Mito de Ariadna

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ARIADNA
Esta Ariadna (durante mucho tiempo se la creyó una representación de Cleopatra por el brazalete en forma de
serpiente enroscado en su brazo izquierdo ) se presenta reclinada sobre un lecho rocoso, con la cabeza
apoyada sobre el dorso de su mano izquierda y con los ojos cerrados. Viste un chilló, o túnica, que deja al
descubierto su seno izquierdo y envuelve sus piernas en un amplio manto o himatión. Las líneas de su cuerpo
se insinúan bajo los ropajes debido a la utilización de la llamada técnica de "paños mojados" , que como su
nombre indica permite adivinar bajo las finas telas los perfiles anatómicos de las figuras.
Se cree que la estatua original, conocida a través de otras varias copias romanas (la mejor de las cuales se
exhibe hoy en día en el Museo Vaticano), fue creada durante el período helenístico, hacia los años 160−150
a.C. Se encontraba probablemente en un santuario consagrado a Dionisos (Baco), bien aislada como aquí, o
bien acompañada de las figuras del dios y su cortejo, como se reproduce en una moneda hallada en Perinto, en
la región de Tracia.
Esta copia del Prado debió ser realizada por un desconocido autor romano en el transcurso del siglo II d.C., en
época de los emperadores Antoninos.
Aunque se ignora la fecha y el lugar de su hallazgo, sí se tiene constancia del momento de su llegada a
España: en 1724, año en el que Felipe V e Isabel de Farnesio adquirieron un importante lote de estatuas
antiguas (ésta entre ellas) que había formado parte de la célebre colección de obras de arte reunida en Roma
por la reina Cristina de Suecia. La Ariadna ingresó en el Museo del Prado, junto con otras muchas piezas
escultóricas de la Colección Real, en 1830, once años después de su inauguración.
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Mitología Griega
Ariadna (en griego , «la más pura», de la forma greco−cretense para arihagne) era la diosa de la
fertilidad de Creta. Su nombre es un mero epíteto, pues originalmente era la «Señora del Laberinto».
Fue especialmente adorada en Naxos, Delos, Chipre y Atenas.
La mitología clásica ofrece varias versiones de la historia de Ariadna −hija de Minos y de Pasífea, reyes de
Creta.
En la mitología griega posterior, los orígenes divinos de Ariadna se diluyeron y pasó a ser conocida como la
hija de Minos y Pasífae, los reyes de Creta que conquistaron Atenas tras la muerte de su hijo Androgeo.
Pero antes de empezar esta biografía de Ariadna es necesario dar a conocer quién es el personaje por el cual se
formó esta historia, y que fue el Minotauro.
En la mitología griega, el Minotauro era una temible criatura con cuerpo de hombre y cabeza de toro que
comía carne humana. Había nacido en la isla de Creta, hijo de una relación sexual entre Pasifae, esposa del rey
Minos, y un toro blanco como la nieve que Poseidón le había regalado al monarca cretense con el fin de que lo
honrase sacrificándolo.
Minos se negó a sacrificar un toro en honor del dios Poseidón, ya que era un ejemplar magnífico. Poseidón lo
castigó volviendo al toro furioso e inspirando a Pasífae un amor irresistible por el animal. Más tarde Pasífae
engendraría a Minotauro.
El Minotauro era fruto de los amores de Pasífae, la esposa de Minos, con un toro que Poseidón hizo surgir de
las aguas.
Minos se sintió muy avergonzado al ver el fruto del engaño de su mujer. Por orden de Minos, el arquitecto
Dédalo construyó el famoso Laberinto del Minotauro, donde fue encerrado el monstruo. Cada cierto tiempo,
Minos lo alimentaba con personas que Atenas debía entregar a modo de "tributo", las cuales eran encerradas
en el laberinto y vagaban durante días perdidas hasta encontrarse con la bestia.
Pubio Ovidio Nasón, fue el primero en plasmar literalmente la leyenda del Minotauro.
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Minotauro más humano, pintura de Picasso.
A cambio de la paz, los atenienses debían enviar siete hombres jóvenes y siete doncellas cada año para
alimentar al Minotauro.
La tercera vez que se debió pagar ese tributo, Teseo, hijo de Poseidón o Egeo, rey de Atenas, marchó
voluntario con los jóvenes para liberar a su pueblo del tributo y acabar con el Minotauro
Decidió ser uno de los siete muchachos que se entregarían al Minotauro. En un barco de velas negras se
dirigieron a la isla de Creta. Egeo había ordenado que llevaran también velas blancas y le había dicho a Teseo:
− Si logras derrotar al Minotauro iza las velas blancas en el viaje de regreso, así sabré que has vencido.
El héroe ateniense Teseo llegó a Creta dispuesto a matar al Minotauro.
Al enterarse el Rey Minos, expresó:
− Como miembro de la familia real estás eximido de ir como víctima. Pero si insistes, te diré que, aunque
mates al Minotauro, jamás encontrarás la salida del laberinto.
−No me importa− respondió el joven Teseo, me basta con matar al monstruo y ser útil a Atenas.
Una vez en Creta, los jóvenes fueron conducidos a una casa en las afueras de la ciudad donde debían
permanecer bajo custodia hasta que llegara el momento. La prisión estaba rodeada de un gran jardín que
lindaba con el parque por donde las hijas del rey Minos, Ariadna y Fedra, solían pasear.
Estando Teseo prisionero en Cnosos, un día el carcelero se acercó a Teseo y le dijo que en el parque había
alguien que quería hablarle. Muy sorprendido, el joven salió y se encaminó allí, donde encontró a Ariadna, la
mayor de las dos princesas.
Los ojos en los ojos, Teseo besa las manos de Ariadna.
La hija de Minos, Ariadna vio a Teseo y se enamoró de él y le hizo prometer a Teseo que la llevaría a Atenas
y la desposaría y se la llevara lejos de su temible padre. Teseo aceptó.
Están unidos por el secreto de un amor y una traición. Lejos de la sospecha de su padre que era un tirano, la
joven y, por amor, no dudó en ayudar a Teseo, el más grande héroe ateniense. .
Ariadna, quien escuchó el diálogo, secretamente, por la noche se acercó al joven y le entregó un puñal y un
ovillo de hilo, diciendo:
−Con este puñal mágico, podrás atravesar el corazón del minotauro, y si sigues el hilo de este ovillo podrás
hallar la salida.
Sujetando cada uno un extremo de un hilo gigantesco, Ariadna se quedó en el exterior mientras Teseo entraba
en el laberinto, y gracias a esto pudo el héroe encontrar la salida. el Laberinto ha perdido su secreto para el
héroe.
Durante horas recorrió el laberinto hasta enfrentarse con la bestia.
Gracias a la ayuda de Ariadna, Teseo logró matar al Minotauro, salvó a todos sus compañeros y salió del
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laberinto donde estaba encerrado el monstruo con cuerpo de hombre y cabeza de toro.
Dédalo reveló el secreto del laberinto sólo a Ariadna, hija de Minos, y ella ayudó a su amante, el héroe
ateniense Teseo, a matar al monstruo y escapar.
En brazos de Ariadna, Teseo revive los momentos de lucha contra el Minotauro. Le cuenta que los caminos
del Laberinto eran oscuros y tortuosos. El recorría corredores vacíos, donde la sorpresa podía surgir a cada
momento. En sus manos llevaba el ovillo, que iba desenrollando poco a poco, para deshacer lo andado o
reconocer el camino de retorno a la salida.
En un rincón oscuro, más negro que la noche, una sombra amenazadora se movió. Teseo sintió que lo
apretaban cada vez más unos brazos fuertes. Del cuerpo humano, terminando en cabeza de toro, vio muy
próximos a él los ojos de fuego; sintió que le quemaba el rostro el calor de las narices jadeantes. El Minotauro,
sediento de sangre joven, lo embestía.
Teseo matando al Minotauro
Pero Teseo resistió. Los cuerpos unidos rodaron por el suelo. Los brazos aflojaron y la sangre brotó. El
Minotauro, herido por la espada mágica de Teseo, se retorcía de dolor. Miró el ancho espacio y encontró las
estrellas, mudos testigos de su derrota. Olvidado en el suelo estaba el ovillo. Con gesto cansado y lento Teseo
lo recogió y lo puso a caminar siguiendo el trazo del hilo. Pronto encontró la claridad de las antorchas y pudo
finalmente descansar en los tiernos brazos de Ariadna. Pero había que salir de Creta antes de que la sospecha
brotase en el espíritu atento de Minos.
Pero había que salir de Creta antes de que la sospecha brotase en el espíritu atento de Minos. Cuando Minos
supo que Teseo había matado al minotauro montó en cólera por lo que Teseo tuvo que apresurarse en la huída
en la que lo acompañó Ariadna. Ariadna se escapó con Teseo en su nave con dirección a Atenas.
La embarcación navega serenamente, flota en la noche soñolienta y lleva consigo dos corazones enamorados:
los ojos en los ojos, Teseo y Ariadna escrutan el amor.
Prometió casamiento a la doncella y la indujo a partir con él, pero hicieron una escala en la isla de Naxos. Esa
noche Teseo soñó que Baco se la pedía a para él. Mientras Ariadna dormía en la playa, Teseo mudó de parecer
y la dejó cruelmente abandonada en la isla y el héroe partió rumbo a su destino de lucha y gloria. La abandonó
posiblemente impelido por una orden del Destino ya que la joven no le estaba destinada.
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Afrodita despierta. Pintura de John William Waterhouse
Al despertar de su sueño, en vano buscó Ariadna al amado entre las rocas y a lo largo de las playas. Sólo el
eco respondía a sus llamados. Por fin, Ariadna rompió a llorar desesperadamente.
Afrodita que desde el Olimpo vio su desconsuelo, se compadeció del infortunio de la princesa y partió para
Naxos. Enjugó tiernamente las lágrimas de Ariadna y le prometió un esposo inmortal. ya sabía la bella diosa
que Baco se dirigía hacia esas playas, y estaba dispuesta a que se enamorara de la desconsolada Ariadna.
En efecto, tan pronto como el dios desembarcó en su isla predilecta, vio a Ariadna y se enamoro de ella. Entre
las primeras palabras que dijo, expresó el deseo de desposarla. Y la joven consintió, feliz al ver cumplida la
promesa de Afrodita.
Los amantes estaban tan contentos de haberse salvado que olvidaron cambiar las velas negras por las blancas.
Egeo estaba esperando en las costas de Grecia y divisó el barco a lo lejos con las velas negras, pensó que su
hijo había muerto y se arrojó al mar ahogándose, desde entonces ese mar se denomina Mar Egeo. Teseo fue
nombrado rey y gobernó con gran sabiduría hasta el final de sus días.
No tuvo Ariadna ocasión de lamentar por mucho tiempo el abandono de su amado porque muy pronto el dios
Baco pareció por el aire conduciendo un carro tirado por panteras y rodeado de su cortejo de sátiros, ménades
y Sileno. El dios quedó fascinado por la belleza de Ariadna . Para consolarla de la infidelidad de su amante, le
ofreció su corazón y la tomó por esposa conduciéndola al Olimpo.
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Baco y Ariadna. Aquí aparece Ariadna sujetando a un Dioniso ebrio y acompañados por Eros−Cupido que
tañe una pandereta, instrumento musical que también lleva en su brazo izquierdo Ariadna y que tocaban los
miembros del cortejo del dios.
Dibujo de la escultura de Ariadna.
Como regalo de boda le dio una diadema, una corona de oro incrustada de piedras preciosas, tan envidiable
por su belleza como por su valor, y que además era obra del dios Vulcano.
Ariadna y Baco tuvieron por hijos a Enopio, Toas, Estafilo, Latromis, Evantes y Taurópolo. El dios le hizo un
hechizo por el cual Teseo aun la existencia de Ariadna echó en absoluto olvido.
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Ariadna, de John Vanderlyn.
Sin embargo, el matrimonio con un dios no le concedió la inmortalidad. Y un día Ariadna, envejecida y
cansada partió para el reino de las sombras. Entonces Baco, inconsolable, tomo su corona de oro y la arrojó
hacía el cielo. A medida que la joya ganaba altura, las piedras se tornaban más y más brillantes, hasta que se
trasformaron en estrellas. Fijada para siempre en lo alto del firmamento bajo la forma de una centelleante
constelación, la corona de Ariadna testimoniaría para siempre, ante mortales e inmortales, el inmenso amor de
Dionisio hacia la hermosa princesa cretense.
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