Los actos públicos y los actos privados. Definición

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Los actos públicos y los actos privados. Definición. ..............................................2
1. Clasificación de los actos públicos. ...................................................................2
2. Las normas sobre protocolo ..............................................................................3
3. La normativa legal sobre protocolo ..................................................................4
4. La Administración del protocolo oficial .............................................................6
5. El protocolo en el sector privado ......................................................................8
6. La etiqueta social ..............................................................................................9
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La ordenación del protocolo
Los actos públicos y los actos privados. Definición.
Son actos públicos aquellos que tienen lugar ante un número indeterminado de personas, lo
organice quien lo organice, se consideran actos públicos, caracterizados por presentar un notable alcance
ante la sociedad, bien porque se produzcan ante un gran número de personas o bien porque los medios
de comunicación presentes lo difundan ante una gran masa social. Por el contrario el acto privado se
ejecuta a la vista de pocos, familiar y domésticamente, sin formalidad ni ceremonia relevante.
1. Clasificación de los actos públicos.
Los actos públicos se pueden clasificar atendiendo a diversos criterios:
Según su naturaleza o diverso contenido podemos clasificarlos en:
o Acto de carácter cultural, de carácter social, de carácter recreativo, de carácter político, de
carácter sindical, etc. Incluso puede darse lo que podríamos denominar una constelación de
actos, o acto complejo, en el que es factible encontrar la celebración sucesiva de actos
públicos de distinta naturaleza (un congreso, por ejemplo).
Los actos pueden revestir diversas modalidades como:
o un acto cultural puede ser un acto académico o una proyección cinematográfica con
coloquio; un acto recreativo o social puede ser un banquete o un baile. Generalmente, los
actos públicos no son puros, sino que acostumbran a ir acompañados unos de otros (una
conferencia, seguida de vino de honor).
Desde el punto de vista del ámbito a que afecta la celebración de los actos públicos, éstos se
clasifican en:
o Ámbito nacional, de ámbito regional, de ámbito provincial, de ámbito municipal y hasta de
ámbito menor. Esta clasificación atiende al espacio territorial al que extienden su
competencia las autoridades que los organizan y a los posibles asistentes, pues es evidente
que cualquier acto se celebra en un lugar determinado y limitado siempre a un espacio
concreto. Lo suyo es que a los actos públicos asistan quienes tienen su residencia habitual
en el lugar donde se celebran. Quienes, por obligación, deban desplazarse a ese lugar serán
precisamente las personas que marcarán, con su presencia, el ámbito espacial mayor que se
desee conferir al acto.
En cualquier caso el criterio más usado, por ser
objetivo, al clasificar los actos, es aquel que
atiende a la persona o entidad que los organice.
o Bajo este criterio los actos públicos se
encuadran en dos grandes grupos: los
actos públicos oficiales y los actos
públicos no oficiales, según sean
programados
por
personas
o
instituciones que integran el sector
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público (actos públicos oficiales) o el sector privado (actos públicos no oficiales). Al margen
de todos ellos, quedan, pues, los actos privados, en los que la organización nace de una o
varias personas y con carácter familiar o doméstico.
A su vez, los actos públicos oficiales, pueden ser de carácter general y de carácter
especial. Los primeros están organizados por la Corona, el Gobierno o la
Administración del Estado, las Comunidades Autónomas o las Corporaciones
Locales. Los de carácter especial se organizan por determinadas instituciones
públicas con motivo de acontecimientos propios de su ámbito específico.
A lo dicho hay que añadir que, como se deducirá de las páginas venideras, existen actos públicos
que, por su naturaleza, siempre tendrán la consideración de oficiales (presentación de cartas credenciales,
inauguración de una obra pública), pero existe también buen número de aquéllos que, por la misma razón,
podrán ser oficiales o no, ya que no habrá inconveniente en que se organicen indistintamente por el
sector público o por el sector privado (una recepción, una conferencia). Igualmente, se celebran actos
públicos cuya naturaleza oficial resulta impensable o difícil de admitir (invitación a una fábrica, exhibición
comercial). Todos los demás actos tendrán la consideración de actos privados.
2. Las normas sobre protocolo
El protocolo se rige por un haz de normas diversas. Si partimos de la propia definición de
protocolo, las normas se incluyen en la propia definición:
Instrumento al servicio de la sociedad integrado por una serie de normas de carácter formal, encaminadas
a definir:
– La presidencia de un acto
– La precedencia en el mismo
– Los símbolos
– Las intervenciones
– Los comportamientos en actos sociales
para dar una imagen fiel de lo que representan las autoridades y personalidades que lo protagonizan o
asisten y del mensaje que estas ceremonias pretenden transmitir.
Pueden distinguirse dos clases de normas sociales: las reglas que se presentan como prescripciones
jurídicas (normas jurídicas) y aquellas otras normas que rigen la convivencia humana, como son los
comportamientos de cortesía, los modales, las reglas del lenguaje hablado, los preceptos de la etiqueta,
etc.
Son dos formas distintas mediante las cuales un individuo se comporta de una determinada
manera, pues mientras en el primer caso el comportamiento protocolario de un individuo queda obligado
por la ley (por ejemplo los militares saludarán a la bandera española), en el segundo se trata de una mera
regla convencional, o simple invitación a los individuos a cumplir, dependiendo de que los propios
individuos quieran vincularse o no al cumplimiento de este tipo de normas (por ejemplo ceder el paso en
una acera a un impedido). Estas últimas normas (no basadas en preceptos jurídicos) son los denominados
usos sociales, que han variado según los tiempos, las latitudes, y los estratos sociales, y que son distintos
todavía para cada uno de los sectores de la sociedad en que se producen.
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Los usos sociales no son, pues, ley en sentido estricto, pues no están regulados por ley alguna, no
tienen la imposición del superior, pero a tales normas no se les niega una importante función social, pues
realmente actúan con eficacia dentro de la sociedad, facilitando las relaciones humanas.
Sea cual sea la naturaleza de la norma (jurídica o no), ambas se aplican en protocolo y por ello se
hablan indistintamente de ellas como normas que ordenan el protocolo.
Ordenar el protocolo es por ejemplo, determinar qué reglas deben presidir la celebración de los
actos en los que intervienen personas de distinta posición, cómo deben ordenarse o como debería
comportarse una persona en un acto determinado.
Pueden distinguirse dentro de las normas que tradicionalmente se han estimado como protocolarias,
las siguientes:
Normas de carácter moral. Inspiradas en el cumplimiento del deber moral inspiradas en la
caballerosidad o la solidaridad. Por ejemplo ceder el asiento en un autobús a una señora mayor.
Estas normas son las que se reúnen bajo el término
de buenos modales.
Normas de carácter social (de protocolo, en sentido
muy estricto) o normas de etiqueta. Estas normas
son variables encada tiempo y país. No son
vinculantes y su incumplimiento representan para
el infractor “caer en ridículo” ante los demás. (Por
ejemplo presentarse la obligación de vestir chaqué
en una boda de día cuando la invitación así lo
exige).
Normas de carácter jurídico. De obligado
cumplimiento pues son leyes que implican derecho. Por ejemplo la disposición de las autoridades
dentro de un acto público oficial.
En definitiva el protocolo se nutre de estos tres tipos de normas, pero su medida viene condicionada
por el tipo de acto. Por ejemplo en un acto público oficial como la celebración del día de la Hispanidad, la
disposición de las autoridades en el desfile militar que siempre se celebra en este día viene regulada por el
RD 2099/83. Sin embargo el saludo de los civiles a SM el Rey viene condicionado por el uso de normas
sociales o de estilo social.
3. La normativa legal sobre protocolo
La normativa legal que regula el protocolo propiamente dicho, es decir, las reglas que rigen los actos
públicos y celebrados por el sector público, es decir, por cualquier organismo oficial, es la que a
continuación detallamos:
El Real Decreto 2099/1983, de 4 de agosto, por el que se aprueba el Ordenamiento General de
Precedencias en el Estado, que ha sido modificado, de forma indirecta, por disposiciones que
han variado el orden de prelación de algunas autoridades.
El Real Decreto 834/1984, de 11 de abril, por el que se aprueba el Reglamento de Honores
Militares.
El Real Decreto 2945/1983, de 9 de noviembre, por el que se aprueban las Reales Ordenanzas
del Ejército de Tierra.
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El Real Decreto 1024/1984, de 23 de mayo, por el que se aprueban las Reales Ordenanzas de la
Armada.
El Real Decreto 494/1984, de 22 de febrero, por el que se aprueban la Reales Ordenanzas del
Ejército del Aire.
A estas normas deben añadirse las que se ocupan de la concesión de honores (títulos
nobiliarios y condecoraciones) y la normativa, totalmente dispersa, sobre tratamientos
honoríficos.
Además de estas normas también se aplican en todos los actos aquellas que establecen las distinciones
sociales y los tratamientos, ya por razón de la función que las personas desempeñan en la sociedad, ya con
motivo de la obtención de recompensas. Por ejemplo el uso de las distinciones como Ilustrísima,
Excelencia o Alteza para aquellos individuos que por su cargo o posición deban tener.
Igualmente, a las mencionadas normas, aplicables en todo el territorio español, deben agregarse las
disposiciones que, dentro de sus competencias, promulguen las entidades públicas territoriales inferiores
al Estado y que serán de aplicación sólo en sus respectivos territorios.
Las Comunidades Autónomas pueden dictar normas ordenando sus propias autoridades y órganos en
actos por ellas organizados y a los que no concurran con los del Estado. Estas normas nunca pueden
contradecir el Ordenamiento. La norma de precedencia que se aplica en Andalucía es el Decreto 77/2002,
de 26 de febrero.
Igualmente, existen Comunidades Autónomas que han regulado la concesión de condecoraciones,
llamadas medallas, y otras distinciones, parecidas a las que tradicionalmente han venido otorgando las
Corporaciones Locales.
Las Corporaciones Locales (Diputaciones provinciales, Cabildos, Consejos Insulares y Ayuntamientos)
pueden aprobar reglamentos especiales, donde se regule también el sistema de crear y otorgar
distinciones y recompensas. La misma clase de aquellos reglamentos
puede regular las precedencias de las autoridades provinciales o
municipales y de sus funcionarios, el ceremonial de los actos
públicos y de imposición de las recompensas que otorguen
organizados por las Corporaciones Locales.
En cualquier caso, el contenido de los reglamentos no puede
contradecir nunca la legislación del Estado, ni la que haya podido
promulgar la Comunidad Autónoma respectiva.
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También deben merecer la misma calificación de normas de protocolo las instrucciones que los
órganos que tienen a su cargo la administración de aquél puedan impartir, como desarrollo o aclaración
de la normativa anteriormente citada, o como ejecución de acuerdos internacionales. Tal ocurre, por
ejemplo, con las Circulares que suelen emanar del Ministerio de Asuntos Exteriores aclarando o
desarrollando normas contenidas en Convenios de carácter internacional.
NORMATIVA
LEGAL
ESTATAL
AUTONOMICA
CORPORACION
LOCAL
4. La Administración del protocolo oficial
Designamos así al conjunto de órganos del Estado y de las demás Entidades públicas que tienen como
misión programar, planificar, dirigir y realizar los actos públicos de la institución a la que sirven.
Cada una de las Administraciones Públicas suele contar con órganos adecuados que tienen a su cargo
la programación, dirección, ejecución y resolución de consultas sobre el protocolo oficial. Por supuesto, la
Administración del Estado es la primera de ellas.
1. Administración del Estado. Su importancia es extraordinaria, no solamente porque es la llamada
a dirigir la programación y celebración de todos los actos públicos oficiales preeminentes de carácter
nacional o internacional, sino porque, además, de ella dimanan instrucciones y reglas de interpretación
de las normas de protocolo, en virtud de la función normativa originaria que, como hemos visto,
corresponde al Estado
en esta materia. Las
instituciones del Estado
encargada
de
administrar el protocolo
son:
La Presidencia ha
dictado
siempre
disposiciones
relacionadas
con
honores
y
precedencias y ha
venido resolviendo
conflictos
sobre
estas últimas y sobre
el
régimen
protocolario
en
general, cuando se
planteaban
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cuestiones entre autoridades o titulares de órganos dependientes de distintos Departamentos
ministeriales. Con este fin se creó en el año 1983 la Jefatura de Protocolo del Estado, dependiente
de la Presidencia, y en 1987, la Jefatura de Protocolo de la Presidencia del Gobierno. Hoy, a partir
de 1996, ambas jefaturas han sido refundidas en un solo órgano, conservando la misma
dependencia jerárquica. El Departamento de Protocolo de la Presidencia del Gobierno, con nivel de
Dirección general, es el primer órgano con competencia en la materia. Corresponde al
Departamento la coordinación, interpretación y ejecución de las normas protocolarias y la
dirección de los actos relativos al régimen de protocolo y ceremonial del Estado, salvo en lo que
concierne a las competencias propias del Introductor de Embajadores del Ministerio de Asuntos
Exteriores.
El Ministerio de Asuntos Exteriores que ejerce la de aplicación de normas y dirección del
ceremonial oficial. Hoy su denominación exacta es Dirección general de Protocolo, Cancillería y
órdenes, cuyo titular, bajo la dependencia directa del Subsecretario y con rango y tratamiento de
Embajador, es también el Introductor de Embajadores. La competencia de esta nueva Dirección
general, en lo que al protocolo concierne, es la siguiente: preparación, coordinación, dirección y
ejecución de los actos oficiales y ceremonias relacionadas con la política exterior del Estado, que
tengan lugar en el territorio nacional y en el exterior, especialmente los viajes oficiales de SS MM
los Reyes y las visitas de los Jefes de Estado extranjeros; la iniciación, gestión y conclusión de los
expedientes de concesión de las órdenes de Isabel la Católica y Mérito Civil, cuya Cancillería radica
en el Ministerio de Asuntos Exteriores.
La Jefatura de Protocolo de cada Ministerio, pues todos ellos cuentan con un órgano u oficina, de
mayor o menor nivel, que suele aunque con funciones reducidas
dedicarse a la organización de sus propios actos. También se ocupan
estas oficinas de la asistencia y apoyo a las autoridades del Ministerio,
cuando deban asistir a actos oficiales organizados por otras
instituciones u organismos.
En cuanto a la Administración periférica del Estado, nada dicen las
disposiciones legales. Tradicionalmente, han venido existiendo unidades de protocolo en las dependencias estatales en las provincias de
mayor importancia. Hoy son los Delegados del Gobierno en las
Comunidades Autónomas los únicos órganos con la suficiente entidad
como para contar con esta clase de servicios. No es preciso añadir, por
evidente, que la intervención de estos órganos de la periferia debe
quedar reducida a las organizaciones y cuestiones de ceremonial y
precedencia en actos oficiales a los que concurran autoridades del
Estado, siempre y cuando los titulares de los órganos centrales no
hagan presencia en el territorio y aporten su propia organización.
2. Administración autonómica. Esta nueva Administración puede
programar y ejecutar actos públicos, con arreglo a las normas de
protocolo del Estado, cuando en tales actos concurran autoridades de este último, según ya hemos
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visto. Cuando no asistan a los actos más autoridades que las pertenecientes a las propias
Comunidades, el protocolo puede correr a cargo de los órganos que ellas creen al efecto.
3. Administración Local. Tanto las Diputaciones provinciales como los Ayuntamientos han
cuidado de siempre el protocolo y el ceremonial de los actos organizados por tales Corporaciones
y, a veces, de actos ajenos a ellas. La autonomía local incorporada a la Constitución española ha hecho que estas Corporaciones se dediquen exclusivamente a cuidar de sus actos. Hoy,
prácticamente, todas las Corporaciones Locales, incluidos Cabildos y Consejos insulares, cuentan
con una oficina o, al menos, con una persona responsable de esta actividad, que, en ocasiones,
asume incluso algún miembro de la Corporación.
Por lo que se refiere a los órganos de protocolo de las Administraciones públicas distintas a las del
Estado, el Departamento mantendrá con ellos las necesarias relaciones de colaboración en esta materia.
5. El protocolo en el sector privado
Cuando se habla de protocolo en el sector privado, estamos aludiendo al que se aplica a los actos
públicos no oficiales. Protocolo que, en principio, no tiene la importancia que reviste en el sector público,
pues el de éste es el protocolo por antonomasia. Pero, aun hecha esta afirmación, debe distinguirse
dentro de este apartado el protocolo de los actos organizados por instituciones que, aunque incluidas en
el sector privado, participan en alguna medida de la vida pública oficial (Corporaciones públicas), y el de
los actos organizados por las demás entidades privadas.
Pertenecen al primer grupo el Instituto de España y las Reales Academias, las Universidades y los
Colegios y Cámaras Oficiales, por citar las Corporaciones más conocidas. Forman parte del segundo las
entidades privadas constituidas por las empresas, las fundaciones, las asociaciones en general, y las
órdenes y corporaciones nobiliarias.
Para ninguno de ambos grupos existen normas de carácter jurídico que se ocupen de la celebración de
los actos públicos, a excepción del Instituto de España, de las Reales Academias y de los Claustros
universitarios, que, además de aparecer incluidos en el Ordenamiento General, cuentan con normas
jurídicas y consuetudinarias propias, a veces con cierta antigüedad.
Por lo general, las Corporaciones públicas,
especialmente las que disponen de suficientes medios
personales, dedican alguno de sus órganos a las
funciones de protocolo, que, como hemos insinuado, se
desarrolla a veces a imitación del oficial. Lo mismo
puede decirse de la Iglesia católica, cuya estructura
jerárquica y funcionamiento demandan en muchas
ocasiones un ceremonial meticuloso y siempre
preestablecido.
Por lo que atañe a las Entidades privadas, al principio
mencionadas, incluimos en ellas a las empresas, a las
fundaciones, a las asociaciones de interés general, a las
asociaciones voluntarias y a las órdenes y corporaciones
nobiliarias. Los actos organizados por todas ellas no
tienen por qué someterse a ninguna disposición legal, si
bien, cuando esos actos quieran revestir cierta
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solemnidad, parece evidente que tendrán que echar mano, para imitarlas en lo posible, de las reglas legales.
Las empresas, cada vez más sensibilizadas en estos temas, poseen, por lo general, un departamento
dedicado al protocolo, que no siempre recibe la misma denominación (relaciones públicas, relaciones
externas, relaciones institucionales... ). El departamento, con dependencia directa de la Presidencia o
Dirección de la empresa, no acostumbra a ser exactamente una oficina de protocolo, ya que su cometido
es más ambicioso (prensa, relaciones públicas). Pero, cuando el número de actos públicos a celebrar lo
aconseje, en tal departamento debe destinarse una unidad administrativa o, al menos, un puesto de
trabajo a las cuestiones de protocolo.
Y lo mismo puede decirse de las fundaciones, de las asociaciones de interés general, entre las que
incluimos los partidos políticos, los sindicatos, las asociaciones empresariales y profesionales. Y, en menor
medida, puesto que suelen tener escasos medios y entidad, de las asociaciones voluntarias (culturales,
recreativas, deportivas...) y de las órdenes y corporaciones nobiliarias.
Protocolo publico
NO OFICIAL
Corporaciones
Públicas
Entidades privadas
Instituto de España
Reales Academias
Universidades
Colegios Profesionales
Cámaras Oficiales
Empresas importantes
Fundaciones
Asociaciones
Corporaciones nobiliarias
6. La etiqueta social
Se habla ya de protocolo social como equivalente al protocolo en los actos
de sociedad y familiares que no trascienden al exterior y que, por esa razón,
no pueden ser considerados como actos públicos en el sentido en el que los
hemos tomado en el número anterior. Las normas que los rigen quedan
limitadas a determinados usos, admitidos en cada época y que, según ésta y a
veces el territorio en que se celebran aquellos actos, pueden variar, y de
hecho varían. Estos usos se imponen a todos los individuos, poniéndoles de
manifiesto lo que se hace y lo que no se hace, ejerciendo, como la moda, una
auténtica presión sobre los mismos, aun sin que ellos se den cuenta.
Muchas veces estos usos producen en el individuo, pautas de
comportamiento que nos permiten prever la conducta de las personas que no
conocemos, y obligan al individuo a vivir a la altura de los tiempos. Pero, en
ocasiones, y en determinadas esferas sociales, suponen auténticas normas de
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conducta de las que hoy no se puede prescindir, pues este protocolo privado o etiqueta social ya no es
cosa que pertenezca al mundo diplomático o de la aristocracia, sino que, a un determinado nivel social,
parece necesario para no fracasar en las relaciones con los demás. Estamos, sin duda, ante un
reverdecimiento de la ética de las formas, los preceptos de la buena educación no tienen la formalidad de
las normas jurídicas, pero llevan también aparejadas su sanción: el ridículo.
En el último siglo los usos sociales no sólo han cambiado, sino que plantean la necesidad de introducir
nuevas maneras, que vienen impuestas por unos nuevos modos de vida, por las relaciones en los negocios,
por la aparición de otras escalas de valores, por el cambio experimentado en la familia y en el papel de la
mujer en la sociedad, pues no cabe olvidar que el sexo ha sido, y sigue siendo, condición determinante de
ciertas normas de etiqueta.
Para concluir, conviene recordar que el hecho de que las reglas de etiqueta estén llamadas a presidir
inexcusablemente la celebración de los actos privados no debe inducirnos a subestimarlas, ni mucho
menos llevamos a pensar que de su cumplimiento han de quedar exentos quienes intervienen o asisten a
los actos públicos, sean oficiales o no. Muy al contrario, quienes protagonizan o hacen acto de presencia
en cualquiera de esos actos han de ser los primeros en guardar aquellas reglas que, por estimarse sabidas,
no se incluyen en las de protocolo, pero que, sin duda, constituyen su necesario complemento.
Bibliografía: Manual de Protocolo. Francisco López-Nieto. Ed. Ariel.
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