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Orientaciones Psicopedagógicas en caso de Duelo
EOEP Jacetania-Serrablo
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Orientaciones Psicopedagógicas en caso de Duelo
EOEP Jacetania-Serrablo
Orientaciones Psicopedagógicas:
Ayudar a superar la pérdida de un ser querido.
Hablar de la muerte significa hablar de separaciones y de pérdidas y nos
resulta difícil, porque a veces nos da miedo. Este tema es todavía más difícil cuando
tenemos que hacerlo con los hijos, sobretodo si se trata de la muerte de seres
queridos porque nos implica emocionalmente a todos.
Por lo general los adultos tenemos más dificultades a la hora de pensar en la
muerte, hablar de ella y aceptarla que los propios niños. Para ellos es un tema como
tantos otros: un tema que les preocupa y les plantea preguntas que necesitan
respuestas. Si notan actitudes evasivas y respuestas poco claras empezarán a
captar que es un tema tabú del cual es mejor no hablar y se quedarán solos con sus
angustias.
Ante una situación difícil como la muerte de un ser querido, es probable que
os sintáis demasiado abrumados como para poder explicárselo. A los adultos nos
cuesta soportar el sufrimiento del duelo, pero nos cuesta todavía más soportar el
sufrimiento de los hijos y compartir con ellos el dolor (llorar con ellos, estar tristes
con ellos...).
Se trata sobretodo de no apartarle de la realidad que se está viviendo, con
el pretexto de ahorrarle un sufrimiento. Es posible que por edad no comprenda lo
que es la muerte, pero es perfectamente sensible a la reacción y el llanto de los
adultos, a los cambios en la rutina de la casa, a la ausencia de contacto físico con su
ser querido (madre, padre, tío, abuelo...), es decir, se da cuenta de que algo pasa y
le afecta.
Sobre todo es importante que tengáis en cuenta que cualquier niño, antes de
los 6 años, no percibe la muerte como nosotros. Para él significa “separación de
sus seres queridos”, lo cual le resulta muy doloroso. Tampoco tiene adquirido el
concepto temporal del “para siempre” y su aflicción es intensa y breve, a la vez que
recurrente. En este momento todavía confunde
fantasía y realidad, pudiendo
entender la muerte como un castigo o personificarla como un ser con existencia
propia. Su forma de manifestar tristeza se puede concretar en conductas de mayor
vulnerabilidad e irritabilidad, agresividad, miedos, desobediencia, llamadas de
atención...
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Algunas de las cosas que podemos hacer cuando llega la muerte de alguna
persona muy cercana y querida por el niño son:

En la medida de lo posible, evitar que pueda presenciar escenas desgarradoras
de dolor y pérdida de control de los adultos.

Explicárselo pronto: evitar mentiras como “se ha ido de viaje”, “está en el
hospital”... ya que capta que ocurre algo que se le está ocultando y esto genera
únicamente desconfianza. Los niños también tienen sentimientos y para ellos
resulta muy duro ver que no pueden compartir con nadie sus sentimientos de
tristeza, produciéndoles mayor sensación de soledad.

Buscar el momento y el lugar adecuado, utilizando un lenguaje y unas
explicaciones acordes a su edad. Deberemos ser pacientes pues es probable
que sus preguntas sean recurrentes. Es habitual que alterne fases de preguntas
y expresión emocional, con intervalos en los que no menciona para nada el tema.


Es importante dejarles claras dos ideas fundamentales:

Que el ser querido no volverá

Que su cuerpo está enterrado, convertido en cenizas...
Contestar sinceramente y de forma lo más real posible a todas sus preguntas.
Recordar que ahora es muy importante también para él estar rodeado de un
ambiente de confianza y seguridad. Si no tenemos alguna respuesta le diremos
sencillamente que no lo sabemos. Es preferible que sea alguien cercano al niño,
que le permita expresar sus emociones y se sienta cómodo contestando a sus
preguntas.

No angustiarnos porque nos vea tristes o llorando; Esto le puede hacer sentir
más acompañado. Si ve que los adultos intentan esconder o disimular sus
sentimientos aprenderá pronto a no expresarlos y se sentirá solo con su dolor.

Animarle a expresar lo que siente: independientemente del modo de expresarlo,
los niños viven emociones intensas tras la pérdida de una persona querida. Si
captan que estos sentimientos (rabia, miedo, tristeza...) son aceptados por su
familia, los expresarán más fácilmente, y les ayudará a vivir de manera más
adecuada la separación. Los niños de esta edad suelen sentir rabia y enfado por
haber sido abandonados, y pueden expresarla de muchas maneras: irritabilidad,
pesadillas, juegos ruidoso, travesuras... también es frecuente que dirijan el
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enfado hacia algún familiar cercano. Podemos ayudarle permitiéndole que saque
la rabia gritando, corriendo, golpeando (por ejemplo cojines...).

Los tres temores más frecuentes más frecuentes del niño ante una situación de
este tipo son:


¿Causé yo la muerte?

¿Me pasará esto a mi?

¿Quién me va a cuidar?
Una vez que se va volviendo a la cotidianeidad, es importante seguir hablando de
la persona que ha muerto, recordarla, hablar de lo bueno que nos ha dejado, de
sus gustos, de sus ilusiones... para facilitar que siga viviendo, si bien de otra
manera, en la mente y en el corazón de nuestros hijos para que ellos vayan
elaborando el duelo por su pérdida.

Respetar su manera de afrontar la pérdida: lo más frecuente es apreciar cambios
en el carácter, cambios frecuentes de humor, disminución del rendimiento
escolar, alteraciones en la alimentación y el sueño... El niño suele sentir la
necesidad de seguir manteniendo una relación afectiva con la persona fallecida;
podemos ayudarle dándole algún objeto personal que conserve como un
recuerdo y una forma de unión íntima con él.

Mantenerse cerca del niño, física y emocionalmente: permitirle estar cerca,
sentarse a su lado, sostenerlo en brazos, abrazarlo, escucharle, llorar con él...
(no es malo que los niños vean el dolor y la tristeza). También es bueno buscar
momentos para estar separados (dejarle salir a jugar con otros niños, que esté
en su habitación sólo...) si es necesario tranquilizándole diciéndole que estamos
ahí por si nos necesita.

Es bueno decirle que, aunque estamos muy tristes por lo ocurrido, vamos a
seguir ocupándonos de él lo mejor posible. También necesita saber que no nos
va a pasar lo mismo ni a nosotros ni a él.
Es muy importante, en todo momento, la selección de palabras y el tipo de
historia a utilizar cuando se le pretende explicar al niño lo que ocurre después
de la muerte. Se considera que la presentación que el adulto hace en forma de
“yo creo” deja al niño libre de aceptar o rechazar ese punto de vista; también
puede ser preferible utilizar los términos “no vivir más” o “ausencia de vida” para
describir el concepto de muerte.
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Algunas direcciones de interés:

VIVIRLAPERDIDA.COM
Algunas lecturas recomendadas:

MICHAELENE MUNDY : “Cuando estoy triste. Ante la pérdida de un ser
querido”. Ed. San Pablo.

VICTORIA RYAN: “Cuando los abuelos nos dejan. Cómo superar el dolor”.
Ed. San Pablo.

W.C. KROEN: “CÓMO AYUDAR A LOS NIÑOS A AFRONTAR LA PÉRDIDA
DE UN SER QUERIDO”. El. Oniro.
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