VINCULACIÓN DEL MANEJO DE RIESGOS QUÍMICOS Y

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VINCULACIÓN DEL MANEJO DE RIESGOS QUÍMICOS Y EL DESARROLLO
SUSTENTABLE1
Dimensión económica del la producción y consumo de productos químicos
Para tener una idea de la importancia que han adquirido en el mundo actual las
actividades relacionadas con la producción y consumo de productos químicos, a
continuación se refieren algunos datos que la ponen en relieve.
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La industria química en el mundo emplea a más de 10 millones de personas y
contribuye con 7% del ingreso mundial, 9% del comercio internacional y una
cantidad estimada de $ 1.5 trillones de dólares en 1998, más del doble del
tamaño del mercado mundial de los equipos y servicios de telecomunicaciones.
La mayoría de las empresas productoras de sustancias químicas tienen menos
de 50 empleados y producen un gran número de sustancias en pequeñas
cantidades.
Mientras que algunas sustancias se producen en grandes volúmenes (por ej. el
consumo mundial de dicloro etileno en 1997 fue de 37 millones de toneladas), la
mayoría se producen en pequeños volúmenes.
El valor de los embarques de sustancias químicas se incrementó casi nueve
veces entre 1970 y 1998.
16 países contribuyen con cerca del 80% de la producción mundial (EU, Japón,
Alemania, China, Francia, Reino Unido, Italia, Corea, Brasil, Bélgica,
Luxemburgo, España, Holanda, Taiwan, Suiza, Rusia).
En algunos países, esta industria representa del 10 al 30% de la manufactura y
constituye un sector económico importante
Algo importante a tener en cuenta, son las tendencias mundiales en los mercados de
los productos químicos, que se ven reflejados en los datos siguientes.
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Se espera que para 2020 aumente en un 85% la producción de sustancias
químicas en comparación con 1995.
Los países de la OCDE se espera reduzcan su contribución a esta producción de
un 78% en 1998 a un 69%
Los países en desarrollo aumentarán su demanda y producción de un 23% y
21%, respectivamente en 1995, a un 33% y 31%.
Ideas propuestas por Cristina Cortinas de Nava (www.cristinacortinas.com)
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En México, como se indica a continuación, la producción, exportación y consumo de
sustancias químicas tiene un activo crecimiento, que se ve reflejado en el aumento del
valor de la producción en este campo.
Aumentos en la producción, consumo, exportación y valor de la producción de
químicos en 2004 en México (%)
Producción
19.3
Consumo
17.4
Exportación
25.6
Valor de la producción
1.8
Peligrosidad y riesgo de las sustancias químicas
Aunque una gran mayoría de las sustancias químicas que son objeto de comercio no
poseen características que las hagan considerar peligrosas, otras si lo son por su
capacidad de producir corrosión, reacciones que provoquen incendios, explosiones o
nubes tóxicas, por su toxicidad inherente y capacidad de inflamarse.
Lo anterior dado lugar al establecimiento de legislaciones que regulan su manejo
seguro y ambientalmente adecuado a lo largo de su ciclo de vida integral (extracción,
producción, formulación,
importación, transporte,
acopio,
almacenamiento,
comercialización, consumo, reciclado, tratamiento y disposición final).
Las legislaciones a las que se hace referencia están basadas en el establecimiento de
buenas prácticas de manejo, para prevenir que se reúnan las condiciones en las cuales
pueden constituirse en un riesgo para la salud y/o el ambiente, así como en la
eliminación o reducción de su liberación al ambiente vía emisiones al aire, descargas al
agua o generación de residuos peligrosos.
A su vez, dichas legislaciones están basadas en el derecho de los ciudadanos, así
como de los trabajadores y consumidores, a conocer acerca de los peligros y riesgos de
los productos químicos, a través de su etiquetado, de las hojas de seguridad de los
materiales, de los registros de emisiones y transferencia de contaminantes y de los
programas para la prevención de accidentes, entre otros.
Donde estamos
La dimensión que alcanza el problema de los riesgos químicos y su repercusión sobre
el desarrollo sustentable a nivel mundial se refleja, entre otros, por la proliferación de
convenios internacionales bilaterales y multilaterales que involucran la adopción de
medidas al respecto, y de los cuales México es Parte, como los siguientes:
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Convenio de Basilea sobre movimientos transfronterizos de residuos peligrosos y
su disposición
Convenio de Estocolmo sobre contaminantes orgánicos persistentes
Convenio de Rótterdam sobre intercambio de información y consentimiento
previo a la importación de sustancias prohibidas o severamente restringidas
Protocolo de Montreal sobre sustancias que deterioran la capa de ozono
Protocolo de Kyoto sobre sustancias que tienen efecto de invernadero
Convenio de Cooperación Ambiental de América del Norte
La complejidad del problema de estos riesgos ha ameritado la creación de un Foro
Intergubernamental de Seguridad Química (IFCS por sus siglas en inglés), en el seno
de la Organización de las Naciones Unidas, del cual forma parte México, y el desarrollo
de un “Enfoque Estratégico al Manejo Internacional de Sustancias Químicas” (SAICM
por sus siglas en inglés), en el marco de la Declaración de Bahía sobre Seguridad
Química del IFCS y de las “Prioridades Más Allá del 2000”.
Lo anterior, sin embargo, no se ha visto acompañado de la inclusión de los riesgos
químicos como un asunto prioritario en la agenda ambiental de México, aunque si ha
actuado como detonador de algunas acciones significativas que no han tenido todo el
apoyo ni se les ha dado la continuidad que debieran.
La falsa percepción de que los riesgos químicos son meramente sanitarios, ha traído
como consecuencia que sea la Secretaría de Salud la que cuente con el mayor número
de facultades legales para regular y controlar las sustancias químicas (particularmente
las tóxicas) desde la perspectiva de su proceso, comercialización y uso. Por su parte, la
Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), sólo cuenta con una
débil legislación en la materia y ha centrado su atención básicamente en la fase final del
ciclo de vida de éstas, cuando se convierten en residuos peligrosos, así como en la
regulación y el control de las emisiones a la atmósfera y las descargas al agua de
contaminantes químicos (aspectos estos últimos en donde el mayor avance no es en el
terreno normativo de la liberación de sustancias tóxicas al ambiente, sino en lo que
respecta al establecimiento de un registro de emisiones y transferencia de
contaminantes incipiente).
Por lo antes expuesto, la única Secretaría que ha incorporado plenamente en su
programa sectorial 2001-2006 como una prioridad los riesgos químicos y expresado
esto en arreglos institucionales que permiten su evaluación y control enfocados a la
obtención de resultados concretos, es la Secretaría de Salud a través de la creación en
2001 de la Comisión Federal de Control Contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS), que
incluye entre sus metas para este periodo gubernamental:
 Reducir 70% la prevalencia de niveles altos de plomo en sangre en niños
menores a 5 años
 Reducir en 30% la incidencia de enfermedades respiratorias por exposición
atmosférica y en 60% las derivadas de la exposición intramuros en la infancia
 Asegurar al 70% la provisión de agua física, química y microbiológicamente
potable
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Reducir 15% la exposición promedio de contaminantes atmosféricos en la
población general
Vigilar el ciclo de vida de 50% de los agentes químicos manufacturados de uso
común en el mercado
El problema, es que la obtención de esos resultados depende de que otras secretarías
como la Semarnat y la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y
Alimentación (Sagarpa), confieran el mismo nivel de prioridad e incluyan en sus
programas sectoriales acciones complementarias que permitan reducir la carga de
contaminantes químicos (generados por la industria y actividades agropecuarias) a los
que se expone la población, con metas específicas y cuantitativas (con la consecuente
asignación presupuestaria para ello).
Qué debemos considerar
De manera particular, los riesgos químicos están directamente ligados a los modelos de
producción y consumo adoptados hasta ahora, por lo que su minimización hace
necesario el cambio de dichos modelos, lo cual es enfatizado y promovido en el
contexto de los convenios internacionales a los que se ha hecho referencia, que buscan
por lo general eliminar o reducir la utilización de ciertos productos químicos en los
procesos productivos (salvo en lo que respecta a usos considerados como esenciales),
así como su liberación al ambiente.
Desde la perspectiva de la justicia ambiental, destaca el hecho de que sean las
poblaciones que viven en la pobreza, no sólo las más vulnerables a los riesgos
químicos, sino las que mayores niveles de exposición a ellos alcanzan, tanto en su vida
diaria, como en el ambiente laboral, destacando el hecho de que sean los niños y las
mujeres los que se encuentren en mayor riesgo; algo no trivial para México dado el
número considerable de individuos que viven en la pobreza y la estructura por edades
de la población. Además, las sustancias tóxicas pueden incidir sobre la respuesta
inmune y agravar los problemas de salud ocasionados por agentes infecciosos, que
constituyen un fuerte componente de la carga de enfermedad en la población mexicana
y empiezan a coexistir con un número creciente de enfermedades crónico
degenerativas (como el cáncer) de posible origen ambiental (se considera que
alrededor de 30 a 35 % de las enfermedades en la población general y un 15% de las
que padecen los trabajadores son de origen ambiental, principalmente derivadas de la
exposición a sustancias químicas)2.
No menos significativo es el hecho de que para algunas sustancias tóxicas, sean las
especies acuáticas y terrestres de la biota las más vulnerables a sus efectos, como
ocurre con los contaminantes orgánicos persistentes (por ejemplo, dioxinas y furanos,
plaguicidas clorados o los bifenilos policlorados); aspecto sobre el cual llamó la atención
Rachel Carlson hace más de cincuenta años en su libro la Primavera Silenciosa, pero
2
Diagnóstico de Salud Ambiental (SSA, 2002).
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que no ha alcanzado el nivel de trascendencia que debiera entre quienes están
interesados en proteger nuestra biodiversidad.
Las repercusiones económicas y sociales de las implicaciones del manejo inseguro y de
la liberación de sustancias tóxicas al ambiente, no han sido estimadas del todo en
México, pero los pocos casos en los que esto se ha tratado de evaluar arrojan
resultados altamente preocupantes, sobre todo, ante el carácter irreversible que pueden
llegar a tener algunos de los efectos adversos ocasionados por la exposición de los
seres humanos y de los ecosistemas a estas sustancias.
La exposición accidental a productos tóxicos, con la consecuente ocurrencia de casos
de intoxicación y muerte, frecuente tanto a nivel domiciliario, como en las zonas rurales,
es uno de los resultados del manejo inseguro y ambientalmente inadecuado de los
mismos, por la ignorancia acerca de sus riesgos y cómo prevenirlos o minimizarlos.
La situación se verá agravada, además, por la tendencia actual de transferir la
producción de sustancias químicas que se generan y usan en grandes volúmenes, de
los países desarrollados a los países en vías de desarrollo, lo cual dados los
antecedentes referidos previamente, no hará más que agravar los problemas de
contaminación ambiental y de exposición y riesgos que ella conlleva para la población y
los ecosistemas.
Por ello, no está por demás enfatizar que la falla en anticipar la necesidad de adoptar
medidas oportunas y efectivas para minimizar los riesgos químicos a través del manejo
y disposición ambientalmente adecuados de las sustancias peligrosas, ha traído
consecuencias graves, como ha ocurrido con el deterioro de la capa de ozono o con el
cambio climático global.
Qué se recomienda hacer
Ante la magnitud y complejidad del problema, así como por los compromisos adquiridos
por México en el marco de los convenios internacionales de los cuales es Parte y de
los que derivan recomendaciones en la materia, así como posibilidades de cooperación
técnica y asistencia financiera, conviene considerar los elementos enunciados a
continuación.
Aspectos relevantes:
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Dar a conocer el fuerte vínculo que existe entre el manejo ambientalmente
adecuado de las sustancias químicas y el desarrollo sustentable.
La dimensión internacional de algunos de los riesgos químicos dada la
globalización del comercio y la capacidad de algunas sustancias de viajar a
grandes distancias, así como las implicaciones de la transferencia de la
producción de las que se generan en grandes volúmenes a países en desarrollo.
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La
responsabilidad
compartida,
pero
diferenciada,
de
productores/importadores/comercializadores, de los consumidores y de las
autoridades gubernamentales en el manejo seguro y ambientalmente adecuado
de las sustancias químicas objeto de comercio, a lo largo de su ciclo de vida
integral.
El reconocimiento por parte de la industria de su responsabilidad creciente en el
campo de la seguridad química.
La coordinación efectiva entre todos los actores involucrados y el desarrollo y
aplicación de instrumentos legales y no regulatorios para lograr la seguridad
química.
El establecimiento de prioridades de acción.
El fortalecimiento de capacidades, con énfasis en arreglos institucionales y
consolidación del régimen jurídico en la materia que faciliten el logro de la
seguridad química.
La cooperación técnica y financiera.
Criterios a considerar al seleccionar sustancias cuya regulación y control debe ser
prioritaria:3
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Sustancias tóxicas de riesgos conocidos (por ejemplo, metales tóxicos como el
plomo, arsénico, mercurio y otros);
Sustancias con propiedades físicas y químicas particulares (por ejemplo, las que
son tóxicas, persistentes y bioacumulables);
Sustancias que causan efectos adversos preocupantes (disruptores endócrinos,
cancerígenos, inmunosupresores);
Sustancias que afectan particularmente a ciertos grupos vulnerables (por
ejemplo, a los pobres, mujeres embarazadas, niños, indígenas);
Sustancias que se producen en grandes volúmenes.
El fortalecimiento de capacidades involucra la consideración de:
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La adecuación del marco regulatorio y la adopción de enfoques no regulatorios
complementarios, acompañados del reforzamiento de acciones tendientes al
cumplimiento de la ley.
Coordinación del desarrollo e instrumentación de las políticas nacionales en la
materia, entre todos los sectores gubernamentales involucrados.
Adquisición, generación, almacenamiento y difusión de información relativa a los
riesgos y el manejo seguro de las sustancias químicas para sustentar la toma de
decisiones y la autoprotección.
Desarrollo de programas de sensibilización y concientización acerca de los
riesgos químicos y la seguridad química dirigidos a poblaciones blanco (grupos
en riesgo, sector industrial, trabajadores).
Las sustancias tóxicas pueden ejercer efectos similares en poblaciones humanas y de la biota acuática
y terrestre, aunque la susceptibilidad a ellas puede variar según el tipo de sustancia o pueden existir
efectos de mayor relevancia para una u otra especie.
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Control efectivo de la importación de tecnologías sucias y productos riesgosos.
Adopción de procesos limpios de producción.
Desarrollo de programas de investigación, educación y capacitación en la
materia enfocados a sustancias prioritarias, a la determinación de sus riesgos e
identificación de medidas para minimizarlos.
Establecimiento de programas de monitoreo de niveles de contaminación en
alimentos y medios ambientales, así como de niveles de exposición humana y de
la biota.
Desarrollo de actividades de evaluación, manejo y comunicación de riesgos.
Creación de centros de intoxicación y respuesta a emergencias químicas
Desarrollo de la infraestructura para el manejo ambientalmente adecuado de los
residuos peligrosos y plaguicidas obsoletos o retirados del comercio.
Coordinación de esfuerzos nacionales para interactuar con agencias nacionales
o internacionales de asistencia técnica y financiera.
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