20 a 30 residuos de glucosa entre 2 puntos de ramificaciones. La amilopectina no tiene estructura microcristalina, presentando un grado de cristalinidad inferior al de la amilosa. Los monómeros están interconectados débilmente, constituyendo una especie de formación cristalina que se rompe con facilidad. Es la responsable de la pegajosidad y viscosidad del almidón, debido a que durante la cocción absorbe una importante cantidad de agua, siendo la responsable del hinchamiento del gránulo de almidón, sin embargo, no interviene en la formación del gel, por lo tanto no retrograda (Medin y Medin, 2001). Cheftel J. (1999) estable que “los gránulos ricos en amilopectina son más fáciles de disolver en el agua, a 95ºC, que los que contienen mucha amilosa”; así como también menciona que la amilopectina no tiene tendencia a la recristalización (*) y que las soluciones de amilopectina no retrogradan. Sin embargo, el añejamiento del pan se atribuye a la recristalización de la amilopectina. A continuación se presenta la estructura química de la amilopectina, en la figura 2. (*) La recristalización ocurre luego de la gelificación (formación de geles a partir del almidón gelatinizado), ya que las moléculas del almidón comienzan a reasociarse en una estructura ordenada y los cristales vuelven a formarse por agregación de moléculas lineares. Figura 2: Estructura química de la amilopectina Fuente: www.lsbu.ac.uk/water/hysta.html La longitud de la cadena de amilopectina, es un factor intrínseco que juega un papel determinante en la estructura cristalina del gránulo de almidón. La amilopectina puede degradarse por acción de la enzima β-amilasa en las uniones α 1-4, produciendo dextrinas β-límite (que son las cadenas residuales que contienen los puntos de ramificación) y después puede ser atacada por las enzimas pululanasa o isoamilasa que actúan en los enlaces α-1-6 produciendo maltosa. En el libro “Contenido de Carbohidratos en Alimentos Iberoamericanos”, se detallan distintos estudios sobre la estructura de la amilopectina. Mediante el análisis de las distintas investigaciones se puede mencionar que el peso molecular de la amilopectina varía entre 50 y 500 x 106 Daltons, dependiendo del origen botánico del almidón, el método empleado para el fraccionamiento del almidón a amilosa y amilopectina, y el método usado para determinar la masa molar. La amilopectina presenta cierto orden estructural, las regiones más organizadas son las cristalinas, y las regiones amorfas muestran un grado de desorganización conteniendo la mayoría de los enlaces α-1-6. El grado de cristalinidad de la amilopectina depende del peso molecular promedio y de la longitud de las cadenas, respectivamente. Para entender cómo se organizan internamente las moléculas de almidón, se puede mencionar que en los gránulos, las moléculas forman anillos concéntricos y ciertas partes de cada anillo están en estado cristalino, compacto y altamente ordenado. Estos cristalitos están ligados por áreas amorfas en las que se depositan las moléculas de almidón en una forma menos ordenada, siendo los enlaces hidrógenos los que mantienen juntas a las moléculas de almidón en las regiones menos ordenadas, así como en las áreas cristalinas. Tabla 2: Contenido en amilosa y en amilopectina de almidones naturales. AMILOSA Papa Mandioca Trigo Arroz Sorgo Maíz Maíz céreo* Amilomaíz* Guisantes (maduros) Banana 23 20 20 15 a 35 25 25 0 77 40 17 AMILOPECTINA 77 80 80 65 a 85 75 75 100 23 60 83 * Obtenidos por modificaciones genéticas Fuente: J. Cheftel, A. Cheftel: Introducción a la bioquímica y tecnología de los alimentos. Vol.1, Zaragoza, Acribia, 1999. Antes de continuar con las propiedades funcionales de este polisacárido, es necesario hacer una breve descripción respecto a la estructura del gránulo de maíz, para conocer la disposición del almidón en él. Esta información fue obtenida de los conocimientos disponibles en dos trabajos realizados en Argentina, respecto al maíz. Uno de ellos es un Informe especial realizado por ILSI Argentina en 2006, y el otro corresponde a Alberto Edel León - Cristina M. Rosell en el año 2007. El grano de choclo puede presentar una gran variabilidad de tamaño y forma, dependiendo ello de su genética, de su disposición en la mazorca y de las distintas prácticas ambientales y de cultivo. Pueden encontrarse también una multiplicidad de gama de colores entre blanco, amarillo, anaranjado, verde, púrpura, rojo y jaspeado, azul y negro. El grano está compuesto por tres estructuras diferenciadas: el germen (embrión), el endospermo y el pericardio (Figura 3). Figura 3: Estructura del grano de almidón El germen compuesto por el embrión y el escutelo, constituye el 11% del peso seco. En esta parte del grano se encuentra el 83% de los lípidos (grasa no saturada) y el 26% de la proteína del grano, conteniendo también vitamina E y complejo B, pero con un bajo contenido de almidón. El endospermo constituye el 80% del peso seco y contiene la mayor parte del almidón (98%) con bajas proporciones de proteínas (74% de las proteínas del grano). Es un tejido continuo donde se identifican dos regiones, su región externa denominada aleurona, está formada por células ricas en proteínas y aceite, y el endospermo amiláceo es la otra región, donde se distinguen, a su vez, el endospermo córneo o vítreo que es de consistencia dura, rico en proteína y está ubicado cercano a la aleurona; mientras que la zona más interna, de apariencia opaca, es conocida como endospermo harinoso. Por lo tanto, en esta estructura, el almidón ubicado en el endospermo, se encuentra empaquetado en gránulos y envuelto por una matriz proteica (Watson, 1991). El último componente es el pericardio, que recubre al grano y constituye entre el 5-6% del peso seco, incluyendo los tejidos de cobertura exterior, con un 100% de fibras vegetales. Está constituido por cuatro capas discontinuas, dentro de ellas la epidermis está cutinizada dado que está impregnada con ceras, haciéndola impermeable al agua e impidiendo la pérdida de la humedad durante el desarrollo del grano. Existe entre el mesocarpio y las capas internas del pericarpio una línea de debilitamiento a lo largo de la cual se separa fácilmente el pericarpio del resto del grano. A modo de resumen, se puede establecer que en el germen se encuentran grasa, proteína y minerales; el endospermo contiene la mayor proporción de almidón y el pericardio se caracteriza por su elevado contenido en fibra, la cual está formada fundamentalmente por hemicelulosa, celulosa y lignina (FAO, 1993). Tabla 3: Composición química proximal de las partes principales de los granos de maíz (%). Componente Pericarpio Endospermo Germen químico Almidón 7,3 87,6 8,3 Azúcar 0,34 0,62 10,8 Cenizas 0,8 0,3 10,5 Extracto etéreo 1,0 0,8 33,2 Fibra cruda 86,7 2,7 8,8 Proteínas 3,7 8;0 18,4 Fuente: Colección FAO: Alimentación y nutrición, Nº25, 1993. Página web: www.fao.org/docrep/t0395s/t0395s00.htm Por todo lo expuesto anteriormente, se puede concluir que la composición química del almidón, su estructura supramolecular, el tamaño de los gránulos y las propiedades funcionales del mismo, como ser la viscosidad, claridad, capacidad de retención de agua, hinchamiento y solubilidad, dependen de la especie del almidón, y juegan un papel fundamental en las propiedades fisicoquímicas de este polisacárido. Por ejemplo, se ha reportado que los gránulos más pequeños tienen mayor poder de hinchamiento, menos solubilidad, mayor capacidad de retención de agua, y más baja susceptibilidad a la α-amilasa (Bello-Pérez et. al, 2006). 3.1.5.1.3 Propiedades fisicoquímicas 3.1.5.1.3.1 Gelatinización Cuando los gránulos de almidón se colocan en agua fría, absorben agua y se hinchan ligeramente (10 a 20%), debido a la difusión y absorción del agua en las regiones amorfas (desordenadas). Este hinchamiento es un proceso reversible al secarse. Sin embargo, cuando los gránulos de almidón se exponen conjuntamente al calor y la humedad, se produce un empastamiento que comúnmente se denomina “gelatinización” y es irreversible. Esto proceso podría explicarse, ya que los gránulos de almidón sometidos al agua caliente, se hinchan de tal forma que pierden el orden estructural (se pierde la birrefringencia), debido a la fusión de los cristales del almidón. El hinchamiento es consecuencia de la adsorción de agua por los grupos polares hidroxilo, generando en el caso del almidón de maíz, una adsorción de 2500% en relación al peso inicial del almidón. Si los gránulos continúan expandiéndose, la amilosa escapa de los gránulos hinchados, lixivia a la fase intergranular acuosa, quedando dispersa mientras éste permanezca caliente, y los gránulos hinchados se adhieren los unos a los otros. Estos cambios moleculares, son los responsables del aumento sustancial de la viscosidad de la suspensión. Por lo tanto, la ruptura de la estructura granular, el hinchamiento y la hidratación, y la solubilización de las moléculas de almidón, en conjunto, constituyen la “gelatinización”, proceso endotérmico que ocurre por encima de 55-70ºC, más específicamente, la temperatura de gelatinización en el maíz oscila en el rango de 62 a 74ºC. Si se prolonga el tratamiento hidrotérmico, puede surgir una ruptura de los gránulos, hidrólisis parcial y disolución más o menos completa de las moléculas constituyentes, lo que origina una disminución en la viscosidad (Cheftel, 1999; BelloPérez et. al, 2006). Para concluir, es importante destacar que la prolongación del calentamiento es la responsable de la ruptura de los puentes de hidrogeno de la red cristalina, produciendo la hidratación completa de los gránulos de almidón, la dispersión de la amilosa y la formación de un sol coloidal que contiene los gránulos de almidón intactos, hidratados y suspendidos. El grado de hinchamiento y desintegración del gránulo, así como la exudación de la amilosa, dependen del tipo y concentración de almidón, temperatura, presencia de otros solutos, y el corte o agitación aplicada durante el tratamiento térmico. El rango de gelatinización (temperatura a la que se produce el hinchamiento completo de los gránulos) depende del origen del vegetal y el tamaño de los gránulos. Entre más grandes son los granos, tienden a hincharse a menores temperaturas, variando en los diferentes almidones, los cambios en la viscosidad durante el calentamiento. En la mayoría de los almidones, la gelatinización es completa a una temperatura no mayor de 95ºC (203ºF), hay que considerar que el almidón de maíz al igual que el del trigo, necesita calentarse a una mayor temperatura antes de espesar (Medin, 2001; Cheftel, 1999). Esta propiedad funcional del almidón es un proceso endotérmico, por ello uno de los métodos utilizados para estudiarlo es la calorimetría diferencial de barrido (CDB), la cual puede proporcionar las temperaturas y entalpías características de la transición de fase en los sistemas acuosos de almidón. La endoterma en CDB se debe no solo a la fusión de cristales, sino también a la fusión de las dobles hélices (Tester & Morrison, 1990). Luego de varias investigaciones, se ha demostrado que las fuerzas que mantienen a los gránulos juntos se dan a nivel de la doble hélice más que al nivel de los cristales de almidón (Bello-Pérez et. al, 2006). Para un mejor entendimiento del proceso de gelatinización y la posterior retrogradación, se menciona lo establecido por Helen Charley en su libro Tecnología de los alimentos: Cuando la energía cinética de las moléculas de agua en contacto con los granos de almidón se hace lo suficientemente mayor como para producir la atracción entre las moléculas de almidón unidas por puentes de hidrógeno dentro del gránulo, las moléculas de agua pueden penetrar al grano de almidón, primero en las áreas menos densas, y luego que se eleva la temperatura, en las áreas cristalina. La captación de agua de los granos de almidón comienza a una temperatura variable, de acuerdo con la fuente del almidón. Al ocurrir, la suspensión lechosa se hace menos opaca y los granos hinchados pierden su birrefringencia e inician el espesamiento del líquido […]. El aumento de la translucidez se debe a que el índice de refracción de los granos hinchados se acerca al del agua. Debido al gran número de grupo hidróxilo presentes en las moléculas de almidón, estos granos pueden absorber grandes cantidades de agua. Dichos granos hinchados por el agua, se comportan como globos de gelatina elásticos y frágiles. Aun cuando los granos han perdido su birrefringencia y se han hinchado al máximo, el espesamiento es incompleto debido a que el calentamiento adicional de la suspensión resulta en un espesamiento adicional. Así ahora se considera que el empastamiento del almidón ocurre por etapas, y el aumento final en espesura al continuar el calentamiento, se atribuye a un exudado de los granos hinchados […]. Los granos ahora son menos densos y por eso permanecen suspendidos en el líquido. Los gránulos de almidón gelatinizado pueden secarse, pero no regresan a su condición original (Charley, 1998:174-177). 3.1.5.1.3.2 Gelificación y retrogradación Una vez ocurrida la gelatinización, la amilosa y amilopectina pueden ser consideradas como disueltas. Si la solución se enfría rápidamente, las moléculas de amilosa exudada de los gránulos hinchados, tienden a asociarse a través de la formación de puentes de hidrógeno estables con otras moléculas de amilosa adyacentes (también dispersas), resultando una red tridimensional que contiene agua y gránulos de almidón hidratado. Este proceso se denomina gelificación y se produce a partir del enfriamiento del almidón gelatinizado. Los geles formados, se hacen progresivamente más fuertes y la birrefringencia se pierde, aumenta la claridad, se restringe el movimiento y aumenta la viscosidad. Helen Charley (1998) define, “Cuando la pasta se enfría, la energía cinética ya no es tan grande para contrarrestar la marcada tendencia de las moléculas de amilosa para reasociarse. Las moléculas de amilosa se vuelven a fijar a las demás y a las moléculas de almidón en los extremos externos de los gránulos. Así se unen los gránulos de almidón hinchado en una red. Esto ocurre siempre que los granos hinchados se encuentran relativamente cercanos y que hayan escapado bastantes moléculas de amilosa de los gránulos. La gelificación del almidón es determinante de la calidad de los alimentos que lo contienen. Al enfriar el almidón gelatinizado, se puede transformar en una pasta viscoelástica turbia e inclusive en un gel elástico opaco, si la concentración de almidón es alta (> 6%p/p). Este valor, es un nivel crítico, a concentraciones mayores, se forma una red tridimensional con los gránulos hinchados (partículas deformadas), que llegan a embeber en una matriz continua moléculas de amilosa enlazadas. La gelificación tiene un principal responsable, la amilosa, debido a su naturaleza lineal. Este proceso, se ve modificado por características similares a las que determinan la gelatinización, como ser, el tamaño del gránulo y la uniformidad, la proporción de amilosa/amilopectina, la organización macromolecular, los constituyentes menores de almidón (lípidos, grupos fosfatos, proteínas), presencia de otros solutos (sales, azúcares, lípidos), pH, concentración de almidón, y regímenes de corte-temperatura-tiempo de cocción o de exposición al calor húmedo (Bello-Pérez et. al, 2006). “… Es importante destacar que los almidones de alto contenido en amilosa, o los almidones tratados con ácidos, permiten la formación más rápida, de geles más firmes, y son también más resistentes a la cocción (debido a la naturaleza cristalina de la amilosa). También resulta primordial informar que los almidones de tapioca, papa y maíz céreo hinchan bien, dan una viscosidad elevada y, aun en frío, retrogradan poco (sobre todo el almidón de maíz céreo), asociándose esto a su alto contenido en amilopectina y bajo en amilosa…” (Cheftel, 1976: 125). El envejecimiento o almacenamiento del almidón gelificado, genera una mayor proporción de enlaces de puentes de hidrógeno intermoleculares entre las amilosas, las cuales tienen el tiempo suficiente para alinearse de tal forma que varios enlaces de hidrogeno pueden formarse entre varias cadenas adyacentes. Los enlaces hidrógeno entre moléculas de amilosa reemplazan a los que están entre amilosa y agua. Seguidamente, se produce la recristalización, donde los cristales empiezan a formarse acompañados de un aumento gradual de la rigidez y de una sinéresis (separación de fases entre el polímero y el disolvente). Este fenómeno de recristalización ocurre por agregación de moléculas lineares, y es conocido con el nombre de “retrogradación”, la cual se manifiesta por la formación de precipitados o geles y endurecimiento. Se han identificado en el proceso de retrogradación, dos procesos separados, por un lado la gelificación (solidificación) fuera de los gránulos, de las moléculas exudadas de amilosa después de la gelatinización y por otro lado, la recristalización de la amilopectina que normalmente permanece dentro de los gránulos hinchados. Es de gran importancia destacar que la gelificación de la amilosa se completa en horas, mientras que la cristalización de la amilopectina lleva más tiempo (Bello-Pérez et. al, 2006; Cheftel, 1976). La retrogradación es un fenómeno complejo que va a influir en la textura, aceptabilidad y digestibilidad, de los alimentos en los cuales se genere. Por otra parte, la velocidad de retrogradación, depende de varios factores, entre ellos se pueden mencionar: la fuente de almidón, concentración de almidón, peso molecular, pH, regímenes de calentamiento y enfriamiento, presencia de solutos como azúcares, lípidos y electrolitos. Por ejemplo, la tendencia a la retrogradación se ve incrementada con bajas temperaturas y a pH neutro; el almidón de trigo, maíz y arroz necesita calentarse más para espesar. 3.1.5.1.4 Almidón Resistente La amilosa retrogradada constituye una forma de “almidón resistente” (AR), ya que no es absorbida por el intestino delgado de las personas sanas, es decir, escapa a la acción de las enzimas digestivas, y por tal motivo puede ser considerado como una fibra dietética. Este almidón resistente se forma durante la cocción, y su concentración o formación en los alimentos se encuentra fuertemente relacionado con la proporción amilosa/amilopectina y con la longitud de las cadenas de estos polímeros. Como uno de los progenitores del concepto de AR, se puede mencionar al proyecto multinacional “EURESTA”, constituido por distintos grupos de la Comunidad Europea. Otras figuras importante son Englyst et al. (1992), que propone una clasificación nutricional del almidón, estableciendo tres subtipos de almidón resistente, de acuerdo a la velocidad y extensión de la hidrólisis por la amilasa pancreática. Estos son: almidón rápidamente digerible (ARD), almidón lentamente digerible (ALD) y almidón resistente (AR) o aquellos que no se digieren en ningún grado. Ésta última porción, consta a su vez, de diferentes fracciones que contribuyen al total del almidón indigestible en los alimentos. El AR tipo I corresponde al almidón indigestible debido a barreras físicas en la matriz del alimento, y puede encontrarse en las legumbres, donde el grano de almidón se encuentra atrapado dentro del tejido vegetal; el AR tipo II es pobremente susceptible a la digestión enzimática, correspondiendo a fracciones no gelatinizadas de almidón; y el AR tipo III se debe a los cambios que ocurren en las moléculas de amilosa y amilopectina cuando son sometidas a procesos de calentamiento y enfriamiento. Por lo tanto el AR tipo III representa al almidón que recristalizó luego de la gelatinización, es decir que corresponde a porciones de almidón retrogradado. A continuación se detalla una clasificación nutricional del almidón que permite identificar que almidones de distinta fuente o en distinto estado físico, son digeridos de modo diferente. Tabla 4: Clasificación nutricional del almidón Clasificación nutricional del almidón Posible digestión en intestino delgado Tipo de almidón Almidón rápidamente digerible (RDS) Ejemplo de alimentos Alimentos amiláceos recientemente cocidos. Rápido Almidón lentamente digerible (SDS) Mayoría de los cereales crudos Lenta pero completa Almidón resistente (RS) 1. Almidón físicamente inaccesible Granos y semillas parcialmente molidos Resistente 2. Gránulos de almidón resistente, RS2 Papa cruda y banana Resistente 3. Almidón retrogradado, RS-3 Papa, pan y avenas refrigerada, cocinados Resistente 4. Almidón quimicamente modificado, RS-4 Modificación inducida Resistente Fuente: Englyst et. al. (1992). Para investigar la formación de AR se ha estudiado la digestibilidad de los carbohidratos in vivo, logrando caracterizar las fracciones de almidón que no son susceptibles a la hidrólisis enzimática intestinal (Johnson & Gee, 1996), y se ha establecido que el grado de polimerización (GP*) de los glucanos cristalinos involucrados en la formación de AR, varía entre 19 y 26. Se pueden diferenciar tres poblaciones según el grado de polimerización: de bajo peso molecular (GP 1-5), de tamaño intermedio (GP 13-38) y de alto peso molecular (GP>100). Existen numerosos procedimientos para cuantificar el contenido de AR en los alimentos, dentro de los más destacados, podrían mencionarse los protocolos descritos por Englyst et al. (1992), Muir &O`Dea (1992), Akerberg et al. (1998) y el más reciente Mac Cleary & Monoghan (2002) (Tovar et. al, 2006). (*) Grado de polimerización (n): indica cuantas unidades repetitivas se encuentran en un polímero, se suele indicar este número con una n al final de los corchetes que indican la unidad monomérica. El contenido de almidón resistente puede presentar modificaciones por efecto del procesamiento de los alimentos, interviniendo en ello parámetros de humedad, temperatura y cantidad de ingredientes amiláceos utilizados. Existen una serie de estudios realizados respecto a dicho fenómeno, y en resumen de ellos, se puede establecer que: el tiempo de almacenamiento lleva a un aumento del contenido de AR y una disminución del almidón disponible; también se vio que la refrigeración posterior a la cocción incrementa el contenido de AR total, proceso explicado por la retrogradación del almidón. Por ejemplo, las papas conservadas a -20ºC, pasaron de un contenido de AR total de 3,38 a 7,35% (materia seca). Los alimentos que requieren de un proceso de secado, como es el caso de los alimentos deshidratados, llevan a una destrucción de las barreras físicas que presenta el almidón, por ejemplo en las legumbres, permitiendo un ataque más fácil por las enzimas digestivas (Tovar et. al., 2006). Los almidones resistentes tipo I y tipo II, son muy sensibles al proceso industrial, por tal motivo se considera una mejor estrategia aumentar las fracciones del AR tipo III mediante la retrogradación del almidón. Pero, para ello, es necesario considerar que las cadenas polisacáridas más cortas son las que presentan una mayor tendencia a la retrogradación, pero a su vez hay evidencias que indican que si la longitud de la cadena es muy corta, la reorganización de las moléculas poliméricas resulta retardada y por lo tanto la retrogradación del almidón resulta atenuada. Generalmente, los procesos que buscan obtener AR, utilizan almidón de maíz alto en amilosa, que presenta una mayor tendencia a la retrogradación. 3.1.5.1.5 ¿Almidón resistente o Fibra dietética? Como se mencionó anteriormente, el AR puede ser considerado como una fibra dietética (FD), debido a que resiste a la digestión en el intestino delgado, pero para un mayor entendimiento de ello es necesario remontarse a los orígenes de la definición de la FD. Ésta ha sido tradicionalmente definida como polisacáridos no amiláceos que escapan a la digestión en el intestino delgado (Trowell et al., 1976), incluyendo esta definición a los polisacáridos vegetales y la lignina. Con el tiempo fueron surgiendo modificaciones en esa definición, y en el año 2001 la American Association of Cereal Chemist definió: “la fibra dietética es la parte comestible de las plantas o hidratos de carbono análogos que son resistentes a la digestión y absorción en el intestino delgado, con fermentación completa o parcial en el intestino grueso. La fibra dietética incluye polisacáridos, oligosacáridos, lignina y sustancias asociadas de la planta. Las fibras dietéticas promueven efectos beneficiosos fisiológicos como el laxante, y/o atenúa los niveles de colesterol en sangre y/o atenúa la glucosa en sangre” (Escudero et. al, 2006). Como definición más reciente encontramos la establecida por “Dietary Reference Intakes” (2001) la cuál añade a la definición previa de fibra dietética el concepto nuevo de fibra funcional o añadida que incluye otros hidratos de carbono absorbibles como el almidón resistente, la inulina, diversos oligosacáridos y disacáridos como la lactulosa. Ahora la fibra total es la suma de la fibra dietética mas la funcional y ésta es la definición que rige actualmente. Aquí aparece el concepto de almidón resistente como un tipo de fibra, y después de varios estudios se demostró que tanto el AR como la FD ejercen un efecto protector de la mucosa colónica. Generalmente la FD es clasificada en soluble e insoluble. El AR, aún siendo un constituyente mayoritariamente insoluble, por su fermentabilidad potencial, se podría englobar dentro de los compuestos que constituyen la fibra dietética soluble. En muchos alimentos, la mayor parte, sino toda la fibra dietética presente está constituida por almidón resistente. Así, las fracciones indigeribles debidas a retrogradación del almidón son cuantificadas como fibra dietética insoluble por los métodos enzimáticosgravimétricos (Tovar et al., 2006) Hay varias clasificaciones establecidas para la fibra dietética, pero a continuación se detallarán tres clasificaciones, donde puede verse claramente que el AR es ubicado dentro de la fibra soluble. Estos datos fueron obtenidos de un artículo de Escudero et. al., publicado en Nutrición Hospitalaria en el año 2006. Figura 4: Clasificación de la Fibra Dietética Fuente: Ha et. al. (2000). Figura 5: Clasificación de la fibra según grado de fermentabilidad Fuente: García Peris P (2000) Tabla 5: Clasificación de la fibra según grado de hidrosolubilidad. TIPO DE FIBRA CARACTERÍSTICAS »Lignina Insoluble en agua Celulosa "fibra insoluble" Hemicelulosa (tipo B) FIBRA » Polisacáridos no almidónicos Sustancias análogas a la fibra Hemicelulosa (tipo A) Pectinas Gomas Mucílagos Otros polisacáridos Soluble en agua "fibra soluble" » Inulina » Fructooligosacárido En su mayoría » Almidón resistente Soluble en agua » Azúcares no digestibles Fuente: Nutrición Hospitalaria (2006) 21 (Supl. 2:64). La descripción de las propiedades fisicoquímicas del almidón resulta de extrema importancia en este trabajo, debido a que producen cambios en el estado físico del almidón determinando su digestibilidad, y ésta su calidad nutricional. Para un mayor entendimiento de ello, se puede citar un trabajo realizado por Chung et al. (2006), en el cual se estudió el efecto de la gelatinización y retrogradación en la digestión enzimática de almidón de arroz. En él se llego a la conclusión que estos procesos generadores de cambios en la microestructura del almidón, determinan la digestibilidad del mismo, siendo el estado amorfo (desordenado) del almidón, más accesible por las enzimas digestivas que el estado cristalino (ordenado). 3.2 Diabetes Mellitus (DM) 3.2.1 Definición y características de la enfermedad. La diabetes es una enfermedad crónica o un disturbio metabólico crónico caracterizado por la mayor o menor capacidad del organismo de utilizar glucosa. Estas alteraciones metabólicas se producen por un desequilibrio endócrino como consecuencia de la carencia de insulina efectiva disponible, que interfiere a su vez con la actividad de otras hormonas. En el desarrollo de la diabetes están involucrados varios procesos patogénicos: que van desde la destrucción autoinmune de las células β del páncreas, resistencia periférica a la insulina, hasta anomalías en el metabolismo de hidratos de carbono, proteínas y grasas, por la acción deficiente de insulina sobre los tejidos (Torresani y Somoza, cap.7: 333). La definición exacta de la diabetes ha sido difícil de establecer, diversas instituciones generaron similares definiciones de la enfermedad: Según lo establecido por la International Diabetes Federation (IDF), “la diabetes es reconocida como un grupo heterogéneo de trastornos que presentan como elementos comunes hiperglucemia e intolerancia a la glucosa, debido a la deficiencia de insulina, deterioro de la eficacia de la acción de la insulina, o ambos”. La American Diabetes Association (ADA) la define como "un grupo de enfermedades metabólicas caracterizadas por hiperglucemia como resultado de defectos en la secreción de insulina, la acción de la insulina, o ambos." Por lo tanto, a pesar de la amplia presentación clínica de la DM, en ella se encuentra un denominador común que es la hiperglucemia o la intolerancia a la glucosa. Ésta puede estar asociada a una producción defectuosa de insulina o destrucción autoinmune de las células beta o insensibilidad a la insulina o a una respuesta deficiente del tejido (tejidos diana), sobre el que actúa esta hormona (insulinoresistencia). Sin insulina eficaz surge hiperglucemia, la cual será la principal responsable de las complicaciones a corto y largo plazo de esta enfermedad crónica. La hiperglucemia crónica se asocia en el largo plazo a lesiones, disfunción e insuficiencia de diferentes órganos, especialmente los ojos, riñones, nervio, corazón y vasos sanguíneos. 3.2.2 Relación entre glucemia e insulina La insulina es segregada por las células β de los islotes de Langerhans del páncreas por diversos estímulos, dentro de los cuáles el más importante es el nivel de glucosa en sangre, siendo la hiperglucemia la que estimula la secreción de insulina y la hipoglucemia la que la inhibe. Otros factores, como los niveles plasmáticos de aminoácidos (en especial arginina y leucina), ácidos grasos de cadena corta (butírico, propiónico y valeriánico) y cuerpos cetónicos, también aumentan la secreción endógena de insulina. Los fármacos del grupo de la sulfonilurea son otros estimulantes de esta secreción. La insulina es la hormona anabólica más importante del organismo e interviene en el almacenamiento de los hidratos de carbono, ya sea en hígado y músculo como glucógeno, o en tejido adiposo como grasa (Torresani y Somoza). Es necesaria para que la glucosa entre en la célula y proporcionar energía, manteniendo de esta forma los niveles de glucosa en sangre, dentro de límites aceptables; la glucemia es básicamente regulada por el hígado y el páncreas. La insulina ayuda a reducir la glucosa en sangre a tres niveles: músculos, grasas e hígado. “… En este último, aumenta la captación de glucosa y la síntesis de glucógeno a partir de glucosa; disminuye la producción de glucosa por inhibición de glucogenolisis y gluconeogénesis. En el músculo y tejido adiposo acelera la entrada de glucosa, actuando sobre los mecanismos de difusión facilitada de la membrana citoplasmática. Una vez dentro de la célula, facilita la entrada al interior de las mitocondrias y retículo endoplasmático liso, con lo cual se facilita también su utilización y la producción de energía…” (Torresani, 2007:636), es decir que facilita la absorción de glucosa en el tejido muscular y en el adiposo, ya que cualquier exceso de glucosa se almacena en forma de glucógeno o en forma de grasa respectivamente. Otros efectos que se atribuyen a esta hormona, es la regulación del balance entre el depósito y utilización de ácidos grasos a través del aumento de la lipogénesis y la disminución de la lipólisis; favorece la conversión de proteínas y restringe el uso de aminoácidos en la síntesis de glucosa; en el músculo, facilita el transporte de aminoácidos a través de las membranas y aumenta la síntesis de proteínas (efecto anabólico) (Torresani, 2007; IDF, 2002). El páncreas del paciente con DM no produce insulina, o la produce en cantidad insuficiente, y, además, el organismo es incapaz de utilizarla del modo adecuado, es decir que los tejidos diana tienen una respuesta deficiente, permaneciendo en el torrente sanguíneo y generando las hiperglucemias (aumento de la glucosa en sangre). Figura 6: Producción y acción de insulina Fuente: IDF, Diabetes Atlas, 4º edición (2009). 3.2.3 Clasificación de la DM: evolución Antiguas clasificaciones se centraban en el tratamiento de la enfermedad y no en la causa de la hiperglucemia, y terminologías anteriores incluían distinciones tales como "diabetes no insulino-dependiente", "diabetes insulinodependiente" y "diabetes de aparición tardía." Entre ellas, se puede mencionar la clasificación establecida por “National Diabetes Data Group (NNDG)”, en 1979, la cual diferencia entre: Según manifestaciones clínicas y tratamiento: - Diabetes Mellitus tipo I o insulinodependiente o juvenil. - Diabetes Mellitus tipo II o insulino no dependiente o del adulto. - Estadio de intolerancia a la glucosa. Según la patogénesis: - Diabetes gestacional. - Diabetes asociada a malnutrición. Para poder establecer un mejor tratamiento, se instauró otra clasificación, centrada en el origen de la enfermedad, donde se eliminan los términos insulinodependientes o no dependientes, se mantienen los tipos 1 y 2 pero reemplazando los números romanos por arábigos, se retira la clasificación diabetes por malnutrición, a la cual se la reclasificó como enfermedad del páncreas exócrino, manteniéndose el estadio de intolerancia a la glucosa y la diabetes gestacional (Torresani y Somoza, capítulo 7). En el año 1997, la ADA revisó y modificó los criterios de diagnóstico y clasificación de la DM, basándose en la etiología y la presentación clínica de la enfermedad. En el mismo año, y posteriormente en 2003, “The Expert Committee on the Diagnosis and Classification of Diabetes Mellitus”, reconoció un grupo intermedio de sujetos cuyo niveles de glucemia no respondían a los criterios de DM y eran muy altos para ser normales, que corresponden al estadio de intolerancia a la glucosa o glucemia alterada en ayuno (GAA). Los pacientes con estos trastornos y / o intolerancia a la glucosa son a quienes se refieren como "pre-diabetes", indicando el riesgo relativamente alto que presentan para el desarrollo de la enfermedad (ADA, 2009). En base a lo mencionado anteriormente la DM presenta la siguiente clasificación: - Diabetes Mellitus tipo 1 (DM tipo 1) - Diabetes Mellitus tipo 2 (DM tipo 2) - Diabetes Mellitus gestacional (DMG) - Otros tipos específicos de diabetes. - Intolerancia a la glucosa o GAA. Esta última clasificación establecida por la ADA y también compartida por otras organizaciones, como la IDF, es la que continúa vigente en la actualidad. Todos los tipos de diabetes se asocian con hiperglucemias; sin embargo, sus causas, gravedad y otras características clínicas son diferentes. Como se mencionó anteriormente en este trabajo se desarrollará la Diabetes Mellitus tipo 2. 3.2.4 Epidemia de la DM La ADA, en 1993, establecía que “la DM afecta a unos 13 millones de norteamericanos, que representan el 5.2% aproximadamente de la población total de Estados Unidos y 6.6% de la población de 20 a 74 años de vida. Aproximadamente 6.5 millones de norteamericanos (casi el 3%), tienen diabetes diagnosticada y otros 6.5 millones no se ha hecho el diagnóstico, por ello no hay notificación de tales casos”. En el 2000, el número de personas que padecían de diabetes en las Américas fue estimado en 35 millones, de estas, 19 millones (54%) vivían en América Latina y el Caribe (King et. al., 1998). La OMS afirma que en el año 2000 había 115 millones de personas con Diabetes en el mundo y estima que en el 2030 serán 284 millones. En los últimos decenios, esta enfermedad ha aumentado considerablemente, convirtiéndose en una causa importante de morbilidad y mortalidad en los Estados Unidos, aumentando también su prevalencia en el resto del mundo y existiendo un amplio número de individuos que presenta Diabetes sin ser diagnosticada aún. En el 2006, ya había 230 millones de afectados, estimándose un total de 350 millones para los próximos 20 años. Sin embargo, la DM no está homogéneamente distribuida. El National Health and Nutrition Evaluation Survey (NHANES) ha establecido que la prevalencia de diabetes es mayor en los negros no hispanos y los mexicanos-americanos que en los blancos no hispanos (ADA, 2010). La edad es otro factor que está directamente relacionado con el riesgo de padecer diabetes, siendo esta característica común en todos los grupos étnicos. Se ha estimado que entre 1995 y 2025, el número de personas con diabetes en el mundo aumentará en un 122%. Además, se espera que la prevalencia de la diabetes en los países desarrollados aumentará un 27% en la población adulta, y la prevalencia en los países subdesarrollados se incrementará en un 42%. Ajustados por cambios en la población, esto constituiría un aumento del 170% en el número de personas con diabetes de 1995 a 2025 (ADA, 2010). El envejecimiento demográfico y la creciente urbanización, conjuntamente con los grandes cambios en el estilo de vida que llevan a la obesidad y el sedentarismo, son los determinantes del incremento progresivo de la prevalencia de la enfermedad en cuestión, con un predominio de la DM tipo 2 que va de la mano de la epidemia de la obesidad. El 90% de los diabéticos son tipo 2, un 8% tipo 1 y el resto son de clasificación imprecisa o son secundarias a otras patologías. Tabla 6: Cantidad de personas con DM de 20 a 79 años de edad, estimadas para el años 2010 y 2030 Año 2010 PAISES 1. India 2. China 3. Estados Unidos 4. Federación de Rusia 5. Brasil 6. Alemania 7. Pakistán 8. Japón 9. Indonesia 10.México Millones 50.8 43.2 26.8 9.6 7.6 7.5 7.1 7.1 7 6.8 Año 2030 PAISES 1. India 2. China 3. Estados Unidos 4. Pakistán 5. Brasil 6. Indonesia 7. México 8. Bangladesh 9. Federación de Rusia 10. Egipto Millones 87 62.6 36 13.8 12.7 12 11.9 10.4 10.3 8.6 Fuente: IDF Diabetes Atlas, 4th ed (2009) Figura 7: Número de personas con DM, por grupo de edad (2010 y 2030) Fuente: IDF Diabetes Atlas, 4th ed (2009). En el año 2000, la OMS calculó la prevalencia de diabetes en la “Región de la Américas”, identificando un total de 1.426.000 diabéticos, y estimando que este valor llegaría a 2.457.000 en el año 2030. En Argentina entre el 5 y el 7% de la población padece DM, calculándose un total de dos millones de individuos que la padecen, mientras que 800.000 lo desconocen (Rosón, 2007). Para la IDF, en el año 2007, en la población argentina de 20 a 79 años, había 24.952 individuos que padecían de diabetes, representando el 6% de la prevalencia nacional y se proyectó que para el 2025 este número sería de 31.093 diabéticos. 3.2.5 Diabetes Mellitus tipo 2 La DM tipo 2 es la de mayor prevalencia representando el 90-95% de los casos de diabetes y desarrollándose con mayor frecuencia a una edad intermedia o después de los 40 años, aunque podría ocurrir antes. Hay estudios que demuestran que cada vez es mayor la cantidad de niños que desarrollan diabetes tipo 2. La alteración básica reside en la resistencia a la acción de la insulina a nivel de los tejidos, principalmente en el hígado y en el músculo. Generalmente, es una combinación de la insulino-resistencia (frecuentemente asociada a obesidad) y una inadecuada respuesta secretora compensatoria, ya que puede haber desde un déficit relativo de insulina hasta el requerimiento de su aporte exógeno para sobrevivir (en el menor de los casos) (Krause, 1996; Torresani y Somoza). Los individuos que presentan este tipo de diabetes son un grupo heterógeneo de pacientes, donde la mayoría son obesos y/o con distribución de grasa predominantemente abdominal, con fuerte predisposición genética no bien definida (multigénica), y es ésta condición la que produce algún grado de resistencia a la insulina, presentando niveles de insulina plasmática normal o elevada (ADA, 2009). En ellos la presentación clínica generalmente es de inicio insidioso, pueden permanecer asintomáticos durante períodos variables de tiempo, pudiendo haber presentado elevaciones silenciosas de la glucemia, o bien, puede ir acompañada de síntomas muy sutiles, por lo que con frecuencia se detecta por un análisis de sangre. Los síntomas clásicos de la DM como la poliuria, polidipsia y la pérdida de peso o polifagia, se deben a la gran cantidad de glucosa en orina, por ello es posible que estos síntomas no aparezcan en los individuos con DM tipo 2 (Manual de la Clínica Mayo, 1997). Estos individuos, no tienen predisposición a mostrar cetoacidosis, excepto en etapas de estrés intenso. 3.2.5.1 Patogénesis En la patogénesis de este tipo de DM, hay muchos genes asociados, observándose que algunas personas presentan un solo defecto genético, mientras que otras presentan múltiples defectos genéticos. Esto podría explicar por qué la diabetes de algunas personas es más fácil de tratar que la de otras (IDF, 2002). En las primeras etapas de la enfermedad o aún antes de su manifestación clínica, el individuo genéticamente determinado responde a la carga de alimentos con una exagerada respuesta insulínica, la cuál es la principal determinante de la aparición de obesidad como diagnóstico previo al de la enfermedad de base (Rosón, 2007). Con el envejecimiento o la edad avanzada la cantidad de insulina necesaria aumenta, así como también se produce una pérdida de las células beta, siendo este un proceso normal. De esta forma la cantidad de insulina necesaria excede a la producción de insulina, llevando un aumento de la glucosa en sangre. “… Por lo tanto, en los individuos con DM tipo 2 los niveles de insulina endógena pueden ser normales, menores o mayores, pero son inadecuados para superar la resistencia concomitante a la hormona, que es lo que se denomina “insensibilidad a la insulina” dada por una menor sensibilidad de los tejidos o menor reactividad a la insulina. Como consecuencia de esta combinación aparece hiperglucemia…” (Krause, 1996: 703). En un primer momento, para compensar la insensibilidad a la insulina, el páncreas aumenta la producción de insulina por encima de lo habitual generando niveles excesivamente altos de insulina en sangre (hiperinsulinemia). Este proceso mantenido en el tiempo, favorece el agotamiento de las células beta y la disminución de la producción de insulina, e inclusive puede generar la pérdida de células beta. Las personas con DM tipo 2 pierden un 7% de la función de sus células beta cada año, ya que este tipo de DM es una afección progresiva, y la deficiencia de insulina empeora con el tiempo. En algunas personas la “insuficiencia primaria”, no sucede hasta una edad muy avanzada, existiendo otras que nacen con insensibilidad a la insulina y su páncreas produce más insulina de lo normal en un esfuerzo por superar dicha insensibilidad (IDF, 2002). Las alteraciones en la producción de insulina producen una disminución de la absorción de glucosa por parte del tejido muscular y el hígado. Se puede producir descomposición proteica en la diabetes tipo 2, sin embargo es bastante menos pronunciada que en la diabetes tipo 1. El hígado contribuye a que se produzca la hiperglucemia, al descomponer y liberar glucosa almacenada (glucólisis) y, en menor grado, al producir nueva glucosa (gluconeogénesis) (IDF, 2002). Figura 8: Insensibilidad a la insulina en la diabetes tipo 2. Fuente: IDF, 2002. En los pacientes con diabetes tipo 2 la secreción de insulina es defectuosa e insuficiente para compensar la resistencia a la insulina (ADA, 2009) Figura 9: Efectos de la resistencia a la insulina en la diabetes tipo 2 Fuente: IDF, 2002. Parte de esta glucosa sobrante, es absorbida por el tejido adiposo o por el hígado y convertida en triglicéridos. El almacenamiento de los triglicéridos, genera hígado graso que va asociado a la insensibilidad a la insulina (IDF, 2002). La toxicidad por glucosa que se produce, complica los problemas iniciales culminando en una hiperglucemia persistente. La DM tipo 2 es una enfermedad progresiva que con el transcurso de los años, su control metabólico se va deteriorando. La insulinoresistencia puede mejorar con la reducción de peso y / o el tratamiento farmacológico de la hiperglucemia, pero rara vez alcanza la normalidad (ADA, 2009). Hay otros factores asociados a la patogénesis de la DM tipo 2, como ser la nutrición fetal insuficiente que podría causar un descenso de la formación de células beta; existe la teoría del Gen ahorrador como desencadenante de este tipo de DM (IDF, 2002). A modo de resumen, son tres efectos los que pueden influir en la aparición de DM tipo 2: 1) Secreción anormal de insulina, en las personas con DM tipo 2 se pierde la liberación aguda e inicial de la hormona. 2) Disminución en la captación de glucosa a nivel celular que se refleja por incremento en los niveles de glucemia posprandial. Esta resistencia a la insulina puede deberse a defectos a nivel del receptor celular, o ser de tipo posreceptor. 3) Aumento en la liberación de glucosa por el hígado, en las primeras horas de la mañana, que generan hiperglucemias en ayunas. Como se mencionó anteriormente, la mayoría de las personas con este tipo de diabetes son obesas, y la obesidad por sí misma causa algún grado de resistencia a la insulina. El riesgo de desarrollar esta forma de diabetes aumenta con la edad, la obesidad y la falta de actividad física (ADA, 2009). 3.2.5.2 Etiología de la Diabetes Mellitus tipo 2 A la DBT tipo 2, no se le conoce una etiología exacta, presenta una fuerte relación genética, pero los genes de susceptibilidad principales aún no han sido identificados, así como también son importantes los factores ambientales. No se ha encontrado algún vínculo con tipos de HLA (antígenos del locus de histocompatibilidad) tisular específico, pero estudios en gemelos han demostrado que hay una concordancia de 50 a 75% respecto a diabetes (Maclaren y Atkinson, 1992). Existe una amplia variedad de factores desencadenantes y/o de riesgo (IDF, 2002): Factores desencadenantes: Historia familiar. Sedentarismo. Sobrepeso u obesidad abdominal. Edad: > 40 años. Factores de riesgo: Embarazo o antecedentes de parto de bebés macrosómicos. Factor genético. IMC ≥ 27 Kg/m2. Parientes de primer grado con diabetes. Pertenecer a una población de alto riesgo. Antecedentes de alteración de la tolerancia a la glucosa, alteración de la glucosa en ayunas; diabetes gestacional, hipertensión arterial (Presión arterial ≥ 140/90 mm Hg), enfermedad vascular, niveles no deseables de lípidos (HDL <35 o TG>250 mg/dl) o dislipidemia. Enfermedad del ovario poliquístico. Acanthosis nigricans. Esquizofrenia. 3.2.5.3 Diagnóstico Los síntomas y signos de esta enfermedad suelen pasar desapercibidos, en caso de existir, pueden ser poliuria, polidipsia y polifagia, trastornos visuales, fatiga, pérdida de peso, infecciones. No existe predisposición a la cetoacidosis y rara vez se detectan anticuerpos (ADA, 2002). En este tipo de DM, el diagnóstico se hace a menudo de las complicaciones asociadas, pero para el diagnóstico definitivo se utiliza la determinación de glucosa en suero o plasma. Se consideran valores normales de glucemia plasmática en ayuno (GPA), considerando el ayuno como la ausencia de la ingesta calórico durante 8 hs como mínimo, cuando la misma es < 100 mg/dl (5,6 mmol/l). Cuando la GPA es de 100-125 mg/dl (5.6 - 6,9 mmol/l) se considera alteración de la glucemia en ayuno (GAA); y si la GPA es ≥ 126 mg/dl (7,0 mmol/l) se interpreta como un diagnóstico provisional de DM que debe ser confirmado según los criterios diagnósticos que se detallarán posteriormente. Si se utiliza la “prueba oral de tolerancia oral de la glucosa (POTG)", se considera GPA normal cuando el resultado es < 140 mg/dl (7,8 mmol/l) 2 horas después de realizado el test (ADA, 2009). La ADA (2009) establece que existen tres métodos para diagnosticar la DM, y cada uno, en ausencia de hiperglucemia inequívoca, debe ser confirmado por pruebas repetidas, en un día diferente. Los métodos son los siguientes: en un día posterior, 1) GPA (mín. 8 hs.) ≥ 126 mg/dl (7,0 mmol/l), ó 2) Glucemia plasmática casual ≥ 200 mg/dl (11,1 mmo/l), en cualquier momento del día sin ayunos previos, más los síntomas clásicos de la hiperglucemia que incluyen poliuria, polidipsia y pérdida de peso inexplicable, ó 3) Glucemia plasmática ≥ 200 mg/dl (11,1 mmol/l), 2 hs. después de la POTG, que debe realizarse según lo descripto por la OMS, utilizando una carga de glucosa que contiene el equivalente a 75 g de glucosa anhidra disuelta en agua. El uso de la hemoglobina glicosilada (A1c) para el diagnóstico de la diabetes no es recomienda en este momento. Tabla 7: Diagnostico de la Diabetes Mellitus según diferentes fuentes NORMAL ALTERACION DE LA TOLERANCIA A LA GLUCOSA DIABETES Glucemia Plasmática en ayuno < 6,1 mmol/L < 110 mg/dl de 6,1 a 6,9 mmol/l * de 110 a 125 mg/dl ≥ 7,0 mmol/l ≥ 126 mg/dl Glucemia tras 2hs de prueba de tolerancia oral < 7,8mmol/L < 140 mg/dl de 7,8 a 11 mmol/l ** de 140 a 199 mg/dl ≥ 11,1 mmol/l ≥ 200 mg/dl Glucemia Causal ≥ 200 mg/dl Fuente: OMS 2002, IDF 2002, CDA 2003 * Valores de muestras de plasma venoso. ** La confirmación del diagnóstico depende de que se repitan los valores en un día distinto, a menos que estén presentes hiperglucemia inequívoca y descompensación metabólica. La ADA (2009) considera valores normales de glucemia en ayuno: < 100 mg/dl (5,6 mmol/l). Para realizar un diagnóstico diferencial entre DM tipo 1 y DM tipo 2, existen las siguientes pruebas (IDF, 2002): - Cetonas en orina: indica una deficiencia insulínica y apunta hacia el diagnóstico de diabetes tipo 1. - Anticuerpos: asociados con la destrucción de células beta (anticuerpos contra las células de islote o anticuerpos GAD) para el diagnóstico diferencial. Las pruebas de insulina no distinguen la insulina endógena de la inyectada. - Péptidos C: su disminución es un indicador de una reducción de la producción de insulina endógena y apunta a un diagnóstico de diabetes tipo 1 (la proinsulina, precursora de la insulina endógena, está formada por dos cadenas circulares de péptidos, al ser liberada, la proinsulina se divide en proteína insulina y cadena de péptidos C). 3.2.5.4 Tratamiento Dietoterápico en la Diabetes Mellitus tipo2 Krause (1996), establece que “la diabetes es una enfermedad crónica que obliga a cambios permanentes. Su atención y control incluye nutrioterapia médica (MNT), medicamentos, ejercicio, vigilancia seriada de la glucemia y enseñanza en aspectos de autoasistencia/modificación conductual”. El tratamiento dietoterápico es el elemento clave en la prevención de la DM tipo2 constituyendo a su vez el principal elemento terapéutico en la optimación del control metabólico en estos individuos. Pero, es una de las principales metas en el tratamiento de esta enfermedad, debido a su elevado índice de fracasos relacionados con la complejidad y bajo cumplimiento (Pérez y Pedragos). Varios estudios realizados en personas sanas y/o con alteración de la tolerancia a la glucosa, han demostrado que la DM tipo 2 se puede prevenir y retrasar al menos a corto plazo con modificaciones en el estilo de vida, es decir, mediante la intervención dietoterápica más el complemento de la actividad física. Entre estos estudios, se pueden mencionar (IDF, 2006): - El estudio “Da Qing and Diabetes Study”, de China (1997). - El Estudio Finlandés “The Finnish Diabetes Prevention Study”, sobre Prevención Diabética (2001) - Programa de Prevención de la Diabetes (DPP), de Estados Unidos (2002). - Estudio para Prevenir la Diabetes Mellitus No Insulinodependiente (Study to Prevent Non Insulin-Dependent Diabetes Mellitus, STOP-NIDDM trial), estudio multicéntrico (2002). El control de la ingesta calórica total constituye la medida dietética más importante, ya que contribuye a la reducción de los niveles de glucemia, y esto es aún más notorio con un descenso ponderal. “… La pérdida moderada de peso, sea cual sea el peso inicial, aminora la hiperglucemia, la resistencia a la insulina, la dislipidemia y la hipertensión arterial…” (Krause, 1996: 708). Se ha demostrado que la propia restricción calórica y la pérdida moderada de peso (4.5 a 9.0 kg) mejoran el control de la diabetes, incluso si no se alcanza el peso corporal deseable (Watts y col., 1990; Wing y col., 1987). Si se analizan los objetivos establecidos por diversas instituciones dedicadas a la DM, se pueden definir: El objetivos general del tratamiento dietético en la DM tipo 2, es aportarle al individuo las herramientas necesarias para lograr los cambios en su estilo de vida que lo conduzcan al máximo control metabólico y a prevenir las complicaciones de la enfermedad. Los objetivos específicos de la DM tipo 2 son: 1) Instituir una ingesta nutricionalmente adecuada con un nivel calórico dirigido a lograr y/o mantener un peso deseable. 2) Prevenir las complicaciones agudas (hipoglucemias e hiperglucemias) y retardar la aparición de las complicaciones crónicas (nefropatías, neuropatía gastrointestinal, hipertensión y anormalidades de lípidos). 3) Lograr y mantener un control metabólico óptimo, incluyendo (ADA, 2007): Los niveles de glucosa en sangre en el rango normal o lo más normal y seguro como sea posible para prevenir o reducir el riesgo de complicaciones de la diabetes. Un perfil óptimo de lípidos y lipoproteínas que reduce el riesgo de enfermedad macrovasculares. Los niveles de presión que reduzcan el riesgo de enfermedad vascular. 4) Realizar educación diabetológica al paciente y a la familia. 5) Definir o establecer las necesidades nutricionales individuales, teniendo en cuenta las preferencias personales y culturales y el estilo de vida, respetando los deseos del individuo y la voluntad de cambio. 6) Promover hábitos alimentarios saludables y la realización de actividad física para reducir la resistencia a la insulina y mejorar el estado metabólico. Para poder alcanzar estos objetivos no basta solamente con el plan de alimentación, se requiere también de la actividad física, la educación diabetológica y en algunos casos la farmacoterapia (Torresani y Somoza). Los individuos con DM tipo 2, pueden responder solo con la dieta, o requerir algún hipoglucemiante oral para corregir hiperglucemias sintomáticas o persistentes. Sin embargo con el tiempo el páncreas se agota, y muchos requieren de insulina para mejorar el control de la enfermedad. La IDF (2002), establece que alrededor del 50% de las personas con diabetes tipo 2 requiere una terapia con insulina sumada a la medicación oral hipoglucemiante para mantener niveles de glucosa en sangre cercanos a lo normal. Los cambios a favor de un estilo de vida saludable, centrados en estos pilares (dieta adecuada, aumento del ejercicio y moderada pérdida de peso cuando hay exceso) servirían tanto para reducir la progresión hacia la diabetes de una población con riesgo, como para reducir el riesgo de complicaciones cuando la enfermedad ya esta instaurada y para lograr un mejor control metabólico en los individuos con DM tipo 2 (Vilá, 2005). Tabla 8: Criterios de buen control. PARÁMETROS BIOQUÍMICOS DESEABLES Col Total < 200mg/dl Colesterol LDL < 100mg/dl Perfil lipídico Colesterol HDL > 40mg/dl (H) según ATP III > 50mg/dl (M) Triglicéridos < 150mg/dl Hemoglobina glicosilada (Hb A1c) < 7% (objetivo óptimo < 6%) Glucemia plasmática < 110mg/dl (meta deseable <100) en ayuno Glucemia posprandial Proteinuria Cetonuria < 140mg/dl Negativa Negativa, en embarazadas con DM tipo 2 PARÁMETROS CLÍNICOS DESEABLES Tensión ≤ 130/80 mmHg Arterial Indices Antropométricos Según ATP III Reducción de Peso BMI: 20-24,9 Perimetro abdominal: Hombres: < 102 cm Mujeres: < 88 cm Entre 7-10% Fuente: ADA 2007 Estas recomendaciones están basadas en Dietary Guidelines for Americans 2005 y en las recomendaciones nutricionales del Institute the Medicine of National Academies of Sciences, 2002. 3.2.5.4.1 Evolución de las Recomendaciones Nutricionales Las recomendaciones nutricionales en la diabetes han sido modificadas con el tiempo y los cambios más significativos se dieron en los requerimientos de carbohidratos y lípidos. Antes de la era insulínica, los regímenes de alimentación, eran demasiado restrictivos. Frederick Allen observó una mejoría en la supervivencia de las personas con diabetes durante la primera guerra mundial, lo que llevó a preconizar una dieta muy baja en calorías (DMBC) y con escaso aporte de carbohidratos. Así se disminuyó la incidencia de muerte por coma cetoacidótico. Sin embargo, este método sólo la retrasó ya que la muerte sobrevenía como consecuencia de la inanición, por lo que fueron llamadas “dietas de hambre”. Durante los años 20, los planes de alimentación recomendados eran bajas en carbohidratos y con un alto contenido en grasas (hasta el 70%). Después del descubrimiento de la insulina las recomendaciones permitieron un mayor aporte de hidratos de carbono, llegando a los 100 g/día. Posteriormente la proporción de este macronutriente fue incrementándose hasta que en los años 80 se llegó hasta el 60% del aporte calórico (Vilá, 2005). Tabla 9: Recomendaciones nutricionales para personas con diabetes: perspectiva histórica Año Antes de 1921 1921 1950 1971 1986 1999 2000 2004 Distribución de las calorías (%) Carbohidratos Proteína Grasas Tratamiento del hambre o DMBC 20 40 45 <60 50-60 45-60 50-60 10 20 20 12-20 0,86 g/kg 10-20 15-20 70 40 35 <30 ≤ 30 ≤ 35 5-30 Fuente: Vilá, 2005; CDA 1999; EASD 2000; IDF, 2002; ADA 2004 Sea cual fuera la época en la que se establecieron las recomendaciones, el objetivo perseguido era siempre el mismo, el descenso de peso ( ya que es un factor primordial para corregir la resistencia celular a la acción de la insulina, pudiendo generar niveles de glucemia normal), por ello existieron varias dietas restrictivas instauradas en el tratamiento de la DM que son descriptas por Irene Strichar (2006) en “ Diet in the management of weiht loss”, y que constituyen un papel importante en el tratamiento de la DM. - Dieta baja en calorías (DBC) - Dieta baja en carbohidratos (DBHC) - Dieta muy baja en calorías (DMBC) - Dieta muy baja en grasas (DBGR) Las dietas muy bajas en calorías (DMBC) proporcionan de 400 a 800 Kcal/día y consisten en preparaciones comerciales, o alimentos específicos, como la carne y el pescado. Estas dietas deben contener proteínas de alto valor biológico (alta en aminoácidos esenciales) para preservar la masa corporal magra, ácidos grasos esenciales, y acompañarse de suplementos de vitaminas y minerales. Están restringidas para las personas con un BMI superior a 30 kg/m2, que se enfrentan a graves riesgos de salud, y para aquellos que han probado otras estrategias y han fallado (AACE, 1998). Las DMBC generan una pérdida de peso promedio semanal de 1.5-2.5 kg, en comparación con 0.4-0.5 kg en las dietas bajas en calorías. La pérdida de peso promedio en 12-16 semanas es de 20 kg, en comparación con 8 kg en las DBC. Su uso no mejora el mantenimiento de la pérdida de peso, no se recomienda por más de 16 semanas y se las asocia con numerosos efectos y complicaciones adversas, tales como, colelitiasis, pérdida de masa magra, cetosis y aumento de las concentraciones séricas de ácido úrico. La muerte súbita puede ocurrir, raramente, en pacientes vulnerables, con comorbilidades, especialmente si la ingesta energética es menor que 600 Kcal/día (National Heart, Lung and Blood Institute, 1998; National Task Force on the Prevention and Treatment of Obesity, 1998). En la década del 70, las muertes súbitas por DMBC, se atribuyeron a la mala calidad de la proteína de la dieta, déficit de electrolitos, vitaminas y minerales, y un uso prolongado sin supervisión médica adecuada (Dwyer, 2002; Saris, 2001). En general las DMBC se asocian con varios riesgos de enfermedad, pero favorecen una pérdida de peso rápida de 30%-40% (13-32 kg) en 4 meses, y aproximadamente el 30% (7-20kg) del peso corporal en un año (National Heart, Lung and Blood Institute, 1998; National Task Force on the Prevention and Treatment of Obesity, 1998; Saris, 2001; Anderson et al, 2001). Las dietas bajas en calorías (DBC) proporcionan de 500 a 1000 kcal/día, son altas en carbohidratos (55% -60% de la ingesta total de energía diaria), bajas en grasa (<30% de la ingesta de energía) con restringida ingesta de grasa saturada, aportan de 10% a 15% de proteínas, y deben ser ricas en fibra y de un bajo índice glucémico. En general favorecen una pérdida de peso del 8% (4-13Kg) en seis meses y aproximadamente el 4% (2-11 Kg) del peso corporal en un año (National Heart, Lung and Blood Institute, 1998; Freedman, 2001; Brehm et al, 2003; Stern et al, 2004; Yancy et al, 2004; Foster et al, 2003; National Task Force on the Prevention and Treatment of Obesity, 1998; Saris, 2001;Anderson et al, 2001). El “National Institutes of Health” revisó 34 ensayos randomizados, para evaluar la eficacia de estas dietas, y concluyó que las DBC pueden generar una pérdida de peso corporal promedio del 8% durante un período de 3-12 meses (categoría de pruebas A), una reducción de la grasa abdominal demostrado con la reducción de la circunferencia de la cintura, de 1,5-9.5 cm (categoría de evidencia A), y las DBC por sí solas, no mejoran el estado cardio-respiratorio que es medido por la tasa máxima de consumo de oxígeno (categoría de evidencia B) reforzando la importancia de combinar la dieta con un adecuado programa de actividad física en las intervenciones de pérdida de peso. Con respecto a DMBG, aportan un valor calórico total reducido, con una distribución del 60%-80% de las calorías totales constituido por carbohidratos, el 10%15% de proteínas, y el 10%-15% de grasas, con una restricción de la ingesta de grasa saturada. Estas dietas altas en fibra, generan una reducción del 10% (9 kg) del peso corporal en cuatro meses, y aproximadamente entre el 6 y el 12% (6-11 kg) en un año si se acompaña con actividad física (National Heart, Lung and Blood Institute, 1998; Freedman, 2001; National Task Force on the Prevention and Treatment of Obesity, 1998). Las DMBG, presentan un elevado contenido de carbohidratos y fibra, la “American Heart Association”, advierte el alto riesgo de estas dietas, de aumentar los niveles de triglicéridos. Además pueden contener más del doble de la cantidad recomendada de fibra, generando una disminución en la absorción de zinc, hierro y calcio, además de síntomas gastrointestinales. (*) Categoría de evidencia A: Ensayo randomizados o aleatorizado controlado (confiable cuerpo de datos). Requiere un número considerable de estudios y de participantes. Categoría de evidencia B: ensayo randomizado o aleatorizado controlado, los resultados del ensayo son un tanto inconsistentes, o los datos se llevaron a cabo en una población que difiere de la población objetivo de la recomendación. En un meta-análisis de 16 ensayos de 2-12 meses de duración, de los cuales 14 fueron randomizados o aleatorizados, se informó que las DBG sin una restricción intencional de la ingesta de energía generaban una mayor pérdida de peso (3,2 kg), haciendo habitual las dietas “ad libitum”. Las dietas bajas en hidratos de carbono (DBHC) son relativamente altas en grasas y proteínas, no siendo recomendados por la “American Heart Association”. Se incluye en esta categoría “the Atkins diet”. Atkins declara que la mayoría de las personas consumen hidratos de carbono de absorción rápida, causante de los aumentos en la glucemia y la secreción de insulina. En esta dieta, la ingesta de carbohidratos está severamente restringida (3% -10% de la ingesta total de energía diaria), mientras que las grasas y las proteínas pueden ser consumidas a satisfacción. Se trata de una dieta monótona que limita el consumo de hidratos de carbono a 20 g/día generando una reducción de la energía total ingerida. El cuerpo agota sus reservas de glucógeno y la gluconeogénesis es inducida, por lo tanto el tejido magro se utiliza para la producción de glucosa como fuente de energía para el cerebro. Los ácidos grasos libres también se han movilizado desde el tejido adiposo, lo que genera la formación de cuerpos cetónicos. La cetosis leve disminuye el apetito, y la dieta de alto contenido de proteínas aumenta la saciedad y activa la termogénesis. La pérdida de peso producida es de un 13% (8-12 Kg) del peso corporal en 6 meses, y de un 4% (5 Kg) en un año. Con el tiempo, se descubrió que si no suministraba al organismo la suficiente cantidad de hidratos de carbono para obtener energía, utilizaba las proteínas generando un balance nitrogenado negativo (Torresani y Somoza). En un estudio realizado por Brehm y col (2003), se demostró que los sujetos que realizaron DBHC perdieron 8,5 kg, en comparación con 3,9 kg en quienes realizaron DBC. Del mismo modo se analizaron múltiples estudio más, quedando en todos determinado que la pérdida ponderal es mayor en quienes realizaron DBHC, e inclusive en algunos se identifico también una mayor pérdida de masa magra. Con ambos tipos de dieta, DBHC y DBG, la sensibilidad a la insulina mejoró. En general las DBHC son bajas en frutas, verduras, lácteos y granos enteros, siendo por lo tanto altas en proteínas y grasa, lo que genera una elevada ingesta de grasa saturada. Estos hábitos alimentarios, si se mantiene a largo plazo, están asociados con un mayor riesgo de una variedad de enfermedades crónicas, como hipertensión y cáncer. Además, el alto contenido en proteína puede afectar la función renal generando más demandas tanto al riñón como al hígado, para metabolizar y excretar el exceso de urea y amoníaco. Las DBHC representan un peligro para la salud de los individuos que padezcan alteraciones en la función renal o hepática, y para los pacientes con diabetes en particular. En resumen estas dietas solo restringen los hidratos de carbono (3-10% del valor calórico total), sin restringir proteínas, grasas, grasa saturada y aconseja el consumo de suplementos de vitaminas y minerales. En la actualidad se tiende a un suministro más generoso de carbohidratos, las recomendaciones para la ingesta de carbohidratos pueden variar entre el 45-65% (según la evaluación del individuo y los objetivos de tratamiento), la de grasas recomendada es mucho más baja (con menos del 10% procedente de grasas saturadas) (IDF, 2006). La ADA (2007) no recomienda el uso de DBCH (con una restricción total de 130 g/día de carbohidratos) en el tratamiento del sobrepeso y la obesidad., ya que establece que los efectos de estas dietas, a largo plazo, son desconocidos, y aunque estos planes de alimentación favorecen la pérdida de peso a corto plazo, el mantenimiento de la pérdida de peso es similar a la de las dietas bajas en grasa y el impacto en el perfil de riesgo de enfermedad cardiovascular es incierto. 3.2.5.4.2 Recomendaciones nutricionales actuales Las instituciones específicas de diabetes hablan de “Terapia médica nutricional” (MNT) y definen al componente de asesoramiento en nutrición de MNT como "un proceso de apoyo para establecer prioridades, fijar metas y crear planes individualizados que permitan reconocer y fomentar la responsabilidad del auto-cuidado. En las guías de la “American Association of Clinical Endocrinologists” (AACE) se establece que la MNT es un componente esencial del tratamiento integral de la DM. Así también, la ADA en sus recomendaciones para la práctica clínica 2009 establecen que los individuos que tienen pre-diabetes o diabetes deben recibir MNT individualizada para alcanzar los objetivos del tratamiento, siendo esta MNT importante para prevenir la aparición de esta enfermedad y/o retrasar la aparición de complicaciones relacionadas con la diabetes. 3.2.5.4.3 Determinación de las necesidades nutricionales 3.2.5.4.3.1 Valor calórico total En la DM tipo 2, es aconsejable instaurar un régimen hipocalórico en función de la valoración nutricional, que lleve a un adecuado descenso ponderal y posteriormente establecer un plan de alimentación controlado en kilocalorías para mantener un peso corporal adecuado. Para lograr esta meta es fundamental que el régimen hipocalórico se acompañe de un programa de ejercicio físico. Si bien se ha remarcado la importancia de la pérdida ponderal, se concederá atención especial a una restricción calórico nutricionalmente adecuada (250 a 500 Kcal menos que la ingesta diaria promedio) y el control de la glucemia, y no a la perdida ponderal. Por ello son fundamentales el ejercicio, la modificación conductual de los hábitos de alimentación, y el apoyo psicológico (Krause, 1996: 709). En los individuos con DM tipo 2, con las características anteriormente nombradas, la pérdida de peso y la restricción calórica tienen efectos positivos en su perfil metabólico. Producen una mejoría en el metabolismo hidrocarbonado (disminuye la resistencia a la insulina y mejora la función de la célula beta) y a menudo permite reducir o suprimir la administración de insulina o agentes orales; también mejoran las alteraciones lipídicas (hipertrigliceridemia y colesterol HDL bajo) y reducen la presión arterial y la proteinuria. Estos beneficios pueden observarse con pérdidas del 5 al 10% del peso corporal (Pérez y Pedragós). Según la información brindada por el IDF (2007) la distribución calórica recomendada es la siguiente: Carbohidratos: 45-65% (principalmente almidones) Fibra dietética: mínimo 20 g/1000 Kcal. Grasas totales: 20-35%, que se dividen en se dividen en: Saturadas < 10% Poliinsaturadas < 10% Monoinsaturadas > 10% Colesterol < 300 mg/día. Proteína: 12-20% (0,8g/Kg/día) Sodio: <3000 mg/día Vitaminas y minerales: con un régimen equilibrado no se necesitan suplementar. La American Diabetes Association (2007) establece una distribución similar, recomendando que del 10 al 35% de las kilocalorías sean aportadas en forma de proteínas, del 20 al 35% de grasas y 45 al 65% en forma de carbohidratos. Con respecto a las proteínas se deben manejar de 0,8 a 1,0 g/kg peso/día, no se han identificado ventajas con ingestas que superen las RDA e inclusive la alta ingesta de proteínas podría resultar nociva para los individuos con DM tanto tipo 1 como tipo 2, por la tendencia que presentan a desarrollar nefropatías que puede progresar a una insuficiencia renal crónica. En referencia al aporte de grasas, es fundamental respetar este porcentaje y hacer una selección del tipo de grasas, debido a la alteración en el perfil lipidico que presentan los individuos con DM y al mayor riesgo de enfermedad cardiovascular. Si existe hipercolesterolemia es necesario una mayor reducción de las grasas y del colesterol total. Se utilizan las normas ATP III del Programa Nacional para el control del Colesterol –NCEP- que son aplicadas como prevención de factores de riesgo cardiovasculares (Torresani y Somoza). En las personas con diabetes tipo 2, en los planes nutricionales de mantenimiento de peso, el reemplazo de los hidratos de carbono por grasa monoinsaturada reduce la glucemia posprandial y trigliceridemia. Sin embargo, existe la preocupación de que el aumento de la ingesta de grasas en la dieta habitual, puede promover el ascenso de peso. Por lo tanto, el aporte de hidratos de carbono y grasa monoinsaturada como fuente de energía, debe ser individualizado, basado en la evaluación de la nutrición, los perfiles metabólicos, y las metas de tratamiento (ADA, 2002). 3.2.5.4.3.2 Carbohidratos La respuesta de la concentración plasmática de glucosa a la ingesta de alimentos, se denomina respuesta glucémica (RG). Luego de la ingesta de un alimento que contiene carbohidratos, ya sean simples o complejos, la concentración plasmática basal de glucosa asciende hasta un máximo, para luego bajar y llegar a su valor de origen, proceso que se demora aproximadamente entre 15 a 45 minutos (Parada S. y Jaime Rozowski N., 2008). Ha sido una práctica común limitar la ingesta de hidratos de carbono simples en los individuos diabéticos, basándose en que estos nutrientes se absorben con rapidez y provocan un incremento postprandial más rápido de la glucemia, que los hidratos de carbono complejos. Estas diferencias en la RG existentes entre los hidratos de carbono simples y complejos fueron motivo de estudio durante muchos años, y con el tiempo se vió que algunos hidratos de carbono complejos produjeron mayores niveles de glucemia y también que los hidratos de carbono simples ingeridos con otros nutrientes, tienen menor efecto sobre la glucemia (Pérez y Pedragós). Torresani y Somoza recomiendan el fraccionamiento de las comidas y la distribución de los hidratos de carbono a lo largo del día para lograr el control glucémico y suprimir los de absorción rápida para evitar los picos hiperglucémicos, ya que éstos estimulan al páncreas y producen su agotamiento más rápidamente. Para el fraccionamiento se debe conocer si el individuo utiliza o no insulina o hipoglucemiantes orales, si realiza actividad física y de qué tipo. Es importante que cada comida tenga una cuota de hidratos de carbono y recordar que tanto el exceso como la falta de ingesta de ellos, son determinantes de las flatulencias glucémicas (I. Landó y A. Bustingorry, 2007). En el tratamiento nutricional controlado solo con un plan de alimentación, se deben fraccionar la cantidad de hidratos de carbono total en el número de comidas que se realice (4-5) sin saltear ninguna comida. De esta forma la curva de glucemia no sufre picos de hiperglucemia. En el caso que se utilicen hipoglucemientes orales, estos pueden actuar sobre el páncreas (Insulinosecretagogos) o sobre los tejidos (insulino sensibilizadores), y la distribución de hidratos es igual que en el caso anterior. Se pueden utilizar también como hipoglucemiantes orales, las incretinas y los lentificadores de la absorción de hidratos de carbono. Y si el individuo con DM tipo 2 requiere insulina, los hidratos de carbono se distribuyen en función del régimen de insulina, reservando una proporción para los casos en que la insulina basal tiene un pico máximo de acción. Se reservan los hidratos de carbono de absorción rápida para aquellos casos donde sea necesario disponer de glucosa rápidamente (ejercicios, hipoglucemias, acidosis), o para aquellas situaciones sociales donde se disfrute de incluir postres o refrigerios dulces en el plan de alimentación. En estos casos se debe controlar el efecto de ese tipo de alimentos sobre la glucemia y aprender a hacer los ajustes necesarios mediante la actividad física, la insulina rápida y/o la ingestión de alimentos (Torresani y Somoza, año: 350). Las recomendaciones actuales hablan de que diversos almidones tienen respuesta glucémica diferente, pero hay que prestar prioridad a la cantidad total de carbohidratos ingeridos y no a sus fuentes (ADA 1995d, Hollenbeck y col., 1985), ya que no es la fuente de ellos lo que causa el mayor impacto sobre el control glucémico. (Perez; Torresani). En un artículo del Diabetes Care (2002), se establece que en personas con DM tipo 1 o DM tipo 2, la ingesta de una gran variedad de almidones o sacarosa, tanto en forma aguda como por más de 6 semanas, no produjeron diferencias significativas en la respuesta glucémica si la cantidad de hidratos de carbono era similar. Por lo tanto, la cantidad total de carbohidratos en las comidas y refrigerios será más importante que la fuente o el tipo. Las guías de la American Association of Clinical Endocrinologists (AACE) establecen que en todos los individuos con DM, la absorción de hidratos de carbono puede ser alterada por otros alimentos en una comida mixta. Por ejemplo, la grasa y la fibra, retrasan la absorción de los carbohidratos e intervienen en la respuesta glucémica. También define que términos tales como azúcares simples y carbohidratos complejos han sido recientemente abandonados, ya que ahora se reconoce que sus efectos sobre la glucosa en la sangre son similares. La sacarosa no tiene que evitarse en pacientes con diabetes mellitus, pero cuando se consume, debe reemplazarse por otros carbohidratos en la dieta. También la ADA (2002) establece como recomendación con grado de evidencia A (*) que la sacarosa no aumenta la glucemia en mayor medida que las cantidades isocalórica de almidón, por ello la sacarosa y los alimentos que contienen sacarosa no necesitan ser restringido en la alimentación de las personas con diabetes, sin embargo, se deben sustituir por otras fuentes de hidratos de carbono, o, si se añaden, considerar compensarlo con insulina o con hipoglucemiantes orales. Ya desde 1994, la ADA recomendó dar prioridad a la cantidad total de glúcidos minimizando la importancia de la fuente de hidratos de carbono. 3.2.5.4.3.3 Fibra dietética Constituye un nutriente esencial en el plan de alimentación de los individuos diabéticos, ya que disminuye la glucemia post-prandial permitiendo un manejo menos estricto de los hidratos de carbono, y también permite reducir la dosis de insulina o antidiabéticos orales (Torresani y Somoza). Además la fibra dietética disminuye las concentraciones de colesterol total y colesterol LDL en individuos diabéticos y no diabéticos. Los efectos sobre los niveles de glucemia, colesterol y triglicéridos se atribuyen con mayor eficacia a la fibra de tipo soluble (Krause, 1996). (*) Grado de evidencia A (ADA): recomendaciones sustentadas por ensayos prospectivos randomizados (aleatorios) controlados, bien realizados, o por metaanálisis de los mismos. Grado de evidencia B: recomendaciones apoyadas por estudios cohorte prospectivos o metaanálisis de los mismos, bien realizados. Grado de evidencia C: recomendaciones apoyadas por estudios mal controlados o no controlados incluyendo: ensayos clínicos aleatorios con defectos metodológicos que pueden invalidar los resultados; estudios observacionales con alto potencial de sesgo; series o informes de casos. Grado de evidencia D: opiniones de expertos. Se recomienda una ingesta de 25-35 g/día (Torresani y Somoza), al igual que en la población general. La AACE recomienda 25 a 50 g/día o 15 a 25 g/ 1000 Kcal ingeridas. Es de importancia destacar que las dietas ricas en fibra están contraindicadas en personas con gastroparesia debido al riesgo de inducir bezoar y obstrucción gástrica (Kraus, 1996). 3.2.5.4.4 Índice Glucémico El IG es un concepto introducido en 1981 por D.J. Jenkins para clasificar a los alimentos que contenían hidratos de carbono. Jenkins y col. demostraron que no solo se debe tener en cuenta la cantidad y calidad de los carbohidratos de distintos alimentos, sino también la capacidad de ser digeridos y la velocidad de absorción de cada alimento. El IG representa el área del incremento de la glucemia que provoca una porción de alimento que contiene 50 g de hidratos de carbono disponibles en comparación con la respuesta glucémica (RG) de la misma cantidad de glúcidos de un alimento estándar (glucosa o pan blanco, que se les asigna arbitrariamente un IG de 100) tomado por el mismo sujeto y medido luego de ser consumido (FAO/OMS, 1997). Esto significa que, “… luego de ingerir los alimentos que contienen glúcidos, se digieren y absorben provocando un aumento diferente sobre el nivel de las glucemias postprandiales…” (I. Landó y A. Bustingorry: 151), es decir que producen diferentes respuestas glucémicas (RG). Este índice muestra indirectamente, el perfil de digestión y absorción de los hidratos de carbono del alimento evaluado (Menezes y Lajoló, 2006). Según la FAO (2003) los hidratos de carbono disponibles corresponden a los carbohidratos que forman glucosa para el metabolismo. Como alimento de referencia puede utilizarse el pan blanco o la glucosa, los autores que consideran tomar a la glucosa como alimento patrón, lo hacen debido a que consideran que ningún alimento puede superar la respuesta glucémica de este alimento. El IG variará en cada alimento si es comparado con glucosa o con pan blanco, por lo tanto se pueden encontrar diferencias en los datos informados sobre el IG de los alimentos. Hay ciertos factores que inciden en la respuesta glucémica de los alimentos, y por lo tanto influirán en el IG: - La cantidad de hidratos de carbono. - El tipo de azucares ingeridos: glucosa, fructosa, sacarosa, lactosa. - La naturaleza del almidón: amilosa, amilopectina, almidón resistente. - Método de preparación, cocción y elaboración de los alimentos (la cocción o tratamiento culinario y procesamiento industrial). - Características físicas y químicas del almidón: grado de almidón gelatinizado, subdivisión, tamaño de las partículas, forma celular. - La presencia de otros nutrientes como: fibra, tipo y cantidad, la cantidad de grasa y sustancias naturales de digestión lenta como pectinas, fitatos, taninos, interacción almidón-proteína y almidón-lípidos. El ayuno y las concentraciones de glucosa preprandiales, la gravedad de la intolerancia a la glucosa, y la segunda comida o el efecto lento de hidratos de carbono son otros factores que afectan la respuesta glucémica a los alimentos (ADA, 2002). Para el cálculo del IG se observa el incremento en la glucemia provocada por distintos alimentos en relación a un valor patrón de 100 asignado al pan blanco. Tanto como para el alimento a evaluar como para el alimento patrón se debe utilizar una cantidad tal que aporte 50 g de hidratos de carbono (Torresani y Somoza). Siempre se debe comparar la RG de igual cantidad de gramos de glúcidos disponibles, en igual cantidad de tiempo; las mediciones de glucemia se realizan a intervalos previamente establecidos hasta un máximo de 120-180 minutos, y luego esas medidas se comparan con las del alimento de referencia (glucosa o pan blanco). El alimento que se prueba debe medirse, desde la ingesta a intervalos regulares cada 15 minutos durante la primera hora, y cada 30 minutos durante la segunda hora (Metodología Internacional, Sydney Univ). La metodología correcta para determinar el IG ha sido descrita por FAO/OMS. I.G = Respuesta glucémica del alimento en investigación. Respuesta glucémica del alimento estándar. X 100 Tabla 10: Índice glucémico de los alimentos ALTO IG > a 90 INTERMEDIO IG 70 a 90 Glucosa Todos los salvados Sacarosa Maltosa Miel Zanahoria Pan blanco e integral Cereales de desayuno Avena Trigo Pochoclo Arroz blanco e integral Harina Galletitas de agua Dulces Verduras: remolachaCHOCLO Frutas: banana-uva Frutas desecadas BAJO IG < a 70 Frutas: Naranja-cerezapera Ciruela-duraznomanzana Frutas secas Fructosa Leche Yogur Porotos Lentejas Arvejas Batata Soja Maní Copos de avena Pastas La fuente de estos datos se obtuvo del libro de Torresani y Somoza, donde se utiliza como alimento patrón al pan blanco, asignándole un valor de 100, y se considera como bajo IG a valores menores a 70. Otras fuentes encontradas establecen valores de índice glucémico diferentes, como la de Menezes y Lajoló (2006; Marcadores in vivo), que consideran a los alimentos de bajo IG como glúcidos de digestión lenta, y los de alto IG representan glúcidos de rápida absorción. Se define también, que si se utilizará glucosa como alimento de referencia, estos valores deben ser multiplicados por 0,7 (SUGIRS, 2004). I. Landó y A. Bustingorry, en su libro Nutrición y Diabetes, establecen que se considera un IG bajo a los alimentos con valores menores a 55 y alto a valores por encima de 70, por lo tanto aquellos alimentos que presenten un IG entre 55 y 70, serán alimentos de IG intermedio. En el año 1997 se reunió un comité de expertos, FAO/OMS, para discutir sobre la importancia de los carbohidratos en la alimentación humana, y en este comité se aprobó la utilización del método de IG para la clasificación de alimentos ricos en carbohidratos, recomendándose que los valores de IG de los alimentos se utiliza junto con información sobre composición de alimentos para orientar la elección de alimentos (FAO/OMS 1993). La FAO/OMS en el año 1998 al referirse al IG define que “hay que considerar tanto la composición química como el efecto metabólico de los glúcido, en razón que la naturaleza química de los glúcidos no es suficiente para describir sus efectos fisiológicos”. Los planes de alimentación altos en fibra y de bajo índice glucémico se asocian con aumento de la saciedad, menor respuesta glucémica postprandial y niveles más bajos de insulina. La hiperglucemia posprandial se ha encontrado que aumentan el riesgo de enfermedad cardiovascular y diabetes. La ADA 2007 continúa considerando el aporte del IG como un beneficio adicional en planes de obesidad y DM tipo 2. Ya desde tiempos anteriores establecía la preferencia por alimentos que generen el menor incremento posible de los niveles de glucemia y disminuir el consumo de los que generen RG superiores. Con los años, el IG ha demostrado ser un concepto nutricional más útil que la clasificación química de carbohidratos (como simples o complejos, como los azúcares o almidones, o como disponible o no disponible), lo que permite nuevos descubrimientos sobre la relación entre los efectos fisiológicos de los alimentos ricos en carbohidratos y la salud. Varios estudios prospectivos observacionales de la Universidad de Harvard (Cambridge, MA), han demostrado que el consumo crónico de una dieta con una alta carga glucémica (IG x contenido de carbohidratos de la dieta) es un predictor independientemente significativo del mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer. Sin embargo, aunque los planes de alimentación de bajo índice glucémico pueden reducir la glucemia posprandial, la capacidad de los individuos de mantener estos régimenes a largo plazo (y por tanto alcanzar un beneficio glucémico) no ha sido establecida. En los sujetos con diabetes tipo 2, estudios de 2-12 semanas de duración compararon las dietas de bajo IG y dietas de alto IG informando una mejora no significativa en la HbA1c, Fructosamina, o los niveles de insulina; y los efectos sobre los lípidos de ambos planes, son mixtos. Queda claro que los carbohidratos tienen diferente repuestas glucémicas, pero los datos existentes revelan una tendencia no clara en los beneficios. Si hay efectos a largo plazo sobre la glucemia y los lípidos, estos efectos parecen ser modestos. Por otra parte, el número de estudios es limitado, y el diseño y la aplicación de varios de estos estudios es objeto de críticas (ADA, 2002). La utilización de IG genera una preocupación a la hora de ser recomendado, debido a las dificultades en la práctica de asesoramiento sobre los valores de IG y los efectos potencialmente adversos en la elección de alimentos y la ingesta de grasa. Por esta razón, la Asociación Americana de Diabetes no recomienda el uso de los valores de IG para el asesoramiento dietético. Sin embargo, la Asociación Europea para el Estudio de la Diabetes la Asociación Canadiense de Diabetes y la Asociación de Dietistas de Australia recomiendan establecer un plan nutricional alto en fibra y de bajo IG para mejorar la glucemia posprandial y el control de peso (American Society for Clinical Nutrition). La RG se ve influenciada tanto por la naturaleza como por la fuente de carbohidratos. El IG al comparar iguales cantidades de hidratos de carbono proporciona información sobre la calidad de estos glúcidos pero no de la cantidad, para ello surge el concepto de carga glucémica. 3.2.5.4.5 Carga Glucémica La CG es un concepto introducido en el año 1997 (Salmeron et al., 1997), y tiene como objetivo medir el impacto glucémico total de un alimento o una preparación, teniendo en cuenta tanto la cantidad como la calidad (uso del IG de cada alimento/comida) de los hidratos de carbono contenidos y valora el impacto glucémico postprandial. “… Es un concepto utilizado fundamentalmente para orientar a los pacientes ya que relaciona el IG con la concentración de hidratos de carbono en un mismo alimentos o preparación…” (I.Landó y A. Bustingorry: 151). La CG puede interpretarse como un una medida de la demanda insulínica provocada por la dieta y representa el producto del IG del alimento y de la cantidad de carbohidratos disponibles presente en la porción consumida. A través de la suma de la CG individual de los alimentos se puede calcular la CG total de un plan de alimentación (Menezes y Lajoló, 2006). Los valores de IG y CG no tienen obligatoriamente una correlación directa, por lo que un alimento con bajo IG puede tener tanto una alta como una baja CG dependiendo del contenido bruto de carbohidratos (Thomas, Wolever DM, 2003). Se calcula multiplicando el IG de un alimento por los gramos de glúcidos disponibles que tienen la porción que se está considerando. CG = IG (%) x Ch x P 100 IG (%): índice glucémico del alimento en investigación Ch: contenido neto de carbohidratos en el alimento, en gramos de carbohidratos por gramo de alimento (g/g). P: masa total de la porción en gramos (g). Si se considera a la glucosa como control, los alimentos que presenten CG ≤ 10 son considerados de baja CG, por lo tanto constituyen glúcidos de digestión lenta, y si la CG ≥ 20 son de alta CG, y representan glúcidos rápidamente digeridos (Menezes y Lajoló, 2006). Tanto el IG como la CG se han asociado con un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular, mientras que la ingesta total de hidratos de carbono parece estar menos relacionada con esta enfermedad. Además debe tenerse en cuenta que los efectos metabólicos adversos tanto de la alta ingesta de hidratos de carbono como de alimentos con alta CG son potenciados si la persona presenta resistencia a la insulina. Se pueden encontrar tablas internacionales de IG, que son un compilado de la información científica, y sirven de herramienta para examinar la relación entre el IG, la CG y la salud. La tabla original de IG publicada por primera vez en 1995, fue modifica, hallándose una revisión de dicha tabla, que reúne todos los datos pertinentes publicados entre 1981 y 2001. En ella también se detalla la CG de determinados tamaños de porciones de los diferentes alimentos. Esta tabla de IG y CG (2002) se encuentra disponible en la siguiente página Web: www.ajcn.org/cgi/content-nw/full/76/1/5/T1 (4/03/2010). Informa el valor de IG de cada alimento (con la glucosa o el pan blanco utilizado como alimento de referencia), el tipo y número de sujetos estudiados, el alimento de referencia y período de tiempo utilizado, y la fuente de los datos publicados. Para muchos alimentos, hay 2 valores publicados, por lo tanto, la media del IG (± SEM) fue calculada y se enumeran debajo de los datos de los distintos alimentos. Así, el usuario puede apreciar la variación en cualquier alimento, y, si es posible, utilice el valor de IG del alimento propio de su país. En algunos casos, los valores de IG para las distintas variedades de un mismo alimento indican los efectos en la disminución de la glucemia de los diferentes ingredientes y métodos de elaboración de los alimentos (por ejemplo, papillas a partir de granos de diferentes espesores y panes con diferentes proporciones de granos enteros). Esta información podría ayudar a los fabricantes de alimentos para desarrollar una gama más amplia de alimentos de bajo IG procesados. Los valores de CG se incluyen en la mayoría de los alimentos y se calcula multiplicando la cantidad de carbohidratos contenidos en una porción determinada de alimento por el valor del IG del alimento (con el uso de la glucosa como el alimento de referencia). Figura10: Recomendaciones nutricionales de diversas sociedades científicas Fuente: Vilá 2005 (ADA, 2004; CDA 1999; EASD, 2000; India 1999; NCEP, 2001) 3.2.5.4.6 Educación Alimentaria La educación diabetológica le permitirá al individuo adquirir conocimientos respecto a su enfermedad (aprendizaje cognitivo), dominar ciertas habilidades y destrezas psicomotoras (aprendizaje psicomotor), y la adquisición del autocontrol responsable (aprendizaje afectivo) (Torresani y Somoza). Afianzar la educación alimentaria es una herramienta fundamental para conseguir los cambios en el estilo de vida que estos individuos necesitan para mantener su salud. Sin embargo, para ello requieren no solo de conocimientos, sino también del desarrollo de habilidades, estrategias de toma de decisiones y autocuidado. La información teórica por sí misma no puede conseguir los cambios necesarios, el aprendizaje práctico continuado, las estrategias de cambio conductual y la motivación son la clave. Como resultado de dichos cambios, se producen mejoras en las habilidades de estilo de vida, las estrategias de autocuidado y la capacidad de toma de decisiones (IDF, 2006). Los contenidos que se incluirán en la educación alimentaria, dependerán de los objetivos propuestos, así como de las necesidades y capacidades del individuo para adquirirlos. En general debe incluir conceptos sobre nutrientes, organización de comidas y suplementos, y su relación con el resto de los elementos terapéuticos, selección y cuantificación de los alimentos, conductas a seguir en situaciones especiales, entre otras. Un elemento clave es cómo adaptar el plan de alimentación a las preferencias individuales. Tanto el IG como la CG son una herramienta útil en la educación alimentaria del individuo con DM tipo 2. Para obtener una máxima motivación y el cambio de los malos hábitos, el proceso educativo así como el plan de alimentación, debe ser individualizado basado en la evaluación antropométrica y nutricional del individuo, en su régimen de medicación si lo tiene, en el perfil lipidico, los hábitos alimentarios y el estilo de vida de cada persona. Los cambios de hábitos constituyen un proceso gradual, lento y a largo plazo. 4. Análisis de datos 4.1 Estandarización de la composición centesimal del choclo Al analizar los datos informados por las distintas fuentes de composición química del choclo tanto nacionales, tablas de Argenfoods o Cenexa, como internacionales, tablas Alemanas, Inglesas y la base de datos USDA, las mayores diferencias se encontraron en el contenido de carbohidratos totales, almidón y azúcares, esto puede deberse a la reacción que ocurre entre la sacarosa y el almidón, la cuál se explico con anterioridad, y que es la responsable de la disminución del contenido de los azúcares tras el proceso de maduración, a la vez que se incrementa el contenido de almidón. Para una mejor claridad de la información, en este trabajo, se realizará un promedio de cada uno de nutrientes que constituyen a esta hortaliza. Sin embargo, hay ciertas modificaciones necesarias de realizar, sobre los datos informados por las distintas tablas de composición química. En primer lugar se realizará una modificación en el contenido total de carbohidratos de ciertas tablas, ya que en algunas de ellas, el dato de fibra dietética no se detalla pudiendo existir una sobreestimación de los hidratos de carbono digeribles y, por consiguiente, del valor energético, mientras que en otras, el porcentaje de carbohidratos, es calculado por diferencia de 100 menos la suma del resto de los macronutrientes (agua + proteínas + grasa + minerales + fibra). 1) La tabla de Argenfoods no discrimina el contenido de almidón, ni de azúcares, ni el de fibra, por lo tanto podría estar sobreestimado el valor de carbohidratos totales. 2) Las tablas de CENEXA discriminan el contenido de fibra, pero no el de almidón y azúcares, solo el de carbohidratos totales. 3) Las tablas alemanas no incluyen a la fibra en el total de carbohidratos 4) Las tablas las inglesas analizan los valores de estos nutrientes directamente. Al realizar la sumatoria de almidón y azúcares, se puede ver que la fibra no es incluida en el total de carbohidratos informado. 5) En la base de datos de USDA el total de hidratos de carbono informado, incluye el valor de la fibra dietética. Por lo tanto el total de carbohidratos real es de 18,41g%. Por otro lado, se va a establecer como carbohidratos totales, la sumatoria de almidón y azúcares, en los datos de referencia donde sean discriminada esta información. A continuación se presenta la tabla de composición química del choclo, remarcándose los datos que fueron modificados, y luego, se detallará la composición centesimal promedio calculada. Tabla 11: Modificación de la composición centesimal del choclo MAÍZ, CHOCLO 1(ARG) 2CENEXA 3(ALEM) 4(INGLES) 5(USDA) Energía (Kcal) 108 97 87 122 88 Agua (g) Proteína (g) Grasa (g) 73.9 3.7 1.2 73 3.9 1.1 74.7 3.3 1.2 72.3 2.9 1.2 74.92 3.02 0.77 Hidratos de Carbono Totales 20.5 21.8 Almidón(g) Azúcares(mg) Fibra dietaria (g) Cenizas SALES MINERALES (g) Na (mg) K (mg) Ca (mg) P (mg) Fe (mg) Zinc (mg) VITAMINAS Carotenos o Vit.A (microg) Vit. B1 o tiamina (microg) Vit. B2 Rivoflavina (microg) Vit. B3 Niacina (microg) Vit. B6 Pridoxina (microg) Vit. B9 Ácido fólico (microg) Vit. C (mg) Vit. E Tocoferol (microg) Vit. K (migrog) 1 15.71 26.2 18.41 12.3 3410 3.7 16.6 9600 1.4 2.4 0.48 0.7 40 113 6 103 0.47 1 370 8 108 0.8 0.3 300 6 115 0.55 1 270 220 134 10 130 180 150 110 40 83 81 2000 80 1200 120 1700 220 60 1500 70 1726 14 400 6.4 8.2 8 * 45 12 100 2 3 210 4 0.42 La siguiente composición centesimal promedio del choclo, será la utilizada para realizar el análisis en este trabajo, expresándose los datos en 100g de choclo, como hortaliza fresca: Tabla 12: Composición centesimal promedio del choclo CHOCLO Energía (Kcal) Agua (g) Proteína (g) Grasa (g) Hidratos de Carbono Totales Almidón(g) Azúcares(mg) Fibra dietaria (g) Cenizas SALES MINERALES (g) Na (mg) K (mg) Ca (mg) P (mg) Fe (mg) Zinc (mg) VITAMINAS Carotenos o Vit.A (microg) Vit. B1 o tiamina (microg) Vit. B2 Rivoflavina (microg) Vit. B3 Niacina (microg) Vit. B6 Pridoxina (microg) Vit. B9 Ácido fólico (microg) Vit. C (mg) Vit. E Tocoferol (microg) Vit. K (migrog) PROMEDIO 100.40 73.76 3.36 1.09 20.52 14.45 6505.00 2.13 0.59 62.86 242.60 6.00 108.67 0.56 1.00 Almidón: 14g% Azúcares: 6.5g% -Del total de Ch: 68,3% corresponde al almidón. 31,7% corresponde a los azúcares 100.00 107.40 82.20 1625.20 220.00 45.00 9.72 250.00 2.00 4.2. Análisis del índice glucémico del choclo como hortaliza fresca De acuerdo a lo explicado, en el tratamiento nutricional de la DM tipo 2, el mayor énfasis se pone en el contenido de carbohidratos totales del plan de alimentación, debido al efecto que éstos producen sobre los niveles de glucemia, que va a depender de la cantidad y el tipo de carbohidratos, los procesos culinarios a los que fueron sometidos y la combinación con otros nutrientes o alimentos. La RG determinará el IG del alimento, y éste muestra indirectamente, el perfil de digestión y absorción de los hidratos de carbono presentes en el alimento (Menezes, E., y Lajoló, 2006). El choclo pertenece al grupo C de las hortalizas por contener hasta un 20% de carbohidratos, por este alto porcentaje de glúcidos se la podría asociar con una alta RG, y por lo tanto podría ser un alimento de alto IG. Sin embargo hay ciertas características en su estructura y composición que lo determinan como un alimento de IG intermedio, ya que de una u otra forma estos factores influyen para que el choclo genere una menor elevación de la concentración plasmática de glucosa, luego de ser ingerido (es decir que disminuyen su RG). 4.2.1 Factores que influyen en la RG del choclo Entre los factores que influyen en la RG del choclo, y por lo tanto en su IG, se describirán: - Cantidad y tipo de azúcares, cantidad y ubicación del almidón, presencia de otros compuestos (fibra), naturaleza del almidón (amilosa-amilopectina), método de preparación y cocción, estado físico del almidón (gelatinización, gelificación y retrogradación). 1) Cantidad - tipo de carbohidratos presentes (azúcares, almidón, fibra) y su ubicación en el gránulo del choclo. En esta hortaliza podemos encontrar polisacáridos, como el almidón y polisacáridos no amiláceos como la fibra dietética, mientras que los azúcares simples encontrados son glucosa, sacarosa y fructosa. Los azúcares simples son carbohidratos de fácil absorción o de rápida digestión, lo que se relaciona con un alto IG. En el choclo, se los encuentra en bajas concentraciones (31,7%) en relación al total de carbohidratos. El hecho de hacer referencia al tipo y concentración de azúcares, se debe a que la glucosa, sacarosa y fructosa, si bien son fácilmente asimilables, no presentan la misma velocidad de absorción, presentando la glucosa una absorción activa con un IG de 100, mientras que la fructosa se absorbe vía hepática por absorción pasiva y su IG es de 32 (FAO/OMS, 1997). Por otro lado, el complejo sacarosa-almidón, genera una competencia por el agua disponible y una inhibición de sacarosa a la hidratación granular, requiriendo una mayor temperatura de gelatinización, y produciendo una menor capacidad de gelatinización. Por lo tanto el complejo azúcar-almidón presenta un menor IG que si el almidón se encuentra solo. Con respecto al almidón, para conocer su papel en el IG, no sólo es importante conocer en qué cantidad se encuentra sino también la ubicación que presenta y el estado físico en el que se encuentra (la influencia del estado físico se detallará mas adelante). El almidón es un hidrato de carbono complejo, un polisacárido que se asimila más lentamente que los azúcares, y representa el 68,3 % del total de carbohidratos contenidos en el choclo. Se encuentra mayormente en el endospermo, donde se halla empaquetado en gránulos y envuelto por una matriz proteica (Watson 1991). Las proteínas, son compuestos que rodean a los gránulos de almidón, constituyendo una barrera física y limitando la accesibilidad de enzimas. Por tal motivo se explica el aumento de la digestibilidad in vitro del almidón, después del tratamiento con proteasas (Tovar et al., 1990ª). Este polisacárido, también está recubierto por fibras vegetales presentes en un 100% en el pericardio. La fibra es un polisacárido no amiláceo y al encontrarse en la cubierta externa del grano del choclo, recubre tanto al almidón que está en el endospermo como a los azúcares que están en el germen. Por lo tanto la presencia de fibra dificulta el contacto de los azúcares y el almidón con las enzimas digestivas, enlenteciendo su absorción e influyendo así en la RG del alimento. La fibra total encontrada en el choclo es de 2,13 g%, y está formada fundamentalmente por hemicelulosa, celulosa y lignina (FAO, 1993). Los carbohidratos pueden ser clasificados también en hidratos de carbono “disponibles” y “no disponibles” considerándose glúcidos disponibles a aquellos que pueden ser digeridos, absorbidos y metabolizados por el organismo, es decir que proveen glucosa para el metabolismo (FAO, 2003), por lo tanto los “no disponibles” serán aquellos que pueden ser degradados por las enzimas digestivas. Si al total de carbohidratos explicito en la tabla de composición química del choclo, se le suma la fibra dietética, éste sería de 22.65g % (20,52 + 2.13) representado este total por un 9.4% de carbohidratos no disponibles (fibra dietética) y un 90.6% de carbohidratos disponibles (almidón y azúcares). Por lo tanto el choclo tiene un mayor contenido de hidratos de carbono más fácilmente absorbidos, lo que se relaciona con “alimentos de alto IG” si tomamos en cuenta el concepto que se describió anteriormente sobre el IG, donde los alimentos de alto índice son considerados glúcidos de rápida absorción (Menezes y Lajoló, 2003). Sin embargo, al presentar cierta proporción de carbohidratos no disponibles (fibra), éste podría ser uno de los factores que influyen en la reducción del IG del choclo. Entonces, la fibra y la estructura característica del grano, son los principales determinantes del índice glucémico medio que contiene dicha hortaliza. 2) Naturaleza del almidón: amilosa-amilopectina Con respecto a la proporción de amilosa/amilopectina en el almidón, ésta generalmente es de un 30-70 %, de amilosa y amilopectina respectivamente. El almidón del choclo (maíz) presenta un 25% de amilosa y un 75% de amilopectina (según tabla 2: contenido en amilosa y en amilopectina de almidones naturales). Tabla 13: Contenido en amilosa y en amilopectina del choclo AMILOSA MAÍZ AMILOPECTINA 25% 75% Fuente: J. Cheftel, A. Cheftel: Introducción a la bioquímica y tecnología de los alimentos. Vol.1, Zaragoza, Acribia, 1999 En base a todo lo expuesto sobre la estructura del almidón, se puede decir que la amilosa es una polímero lineal de naturaleza cristalina con uniones α 1-4 más fuertes, poco solubles en agua, que solo se hincha a temperaturas elevadas y es la responsable de la adsorción y de la formación de geles, que luego precipitan, en el curso de la retrogradación después de la gelatinización. A diferencia de ello, la amilopectina es un glucano con uniones α 1-4 y ramificaciones α 1-6 donde los monómeros están interconectados débilmente, constituyendo una especie de formación cristalina que se rompe con facilidad. Es la responsable de la pegajosidad y viscosidad del almidón, debido a que durante la cocción absorbe mucha agua, siendo la responsable del hinchamiento del gránulo de almidón, pero no retrograda. Cuando el almidón se somete a cocción, la amilopectina es la menos estable, las uniones de los puentes de hidrógeno son más débiles ante este proceso y se comienza a degradar con facilidad (Landó, M. I. y Bustingorry, A., 2007). También se podría decir que la concentración de amilosa determina la velocidad de digestión (Bjock et al., 1994), por su capacidad de formar geles y por su estructura compacta que deja a los enlaces alfa 1-4 menos expuestos a la acción de la amilasa y por lo tanto disminuye su digestión y la absorción. Tras esta explicación se puede establecer que la proporción amilosa/amilopectina es en gran medida determinante de la RG o del IG, siendo que los alimentos con mayor amilopectina darán un IG más alto, o que los alimentos con mayor amilosa darán un IG mas bajo. Existe otra característica que influye en la digestibilidad del almidón, correspondiente a la relación amilosa/ amilopectina, que es la longitud de la cadena de los polímeros constituyentes del almidón, amilosa y amilopectina, es el principal determinante de la formación de complejos con otras moléculas, o entre ellas mismas, favoreciéndose así la retrogradación y generando ésta, una menor susceptibilidad del almidón al ataque enzimático (Englyst et al., 1992; Asp,1996), por lo tanto la digestibilidad desciende. Tras la investigación, se han encontrado varios informes que reflejan que el choclo presenta un IG de 55, utilizando como alimento de referencia a la glucosa, por lo tanto el IG con el pan blanco como referencia sería de 79. En las tablas internacionales de IG (2002) citan que esta hortaliza, especificada como “Sweet corn”, presenta un IG de 60 cuando se utiliza glucosa como alimento estándar, y un IG de 85 cuando se utiliza el pan blanco. En base a las distintas clasificaciones tomadas como referencia, se utilizará la clasificación de Landó y Bustingorry (2007:67), donde al utilizar a la glucosa como alimento estándar, un IG ≤ 55 es bajo considerando a los glúcidos presentes, de digestión lenta; y un IG ≥ 70 es alto, representando glúcidos de rápida digestión. Según esta clasificación, el choclo presenta un IG intermedio (eligiéndose como referencia los datos de las tablas internacionales de IG), considerando a sus glúcido, de digestión intermedia. 4.2.2 Determinación de la CG del choclo Con el cálculo de la CG se podría medir el impacto glucémico total del choclo, así como también la demanda insulínica provocada, e inclusive se podría utilizar como una herramienta para calcular la CG de una comida en su totalidad. En base al contenido de carbohidratos totales promedio (disponibles: azúcares y almidón), detallado anteriormente, se calculó la CG de 100g de choclo. Para la misma se considerará la formula que se detallo en el marco teórico. CG = IG (%) x Ch x P 100 CG = 60 x 0.206 x 100 100 CG = 12,4 IG (%): índice glucémico del choclo, según tablas internacionales de IG. Ch: contenido neto de carbohidratos en el alimento, en gramos de carbohidratos por gramo de alimento (g/g), por lo tanto si en 100g de alimento hay 20.6g de carbohidratos disponibles, en 1g de alimento habrá 0.206g de Ch. P: masa total de la porción, 100g. Según la clasificación tomada como referencia, donde una baja CG es representada por valores ≤ 10, y la alta CG ≥ 20, el choclo constituye un alimento de CG intermedia. Por lo tanto, si bien se estableció que el IG y la CG no tienen obligatoriamente una correlación directa, en el caso del choclo tanto IG como la CG coinciden en su clasificación. En las tablas internacionales de IG y CG (2002) también se detalla la CG del choclo, siendo la misma de 11, para 80 g de choclo. En ellas, se definen para cada alimento dos valores de IG, el primer valor informado es el del IG de la glucosa como alimento de referencia (valor de IG para la glucosa=100; valor de IG para pan blanco= 70), y el segundo valor es el IG de la misma comida con pan blanco como alimento de referencia (con un valor para el pan blanco = 100; valor en el IG de la glucosa = 143). Los hidratos de carbono disponibles se miden como la suma de almidón y azúcares, y no incluye almidón resistente. Otro dato que puede observarse en estas tablas, es que para algunos alimentos se detallan diferentes valores de IG para las distintas variedades, esto permite observar como la presencia de ciertos ingredientes (algún tipo de fibra, almidón resistente) o tiempos y métodos de elaboración, determinan un aumento o un descenso del IG. Para evidenciar estas variaciones, a continuación se detallarán ciertos ejemplos provenientes de estas tablas: Anteriormente mencionamos que la fibra presente en el choclo es uno de los principales determinante del IG de esta hortaliza, siendo intermedio y no alto. Si bien en estas tablas no se especifica respeto al choclo ningún cambio relacionado con la fibra, se puede ver como en otros alimentos amiláceos (pan), el agregado de fibra insoluble como ingrediente (salvado de avena) genera un descenso del 54% del IG, así como también el agregado de fibra soluble disminuye el IG, pero en mayor medida produciendo un descenso que representa el 57%, respecto al pan blanco. Con respecto a los cambios asociados al método de cocción, se puede ver como desciendo el IG de un alimento al cambiar la forma en que es cocinado, como en el caso del choclo si es hervido durante 20 minutos o si es previamente congelado y luego calentado al microondas. Estas modificaciones están relacionadas con el estado físico en el cual se encuentran los carbohidratos presentes en el choclo, más específicamente se debe a las modificaciones en la microestructura del almidón (almidón gelatinizado, gelificado o retrogradado). Otro cambio importante que se observa es en el pan, donde se modifica el IG por agregado de almidón resistente, el cual se comporta como fibra ya que se resiste a la digestión en el intestino delgado, por lo tanto sería un carbohidrato no disponible y como tal lleva a una reducción del IG del alimento. En la siguiente tabla se reflejan los ejemplos explicados recién: Tabla 14: Índice glucémico y carga glucémica de algunos alimentos ALIMENTO IG Glucosa=100 PANES Baguet, pan blanco Pan con 50% trigo y 50% avena (Buckwheat bread) Pan de avena Pan de salvado de avena Pan con fibra soluble Pan blanco alto en fibra Pan blanco enriquecido con AR ARROZ Blanco, hervido Tipo NS, hervido en agu con sal refrigerados 16-20 h, recalentados Tipo NS, hervido 13 min, luego al horno 10 min De grano largo, evaporado, 20 min cocción De grano largo, precocido, 2min de mocroondas Arroz bajo en amilosa (0-2%) Arroz alto en amilosa (27%) CHOCLO Maíz Dulce hervido (USA) Maiz Dulce en la mazorca hervido 20 min Maiz dulce congelado y calentado en el microondas IG Pan blanco=100 PORCIÓN HdeC CG (g) DISPONIBLES PORCIÓN 95±15 47 136 67±10 30 30 15 21 15 10 65 44 41 69 77±10 93±11 63±10 59±10 98±5 110 30 30 30 19 18 17 12 8 7 30 15 11 69±15 53 99 76 150 150 43 38 30 20 104 149 150 30 31 75±7 107 150 37 28 52 ± 5 88 ± 11 39 74 126 55 ± 5 150 150 150 37 43 39 19 38 15 60 85 80 18 11 48 69 80 16 8 47 67 ± 4 80 15 7 Fuente: www.ajcn.org/cgi/content-nw/full/76/1/5/T1 (4/03/2010) 4.3 Análisis de la influencia de los procedimientos culinarios sobre el estado físico del almidón. Los procedimientos culinarios incluyen los procesos realizados desde que el alimento se encuentra crudo hasta su cocción. En el caso del choclo no requiere de preparaciones previas, ya que no se ingiere crudo. Cuando es sometido a cocción, la aplicación de calor así como también de humedad generará modificaciones en el estado físico del almidón contenido. Éste será el determinante de su digestibilidad, es decir su capacidad de entregar más o menos glucosa, de manera más o menos rápida, a medida que ocurre el proceso de digestión en el organismo y de esta forma establece su calidad nutricional. A su vez, la menor o mayor susceptibilidad de los carbohidratos a ser digeridos y absorbidos, influye en su RG. Es decir que si se logra variar el grado de digestión y absorción de los carbohidratos, se podría modificar su RG. Es en este sentido que el estado físico toma una importancia relevante, ya que estaría determinando la accesibilidad de las enzimas digestivas, limitando así el grado y velocidad en que éstas serían capaces de digerir los almidones (Parada S. y Jaime Rozowski N., 2008). En base a lo descripto sobre la organización interna del almidón, se puede establecer que el almidón en el choclo, presenta un estructura ordenada, encontrándose regiones cristalinas (ordenadas) y otras amorfas (desordenadas), siendo los enlaces hidrógenos los que mantiene juntas a las moléculas de almidón en ambas regiones. El almidón en el choclo presenta una mayor proporción de amilopectina (75%) que de amilosa (25%). Cuando es sometido a procesos culinarios, la interacción entre la aplicación de agua, calor y el tiempo que se emplee, llevan a que el almidón atraviese distintos modificaciones en su estado físico, pudiendo encontrarlo gelatinizado, gelificado o retrogradado. 4.3.1 Gelatinización: Influencia en la digestibilidad del choclo La gelatinización del almidón es un proceso endotérmico irreversible, se debe a que los gránulos de almidón en contacto con agua más la aplicación de calor, por encima de los 55-70º C, se hinchan debido a la adsorción de agua por los grupos hidroxilo (aumenta la viscosidad de la suspensión de almidón), hasta el punto donde los gránulos hinchados pierden su birrefringencia (su orden estructural) debido a la fusión de cristales, y la amilosa lixivia a la fase intergranular acuosa (lixiviar: Separar por medio del agua u otro disolvente, una sustancia soluble de otra insoluble). En conjunto, la ruptura de la estructura granular, el hinchamiento y la hidratación, y solubilización de las moléculas de almidón, constituyen la “gelatinización”, que en el almidón de maíz va de 62 a 74ºC (Cheftel, 1976). Cuando el almidón esta gelatinizado, su digestibilidad aumenta, es decir que presenta mayor facilidad y velocidad de ser digerido o atacado por las enzimas amilolíticas. Esto se debe principalmente a la pérdida del orden estructural que sufre el almidón y a la solubilización de sus moléculas. Por lo tanto: Almidón gelatinizado genera = > velocidad de ataque enzimático > RG = > IG. 4.3.2 Retrogradación: efectos sobre el IG del choclo Si ese almidón gelatinizado se enfría, las moléculas de amilosa exudada de los gránulos hinchados, tienden a asociarse a través de la formación de puentes de hidrógeno con otras moléculas de amilosa (también dispersas) y a las moléculas de almidón en los extremos externos de los gránulos, formando una red, que rodean los gránulos de almidón hidratados (gelificación). El almacenamiento de los geles de almidón, permite una mayor formación de puentes o enlaces de hidrógeno intermoleculares entre las amilosas, reemplazando a los enlaces que están entre amilosa y agua. Seguidamente, se produce la recristalización, donde los cristales empiezan a formarse acompañados de un aumento gradual de la rigidez y de una sinéresis (separación de fases entre el polímero y el disolvente). Este fenómeno de recristalización ocurre por agregación de moléculas lineares, y es conocido con el nombre de “retrogradación”, la cual se manifiesta por la formación de precipitados (o geles) y endurecimiento. La amilosa, entonces es la responsable de que ocurra este proceso, por ello se podría pensar que todo alimento que tenga amilosa, presenta posibilidad de retrogradar. La amilosa retrogradada constituye un almidón resistente, ya que en este estado físico presenta una estructura compacta que no es absorbido por el intestino delgado de las personas sanas, es decir, escapa a la acción de las enzimas digestivas, y por tal motivo se considera que se comporta como una fibra dietética. Es necesario recordar que existe una clasificación nutricional del almidón (Englyst et. Al, 1992), que permite identificar que almidones de distinta fuente o en distinto estado físico, son digeridos de modo diferente. Esta diferencia entre: - Almidón rápidamente digerible (ARD o RDS), almidón lentamente digerible (ALD o SDS) y almidón resistente (AR o RS). A su vez clasifica al AR en cuatro tipos: AR tipo I, AR tipo II, AR tipo III y AR tipo IV. El almidón retrogradado corresponde al AR tipo III cuya formación se debe a los cambios que ocurren en las moléculas de amilosa y amilopectina cuando son sometidas a procesos de calentamiento y enfriamiento. Entonces si la amilosa presente en el choclo retrograda, la digestibilidad de esta hortaliza disminuye y consecuentemente su RG será menor, ya que desciende la CG del choclo al convertir carbohidratos disponibles en AR (carbohidrato no disponible), por lo tanto el IG del choclo será menor. Para retrogradar la amilosa de esta hortaliza, debe ser sometida a procedimientos de calentamiento/enfriamiento los que van a permitir una primera gelatinización del almidón y un posterior enfriamiento el que genere la retrogradación del almidón, donde la amilosa se reconstituye formando un almidón más resistente a la acción enzimática. No se encontraron impedimentos que demuestren que por algún motivo la amilosa no retrograde, así como tampoco, si se requiere una cantidad específica. Toda amilosa puede retrogradar pero cuanta mayor cantidad de este polímero haya, mayor será la modificación del IG. Se considera que la amilosa se hace más resistente si se la refrigera en un período de 16 a 23 horas (Landó, M. I. y Bustingorry, A., 2007:60). Almidón Retrogradado = almidón resistente = < digestibilidad < RG = < IG A continuación se exponen las principales formas en que el almidón puede encontrarse en un alimento, respecto a su estado físico: Tabla 15: Estado físico del almidón Tipo de Almidón Estado de las cadenas de amilosa y amilopectina Fuente Nativo Semicristalino Alimentos crudos 30% de su peso a Principalmente Tº ambiente <50ºC Baja, la menor de todas Alimentos procesados 25 a 30 veces su volumen original Alta, la mayor de todas Entre nativo y Intermedia Gelatinizado Retrogradado Capacidad de absorber agua Digestibilidad Amorfo Semicristalino Alimentos procesados, almacenados gelatinizado Fuente: Parada S. y Jaime Rozowski N., (2008) Otra modificación que puede sufrir el almidón por cocción es la dextrinización que ocurre cuando es sometido a calor seco y se superan los 100º C, como en preparaciones tipo horneados, tostados. Así el almidón queda bien cocido generando una mayor RG, es decir un mayor IG. Y por último resulta interesante mencionar que luego de la cocción, puede haber procedimientos mecánicos, como cortado o rallado. Éstos generan un menor tamaño de los gránulos de almidón, habiendo una relación mayor entre la superficie y el volumen, por lo que el área expuesta para la hidrólisis se incrementa (hay una mayor superficie de contacto). Aún más, si este procedimiento se realiza previo a la cocción, ya que habrá partículas más finas que generan una mayor facilidad de gelatinización, más velocidad de ataque enzimático y por lo tanto mayor IG. Hay que tener en cuenta que cuanto más degradado se encuentre el alimento, el IG será mayor, ya que es más fácilmente digerido. La suma de procesos genera variaciones en la RG: Gelatinización + dextrinización = > digestibilidad = >IG Gelatinización + procedimientos mecánicos= > digestibilidad = >IG Gelatinización + refrigeración = AR = < digestibilidad = < IG 4.4 Beneficios de la inclusión del almidón retrogradado en el plan nutricional del individuo con DM tipo 2 La asociación que se atribuye al almidón retrogrado con la DM tipo 2, se debe a su funcionalidad como fibra dietética y su capacidad de disminuir la RG y de esta forma disminuir IG del alimento. Con los años, el IG ha demostrado ser un concepto nutricional más útil que la clasificación química de carbohidratos (como simples o complejos, como azúcares o almidones, o como disponible o no disponible). Se ha demostrado que alimentos con IG bajo mejoran la tolerancia a la glucosa, y disminuye los factores de riesgo para diabetes y dislipemias. Estas conclusiones surgieron debido a que por muchos años la DM ha sido caracterizada por un trastorno del metabolismo de los hidratos de carbono, asociándose que la ingesta de carbohidratos con alto IG (monosacáridos y disacáridos) genera como respuesta metabólica glucotoxicidad e hiperglucemias sostenidas, mayor insulinemia, aumento ponderal y generan un notorio aumento de la saciedad. Varios estudios prospectivos han demostrado que el consumo crónico de alimentos con alta CG es un predictor del mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. Se han llevado a cabo múltiples estudios que demostraron como la glucemia postprandial y la respuesta insulínica son influenciadas por la cantidad de carbohidratos y su fuente, señalando que el IG es un buen predictor del efecto glucémico de una dieta mixta y resulta clínicamente útil en el manejo dietoterápico de la diabetes e incluso en el manejo de la hiperlipidemia. Sin embargo, en otros estudios se han visto cambios importantes en los lípidos plasmáticos (Rosón, 2007). La ADA (1994), establece que tanto la cantidad como el tipo o la fuente de carbohidrato que se encuentran en los alimentos, influyen en el nivel de glucosa postprandial. Aunque la mayoría de los expertos coinciden en que la ingesta total de carbohidratos de una comida o merienda es un indicador relativamente fiable de glucemia postprandial, el impacto y la importancia relativa que el tipo o la fuente de hidratos de carbono tiene en la glucosa postprandial sigue siendo un espacio de debate. La FAO/OMS en 1998 estableció que la naturaleza química de los glúcidos no es suficiente para describir sus efectos fisiológicos, pero más recientemente (2003) también se adhirió a la teoría que los alimentos de bajo IG disminuyen el riesgo de desarrollar DM tipo 2 y protegen contra la ganancia de peso y obesidad (principalmente por generar un aumento de la saciedad que genera una menor ingesta en la comida posterior). Posteriormente se le agrega al IG un beneficio adicional en planes hipocalóricos y en DM tipo 2. Los motivos para recomendar el bajo IG en los planes de alimentación, son los siguientes: - Retarda la evacuación gástrica. - Regula la glucemia postprandial (menor RG). - Disminuye los valores de insulinemia. - Disminuye la glicación de proteínas (glucotoxicidad). - Genera mayor saciedad y mejor respuesta metabólica para el descenso de peso. En una declaración de la ADA (2004) se establece que existen varios estudios epidemiológicos que sirven de base para establecer que los planes de alimentación con alto IG o alta CG conducen al desarrollo de DM tipo 2, sin embargo se requieren más ensayos prospectivos, para confirmarlo. Se puede ver que se han encontrado controversias a la hora de recomendar o no el IG en el tratamiento dietoterápico de la DM, y las principales razones para no recomendar el uso del IG se deben a las dificultades en la práctica de asesoramiento sobre los valores de IG, los efectos potencialmente adversos en la elección de alimentos y la ingesta de grasa que seleccione la persona con DM, y la falta de estudios que demuestren su efectividad. 5 - Conclusión El choclo es una hortaliza que puede considerarse desde el punto de vista nutricional como un alimento de una dieta saludable, ya que si bien su principal aporte es energético, éste es bajo y las calorías están dadas casi exclusivamente por carbohidratos complejos. En general, está recomendado para la mayoría de las personas, salvo en ciertas situaciones donde su ingesta podría estar limitada. Uno de estos casos es la Diabetes Mellitus tipo 2, donde en su tratamiento nutricional, el énfasis está orientado al contenido de carbohidratos totales del plan de alimentación, debido al efecto que éstos producen sobre la glucemia, es decir su respuesta glucémica, que va a determinar el IG del alimento y de esta forma muestra el perfil de digestibilidad y absorción de los hidratos de carbono. Después del análisis realizado, se puede observar por un lado, que el IG es un buen predictor del efecto glucémico de una dieta y que podría resultar una herramienta útil en el manejo dietoterápico y/o en la educación alimentaria del individuo que presenta DM tipo 2, debido a los beneficios que se le reconoce sobre el control glucémico y a que se ha reconocido que los alimentos de bajo IG se asocian con un menor riesgo de desarrollar tal enfermedad. Por otro lado, se puede definir que el choclo es un alimento de IG intermedio (60), presentando una mayor proporción de carbohidratos disponibles, es decir de alto IG, y cierta cantidad de hidratos de carbono no disponibles. Sin embargo, cuando esta hortaliza es sometida a cocción, a partir del contacto con el agua, la aplicación de calor y el efecto del tiempo de cocción, se generan modificaciones en el estado físico del almidón y según el tipo de cambio que se produzca en su estructura, se modifica su digestibilidad e inclusive se puede convertir en un hidrato de carbono no accesible por las enzimas digestivas. Tal es el caso, del almidón retrogradado generado por procedimientos de calentamiento/enfriamiento. El mismo, es un almidón resistente (tipo III) y en este estado físico al escapar del ataque enzimático, se comporta como una fibra dietética generando un IG menor. IG sólo habla de la calidad (tipo) de los hidratos de carbono y no contempla la cantidad que se consume, por ello para recomendarlo como estrategia en el tratamiento nutricional de la DM, requiere de una adecuada enseñanza. Como establece la ADA, el control total de hidratos de carbono, ya sea por el uso de los intercambios o el conteo de carbohidratos, sigue siendo una estrategia útil para lograr un adecuado control tanto de la ingesta como de las glucemias postprandiales. Es en este sistema de porciones, donde la CG juega un papel importante al relacionar la calidad (IG) con la cantidad de carbohidratos disponibles permitiendo medir el impacto postprandial de cada comida. Tanto la implementación de planes de bajo IG como el sistema de intercambios, si no son adecuadamente explicados, podrían llevar al individuo, a la elección de alimentos que naturalmente sean bajos en hidratos de carbono, y de esta forma se estaría nuevamente limitando la ingesta de alimentos de consumo habitual. Es en este punto donde la inclusión del almidón retrogradado juega un rol fundamental. Para ambos sistemas, los alimentos fuentes de almidón como el choclo, la papa, el arroz, no constituyen alimentos de bajo contenido de hidratos de carbono o de bajo IG, por lo tanto su ingesta podría estar restringida en los planes de bajo IG o bien podría ser limitada en los planes donde se utilice el conteo de carbohidratos. Es por este motivo, que se considera más apropiado hablar y/o enseñar “formas diferentes” de consumir los alimentos amiláceos, utilizando métodos de cocción que lleven a la retrogradación de ese almidón y de esta forma convertirlo en un hidrato de carbono no disponible, por lo tanto pasaría a ser un alimento de bajo IG o de bajo contenido en hidratos de carbono disponibles, y como tal podría ser sugerido como un alimento de consumo habitual en los individuos con DM tipo 2. Este cambio en el estado físico del almidón, puede lograrse a través del siguiente procedimiento: En primer lugar el alimento, debe ser sometido a cocción por hervido a más de 65ºC (para logra la gelatinización del almidón) y luego, debe ser refrigerado, durante un periodo de 16 a 23 hs. Por lo tanto, en este trabajo se puede concluir que esta recomendación nutricional respecto a la ingesta de almidón retrogradado, podría ser un factor positivo para generar una mayor adherencia al tratamiento nutricional, ya que permitiría una mayor frecuencia de la ingesta alimentos que son de consumo habitual, como es el caso del choclo, que es una hortaliza que puede ser incorporada a la alimentación diaria a partir del décimo mes de vida con sus adaptaciones correspondiente y que luego formará parte de alimentos tradicionales en nuestra cultura. Recordemos que el plan de alimentación debe estar adaptado a los hábitos alimentarios y al estilo de vida de cada persona, siendo esta la principal motivación para continuar con el tratamiento dietoterápico. BIBLIOGRAFIA American Association of Clinical Endocrinologists (AACE) Obesity Statement. AACE/ACE position statement on the prevention, diagnosis, and treatment of obesity. Endocr Pract 1998;297-330. American Diabetes Association (2001): Clinical practice recommendations 2001. Diabetes Care 2001:24(Suppl 1):S1-S133. American Diabetes Association (2002): “Clinical practice recommendations”. Diabetes Care 2002:25(Suppl 1):S1-S147. American Diabetes Association (2002): Evidence-Based Nutrition Principles and Recommendations for the treatment and Prevention of Diabetes and Related Complications-Diabetes Care. Vol.25, Supplement 1, January 2002. American Diabetes Association (2004). Standards of Medical Care in Diabetes. Diabetes Care 2004;27(suppl 1): S15-S35. 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