ASOCIACIÓN DE CENTROS DE ESTUDIOS GNÓSTICOS, ANTROPOLÓGICOS, PSICOLÓGICOS Y CULTURALES A. C. Matrícula Cámara de Comercio S0-500484 de 2004 Personería jurídica 1294 de 1990. NIT. 800-160659-0 E-mail: [email protected] WEB : www.acegap.org COMO CONVERTIRNOS EN INSTRUMENTOS DE PAZ ¡SEÑOR HAZME UN INSTRUMENTO DE PAZ!: Francisco de Asís M ussolini dijo: “La paz es un ramo de olivo que pende del filo de once millones de bayonetas”. Así hablan los siniestros personajes de las sombras. ¿Qué es la Paz? Para la gran mayoría de la gente la paz es la antítesis de la guerra. El Gnosticismo dice que la paz no se encuentra en el dualismo conceptual, y que hay que pasar más allá de la polaridad de la mente si queremos hallar en verdad, la paz. Necesitamos llegar a la gran síntesis. Para la gente que está enfrascada en el dualismo de la mente, paz y guerra son una misma forma mental con un polo positivo y negativo. La síntesis está más allá de las respuestas de la filosofía. En la síntesis y sólo en la síntesis, podemos hallar la verdadera paz. Es imposible ser un verdadero instrumento de paz cuando llevamos dentro de nuestra psiquis el “Yo” psicológico. El “Yo” es pluralizado, y está constituido por todos los factores que producen en el mundo toda clase de desolación: hambre, miseria, guerra, destrucción del planeta en que vivimos; el “Yo” son mis “borracheras”, mis “vicios”, mis “apegos”, que tanto dolor me causan en el corazón, mis “preocupaciones” que me destrozan los sesos y me enferman; son mis “lujurias”, mis “orgullos”, mis “perezas”, mis “glotonerías”, mis “codicias”, mis “envidias”, mis “iras”, etcétera, etc. Dentro del “Yo” tenemos todos los factores que producen guerra. Esos factores se conocen como crueldad, egoísmo, codicia, ambición, odio, astucia, etc., y en el drama espectacular de la guerra se exhiben todos los factores destructivos que llevamos dentro, y que controlan el cerebro y los centros capitales. Ahora por estos tiempos todo el que quiera ser famoso se convierte en paladín de la paz. Esta es una nueva forma de hacerse famoso. La paz no es una cuestión de propaganda ni de paladines con un premio Nobel. La paz es una sustancia sagrada que no puede poseer quien tenga dentro de su psiquis los factores psicológicos que producen la guerra. El egoísmo individual se convierte en egoísmo colectivo; la codicia individual se convierte en codicia colectiva; el odio individual se convierte en odio colectivo, etc. Y así vienen las guerras, la lucha por los monopolios, la ambición destructiva, las ansias de conquista, las ansias de poder, etcétera. Si el individuo no elimina dentro de sí los factores catastróficos de la envidia, de la codicia, de la ambición, del odio, de la venganza, del resentimiento, de la explotación del hombre por el hombre, del egoísmo, etc., no se puede convertir en un instrumento de paz. Desafortunadamente, todos nosotros, equivocados e ignorantes, hemos olvidado que el individuo es la base de la sociedad y que para obtener un cambio estructural profundo de la sociedad y del gobierno, debemos iniciar el cambio revolucionario desde la base, por medio de una Educación Fundamental, que tenga como principios sólidos: libre iniciativa, no imitación, libertad creadora, atención consciente, valor, amor, cómo pensar, saber escuchar, sabiduría, generosidad, comprensión, integración, sencillez, paz veracidad, vocación, etc. Si el individuo cambia, cambia la familia, cambia el conglomerado social, el gobierno. Mas hoy los ignorantes ilustrados (gentes llenas de teorías sin conocimiento de sí) de la política y la economía pretenden con fórmulas resolver el problema humano de la paz, tratándolo de arriba hacia abajo: elaborando reglas para la masa y olvidando a los individuos, tratándolos solo como fichas de una organización económica cerrada. Muchos filósofos, religiosos y politólogos, predicen para las futuras décadas, la desaparición de las guerras y creen que esta humanidad va a pasar por una transformación radical. Obviamente, caro lector (a), tales profecías fallan, no pasan de ser meros sofismas. ¿Y qué es un sofisma? Pues, un paredón sin cimientos. Incuestionablemente no es posible que el odio, el egoísmo, el revanchismo, la codicia, la envidia, etc., etc., que cada individuo lleva adentro, pueda crear realmente un mundo de paz; sería absurdo suponer que con los anteriores elementos inhumanos expresándose en forma colectiva pudieran dar origen a un mundo pletórico de luz y de belleza. ¿Cómo podemos ser idóneos instrumentos de paz cuando dentro de nosotros están aquellos factores de la discordia que producen guerras? Cuando el egoísmo y la violencia se expresan colectivamente, entonces aparece sobre el escenario de la vida, la guerra. ¿Cree usted, caro lector (a), que en estas circunstancias pueda el “Yo” psicológico y pluralizado crear unos tiempos de fraternidad y paz? ¿Con qué obreros vamos a hacer el edificio de la paz? ¿Cuáles son esas multitudes capaces de establecer sobre la faz de la Tierra, el esplendor de la paz? Usted, amigo lector (a), que conoce muy bien a las gentes, que conversa con sus semejantes, que sabe lo que es la lucha para ganarse el pan de cada día, que sabe lo que es el egoísmo, la envidia, la codicia, el rencor, la venganza, la violencia; usted que ha sufrido y ha hecho sufrir, ¿aceptaría la tesis de poder alcanzar la paz firmando unos tratados o algo por el estilo? Dicen que el árbol se conoce por sus frutos. En Gnosis se piensa que para poder crear la paz hay que eliminar los factores que producen la guerra: odio, violencia, egoísmo, codicia, subir al tope y hacernos sentir, recelos, etc. Cuando el Hermano Francisco de Asís pedía a su Cristo Interno: “Señor, hazme instrumento de paz”, pedía la eliminación de esos elementos psíquicos abominables. Hay una sentencia que dice: “A Dios rogando y con el mazo dando”. Podemos pasarnos siglos, como ha sucedido, rogándole a Dios por la paz, pero no producimos una acción recta para eliminar esos demonios psíquicos que producen guerras; entonces no habrá paz; porque si pensamos: “Dios es paz” eso es correcto, pero nosotros no demostramos con hechos evidentes, claros y meridianos, que queremos paz. “Hechos son hechos y ante los hechos tenemos que rendirnos”: Cuando produzcamos el hecho meridiano de eliminar los elementos infrahumanos que producen las guerras, entonces, seremos instrumentos, idóneos, capacitados de paz. ¿Cómo puede haber paz dentro de nosotros si cargamos en nuestra manera de pensar y sentir, el egoísmo, la violencia, el odio, etc.? Sólo eliminando esos “Yoes”, verdaderos demonios dentro de nosotros, podemos edificar la paz. Y esos elementos se eliminan cuando los descubrimos a través de la Auto-observación, cuando luego los comprendemos a través de la Reflexión Evidente del Ser, cuando después de comprenderlos, rogamos, suplicamos, con todas las fuerzas de nuestra Alma y de nuestro Corazón a nuestra Divina Madre particular que nos elimine ese “Yo” que hemos comprendido. Si Ella nos elimina el egoísmo, por ejemplo, cristalizará en nosotros el Altruismo; si nos elimina la envidia poseeremos la Alegría por el bien ajeno; si nos desintegra el odio cristalizará en uno, el Amor; si nos elimina el orgullo se manifestará en nosotros de manera espontánea la Humildad; si Ella nos elimina la inercia, la pereza, cristalizará en nuestra humana persona, la Diligencia, el Dinamismo. Ya en posesión de esas facultades y virtudes del Ser, entonces advendrá la sustancia sagrada de la Paz, y cristalizará dentro de nosotros y nosotros podremos darla. Recuerda: “Nadie puede dar de lo que no tiene”. La Paz es Sagrada y no una mera tesis intelectual de ignorantes ilustrados.