The Sicilian Renaissance Institute Villa Virginia - Via Dante 159 I 90141 Palermo - Italy www.sicilianrenaissance.info [email protected] CULTURA DE LA LEGALIDAD El papel de las experiencias religiosas El caso Siciliano The Sicilian Renaissance Institute ÍNDICE - Introducción El carro siciliano por Leoluca Orlando - Una antimafia pastoral por Cardenal Salvatore Pappalardo Pag. 7 11 - La promoción de una cultura de la legalidad La contribución de la Comunidad católica en tierras de Sicilia Por Monseñor Salvatore Di Cristina 19 - El Signo de Palermo por Nino Fasullo 25 - Qué modelo de Iglesia frente a la mafia por don Cosimo Scordato 33 El Instituto para el Renacimiento de Sicilia 41 Los autores 47 El carro siciliano por Leoluca Orlando Presidente de la Asociación "Instituto para el Renacimiento siciliano" "La cultura de la legalidad" parece ser un juego de palabras, de palabras que expresan realidades distintas: redonda y cálida la primera, fría y cuadrada la segunda. Un juego de palabras que asombra. Es la opción prioritaria en 2002 de la Organización de las Naciones Unidas en materia de prevención del crimen en el mundo para el próximo cuatrienio. Pero el asombro debe continuar. La ONU señala el renacimiento de Palermo como modelo y símbolo para el fomento de la cultura de la legalidad en los cinco continentes. ¿Qué ha sucedido en Palermo y en Sicilia en general en los últimos años del siglo y del milenio pasados? Los ciudadanos se han esforzado en contrarrestar un fenómeno violento y bárbaro como la mafia sin transformarse ellos mismos en violentos y bárbaros. Desde el NO a la pena de muerte hasta el hecho de haber otorgado la ciudadanía honorífica a los condenados a dicha pena (condenados de cualquier país y por cualquier motivo: ¡nadie puede matar, ni siquiera un Estado!), hasta la concesión de dicha ciudadanía al 14° Dalai Lama, el concierto de solidaridad con el pueblo Kurdo oprimido y de nuevo la ciudadanía honorífica a David Trimble y John Hulme, ambos Premio Nobel de la Paz, así como la reapertura del Teatro Massimo y la construcción de decenas de escuelas, a la vez que la restauración del inmenso, bellísimo y durante tantos años abandonado centro histórico, lejos de ser episodios de protagonismo de una administración periférica, respondían - como piezas de un mosaico - a un proyecto cultural preciso y armónico. Nuestra experiencia se ha revelado como teoría y modelo, y no sólo como experiencia vital y precaria hecha de parados que piden trabajo protestando desde los tejados de los edificios del poder, de contenedores de basura volcados por los manifestantes, de un tráfico automovilístico bloqueado por los atascos y de continuas exhortaciones a triunfar (esperemos que salga airoso; de lo contrario, "agghiurnó... ora speriamo ca scura, como decimos en siciliano, es decir, "hemos visto el alba, esperemos llegar hasta la noche"). Esa experiencia hoy da vueltas por el mundo. Sobre la base de la misma ha nacido una Fundación — The Sicilian Renaissance Institute - que promueve el liderazgo positivo del dúo democracia-legalidad. Si es cierto que hay una relación entre democracia y paz, es también cierto que la paz es demasiado importante como para confiársela sólo a los militares. Palermo recuerda que hay una relación entre democracia y legalidad, pero que la legalidad es demasiado importante como para confiársela a los policías y a los fiscales. Es el modelo del carro siciliano, el tradicional carro con dos ruedas, la de la cultura y la de la legalidad. Dos ruedas que deben rodar a la misma velocidad, de otro modo el carro no va hacia delante, sino que gira sobre sí mismo. Si no gira nada más que la rueda de la legalidad sin que gire la rueda de la cultura, existe el riesgo de que los ciudadanos digan que "se estaba mejor cuando se estaba peor". Si no gira nada más que la rueda de la cultura sin que gire la rueda de la legalidad, existe el riesgo de que se organice un buen concierto de música siciliana en honor de algún capo mañoso. En los comienzos de mi actividad de alcalde (en la segunda mitad de los años ochenta), yo parecía - y como yo muchos alcaldes de otras ciudades sicilianas - un policía, un fiscal: hablaba casi siempre de delitos y procesos. El carro estaba detenido, las dos ruedas estaban paradas e inmersas en la ciénaga del miedo y de la complicidad. Era necesario comenzar, hacer andar el carro de cualquier forma. Gracias al empeño y al coraje de policías y jueces, la rueda de la legalidad ha arrancado por fin y yo he podido ocuparme de la otra rueda, controlando con los dos ojos que las dos ruedas anduviesen a la misma velocidad. Y así ha sido, las dos ruedas han girado a la misma velocidad y Palermo, de obstáculo, se ha convertido en recurso; de vergüenza, se ha hecho modelo. A mediados de los años ochenta había en Palermo entre 240 y 250 homicidios anuales de la mafia, cada año y sólo Palermo. En 2000 hubo en Palermo 8 homicidios, ninguno relacionado con la mafia. A mediados de los años ochenta en Palermo se decía que había democracia y mercado libre. ¡¿Pero qué democracia, qué mercado libre, si toda la economía estaba controlada por los mañosos y cada palermitano tenía un pariente o un amigo asesinado por la mafia porque estaba en contra o porque estaba dentro de la organización criminal?! En 2000 en Palermo se puede hablar de democracia y de mercado libre: la democracia en Palermo vive la esperanza y los males - que no son lamentablemente pocos — de la totalidad de la política italiana, y es posible en Palermo vivir, trabajar, montar negocios sin chocarse con la mafia. En los inicios de mi actividad como alcalde, la Administración municipal no tenía un presupuesto regular ni un inventario de los bienes de pública propiedad; en 2000 la Administración municipal de Palermo obtuvo de Moody's el puesto Aa3 en el informe de confianza de los mercados financieros internacionales, como las administraciones de Estocolmo, Boston, San Francisco, mejor que el de ciudades como Nueva York, Chicago, por no hablar de Roma, Milán y Turín. ¿Estoy diciendo que la mafia no existe ya en Palermo? ¡¡¡NO!!! La mafia existe, también en Palermo. Pero la mafia ya no controla como en el pasado la cabeza y la cartera de los palermitanos. Pero la mafia existe. La mafia, esa nueva y vencedora, intenta siempre controlar cabeza y cartera, no ya invocando y tergiversando valores tradicionales de la cultura como el honor y la familia, sino invocando y tergiversando la libertad y el éxito, valores emergentes de la cultura italiana. Y es así que en Palermo conviven una vieja mafia, ya debilitada, y una mafia emergente, nueva. Existe el riesgo de que a la vieja mafia, aquella ligada a la política de la denominada "primera República" y que hubiera tenido que ser barrida por el eclosión de la cuestión moral en los años noventa, se añada hoy una nueva mafia, la que intenta establecer relaciones con la política de la denominada "segunda República". La Mafia de la primera República ligada a las extorsiones de la economía de las rentas; la Mafia de la segunda República ligada a las extorsiones de la economía de los beneficios. Hoy en día la experiencia vivida en Palermo en los años noventa se convierte en modelo y supera los límites de la realidad condicionada por la mafia. La mafia en el pasado tenía un origen; y este origen coincidía con la mafia siciliana. La mafia era la mafia siciliana - la mafia era Sicilia, Sicilia era la mafia. Con el tiempo se ha difundido la conciencia de que la mafia siciliana es un tipo; la rusa otra, la china otra más, la colombiana otra... Hoy, reflexionando sobre las distintas mafias del mundo, podemos afirmar que el origen no es la mafia, sino aquello que se llama "ilegalidad identificadora", una ilegalidad que se relaciona con la identidad. Si somos agredidos por un ladrón que quiere quitarnos el dinero, basta con llamar a la policía, a la magistratura. Pero si somos agredidos por un ladrón que quiere quitarnos el dinero invocando el orgullo corso, la identidad vasca, las enseñanzas del profeta Mahoma o las palabras de Jesucristo o de Jehová, no basta con llamar a la policía o a la magistratura, se necesita la segunda rueda del carro siciliano, la rueda de la cultura. Es decir, la escuela, el mundo de la información, los hombres de religión, la sociedad civil. Y gira — en referencia a cada violación de los derechos humanos a manos de bandidos y terroristas de cualquier identidad cultural — la rueda de la cultura, esa rueda que en Palermo ha contribuido a liberar la cabeza de los ciudadanos de la hegemonía de la mafia. Cultura - está al fin claro — es música, es danza, pero es, en primer lugar, la conciencia de la identidad individual y comunitaria y su relación con el respeto al ser humano, a cualquier ser humano. Toda identidad cultural está expuesta al riesgo de anquilosar al ser humano, los derechos fundamentales de cada persona. Es el fenómeno, la teoría que, partiendo del célebre libro de Salman Rushdie y de la experiencia del renacimiento de Palermo, llamo "de los versos satánicos". Cuando un valor, un rasgo cultural, viene a usarse para acabar con los derechos humanos, ese valor, ese rasgo, se convierte en un verso satánico. Así es como el honor y la familia han sido utilizados por la mafia como versos satánicos, para matar, para robar, en nombre del honor, en nombre de la familia. De este modo, el orgullo vasco, el católico-irlandés, el corso, han sido utilizados por el terrorismo vasco, católico-irlandés, corso, como versos satánicos para matar, para robar, en nombre de ese mismo orgullo. Así el respeto a la ley por parte del pueblo alemán fue utilizado por el nazismo para obtener su obediencia a las leyes raciales, justo en el nombre de ese tradicional respeto a las leyes. De este modo, la libertad, la seguridad, el bienestar, pueden ser utilizados como versos satánicos cuando son invocados para matar, para robar, para violar los derechos de los seres humanos. Es la experiencia de Palermo la que dice todo esto. Y nosotros los sicilianos tenemos una gran experiencia de la que no podemos enorgullecernos. En efecto, George Bernard Shaw nos recordaba que la experiencia es el nombre que damos a nuestros errores. Y nosotros los sicilianos tenemos una gran experiencia porque hemos cometido muchos y grandes errores. La Mafia sigue existiendo: violenta y debilitada, la que utiliza el honor, la familia y la amistad como versos satánicos; seductora y rampante, la que utiliza la libertad, el éxito y el bienestar como sus versos satánicos. Si bien igualmente peligrosas, se puede resistir a ambas: ésta es la lección que llega desde Sicilia. Con las dos ruedas del carro siciliano, con el respeto a la ley y a la identidad, con la cultura de la legalidad nacida en Sicilia entre dolor y el miedo, la rabia y la esperanza, es posible resistir a todas las mafias en todas las partes del mundo, así como a todas las manifestaciones de "ilegalidad identificadora". Esta lección, que el Consejo económico y social de las Naciones Unidas ha adoptado y hecho propia, se ha afirmado como opción estratégica para la prevención del crimen en todo el mundo. Esta lección necesita ser continuamente renovada y sustentada para evitar extorsiones de la economía, la especulación salvaje y el capitalismo sin reglas, el aislamiento y el anquilosamiento del estamento judicial y la pérdida del sentido de la responsabilidad. Todas las consecuencias que podría acarrear, y no sólo en Sicilia, una horrorosa vuelta a la época de los estragos. Una antimafia pastoral por Cardenal Salvatore Pappalardo Cuando llegué a Palermo por primera vez en diciembre de 1970, aún se afirmaba que el Cardenal Ruffini, uno de mis predecesores, había negado la existencia de la Mafia en Sicilia. Eso no era correcto. De hecho, en una carta pastoral escrita en 1967, él había dicho que la Mafia no representaba "el verdadero rostro de Sicilia", como quizá podrían considerarlo muchas personas hasta hoy en día, sino que los sicilianos (e incluso yo lo he dicho en varias ocasiones) deberían más bien ser considerados víctimas de la Mafia, y que dada su antigua civilización, su cultura y su fe Cristiana, poseían virtudes y méritos que no podrían ser menos que reconocidos con toda lealtad. Aquí debo añadir que la carta del Cardenal sostenía que la causa detrás de la presencia y la arrogancia de la Mafia en el territorio siciliano, era la ausencia del Estado, al cual le era imposible asegurar que los ciudadanos pudieran gozar de sus derechos y de su libertad personal legítima. Hoy en día todo el mundo reconoce que dicha situación subsistió en Sicilia por mucho tiempo, y que cualquier ciudadano que deseaba obtener algo de alguna oficina municipal regional o estatal, a menudo tenía que buscar la intermediación de un amigo influyente, o tenía que dirigirse a un político o incluso a un mafloso, con el resultado que la gente obtenía como un "favor" lo que realmente le correspondía como resultado de un acto de administración o de justicia correcta. Y podría suceder también que de esta forma podían obtener cosas a las que no tenían derecho e incluso cosas que a todas luces eran contra legem. Es decir, que la situación política existente en Italia, y especialmente en Sicilia, por mucho tiempo dio pié a las colusiones, las confabulaciones, los favoritismos, etc., ¡hasta el punto que todo esto prácticamente era dado por seguro! Una encuesta regional sobre la Mafia llevada a cabo durante la década de los 70 generó numerosos volúmenes de actas, pero prácticamente ningún resultado. Era evidente que la acción de aquellas personas que supuestamente debían verificar los hechos y poner la ley en marcha siempre que fuera posible, había sido bloqueada en un cierto punto, y por lo tanto, todo podría continuar como de costumbre. Debemos tener en cuenta que en aquel entonces se sabía muy poco sobre la naturaleza íntima y la organización de la Mafia. Las personas podían solamente estar seguras de que era algo de lo cual uno debería mantenerse alejado, es más, que haría uno bien en ni siquiera pronunciar su nombre en público por miedo a que de alguna manera pudiera traerle problemas a uno. Fue por lo tanto, que cierta impresión fue creada cuando durante el transcurso de algunos discursos públicos, abiertamente me referí a la presencia y a la acción perniciosa de la Mafia y de los mañosos y, es más, sugería que se encontraban presentes entre los así llamados "cuellos blancos". Es decir, había una tendencia a considerar y a confinar a la Mafia como algo exclusivamente delictivo y por lo tanto de interés únicamente a las fuerzas policíacas y a los tribunales. Los delitos que co-metía, especialmente los asesinatos, eran vistos ya sea como asuntos internos de las bandas de la Mafia o como intimidación o venganzas sobre algún funcionario o magistrado que había hecho su trabajo con demasiado celo. Durante el triste período en que el terrorismo organizado reinaba en toda la península italiana, algunas personas incluso llega-ron a decir - casi con satisfacción - que en Sicilia no había ocurrido ningún acto terrorista porque la Mafia estaba ahí para evitarlo. Sin embargo, para efecto de otorgarle un valor adecuado a la atención prestada por el episcopado siciliano al gran número de asesinatos y robos armados que se llevaban a cabo en la isla, me parece impor-tante mencionar que los obispos, a partir del sínodo regional llevado a cabo en 1952, y por lo tanto en la época del Cardenal Ruffini, habían "excomulgado" (esto es, la pena espiritual de exclusión de la comunidad de la Iglesia) a los ejecutores e instigadores de estos delitos. La excomunión fue confirmada en dos ocasiones por la Conferencia Episcopal Siciliana y hoy en día sigue vigente. La percepción que la Mafia, muy aparte de sus delitos individuales, también promovía un proyecto sub-versivo contra el Estado, surge a fines de la década de los 70, y con ella llega la conciencia general que la lucha contra ella no podía dejarse exclusivamente en manos de las fuerzas policíacas y de los tribunales. Los numerosos delitos cometidos cerca del inicio de la década de los 80, mismos que incluyeron el asesinato del Presidente Regional, Piersanti Mattarella, de otros servidores públicos, así como también del Prefecto de Palermo, General Cario Alberto Dalla Chiesa, sirvieron para que todo el mundo se diera perfecta cuenta de qué tanto se había llenado el vaso y de la enorme necesidad que existía de que el Estado interviniera de manera rápida y con gran determinación. La frase en latín a que hice referencia en la trágica ocasión de los funerales del General Dalla Chiesa, permaneció estampada en la memoria de la gente: "Dum Romae consulitur, Saguntum expugnatur" (Mientras que en Roma hablan, está siendo conquistado Saguntum) y la intención era, y así se entendió, presentar una solicitud para que la presencia del Estado se volviera más continua y activa dentro del territorio e implicaba también que las estructuras sociales deberían percatarse que ya no podían permanecer inertes, sino que debían estar igualmente presentes y activas ante un peligro tan amenazadon. A partir de entonces, las asambleas y reuniones de la Iglesia verificadas en la isla han sido testigo de cada vez más intervenciones y denuncias, no solamente con respecto al aspecto antisocial de la Mafia, sino también de los hechos que contrastan tan fuertemente con el Evangelio y el modo de vivir y de operar tan intrínsecos a la comunidad de la Iglesia. La Reunión Regional de 1985 llegó hasta el punto de explorar la necesidad específica de una "antimafia pastoral" en la isla. La dicción pudiera no ser del todo correcta, pero si logró traer a la conciencia qué tan esencial era que la Iglesia, también, asumiera una postura clara y decidida respecto a su acción educativa y de formación. Una postura que subrayaría vigorosamente el que el cumplimiento de la ley natural, los mandamientos divinos y los preceptos evangélicos, implicaran por sí mismos, no solamente una oposición radical a actos individuales de trasgresión delictiva, sino también el rechazo a los conceptos mismos y a la mentalidad de la Mafia, que deben ser expresamente condenados como tales y mostrados a todas luces como perjudiciales a la legalidad, la justicia verdadera y la caridad cristiana. En consecuencia, las declaraciones hechas a este respecto por los obispos en sus documentos pastorales y los comunicados de las Conferencias Regionales se volvieron cada vez más fuertes y más explícitos y posteriormente también fueron confirmados por el Papa actual, el cual en 1991 se refirió a la Mafia en los siguientes términos: "Este flagelo de la sociedad representa una amenaza seria no solamente para la sociedad civil sino también para la misión de la Iglesia, en virtud que socava la conciencia ética y la cultura cristiana del pueblo siciliano desde su interior". Es decir, nos percatamos con mayor claridad que, en lo que a la Mafia se refería, teníamos que hablar no solamente con las categorías jurídicas y el lenguaje del código penal y de la sociedad civil, sino también con las categorías y terminología de la Iglesia con el fin de dejar perfectamente claro que las acciones y la mentalidad de la Mafia son, por sí mismas, seriamente pecaminosas, que se encuentran en conflicto radical con el Evangelio mismo que proclama la justicia, el amor y la paz como valores fundamentales e inalienables de un cristiano. Palabras igualmente fuertes pueden leerse en documentos similares publicados entre 1992 y 1995 (años que fueron testigo de las masacres de los magistrados Falcone y Borsellino y de sus escoltas, y del asesinato de Don Puglisi, un sacerdote), cuando la Asamblea General de las Diócesis Italianas a llevarse a cabo en Palermo estaba ya siendo preparada: "en referencia a la Mafia, dado que se trata de un complejo distorsionado de valores falsos, muy aparte de su potencial pernicioso delictivo ... es nuestro deber subrayar la denuncia... respecto a su incompatibilidad con el Evangelio ... inherente en la Mafia misma, ya que sin duda alguna forma parte de un reino del pecado y convierte a sus miembros en las mismísimas manos del Diablo". Por esta razón seguimos repitiendo que "todas aquellas personas que de alguna manera y deliberadamente forman parte de la Mafia o cometen actos en confabulación con la Mafia, deben tener conocimiento que se encuentran y viven en oposición irreconciliable con el Evangelio de Jesucristo, que se encuentran fuera de los límites de la comunión de su Iglesia". Estas eran declaraciones inequívocas que no pueden dejar la menor duda respecto a la posición que ha asumido la Iglesia con respecto a la Mafia, y que fueron dadas a conocer a los fieles y a todas aquellas personas dentro de la sociedad que pudieran interesarse en conocer esta posición. Otras citas, si les parece bien, podrían añadirse a lo anterior, tratándose, uno de los casos, de un documento publicado por los obispos en 1996 en ocasión del 50° aniversario del Estatuto de Autonomía de Sicilia: "No podemos menos que recordar y denunciar la delincuencia en todas sus formas, y particularmente a la Mafia... Constituye el flagelo social más vergonzoso de Sicilia, mismo que con su repugnante y excesivo poder, la trágica sene de muertos ... y sus delitos abominables humillan, mortifican y dañan nuestra tierra, corroen los nodulos esenciales de su vida social y política y ensombrecen su imagen y nombre ante el resto del país y del mundo". Es a todas luces legítimo considerar que dichas repetidas denuncias y condenas públicas no handejado de tener efecto sobre la mente y la conciencia de aquellos que en esta tierra de Sicilia están ansiosos por seguir llamándose cristianos. Con referencia a la Iglesia Palermitana, en particular, y conjuntamente con todas las demás iglesias de la isla, ésta ha buscado estar presente y activa en este territorio, intensificando las diversas formas de evangelización a través del tiempo, especialmente las así llamadas misiones populares que fueron celebradas en toda la diócesis con un gran compromiso en 1984 y en los años inmediatos posteriores, como un momento de intensa reflexión sobre los valores morales y religiosos de la vida y como un llamado fuerte y general para lograr un cambio en las costumbres. Cerca de 4.000 "misioneros laicos" de ambos sexos participaron en este trabajo, por medio del cual la Iglesia buscaba llegar a tantas personas y familias como fuera posible, a hogares individuales, a conjuntos de apartamentos, a calles y plazas, a estructuras públicas, a sitios de reunión y al trabajo. Fue en esos años que tuvimos la oportunidad de incrementar el número de parroquias de 158 a 178, aumentando así su presencia en el territorio y en las actividades específicas de educación y formación religiosa desempeñadas a este nivel. Se le brindó cada vez mayor atención a la gente joven, a la cual ya en años anteriores le habían sido dirigidos muchos llamamientos pastorales, buscando estimularla cada vez más hacia el bien y contra el mal. Buscamos involucrar a todas las realidades y comunidades de la Iglesia en este programa, a fin de que quedara visible que la acción que se había tomada no se limitaba únicamente al clero, a los grupos religiosos y a grupos pequeños de voluntarios, sino que el llamado era para lograr la presencia de toda la comunidad de la Iglesia. Asimismo llevamos a cabo en la Catedral celebraciones penitenciales extraordinarias que gozaron de una participación masiva por parte del pueblo así como de representaciones civiles y sociales; incorrectamente denominadas "misas antimafia", éstas buscaban promover una concientización amplia de la maldad social y moral inducida por las actividades de la Mafia. La Iglesia Palermitana siempre ha sido ricamente bendecida con buena voluntad y gran dedicación a su misión, e hizo uso extenso de ambas para difundir no solamente los valores religiosos, sino también aquellos relacionados con la promoción humana, la solidaridad social, la legalidad y la moralidad. Los grupos juveniles en las parroquias siempre han sido un campo en el cual los sacerdotes, educadores religiosos y trabajadores pastorales han trabajado con gran paciencia, luchando incesantemente contra toda forma de egoísmo y difundiendo la idea del bien común, que es igualmente esencial para la vida de la comunidad de la Iglesia como lo es para el progreso de la sociedad civil. El mismo compromiso de formación y educación se ha extendido asimismo a muchas y muy diversas asociaciones de jóvenes - y de los no tan jóvenes - que existen en las diócesis, aproximadamente cien en total, cada una de ellas con su propia membresía, y todas ellas formando parte del Consejo del Apostolado Laico. Estas incluyen hermandades populares, algunas de las cuales cuentan con una historia que abarca varios siglos, grupos numerosos de Acción Católica, y aquellos que son animados por numerosas órdenes religiosas que se encuentran presentes en Palermo con sus iglesias, escuelas, oratorios y sitios de reunión donde los adolescentes pueden jugar y aprender. También hemos podido depender de numerosos gru-pos de voluntarios que trabajan en diversos centros de servicio social para personas que están en riesgo o que necesitan materiales o ayuda, entre ellos los Centros "Borsellino", "Santa Chiara", las así llamadas Case-famiglia (hogares para familias), el Centro "Padre Nostro", los de la institución Caritativa del Cardenal Ruffini, las Hermanas del Buen Pastor, las Siervas de los Pobres, las Misioneras de la Caridad, la "Misión de Esperanza y Caridad", etc. Pero también debe hacerse mención de las actividades fuertemente formativas de las escuelas católicas: incluyendo jardines de niños, escuelas de educación primaria, secundaria y de educación superior, éstas suman un total de 132; administradas por educadores religiosos o directamente por la Diócesis, llevan a cabo una labor altamente competente, especialmente entre las familias de sus estudiantes. Conjuntamente con estas instituciones caritativas y educativas, la Iglesia de Palermo también ha tratado de ayudar a que personas laicas mejoren su educación en los ramos sociales y religiosos: además de la Facultad de Teología y del Instituto Superior de Ciencias Religiosas, han abierto sus puertas aproximadamente cuarenta escuelas populares que ofrecen un curso de tres años en teología básica, una Escuela Universitaria de Servicios Sociales, un curso universitario en jurisprudencia, y dos centros respectivamente dedicados a la cultura política y a la doctrina católica social. Esta larga lista de iniciativas, la cual no pretende de manera alguna estar completa, es testigo de la atención que en el pasado, y mayormente en años recientes, siempre ha brindado la Diócesis para asegurar que la cultura evangélica y el espíritu penetren en los diversos niveles de la población, ya que estos no solamente son el sostén de la vida y de la fe de los cristianos, sino que indudablemente se trata también de un antídoto válido para cada forma de desviación ética, legal, moral y social. Aun cuando siempre ha existido gran preocupación por incrementar la acción fundamental y la responsabilidad que tienen los padres sobre la educación religiosa y civil de sus hijos, nuestra Iglesia siempre ha considerado que las instituciones escolares estatales son medios y campos privilegiados que pueden promover la educación global de los niños e impedir que sean presa de las fuerzas oscuras que se encuentran presentes en la sociedad. En años recientes las escuelas palermitanas han desempeñado una actividad intensa y enérgica al proponer valores culturales y sociales, y esto indudablemente ha sido uno de los elementos más importantes en la promoción de una mayor concientización no solamente entre los jóvenes, sino también entre la ciudadanía en general. Don Giuseppe Puglisi, el sacerdote asesinado por la Mafia en Palermo en 1993, pensó y actuó de esta forma. Especialmente comprometido con el barrio Brancaccio, hizo una gran labor para lograr la formación religiosa y social de los jóvenes, y fue por esto que la Mafia decidió asesinarlo. Siempre muy conciente de los deberes derivados de su ministerio pastoral, siguió pidiéndole a las autoridades competentes que en su barrio, además de contar con las estructuras apropiadas para retirar a los jóvenes de la degradación y falta de educación de las calles, debería de abrirse una escuela secundaria capaz de brindarles no solamente cultura, sino también de promover en ellos el sentimiento de su dignidad y libertad civil así como su habilidad para defenderlas. La Iglesia de Palermo hoy en día considera a este ministro como un símbolo y un mártir de la voluntad de redención que continúa animando a la ciudad, para que pueda continuar y terminar el proceso prometedor de liberación de la Mafia que se ha iniciado y para reafirmar los valores más altos de la vida física, civil, moral y religiosa, valores todos inherentes a la fe cristiana que por tantos siglos ha sustentado a este antiguo y noble pueblo siciliano. El papel de las experiencias religiosas El caso Siciliano La promoción de una cultura de la legalidad La contribución de la Comunidad católica en tierras de Sicilia Por Monseñor Salvatore Di Cristina En lo que hace a mi específica contribución, es un deber para mí referirme a una "nota" de la Conferencia Episcopal Italiana originada algunos años atrás, pero todavía bastante significativa para un caso como el nuestro. El argumento de la "nota" misma, cuyo título era Educar a la legalidad, ya sea por el particular momento histórico que sugirió en su momento la publicación, la "nota" puede tener más de una relación con la nuestra reflexión. La "nota" en cuestión está fechada 4 de octubre 1991, y es una fecha que, a nosotros, los italianos, evoca un período bastante tormentoso de nuestra historia reciente, caracterizado por ciertos escándalos que tuvieron que ver con el poco respeto de la legalidad por parte de ciertos niveles de la vida política de nuestro País. Va dicho inmediatamente que la "nota" del Episcopado Italiano tuvo un considerable, capilar impacto de reflexión y autocrítica, prácticamente sobre toda la comunidad eclesiástica de la Nación, provocando una valiente puesta en discusión de elecciones y de estilos de vida, más o menos corrientes en los distintos niveles de la vida pública y privada, con el consiguiente y bastante tangible despertar de una mayor conciencia civil de los católicos en Italia. En lo que concierne aún más particularmente a Sicilia, el tema de la educación a la legalidad tuvo ahora, y ha continuado a tener, verdaderos momentos corales de reflexión que, al menos en un par de ocasiones particularmente solemnes de la última década, tuvieron también una notable resonancia. Me refiero a un gran Simposio eclesiástico realizado en noviembre de 1993, con la participación de más de mil quinientos representantes de las dieciocho diócesis de la Isla, durante el cual la denuncia fue hecha con coraje sobre el "difundirse y el radicarse de una mentalidad exageradamente subjetivista", sobre la tendencia a interpretar en sentido egocéntrico y utilitario el "bien", entendido como bien común. Se declaraba por lo tanto la contradicción, de una tal manera de ver y de los relativos comportamientos, con la cultura cristiana. Dado el carácter eclesiástico del simposio, el tema era claramente dirigido a los católicos en primer lugar y entendía estimular en ellos una saludable autocrítica: "Lamentablemente - se hacía la observación en el Documento conclusivo del simposio mismo - era necesario reconocer que ni siquiera los cristianos consiguen siempre quedar inmunes de esta verdadera enfermedad social". La segunda solemne ocasión fue ofrecida por la Conferencia de los Obispos sici- líanos en 1996 en el quincuagésimo aniversario de la aprobación del Estatuto de la Región Siciliana. En el documento producido por la Conferencia misma, con la contribución de numerosos expertos de los distintos ámbitos jurídicos, administrativos y sociales, a propósito de la legalidad se hacía discreta pero también fuertemente la observación de cómo el grupo político regional resultase en ese momento "recargado de la difundida incompetencia técnica de los responsables de la Administración pública, de la falta de una verdadera profesionalidad política de los mismos...e (incluso) de una cierta deplorable permeabilidad del sistema a los intereses ilícitos e ilegales". Los Obispos hacían por lo tanto una llamada a la "vigilante y responsable participación de todos, sobre todo de aquellos que tienen una responsabilidad directa en el campo político y social, a accionar de manera no conflictivo sino sinérgica para el bien inalienable de la democracia y de la misma convivencia civil", con la clara conciencia que "ninguna reforma de las instituciones es posible, si no está acompañada, fundada y sostenida con una reforma de las costumbres, fruto de la conversión de las mentes y de los corazones". Pero es sobre todo a propósito del triste fenómeno de la mafia que el empeño para la educación a la legalidad de la Iglesia de Sicilia - empeño que, sin embargo es, desde hace ya tiempo, vigorosamente realizado en la búsqueda de nuevas metodologías encontró su ambiente natural. No es este el caso de tentar una descripción del fenómeno mañoso; y no creo que ni siquiera se nos pida de recorrer los diversos cambios, y las relativas causas, verificadas en la posición de la Iglesia y de la sociedad civil en cuanto al mismo fenómeno. Quiero sólo recordar aquí que este cambio, en la mitad del siglo apenas pasado, en la Iglesia ya había comenzado a verificarse, quizás demasiado lentamente en los comienzos, pero casi ciertamente mucho antes que en la sociedad civil, si es cierto que ya en 1962 el Consejo Plenario de los Obispos de Sicilia, presidido por el Cardenal Ernesto Ruffini, había conminado la excomunión para los ejecutores y mandatarios de los delitos cometidos en régimen de criminalidad organizada: una pena, ésta, que fue sucesivamente confirmada por la Conferencia Episcopal Siciliana, y que está todavía explícitamente en vigor en lo que se refiere a los delitos de mafia. Va también recordado, por amor de la verdad y de la justicia, que a partir de los años setenta la contribución del episcopado siciliano, demostrado sobre todo a través de pronunciamientos de su Conferencia regional, ha continuado a calificarse por la fuerza y la puntualidad de sus declaraciones y denuncias. En particular me parece un deber recordar las intervenciones del precedente Arzobispo de Palermo, el Cardenal Salvatore Pappalardo, principalmente aquellas pronunciadas en ocasión de los trágicos hechos de sangre de los años 80 y primeros años 90, que han conmovido a la entera Nación. El cual Cardenal Pappalardo ha comprendido, con fina inteligencia, el riesgo que podía correr un empeño como el suyo — que quería ser antes que nada un empeño pastoral — de ser al contrario interpretado según el estereotipo del "cura" (o, en este caso, del "obispo") "antimafia": es decir el riesgo de que el propio papel de ministro de la Palabra de Dios pudiese ser nivelado a las instancias simplificadas de la llamada "religión civil". La preocupación del Cardenal Pappalardo suponía en realidad una exigencia de una apropiada metodología desde el punto de vista cristiano al fenómeno mafioso, la cual no había sido hasta ahora encuadrada perfectamente en su preciso horizonte teológico-pastoral. Era necesario, por una lado, cancelar algunos lugares comunes que insistían en una mafia tradicionalmente "ligada" al mundo eclesiástico siciliano, por vías de los ocasionales parentescos de afiliados a la misma con miembros del clero, o por la antigua tendencia de las mafias locales a tener una participación activa en los comités y en las congregaciones pastorales, o incluso simplemente por vía del ostentado respeto de los mañosos a los hombres de la iglesia; por el otro lado, se quería poder definir a la mafia misma y a la lucha contra ella mediante un lenguaje que no fuese únicamente copiado de aquel, del punto de vista de la fe, aséptico del mundo forense o de la prensa. Algo más recientemente, un episodio conectado con ciertos sacramentos suministrados por un cura católico a un mafioso prófugo, episodio que se hizo noticia de crónica negra gracias a una poco eficaz y demasiado visible operación de policía, ha sacado a la luz la existencia de una verdadera y propia problemática específica de "cura pastoral de los mañosos". Pero retomemos el hilo de nuestra exposición. El trágico recrudecer de la violencia mañosa, aumentando particularmente su crueldad y ferocidad en los grandes delitos de Palermo antes recordados, había provocado entonces, también en Sicilia, una ola de indignación, que comenzaba a asumir finalmente un carácter popular. Una ola de indignación, digo, que, por lo menos en los estratos populares normalmente alcanzados por la catequesis cristiana, tendía obviamente a asumir también precisos connotados cristianos. Comenzó a este punto a ser relevante la opinión que el tomar distancia de la mafia, pagando con la vida, podía tener que ver con la fidelidad, cristianamente motivada, a la propia conciencia, o que el empeño de lucha contra la mafia de algunos servidores del Estado pudiese estar de alguna manera conectado con la proveniencia de los mismos de las filas del catolicismo practicante. En las parroquias y en los grupos del asociacionismo católico se comenzó a advertir, justamente, la necesidad de organizar una contraposición a la mafia que fuese de alguna manera inspirada directamente en la fe cristiana. En el Simposio regional de 1985 se llegó a prospectar la necesidad de que se activase en la Isla una específica "pastoral antimafia": expresión ciertamente correcta pero de todos modos significativa de esta necesidad de motivar y organizar, con un método inspirado al Evangelio, el tratamiento de este específico tema. Un verdadero cambio en la toma de conciencia del sentido y del estilo auténticamente cristiano de la lucha contra la mafia se tuvo en cambio con la muerte del sacerdote don Giuseppe Puglisi, asesinado por la mafia justamente por el empeño que éste ponía, como cura de uno de los barrios con más alta densidad mañosa, en la recupera- ción cristiana de las conciencias entre la gente de su parroquia. El fuerte carácter espiritual de don Puglisi y el altísimo nivel de su personalidad de pastor, vividos con una humanidad simple, atrayente e intensamente comunicativa, han propuesto con fuerza al cura de Brancaccio como un alto modelo para la comunidad eclesiástica y para sus pastores, sobre todo en la perspectiva de un método de lucha contra la mafia no más definido sólo en el gesto genérico, sino por la específica congruidad con la misión de la Iglesia. La contribución formativa de don Pino Puglisi en la lucha contra la mafia, contribución pagada con una muerte — se me consienta el oxímoron — vivida de verdadero cristiano, ha permitido a la comunidad eclesiástica de salir, por un lado, definitivamente fuera de los equívocos de un cierto y definitivamente lejano pasado cultural, y de dotarse, por el otro lado, de una pedagogía seguramente vencedora contra la cultura de muerte de la mafia. Lo habrían recordado algunos meses más tarde de su muerte los participantes al ya citado III Simposio de las Iglesias de Sicilia, trabajos de los cuales se hace eco el documento del Episcopado siciliano "Nueva Evangelización y Pastoral", ahí donde, tomando posiciones con fuerza inusitada contra la cultura y la praxis mañosa, los Obispos mismos se referían explícitamente a Don Giuseppe Puglisi: "Contra esta mentalidad mafiosa y contra la violencia de la mafia, nosotros, Obispos de Sicilia, entendemos oponer, una vez más y aún más decididamente, la fuerza desarmada pero irreducible del Evangelio, una fuerza que está, en si misma, dirigida a la persuasión, a la promoción y a la conversión de las personas, pero es al mismo tiempo intransigente en el no autorizar descuentos o ingenuas transacciones en lo que concierne al mal, cualquiera sea a cometerlo o a conseguir provecho. ¡Don Giuseppe Puglisi ha encarnado plenamente esta doble fuerza del Evangelio: el representa una indicación para todos nosotros; el modelo que se obtiene para el clero de Sicilia y para cada verdadero cristiano es el desafío que lanzamos a quienquiera que le interese! Es legítimo retener que tales denuncias públicas y condenas por parte de las máximas Autoridades eclesiásticas de la Isla no hayan quedado sin efecto en las mentes y en las conciencias de cuantos, en tierra de Sicilia estaban y están interesados en continuar a llamarse cristianos. A la citada reflexión sobre la especificidad cristiana, sea de la motivación teológica, como de la metodología y del lenguaje pastoral de la lucha eclesiástica contra la cultura mafiosa, han sido integradas hace ya bastante tiempo la Facultad Teológica de Sicilia y otras realidades académicas y culturales católicas de la Isla. Allí, con los instrumentos científicos apropiados, han sido encarados los temas de la correcta evaluación éticomoral del fenómeno mafia y han sido puestos a punto los diversos principios inspiradores de la posición de la Iglesia en relación a la misma. Sin decir que algún presbítero docente está, desde hace tiempo, experimentando en un barrio del centro histórico de Palermo, una zona particularmente deteriorada, un interesante modelo de acción pasto- ral de ambiente, cuyos destinatarios están directamente envueltos en una obra de "autorecuperación" cultural. En lo que hace a la iglesia palermitana, ésta, junto con las otras ciudades de la Isla, se ha esforzado para estar presente y activa en su territorio, intensificando con el pasar del tiempo el recurso principal de su misión pastoral, es decir la catequesis y la actividad de formación en general. 1. Memorable ha sido en ese sentido la movilización de alrededor de tres mil misioneros laicos, meticulosamente preparados durante un año entero, para una serie de catequesis realizada durante el 1884 en los condominios de Palermo. La consecuencia más tangible de aquella movilización fue, y lo es todavía hoy, una Escuela de formación teológica para laicos (conocida como Escuela Teológica de Base), con alrededor de treinta secciones extendidas por todo el territorio de la Archidiócesis, con un promedio anual de ochocientos inscriptos a las lecciones, seminarios y stages, con un total de 110 horas al año. 2. La Archidiócesis posteriormente se ha dotado de una propia Escuela de Formación Socio-Política, con un proyecto de formación que incluye: - la promoción de una cultura de la legalidad cristianamente informada; - la atención al fenómeno mafia bajo la forma de una alta tensión moral según el espíritu del Evangelio; - la promoción de una cultura del respeto y de la solidaridad con todos los operadores públicos empeñados en hacer respetar las leyes de la convivencia civil. 3. Van en esta misma dirección las Instituciones académicas y otras Escuelas católicas presentes en la capital siciliana, todas indiscriminadamente abiertas a todos: - la Facultad Teológica de Sicilia, en sus tres ciclos Institucionales, de Especialización, de Doctorado de investigación, y en su Instituto Superior de Ciencias Religiosas (cuatrocientos alumnos en el complejo); - la Escuela Universitaria de Servicio Social (cien alumnos); - el Curso Universitario de Jurisprudencia. - las ciento treinta y dos escuelas maternas, elementares, medias y superiores conducidas por Religiosos y Religiosas, donde se desarrolla un proficuo trabajo de formación dirigido a los familiares de los alumnos. 4. La Iglesia palermitana ha sido siempre rica de energías y fermentos en el mundo laico juvenil. De esas se ha servido para difundir, además de los valores más estrictamente religiosos, también aquellos de la promoción humana, de la solidaridad social, de la legalidad y de la moralidad. Los grupos católicos juveniles de las parroquias y de las asociaciones y movimientos católicos han sido siempre el vivero de un rico voluntariado; actualmente Sicilia goza en este campo de un verdadero primer puesto a nivel nacional. Un empeño particular se ha puesto en la obra de formación cristiana de las confraternidades laicas, tradicionales formas de agregación religiosa en nuestra Isla, pero no inmunes en el pasado de infiltraciones poco compatibles con el auténtico cristianismo. Hoy las confraternidades constituyen muchas veces un verdadero recurso en ayuda de los sacerdotes. 5. En la recuperación de las víctimas inconscientes de la cultura mañosa, en particular de los niños y de los jóvenes de los barrios a riesgo, operan entes como el Centro Padre Nostro, fundado por Don Pino Puglisi en su Brancaccio, los centros Santa Chiara de los Padres Salesianos, Paolo Borsellino en la Parroquia San Ernesto, la asociación Casa dei Giovanni, que es también una importante estructura para la recuperación de drogados, el reciente Centro Educazione alia Fraternitá mantenido por una asociación privada de laicos motivados. 6. Mientras se ha siempre preocupado de provocar y aumentar, con las propias estructuras de servicio, la responsabilidad fundamental de la familia en la educación religiosa y civil en las nuevas generaciones, la iglesia palermitana también ha siempre tenido en gran consideración la tarea y la responsabilidad que las Instituciones Públicas, como la Escuela, tienen en relación a la educación humana global de los jóvenes. Por eso ésta ha siempre buscado, a través de los propios organismos asociativos, de mantener relaciones de colaboración. Se trata en general de relaciones fecundas y cordiales, señaladas por el respeto de los recíprocas objetivos, en el interés único de los jóvenes. Así pensaba y así se comportaba el párroco, don Pino Puglisi, ocupado hasta el final en el solicitar para los jóvenes de su Brancaccio aquella "escuela media", que faltaba en el barrio, y que sólo hace unos pocos años ha sido inaugurada con su nombre. La Iglesia Palermitana, Clero y todo el Pueblo, han asumido este Ministro suyo como testimonio de la voluntad de rescate que ahora anima a todos. Ésta espera, con su ejemplo y confiando en su intervención ante Dios, que toda la ciudad de Palermo prosiga y lleve a conclusión el trabajo felizmente iniciado en ésta, de liberación de la mafia y de cualquier voluntad de atropello del hombre sobre el hombre; un trabajo de liberación acompañado con la promoción de aquella auténtica cultura (y entonces cristiana) de los valores de la vida, de la paz y de la justicia, sobre la cual se funda la humana convivencia deseada por el Creador. El Signo de Palermo por Nino Fasullo 1. El primer número de Signo salió a la luz en Palermo en noviembre de 1975. No había confeccionado un verdadero programa editorial fruto de estudios y de análisis específicos: la nueva cabecera se decidió en unas semanas en substitución de otra. Por el contrario, tenía experiencia e ideas bastante claras, estas sí, sobre la renovación de la iglesia y de la política: de hecho, la revista haría su andadura constantemente sobre el binomio de la fe cristiana y del compromiso social. Por consiguiente, las ideas de Signo no habían nacido precisamente en Palermo. Provenían del Concilio. En el origen de la revista estaba, por lo tanto, el evento eclesiástico más importante del siglo. Por el contrario, la experiencia y las pasiones eran todas sicilianas, más aún, palermitanas: tomaban formas y colores en una ciudad inmóvil y atrasada, por un lado, llena de energía siempre a punto de estallar, por el otro. De hecho Signo nace en Palermo en casa de los Padres Redentoristas de la calle Badia de las cenizas de otra revista, El cristiano de hoy, que, desde finales de 1972, había suscitado no pocas reservas en el ambiente eclesiástico y en el político a ella ligado. De esta historia destacamos ahora sólo dos puntos: las características principales de la revista y su vínculo con Palermo. Este último aspecto es un tanto peculiar, dado que, a pesar de que Signo haya nacido en Palermo y trate de ella, no se limita nunca a dicha ciudad y a Sicilia: su espacio será el País, con un ojo puesto en los problemas de la vida internacional. 2. De este modo, el marco temporal e ideológico en que Signo ve la luz son los años 70, preparados, a su vez, por la década anterior. Años marcados en el mundo eclesiástico por el Concilio, es decir, por la Gaudium et spes y por la fuerza explosiva de la reforma litúrgica, a la que estaba ligado el nacimiento de los grupos eclesiásticos espontáneos. En el plano cultural y social, por el contrario, aquellos son los años marcados por la "Carta a una profesora" y por la "Carta al compañero Pipetta" de don Lorenzo Milani, por el 68 en las universidades, por la guerra en Vietnam y por la guerrilla latinoamericana, conectada con la Teología de la liberación y, por consiguiente, con la critica política. Sin embargo, todas estas cosas sucedían más allá del Estrecho (de Messina) y no desembarcaban en la isla, donde escasos y limitados eran los frutos de la renovación. Lo poco que existía en el terreno eclesiástico estaba hecho a imagen y semejanza de la tradición. Palermo, al menos en apariencia, era una Iglesia fundamentalmente estancada y fuera del tiempo. En su interior no ocurría nada nuevo ni que, inspirado en el Concilio, se asemejara a una ruptura con el pasado y un impulso hacia adelante. 3. Hasta que en febrero de 1973 viene precisamente la revista de los Padres Redentoristas, de la que nacerá Signo, a romper la quietud. Promueve una iniciativa tan sencilla como osada: invita a Palermo a algunos exponentes, y no sólo italianos, de la teología conciliar y del catolicismo político. Representa la salida del inmovilismo y del aislamiento, la búsqueda de un vínculo y de un cambio con cuanto se debatía y experimentaba fuera de la isla. Fue así que acuden a hablar a la Iglesia de Santa María del Perpetuo Socorro de la calle Badia dos personalidades de la Iglesia conciliar. El primero es el padre Bernhard Haring, el más grande quizá de los teólogos moralistas del siglo XX, "experto" ya del Concilio, redentorista también él mismo. El segundo es el padre Ernesto Balducci, escolapio, hombre de una vasta cultura y rompedor de tradiciones inútiles y de lugares comunes. El impacto en la ciudad es demoledor. La comunidad de Redentoristas se convierte de repente en punto de referencia del catolicismo progresista, lugar de encuentro de jóvenes, de intelectuales, de políticos que, en gran número, intentan comprender y tomar parte en los grandes cambios que están recorriendo la Iglesia, la sociedad, la política. Llegarán sucesivamente Raniero La Valle, director de L'Awenire d'Italia durante el Concilio; D. Giovanni Franzoni, abad de San Paolo Fuori le Mura y padre conciliar entre los más empeñados en que la Iglesia italiana caminara por la senda del Concilio; José María González Ruiz, español experto en la Biblia, cuyas obras tienen una gran difusión no sólo en Italia. Ya hemos llegado a 1974, año del referéndum sobre la ley del divorcio, año en el que la temperatura eclesiástica y política italiana alcanza niveles muy altos. 4. Signo en Palermo — aunque todavía se llama El Cristiano de Hoy — estaba en el centro o, más bien, era el promotor de esta agitación y del debate que la acompañaba. Con un punto claro para todos: en la calle Badia, en la sede de los Padres Redentoristas, se había consumado, propiciada por el Concilio, la ruptura de la unidad política de los católicos palermitanos. Allí había llegado a ser normal que un cristiano pudiera no ser democristiano y militar en un partido de izquierdas, porque la política es un hecho laico, independiente de la fe. El dato era significativo y prometedor, no porque el Concilio hubiera dicho "queda abolida la unidad política de los católicos", sino porque "había ordenado" a la Iglesia que se liberara de cualquiera preocupación mundana del ejercicio del poder - bien fuera indirecto, bien con un buen fin, como, por ejemplo, el de tutelar la democracia y los intereses de la Iglesia —, a fin de ocuparse a tiempo completo del Evangelio, es decir, de los pobres. En fin, el Concilio había reconocido a la Iglesia la posibilidad de tener un solo partido: el de los pobres. Y si había adquirido autoridad y fuerza social y cultural, éstas tenían que emplearse en su totalidad en ellos. Se comprende que un discurso así resultara nuevo y subversivo en los círculos católicos palermitanos y que provocase reservas y, en algunos, hostilidad. Signo, nacida entretanto, se encontró en medio del huracán. No pocos, al comprender el sentido de su compromiso cultural y de su apuesta, se solidarizaron con la revista, es decir, con la perspectiva de solidaridad y de democracia que desde el interior de la Iglesia aquélla representaba para Palermo y para Sicilia. 5. Una característica quizá específica de Signo es el laicismo. La revista nace en la congregación de los Padres Redentoristas, pero independiente de ellos, como publicación mensual de "católicos y laicos", expresión intencionadamente ambigua pero correcta. Porque si históricamente "laicos" y "católicos" habían sido en Italia dos estamentos, más que diferentes, hostiles entre sí, ahora los "católicos" del Concilio pueden ser a la vez también "laicos" sin dejar de ser "católicos". Las diferencias y las barreras de antes ya no existen. Sin traumas y con naturalidad un católico es también laico. Por el contrario, no puede ser de otra forma, por ejemplo, en política o al proponer y votar una ley que regularice el fenómeno del divorcio. Laicismo para la revista ya no significa, obviamente, oposición a la Iglesia, sino uso responsable de la razón crítica en todos los campos del saber y de la moral, de la sociedad y de la política. De hecho, Signo en Palermo y en Sicilia ha sido la expresión de un grupo de hombres y mujeres empeñados en objetivos comunes realmente compartidos por creyentes y no creyentes. La pregunta de aquellos años era: ¿Quién es creyente, el que, de palabra, profesa la fe o el que sigue en la práctica las enseñanzas del Evangelio? ¿Quién es político católico, el que frecuenta las curias y es presentado y apoyado por el obispo en las elecciones, o más bien el que lucha realmente por la justicia, la libertad, la paz, la dignidad de los pobres, de las mujeres y por un futuro de libertad para los jóvenes? 6. El capítulo 25 del Evangelio según San Mateo ha sido para el grupo de redactores el criterio para la lectura de la historia de la Iglesia. A esto ha ayudado también la parábola evangélica (Mateo 21, 28-32) del padre que tiene dos hijos pero al que sólo en realidad obedece el más joven, desobediente sólo de palabra. Quedaba derribada una montaña de pseudocultura católica y el muro, aparentemente sólido, a menudo artificial, que separaba a los creyentes de los no creyentes: estos últimos, además, aparecían siempre y sin excepción colocados a la izquierda. Y se experimentaba una convivencia cultural y operativa que transformaba, no sólo la ideología, sino en concreto la praxis. Uno de los efectos más significativos de esta postura fue el carácter unitario del movimiento contra la mafia de los años 80, es decir, el hecho de que en Palermo haya existido un solo movimiento antimafia en el que han coincidido creyentes y no creyentes empeñados en el alcance de un mismo objetivo: la desaparición del control mañoso y de la cultura que lo caracteriza. Esto es también una enseñanza edificante del Concilio que Signo ha promovido en sus diversas iniciativas. En resumen, los católicos de Signo encontraban su fuerza en el Concilio. No es casual que en aquellos años los jóvenes de la revista leyeran semanalmente algunos de sus documentos. Los "signistas" eran laicos en el fondo porque distinguían de forma adecuada entre fe y razón y asumían la responsabilidad de la ciencia y de la cultura, además de la praxis. Liberaban a Dios de cualquier responsabilidad que competía a los hombres. 7. Signo es una revista de crítica. Una revista que' critica para rejuvenecer, para empujar hacia nuevos conocimientos y responsabilidades. La pasión por el cambio es el estímulo más íntimo de la actividad cultural y política de Signo. Pasión, podría decirse, puramente cristiana. Hasta el punto de poder legítimamente considerar que un cristiano que no se empeñara en cambiar y volver a cambiar el mundo en sentido progresista no sería verdaderamente cristiano. En este sentido, Signo, por lo que puede significar la palabra, es una revista culturalmente de izquierdas. Pero sólo si izquierda no quiere decir, como no tiene que querer decir, ateo. Para Signo hombre o mujer de izquierdas significa sólo buscador de libertad, antes que nada para los pobres, de justicia, de igualdad, de verdad y de paz: en el sentido de la Pacem in terris de Juan XXIII, un manifiesto sabidamente de izquierdas. 8. La idea central del capítulo 25 del Evangelio según San Mateo es la praxis. Dime lo que haces, de qué lado estás, qué haces y para quién eliges, y te diré si eres cristiano. No es que la ortodoxia no sea importante, al contrario. Pero es la vida, la praxis, las actitudes, las que dirimen las cuestiones, en ocasiones también las teóricas. Por lo menos según el Evangelio. Otra "parábola convergente" con el ministerio de Mateo es la del Buen Samaritano (Lucas 10, 30-37), que en Palermo, en calle Badia, ha sido objeto de una memorable conferencia de don Giovanni Franzoni. La doctrina de la parábola está clara: no se pueden pasar por alto los problemas de los hombres fingiendo no ver. Hace falta pararse, asumirlos, enfrentarse a ellos. Por lo tanto, la fe cristiana, antes que un salvoconducto para la salvación propia, es una fuerza para liberar a los demás. La fe se tiene que derrochar en la ciudad. Derrochada en el sentido de consumida, gastada, empleada hasta el último aliento. Con estas convicciones el enfrentamiento de Signo a los problemas de la ciudad era inevitable. Estaba fuera de duda que el problema más grave y urgente de Palermo y de Sicilia era la mafia. No podíamos ignorarla. A diferencia de la gran mayoría de la Iglesia, que hacía como si la mafia no existiera, que no advertía el fuego infernal que quemaba a los hombres de "Cosa Nostra" y a la ciudad, el pequeño grupo de Signo empezó a clamar contra la mafia y a decir que el fenómeno mañoso era radicalmente anticristia- no y que no enfrentarse a él era un pecado grave. Signo ha sido la primera revista de los católicos en decir todo esto después del Concilio. Mientras los demás callaban. O lo percibían o comprendían o pasaban por alto. Para ser más exactos, se empezó a hablar de ello en El Cristiano de Hoy ya en los años 60. En el número 42, en un editorial titulado "Sin profetas", se denunciaba abiertamente el silencio de la Iglesia. Aislados, buscábamos contactos. Las colaboraciones no faltaron, también por parte de unos (pocos) curas. 9. Esta actitud frente a la mafia durante los últimos treinta años, es decir, durante la existencia entera de Signo, ha sido de hecho el compromiso principal de la revista. Pero sólo porque la mafia era el problema dominante. Signo no nació como periódico de cuestiones relacionadas con la mafia. La revista se encontró con la mafia sin buscarla. Es por ello que en los años 80 prácticamente no existe fascículo que no hable de mafia. Por culpa de "Cosa Nostra" no conseguimos en aquellos terribles años realizar un solo fascículo que no hablara de la mafia. En Signo hay de todo: la rabia, el dolor, la indignación, el llanto, la desesperación, la humillación, la angustia, las viudas, los huérfanos, los funerales, las homilías del arzobispo, los comunicados de prensa, de los sindicatos, de las parroquias, de la policía, de acción católica (nunca del "Opus Dei" o de "Comunión y Liberación"), de los partidos políticos, con el Partido Comunista encabezando la lista. Entonces los textos que se publicaban proporcionaban toda la información de la fecha, el lugar y el horario. Después dejaron paso a estudios y reflexiones: precisos, rigurosos, documentados. De este modo, Signo no ha sido sólo la expresión del pequeño grupo de redacción que desde hace casi treinta años escribe los editoriales únicamente después de haberlos discutido, leído y aprobado, sino que ha sido la revista de un gran número de hombres y mujeres que escribían, se suscribían, se encontraban para luchar contra un fenómeno y un poder que ofende a los palermitanos, a los sicilianos, a los italianos, a la humanidad. No se comprende Signo sin este carácter coral, amplio aunque no enorme, y no sólo siciliano. 10. Existe un aspecto de la antimafia palermitana que muy a menudo la revista ha subrayado y promovido: el hecho de que la resistencia civil y cultural a "Cosa Nostra" no puede ser en principio sólo palabrería estéril con el riesgo de agotarse en sí misma. La atención ha estado siempre dirigida a contenidos intencionales. De hecho se ha luchado en concreto para construir algo nuevo: la legalidad. Se trataba de introducir en la ética civil la estima hacia la ley, de entenderla como un bien común primordial, a cuyo logro debe dedicarse todo esfuerzo. Una revolución esencial en toda regla. Oponerse a la mafia no significa sólo el rechazo a la violencia de los demás, sino el fomento de la observancia de la ley por parte de todos. Si ser mafioso significa sentirse y estar de hecho exento y fuera de ley, no ser mafioso debe significar observar la ley públicamente: el sometí- miento a la ley como práctica de cultura no mafiosa. A más ley practicada menos mafia; a más mafia menos ley observada. En esto, como en tantas otras cosas, era un maestro Leonardo Sciascia: el gran escritor afirmaba de hecho que la mafia se combate con el derecho. 11. La experiencia concreta de esta causa empezó en agosto de 1987 con la formación del gobierno pentacolor encabezado por Leoluca Orlando: quizá el acontecimiento más positivo que Palermo haya conocido en la segunda mitad del siglo XX. Signo, ajena al engreimiento fácil y a fidelidades políticas, estuvo entre los que primero captaron la importancia de aquella experiencia intensa como una oportunidad excepcional para la ciudad que no se podía perder. De hecho, supuso un cambio radical en la historia de Palermo y en la lucha contra la mafia. No por casualidad se desencadenó contra ella la oposición de fuerzas políticas y culturales como poco miopes; y de hombres y grupúsculos incapaces de comprender ideas y procesos no previstos en sus esquemas. Aparte de los resultados, seguramente discutibles e incluso a veces decepcionantes, aquella experiencia palermitana, que puso patas arriba a Italia, permanece quizás como la más significativa que la ciudad haya conocido. Signo la sustentó, aunque no sin críticas, dedicándole más de un número monográfico y no pocos estudios. 12. Otra característica de Signo es la discreción. Vive con fatiga y precariedad. Llega un poco por todas partes. Enviado un número, se piensa en el siguiente. Ha conocido momentos de éxito, pero muy efímeros. Los que la financian son los suscriptores: entre los más fieles, el padre Giuseppe Puglisi. Después Giovanni Falcone y Paolo Borsellino, buscados y encontrados por Rocco Chinnici en el Tribunal. Orgullosa de sus óptimos colaboradores, entre ellos los llorados Marcello Cimino y Giuliana Saladino, que realizó el índice de los diez primeros años de la revista. Recordamos algunos importantes fascículos que han hecho (una pequeña) historia. En primer lugar, Signo 35/1982, "Sobre el frente de Sagunto", el fascículo inmediatamente posterior al crimen de Dalla Chiesa que documenta la movilización de la sociedad civil y el primer esfuerzo significativo de la Iglesia. Se encuentran también en él las 26 respuestas de representantes católicos a algunas preguntas de la revista, la primera de las cuales concierne a la cuestión (estamos en 1982!) de "si la mafia es un problema al que la Iglesia debe hacer frente". El fascículo contiene, además, el informe que G. Falcone y G. Turone presentaron en el congreso de Castelgandolfo en junio de 1982, y que titulamos "La mafia en el santuario de los bancos", pero cuyo título original era "Técnicas de investigación en materia de mafia". El texto lo obtuvimos por Rocco Chinnici que se lo pidió a Giovanni Falcone. Otro documento importante de dicho fascículo es la famosa carta pastoral del cardenal Ernesto Ruffini, texto íntegro, titulada "El verdadero rostro de Sicilia", en la que el arzobispo denuncia los "tres factores que mayormente [...] han contribuido" a la organización de "una grave conjura para deshonrar a Sicilia [...]: la mafia, el Gattopardo, Danilo Dolci". Otro importante fascículo es el de Signo 45/1983, "Hacia el dominio de los misiles", dedicado al movimiento por la paz, no sólo siciliano, contra la instalación de misiles en Comiso. Contiene también un importante estudio del historiador Giuseppe Cario Marino, "Movimiento pacifista y luchas populares a principios de los años 50". Signo 66/1986, "Proceso a la mafia", presenta las páginas más significativas del decreto de los jueces instructores del Tribunal de Palermo que desembocará en el macro proceso iniciado el 10 de febrero de 1986; y "Crónica de una matanza" de Antonio Calabró, el relato dramático de las muertes que en aquellos años ensangrentaron Palermo. Signo 53/1984 publica un artículo de Aurelio Grimaldi, "Viaje en el remolino de la ciudad violenta", que constituyó la idea de la película Mary para siempre. Signo 93/1988, "Palermo más allá de Sagunto", es el fascículo del radical cambio político llevado a cabo en Palermo por Leoluca Orlando, pero preparado desde hacía décadas por la lucha democrática de la izquierda para la liberación de la ciudad y de Sicilia del dominio mañoso. Signo 101/1989 publica la comunicación epistolar entre la secretaría de Estado vaticana y el cardenal Ruffini sobre el tema de la mafia y la matanza de Ciaculli de 1963. Signo 209/1999 es un amplio fascículo monográfico dedicado a Leonardo Sciascia. 13. Desde 1995 Signo ha dado vida a las "Semanas Alfonsianas", una iniciativa de carácter cultural que cada año tiene lugar en la última semana de septiembre. Se realizan en la Sala de las Lápidas del Palacio de las Águilas para subrayar que están estrechamente ligadas a la ciudad. En realidad podrían realizarse en cualquier sitio y cobrar el mismo significado. La primera "Semana Alfonsiana" tuvo como tema "Una cultura apacible para la ciudad". Era la demanda de los sectores cívicos pacíficos, gobernados por la razón, liberados de la acritud que amenazaba con envenenarlos. Al año siguiente se habló de confianza, entendida como virtud fundamental de la vida civil. En 1996 el tema fue el arrepentimiento como fuerza antropológica que debe interesar a todos. El tema de 1997 fue "Religión sin Evangelio". Había sido arrestado un mañoso al que unos curas visitaban con frecuencia para convertirlo: una conducta ésta equívoca y engañosa de la que surgían aspectos poco convincentes de una práctica pastoral escasamente transparente. Se sostuvo la tesis de la diferencia entre religión y Evangelio, es decir, que un mañoso puede hasta ser religioso pero no tendrá ninguna relación con el Evangelio. El tema "Dios, ¿quién es? ¿Dónde está?" fue tratado en la quinta Semana, con el gran teólogo luterano Jürgen Moltmann como ponente, entre otros. En septiembre de 2000 hablamos de pobres: porque después de Dios vienen los pobres. En 2001 tratamos el tema de la "inu- Qué modelo de Iglesia frente a la mafia por don Cosimo Scordato ¿Cómo ha percibido la Iglesia la mafia y qué actitud ha tomado ante ella? ¿Qué ha hecho posible que echara raíces en un ambiente cristiano un fenómeno tan anticristiano en su inspiración y en sus prácticas? ¿Qué papel han jugado algunas expresiones de cultura y práctica mañosa en verdad diferentes, pero a la vez tan aparentemente similares, a un cierto mundo religioso-cristiano? ¿Qué puede hacer en concreto la comunidad cristiana? Estas preguntas y otras similares se volvieron cada vez más acuciantes en la reflexión de la Iglesia italiana y del sur de Italia en particular. A pesar de la buena voluntad de personas aisladas o de iglesias locales, a pesar de las intervenciones de magisterio de las últimas décadas y a pesar de la mayor conciencia de la comunidad cristiana por lo que se refiere a la emergencia-mafia1, tenemos que reconocer que no hemos madurado todavía una intervención eclesial que, como sugería el Papa, se pudiera considerar "específica, original, concreta, eficaz ". Explorar el terreno para un "discurso cristiano", es decir, capaz de relacionarse y distinguirse con respecto a otros discursos', se ha vuelto cada vez más imprescindible para salvaguardar la peculiaridad de esa diaconía que la Iglesia debe ofrecer al mundo donde ella misma vive. En este contexto, hacer un llamamiento a la teología no es casual; de hecho, en el ámbito discursivo, ella es el instrumento crítico de la reflexión eclesial. Pero, dada la amplitud de la bibliografía sobre la mafia4, nos limitaremos a una propuesta de trabajo inicial: "La mafia es un conjunto de organizaciones criminales, de las cuales la más importante, pero no la única, es "Cosa Nostra", que actúan en el interior de un vasto y ramificado contexto relacional, configurando un sistema de violencia y de ilegalidad cuya finalidad es la acumulación de capital y la adquisición y gestión del poder, que se funda sobre un código cultural y goza de un cierto consenso social''". En realidad estamos frente a diferentes posibilidades definitorias'', que representan diferentes itinerarios cognoscitivos e interpretativos. Este mismo dato nos sitúa frente a la necesidad de una aproximación multiprospectiva y pluridisciplinar, a pesar de lo cual es ya notable una cierta convergencia sobre los datos constitutivos de la asociación mañosa. 1. ¿Qué modelo de Iglesia? Si la Iglesia no quiere perder su función en el papel de una religión cívica, entonces se hace imprescindible una reflexión que parta del replanteamiento de su misma identidad en el plano histórico concreto. La experiencia histórica ha hecho que se constatara directamente la permanencia de relaciones inquietantes en el interior de la comunidad cristiana, a pesar de la cada vez mayor toma de conciencia por parte de la Iglesia. El paso siguiente no puede ser sino el radical replanteamiento de la imagen de la Iglesia y de su relación con la sociedad. "La llamada que llega a la Iglesia siciliana a causa de la plaga mafwsa no es la de un sermón contra la mafia, la de una denuncia firme del mal. Es, por el contrario, algo más profundo y sencillo a la vez: sin aumentar las culpas, sin resolver de forma simplista en las responsabilidades de la Iglesia esta mentalidad religiosa torcida, sigue siendo cierto "que la Iglesia tiene que abrir un debate, tiene que vigilarse a sí misma, en profundidad, pero al mismo tiempo en la sencillez del camino que es además el camino de la esencia y del radicalismo de la secuela de Cristo crucificado, contemplado 7". La necesidad de un replanteamiento del modelo de Iglesia ha sido denunciada explícitamente por G. Mazzillo, quien, evidenciando la inadecuación de los modelos eclesiásticos jurídico-jerárquico y mistérico-carismático, que han permitido indirectamente la perpetuación del fenómeno mañoso, propone, como verdadera alternativa, el modelo histórico-liberador, proyectado y practicado. "Según el modelo histórico-liberador, la Iglesia es pueblo de Dios en camino con Cristo y con los hombres y recoge y comparte las necesidades y las esperanzas de todos y en primer lugar de los pobres *". La Iglesia tiene que moverse entre la denuncia profética y la proyección testimonial, so pena de arriesgarse a resbalar sobre la realidad. "Reconociendo que el pecado no es simple dimensión personal individual, sino también estructura social y pacto antisolidario, la denuncia profética tiene que verse acompañada por un pacto de solidaridad y de amor que sea proyectable y no vagamente exhortativo o espiritual''". Esta vez la atención está dirigida al hecho concreto de la comunidad, en cuanto empeñada en traducir en el espacio de la visibilidad solidaria la verdadera respuesta al ser y al actuar del mañoso, así como en reconocer credibilidad y fuerza, incluso más que a la denuncia, a la capacidad de anuncio factual en los gestos nuevos y creativos de la comunidad. En el interior de este replanteamiento radical de lo eclesiástico, quisiéramos explicitar algunas cuestiones particularmente relacionadas con nuestro tema. 2.1 El poder en la iglesia En primer lugar, se debe afirmar con claridad que es necesario valorar cada práctica de poder como forma latente de paganismo porque el testimonio de la iglesia, como el de Jesús, se debe poner "delante" del poder y no "por medio" del poder-dominio; la Iglesia - que se caracteriza por la reserva escatológica y por la memoria contagiosa, puesto que vive su fe como principio básico de crítica de toda teoría y de toda práctica - por su ministerio no puede asumir y legitimar modelos institucionales y formulas políticas, pero "conforma la praxis como tensión para producir y desarrollar cada vez más numerosas y cualificadas coordinadas conceptuales y prácticas en las que el hombre pueda ser considerado un ser libre, el titular legítimo de la razón del fin en el amplio horizonte intramundano e intrahistórico y el verdadero protagonista de proyectos que orienten al novum e impliquen la trascendencia '"". En la observancia del fenómeno eclesial, sin quitar nada a su dimensión mistérico-sacramental, no hace falta renunciar a los instrumentos de la crítica. Respecto al doble escollo de quien no quiere de ninguna manera objetivar la mirada de la Iglesia y de quien la contempla con la mera trascripción de categorías socio-políticas, es preferible instaurar un fecundo círculo hermenéutico en el que la organización de la vida social y la tematización de la vida según reglas de juego y delimitaciones precisas, capaces de garantizar condiciones mínimas de convivencia, está concebida como oportunidad para reflexionar críticamente sobre el espacio eclesial; y, al revés, la Iglesia podría ofrecer la diaconía de su reflexión allá donde categorías eclesiásticas - como "servicio", "carisma" y otros - podrían enriquecer la comprensión humana de la vida comunitaria. En el postulado de la capacidad de control y de las condiciones humanas mínimas de la teoría de la comunidad política personalista, se proponen las siguientes condiciones, que podrían llevar a un replanteamiento de la vida eclesial. Los miembros de la comunidad tienen que percibirse a sí mismos como un "nosotros" multipolar; una comunidad política con conciencia personalista ya está dialogando; es creadora de valores humanos y humanizantes; transforma a cada uno de sus miembros en protagonista de la historia comunitaria; ejerce la justicia según el estatuto lógico del amor (que si excluye el odio, no excluye por ello la lucha); ella, en fin, lucha contra cualquiera alineación del hombre". Es justo subrayar expresamente que todo esto, en su cumplimento, queda expuesto al riesgo histórico de la oscuridad y del enturbiamiento.12 2.1.1 Para una comunicación no violenta y creativa El ejercicio del poder de la Iglesia tiene que ser observado con una doble atención que viene solicitada por el ámbito de la comunicación. En primer lugar, el titular de cada ministerio eclesial debe renunciar o, al menos, reorganizar su punto de vista, a asumir el de la comunidad, para no arriesgarse a considerar como única la propia perspectiva sólo porque se tiene la tarea de decidir en nombre de todos. Lo segundo a observar es lo relativo al desarrollo de formas conceptuales, de implantes interpretativos capaces de comprender cada vez más la complejidad y luego de acoger la multiplicidad de diferentes puntos de vista y de enfoques. Se podría desarrollar, también en el interior de la vida eclesial, aquella metodología que, a pesar de haber sido planificada con vistas a la recepción de la diversidad confesional, podría abrir amplios huecos al mismo pluralismo intraeclesial. Para una apertura del horizonte operativo se han de aprovechar también las indicaciones que, nacidas y pensadas en otros contextos conceptuales, pueden favorecer el camino de un replanteamiento crítico". 2.2 La praxis sacramental Es sabido el amplio acceso a la vida sacramental incluso por parte de los mañosos. Quisiéramos llamar la atención, no sólo sobre las observaciones propuestas en relación a la disciplina canónica y sobre la necesidad de una evangelización que se integra con el proceso de sacramentalización, sino también sobre la alternativa radical que los sacramentos ofrecen a cualquier ideal mafioso. Los primeros tres sacramentos (bautismo, confirmación y eucaristía) están pensados en analogía con la condición humana (recién nacido el hombre es lavado, perfumado y nutrido), como gestos con los cuales Dios, por medio del ministro de la Iglesia, purifica y devuelve la trasparencia a su imagen y semejanza (bautismo), fortalece, perfuma y colma con sus dones (confirmación), nutre de sí mismo y se deja asimilar (eucaristía). Pues bien, más allá de la ritualidad estereotipada, se tiene que volver a descubrir la belleza y la riqueza de los gestos simbólicos con los cuales Dios se abre y se entrega al hombre en el acontecimiento de la celebración y que deberían constituir el dato básico e inspirador de toda la vida cristiana. Dios, por supuesto, se deja conocer como padremadre-hermano, que se inclina sobre la vida de su criatura y expresa su relación de amor tomando en préstamo la ternura del gesto de la madre (o del padre) que limpia a su niño, lo perfuma y lo nutre en su pecho. Nada pesado en la sencilla trasparencia de estos gestos divinos que, asumidos por Dios, por el lenguaje humano y devueltos a las manos de la iglesia, tendrían que convertirse en estilo de vida de la comunidad. La invitación (bautismal) de Jesús a sus discípulos de lavarse los pies los unos a los otros se engloba en su capacidad regia de inspirar cualquier gesto de la iglesia, empezando por esta ternura divina originaria y escatológica. 2.3 Iglesia pobre e iglesia de los pobres La condescendencia eclesial a la condición del pobre, junto con la elección de la pobreza, representa el verdadero antídoto al potencial de violencia acumulado en el curso de la historia, allá donde, por el contrario, la riqueza de fines, de intencionalidad en las relaciones humanas, constituye la lenta alternativa a ella. Por un lado, hace falta vencer el aislamiento con el que la sociedad del bienestar y del poder económico aleja cada sonido que pueda molestar su imperturbabilidad. Puesto que es cierto que la pobreza y la miseria no son frutos naturales como la lluvia o el ocaso, sino más bien frutos de una historia, de elecciones políticas que se prolongan, se impone, no sólo la buena voluntad y los deseos piadosos, sino la disponibilidad a cambiar el curso de las cosas, utilizando todos aquellos elementos de análisis y de intervención que reflejan la sensibilidad y la mayor conciencia de nuestro tiempo. Por otro lado, cada comunidad local tiene que callar — por fin — para escuchar la multiplicidad de las quejas que surgen desde dentro de ella. La recepción de estas voces comporta una respuesta en dos direcciones. La primera, hacia una implicación institucional (promoción de servicios adecuados) con la posibilidad de valorar la bondad de una política por las elecciones en esta dirección. La otra, de autoimplicación de la misma comunidad que, dando prioridad a las necesidades imperiosas, utiliza sus mejores recursos de personas y medios. En este contexto, hasta la reconstrucción y la interpretación de la historia por parte de la iglesia tiene un punto de observación obligatorio: contemplar los acontecimientos históricos desde el punto de vista de los oprimidos, de los últimos. Hasta ahora, las reconstrucciones históricas se parecían demasiado a las narraciones, a las gestas del mundo, en las cuales se celebran personajes, guerras, victorias, derrotas, conflictos de poder y similares. Pero, ¿dónde está el pueblo cuyo lamento Dios escuchó y con el cual Dios comprometió su palabra definitiva? Y, ¿dónde está el relato de la pasión de Cristo, en el que está también la pasión de la humanidad que sufre? ¿Ha sido escuchado el grito de todos los que sufrieron violencia?14. 2. Por un cambio cultural radical En este punto comprendemos la importancia que asume el papel cultural de la comunidad eclesial en el interior de una sociedad donde hasta la iglesia corre el riesgo de perder el vigor. En efecto, no puede faltar, por un lado, la conciencia crítica de una mirada que sepa captar entre muchos mitos (acumulación de capital y de beneficios, búsqueda de hegemonía en varios campos, concentración de recursos) el origen de aquellos desarreglos que ofenden a la persona, la convivencia social, hasta llegar a los desequilibrios internacionales. En este contexto, la Iglesia no puede permitir que falte aquella denuncia que muy a menudo atañe a los mismos países donde surgió el cristianismo. Por otro lado, la Iglesia cultiva la denominada "reserva escatológica" en la distinción entre cada realización histórica y la meta hacia el reino de Dios. A través de esta reserva se crean las condiciones de aquella aptitud profética que no permanece prisionera de los atrayentes deslumbramientos de las conquistas contemporáneas, sino que, por el contrario, mirando el mundo bajo el punto de vista del cumplimiento escatológico, tiende a evidenciar los innegables límites que acompañan incluso a los mejores proyectos. En la difícil tarea de discernimiento y acompañamiento se tiene que reflexionar críticamente sobre las diferentes intervenciones de la pastoral (catequesis, celebraciones populares, etc.), recalcando la necesidad de conjugar los modelos evangélicos con los lugares y los tiempos de la vida cristiana. 1) Al hablar de la mafia incluimos también la camorra, la andrangheta y formas similares de organizaciones criminales, a pesar de que somos concientes de que tendríamos que considerar las diferencias histérico-geográficas, organizativas y de desarrollo. 2) " Documenti di vita ecclesiale" 5 (1981) 244; cf también 2 (1982) 143. 3) Para la bibliografía de los textos en el campo teológico, nos permitimos remitir a nuestro artículo Chiesa e mafia, en L. VIOLANTE, Mafia e societá italiana. Rapporto '97, Laterza, Barí 1997, 64-93. 4) Para una reseña bibliográfica inicial, cf. Apéndice I. Para las citas completas remitimos a los dos apéndices; en el texto, cuando las obras no aparecen en los dos apéndices, nos limitamos a dar el nombre del autor, el título de la obra y el año de publicación. 5) U. Santino (1995), La mafia interpretata. Dilemmi, stereotipi, paradigmi, Rubbettino, Soveria Mannelli 1995, 129-130. 6) Proporcionamos otras dos definiciones: "Cosa Nostra es una organización criminal, dotada de reglas precisas de comportamiento, de órganos formales de dirección, etc., con un territorio en el que ejerce un control con tendencia totalitaria. Tiene una estructura organizativa de tipo vertical. El objetivo permanentemente perseguido es la acumulación del máximo poder posible en una situación concreta. Esta característica la distingue de las otras organizaciones criminales análogas y le confiere una cultura, una dimensión y una estrategia política. Actúa con mucha flexibilidad para su mejor adaptación al entorno y la mejor extensión de su influencia, es decir, su propio poder, a través de relaciones de intercambio, favoritismos, desarrollo de las relaciones familiares, creación de clientelas, prestación de favores, que constituyen el presupuesto para obtener algo a cambio. El criterio-guía de las acciones de Cosa Nostra es el utilitarismo. Ese utilitarismo lo inspiran reglas y comportamientos de otra manera inexplicables". Comisión Parlamentaria Antimafia, Mafia e política. Relazione del 6 aprile 1993, Laterza, Roma-Barí 1993, 44-45. "Como mafia entiendo una estructura criminal y delictiva, o mejor, un conjunto de organizaciones delictivas dotado de una especial participación "política"; dotado de la capacidad de establecerse en un territorio, de disponer de ingentes recursos económicos, de ejercer formas de control sobre porcentajes crecientes de la sociedad local, imponiéndose con el uso de un aparato militar. En este contexto la violencia es utilizada por los mañosos para controlar recursos económicos, ejercer una amplia hegemonía social y de ahí aparecer en el mercado político, bien como fuerza social autónoma y específica, bien como otorgadores de consenso electoral, alcanzando un fortalecimiento posterior." P. PEZZINO, Mafia, Stato e societá nella Sicilia contemporánea: secoli XIX e XX, en G. Fiandaca-S. Costantino, La mafia, le mafie, Laterza, Roma-Bari 1994, 10. 7) G. Ruggieri (1996), Postfazione: La mafia interpella la Chiesa, en "Synaxis"XIV/I (1996) 8) G Mazzillo (1992), Modelli ecclesiologici e contesto mafioso, en Osservatorio Meridionale, Chiesa e lotta alia mafia, La meridiana, Molfetta 1992, 55. 9) Ib., 56. 10) F. Conigliaro, Un gioco senza rególe. Chiesa-Eschaton, Potere-Persona, Augustinus, Palermo 1992, 105. Para este punto remitimos a todo el ensayo Momento dialettico e propositivo: il potere nella Chiesa, 155-22911) V. Ídem, La comunitá política, en G. Barbaccia-F Conigliaro, La comunitá política. Ipotesi e prospettive intorno alia comunitá come soggetto creativo e partecipativo delle istituzioni, lia Palma, Palermo-Sao Paolo 1979, 79-98. 12) Cf. ídem, La situazione del discorso. Critica, conoscenza, emancipazione, Ha Palma, Palermo 1983. 13) " 1. Todos los potenciales participantes en un discurso deben tener las mismas posibilidades de utilizar actos lingüísticos comunicativos, de modo que, en cualquier momento, se puedan abrir discursos. 2. Todos los participantes deben tener iguales posibilidades de adelantar interpretaciones, afirmaciones, recomendaciones. 3. Son admitidos en el discurso sólo los hablantes que, en cuanto personas agentes, tienen las mismas posibilidades de utilizar actos lingüísticos representativos, es decir, de expresar sus pensamientos. Pues sólo el acuerdo recíproco de los espacios de expresión individual [...] ofrece la garantía de que las personas agentes sean verídicas consigo mis- mas y hagan transparente su naturaleza interior. 4. Son admitidos en el discurso sólo los hablantes que, en cuanto personas agentes, tienen las mismas posibilidades de utilizar actos lingüísticos regulativos. En efecto, sólo la completa reciprocidad de las expectativas de comportamiento [...] ofrece la garantía necesaria para llegar al ámbito de la comunicación del discurso". /. Habermas, Agiré comunicativo e lógica delle scienze sociali, IIMulino, Bologna 1970, 338. 14) No faltan en la actualidad intentos de volver a diseñar de manera global la vicisitud histórica. Esta exigencia se encuentra también en la reflexión crítica y epistemológica de la disciplina histórica, en el momento en que se atiende a la vida diaria de la gente, se recupera el ambiente real de una época, se vuelve a vivir el hormiguear de la vida de todos los días a través de los rostros de sus infinitos sujetos; más aún, esta exigencia se tiene que acoger en el estatuto de la iglesia, disciplina próxima a la teología. ¿Por qué y cómo contar el pasado si tuviéramos que olvidar los infinitos rostros de la pasión de Dios con el hombre y para el hombre? Por la gracia de Dios, ya algo empieza a moverse. Basta pensar en los nuevos sectores de la historia de la pobreza y de los pobres, de las vivencias diarias de santidad, caridad, vida sencilla, etc., reconstrucciones que permiten desenterrar aspectos no llamativos de la vida eclesial. Instituto para el Renacimiento de Sicilia Sicilia está viviendo un período de grandes transformaciones. Tras décadas de control mañoso, Palermo y otras comunidades de la isla han dado pasos notables hacia la recuperación de la legalidad y de la cultura democrática. Esto no hubiera sido posible sin la activa participación y el compromiso de ciudadanos de todos los sectores de la sociedad. En un mundo en el que el crimen organizado y la corrupción han llegado a constituir un grave obstáculo para el desarrollo democrático, político y económico de diferentes países, el proceso de resurgimiento que, aunque entre dificultades y resistencias, se está desarrollando en Sicilia representa un claro ejemplo de cómo los ciudadanos pueden, trabajando juntos, reducir la criminalidad y la corrupción y mejorar la calidad de vida de la comunidad. Teniendo esto en cuenta, el Instituto para el Renacimiento Siciliano se propone favorecer la renovación cívica en todo el territorio de la isla y proporcionar información sobre este proceso a las comunidades y a los países interesados de todo el mundo porque puede servirles de inspiración. En concreto, el Instituto se propone ayudar a la comprensión de las recientes experiencias sicilianas en este campo a través de publicaciones, material audiovisual, seminarios e intercambios culturales; se propone colaborar con instituciones, comunidades y particulares en Sicilia, en Italia y en el extranjero para animar a la adopción de iniciativas cívicas con el objeto de fortalecer una cultura de legalidad y de democracia necesaria para prevenir y mitigar los efectos del crimen y de la corrupción. El Instituto para el Renacimiento Siciliano (denominado también The Sicilian Renaissance Institute) es una organización sin ánimo de lucro, de utilidad social, que fue fundada en diciembre de 1999 por la iniciativa de un grupo de representantes de la sociedad civil italiana y americana. Su sede principal está en Palermo y tiene una oficina en los Estados Unidos, en Washington D.C. Su política y sus programas vienen establecidos por un Comité Directivo Internacional. Sus fondos consisten sobre todo en donaciones y contribuciones provenientes de organizaciones internacionales, incluso de entidades gubernamentales, fundaciones y organizaciones no gubernamentales estadounidenses, europeas e italianas. Los miembros del actual Comité Directivo del Instituto son: Presidente: H. Sr. D. Leoluca Orlando, catedrático de derecho, diputado por la Asamblea Regional Siciliana, ex alcalde de Palermo y diputado por el Parlamento Europeo y el Parlamento Italiano. Vicepresidente: Dña. Rita Borsellino, Vicepresidente de la sociedad nacional de asociaciones cívicas "Libera". Consejeros: D. Roy Godson, profesor titular de Government en la Georgetown University y Presidente del National Strategy Information Center de Washington; Andrea Scrosati, Presidente del centro de relaciones públicas Media Nerwork de Roma. Presidente honorario del Instituto es su eminencia el Cardenal Salvatore Pappalardo, arzobispo emérito de Palermo. Director honorario para la cultura es D. Wole Soyinka, Premio Nobel de Literatura y Profesor Titular de Literatura Comparada en la Emory University. Actividades realizadas Desde su fundación, el Instituto ha desarrollado una intensa actividad de investigación y documentación sobre el proceso de renovación cívica existente en Sicilia, y los datos recogidos han sido sucesivamente utilizados para difundir, a nivel internacional, el conocimiento de los principios inspiradores, de las estrategias aplicativas y de los resultados obtenidos gracias a las iniciativas emprendidas en este campo por diferentes componentes de la sociedad civil isleña. Nuestro método de operar es a la vez sencillo e innovador: se basa en la "simple" comunicación de una experiencia sin intervención directa alguna en los países interesados: a través de intercambios bilaterales posibilitamos que agentes sociales, periodistas, docentes y autoridades religiosas conozcan la experiencia ya realizada en Palermo, que la evalúen y que estudien las posibles modalidades de aplicación autónoma a su propia realidad. El envío de nuestras delegaciones o la presencia de delegaciones extranjeras en Palermo y en Sicilia, la realización de publicaciones, debates y seminarios son los instrumentos para que se conozca lo que ha sido realizado en Palermo. Son momentos de confrontación, estímulo y de enriquecimiento recíproco siempre desde la óptica del respeto y aprecio por las diferentes culturas, por los diferentes valores referenciales. Estas delegaciones se componen a menudo de representantes gubernamentales y políticos, pero sobre todo implican a educadores, profesionales, agentes económicos, periodistas, representantes de la autoridad religiosa, etc. Esta tarea de difusión ha sido realizada especialmente a través de unas publicaciones que, bajo la dirección del Instituto, han sido redactadas, impresas y distribuidas a escala mundial a representaciones gubernamentales, entidades y organismos públicos, fundaciones, asociaciones cívicas, religiosas y educativas, medios de comunicación, educadores (particulares), políticos, sindicalistas y otros líderes de la sociedad civil de muchos países extranjeros interesados en la temática de promoción de una cultura de la legalidad. La primera publicación, en dos ediciones (una en italiano, con el título II Rinascimento di Palermo: Fatti e opinione, y la otra en inglés, con el título The Palermo Renaissance: A Real-life Civics Course) fue editada y distribuida en febrero de 2000 y posteriormente reimpresa con actualizaciones en octubre de 2000. La segunda, en dos ediciones de 70 páginas (título en italiano: Per una cultura de legalitá: il Rinascimento di Palermo, y en inglés, Creating a Culture of Lawfulness: The Palermo, Sicily Renaissance) fue distribuida en diciembre de 2000. A lo anterior habría que añadir que la experiencia siciliana en la prevención y lucha contra el crimen organizado ha sido el tema de muchas ponencias, seminarios, debates y jornadas dirigidos a representantes de la sociedad civil y a los responsables de seguridad de varios países del mundo: - el Décimo Congreso de las Naciones Unidas sobre la Prevención del Crimen, celebrado en Viena en abril de 2000; - la Convención bienal de la Federación Americana de Docentes, celebrada en Filadelfia en julio de 2000, durante la cual le fue concedido al Presidente del Instituto, D. Leoluca Orlando, el Premio "Bayard Rustin" a los Derechos Humanos; - el Executive Leadership Seminar de la Universidad de Georgetown con el tema: "Strategic Approaches to Transnational Crime and Civil Society", celebrado en Washington en julio de 2000; - el International Leaders Forum del National Democratic Institute de los Estados Unidos, celebrado en Los Angeles en agosto de 2000; - la Conferencia Nacional sobre "La construcción de las comunidades sanas en las transición de México", celebrada en Ciudad de México en enero de 2001; - la reunión de la Young Presidentas Organization International celebrada en Venecia en junio de 2001; - el seminario sobre "La sociedad civil contra la criminalidad y la corrupción", promovido por el Parlamento de la República de Georgia y celebrado en Tbilisi en octubre de 2001; - la octava edición de los "Rencontres Internationales du Memorial pour la Prévention des Conflits" sobre "Trafics et Mafias: les Etats impuissants ?" celebrado en Caen, Francia, en octubre de 2001; - el simposio sobre el tema "Fostering a Culture of Lawfulness on the Island of Ireland", celebrado en Gleneagles, Escocia, en noviembre de 2001; - la participación en el Encuentro de expertos de las Naciones Unidas sobre la prevención del crimen, celebrado en Vancouver (Canadá) en enero de 2002; - la participación en el ciclo de seminarios y conferencias sobre "Cultura de la legalidad: el modelo siciliano", organizado por las Universidades alemanas en febrero de 2002; - la participación en la conferencia "Europa: un remedio contra la mafia", Antibes, Francia, 5 de marzo de 2002, - la participación en las ceremonias conmemorativas de los seis meses de la masacre de Nueva York, organizadas por la Universidad de Columbia, el 11 y 12 de marzo de 2002; - la participación en la conferencia internacional "Ciudades seguras: un deber de todos", organizada por el Instituto Cultural "Ludwig von Mises", en Ciudad de México, del 14 al 18 de marzo de 2002; - la participación en la Conferencia Euro-Asiático-Americana sobre la prevención del crimen y del terrorismo, organizada por la revista Limes, Roma, en mayo de 2002; - la participación en el seminario "Enhancing Democracy: transatlantic perspectives of the role of educators", una iniciativa del National Union ofTeachers de Gran Bretaña y del Galles (NUT) y del American Federation of Teacher, realizado en Stokerochford, UK, en julio de 2002; - la participación en la Conferencia Europea sobre la "Guerra al terrorismo — el papel y las responsabilidades de las Instituciones locales", organizada por la Cámara de Instituciones locales del Consejo de Europa, realizada en Luxemburgo en septiembre de 2002; - las jornadas sobre el tema "Cultura de la legalidad y prevención del crimen: el papel de la Administración Pública", celebradas en la Facultad de Económicas de la Universidad de La Habana durante el curso de preparación para funcionarios públicos, en Cuba, en septiembre de 2002; - la participación en un ciclo de conferencias y seminarios en México sobre "Cultura de la legalidad y derechos humanos", organizado por el Departamento Federal de Seguridad Pública, por el Instituto Italiano de Cultura de Ciudad de México y por "Tijuana Renacimiento", en septiembre de 2002; - un ciclo de conferencias sobre "Derechos humanos y legalidad — prevención del crimen y lucha contra el terrorismo", celebrado en la Escuela Superior de Policía de Argelia, organizado por el Departamento General de Seguridad Nacional, en Argelia, en octubre de 2002; - la participación en el "Crime Prevention Colloquium — The role of school" organizado por el Centro Internacional para la Prevención del Crimen (ICPC), Bruselas, noviembre de 2002; - el ciclo de conferencias y encuentros sobre "La cultura de la legalidad como elección estratégica para la prevención del crimen y la lucha contra el terrorismo", organizado por la Fordham University, por el Boston College y por la Academia Militar de West Point, en diciembre de 2002; - la participación en la conferencia internacional sobre el futuro de la integración europea "Realizing Europe", organizada por el Einstein Forum y por la Alfred Herrhausen Society for International Dialogue (Fundación cultural del Deutsche Bank), celebrada en Postdam en enero de 2002. Además, el Instituto ha organizado uno serie de actos, en colaboración con el Ayuntamiento de Palermo, entre 1999 y 2000, con la intención de animar a la adopción de iniciativas cívicas contra la criminalidad en países particularmente de riesgo: - un seminario de cinco días sobre "El acercamiento cultural en la lucha contra el crimen y la corrupción", organizado en Palermo en mayo de 2000 por una delegación oficial de la República de Georgia; - un Simposio internacional de tres días sobre "El papel de la sociedad civil en la lucha contra el crimen organizado; implicación global del renacimiento de Palermo", realizada en Palermo en diciembre de 2000 como parte del programa oficial de la Conferencia de las Naciones Unidas en favor de la firma del Tratado contra el Crimen Organizado Transnacional; - un seminario de cinco días sobre "La cultura en la lucha contra la criminalidad", realizado en Palermo en septiembre de 2001 para una delegación oficial de México. Los resultados concretos obtenidos en Palermo en la lucha contra el crimen organizado han sido reconocidos de manera oficial por el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas, que en su último informe (febrero de 2002) en el que recoge las líneas maestras para la prevención del crimen, ha identificado en la cultura de la legalidad, con referencia expresa a la experiencia palermitana, uno de los instrumentos a adoptar a escala planetaria. Otro resultado importante ha sido el fruto de la intensa actividad desarrollada en diversos contextos de los Estados Unidos de México. Recientemente el Gobierno de aquel país se ha decantado por considerar obligatoria para todas las escuelas primarias y básicas la enseñanza de la cultura de la legalidad, con referencia concreta a la experiencia palermitana. El Instituto ha dirigido una serie de actividades encaminadas a animar a la renovación cívica en otras zonas de Sicilia y ha contribuido a la organización en Palermo en enero de 2000 de un encuentro de representantes de la sociedad civil italiana con el objetivo de mantener alto el nivel de atención y de choque cultural en la lucha contra el crimen organizado. Durante el año 2002, el Instituto está intensificando su actividad de promoción de la cultura de la legalidad en todo el territorio de la isla y sigue difundiendo a escala mundial - a través de publicaciones, material audiovisual y otros instrumentos informativos los contenidos y los resultados efectivos de las iniciativas en esta dirección que están ya en curso o que serán adoptadas en el futuro. El Instituto además está programando una serie intercambios educativos (en forma de seminarios que se realizarán en Sicilia, o de participación de representantes de la sociedad civil local en convenios en el extranjero), con países especialmente interesados en la adopción a nivel interno de un acercamiento cultural en la lucha contra el crimen organizado y la corrupción, como China, Perú, Nigeria, El Salvador, México, Marruecos, Argelia, Túnez, Croacia y Albania. Por último, el Instituto se propone ampliar sus actividades de colaboración con organizaciones gubernamentales y no gubernamentales de otros países, en particular en el área europea, para la adopción de iniciativas conjuntas orientadas a la difusión, en el terreno internacional, de los valores de la legalidad y del civismo basados en el respeto de los principios democráticos. Los autores Salvatore Di Cristina, obispo titular de Bilta y obispo auxiliar de la diócesis de Palermo. Nacido en 1937, cursó estudios en el seminario arzobispal de Palermo y fue ordenado sacerdote en 1960, para continuar sus estudios en el Instituto de Patrística de la Universidad Luterana. Licenciado en Teología y Ciencias Patrísticas. Ha sido profesor en el Seminario de Palermo, donde ha desarrollado diferentes funciones hasta convertirse en Director de la Facultad de Teología de Sicilia. Ha fundado y dirigido la Escuela teológica de teología básica y es Consultor de la Congregación romana para la educación católica. Es miembro del Secretariado pastoral de la Conferencia Episcopal siciliana. Es prelado honorífico de Su Santidad Juan Pablo I y Cantor del Cabildo de la Catedral. Nino Fasullo, padre redentorista, ha enseñado filosofía y pedagogía. En la actualidad es editor de la revista Signo, fundada en 1975. Ha estado a cargo de la publicación de unos escritos breves de Alfonso de Liquori, Degli obblighi de' giudici, awocati, accusatori e rei, 1998 (De las obligaciones de los jueces, de los abogados y de los reos); Maria nostra avvocata, 2000 (María, nuestra abogada). Durante los últimos ocho años, ha estado entre los promotores y organizadores de la Semana alfonsiana. Leoluca Orlando, Presidente del Instituto para el Renacimiento siciliano. Ha sido alcalde de Palermo y miembro del Parlamento europeo e italiano. En la actualidad es miembro de la Asamblea Regional Siciliana. Nacido en 1947, es abogado de casación, profesor catedrático de derecho público en la Universidad de Palermo y autor de publicaciones científicas en materia jurídica. Ha sido consultor del OCSE de París y de otros organismos internacionales. Además ha publicado, entre otros, el libro Palermo, Mondadori, 1989, y el libro Fighting the mafia and renewing Sicilian culture, Encounterbooks, 2001, traducido al alemán por la editorial Herder y del cual se están realizando ediciones en español, chino y ruso. Salvatore Pappalardo, nacido en 1918, fue ordenado sacerdote en 1941, tras finalizar sus estudios en el Seminario Pontificio Romano. Licenciado en Teología y Utroque Jure por la Universidad Pontificia lateranense, ha prestado servicios en la Secretaría de Estado y ha impartido diplomacia eclesiástica hasta 1965. Fue nombrado Obispo de Mileto en 1965 y, a continuación, Pro-Nuncio Apostólico de Indonesia, donde permaneció hasta 1969. En 1970 fue nombrado Arzobispo de la Metrópolis de Palermo (donde permanecería hasta 1996) por el Papa Pablo VI, y en 1973 llegó a ser Cardenal. Ha sido Presidente de la Conferencia episcopal siciliana, Vicepresidente de la Conferencia episcopal italiana y Gran Canciller de la Facultad Teológica de Sicilia. En 1983 el Presidente de la República, Sandro Pertini, lo nombró "Caballero de la Gran Cruz al Mérito de la República" por el empeño mostrado en la acción social, sobre todo en el despertar de las conciencias contra la mafia. En 1984 fue nombrado Doctor Honoris causa en Filología por la Universidad de Palermo, "por su alta contribución al crecimiento cultural de la región y de la ciudad de Palermo". Cosimo Scordato, nació en 1948. Ordenado sacerdote en 1972, es en la actualidad profesor de teología en la Facultad de Teología de Sicilia. Desde hace muchos años trabaja en el proyecto de "rehabilitación y renovación social y moral" en el barrio de la Albergheria en Palermo, donde dirige el Centro social "San Francesco Saverío". Edición a cargo de/Stampa a cura di: The Sicilian Renaissance Institute Redacción/Redazione Pietro Galluccio Traducciones del italianoTraduzioni dall'italiano: Lucia Pizzo Diseno de portada/Grafìca della copertina: Studio Triskeles, Palermo Editado por/stampato da: Tipografia Vivirito, Palermo Noviembre 2002